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Sacerdote y Fundador

de a Congregación de los Siervos de la Caridad y

de las Hijas de Santa María de la Providencia.


Martirologio Romano: En la ciudad de Como, en Italia, beato Luis Guanella, presbítero, que fundó la Congregación de los Siervos de la Caridad y también la de las Hijas de Santa María de la Providencia, para atender a las necesidades de los desamparados y afligidos, y procurarles la salvación eterna. ( 1915)

Fecha de beatificación: 25 de octubre de 1964 por el Papa Pablo VI.


Fecha de canonización: 23 de octubre de 2011 por el Papa Benedicto XVI.



Luis Guanella nació en Fraciscio, Sondrio, el 19 de diciembre de 1842, el noveno de trece hijos. Desde niño aprendió una fe viva y operante, un constante amor al trabajo y una gran caridad para con los pobres.

Pasada su niñez entre sus montes siempre nostálgicamente amados, fue alumno del Colegio Gallio de Como, frecuentó después, para los estudios eclesiásticos, los seminarios diocesanos, distinguiéndose por la angélica piedad, amabilidad de carácter y aprovechamiento en las disciplinas escolares. Ordenado sacerdote el 26 de mayo de 1868, estuvo encargado de cura de almas en Prosto y en Savogno, en Val Chiavena, donde construyó una escuela elemental, y enseñó en las escuelas, por cuanto tenía un diploma de maestro. Multiplicó las iniciativas benéficas a favor de los pobres y con entusiasmo organizó la acción Católica juvenil, fundada en 1867 por Juan Acquaderni y Mario Fani. En 1875 fue a Turín, a donde Juan Bosco, de quien aprendió el camino de la santidad y el método pedagógico. Se vinculó con los votos religiosos a la sociedad salesiana. Pero en 1878 fue llamado por su obispo a la diócesis, fue nuevamente párroco en Traona, Olmo y Pianello Lario, donde en 1885 sonó la hora de la misericordia con la primera fundación de las obras soñadas de tiempo atrás a favor de los pobres abandonados.


Este sacerdote valteliense, en la escuela de los santos de su tiempo: Juan Bosco, José Cafasso, José Benito Cottolengo, Leonardo Murialdo, Luis Orione, Madre Francisca Javier Cabrini, también él fue iniciador de numerosas obras de beneficencia, que florecerían rápidamente gracias a su espíritu de dedicación, y a su capacidad de comunicar entusiasmo y valor a sus colaboradores.


Devoto y admirador de San Francisco de Asís, ingresó en su Tercera Orden. De la vida del Pobrecillo asumió el espíritu de pobreza y de perfecta alegría, de gran confianza en Dios y de amor por los hermanos más pobres: los huérfanos, los deficientes, los ancianos y los enfermos. Para continuar la institución fundó dos congregaciones religiosas: los siervos de la Caridad (Guanelianos) y las Hijas de Santa María de la Providencia (Guanellianas). La obra se desarrolló admirablemente en Italia y en el exterior. La pía unión del tránsito de San José, iniciada por él en Roma, cuenta hoy con más de diez millones de miembros. En años de encendido anticlericalismo, fue mirado con sospecha por las autoridades laicas y fue blanco de injusticias y persecuciones, pero las superó con la fuerza de su fe y el fuego de la caridad. Fue a América siguiendo a los emigrantes, trabajó mucho por la asistencia religiosa a los mismos. Para instruir a la juventud abrió escuelas de iniciación, y oratorios. Para asistir a las víctimas del terremoto de Calabria, en Marsica y en Mesina, no economizó energías ni medios.


En Como el 24 de octubre de 1915, a los 73 años concluyó su activa jornada este héroe de la caridad. Su cuerpo se venera en el Santuario del Sagrado Corazón en Como.


Una intercesión milagrosa para su canonización:


El milagro atribuido a la intercesión del ahora santo fue la milagrosa curación de William Glisson, un joven de Pennsylvania a quien los médicos no dieron oportunidad de recuperación tras sufrir un severo accidente mientras patinaba.


William tenía 21 años cuando en marzo de 2002 cayó de cabeza por patinar en reversa en la calle. Quedó en estado de coma y los médicos le practicaron cinco cirugías, incluyendo dos para unir las piezas de su cráneo. Los especialistas esperaban que el joven presentara un daño cerebral permanente.


Sin embargo, Glisson se recuperó completamente luego que un amigo de la familia organizara una campaña de oración por intercesión del Padre Guanella con una comunidad de los Siervos de la Caridad, así como residentes y estudiantes de la Aldea de Don Guanella dedicada a personas con discapacidades.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!











Rafael, Arcángel
Rafael, Arcángel

Octubre 24




Etimológicamente significa “ Dios le curó, medicina de Dios”.Viene de la lengua hebrea.


Dice Pablo:” Nada hagáis por la contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo”.


Aunque ya ha pasado al 29 de septiembre, fiesta de los Arcángeles, sin embargo hay ciudades que no lo han cambiado, como Córdoba, por ejemplo.


La historia de san Rafael se conoce por la Biblia. Fue enviado por Dios para que le ayudara a Tobías, a quien, para probar su paciencia, le había quitado la vista y los bienes.


También vino el arcángel de parte de Dios para que auxiliara a una joven llamada Sara.


Ya se había casado siete veces. Pero nunca pudo acostarse con ninguno de ellos porque un demonio se los mataba.


San Rafael se le apareció como un joven elegante al anciano Tobías.


Este se puso contento en poder acompañar a su hijo para que cobrase dinero.


Mientras iban de camino, al lavarse el joven Tobías los pies, vio que iba hacia él un pescado muy grande.


Lo cogió, y guardó la hiel, el hígado y el corazón.


Aconsejado por el ángel, lanzó Tobías al demonio de la habitación de Sara con el hígado del pescado.


Y ya pudo casarse con ella. De vuelta a la casa de su padre, le dio la vista con la hiel del mismo pescado.


Cuando le preguntaron al extraño visitante quién era. Contestó:"Yo soy el ángel Rafael, uno de los siete espíritus que asisten delante del Señor".


¡Felicidades quien lleve este nombre!



José Baldo nació el 19 de febrereo de 1843 Puegnago, en la orilla occidental del Lago Garda en la provincia de Brescia. Sexto entre nuevo hijos de Angelo Baldo y Ippolita House.

De los ocho hermanos, seis murieron desgraciadamente a edad temprana, la mortalidad infantil era un azote que marcó la vida de muchas familias en esas decadas.


Sus padres, particularmente su madre, le dieron una educación moral y religiosa loable. Aprendió aversión a cualquier forma de falta de compromiso y el estricto cumpliendo de sus deberes.


A los 16 años ingresó al Seminario del Obispado de Verona, diócesis a la que pertenecia Puegnago, se distinguió por su ejemplar comportamiento, la aplicación en los estudios, el espíritu de piedad, el celo apostólico, por lo cual la Santa Sede concedió para su ordenación, misma que tuvo lugar el 15 de agosto de 1865, contando con sólo 22 años.


Después de un parentésis como vicaro parroquial en Montorio (Verona), fue llamado en 1866 nuevamente al seminario, donde se le confió la tarea de sub director del Colegio Obispal de Verona, cargo que ocupó por más de diez años, mostrándose como un muy buen educador y pastor de almas. Escribió un manual de oraciones en el que también estaban impresas homilias y las reglas disciplinarias.


Después de un largo y fructífero período en el Colegio, consiguió que su obispo la autorización para dedicarse a un campo más amplio, asignándosele la parroquia de Ronco all’Adige (Verona), se posicionó el 17 de noviembre de 1877, casi en secreto para evitar confrontación con un grupo masónico, que lo había amenazado de muerte si hubiese usado la solemnidad usual en la ceremonia.


