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12:11 a.m.
Nace en Tolosa (España) un 6 de marzo de 1898.

Su papá se llamaba Ramón Bandrés y su mamá Teresa Elósegui. Fue la segunda hija de los quince que tuvo el matrimonio.


Antonita sentía un amor entrañable hacia sus padres y hermanos, esto hizo que le costara mucho afectivamente la separación de los mismos al ingresar al noviciado, por eso se le escuchó decir: “Sólo por Dios los he dejado”.


En aquel hogar se vivía la fe y la caridad cristiana. Doña Teresa era una mujer ejemplar y santa, que supo ayudar a sus hijos a crecer en todo, pero especialmente en el amor a Dios, a María y a los más pobres y necesitados.


Su salud era un poco débil. Sus padres tuvieron con ella cuidados especiales. La debilidad y el excesivo celo de los suyos, ayudaron a acentuar en aquella niña un carácter sensible hasta la susceptibilidad, que en los primeros años llegó a preocupar a doña Teresa: “¡Qué chiquilla más fastidiosa! ¡Cuánto vas a sufrir con ese carácter!”. Y sufrió sí, pero sin que la sonrisa, aunque teñida a veces de melancolía, se borrara de sus labios.


Cursó sus estudios en el colegio de San José (Tolosa), el mismo fue fundado por la Madre Cándida y allí mismo conoció a la encantadora Antonita, todavía casi niña. Cautivada por su mirada profunda y transparente, profetizó la Madre Cándida: “Tú serás Hija de Jesús”.


Sin duda estas palabras se grabaron con anhelo de respuesta fiel en su corazón, que ya quería ser sólo de Jesús. El amor a la Virgen, que había germinado en los brazos de su madre, floreció espléndido en el colegio, ya que el mismo está marcado por la advocación de la Virgen del Amor Hermoso. Y María Antonia Bandrés fue congregante mariana por méritos de conducta y aplicación.


Su amor a los pobres y necesitados


Con ellos compartía de niña sus ahorros y todo lo que tenía, pero supo siempre hacer las obras de misericordia con sencillez y naturalidad para que nadie se sintiera herido. Para Antonita seguir a Jesucristo y estar cerca de los pobres eran una misma cosa. Lo había aprendido de sus padres que le enseñaron que el amor a los otros era un deber. Primero los visitaba con su madre, luego –catorce o quince años– iba a su encuentro sólo con la sencillez y humildad que la caracterizaban.


A veces cuando el lugar o la persona visitada podían suponer algún riesgo, le acompañaba Francisca, una empleada de la casa, cómplice en la caridad y en el silencio con que María Antonia actuaba en estas situaciones difíciles: Aquella viejecita de la chabola, que respondía con gritos y mal humor a su ternura; el marido amenazante, que se calmaba sólo cuando “la señorita” lo esperaba en su propia casa para evitar el terror de los niños; las obreras del sindicato, para quienes ella era “distinta de las demás, aunque todas buenas”; lugares, personas en los que el paso de María Antonia dejó huella.


Su llamada


La llamada a ser Hija de Jesús encontró su corazón bien dispuesto. La decisión estaba tomada. El realizarla costaría mucho, pero había de llegar a término seguro: “Es preciso llegar a la cumbre”. E inició María Antonia aquella subida, que nunca tuvo retrocesos. Las piedras del camino fueron hiriendo sus pies sin que jamás se detuviera a vendar las heridas. Era natural sufrir por Jesús, “que tanto sufrió por nosotros”. Tener algo que ofrecerle, era una compensación a sus deseos de darse toda, porque “de hacerlo, hacerlo entero”.


Movida por un impulso del Espíritu Santo, ofreció a Dios su vida por quien había sido su padrino de bautismo, el querido tío Antón. El le manifestó su desacuerdo cuando ella se marchó al Noviciado, por tener una postura más agnóstica, pero comprendió luego el gesto misericordioso de su ahijada y descubrió tras él la misericordia del Padre, que lo acogió en sus brazos en un día de gracia y de perdón, bajo la mirada maternal de la Virgen de Aranzazu. Para sus últimos instantes, le estaban reservadas las gracias de la paz y la consolación verdaderas: “¿Esto es morir? ¡Qué dulce es morir en la vida religiosa! Siento que la Virgen está a mi lado, que Jesús me ama y yo lo amo…”


Entro al Reino Celestial el 27 de abril de 1919, y fue beatificada por S.S. Juan Pablo II el 12 de mayo de 1996.



12:11 a.m.
Nacida en Montenegro, en el año 1493, en el seno de una familia ortodoxa griega, fue bautizada dentro de esa tradición con el nombre de Catalina (Catherine) Cosie.

Ella era una pastorcita en su juventud, y aprovechaba su labor para pasar horas oración solitaria, es en esta época que comenzó a tener visiones del Niño Jesús. Cuando cumplió 12 años, sus visiones fueron seguidas por un fuerte deseo de viajar a Kotor, donde ella sentía que podría orar mucho mejor.


Su madre le consiguió un trabajo como sirvienta de una católica muy adinerada, que le permitía pasar en la iglesia todo el tiempo que ella deseara, fue aquí donde Catalina se convirtió al Catolicismo Romano.


Al final de su adolescencia ella sintió el llamado de llevar la vida dura y espiritual de un anacoreta. Aunque era muy joven para asumir esta vida, su director espiritual le facilitó una celda cerca de la iglesia de San Bartolomé en Kotor.


Luego ella se mudó a una celda en la iglesia de San Pablo, y tomó el habito terciario dominico cambiando su nombre a Hosanna en memoria a la beata Hosanna de Mantua, y vivió bajo la regla dominica los siguientes 52 años.


Un grupo de hermanas dominicas se mudaron cerca de ella para seguir sus consejos y guía, pedirle oraciones. La consideraban su líder. Llegaron a ser tantas, que un convento dominico fue construido para ellas.


Las visiones místicas no se detuvieron, ella veía a la Santísima Virgen con al Niño Jesús, varios santos y de vez en cuando al mismo demonio. Alguna vez Satanás tomó la apariencia de la Virgen, pero Hosanna se dio cuenta de quien era cuando le pidió que deje la vida religiosa.


La tradición cuenta que cuando Kotor fue atacada por los turcos, lograron su liberación gracias a las oraciones de nuestra beata; también se cuenta que sus oraciones salvaron a Kotor de la plaga.


Murió en el año 1565, y fue beatificada en el año 1934 durante del pontificado de S.S. Pío XI



12:11 a.m.
Martirologio Romano: En Reims, en Francia, beato Nicolás Roland, presbítero, que, preocupado por la formación cristiana de la infancia, estableció escuelas para las niñas pobres, entonces excluidas de cualquier forma de instrucción, y fundó la Institución de Hermanas del Niño Jesús. ( 1678)

Fecha de beatificación: 16 de octubre de 1994, por el Papa Juan Pablo II.



Es el tercer componente de aquel fantástico trío de grandes educadores y fundadores, que a través de sus obras iluminaron, junto a otros santos, la Francia en los “seicientos”, y que han sido elevados al honor de los altares; ellos son: San Juan Bautista de La Salle (1651-1719), fundador de los “Hermanos de las Escuelas Cristianas”, el beato Nicolás Barré (1621-1686), fundador de las "Escuelas de Caridad", luego Hermanas Maestras del Niño Jesús y el beato Nicola Roland, fundador de las Hermanas del Santo Niño Jesús de Reims, de que hablaremos en este artículo.

El Beato Nicolás Roland nació en Reims, Francia, el 8 de diciembre de 1642, fue el hijo mayor del comerciante Juan Bautista Roland y Nicole Beuvelet, la familia también tuvo a la pequeña Adrienne, la única que quedaba de los cinco hijos de la primera boda de su padre, viudo de María Favart.


Nicola fue confiado a una nodriza muy religiosa; dotado de gran inteligencia alrededor de los cinco años aprendió a leer; en 1650, a los ocho años, comenzó a asistir a las «pequeñas escuelas», finalizando sus estudios en 1658 en el colegio de los Jesuitas de Reims.


De aspecto agradable, no tardó en introducirse en la vida mundana de la burguesía, participando con placer en entretenimientos y diversiones; después de una aparente desilusión amorosa, comenzó a viajar por toda Francia, para ganar experiencia laboral.


