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Nació en Bilbao (España) el 25 de julio de 1884. Fue bautizada con el nombre de Pilar. Mantuvo toda la vida una relación afectiva y espiritual muy intensa con su hermana gemela Leonor.

Siendo adolescente, su madre, intentando alejarla de una amistad prematura con un joven marino, decidió llevarla al colegio internado de las religiosas Mercedarias en Bérriz. Allí sintió la llamada de Dios a una consagración total como religiosa misionera.


A los 19 años, el 10 de agosto de 1903 ingresó en la Congregación, tomando el nombre de Margarita María. Pocos días antes su hermana Leonor había ingresado en el noviciado de las Carmelitas de la Caridad, de Vitoria (murió misionera en Argentina, y su causa de beatificación está incoada).


Desde el primer momento se entregó a Dios con una fidelidad total en su vida de monja de clausura.


En 1906 comenzó a trabajar en el colegio, donde estuvo más de veinte años. Son dos las principales características que la distinguen: su afición a la oración y su caridad exquisita. En ellas su vocación mercedaria, de redención de cautivos, se fue ampliando y actualizando.


Es en esa vida de oración constante, fiel, en su intimidad con el Señor, donde su caridad, su vocación mercedaria de redención de cautivos se fue ampliando y alcanzando nuevos y más amplios horizontes. Fue ahondando en el deseo de hacer llegar al mundo entero la dicha que ella gozaba en la comunicación con Dios y el amor a Jesucristo que sentía crecer más y más en su interior. El 5 de mayo de 1912 escribía: "Yo no deseo más que darle a conocer a los que me ha encomendado, que es el mundo entero".


Desde entonces sus ansias de llegar a abarcar el mundo entero se fueron dilatando, primero en la oración y luego en su trabajo con las alumnas del colegio anexo al monasterio. Compartió sus inquietudes con la comendadora del monasterio, María Nieves Urízar y entusiasmó con ellas a la comunidad entera.


En el año 1913 comenta que le gusta pedir por los misioneros. Poco a poco, por diversas circunstancias, fue conociendo a algunos y mantuvo con ellos una comunicación frecuente. Estas cartas, cargadas con abundantes experiencias misioneras, fueron sembrando en su tierra, bien abonada, una semilla que fructificó en realidades insospechadas en aquel entonces convento de clausura.


Eran los años del despertar misionero en España. En el colegio inició, en el año 1920, una asociación "Juventud Mercedaria Misionera de Bérriz" y a través de ella formó en el espíritu misionero a varias generaciones de jóvenes que, como religiosas o como esposas, supieron vivir el ideal misionero allí donde Dios las iba llamando.


Todo este movimiento misional no podía quedar encerrado en el interior de un monasterio de clausura. La respuesta a los signos de los tiempos pedía algo más. El Espíritu inspiraba con fuerza y las monjas, impulsadas por él, abrieron las rejas del convento y se dispersaron en el lejano Oriente. China, las islas de Oceanía (Saipán y Ponapé) y Japón, supieron de su audacia misionera. Eran fundaciones vinculadas a la casa madre y en las que el fuego misionero iba creciendo más y más, con el contacto, preocupación y ayuda a aquellas primeras misioneras.


Margarita María, elegida comendadora del convento, acompañó personalmente, en 1928, a la tercera expedición, para ver de cerca las misiones y hacerse cargo de las exigencias apostólicas de la nueva vida misionera, con la mirada puesta en transformar el convento en instituto misionero. Tal transformación tuvo lugar en 1930, por petición de las 94 monjas, petición sellada con un sí unánime en votación secreta, como lo pedía Roma.


Este fue el gran anhelo de Margarita María: la formación del instituto de Mercedarias Misioneras de Bérriz, que pudiera llevar la buena nueva de la Redención y liberación hasta el fin del mundo, viviendo el cuarto voto redentor de permanecer en la misión cuando hubiere peligro de perder la vida. Y a este instituto dejó en herencia una rica espiritualidad, que alcanzó su cumbre en los últimos años de su vida, en una experiencia contemplativa y gozosa de Cristo redentor.


"El conocimiento de Jesucristo me absorbe y llena de gozo. Todo parece que contribuye, de un tiempo a esta parte, a esclarecer el misterio de la redención con todas sus derivaciones para mi alma y la Iglesia. Y es un gozo nuevo, cumplido, profundo, que me hace sentirme como radicada en una verdad profunda que da estabilidad a todo mi ser... Todo tiende alegremente a afirmarse en Dios Padre amorosísimo, que por su voluntad libérrima nos envía a su Hijo a redimirnos y a hacernos, por él, hijos suyos adoptivos..." (diciembre de 1933).


Murió el 23 de julio de 1934, dos días antes de cumplir 50 años. El 16 de marzo de 1987, Su Santidad el Papa Juan Pablo II firmó la declaración de sus virtudes heroicas y la proclamó venerable.


Fue beatificada el 22 de octubre de 2006.


Reproducido con autorización de Vatican.va



7:43 a.m.
Martirologio Romano: San Lorenzo de Brindisi, presbítero y doctor de la Iglesia, de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, predicador incansable por varias naciones de Europa, que de caracter sencillo y humilde, cumplió fielmente todas las misiones que se le encomendaron, como la defensa de la Iglesia ante los turcos que intentaban dominar Europa, la reconciliación de príncipes enfrentados y el gobierno de su Orden religiosa. Murió en Lisboa, en Portugal, el veintidós de julio de 1619.

Etimolgía: Lorenzo = laurel, de la lengua latina.


Cesar de Rossi nació en Brindis, ciudad del reino de Nápoles, en 1559. Pertenecía a una familia veneciana de cierto renombre. A los seis años ya asombraba a todos por la facilidad de aprender de memoria páginas enteras, que declamaba en público.


Primero se educó en el convento de los franciscanos de su ciudad natal y, después, bajo la dirección de un tío suyo en el colegio de San Marcos de Venecia. Hizo rápidos progresos, tanto desde el punto de vista intelectual como espiritual y a los dieciséis años ingresó en el convento de los capuchinos de Verona. Cuando pidió ser admitido, el superior le advirtió que le iba a ser muy difícil soportar aquella vida tan dura y tan austera. El joven le preguntó: "Padre, ¿en mi celda habrá un crucifijo?." "Sí, lo habrá", respondió el superior. "Pues eso me basta. Al mirar a Cristo Crucificado tendré fuerzas para sufrir por amor a El, cualquier padecimiento". Con el hábito religioso recibió el nombre de Lorenzo.


Durante sus estudios de filosofía y teología en la Universidad de Padua, se distinguió por su extraordinario dominio de lenguas: aprendió el griego, el hebreo, el alemán, el bohemio, el francés, el español y llegó a conocer muy a fondo el texto de la Biblia.


Por su gran don de prédica, siendo diácono, le fue encomendado el predicar los 40 días de Cuaresma en la Catedral de Venecia por dos años consecutivos. La gente vibraba de emoción al oír sus sermones, y muchas eran las conversiones.


Después de su ordenación sacerdotal, predicó con gran fruto en Padua, Verona, Vicenza y otras ciudades del norte de Italia. En 1596, pasó a Roma a ejercer el cargo de definidor de su orden, y el Papa Clemente VIII le pidió que trabajase especialmente por la conversión de los judíos. Tuvo en ello gran éxito, ya que a su erudición y santidad de vida unía un profundo conocimiento del hebreo.


Un sacerdote le preguntó: "Frai Lorenzo, ¿a qué se debe su facilidad para predicar? ¿A su formidable memoria?" Y él respondió: "En buena parte se debe a mi buena memoria. En otra buena parte a que dedico muchas horas a prepararme. Pero la causa principal es que encomiendo mucho a Dios mis predicaciones, y cuando empiezo a predicar se me olvida todo el plan que tenía y empiezo a hablar como si estuviera leyendo en un libro misterioso venido del cielo".