Conciente y convencido de que todo aquello que concierne al desarrollo humano, debe ser planificado y desarrollado por el parroco, concentró todo esfuerzo en la organización de un amplio plan de acción social y caritativa, dirigido a satisfacer las necesidades espirituales y temporales de cada persona.


En 1882 mujeres recogidas para la casa de la lactancia libre, en una asociación pía llamada "las Criadas de Caridad de St. María el del Soccorso”; el l´Asilo del istituì el gratuito infantil, la el di de Scuola Lavoro el il de e el parrocchiale de Ginnasio, una de aprì de inoltre Biblioteca Circolante. María el del Soccorso"; el Asilo instituyó al niño libre, la Escuela de Labor y la parroquia adiestra, también abrió una Biblioteca Actual.


En 1882 reune a mujeres para ayudar como enfermeras gratuitas a domicilio en una asosiación a la que denominó "Asistentes de la Caridad de Santa María del Socorro"; instituyó un Asilo gratuito para niños, la Escuala Técnica y Gimnasio Parroquial, también abrió una biblioteca ambulante.


En 1884 fundó la Sociedad de Obreros de Ayuda Mutua, con el fin de defender a los pobres de los prestamistas, y en 1888 abrió un hospital pequeño llamado "Casa Ippolita" (por el nombre de su madre) para atender a enfermos pobres y acoger a ancianos abandonados. Despues en 1893 abre otro centro para acoger ancianos de Ronco all’Adige y sus alrededores, en 1894 abrió la "Casa Rural Católica" para captar prestamos y conceder prestamos a intereses convenientes. En tiempo de Veneto, la emigración era una lacra social, por lo que difundió el "Decálogo del Emigrante", documento antesesor a la Encíclica ‘Rerum Novarum’ del Papa León XIII.


En el campo religioso puso la Eucaristía como centro de la vida espiritual, popularizó el apostolado de la oración, empezó a enseñar la Doctrina Cristiana. En 1879 reorganizó la Confraternidad del Santísimo Sacramento, reactivó la Sociedad de Doctrina Cristiana.


Para proveer la ayuda al necesitado y la adecuada administración de la "Casa Ippolita", en 1893, fundó las Hermanas de la Misericordia de Verona, la cual luego de un año se disolvió para crear otra institución femenina en Ronco.


A estas alturas, como pasó con tantos otros fundadores, debía establecer una nueva congregación, entonces el 13 de octubre de 1894, inició con algunas postulantes la Congregación de las "Pequeñas Hijas de San José".


El 25 de junio de 1897, las primeras siete hermanas hacían su profesión religiosa, la cofundadora fue Clementina Ippolita Forante (1864-1928). Su propósito es la ayudada a ancianos y enfermos, y la educación de niños y jóvenes.


Después de tan incansable labor, y habiendo sufrido 22 meses de dolorosa enfermedad, el Padre José Baldo murió el 24 de octubre de 1915 a los 72 años de edad.


Fue beatificado por Su Santidad Juan Pablo II el 31 de octubre de 1989.



Martirologio Romano: En distintos lugares de España, Beatos Fortunato Velasco Tobar y 13 compañeros, de la Congregación de la Misión;asesinados por odio a la fe ( 1934-1936)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.



Tenemos a la vista un objeto que habla del P. Amado (así le denominábamos casi siempre) más que un libro. Es una toalla empapada en su misma sangre de mártir. La llevaba al cuello al recibir los tiros. Cuando su cuerpo estaba aún ca­liente, una fiel discípula, cual otra Verónica, se atrevió a acer­cársele y se llevó el mejor regalo: sangre del Maestro y Padre, que con muerte heroica selló sus enseñanzas y consejos.

Fue así su martirio:


El 22 de octubre de 1936 ingresó en la cárcel. Días después, cuando dormía plácidamente, voces de terror lo pusie­ron en pie. Y, a poco, oyó cantar su nombre entre otros ca­torce.


Trágico cortejo camino del cementerio. La lista negra ha­bía sido apostillada con la palabra libertad, y el P. Amado dijo, al oírla, con presentimiento de lo terrible: “¡Qué liber­tad será ésta!” Ya el enigma estaba descifrado.


En la sien recibió el tiro mortal. Y él, que tenía costumbre de saludar a lo militar, murió saludando; el dolor le debió de inducir instintivamente a llevarse la mano derecha al lugar de la herida, que, aunque de muerte, tal vez no la produjera instantáneamente. Cruzáronle, al enterrarle, las dos manos so­bre el pecho; pero el día de la exhumación la mano diestra volvió a tomar su postura preferida.


¡Hasta la eternidad!, había dicho al Hermano Jiménez, con abrazo estrecho, al salir de la cárcel. El hermano sueño se unió con la hermana muerte, tras un, breve paréntesis de an­gustia y reflexión. Tales momentos de agonía —llamémoslos así—, convenientes, sin duda, fueron a su espíritu; mas no ne­cesarios. El P. Amado, va al decir, se tenía tragada la muerte desde el día y hora en que fue detenido. Ni obsta aquel pape­lito que escrito desde la checa decía así: “Leonor, estarnos Ji­ménez y yo; envíanos cena.” El tono agresivo que con él usa­ron los esbirros dejaba bien entrever sus pésimas intenciones, mas no era fácil predecir sus planes. La cena, en efecto, llegó, y a punto; que todavía restaban horas de prisión: en la ex igle­sia de los PP. Jesuitas fueron los dos recluidos; Dios le lleva­ba, al sacerdote y al apóstol, para tranquilizar conciencias.


Aunque breve su estancia en aquella mansión, se debió de ganar en seguida las simpatías de sus compañeros de dolor. Al verle tiritando, en aquella mañana que vió su inmolación, al tener que salir de la cárcel, un alma compasiva le dió ru abrigo. No lo quería él recibir; el otro insistió: —Póngase mi abrigo. Y se lo puso, no olvidándose de recomendar al Herma­no: “Si no vuelvo, cómprele un abrigo.”


Harto extraño era que, habiéndose llevado ya los rojos al P. Gutiérrez y andando a caza del P. Lozano, no se acordaran del Superior de la casa, tan conocido como era en el barrió de los Pescadores de Gijón, ni se preocuparan de incautarse de la residencia, sino que dejaron al carpintero y cocinero de los frailes tan tranquilos en su casa. Que carpintero de la casa decía ser el P. Amado, si bien sus manos no tenían callos. Bien descuidado se andaba él y confiado bajo el mono azul con cin­turón de cuero y sobre alpargatas rojas.


Insistiéronle varias veces a que se refugiara en otra parte; mas él respondía invariablemente: “¡Que no; que comprome­to!” Cierto que cuando pensaba en la posibilidad de que le llevaran a las fortificaciones, a las que tenía un terror pánico, tentaciones le venían de marcharse.


Un día fatal los sabuesos rojos olfatearon la malhadada pa­tente de Superior. Sin embargo, entonces no identificaron al titular con el carpintero —cosas que Dios permite—, y el hallazgo no trajo consecuencias desgraciadas y fulminantes.


Tras este incidente, corrieron días. Así ocurrió que tanto el Padre como el Hermano se hicieron la ilusión de que el peli­gro había desaparecido. Y vivían con ilusión y sin perder el apetito: el P. Amado se puso grueso en pocos días, los últimos de tranquilo bienestar. Ni los registros llegaron a inquietarles. Nada tenía de particular: los tiempos, las circunstancias.


Todos los días telefoneaba el P. Amado a las Hermanas, interesándose por ellas. Muchas personas iban a su casa a con­fesarte, singularmente Hermanas de todas las casas de la po­blación. Y él también salía a celebrar Misa y a confesar do­quiera le requerían. El día 12 de agosto confesó en el Asilo Pola unas treinta personas, y el 15 del mismo mes, fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen, celebró en el dicho Asilo la Santa Misa y hasta predicó.