Al término de aquel período de incertidumbre sobre su futuro, decidió dedicarse a la vida eclesiástica, por lo que en 1660 se trasladó a París, alojándose en casa de un artesano en una zona popular, para poder asistir a los dos años de filosofía necesarios para ser admitido en el bienio de teología.


En París frecuentó los entornos más fervorosos, poniéndose en contacto con asociaciones católicas activas en lo social: los “Amigos de padre Bagot”, los fundadores de la Sociedad de las Misiones Extranjeras, practica en los Retiros en Bons Enfant de San Vicente de Paúl (1581 -1660); asiste al Seminario de San Sulpicio fundado por el Siervo de Dios Jean-Jacques Olier (1608 -1657), y también al de San Nicolás del Chardonnet; al finalizar sus estudios obtuvo el doctorado en teología.


Recibe el diaconado en 1664, y es revestido del hábito eclesiástico y la ordenación sacerdotal en fecha que no se ha podido determinar, pero se sabe que el 3 de marzo de 1665 fue nombrado canónico teologal, es decir predicador en la catedral de Reims, no perdiendo jamás sus contactos en París, ciudad a la que regresó con frecuencia.


Su frecuente visita a los parisienses Institutos de los Lazaristas (Congregación de la Misión de San Vicente de Paúl), Sulpicianos y Misiones Extranjeras, hicieron crecer en él la obligación de buscar y concretar nuevas propuestas que tuvieran como centro la población más repudiada y la infancia abandonada, todos ellos necesitados de actividades caritativas, apoyo y educación.


Después de un paréntesis por la peste que asoló Reims en el verano de 1668, el Padre Nicolás Roland continuó con sus actividades como predicador de la Catedral organizando conferencias para el clero, además se dedicó a misiones en el campo, trasladándose normalmente a pie, y haciendo frente a la fatiga, dificultades y peligros.


A lo largo de su vida fue director espiritual de laicos de toda condición social e incluso de personas consagradas, entre ellas de San Juan Bautista de La Salle.


En 1670 predicó la Cuaresma en Rouen y esto fue de gran importancia en su vida, aquí conoció al sacerdote de Saint-Amand, Antoine de La Haya, hombre de grandes virtudes; el contacto con él le llevó a penetrar más profundamente en la vida espiritual y lo llevó a descubrir la importancia del papel de las escuela en la difusión de la fe católica.


En Rouen también conoció al Beato Nicolás Barré y el grupo de hombres y mujeres dedicados a las escuelas gratuitas, esta fue una experiencia decisiva, el padre de Roland dijo: "Estoy decidido a trabajar para establecer escuelas gratuitas para la educación de los niñas".


Retornó a Reims, done ya se ocupaba en ayudar a los enfermos en el Hôtel-Dieu, y desde 1670, también a un orfanato. Empezó a considerar el poner en práctica la idea de una comunidad similar a la de Rouen; le escribió al padre Barré y consiguió que este le envíe dos hermanas de Rouen, para dirigir el orfanato que había sido trasladado a un nuevo edificio más grande y además para instituir escuelas populares en todos los distritos de Reims.


El 27 de diciembre de 1670, llegaron las Hermanas Francisca Duval y Anne Le Coeur, que prácticamente pusieron las raíces de una pequeña nueva congregación, el padre Roland celebró el 8 de enero de 1671 la primera misa en el nuevo orfanato dedicado al "Santo Niño Jesús”, más tarde se abrieron algunas aulas para la educación de las pequeñas.


En 1672 conoció a San Juan Bautista de La Salle, futuro fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, a quien quiso convencerlo, sin lograrlo, de renunciar a la canonjía para tomar la administración de una parroquia.


Mientras tanto las hermanas crecieron en número y el padre Roland fue a París para despachar las prácticas, para que el grupo fuera el principio de una nueva Congregación entregada a la instrucción de la infancia sobre la estela de la de Rouen; regresó a Reims el 7 de abril de 1678, Jueves Santo; el 19 de abril cayó gravemente enfermo, tanto que el 23 ante la presencia de notarios, dictó su minucioso testamento, cuyo ejecutorios debían de ser el diácono Nicolás Rogier y el canónigo Juan Bautista de La Salle.


A esta último, Roland le pidió ser el sucesor de sus obras y completar la organización de la Congregación de Hermanas del Santo Niño Jesús, que él había fundado en Reims en la línea de aquella de Rouen, pero con una característica especial, como afirma en sus escritos, especialmente en el “Avis aux régulières” (opinión a los regulares).


De La Salle, aunque no se sentía atraído por esta forma de apostolado, aceptó la petición de su amigo Roland en su lecho de muerte, del orfanato dijo: "Es obra de Dios; la cuidará cuando yo ya no pueda ocuparme de ella".


Después de recibir los últimos Sacramentos, rodeado de los canónigos que acudieron a ayudarle, Nicolás Roland murió en paz el 27 de abril de 1678, con apenas 36 años, fue enterrado en la cripta de la capilla de las Hermanas del Santo Niño Jesús de Reims.


Juan Bautista de La Salle, de inmediato se puso a trabajar en lo que se le había pedido, y el 9 de mayo de 1678 recibió la aprobación temporal de las reglas o constituciones, preparadas sumariamente por el padre Roland, mismas que recibieron su aprobación definitiva el 12 de noviembre de 1683 y así las Hermanas pudieron emitir por primera vez sus votos el 8 de febrero de 1684.


Por otra parte s. Juan Bautista de La Salle, que había entendido las profundas ideas de Nicolás Roland, queriendo crear para los niños el equivalente de las escuelas de las niñas, fundó el “Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas".


En este contexto, Nicolás Roland aparece como uno de los principales precursores del apostolado del siglo XVII, en el campo de la educación elemental y la catequesis, pero extrañamente su nombre sigue siendo poco conocido hasta hoy, su primera "Vida" escrita por A. Hammesse apareció recién en 1888 pero desde entonces el interés en conocerlo más no ha disminuido.


Tampoco su causa de beatificación, introducida en el 1942, estuvo libre de obstáculos y largo silencio. Fue beatificado 16 de octubre de 1994 en Roma por el Papa Juan Pablo II, su fiesta litúrgica es 27 de abril.


Reproducido con autorización de Santiebeati.it



11:35 p.m.
Martirologio Romano: En el monasterio de San Isidoro de Dueñas, en España, san Rafael Arnáiz Barón, religioso de la Orden Cisterciense, que, aquejado todavía novicio por una grave enfermedad, soportó con gran paciencia su maltrecha salud, confiando siempre en el Señor. ( 1938)

Fecha de canonización: 11 de octubre de 2009, durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI



Nació en Burgos (España) el 9 de abril de 1911, de una familia de alta sociedad y profundamente religiosa. En esa misma ciudad fue bautizado y confirmado. Comenzó sus estudios en el colegio de los padres jesuitas y recibió por primera vez la Eucaristía en 1919.

En esos años tuvo la primera visita de la que habría de ser su asidua compañera: una enfermedad de fiebres colibacilares que le obligó a interrumpir sus estudios. Cuando se recuperó, su padre, en agradecimiento a lo que consideró una intervención especial de la santísima Virgen, a finales del verano de 1921 lo llevó a Zaragoza, donde lo consagró a la Virgen del Pilar.


Su familia se trasladó a Oviedo, y allí continuó sus estudios de bachillerato, en el colegio de los padres jesuitas y al terminar se matriculó en la Escuela superior de arquitectura de Madrid, donde supo unir el estudio con una ardiente y asidua vida de piedad; había introducido en su horario de estudio una larga visita diaria a "el Amo" en el oratorio de Caballero de Gracia, y participaba puntualmente en su turno de adoración nocturna.


De inteligencia brillante y ecléctica, Rafael tenía destacadas dotes para la amistad y buen trato. Poseía un carácter alegre y jovial; era deportista, rico en talento para el dibujo y la pintura; le gustaba la música y el teatro. A la vez que crecía en edad y desarrollaba su personalidad, crecía también en su experiencia espiritual de vida cristiana.


En su corazón bien dispuesto a escuchar Dios quiso suscitar la invitación a una consagración especial en la vida contemplativa. Había conocido la trapa de San Isidro de Dueñas y se sintió fuertemente atraído porque la percibió como el lugar que correspondía a sus íntimos deseos. Así, en diciembre de 1933 interrumpió sus cursos en la universidad, y el 16 de enero 1934 entró en el monasterio de San Isidro.


