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Presbítero y Martir

Martirologio Romano: En el lugar de Tepatitlán, en México, san Tranquilino Ubiarco, presbítero y mártir, que en la persecución contra la Iglesia no dejó de cumplir con sus funciones ministeriales, por lo cual fue colgado de un árbol, terminando así su glorioso martirio (1928).

Fecha de beatificación: 22 de noviembre de 1992 por S.S. Juan Pablo II
Fecha de canonización: 21 de mayo de 2000 por S.S. Juan Pablo II

Breve Biografía


Nació en Zapotlán el Grande, Jal. (Diócesis de Ciudad Guzmán), el 8 de julio de 1899. Vicario con funciones de párroco en Tepatitlán, Jal. (Diócesis de San Juan de los Lagos). Fue uno de los infatigables y abnegados misioneros en los tiempos difíciles de la persecución. Nada le detenía para ir, lleno de caridad, a administrar los sacramentos y a sostener la vida cristiana de los fieles celebrando la Eucaristía en casas particulares. A principios del mes de octubre de 1928 fue a Guadalajara a comprar lo necesario para el Sacrificio Eucarístico. Alguien le hizo ver que su campo pastoral estaba enclavado en la zona de mayor peligro: «Ya me voy a mi parroquia; a ver qué puedo hacer y si me toca morir por Dios, ¡Bendito sea!». Cuando una noche preparada la celebración de la Eucaristía y la bendición de un matrimonio, fue hecho prisionero y condenado a morir ahorcado en un árbol de la alameda, a las afueras de la ciudad. Con entereza cristiana bendijo la soga, instrumento de su martirio, y a un soldado que se negó a participar en el crimen, le dijo, repitiendo las palabras del Maestro. «Hoy estarás conmigo en el paraíso».

Era la madrugada del día 5 de octubre de 1928.

Fueron muchos los fieles que sufrieron el martirio por defender su fe, de entre ellos presentamos ahora a veinticinco que fueron proclamados santos de la Iglesia por Juan Pablo II.

Los 25 santos canonizados el 21 de mayo del 2000 fueron:

Cristobal Magallanes Jara, Sacerdote
Roman Adame Rosales, Sacerdote
Rodrigo Aguilar Aleman, Sacerdote
Julio Alvarez Mendoza, Sacerdote
Luis Batis Sainz, Sacerdote
Agustin Caloca Cortés, Sacerdote
Mateo Correa Magallanes, Sacerdote
Atilano Cruz Alvarado, Sacerdote
Miguel De La Mora De La Mora, Sacerdote
Pedro Esqueda Ramirez, Sacerdote
Margarito Flores Garcia, Sacerdote
Jose Isabel Flores Varela, Sacerdote
David Galvan Bermudez, Sacerdote
Salvador Lara Puente, Laico
Pedro de Jesús Maldonado Lucero, Sacerdote
Jesus Mendez Montoya, Sacerdote
Manuel Morales, Laico
Justino Orona Madrigal, Sacerdote
Sabas Reyes Salazar, Sacerdote
Jose Maria Robles Hurtado, Sacerdote
David Roldan Lara, Laico
Toribio Romo Gonzalez, Sacerdote
Jenaro Sanchez Delgadillo
David Uribe Velasco, Sacerdote
Tranquilino Ubiarco Robles, Sacerdote

Para ver las biografías de los Mártires Mexicanos del siglo XX
Haz Click AQUI

Reproducido con autorización de Vatican.va

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Presbítero

Martirologio Romano: En Vigevano, de la Lombardía, beato Mateo (Juan Francisco) Carreri, presbítero de la Orden de Predicadores, que fue vehemente y fecundo predicador de la Palabra de Dios en su tiempo (1470).

Fecha de beatificación: El Papa Benedicto XIV confirmó su culto el 23 de septiembre de 1742.

Breve Biografía


Juan Francesco Carreri, de la noble familia Carreri, debe ser contado entre los religiosos que en el siglo XV más infatigablemente trabajaron por la salud de las almas y por la reforma de la Orden. Cambió su nombre de pila al de Mateo. De niño parecía un ángel por la belleza del cuerpo y por la bondad del corazón. No le faltaron insidias y tentaciones pero él, con la gracia de Dios las superó todas, reportando una completa victoria. Deseoso de abrazar la vida religiosa le pidió a Dios hacerle conocer su voluntad y un día, entrando en la iglesia de Santo Domingo de Mantua, quedó tan suavemente golpeado por la devota salmodia de los frailes, que enseguida decidió entrar en la Orden de los Predicadores. Su noviciado fue uno de los más fervientes, y a menudo el Padre Maestro tuvo que moderar en él su excesivo ardor. La oración, el estudio, la penitencia fueron los medios seguros con que se preparó para su portentosa oratoria. Lombardía y Toscana fueron sacudidas por su ardiente palabra y los prodigios que lo acompañaron. Combatió sin descanso la profanación de los días festivos y las diversiones ilícitas. Llevó un espíritu nuevo a varios conventos, especialmente en aquel de Soncino, en el que introdujo una completa reforma. Cuido mucho de la Tercera Orden haciendo brotar aquella admirable flor de santidad, que fue Luchina de Soncino. Deseaba poder degustar, antes de morir, alguna gota de la Pasión del Salvador, y lo consiguió: La Cruz del Gólgota se le apareció y su corazón fue traspasado por una aguda flecha. Su muerte, ocurrida el 5 de octubre de 1470 en Vigevano, fue seguida por muchos milagros. Su cuerpo es venerado en la iglesia de San Pedro Mártir. Los vigevanenses en el 1482 consiguieron del Papa Sixto IV la autorización de celebrar la memoria litúrgica y, en el 1518, fue proclamado Co-patrono de la ciudad.

responsable de la traducción: Xavier Villalta


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Por: Quintín Aldea Baquero, S. I. | Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01

Eremita y Obispo

Martirologio Romano: En León, ciudad de Hispania, conmemoración de san Froilán, obispo, que primero fue eremita y después, ordenado obispo, evangelizó las regiones liberadas del yugo de los musulmanes, propagando la vida monástica y distinguiéndose por su beneficencia hacia los pobres (905).

Etimología: Froilán = el señor de las tierras, viene del germánico

Breve Biografía


San Froilán fue uno de los hombres que forjaron la España medieval en las difíciles horas del siglo IX. Dos grandes tareas se imponían a los hombres de aquella época para librarse del angustioso aniquilamiento que les amenazaba: la reconquista del suelo patrio de manos de los árabes y la inmensa obra de colonización que a la Reconquista seguía. Era preciso entonces hacerlo todo. Al recobrarse la yerma y asolada geografía hispánica había que imprimir sobre ella, como sobre tabla rasa, el espíritu, el carácter, la cultura y la pasión de la España cristiana, que re nacía con sello nuevo tras los Montes Cántabros. La acción fe cunda de Froilán, su vida y su espíritu, lleno de afanes de supe ración, quedaron tejidos en la trama de la historia de aquella España.

¿Quién era San Froilán y cuál fue la trayectoria de su vida? Por fortuna, se conserva una corta biografía del ortodoxo varón Froilán, obispo legionense, copiada en elegante minúscula visigótica por el diácono Juan, contemporáneo suyo. Esa copia es del año 920, quince años después de la muerte del santo obispo (905). Ignoramos quién fue su autor. A pesar de su estilo lacónico y de sus adherencias legendarias, podemos reconstruir los rasgos fundamentales de su vida y carácter.

Nace el año 833 en los arrabales de Lugo. Allí recibe durante sus primeros años la enseñanza que los concilios exigían a los candidatos para el sacerdocio. Al llegar a los dieciocho años su vida interior entró en crisis. Dudó entre la vida retirada del desierto o la actividad apostólica. El futuro fundador de cenobios y gran predicador de muchedumbres opta por la soledad de los montes. Los espíritus superiores toman personalmente la iniciativa de su vida y Froilán quiso consagrarla totalmente a la familiaridad íntima con Dios. Buscaba a Dios en aquellos montes y lo encontraba en todas las criaturas, que le hablaban de una belleza arcana y superior. El podía cantar dulcemente aquellos versos de Berceo :
 

Yaciendo a la sombra perdí todos cuidados;
odí sones de aves dulces e modulados.
Nunca udieron omnes órganos más temprados,
nin que formar pudiesen sones más acordados.


Mientras él gozaba de los encantos de la soledad, estallaba en la España musulmana una violenta persecución contra los cristianos. El año 850 comenzó a florecer de nuevo con el rito solemne de la sangre el martirologio cordobés. Rosas purpúreas de esta larga primavera martirial fueron, entre otros, el sacerdote Perfecto, degollado el día de la Pascua mora; el erudito monje Isaac, decapitado y colgado de un palo; el joven Sancho, crucificado; las dos vírgenes Columba y Pomposa, y el más famoso de todos, el bienaventurado Eulogio, aquel hacedor anhelante de mártires, cuya cabeza cortó el alfanje de un solo golpe, a las tres de la tarde del sábado 11 de marzo del año 859.

Tal vez la voz poderosa de esta sangre inocente retumbó entre los montes donde Froilán se escondía y le empujó a organizar una cruzada. Tal vez en el diálogo familiar con Dios sintió la invitación a la vida activa. Nos cuenta su biógrafo, con la ingenuidad de nuestros cantares de gesta y, sin duda, imitando los inicios de la predicación de Isaías, que al joven eremita le acuciaba la duda de si debía permanecer por más tiempo en aquellas soledades. Para liberarse de ella se sometió a la prueba del fuego. Si Dios suspendía las leyes, era señal evidente de su voluntad divina. Froilán introdujo unas brasas encendidas en su boca. El fuego no le causó la más mínima quemadura. Dios había hablado. De los montes se lanzó a los poblados a propagar entre los hombres otro fuego que le ardía dentro. Su vida nos dice escuetamente que recorría las ciudades predicando sin cesar la palabra divina con gran aplauso de todos.

En sus triunfos pastorales sentía irresistiblemente el atractivo de la soledad para reponer sus energías. Acompañado del sacerdote Atilano torna a su retiro. Ambos se escondieron en los montes de Curueño (León). Pero los pueblos en masa le seguían a su celda solitaria. Con las muchedumbres iban magnates y obispos que anhelaban oír su palabra. Entre sus oyentes se despertaron numerosos seguidores cautivados por sus ejemplos. Ante los ruegos insistentes se ve forzado a bajar a la ciudad de Veseo. Allí erige su primer monasterio, que llenará pronto con 300 monjes. Es el comienzo de una nueva etapa: fundador de cenobios. Su fama salta los montes de León y llega a oídos de Alfonso III en Oviedo. El rey le envía mensajeros ordenándole venir a su corte. Honda impresión causó en Alfonso la presencia de aquel monje. Se fija en él para la gigantesca obra de repoblación que había comenzado su padre, Ordoño I. Las fronteras del reino astur-leonés llegaban por el sur hasta la línea del Duero. De Castilla se podía decir lo del poeta: «Harto era Castilla menguado rincón cuando Amaya era corte, Hitero el moyón". Zamora, Toro y Simancas eran fortalezas que espiaban posibles asaltos árabes al reino cristiano. Las zonas fronterizas a ambos lados del río estaban despobladas y devastadas por los reyes asturianos. Lo exigía así la táctica militar. Pero había que ir empujando la frontera más abajo. Para eso, en la zona norte del Duero era necesario levantar los poblados destruidos y poner en explotación las tierras abandonadas. Ninguna fuerza más cohesiva para dar vida a estas preocupaciones regias que la acción colonizadora de los monasterios. Esto lo comprendió cabalmente Alfonso III y concedió al Santo amplias facultades para visitar todos sus dominios y levantar cenobios a cuyo amparo se acogiesen los nuevos poblados. Estas agrupaciones humanas, así formadas, constituían una unidad política cuyo jefe era el abad, y sus agentes y maestros los monjes, que enseñaban las artes de la paz e infundían el espíritu de cruzada en la guerra de reconquista. Froilán puso en juego de nuevo su capacidad de iniciativa y se dio a recorrer las tierras del reino alfonsino. Su beligerante actitud le llevó a fundar dos grandes monasterios cerca de la frontera, a pocos kilómetros de Zamora. El primero fue el de San Salvador de Tábara. En él se congrega con 600 monjes de ambos sexos. Era uno de esos monasterios llamados dúplices, donde las monjas, aunque rigurosamente separadas, tenían la ventaja de la asistencia sacerdotal y de la defensa en caso de invasión.