Pero estas solemnidades trascendieron y los rojos trataron de apresarle, en días sucesivos, a aquel cura atrevido e inso­lente. Negaban el hecho las Hermanas del Asilo; pero os rojos afirmaron resueltos: “¿Si ha celebrado aquí, y llevaba mono y pistola.” No debían de ser del todo atravesados, cuan­do se apaciguaron al decirles mansamente y con acentos de súplica: “Si no se mete con nadie.”


La prudencia aconsejó e impuso restricción y miramiento. Y así continuó reinando la paz en medio del revuelto mar de persecución y martirio.


El 13 de octubre, no obstante, dos Hermanas, que fueron a casa a confesarse, encontraron al P. Amado, contra costum­bre, muy nervioso y excitado. ¿Presentía la proximidad de la tragedia?


Cuando el día 21 fue conducido ante “el Tribunal Popu­lar”, la acusación se fundamentaba en que había celebrado Misa el día 15 de agosto. Era Cura. Por consiguiente, “marca­damente faccioso”. Y no negó él. Sacerdote y Mártir usque in aeternum.


El P. Amado, hijo de Tomás e Isabel, nació el 29 de abril de 1903, en Moscardón (Teruel). Estudió para Paúl en la Es­cuela Apostólica de Teruel (“Capuchinos”). Ingresó en el no­viciado el 10 de septiembre de 1917. Hizo los votos el 30 de abril de 1921, siendo ya estudiante de Filosofía, en Hortaleza; la tardanza obedeció a no haber cumplido los dieciocho años de edad requeridos por el Código. Cursó la Teología en Cuen­ca y en Madrid. En Cuenca fue uno de los fundadores de aque­lla inter nos famosa “Brigada de Trabajadores”, que tanto se distinguió, al paso de los años, siempre renovada, en la crea­ción de la hermosa y utilísima Explanada del Seminario de San Pablo, asombro de las presentes y futuras generaciones.


Se ordenó de Menores el 21 de junio y el 12 de julio de 1925; de Subdiácono, el 14 de febrero de 1926; de Diácono, el 20 de marzo, y de Sacerdote, el 2 de mayo del mismo año de 1926.


Estuvo destinado los ocho primeros meses, después de or­denado, en la Casa-Misión de Ávila; en 1927 fue destinado a la fundación de la casa de Granada, y con residencia en ésta, predicó todavía un curso de Misiones en Ávila; asimismo pre­dicó misiones sueltas en la diócesis de Granada; el 16 de fe­brero de 1929 salió para la fundación de Gijón, y en 1935 fue nombrado Superior de esta residencia.


Era el P. Amado de mediana estatura, tipo fino, bien pro­porcionado, color moreno castaño, de temperamento alegre, aunque era formal cuando se requería; excelente predicador, por el fondo, si no abundante, selecto, y por la forma, cuidada y agradable. El P. Amado fue de los que sacan partido a los talentos que el Señor da a cada cual. Se había hecho realmete una joya de la Congregación y su valor iba en crescendo.


Sin, duda, al trasponer los umbrales de la eternidad ha oído estas consoladoras palabras: “Anda, siervo bueno y fiel; por­que fuiste fiel en lo poco, yo te constituiré sobre lo mucho; entra en el gozo de tu Señor.”


Escrita la anterior relación, nos viene a las manos otra del P. Lozano, viva y emocionante, como escrita con tinta reciente de personales impresiones.


Publicamos las dos porque así se completa el apunte bio­gráfico. Las diferencias detallistas entre una y otra obedecen a la diversidad de fuentes de información.


Escribe:


“El P. Amado García quedaba ya solo en casa con el Her­mano Jiménez. Herido profundamente por estas desgracias y temiendo por los que aun quedaban, redoblé mis trabajos para hacerles salir y evitar que la catástrofe tomara más proporcio­nes. Todo inútil. Nuestro buenísimo Superior había llegado a convencerse de que como sacerdote no se le perseguía. Uno tras otro habían ido cayendo más de sesenta sacerdotes y re­ligiosos de distintas órdenes: todos los que habían sido encon­trados. El, sin embargo, continuaba siendo asistido mimosa­mente todos los días, pero en, realidad perfectamente vigilado. En alguna ocasión llegó a instarme a que me fuera con él a casa, en donde me consideraba más seguro.


“Habían pasado ya cuatro meses. Las detenciones y los crímenes aumentaban día por día. Sólo diez o doce sacerdotes quedaban perfectamente escondidos. Por mi mente pasó la idea de ir personalmente a casa, aprovechando uno de mis disfra­ces, y sacármelo a viva fuerza. Con mucho trabajo consiguie­ron disuadirme, pero sólo a condición de que una Hermana, perfectamente disfrazada, iría inmediatamente a suplicarle en, mi nombre que no esperase un momento más. En efecto, aque­lla mañana, perfectamente desfigurado, salió de casa por fin, y fue a esconderse en una casita humilde perteneciente a un izquierdista razonable, que hacía ya meses servía de amparo al único párroco que quedaba con vida, el de San Lorenzo.


Apenas si tuve tiempo de celebrar este triunfo. No habían pasado veinticuatro horas cuando, cansado, creyéndose una car­ga en aquella casa acogedora, excesivamente confiado, o delicado en demasía, volvía a la residencia, sin que fueran bastantes a de­tenerlo cuantas súplicas y lamentos se le opusieron. Era qui­zás más fuerte la voz de Dios que le llamaba al martirio. Los suyos se lo habíamos querido evitar, y la Providencia quiso, torciendo todas nuestras previsiones, que fuera precisamente uno de los suyos el que se lo facilitara. En la tarde de aquel mismo día nuestro buenísimo hermano Jiménez salía camino de una aldea próxima en busca de alguna cosa que comer, pues ya el hambre se había enseñoreado de la población civil. Pa­saba por un puente sobre la ría en que termina la magnífica playa de Gijón, cuando unos centinelas dieron el “¡Alta!”, apuntándole con el fusil. Trémulo y confuso, fue contestando, sin darse cuenta apenas, a las preguntas que le fueron ha­ciendo:


—¿Quién eres?


—Un pobre lego.


—¿De qué convento?


—De los PP. Paúles.


—¿Dónde están los frailes?


—Algunos han sido fusilados y otros no sabemos dónde están.


—Y tú, ¿dónde vives?


—En nuestra casa, con el P. Superior.


Síguenos.


Terminaron. Y, en medio de ellos, como un criminal, el buen anciano fue conducido a la checa y sometido a un sagaz y minucioso interrogatorio.


Poco tiempo después era detenido en casa el P. Amado y llevado a la iglesia de la Compañía. 290 individuos habían sido detenidos aquella misma tarde.


¿Qué pasó en la prisión? Con lágrimas en los ojos me lo contaba, días después, el que había sido compañero de lecho de nuestro buenísimo Superior en aquella noche postrera.


“Horas y horas se pasó en confesarnos a todos, me decía. Teníamos tan segura la muerte…” Cuando todos estuvimos con­fesados, el buenísimo Padre, radiante de alegría, nos invitó a rezar el Rosario a la Milagrosa. Más que rezar, declamaba las oraciones, de tal modo, que sus palabras, rebotando en las bóvedas de la magnífica iglesia, convertida en catacumba, caían sobre todos nosotros como riada de optimismo y de valor. Al cabo, después de bendecirnos, nos recostamos para descansar y esperar tranquilos la muerte próxima. Casi todos nos había­mos proporcionado una manta, un colchón y una almohada, para no dormir en el duro suelo, que infinitos presos habían dejado a su paso infecto y sucio. Yo observé que el P. Amado no tenía en dónde acostarse .y se recogía en un rinconcito. Le llamé y obligué a que se acostara conmigo. Poco después dor­mía tranquilamente: tal era su tranquilidad.


A las doce de la noche nuestra magnífica iglesia-prisión, desmantelada, sin luz apenas, con cerca de trescientos hombres tirados por el suelo en la más rara y policroma confusión, se estremecía todavía con las plegarias de muchos hombres. Sólo el Padre dormía profundamente.


