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En Bourges, ciudad de Aquitania, san Augusto, presbítero y abad, al cual una enfermedad le tenía manos y pies anquilosados, de manera que se aguantaba sobre las rodillas y codos, y fue milagrosamente curado por intercesión de [san Martín]. Reunió a muchos monjes y se dedicó a la plegaria continua (c. 560).
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