"La Violeta de Nobol"
Martirologio Romano: En Lima, ciudad de Perú, beata Narcisa de Jesús Martillo Morán, virgen, que, privada de padres y desprovista de sustento, después de muchos trabajos fue recibida en la hospedería de un cenobio, donde se dio a la oración continua y a la áspera penitencia.
Fecha de canonización: 12 de octubre de 2008 por S.S. Benedicto XVI
Etimología: Narcisa = aquella que produce sopor, en referencia a la flor del mismo nombre; es de origen griego
Breve Biografía
Nació el 29 de Octubre 1832, en Nobol, arquidiócesis de Guayaquil (Ecuador) el día de San Narciso.
Sus padres eran agricultores y buenos cristianos. La fecha de su bautismo es desconocida.
Contaba con 7 años cuando recibió el sacramneto de la Confirmación de manos de Mons. Francisco Javier de Garaicoa, primer Obispo de Guayaquil, el 16 de Septiembre de 1839, dentro de las fiestas patronales del Señor de los Milagros de Daule.
A los 15 años aprendió el oficio de costurera que ejerció a domicilio y en las familias vecinas. Desde muy joven recibió como don del Espíritu Santo, un gran amor a la Oración: dejaba a menudo los juegos y los amigos para retirarse a su habitación o junto a un árbol de guayabo en la hacienda familiar, para orar.
Pasó su vida en familia, dedicada a las tareas domésticas y a la costura, creando una admósfera de caridad, alegría y paz entre sus cuatro hermanos y sus cuatro hermanas.
Siendo niña perdió a su madre. Así, ella tuvo que encargarse de la crianza y educación de sus hermanos menores. En esos años conoció la vida de Santa Marianita de Jesús, quien apenas había sido beatificada poco tiempo antes, y a quien imitará con su vida, hasta tal punto que uno de sus directores espirituales escribió “basta leer la vida de Santa Marianita para conocer las virtudes de Narcisa”.
De esa época de su vida se recuerda su caridad, su alegría, su gran amor por la oración y la gran importancia que le daba a la dirección espiritual.
Cuando tenía 18 años muere su padre, y ella emigra a Guayaquil. Allí trabaja como costurera y comienza a dirigirse con Luis Tola, quien después será obispo de Portoviejo.
En la catedral de Guayaquil, y antes en la parroquia de Daule, dedicó mucho tiempo al apostolado, especialmente a los niños, a quienes les enseñaba catecismo. También trabajó con jóvenes abandonadas y refugiadas en la “Casa de las Recogidas” y visitaba a los enfermos y moribundos. Después se trasladó algún tiempo a Cuenca para atender a Monseñor Amadeo Millán, quien era su director espiritual, y que había contraído tuberculosis.
En 1867, cuando fallece monseñor Millán, regresa a Guayaquil, a la “Casa de las Recogidas”, donde, junto con la Beata Mercedes de Jesús Molina, enseña costura a las niñas huérfanas.
Algunos de sus directores han destacado el amor que ella tenía a Jesús en la Eucaristía y a la Santísima Virgen. Cuando vivía en Guayaquil perteneció a la Asociación Piadosa de Hijas de María, cuyo programa consistía en la práctica de las virtudes cristianas a imitación de María y en las obras de apostolado y de caridad.
En 1868 se trasladó a Lima (Perú) para continuar la dirección espiritual con el sacerdote franciscano Pedro Gual, quien poco después partió para Roma. Por esto tuvo que comenzar a dirigirse con el p. Manuel Medina, de quienes son la mayoría de los escritos que nos han llegado sobre ella. Este sacerdote, previendo un posible proceso de beatificación, los hizo corroborar con la firma de un Notario Público.
En Lima vivió en el Convento del Patrocinio como huésped o como pensionista, nunca como religiosa, ganándose el sustento con las labores de su propia mano.
En Septiembre de 1869 se inicia su última enfermedad. En los últimos momentos de su vida los dolores de su enfermedad se hicieron muy intensos, pero ellas los soportó heroicamente, abandonándose a la voluntad de Dios, y ofreciéndose como víctima por la conversión de los pecadores. Falleció el 8 de Diciembre después de haber comulgado.
Fue beatificada por San Juan Pablo II el 25 de Octubre de 1992 y canonizada el 12 de Octubree de 2008 por el Papa Benedicto XVI.
Sus milagrosas intercesiones
Para su beatificación
Juan Pesántez Peñaranda es un hombre solitario. Nunca se casó y tampoco conoce sus orígenes familiares porque a los nueve meses fue regalado a una pareja en Gualaceo, la que a los 10 años abandonó para ir a trabajar en las bananeras de Pasaje, en El Oro.
Allá fue donde se golpeó la frente con un tallo de plátano, lo que le originó varios tumores, que luego se comprobaron eran cancerosos. Pero en 1967, tras repetidas intervenciones quirúrgicas que no le ayudaron a superar el mal que padecía, recibió “la sanación de Narcisita”, dice, mientras limpia los pasillos del colegio La Inmaculada, de Guayaquil, donde trabaja por más de tres décadas.
Tenía algo más de 20 años y muchos le decían que pida un milagro.
Pero él no creía. “Solo tenía fe en un Dios lejano”, dice, y cuenta que un día, mientras estaba en el hospital Luis Vernaza, se le acercó un policía quien le sugirió que le escriba a “Narcisita, que era milagrosa, pero le dije que no creía en eso y me quedé dormido”.
Sin embargo, mientras descansaba tuvo un sueño. Ahí habló con ella y le dijo: ‘Narcisita, si es de curarme, ¡cúrame!, sino ¡llévame!’. “Y me respondió ‘te vas a curar. Anda ponle una velita a la Virgen’. Cuando me desperté conté a todos que me iba a sanar, pero la mayoría pensaban que la enfermedad me había vuelto loco”
Para sorpresa de todos, la curación fue real, una comisión médica del Vaticano revisó el caso de Pesántez y en 1991 lo calificó como “un milagro de curación de Narcisa de Jesús”.
Cuenta que tras la sanación, su fe en Dios creció. Llegó a ser de la corriente carismática, actualmente no participa ya de ese grupo pero su fe no a claudicado, va regularmente a misa y visita con frecuencia la iglesia San José, en Guayaquil, donde estaban los restos de Narcisa cuando él superó el cáncer.
Para su canonización
Edermina Victoria Arellano Plúas, que para el 2008 tenía 20 años, y estaba por terminar sus estudios de colegio, Luego desea trabajar como secretaria.
Ella vive en Nobol, donde aprendió el oficio de corte y confección, pero no se imagina vivir dedicada a la costura como lo hiciera Santa Narcisa de Jesús Martillo, a quien, dice, debe la vida.
La joven que, según la Iglesia, recibió un milagro de la sierva, tras la reconstrucción de sus genitales externos, se considera una devota de la Beata, aunque no intenta seguir sus pasos.
Edermina se imagina en una oficina contestando llamadas y manejando el computador, y no descarta casarse y tener hijos.
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