Hacia las dos de la madrugada nuestros verdugos aparecie­ron como una invasión siniestra en el presbiterio. Fueron nom­brando uno a uno y poniendo en libertad a muchos que, nun­ca pensaron en recobrarla.


Al llegar al P. Amado, el que parecía jefe de aquella chus­ma cantó su nombre con una mezcla de odio y de sarcasmo. “Amado García. Fraile.” Tuve que despertarlo con algún es­fuerzo. Se presentó ante ellos, y, como a los demás, también le dijeron, aunque con un tono bien distinto: “También a ti te vamos a dar la libertad. Espérate aquí, a la izquierda.” Su tono sarcástico daba a entender bien claro lo que aquella li­bertad significaba para él. Se acercó a mí y, visiblemente emocionado, me dijo abrazándome:. “Adiós. Hasta la eternidad.”


Después, se acercó de nuevo a los jocosos esbirros y les dijo presentándoles al Hermano: “Matadme a mí, pero no hagáis nada a este pobre viejo, que nada tiene que ver. Es sólo un criado nuestro.”


Aun no había amanecido. A las puertas del cementerio llegó un coche y de él descendieron unos cuantos asesinos, trayendo a un detenido. Joven, resignado, tranquilo. Era el P. Amado, condenado a muerte por el enorme delito de ser un sacerdote santo.


De su muerte edificante decían al día siguiente en un suel­to del periódico los mismos rojos algunas alabanzas, que hoy, por no tener a mano el periódico, no puedo transcribir al pie de la letra. Por alguno de los que asistieron a su fusilamiento pudimos recoger sus últimas palabras, cortas, sentidas, ter­minantes.


“Matadme cuanto antes, pero no me martiricéis. Dios os perdone, como yo también os perdono.”


El primer disparo debió de cogerle en el acto de bendecirles, pues el proyectil, después de atravesar su antebrazo, fue a alojarse en el cráneo, a la altura de la frente. Un nuevo disparo en el parietal derecho lo arrancó para siempre de entre nosotros.


Por medio de algunas buenas mujeres conseguimos resca­tar su cuerpo y enterrarlo en una sepultura particular; se hi­cieron algunas fotografías de los lugares de su martirio y se recogió una toalla empapada en su sangre preciosa.


Permitidme que desde estas cuartillas levante esa toalla santificada y ennoblecida como un símbolo y corno una rúbri­ca. La rúbrica de esa página maravillosa que en los anales de la Congregación ha escrito nuestra casita de Gijón; y el sím­bolo de un porvenir magnífico que sobre esta flagelada tierra de Asturias se abre a nuestra pequeña residencia, coronada por Dios con esa bandera de purísima y novísima libertad.”





1. TOMÁS PALLARÉS IBÁÑEZ

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 06 Marzo1890 en Iglesuela del Cid, Teruel (España)

martirio: 13 Octubre 1934 en Oviedo, Asturias (España)

2. SALUSTIANO GONZÁLEZ CRESPO

hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 01 Mayo 1871 en Tapia de la Ribera, León (España)

martirio: 13 Octubre 1934 en Oviedo, Asturias (España)


3. LUIS AGUIRRE BILBAO

hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 13 Septiembre 1914 en Murguía, Vizcaya (España)

martirio: 30 Julio 1936 en Alcorisa, Teruel (España)


4. LEONCIO PÉREZ NEBREDA

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 18 Marzo1895 en Villarmentero, Burgos (España)

martirio: 02 Agosto 1936 en Las Planas de Oliete, Teruel (España)


5. ANDRÉS AVELINO GUTIÉRREZ MORAL

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 11 Noviembre 1886 en Salazar de Amaya, Burgos (España)

martirio: 03 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)


6. ANTONIO CARMANIÚ MERCADER

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 17 Agosto 1860 en Rialp, Lérida (España)

martirio: 17 Agosto 1936 en Llavorsi, Lérida (España)


7. FORTUNATO VELASCO TOBAR

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 31 Mayo 1906 en Tardajos, Burgos (España)

martirio: 24 Agosto 1936 en Alcorisa, Teruel (España)


8. RICARDO ATANES CASTRO

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 05 Agosto 1875 en Cualedro, Orense (España)

martirio: 14 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)


9. PELAYO JOSÉ GRANADO PRIETO

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 30 Julio 1895 en Santa María de los Llanos, Cuenca (España)

martirio: 27 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)


10. AMADO GARCÍA SÁNCHEZ

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 29 Abril 1903 en Moscardón, Teruel (España)

martirio: 24 Octubre 1936 en Gijón, Asturias (España)


11. IRENEO RODRÍGUEZ GONZÁLEZ

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 10 Febrero 1879 en Los Balbases, Burgos (España)

martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)


12. GREGORIO CERMEÑO BARCELÓ

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 09 Mayo 1874 en Sitios, Zaragoza (España)

martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)


13. VICENTE VILUMBRALES FUENTE

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 05 Abril 1909 en Reinoso de Bureba, Burgos (España)

martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)


14. NARCISO PASCUAL y PASCUAL

hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 11 Agosto 1917 en Sarreaus de Tioira, Orense (España)

martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)





Etimológicamente significa “Dios es misericordia”. Viene de la lengua hebrea.

Nació en Capistrano, diócesis de Sulmona, Italia, en 1385.

Hijo de un caballero francés o alemán que murió cuando Juan era joven.

Estudió con esmero en la Universidad de Perugia (Cerca de Asís).

Fue abogado y juez. En 1412 fue nombrado gobernador de Perugia por Landislaus rey de Nápoles, quien tenía control de esa ciudad. Luchó contra la corrupción y el soborno.


Cuando estalló la guerra entre Perugia y Malatesta en 1416, Juan trató de conseguir la paz, pero en vez lo tomaron prisionero de guerra. En la cárcel decidió entregarse del todo a Dios. Tuvo un sueño en el que vió a San Francisco que le llamaba a entrar en la orden franciscana. Juan se había casado justo antes de caer preso, pero el matrimonio nunca se consumó y fue declarado anulado.


Entró en la orden franciscana en Perugia el 4 Octubre de 1416. Tenía 30 años por lo que el maestro de novicios lo puso a prueba dándole los mas humildes oficios.


Fue discípulo de san Bernardino de Siena quien le enseñó teología. Se distinguió como predicador aun siendo diácono. Ordenado a los 33 años. Por 40 años fue predicador itinerante por Italia y otros países. Una vez en Brescia (Italia) predicó a una multitud de 126,000 personas que habían venido de las provincias vecinas. Por su radical llamada a la conversión y su sencillez, la gente lo relacionaba con San Juan Bautista. Traían las cosas de superstición y ocultismo y las quemaban en hogueras públicas. Tenía gran fama por su don de curación y le traían a los enfermos para que les haga la señal de la cruz. Como San Bernardino, propagó la devoción al nombre de Jesús, por lo ambos, junto con otros franciscanos, fueron acusados de herejes. El defendió al grupo con éxito.


Muchos jóvenes le seguían a la vida religiosa. Estableció comunidades franciscanas. Escribió extensivamente, sobre todo contra las herejías de su época. Muchos de sus sermones se conservan.


Dormía y comía poco. Hacía mucha penitencia.


Dos veces la comunidad franciscana lo eligió como vicario general. En visita en Francia conoció a Sta. Colette, reformadora de la orden de las clarisas, con la que simpatizaba.


Juan tenía gran don para la diplomacia. Era sabio y prudente, sabiendo medir sus palabras para que estas sirvan la voluntad de Dios. Cuatro Pontífices (Martín V, Eugenio IV, Nicolás V y Calixto III) lo emplearon como embajador en muchas y muy delicadas misiones diplomáticas con muy buenos resultados. Tres veces le ofrecieron nombrarlo obispo de importantes ciudades pero prefirió seguir siendo un pobre predicador.