Después de los primeros meses de noviciado y la primera Cuaresma vividos con entusiasmo en medio de las austeridades de la trapa, de improviso Dios quiso probarlo misteriosamente con una penosa enfermedad: una aguda diabetes sacarina, que lo obligó a abandonar apresuradamente el monasterio y a regresar a casa de sus padres para ser cuidado adecuadamente.


Regresó a la trapa apenas restablecido, pero la enfermedad le obligó a abandonar varias veces el monasterio, donde volvió otras tantas veces para responder generosa y fielmente a la llamada de Dios.


Se santificó en la gozosa y heroica fidelidad a su vocación, en la aceptación amorosa de los planes de Dios y del misterio de la cruz, en la búsqueda apasionada del rostro de Dios; le fascinaba la contemplación de lo Absoluto; tenía una tierna filial devoción a la Virgen María —la "Señora" como le gustaba llamarla—. Falleció en la madrugada del 26 de abril de 1938, recién cumplidos los 27 años. Fue sepultado en el cementerio del monasterio, y después en la iglesia abacial.


Muy pronto su fama de santidad se extendió fuera de los muros del convento. Sus numerosos escritos ascéticos y místicos continúan difundiéndose con gran aceptación y para el bien de cuantos entran en contacto con él. Ha sido definido como uno de los más grandes místicos del siglo XX.


El 19 de agosto de 1989 el Papa Juan Pablo II, con ocasión de la Jornada mundial de la juventud en Santiago de Compostela, lo propuso como modelo para los jóvenes del mundo de hoy y el 27 de septiembre de 1992 lo proclamó beato.


La canonización la realizó el Papa Benedicto XVI el 11 de octubre de 2009. Con su canonización el Papa Benedicto XVI lo presenta como amigo, ejemplo e intercesor a todos los fieles, sobre todo a los jóvenes.


Su fiesta se celebra el 26 de abril.


Algunas máximas espirituales de San María Rafael

¡Sólo Dios llena el alma..., y la llena toda!


La verdadera felicidad se encuentra en Dios y solamente en Dios.


El que no tiene a Dios necesita consuelo; pero el que ama a Dios, ¿qué más consuelo?


Honrando a la Virgen, amaremos más a Jesús; poniéndonos bajo su manto, comprenderemos mejor la misericordia divina.


¡Qué grande es Dios, qué dulce es María!



11:35 p.m.
Etimológicamente significa “de pascua”. Viene de la lengua hebrea.

San Pascasio Radberto, abad de Corbie y famoso escritor carolingio. Nacido en Soissóns a finales del siglo VIII, padece de niño la más dura necesidad al fallecer su padre ya que se encontró en la miseria. Atendido y formado en una Institución de Religiosas, más tarde ingresa en la Orden Benedictina, en la Abadía de Corbie; donde pronto se distingue por su vida religiosa y por sus estudios científicos y teológicos. Renuncia a recibir el sacerdocio, movido por su humildad.


Con el tiempo llegó a ser un afamado profesor y, gracias a Él, las escuelas de Corbie adquirieron fama en todos sitios. En el año 844, los monjes lo eligieron como su abad, pero a los siete años hubo una revolución que le obligó a refugiarse en la abadía de san Riquier.


Los monjes de Corbie volvieron a llamarlo. Retornó a vivir con ellos como simple religioso. Y siguió escribiendo.


Escribió en prosa y en verso, comentó a San Mateo en doce libros, narró las vidas de algunos Santos y varones ilustres, intervino en las polémicas de su tiempo con gran erudición escriturística y agudeza de ingenio, y fruto de estos debates son sus tratados Del parto de la Virgen y Del cuerpo y la Sangre del Señor.


Murió el 26 de abril de 860 en Corbie.



11:35 p.m.
Etimológicamente significa “laureado, coronado”. Viene de la lengua griega.

Nació entre los años 1340 y 1345 en Velikiy Ustyug, una población de la región de Vologda, en Rusia.


Era hijo de un clérigo de Oustoug de Rusia. Desde muy joven, apenas sintió la vocación en su alma, pidió entrar en el monasterio de Rostov-el Antiguo.


Aquí aprendió, al mismo tiempo que las cosas propias de la carrera eclesiástica, el griego y se hizo todo un especialista en la Biblia.


Tenemos la suerte de conocer su vida, gracias al historiador san Sergio de Radonege.


Una vez que terminó sus estudios, lo ordenaron de sacerdote.


Sin la menor duda, salió para evangelizar las tribus paganas que vivían alejadas en los Urales.


¿Cuál fue su labor en este sitio inhóspito?


En primer lugar, para poder entrar en contacto con ellos, aprendió su lengua, la transcribió a un alfabeto y tradujo los Libros Santos con esta intención humana, cultural y religiosa.


En su trabajo pastoral con aquella gente tuvo muchas dificultades para que aceptaran la nueva luz que dimana del Evangelio.


Como persona que sentía la presencia de Dios en su vida, sobrellevaba con paciencia todo dolor y toda pena.


No obstante, su éxito entre aquella población muy excelente. Por esta razón, el metropolita de Moscú lo llamó para consagrarlo obispo.


No cambió para nada con su nuevo cargo. Se entregó como antes a la gente pobre. Sobrevino una hambre terrible. Entonces, gracias a su intervención, trajeron trigo de Vologda para repartirlo gratis a todos.


Murió en Moscú, Rusia, el 26 de abril de 1396.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com



11:35 p.m.








Alda de Siena, Santa
Alda de Siena, Santa

Viuda


Etimológicamente significa “extremadamente bella”. Viene de la lengua celta.


Esta mujer fue una viuda del siglo XIV. La hija de Francisco Ponzio y de Inés Bulgarini nació en Siena en 1249.


En el bautismo le pusieron por nombre Aldobrandesca. Pasado algún tiempo, todo el mundo la llamaba Alda.


Desde muy joven sintió el cambio radical que el Evangelio propone a la persona que quiere hacer la voluntad de Dios.


Le gustaba quedarse en casa. Tan sólo salía para participar en la Eucaristía y escuchar las homilías o sermones de los padres franciscanos o dominicos.


Siendo aún muy joven contrajo matrimonio con un joven noble y culto como ella, Bindo Bellanti.


Fue una esposa ejemplar en casa y, sobre todo, durante la larga enfermedad de su esposo.


Al quedarse viuda – como era tan guapa y tenía “pasta” – tuvo varios pretendientes.


Ella, a contracorriente, aceptó su estado de viudez para siempre.


Se quedó en el palacio como terciaria. En realidad, llevaba una vida de religiosa.


Era terciaria de los “Humillados”, que como todo el mundo conoce, tuvieron una gran importancia en todo el Medioevo.


Fueron los fundadores del primer capitalismo industrial. Para que todo marchara bien y estuviera todo bien controlado en plan de que produjera cuanto más mejor, fundaron las asociaciones profesionales. Alda fue un alma entregada a lo espiritual, y sus bienes de Siena los distribuyó entre los pobres. Murió el año 1309.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!



12:04 a.m.

Fundador del Instituto Artigianelli y de la

Congregación de la Sagrada Familia de Nazaret


Martirologio Romano: En la aldea de Remedello, en la provincia de Brescia, en Italia, San Juan Piamarta, presbítero, que tras grandes dificultades fundó el Instituto de los Artesanitos de Brescia en las cercanías de una colonia agrícola, con la finalidad de facilitar a los jóvenes una formación religiosa, así como también el aprendizaje de un oficio, lo que dio vida a la Congregación de la Sagrada Familia de Nazaret. ( 1913)

Fecha de beatificación: 12 de octubre de 1997 por el Papa Juan Pablo II.


Fecha de canonización: 21 de octubre de 2012 por el Papa Benedicto XVI



San Giovanni Battista Piamarta, nacido en Brescia en 1841 de una familia pobre artesana, se sentirá impulsado a abrazar la causa de los huérfanos y de los jóvenes no sólo por la indigencia infantil, sino también por la filantropía evangélica y por el espíritu de León XIII, el Papa dé los obreros y de la "Rerum 1vIovarum" (1891).

Debía poseer una excepcional sutileza selectiva, aquel Don Pancracio Pezzana, párroco de Vallio, que apreció los requisitos vocacionales de aquel muchacho, que emprendería la cartea eclesiástica sin ningún propósito calculador, sino con la única pasión de hallar la felicidad en el servicio gratuito a los últimos. El nunca querría elevarse al rol de protagonista en la compleja realidad eclesiástica bresciana.


