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Nació en Brivio (pueblo italiano de la provincia de Lecco) el 21 de abril de 1829.

Fue una de las primeras alumnas de la naciente escuela de las Hermanas Marcelinas en el pueblo de Vimercate.


Fue acogida por la Madre Marina Videmari, rápidamente se distinguió por lo ejemplar de su vida y por su aprovechamiento escolar.


En 1848, entró a formar parte de de la nueva Congregación, comprendió de inmediato que su ideal y su misión tendrían que ser en la enseñanza , la educación, la formación de las jóvenes en la escuela y en la familia.


Sor María Ana se santificó en la sencillez por su total fidelidad al Carisma de la congregación que había elegido. De su vida y ejemplo, surgen tres enseñanzas: la necesidad de la formación de un buen carácter firme, sensible, equilibrado; el valor santificador del compromiso en el propio deber, asignado por la obediencia y la importancia esencial de la obra educativa.


Su pedagogía fue la que su director espiritual, Monseñor Luis Biraghi, le recomendó: estar cercana, estar junto a las jóvenes en cada momento y circunstancia, participando de su vida cotidiana, en clases, en la capilla, en el comedor, en la recreación, en el dormitorio.


Entre sus mejores alumnas, se recuerda a la jóven Judith Alghisi Montini, la que después sería mamá del futuro papa Paulo VI.


Maria Ana Murió santamente el 24 de noviembre de 1891.


Fue beatificada por Juan Pablo II en 1980.



Según el Martyrologium Usuardi aparece distinta de su homónima, compañera de S. Eulogio de Córdoba, celebrada en las "Kalendas Junii", el 23 de Noviembre.

El Martyrologium Romanum dice que sufrió martirio en la persecución de Diocleciano, bajo "Daciano praeside".


En otros tiempos fue muy venerada en la ciudad, donde tenía una basílica dedicada, según el autor de las "Vitas Sanctorum Patrum Emeritensium", Doctor D. Aquilino Camacho.


No se ha identificado en la ciudad de Mérida la iglesia de la santa. Es posible que esté en el recinto de la alcazaba árabe. Para Moreno de Vargas es posible que fuera la ermita de la advocación de Nuestra Señora de Loreto, existente en su época.


Su devoción se extendió a la región de Bráccara, apareciendo en los censales de algunas parroquias. Su culto no se restablece después de la reconquista.


Este día también se festeja a San Clemente I


¡Felicidades a los Clementes y Lucrecias!





La comunidad cristiana de Corinto, radicada en una de las ciudades más cosmopolitas, dio -mezclados con muchas alegrías-, algunos motivos de preocupación; ya en tiempos del apóstol Pablo que adoctrinó a los primeros hubo problemas con algunos cristianos que perdían su fuerza por la boca y se mostraron indisciplinados. Años después se repitió la historia de los carismáticos que no aceptaban someterse a la autoridad de los legítimos pastores. El papa Clemente tuvo que intervenir en esos episodios poco agradables, molestos y preocupantes; era preciso corregir la desunión y evitar el peligro cismático.


Clemente I, obispo de Roma durante diez años, mandó a aquellos fieles una espléndida carta que llevaron Claudio Efebo, Valerio y Fortunato.


Está escrita en griego, que era entonces el idioma oficial, y transportaba a Corinto la paternal recomendación de practicar la caridad fraterna. No figura en el escrito el nombre de su autor, pero el análisis interno induce a pensar casi con certeza que el autor, al ser obispo y de Roma, debe ser el papa Clemente, el cuarto papa, tercer sucesor de Pedro, después de Lino y Cleto, por eso se le atribuye con toda probabilidad. De hecho, así lo entendieron Eusebio de Cesarea que califica la carta como "universalmente admitida, larga y admirable", Orígenes y el resto de los escritores eclesiásticos.

Clemente está incluido en el Canon de la Misa y aparece mencionado en los antiguos calendarios.


Algunas Actas legendarias -con toda probabilidad falsas- lo presentan emparentado con la familia imperial, como si fuera primo de Domiciano, o pariente de aquel Flavio Clemente al que mandó matar el emperador por el crimen de "ateísmo". Otros testimonios aducen su condición de liberto de la casa Flavia; unos afirman que procedía del paganismo, mientras que otros lo presentan con ascendencia judía. Hay quien lo quiere identificar con el homónimo mencionado por al Apóstol Pablo en la carta a los filipenses como colaborador suyo, y hasta afirma alguno más que fue convertido en Roma por la predicación de Pedro.


Sea como fuere, a través del escrito se ve la fina figura de un papa conocedor del Antiguo y Nuevo Testamento y bien experimentado en el espíritu de oración. Habla de forma arrebatada de la fe, origen de la disposición humilde de donde nace la aceptación de la autoridad; expone -con la seguridad que dan las disposiciones divinas y no las componendas humanas- la existencia de la autoridad jerárquica proveniente de la voluntad fundacional de Cristo, y llama a la comunidad universal de los creyentes "cuerpo de Cristo" y "rebaño"; no falta el recurso a la "tradición recibida" para llegar a la concordia de la fe y recuperar la paz.