Fue nuncio apostólico en Austria donde predicó extensivamente y combatió la herejía de los husitas. También predicó con gran fruto en Polonia, invitado por Casimiro IV.


Los cruzados defienden Europa


En 1451 el Sultan Mahoma II se lanzó una campaña con el fin de lograr la conquista de Europa. Conquistó a Constantinopla en 1453 y entonces se preparó para invadir a Hungría. En 1454 Servia cayó en sus manos. Las noticias procedentes Servia eran horribles: quienes se resistían a renunciar a Cristo eran torturados. Todo lo que fuese cristiano era destruido o confiscado.


En 1454 Juan Capistrano participó en la dieta de Frankfort y se dispuso a preparar la defensa de Hungría. Fue a Hungría y predicó una cruzada en defensa de la cristiandad. A la edad de 70 años el Papa Calixto II lo comisionó para dirigirla. En Szeged unió el ejercito de campesinos que había reunido con el ejército de Hunyady y ambos se dirigieron a Belgrado. Se decía que los cuarteles parecían casas de religiosos mas que campamentos militares porque en ellos se rezaba y se predicaba la virtud. Se celebraba misa diaria. A Juan Capistrano le tenían un gran respeto.


Batalla de Belgrado, 1456, salva a Europa de los musulmanes.


Los musulmanes atacaban a Belgrado Contaban con 200 cañones, 50,000 de caballería y una gran flota que penetró por el río Danubio. Ante la superioridad de las fuerzas enemigas, los cristianos pensaban retirarse. Pero intervino Juan de Capistrano convenciendo a Hunyady a que atacara la flota turca a pesar de ser mucho más numerosa. En el momento en que los defensores de la ciudad se iban a retirar dándose por vencidos, Juan los animó llevando en sus manos una bandera con la cruz y gritando sin cesar: "Jesús, Jesús, Jesús". Recorrió todos los batallones gritando entusiasmado: "Creyentes valientes, todos a defender nuestra santa religión". Juan nunca utilizó las armas de este mundo sino la oración, la penitencia y la predicación.


Mientras se luchaba en Belgrado, el Papa pidió rezar el Angelus por la victoria. Los musulmanes fueron vencidos y tuvieron que retirarse de la región. Así se ganó la batalla de Belgrado el 21-22 de julio de 1456.


San Juan de Capistrano había ofrecido a Dios su vida por salvar la cristiandad. Dios le aceptó su oferta y pronto murió junto con Hunyady víctimas del tifo. Los cadáveres de los muertos en batalla causaron una epidemia de tifo que también contagió al santo que ya estaba débil y anciano. Murió en Villach, Hungría, unos meses mas tarde, el 23 de octubre.


En Estados Unidos su nombre es famoso por la misión franciscana en California que lleva su nombre.


Beatificado: 19 Diciembre 1650 por Inocente X

Canonizado: 16 Octubre 1690 por Alejandro VIII











Servando y Germán Santos
Servando y Germán Santos

Octubre 23




Etimológicamente significa “ el que guarda y lancero, guerrero”. Vienen de la lengua latina y alemana.


Dice Miqueas: “¿Quién como tú, Señor, que quite la culpa? Te compadecerás una vez más de nosotros y nos perdonarás”.


Se puede decir que hay santos con suerte. En tiempos difíciles logró nada menos que sobrevivir a las persecuciones de los emperadores romanos.


Desde Cádiz hasta Mérida era sumamente conocido juntamente con san Germán.


Mas no todo le iban a ser alegrías y venturas para este santo y su compañero.


Su fama, sus milagros y su santidad llegaron hasta los oídos del lugarteniente de Diocleciano, el más feroz perseguidor de los cristianos.


Iba de camino a Tánger. Mandó, una vez que se enteró de la noticia, que los cogieran prisionero en Mérida.


Y efectivamente, orgulloso de su pesquisa, los ató a su cabalgadura y, pasando tormentos, hambre y sed.


Los había hecho prisioneros a la vuelta de Tánger.


Pero como eran tan valientes, antes incluso de que llegaran a Mérida, ordenó que les cortaran la cabeza cerca de Osuna y Cádiz respectivamente.


Los cristianos, cuando pudieron, con gran veneración, respeto y oración, trasladaron sus cuerpo a Mérida el de Germán y a Sevilla el de san Servando.


Era el año 305.


¡Felicidades a quien lleve alguno de estos nombres!




San Alucio, patrono de Pescia de Toscana, era pastor.

Debido al gran interés que se tomó por el hospital de Val di Nievole, fue nombrado director de él y se le considera como su segundo fundador.


Más tarde, Alucio se dedicó a fundar albergues en los puertos y pasos peligrosos de las montañas y a otras obras de beneficencia pública, tales como la construcción de un puente sobre el Arno.


Los jóvenes que formó para el servicio en los hospitales, recibieron el nombre de hermanos de San Alucio.


Se cuentan muchos milagros del santo y a él se atribuye la reconciliación entre las ciudades enemigas de Ravena y Faenza. En 1182, cuarenta y ocho años después de la muerte de San Alucio, sus reliquias fueron trasladadas al hospital de Val di Nievole, que recibió su nombre.


El culto del santo fue confirmado por Pío IX, quien concedió una misa propia para el día de su fiesta.



Julio Nicolás Rèche nace en una familia pobre de Landroff en Lorraine.

Abandona pronto la escuela para trabajar como mozo de caballerizas, cochero y finalmente carretero al servicio de una empresa de construcción.


Siendo joven, es conocido por sus compañeros de trabajo por su piedad y su autodisciplina. Conoce a los Hermanos Cristianos de La Salle por primera vez cuando sigue clases nocturnas y pide ingresar en la congregación tomando por nombre Arnoldo.


Enseña durante cuatro años en un pensionado de la calle de Venecia en Reims. A pesar de las exigencias de un tiempo completo dedicado a la enseñanza, logra estudiar y llega a ser competente en teología, matemáticas, ciencias y agricultura que enseña a pequeños grupos de alumnos más adelantados.


Durante la guerra Franco-Prusiana de 1870, trabaja con otros Hermanos como enfermero, para dar respuesta a las necesidades médicas y espirituales de los heridos de los dos bandos. Por ello es condecorado con la cruz de bronce.


La intensidad de su vida de oración y su amor por las prácticas de penitencia deciden a los superiores a nombrarle Director del Noviciado de Thillois. Conquista el corazón de aquellos de quienes está encargado por su atención evidente a su desarrollo espiritual y profesional.


Se habla de pequeños milagros de curación, así como de su sorprendente capacidad para discernir los pensamientos secretos. El Hermano Arnaldo es conocido por su devoción a la Pasión del Salvador y su docilidad al Espíritu Santo, que, como a menudo lo hace observar "fortifica el corazón de los hombres". Cuando el Noviciado se traslada a un nuevo centro en Courlancy cerca de Reims en 1885, el Hermano Arnaldo contribuye a hacérselo dedicar al Sagrado Corazón. Fallece a la edad de 52 años, con fama de santidad, solamente unos meses después de haber sido nombrado Director del Sagrado Corazón.


Nacido en Landroff, Francia, el 2 de septiembre de 1838

Entrado en el Noviciado, el 23 de diciembre de 1862

Fallecido en Reims, Francia, el 23 de octubre de 1890

Beatificado el 1 de Noviembre de 1987.



Juan Ángel Porro nació en el ducado de Milán el año 1451.

Ingresó en la Orden de los Siervos de María y vivió primero en el convento milanés de santa María; más tarde, fue trasladado a Florencia.


Se retiró a Monte Senario, permaneciendo allí casi veinte años, para dedicarse por completo a la penitencia y a la contemplación.


Finalmente regresó a Milán, en donde se ocupó de manera especial de la cristiana educación de los niños.


Murió el 23 de octubre de 1505.


El papa Clemente XII lo proclamó Beato en 1737.



Nace en Mántua en 1168.