Dormía sobre tablas. Se levantaba por la noche a rezar salmos. Ayunaba con frecuencia comiendo casi siempre pan y verduras. Huía de recibir honores, y se esforzaba por mantenerse siempre alegre y de buen humor con todos.


Cuando Lorenzo era vicario general, el emperador Rodolfo II le envió en misión diplomática a conseguir la ayuda de los príncipes alemanes contra los turcos, cuya amenaza se cernía sobre toda Hungría. El santo tuvo éxito en su misión y fue nombrado capellán general del ejército que se había formado gracias a sus esfuerzos. En algunas ocasiones, San Lorenzo fue prácticamente general en jefe del ejército; por ejemplo, antes de la batalla de Szekes-Fehervar, en 1601, los generales le consultaron, el santo les aconsejó que atacasen, arengó personalmente a las tropas y partió al frente de las fuerzas de ataque, sin más armas que un crucifijo. La aplastante derrota que sufrieron los turcos fue atribuida por todos a San Lorenzo. Se cuenta que, al volver de la campaña, se detuvo en el convento de Gorizia, donde el Señor se le apareció en el coro y le dio la comunión por su propia mano.


Los príncipes y gobernantes, por muy irreligiosos que sean, suelen apreciar los servicios de los hombres verdaderamente santos. Los principales señores de Nápoles acudían a San Lorenzo para presentarle sus quejas por la tiranía del virrey español, duque de Osuna y le pedían que fuese a la corte del rey Felipe para evitar que el pueblo se levantase en armas. El santo no era aún muy viejo, pero estaba enfermo y achacoso. Cuando llegó a Madrid, supo que el rey no estaba en la ciudad, sino en Lisboa. Así pues, prosiguió su camino a Portugal, en pleno calor del estío. Usó de toda su elocuencia y su poder de persuasión y logró que el monarca prometiese relevar del cargo de virrey al duque de Osuna.


San Lorenzo regresó entonces a su convento y ahí falleció el día de su cumpleaños, 22 de julio de 1619. Cumplía 60 años. Fue sepultado en el cementerio de las Clarisas Pobres de Villafranca.


Lo canonizó León XIII en 1881. Juan XXIII lo declaró Doctor de la Iglesia en 1959, con el título de Doctor Evangélico, por lo elevado de su inspiración evangélica.


Iconografía: con hábito, un libro, la hostia alusiva a su veneración a la Eucaristía y la imagen de María Santísima, por la especial devoción que le manifestó.



7:43 a.m.
Los datos acerca de este santo los sabemos por el libro de Daniel, en la S. Biblia.

Pertenecía a una familia importante de Jerusalem. Era muy inteligente y estudioso y de agradable presencia. Cuando el rey Nabucodonosor invadió a Jerusalem se lo llevó prisionero a Babilonia junto con otros jóvenes. Al darse cuenta de las cualidades de este adolescente, Nabucodonosor lo hace instruir en todas las ciencias políticas y sociales de su país.


Siendo este profeta todavía muy joven, unos jueces quisieron hacer pecar a una mujer casada y como ella no aceptó las infames pretensiones de ellos, la calumniaron inventando que la habían visto pecar con un joven. La gente creyó la calumnia y la llevaban para matarla a pedradas, cuando apareció Daniel. Llamó a los dos jueces y los interrogó uno por uno, por separado, y les preguntó: "¿Dónde estaba Susana cuando ella cometió la falta?" Uno respondió: "Debajo de una acacia". Y el otro dijo: "Debajo de una encina." Entonces Daniel les dijo: "Ustedes estaban acostumbrados a hacer pecar a mujeres sin fe y sin valor, pero ahora se encontraron a una mujer que cree y es valiente. Su hermosura los sedujo y creyeron poder hacer que ella ofendiera a Dios, pero no lo lograron. Ahora tendrán el pago de su delito". Y el pueblo condenó a muerte a estos dos impuros calumniadores y alabó a Dios por la sabiduría que le había concedido a Daniel.


Los enemigos de la religión acusaron a Daniel porque tres veces cada día se arrodillaba en la azotea de su casa a adorar y rezar a Dios. En castigo fue echado al foso donde había leones sin comer. Pero Dios hizo el milagro de que los leones no lo atacaran, y esto hizo que el rey creyera en el verdadero Dios.


El joven se abstenía de tomar bebidas alcohólicas y de consumir alimentos prohibidos por la Ley de Moisés, y Dios en cambio le concedió una inmensa sabiduría, con la cual logró escalar los más altos puestos de gobierno hasta llegar a ser primer ministro bajo los gobiernos de Nabucodonosor, Baltasar, Darío y Ciro. A su gran sabiduría, a su habilidad para gobernar y a su santidad debe él que a pesar de los cambios de gobierno lograra conservar su cargo durante el reinado de cuatro reyes.


Daniel recibió de Dios la gracia de revelar sueños y visiones. Soñó Nabucodonosor que estaba viendo una estatua inmensa con cabeza de oro, pecho de plata, piernas de hierro y pies de barro y que una piedrecita se desprendía del monte e iba creciendo hasta llegar y chocar con la estatua y volverla polvo. Y Daniel le explicó que este sueño significaba que vendrían varios reinos en el mundo, uno muy rico, como de oro, otro menos rico, como de plata, y un tercero muy fuerte como de hierro y otro más débil como de barro, y que la verdadera religión, que al principio sería muy pequeña, iría creciendo hasta lograr dominar todos los reinos. Esto se ha cumplido con la religión de Cristo que empezó siendo tan pequeñita y ahora está extendida por todo el mundo y es más poderosa que cualquier reino de la tierra.


Dios anunció que al rey Nabucodonosor por haber cometido maldades y ser orgulloso, lo iba a volver loco. Nabucodonosor le pidió a Daniel que le rogara a Dios que le cambiara el castigo por alguna obra buena, y el Señor le dijo que para librarse de los castigos tenía que dar limosnas a los pobres.


El rey Baltasar cometió el pecado de emplear los cálices sagrados del altar de Dios para tomar licor en una fiesta, y estando en esto apareció una mano misteriosa que escribía tres palabras en la pared: Mene, Tequel, Uparsin. El rey se asustó mucho y el profeta Daniel le explicó: "Mene significa pesado. Es que Dios ha pesado sus obras y han resultado faltas de peso para recibir premios. Tequel significa medido. Dios midió sus obras y no dan la medida para recibir gloria. Uparsin significa dividido. Es que su reino será dividido y pasado a otros".


Y esa misma



noche llegaron los enemigos del reino y mataron a Baltasar y dividieron su reino y lo pasaron a los persas.

Daniel fue un profeta tan estimado que pudo corregir a los mismos jefes de gobierno de su tiempo y sus correcciones fueron recibidas con buena voluntad. Ante el pueblo apareció siempre como un hombre iluminado por Dios y de una conducta ejemplar y como un creyente de una profunda piedad y devoción.


En algunos santorales su fiesta se la señala para el 21 de julio, en otros para el 20 de marzo.



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Práxedes, Santa
Práxedes, Santa

Virgen y Mártir


Martirologio Romano: En Roma, conmemoración de santa Práxedes, con cuyo nombre se dedicó a Dios una iglesia en el Esquilino (antes de 491).

Etimología: Práxedes = activa, emprendedora, del lengua griego.


Una bondad sin límites puede irradiar en el corazón decidido a amar, y quisiera aliviar los sufrimientos que atormentan a quienes están cerca y lejos.


Los santos han sido personas de esta categoría humana y espiritual.