Fue éste, en el siglo x, uno de los más famosos monasterios por el arte refinado de su escritorio. La pesadumbre del tiempo, insensible a los afanes del hombre, no nos ha permitido ver en su realidad de piedra la arquitectura de esta fundación. Pero, afortunadamente, un códice de su escritorio nos la conserva parcial mente. En el último folio aparece la torre del monasterio, "alta y lapídea", de sillería policroma, con ventanales de arcos de herradura. Sobre el tejado, dos airosas torrecillas con sendas campanas. A los lados de los últimos ventanales, dos balcones voladizos se asoman al horizonte. Tres hombres suben a la torre por unas es caleras de mano y otro hace sonar las campanas tirando de una cuerda. Adosado a la torre está el escritorio. Un pergaminero aparece sentado en un taburete cortando el pergamino con grandes tijeras. En un aposento inmediato están el monje Senior, copista, y Emeterio, escriba y pintor, discípulo predilecto de Magio. Fue Mágio la gloria cultural más notable del monasterio tabarense. Contemporáneo en su niñez de Froilán, elevó a alturas maravillosas el arte de la miniatura, ese arte casto, espiritual y apacible a los ojos, y que mueve el ánima a altas consideraciones". Son todos los datos que poseemos de esta espléndida fundación. Del segundo monasterio tenemos aún menos noticias. Según el citado biógrafo, lo levantó en un emplazamiento alto y ameno junto a las aguas del Esla, al parecer cerca de Moreruela (Zamora). Sólo una frase añade a este laconismo: ..se reunieron allí 200 monjes consagrados a la ascesis de la vida regular". Aquellos cronistas medievales, avaros del tiempo, no nos cuentan nada de los métodos de dirección espiritual del Santo cenobiarca ni del ambiente de perfección que, sin duda, reinaba en estos monasterios. Pero se siente palpitar en estas breves páginas biográficas la dinámica incontenible de Froilán, su temperamento emprendedor, su espíritu sobrenatural lleno de ardorosa elocuencia, su recia personalidad de caudillo espiritual. Esa era la fama que corría de pueblo en pueblo y de comarca en comarca y que cada día ganaba más admiradores. Por eso no es extraño que, al quedar vacante la sede de León, se alzase unánime la voz del clero y del pueblo, reclamando por obispo al abad Froilán. El rey, que no había lo grado convencerle para que aceptase el oficio pastoral, se alegró sobremanera. Vencida su resistencia, fue consagrado obispo de León el día de Pentecostés, 19 de mayo del 900. Ese mismo día recibía también la consagración episcopal para la sede de Zamora su inseparable y santo amigo Atilano. Estas dos lumbreras, dice emocionado el autor anónimo, puestas sobre el candelero, iluminaron con la claridad de su luz eterna todos los confines de España. La Iglesia de León, que estaba dedicada, según una donación de la época, "a los señores, santos, gloriosos y, después de Dios, fortísimos patronos Santa María Virgen, Reina celeste, y San Cipriano, obispo y mártir", recibía ahora clamorosamente por obispo al que había de ser su Patrono hasta el día de hoy. Sólo la gobernó cinco años, pero el heroísmo de sus virtudes y el triunfo de su santidad la aureolaron para siempre.

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Por: . | Fuente: diocesisdecartagena.org

Sacerdote y Mártir

En diversos lugares de Murcia, España, Beato Antonio (en el siglo Miguel Faúndez López), sacerdote profeso de la Orden de los Hermanos Menores y tres compañeros, asesinados por odio a la fe ( 1936)

Fecha de Beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Breve Biografía


Nació en Ribera de Molina el 14 de agosto de 1911, bautizado el 15, Asunción de la Virgen, en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús. Confirmado el 31 de enero de 1919 por el Sr. Obispo de Cartagena D. Vicente Alonso Salgado.

Sus padres, Fulgencio y Emérita, tuvieron además del primogénito Fulgencio diez hijos más. En un ambiente familiar muy cristiano se desenvolvió su niñez recibiendo la Primera Comunión a los siete años. A los 12 años, ingresó en el Seminario de San José. Sus buenas notas y mejor comportamiento ganaron la confianza de sus superiores. En vacaciones publicaba un semanario, “El Ideal” que dirigía, y confeccionaba a multicopista con otros seminaristas. A los 22 años, tuvo que ir al servicio militar y dialogaba con sus compañeros sobre temas religiosos o rompiendo papeles inmorales indemnizándoles con lo que les había costado.

El 15 de junio de 1935 fue ordenado sacerdote, habiéndose preparado fervorosamente lo recibió con mucha humildad y agradecimiento, celebrando su Primera Misa Solemne el día del Corpus Christi en Ribera de Molina con gran fervor como lo había siempre deseado.

Fue párroco de La Paca y Don Gonzalo, donde trató de conocer a todos sus feligreses animándoles a ir a Misa los domingos y festivos y a comulgar. Preparaba muy bien la homilía, visitaba las casas, consiguió atraer a la iglesia a los niños con cine y un belén con movimiento que él mismo fabricó, atendía a los pobres con lo suyo propio y pidiendo a los que más tenían.

El 19 de julio de 1936 fue llevado preso a Lorca acusado de maquinar contra el régimen del gobierno, junto con otros vecinos de La Paca. El Juez tras tomar declaración lo dejó en libertad pero lo retuvieron en la cárcel para enviarlo al Tribunal Popular de Murcia, sabedores de que allí le matarían. Lo llevaron a la iglesia de San Juan, convertida entonces en cárcel, y fue trasladado después a la cárcel provincial para ser juzgado. Su abogado defensor no compareció porque sabía que estaba condenado de antemano. No se pudo demostrar nada de lo que le acusaban. Fue condenado a muerte por ser sacerdote. Cuando su familia hizo intentos de liberarle les decían: “Si es sacerdote, nada se puede hacer por él”.

Confesó sacramentalmente y demostró una gran serenidad. Escribió dos cartas, una a sus padres, familiares y conocidos de La Ribera y otra a su hermano queridísimo Vicente, jesuita. Les decía que ofrecía su vida por el Reinado del Corazón de Jesús, la regeneración cristiana de la patria y por la salvación de La Paca. Murió contento, perdonando a los firmantes de su sentencia y a los demás que le acusaron pidiendo a Dios que los perdonase, despidiéndose de los suyos hasta el cielo.

En la madrugada del día 4 de octubre de 1936, fiesta de San Francisco de Asís, a cuya Orden Tercera pertenecía desde seminarista, no permitiendo que le vendaran los ojos, murió exclamando: ¡Viva Cristo Rey y Viva España Católica! Fue enterrado la misma tarde del 4 de octubre de 1936.
 

Este grupo de mártires está integrado por:


1. ANTONIO (MIGUEL FAÚNDEZ LÓPEZ), sacerdote profeso, Orden Frailes Menores
nacimiento: 23 Julio 1907, en La Hiniesta, Zamora (España)
martirio: 19 Septiembre 1936 en Bullas, Murcia (España)

2. BUENAVENTURA (BALTASAR MARIANO MUÑOZ MARTÍNEZ), clérigo profeso, Orden Frailes Menores
nacimiento: 7 Diciembre 1912 en Santa Cruz, Murcia (España)
martirio: 4 Septiembre 1936 en Cuello de Tinaja, Murcia (España)

3. PEDRO SÁNCHEZ BARBA, sacerdote diocesano y terciario franciscano
nacimiento: 1 Junio 1895 en Llano de Brujas, Murcia (España)
martirio: 4 Septiembre 1936 en Cuelo de Tinaja, Murcia (España)

4. FULGENCIO MARTÍNEZ GARCÍA, sacerdote diocesano y terciario franciscano
nacimiento: 14 Agosto 1911 en Ribera de Molina, Murcia (España)
martirio: 4 Octubre de 1936 en Espinardo, Murcia (España)

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Por: Pedro Gómez, C.M. | Fuente: Somos.Vicencianos.org

Religiosa y Mártir

En la Comunidad Valenciana, España, Beatas Josefa Martínez Pérez y 11 religiosas profesas de la Congregación de Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, quienes junto a Dolores Broseta Bonet, laica, fueron asesinadas por odio a la fe. ( 1936)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Breve Biografía


Nació en Cuellar (Segovia) el 30 de enero de 1865 en el seno de una familia numerosa. Sus padres Zacarías y Antonia eran pasteleros y dueños de fincas dedicadas a la agricultura. La casa familiar estaba muy cerca de la parroquia y vecina a la plaza mayor del pueblo. La familia tenía hondas raíces cristianas, por eso los padres educaron cristianamente a sus ocho hijos.

Sor Martina, desde muy niña, se mostró inteligente, audaz y de carácter simpático y muy abierto. Su madre murió pronto y ella se vio obligada a ayudar a su padre en la pastelería. En el desarrollo del oficio y en el mostrador era muy responsable y jovial. Afirman los testigos que la conocieron que en su juventud tuvo relaciones de noviazgo con un joven de Toro (Zamora), pero, aconsejada por el párroco, le dejó porque no le parecía conveniente para ella. A la vez, su padre experimentó una caída del caballo y fue llevado bastante grave al Hospital General de Valladolid, regido por las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Allí conoció por primera vez a las Hermanas. En contacto con el dolor, y viendo la labor desarrollada por las Hermanas, surgió en ella la vocación. Es entonces cuando decidió romper su proyecto matrimonial y ser fiel a la llamada de Dios, si su padre se curaba.

En la curación de su padre vio Martina la señal de que Dios la quería para Él. Su padre, que estaba ya viudo, no podía entender que su hija mayor le dejase solo con el negocio y los otros cinco hijos, dos chicos y tres chicas. Los otros dos habían muerto de pequeños. Martina seguirá rezando y esperando. Prepara a sus hermanas para tomar las riendas del negocio de la pastelería y ella decide ingresar en la Compañía. Además, otra hermana había ingresado como religiosa contemplativa en el Convento de las Concepcionistas de Cuellar. ¿Por qué ella no?… Ayudada por el párroco y las hermanas del Hospital de Valladolid, vence la oposición de su padre e inicia su postulantado, que realizó en el Hospital General de Valladolid. Corría el mes de septiembre de 1895 y tenía ya 30 años cumplidos.

