Ártículos Más Recientes

10:55 p.m.
Hijo de Clementina Diez de Sollano (mexicana) y de Ramón del Portillo y Pardo (español), Álvaro del Portillo nació en Madrid el 11 de marzo de 1914. Era el tercero de ocho hermanos.

Después de cursar el bachillerato en el Colegio El Pilar (Madrid), ingresó en la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, en la que terminó sus estudios en 1941. Posteriormente trabajó en diversas entidades oficiales con competencia en materia hidrográfica. A la vez, estudió Filosofía y Letras (Sección de Historia) y se doctoró en 1944 con la tesis Descubrimientos y exploraciones en las costas de California.


En 1935 se incorporó al Opus Dei, institución de la Iglesia Católica que había sido fundada siete años antes por san Josemaría Escrivá de Balaguer. Recibió directamente del fundador la formación y el espíritu propios de aquel nuevo camino en la Iglesia. Desarrolló una amplia labor de evangelización entre sus compañeros de estudio y trabajo, y desde 1939 realizó numerosos viajes apostólicos por diferentes ciudades de España.


El 25 de junio de 1944 fue ordenado sacerdote por el obispo de Madrid, Mons. Leopoldo Eijo y Garay, junto con José María Hernández Garnica y José Luis Múzquiz: son los tres primeros sacerdotes del Opus Dei, después del fundador.


En 1946 se trasladó a Roma, pocos meses antes de que fijara allí su residencia san Josemaría, con el que convivió también en los años siguientes. Se trata de un periodo crucial para el Opus Dei, que recibe entonces las primeras aprobaciones jurídicas de la Santa Sede. Para Mons. del Portillo empieza también una época decisiva en la que, entre otras cosas, realizará —con su actividad intelectual junto a san Josemaría y con su trabajo en la Santa Sede— una honda reflexión sobre el papel y la responsabilidad de los fieles laicos en la misión de la Iglesia, a través del trabajo profesional y las relaciones sociales y familiares. “En un hospital —escribirá años más tarde, para ejemplificar esta realidad— la Iglesia no está solo presente por el capellán: también actúa a través de los fieles que, como médicos o enfermeros, procuran prestar un buen servicio profesional y una delicada atención humana a los pacientes; en un barrio, el templo será siempre un punto de referencia indispensable: pero el único modo de llegar a los que no lo frecuentan será a través de otras familias”.


Entre 1947 y 1950 empujó la expansión apostólica del Opus Dei en Roma, Milán, Nápoles, Palermo y otras ciudades italianas. Promovió actividades de formación cristiana y atendió sacerdotalmente a numerosas personas. De la huella que su labor ha dejado en Italia hablan hoy las numerosas calles y plazas que se le han dedicado en distintos núcleos urbanos del país.


El 29 de junio de 1948, el fundador del Opus Dei erigió en Roma el Collegio Romano della Santa Croce, centro internacional de formación del que Álvaro del Portillo fue primer rector y en el que enseñó teología moral (1948-1953). En ese mismo año (1948) obtuvo el doctorado en Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de Santo Tomás.


Durante sus años en Roma, los diversos Papas que se suceden (desde Pío XII hasta Juan Pablo II) le llamaron a desempeñar numerosos encargos, como miembro o consultor de 13 organismos de la Santa Sede.


Participó activamente en el Concilio Vaticano II. Juan XXIII le nombró consultor de la Sagrada Congregación del Concilio (1959-66). En las etapas previas al Vaticano II, fue presidente de la Comisión para el Laicado. Ya en el curso del Concilio (1962-65) fue secretario de la Comisión sobre la Disciplina del Clero y del Pueblo Cristiano. Terminado este evento eclesial, Pablo VI le nombró consultor de la Comisión postconciliar sobre los Obispos y el Régimen de las Diócesis (1966). Fue también, durante muchos años, consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe.


La vida de Álvaro del Portillo está estrechamente unida a la del fundador. Permaneció siempre a su lado hasta el mismo momento de su muerte, el 26 de junio de 1975, colaborando con san Josemaría en las tareas de evangelización y de gobierno pastoral. Con él viajó a numerosos países para disponer y orientar los diversos apostolados del Opus Dei. “Al advertir su presencia amable y discreta al lado de la dinámica figura de Mons. Escrivá, me venía al pensamiento la modestia de san José”, escribirá a su muerte un agustino irlandés, el Padre John O´Connor.


El 15 de septiembre de 1975, en el congreso general convocado tras el fallecimiento del fundador, don Álvaro del Portillo fue elegido para sucederle al frente del Opus Dei. El 28 de noviembre de 1982, cuando el beato Juan Pablo II erigió el Opus Dei en prelatura personal, le designó Prelado de la nueva prelatura. Ocho años después, el 7 de diciembre de 1990, le nombró obispo y, el 6 de enero de 1991, le confirió la ordenación episcopal en la basílica de San Pedro.


A lo largo de los años en que estuvo al frente del Opus Dei, Mons. Álvaro del Portillo promovió el comienzo de la actividad de la prelatura en 20 nuevos países. En sus viajes pastorales, que le llevaron a los cinco continentes, habló a miles de personas de amor a la Iglesia y al Papa, y predicó con persuasiva simpatía el mensaje cristiano de san Josemaría acerca de la santidad en la vida ordinaria.


Como Prelado del Opus Dei, Mons. Álvaro del Portillo estimuló la puesta en marcha de numerosas iniciativas sociales y educativas. El Centre Hospitalier Monkole (Kinshasa, Congo), el Center for Industrial Technology and Enterprise (CITE, en Cebú, Filipinas) y la Niger Foundation (Enugu, Nigeria) son ejemplos de instituciones de desarrollo social llevadas a cabo por fieles del Opus Dei, junto a otras personas, bajo el impulso directo de monseñor del Portillo.


Asimismo, la Universidad Pontificia de la Santa Cruz (desde 1985) y el seminario internacional Sedes Sapientiae (desde 1990), ambos en Roma, así como el Colegio Eclesiástico Internacional Bidasoa (Pamplona, España), han formado para las diócesis a miles de candidatos al sacerdocio enviados por obispos de todo el mundo. Son una muestra de la preocupación de monseñor del Portillo por el papel del sacerdote en el mundo actual, tema al que dedicó buena parte de sus energías, como se puso de manifiesto en los años del Concilio Vaticano II. “El sacerdocio no es una carrera —escribió en 1986— sino una entrega generosa, plena, sin cálculos ni limitaciones, para ser sembradores de paz y de alegría en el mundo, y para abrir las puertas del Cielo a quienes se beneficien de ese servicio y ministerio”.


Mons. Álvaro del Portillo falleció en Roma en la madrugada del 23 de marzo de 1994, pocas horas después de regresar de una peregrinación a Tierra Santa. La víspera, el 22 de marzo, había celebrado su última misa en la iglesia del Cenáculo de Jerusalén.


Álvaro del Portillo es autor de publicaciones sobre materias teológicas, canónicas y pastorales: Fieles y laicos en la Iglesia (1969), Escritos sobre el sacerdocio (1970) y numerosos textos dispersos, gran parte de ellos recogidos póstumamente en el volumen Rendere amabile la Verità. Raccolta di scritti di Mons. Álvaro del Portillo, publicado en 1995 por la Libreria Editrice Vaticana. En 1992 se publicó el volumen Intervista sul Fondatore dell´Opus Dei, fruto de sus conversaciones con el periodista italiano Cesare Cavalleri, sobre la figura de san Josemaría Escrivá, que ha sido traducido a varias lenguas.


Tras su muerte en 1994, miles de personas han testimoniado por escrito su recuerdo de monseñor Álvaro del Portillo: su bondad, el calor de su sonrisa, su humildad, su audacia sobrenatural, la paz interior que su palabra les comunicaba.


El milagro de la beatificación


La Santa Sede reconoció como milagrosa la recuperación del niño José Ignacio Ureta Wilson tras un paro cardíaco de más de media hora, acaecido el 2 de agosto de 2003.


José Ignacio nació el 10 de julio de 2003 en Santiago de Chile con un cuadro clínico grave, en el que destacaban un onfalocele –una hernia a nivel umbilical que contenía el hígado y otras vísceras abdominales– y una “tetralogía de Fallot” (una combinación de cuatro defectos cardíacos que comporta la mezcla de sangre oxigenada con la que no lleva oxígeno).


Dos días después del nacimiento, fue operado del onfalocele. Durante la intervención quirúrgica tuvo un primer paro cardíaco por hipotermia. Entre el 19 y el 25 de julio tuvo tres crisis anoxémicas (falta de oxígeno en la sangre): una el 19, por retracción o atelectasia del pulmón izquierdo; y dos el 25, por un problema idéntico en parte del pulmón derecho. Estos eventos tuvieron consecuencias graves en la región cerebral: una ecografía del 28 de julio muestra lesiones hipóxico-isquémicas (es decir, falta de oxigenación por circulación sanguínea insuficiente) en el cerebro. Al cabo de poco, el cuadro empeoró: en la noche del 29 al 30 de julio, José Ignacio tuvo una crisis epiléptica.


Los médicos decidieron entonces realizar una intervención cardio-quirúrgica paliativa que consistía en aplicarle el llamado “shunt de Blalock-Taussig”. Esta operación tuvo lugar el mismo 30 de julio.


El 2 de agosto, alrededor de la una de la tarde, se presentó una insuficiencia cardíaca aguda, manifestada por un ritmo cardíaco muy lento e hipotensión. A las dos se repitió una crisis similar y se diagnosticó un taponamiento cardíaco masivo: se había producido una acumulación de sangre alrededor del corazón que dificultaba los latidos. A pesar del tratamiento que se le aplicó, la situación continuó deteriorándose gradualmente, y alrededor de las 15:30 se produjo un paro cardíaco que duró entre 30 y 45 minutos.


Enseguida los médicos comenzaron las maniobras de reanimación: masaje cardíaco, punciones evacuadoras de la sangre acumulada en el pericardio y repetidas transfusiones de sangre. Las punciones no dieron ningún resultado, pues el derrame se reproducía continuamente, lo que daba lugar a un empeoramiento de la situación. La hemorragia superó los 140 mililitros, cantidad que se estima superior al volumen total de sangre de José Ignacio.


Después de 30-45 minutos de esfuerzos inútiles, los médicos —como se hace habitualmente— redujeron el ritmo de las maniobras de ventilación manual y de masaje cardíaco, pues pensaban que el bebé estaba muerto. En ese momento, sin ningún tratamiento adicional y de modo totalmente inesperado, el corazón del recién nacido comenzó a latir de nuevo, hasta alcanzar en seguida un ritmo de 130 pulsaciones por minuto.


Después de un paro cardíaco tan prolongado, el cerebro del paciente –ya afectado por graves daños vasculares en los primeros días de vida– habría tenido que experimentar un nuevo daño, mucho más serio que el descubierto por la ecografía del 28 de julio. Sin embargo, esto no ocurrió.


Las condiciones de José Ignacio fueron mejorando en los días siguientes y, el 3 de septiembre de 2003, fue dado de alta. Actualmente, diez años después, hace vida completamente normal.


Los padres de José Ignacio habían rezado por su hijo a través de la intercesión del Venerable Siervo de Dios Álvaro del Portillo ya desde el embarazo, que presentó numerosas dificultades. Por algún tiempo, la madre llevó sobre el vientre una estampa de don Álvaro. Después puso también una estampa sobre la cuna del niño y pidió a sus amigas que encomendaran la salud de José Ignacio a Mons. del Portillo.


El 2 de agosto, durante el prolongado paro cardíaco, los padres pidieron con gran fe la curación de su hijo, recitando la estampa de don Álvaro sin cesar. Al referirse a aquellos momentos, la madre de José Ignacio ha afirmado: “Supongo que mientras lo reanimaban y yo rezaba, eso fue coincidente con el tiempo de la mejoría. Yo diría que hubo un paralelo. (…) Yo nunca dejé de pensar que podía ser un milagro”.




NOTA: El 5 de julio de 2013 el Papa Francisco firmó el decreto en el cual se reconoce un milagro obtenido por su intercesión, tan sólo falta que se conozca la fecha en que se realizará la ceremonia de beatificación.



10:55 p.m.
Martirologio Romano: En Leopoldvara, ciudad de Eslovaquia, beato Metodio Domingo Trcka, presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor y mártir, que en tiempo de persecución por causa de la fe, cambió su peregrinar terreno en vida eterna con su glorioso martirio (1959).

Etimológicamente: Metodio = Aquel que es estudioso e investigador, es de origen griego.


Fecha de beatificación: 4 de noviembre de 2001 por S.S. Juan Pablo II



Dominick Trcka nace el 6 de julio en Frydlant nad Ostravici (actualmente Republica Checa), ultimo de los siete hijos de Františka Šterbova y Tomaš Trcka. Fue bautizado el día siguiente de su nacimiento, el 7 de julio de 1886. Crece en una familia católica donde recibe una buena educación cristiana. Una de sus hermanas fue religiosa.