Práxedes. Perteneció al siglo II de la era cristiana. Prudencio era el gobernador de Roma y, cosa rara, se distinguía por su virtud. Fue uno de los primeros conversos al cristianismo a pesar del cargo que ocupaba.


Eran los tiempos en que Pedro predicaba en Roma abiertamente ante todo el mundo sin temer a nadie.

Dicen que había recibido la catequesis del mismo san Pedro.


Convirtió su casa en un verdadero templo, y los fieles acudían allá para celebrar los sagrados misterios de la fe. Práxedes recibió una profunda formación cristiana de manos del Papa Pío I.


Tenía pretendientes para casarse, pero ella había ofrecido a Dios su virginidad por toda la vida.

Todo el mundo la quería. Hasta los propios paganos. Después de la paz que vino con Antonio Pío, empezó la persecución de nuevo.


Ella se dedicó a visitar a los encarcelados y a hablar con la gente por la calle y el mismo Foro de Cristo. Su casa era un verdadero templo en el que fue acogida “in fraganti” por los verdugos del emperador. Le dieron muerte a ella y a 23 más.


Era tal día como hoy del año 159.



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Obispo

Julio 20




Etimológicamente significa “ brillante”. Viene de la lengua latina.


Nuestra mente retrocede hoy a la ciudad de Hipona, en el norte de Africa. Era el año 392.

San Agustín, después de su conversión, fue ordenado obispo. Necesitaba de alguien que le ayudase en su ingente labor apostólica. Ordenó de diácono a Aurelio, que más tarde llegaría a ser el sucesor de san Agustín.


Para tu conocimiento te recordaré que la Iglesia de Africa era de las más brillantes de su época. Había la no despreciable cifra de más de 500 obispos.


Esto da a entender el esplendor con que vivía la fe el pueblo africano de aquel tiempo.


Durante el episcopado de san Aurelio hubo más de treinta concilios. La razón de su convocación se debía a que algunos obispos no eran lo dignos que deberían ser, ni su ejemplo era un modelo a seguir.


¿Qué ocurría?


Dos cosas fundamentales: la herejía de los donatistas y la de los pelagianos. Y lo malo es que algunos monjes e incluso miembros del episcopado seguían estas herejías. En el tratado o libro que escribió a los monjes se relata que algunos de ellos traficaban con reliquias de mártires para ganarse pingües ganancias económicas. Es más, a los fieles que iban a venerar las santas reliquias, les exigían una limosna a cambio.


Su libro “El trabajo de los monjes” refleja la relajación a que llegaron algunos que, en lugar de vivir la vida contemplativa, se convertían en verdaderos vagos que no hacían nada.


Aurelio, ante estas situaciones de la Iglesia que regía con santidad de vida y con un ejemplo admirable para todos, confiaba siempre en la bondad de Dios para los que no actúan según los principios de la fe.


Así lo atestiguan san Fulgencio de Ruspe, otro obispo africano, y el escritor español Pablo Osorio.


Como ves, en la Iglesia, compuesta de hombres y de mujeres, siempre ha habido y habrá problemas. Pero sigue adelante porque la guía el Espíritu de Dios, su aliento, su “ruhah”.


¡Felicidades a quienes lleven este nombre!




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Catequista

Julio 20




Etimológicamente significa “ jardín florido”. Viene de la lengua latina.

Cuando, desde luego, no se siente el potencial del amor, sólo se piensa en hacer daño a los demás. Tras las confrontaciones entre China y Japón, surgieron grupos de revoltosos que alteraban el orden por todos sitios.


Uno de estos grupos o bandas facinerosas eran los “Boxers”. Ellos solos no hubieran hecho grandes cosas, pero los apoyaba la terrible e insidiosa emperatriz Tzu Hsi y su consejero particular, el malvado príncipe Tuan. Llevaban la xenofobia en sus venas.


Se empeñaron en atacar y acabar con todos los cristianos, fueran de la confesión que fueran.

Esto comenzó en junio de 1900. Entre los muchos mártires de ese tiempo, se cuenta la joven Wang-Hoei.


¿Quién era esta joven?


Una catequista ejemplar por su entrega a dar a conocer el Evangelio, por su conducta y su amor todo el mundo. Se había cambiado el nombre por el bonito de Rosa.


Durante la persecución de lo Boxers tuvo que estar de un sitio para otro escondiéndose para librarse de una muerte segura.


En compañía de una amiga pasó el día 15 de agosto y la noche siguiente en sincera y profunda oración.


El 16 del mismo mes, los soldados invadieron el pueblo con el fin de capturar a todos los cristianos. Buscaron informaciones acerca de una tal Rosa, una excelente joven que desplegaba su celo pastoral haciendo el bien a sus paisanos.


Con la ayuda de los espías la encontraron. La sometieron a un interrogatorio atroz, le dieron azotes. Ella no les tenía miedo, pues confiaba en Dios y en el premio de la vida eterna. La tiraron, con el cuerpo sangrando, a un canal en el que murió a los 45 años.


Juan Pablo II la llevó a los altares en octubre del año 2000.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!



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Patrona de los nacimientos

Julio 20




Etimológicamente significa “perla”. Viene de la lengua griega.


Como el almendro florece con las primeras luces de la primavera, un soplo de confianza hace que florezcan de nuevo los desiertos del corazón.

Alentados por este soplo, ¿quién no deseará aliviar el dolor y las pruebas humanas?


Margarita. Era muy popular en la Edad Media en Inglaterra y y en todas partes la devoción por esta santa.


Posiblemente nunca existió, sino como una creación piadosa de ficción.


Su leyenda fue declarada apócrifa por el Papa Gelasio I, el año 494.


No hay culto a su persona. Su nombre apareció primeramente en el martirologio de Rhabanus Maurus, en el siglo IX.


Algunos suponen que sus reliquias fueron trasladadas desde el Este a san Pedro del Valle, cerca del lago de Bolsena en el 908, y desde aquí a Montefalcone y posteriormente a Venecia en 1213.


Llegó a ser muy famosa en tiempos de las Cruzadas. Según la leyenda, era hija de un sacerdote pagano.


Se convirtió al cristianismo. Desde entonces trabajó como pastora.


Se cuenta que el gobernador Olibrio quiso seducirla o casarse con ella.


Ella se proclamó cristiana y lo rechazó con todas sus fuerzas.


Ella mostraba un celo increíble por las cosas de Dios. No cesaba de anunciar el misterio de Cristo salvador.


Logró convertir a muchos a la fe de Jesús de Nazaret. Durante la persecución de Diocleciano sufrió el martirio.


Cerca del 200 iglesias de Inglaterra están dedicadas a santa Margarita.. Es patrona de los nacimientos.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!



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Santa Liberata era hija de Lucio Castelio Severo quien fue gobernador romano del noreste de la península ibérica (Gallaecia y Lusitania) en el año 122.

Su esposa Calsia, quien da a luz en un solo parto a nueve niñas, mientras su marido esta fuera recorriendo sus dominios, temiendo ser repudiada por infidelidad conyugal decide deshacerse de las criaturas y se las encomienda a su fiel servidora Sila, ordenándole que bajo el mayor secreteo las ahogara en el río Miñor.


Sila cristiana a carta cabal, lejos de cometer tan horrible crimen, las deja en casa de familias amigas y las criaturas fueron bautizadas por el obispo San Ovidio y criadas en la fe cristiana.


Los nombres de estas niñas fueron: Ginebra, Victoria, Eufemia, Germania, Marina, Marciana, Basilisa, Quiteria y Liberata.


Llegado el momento tuvieron que comparecer ante su propio padre acusadas de ser cristianas, el cual al saber que eran sus hijas las invita a que renuncien a Cristo a cambio de poder vivir rodeadas de los lujos y comodidades propias de su nacimiento.


Las encarcela tratando de atemorizarlas pero logran huir de las garras de la cárcel y se dispersaron.