Decisión incondicional y valiente

Realizado el postulantado y prueba, ingresa en el Seminario de la calle Jesús, de Madrid, el 26 de febrero de 1896, a los 31 años. A Sor Martina no la fue fácil seguir el camino de la vocación… Ella misma lo comentó con una sobrina suya. Se dudó de la veracidad de su vocación y fue sometida a pruebas fuertes que la llevaron a dudar interiormente. Pasó por momentos muy difíciles y llegó hasta querer abandonar el camino emprendido, pero reflexionó y dijo: “Tengo que poder con el demonio”. Y con la gracia de Dios logró terminar bien el período de formación inicial. Concluido el tiempo de Seminario, recibió su primer destino al Hospicio de Zamora, donde le encargaron los oficios del lavadero y la cocina, cosa que nunca había hecho, pero por amor a los pobres los realizó con abnegación durante 12 años.

Después pasó como Superiora al recién fundado Colegio de la Milagrosa, en la misma ciudad. Era el año 1908. Se enteró de que había gente que no quería mandar sus hijos a este nuevo colegio porque le consideraban de poca categoría. Ella, muy decidida, se hizo presente en el casino y en conversación con los señores que allí estaban trató de persuadirles para que enviaran a sus hijos e hijas al colegio. Estos señores estaban jugando al villar y uno de ellos en broma le dijo: «Si usted hace una carambola yo enviaré a mi hijo». Sor Martina cogió el taco, tiró y consiguió la carambola y también que se llenará el Colegio. A partir de este hecho, Sor Martina se hizo muy popular y la fama del Colegio de la Milagrosa comenzó a crecer.

En 1914 la enviaron de Superiora al Hospital y Escuelas de Segorbe (Castellón), donde había muchas necesidades materiales y también muchas deudas. Ella empezó con la ilusión de mejorar las condiciones de aquella fundación benéfica. Comenzó por procurar la alimentación adecuada de los enfermos, arreglar los dormitorios, clases y demás departamentos del edificio, aportando sus bienes familiares y, solicitando ayudas a personas ricas, pudo renovar materialmente la casa.

Ante la situación de hambre que por entonces asolaba a muchos pueblos, funda un Comedor de Caridad, la “Gota de Leche” para niños mal nutridos y un pequeño consultorio para madres lactantes. También logró abrir un departamento para pobres transeúntes a los que visitaba cada día después de las Eucaristía. Además de ayudarles en sus necesidades materiales trataba de buscarles trabajo.

Más tarde, en relación con el Alcalde, crea la Junta Segorbina de Caridad, que fue el sostén del Asilo y Hospital de ancianos. Su caridad contagiaba y más de una vez consiguió que los señores ricos salieran a pedir por el mercado y comercios para remediar las desgracias de tantos necesitados que acudían a Sor Martina en busca de ayuda. A pesar de tanto trabajo, no olvidaba el aspecto cultural y de promoción. Dio un gran impulso a las clases en las Escuelas, sirviéndose de alguna maestra seglar. Ella daba las clases de corte, cultura y doctrina cristiana para chicas necesitadas.

Nuevo servicio en Madrid y Melilla

Entre los años 1918 al 1923 ocupó el cargo de asistenta en el Consejo Provincial, razón por la que estuvo destinada en la Casa Central de Jesús, 3, en Madrid. En el año 1923 se produce el descalabro de las tropas españolas en el desastre de Annual. Los soldados heridos son numerosos y se necesitaban enfermeras en el norte de África. Ante el requerimiento del Rey que pide ayuda, Sor Josefa Bengoechea, Visitadora, le contesta: “Majestad, no 24 Hermanas sino 42 Hijas de la Caridad saldrán mañana mismo y, al frente de este batallón de bálsamo y paz, marchará Sor Martina”. Efectivamente ella fue la responsable de los hospitales militares en este tiempo, desde su puesto de superiora en el de “Doker”, de Melilla (1923-1926).

Todo cabía en su corazón maternal: limpiar pisos, atender y escuchar a los soldados heridos y dar órdenes a los militares, cuando la situación lo requería. Estaba convencida de que así continuaba la misión de Jesucristo. Por eso repetía con alguna frecuencia: “A mí los soldados y los pobres son los que me tienen que llevar al cielo”. Cierto día llegó al Hospital de “Doker” un camión con soldados heridos y muertos, mezclados unos con otros. Ella se puso a descargar y reanimó a unos cuantos de los que habían dado por muertos. Los soldados conductores del camión decían: «Usted es nuestra verdadera madre». Al ver que no había sitio donde colocar tantos heridos pensó en que los jefes tenían en Melilla un Casino propio para ellos. Con aquel local se podría solucionar el problema. Sor Martina se dirigió a los jefes y les dijo: “Yo necesito esos salones para hospital de enfermos”. Un jefe se opuso con aires autosuficientes. Entonces ella cogió el teléfono y llamó a Don Juan de la Cierva, ministro de la Guerra, y le dijo: “No me quieren ceder el casino y no tengo dónde poner tanto herido, Vuecencia dirá lo que hago”. El Sr. Ministro mandó inmediatamente un telegrama a Sor Martina Vázquez nombrándola Capitán General para que hiciera cuanto deseaba. Los jefes militares del casino, al tener noticia de este nombramiento, se pusieron a sus órdenes y le ayudaron a poner en el casino las camas necesarias para los heridos y enfermos.

Llegó poco después Queipo de Llano a este casino y dijo: ¿Qué ha pasado aquí? Los jefes le contaron la hazaña de Sor Martina. Entonces el Sr Queipo de Llano dijo: voy a conocerla. Al entrar al Hospital se encontró con ella y le preguntó dónde podía encontrar a Sor Martina, ella le dijo: “Pero ¿no la conoce?, pues pregunte que no está muy lejos”. Al encontrarse con otra hermana le hace la misma pregunta y ella le responde: “Acaba usted de hablar con ella”. Sor Martina se volvió y le sonrió a Sr. Queipo de Llano. Él, sorprendido, le dijo: “La admiro hija, la admiro”

Sería largo de narrar tantos momentos verdaderamente emotivos en esta guerra. Una vez terminada, Sor Martina contaba que había ido al monte Gurugú, donde los moros tenían emplazados los cañones y tiró un puñado de medallas de la Milagrosa y, al tirarlas, dijo: “Si algún día yo puedo, vendré a poner en este monte una estatua de la Milagrosa”. Hasta uno de los jefes musulmanes le regaló una tela de seda preciosa para hacer un manto a la Virgen del Henar, patrona de Cuellar, su pueblo natal. Se conserva en el Museo del santuario.

Nuevo reencuentro

En 1926 regresa de nuevo al Hospital y Escuelas de Segorbe, con ilusión y renovadas energías, continuará su atención a todos. Ya conoce a las personas, sabe de sus necesidades y trata de consolidar lo establecido anteriormente y ampliarlo a ser posible. Comenta un testigo de aquellos tiempos: “Tenía la manía de favorecer a los más pobres”.

Sor Martina era mujer de fe firme, carácter abierto, valiente, creativa y con gran sentido del humor. Sabía superar las dificultades con optimismo y esperanza, sin arredrarse ante los problemas. Con humildad sabía pedir perdón cuando pensaba que había ofendido a alguien. En 1933 le relevaron del cargo de superiora y siguió en Segorbe, entregada al servicio de los más necesitados.

Pasado un tiempo empieza el camino de subida hacia el martirio. Ella percibía que las cosas y el ambiente se iba poniendo cada día peor y más en contra de la Iglesia. Al llegar el 25 de julio del 1936, Sor Martina, temerosa de una profanación anunciada, llama a las Hermanas a la capilla para consumir todas las formas. Al día siguiente, 26 de julio, los milicianos invadieron el Hospital y armados despacharon a las Hermanas, las dijeron que a las cuatro de la tarde tenían que estar fuera y, si no, la emprenderían con tiros y bombas contra el edificio. Salieron flanqueadas por cuatro milicianos hasta llegar a una casa deshabitada de una de las antiguas alumnas. Allí las metieron, las cerraron y se llevaron la llave. Los milicianos pasaban de vez en cuando para ver si se había escapado alguna. A pesar de que vivían en calidad de presas, los conocidos y la gente que las quería les hacían llegar comida por las ventanas. Sor Martina presentía lo que iba a pasar y les decía: “Yo moriré mártir”. A la vez animaba a sus compañeras y les decía: «Tenemos que ser fuertes, el Señor no nos va a fallar. Recemos y pidamos fortaleza al Señor».

Así estuvieron viviendo desde el 26 de julio hasta el 3 de octubre, después de tanto bien como habían hecho a todos los necesitados de la ciudad. El día anterior a su martirio, 3 de octubre de 1936, se confesaron por escrito con un sacerdote que vivía en clandestinidad, justo enfrente de ellas. Se comunicaban con signos a través del cristal de su ventana y así les impartió la absolución.

Ratifica su entrega

A las nueve de la noche del día 4 de octubre de 1936 vinieron a por ella. Estaba recostada porque no se encontraba bien. Las hermanas se lo dijeron a los milicianos, pero ellos contestaron que se la llevaban. Se puso el hábito, emocionada abrazó a cada hermana y les dijo: “Hasta el cielo”. Algunas quisieron acompañarla, pero no se lo permitieron. La metieron en el camión de los famosos “paseos” y se dirigieron por la carretera de Algar de Palancia (Valencia). Ella, viendo sus intenciones, les dijo: «Me vais a matar, no hace falta que me llevéis más lejos». La hicieron bajar del camión y ella, sin oponer resistencia alguna, les pidió que, por favor, esperaran un momento. La pidieron que se volviese de espalda. Pero ella se opuso diciendo: “Morir de espaldas es de cobardes. Yo la quiero recibir de frente como Cristo y perdonar como Él perdonó”. Se puso de rodillas, oró con fervor, y sacó del bolsillo una pilita de agua bendita, se santiguo, besó el crucifijo y reconfortada les dijo: “Si os he ofendido en alguna cosa os pido perdón y si me matáis yo os perdono… ¡Cuando queráis podéis disparar!” Con los brazos abiertos, el crucifijo entre los dedos de la mano derecha, antes de recibir los disparos, confesó su fe así: «Creo en las Palabras de Jesucristo: “Quien me confesare delante de los hombres, también yo le reconoceré delante de mi Padre”» Y recibió el primer disparo de perdigones en la cara y cuello… Viva aún, pudo exclamar “Ay Dios mío, ten misericordia de mí”, y seguidamente cayó en la cuneta donde quedó empapada en su sangre. Estos milicianos que la dispararon habían sido alimentados por ella en el Comedor de Caridad que ella había fundado.

Así entregó su vida a los 68 años de edad y más de treinta como Hija de la Caridad. Su cadáver fue llevado a la mañana siguiente al cementerio del Algar. Al acabar la guerra, sus restos fueron exhumados, reconocidos por las Hermanas y llevados a Segorbe, junto con otros 45 féretros. Fueron velados en el claustro del Hospital toda la noche. Se celebró una Misa de funeral y fue emocionante ver entre todos el ataúd blanco de Sor Martina, portado a hombros por la guardia civil hasta el cementerio.

