Nació en Inglaterra y murió en Argel (Algeria) en 1240. Desde su infancia soñaba con dar su sangre por amor a Cristo.
Tuvo la suerte de crecer en la corte del duque de Austria, en donde se respiraba, a pesar de todo el fausto de la corte, un profundo espíritu religioso auténtico.
Para él, su deseo más grande era venir a España para ayudarle al rey Alfonso VIII en la expulsión de los moros de nuestro país.
Se sintió apenado porque a su llegada, el rey y los moros habían firmado una tregua entre los beligerantes.
Se quedó aquí con la esperanza de que las hostilidades comenzaran de nuevo.
Durante este intervalo, encontró al hermano Berenguer, un miembro de la Orden Mercedaria que acaba de ser fundada por Pedro Nolasco con el único fin de rescatar a los cautivos cristianos en manos de los moros.
Y le decía el hermano:"Dios sabe cuánto durará esta tregua, señor Serapión. Vente conmigo, mientras esperamos. Nosotros también corremos peligro y nos llevamos a veces la palma del martirio"
San Pedro Nolasco los envió a los dos a Murcia.
Serapión tenía aún mucho dinero y, de hecho, consiguió rescatar a un centenar de soldados cristianos cautivos.
Luego se fueron a Argel y salvaron casi otros tantos. Cuando se quedó ya sin dinero, Berenguer tuvo que volver a España para buscar más dinero.
Serapión se quedó en Argel como rehén hasta que volviese su amigo.
Apenas se fue su amigo, el joven Serapión se echó a la calle increpando a Mahoma y predicando a Cristo. Hizo algunas conversiones. Pero el rey de Argel le condenó a muerte.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!
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