Es admirable descubrir con nitidez la conciencia de su autoridad y de su obligación universal al intervenir en uno de los primeros conflictos, en virtud de su suprema autoridad. Con tono dignísimo y de gran solicitud paternal, Roma ordenó y fue obedecida.


La carta se considera tan autorizada por los destinatarios que sesenta años más tarde aún se leía a los fieles, en la asamblea dominical, según consta por testimonio de Dionisio de Corinto.


Párrafos de la carta de Clemente dan a entender que se escribió al finalizar una de las persecuciones, probablemente la de Domiciano, emperador al que el poder lo cambió inesperadamente de pacífico a cruel.


Clemente murió mártir al final del siglo I.


En torno a su muerte tampoco falta el relato imaginativo de las actas tardías (s. IV) configuradas con una frondosa literatura que intenta realzar la figura del santo. Suponen que el emperador Trajano le desterró al Quersoneso, en Crimea, condenándole a trabajos forzados en una cantera, por negarse a dar culto a los ídolos. La leyenda referirá abundancia de hechos prodigiosos como el haber sido arrojado al agua en el mar Negro con un ancla atada a su cuello; pero un ángel enviado por Dios hizo en el fondo del mar un magnífico sepulcro de mármol; cada aniversario de su muerte podían los fieles visitarlo a pie seco y cuando una madre olvidó en una ocasión allí a su hijo, lo encontró al año siguiente vivo.


El ancla que está presente en su iconografía más bien nos sugiere la firmeza de la fe y la seguridad de la unidad de las que fue Clemente eminente campeón con su enérgica defensa al mantener el principio de la autoridad primacial de la sede romana. En medio de las persecuciones, es el obispo de Roma la indiscutible voz suprema del magisterio.

¿Quieres saber más? Consulta ewtn


Hoy también se festeja a Santa Lucrecia


¡Felicidades a los Clementes y Lucrecias!











Columbano, Santo
Columbano, Santo

Noviembre 23

Fundador




Etimológicamente significa “paloma”. Viene de la lengua latina.


Nació en Irlanda en el 543. Desde pequeño mostró una clara inclinación para la vida consagrada.


Al salir de Irlanda en compañía del monje y santo Gall, recorrió Europa Occidental. Unas veces era rechazado, otras acogido, pero de lo que no cabe duda es que fue el fundador de monasterios y abadías desde las cuales salía un resplandor cultural y religioso dignos de toda loa.


Fueron el foco para culturización y cristianización de la época merovingia.

Su estilo de vida fue austero y así se lo exigía a los monjes, pues gracias a ella, encontraron un camino para la santidad al menos trece santos que no es el caso de enumerar.


El monasterio más célebre fue el de Luxeuil, al que confluyeron monjes francos, galos y burgondes. Fue durante dos siglos el centro de vida monástica más importante en todo el Occidente.


En el año 610 tuvo que salir pitando de Francia porque la cruel reina Brunehaut lo perseguía, porque le había echado en cara todos sus vicios y sus crímenes.


Pensaba volver a Irlanda pero se quedó en Nantes. También que tuvo que huir por los Alpes hasta que encontró acogida y refugio en Bobio, al norte de Italia, en la región de la Emilia Romagna, provincia de Piacenza.


Aquí fundó su último monasterio y en él murió en el año 615. La regla monástica original que dio a sus monasterios tuvo una influencia por toda Europa durante más de dos siglos.


Muchos pueblos, regiones y lugares están bajo su patrocinio.


También tuvo dificultades con los obispos franceses. Estos mandan en su diócesis pero no en los monasterios que desde siempre han estado exentos, es decir, no dependen del obispo.


Hubo alguien que lo trató bien. Fue el rey Aguilulfo. Menos mal que los cuatro últimos años de su vida pudo vivir tranquilo.


¡Felicidades a los que lleven este nombre!




Etimológicamente significa”vigilante, atento”. Viene de la lengua griega.


Dice Miqueas: “¿Quién como tú, Señor, que quite la culpa? Te compadecerás otra vez una vez más de nosotros y nos perdonarás”


Fue un obispo que nació el año 591 y murió en el 630.


Su existencia es históricamente cierta, pues habla de él nada menos que san Gregorio Magno en sus cartas.


Es el autor de un comentario del libro del Eclesiastés en lengua griega.


También ha escrito la vida de san Leoncio, que vivió cincuenta años después de su muerte.

Tiene una introducción, traducción y notas de san Gregorio Agrigento 2000.


Fue calumniado por sus enemigos y hasta el mismo Papa lo sometió a juicio.


Salió inocente. Una vez que volvió a su sede episcopal, transformó en iglesia cristiana el Templo de la Concordia, edificó una catedral en la zona que ocupa hoy la Villa Atenas.


También los griegos lo honran y veneran como santo.


Es digno de admiración la imagen que hay en muchas iglesias orientales en la parte de su mosaico.


Su fiesta es el 23 de noviembre.


Para mayor información, quien quiera puede consultar a Migne,” Las enseñanzas teológicas de san Gregorio Agrigento, 1989.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!



Martirologio Romano: Memoria de santa Cecilia, virgen y mártir, que, según la tradición, consiguió la doble palma por amor a Jesucristo, en el cementerio de Calixto, en la vía Apia de Roma. El título de una iglesia en el Transtíber lleva desde antiguo su nombre (s. inc.).