La Divina Providencia lo había esignado "manager" de la caridad y de la sociabilidad, tras de los turineses Don Bosco y Murialdo y del bresciano Pavoni, de quien, bajo cierto aspecto, recogerá la herencia. Los hombres lo hubiesen querido como un artesano perfecto, ojalá peluquero como lo fuera el padre, o colchonero refinado al estilo de Zanolini.


Otras voces evangélicas, otras instancias desde lo alto y desde abajo lo llamaron a su auténtica vocación humanitaria.


Puesto a prueba por la indigencia familiar y por la muerte prematura de la extraordinaria madre, se templó sin lloriqueos en el brioso ambiente del Oratorio bresciano, donde un innato anticonformismo y una espontánea religiosidad fueron canalizados por el camino de una sólida formación católica.


A imagen y semejanza de Don Bosco, él se inserta en el contexto de su tiempo y percibe las exigencias de la clase obrera y campesina en el período final del siglo XIX.


En el andar de este hombre, falto de títulos académicos, pero doctorado en amor, hallamos un ejército de personas, de las cuales no podemos prescindir: Mons. Bonomelli, obispo de Cremona, había sido su profesor de teología y lo había ayudado a romper el pequeño "guetto" de sacristía para mirar "en grande" los problemas del hombre; Mons. Pietro Capretti, el "leader" del movimiento católico bresciano, que le inspiró varios proyectos y no le regaló sólo buenos consejos, sino también conspicuas ayudas económicas; y luego el grupo de laicos comprometidos como Giuseppe Tovini, Giorgio Montini, padre de Paulo VI, y Luigi Bazoli, a los cuales probablemente el P. Piamarta debe no sólo el apoyo económico, sino también una equilibrada selección de fidelidad creativa a las reglas de la Santa Sede (piénsese en la feliz fórmula "preparación en la abstención").


Siguiendo la huella del venerable Pavoni, cuya obra providencial para los aprendices se había derretido bajo el calor candente del anticlericalismo del "Risorgimento", el P. Piamarta creó hace cien años el Instituto Artigianelli (3 de diciembre de 1886).


La iniciativa no bastó para su fervor de sociabilidad evangélica. La caridad cristiana es como el fuego, que salta de una rama a otra e incendia el bosque. En 1895, junto con Bonsignori, fundó la Colonia Agrícola de Remedello Sopra, que transformó una tierra casi árida como un desierto, en edén de fecundidad y bienestar.


En mayo de 1902 el Padre de los "Artigianelli" (Pequeños Artesanos) es el fundador de la Sagrada Familia de Nazaret, la Congregación masculina destinada a recoger su herencia moral. Algunos años después, en pía solidaridad con Elisa Baldo, da inicio a las Humildes Siervas del Señor. Estas dos ramas religiosas, que se adecuaron a continuación con las normas del derecho canónico y se pusieron al día con la urgencia de los tiempos, mantienen viva la llama del P. Piamarta, que se dirige hacia los altares.


Algunas memorias, aún todas por verificar, sostienen que en su curso de estudios no brillase por un alto coeficiente intelectual. Sin embargo, este cura de Ars bresciano fue un creador de cultura y emprendió afortunadas iniciativas en el campo tipográfico editorial, imprimiendo en su imprenta artesanal diarios y periódicos, monografías apologéticas y libros de formación de vasta resonancia, apoyando la propaganda de las sociedades obreras (¡la buena sangre no miente!).


Su promocionalidad creativa ni siquiera rozó el rumor del dinero. Su obra se desarrolló bajo la insignia de la alegre pobreza franciscana.


Afligido por una salud enfermiza se le pronosticó una corta vida.


Llegó a los ?2 años y bajó a la tumba el 25 de abril de 1913, al cabo de un ritmo tan intenso de vida, que habría abatido constituciones más robustas. Tenía mente de padre y corazón de madre, fuerza de caudillo y dulzura digna de S. Francisco de Sales y alegría como la de S. Filippo Neri, el buen "Pippo" de los chistes y de las burlas.


Un amigo. escritor, alérgico al agua santa y bien conocido por una historia de Italia de muy gustoso corte periodístico, hace algún tiempo desahogaba su malhumor, diciéndome: "La Iglesia está desahuciada: las ha hecho de demasiados colores".


La réplica es fácil. Ninguna sociedad ha generado una galería tan tupida de benefactores de la humanidad como el catolicismo.


Hombres como el P. Piamarta valen bastante más que una enciclopedia apologética. Su aventura humana es una apología viviente.


El milagro para su canonizaciòn


Era un miércoles a la hora del almuerzo, cuando a Esteban Figueiredo de Paula Pessoa le quedó una espina de pescado atrapada en la garganta. La mujer y la hija que estaban con él, le suplicaban que fuese al hospital, mas él les dice que no era necesario, porque conocía un secreto casero para hacer descender la espina: comer plátano y harina.


Así lo hizo y, efectivamente, la espina descendió de la garganta. Sin embargo, cerca de 8 días después, Esteban despertó a su mujer diciéndole que tenía un fuerte dolor en el tórax y quería ir al hospital. Ya de mañana, lo llevan a un centro hospitalario. Los médicos de turno lo revisaron y le dieron una medicina para el dolor, diagnosticándole una “virosis” (infección causada por un virus). Volvieron a casa y a la mañana siguiente Esteban continuaba con el mismo malestar, lo llevaron a otro hospital y nuevamente le dijeron que era virosis. Esteban continuó así.


Viendo que su padre no mejoraba, los hijos decidieron llamar a una amiga médico, la doctora Teresina do Merino Jesús Silva, quien indicó que lo mejor era llevarlo a un centro de especialistas en enfermedades infecciosas.


Decidieron llevarlo al Hospital San Mateo. Entró caminando y hablando, pero cuando menos lo esperaban fue colocado en la Unidad de Terapia Intensiva con diagnóstico de “Mediastenite”, que es una infección gravísima. El médico les explicó que esta infección era ocasionada por espinas de pescado que se alojaban en el intestino. En el caso de Esteban, la espina que tiempo atrás había tragado le ocasionó una herida y causó esta grave infección. El médico les explicó la real dimensión del caso: este tipo de infecciones es gravísimo al punto que rara vez las personas sobreviven. Además, les explicó que se debería llevar en forma urgente al paciente a un pabellón quirúrgico para una operación. Fue entonces cuando todo comenzó.


Después de la primera operación aparecieron varias complicaciones y quedó días y días en la UTI, siempre bajo sedantes para no sentir dolor. Vino la segunda operación, la tercera, la cuarta y él cada vez más debilitado. A la quinta operación, los médicos lo declararon sin esperanzas.


Recibió más de 150 bolsas de sangre, porque la infección era muy grave. Los riñones dejaron de funcionar y hubo que hacer diálisis diariamente.


Su esposa estaba muy angustiada, sobre todo después de la quinta operación, cuando los médicos no le dieron más esperanza.


Un amigo de la familia, Raimundo Arcebio Silva, sabedor de la aflicción de la familia, fue donde su esposa Euridice Almeida, que tenía una imagen del Padre Piamarta en la propia Biblia. Ella miró al marido y le dijo: “Esteban no moriría, porque Padre Piamarta intercedió por él”. Le pidió que le entregara la imagen a la esposa de Esteban para que la colocara en su cama y junto a la familia pidiesen la intercesión del Padre Piamarta.


En la vida todo tiene razón, todo sucede por algo. Es así como en los momentos de máxima aflicción de este grupo familiar, aparecieron la señora Eurídice y el señor Raimundo, amigos de la familia y devotos del Padre Piamarta, junto a quienes rezaron y pidieron la intercesión del Padre Piamarta. Esteban volvió a la vida, se produjo el gran milagro



12:04 a.m.

Religioso Franciscano y

Fundador de la Orden de Nuestra Señora de Belén (Bethlemitas)


Martirologio Romano: En Antigua, cerca de la ciudad de Guatemala, en América Central, san Pedro de San José Bethencourt, religioso de la Tercera Orden Regular de San Francisco, que bajo el patrocinio de Nuestra Señora de Belén se entregó ejemplarmente a la asistencia de huérfanos, mendigos, enfermos, jóvenes sin formación, extranjeros y condenados a trabajos forzados. ( 1667)

Fecha de canonización: 30 de julio de 2002, por el Papa Juan Pablo II.



