Segundo de Asti, Santo

10:32 p.m.

Mártir

Martirologio Romano:En Asti, en la región transpadana, san Segundo, mártir.
La historia sucede en Asti, ciudad de la región de Piamonte, en el noroeste de Italia. Siendo Sapricio prefecto de Asti, quien debía ir a ver a Marciano, (prisionero cristiano en un pueblo llamado Terdón), para intentar obligarle a ofrecer sacrificios a los ídolos, pidió que en este viaje lo acompañara como escolta uno de sus hombres de más confianza: Segundo.

A poco de iniciarse el viaje una paloma vino a posarse en la cabeza de nuestro protagonista, lo que sorprendió a Sapricio, la paloma se fue pero, al rato, cruzando un río, Segundo vio a un ángel del Señor caminando sobre las aguas que le dijo: “Segundo, abraza le fe cristiana y caminarás sobre los idólatras igual que yo sobre el agua“.

Sapricio dijo, “Segundo parece que los dioses te hablaran” y siguieron el camino pero aconteció que que otro ángel se hizo visible al cruzar otro río, y habló así: ”Segundo, ¿tienes dudas o crees en Dios?”, a lo que Segundo respondió: “creo en la verdad de su Pasión”. Sapricio, sorprendido por el soliloquio que había salido de boca de Segundo le preguntó “¿Te pasa algo?”. Segundo guardó silencio.

A la entrada de Terdón, apareció de repente San Marciano, al que uno de los ángeles había sacado de la cárcel, y dijo: “Segundo emprende el camino de la verdad para que puedas recibir la gracia de la fe”. Segundo al averiguarle Sapricio sobre lo que estaba pasando, ni corto ni perezoso, respondió: “para ti es como si soñaras, pero para mí es un aviso y una fuente de fortaleza “.

A partir de aquí, Segundo se separó de Sapricio y se dirigió a Milán donde se encontró con Faustino y Jovita, que habían salido de la cárcel con ayuda de un ángel y con un poco de agua de lluvia le bautizaron.

Entonces apareció otra paloma que traía en el pico la hostia sagrada, el cuerpo y la sangre de Cristo, para que Segundo confortara con todo ello a San Marciano que, nuevamente estaba en una celda en Terdón. Con ayuda de un ángel cruza el río Po y consigue llevar la comunión a San Marciano, poco tiempo antes de que lo ejecutaran. Segundo será quien enterrará el cuerpo del mártir.

La historia posterior está decorada con elementos fantásticos, cosa común en los relatos de las virtudes heroicas en aquellos días. Lo que se puede sacar en claro es que: habiéndose dado cuenta Sapricio de lo cambiado que estaba Segundo, y sospechando que este se había hecho cristiano, lo invitó a ofrecer sacrificios a los ídolos, como Segundo rechazara la invitación, ordenó que lo aprendan y torturaran, esa noche fue dejado en una celda con sus miembros dislocados, pero un ángel acudió a curarlo esa noche, por lo que al día siguiente para sorpresa de Sapricio se presentó ante él totalmente sano.

Mandó a que lo encerraran junto a Calocero, quien de acuerdo a ciertos relatos —en algún encuentro anterior— fue quien le hiciera conocer a Segundo las nociones del cristianismo. Tanto Calocero como Segundo seguían negándose a realizar sacrificios a los ídolos, Sapricio envió nuevamente a Calocero a la celda pero ordenó que Segundo, en quien en algún momento había puesto toda su confianza, fuera llevado inmediatamente fuera de la ciudad y decapitado. El año era aproximadamente el 119.

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