En junio de 1959 se trasladaron sus restos de Segorbe a Cuellar (Segovia), a petición de la familia. Una sobrina suya asegura que ella le dijo que iba a morir mártir y quería, si fuese posible, que sus restos estuviesen a los pies de la Virgen del Henar, sirviéndole de alfombra. Y así quedaron depositados como ofrenda de amor, en el camarín del Santuario de Ntra. Sra. del Henar, custodiado por los religiosos carmelitas.
 

Este grupo de mártires está integrado por:


1. JOSEFA MARTÍNEZ PÉREZ, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 05 Agosto 1897 in Alberique, Valencia (España)
martirio: 15 Octubre 1936 in Llosa de Ranes, Valencia (España)

2. MICAELA HERNÁN MARTÍNEZ, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 06 Mayo 1881 en Burgos (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Almenara, Valencia (España)

3. MARÍA LUISA BERMÚDEZ RUIZ, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 10 Octubre 1893 in Subugueira, Coruña (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Almenara, Valencia (España)

4. MARTINA VÁZQUEZ GORDO, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 30 Enero 1865 en Cuéllar, Segovia (España)
martirio: 04 Octubre 1936 en Algar de Palancia, Castellón (España)

5. ROSARIO CIÉRCOLES GASCÓN, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 05 Octubre 1873 en Zaragoza (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Almenara, Valencia (España)

6. JOAQUINA REY AGUIRRE, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 23 Diciembre 1895 en Bilbao, Vizcaya (España)
martirio: 29 Octubre 1936 en Gilet, Valencia (España)

7. VICTORIA ARREGUI GUINEA, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 19 Diciembre 1894 en Begoña, Vizcaya (España)
martirio: 29 Octubre 1936 en Gilet, Valencia (España)

8. JOSEFA LABORRA GOYENECHE, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 06 Febrero 1864 en Sangüesa, Navarra (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

9. CARMEN RODRÍGUEZ BANAZAL, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 26 Marzo 1876 en Cea, Orense (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

10. ESTEFANÍA IRISARRI IRIGARAY, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 26 Diciembre 1878 en Peralta, Navarra (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

11. MARÍA PILAR NALDA FRANCO, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 24 Mayo 1871 en Algodonales, Cádiz (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

12. ISIDORA IZQUIERDO GARCÍA, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 02 Enero 1885 en Páramo del Arroyo, Burgos (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

13. DOLORES BROSETA BONET, laica de la arquidiócesis de Valencia
nacimiento: 1892 en Bétera, Valencia (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)


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Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En la aldea de Xaraco, en la región de Valencia, en España, beato Enrique Morant Pellicer, presbítero y mártir, que llevó a término su combate por la fe en tiempos de persecución religiosa († 1936).

Fecha de beatificación: 11 de marzo de 2001 por S.S. Juan Pablo II, junto a otros 232 mártires de España

Breve Biografía


Nació en Bellreguart, provincia Valencia, el 10 de abril de 1914, y lo bautizaron el día 14, imponiéndole el nombre de Jaime. Aprendió las primeras letras en las escuelas nacionales de su pueblo, hasta que, a los once años, ingresó en el Seminario menor franciscano de Benissa (Alicante), donde cursó los estudios del bachillerato.

A los 16 años marchó al monasterio de Santo Espíritu del Monte (Gilet-Valencia), donde tomó el hábito franciscano el 25 de agosto de 1930, cambiando el nombre de pila por el de Alfredo. Pasó luego al convento-colegio de Onteniente, también casa de formación franciscana, y allí estudió la filosofía y un curso de teología, haciendo la Profesión solemne en la fecha ya crítica del 5 de julio de 1936.

Dada su corta edad (22 años en el momento de dar la vida) y su condición de estudiante, fray Alfredo no pudo ser conocido sino por sus familiares y sus hermanos en religión, particularmente sus condiscípulos. Estos testigos recuerdan que era de carácter alegre, simpático, cordial y festivo, optimista y buen compañero, respetuoso con los demás. Se distinguió por la firmeza en la fe y en su vocación franciscana.

Cuando estalló la guerra civil española y se agravó la persecución religiosa el 18 de julio de 1936, fray Alfredo Pellicer se encontraba en el convento-colegio de Onteniente. Tres días después los religiosos de esta comunidad se vieron forzados a dispersarse. Fray Alfredo, estudiante de teología, que acababa de hacer la profesión solemne, se refugió en casa de sus padres en Bellreguart, donde vivió algún tiempo con relativa tranquilidad. Los suyos le propusieron estudiar magisterio, pero Fr. Alfredo rechazó esta propuesta, porque deseaba perseverar en su vocación franciscana.

El día 4 de octubre de ese año de 1936 fue detenido y asesinado. Fue conducido, después de la detención, al Comité; allí le hicieron halagüeñas proposiciones si renegaba de la fe, lo que fray Alfredo rechazó siempre con firmeza.

La consumación del martirio tuvo lugar el mismo día 4 de octubre de 1936, hacia las tres de la tarde, en el lugar llamado «La Pedrera», a unos tres kilómetros de Gandía, en dirección a Valencia, cuando tenía 22 años de edad, 6 de hábito franciscano y tan sólo tres meses de profesión solemne.

Es uno de los 232 mártires de españa beatificados por Su Santidad Juan Pablo II el 11 de marzo de 2001.

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11:45 p.m.

Por: . | Fuente: Odisur.es // DiocesisDeJaen.es

Laico Mártir

En España, Manuel Basulto Jiménez, obispo de Jaén (España), y de cinco compañeros, asesinados por odio a la fe. ( 1936-1937)

Fecha de beatificación: Entre los 522 mártires de España, el 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Breve Biografía


Nace José María en Vilches (Jaén) el día 20 de octubre de 1914, allí es bautizado en la pila bautismal de la Parroquia de San Miguel que aún se conserva. Era miembro de una familia de tradición cristiana, todos ellos, padres y abuelos, naturales de Rus provincia de Jaén. Del matrimonio formado por Blas Poyatos Sánchez y María Ruiz Rodríguez nacieron quince hijos, de los que José María hacía el número trece; bien es verdad que cinco murieron a muy corta edad, a pesar de lo cual la familia seguía siendo muy numerosa, aún en aquellos tiempos. El padre de José María trabajaba en Obras Públicas, construcción o reparación de carreteras, a modo de encargado, capataz o contratista, por lo que la familia vivió en diversos pueblos de la provincia, según el lugar donde surgía el trabajo; es la razón por la que a nuestro mártir le tocó nacer en Vilches, cercano a Sierra Morena. Vivió también por la Sierra de Cazorla en el bello lugar de Tiscar, donde se ubica el Santuario de la Virgen de su nombre, patrona de Quesada. No obstante la mayor parte de su vida de niño y joven se desarrolló en Rus, cercano a Úbeda y Baeza y en las inmediaciones de la entonces importante estación ferroviaria de Linares-Baeza. En Rus la familia Poyatos Ruiz abrió una tienda de comestibles para ayudarse en su trabajo; por algunos años estuvo al frente de ella José María y este pequeño comercio fue testigo de la generosidad y caridad de nuestro mártir: en ella repartía a los necesitados tanto como vendía; de este modo, el negocio se venía abajo y junto con los tiempos que corrían, con el consentimiento de los padres marchó a Úbeda para trabajar allí en una fábrica de orujo.

Mientras llegaba el momento de entrar en la fábrica, tanto José María como María del Castillo -su hermana- decidieron trabajar en la recolección de aceituna, ella como recogedora y él como acarreador con las caballerías; el trabajo se lo proporcionaba su tío Diego. Ambos jóvenes se mostraron buenos trabajadores, rindiendo lo que debían y con la alegría de poder aportar algo a la economía familiar. El trabajo agrícola era bien duro y especialmente la recogida de aceituna por darse en pleno invierno con días cortos, trabajo que se iniciaba y se terminaba de noche, por el frío, la lluvia y los barrizales de los caminos y los campos, pero José María lo asumía con fortaleza y buen ánimo, decidido a seguir ayudando en la casa con su trabajo fuera el que fuera y convencido de que pronto entraría en la fábrica. Padres e hijos veían las circunstancias económicas adversas con la voluntad de Dios, de las que saldrían por la misma voluntad del Padre de las Misericordias. Así era la fe de aquella familia y que crecía día a día en el corazón joven de José María.

El trabajo en la recogida de aceituna duró unos días, estamos en diciembre de 1935; el tío Diego sintió perder a dos tan buenos obreros, pero se conformó en bien de sus sobrinos; por fin, nuestro José María se incorporó a las tareas de la orujera; ahora se planteaba el tema del trasporte; entre Rus y Úbeda había un servicio de tranvía, el llamado "de la Loma", pero los horarios eran incompatibles con los de la fábrica, así que José María comenzó a hacer el recorrido andando. Así nos lo cuenta María del Castillo:

"El desplazamiento lo comenzó realizando a pie, ya que según decía, el irse en el tranvía le suponía tener que levantarse a las cinco de la mañana para incorporarse a las ocho a la fábrica, en cambio, andando desde Rus, con salir a las siete, le sobraba tiempo para estar puntualmente en su puesto. También el regreso lo realizaba a pie, pues le suponía perder mucho tiempo el ajustarse al horario del tranvía".

Los padres pensaron que así no podían seguir las cosas y decidieron se alquilara una vivienda en Úbeda y que María del Castillo marchara con José María y le atendiera. Fue exactamente en la calle "14 de abril" número 12 y allí residieron los dos hermanos, desde diciembre de 1935, allí hicieron prisionero a nuestro mártir y allí sufrió y gozó la buena hermana de haberse despedido de su hermano y ser testigo de sus últimas palabras. Aunque era poca la distancia entre Rus y Úbeda, el cambio de domicilio supuso de alguna manera arrancarse del ambiente del pueblo y más aún de la familia. Así escribe la hermana protagonista:

"La despedida no fue muy agradable, ya que suponía la separación de una familia íntimamente unida. Nos quedaba la tranquilidad de que en nuestra casa se quedaba nuestra prima Sebastiana, que para nosotros era como una hermana y para mis padres como una hija, y nos íbamos con la seguridad de que ella continuaría atendiendo perfectamente a nuestros padres y al resto de la familia".

Ya tenemos a José María y a María del Castillo instalados en Úbeda; los primeros meses pasaron desapercibidos y vivieron día de paz y tranquilidad; se encontraban en una ciudad con muchas posibilidades; sólo el pasear por sus calles y plazas descubría a sus visitantes una gran riqueza cultural: La Iglesia de Santa María, la del Salvador, el Ayuntamiento y todo el conjunto de aquella plaza; en el plano religioso, las cuatro parroquias existentes San Pablo, San Isidoro San Nicolás y Santa María ya mencionada, ofrecían celebraciones y prácticas religiosas abundantes para unos jóvenes que en medio de las dificultades tenían a gala el ser cristianos; la misma vida ciudadana, aunque ya bastante revuelta, presentaba una novedad atrayente: el abundante comercio, el ir y venir de mucha gente que de los pueblos vecinos se volcaban en Úbeda; y también algunas revueltas que podía sorprender a quienes habían vivido en pueblos pequeños; pero los dos hermanos rusenses procuraban encajarse en el nuevo ambiente y conseguir sus objetivos.