San Pedro de San José Betancurt nace en Vilaflor de Tenerife, (Islas Canrias, España), el 21 de marzo de 1626 y muere en Guatemala el 25 de abril de 1667.

La distancia en el tiempo no opaca la luz que emana de su figura y que ha iluminado tanto a Tenerife como a toda la América Central desde aquellos remotos días de la Colonia.


San Pedro de San José Betancurt supo leer el Evangelio con los ojos de los humildes y vivió intensamente los Misterios de Belén y de la Cruz, los cuales orientaron todo su pensamiento y acción de caridad. Hijo de pastores y agricultores, tuvo la gracia de ser educado por sus padres profundamente cristianos; a los 23 años abandonó su nativa Tenerife y, después de 2 años, llegó a Guatemala, tierra que la Providencia había asignado para su apostolado misionero.


Apenas desembarcado en el Nuevo Mundo, una grave enfermedad lo puso en contacto directo con los más pobres y desheredados. Recuperada inesperadamente la salud, quiso consagrar su vida a Dios realizando los estudios eclesiásticos pero, al no poder hacerlo, profesó como terciario en el Convento de San Francisco, en la actual La Antigua Guatemala, con un bien determinado programa de revivir la experiencia de Jesús de Nazaret en la humildad, la pobreza, la penitencia y el servicio a los pobres.


En un primer momento realizó su programa como custodio y sacristán de la Ermita del Santo Calvario, cercana al convento franciscano, que se convierte en el centro irradiador de su caridad. Visitó hospitales, cárceles, las casas de los pobres; los emigrantes sin trabajo, los adolescentes descarriados, sin instrucción y ya entregados a los vicios, para quienes logró realizar una primera fundación para acoger a los pequeños vagabundos blancos, mestizos y negros. Atendió la instrucción religiosa y civil con criterios todavía hoy calificados como modernos.


Construyó un oratorio, una escuela, una enfermería, una posada para sacerdotes que se encontraban de paso por la ciudad y para estudiantes universitarios, necesitados de alojamiento seguro y económico. Recordando la pobreza de la primera posada de Jesús en la tierra, llamó a su obra «Belén».


Otros terciarios lo imitaron, compartiendo con el santo penitencia, oración y actividad caritativa: la vida comunitaria tomó forma cuando el Santo escribió un reglamento, que fue adoptado también por las mujeres que atendían a la educación de los niños; estaba surgiendo aquello que más tarde debería tener su desarrollo natural: la Orden de los Bethlemitas y de las Bethlemitas, aún cuando éstas sólo obtuvieron el reconocimiento de la Santa Sede más tarde.


El Santo Hermano Pedro se adelantó a los tiempos con métodos pedagógicos nuevos y estableció servicios sociales no imaginables en su época, como el hospital para convalecientes. Sus escritos espirituales son de una agudeza y profundidad inigualables.


Su caridad no le daba reposo. Su esperanza y su fe lo mantenían en vigilia, el oído atento al dolor. Pedro, un hombre sin techo y sin pan, daba de comer al hambriento y vestía al desnudo. Acudía a los ricos y acercándoles la llama de su caridad derretía su egoísmo y encendía la generosidad de aquellos hombres.


Muere apenas a los 41 años el que en vida era llamado «Madre de Guatemala». A más de tres siglos de distancia, la memoria del «hombre que fue caridad» es sentida grandemente, viva y concreta, en su nativa Tenerife, en Guatemala y en todos los lugares donde se conoce su obra. El Hermano Pedro fue Beatificado solemnemente por S.S. Juan Pablo II el 22 de junio de 1980, y canonizado el 30 de julio de 2002 por el mismo Papa, en un acontecimiento de incalculable valor pastoral y eclesial para Guatemala y para toda América.


Reproducido con autorización de Vatican.va



11:30 p.m.
Martirologio Romano: San Fidel de Sigmaringen, presbítero y mártir, el cual, siendo abogado, decidió entrar en la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, llevando una vida observante de vigilias y oraciones. Asiduo en la predicación de la Palabra de Dios, fue enviado a la región de Recia para consolidar la verdadera doctrina, y en Sevis, de Suiza, fue martirizado por los herejes a causa de la fe católica (1622).

Etimológicamente: Fidel = Aquel que es digno de confianza, es de origen latino.



Nació en Sigmaringen, Alemania, en 1577.

Tenía una inteligencia muy vivaz y fue enviado a estudiar a la Universidad de Friburgo, donde obtuvo doctorado en ambos derechos, y luego llegó a ser profesor muy estimado de filosofía y letras. Durante seis años fue encargado de la educación de varios jóvenes de las familias principales de Suabia (Alemania), a los cuales llevó por varios países de Europa para que conocieran la cultura y el modo de ser de las diversas naciones. Sus alumnos se quedaban admirados del continuo buen ejemplo de su profesor en el cual no podían encontrar ni una palabra ni un acto que no fueran de buen ejemplo. Lo que los otros gastaban en cucherías él lo gastaba en dar limosnas.


Como abogado, Fidel se dedicó a defender gratuitamente a los pobres que no tenían con qué costearse un defensor. Su generosidad era tan grande que la gente lo llamaba "El abogado de los pobres". Ya desde muy joven renunciaba a conseguir y estrenar trajes nuevos y el dinero que con eso ahorraba lo repartía entre las gentes más necesitadas. Jamás en su vida de estudiante ni en sus años de profesional tomó licor, ni nadie lo vio en reuniones mundanas o que ofrecieran peligro para la virtud. Sus compañeros de abogacía se admiraban de que este sabio doctor nunca empleaba palabras ofensivas en los pleitos que sostenía (y sus contrarios sí las usaban y muy terribles).


Un día el abogado contrario a un pleito, le ofreció en secreto una gran cantidad de dinero, con tal de que arreglaran los dos en privado y se le diera la victoria al rico que había cometido la injusticia. Fidel se quedó aterrado al constatar lo fácil que es para un abogado el prestarse a trampas y vender su alma a Satanás por unas monedas como lo hizo Judas. Y dispuso dejar la abogacía y entrar de religioso capuchino. Tenía 35 años.


Dividió sus importantes riquezas en dos partes: la mitad la repartió a los pobres, y la otra mitad la dio al Sr. Obispo para que hiciera un fondo para costear los estudios a seminaristas pobres.


Con razón le pusieron después esta leyenda debajo de su retrato:


¡Santo es Fidel, y fue abogado!,

Obra del poder Divino.

Mucho le costó ser capuchino

y morir después martirizado.


Habiendo sido tan rico y tan lleno de comodidades se fue a vivir como el más humilde y pobre fraile capuchino. Le pedía constantemente a Dios que lo librara de la tibieza



(ese vicio que lo hace a uno vivir sin fervor, ni frío ni caliente, descuidado en sus deberes religiosos y flojo para hacer obras buenas) y le suplicaba a Nuestro Señor que no lo dejara perder el tiempo en inutilidades y que lo empleara hasta lo máximo en propagar el Reino de Dios. Le gustaba repetir la famosa frase de San Bernardo: "Sería una vergüenza que habiendo sido coronado de espinas mi Capitán Jesucristo, en cambio yo que soy su soldado, viviera entre comodidades y sin hacer sacrificios".

En Friburgo consiguió la conversión de muchos protestantes. Y la gente se quedó admirada cuando llegó la peste del cólera, pues se dedicaba de día y de noche a asistir gratuitamente a todos los enfermos que podía. Su austeridad o dominio de sí mismo, era impresionante. Su fervor en la oración y en la Santa Misa conmovían a los que lo acompañaban. Las gentes veían en su persona a una superioridad interior que les impresionaba. Su predicación conseguía grandes frutos porque era sencilla, clara, fácil, práctica, suave y amable, pero acompañada por la unción o fuerza de conmover que proviene de quien antes de predicar reza mucho por sus oyentes y después de la predicación sigue orando por ellos. Era tal el atractivo de sus sermones que hasta los mismos herejes iban a escucharlo. Pero este atractivo fue el que llenó de envidia y rabia a sus opositores y los llevó a escogerlo a él, entre todos los compañeros de misión, para martirizarlo.