Dominick comenzó sus estudios en la escuela elemental de Frydlant y después paso al instituto de Mistek. Durante el curso 1902/1903 comenzó a frecuentar la clase sexta del Jovenado Redentorista a Cervenka. Tras esos contactos, decidió entrar en la Congregación del Santísimo Redentor. La etapa siguiente de su vida religiosa fue su ingreso en el noviciado de Bilsko que comenzó en agosto de 1903. Emite la profesión religiosa el 25 de agosto de 1904 (curiosamente la fecha de su martirio).


Después del noviciado continuo los estudios de filosofía y teología en el seminario redentorista, en Oborišt. Aquí se llenó de los ideales de los Santos Hermanos Cirilo e Metodio, primeros evangelizadores de Europa Oriental y Patronos de Europa. Ambos son los fundadores de esas iglesias y los creadores de sus caracteres en la escritura. Trcka quería con todo el corazón trabajar en el campo de la unidad de la iglesia. En su rara correspondencia aparece con evidencia que esperaba con gloria el día de su ordenación sacerdotal. El 17 de julio de 1910 es ordenado presbítero por el arzoobispo de Praga, el cardenal Leo Skrbensky. Después de su primera misa, celebrada el 18 de julio en San Kajetan a Praga, regreso a Oborište para terminar el ultimo ano de estudios teológicos.


De Oborište fue trasferido a Praga (1911) donde comenzó, bajo la guía del P. Fratišek Polepil, para el segundo noviciado y donde continuará como misionero.


Sus superiores dan los siguientes informes: "El Padre Trcka, preparando la predica, quiere ser original. No siempre lo consigue, pero acepta las criticas. En cuanto a la proclamación, lo hace bien, afablemente".


En diciembre de 1914 fue transferido a Svata Hora, donde trabajo como misionero. Cuando el P. Sorko, a causa de su mala salud, deja el trabajo entre los emigrantes Croatas, el P. Trcka rápidamente se muestra disponible a asumir un encargo tan delicado.


Así inicio la actividad de guia espiritual entre los Croatas, que se convirtieron "en sus abandonados" y que sirvió en el ministerio de la caridad, mostrándose imagen del amoroso Padre Celeste. Se entrego con todas sus energías en la transmisión de la fe, sobre todo con la catequesis y la celebración de la santa liturgia, celebrada para los Croatas, Eslovenios y Rutenos, sea para los fugitivos como para los soldados del hospital de Pribran. Parecía que donde ocurría alguna cosa entre los eslavos, allí aparecía "casualmente" el P. Trcka.


Misionero entre los greco-católicos


El 2 de agosto de 1918 se encontraba en la comunidad de Svata Hora cuando fue trasladado a Brno, para trabajar entre los greco-católicos, según mandato del Padre General de los Redentoristas: "El reverendísimo P. General ha nombrado a usted y al P. Stanislav Nekula como misioneros en Halic, para los greco-católicos. Deberán partir apenas las condiciones lo permitan".


Estaba en curso la guerra polaco-ucraniana, aunque ésta termino pronto y sin grandes catástrofes. Por fin se cumplía el gran deseo del Padre Trcka de celebrar en rito oriental y trabajar por los cristianos de tradición eslava. Parte, junto al P. Nekula, a Galizia. LLegan a Leopolis agotados por el viaje, pero felices de estar ya en casa. Los padres belgas que atendían a los greco-católicos se sorprendían solo de la rapidez con la que aprendían la nueva lengua, el rito y la tradición oriental.


En este lugar recibe el P. Dominik el nombre de Metodio, en honor de uno de los dos Santos Apóstoles de las Iglesias Orientales. En todo era guiado y acompañado casi siempre por Nikolaj Carnecky, otro futuro beato mártir redentorista, que en este periodo era tan sólo novicio. El cambio, a pesar de ser deseado, no fue fácil: nueva lengua, nuevo rito, nueva cultura.


En enero de 1920 se funda el convento de Stanislavov (hoy Ivanofrankivsk) al que es destinado el P. Metodij. Como el mismo escribe en la carta a los superiores, había tanto trabajo que no encontraban tiempo para la misión que tenían. Al inicio de octubre de 1921 el P. Provincial llama de nuevo al P. Trcka y al P. Nekula a Galizia. Irán a Eslovaquia en diciembre, a la Comunidad de Stropkov.


Se intensificaron los trabajos de apostolado en la diocesis de Prešov, se abrieron nuevos campos para las misiones de S. Giosafat, el culto a la Virgen del Perpetuo Socorro, la fiesta anual a Maria, los ejercicios espirituales y los retiros para los seminaristas, curas y religiosos: estas eran las obras apostólicas en las que trabajaba. Su preocupación primordial era estar al servicio del pueblo de Dios, ofrecer instrumentos para una aumento de los valores morales , reconstruir y consolidar la conciencia católica entre los greco-católicos -a menudo infravalorados tanto por romano-católicos como por ortodoxos-. Las misiones populares gozaban de gran respuesta y popularidad.


El estado de guerra permanente no permitía realizar muchos proyectos, y se presentaba como un obstáculo difícil de superar. Para el estado Eslovaco, los redentoristas de Michalovce eran sospechosos, tanto por su nacionalidad checa, como por ser considerados fanáticos religiosos (ya que no eran ortodoxos); otros les acusaban de hacer propaganda checa. Hicieran lo que hicieran, siempre se interpretaba mal su actuación y buscaban la forma de expulsarlos del país. La situación empeoró todavía más en 1940, cuando el obispo de Prešov Gojdie escribió una carta pastoral, y el P. Metodio fue acusado por la policía de difundir la carta y actuar contra el estado.


El 21 de diciembre de 1945 se creaba la nueva Viceprovincia de Michalovice, de Redentoristas de Rito Greco-Católico, independiente de los redentoristas de rito latino o romano. Su primer superior viceprovincial fue P. Metodij Dominick Trcka. Cuando acepto el encargo entre otras cosas dijo: "¿Qué es esta nueva viceprovincia? Somos los aquí presentes. Depende de nosotros y de cómo la construyamos". Era un entusiasta para todas las iniciativas y tenia en consideración las buenas propuestas. En los anos 1946-48, el P. Trcka se empeñó en la fundación de nuevos monasterios en Stropkov y Savinov, la reconstrucción de la iglesia de Stropkov y la formación de los jóvenes redentoristas. Fue un periodo de desarrollo y de grandes esperanzas par el futuro.


Como se ha podido ver con el paso de los años, no todos los proyectos se realizaron, porque cuando el partido comunista llegó al poder, la actitud hostil del Estado contra la Iglesia aumentó. Los redentoristas eran controlados, sobretodo en la iglesia durante las homilías y predicaciones. El superior, P.Metodij, era requerido en los despachos en muchas ocasiones, donde se le reprochaba que permitía abusar del pulpito en contra del régimen actual. El 19 de julio de 1948, la policía entró en el convento y registró la casa, no encontrando nada comprometedor.


El régimen comunista y la Iglesia


La presión del régimen comunista contra la Iglesia aumentaba. El P. Metodij, como superior de los redentoristas greco-católicos, sentía los efectos. Fue abolido el jovenado para futuros misioneros redentoristas de Michalovice y suprimida una revista muy popular de los redentoristas.


Hasta la misma viceprovincia fue disuleta por el régimen comunista, por lo que los redentoristas greco-católicos se vieron obligados a pasarse a la viceprovincia de los redentoristas de rito latino. El P. Trcka es obligado a irse de Michalovce y se instala en Sabinov, donde continuaba guiando secretamente a los miembros de la viceprovincia. Esta situación duro hasta la noche del 13 de abril de 1950, día en que el gobierno comunista checo suprime todas las comunidades religiosas del país.


Cerca de las once de la noche, se oyó un estruendo muy fuerte en la puerta del convento. Cuando el hermano Nikifor abrió la puerta de la comunidad, ve delante de él a un gruipo de enviados a suprimir la comunidad de los redentoristas de Sabinov. El P. Trcka y el hermano Nikifor son llevados a Podoline. Los enviados por el régimen informan así a sus oficiales: "En los documentos he encontrado material que le compromete: una carta del P. Mastiliak de 1937, en la cual Roma agradece por las buenas noticias que venían de la Eslovaquia oriental. Carta dirigida a P. Trcka. Además hemos encontrado el pasaporte del P. Trcka. Estas cartas junto con otros materiales han sido retirados por la policía de estado. La intención de P. Metodij Trcka acerca de su viaje al exterior están confirmados también en esta circunstancia. Hasta hace un día ha estado buscando astutamente una nueva legalidad, probablemente bajo otro nombre, por que ha estado en el barbero de Sabinov y le ha dicho que se debía cortar la barba." Por esta "Hoja de cargos", una simple carta de un cohermano y la historia inventada del intento de fuga al exterior con un pasaporte falso, el P. Metodij fue condenado en juicio sumadisimo, a 12 años de sufrimientos en las cárceles. Recibe esta cruz con esperanza y confianza en Dios, que da la cruz pero también la fuerza de soportarla.


El martirio: interrogatorios, cárcel y maltratos


El P. Metodij fue a Podoline solo por un breve periodo de tiempo. En mayo lo condujeron a Leopoldov y de aquí a Bac. Otro redentoristas informará así a Roma del suceso: "en los meses de mayo y junio de 1950, cinco de nuestros padres, Trcka, Fail, Dirkan, Szitas y yo, fuimos llevados a los edificios adyacentes a la prisión y arrojados en la terrible cárcel de Leopoldov, donde hemos sufrido por casi 40 días, en camisa y pantalones, con los pies descalzos, sin ningún trabajo, sin la eucaristía, ni breviario ni rosario, bajo una luz fuerte de día y de noche, cada minuto bajo la mirada de los peores guardias, sufriendo terribles interrogatorios durante el día y durante la noche, con los métodos más terribles, psíquicos e físicos juntos, que la moderna criminología comunista tenia a su disposición. Dicho humanamente, era casi insoportable. Cada momento deseábamos morir más bien que vivir. No sabíamos los unos de los otros. Después de 40 días en la celda de interrogatorio, hemos sido trasladados con los otros al convento-cárcel".


En el mes de septiembre fue abolido el campo de internamiento de Bac y todos sus prisioneros fueron trasladados a Podolinec.


En diciembre de 1950, el P. Trcka estaba de nuevo en Podolinec. Según cuentan testigos oculares, el P. Metodij, después del sock inicial por todo lo sucedido, recuperó de nuevo su equilibrio y su buen humor. Se alegraba cuando los jóvenes cohermanos lo visitaban, y siempre les daba las cosas que él había recibido. Bromeaba con ellos, con el fin de que los cohermanos tuvieran buen humor y serenidad. Los prisioneros religiosos vivian bajo presión psíquica, siempre en la incertidumbre del futuro.


El P. Metodij compareció ante un tribunal el 21 de abril de 1952. El procurador del estado le acusó de colaboración con el obispo Gojdie, de difundir sus ilegales cartas pastorales en contra del estado y de enviar información secreta a través de sus superiores en Praga a Roma: ha de ser condenado por crímenes de alto espionaje. Fue condenado por alta traición y espionaje político. Considerando su grado de peligrosidad, se le impuso una pena de reclusión y trabajos forzados, además de una cuantiosa multa por penas menores. A partir de aquí comenzó su largo camino de sufrimiento, que terminara con su martirio.


Después de la sentencia fue llevado a Llava, con el numero 2535. La vida en esta carcel era muy dura, especialmente para los ancianos. El P. Trcka pertenecía a los prisioneros más débiles. Su salud y edad no le permitían de trabajar plenamente. La fuerza para soportar la persecución y la tortura le venía de la liturgia, celebraba secretamente en prisión, con objetos que le enviaba un sobrino: ".. pido algún limón y uva pasa, porque no tenemos frutas. Envíame unos panes, un dulce y también un bollo de trigo puro con levadura y el agua, sin grasa ni sal, al menos de vez en cuando...". Así pedía pan y vino (uva pasa), con el fin de poder celebrar la Eucaristía.


El 22 de abril de 1958, el P.Metodij fue trasferido nuevamente a la prisión de Leopoldov. En la cárcel reservada a los curas vivían 18 sacerdotes, de los cuales 5 eran ancianos y enfermos. La Noche de Navidad de 1958 canta una canción navideña. Por este hecho es confinado a una celda de castigo y aislamiento. Allí contrae una grave pulmonía, que le llevará a la muerte el 23 de marzo de 1959.


Al día siguiente lo enterraron, obviamente sin ningún sacerdote, en el cementerio de la cárcel con la asistencia de un guardia.