Todas ellas, no obstante acabarían siendo mártires cristianas.


La devoción popular sitúa a Liberata mártir en la cruz a la edad de 20 años el 18 de enero del 139.


Su fiesta se celebra el 20 de Julio por ser la fecha en que se trasladaron sus reliquias desde la ciudad de Sigüenza a la Baiona gallega en el año 1515.



1:42 a.m.
Martirologio Romano:

Etimología: Eliseo = Dios es mi salvación, de la lengua hebrea


Eliseo es una figura dominante del siglo IX antes de Cristo. Conocemos el nombre de su padre, Safat, originario de Abel Meholah, al sur de Bewt-Shan, y sabemos que su familia era acomodada (1 Re 19, 16-19).


El Carmelo desde siempre consideró a este discípulo de San Elías, de quien heredó su doble espíritu, como su segundo padre espiritual.


Dios le elige directa y especialmente (1 Re 19,16) para que vaya en seguimiento de Elías (1 Re 19,l9ss), al cual sucederá después de la misteriosa desaparición de éste, heredando su espíritu en la medida establecida por la Ley para los primogénitos: el doble que los otros herederos [2 Re 2,1-15]. Su condición de "hombre de Dios" se revela principalmente en los prodigios de todo género con que está entretejida su vida. Los obra por si mismo, para personas particulares y para comunidades enteras.


Vivió hacia 850-800, sucesor de san Elias, al que supera ciertamente por el número y lo llamativo de sus milagros, pero no por su personalidad y su influencia religiosa. Así, Elías es mencionado en el Nuevo Testamento, significativamente, 30 veces; Eliseo sólo una vez (Lc 4,27).


Su historia, casi legendaria y a veces plagiada de la de Elías, fue recogida en 1 y 2 Re (1 Re 19, 19-21,2 Re, 13-8, 15,9,1-15,13, 14,-21). Con la unción de Yehú provocó la caída de la dinastía de Ajab. Gozaba de gran estimación entre los reyes Yosafat (2 Re 3,12) y Yoás (2 Re 13,14-19). Parece que incluso sus propios huesos obraban milagros (2 Re 13,20s).


Eliseo aparece en la Biblia cuando Elías es arrebatado y su carisma pasa a Eliseo (2 Re 1), y concluye con el milagro que tuvo lugar con el cadáver del profeta ya enterrado (2Re 13,21).


La mayoría de las narraciones, que semejan ~ermosas "florecillas", muestran a Eliseo rodeado de unos grupos que reciben el nombre de "discípulos (o hijos) de los profetas".


¿Los carmelitas sucesores de "los hijos de los Profetas"?


Esta es una cuestión ya superada, pero quizá sea bueno recordar aquí quiénes eran estos "hijos de los Profetas" a los que muchos autores de dentro y fuera de la Orden señalaron durante siglos como predecesores de los actuales carmelitas, que tienen su verdadero origen a finales del siglo XII.


San Eliseo era el Maestro y Padre de todos estos grupos, a quien acudían y obedecían: 2 Re 4,38;6, 1-2,12-21...


Quizá no nos equivoquemos si consideráramos a esas confraternidades de profetas como los últimos portadores de una fe en Yahvé, pura y sin mezcla; ni tampoco nos equivoquemos, si estimamos en alto grado su importancia en orden a la pervivencia de la fe en Yahvé, y en especial para el sello característico que tendrá en adelante. En último término, éste es el punto del que partió aquella inaudita radicación de la fe yahvista y del derecho divino que nos encontramos en los profetas más tardíos.


Los sorprendentes descubrimientos en las grutas situadas al noroeste del mar Muerto, no solamente nos proporcionan noticia de un establecimiento de esenios de estricta observancia, un siglo antes y un siglo después del nacimiento de Cristo, sino que nos proporcionan también una visión exacta de las ordenanzas rigurosas de su vida comunitaria dirigida autoritativamente (todo ello gracias al documento llamado "Reglas de la secta"), muestran bajo nueva luz los relatos referentes a las fraternidades de profetas de la época de Eliseo.


Hasta la última reforma litúrgica, obra del Vaticano II, celebrábamos su fiesta el 14 de junio. Ahora la celebramos, juntamente con la de N.P.S. Elías, el 20 de julio.



9:13 a.m.
Martirologio Romano; A nueve millas de Roma por la via Tiburtina, conmemoración de los Santos Sinforosa y sus siete compañeros Crecencio, Juliano, Nemesio, Primitivo, Justino, Estacteo y Eugenio, mártires, que fueron martirizados de diversas maneras, fieles a su hermandad con Cristo

Santa Sinforosa fue una matrona romana, mujer, cuñada, y madre de mártires. Su esposo, san Getulio, que era tribuno militar, murió mártir en la época de Adriano. Este matrimonio tenía siete hijos varones cuyos nombres conserva la tradición: Crescencio, Juliano, Nemesio, Primitivo, Justino, Estacteo y Eugenio.


La familia vivió en Roma un tiempo, yendo y viniendo a las propiedades que el padre de familia, el tribuno Getulio -llamado también Zotico-, tenía en Tívoli. Dios les ha dado siete hijos; son familia cristiana y, en una casa bien dispuesta, llenan las horas del día viviendo en paz y armonía entre trabajos y aprendizajes mezclados con juegos, gritos y rezos.


El supersticioso emperador Adriano se ha convertido en un perseguidor cruel de los cristianos. Entre otros muchos, aprisiona a Getulio y a Amancio, su hermano, también militar. Prisioneros primero, acaban siendo decapitados en la orilla del Tiber.


Durante todo el tiempo de la persecución, Sinforosa ha salido con los suyos de Roma hacia Tívoli y allí procura preparar a sus hijos para la amenaza presente que se promete larga y que ya ha acabado con la vida de su padre. Les habla del amor de Dios y del premio, de fortaleza y fidelidad, de lealtad a Dios con las obras hasta la muerte como ha sido la actitud de su propio padre. Tuvo que pasar oculta siete meses con sus hijos, escondiéndose cuando arreciaba la persecución, por el temor a ser descubiertos, en una cisterna seca, que siglos después se mostraba a los visitantes. Sin fingimiento inútil, prepara a sus hijos hablándoles del peligro que corren, de los bienes futuros prometidos a los que son fieles y de la confianza en Jesucristo; también les pone al corriente de la dureza que supone el martirio y confiesa sus miedos ante la posibilidad de que claudique alguno de ellos. Todos se proponen estar dispuestos a la muerte antes que adorar a los ídolos.


Por fin cayeron en manos de sus enemigos, y como Sinforosa no se dejase persuadir con promesas y amenazas para sacrificar a los ídolos, el juez quiere colgarla por los cabellos junto al templo de Hércules; pero, comprendiendo que el espectáculo contribuirá a afianzar la fe de los cristianos que permanecen ocultos entre el pueblo, cambia el propósito, disponiendo que sea arrojada al río Teverone, próximo a Tívoli, con una pesada piedra atada al cuello. Hasta último momento Sinforosa siguió animando a sus hijos a permanecer firmes en la fe.


Sus hijos Crescente, Juliano, Nemesio, Primitivo, Justino, Estacteo y Eugenio, jóvenes y algunos niños, se resisten firmemente a sacrificar a los dioses y aseguran con claridad ante el juez que se ha ofrecido con promesas a hacer de padre y madre para ellos: "No seremos menos fuertes ni menos cristianos que nuestros padres".


Entonces es el potro alrededor del templo de Hércules el que entra en juego. A fuerza de ser estirados les descoyuntan los miembros, pero ellos bendecían a Dios en medio del tormento. Luego vienen los garfios que van rompiendo las carnes y, por último, vencido y humillado el juez por no poder torcer la voluntad de los fuertes y jóvenes reos, manda que los verdugos terminen con sus vidas atravesándoles con espadas y puñales.