Hay algo que a los santos les falla de manera impresionante, es la "prudencia simplemente humana", ese andar haciendo cálculos para no excederse en desgastarse por el Reino de Dios. Los santos no se miden. Ellos se enamoran de Cristo y de su religión y no andan dedicándose a darse a cuenta gotas, sino que se entregan totalmente a la misión que Dios les ha confiado. Y esto le sucedió a Fidel. Cada poco le llegaban tarjetas como esta: "Recuerde que está predicando en tierras donde hay muchos protestantes, evangélicos, calvinistas y demás herejes. No hable tan claro en favor de la religión católica, si es que quiere seguir comiendo tranquilamente su sopa entre nosotros".


Pero él seguía incansable enseñando el Catecismo Católico y previniendo a sus oyentes contra el peligro de las sectas de evangélicos y demás protestantes. Tenía que prevenir a sus ovejas contra los lobos que acaban con las devociones católicas.


Al saber en Roma los grandes éxitos del padre Fidel que con sus predicaciones convertía a tantos protestantes, lo nombraron jefe de un grupo de misioneros que tenían que ir a predicar en Suiza, nido terrible de protestantes calvinistas. Lo enviaba la Sagrada Congregación para la Propagación de la fe.


En la ceremonia con la cual lo despedían solemnemente al empezar su viaje hacia Suiza, Fidel dijo en un sermón: "Presiento que voy a ser asesinado, pero si me matan, aceptaré con alegría la muerte por amor a Jesucristo y la consideraré como una enorme gracia y una preferencia de Nuestro Señor.


Pocos días antes de ser martirizado, al escribir una carta a su lejano superior, terminaba así su escrito: "Su amigo Fidel que muy pronto será pasto de gusanos".


Al llegar a Suiza empezó a oír rumores de que se planeaba asesinarlo porque los protestantes tenían gran temor de que muchos de sus adeptos se pasaran al catolicismo al oírlo predicar. Al escuchar estas noticias se preparó para la muerte pasando varias noches en oración ante el Santísimo Sacramento, y dedicando varias horas del día a orar, arrodillado ante un crucifijo. La santidad de su vida lo tenía ya bien preparado para ser martirizado.


El domingo 24 de abril, se levantó muy temprano, se confesó y después de rezar varios salmos se fue al templo de Seewis, donde un numeroso grupo de protestantes se había reunido con el pretexto de que querían escucharlo, pero con el fin de acabar con él. Al subir al sitio del predicador, encontró allí un papel que decía: "Este será su último sermón. Hoy predicará por última vez". Se armó de valor y empezó entusiasta su predicación. El tema de su sermón fue esta frase de San Pablo: "Una sola fe, un solo Señor, un solo bautismo" (EF. 4,5) y explicó brillantemente cómo la verdadera fe es la que enseñan los católicos, y el único Señor es Jesucristo y que no hay varios bautismos como enseñan los protestantes que mandan rebautizar a la gente. Aquellos herejes temblaban de furia en su interior, y uno de los oyentes le disparó un tiro, pero equivocó la puntería. Fidel bajó del sitio desde donde predicaba y sintiendo que le llegaba el fin, se arrodilló por unos momentos ante una imagen de la Sma. Virgen. Quedó como en éxtasis por unos minutos, y luego salió por una pequeña puerta por la sacristía detrás del templo.


Los herejes lo siguieron a través del pueblo gritándole: "Renuncie a lo que dijo hoy en el sermón o lo matamos". El les respondió valientemente: "He venido para predicar la verdadera fe, y no para aceptar falsas creencias. Jamás renunciaré a la fe de mis antepasados católicos." Aquel grupo de herejes, dirigidos por un pastor protestante, le gritaba: "O acepta nuestras ideas o lo matamos". El les contestó: "Ustedes verán lo que hacen. Yo me pongo en manos de Dios y bajo la protección de la Virgen Santísima. Pero piensen bien lo que van a hacer, no sea que después tengan que arrepentirse muy amargamente". Entonces lo atacaron con palos y machetes y lo derribaron por el suelo, entre un charco de sangre. Poco antes de morir alcanzó a decir: "Padre, perdónalos".


Era el 24 de abril del año 1622.


Dios demostró la santidad de su mártir, obrando maravillosos milagros junto a su sepulcro. Y el primer milagro fue que aquel pastor protestante que acompañaba a los asaltantes, se convirtió al catolicismo y dejó sus errores.


El Papa Benedicto XIV lo declaró santo en 1746.


San Fidel mártir: te encomendamos nuestros países tan plagados de ideas ajenas al Evangelio que le van quitando la devoción a nuestra gente y la van llevando al indiferentismo y a la herejía. Haz que a ejemplo tuyo se levanten por todas partes apóstoles Católicos valerosos y santos que prevengan al pueblo y no lo dejen caer en las garras de lobos que asaltan al verdadero rebaño del Señor.


Si el grano de trigo cae a tierra y muere, produce mucho fruto. (Jesucristo).



11:30 p.m.
Según una leyenda medieval, san Ivo fue un obispo persa que gozaba con de gran honor y prestigio entre los suyos, y llevaba una fuerte vida de disciplina de cara a sí mismo. Juntamente con tres compañeros se fue a Inglaterra y se establecieron en ermitas lejanas para vivir en paz, penitencia y soledad.

Murieron en el siglo VII y con el tiempo se olvidó la gente de ellos.


Sin embargo, alrededor del año 1001 se llevaron a cabo unos descubrimientos interesantes: algunos huesos pertenecientes a san Ivo.


Goselin, en su Vida de san Ivo dice que el culto de Ivo se propagó durante un siglo.


Siguiendo las narraciones de los sueños de un campesino, sus huesos fueron identificados y pertenecían a san Ivo. Fueron trasladados a la abadía de Ramsey, en la que se hicieron muchos milagros.


Un siglo más tarde, apareció una luz sobre la abadía. Todos la interpretaron como un significado claro de que eran los huesos de san Ivo. Estos deberían ser llevados a Slepe en donde se fundaría una nueva abadía que daría a conocer mejor la reliquia de san Ivo.


En el arte aparece este santo como un sereno y prudente eremita persa al que se le concede el honor de ser obispo. Hoy es venerado en Huntingdonshire.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com



11:30 p.m.
Martirologio Romano: En Jerusalén, conmemoración de las santas mujeres María de Cleofás y Salomé, que junto con María Magdalena, al amanecer del día de Pascua, se dirigieron al sepulcro del Señor para ungir su cuerpo y allí recibieron el primer anuncio de la Resurrección. ( s.I)

Etimológicamente: Salomé = Paz, viene de la lengua hebrea



Un cristiano que pone su confianza en el hombre, no llega a ningún puerto con seguridad y mucho menos al corazón de Dios, el primero al que debemos amar y el primero en el que hay que confiar.

Salomé fue una cristiana de las primeras que se sintió fascinada por la revolución que trajo Cristo al mundo. Pertenece al siglo I.


Era la esposa del Zebedeo, uno de los marineros más conocidos de Betsaida, Israel.


Era también la madre de dos de los primeros discípulos que el Señor eligió para el ministerio, Santiago y Juan.


Esta mujer no se contentaba con admirar a Jesús simplemente. Se mojó en todo el sentido pleno de la palabra.


Lo seguía por todas partes y, además, prestaba un servicio estimable a todos los seguidores de Cristo el Señor.


Ella, como toda madre, quería que sus dos hijos estuvieran uno a la derecha y otro a la izquierda de Jesús.


No había comprendido todavía nada del reino que Jesús vino a predicar e implantar en la tierra.


Ella soñaba con un Mesías poderosos, aguerrido y triunfador. Después se daría cuenta de todo lo contrario.


En el día de la Pasión, ella estaba al pie mismo de la Cruz.


Igualmente, lo poco que tuviera de dinero, lo empleó para comprar aromas para embalsamar el cuerpo de Jesús.


Fue también la mujer que se quedó impactada cuando el domingo de Resurrección, al ir a la tumba, la encontró vacía.


En el alba de la preciosa mañana en que Cristo resucitó, tuvo la suerte de ver mucho antes que otros que lo que había dicho el Señor se había cumplido tal y como lo dijo.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!



11:30 p.m.
Martirologio Romano: En Dinan, en Francia, san Benito (Ángel) Menni, presbítero de la Orden de San Juan de Dios, fundador de la Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús (1914).

Etimológicamente: Benito = Aquel a quien Dios bendice, es de origen latino.


Etimológicamente: Ángel = Aquel que es portador de un mensaje, es de origen griego.



