Por: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com
Mártir
En efecto, el muy noble joven alentó el valor de los otros con su cons tancia, e hizo frente a las fieras, en forma admirable. Como el procónsul tratase de salvarle, rogándole que se apiadara de su propia juventud, Germánico, expresó su deseo de verse libre de la compañía de hombres tan descarriados, Y él mismo provocó valientemente a las fieras para que le atacaran.
Al ver la multitud el maravilloso valor de los cristianos, amados del Señor y temerosos de Dios, empezó a gritar: ¡Mueran los enemigos de los dioses! ¡Traed a Policarpo!" Este relato es uno de los documentos más auténticos que poseemos sobre la Iglesia primitiva. Eusebio cita este pasaje en su "Historia Eclesiástica", y el texto completo nos ha llegado por una fuente independiente.
Hay que notar que Germánico, al provocar contra sí a las fieras para librarse cuanto antes de la abyecta compañía de los paganos y judíos, hizo realmente el gesto que San Ignacio de Antioquía se proponía hacer (ad Rom. 5). El mismo Martirologio Romano nos hace pensar en el ejemplo de San Ignacio de Antioquía, diciendo que Germánico, "que había sido molido por los dientes de las fieras, mereció unirse con el Verdadero Pan, Jesucristo, muriendo por su causa".
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