Enterraron sus cuerpos en una fosa común que los paganos llamaron luego "Biothanatos", queriendo expresar el desprecio a la muerte que mostraron al juzgarles. Cuando se calma de furia de Adriano en cosa de año y medio, los cristianos pudieron dar digna sepultura a los que llamaban ya, distinguiéndolos, como "Los Siete Hermanos" y levantaron una pequeña y pobre iglesia a Sinforosa. Posteriormente sus reliquias se trasladaron a Roma y se pusieron, junto a las de Getulio, en la Iglesia de san Miguel.



9:13 a.m.
Martirologio Romano: En Utrecht, ciudad de Güeldres, en Austrasia, san Federico, obispo, que, ilustre por sus conocimientos sobre las Sagradas Escrituras, se dedicó incansablemente a la evangelización de los frisones (838).

Etimológicamente significa “poderoso en la paz”. Viene de la lengua alemana.


Descendiente de una familia ilustre entre los frisones, fue elegido obispo de Utrecht en 820. Dedicó toda su actividad a la reforma de las costumbres de sus diocesanos, y combatió las herejías. Murió mártir en Utrecht, el año 838. - Fiesta: 18 de julio.


"Al obispo -dice el consagrante al nuevo obispo, durante el ritual de la consagración-, corresponde juzgar, interpretar, consagrar, ordenar, ofrecer, bautizar y confirmar". Y cuando le hace entrega de la más significativa insignia de su episcopado: "Recibe el báculo de Pastor a fin de que seas dulce y firme en tus correcciones; en tus juicios, justo y sereno; al fomentar la virtud en los demás, persuasivo, y no te dejes llevar ni del rigor ni de la debilidad. Recibe este anillo, símbolo de la fidelidad con que has de conservar intacta y sin mancha a la Esposa de Dios, es decir, la Iglesia". Y asimismo, cuando le hace entrega de los Evangelios, dice: "Recibe el Evangelio y ve a predicarlo al pueblo que te ha sido encomendado. Dios Omnipotente aumente en ti la gracia".


No es extraño que ante una misión tan sublime y a la vez tan cargada de responsabilidad, Federico, varón justo y lleno de humildad, se declarase incapaz de aceptar el cargo de obispo de Utrecht, para el que había sido elegido por el clero y el pueblo de aquella diócesis. Fue necesaria toda la autoridad del emperador Ludovico Pío, para que aquel sacerdote, conocido de todos por su ardor pastoral y su predicación, aceptase la Cátedra episcopal que había quedado vacante a la muerte del obispo Ricfredo.


Y la verdad es que nadie mejor que él podía encargarse de la diócesis: por una parte, sus virtudes y su ciencia le daban la autoridad necesaria para ocupar la Silla episcopal, y por otra, el haber vivido en íntima comunicación con Ricfredo le hacían el más conocedor de la situación.


En efecto, nacido hacia el año 790, en el seno de una noble familia de Frisia, había sido confiado para su educación al clero de la iglesia de Utrecht, primero, y más tarde al mismo obispo, que se aplicó con ardor a formar el alma de aquel joven piadoso y trabajador, hasta que, suficientemente preparado, le confirió el sacerdocio.


Ahora, consagrado ya obispo, en presencia del mismo emperador, Federico se entrega generosamente a su misión, que cumplirá fielmente hasta las últimas consecuencias. Su humildad había hecho cuanto estaba de su mano para no aceptar aquel cargo que sus solas fuerzas no podían soportar, pero ahora que había recibido ya la plenitud del sacerdocio, su fe confía en que el único Sacerdote -Jesucristo-, realizará en él la tarea que le ha querido confiar.


Los primeros tiempos de su episcopado los dedica a la villa de Utrecht, esforzándose en devolver la paz a su pueblo, y en hacer desaparecer los últimos restos de paganismo. Siempre acogedor, es generoso para con los pobres, hospitalario para los viajeros, y sacrificado en sus visitas a los enfermos. Entregado a la vida de oración y sacrificio, no ahorra vigilias ni ayunos, en favor de sus diocesanos.


Más adelante, su celo le lanza a recorrer todo el territorio que le ha sido confiado. En todas partes trabaja incansablemente en la reforma de las costumbres de sus diocesanos, y de una manera especial lo hace en la isla de Walcheren, donde reinaba la más burda inmoralidad.


Se dedica también a combatir la herejía arriana, bastante extendida en Frisia, y poco a poco va reduciendo los herejes a la verdadera fe católica. Para asegurar la duración de este retorno a la verdad, San Federico compone una profesión de fe, que resume la enseñanza católica sobre la Santísima Trinidad, y ordena que se recite tres veces cada día una oración en honor de las tres divinas Personas.


Cuando ya casi había recorrido toda la diócesis, un día, mientras estaba dando gracias de la Misa, es atacado por dos criminales que le atraviesan las entrañas, muriendo a los pocos minutos. ¿A qué móviles respondía



9:12 a.m.
Martirologio Romano: En Segni, en el Lacio, san Bruno, obispo, que trabajó intensamente en la reforma de la Iglesia, por lo que tuvo que sufrir mucho y se vio incluso obligado a dejar su diócesis, encontrando refugio en Montecasino, monasterio del que fue abad durante un tiempo (1123).

Etimología: Bruno = coraza, del alemán


Obispo de Segni, en Italia, nació en Solero, Piemonte (tierras bajas), alrededor del año 1048; murió en el año 1123.


Recibió educación elemental en un monasterio benedictino de su lugar natal. Después de concluir sus estudios en Bolonia y recibir la ordenación sacerdotal, fue designado canónigo de Siena. Como agradecimiento a su gran aprendizaje y piedad inminente, fue llamado a Roma, donde, como consejero capaz y prudente, cuatro Papas sucesivos buscaron su consejo.


Durante un sínodo en Roma en 1079 obligó a Berengario de Tours, que negaba la presencia real de nuestro Señor en la Santa Eucaristía a retractarse de su herejía. Disfrutó de la amistad personal de Gregorio VII, y fue consagrado Obispo de Segni por él en la “Campagna di Roma”, en 1080. Su humildad le llevó a declinar el cardenalato. Se le conoce como "el brillante defensor de la iglesia" por el coraje invencible que mostró ayudando a Gregorio VII y a sus sucesores en sus esfuerzos para la reforma eclesiástica, especialmente en denunciar la investidura laica, que inclusive declaró como herética.


Acompañó al Papa Urbano II en 1095, al Concilio de Clermont en el que se inauguró la Primera Cruzada. En 1102 se convirtió en monje de Monte Casino y fue electo abad en 1107, sin renunciar a su cargo episcopal. Junto a muchos Obispos de Italia y Francia, Bruno rechazó el tratado conocido por la historia como el "Privilegium", el cual Enrique V de Alemania había extraído del Papa Pascual II durante su encarcelamiento.


En una misiva dirigida al Papa lo censuró francamente por concluir una convención que le concedió al rey Alemán el inadmisible reclamo al derecho a la investidura del anillo y del crucifijo exclusivo de obispos y abades, y exigió que el tratado fuera anulado. Irritado por su oposición, Pascual II ordenó a Bruno a renunciar a su abadía y regresar a su sede episcopal. Con un celo incansable continuo la labor en favor de su grey, así como el interés común de toda la Iglesia, hasta su muerte. Fue canonizado por el Papa Lucio III el 5 de septiembre del año 1183.


Su fiesta se celebra el 18 de Julio. San Bruno fue el autor de numerosas obras, principalmente Escriturísticas. De estas se deben mencionar sus comentarios sobre el Pentateuco, el Libro de Job, los Salmos, los cuatro Evangelios y el Apocalipsis.