Después de la restauración de la iglesia greco-católica en el 1968, los redentoristas pudieron pedir el traslado de los restos mortales de P. Trcka del cementerio de la prisión de Leopoldov a Michalovice. En el 1969, los redentoristas pidieron que el régimen comunista lo rehabilitara, sin éxito. En 1990, después de la caída del régimen comunista, el P. Metodij Dominik Trcka fue rehabilitado por el tribunal regional de Kosice, y con esto fue oficialmente reconocida la culpa del estado por su encarcelación injusta, por su condena y por su muerte.


Si usted tiene información relevante para la canonización del Beato Metodio, contacte a:

Redemptoristi, Masarykova 35

071 01 Michalovce, ESLOVAQUIA



11:45 p.m.
Bienvenido Scotívoli nació en Ancona en 1188; estudió derecho en Bolonia bajo la guía de San Silvestre Guzzolini, canónigo de Osimo, después fundador de los monjes Silvestrinos.

Nombrado capellán pontificio, luego arcediano de Ancona. El 1 de agosto de 1263 fue nombrado administrador de la diócesis de Osimo, que había sido unida a la Numana por Gregorio IX en castigo por su adhesión al partido de Federico II. Restablecida la sede el 13 de marzo de 1264 Urbano IV le confió su gobierno a Bienvenido, que en 1267 fue también encargado por Clemente IV del gobierno de la Marca de Ancona.


En este período ordenó sacerdote a san Nicolás de Tolentino. Fue devotísimo de San Francisco, acogió en su diócesis a los Hermanos Menores y pidió pertenecer a la primera Orden. Vistió con fervor el hábito y se empeñó en vivir el espíritu seráfico.


Bienvenido fue un gran reformador. Por una disposición del 15 de enero de 1270 prohibió al monasterio de San Florencio de Pescivalle, del cual era administrador, enajenar los bienes.


En un sínodo habido el 7 de febrero de 1273 prohibió la venta de las propiedades eclesiásticas y en 1274 puso en marcha las reforma del capítulo de la catedral y defendió los derechos de la diócesis sobre la ciudad de Cingoli.


En su ministerio episcopal siempre tuvo como única meta promover la gloria de Dios, despreciar las riquezas y las cosas del mundo, trabajar intensamente por el bien de su alma y de las almas confiadas a sus cuidados.


En su actuación sabía unir la fortaleza y la suavidad de los modales, para el triunfo de la justicia y de la paz en el vínculo del amor. Fue un verdadero y buen pastor de su rebaño y vigilante custodio de las leyes de Dios y de la Iglesia. Celoso en la predicación evangélica y en la instrucción catequística, muchas veces visitó la diócesis, celebró un sínodo diocesano en el cual dictó sabias normas para promover la disciplina eclesiástica. Promovió la cultura y la formación de los nuevos levitas, que preparaba para el sacerdocio, con palabra inspirada, con el buen ejemplo, y con su vida santa.


Bienvenido murió el 2 de marzo de 1282, a los 94 años de edad. Fue sepultado en la iglesia catedral de Osimo en un noble mausoleo, por disposición del clero y el pueblo. Sobre su sepulcro tuvieron lugar gracias y milagros. Martín IV reconoció el culto en 1284, sin haber sido canonizado.



11:45 p.m.
Nació el 16 de marzo de 1878 en el castillo de Dinklage, en Oldenburg (Alemania). Era el undécimo de trece hijos de los condes Ferdinand y Elisabetta von Spee; creció en el seno de una familia creyente. Comenzó sus primeros estudios en el colegio de los jesuitas de Feldberg y obtuvo el título de bachillerato en 1896, en Vechta. Continuó sus estudios en Friburgo (Suiza), Innsbruck y Münster. Recibió la ordenación sacerdotal el 28 de mayo de 1904.

Durante un breve período ejerció el ministerio como vicario cooperador de la catedral de Münster; luego fue nombrado vicario cooperador de la iglesia de San Matías en Berlín. Comenzó así una actividad sacerdotal en la capital del antiguo imperio alemán, que duró 23 años. Trabajó durante algunos años como cooperador en la parroquia de San Clemente; luego fue nombrado párroco de San Matías en Berlín-Schöneberg. Allí vivió los años terribles de la primera guerra mundial, los disturbios de la posguerra y un largo período de la época de Weimar. La situación de la diáspora en Berlín le obligó a afrontar notables exigencias pastorales. En 1929 fue nombrado párroco de la iglesia de San Lamberto en Münster.


A la muerte del obispo Johannes Poggenburg, fue nombrado obispo de Münster. Recibió la consagración episcopal el 28 de octubre de 1933. Eligió como lema: "Nec laudibus, nec timore" (Ni por alabanzas ni por amenazas me desviaré de los caminos de Dios).


En su primera carta pastoral, para la Cuaresma de 1934, desenmascaró la ideología neopagana del nacionalsocialismo. En los años siguientes defendió continuamente la libertad de la Iglesia y de las asociaciones católicas, así como la enseñanza de la religión. En un sermón en la catedral de Xanten, en la primavera de 1936, acusó abiertamente al régimen nacionalsocialista de discriminar a los cristianos, encarcelarlos y hasta matarlos.


Mons. Clemens August von Galen fue uno de los obispos que Pío XI invitó a Roma en enero de 1937 para conversar con ellos sobre la situación en Alemania y para preparar la encíclica "Mit Brennender Sorge" (Con gran preocupación), en la que el Papa acusó al régimen nacionalsocialista ante la opinión mundial. Gran resonancia mundial tuvieron más tarde, como punto culminante de su resistencia abierta contra el nacionalsocialismo, los tres famosos sermones que pronunció en el verano de 1941 ―el 13 de julio y el 3 de agosto― en la iglesia de San Lamberto y ―el 20 de julio― en la parroquia de Nuestra Señora en Münster, llamada "Überwasserkirche"; en ellos condenó los abusos del Estado y reclamó el derecho a la vida, a la inviolabilidad y a la libertad de los ciudadanos. Fustigó duramente el asesinato de los discapacitados físicos y mentales por considerarlos "improductivos". Por su actitud valiente fue llamado "el León de Münster". La autoridad nacional se sintió fuertemente herida y quería detenerlo y asesinarlo, pero temió perder el apoyo de la población católica de la diócesis de Münster para el tiempo de la guerra. El obispo sufrió mucho porque en su lugar llevaron a campos de concentración a 24 miembros del clero secular y 18 del clero regular, de los cuales 10 perdieron la vida.


En los difíciles meses de la posguerra, muchas personas recurrían a él. Se opuso abiertamente a las autoridades de ocupación cuando se quería cometer alguna injusticia. Contradijo enérgicamente a la opinión entonces dominante de la culpabilidad colectiva de todos los alemanes.


Pío XII lo creó cardenal el 18 de febrero de 1946, como reconocimiento a su actitud intrépida durante el período del nacionalsocialismo. Los fieles que llenaban la basílica de San Pedro aplaudieron cuando recibió de manos del Papa la dignidad cardenalicia. Al regresar a la diócesis, el 16 de marzo de 1946, fue acogido con entusiasmo por una gran multitud. Ante las ruinas de la catedral destruida pronunció su último discurso. Al día siguiente, después de una operación quirúrgica, enfermó de gravedad. Murió el 22 de marzo de ese mismo año y fue sepultado en la capilla de San Ludgero de la catedral derruida.


Fue un hombre de fe profunda y muy piadoso, como lo atestiguan sus cartas; uno de sus primeros actos pastorales fue la institución de la adoración perpetua en la iglesia de San Servacio de Münster. De su oración profunda sacaba fuerza para su inquebrantable resistencia a la injusticia e inhumanidad de los poderosos nacionalsocialistas y para su acción pastoral. Muchas veces, al alba, peregrinaba al santuario de la Virgen en Telgte para suplicar la protección de la Madre de Dios. Sigue siendo también hoy modelo para afrontar la "dictadura" de la moda o de la opinión pública, y enseña que se debe sacar la fuerza para ello de la fe personal y de una religiosidad auténtica.



11:45 p.m.
Es el santo del silencio, la oración, el trabajo y la amistad.

Niñez y familia


Sabemos muy poco. Nace en Oxford. Su padre es Walter Owen, un carpintero nombrado en los registros de la ciudad.


Walter tiene éxito al ejercer una verdadera influencia religiosa en sus hijos. Los tiempos de la Reforma, iniciada por Enrique VIII, deben vivirse con gran cuidado. Es un período de constante tira y afloja. Inteligencia y acción son los requisitos necesarios para cualquier empresa. También, cuando se trata de preservar la fe de los hijos.


Toda la familia Owen, con el ejemplo del padre, mantiene incólume la fe y se consagra enteramente a ella.


Enrique, el hermano mayor, después de aprendido el oficio de impresor, se dedica al peligroso comercio de editar y distribuir los libros católicos. Desde 1595 a 1601, en Northamptonshire, dirige la editorial que tiene como logotipo el de "impreso en Amberes".


Sus hermanos Walter y John reciben la ordenación sacerdotal en el célebre Colegio de Douai del continente.


Nicolás, todavía laico, siempre ayuda con dinero. Esto consta por una carta del P. Enrique Garnet, el superior de los jesuitas. "Nosotros tenemos como bienhechores a un buen número de laicos, todos muy bien conocidos. Uno de ellos es un carpintero. Quiera Dios que un día pueda ingresar en nuestra Compañía. Él tiene una extraordinaria habilidad y maestría, digna de toda confianza, para construir gratuitamente en todo el país escondites que permiten a los sacerdotes católicos estar seguros del furor protestante. Cualquier dinero que es forzado a recibir por sus trabajos, él lo da a sus dos hermanos presos, uno sacerdote y el otro un laico".


Un poco de historia


Desde un comienzo, como dijimos, los Owen sobreviven a la Reforma. Walter Owen, el padre, vive el infeliz tiempo del cambio, pero conserva el camino antiguo.


Bajo el reinado de Enrique VIII, Walter conoce de cerca la muerte de Tomás Moro, el santo Lord Canciller del Reino. También oye hablar del martirio de los Cartujos. Sin embargo, la práctica religiosa del país parece no haber cambiado para la gente común. Se puede oír misa y recibir los sacramentos. Walter vive y, probablemente, lamenta la expulsión de los religiosos de Oxford. Pero hasta la muerte del rey Enrique VIII Walter cree que, sin peligro, puede seguir siendo un buen católico.


Eduardo VI, el hijo del rey Enrique, reforma la religión de Roma. La misa católica queda prohibida y los servicios ingleses son ahora obligatorios. Las imágenes de los santos y de la Virgen son destruidas o mutiladas. Los altares de piedra son reemplazados por mesas de madera. En todas partes los predicadores del rey hablan contra la Eucaristía y ridiculizan a María. El sacramento de la Penitencia se suprime o es administrado muy en secreto. Ahora, en la misa las especies no se cambian en el cuerpo y la sangre de Cristo.


Después de siete años, Eduardo muere en 1553 y, lo sucede su media hermana María. Ella es católica. El antiguo régimen vuelve a ser restaurado. La Iglesia en Inglaterra se reconcilia con Roma y todo parece volver al verdadero cauce.


Pero la paz y la unidad, una vez rota, son difíciles de reconstruir. Muchos de los reformadores, que un día tuvieron poder en el reinado de Eduardo, no se someten.


En Oxford, los tres reformadores más importantes: Cramer, Latimer y Ridley, son quemados vivos. Tal vez los Owen ayudan a encender las hogueras. A lo mejor sienten repulsión o, con la implacable conducta de los pequeños, injurian a los condenados. No lo sabemos. Pero Nicolás, por cierto, no tiene suficiente edad para participar en la restauración.


En 1558, Isabel I sube al trono. Ella también es hija de Enrique VIII. La nueva reina determina que la Reforma regrese con toda su fuerza.


Nicolás, el carpintero


Pero, ¿qué pasa en Oxford? Nicolás empieza a vivir sus años de turbación. No vuelve ya el tiempo tranquilo de la niñez. Él tiene ahora diez años.

Aprende el oficio de albañil y carpintero con su padre. La carpintería, en ese tiempo, es una profesión que no está abierta a los aficionados. Nicolás, con entusiasmo, llega a ser un notable maestro en el arte.


Ingreso en la Compañía de Jesús


¿En qué fecha ingresa Nicolás a la Compañía de Jesús? No lo sabemos exactamente. Pero desde muy temprano se une al grupo que es fiel a los jesuitas.


La primera expedición, la de los PP. Roberto Persons y Edmundo Campion, cruza el canal de la Mancha en junio de 1580. A Nicolás Owen no le resulta difícil contactarse con ellos. Los dos han sido profesores en la Universidad de Oxford. Por lo tanto, son antiguos conocidos y él es de confianza.