La gran devoción popular hacia la virgen y mártir romana hizo que el nuevo calendario litúrgico conservara su memoria, a pesar de que faltan documentos históricos anteriores al siglo VI. Esta devoción y el mismo patrocinio de Santa Cecilia sobre la música sagrada se deben efectivamente al relato de su martirio, titulado Pasión, fechado después del año 486. En ella la fundadora del “título” de la basílica de Santa Cecilia en Trastévere es identificada con una santa homónima, enterrada en las catacumbas de San Calixto y que habría sufrido el martirio durante el imperio de Alejandro Severo, hacia el 230.


En la Liturgia de las Horas se lee: “El culto de Santa Cecilia, bajo cuyo nombre fue construida en Roma una basílica en el siglo V, se difundió ampliamente a causa del relato de su martirio, en el que es ensalzada como ejemplo perfectísimo de la mujer cristiana, que abrazó la virginidad y sufrió el martirio por amor a Cristo”.


Cecilia, noble y rica, iba todos los días a la Misa celebrada por el Papa Urbano en las catacumbas próximas a la Vía Apia, y una multitud de pobres la esperaban porque conocían su generosidad. En el día de su boda con Valeriano, mientras el órgano tocaba, ella cantaba en su corazón: “solamente para el Señor” (de este pasaje de su Pasión tuvo origen el patrocinio de Cecilia sobre la música sagrada); después, llegada la noche, la joven le dijo a Valeriano: “Ninguna mano profana puede tocarme, porque un ángel me protege. Si tú me respetas, él te amará, como me ama a mí”.


Al contrariado esposo no le quedó otro remedio que seguir el consejo de Cecilia, hacerse instruir y bautizar por el Papa Urbano y después compartir el mismo ideal de pureza de la esposa, recibiendo en recompensa su misma gloria: la palma del martirio, al que por gracia divina se asoció también el hermano de Valeriano, Tiburcio.


Aunque el relato del martirio parece fruto de una piadosa fantasía, históricamente es cierto que Valeriano y Tiburcio fueron mártires y que fueron enterrados en las catacumbas de Pretestato. Después del proceso, narrado con abundancia de detalles por el autor de la Pasión, Cecilia fue condenada a la decapitación, pero los tres poderosos golpes del verdugo no lograron cortarle la cabeza: esto se debió a que, según el relato, Cecilia había pedido al Señor la gracia de ver al Papa Urbano antes de morir.


En espera de esta visita, Cecilia pasó tres días en agonía, profesando su fe. No pudiendo decir ni una palabra, expresó con los dedos su credo en Dios uno y trino.

¿Quieres saber más? Consulta Santa Cecilia, Lirio del Cielo de Jesús Martí Ballester











Miguel de Tver, Santo
Miguel de Tver, Santo

Noviembre 22




Etimológicamente significa “¿quién como Dios?”. Viene de la lengua hebrea.


Cuando el creyente está atento a la voz de Dios, día tras día renueva en su persona una espontaneidad que hace que se sostenga sólo en Cristo. La fidelidad de toda una vida supone una atención constante.


Murió en el año 1318.Su tío se llamaba san Alejandro Nevski. Era un padre de familia generoso y muy comprometido con todos los asuntos referentes a la religión cristiana.


Tuvo cuatro chicos y cuatro chicas. A tos los educó en una auténtica formación espiritual.


Tuvo que intervenir con dureza para que su pueblo no cayese bajo la invasión de los Tártaros, sostenidos y apoyados en su tiempo por los mismos príncipes moscovitas.


A todo aquel que no siguiera las instrucciones de los Tártaros, se les obligaba a llevar amuletos que indicaran su confesión y su conformidad con los dioses paganos.


El que no lo hacía le tildaban d traidor y era expuesto a la risa y vergüenza públicas.

Tenían que llevar los estandartes del jefe de los Tártaros.


Aquel que no los llevase era considerado traidor a la patria. Por cantar la gloria del Dios desconocido a quien adoraban los cristianos.


Entonces hicieron lo fácil: se lo entregaron al príncipe de los moscovitas, que se llamaba Georges Danielocitch.


Este príncipe tenía tan malas entrañas que no pensaba nada más que en acabar con ellos y con él.


Lleno de desesperación por la valentía que demostraban los cristianos y Miguel a su cabeza, se enfadó tanto que ordenó que todos fueran llevados a la muerte sin más juicio. Los esbirros los asesinaron con sus espadas.


¡Felicidades quien lleve este nombre!












Filemón y Apia, Santa
Filemón y Apia, Santa

Discípulos de San Pablo




Etimológicamente significa “lo mismo”. Viene de la lengua latina.


El profeta Miqueas dice: “ El pueblo que te has elegido, Señor, mora solitario en un campo feraz; sé su pastor”


En el transcurso de sus dos primeros viajes apostólicos, san Pablo conoció y convirtió a una familia ejemplar, que vivía en Colosas.


El marido y padre se llamaba Filemón. La mujer era una señora óptima. Se llamaba Apia.


El marido llegó a ser uno de los cristianos más celosos y bienhechor de esta ciudad.