9:12 a.m.

Sacerdote Franciscano


Martirologio Romano: En Cracovia, ciudad de Polonia, san Simón de Lipnica, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, insigne por su predicación y por su devoción al nombre de Jesús, que, impulsado por su caridad, se entregó al cuidado de los apestados moribundos, deseando ardientemente incluso morir por ellos (1482).

Etimología: Simón = Aquel a quien Dios escucha, es de origen hebreo.



Simón nació en Lipnica Murowana, en la Polonia meridional, entre los años 1435 y 1440. Sus padres, Gregorio y Ana, supieron darle una sana educación, inspirada en los valores de la fe cristiana, y, a pesar de su modesta condición, se preocuparon de asegurarle una adecuada formación cultural. Simón creció con un carácter piadoso y responsable, una natural predisposición a la oración y un tierno amor a la Madre de Dios.


En 1454, se trasladó a Cracovia para asistir a la famosa Academia Jagellónica. En ese tiempo san Juan de Capistrano entusiasmaba a la ciudad con la santidad de su vida y el fervor de su predicación, atrayendo a la vocación franciscana a un nutrido grupo de jóvenes generosos. El 8 de septiembre de 1453 el santo italiano había fundado en Cracovia el primer convento de la Observancia, bajo el título de «San Bernardino de Siena», santo que había sido canonizado poco tiempo antes. Por tal motivo los frailes menores de aquel convento fueron llamados por el pueblo «bernardinos».


En 1457, también el joven Simón, fascinado por el ideal franciscano, prefirió adquirir la preciosa perla del Evangelio, interrumpiendo un rico acontecer de éxitos. Junto con otros diez compañeros de estudios, pidió ser admitido en el convento de Stradom.


Bajo la sabia guía del maestro de novicios, P. Cristóforo de Varese, religioso eminente por su doctrina y santidad de vida, Simón recorrió con generosidad la vida humilde y pobre de los frailes menores, y recibió la ordenación sacerdotal hacia el año 1460. Ejerció su primer ministerio en el convento de Tarnów, donde fue Guardián de la fraternidad. A continuación, se estableció en Stradom (Cracovia), dedicándose incansablemente a la predicación evangélica, con palabra limpia, llena de ardor, de fe y de sabiduría, que dejaba entrever su profunda unión con Dios y el prolongado estudio de la Sagrada Escritura.


Como san Bernardino de Siena y san Juan de Capistrano, Fr. Simón difundió la devoción al Nombre de Jesús, obteniendo la conversión de innumerables pecadores. En 1463, primero entre los Frailes Menores, ocupó el oficio de predicador en la catedral de Wawel. Por su entrega a la predicación evangélica, las fuentes biográficas antiguas le confirieron el título de «Predicador ferventísimo».


Deseoso de rendir homenaje a san Bernardino de Siena, inspirador de su predicación, el 17 de mayo de 1472, junto con otros frailes polacos, llegó a L´Aquila para participar en el solemne traslado del cuerpo del santo al nuevo templo erigido en su honor. Volvió a Italia en 1478 con ocasión del Capítulo general celebrado en Pavía. En esta ocasión pudo satisfacer su deseo profundo de visitar las tumbas de los Apóstoles, en Roma, y proseguir después su peregrinación a Tierra Santa. Vivió esta experiencia en espíritu de penitencia, de verdadero amante de la Pasión de Cristo, con la oculta aspiración de derramar la propia sangre por la salvación de las almas, si así agradara a Dios. Imitando a san Francisco en su amor a los Santos Lugares santos y por si fuera capturado por los infieles, antes de emprender el viaje quiso aprender de memoria la Regla de la Orden «para tenerla siempre delante de los ojos de la mente».


El amor de Simón a los hermanos se puso de manifiesto de manera extraordinaria en el último año de su vida, cuando una epidemia de peste devastó Cracovia. De julio de 1482 al 6 de junio de 1483 la ciudad estuvo bajo el flagelo de la enfermedad. En la desolación general, los franciscanos del convento de San Bernardino se prodigaron incansablemente en el cuidado de los enfermos, como verdaderos ángeles del consuelo.


Fr. Simón afrontó aquella situación como un «tiempo propicio» para ejercitar la caridad y para llevar a cabo la ofrenda de la propia vida. Por todas partes pasó confortando, prestando ayuda, administrando los sacramentos y anunciando la consoladora Palabra de Dios a los moribundos. Pronto resultó contagiado. Soportó con extraordinaria paciencia los sufrimientos de la enfermedad y, próximo a la muerte, expresó el deseo de ser sepultado en el umbral de la iglesia, para que todos pudieran pisotearlo. El 18 de julio de 1482, sexto día de enfermedad, sin temor a la muerte y con los ojos fijos en el crucifijo, entregó su alma a Dios.


Ha gozado de un culto «inmemorial», confirmado por el papa Inocencio XI el 24 de febrero de 1685. Su causa de su canonización, retomada por el Santo Padre Pío XII el 25 de junio de 1948, culminó el 3 de junio del año 2007 día en que fue canonizado, después del reconocimiento de la curación prodigiosa acaecida en Cracovia el año 1943, y atribuida a la intercesión del beato Simón, con decreto del Santo Padre Benedicto XVI del 16 de diciembre de 2006.


San Simón de Lipnica supo armonizar admirablemente el compromiso de la evangelización y el testimonio de la caridad, que brotaba de su gran amor a la Palabra de Dios y a los hermanos más pobres y que más sufren.



1:10 a.m.
Memoria de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, monte en el que Elías consiguió que el pueblo de Israel volviese a dar culto al Dios vivo y en el que, más tarde, algunos, buscando la soledad, se retiraron para hacer vida eremítica, dando origen con el correr del tiempo a una orden religiosa de vida contemplativa, que tiene como patrona y protectora a la Madre de Dios.

Desde los antiguos ermitaños que se establecieron en el Monte Carmelo, Los Carmelitas han sido conocidos por su profunda devoción a la Santísima Virgen. Ellos interpretaron la nube de la visión de Elías (1 Reyes 18, 44) como un símbolo de la Virgen María Inmaculada. Ya en el siglo XIII, cinco siglos antes de la proclamación del dogma, el misal Carmelita contenía una Misa para la Inmaculada Concepción.


En las palabras de Benedicto XVI, 15,VII,06:

"El Carmelo, alto promontorio que se yergue en la costa oriental del Mar Mediterráneo, a la altura de Galilea, tiene en sus faldas numerosas grutas naturales, predilectas de los eremitas. El más célebre de estos hombres de Dios fue el gran profeta Elías, quien en el siglo IX antes de Cristo defendió valientemente de la contaminación de los cultos idolátricos la pureza de la fe en el Dios único y verdadero. Inspirándose en la figura de Elías, surgió al Orden contemplativa de los «Carmelitas», familia religiosa que cuenta entre sus miembros con grandes santos, como Teresa de Ávila, Juan de la Cruz, Teresa del Niño Jesús y Teresa Benedicta de la Cruz (en el siglo, Edith Stein). Los Carmelitas han difundido en el pueblo cristiano la devoción a la Santísima Virgen del Monte Carmelo, señalándola como modelo de oración, de contemplación y de dedicación a Dios. María, en efecto, antes y de modo insuperable, creyó y experimentó que Jesús, Verbo encarnado, es el culmen, la cumbre del encuentro del hombre con Dios. Acogiendo plenamente la Palabra, «llegó felizmente a la santa montaña» (Oración de la colecta de la Memoria), y vive para siempre, en alma y cuerpo, con el Señor. A la Reina del Monte Carmelo deseo hoy confiar todas las comunidades de vida contemplativa esparcidas por el mundo, de manera especial las de la Orden Carmelitana, entre las que recuerdo el monasterio de Quart, no muy lejano de aquí [Valle de Aosta]. Que María ayude a cada cristiano a encontrar a Dios en el silencio de la oración.


