Gregorio Cermeño Barceló, Beato

12:02 a.m.

Por: . | Fuente: Somos.Vicencianos.org



Sacerdote y Mártir


Martirologio Romano: En distintos lugares de España, Beatos Fortunato Velasco Tobar y 13 compañeros, de la Congregación de la Misión;asesinados por odio a la fe ( 1934-1936)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.



“IRÁ EN LA BIOGRAFÍA”

Tal era el estribillo —el remoquete— con que en las re­creaciones, al hacer comidilla de las prendas del P. Cermeño —a sus barbas, aunque se le encrespasen del bello furor de la humildad herida—, habíamos, de terminar nuestras ponde­raciones.


¡Señor! ¿Quién nos había de decir que aquellas bromas habían de ser veras, y tan pronto, y para fin tan fausto?…


Y pues ello es así, con el mayor amor y devoción más puros y entrañables, sin quitar el aroma del donaire y la familiari­dad confianzuda de aquellas comidillas, ahí van, P. Cermeño, las veras de estos rasgos de tu vida: Rosuelas para el nicho que te corresponde a lo menos en el retablo de nuestro altar casero. “A lo menos”, porque, para mi credo y mi esperanza, tú irás a los altares de la Iglesia.


“EL SANTITO”


Le llamaban “él santito”. Pusiéronle el apodo los chicuelos del corro de la esquina; luego lo hicieron suyo las devotas, los dependientes de comercio… Todos se lo llamaban al fin.


No hay exageración: que cuando fui a Guadalajara, hace año y medio, las gentes, al referirse a él, lo hacían así: “¡Y aquel Padre, “el santito”!…


Y es que el P. Cermeño, por esas calles de Dios, era tal­mente cualquiera de esos santos que se ganaron la canonización del pueblo por el modo de ir, por el modo de tratar…


Era el P. Cermeño llama de santidad enfundada en los hábitos talares.


Valga, pues, esto para primer rasgo: Le llamaban “el santito”. Habiendo de notar únicamente que lo del diminutivo provendría más bien de su talla, muy menuda.


ALMA DE PURA INFANCIA ESPIRITUAL


Apurando el análisis psicológico del P. Cermeño, acaso se le colocase en la casilla del tipo de menos valía. Pero en el terreno, de la santidad su situación cae de lleno en la Infan­cia Espiritual.


Alma niña era la suya, mirados los contentos y los gustos de su espíritu, y su ciego seguimiento de la voz de la Obediencia, y la pureza e inocencia de su vida y continente. Y así, es cosa de echarse a pensar a qué grado de perfección llegaría, contando como contaba con este don de privilegio, que, según la mágica doctora de las “florecillas”, es la trocha segura, ve­loz y certera.


De mí sabré decir que, descubriendo como descubría en él el tipo puro de esa modalidad místico-ascética, sentía, al ver­le, comezón de envidia. Entre el correr de las hilaridades a su cuenta, me asaltaban a mí como nostalgias de un paraíso cerrado. ¿Cómo es que a este hombre le brotan tan sin, esfuer­zo las virtudes, mientras que a los demás nos cuestan Dios y ayuda?


IN QUO DOLUS NON EST


Quien haya tratado al P. Cermeño ya sabrá del ideal que se cifra en este sentencioso rasgo ascético. Sabrá del varón que no acertaría a pensar mal de nadie; que tiene de par en par el templo de oro de su alma; que, al parecer, sigue automáti­co la línea rectilínea; que detrás de la risa sólo tiene el cielo dilatado de su buena fe…


El P. Cermeño nunca entendió de segundas intenciones. Las indirectas le descomponían, le ponían malo; abundando los casos en que, por tomar en serio las bromas, se pasó, el inocente, ratos bien atroces. El mismo lenguaje figurado le dejaba perplejo. Y él hablaba siempre con el alma en la palma de la mano: siempre, aun cuando quisiera hacer de pillín.


REZADOR EMPEDERNIDO


Si, como él lo confesaba sin cesar, acaso tendría que envi­diar a los demás en lo de las “cuantísimas luces” —sus térmi­nos— que recibían, de Dios en la meditación, en cambio, los demás le teníamos seguramente que envidiar a él aquel furor por la oración vocal de que gozaba.


Tropezarse con él en el pasillo era cortarle el bisbiseo de los labios: aquel bisbiseo tan martilleado que hacía pensar si no sería el hábito del mismo lo que le trajo aquel su refle­jo labial al rezar, aquel como tic que comprimiéndole el labio superior, le hacía parecer como que, más que decir, mordía las plegarias; lo que, por lo demás, le daba mucha gracia.


Y en cuanto al rezo común del Oficio divino, era tan asiduo, tan buen cumplidor, que, al acercarse ya la hora, allá re le veía desasosegado, mirando y remirando al minutero… Y llegada la hora, allá se le tenía el primero en su puesto, con el Breviario bien registradito y el “Aperi, Dómine” rezado con sobrada antelación.


Pites en la Misa, lo tieso de la actitud. y de los ademanes tenía unos como dejos de arrobo continuo.