Cuando salió Pablo, él mismo predicaba y organizó la primitiva iglesia de la ciudad reuniendo a toda su familia.


Tenían esclavos a su servicio. Uno de ellos era un ladrón y un flojo en el trabajo. Después de un robo huyó de casa.


El esclavo, sin embargo, quedó cautivado por la predicación de Pablo.


Por eso, al encontrarlo en Roma, se hizo bautizar y se convirtió al cristianismo.


Pablo le escribió una carta a Filemón diciéndole que perdonara al esclavo y a que fuera paciente con él.


La carta es una obra maestra de trato, delicadeza y afecto para con los esclavos.


Los dos perdonaron a Onésimo su pecado.


No se sabe mucho más de esta pareja. Tan sólo que la persecución de Nerón los llevó al martirio en el siglo I.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!

















Fiesta de Santa Cecilia
Fiesta de Santa Cecilia

Lirio del cielo

Noviembre 22


I. EL PALACIO DE LOS CECILIOS. UNA CASA PATRICIA DE LA ROMA IMPERIAL

En un ángulo del campo de Marte, cerca del mausoleo de Augusto y tan próxima al Estadio, que en los grandes días se oyen los gritos de la multitud, se yergue una casa patricia de la roma imperial. Desde allí se ve el Tíber. Detrás, se alza la fachada del Panteón, a la derecha el jardín, y en el interior un patio alegre, poblado de estátuas, pertenecientes a la nobilísima gens de los Cecilios. Pero los mármoles rodaron y el recuerdo se ha olvidado. Aquel palacio aristocrático de la Roma de los Antoninos, es hoy la iglesia de Santa Cecilia, espejo de la nueva Roma, restaurada por Cristo, la abeja industriosa de los panales del Señor, como la llama el pontífice Urbano. Una abeja libadora de flores de virtudes, que atesora en silencio y en oración. En una habitación, en un cofre de plata, se guarda el Evangelio que la joven lee todos los días.

II. LA BODA DE CECILIA

El palacio de los Cecilios se viste de fiesta. Esclavos y esclavas desfilan llevando joyas brillantes, telas preciosas y cestillos de flores, preparando la fiesta nupcial de la boda de Cecilia. Una noche, en las catacumbas, el pontífice había puesto sobre su cabeza el velo de las vírgenes; era la esposa de Cristo, pero no ha podido vencer la voluntad de su padre; y ahora se pone confiada en las manos del Señor. Avanza el cortejo. Van delante un niño adornado con verbenas y una niña coronada de rosas. Describiendo ligeros ritmos de danza, siguen cuatro adolescentes que acaban de vestir la toga pretexta. Cecilia lleva el vestido prescrito por el ritual: una túnica blanca de lana con su ceñidor también blanco y encima un manto color de fuego, símbolos de la inocencia y del amor. Cuando empezaba a brillar el lucero de la tarde, la nueva esposa es conducida a la morada del esposo.

III. HACIA LA CASA DE VALERIANO

La casa de Valeriano estaba al otro lado del Tíber, convertida hoy en la iglesia de Santa Cecilia. Cecilia sonríe con suavidad, pero una angustia infinita le acongoja el corazón. A los pocos pasos apareció la casa de Valeriano. En el pórtico, adornado de blancas colgaduras y guirnaldas de hiedra, aguardaba el esposo feliz. Cambiaron el saludo tradicional: -"¿Quién eres tú?"- preguntó él. Y ella respondió: -"Donde tú Cayo, yo Caya". Cecilia atraviesa el umbral. Una esclava se adelanta y le presenta en un cáliz de plata el agua, figura de la limpieza; otra le entrega una llave, símbolo de la administración que se le confía; y otra, le ofrece un puñado de lana para recordarle las tareas del hogar. Y pasan al triclinio, donde se va a servir el banquete nupcial. Brillan los candelabros, los lirios de Aecio y de Tívoli derraman sus perfumes, caen el chipre y el falerno en las copas de oro, escanciadas por jóvenes efebos, resuena la melodía de las arpas y los címbalos y los comensales aplauden al poeta que canta el epitalamio.

IV. EN EL BANQUETE DE BODA

Cecilia parece enajenada; su corazón está suspendido por una música celeste. "Durante el banquete de bodas, mientras la música sonaba, ella entonaba oraciones en la soledad de su corazón, pidiendo que su cuerpo quedara inmaculado", según se lee en las Actas de santa Cecilia, del año 500: "Que mi corazón y mi carne permanezcan puros". Cecilia iba a dar el último paso hacia el peligro. Dos matronas guiaron sus pasos temblorosos hacia la cámara nupcial. Arden los candelabros, brillan los tapices y fulguran las joyas.