El P. Roberto Persons es el superior. No tiene instrucciones de admitir en la Compañía. Lo puede hacer en casos urgentes y muy cualificados. Lo normal es ingresar a un noviciado, pero éste está en el continente. Persons acepta a Nicolás, pero lo deja en el país. No parece conveniente prescindir de sus servicios. Le exige guardar estricto secreto. Owen acepta. Tanto es el silencio que muy pocos, aun sus propios hermanos jesuitas, los actuales y los siguientes, llegan a imaginar que él es religioso.


Con San Edmundo Campion


La primera misión recibida es ser compañero y discípulo del P. Edmundo Campion. Es un noviciado muy especial y con un maestro santo.


Edmundo tiene por ministerio recorrer el país, a lo largo y a lo ancho. "A caballo voy de una parte a otra. Es una tarea pesada y maravillosa. Durante los viajes pienso y medito mis sermones. Luego, en casa, los corrijo. No escaparé de las manos de los enemigos. Ellos tienen muchos ojos, muchas bocas, muchos espías y también argucias. Voy disfrazado, en forma bastante ridícula. Constantemente cambio el disfraz y también el nombre".


Detrás de Campion también cabalga Nicolás con su disfraz. Ha escogido el traje pobre del sirviente. En esto ha insistido ante Edmundo, quien desearía mostrarlo como un amigo. Sí, la amistad es verdadera, pero Nicolás prefiere estar en un tercer plano. Es más seguro para Campion. Owen así puede vigilar mejor, contra los ojos y las bocas que amenazan a su amigo que va siempre en oración.


Aprende a orar, al galope, al trote o al paso, en la mejor escuela y con el mejor maestro.


Los libros de Campion, el famoso documento dirigido al Consejo de la Reina y también las "Diez Razones", son publicados en la imprenta de Enrique Owen, el hermano mayor. Nicolás se encarga de llevar los manuscritos a la imprenta clandestina y de distribuir los libros entre los amigos fieles.


El martirio de Campion


Lo sabemos. Edmundo Campion es detenido el 16 de julio de 1581 en Lyford. El traidor se llama Jorge Elliot, que se hace pasar por un católico fiel.


Es seguro: Nicolás Owen no estuvo en esa ocasión. ¿Por qué? ¿En qué otra misión lo tenía ocupado ese día la obediencia?


Nicolás sufre con la prisión del amigo, su padre y compañero. ¿Quién puede darle paz y lograr consolarlo? En la soledad y en la oración muchas veces repasa su ausencia en ese día amargo. Si él hubiera estado ahí, tal vez la situación habría sido diferente. No se disculpa, pero llora en silencio.


El P. Roberto Persons pretende darle la paz que necesita. Su misión ahora, le dice, es atender a Campion en la prisión, mientras se desarrollen los procesos. Nicolás es hábil y él puede comunicarse con los detenidos. Además del P. Campion hay otros sacerdotes en la cárcel. Nicolás debe hacer llegar los elementos para que todos puedan celebrar la santa misa.


Alexander Briant es uno de ellos. Es también su amigo. Con él ha trabajado en la imprenta clandestina. Alexander ha pedido ingresar en la Compañía de Jesús y Nicolás lo sabe. Alexander recibe corporales, pan y vino para poder celebrar la Misa. Además Nicolás le hace llegar los elementos para que pueda escribir unos mensajes.


El martirio de san Edmundo Campion y el de san Alexander Briant tiene lugar en Tyburn, en Londres, el 1 de diciembre de 1581. Nicolás está presente, confundido con el pueblo. Allí observa, reza y llora.


Nicolás Owen es detenido


Después del martirio, Owen decide hablar. No es capaz de guardar silencio. Olvida todas las recomendaciones que le ha dado el superior acerca de la prudencia. No puede callar. Algo interior lo impulsa a dar un testimonio.


Ante muchos, abiertamente, atestigua la inocencia de sus mártires tan queridos. Asegura, ante quien lo quiera oír, que en esos hombres no hay traición y que sus muertes son fruto del odio por la causa religiosa. Lo hace con tal vehemencia que atrae las sospechas de los perseguidores. Decir estas cosas es un agravio a las autoridades del país.


Es arrestado, llevado a prisión y encadenado. Nicolás está contento. Para sentirse menos indigno, agrega un cilicio a sus cadenas. Los magistrados, es cierto, no lo conocen muy bien. No saben qué relaciones tiene con los ajusticiados. Sin embargo lo torturan, con la esperanza de obtener alguna información acerca de los domicilios de sacerdotes. Nicolás no abre la boca, no dice nada. Se las arregla para pasar por un hombre simple e ignorante.


La liberación del simple


Pocos meses después es dejado libre. Un caballero cancela la multa. Por lo demás, las autoridades no pretenden otra cosa sino darle una lección a ese hombre insignificante que ha dicho palabras ofensivas.


Todavía no ha llegado el tiempo en el que un importante Consejero privado de la reina escriba lleno de gozo: "¿Tomaron preso al hombre que conoce todos los escondites secretos? Estoy feliz. Me las arreglaré con él".


Un jesuita solo


¿A dónde ir? ¿Qué puede hacer ahora? Ya no hay jesuitas en Inglaterra. El P. Roberto Persons ha pasado al continente. Está en Roma. Los superiores de la Compañía lo han hecho ir allí para informar y librarlo de la búsqueda encarnizada de los enemigos.


Nicolás es astuto. Él es arquitecto y albañil. Empieza a vivir de su trabajo. Vuelve a recorrer los sitios, uno tras otro, los que ha visitado con el P. Campion. Esos amigos fieles lo protegen. Con ellos algo puede hacer por la fe. No es mucho, pero hay que mantener la ceniza ardiente.


Un día sabe que en Inglaterra queda todavía un jesuita. Es el P. William Weston, el único que hasta ahora ha logrado eludir a los cazadores. Se entrevista con él, se confiesa. La alegría es grande. Pero no es posible organizar una vida juntos. El peligro existe y la prudencia aconseja vivir separados.


La llegada de Southwell y Garnet


En el mes de julio de 1586 llegan a Inglaterra los PP. Enrique Garnet y Roberto Southwell. Son los nuevos misioneros que vienen a restaurar la fe y la Compañía de Jesús en el reino.


De inmediato Nicolás Owen se contacta con ellos. Probablemente en Hurleyford, en la casa de Richard Bold, adonde han sido conducidos por el P. Weston. Allí organizan el plan de acción. Nicolás queda a las órdenes del P. Garnet, el nuevo superior. La vida parece de nuevo sonreír al carpintero.


El P. Enrique Garnet


El nuevo jefe de Owen es un hombre extraordinario. Nicolás lo admira desde el primer día. En muchos aspectos no puede menos de recordar al querido P. Campion. El P. Roberto Southwell toma la dura tarea de la evangelización. Garnet y Owen organizan el trabajo en la retaguardia.


A Nicolás Owen le quedan dieciocho años de vida. En todos ellos no se separa jamás del P. Enrique Garnet. Este incrementa a la misión inglesa de la Compañía desde cero hasta más allá de cuarenta jesuitas.


Los escondites secretos


El superior encarga a Owen lo que él sabe hacer muy bien. Debe construir, en las diferentes casas católicas que los jesuitas visitan, los lugares secretos para esconder a los sacerdotes y asegurar así sus ministerios.


De noche, mientras los otros duermen, Nicolás trabaja. Él hace los planos. Es arquitecto, carpintero y albañil. Reza mucho, de rodillas, y cada día recibe el Cuerpo de Cristo. Después, en total soledad comienza su labor.


El secreto más absoluto es esencial. A ningún sirviente le está permitido ayudar, porque Nicolás no debe fiarse de nadie. La prudencia es la clave del éxito. Él lo sabe, hay muchos espías infiltrados en las casas de los católicos.


Nicolás horada los muros gruesos de los castillos medievales. El escondite tiene que ser sólido y suficiente para varios sacerdotes a la vez. No debe ser detectado por los cazadores si golpean las paredes. El ingreso ha de ser secreto y muy disimulado.


Nicolás se las ingenia para hacer carpinterías increíbles. No hay dos iguales. Si uno es descubierto, los otros están a salvo.


Un ardid de Owen es construir un escondite oculto dentro de otro, también secreto. Así, el que descubre el primero, lo encuentra vacío y deja entonces de buscar. Muy a menudo hay en ellos una despensa para alimentos. Conecta tubos de respiración a lugares insospechados para que el sacerdote pueda permanecer en ellos hasta quince días. Los hay en todos los sitios imaginables. Algunos, encima del hall principal. Otros, detrás de la chimenea. Algunos bajo tierra, en el jardín, conectados con pasadizos subterráneos. Los hay también, excavados en el mismo arco de la entrada.


Esa lista interminable


Es imposible hacer una lista de todos los trabajos hechos por Nicolás Owen. Él tiene especial cuidado de no hablar a nadie de los escondites. Muchos, en pleno siglo veinte, todavía no han sido descubiertos. Cuando se encuentran algunos, se adivina la mano de Owen por la manera de estar construidos y porque esas casas fueron frecuentadas por los jesuitas.


El escondite de Coughton Hall, descubierto en 1870, es verdaderamente ingenioso. Allí Owen hace un agujero en la pared gruesa del mirador de la torre del nordeste. Adentro pone una escalera, tapices, ropa de cama y un altar de fierro. En la misma casa hay un segundo escondite detrás de la chimenea en el piso principal. La propiedad fue de la familia Throckmorton, muy unida al P. Enrique Garnet.


En Worcestershire hay una serie de escondites. Todos son obras de Nicolás Owen. La mansión perteneció a los infortunados hermanos Roberto y Tomás Wintour, involucrados en el Complot de la Pólvora. En esa casa, más de una vez, el P. Garnet fue huésped.


La lista de escondites es muy numerosa. No los nombraremos todos. Ahí están los de Ingatestone, en Essex, el de Gayhurst en la mansión de Sir Evarad Digby, y los de Coldham Hall, muy cerca de la tumba de san Edmundo Campion.


También pertenece a Owen el lugar secreto de Thrumpton Hall, en Nottinghamshire. Enrique Garnet estuvo en esa casa cuando fue propiedad de la católica familia Powdrell. Este escondite quedó al descubierto en 1927, cuando Lord Byron, el nuevo propietario, decidió investigar acerca de la tradición de una escalinata secreta que debía ir desde el hall del primer piso hacia arriba.


La escalinata fue descubierta en una esquina de la hondonada que está junto al cañón de la chimenea. Podría pasar como el lugar adecuado para las reparaciones del cañón. Pero al pie de la escalinata Owen ha puesto una puerta secreta, hacia abajo, dejando adentro un aposento bastante amplio que él construye en piedra encima del subterráneo. Un escondite perfecto. En caso de ser descubierta la escalinata, ésta no llega al aposento secreto. Los cazadores irán hacia arriba, ninguno hacia abajo.


La mejor conservada de todas sus obras está en Sawston Hall, en Cambridgeshire. Está construida en el extremo superior de una ancha escalinata de encina que está a la vista y conduce al segundo piso. Nadie puede imaginar, mientras sube, que hay una puerta secreta entre los barrotes que sostienen el pasamano. Hoy día los turistas y los católicos pueden visitarla y admirarla. La casa perteneció, entonces y hasta hoy, a la familia Huddleston, con quienes trabajó John Rigby hasta el día de su martirio en 1600. Nicolás trató con John mientras hizo su trabajo y fue el ejemplo para que John Rigby entrara en la Compañía de Jesús como Hermano coadjutor.


En Londres todavía existe una casa, a las afueras de Strand, en Baddesley Clinton, donde Nicolás construyó por los menos dos escondites. Fueron hechos a petición de Ana Vaux, una de las mujeres que perteneció con voto de obediencia, a igual que Juana Wiseman y la condesa de Arundel Ana Dacre, a la asociación fundada por el P. Enrique Garnet.


Para construir esos escondites, Nicolás examina la casa. De inmediato intuye que la antigua cloaca es sin duda el sitio ideal. Para iniciar el trabajo pretexta que son absolutamente necesarios unos nuevos desagües. Ello lo libera de sospechas. Hace un foso nuevo. Bloquea el túnel antiguo con cantería de piedra. Habilita ranuras verticales en la parte baja de la muralla. El ingreso lo pone junto a la ventana del dormitorio. Por cierto, construye un segundo escondite hacia arriba, con la misma entrada, que cumple la finalidad de una mayor seguridad y guía a los cazadores a un lugar vacío.


Una ironía de la historia


Muchos escondites secretos, construidos por Nicolás, sirvieron con el tiempo para ocultar después a descendientes reales. Jamás pudo pensar el gobierno de Jacobo I al torturar hasta la muerte a Nicolás Owen que esas construcciones iban a salvar las vidas de los parientes descendientes del rey.