SIN HIEL, SIN AGUIJON


De lo dicho se entiende, sin decirlo, que sería así el buen P. Cermeño; pero conviene hacerlo resaltar.


Esclavo hasta servil de las formas del trato social, que ma­mó en su Madrid, sabía adobarlas con la miel de una sonrisa inocua, graciosa y benevolentísima.


Pero aun, en los casos de resentimiento por las bromas, allí no había más que la palomita que al picotear hace cos­quillas. Por mucho que enarcase las cejas —cosa que hacía con tal extremo de arte pasional que habría de envidiarlo el más insigne actor—, por furibundas que afectasen ser sus mi­radas de soslayo, detrás sólo asomaba el alma sin hiel ni agui­jón, en simpática comedia causadora de grata hilaridad.


En los casos de dolencia ajena, cuando algún, compañero estaba enfermo, él era el obligado visitante, condolido, todo anhelos de servicio y siempre a la hora exacta prefijada para su vueltecita.


NI LA SOMBRA DE PECADO


¿Cómo sospechar falta consciente en el P. Cermeño? Ni la sombra del pecado enturbiaba jamás aquel su mirar per­petuamente diáfano, aquel su sonreír de alma de Dios.


Asiduo y aun devoto como era del confesionario, hacía pensar que oiría las confesiones como con un grande para­guas y que se deslizaba por esta al fin ciénaga humana con la misma inmunidad del cisne.


Y siempre en los cotidianos trajines, daba la sensación de ir bajo las alas del Ángel de la Guarda.


SU MODESTIA


Secuela de este don era su compostura, su modestia. Acaso tendrá que nacer quien le gane en tal virtud. Tan extrema ya en él, que, como acertó a definirla un donairoso compañero, aquello era más bien pudibundez.


LIMPIEZA


Si respecto de la modestia ha cabido la duda, con relación a la limpieza es apodíctico que sí que tendría que nacer quien le gane.


Quien desee saber lo que es una virtud sublimada, que lo estudie en la limpieza practicada por el P. Cermeño.


¿Una pelusa en la ropa? ¡Qué horror!


Y en la habitación, la mesa reluciente, la estatuita y el ca­racolillo de mar siempre en su sitio; en el baúl, las prendas bien plegadas y saturadas de alcanfor; los flecos de la colcha de la cama en impecable simetría, y… ¡el plumero en acción quién sabe las veces al día!


Se diría, en fin, que para el P. Cermeño la limpieza tenía rango de divinidad.


EL GESTO CUMBRE


En la vida del P. Cermeño, prisma de visos tan encantadores, hay una faceta que lo personifica sin igual: su actitud, su gesto ante el posible caso del martirio, que ¡ay! —y por su dicha— le llegó.


Tirarle de la lengua sobre tal asunto fue solaz reiteradísimo de las recreaciones cuando ya la tempestad se nos cernía negra y angustiosa.


En un alarde de osadía vindicativa, cediendo a sugerencias de un compañero tan ducho en latines como en humorismo, llegó el P. Cermeño a resolverse por añadir al “ut inimicos… humiliare digneris” la coletilla de un “Domine, ut deprehe­dantur”, que él pronunciaba con énfasis de verdadero mordisqueo de las palabras. Y era casi continuo también este diálogo:


—Pero, vamos a ver, P. Cermeño: ¿y si vienen a echarle mano ya?


—Ya sé bien lo que tengo que hacer. Les lanzo un ¡Viva Cristo Rey! que… ¡los aplasto!


FIN


Y el gesto, la exaltación de fe y el furor santo con que lo profería, eran, en efecto, como para aplastar… Pero a los racionales, no a los monstruos de entrañas de piedra y de dientes y zarpas de oso.


Y así, llegado el momento ferozmente trágico de las veras de estas bromas —¿cómo dudar de ello?—, el P. Cermeño, fiel a su plan tan madurado, estrujando las últimas fuerzas del sistema nervioso probablemente en ruinas, lanzaría su consig­na —exaltación de fe y furor santo—; la descarga de balas no cedió, y él, con el grito ya palma del espíritu, se iría a los cielos con zapatos y todo


¡Y qué hermoso estarás, querido hermano!


¡Y qué envidia!


¡Y cómo se escapan los besos a la palma y al zapato!


Hasta aquí el lindo y galano decir del P. Gregorio Sedano. Completemos la biografía.


Era el P. Cermeño hijo del matrimonio ejemplar Mariano Cermeño y Matilde Barceló, y nació el 9 de mayo de 1874, en la ciudad heroica de los Sitios.


Estudió en nuestra casa de Teruel, desde 1890 a 1892, en que ingresó en el noviciado de Chamberí, a 27 de abril. El día 28 de abril de 1894 hizo los Votos. Se ordenó de Menores el 26 de marzo de 1899; de Subdiácono, el día siguiente; de Diácono, el 23 de julio, y, de Presbítero, el 8 de septiembre del mismo año 1899.


Fue destinado accidentalmente a Valdemoro y luego a la fundación de Porto-Alegre (Brasil), en cuyo Seminario ense­ñó durante tres cursos completos: 1900-1903.