No obstante su apellido, que es una abreviación de Buonomini, Juan no se distinguió por su piedad en la juventud.


Cuando murió su padre, teniendo Juan apenas 16 años, partió de Mántua y empezó a ganarse la vida como actor en las cortes y palacios de Italia.


No obstante las oraciones de su devota madre, Juan llevaba una vida licenciosa y alocada. En 1208, cuando tenía cerca de cuarenta años, una peligrosa enfermedad le puso a las puertas de la muerte. Interpretó aquello como una señal del cielo y cambió de vida en cuanto recobró la salud, como lo había prometido.


Tales promesas son fáciles de hacer, pero menos fáciles de guardar. Juan abrió su corazón al obispo de Mántua, quien le aconsejó la vida eremítica. En un paraje de las cercanías de Cesena el beato se dedicó a domeñar su cuerpo en la soledad y a adquirir los hábitos de la devoción y la virtud.


Pronto adquirió gran fama de santidad y se le reunieron algunos discípulos. Durante algún tiempo, el Beato Juan los dirigió según la inspiración del momento. Más tarde, construyeron una iglesia y la comunidad tomó una forma más definida. Inocencio IV les impuso la regla de San Agustín al aprobar la congregación.


El Beato Juan recibió numerosas ilustraciones sobrenaturales en la oración y obró muchos milagros extraordinarios.


Ni siquiera en su ancianidad aflojó en la mortificación: observaba tres cuaresmas cada año, en lo más crudo del invierno se vestía con telas muy ligeras, en su celda había tres lechos, de los cuales uno era malo, otro peor y el tercero pésimo.


El demonio siguió tentándole violentamente hasta el fin de su vida. Por otra parte, no faltó quien le calumniase, pero la vida que llevaba el beato desmentía todas las acusaciones. El número de penitentes y personas que acudían a visitarle aumentó de tal modo, que Juan decidió huir secretamente. Después de haber caminado toda la noche, se encontró nuevamente, al amanecer, ante la puerta de su celda, en lo cual vio una manifestación de que la voluntad de Dios era que permaneciese allí.


Murió en Mántua en 1249. Dios honró su sepulcro con numerosos milagros. La oongregación que había fundado no conservó mucho tiempo la independencia. Los "Boniti", como los llamaba el pueblo, llegaron a tener once conventos a los pocos años de la muerte de su fundador; pero en 1256 el Papa Alejandro IV los fundió con otras congregaciones en la orden de los ermitaños de San Agustín. Los frailes agustinos y los agustinos de la Asunción celebran la fiesta del Beato Juan Buoni, cuyo nombre fue incluido en el Martirologio Romano en 1672.



Martirologio Romano: En la isla de Chipre, san Hilarión, abad, que, siguiendo las huellas de san Antonio Abad , primero llevó vida solitaria cerca de la ciudad de Gaza y después fue fundador y ejemplo de la vida eremítica en esta región (c. 371).

Etimología: Hilarión = Aquel que sonríe, viene de la lengua latina.


Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma, el Papa.



Conocemos su vida por el testimonio de muy antiguos escritores, sobre todo por San Jerónimo, en su Vita Patrum.

Nació en Tabatha, cerca de Gaza, en Palestina, de familia pagana y rica. Como había muchos bienes, fue a estudiar a Alejandría, emporio del saber humano del tiempo. Allí, entre la vida blanda pagana, el eclecticismo en las doctrinas, el lujo de los palacios, las diatribas en el foro y el bullicio de los mercados, conoció a los cristianos de la comunidad fundada por San Marcos, cuna del gran orador San Atanasio, su contemporáneo. Recibió el don de la fe y se bautizó, sin duda ayudado por la influencia y ejemplo de los buenos discípulos de Jesucristo.


Toma la fe recibida con todas las consecuencias. Esta es la diferencia entre los mediocres y los santos. Cuando oyó hablar del abad Antonio, lo busca en el delta del Nilo, en la Arcadia, convive un tiempo con él y se siente llamado por Dios a imitarle en la vida de oración, cabalgando con la soledad y la penitencia por amor a Jesucristo. Por eso, a su vuelta al hogar paterno, cuando sus padres han muerto y es dueño de una pingüe herencia, nada dificulta el arranque de su nuevo proyecto de vida.


Es la hora de «vender» lo que se tiene y de «darlo» a los pobres para tener un «tesoro en el cielo». Pobreza extrema en el retiro de Majuma, oración profunda, penitencia grande, ayunos, consejos a quien lo pide y servicio amplio al necesitado hasta el milagro.

Tiene deseos de huir del aura popular que lo rodea, ansía la soledad y la busca, embarcándose para Sicilia; pero allí también sus milagros le delatan.


El retorno a Alejandría es inútil porque la persecución de Juliano el Apóstata ha destruido, en el año 362, el monasterio de Majuma. Se traslada a Dalmacia donde se le une Hesiquio. Vivió sus últimos cinco años en Chipre entre paganos que no le facilitan en nada la existencia, pero le respetan por su virtud y por curar al jefe con un milagro. Sintiéndose morir, deja escrito al discípulo Hesiquio que le entrega sus bienes en herencia: el Evangelio, su túnica, su cogulla y un pequeño manto.

¿Se valora hoy la herencia de quien fue rico y es santo?



Martirologio Romano: En la ciudad de Colonia, en Germania, conmemoración de las santas vírgenes que entregaron su vida por Cristo, en el lugar de la ciudad donde después se levantó una basílica dedicada a santa Úrsula, virgen inocente, considerada como la principal del grupo (c. s. IV).

Etimología: Úrsula = aquella que es como una osita. Viene de la lengua latina.


Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma, el Papa.



En el siglo IX se descubrió en Colonia, Alemania, en una iglesia del siglo VI, un epígrafe enrollado que comienza así:" Martirio de Ursula y 11.000 vírgenes".

Es un documento que engloba el martirio de estas vírgenes en el lugar sobre el que se construyó una preciosa iglesia.


En la “Pasión” teatral inventada para narrar su historia, se puede ver que ellas provenían de Inglaterra con Ursula, hija del rey, escapando de los sajones paganos que estaban invadiendo el país.


Cuando su barco llegó a Colonia, Atila el terrible estaba por entonces allí con los Hunos.


Atila, duro, fuerte, de mal carácter y muy pasional quiso casarse con la bella joven Ursula. Las otras se las entregaría a sus soldados para que las violaran o hicieran lo que quisieran con ellas.


Pero el fanfarrón no esperaba la respuesta de estas chicas. Cuando se les acercó y les hizo sus proposiciones, éstas respondieron todas al unísono con la negativa más rotunda que se puede imaginar.


Enfurecido Atila, las mandó matar de la manera más dura posible.


Durante toda la Edad Media corría de pueblo en pueblo un romance en el que se contaba la historia de estas mártires. Tuvo un éxito increíble.


El Instituto de Angela de Mérici, ursulinas, la tomó como patrona de sus obras de apostolado.

Gracias a un cementerio descubierto en Colonia, se pudieron ver los restos de estas valientes chicas que prefirieron la muerte antes que ofender al Señor. Sus reliquias abundan en muchos templos.


El culto a santa Ursula y a sus compañeras se extendió muy pronto, y se levantaron muchas iglesia en su honor.


En el siglo XIII la Sorbona la adoptó como patrona y lo mismo ocurrió en las universidades de Coimbra y de Viena.


Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com



Etimología: Bertoldo = El jefe explendido. Viene de la lengua alemana.

Fue un hermano lego del siglo XII.


Lego es aquel miembro de una Orden religiosa que no es sacerdote.


Entre los nombres grandes de este día, están santa Ursula y compañeras muertas en Colonia por defender su virginidad.


Bertoldo provenía de una familia extranjera que se había establecido en Parma, en la que nació y murió en el año 1106.


El padre era inglés y la madre bretona. Vivían en Italia como pobres artesanos en el trabaja que les salía.