En Ufton Court hay un escondite, ciertamente construido por Nicolás Owen, que sirvió para proteger al príncipe Carlos Eduardo, el pretendiente, en su visita secreta a Inglaterra en 1754. Ufton perteneció a la perseguida familia de los Perkins y allí en un tiempo se refugió el P. Garnet.


Otro escondite, el construido por Owen en Boscobel, en casa de los Stuart sirvió para ocultar al rey Carlos II después de la batalla de Worcester.


La consulta clandestina


Apenas Nicolás Owen termina los escondites de Baddesley Clinton, el P. Enrique Garnet decide que ese lugar es el adecuado para tener una reunión con todos los súbditos dispersos. Ese año 1591 se ha presentado duro para la Iglesia católica. El gobierno de Inglaterra, después de la derrota de la Invencible Armada en 1588, lejos de agradecer a los católicos por la lealtad en la crisis, ha decidido proceder con mayor rigor. Cada día se promulgan leyes más duras, las detenciones se hacen frecuentes y las condenas a la horca se ejecutan con rigor.


El P. Garnet desea compartir sus aprehensiones. En la convocatoria a once jesuitas, para el 14 de octubre, está consciente de los riesgos que todos corren. Él dice: "No podemos encontrarnos todos al mismo tiempo. Hasta el día de la renovación de los votos, la responsabilidad es mía. Después, pertenece a cada uno".


El día 18, festividad de San Lucas, terminan los días de ejercicios y los once renuevan los votos religiosos. Han intercambiado ideas y el P. Garnet ha asignado las nuevas misiones. El superior no parece estar muy angustiado. Al fin dice: "No puedo garantizar la seguridad de nadie. La reunión ha terminado". Salen de inmediato cuatro, los otros cinco sacerdotes y dos Hermanos permanecen. Entre ellos Nicolás Owen.


Una escapada increíble


A las cinco de la mañana del día 19, cuando los sacerdotes están en Misa y oración, a punto de dispersarse, las calles que rodean la casa son bloqueadas. El inmenso portón de entrada es violentado y los cazadores pretenden entrar al patio. Los sirvientes con horquetas los rechazan. El tumulto y los gritos de los defensores es enorme.


Dejemos la palabra al P. John Gerard, presente ese día.


"El P. Roberto Southwell estaba al comienzo de la Misa, los demás estábamos en oración. De repente oí el alboroto en la puerta principal. También oí a los sirvientes que impedían el acceso. El P. Southwell también oyó el griterío. De inmediato adivinó lo que estaba sucediendo. Rápidamente se sacó los ornamentos y desmontó el altar. Mientras lo hacía, nosotros tomamos todas nuestras cosas. No dejamos nada que pudiera delatar la presencia de un sacerdote.


Algunos salieron y dieron vuelta los colchones de las camas para engañar a los que fueran a inspeccionarlas. Afuera, los rufianes gritaban y chillaban, pero los sirvientes sostenían la puerta. Dijeron que la dueña de casa estaba en el piso superior, pero que vendría a conversar. Este forcejeo entre sirvientes y asaltantes nos dio tiempo para acarrear todo y meternos en el estrecho escondite secreto.


Cada uno de nosotros procuró que los cálices, ornamentos y cualquier otro signo religioso fueran llevados al escondrijo. La dueña de casa se ocultó para no ser detenida y tener que dejar solos a sus pequeños hijos. La hermana menor se hizo pasar como responsable.


Los cazadores buscaron en toda la casa. Dieron vuelta todo lo imaginable. Cada cosa fue examinada rigurosamente, los guardarropas, los baúles y también las camas. Por suerte no revisaron los establos donde estaban ensillados los caballos. Después de horas, Ana Vaux los invitó a desayunar. Comieron y se fueron.


Cuando no hubo peligro, salimos como Daniel desde el horno. El escondite estaba bajo la tierra y el agua cubría totalmente el suelo. Yo estuve con los pies en el agua todo el tiempo. Allí estaban también el P. Garnet, el P. Southwell, el P. Oldcorne, el P. Stanney y yo. También con nosotros, dos sacerdotes seculares y tres laicos".


Entre esos tres laicos, uno es Nicolás Owen. Todos dan gracias a Dios por haberse librado. Habría sido terrible que el P. Superior y sus mejores súbditos hubieran caído juntos en un mismo golpe. Palabras muy calurosas le dicen a Nicolás y le agradecen sentidamente.


Cuando están más tranquilos le hacen algunas bromas, porque el escondite, por cierto, no es un lugar hermoso y tiene agua de la antigua cloaca. Todos ríen. Nicolás promete hacerlo mejor en la próxima construcción.


La persecución arrecia


El P. Enrique Garnet pone entonces su cuartel general en Londres. Allí está más cerca de todos y en una posición central. El número de sus súbditos ha crecido, gracias a Dios.


El P. Roberto Southwell ha encontrado una bienhechora extraordinaria en Ana Dacre, la condesa de Arundel. Ella es la esposa de Sir Felipe Howard, detenido por la fe y futuro mártir. Ana proporciona una casa junto al Strand. Allí viven muy frecuentemente Garnet y Owen.


Tiene el P. Garnet otras casas en Londres. Es prudente cambiar de sitio con frecuencia. La persecución es más dura en Londres que en las provincias.


En las afueras de Londres hay una casa para recibir a los sacerdotes que vienen del exterior. En diferentes tiempos Garnet y Owen ocupan casas en Spitalfields, Uxbridge y en Erith.


Pero en enero de 1592 el tremendo espíritu creativo del P. Garnet parece entrar en crisis. Conservamos una carta enviada al exterior en la valija del embajador de Francia. En ella suplica que no se envíen nuevos sacerdotes a Inglaterra, porque "simplemente no hay suficientes escondites para ocultarlos".


Nicolás Owen redobla sus esfuerzos. De esta época data el escondite de Braddocks, en Essex. Es cierto, la casa tiene ya varios escondites, pero cuando el P. John Gerard decide poner en ella su residencia principal se hace necesario que Nicolás construya otros muy seguros.


Nicolás no duda un instante. Los sirvientes lo conocen como el albañil que viene a construir la nueva chimenea y a reparar las antiguas. De día hace los trabajos que no requieren secreto. De noche horada las piedras que guardarán el escondite. Cuando está listo, el P. John Gerard pasa a vivir a la casa de los Wiseman, en Braddocks. El escondite está bajo la capilla, detrás del cañón de la chimenea y respira a través de éste.


Nuevamente el escondite salva


Terminado el trabajo, Nicolás vuelve a vivir con el P. Enrique Garnet. Su amigo, el P. John Gerard, pasa a vivir en Braddocks.


Pero, sin saberlo, la católica familia de los Wiseman alberga a un traidor. John Frank es uno de los más fieles sirvientes, y sin embargo está en contacto con las autoridades. Ha tramado un plan para detener a los sacerdotes visitantes. En los informes dados por Frank a la policía se conserva uno que dice que él ha visto a Nicolás Owen en la casa, vestido con un abrigo del Sr. Wiseman y que también ha visto al P. John Gerard.


Los cazadores rodean la casa. John Frank está tan seguro de su víctima que no se toma la molestia de permanecer junto al sacerdote. A los gritos de la policía, Frank baja al Hall y disimula oponer resistencia.


Entonces el P. John Gerard se desliza al escondite y se pone a salvo. Todo esto lo dice el mismo Gerard en sus Memorias. En el lugar oculto pasa cuatro días agazapado y comiendo sólo castañas y unas galletas. Y al no encontrarlo, los perseguidores se aburren. John Gerard da gracias a Dios y sabe muy bien que la salvación de su vida la debe a Nicolás Owen.


Un reconocimiento justo


El P. John Gerard estampó en sus Memorias: "Verdaderamente pienso que no ha habido otro hombre mejor a Nicolás Owen en la viña de Inglaterra. Él salvó a muchas personas, religiosos y laicos durante diecisiete años. Trabajó en innumerables sitios. Él construyó con sus manos los escondites secretos. Fue un trabajo duro. Siempre los espías asecharon. Guardó el más estricto secreto. Los refugios solamente fueron conocidos por él, por los propietarios de las casas y los superiores de la Compañía".


De nuevo en las prisiones


El 23 de abril de 1594, fiesta de San Jorge el patrono de Inglaterra, es un día aciago para Nicolás Owen.


Ese día está con su compañero, el P. John Gerard, en la casa de Holborn. En la víspera reciben una carta que trae el traidor John Frank. Ellos no sospechan aún de ese astuto servidor de la casa.


A medianoche, en pleno sueño, sienten el ruido de los cazadores. Despiertan y saben de inmediato que están perdidos.


Nicolás quema la carta. Son muchos los perseguidores. La casa está rodeada. No hay escondites en el dormitorio en los que puedan ocultarse. De eso se lamenta Nicolás. Muy pronto llegan al aposento con espadas y machetes. Dos cazadores reconocen al P. Gerard. Entonces los dos jesuitas quedan detenidos.


Nicolás es llevado a la prisión de Counter, en Bread Street. El P. Enrique Garnet dice de ella: "Es una cárcel espantosa, sin ningún confort".


Las torturas


Nicolás es torturado en la cárcel de Counter. Es colgado en sesiones que duran tres horas, "atados los brazos con alambres de hierro y el cuerpo suspendido en el aire", hasta que las piernas se acalambren.


Los verdugos no obtienen nada. No pronuncia un nombre ni señala un sitio.


El rescate negociado


Los católicos sufren. Saben que Nicolás Owen es necesario. ¿Quién otro puede construir los escondites? Sin esos lugares seguros nadie se atreve a hospedar a sacerdotes.


Un caballero noble los representa a todos. Va a las autoridades y propone comprar la libertad de Nicolás Owen. Los jefes de la prisión no le hacen asco al dinero. Por lo demás no conocen bien la importancia del prisionero. El ajuste se logra y Nicolás vuelve a reunirse con su amigo el P. Enrique Garnet.


Nicolás libera a Gerard


La primera misión que recibe Nicolás es tratar de ayudar al P. John Gerard. Nicolás tiene amigos y sabe cómo ingeniarse para entrar y salir de la prisión donde está su amigo. Puede hacer muy poco. Un día se encuentra con la sorpresa de que el P. Gerard ha sido trasladado a la Torre de Londres. Un sacerdote apóstata ha declarado que Gerard dio a Nicolás un paquete de cartas recibidas desde Bruselas y Roma. Es el mes de abril de 1597.


En la Torre, el P. John Gerard es horriblemente torturado. Sus amigos deciden liberarlo. Nicolás es el hombre. Es el único capaz de organizar un buen plan.


Gerard está en Salt, la más protegida de las torres. Es imposible pensar en una fuga. Salt está rodeada por otras fortalezas y además tiene un ancho foso de agua. Frente a Salt está la torre Cradle, separada sólo por un pequeño jardín. El P. John Gerard ha conseguido una licencia para visitar, en Cradle, a John Arden, prisionero ya por diez años por la fe. A menudo celebra ahí clandestinamente la Misa y consuela al amigo cariñosamente.


Desde la ventana de la cárcel de John Arden es posible iniciar la fuga. Así lo intuye el astuto jesuita. La torre Cradle está encima del muelle y un hombre puede deslizarse desde el techo hasta el embarcadero. De inmediato, con cautela y en secreto, describe al P. Garnet su plan y pide la ayuda de Nicolás Owen.


Los Hermanos Richard Fullwood y John Lillie se embarcan en un bote. Traen las cuerdas preparadas por Owen. Ambos son expertos. Saben amarrarlas para hacerlas llegar al techo. Nicolás ha conseguido los caballos y espera junto al Támesis, en un lugar determinado. El plan parece perfecto. La noche es negra.


La tentativa primera fracasa. Los dos remeros casi son detenidos. Pero en la noche siguiente tienen éxito. Lanzan las cuerdas. Los dos prisioneros, Arden y Gerard, se deslizan. Llegan al bote. Se abrazan. Y unos minutos después los cinco caballos golpean alegres las piedras de las obscuras calles de la ciudad.


Los últimos votos


Poco después Nicolás Owen hace sus votos definitivos de pobreza, castidad y obediencia en la Compañía de Jesús. Hasta entonces su anterior admisión ha sido un gran secreto.


Nicolás no ha hecho un noviciado formal. Nadie sabe que es Hermano. Nicolás es un hombre simpático. Lo ven siempre feliz. Reza y parece sumergirse en la oración cuando comulga.


Además son muchos los laicos que quieren imitarlo y la Compañía no es capaz de admitir en Inglaterra a tantos Hermanos coadjutores. El P. Enrique Garnet piensa que esos laicos bien pueden perseverar en sus propios estados y al mismo tiempo ser útiles en los trabajos religiosos.