V. EN LA CAMARA NUPCIAL

Llega Valeriano. Se acerca a su esposa radiante de dicha; pero ella le detiene con estas palabras: -"Joven y dulce amigo, tengo un secreto que confiarte; júrame que lo sabrás respetar". Valeriano lo jura sin dificultad, y la virgen añade: -"Cecilia es tu hermana, es la esposa de Cristo. Hay un ángel que me defiende, y que cortaría en un instante tu juventud si intentases cualquier violencia". El joven palidece, se irrita, grita desesperado; pero poco a poco la gracia le domina, y con la gracia la dulzura infinita de Cecilia. -"Cecilia -dice al fin-, hazme ver ese ángel, si quieres que crea en tus palabras". "Para ver ese ángel de Dios se necesita antes creer, hacerse discípulo de Cristo, bautizarse". -"Pues bien -responde Valeriano -; ahora mismo, esta misma noche; mañana será tarde". - Y con el ímpetu de la juventud y la sierpe de la duda en el alma, deja en la habitación a su esposa y camina envuelto en el silencio de la noche en busca del pontífice Urbano. Poco a poco, una fuerza desconocida va dominando su alma. Empieza a comprender.

VI. DOS CORONAS DE ROSAS Y LIRIOS

Unas horas más tarde volvía vestido con la túnica blanca de los neófitos. Prosternada en tierra, Cecilia está absorta en oración; una luz deslumbrante la rodea y un ángel de inefable belleza flota sobre ella, sosteniendo dos coronas de rosas y de lirios, con que adorna las sienes de los dos esposos. Al bautismo de Valeriano siguió el de su hermano Tiburcio y poco después, los dos esposos daban su sangre por la fe. Reinaba entonces en Roma el emperador Aurelio, hombre honrado, corazón bueno y compasivo, que se rebela contra los juegos sangrientos del anfiteatro; pero cruel con los cristianos. En su persecución sufrieron Tiburcio y algún tiempo después, la virgen Cecilia.

VII. EL MARTIRIO CRUEL

Tras los intentos de ahogarle en el hipocausto, el líctor blandió la espada y la dejó caer tres veces sobre el cuello de Cecilia, pero con tan mala suerte, que quedó envuelta en su propia sangre luchando agónica con la muerte. Tres días después iba a recibir el galardón de su heroísmo. Los cristianos recogieron el cuerpo de la mártir y respetuosamente lo encerraron en un arca de ciprés, sin cambiar la actitud que tenía al morir. Así se encontró catorce siglos más tarde, en 1599, según el testimonio del mismo Cardenal Baronio.

VIII. TESTIMONIO DE CARDENAL BARONIO

"Yo vi el arca, que se encerró en el sarcófago de mármol -dice el cardenal Baronio- y dentro, el cuerpo venerable de Cecilia. A sus pies estaban los paños empapados en sangre, y aún podía distinguirse el color verde del vestido, tejido en seda y oro, a pesar de los destrozos que el tiempo había hecho en él. Podía verse, con admiración, que este cuerpo no estaba extendido como los de los muertos en sus tumbas. Estaba la castísima virgen recostada sobre el lado derecho, unidas sus rodillas con modestia, ofreciendo el aspecto de alguien que duerme, e inspirando tal respeto, que nadie se atrevió a levantar la túnica que cubría el cuerpo virginal. Sus brazos estaban extendidos en la dirección del cuerpo, y el rostro un poco inclinado hacia la tierra, como si quisiese guardar el secreto del último suspiro. Sentíamonos todos poseídos de una veneración inefable, y nos parecía como si el esposo vigilase el sueño de su esposa, repitiendo las palabras del Cantar: “No despertéis a la amada hasta que ella quiera". Aunque la relación parece fruto de la fantasía, los mártires Valeriano y Tiburcio, sepultados en las catacumbas de Pretextato, son históricamente ciertos. Después del proceso, referido por el autor de la Passio, Cecilia, condenada a ser decapitada, recibió tres poderosos tajos del verdugo, sin que su cabeza cayese cortada: Había pedido y obtenido la gracia de volver a ver al papa Urbano antes de morir. En la espera de esta visita ella continuó durante tres días profesando la fe. No pudiendo hablar, expresó con los dedos el credo en Dios uno y trino. Y con este gesto la esculpió Maderno en su célebre, bellísima e impresionante imagen de mármol.

IX. PATRONA DE LA MUSICA

Cecilia, virgen clarísima, Lirio del cielo llega escoltada por la gloria divina con música y cantos, al banquete nupcial, en palabras de la narración de la Passio: Cantantibus organis, Caecilia, in corde suo, soli Domino decantabat, dicens: - Fiat cor et corpus meum immaculatum ut non confundar -, "Mientras tocaba el órgano, Cecilia cantaba salmos al Señor". A su Señor, a su Esposo: "Que mi corazón y mi cuerpo permanezcan inmaculados, para que no quede confundida". Sus oraciones fueron escuchadas y fue martirizada. Este relato escrito de las Actas de la mártir se grabó en mosaicos, y se decoró een frescos y miniaturas.

X. LOS PINTORES Y POETAS

En el siglo XVI y siguientes su posición como patrona de la música fue creciendo. Y los artistas la representaron tocando el órgano, o junto a él, en numerosas pinturas, destacando las de Rafael, Rubens y Pousin. Así la celebraron los pintores, los músicos y los poetas, Dryden, Pope, Purcell y Händel. El Movimiento Ceciliano alemán del siglo XIX la tomó como Patrona para la reforma de la música litúrgica, que culminó en el Motu Proprio de San Pio X, en 1903.

