Este ilustre francés vino al mundo en la populosa e industrial ciudad de Lyon en el 430 y murió Clermont-Ferrand (Puy-de-Dôme) en el 480.
Tuvo, pues, 37 años para llenar su vida de aventuras en las que estuvo siempre presente el amado Cristo.
Este joven había alcanzado toda la fama que se puede desear en la vida. Se casó con la hija del emperador Avito. En aquellos tiempos la sucesión de los emperadores era rápida. El conoció nada menos que ocho.
El sabía cuándo tenía que comprometerse y cuándo no. E n el 456 hizo el elogio de su suegro Avito en el Senado. Y así tuvo que realizarlo por varias veces.
El último del que hizo el panegírico fue asesinado. Fue entonces cuando se retiró a Auvergne a vivir tranquilo con su mujer y sus dos hijos. Se distraía con la caza y la pesca y escribiendo poemas y cartas.
Fueron los cinco años más felices de su vida.
Todo, sin embargo, iba a cambiar para él cuando los Visigodos invadieron las fronteras y asaltaron Clermont-Ferrand.
Durante este tiempo, fue nombrado gobernador y obispo. Animó a los ciudadanos a que aguantaran el asedio y que nunca se rindieran..
Hasta entonces no supo lo que era pasar hambre. Sin embargo, llevado de su celo apostólico como obispo, fue un ejemplo para todos.
Luchó con todas sus fuerzas para mantener a su pueblo alejado de las herejías que traían los invasores.
Su amor por los pobres le llevaba hasta entregarle sus propios muebles y su vajilla.
La tristeza y la añoranza les hicieron morir de forma prematura.
Se dice que fue uno de los mejores escritores de su tiempo.
¡Felicidades a quien leve este nombre!
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