Enrique de Bolzano, Beato

Nacido en Bolzano por el año 1250, llevó la dura vida de un pobre artesano zapatero. En una fecha no precisada se mudó a Treviso con su mujer e hijo. En sus últimos años vivió en una pobreza extrema y aceptando limosna.
Tanto en Bolzano como en Treviso fue notoria sus continuas visitas a la iglesia (en Treviso visitaba todas las iglesias de la ciudad todos los días) siendo además un ávido asistente a la Misa. Más admirable todavía era su vida penitente: dormía en una cama dura, usaba ropas ásperas y realizaba largas vigilias de oración.

Cuando murió, completamente solo en su cuarto en el año 1315, los trevisanos decían que había muerto un santo. A sus funerales asistieron muchísimas personas que fueron testigos de grandes prodigios. Durante todo el año posterior a su muerte miles de peregrinos visitaban la ciudad, un obispo del comité investigador registró en muy poco tiempo trescientos cuarenta y seis milagros, la mayor parte fueron curaciones contadas por los testigos oculares.

Uno de ellos fue el biógrafo del Beato Enrique, Pier Domenico di Baone, que luego sería obispo de Treviso.

El culto del Beato Enrique fue aprobado el 23 de julio de 1750 por el Papa Benedicto XIV, para la diócesis de Treviso, y posteriormente Pío VII, lo aprobó para la de Trento.



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