XI. CECILIA CANTA EN EL CIELO

Podemos imaginarnos a Cecilia cantando gozosa en el cielo, pidiendo al Señor que nosotros seamos dignos de cantar las alabanzas de Dios por las maravillas que obra en el mundo, unidos a su alma, limpia y enamorada. Dice santo Tomás en la 2a-2ae q. 91 a. 1 resp sobre el Canto Litúrgico, que tanto cuanto asciende el hombre a Dios por la divina alabanza, se aleja de lo que va contra Dios. El hombre asciende a Dios por medio de la divina alabanza, que le eleva alejándolo de lo que se opone a Dios, el egoismo y la soberbia, y lo convierte en hombre interior. La alabanza exterior de la boca ayuda a motivar el amor interior del que alaba. La alabanza exterior de los labios contribuye a aumentar el amor del que alaba, como lo había experimentado muy bien San Agustín viviendo la experiencia de la Iglesia que canta. La melodía divina con su fuerza transformante, lo había conducido al camino de su conversión. Confiesa el Santo que cuando oía los himos, de los salmos y de los cánticos en Milán, se sentía vivamente conmovido a la voz de tu Iglesia, que le impulsaba suavemente. Aquellas voces se mantenían en mis oídos y destilaban la verdad en mi corazón; encendían en mí sentimientos de piedad; entretanto derramaba lágrimas que me hacían bien (Conf. IX 6-14). En la Iglesia de Cristo, que es hogar de gozo, el canto es esperanza en acto porque es plegaria. Por lo tanto dedicarse a cantar a Dios y a escuchar la música sagrada es preparse para orar con mayor esperanza y a vivir la vida de Dios en nuestro santuario interior que desborda en la sociedad como anuncio del Reino de Cristo.

XII. LAS IMAGENES DE LA PATRONA DE LA MUSICA

A partir del Siglo XVI, la iconografía la representa llena de alegría por la presencia del Señor tocando instrumentos musicales, la lira, la cítara, el órgano, el clavicordio, el arpa, el violín, el violoncelo, y rodeada de ángeles cantando. Así la representan en el Louvre, Domenichino, Guido Reni, Rubens y Pierre Mignard. Desde la Catedral de Palermo a la Pinacoteca de Dresde, la figura de la mártir romana, personifica el espíritu del canto y de la música sacra, y sale de los límites de la música italiana para inspirar la música y la pintura europeas y el arte internacional ya que el arte no tiene fronteras, como no lo tiene el bien, ni la verdad ni la belleza, que viven en Dios y son participados por los hombres, que habiendo saboreado un retazo de hermosura, se enamoran de la plenitud de la belleza de Cristo Pantocrator. Porque la belleza, la verdad y el bien convergen y conducen a los hombres a reencontrarse con Dios.

XIII. LA PEDAGOGIA DEL ARTE

En la Pinacoteca de Bolonia se puede admirar un cuadro de Rafael que representa a Cecila, junto a instrumentos musicales, absorta en las armonías celestes. La Vida divina trinitaria, el Paraíso, la Comunión de los Santos son luz, armonía y color, santidad, que es belleza, magnificencia y esplendor. Ese es el ministerio de la liturgia y el magisterio del arte, ayudarnos a comprender mejor, a orar y a elevar nuestra mente a la armonía del Paraiso, al que estamos llamados. Los templos no son museos refinados, sino auxilios para afianzar nuestra fe y caminos de conversión interior. La música y el canto sagrado, las expresiones artíticas de la arquitectura, las pinturas, las imágenes, vienen a ser como sacramentales, para que los hombres, dotados de sentidos, se abran a su vocación de santidad, atraidos y fascinados por el aroma de los nardos de los santos, y por la blancura lilial de la Patrona de la Música CECILIA, Coeli-lilia, que en castellano significa Lirio del Cielo.

Comentarios al autor: jmarti@correo.infase.es



Nació en San Juan de los Lagos, Jal. (Diócesis de San Juan de los Lagos), el 29 de abril de 1887.

Vicario de San Juan de los Lagos. El ministerio al que se dedicó con verdadera pasión fue la catequesis de los niños.


Fundó varios centros de estudio y una escuela para la formación de catequistas. Siempre fue muy devoto del Santísimo. En plena persecución organizaba a las familias para que no faltaran a la guardia perpetua a Jesús Sacramentado en casas particulares.


Desde el momento de ser apresado fue tan duramente golpeado, que se le abrió una herida en la cara. Un militar, después de golpearlo, le dijo: «Ahora ya has de estar arrepentido de ser cura»; a lo que contestó dulcemente el padre Pedro: «No, ni un momento, y poco me falta para ver el cielo».


El 22 de noviembre de 1927 fue sacado de su prisión para ser ejecutado; los niños le rodearon y el Padre Esqueda insistentemente le repitió a un pequeño que caminaba junto a él: «No dejes de estudiar el catecismo, ni dejes la doctrina cristiana para nada».


Y en un pedazo de papel escribió sus últimas recomendaciones para las catequistas. Al llegar a las afueras del poblado de Teocaltitlán, Jalisco, le dispararon tres balas que cambiaron su vida terrena por la eterna.


Fue canonizado por Juan Pablo II el 21 de Mayo de 2000.


