Juliano fue un monje en el siglo XV. La historia de este beato nos lleva a Sicilia sumida en guerras, en rebeliones y con muchos prisioneros.
El intentó, en medio de tantas dificultades, sembrar la paz y la concordia entre todos.
Y en esta caso, la regla de la paciencia serena fue para él y para los demás la mejor arma de combate.
Fue el primero en lamentarse de los lentos procesos judiciales. El, que era un benedictino de Palermo dela mitad de 1400, luchó con todo el arrojo y la fuerza que salían de corazón lleno de esperanza.
No se quedaba quieto. El apóstol encuentra en la oración la energía necesaria para cumplir con su misión.
Tuvo que enviar cinco delegaciones para tratar la paz con el Sultán de Túnez. El motivo centra era la devolución de los prisioneros cristianos.
El mismo había ido en 1438 y 1452 enviado por el rey de Aragón, Alfonso el Magnánimo.
Logró que las relaciones entre musulmanes y cristianos fueran cordiales.
Era una persona cualificada para este menester..
Había nacido en Palermo y se hizo benedictino porque anhelaba una vida de contemplación y de soledad.
Hizo un hospital con criterios modernos. Tuvo, más tarde, que representar al rey en el parlamento de Palermo. Cuando podía, iba al santuario de Romitello para hacer oración y penitencia. Aquí le vino la muerte en la paz de Dios.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!
Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com
Publicar un comentario