Origen familiar y vocación hospitalaria

La ciudad de Milán fue su cuna, habiendo nacido y sido bautizado el mismo día 11 de marzo de 1841. Se le puso el nombre compuesto de Ángel-Hércules, que han sido como una premonición del espíritu y fuerza, que había de caracterizar su personalidad.


Era el quinto de quince hijos del matrimonio formado por Luis Menni y Luisa Figini. En su hogar cálido y acogedor halló el apoyo y estímulo para su desarrollo intelectual y personalidad.


La llamada de Dios la siguió pronto: fino de conciencia, dejó un buen trabajo en un banco y, altruista ante el que sufre, se ofreció a ayudar al traslado de los soldados heridos que llegaban de la batalla de Magenta, cerca de Milán.


Admirado de la entrega que entonces descubrió en los Hermanos de San Juan de Dios, a los 19 años pidió el ingreso en la Orden Hospitalaria.


Con el nombre de Benito inició la vida religiosa y se consagró a Dios y a la asistencia de los enfermos; con el mismo nombre le veneraremos como San Benito Menni.


Formación y misión hospitalaria


Durante sus estudios de enfermería y sacerdotales fue forjando su personalidad religioso-hospitalaria, que puso a disposición de los superiores, es decir de la causa en favor de la sociedad más necesitada, como eran tantos enfermos.


España, la cuna de la Orden Hospitalaria, vivía entre luchas políticas en declarada hostilidad hacia lo religioso, mientras la obra de Juan de Dios había quedado prácticamente extinguida; necesitaba un impulso renovador, y Benito Menni será la persona providencial para su realización.


Destinado a España en 1867, llevó a cabo sus dos grandes obras: la restauración de la Orden de San Juan de Dios y la fundación de la Congregación femenina, "Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús".


Su espíritu magnánimo, capacidad y disposición le ayudaron a superar muchas dificultades y tomar grandes iniciativas de especial consideración en pro de los enfermos y su asistencia integral.


Restaurador de la Orden Hospitalaria


Mandado por el entonces General de la Orden Juan M. Alfieri, que siempre fue su apoyo, y con la bendición del papa Pío IX antes de salir de Roma, Benito Menni manifiesta desde el primer momento su fuerte voluntad y espíritu decidido. A los pocos meses abre con éxito el primer hospital infantil de España en Barcelona (1867), que constituye el inicio de su extraordinaria obra restauradora, que dirigirá durante 36 años.


Desde el primer momento, gracias a su empeño vocacional, se le unirán numerosos y generosos seguidores, con los cuales a su vez podrá dar continuidad a las nuevas instituciones hospitalarias, que se multiplicarán por España, Portugal y México, continuando después por todo el nuevo mundo.


Fundador de las Hermanas Hospitalarias


Con la llegada a Granada (1878), Benito Menni entra en contacto con dos jóvenes, María Josefa Recio y María Angustias Giménez, las cuales serán en 1881 la semilla de una nueva Institución sanitaria, netamente femenina, con característica específica para la asistencia psiquiátrica.


En Ciempozuelos, Madrid, tiene su origen y se constituye la Casa Madre de la "Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús", la cual es aprobada por la Santa Sede en 1901.


Como signo de su identidad en el servicio hospitalario les transmite su lema en seis palabras: "rogar, trabajar, padecer, sufrir, amar a Dios y callar".


Muy pronto, sin embargo, la nueva fundación extiende sus alas de caridad misericordiosa y se establece por diversos países de Europa y América Latina, y más tarde por África y Asia. Actualmente, en que tiene lugar la canonización de Benito Menni, su fundador, se hallan presentes en 24 naciones con más de 100 Centros hospitalarios.


Benito Menni, en cuanto Fundador y Padre espiritual, les infundió su espíritu característico juandediano, continuando durante más de 30 años su dirección y formación ascético-hospitalaria.


Visitador y Superior general de la Orden


La magna obra que Benito Menni realizó como restaurador y fundador se extendió, llamado por la Santa Sede, en favor de toda la Orden siendo nombrado primero Visitador Apostólico de la misma (1909-1911) y a continuación como Superior General (1911), a cuyo cargo, sin embargo, tuvo que renunciar un año después por incomprensiones y por motivos de salud.


Sus dos últimos años los pasó en humildad y purificación, muriendo santamente, lleno de méritos, en Dinán, Francia, el 24 de abril de 1914.


Sus restos, trasladados por sus Hermanos de España a Ciempozuelos, hoy son venerados bajo el altar central de la "Capilla de los Fundadores" en la Casa Madre de sus Hijas Hospitalarias de

Ciempozuelos.


En la Gloría de los santos


Abierto su proceso de santidad en la diócesis de Madrid, donde está enterrado, en los años 1945-1947, sus virtudes fueron reconocidas como heroicas por la Congregación para las Causas de los Santos el 11 de mayo de 1982, por lo que pasó a ser considerado " Venerable".


Reconocida como milagrosa la curación en favor de Dña. Asunción Cacho, fue proclamado "Beato" en la Basílica vaticana por el papa Juan Pablo II el 23 de junio de 1985.


Su mensaje en clave hospitalaria


Ante su entrega fecunda y rectitud santa y santificadora, con su vida ofrendada a Dios y a los enfermos con unción y generosidad total, el testimonio de Benito Menni hoy cobra actualidad con su canonización, siendo propuesto a la Iglesia universal como modelo y ejemplo, en especial dentro del campo de la salud y de la enfermedad.


La humanización y la evangelización son desafíos ante el nuevo milenio. San Benito Menni viene a recordar e iluminar las palabras de Cristo, "Estaba enfermo y habéis tenido cuidado de mi. Venid, benditos de mi Padre".


En el campo sanitario se utilizan los beneficios del progreso técnico, pero no pocas veces falta el corazón a la asistencia. Con frecuencia el interés sanitario está más orientado hacia la enfermedad que hacia el enfermo, considerado el mismo más como un número o un caso clínico, que como una persona o un hermano, imagen de Dios que sufre, a quien asistir.


Fue canonizado el 21 de noviembre de 1999 por S.S. Juan Pablo II.


Reproducido con autorización de Vatican.va



12:04 a.m.
La vida de San Jorge se popularizó en Europa durante la Edad Media, gracias a una versión bastante "sobria" de sus actas.

Según cuenta la tradición, el santo era un caballero cristiano que hirió gravemente a un dragón de un pantano que aterrorizaba a los habitantes de una pequeña ciudad. El pueblo sobrecogido de temor se disponía a huir, cuando San Jorge dijo que bastaba con que creyesen en Jesucristo para que el dragón muriese. El rey y sus súbditos se convirtieron al punto y el monstruo murió.


Por entonces estalló la cruel persecución de Diocleciano y Maximiano; el santo entonces comenzó a alentar a los que vacilaban en la fe, por lo que recibió crueles castigos y torturas, pero todo fue en vano.


El emperador mandó a decapitar al santo, sentencia que se llevó a cabo sin dificultad, pero cuando Diocleciano volvía del sitio de la ejecución fue consumido por un fuego bajado del cielo.


Esta versión popular de la vida del santo, induce a que en realidad San Jorge fue verdaderamente un mártir de Dióspolis (es decir Lida) de Palestina, probablemente anterior a la época de Constantino.


No se sabe exactamente como llegó a ser San Jorge patrón de Inglaterra. Ciertamente su nombre era ya conocido en las islas Británicas antes de la conquista de los normandos.


En todo caso, es muy probable que los cruzados especialmente Ricardo I hayan vuelto del oriente con una idea muy elevada sobre el poder de intercesión de San Jorge.


Consulta también San Jorge de Capadocia de Jesús Martí Ballester



12:04 a.m.
Martirologio Romano: En el monasterio cisterciense de Grottaferrata, en las inmediaciones de Frascati, cerca de Roma, beata María Gabriela Sagheddu, virgen, que generosamente ofreció su vida por la unión de los cristianos, muriendo a los veinticinco años (1939).

Etimológicamente: María = Aquella señora bella que nos guía, es de origen hebreo.


Etimológicamente: Gabriela = Aquella que es sierva del Señor, es de origen hebreo.



María Gabriela Saghedu, monja trapense. Nació en un pueblito llamado Dorgali en la isla de Cerdeña (Italia), el 17 de marzo de 1914, a los veinticinco años de edad ofreció su vida por la unidad de los cristianos.