Ya hemos hecho alusión a su trabajo en la tienda familiar, en él valió más la generosidad y buen hacer con los necesitados que el instinto comercial; pero después en la recogida de aceituna, contratado como jornalero para el acarreo, cumplió perfectamente; el dueño de la finca quedó contento porque su puntualidad y celo, aún cuando no estaba especialmente acostumbrado a esas tareas, compensaba bien el jornal de cada día y la confianza puesta en él. Finalmente, en el trabajo de la fábrica, se distinguió por el cumplimiento de su deber.

José María conectó muy rápidamente con la Parroquia de San Nicolás de Bari y allí solicitó pertenecer a la Acción Católica. Su condición de aspirante de Acción Católica le llevó, desde el primer momento, a ser testigo de la fe y de Cristo ante sus compañeros de trabajo, por lo que rápidamente quedó fichado, después perseguido y finalmente expulsado de su trabajo: "ser apóstol y mártir si acaso..." decía el himno que se cantaba por aquellos jóvenes. Pero igualmente frecuentaba la Iglesia de Santa María, cuyos sacerdotes y en concreto el joven Coadjutor....eran los responsables de la Adoración Nocturna tan pujante entonces. Su pertenencia a esta asociación eucarística esta garantizada por el siguiente testimonio de su hermana: dice que el día 18 de julio estuvo trabajando toda la noche y por la mañana del domingo día 19 al poco de volver a casa fue detenido y encarcelado en la Inspección de Policía; el segundo día de estar detenido le hubiera correspondido hacer la hora de Adoración al Santísimo Sacramento y hubo de ingeniárselas para poderla hacer, este es el relato que se nos ofrece:


"Cuando te fuiste (José María se refiere a la visita de su hermana en la cárcel) nos dijeron que no saliésemos aquí. Le dije al que estaba conmigo anoche que me tocaba la Hora Santa de la Adoración Nocturna. Él se ofreció para hacerme la guardia en el pasillo y yo me metí en el calabozo y así lo hicimos, y aunque no tenía libro, tampoco lo precisé, pues la lecturas me las sé de memoria"

José María llevaba una honda vida religiosa y de piedad, oración profunda y vida interior, contacto íntimo con Dios: se rezaba todos los días el Santo Rosario, la celebración de la Santa Misa y la Comunión frecuente, visita diaria y Adoración al Santísimo, mantenía buena relación con sacerdotes y religiosos, lo que le ayudaba a tener una buena dirección espiritual y con su ayuda iba progresando en la formación cristiana. El lema de estudio, oración y acción de la Acción Católica lo estaba llevando a la práctica. Todo esto era alimento para la acción en el apostolado y en el servicio a los más necesitados. Daba la Doctrina Cristian aún a los hijos de sus compañeros de trabajo y también montó una especie de "escuela" para chicos que no podía ir a la oficial. Él ya había abierto un Centro de Acción Católica en Rus, en la calle el Agua, en una humilde cochera, allí reunía a chicos y jóvenes y les instruía en la fe.El ambiente creado en la República contra lo religioso, el anticlericalismo y la falta de respeto a todo lo cristiano y a quienes trataban de vivir la fe, creció en modo desmedido con la entrada de 1936. La situación en Úbeda revuelta social, laboral y políticamente, como en toda la provincia de Jaén. Muy pronto, José María comenzó a sentir una soterrada persecución de parte de algunos compañeros de trabajo en la fábrica misma, a la salida o entrada de ella: la razón claramente era por ser cristiano y no esconderse de serlo.

Presiones ante un conflicto laboral: Intentaron, presionándole, que participara en un comité para pedir aumento de sueldo, él se negó pues quería ser libre y porque la revuelta no le parecía justa. La Fábrica extractora de aceite, cayó en manos de un comité de trabajadores, destituyendo a los dueños y directivos. Todos decidieron despedir a José María, menos el encargado y el personal de oficina; eso sí, muy "democrática y legalmente", firmando todos en contra de él por tener ideas contrarias a la de ellos y dándole lo que le correspondiera por "despido". Esta actitud de los obreros hizo sufrir a María del Castillo quien pensaba en tan gran injusticia, cuando su hermano había hecho tanto por los hijos de algunos de ellos, dándole clase gratuitamente y educándoles... José María la consoló diciendo: en realidad yo lo hacía por Dios y por el bien de los chicos.

José María supo del incendio de la Iglesia de Rus y de la detención de su padre y de casi todos los varones de la familia. Todo le hacía sufrir, pero a la vez veía más claro su fin y se preparaba a ello; apenas salía de la casa, leyendo, orando, meditando. Supo también que un grupo de milicianos hacían guardia cerca de la casa con el propósito de dispara r contra él nada más que verle salir; así se lo avisó una vecina, después de prometer y jurar no lo dirían a nadie. La situación de los hermanos Poyatos – Ruiz se hacía insostenible: sin trabajo, sin ingresos, prácticamente vigilados y el varón casi detenido en casa, la familia expulsada de Rus y o detenida... María del Castillo pidió auxilio a don Alfonso Moreno, quien después de escucharle atentamente, no vio más salida que proponerle salir de Úbeda, les proporcionaría una ambulancia (nadie los detendría pues es era la órdenes) irían como enfermeros y sólo hacía falta que decidieran el lugar donde querían ir pero siempre dentro de Jaén; los hermanos pensaron, sospecharon pro y contra, al fin decidieron declinar la oferta, todo era muy arriesgado y ¿dónde ir?. También intentaron a través de conocidos guardias civiles, escapar con ello en alguna de las evasiones que se produjeron hacia la zona nacional, pero al fin desistieron y pusieron su suerte en manos de Dios.

José María tenía conciencia clara de la proximidad de su martirio, no sólo eran las predicciones que sobre el tema había hecho, sino la certeza de los hechos que atenazaban cada vez más su libertad y con ella su vida. Con frecuencia hablaba y reflexionaba con su hermana de la muerte y de lo que les esperaba. Siempre que hablaba de la muerte su rostro se iluminaba y tenía expresión de vida, de vida eterna. Decía:

"En el cielo me uniré a los que me esperan y, desde allí, pediremos y lograremos el triunfo de la fe en España".

Tanto es gozo que demuestra hablando de la muerte que la hermana le dice si es que no le gusta vivir, a lo que él responde: "Desde luego que la vida así es triste, han matado a tantos que conocía y quería. Pero a mí cómo no me va a gustar vivir. Es lástima que me maten a los veintiún años. Quedaría Melchor en la casa, pero él sólo para todo. Trabajo le tiene que costar afrontar la situación y terminar los estudios, pero Dios le ayudará. Tú has de verlo y estará con ello. También Antonia, cuanto está sufriendo, estará y morirá con vosotros. Por otro lado, ¡qué dicha perder la vida por salvar el Alma! Todos hemos de morir, pero de esta forma es seguro que se salva el Alma. No sientas Dios está con nosotros".

El 3 de octubre de 1936 fue detenido y llevado ante la cruz que hay a la entrada del cementerio de Úbeda, allí Los disparos de las armas de los asesinos republicanos, milagrosamente , fueron incapaces de cruzar el pecho de José María, quien gritaba: "¡Viva Cristo Rey". Esto dio lugar a una mayor furia en sus verdugos, que con un disparo le rompieron el cuello y lo asesinaron. Así terminó dando la vida por Aquél a quien tanto había amado, o dicho de otro modo: correspondió con la propia vida a Aquel que ya la había dado por toda la humanidad en la Cruz: Cristo Jesús.
 

Este grupo de mártires está integrado por:


1. MANUEL ARANDA ESPEJO, seminarista de la diócesis de Jaén
nacimiento: 22 Marzo 1916 en Monte Lope Alvarez, Jaén (España)
martirio: 08 Agosto 1936 en Monte Lope Alvarez, Jaén (España)

2. MANUEL BASULTO JIMÉNEZ, Obispo de Jaén
nacimiento: 17 Mayo 1860 en Adanero, Ávila (España)
martirio: 12 Agosto 1936 en Vallecas, Madrid (España)

3. FÉLIX PÉREZ PORTELA, sacerdote de la diócesis de Jaén
nacimiento: 21 Febrero 1895 en Adanero, Ávila (España)
martirio: 12 Agosto 1936 en Vallecas, Madrid (España)

4. FRANCISCO LÓPEZ NAVARETTE, sacerdote de la diócesis de Jaén
nacimiento: 02 Marzo 1892 en Villanueva del Arzobispo, Jaén (España)
martirio: 28 Agosto 1936 en Orcera, Jaén (España)

5. JOSÉ MARÍA POYATOS RUIZ, joven laico de la diócesis de Jaén
nacimiento: 20 Octubre 1914 en Vilches, Jaén (España)
martirio: 03 Octubre 1936 en Úbeda, Jaén (España)

6. FRANCISCO SOLÍS PEDRAJAS, sacerdote de la diócesis de Jaén
nacimiento: 09 Julio 1877 en Marmolejo, Jaén (España)
martirio: 03 Abril 1937 en Mancha Real, Jaén (España)


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Monje

Martirologio Romano: En Maiuma, en Palestina, conmemoración de san Hesiquio, monje, discípulo de san Hilarión y compañero suyo de peregrinación. ( c.380)

Breve Biografía


En la hagiografía hay bellísimas historias de fidelidad y ternura de hermanos en la fe cuyas vidas se entrecruzaron y unieron indisolublemente hasta el fin de sus días. Ejemplos de lealtad y gratitud entre discípulo y maestro nutridos en la memoria cotidiana de su oración, que ni siquiera la muerte logra separar. Es el caso de san Hesiquio, al que la tradición recuerda vinculado a san Hilarión. Tan relevante fue para él, que aparece reflejado en su biografía, la Vita Hilarionis, obra de san Jerónimo. Ella permite reconstruir la grandeza de este monje que, habiendo recibido la invitación de Cristo para seguirle a través de san Hilarión, durante un tiempo se convirtió en una especie de heraldo suyo. Cuando murió lo buscó afanosamente. Para él no existieron distancias geográficas; salvó todo escollo hasta dar con sus restos con objeto de seguir venerándolos. Hay que decir que una mayoría de autores coinciden en sostener la historicidad de Hilarión lo que significa aceptar también la de Hesiquio, punto de partida esencial para lo que podemos exponer acerca de él.

A Hilarión se le sitúa en Palestina en el siglo IV (pudo haber nacido en torno al año 261). Allí conoció Hesiquio (del que desconocemos todo dato biográfico anterior) a ese apóstol y taumaturgo que iba camino de Egipto. Seducido por el amor de Cristo y de las bendiciones del yermo, a través de las palabras y el testimonio de Hilarión, que se había forjado en la fe junto a san Antonio Abad, ya no se separó de su lado. Los hermanos que habitaban cerca de ellos conocían el afecto que Hilarión le profesaba. Uno de ellos, aferrado a su huerta y al dinero, sabiendo que éste realizaba una visita apostólica, quiso congraciarse con él y entregó unas habas a Hesiquio, obsequio que supuso compartiría con él. Pero Hilarión tenía la gracia de percibir a través de los olores las virtudes y vicios ajenos. Y la percepción que tuvo de estas verduras fue nauseabunda; la identificó con la avaricia. Rogó a Hesiquio que las arrojase al comedero de los animales, seguro de que las rechazarían, como así fue. Ante el infecto alimento, los bueyes rompieron las ataduras y se escaparon.

