Sacerdote de la Primera Orden
Tradicional - Su nombre no consta en el actual Martirologio Romano.
Siempre en compañía de su amigo Jerónimo Masci, enseñó luego en las escuelas de la Orden en Roma, Y cuando Jerónimo fue hecho Ministro general de la Orden, Conrado obtuvo de él licencia para ir como misionero al Africa. Recorrió evangelizando varias regiones de Libia y fue el primer misionero y explorador de Cirenaica.
Cuando Nicolás III encargó a Masci inducir al rey de Francia a desistir de la guerra contra España, le asignó por compañero a Conrado. Resuelta felizmente la misión de paz, regresaron a Roma, donde Masci en 1278 fue nombrado cardenal.
Conrado, después de una permanencia de dos años en Roma, fue enviado a París para enseñar teología en la Universidad de dicha ciudad, donde se mostró como insigne maestro. En 1288, Jerónimo Masci fue elevado al trono pontificio con el nombre de Nicolás IV, y llamó a su lado a Conrado para aprovechar sus luminosos
consejos.
Cuando oyó rumores de su inminente elevación al cardenalato, que se habían difundido en el ambiente parisino, él respondió en el discurso de despedida en una plaza pública exhortando a todos a amar las virtudes cristianas, sobre todo la vida oculta. Extenuado por el largo viaje, a principios de marzo llegó a Ascoli, donde fue recibido con grandes honores. Un mes después enfermó y predijo el día y hora de su muerte.
Cuando se agravó el mal, recibió con angelical fervor los últimos sacramentos, se hizo colocar sobre el desnudo suelo y se durmió serenamente en el Señor. Era el 19 de abril de 1289. Tenía 55 años.
Nicolás IV sintió profundamente su muerte, y, confirmando que había tenido la intención de hacerlo cardenal, ordenó que se levantara un solemne mausoleo sobre su tumba en San Lorenzo delle Piagge. Después sus despojos mortales fueron transportados a la iglesia de San Francisco (mayo 28 de 1371).
Entre las virtudes practicadas por Conrado, fue característica la de la penitencia: revestido de un áspero hábito, caminaba con los pies descalzos, descansaba solamente unas pocas horas en una dura tabla, ayunaba a pan y agua cuatro de los siete días de la semana. Como base de su apostolado había puesto la devoción a la Santísima Trinidad, gracias a la cual obtuvo curaciones de toda clase y dos casos de resurrección de muertos.
Florecieron mientras vivía aún, muchas leyendas sobre su santidad. Se le rindió culto popular desde tiempo inmemorial en las Marcas y en las diversas familias de la Orden minorítica.
Pío VI concedió Oficio y Misa en su honor el 30 de agosto de 1783.
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