Era una joven como las demás, pero además era inflexible con la mediocridad; le bastaba convencerse del valor de una cosa para entregarse sin reservas a ella, sea estudio, oración o apostolado... Tenía dieciocho años cuando murió su hermana tres años menor que ella. A partir de entonces comenzó una vida espiritual intensa: ingresó a la acción católica, se hizo catequista, comenzó a asistir a misa y a la comunión diaria. A los veinte años rechazó dos veces el matrimonio y decidió ingresar en el císter de Grottaferrata, cerca de Roma, a donde llegó el 30 de septiembre de 1935 para consagrarse a Dios en la oración y la ofrenda de sí misma.


Conoció el movimiento del ecumenismo impulsado por el P. Couturier quien le pidió la celebración de ocho días de oración por la unidad de los cristianos. El día de Cristo Rey del año 1937 María Gabriela emitió sus votos y se ofreció a Dios para ser consumida como pequeña ofrenda de amor y tres meses después, el 25 de enero de 1938, durante la semana por la unidad de los cristianos, ofreció su vida a Dios por esa intención.


Nunca había estado enferma y gozaba de buena salud. De pronto se sintió débil y agotada. Se supo entonces que padecía de grave tuberculosis. En el hospital escribió a la madre abadesa: El Señor me tiene sobre la cruz y yo no tengo más consolación que la de saber que sufro por cumplir la voluntad divina con espíritu de obediencia.


Una comunidad anglicana conoció el gesto de oblación de la hermana y escribió: Una caridad como la suya destruye todos los perjuicios que muchos anglicanos tienen contra Roma. Si todos sintiesen su caridad, el muro de la separación dejaría de existir.


Murió en Grottaterrata el 23 de abril de 1939, a los veinticinco años de edad.


Fue beatificada por el Papa Juan Pablo II el 25 de enero de 1983.



12:04 a.m.
Martirologio Romano: En Perusa, en la Umbría, beato Egidio de Asís, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, que, siendo compañero de san Francisco, mostró una fe intrépida y una gran simplicidad en sus peregrinaciones (1262).

Etimológicamente: Egidio = Hijo de Egeo, es de origen griego.



Entre los primeros compañeros de San Francisco está el Beato Egido ( o Gil) de Asís, el cual respaldó su petición de hacerse Hermano Menor cediendo inmediatamente su propio manto cuando al convento de los hermanos llegó un pobre a pedir alguna cosa.

Sencillo, humilde, iletrado, sabía sin embargo impulsar a todos al amor de Dios y expresar dichos llenos de seráfica doctrina. La mayor parte de su vida se caracterizó por peregrinaciones: a Santiago de Compostela, al Monte Gargano (Santuario de San Miguel Arcángel), a Tierra Santa y más tarde al Africa. Ocupaba el tiempo de permanencia y sus esperas forzosas y se ganaba la caridad de las gentes con sus trabajos manuales. Hacía de todo: cargaba agua, recogía nueces o leña, nunca ocioso, siempre en silencio con Dios, con quien hablaba en la oración y en la contemplación, única fuente de su sabiduría cristiana. Así vino a ser el ejemplar de la vida franciscana primitiva, cuyo claustro es el mundo, su ocupación cualquier trabajo honesto y humilde, y su delicia estar con Dios en las noches silenciosas.


El día de San Jorge, el 23 de abril de 1209, Gil después de escuchar la Misa en Asís, bajó a la Porciúncula con la intención de dirigirse a San Francisco. Lo encontró saliendo de un bosquecillo y se le echó a los pies. «¿Qué quieres?», le preguntó Francisco. «Quiero quedarme contigo», respondió Gil. Y se quedó. Francisco lo declaró de inmediato «caballero de la mesa redonda» y en su compañía partió para la Marca de Ancona. A lo largo del camino fray Gil alababa a Dios y lleno de gratitud se postraba en tierra y besaba la hierba, las flores y las piedras. Cuando san Francisco predicaba él permanecía estático y decía a los demás: «Escúchenlo, porque habla maravillosamente». Fuera del tiempo necesario para la oración y la lectura del breviario, Gil trabajaba continuamente y como pago sólo recibía lo estrictamente necesario para la vida. Son célebres sus dichos llenos de sabiduría religiosa y de espíritu práctico. Una vez amonestó a un predicador parlanchín, gritándole detrás: «Bao, bao, bao, hablo mucho, poco hago». Con frecuencia su sabiduría era bondadosamente irónica, como cuando un hermano dijo que había soñado en el infierno y no había visto allí ningún hermano menor, le respondió: «Seguramente no bajaste hasta el fondo!». Ante uno que hablaba mucho sin pensar, dijo: «Pienso que uno debería tener el cuello largo como la grulla; así la palabra tendría que pasar por muchos nudos antes de subir a la boca!».


Entre 1215 y 1219 estuvo como ermitaño en las afueras de Asís. Entre 1219 y 1220 estuvo como misionero en Túnez, del 23 de junio de 1225 al 31 de enero de 1226, vivió en Rieti, en casa del cardenal Niccoló, deseoso de gozar de sus conversaciones espirituales.


Fray Gil era un contemplativo, un místico, que entraba en éxtasis con sólo oír mencionar el paraíso. San Francisco y San Buenaventura tuvieron para con él una gran admiración. Más tarde, muerto ya San Francisco, su vida transcurrió en los eremitorios de la Umbría, sobre todo en el de Monterípido, donde murió muy anciano el 23 de abril de 1262. Cercano a la muerte, cuando las autoridades de Perusa enviaron gente armada a custodiarlo, les envió recado para asegurarles que nunca las campanas de Perusa resonarían por su canonización ni por milagro alguno suyo.


Llamado Beato por la voz del pueblo, la Iglesia le confirmó este título por medio de Pío VI el 4 de julio de 1777.



12:04 a.m.
Martirologio Romano: En Campo Bisenzio, de la Toscana, en Italia, beata Teresa María de la Cruz Menetti, virgen, fundadora de la Congregación de Carmelitas de Santa Teresa (1910).

Etimológicamente: Teresa = Aquella que es experta en la caza, es de origen griego.



Teresa Adelaida Cesina Manetti nació de humilde familia en San Martino a Campo Bisenzio (Florencia-Italia), el 2 de Marzo de 1846.

Familiarmente le llamaban todos "Bettina". Quedó huérfana de padre muy pronto y conoció lo dura que era la vida. A pesar de ello, ayudaba a los pobres privándose hasta de lo más necesario.


En 1872, junto con otras compañeras, se retiró a una casita de campo y allí "oraban, trabajaban y reunían a algunas lóvenes para educarlas con buenas lecturas y enseñarles la doc frina cristiana".


El 16 de Julio de 1876 fueron admitidas a la tercera Orden del Carmen Teresiano y cambió su nombre por el de Teresa María de la Cruz.


El 1877 recibió las primeras huérfanas, cuyo número fue creciendo día a día. Aquellas niñas abandonadas "eran su mejor tesoro".


El 12 de julio de 1888 las 27 primeras religiosas vistieron el hábito de la Orden de Carmen Descalzo, a la que se habían agregado el 12 de junio de 1885.


El 27 de febrero de 1904 el papa Pío X aprobaba el Instituto con el nombre de "Terciarias carmelitas de Santa Teresa".


Madre Teresa Maria vio con gran alegría extenderse el Instituto hasta Siria y el Monte Carmelo de Palestina.


Gozó siempre de muy poca salud y también su espíritu fue duramente probado, por ello le cuadraba muy bien su sobrenombre "de la cruz". Recorrió valientemente su "calvario", y con frecuencia, decía: "Tritúrame, Señor, exprímeme hasta al última gota".


Su caridad no tenía Iímites.Se entregaba a todos y en todo, olvidándose siempre de sí misma.EI obispo Andrés Casullo. que la conocía bien a fondo,atirmaba de ella: "Se desvivía por hacer el bien".


Después de pasar por noches oscurísimas de su alma, preparada por la gracia, le llegó la muerte en su mismo pueblo natal el 3 de abril de 1910, mientras repetía una vez mas. "Oh Jesús mío, sí quiero padecer más..." Y murmuraba extática: "¡Está abierto!... ya voy".


Sus escritos, sencillos y profundos a la vez, fueron aprobados el 27 de noviembre 1937.


El papa Juan Pablo II la beatificaba el 19 de octubre de 1986.


Su fiesta se celebra el 23 de abril.



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