Hilarión se sentía encadenado a un entorno que no le permitía vivir aislado, dedicado por entero a Dios. Así que huyó a Egipto; Hesiquio le acompañó. Es de suponer que ignorarían que con ello se ponían a salvo, ya que tras su partida, Juliano asumió el gobierno de Palestina y los habitantes de Gaza pidieron al emperador que diese muerte a los dos. En Egipto los nuevos prodigios obrados por Hilarión seguían ensombreciendo sus aspiraciones de soledad. Por eso decidió buscar otro lugar más apartado en el que anónimamente pudiera seguir alabando a Dios. Y un día, sin decir nada, se dirigió a Sicilia. Hesiquio, consternado, lo buscó con denuedo durante tres años por el desierto y enclaves de salida del país, como los puertos egipcios. De Egipto partió a Grecia convencido de que la búsqueda, que hasta ese instante era infructuosa, daría los resultados apetecidos por él. Pronto constató que la fama, indeseada para Hilarión, le perseguía, ya que en Metone le dieron noticias de un monje venerable que estaba en Sicilia, al que enseguida identificó con su maestro. No se equivocó. Se trasladó a Pachino y cuando encontró su morada, «cayó de rodillas a sus plantas y bañó con sus lágrimas los pies de su maestro».

Como tampoco allí había logrado pasar desapercibido, Hilarión manifestó su deseo de irse a otro sitio. Hesiquio le sugirió refugiarse en Epidauro (Dalmacia, Ragusa), pero como le seguían las gentes, ambos viajaron a Chipre. Aún habría querido Hilarión trasladarse a otras tierras, pero Hesiquio veía que dada su avanzada edad no era lo más conveniente, y logró convencerle de que viviera en un apartado lugar de la isla. Dos años más tarde Hilarión continuaba alimentando su afán de escapar, preferentemente a un país tan alejado y habitado por bárbaros que le permitiera hallar el sosiego perseguido. Pero Hesiquio debía regresar a Palestina en viaje apostólico, instado por él, portando el mensaje que enviaba a los hermanos que quedaron allí. Además, tenía que visitar el monasterio de Gaza. De modo que Hilarión dejó aparcado su proyecto de viajar a tierras más remotas para la vuelta de su fiel discípulo; así lo hizo notar. A la espera de ello, éste le condujo a otra zona más aislada dentro de la isla donde moró cinco años. En el transcurso de los mismos Hesiquio no le dejó. Sin violentar su soledad, le visitaba asiduamente, mantenían entrañables coloquios y seguía siendo testigo de sus milagros.

Pero en el transcurso de un nuevo viaje a Palestina, su maestro murió dejándole como legado los Evangelios y algunas modestas prendas. Fue enterrado cerca de Pafos. Cuando supo la noticia, Hesiquio, temeroso de que los ciudadanos pudieran hacerse con sus restos, viajó a la isla. Tuvo que esperar diez meses haciendo creer a los habitantes que pensaba establecerse allí como monje, hasta que pudo recoger el cuerpo de Hilarión que transportó a Palestina en medio de numerosas dificultades y peligros. Lo sepultó en el monasterio fundado por él en Maiuma, su ciudad natal, acompañado de una gran muchedumbre de monjes y laicos. Años más tarde, Hequisio murió en este mismo lugar.

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Por: Xavier Villalta A. | Fuente: Catholic.net

Obispo y Mártir

Martirologio Romano: En la prisión de Aiud, Transilvania (Rumania), venerable Szilard Ignác Bogdánffy, Obispo Auxiliar de Satu Mare y Oradea, mártir durante la ocupación comunista en Rumania ( 1953)

Fecha de beatificación: 30 de octubre de 2010, durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI

Breve Biografía


Szilard Ignác Bogdánffy nació el 21 de febrero 1911 en la localidad de Feketetó de Banat del Norte (después condado Torontál de Hungría, hoy en Serbia), donde su padre ejerció la función docente. En 1920 la familia se trasladó a Cruceni, donde su padre Szilard Bogdánffy recibió un nuevo puesto de profesor. En 1925 se trasladaron a Timisoara.

En 1925 ingresó a estudiar en el instituto escolapio en Timisoara, y en 1929 ingresó en el Seminario Teológico de Oradea. Fue ordenado diácono el 5 de febrero 1934. Luego fue ordenado sacerdote católico romano en la catedral de Oradea, el 29 de junio de 1934 por el Obispo Itsván Fiedler.

Durante 1935-1939, fue profesor en el colegio católico en Oradea y confesor en el Monasterio de las Ursulinas en la misma ciudad.

En 1939 Szilard Bogdánffy fue señalado por el servicio secreto rumano como importante miembro en las tareas de organizar las actividades del movimiento de Auto-Defensa de Érmihályfalva , organización de resistencia de la comunidad húngara que luchaba contra los intentos de romanización . En octubre de 1939 fue detenido y el 21 de diciembre 1939 fue deportado junto a otros 35 detenidos, entre ellos 15 sacerdotes católicos.

Entre septiembre de 1940 y junio de 1943, realizó estudios de filosofía y dogmática en la Universidad Pázmány Péter de Budapest, obteniendo el título de doctor en teología el 26 de junio de 1943. Su tesis doctoral versó sobre el "Apocalipsis Sinóptico”. Volvió a Rumania en 1944, fue nombrado profesor en el colegio católico "Szent József" en Oradea. En abril de 1947 fue elevado al canon de la Catedral Episcopal de Oradea y nombró Vicario Episcopal.

El 14 de febrero de 1949, a la edad de 38 años, en una ceremonia realizada en la clandestinidad, fue consagrado como Obispo Auxiliar de Satu Mare y Oradea, en la Capilla de la Nunciatura Apostólica de Bucarest por el obispo Gerald Patrick Aloysius O´Hara de Savannah, Georgia , ( EE.UU.), Regente de la Nunciatura Apostólica de Rumania.

El Obispo Bogdánffy fue detenido el 5 de abril de 1949 en Oradea, iniciando así su vía crucis por las siguientes prisiones: Jilava, Capul Midia, Sighet y Aiud. John Ploscaru, Obispo greco-católico clandestino, relata en sus memorias "Cadenas y terror" (Ed. Signata, Timisoara, 1993) algo de lo vivido por el Obispo Bogdánffy en la cárcel de Sighet.

"Fue el 02 de febrero 1951 (fiesta de la Presentación del Señor). Vinieron a la celda varios militares con el comandante de la prisión. El Obispo Suciu estaba acostado en la cama, débil como una momia.
- ¡Levántate, todos de cara a la pared y quítense la ropa!
Nuestra celda era un antiguo almacén, era de las más espaciosas de la prisión, pero hacía mucho frío, no teníamos leña para calentarnos. Nos quitamos la ropa y la pusimos en la pila de lavandería. Temblábamos de frío... Fue un duro invierno.
- ¿Alguna idea de fuga?, preguntó el comandante, mientras revisaba nuestra ropa como buscando pulgas. Revisó los colchones, observando la habitación con una minuciosidad y paciencia exasperante. Nosotros, de cara a la pared, temblando de frío, el obispo Suciu apenas podía mantenerse de pie. No entiendo por qué el comandante miraba, tocaba, cada costura de toda la ropa. De repente un policía preguntó
- ¿De quién es este abrigo?
- Es mío, dijo Bogdánffy (sacerdote católico romano en Satu Mare, y su obispo). El policía tenía en la mano una punta de lápiz.
- ¿Dónde está el resto del lápiz?
Para nuestra sorpresa Bogdánffy fue a su colchón, miró por debajo y sacó un lápiz de unos diez centímetros.
- ¿Cómo lo obtuvo usted?
- Lo tomé en la corte.
Búsqueda terminada. Duró aproximadamente una hora, estábamos atrapados en el frío. Obispo Suciu pudo ir a la cama. El comandante pidió a cada uno su nombre. Después de tener todos los nombres, ordenó, señalando Bogdánffy y Bele:
- Usted y usted van al "negro".
"Negro" era una celda sin ventanas ni luz. Eran como de 2 metros cuadrados y se convirtió en la celda de castigo. El detenido era puesto allí sólo con ropa interior y descalzo. A veces tiraban agua en el suelo para que no pudiera sentarse. Las raciones de alimentos se reducían a la mitad. Por lo tanto el prisionero estaba en la oscuridad, con frío, desnudo, hambriento, a veces con grilletes, debía permanecer de pie todo el día, saltando de un pie al otro. Cuando oímos su condena vimos el miedo en Bogdánffy y Bele, pensando en las consecuencias de este castigo, porque ya estábamos en medio del invierno... Bogdánffy morirá después en la cárcel de Aiud.

El Obispo Szilard Bogdánffy murió en la prisión en Aiud el 3 de octubre de 1953 a la edad de 42 años.

El sábado 27 de marzo de 2010, S.S. Benedicto XVI firmó el decreto referente al martirio del Venerable Szilard Bogdánffy.

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Por: . | Fuente: HispaniaMartyr.org

Sacerdote y Mártir

En Bilbao (España), Beatos Raimundo Castaño González y José María González Solís, sacerdotes profesos de la Orden de los Frailes Predicadores (Dominicos) asesinados por odio a la fe. ( 1936)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco

Breve Biografía


El P. Raimundo Joaquín González Castaño nació en Mieres (Asturias, 20 agosto 1865) en un hogar muy cristiano. Estudió Latín y Humanidades en el Seminario Diocesano (Oviedo) e ingresó luego en la Orden Dominicana, donde hizo la profesión solemne en 1884 (Convento de Corias). Fue ordenado presbítero una vez terminados sus estudios en Salamanca (1892). No se conserva la documentación sobre su ordenación, puesto que desapareció durante los disturbios del año 1936 (en Corias y Oviedo).

Ejerció sus ministerios en y desde diversos Conventos: San José de Vergara, San Pablo de Palencia, etc. En la Provincia de Andalucía desempeñó los cargos de Secretario del Provincial, Prior, Síndico, Lector de Teología y Profesor de diversas materias eclesiásticas (Teología, Escritura, Historia). El Capítulo General de 1909 lo designó para restaurar la Provincia Dominicana en Portugal (de donde regresó a España debido a la revolución en el país vecino).

A su regreso a España, se dedicó a la predicación (misiones populares y Ejercicios), siendo nombrado Predicador General por el Convento de Corias. Entre otros cargos, desempeñó el de Secretario en los Capítulos Provinciales (años 1926, 1930, 1934). Fue confesor del Rey Alfonso XIII. Finalmente, en 1932, fue destinado corno Capellán a la Vicaría de las Monjas Dominicas de Quejana (Álava) donde se encontraba y fue apresado durante la persecución religiosa de 1936.

Todos los testigos están de acuerdo sobre su conducta religiosa ejemplar en todos los sentidos. Era cumplidor de su obligaciones y "el tiempo que sus ocupaciones le dejaban libre lo pasaba delante del Sagrario"; por esto solía decir: "Todo me cansa, menos el Sagrario" (Summ., p. 130, n. 4). Destacaba siempre por su honda devoción eucarística y mariana, que contagiaba a los empleados del Convento y a los sacerdotes (cfr. Summ., p. 13, art. 37). Dedicaba tiempo a la asistencia espiritual de los sacerdotes (retiros mensuales y confesiones). Durante la persecución, desde el día 15 de julio hasta el 25 de agosto (en que fue apresado), siguió cumpliendo con ejemplaridad sus ministerios (junto con el P. José María González Solís).