La estrella del Mar y los Carmelitas


Los marineros, antes de la edad de la electrónica, dependían de las estrellas para marcar su rumbo en el inmenso océano. De aquí la analogía con La Virgen María quien como, estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo.


Por la invasión de los sarracenos, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar el Monte Carmelo. Una antigua tradición nos dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar. Por ese bello nombre conocían también a la Virgen porque el Monte Carmelo se alza como una estrella junto al mar.


Los Carmelitas y la devoción a la Virgen del Carmen se difunden por el mundo


La Virgen Inmaculada, Estrella del Mar, es la Virgen del Carmen, es decir a la que desde tiempos remotos se venera en el Carmelo. Ella acompañó a los Carmelitas a medida que la orden se propagó por el mundo. A los Carmelitas se les conoce por su devoción a la Madre de Dios, ya que en ella ven el cumplimiento del ideal de Elías. Incluso se le llamó: "Los hermanos de Nuestra Señora del Monte Carmelo". En su profesión religiosa se consagraban a Dios y a María, y tomaban el hábito en honor ella, como un recordatorio de que sus vidas le pertenecían a ella, y por ella, a Cristo.


La devoción a la Virgen del Carmen se propagó particularmente en los lugares donde los carmelitas se establecieron.


España

Entre los lugares en que se venera en España la Virgen de España como patrona está Beniaján, Murcia. Vea ahí mas imágenes.


América

Es patrona de Chile; en el Ecuador es reina de la región de Cuenca y del Azuay, recibiendo la coronación pontificia el 16 de Julio del 2002. En la iglesia del monasterio de la Asunción en Cuenca se venera hace más de 300 años. Es además venerada por muchos en todo el continente.


¿Quieres saber más? Consulta Nuestra Señora del Carmen



1:10 a.m.
Martirologio Romano: En el monasterio de la Santa Cruz de Viana do Castelo, en Portugal, beato Bartolomé de los Mártires Fernandes, obispo de Braga, que eximio por la integridad de su vida, se distinguió por la caridad en el cuidado pastoral de su grey, dejando muchos escritos de sólida doctrina.

Etimológicamente: Bartolomé = Aquel que es hijo de Tolomeo, es de origen hebreo.


Vio la primera luz en Lisboa (Portugal) el 3 de mayo de 1514. Fue bautizado en la Iglesia de los Mártires, de ahí su nombre. Su familia era adinerada y generosa con los pobres.


Nació con una seña particular: tenía una cruz bien delineada en el exterior de su mano derecha, con una flor de lis en cada punta.


Cursó estudios elementales y después gramática y latín; en tanto, la predicación de los padres dominicos inspiraron su vocación al sacerdocio. Ingresó en dicha orden (1528), donde practicó la penitencia y la mortificación que le caracterizaron.


Después de su ordenación sacerdotal continuó estudios en Batalha. En 1551 asistió con su provincial al Capítulo General en Salamanca (España), donde recibió el doctorado en sagrada teología. Desempeñó el cargo de prior en el convento de Benfica (Lisboa) y años después, por obediencia, fue obispo en Braga (1559).


Su celo pastoral infundió en la feligresía el amor a Dios, por medio de la oración y la contemplación; asimismo, corrigió con firmeza, las costumbres incorrectas del clero y del pueblo. Participó en el concilio de Trento (1561) y, al regresar a Braga, convocó el IV concilio provincial (1564) para dar a conocer los decretos de Trento.


Renunció al arzobispado (1581) e hizo vida de retiro en el convento de Viana do Gástelo (Portugal) hasta su muerte acaecida el 16 de julio de 1590. Fue sepultado en este lugar, donde en 1609 colocaron sus reliquias en un mausoleo.


S.S. Juan Pablo II lo beatificó el 4 de noviembre de 2001.


Si usted tiene información relevante para la canonización del Beato Bartolomé contacte a:

Dominicanos - Casa Provincial

Travessa do Corpo Santo, 32

1200-131 Lisboa, PORTUGAL



1:10 a.m.
Martirologio Romano: En el monasterio de Frauenwörth, junto al lago Chiemsee, en Baviera, beata Irmengard, abadesa, que desde su más tierna infancia, despreciando el esplendor de la corte, se entregó al servicio de Dios, consiguiendo que otras muchas vírgenes siguieran al Cordero (866).

Las siguientes consideranciones sobre la Beata Ermengarda (Irmengard, en alemán), están tomadas de J. Ratzinger, De la mano de Cristo. Homilías sobre la Virgen y algunos Santos, Eunsa, Pamplona 1997, pp. 69-76.


La Beata Ermengarda, fundadora del monasterio de Frauenwörth, junto al Chiemsee, nació en Ratisbona (Regensburg) el año 833 y murió a los 33 años de edad, el 866. Fue hija de Luis II "el Germánico" y Emma von Altdorf. Bisabuelos suyos fueron: Carlomagno, Hildegarda de Vintzgau, el duque Ingerman de Hesbaye, el duque Isembart II von Altdorf, Ermengarda de Francia (hermana de Carlomagno), el duque Widukind "el Grande" de Sajonia y Svetana de Sajonia.


Ermengarda tuvo tres hermanas y dos hermanos. Junto con sus hermanas, fue educada en el monastrio de Buchau (Suabia). Mas tarde, se hizo benedictina y se fue a vivir a la abadía de Frauenwörth, situada en una isla en el lago de Chiemsee (Baviera, cerca de Salzburgo). Fue la primera abadesa y se distinguió por su piedad de vida. Sus restos reposan en la capilla del monasterio. Fue beatificada por Pio XI en 1928. La pequeña isla llamada Fraueninsel ("isla de las mujeres") es un lugar de peregrinación al que acude toda Alemania. Se invoca a Ermengarda para superar la esterilidad y también como protectora en los partos múltiples. Se celebra el día de la Virgen del Carmen, 16 de julio.


Gisela, una de sus hermanas, casó con el duque Bertoldo de Suabia y tuvo dos hijas antepasadas nuestras: Bertilde de Suabia y Cunegunda de Suabia (ver descedencia de Luis "el Germánico").


El 18 de julio de 1993, el Card. Ratzinger pronunció una homilía en el monasterio de la abadía de Frauenwörth, comentando el texto de Mt 13, 24-33 (parábolas del Reino de los Cielos).


Jesús dice que "los justos brillarán como estrellas en el Reino de mi Padre. "Son los santos, personas que habiendo abierto sus ojos a la luz de Dios, despiden a su vez destellos luminosos. A la manera de estrellas suspendidas en el horizonte de la Historia, penetran con sus rayos los nubarrones y oscuridades de los tiempos, e inciden sobre el mundo para dejarnos ver algo de la santidad de Dios" (p. 69). Hay que fijarse en ellos, en los tiempos de crisis. Ellos nos darán luces nuevas para conocer mejor a Dios y a su Iglesia.


La Beata Ermengarda ha dejado en el curso de los siglos una estela continua que las múltiples tinieblas de las épocas no han podido sofocar. Durante la secularización, cuando las puertas del convento se cerraron, las gentes de Chiemgau creyeron ver luces que se movían por las inmediaciones del lugar. Decían que fue una procesión de la Beata Ermengarda. Actualmente, sólo se conserva de una parte la portada de doble planta de el convento que ella fundo, con sus pinturas de ángeles y, de otra, los huesos de la Beata. Esas dos cosas tangibles que nos quedan nos dicen muchas otras.


"Coram angelis psallam tibi"


Ermengarda, al fundar su convento, lo dispuso como un lugar al servicio de la fe. Quería que se extendiera el Reino de Dios por el mundo.