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Publicado con autorizacíon de Vatican.va



Salvatore Lilli nació en Capadocia, provincia italiana de Aquila, el 19 de junio de 1853. En 1870 entró en la Orden franciscana. En 1873 tuvo que proseguir los estudios en Tierra Santa, pues el Gobierno italiano había suprimido las Órdenes religiosas. Recibió la ordenación sacerdotal en Jerusalén, el 16 de abril de 1878.

En 1880 fue enviado a Marasc, misión de Armenia Menor (Turquía), comprendida en la Custodia franciscana de Tierra Santa que abarca Egipto, Israel, Jordania, Siria, Líbano, Chipre y Rodas.


Tras un breve viaje a Italia en 1886, prosiguió la actividad apostólica en Marasc, y en 1890 fue nombrado párroco de esta localidad. En la epidemia de cólera del mismo año, el P. Lilli se prodigó tan extraordinariamente en la atención a los apestados, que sus colaboradores lo jugaron exagerado.


En 1894 pasó a la misión de Mujuk–Deresi, a siete horas de viaje a caballo de Marasc. Al año siguiente estalló una fuerte persecución contra los cristianos armenios, que siempre habían sido marginados y despreciados a causa de su fidelidad a la religión cristiana. La matanza de hombres, mujeres, niños y ancianos causó miles de víctimas en la región. El P. Lilli recibió un mensaje urgente de sus superiores que le sugerían que abandonase el puesto; al segundo mensaje en el mismo sentido, el misionero respondió que «el Pastor no puede abandonar a las ovejas en peligro», y decidió quedarse junto a los armenios perseguidos. Un mes después, los soldados entraron a bayoneta calada y el heroico franciscano fue herido en una pierna cuando intentaba ayudar a las víctimas. Invadido su convento por la tropa, fue hecho prisionero y encerrado en una celda de la casa franciscana. Alternando halagos y amenazas, promesas y malos tratos, el jefe de los soldados trató de conseguir que renegase de Cristo y se pasase a Mahoma. Una semana después le obligaron a partir con varios campesinos del lugar, también prisioneros, hacia Marasc. Se reunieron todos en la iglesia, y el P. Lilli les confesó y animó al martirio. Después de dos horas de duro caminar (en el grupo había una niña de 11 años que luego será testigo del martirio), llegaron al borde de un torrente, y el jefe de nuevo les conminó a renegar de Cristo. Ante su unánime respuesta negativa, el comandante ordenó matarlos a bayoneta calada. El martirio se consumó el 22 de noviembre de 1895, cuando el P. Salvador Lilli tenía 42 años. Sus siete compañeros de martirio eran: Baldji Oghlou Ohannes, Khodianin Oghlou Kadir, Kouradji Oghlou Tzeroum, Dimbalac Oghlou Wartavar, Geremia Oghlou Boghos, David Oghlou David y Toros Oghlou David, todos ellos armenios.


El proceso ordinario para la beatificación de estos mártires se instruyó en 1930-32, y la causa se incoó en la Sagrada Congregación de Ritos el año 1959, siendo Papa Juan XXIII, conocedor y amante de las Iglesias orientales de Europa. En 1962-64 se instruyeron procesos apostólicos en Alepo (Siria) y Beirut. El 3 de octubre de 1982, Juan Pablo II los proclamó Beatos, precisamente al clausurarse el VIII centenario del nacimiento de San Francisco de Asís.











La Presentación de Nuestra Señora al Templo
La Presentación de Nuestra Señora al Templo



La memoria de la Presentación de la Santísima Virgen María, tiene una gran importancia, porque en ella se conmemora uno de los “misterios” de la vida de quien fue elegida por Dios como Madre de su Hijo y como Madre de la Iglesia. En esta “Presentación” de María se alude también a la “presentación” de Cristo y de todos nosotros al Padre.


Por otra parte, constituye un gesto concreto de ecumenismo con nuestros hermanos de Oriente. Esto se puede apreciar en el comentario de la Liturgia de las Horas que dice: “En este día, en que se recuerda la dedicación de la iglesia de Santa María la Nueva, construida cerca del templo de Jerusalén en el año 543, celebramos junto con los cristianos de la Iglesia oriental, la “dedicación” que María hizo de sí misma a Dios desde la infancia, movida por el Espíritu Santo, de cuya gracia estaba llena desde su concepción inmaculada”.


El hecho de la presentación de María en el templo no lo narra ningún texto de la Sagrada Escritura; de él, sin embargo, hablan abundantemente y con muchos detalles algunos escritos apócrifos. María, según la promesa hecha por sus padres, fue llevada al templo a los tres años, en compañía de un gran número de niñas hebreas que llevaban antorchas encendidas, con la participación de las autoridades de Jerusalén y entre el canto de los ángeles. Para subir al templo había quince gradas, que María caminó sola a pesar de ser tan pequeña. Los apócrifos dicen también que en el templo María se nutría con un alimento especial que le llevaban los ángeles, y que ella no vivía con las otras niñas sino en el “Sancta Sanctorum”, al cual tenía acceso el Sumo Sacerdote sólo una vez al año.


La realidad de la presentación de María debió ser mucho más modesta y al mismo tiempo más gloriosa. Por medio de este servicio a Dios en el templo, María preparó su cuerpo, y sobre todo su alma, para recibir al Hijo de Dios, viviendo en sí misma la palabra de Cristo: “Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la practican”.


