Etimológicamente: Florentina = floreciente. Viene de la lengua latina.
A mediados de siglo se trasladan a Sevilla, donde San Leandro y San Isidoro llegan a ser arzobispos y donde San Fulgencio es Obispo de Écija y de Cartagena
Leandro fue el maestro de Florentina tanto en los estudios clásicos como en los sagrados.
Y ella fue, a su vez, la maestra de su hermano menor, el gran sabio san Isidoro de Sevilla, doctor de la Iglesia universal.
Al ser mujer, la vida religiosa de Santa Florentina no puede ser similar a la de sus hermanos, y así se recluiría en un monasterio de San Benito, que unos ubican cerca de la localidad sevillana de Écija y otros en Talavera de la Reina. Considerada una mujer de gran cultura, fundaría más de cuarenta monasterios, siguiendo la Regla escrita para ella por su hermano San Leandro. Algunas interpretaciones ven en este texto no una regla monástica propiamente, sino un simple elogio de la virginidad
Gracias a sus dotes de gobierno, a su santidad y ejemplaridad para todas las hermanas, la eligieron abadesa.
Fue entonces cuando su hermano Leandro le escribió un precioso y profundo libro sobre “La institución de la vírgenes”. La lectura de este libro es realmente muy placentera, porque ensalza la virtud de la virginidad como algo que Cristo exige libremente a quienes quieren seguirle más de cerca.
Murió en el año 633.
La mayor parte de sus restos mortales se conservan reliquias en la parroquia de San Juan Bautista de Berzocana en la Diócesis de Plasencia. En la catedral de Murcia se encuentra también reliquias de Santa Florentina -mismas que fueran solicitada por Felipe II- dentro de una urna de plata expuesta en el altar mayor de la Catedral de la ciudad.
Recibe especial veneración en una localidad del Campo de Cartagena, La Palma.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!
Publicar un comentario