Catalina Drexel, Santa

1:37 a.m.
Martirologio Romano: En Filadelfia, del estado de Pensilvania, en los Estados Unidos de Norteamérica, santa Catalina Drexel, virgen, que fundó la Congregación de las Hermanas del Santísimo Sacramento y utilizó los bienes de su herencia con largueza y benignidad, en educar y ayudar a indios y negros (1955).

Etimológicamente: Catalina = Aquella que es pura y casta, es de origen griego.


Fecha de canonización: 1 de octubre de 2000 por el Papa Juan Pablo II



Nacida en Filadelfia, Pensilvania, en los Estados Unidos de América, el 26 de noviembre de 1858, Catalina Drexel fue la segunda hija de Francis Anthony Drexel y Hannah Langstroth. Su padre era un bien conocido banquero y filántropo. Ambos padres inculcaron en sus hijas la idea de que su riqueza simplemente era prestada a ellos y debía ser compartida con otros.

Cuando la familia hizo un viaje al Oeste de los Estados Unidos, Catalina, como una mujer joven, vio la condición y degradación de los nativos indio-americanos. Esta experiencia despertó su deseo de hacer algo específico para ayudar a aliviar su condición. Éste fue el inicio de una vida de apoyo personal y financiero a numerosas misiones y misioneros en los Estados Unidos. La primera escuela que ella estableció fue la St. Catherine Indian School en Santa Fe, Nuevo México (1887).


Después, cuando visitó al Papa León XIII en Roma, le pidió proveer de misioneros para algunas de las misiones indias que ella como una persona laica estaba financiando, se sorprendió al oír al Papa sugerirle que ella misma se haga misionera. Después de consultar con su director espiritual, el Obispo James O´Connor, tomó la decisión de entregarse totalmente a Dios, junto con su herencia, a través del servicio a los indios americanos y a los afro-americanos.


Su riqueza se transformó ahora en una pobreza de espíritu que se volvió una constante diaria en su vida, recibiendo apoyo tan sólo para sus necesidades básicas. El 12 de febrero de 1891, ella profesó sus primeros votos como un religiosa, fundando a las Hermanas del Santísimo Sacramento cuya dedicación sería compartir el mensaje del Evangelio y la vida en la Eucaristía entre los indios americanos y afro-americanos.


Siendo desde siempre una mujer de oración intensa, Catalina encontró en la Eucaristía la fuente de su amor para el pobres y oprimidos y de su preocupación para combatir los efectos de racismo. Conociendo que muchos afro-americanos estaban aún lejos de la libertad y todavía vivían en condiciones denigrantes como labradores o criados mal pagados, a los que se les negaba la educación y los derechos constitucionales que si eran disfrutados por otros, sintió la compasiva urgencia de ayudar a cambiar las actitudes raciales en los Estados Unidos.


Las plantaciones, en aquella época, eran una atrincherada institución social que hacían que las personas de color siguieran siendo víctimas de opresión. Ésta era una profunda afrenta al sentido de justicia de Catalina. La necesidad de ofrecer a la gente de color una institución educativa de calidad era prioritario para ella, por ello habló sobre este tema con quienes compartían su preocupación por la desigualdades en la educación de los afro-americanos. Restricciones legales en el sur rural también obstaculizaban el acceso a una educación básica.


Fundar y proveer de personal a escuelas, a lo largo del país, que atendieran a los nativo-americanos y afro-americanos se volvió una prioridad para Catalina y su congregación.


Durante su vida, ella abrió, proveyó de personal, y apoyó directamente casi 60 escuelas y misiones, sobre todo en el Oeste y Sudoeste de los Estados Unidos. Su máximo logro en el campo educativo fue la creación, en 1925, de la “Xavier University” en Louisiana, la única institución de educación superior en los Estados Unidos destinada predominantemente a los afro-americano católicos.


La educación religiosa, el servicio social, las visitas en los hogares, hospitales y prisiones forman parte del ministerio de Catalina y su Congregación.


De una manera callada y serena, Catalina armonizaba una piadosa y total dependencia a la Divina Providencia con un activismo muy marcado. Su alegre iniciativa en armonía con el Espíritu Santo, superaba los obstáculos y facilitó sus adelantos en el campo de la justicia social. A través del testimonio profético de Catalina Drexel, la Iglesia en los Estados Unidos pudo darse cuenta de la grave necesidad doméstica por un apostolado que trabajara para los nativo-americanos y afro-americanos. Ella no dudó hablar contra la injusticia y toma una posición pública cuando la discriminación racial era evidente.


Durante los últimos 18 años de su vida ella sufrió de una grave enfermedad que la dejó casi completamente inmóvil. Durante estos años hizo una vida de intensa adoración y contemplación tal como lo había deseado en su niñez. Murió el 3 de marzo de 1955.


Catalina dejó un dinámico legado de cuatro conceptos a sus Hermanas del Santísimo Sacramento, quines continúan su apostolado hoy al servicio de todas las gentes:


–Su amor para la Eucaristía, su espíritu de oración, y su perspectiva de unidad de toda la gente en torno a la Eucaristía;


–Su espíritu indómito de valerosa iniciativa para enfrentar la injustita social existente y la protección a las minorías étnicas —cien años antes de que tal preocupación despertara interés público en los Estados Unidos;


–Su creencia en la importancia de educación de calidad para todos, y sus esfuerzos por lograrlo;


–Su donación total de su persona, de su herencia y todo lo material en generoso servicio generoso a las víctimas de injusticia.


Catalina Drexel fue beatificada por el Papa Juan Pablo II el 20 de noviembre de 1980 y canonizada por él mismo el 1 de octubre de 2000.


Reproducido con autorización de Vatican.va



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