Llegaron a Italia huyendo de las invasiones normandas que hacían estragos en Inglaterra.

Al principio se establecieron en Milán. El padre comenzó a trabajar de zapatero.


La vida era dura. Entonces emigraron a Parma en donde nació Bertoldo en el 1072.


A los siete años trabajaba ayudando a su padre arreglando zapatos. A los 12 sintió que Dios le llamaba para vivir en una Orden religiosa entregado plenamente a Dios.


El padre le ponía dificultades, pues había puesto grandes esperanzas en su amado hijo.


Bertoldo tenía una idea clara de su vocación y al mismo tiempo muy firme. Se fue al convento de los monjes benedictinos. Vivió la Regla con puntualidad y celo. Era obediente y humilde. Fue como peregrino a Roma y a Francia. Hizo numerosas curaciones.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com



Fundadora de la Congregación de las Hermanas Misioneras

de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena

(Misioneras de María)


Martirologio Romano: En el lugar de Belencito, cerca de Medellín, en Colombia, Santa Laura de Santa Catalina de Siena Montoya y Upeguí, virgen, que, con notable suceso, se dedicó a anunciar el Evangelio entre los pueblos indígenas que aún desconocían la fe en Cristo y fundó la Congregación de las Hermanas Misioneras de María

Etimología: Laura = Aquella que triunfa, viene de la lengua latina


Fecha de beatificación: 25 de abril de 2004, por el Beato Juan Pablo II.


Fecha de canonización: 12 de mayo de 2013, por el Papa Francisco.



La Madre Laura de Santa Catalina de Siena (Laura Montoya Upegui), estando aquí, en la Basílica de San Pedro en el mes de noviembre del año 1930, después de una viva oración eucarística escribe: «Tuve fuerte deseo de tener tres largas vidas: La una para dedicarla a la adoración, la otra para pasarla en las humillaciones y la tercera para las misiones; pero al ofrecerle al Señor estos imposibles deseos, me pareció demasiado poco una vida para las misiones y le ofrecí el deseo de tener un millón de vidas para sacrificarlas en las misiones entre infieles! Mas, ¡he quedado muy triste! y le he repetido mucho al Señor de mi alma esta saetilla: ¡Ay! Que yo me muero al ver que nada soy y que te quiero!».

Esta gran mujer que así escribe, la Madre Laura Montoya, maestra de misión en América Latina, servidora de la verdad y de la luz del Evangelio, nació en Jericó, Antioquia, pequeña población colombiana, el 26 de Mayo de 1874, en el hogar de Juan de la Cruz Montoya y Dolores Upegui, una familia profundamente cristiana. Recibió las aguas regeneradoras del Bautismo cuatro horas después de su nacimiento. El sacerdote le dio el nombre de María Laura de Jesús. Dos años tenía Laura cuando su padre fue asesinado, en cruenta guerra fratricida por defender la religión y la patria. Dejó a su esposa y sus tres hijos en orfandad y dura pobreza, a causa de la confiscación de los bienes por parte de sus enemigos. De labios de su madre, Laura aprendió a perdonar y a fortalecer su carácter con cristianos sentimientos.


Desde sus primeros años, su vida fue de incomprensiones y dolores. Supo lo que es sufrir como pobre huérfana, mendigando cariño entre sus mismos familiares. Aceptando con amor el sacrificio, fue dominando las dificultades del camino. La acción del Espíritu de Dios y la lectura espiritual especialmente de la Sagrada Escritura, la llevaron por los caminos de la oración contemplativa, penitencia y el deseo de hacerse religiosa en el claustro carmelitano. Tenía sed de Dios y quería ir a El “como bala de cañón ”.


Esta mujer admirable crece sin estudios, por las dificultades de pobreza e itinerancia a causa de su orfandad, hasta la edad de 16 años cuando ingresa en la Normal de Institutoras de Medellín, para ser maestra elemental y de esta manera ganarse el sustento diario. Sin embargo, llega a ser una erudita en su tiempo, una pedagoga connotada, formadora de cristianas generaciones, escritora castiza de alto vuelo y sabroso estilo, mística profunda por su experiencia de oración contemplativa.


En 1914, apoyada por monseñor Maximiliano Crespo, obispo de Santa Fe de Antioquia, funda una familia religiosa: Las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Sena, obra religiosa que rompe moldes y estructuras insuficientes para llevar a cabo su ideal misionero según lo expresa en su Autobiografía: Necesitaba mujeres intrépidas, valientes, inflamadas en el amor de Dios, que pudieran asimilar su vida a la de los pobres habitantes de la selva, para levantarlos hacia Dios


MAESTRA CATEQUISTA DE LOS INDIOS


Su profesión de maestra la llevó por varias poblaciones de Antioquia y luego al Colegio de La Inmaculada en Medellín. En su magisterio no se contenta con el saber humano sino que expone magistralmente la doctrina del Evangelio. Forma con la palabra y el ejemplo el corazón de sus discípulas, en el amor a la Eucaristía y en los valores cristianos. En un momento de su trayectoria como maestra, se siente llamada a realizar lo que ella llamaba “la Obra de los indios”: En 1907 estando en la población de Marinilla, escribe: “me vi en Dios y como que me arropaba con su paternidad haciéndome madre, del modo más intenso, de los infieles. Me dolían como verdaderos hijos”. Este fuego de amor la impulsa a un trabajo heroico al servicio de los indígenas de las selvas de América.


Busca recursos humanos, fomenta el celo misionero entre sus discípulas, escoge cinco compañeras a quienes prende el fuego apostólico de su propia alma. Aceptando de antemano los sacrificios, humillaciones, pruebas y contradicciones que se ven venir, acompañadas por su madre Doloritas Upegui, el grupo de “Misioneras catequistas de los indios” sale de Medellín hacia Dabeiba el 5 de Mayo de 1914. Parten hacia lo desconocido, para abrirse paso en la tupida selva. Van, no con la fuerza de las armas, sino con la debilidad femenina apoyada en el Crucifijo y sostenida por un gran amor a María la Madre y Maestra de esta Obra misionera. “Ella, la Señora Inmaculada me atrajo de tal modo, que ya me es imposible pensar siquiera en que no sea Ella como el centro de mi vida”. La celda carmelitana, objeto de sus ansias en el tiempo de su juventud, le pareció demasiado fría ante aquellas selvas pobladas de seres humanos sumidos en la infidelidad, pero amados tiernamente por Dios. “Siento la suprema impotencia de mi nada y el supremo dolor de verte desconocido, como un peso que me agobia”.


Comprende la dignidad humana y la vocación divina del indígena. Quiere insertarse en su cultura, vivir como ellos en pobreza, sencillez y humildad y de esta manera derribar el muro de discriminación racial que mantenían algunos líderes civiles y religiosos de su tiempo. La solidez de su virtud fue probada y purificada por la incomprensión y el desprecio de los que la rodeaban, por los prejuicios y las acusaciones de algunos prelados de la iglesia que no comprendieron en su momento, aquel estilo de ser “religiosas cabras”, según su expresión, llevadas por el anhelo de extender la fe y el conocimiento de Dios hasta los más remotos e inaccesibles lugares, brindando una catequesis vivencial del Evangelio. Su Obra misionera rompió esquemas, para lanzar a la mujer como misionera en la vanguardia de la evangelización en América latina. El quemante “SITIO”- Tengo sed- de Cristo en la Cruz , la impulsa a saciar esta sed del crucificado :”¡Cuánta sed tengo! ¡Sed de saciar la vuestra Señor! Al comulgar nos hemos juntado dos sedientos: Vos de la gloria de vuestro Padre y yo de la de vuestro corazón Eucarístico! Vos de venir a mí, y yo de ir a Vos”


Mujer de avanzada, elige como celda la selva enmarañada y como sagrario la naturaleza andina, los bosques y cañadas, la exuberante vegetación en donde encuentra a Dios. Escribe a las Hermanas: ”No tienen sagrario pero tienen naturaleza; aunque la presencia de Dios es distinta, en las dos partes está y el amor debe saber buscarlo y hallarlo en donde quiera que se encuentre.”


