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En Antioquía, de Siria, san Bárlaam, mártir, el cual, aunque rústico e ignorante, pero fortalecido por la sabiduría de Cristo, con una invicta constancia en la fe rechazó el fuego y el incienso que le ponían en las manos para que sacrificara a los ídolos, y, por la ferocidad del tirano, obtuvo la palma del martirio.
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