Por: P. Felipe Santos | Fuente: Catholic.net
Etimológicamente significa “coronada de luz”. Viene de la lengua griega.
Todos los padres desean que sus hijos tengan una formación lo más completa posible. Es casi una ley natural.
Esta chica se sitúa históricamente en el siglo XVI. Y para mayor información, uno se puede acercar a la iglesia de Colomo, al lado de Parma, en donde se conserva el cuerpo de esta santa.
Esto constituyó un regalo inmenso ofrecido al archiduque Fernando de Borbón, duque de Parma, en 1784.
No hacía mucho tiempo que el mismo Papa Benedicto XIV había aprobado que se podía dar culto a esta santa.
Y como suele ocurrir a la muerte de un santo – al menos antes – la gente iba presurosa a buscar reliquias de ella. Así por ejemplo, su cabeza se puede ver en Cremona, justo al lado de una iglesia dominica.
Y hay que tener en cuenta que Estefanía no había nacido en ninguno de los dos sitios. Ella vino al mundo en el pueblo de Orzinuovi, en la provincia de Brescia, Italia.
Su padre era una persona comprometida en serio con el apostolado que todo creyente desempeña en la Iglesia por el bien de los demás.
A tal grado llegó su compromiso que, desde los 15 años pertenecía ya a la tercera orden dominica.
Su hija le siguió fielmente por los caminos que marca el Evangelio para aquellos que lo dejan todo con tal de ganar a Cristo.
No fue una chica aislada ni tristona. Al contrario, todo el mundo la veía con ánimos de luchadora, y emprendía obras que, a primera vista, parecerían absurdas o de locas.
De esta forma, fundó un convento en Soncino. Todo lo hacía por amor. Quien ama de verdad se siente feliz, aunque vengan las pruebas y tribulaciones.
Y a Estefanía le llegaron muy fuertes, pero las superó con energía y paciencia. En su cuerpo aparecieron los estigmas de la Pasión de Cristo. Murió el año 1530.</span></span>
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