Redacta para ellas las “Voces Místicas”, inspirada en la contemplación de la naturaleza, y otros libros como el Directorio o guía de perfección, que ayudan a las Hermanas a vivir en armonía entre la vida apostólica y la contemplativa. Su Autobiografía es su obra cumbre, libro de confidencias íntimas, experiencia de sus angustias, desolaciones e ideales, vibraciones de su alma al contacto con la divinidad, vivencias de su lucha titánica por llevar a cabo su vocación misionera. Allí muestra su “pedagogía del amor”, pedagogía acomodada a la mente del indígena, que le permite adentrarse en la cultura y el corazón del indio y del negro de nuestro continente.


La Madre Laura centra su Eclesiología en el amor y la obediencia a la Iglesia. Vive para la Iglesia a quien ama entrañablemente, y para extender sus fronteras no mide dificultades, sacrificios, humillaciones y calumnias.


Esta infatigable misionera, pasó nueve años en silla de ruedas sin dejar su apostolado de la palabra y de la pluma. Después de una larga y penosa agonía, murió en Medellín el 21 de octubre de 1949. A su muerte dejó extendida su Congregación de Misioneras en 90 casas distribuidas en tres países, con un número de 467 religiosas. En la actualidad las Misioneras trabajan en 19 países distribuidas en América, África y Europa.


Por todo lo que vivió hizo y significo la Madre Laura en su época y por todo lo que seguirá significando para la sociedad, la Congregación y la Iglesia, hoy la Congregación por ella fundada se llena de alegría al ver concretizado y culminado su proceso de Beatificación, abierto el 4 de julio de 1963, en la capilla de la Curia Arquidiocesana de Medellín, en el cual se nombró el tribunal eclesiástico para buscar diligentemente los escritos de la Sierva de Dios Laura Montoya Upegui, instruir el proceso informativo sobre su fama de santidad, virtudes en general y posibles milagros realizados por la Sierva de Dios. Hoy este proceso que duro cuarenta años ha llegado a su culminación, cuando el 25 de abril de 2004, S.S. Juan Pablo II la proclamara beata de la Iglesia.


Reproducido con autorización de Vatican.va


Canonización S.S. Benedicto XVI firmó el 20 de diciembre de 2012 el decreto con el cual se reconocía un milagro gracias a la intercesión de la entonces Beata Laura de Santa Catalina de Siena, lo cual permitió la canonizacion de quien pasó así a ser la primera colombiana en llegar a la gloria de los altares de la Iglesia Católica.


El milagro realizado por intercesión de la hasta entonces beata fue la curación del Dr. Carlos Eduardo Restrepo quien se encontraba convaleciente y que, aquejado por una especie de lupus, daño renal y una atrofia muscular, se encomendó una noche a ella y amaneció completamente curado.


Esa noche, el Dr. Restrepo recuerda que "le dije: ‘madre Laura, si me saca de estas, yo me encargo de contarle al mundo su milagro para que la eleven a los altares’".


"Tengo una laguna. No sé si tuve una experiencia extracorpórea o si lo imaginé, o si fue el subconsciente, pero cuando me encomendé a la beata sentí una paz maravillosa", dijo.


El médico sanado por la intercesión de la santa colombiana expresó: "si esto no es un milagro, entonces qué es... Cuando sabes que no tienes ninguna posibilidad y quedas intacto, entonces es un milagro", señaló.



Martirologio Romano: En Laon, ciudad de la Galia, santa Cilina, madre de los santos obispos Principio de Soissons y Remigio de Reims (post 458).

Etimología: Celina = que viene del cielo, viene de la lengua latina



Lo mismo que Santa Silvia, madre del Papa Gregorio el Grande, y muchas otras madres de santos que también alcanzaron la santidad, Celina fue famosa a causa de su hijo, puesto que dio al mundo ese gran santo, Remigio o Remi, obispo de Reims.

De acuerdo con el pseudo Venancio Fortunato, Celina y su esposo pertenecían a la nobleza. En cierta ocasión, un monje llamado Montano, que tres veces consecutivas había recibido un aviso celestial en sueños, vaticinó a Celina que daría a luz un hijo que llegaría a ser un hombre de grandísimos méritos. A su debido tiempo, Remigio vino al mundo.


Hinemar de Reims complementó estos datos tan escasos en el siglo nueve: Celina y Emilio, su marido, habían tenido dos hijos: Principio, quien llegó a ser obispo de Soissons, y su hermano Emilio, quien a su vez tuvo un hijo, Lupo, sucesor de su tío Principio en la sede de Soissons, a la que gobernó hasta la muerte de Remigio (Duchesne, Fastes Episcopaux, vol. III, 1915, pp. 89-90).


Cuando el monje Montano anunció el nacimiento del niño, Celina quedó desconcertada, puesto que tanto ella como su marido ya eran entrados en años. Pero Montano, que era ciego, reiteró su profecía y aun agregó estas palabras: "Cuando hayas parido al niño cuyo nacimiento te anuncio, me frotarás los ojos con unas gotas de la leche de tus pechos y así recuperaré la vista". Fue el propio Remigio, a los pocos días de nacido, quien puso su manecita mojada con la leche del pecho de su madre, en los ojos de Montano, y éste obtuvo la gracia de volver a ver. Hinemar hace la advertencia de que, al nacer, Remigio quedó limpio de toda culpa por obra del Espíritu Santo. Había sido concebido "en la iniquidad, como todo hombre", pero contrariamente a lo que sucede en la condición humana, "su madre no lo parió en los delitos de la prevaricación, sino en la gracia de la remisión". Por esa razón, Remigio se asemejaba a San Juan Bautista (Luc. 1, 15) y a Isaac (Gen. XVII, .Nació en el país de Laon y se le impuso el nombre de Remigio porque estaba destinado a regir, a dirigir la nave de su Iglesia a merced de las olas tempestuosas y también sería el "Remedio" (otro significado de su nombre) tconra la justa cólera de Dios o bien contra la ferocidad de los paganos.


Luego de cursar breves estudios en los que destacó sobremanera, Remigio tuvo deseos de imitar el ejemplo del monje Montano, se retiró al convento y se separó para siempre de Celina. De acuerdo con uno de los párrafos del testamento de San Remigio, su madre había sido sepultada en Labrinacum (Lavergny), cerca de Laon, en el Aisne. La traslación de sus restos a Laon, según Molanus y Vermeulen, los editores del Martirologio de Usuardo (ed. Du Sollier, Anvers, 1714, p. 194) tuvo lugar un 5 de abril.


Actualmente, en la diócesis de Reims se conmemora a Santa Celina el 22 de octubre.



Fregenal de la Sierra (Badajoz) remonta sus orígenes hacia el 580 antes de Cristo, cuando la poblaron los celtas de la Lusitania, llamándola Nertóbriga.

Inscripciones romanas confirman la presencia del Nuevo Imperio del Lacio. Fue sede episcopal, que en el reinado de Wamba ya había sido extinguida. Después fue villa de los templarios con su castillo como plaza fuerte y con las encomiendas de Higuera y Bodonal.


Uno de los cuatro santos que figuran en su historia cristiana fue san Honorio, abad. En una lápida hallada en la ermita de San Miguel se lee la siguiente inscripción: "In nomine Domini respicis augustum praeciosa rupe supulcrum. Hospitium Beatissimi Honorii abbatis caelestia tenentis regna. In saecula saeculorum amen. Hic tumullus Honorii abbatis".


Así, sabemos de su vida ejemplar, de sus oraciones y penitencias, del testimonio ante los cristianos de la primera época. Nos queda el deseo de darle a Dios, siguiendo sus pasos, lo mejor de nuestro tiempo.



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