Por: Fernando Rojo, o.s.a. | Fuente: OsaNet.org
Traicionado por cinco libras esterlinas, fue capturado mientras se encontraba revestido con los ornamentos sagrados en la mañana del sábado santo de 1654. A la vez le encontraron algunos escritos en defensa de la fe católica. Inmediatamente fue conducido a la cárcel de Clonmel, y aunque se le ofreció la libertad a cambio de la adhesión a la doctrina de la reforma anglicana, todo fue inútil. El tribunal lo acusó de traición en virtud de las normas proclamadas el 6 de enero de 1653 que prohibían a los sacerdotes la permanencia en el país. En su defensa respondió que en los asuntos temporales reconocía el gobierno, pero no en los espirituales, en que seguía lo que su conciencia le dictaba, acatando sólo las órdenes de sus superiores religiosos y del Papa. Después de alguna indecisión, el tribunal, presionado por los militares, lo declaró culpable, condenándolo a ser colgado por el cuello hasta que le llegase la muerte.
Para la ejecución Tirry vistió el hábito agustiniano. En el camino hacia la colina junto a Fethard en que debía llevarse a efecto la sentencia, con una cadena en las muñecas y una cuerda al cuello, exhortó a la multitud reunida a mantener su fe religiosa y su fidelidad al Papa. Ya en el patíbulo, después de haber perdonado a quienes le habían vendido y haber rezado por ellos, pidió perdón de sus pecados, suplicando la absolución de algún sacerdote, si por casualidad se encontraba entre el gentío que asistía a la escena. Suponía que el P. ODriscoll le estaba escuchando, como así era, mezclado con el público presente.
Murió ahorcado en 1654, el 2 de mayo según el calendario juliano, 12 del gregoriano, seguido en la mayor parte de Europa.
Fue beatificado por Juan Pablo II el 27 de septiembre de 1992 junto a otros 16 mártires irlandeses sacrificados entre 1579 y 1654.
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