Ana María Adorni, Beata

11:49 p.m.

Fundadora de la Congregación de las
Esclavas de María Inmaculada y
del Instituto del Buen Pastor

Martirologio Romano: En Parma, Beata Ana María Adorni, fundadora de la Congregación de las Esclavas de María Inmaculada y del Instituto del Buen Pastor ( 1893)

Fecha de beatificación: 3 de octubre de 2010, durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI

"Al ocaso de la vida seremos juzgados en la caridad". Así escribió el místico doctor S. Juan de la Cruz, comentando las palabras del Evangelio, en las que Cristo afirmó que en el último día considerará como suyos a los que lo hubieran reconocido con fe y rodeado de caridad a los más pequeños de sus hermanos, acogiéndolos como huéspedes, cubriendo al desnudo, visitando a los enfermos y a los presos, socorriéndolos en el hambre y en la sed. Esto, con santa e incansable actividad, obró hasta avanzada la Sierva de Dios Anna María Adorni, cuya vida fue una total e ininterrumpida entrega de amor a los miembros más humildes de Cristo.

Nacida el 19 de junio 1805 en Fivizzano, en territorio que hoy forma parte de la diócesis de Pontremoli, sus padres fueron a Matteo Adorni y Antonia Zanetti, cristianos piadosos, los que cuatro días después del nacimiento hicieron reengendrar en Cristo a su hija mediante el bautismo, educándola luego según las enseñanzas de la fe. Deseosa de anunciar el nombre de Cristo, con apenas siete años, dejó su casa con una compañera, con la intención de ir a las Indias para salvar almas. Afortunadamente la encontraron con rapidez y fue llevada de vuelta a casa, donde fue formada por su madre a orientar su vida según el Evangelio y encaminada a los trabajos femeninos, hasta que, muerto su padre en 1820, tuvo que trasladarse con su madre a Parma, donde fue elegida para el cargo de institutriz de la familia Ortalli. Ella deseaba abrazar la vida religiosa entre las monjas capuchinas, pero respetando la voluntad de su madre, que se oponía al piadoso deseo, se casó el 18 de octubre de 1826 con el distinguido Sr. Antonio Domenico Botti, empleado de la Casa Ducal de Parma, al que dio seis hijos, todos muertos a tierna edad, a excepción de Leopoldo que luego abrazó la vida monástica en de la Orden Benedictina. El 23 de marzo de 1844 quedó viuda del marido a quien amó verdaderamente. Lo lloró píamente, aceptando su muerte como voluntad de Dios, con la que su vida era conducida a consagrarse sólo a Dios. Sin embargo, por consejo del confesor, no entró en ningún Instituto religioso, emprendiendo un camino de caridad y alivio especialmente a las mujeres en la prisión, para las que fue su madre y hermana en Cristo. Se acercó a ellas con humildad, las escuchó con afable serenidad, las consoló con palabras y apoyo, las instruyó en las enseñanzas de la fe, haciéndoles conocer la esperanza y el poder celestial de la oración, de modo tal que la cárcel parecía haberse convertido en un convento. Muchas señoras se sintieron atraídas por el ejemplo de la Sierva de Dios, imitándola en el cumplimiento de su labor de caridad, con la Asociación, reconocida canónicamente por el obispo en 1847 y aprobada por la Duquesa de Parma, llamada "Pía Unión de Damas visitadoras de la cárcel bajo la protección de los Sagrados Corazones de Jesús y María". Pensando también en las mujeres que salían de la cárcel, Anna María pudo tomar en alquiler una casa para ellas y para las niñas huérfanas y en riesgo. La obra se inspiró en el "Buen Pastor" - como luego sería llamada - y para ella, superando innumerables dificultades, el 18 de enero de 1856, encontró un lugar adecuado para adaptarlo como sede: el antiguo convento de las monjas Agustinas, dedicado a San Cristóbal.

Para proveer de manera más idónea la obra iniciada, pensó en fundar una familia religiosa, cuyos miembros alimentaran aquella llama de caridad que el Espíritu Santo encendió en su corazón. El 1 de mayo de 1857, con ocho compañeras, sentó las bases del nuevo Instituto; en el 1859 pronunció con ellas los sagrados votos privados de castidad, obediencia y pobreza y de consagrar su vida religiosa a la recuperación de las mujeres caídas, la tutela de quienes estuvieran en peligro, la materna asistencia de los desamparados y huérfanos. Fue nombrada superiora de las Hermanas. Las presidió con el ejemplo de todas sus virtudes y sobre todo con una intensa caridad, admirable por su actividad y la total entrega de sí misma aun en las actividades más difíciles y humildes.

El 25 de marzo de 1876 el Obispo de Parma Domenico Villa erigió canónicamente el instituto del Buen Pastor en Congregación religiosa, bajo el título de "Piadosa Casa de las Pobres de María Inmaculada" y las Reglas fueron confirmadas el 28 de enero de 1893 por su sucesor, Andrés Miotti. La Sierva de Dios, siempre afrontó con ánimo juvenil las obras de caridad hasta el 7 de febrero de 1893, tras una breve parálisis, pasó de este mundo al Padre, con fama de santidad, para recibir el premio reservado a quienes ven, aman y ayudan a Cristo en los pobres y los infelices.

Ella confesó en su vejez, que por muchos años Dios le concedió la gracia de no apartarla nunca de la íntima comunión con Él, de modo tal que, aunque estuviese llena de ocupaciones, entregada a la educación de las niñas, ocupada en pláticas y o en asuntos de todo género, nunca se olvidó de la presencia de Dios en ella. En efecto vivía en constante oración, realmente digna del nombre con el que la llamaban sus hijas: "Rosario viviente".

La fama de santidad de la Sierva de Dios no se desvaneció después de la muerte y finalmente, en 1940, por orden del obispo, se instituyó en la Curia de Parma el proceso informativo sobre sus escritos y el "no culto" de la Sierva de Dios, las actas se llevaron a Roma para que allí sean estudiadas tal como señalan las normas.

El 15 de diciembre 1977, la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos presentó el informe al Sumo Pontífice Pablo VI, quien ordenó publicar el decreto sobre las virtudes heroicas de la Sierva de Dios, quien fue declarada Venerable.

El sábado 27 de marzo de 2010, S.S. Benedicto XVI firmó el decreto referente a un milagro atribuido a la intercesión de la Venerable Ana María Adorni

responsable de la traducción: Xavier Villalta

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