Relato de su martirio

Los dos Beatos se encontraban en Quejana al inicio de la persecución. Como se ha dicho, el P. Raimundo Joaquín González era el Capellán en la Vicaría del Convento de las Madres Dominicas: el P. José María Solís se encontraba allí desde el 1 de julio para reponerse de su salud y para impartir unos Ejercicios a las monjas. El día 21 de julio se personó en el Convento la "Guardia Roja" para revisar si había armas, obligando a los Padres a que les guiaran en el registro (cfr. Summ., p. 133, n. 6). Algunos milicianos tomaron posiciones en el Convento (cfr. Summ., p. 129, n. 6).

Durante aquellos primeros días, los Padres hacían la vida ordinaria, pudiendo celebrar Misa todos los días (cfr. Summ., pp. 129-131). Los Beatos se mostraban tranquilos y, en su predicación, instaban a orar para que terminara la guerra (cfr. Summ., p. 134, n. 9). El día 25 de agosto, un grupo de milicianos armados llegaron al Convento y se llevaron detenidos a los dos Beatos para conducirlos a Bilbao, primero a "La Bilbaína" y luego a la cárcel de Larrínaga (cfr. Summ., p. 42, n. 10).

Habían sido detenidos mientras paseaban cerca de la iglesia, obligándoles a vestirse de paisano y subir a un camión donde ya había otros detenidos (cfr. Summ., p. 134, n. 9). Por testigos visuales, consta de muchos detalles de la vida de los Beatos durante su encarcelamiento, destacando por su serenidad y conformidad con la voluntad de Dios.

A finales de agosto o inicio de septiembre de 1936, fueron trasladados con otros prisioneros desde la cárcel Larrínaga al barco-prisión "Cabo Quilates", donde fueron encerrados en la bodega número 3 (cfr. Summ., pp. 37, 124, 136). En el recinto de 150 metros cuadrados había 178 presos (cfr. Summ., p. 14, nn. 51-52).

Los presos, especialmente los religiosos, sufrían malos tratos y frecuentemente les hacían subir a la cubierta para trabajar en malas condiciones, escarneciéndolos, blasfemando y obligándolos a cantar la "Internacional" (cfr. Summ., p. 33, n. 10).

Hubo una matanza de presos el día 25 de septiembre, después de haberlos hecho subir a cubierta. El día 2 de octubre, los verdugos leyeron una lista de unos 40 presos, entre los que se encontraban los dos Beatos, que fueron asesinados en la cubierta (cfr. Summ., pp. 31-32). Son numerosos los testigos que dan fe de esta matanza, indicando los nombres de los dos Beatos (cfr. ibídem, pp. 35-37, 44, 122-123, 126-128, 137- 138).

Los cadáveres de los dos Beatos fueron colocados primero en el cementerio municipal de Santurce y luego en el cementerio de Vista Alegre, de Bilbao (cfr. Summ., Comisión Histórica, p. 148).

S.S. Benedicto XVI firmó el 10 de mayo de 2012 el decreto con el cual se reconoce el martirio de los Siervos de Dios Raimundo Castaño González y José María González Solís y compañeros, lo cual permitirá su próxima beatificación que se realizará, Dios mediante, el 13 de octubre de 2013

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Sacerdote y Mártir

En Bilbao (España), Beaatos Raimundo Castaño González y José María González Solís, sacerdotes profesos de la Orden de los Frailes Predicadores (Dominicos) asesinados por odio a la fe. ( 1936)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco

Breve Biografía


El P. José María González Solís nació en Santibáñez de Murias (Asturias, 15 de enero de 1877), aprendiendo la piedad cristiana desde su infancia en su ambiente familiar. Ingresó en la Orden Dominicana, donde hizo la Profesión Solemne el 6 de enero de 1897 (Convento de Corias). Fue ordenado sacerdote el 10 de marzo de 1900, en el templo conventual de San Esteban de Salamanca.

Fue destinado como profesor sucesivamente a Vergara, Segovia y Madrid. Fue Prior del Convento de Padrón (Coruña) luego del importante Convento de San Esteban de Salamanca. Presidió el Capítulo Provincial de 1926, donde fue elegido Síndico de la Provincia. Ese cargo lo desempeñó «con gran talento y con al aplauso de toda la Provincia hasta el final de su vida» (Summ., Comisión Histórica, p. 149).

Siempre fue considerado como excelente religioso, muy ordenado y cumplidor de sus deberes (en la oración y en el trabajo), amigo de la celda (cfr. Summ., p. 19, art. 14-15). Para restablecer su salud, algo quebrantada, y para impartir Ejercicios a las monjas, fue enviado el 1 de julio de 1936 al Convento de las monjas de Quejana, donde compartió la vida comunitaria con el S. de D. P. Raimundo González (Capellán) y donde le sorprendió la persecución.

Durante los días anteriores al encarcelamiento, conservó la paz, vestía el hábito dominicano y celebraba la Santa Misa (cfr. Summ., pp. 130-131, nn. 7-9).

Relato de su martirio

Los dos Beatos se encontraban en Quejana al inicio de la persecución. Como se ha dicho, el P. Raimundo Joaquín González era el Capellán en la Vicaría del Convento de las Madres Dominicas: el P. José María Solís se encontraba allí desde el 1 de julio para reponerse de su salud y para impartir unos Ejercicios a las monjas. El día 21 de julio se personó en el Convento la "Guardia Roja" para revisar si había armas, obligando a los Padres a que les guiaran en el registro (cfr. Summ., p. 133, n. 6). Algunos milicianos tomaron posiciones en el Convento (cfr. Summ., p. 129, n. 6).

Durante aquellos primeros días, los Padres hacían la vida ordinaria, pudiendo celebrar Misa todos los días (cfr. Summ., pp. 129-131). Los Beatos se mostraban tranquilos y, en su predicación, instaban a orar para que terminara la guerra (cfr. Summ., p. 134, n. 9). El día 25 de agosto, un grupo de milicianos armados llegaron al Convento y se llevaron detenidos a los dos Beatos para conducirlos a Bilbao, primero a "La Bilbaína" y luego a la cárcel de Larrínaga (cfr. Summ., p. 42, n. 10).

Habían sido detenidos mientras paseaban cerca de la iglesia, obligándoles a vestirse de paisano y subir a un camión donde ya había otros detenidos (cfr. Summ., p. 134, n. 9). Por testigos visuales, consta de muchos detalles de la vida de los Beatos durante su encarcelamiento, destacando por su serenidad y conformidad con la voluntad de Dios.

A finales de agosto o inicio de septiembre de 1936, fueron trasladados con otros prisioneros desde la cárcel Larrínaga al barco-prisión "Cabo Quilates", donde fueron encerrados en la bodega número 3 (cfr. Summ., pp. 37, 124, 136). En el recinto de 150 metros cuadrados había 178 presos (cfr. Summ., p. 14, nn. 51-52).

Los presos, especialmente los religiosos, sufrían malos tratos y frecuentemente les hacían subir a la cubierta para trabajar en malas condiciones, escarneciéndolos, blasfemando y obligándolos a cantar la "Internacional" (cfr. Summ., p. 33, n. 10).

Hubo una matanza de presos el día 25 de septiembre, después de haberlos hecho subir a cubierta. El día 2 de octubre, los verdugos leyeron una lista de unos 40 presos, entre los que se encontraban los dos Beatos, que fueron asesinados en la cubierta (cfr. Summ., pp. 31-32). Son numerosos los testigos que dan fe de esta matanza, indicando los nombres de los dos Beatos (cfr. ibídem, pp. 35-37, 44, 122-123, 126-128, 137- 138).

Los cadáveres de los dos Beatos fueron colocados primero en el cementerio municipal de Santurce y luego en el cementerio de Vista Alegre, de Bilbao (cfr. Summ., Comisión Histórica, p. 148).

S.S. Benedicto XVI firmó el 10 de mayo de 2012 el decreto con el cual se reconoce el martirio de los Siervos de Dios Raimundo Castaño González y José María González Solís y compañeros, lo cual permitirá su próxima beatificación que se realizará, Dios mediante, el 13 de octubre de 2013

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Por: . | Fuente: claretsdd.blogspot.com

Religioso y Mártir

En Sigüenza (Guadalajara) y Fernán Caballero (Ciudad Real), España, Beatos José María Ruiz Cano, sacerdote, y 15 compañeros, todos de la Congregación de los Misioneros Hijos del Corazón Inmaculado de la Bienaventurada Virgen María (Claretianos), asesinados por odio a la fe. ( 1936)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Breve Biografía


Los Mártires de Fernán Caballero son un grupo de catorce jóvenes seminaristas en vísperas de ser ordenados sacerdotes, cuyas edades oscilaban entre los 20 y 26 años, y el Hno Felipe González (47 años). En la Causa de Beatificación les acompaña el P. José Mª Ruiz Cano (29 años).

El P. José Mª Ruiz es el único sacerdote en esta Causa, Tomás Cordero era el seminarista de mayor edad, y Jesús Aníbal Gómez era colombiano que, a pesar de exponer ante los milicianos su condición de extranjero, fue fusilado sin consideración alguna.

Los hechos del martirio sucedieron en dos sitios distintos, Sigüenza (Guadalajara) y Fernán Caballero (Ciudad Real), pero fueron recogidos en una misma Causa. No es la distancia geográfica la que cuenta aquí, sino la coincidencia en las mismas ilusiones juveniles llenas de fe y de generosidad, truncadas en ambos lugares con la misma violencia.

La atmósfera de violencia contra los moradores del Seminario Claretiano de Zafra comenzó apenas acabadas las elecciones de fe­brero de 1936. A finales de abril el Padre Provincial ordenó abandonar la casa y marchar a Ciudad Real. La nueva morada era un caserón desprovisto de todo y en medio de la ciudad; un lugar propicio para sufrir sacrificios hasta entonces nunca probados.

Jesús Aníbal Gómez, colombiano, escribía así a los suyos: "No tenemos huerta, y para el baño nos las arreglamos de cualquier modo... De paseo no hemos salido ni una sola vez desde que llegamos: de hecho guardamos clausura estrictamente papal; así nos lo exigen las circunstancias. Por lo dicho, pueden ver que no estamos en Jauja y que algo tenemos que ofrecer al Señor".

Se respiraba ambiente de martirio, y pronto se vieron sorprendidos por el asalto a la casa. El P. Superior escribirá más tarde: "Cuatro fueron los días de prisión para las catorce víctimas propiciatorias que fueron sacrificadas el día 28 y seis para los restantes. Decir lo que en estos días tuvimos que sufrir es cosa de todo punto imposible." Las cosas fueron empeorando en aquella cárcel en que se había convertido la propia casa, hasta el punto de que "trajeron mujerzuelas y las veíamos con los bonetes y los ornamentos paseando y asomándose provocativamente a nuestras habitaciones... Todos estábamos preparados para la muerte, que la veíamos muy cerca... Se sufrían las vejaciones y las privaciones con resignación y mansedumbre y conmiseración para con los perseguidores."