El peligro siempre está cerca


En 1599 el P. John Gerard obtiene nuevamente que Nicolás sea su compañero. Ana Vaux ha adquirido una casa en Northamptonshire. Se llama Kirby Hall. Nicolás es el encargado de construir allí los escondites necesarios.


Los cazadores están cerca. Un día rodean la casa. Nicolás está trabajando en el escondite. Se queda tranquilo y espera que se vayan.


Un accidente peligroso


Por esa fecha Nicolás tiene un accidente. En uno de sus viajes diurnos, enviado por el P. Garnet a reunir material de construcción, arrienda un caballo en la posada. El animal es joven, no bien amansado y no apto para recibir carga. Cuando Nicolás sube, el caballo se encabrita y cae sobre el jinete. Owen se quiebra la pierna.


Es una mala caída. Nicolás queda allí, sin ayuda, sin poder moverse, con un agudo dolor y en una posada extraña. Sus compañeros de viaje sufren al no poder ayudarlo. Deben dejarlo al cuidado de gente desconocida. Por suerte el posadero se deja ganar por la simpatía y paciencia de su huésped. Este no se queja cuando la pierna es estirada y los huesos son colocados en su sitio.


La operación no resulta perfecta. Para siempre una pierna le queda más corta que la otra. El P. Enrique Garnet anota que también en esto se parece a san Ignacio de Loyola.


El cambio en el gobierno inglés


En 1601 la anciana reina Isabel muere. Le sucede en el trono Jacobo I, el hijo de María Estuardo. Los católicos creen que el calvario puede tener fin. El nuevo rey ha prometido abrogar las leyes más severas. Hasta ahora reconocer a Roma es causa de muerte y los sacerdotes deben ser ahorcados. Las mismas sentencias son impuestas a los que protegen a los sacerdotes. Las confiscaciones de bienes dejan a muchos en la peor miseria. Todo esto es verdaderamente intolerable.


Sin embargo, Jacobo I no cumple sus promesas. Cuando se da cuenta de que no necesita el apoyo de los católicos y de que todo parece estar en paz, les da vuelta las espaldas. Entonces hay angustia y desesperación. La indignación está en muchos corazones.


El así llamado Complot de la pólvora


Algunos jóvenes no pueden soportar seguir cayendo en la pobreza y terminar en la extinción. Reaccionan. Piensan en un plan descabellado: ocupar el Parlamento cuando el rey esté presente. No tienen medios ni fuerza para hacerlo.


Jamás la Historia hablaría de este plan si Robert Cecil, el secretario de Estado, no lo hubiese conocido con anterioridad. Hábilmente aprovecha la ocasión para desacreditar a los católicos ante el rey y el parlamento.


Con diversos medios, Cecil fomenta el complot. Hace que las cosas vayan resultando fáciles. Desocupa el subterráneo del Parlamento. Hace que la pólvora, que no puede ser adquirida sin licencia estatal, sea proporcionada sin mayor cuidado. Así el plan avanza.


Todos los jóvenes involucrados son amigos del P. Garnet. Todos han ocupado las casas y los escondites construidos por Nicolás Owen.


Pero Garnet, Nicolás, Ana Vaux y los más fieles están en una peregrinación, lejos de Londres, en la fuente de Santa Winefrida. Allí están, porque quieren agradecer una curación sucedida al P. Eduardo Oldcorne, jesuita.


En el viaje, un conspirador confiesa al P. Oswald Tesimond los pormenores del complot y da permiso para contarlo bajo confesión al P. Enrique Garnet. Este queda horrorizado. La posición es increíble. En vano trata de arreglar las cosas, pero el secreto no es levantado.


Un asedio bien planeado


El 5 de noviembre de 1605 Sir Robert Cecil decide desbaratar los planes del complot que él mismo ha controlado. Arresta en el subterráneo del Parlamento a Guy Fawkes, a quien presenta como a uno de los principales cabecillas. En las semanas siguientes hay otras detenciones y casi todos son condenados a muerte, sin evidencias.


Garnet y Owen abandonan la ciudad de Londres. El asunto es peligroso y hay una orden para cautivar al P. Garnet y desacreditar a los jesuitas.


Se dirigen a Worcestershire. El P. Eduardo Oldcorne les da refugio en la casa donde vive, en Hindlip Hall perteneciente a Sir Thomas Abington. Nicolás ha construido ahí once escondites. La mansión es muy segura y está aparejada para refugiar a sacerdotes.


En diciembre, disfrazados, llegan a Hindlip Hall los PP. Enrique Garnet, Eduardo Oldcorne y los HH. Nicolás Owen y Ralph Ashley.


Por un mes y medio permanecen ocultos. El gobierno algo sabe de sus paraderos, pero decide postergar diligencias hasta ejecutar al conspirador que podría tener pruebas sobre la inocencia del P. Garnet. Un traidor ha revelado que los jesuitas viven en la casa de Sir Thomas Abington.


Cuando llega el tiempo, Robert Cecil envía a Hindlip Hall al juez de paz Sir Enrique Bromley con más de 100 hombres armados. En la casa se produce enorme pánico. Se grita y hay algún forcejeo. Los PP. Garnet y Oldcorne se deslizan, con los elementos de la misa, en un escondite donde hay algunas provisiones. Nicolás y Ralph van a otro. Apenas tienen tiempo para llevar unas manzanas.


Las instrucciones de Cecil son claras. "En la sala de recibo, donde ellos suelen almorzar y cenar debe haber un escondite. Para descubrirlo echen abajo los estucos. Así podrán encontrar la entrada. Las partes inferiores de la casa deben también investigarse, lo mismo los jardines. Bajo tierra pueden encontrar maderas que sean techos de escondites. En los aposentos altos se debe observar si las anchuras corresponden a las de abajo. Se debe mirar todo para descubrir refugios. Examinen los rincones de las numerosas chimeneas. Si las paredes son gruesas y están con estucos éstos deben ser perforados. Si hay doble entretecho sobre el segundo piso o el tercero, eso es sospechoso. Si hay construcciones sin aparente entrada, ése puede ser un sitio para ocultar a alguien".


Una búsqueda cruel


Siete días dura la pesquisa. Los cazadores no cejan a pesar de sus fracasos. Los escondites son perfectos. Los buscadores atemorizan a todos los carpinteros de la casa. Nadie señala el menor indicio. Una buena parte de la casa está como en ruinas.


Al fin Nicolás Owen teme por la vida de sus sacerdotes. Piensa que ha tenido negligencia al no colocar mayores provisiones. Sus amigos pueden morir de hambre. Es urgente hacer algo.


Nicolás y Ashley, los dos, deciden abandonar el refugio. Tienen la esperanza de que pueden pasar por los sacerdotes. Salen. Los cazadores los encuentran entre los sirvientes. Todos están empadronados. No les creen. Entonces, con mayor esfuerzo continúan destruyendo.


Emplean otros cinco días. Rompen paredes y techos en numerosos lugares. Al fin dan con el escondite. Los dos sacerdotes están en paz y en oración. Ya no tienen alimento ni bebida.


Detenidos en Londres


Los cuatro jesuitas son llevados a Londres. Los cazadores no pueden contener su júbilo. El informe de Robert Cecil al Consejo privado del reino manifiesta su mayor orgullo. No sólo ha sido detenido el Superior de los jesuitas, sino también el famoso constructor de los escondites.


"No vamos a proceder con clemencia. Con halagos trataremos de obtener de Owen sus secretos. Si él accede gustoso, salvará la vida. Si no confiesa, será torturado severamente. Arrancaremos entonces sus secretos con tormentos."


Por cierto, en los planes del gobierno no está el propósito de dejar libre a Owen. Lo que se pretende es averiguar los sitios de todos los escondites que él ha construido, los nombres de cada uno de los católicos que han tenido amistad con el P. Garnet y los pormenores de todas las reuniones privadas de los jesuitas. El gobierno sabe que Nicolás es el compañero y el principal secretario de Garnet.


En la prisión de Marshalsea


De acuerdo a los planes de Cecil, Owen es conducido a Marshalsea, una prisión diferente a la de los otros jesuitas. Por diversos medios procuran obtener lo que se desea. Todo el que quiera puede visitarlo. También le dan elementos para que pueda escribir. Pero el fracaso es grande. No saben que se enfrentan con un viejo zorro, inescrutable como sus propios escondites.


Torturas en La Torre


Días después Nicolás es llevado a La Torre de Londres, donde está confinado el P. Enrique Garnet.


Día tras día Nicolás es conducido a la sala de tortura bajo la inmensa cúpula de la Torre Blanca. Ahí están todos los equipos: "el potro", "el torniquete", y "la hija del buitre".


"El potro" descoyunta sus miembros. Tendido y desnudo, en la mesa de torturas, le atan las manos y los pies. Las cuerdas las tiran con una rueda.


Después "el torniquete". Este aprieta los dedos hasta romperlos.


El peor de los tormentos es "la hija del buitre". Es un aro de hierro dividido en dos mitades unidas por un gozne. Nicolás debe arrodillarse, contraerse lo más posible. El verdugo coloca una parte del aro bajo las piernas, le hunde la cabeza entre las rodillas y aprieta con fuerza la otra parte del círculo sobre los hombros. La presión hace brotar sangre por la boca, nariz, las manos y los pies. Cada sesión dura una hora y media.


Nicolás ha sido torturado antes, pero ahora es un hombre enfermo. La pierna quebrada está débil y resentida. Además tiene una hernia grande. Los dolores son más intolerables que los de hace algunos años. Robert Cecil no tiene compasión. Con ahínco busca la revelación de los escondites.


Owen sólo pronuncia los nombres de Jesús y María. Las otras palabras no dicen nada.


Las dos confesiones firmadas


Se conservan dos confesiones de Nicolás Owen en los registros de La Torre. En realidad dicen muy poco, nada fuera de lo conocido por las autoridades. No hay en ellas una palabra sobre los escondites, ni el paradero de sus amigos.


La registrada el 26 de febrero de 1606 dice:


"Confesó que él ha sido llamado con el nombre de Andrés y que no sabe si lo ha sido con el de Pequeño John, el pañero. Ha sido siempre llamado Owen y algunas veces Andrés. Afirma que llegó a la casa del señor Abington el día sábado antes de ser detenido, pero rehusa decir de qué sitio vino. Rehusa decir que haya conocido al P. Garnet o lo haya servido.


Tampoco quiere decir que los sobrenombres de Garnet hayan sido Mease, Darcy, Whalley, Philips, Fermor u otros. Rehusa decir que él haya sabido que el jesuita Oldcorne estuviera en la casa. Dice saber que George Chambers fue un empleado de la casa".


La segunda confesión es del 1 de marzo de 1606:


"Confiesa que por algún tiempo atendió y siguió al P. Enrique Garnet. Dice que él estuvo en Coughton en la casa de Thomas Throgmorton en los inicios de noviembre último, cuando la señora Digby vivía allí. Afirma que oyó decir en la ciudad, a la guardia, que esa familia se había levantado en armas. Confiesa que el P. Garnet dijo misa en Coughton y que el mismo asistió a ella con otras seis personas. Dice que el P. Garnet llegó a la casa de Mr. Abington en Hindlip unas seis semanas antes de ser aprehendido por Sir Enrique Bromley y que el jesuita Hall estuvo también allí tres días antes de que la casa fuera sitiada. Afirma que Hall se había ido al campo, antes de llegar Sir Bromley.


Él dice que atendió a Garnet en esas seis semanas, que hizo fuego y las demás cosas que él necesitaba. Garnet vivía en el piso inferior, bajo el comedor. De ordinario Garnet almorzaba y cenaba en el comedor con Mr. Abington y su señora. También dijo que Hall cuando estuvo ahí comió con ellos en el comedor".


La muerte


Estas confesiones, sin nada valioso para las autoridades, colman las iras de Cecil.


Las torturas del 2 de marzo son extraordinariamente crueles. Le quitan la coraza de metal que protege sus entrañas y la hernia. Esa coraza tiene la finalidad de no permitir la muerte de ese hombre valioso para ellos. En su lugar ponen una huincha.


Le colocan amarras de acero en las muñecas y lo cuelgan en el aire. Ponen pesas en los pies. El dolor es horrible. Así por seis horas.


Al fin las entrañas se rompen en el lugar de la hernia. La huincha metálica rasga y ensancha la herida. Entonces, en atroz agonía el Hermano Nicolás Owen pasa a la vida eterna. Las últimas palabras son siempre los nombres de Jesús y de María.


La calumnia


Los verdugos quedan inquietos. Han torturado ilegalmente a un hombre viejo y enfermo. Ha muerto antes de ser dictada la sentencia. Aun más, ni siquiera se ha conseguido una confesión que valga la pena.


Robert Cecil actúa rápidamente. En una carta a Sir Edward Coke, el procurador general, dice: "Ud. debe recordar al laico Owen como a una presa de caza".


