Mártir Capuchino
Martirologio Romano: En el campo de concentración de Dachau, cercano a Munich, de Baviera, en Alemania, beato Fidel Chojnacki, religioso de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, mártir, el cual, expatriado de Polonia en tiempo de guerra, fue internado en dicho campo por haber confesado a Cristo, siendo martirizado con terribles tormentos, por lo que mereció la gloria eterna (1942).
Etimológicamente: Fidel = fiel, digno de fe, viene de la lengua latina.
Fecha de beatificación: el 13 de junio de 1999 con otros 107 mártires polacos.por Juan Pablo II en Varsovia (Polonia),
Breve Biografía
Nació en Lodi el día de todos los Santos de 1906, siendo el último de seis hermanos. En el bautismo, que recibió tres días después, recibió el nombre de Jerónimo.
En familia recibió una educación religiosa ejemplar, frecuentando la parroquia de la Santa Cruz. Terminada la escuela superior, se inscribió en la academia militar. Acabados los estudios, no logró encontrar trabajo. Gracias a la ayuda de parientes, consiguió una ocupación durante un año en Szczuczyn Nowogrodzki en el instituto de la Previsión Social (ZUS) y sucesivamente en la Central de Correos de Varsovia. Era un empleado muy apreciado a causa de su fidelidad. Entretanto, junto con su tío, el padre Estanislao Sprusinski, colaboraba en la gestión de la Acción Católica.
Participó en la campaña contra el alcohol, siendo el mismo abstemio. En su actividad dentro de la Acción Católica, sintió la necesidad de una vida interior más profunda. Por esta razón entró en la Tercera Orden de San Francisco, radicada en la iglesia de los Capuchinos de Varsovia. Sus nobles dotes de carácter le ganaron la confianza de la gente, logrando en ocasiones reconciliar a personas enemistadas. En ese tiempo trabó amistad con el hoy Beato padre Aniceto Koplinski, el famoso limosnero de Varsovia. Las relaciones constantes con los capuchinos hicieron nacer en él la vocación religiosa.
El 27 de agosto 1933, en Nowe Miasto, recibió el hábito capuchino y el nombre religioso de Fidel. No obstante sus 27 años y su experiencia de la vida, denotaba grande franqueza y simplicidad, relacionándose amigablemente con todos. En el período del noviciado se preocupó de conocer los principios de la vida interior y se dedicó con empeño al propio perfeccionamiento espiritual.
Emitió los votos temporales el 28 de agosto de 1934 y partió para Zakroczym donde estudió la filosofía. Aquí, con el consentimiento de los superiores, fundó un Círculo de Colaboración Intelectual para los Clérigos. Continuó ocupándose del problema de la abstinencia del alcohol y fundó un Círculo de los Abstemios. Además cooperó con la Orden Tercera Franciscana.
Al principio de 1937 superó con valoración óptima el examen final de filosofía. El 28 de agosto de 1937 emitió los votos perpetuos. Seguidamente comenzó el estudio de la teología en el convento de Lublin. Meses después de estallar la II Guerra mundial, escribía el 18 de diciembre de 1939 una carta a su tío, el padre Estanislao Sprusinski, manifestando una cierta desazón y abatimiento por el hecho de no poder vivir y estudiar normalmente.
El 25 de enero de 1940, fue arrestado y encarcelado en el Castillo de Lublin. Soportó con serenidad e incluso con un cierto buen humor las duras condiciones de la cárcel, con falta de movimiento, de espacio y de aire.
A los 5 meses, el 18 de junio de 1940, fue trasladado junto con todo el grupo al campo de concentración de Sachsenhausen, cerca de Berlín. Se trataba de un campo modelo, de verdadero cuño prusiano, sobre todo con una disciplina y un orden que acababan en el aniquilamiento del individuo. Aquí el Siervo de Dios perdió su optimismo. El trato inhumano de los prisioneros le afectaba, induciéndolo al pesimismo.
El 14 de diciembre de 1940, con un convoy de sacerdotes y religiosos, fue trasladado al campo de concentración de Dachau, cerca de Munich, donde su estado de ánimo siguió empeorando. Se le imprimió en un brazo el número de matrícula 22.473. Las noticias de las continuas victorias del frente militar alemán no dejaban entrever a los prisioneros esperanzas de salir del campo. El hambre, el trabajo y las persecuciones eran cada vez más insoportables. La capacidad de superarse le abandonaba junto con la energía vital. Un trabajo muy superior a sus fuerzas, el hambre, la penuria del vestido le procuraron a fray Fidel una grave enfermedad pulmonar. Una mañana de invierno de 1942, mientras transportaba junto con un compañero una pesadísima olla de café de la cocina, resbaló de modo que el café hirviendo le salpicó causándole quemaduras graves. El castigo duro que le impuso el jefe del bloque debilitó más todavía su estado psicológico. El padre Cayetano Ambrozkiewicz, el compañero de desventura que logró sobrevivir, narra así el adiós del Siervo de Dios: "No olvidaré nunca aquella tarde de domingo del verano de 1942, cuando fray Fidel dejó nuestra barraca nº 28 para irse al bloque de los inválidos. Se hallaba tan quieto y absorto, en sus ojos había reflejos de serenidad, pero ya no eran reflejos de este mundo. Nos besó a todos, despidiéndose con palabras de San Francisco y diciendo: Alabado sea Jesucristo; hasta la vista en el cielo".
Algún tiempo después, el 9 de julio de 1942, se extinguió en la enfermería del campo. Su cuerpo fue quemado en un horno crematorio.
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