Ella era una pastorcita en su juventud, y aprovechaba su labor para pasar horas oración solitaria, es en esta época que comenzó a tener visiones del Niño Jesús. Cuando cumplió 12 años, sus visiones fueron seguidas por un fuerte deseo de viajar a Kotor, donde ella sentía que podría orar mucho mejor.
Su madre le consiguió un trabajo como sirvienta de una católica muy adinerada, que le permitía pasar en la iglesia todo el tiempo que ella deseara, fue aquí donde Catalina se convirtió al Catolicismo Romano.
Al final de su adolescencia ella sintió el llamado de llevar la vida dura y espiritual de un anacoreta. Aunque era muy joven para asumir esta vida, su director espiritual le facilitó una celda cerca de la iglesia de San Bartolomé en Kotor.
Luego ella se mudó a una celda en la iglesia de San Pablo, y tomó el habito terciario dominico cambiando su nombre a Hosanna en memoria a la beata Hosanna de Mantua, y vivió bajo la regla dominica los siguientes 52 años.
Un grupo de hermanas dominicas se mudaron cerca de ella para seguir sus consejos y guía, pedirle oraciones. La consideraban su líder. Llegaron a ser tantas, que un convento dominico fue construido para ellas.
Las visiones místicas no se detuvieron, ella veía a la Santísima Virgen con al Niño Jesús, varios santos y de vez en cuando al mismo demonio. Alguna vez Satanás tomó la apariencia de la Virgen, pero Hosanna se dio cuenta de quien era cuando le pidió que deje la vida religiosa.
La tradición cuenta que cuando Kotor fue atacada por los turcos, lograron su liberación gracias a las oraciones de nuestra beata; también se cuenta que sus oraciones salvaron a Kotor de la plaga.
Murió en el año 1565, y fue beatificada en el año 1934 durante del pontificado de S.S. Pío XI
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