En el sumario hecho en La Torre se da un veredicto de suicidio. No señalan la menor evidencia que pueda dar base a esa decisión. Con la esperanza de mover a la opinión pública, el gobierno distribuye una versión cruel en la que desprecia a Nicolás que se ha cortado las venas con un cuchillo casero.


Para refutar la calumnia basta recordar la respuesta del carcelero a quien se le pidió que sugiriera a Nicolás escribir sus deseos. "¿Quiere Ud. que escriba? El no es capaz ni siquiera de ponerse el sombrero. No, no puede comer por sí mismo. Yo me he tomado la obligación de darle de comer en la boca".


Algo más tarde, el mismo carcelero dijo: "Este hombre murió, y fue en nuestras manos".


La glorificación


Hábil, inteligente, silencioso, casi tullido en sus últimos años, muere en secreto, tal como fue toda su vida. No se conservan sus dichos, ni los ecos piadosos de su oración. Eso sí, los escondites son su mejor oración. Ahí están. Por bastante tiempo sirven para el fin para el cual los ha hecho. Después se olvidan. Algunos son descubiertos mucho tiempo después y hoy recuerdan esa época cruel.


San Nicolás Owen, sin palabras, es recibido por sus amigos Edmundo Campion, Alexander Briant, Roberto Southwell y Enrique Walpole. Lo abrazan y gozan con el lenguaje del silencio.


San Nicolás Owen es canonizado el 25 de octubre de 1970 por el Papa Paulo VI, como un campeón de la fe en Inglaterra.


Para ver más sobre los 40 mártires en Inglaterra y Gales haz "click" AQUI



10:35 p.m.
San Nicolás de Flüe, más conocido como Hermano Klaus, es santo muy popular en Suiza. Pío XII lo proclamó Patrono de esa nación, en donde se celebra su fiesta el 25 de septiembre. Nació en 1417 en Flüe, cerca de Sachseln. Aunque se sentía llamado a la vida eremítica (a los 16 años tuvo la “visión de la torre”), tuvo que aceptar algunos cargos civiles (fue corregidor de Sachseln, consejero, juez y diputado) y militares.

En 1445 se casó con Dorotea Wyss: tuvieron cinco hijos y cinco hijas: uno de ellos llegó a ser párroco de Sachseln, y un nieto, Conrado Scheuber, murió en olor de santidad.


Por insistencia de Matías de Bolsheim y Aimo Amgrund entró en contacto con los Gottesfreunde (amigos de Dios), un movimiento religioso alsaciano. Pero la esposa se opuso siempre a sus planes de soledad. Sólo después de haber cumplido los 50 años, en junio de 1567, pudo partir para Alsacia. Pero el Señor lo quería en un lugar mucho más cercano a las regiones habitadas hasta entonces. Por otra parte, él se avergonzaba de esta especie de “fracaso” y se retiró primero a Klisterli-Alpa en Melchtal.


Su vida santa y su riguroso ayuno (existen testigos históricos de que durante un período de 19 años y medio él se alimentó sólo con la Eucaristía) atrajeron la curiosidad de los vecinos. Entonces resolvió retirarse a Ranft, un lugar desierto cerca de Flüe. Sólo salía para ir a Misa y cuando la patria tenía necesidad de él: en 1473 ante la amenaza austríaca, y en 1481 y 1482 cuando hubo un gran peligro de guerra civil: los buenos resultados de estas intervenciones le ganaron el título de “Padre de la Patria”. Su oración más frecuente era: “Señor mío y Dios mío, aleja de mí todo lo que me aleje de ti. Señor mío y Dios mío, concédeme todo lo que me acerque a ti. Señor mío y Dios mío, líbrame de mí mismo y concédeme poseerte sólo a ti”.


Sus vecinos, edificados por su testimonio de oración y de penitencia (lo espiaron durante todo un mes), le construyeron un yermo y una pequeña capilla, consagrada en 1469. San Nicolás de Flüe murió a los 70 años, el día 21 de marzo de 1487.


En 1501, Enrique Wolflin hizo escribir su biografía basada en “hechos confirmados con juramento por testigos oculares y auriculares”.


Fue beatificado en 1669 y canonizado por Pío XII.



10:35 p.m.








Serapión el Escolástico, Santo
Serapión el Escolástico, Santo

Obispo fr Thmuis


Etimológicamente significa “perteneciente a la divinidad de Serapis”. Viene de la lengua griega.


A este monje egipcio se le conoce también como Serapión de Thmuis.


La fecha de su muerte se sitúa más o menos entre los años 365 y 370.


Las características que mejor lo definen son, sin duda, su penetrante inteligencia y su elocuencia. Gracias a ellas tuvo en la Iglesia un papel relevante.


Estudió en la célebre escuela catequética de Alejandría. Después se dedicó a la vida eremítica. En este campo tuvo un maestro excepcional, san Antonio. A nivel intelectual, encontró en san Atanasio un amigo sincero. Lo recuerda con cariño en su libro “Vida de san Antonio. Al separase, le dejó su túnica.


Lo nombraron obispo de Thmuis en el delta del Nilo. Se le reconoció en seguida por su carácter de dirigente en los asuntos eclesiásticos y por su clara y transparente oposición al arrianismo.


El propio san Jerónimo lo eligió como confesor. Por su vida pastoral como cabeza de la diócesis rondaba la idea de escribir un libro magnífico contra los maniqueos. Defiende en contra de ellos la doctrina de que nuestros cuerpos son instrumentos para el bien o para el mal. Todo depende de la disposición del corazón.


Los maniqueos sostienen que el alma es obra de Dios, pero nuestros cuerpos lo son del diablo.


También escribió varias cartas y un libro basado en los títulos de los Salmos, pero no queda ninguno.


En el año 1899 se descubrió el libro más conocido sobre los santos, llamado Eucologio. Es una colección litúrgica de oraciones que él mismo empleó cuando era obispo.


Es interesante para conocer la adoración y la fe de los primeros cristianos egipcios.


Frecuentemente repetía esta expresión llena de contenido:"La mente se purifica por el conocimiento, las pasiones espirituales del alma con la caridad y los apetitos desordenados con la abstinencia y la penitencia.."


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com

10:35 p.m.








Filemón y Donino de Roma, Santos
Filemón y Donino de Roma, Santos

Mártires


Este joven con su amigo Donino, en tiempos de la duras y temibles persecuciones, confiando más en Dios que en ellos mismos, se dedicaron a recorrer Italia.


¿Qué buscaban?


Sencillamente, manifestar a todo el mundo la alegría que les daba el Resucitado en su mundo interior.


No podían quedarse encerrados en sí mismos -lo más fácil– sino que tenían que vivir la solidaridad de su fe.


Iban predicando el Evangelio y bautizando a los infieles que se encontraban en su camino, previa preparación, claro está.


Dicen sus biógrafos que su palabra era tan ardiente que conmovían a las masas de paganos e infieles.


Las dificultades no tardaron en aparecer. Provenían principalmente de los seguidores de los cultos a los ídolos.


No aguantaban que dos jóvenes dejaran los templos paganos vacíos mientras que sus reuniones para celebrar la Palabra de Dios, se llenaran de fieles en Cristo Jesús.


Los arrestaron y enviaron al gobernador. Este, para ganárselos, le prometió el oro y el moro con tal de que renegasen de Cristo.


Visto con halagos no conseguía sus propósitos, los enviaron a la cárcel en la cual les dieron tremendos tormentos. Y cansado de su fama, mandó que les cortasen la cabeza tal día como hoy. Sus vidas se crearon en las “Passio” o teatro para dar a conocer su vida. No hay fundamento histórico.



10:35 p.m.
Martirologio Romano: En Génova, en la Liguria, de Italia, santa Catalina Fieschi, viuda, insigne por el desprecio de lo mundano, por sus frecuentes ayunos, amor de Dios y caridad para con los necesitados y enfermos. (1510)

Fecha de canonización: Fue Canonizada el 18 de mayo de 1737 por el Papa Benedicto XIV.





Santa Catalina de Génova, perteneció a la familia Fieschi, siendo la quinta hija del matrimonio de James Fieschi y Francesca di Negro de Génova. La familia era de mucha fama y fortuna durante el siglo XV, y cuenta con dos Papas: Inocencio IV y Adriano V.

Catalina fue conocida más tarde en el mundo como modelo de conducta, admirada no sólo para la Iglesia Católica sino también por otros bautizados.


Dedicó toda su vida al Señor, entregándose a El desde muy joven. De niña fue muy obediente y en sus actitudes ya sobresalían los deseos por la santidad y la penitencia. Con tan solo ocho años de edad ya mostraba una inclinación particular a la penitencia, cambiando su cama cómoda y lujosa por el duro piso, y su almohada por un áspero tronco.


Al cumplir doce años tuvo su primera visión del amor de Dios, en la cual Jesús compartió con ella algunos de los sufrimientos de su Santa Pasión. A los trece años decidió abrazar la vida religiosa en el convento de las Hermanas de Nuestra Señora de la Gracia, donde su hermana Limbania era ya una Religiosa profesa. Habló con el director de la Orden, pero no aceptaban niñas tan jóvenes en la congregación. Esto causó una fuerte herida en el corazón de Catalina, pero no perdió su fe en el Señor.


Cuando su padre murió, se pensó que era necesario mantener el mando político uniendo en matrimonio a los hijos del mismo rango. A la edad de 16 años se vio obligada a casarse en un matrimonio de conveniencia. Su esposo era totalmente opuesto a Catalina, ella piadosa y él, un hombre de mundo que no tenía compasión ni escrúpulos por nadie, ni por nada. Los primeros años de su vida matrimonial fueron muy difíciles.


Catalina, después de haber aguantado muchas infidelidades de parte de su esposo, a los cinco años de casada, se sintió abandonada de todos y en profunda desolación, incluso de Dios. Volcó su vida a la frivolidad, de fiesta en fiesta, trataba de buscar un significado a su vida. Pero esto no la llenó de paz ni de gozo, mas bien de desesperación y depresión.


Su Conversión


El 21 de marzo, de 1473, en la fiesta de San Benito, su hermana Limbania le sugirió que fuera donde un sacerdote confesor, ella consintió. Se encontró con un santo confesor por medio del cual el Señor la llenó de gran fortaleza y de Su amor incondicional; cayó en éxtasis y se sintió incapaz de confesar sus pecados. En ese momento el Señor le mostró toda su vida como pasada en una película; pudo ver la traición que ella había hecho al amor del Señor, pero al mismo tiempo pudo ver a través de las Sagradas Llagas de Jesús, la gran misericordia del Señor por ella y por todos los hombres, y el contrastante amor de Dios y el amor del mundo. Esto le hizo repudiar desde ese momento el pecado y el mundo. Ese mismo día, estando en su casa, el Señor se le apareció, todo ensangrentado, cargando la cruz, y le mostró parte de Su vida y de Su sufrimiento. Ella, llena del amor del Señor y triste por los diez años que había desperdiciado no amando al Señor, decidió limpiar su vida y así, empezar una vida nueva en El.


Luego, Nuestro Señor durante otra aparición, hizo recostar la cabeza de Catalina en Su Pecho al igual que el Apóstol San Juan, dándole la gracia de poder ver todo a través de Sus ojos y sentir a través de Su corazón traspasado.


Por medio de sus constantes oraciones, su esposo se convirtió y aceptó vivir en celibato perpetuo. Decidió entrar en la orden franciscana terciaria y se trasladaron del palacio a una casa pequeña cerca del hospital, donde servían a los enfermos, ayudándolos a morir en paz. Es allí donde su esposo muere víctima de una enfermedad contagiosa.


Catalina y la Eucaristía


El día de la fiesta de la Anunciación, después de su conversión, durante la celebración de la Santa Misa, en el momento de la Comunión, el Señor le dio un amor ardiente por la Eucaristía, y desde ese día comenzó a comulgar diariamente.


El Señor la invita a estar con El en el desierto


Rememorando los 40 días Jesús pasó en el desierto, Catalina no comía ni injería bebida alguna durante la cuaresma, alimentándose únicamente de la Eucaristía. Continuó haciendo esto todos los años durante cuaresma y adviento. Nunca manifestó debilidad ni dolor, excepto cuando por alguna razón no podía recibir la Eucaristía. El testimonio de que la Eucaristía es Fuente de Vida, se vio sobrenaturalmente manifestado en ella.


Siempre mostró gran reverencia y amor por la Eucaristía. Durante las celebración de la Santa Misa, su espíritu permanecía siempre recogido, sobre todo a la hora de recibir la Sagrada Comunión, muchas veces se le vio caer en éxtasis, y llorando rogaba a Dios perdonara sus pecados.