Los frescos de los ángeles nos recuerdan que desde sus mismos orígenes remotos, la vida monacal ha respondido a la idea del angelikos bios, la vida de los ángeles como modelo: mirar la faz de Dios, , estar en diálogo con Él y glorificarle con cantos armoniosos de alabanza. Los ángeles se distinguen porque vuelan y porque cantan.


Vuelan porque son ágiles y pueden alcanzar las alturas porque están desentendidos de su peso y su importancia. Y cantan porque de suyo son diáfanos y rebosan de una alegría que, al integrarse en toda la armonía de la Creación, es un reflejo de la belleza de su Autor.


"Coram angelis psallam tibi, Domine" (Ps 138,1). Ante la faz de tus ángeles he de alabarte, Señor. "Esto nos dice que, en la Liturgia, no sólo estamos reunidos unos con otros, sino que hay alguien más. Nos encontramos asociados a los ángeles mirando la faz de Dios. Con nuestras voces nos unimos a sus coros, y las suyas se juntan con los nuestros. De aquí viene la grandeza de la Liturgia: porque en ésta elevamos nuestros ojos hacia los ángeles y, con ellos, nos ponemos ante la faz del Creador. Si comprendemos esto significa que la Liturgia será para nosotros una fuente de alegría que jamás podrá ser parangonada con todas esas fiestas que nosotros hemos inventado, y en las cuales no se hermanan los Cielos y la tierra. Y, al tener la certeza de que estamos ante los ángeles de Dios, y que ellos mismos están entre nosotros, brotará con nuestro gozo el espíritu de adoración hacia la inmensa Presencia que nos envuelve" (p. 71-72).


"A la vista de este sitio y del estilo de vida que la Beata Ermengarda implantara en esta isla, nos viene a la memoria la frase en que San Benito condensó la quintaesencia de su Regla: «Operi Dei nihil praeponatur» (Antepóngase a todas las cosas, el servicio de Dios). Ha de ser siempre lo principalísimo. A ello se suma lo mismo que el Señor nos ha dejado dicho: «Buscad primeramente el Reino de Dios, y lo demás se os dará por añadidura» (Mt 6, 33). En el espíritu de San Benito, la idea es además una idea completamente práctica para los casos en que puedan surgir dudas. Podríamos preguntarnos: ¿No habrá acaso algo que sea más prioritario? Su respuesta será siempre: no. Jamás podrá surgir alguna cosa que sea más urgente que dedicar tiempo a Dios y disponerse para servirle. Lo demás tomará de ahí su ritmo justo. Tener tiempo para Dios ha de ser siempre criterio de preferencia frente a todo lo restante.


La regla de este mundo es la opuesta: «Operi Dei quaecumque res praeponatur» (Todas las otras cosas son más importantes, y se han de hacer primero: los pendientes, los apuros, etc.; luego viene Dios). El problema es que siempre se va relegando a Dios al final y nunca tenemos tiempo para Él.


"Nuestro tiempo, al quedar huero de Dios, se ha convertido sin más en tiempo vano. Con él vamos flotando en el vacío y, al perder la noción de nuestro fin, ya no sabemos el sentido, la magnitud y la densidad de nuestra vida: porque hemos invertido el orden de las cosas al estimar superfluo lo importante, y hacer de nosotros mismos lo primero sin caer en cuenta de que nuestra importancia verdadera viene sólo de Dios. Busquemos pues su Reino con total preferencia. Dios primero: tal es el llamamiento que esta obra de Irmengarda, su convento y su monasterio, continúan dirigiendo a nuestro mundo" (p. 73).


Los restos de Ermengarda


"¿Y qué nos dicen los restos de Ermengarda? Que murió a los 34 años, y que según han declarado los expertos tras haber analizado los huesos, padecía de artritis, a pesar de su juventud, como la mayoría de sus parientes. Al saber de una muerte tan temprana, y de aquella enfermedad que había venido soportando, nos hacemos cierta idea de su vida, sus fatigas y sus dolores. Nos podemos imaginar cuánto debió de sufrir entre unos muros tan fríos, y en el coro de las horas nocturnas durante unos inviernos largos, oscuros, gélidos y húmedos".


Sus dolores fueron también morales. Supo de la sublevación de su hermano Carlomán contra el padre (Luis "el Germánico"), en 862, que se unió al dux eslavo Ratislav (846-869), guía de checos y moravos y constructor del gran imperio eslavo.


El movimiento coincidió con una nueva agitación de los abodritas (eslavos) y una incursión normanda en Sajonia, a las que se debió hacer frente, así como a la primera aparición de jinetes magiares en los confines de Baviera, que será asolada por las sagitae hungarorum entre 910 y 955 (resonante triunfo de Otón I en Lechfeld, sobre los magiares).


En consecuencia, si fue una mujer de amor, fue al mismo tiempo una mujer de sufrimiento. Ambas cosas van unidas en la vida. "Podemos afirmar que quien se niega a sufrir no puede amar de verdad, pues el amor implica siempre alguna forma de morir a sí mismo, de sentirse arrancado y, con ello, liberado de sí mismo" (p. 74).


Nuestro tiempo ignora la idea de sufrimiento. Queremos "hacer", pero no "padecer". Nuestra vida no es únicamente actividad, sino también "pasividad", estado de pasión. Hemos nacido, y tendremos que morir. Entre la hora del nacimiento y esa otra en la que seremos despojados de la vida, nuestros días son un continuo decaer hacia la muerte. Sólo si unos y otros acertamos a entenderlo y asumirlo, volveremos a comprender la forma verdadera de amarnos mutuamente: porque esto implica siempre que sepamos aceptarnos y sobrellevarnos unos a otros, aunque a veces los demás no sean «de nuestro agrado», nos fastidien y nos «alteren los nervios». Y sólo cuando aceptemos hondamente lo pasivo de nuestra existencia y sus padecimientos, podremos recobrar el sentimiento de la alegría de vivir" (p.74).


Las parábolas del Reino de los Cielos


Las parábolas del Reino es precisamente lo que nos enseñan:


a) la parábola del trigo y la cizaña: que tenemos que soportar el crecimiento de la cizaña en nosotros y en los demás,

b) la parábola del grano de mostaza: que tenemos que soportar que la Iglesia (la Obra) parezca sólo un grano pequeño de mostaza,

c) la parábola de la levadura: que debemos contentarnos con creer que el Reino de los Cielos actúa como la levadura, sigilosa en los adentros, y cuya fuerza somos incapaces de apreciar.


"Esto nos dice que necesitamos tener fe, dejarnos fermentar por la levadura del Evangelio: porque así seremos buenos y el mundo podrá serlo igualmente" (p. 74).


El abad Gerhard von Seeon puso una leyenda en unas tablillas de plomo, 150 años después de la muerte de Ermengarda: "virgo beata nimis, ora pro nobis". Irmengarda continuaba cerca de ellos para escucharles y ayudarles.

"El amor hacia el prójimo no mengua entre los santos cuando se hallan en el otro mundo" (Orígenes). Habiéndose abismado en el amor a Dios, están presentes con Él para nosotros, dispuestos a escucharnos y acompañarnos.


En la tablilla de von Seeon aparecen otras palabras: un texto de la Escritura que nos es bien conocido por la liturgia de Adviento: "Alegraos siempre en el Señor, os lo repito, alegraos. Que los hombres conozcan vuestra amabilidad. El Señor está cercano" (Fil 4,4).


Ermengarda sabía que el Señor está cercano. De aquí vino su bondad y su alegría, una alegría contagiosa. "Pienso, pues, que su legado a nuestro favor en este día se resume en las siguientes palabras: «El Señor está cerca. Manteneos a su lado. Si sois buenos por Él, podréis estar alegres también por Él»" (p. 76).



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