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Presentación de la Virgen María
Presentación de la Virgen María

Noviembre 21




Etimológicamente significa” presente”. Viene de la lengua latina.


Esta fiesta arranca desde el lejano año 543. Fue el tiempo en que se dedicó una basílica a “La Virgen María la Nueva”.


Se levantó en el mismo monte Sión en la explanada del Templo.


Las Iglesias orientales, muy sensibles ante las fiestas marianas, conmemoran este día la Entrada de María en el Templo para indicar que, aunque era purísima, no obstante, cumplía con los ritos antiguos de los judíos para no llamar la atención.


La liturgia bizantina la trata como "la fuente perpetuamente manante del amor, el templo espiritual de la santa gloria de Cristo Nuestro Señor".


En Occidente, se la presenta como el símbolo de la consagración que la Virgen Inmaculada hizo de sí misma al Señor en los albores de su vida consciente.


Este episodio de la Virgen María no se encuentra en los cuatro evangelios. Sí que aparece, por el contrario, en un libro apócrifo, el “protoevangelio de Santiago”.


Pero, como siempre, quien manda es el pueblo cristiano. Desde siempre la espiritualidad y la piedad popular han estado marcadas y han subrayado la disponibilidad de María la Virgen ante los mandatos e insinuaciones mínimas del Señor Dios.


Por eso, tanto en Occidente como en Oriente esta fiesta tuvo en seguida un éxito resonante entre todos los cristianos.


María estaba destinada a ser un templo vivo de la divinidad. Según este evangelio apócrifo, la escena no puede ser más sencilla:" Ana y Joaquín, en un acto de fe y de cortesía, quisieron darle gracias a Dios por el nacimiento de esta niña".


No pensaron una cosa mejor que consagrársela de por vida. Cuando tenía tres años, la llevaron al Templo, la cogió un sacerdote mediante unas palabras que recuerdan el Magnificat, el himno del Virgen María en acción de gracias por lo que el Señor había hecho con ella.


Esta fiesta data desde el siglo VI.


¡Felicidades a quienes lleven este nombre y las Hermanas de la Presentación de Granada y del mundo!




Martirologio Romano: En Porec, de Istria (Croacia), san Marino, obispo y mártir (c. s. IV).

Una de las iglesias más bonita de Italia, ente tantas como hay, es la dedicada a san Vidal. En el mosaico del ábside, junto a la Virgen y al Niño Jesús, está la figura de san Mauro, al que está dedicada la iglesia.


Tiene en su mano la corona del martirio.


¿Quién fue este santo?


No solamente fue mártir, sino también obispo como lo atestiguan dos inscripciones que se refieren a la construcción de la iglesia y el traslado del santo a la misma.


Fue obispo de Parenzo al final de las persecuciones de Diocleciano.


Según la leyenda, este obispo vino de Africa, teniendo en cuenta la etimología de su nombre (“moro”).


Fue un joven cristiano desde su infancia. Llevado por su amor a Dios, se consagró a él como monje en un monasterio, en el que estuvo 18 años.


Después salió para hacer una peregrinación a Roma, y de aquí se fue a Istria para ser elegido obispo.


Sufrió mucho durante las persecuciones por defender con su vida el testimonio de su fe en Cristo Jesús.


Fue arrestado y condenado a muerte. Los mismos cristianos recogieron su cuerpo para darle sepultura en el cementerio.


Dos siglos posteriores, un obispo sucesor, Eufrasio, mandó edificar una iglesia en su honor y llevaron allá sus reliquias. Buena parte de ellas se las llevaron a Roma en el siglo VII.


Actualmente están en San Juan de Letrán. Su culto y devoción se extendieron muy pronto.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!




Noviembre 21




Etimológicamente significa “madre de la tierra”. Viene de la lengua eslava y griega.


Jesús dice: “El que beba el agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, pues el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para la vida eterna”.


Lo que de verdad lo ha hecho célebre en su país, ha sido la obra “Flor de los Santos”, que es todo un clásico de la prosa ruda al mismo tiempo que un libro de piedad.


Comenzó por la redacción de san Cirilo de Kiev en donde se hizo monje a los 17 años.


Cuando apareció el primer volumen, fue acogido con un aplauso general.


Pedro el Grande le envió un buen regalo para recompensarle.


El patriarca de Moscú le envió la bendición porque decía que no le había gustado, ya que en él había ideas católicas de Roma.


El día más triste de la vida de Demetrio fue el día en el cual el zar le nombró metropolita de Siberia con el fin de evangelizar esta región inmensa y la China.


El tomo III de la “Flor de los santos” acababa de aparecer (1700).


El pobre monje, al que sólo le gustaba el estudio y la contemplación, s puso en camino llorando. Cayó enfermo en Moscú.


Pedro el Grande fue a visitarlo. Demetrio le dijo que no había biblioteca en Siberia.


El zar le nombró metropolita de Rostov, diócesis en la que abundaban los sacerdotes estúpidos, borrachos y en donde las mujeres y los niños no comulgaban nunca.


Veían raro a un obispo tan bueno. Murió a los cuatro años de la publicación de su cuarto tomo (1705). S lo encontraron muerto de rodillas.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!



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