Al deshacerse aquella fundación, volvió a España, siendo destinado al Santuario de Nuestra Señora de los Milagros (Orense), y allí vivió durante dieciséis años dedicado a la en­señanza en la Escuela Apostólica y Seminario Menor de la Diócesis.


El año 1923 se inició un período de crisis en su vida ‘tran­quila y sosegada del monte Medo, con, la que también se ave­nía su espíritu. Una orden superior dispuso se trasladara a Valdemoro, para que fuera uno de los capellanes de las Her­manas ancianas y enfermas que en las dos residencias de San Diego y San Nicolás unas reparan averías y otras viven de año­ranzas; mas la tal disposición fue poco a poco modificada y marchó- a Teruel en calidad de director y confesor espiri­tual de la Escuela Apostólica de la Congregación en aquella ciudad. A pesar de correr por sus venas sangre aragonesa, no se hacía a vivir en aquellas tierras; por ello, al cabo de un año, los Superiores, comprensivos y casi adivinos (el P. Cer­meño no era pedigüeño y menos machacón), por una parte, y, por otra, no queriendo desaprovechar al buen P. Cermeño, consecuentes con el plan formativo de los futuros apostólicos, le trasladaron a la ciudad de Guadalajara; mas ni aquí se aquietó su ánimo; seguíale la nostalgia de la terriña. Fuéle, al fin, otorgado volverse a su querido Santuario, en 1924. Pero su actuación en la Apostólica de Guadalajara, justamente apre­ciada, no se echaba en olvido y nuevamente fue requerida. Pasó a dicha ciudad el año 1929, para nunca jamás abando­narla.


En Porto-Alegre tuvo bastante que sufrir, y recordamos a propósito esta su frase de entonces: “Vengo cano, y no por los arios.” Nada tiene ello de extraño ni creemos indique cosa particular respecto a su persona, pues sabido es que aquella fundación brasileña fué un semillero de disgustos para todos.


¿Y su muerte?


Su muerte, para no desentonar de la vida, anónima también.


A lo que se sabe, en casa le cogieron los rojos. De casa, al Fuerte. Y el día más trágico de la ciudad de Alvar Fáriez, del Palacio del Duque del Infantado, del Panteón, de la Acade­mia, de la Hispano… el 6 de diciembre de 1936, fecha de tris­tísima recordación, el P. Cermeño fue una de las quinientas víctimas que la barbarie marxista sacrificó, en su vesania incalificable, así de una vez.


BIOGRAFÍAS DE MISIONEROS PAULES Edición 1942

Autor: Elías Fuente


Este grupo de mártires está integrado por:




1. TOMÁS PALLARÉS IBÁÑEZ

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 06 Marzo1890 en Iglesuela del Cid, Teruel (España)

martirio: 13 Octubre 1934 en Oviedo, Asturias (España)

2. SALUSTIANO GONZÁLEZ CRESPO

hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 01 Mayo 1871 en Tapia de la Ribera, León (España)

martirio: 13 Octubre 1934 en Oviedo, Asturias (España)


3. LUIS AGUIRRE BILBAO

hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 13 Septiembre 1914 en Murguía, Vizcaya (España)

martirio: 30 Julio 1936 en Alcorisa, Teruel (España)


4. LEONCIO PÉREZ NEBREDA

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 18 Marzo1895 en Villarmentero, Burgos (España)

martirio: 02 Agosto 1936 en Las Planas de Oliete, Teruel (España)


5. ANDRÉS AVELINO GUTIÉRREZ MORAL

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 11 Noviembre 1886 en Salazar de Amaya, Burgos (España)

martirio: 03 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)


6. ANTONIO CARMANIÚ MERCADER

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 17 Agosto 1860 en Rialp, Lérida (España)

martirio: 17 Agosto 1936 en Llavorsi, Lérida (España)


7. FORTUNATO VELASCO TOBAR

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 31 Mayo 1906 en Tardajos, Burgos (España)

martirio: 24 Agosto 1936 en Alcorisa, Teruel (España)


8. RICARDO ATANES CASTRO

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 05 Agosto 1875 en Cualedro, Orense (España)

martirio: 14 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)


9. PELAYO JOSÉ GRANADO PRIETO

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 30 Julio 1895 en Santa María de los Llanos, Cuenca (España)

martirio: 27 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)


10. AMADO GARCÍA SÁNCHEZ

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 29 Abril 1903 en Moscardón, Teruel (España)

martirio: 24 Octubre 1936 en Gijón, Asturias (España)


11. IRENEO RODRÍGUEZ GONZÁLEZ

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 10 Febrero 1879 en Los Balbases, Burgos (España)

martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)


12. GREGORIO CERMEÑO BARCELÓ

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 09 Mayo 1874 en Sitios, Zaragoza (España)

martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)


13. VICENTE VILUMBRALES FUENTE

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 05 Abril 1909 en Reinoso de Bureba, Burgos (España)

martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)


14. NARCISO PASCUAL y PASCUAL

hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 11 Agosto 1917 en Sarreaus de Tioira, Orense (España)

martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)



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