Ella comentaba que cuando recibía la Comunión sentía que un rayo de amor traspasaba profundamente su corazón, a semejanza de otros místicos como Santa Teresa de Avila, San Juan de la Cruz, Santa Gemma Galgani, Santa Verónica Guliani y el Padre Pío. Esto es el don de la transverberación. Su gran amor por Nuestro Señor en la Eucaristía, la hacía desearlo solamente y únicamente a El.


Sacrificio y mortificación. La Agonía y el Éxtasis


Durante los primero cuatro años, seguidos a su conversión, practicó sacrificios y penitencias para disciplinar sus sentidos, mortificando todo deseo de la carne. Se abstuvo de comer carne y todo tipo de frutas. Dormía sobre objetos puntiagudos que cortaban su piel y le ocasionaban sangramiento. Practicó una fuerte austeridad durante estos años, pero siempre tuvo el cuidado del cumplimiento diario de sus deberes. Pasaba largas horas en oración para poder llenarse del Señor y permanecer fuerte en los momentos de tentación.


Como todos los santos, dedicó su vida a amar a Dios y al servicio de los hermanos no buscando su propia comodidad y deseos.


La penitencia que Catalina practicaba era muy fuerte, tanto así que nuestro Señor en una ocasión le ordenó que cesara de practicar esas mortificaciones y penitencias tan severas, a lo que ella obedeció.


Catalina siempre buscó la vida escondida, deseando la vida íntima con el Señor, pero nunca tomó ningún don como merecido, pues sabía que por ella misma nada bueno podía hacer. En todo ello veía el gran amor de Dios, rogándole que siempre se hiciera en ella Su voluntad.


Durante una aparición el Señor le dijo: "Nunca digas yo deseo, o yo no deseo. Nunca digas mío, sino siempre nuestros. Nunca te excuses, sino que siempre estés pronta para acusarte a ti misma".


Desde 1500 hasta su muerte, en 1510, hubo muchos fenómenos extraordinarios en su vida, numerosas visiones, éxtasis durante los cuales ella expresaba en voz alta lo que veía y oía. Las personas que estaban a su lado tomaban cuidadosamente notas y compusieron obras sobre Santa Catalina de Génova. Ninguno de estos textos fue escrito directamente por la Santa, pero expresan fielmente sus experiencias y pensamiento. Entre estas obras está el Tratado del Purgatorio, escrito por Ettore Vernaza con palabras con que la Santa trataba de hacer entender la condición de las almas del Purgatorio, en base a lo que ella había aprendido en sus visiones, pero aún más en base a las experiencias de su propia vida espiritual.


Batalla ente el Amor Divino y su amor propio.


Catalina describía el amor propio como el odio propio, decía que el amor propio es el anzuelo puesto por el diablo para hacernos caer y la estrategia para traer el mal al mundo.


El alma absorbida por el amor propio se dirige a la total ruina espiritual. Sorda y ciega para la Verdad, condena su ser voluntariamente, abriéndose camino al Purgatorio o a la eterna agonía del infierno. Para ella el amor propio causa mayor muerte que la muerte de nuestro propio cuerpo, pues nos aparta del Amor Divino, de la Verdad y de la verdadera Voluntad de Dios. "La mejor manera de amar al Señor de una forma plena es olvidándose de uno mismo", insistía.


Muerte de Santa Catalina de Génova


Nueve años antes de su muerte, Catalina sufrió estuvo muy enferma. Nada quitaba sus dolores y su condición iba deteriorándose paulatinamente. Sufrió mucho a semejanza de su Divino Esposo, no había una sola parte de su cuerpo que no sufriera dolor. Su cuerpo y su espíritu estaban completamente unidos a los sufrimientos de la Pasión de Cristo, aun cuando dormía.


Durante el último año de su vida, vivió prácticamente alimentándose en una semana lo que se come regularmente en un día y, aunque físicamente estaba padeciendo terriblemente, siempre mostró una especial paz.


Catalina murió el 14 de septiembre, de 1507 , día de la Exaltación de la Cruz. Su cuerpo fue enterrado en el hospital donde sirvió por mas de 40 años. Cuando años mas tarde se abrió su tumba, sus vestidos presentaban signos de descomposición así como el ataúd, pero su cuerpo estaba intacto, igual que el día en que había sido enterrado.


Muchos milagros a partir de su muerte.


Una amiga de Catalina que estaba críticamente enferma, tuvo una visión de Catalina en el cielo, gozando de la Luz Divina. Entonces pidió a los enfermeros del hospital que la trasladaran y la colocaran cerca del cuerpo de Catalina, y que pasaran sobre la parte de su cuerpo que estaba enfermo, un pedazo de tela del vestido de Catalina, en ese instante la amiga de Catalina pidió la intercesión de la santa e inmediatamente fue sanada.


Su cuerpo permanece incorrupto en la iglesia del hospital donde sirvió tantos años. Su nombre original es la Santísima Annunziata, pero se agrega el de Santa Catalina. Originalmente era parte del hospital pero este fue destruido por la guerra mientras que la iglesia fue prodigiosamente salvada. Hoy día la iglesia es mantenida por los frailes franciscanos.


En muchos lugares se la festeja el 21 de Marzo, fecha original designada para recordarla.



10:35 p.m.

Fundadora de la Congregación de las “Hermanas Benedictinas de la Providencia”


En Benita Cambiagio Frassinello, la Iglesia nos muestra un ejemplo de Santa que fue esposa, madre, religiosa y fundadora.

Ella se dejó conducir por el Espíritu Santo a través de la experiencia matrimonial, de educadora y de consagrada, hasta llegar a fundar un Instituto que, caso único en la hagiografía cristiana, guió con la colaboración generosa y discreta de su marido.


Benita Cambiagio Frassinello nació en Langasco (Génova), el 2 de octubre de 1791. Hija de José y Francisca Ghiglione, y fue bautizada dos días después. Durante su adolescencia su familia se traslada a Pavía.


Juventud


Recibe de sus padres una profunda educación cristiana que radica en ella los principios de la fe y plasma su carácter volitivo y perseverante.


Hacia los 20 años vive una fuerte experiencia interior que acrecienta en ella el amor a la oración y a la penitencia y, en modo especial, el deseo de abandonarlo todo para consagrarse enteramente a Dios.


No obstante, se casa el día 7 de febrero de 1816 con Juan Bautista Frassinello, un joven ligur que había inmigrado con su familia a Vigevano.


Esposa – hermana ejemplar


El camino de Benita en búsqueda de la voluntad de Dios es bastante arduo y difícil; se ve empujada por un impulso interior hacia la vida de virginidad, cultivado desde su adolescencia. Vive dos años casada, después de los cuales tiene la alegría de realizar, en ese estado, el aspecto profundo y sublime de la virginidad espiritual. De común acuerdo con su marido, que atraído por la santidad de Benita abraza este ideal, vive a su lado como hermana. Juntos se ocupan, con gran dedicación, de la hermana María, gravemente enferma de cáncer intestinal, alojada en su casa.


Benita y Juan experimentan una maternidad y una paternidad espirituales sobrenaturales, en la fidelidad al amor esponsal sublimado.


En 1825, cuando muere María, Juan Bautista entra en la comunidad de los Somascos y Benita en las Ursulinas de Capriolo. Amor esponsal exclusivamente consagrado a Dios


En 1826 por motivos de salud Benita vuelve a Pavía. Curada prodigiosamente por San Jerónimo Emiliani, se ocupa de las chicas con la aprobación del obispo, mons. Luigi Tosi.


Como necesita ayuda, que su padre le rechaza, el Obispo llama de nuevo a Juan Bautista, el cual deja el noviciado y regresa al lado de su mujer, renovando juntos el voto de castidad perfecta delante del Obispo.


Los dos se dedican generosamente a la acogida y educación humano-cristiana de las chicas pobres y abandonadas.


Educadora


La obra de Benita se inserta en la vida social de Pavía en un período en el que la institución de la escuela era acogida como auténtica portadora de bienestar.


Es la primera mujer de la ciudad y de la provincia que ve esta necesidad y el gobierno austriaco le otorga el título de “Promotora de la Pública Instrucción”.


Ayudada desde el primer momento por algunas jóvenes voluntarias, a las cuales da un reglamento aprobado por la Autoridad Eclesiástica, une a la enseñanza escolar la formación catequística y la formación al trabajo. De ambientes se sirve para transformar a las chiras en “modelos de vida cristiana” y asegurar de esta manera la verdadera formación de las familias.


Contemplativa en la acción


Su constante entrega nace y crece del fervor eucarístico y de la contemplación del Crucifijo, porque ella está convencida que sólo Dios es su verdadero apoyo y protección.


En su vida no faltan experiencias místicas que se repiten, particularmente, en las fiestas litúrgicas sin distraerla de sus obligaciones cotidianas.


Por amor a las niñas está dispuesta a los mayores sacrificios: de su persona, de sus bienes y hasta de la fama, mostrando así la incomparable grandeza de la “pedagogía del Evangelio”.


Capacidad de desprendimiento


La singularidad de la obra y el programa educativo de Benita son duramente criticadas por la oposición de personas poderosas, que se ven molestadas en sus viles intereses, y también por la incomprensión de algunas personas del clero.


En julio de 1838 Benita cede su institución al obispo Tosi y, junto con el marido y cinco fieles compañeras, abandona Pavía y se dirige hacia Liguria.


Fundadora


En Ronco Scrivia abre una escuela para las chicas del pueblo y funda la Congregación de las “Hermanas Benedictinas de la Providencia”, para las que escribe las Reglas‑Constituciones. En ellas queda plasmado el desarrollo del carisma de Pavía, ampliando a todas las chicas y jóvenes la educación, la instrucción y la formación cristianas, con su inconfundible espíritu de ilimitado abandono y confianza en la divina Providencia, de amor a Dios, a través de la pobreza y la caridad.


Desarrollo de la obra


El Instituto de las Hnas. Benedictinas de la Providencia se desarrolla rápidamente. En 1847 también llega a Voghera. Esta sede, cuarenta años después de la muerte de Madre Benita, por obra del obispo diocesano se convierte en Instituto independiente. En tales circunstancias las hermanas toman el nombre de “Benedictinas de la Divina Providencia” en memoria de Benita, su fundadora.


En 1851 Benita vuelve a Pavía, en una zona distinta a la primera fundación, y en 1857 abre una escuela en un pueblo de Valpolcevera, San Quirico.


Entra en el paraíso


El 21 de marzo de 1858 Benita muere santamente en Ronco Scrivia, en el día y hora predichos por ella. Entorno a su féretro se reúne una gran multitud de gente como última manifestación de estima y de dolor hacia la que considera como una “Santa”.


Benita se puede proponer como modelo de vida:


– a las personas consagradas: conformarse a Cristo en el abandono a la amorosa divina Providencia;


– a los esposos: total comunión para una profunda maternidad y paternidad;


– a los jóvenes: Cristo fuente de alegría e ideal de vida;


– a los educadores: prevenir, comprender, abrir horizontes;


– a las familias que atraviesan momentos dificiles: aceptar las incomodidades, cuando se está obligado a abandonar la propia tierra y a acoger en su casa a los familiares probados por la enfermedad y ayudarles a morir serenamente.


Reproducido con autorización de Vatican.va



10:35 p.m.
Nació en Tepatitlán, Jalisco, el 11 de agosto de 1888.

Hijo de campesinos, desde su niñez hasta su juventud cuidó de su madre, viuda, en la modesta aldea de Paredones; sin embargo, nunca abandonó el deseo de superarse en ciencia y en virtud. Desde su juventud fue promotor incansable de la doctrina social de la Iglesia.


Junto con su entrañable amigo Anacleto González, en las filas de la Asociación católica de la juventud mexicana, de Guadalajara, encontró escuela y cátedra para su formación religiosa y moral, y para sus ansias apostólicas.


Sorteando mil dificultades, ingresó a la Escuela libre de Derecho, perseverando en sus estudios hasta concluir la carrera de derecho. Hombre intrépido, de convicciones, nada le arredraba en sus propósitos cuando estos eran justos, lícitos y debidos. Por defender los derechos de los necesitados, cincuenta y nueve veces fue encarcelado, y muchas veces golpeado.


En 1922 contrajo matrimonio con María Guadalupe Sánchez Barragán. De su matrimonio le nacieron tres hijas.


En 1927, durante la persecución religiosa contra la Iglesia, Miguel se unió a la Liga defensora de la libertad religiosa, empleando todos los medios pacíficos permitidos para resistir los ataques del Estado a la libertad de credo.


Para defender la libertad y la justicia, aceptó el nombramiento de gobernador de Jalisco, conferido por los católicos de la resistencia. Perseguido por las fuerzas federales, fue acribillado por el ejército federal, cerca de Atotonilco el Alto, Jalisco, el 21 de marzo del año 1928.


Para ver más sobre sus compañeros mártires haz "click" AQUI


Reproducido por autorización de Vatican.va



Hermanos Franciscanos

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.