Intentando salir de aquel lugar de suplicio, el P. Superior pudo lograr salvoconductos para ir todos a Madrid o adonde les conviniera.

El Hno. Felipe González de Heredia había quedado en la capital, refugiado en casa de su hermano Salvador... Descubierto, fue llevado a la checa del Seminario en donde permaneció hasta que el día 2 de octubre le sacaron para llevarle en un coche hasta Fernán Caballero. El viaje lo realizó sentado entre dos milicianas que con una navaja le amenazaban y pinchaban añadiendo: "Así te vamos a matar; con estos perros no hay que gastar pólvora".

Al parar el coche en la puerta del cementerio, el Hno. Felipe se subió en el escalón de la puerta, se puso en cruz y gritó ¡Viva Cristo Rey y el Corazón de María! Una descarga de fusil acalló su voz.

Un testigo, que casualmente viajó en el mismo coche en que iba el Hno. y fue testigo, dijo después: Yo noté que el Hermano iba muy sereno en el coche y el grito de ¡Viva Cristo Rey y el Corazón de María! lo dijo con energía.

S.S. Benedicto XVI firmó el 1 de julio de 2010 el decreto con el cual se reconoce el martirio de este grupo de mártires.
 

Este grupo de mártires está integrado por:


1. JOSÉ MARÍA RUIZ CANO, sacerdote profeso, Claretiano
nacimiento: 13 Septiembre 1906 en Jerez de los Caballeros, Badajoz (España)
martirio: 27 Julio 1936 en El Otero, Sigüenza (España)

2. JESÚS ANÍBAL GÓMEZ y GÓMEZ, clérigo profeso, Claretiano
nacimiento: 13 June 1914 en Tarso, Antioquia (Colombia)
martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

3. TOMÁS CORDERO y CORDERO, clérigo profeso, Claretiano
nacimiento: 08 Junio 1910 en Robledino de Valduerna, León (España)
martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

4. PRIMITIVO BERROCOSO MAILLO, clérigo profeso, Claretiano
nacimiento: 19 Febrero 1913 en Jerte, Cáceres (España)
martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

5. VICENTE ROBLES GÓMEZ, clérigo profeso, Claretiano
nacimiento: 25 Abril 1914 en Villanueva del Conde, Salamanca (España)
martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

6. GABRIEL BARRIOPEDRO TEJEDOR, clérigo profeso, Claretiano
nacimiento: 18 Marzo 1883 en Barona, Soria (España)
martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

7. CLAUDIO LÓPEZ MARTÍNEZ, clérigo profeso, Claretiano
nacimiento: 18 Diciembre1910 en Mundilla de Vadelucio, Burgos (España)
martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

8. ÁNGEL LÓPEZ MARTÍNEZ, clérigo profeso, Claretiano
nacimiento: 02 Octubre 1912 en Mundilla de Vadelucio, Burgos (España)
martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

9. ANTONIO LASA VIDAURETTA, clérigo profeso, Claretiano
nacimiento: 28 Junio 1913 en Loizu, Navarra (España)
martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

10. MELECIO PARDO LLORENTE, clérigo profeso, Claretiano
nacimiento: 03 Agosto 1913 en Cháves, Valladolid (España)
martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

11. ANTONIO ORREGO FUENTES, clérigo profeso, Claretiano
nacimiento: 15 Enero 1915 en Oliva de la Frontera, Badajoz (España)
martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

12. OTILIO DEL AMO PALOMINO, clérigo profeso, Claretiano
nacimiento: 02 Abril 1913 en Bustillo de Chaves, Valladolid (España)
martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

13. CÁNDIDO CATALÁN LASALA, clérigo profeso, Claretiano
nacimiento: 16 Febrero 1916 en Corella, Navarra (España)
martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

14. ÁNGEL PÉREZ MURILLO, clérigo profeso, Claretiano
nacimiento: 06 Enero 1915 en Montánchez, Cáceres (España)
martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

15. ABELARDO GARCÍA PALACIOS, clérigo profeso, Claretiano
nacimiento: 15 Octubre 1913 en Vilandiego, Burgos (España)
martirio: 28 Julio 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

16. FELIPE GONZÁLEZ DE HEREDIA BARAHONA, religioso profeso, Claretiano
nacimiento: 26 Mayo 1889 en San Asensio, La Rioja (España)
martirio: 02 Octubre 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)

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Por: Tito M. Sartori, OSM | Fuente: servidimaria.org

Laica

Martirologio Romano: En Nepi, provincia de Viterbo (Italia), beata Cecilia Eusepi, laica, miembro de la Tercera Orden de los Siervos de María, que alcanzó la santidad como catequista y al servicio de los demás en la vida de cada día. ( 1928)

Fecha de beatificación: 17 de junio de 2012, durante el pontificado de Benedicto XVI

Breve Biografía


Cecilia Eusepi nació en Monte Romano (Viterbo) el 17 de febrero de 1910 y murió en Nepi el 1º de octubre de 1928. A los 18 años de su existencia terrena fueron llenos de favores divinos desde cuando tenía 5 años. Hasta 1915 vivió con la mamá en el pueblo de origen. Quedándose huérfana de padre después de casi un mes y medio de nacimiento, la figura paterna fue sustituida por la del tío materno, Filippo Mannucci.

Después de la de la ida del hijo Vincenzo, llamado al ejército a causa de la primera guerra mundial, la mamá de Cecilia, Paolina Mannucci, se trasladó el 6 de enero de 1915 a Nepi en la hacienda La Massa, donde el hermano Felipe administraba, desde 1911, las propiedades de os duques Lante de la Rovere.

Acostumbrada anteriormente a asistir al asilo de las Religiosas de la Sagrada Familia en Monte Romano y a jugar con sus coetáneos, improvisadamente la pequeña se encuentra en la soledad campirana de la hacienda: siendo pleno invierno, en La Massa ve el ánima viva. Todo ello crea problemas a la mamá y al tío, preocupados de la educación de la niña. Así pues el 5 de septiembre, hacia el final ya de los trabajos de la estación, deciden confiarla como interna a las monjas Cistercienses, el cual monasterio distaba unos cientos de metros de la iglesia de los Santos Mártires Tolomeo y Romano, popularmente llamada «del Rosario», parroquia confiada a la Orden de los Siervos de María.

Entró en el monasterio a los 5 años, Cecilia saldrá por primera vez a los 12 a causa de su estado precario de salud. Las demás internas, la mayoría residentes en Nepi, durante los periodos estivos regresaban en su propia familia La única que no dejaba el monasterio era Cecilia, por voluntad sea de la mamá como del tío, deseosos de tenerla lejos del oír blasfemias o discursos tórpidos, fáciles en el periodos de trabajos agrícolas dichas por personas que no siempre tienen temor de Dios. La misma Cecilia agradaba no dejar los amados muros claustrales, porque se había afeccionado a las monjas y quererlas como otras mamás. Entre otra cosa, permaneciendo en el monasterio le era fácil la compañía de las otras internas, que también durante las vacaciones estivas a menudo regresaban llevada por la familiaridad con las monjas educadoras.

Una gastritis obstinada y la epítasis forzaron a Cecilia quedarse en La Massa desde febrero de 1922 hasta el 1º de noviembre de aquel año. En la solemnidad de todos los santos volvió a entrar en el monasterio acogida por las monjas Cistercienses con grande alegría para darle no más el lugar de las internas, sino el del noviciado, con la convicción que Eusepi sería monja de ellas.

El desenvolverse de acontecimientos cambio de rumbo. La muerte de la abadesa, madre Teresa Salvatori, que la había acogido niña, y el sentido crítico que a los 13 años empezó a hacerse evidente llevaron a rever los precedente propósitos, habiendo constatado que en dicha situación no respondía más a los ideales pensado. A ayudarla a salir del monasterio intervinieron nuevamente las enfermedades anteriores, gastritis y epistaxis, a las cuales se añadió la ulcera en el estómago. Del 28 de marzo a 8 de abril de 1923 Cecilia es hospitalizada en Civita Castellana (Viterbo). Después de la hospitalización el profesor Ferretti le impone quedarse por 6 meses en La Massa, haciendo paseos, alimentándose de alimentos fortificante, dadas las precarias condiciones de salud en el cual se encontraba. Dicho régimen dietético tuvo para elle una funesta consecuencia porque se le limitaba cada día recibir la Sagrada Eucaristía.

Durante el verano se inscribió a la Juventud Católica Femenina siguiendo activamente la vida e iniciativas, leyendo el periódico pequeño y viviendo intensamente el programa.
Un día manifiesta a su mamá la intensión de hacerse religiosa con las religiosas Manteletas Siervas de María de Pistoya. La madre habla inmediatamente al hermano, el tío Filippo. Sea la mamá como el tío se pronunciaron absolutamente contrarios a dicho propósito de Cecilia y el tío para quitarle aquella idea, durante el mes de septiembre la llevó a unos parientes en Italia central: Viterbo, Macerata Cagli, Secchiano, Vitorchiano. El resultado de este peregrinar será totalmente negativo, dada la determinación de la sobrina. También el obispo de Nepi, el Siervo de Dios Luigi María Olivares, interpeló a ello aconsejando a Filippo Mannucci a dejar a la sobrina libre de abrazar la vida religiosa.

El 16 de noviembre de 1923 Cecilia deja Nepi, y va a Roma y el 18 del mismo mes llega a Pistoya para iniciar la primera etapa de formación. Terminado los estudios anteriores con los estudios precedentes y lecciones en privado que le impartía sor Guglielma Borsari, futura madre general de la congregación, y en el mes de julio de 1924 aprueba los exámenes de primaria.

Transcurrió las vacaciones de verano en Quarrata (Pistoya) en la asistencia a los niños del asilo, en octubre Cecilia fue enviada a Zara (Yugoslavia). Desgraciadamente los malestares en el mes de mayo de 1925, logra en julio superar los exámenes del primer año de normal. Regresa después en Italia para asistir nuevamente los niños del asilo en Quarrata y en el mes de octubre inicia en Pistoya el segundo curso de magistral, el 3 de marzo de 1926, Sábato anterior a la solemnidad de los Ramos, enferma y durante 21 días esta en cama. Sanada, retoma los estudios y aprueba los exámenes, después va a Quarrata el 31 de julio, el 16 de agosto la madre general la llama a Pistoia, le da la mantellina de las aspirantes y la manda a Maresca, un pueblito de Pistoia a 800 metros sobre el nivel del mar con su tarea de dar clases a 21 niños la primaria. Aquí se verifica la enfermedad que la llevará hasta el final de su existencia: pocos días después de la llegada a Pistoia, donde la visitaron varios médicos que le diagnosticaron la peritonitis con inflamación de los pulmones. Es tan grave la enfermedad que el médico la considera incurable y pronostica el final dramático. Una novena a sor Bertilla Boscardin aleja por el momento la conclusión fatal; sin embargo el médico aconseja enviar Cecilia a su pueblo de origen, en la esperanza que los vientos de su pueblo puedan ayudarle a una curación definitiva.

El 11 de octubre de 1926 Cecilia llega a La Massa, donde se quedará hasta el final de sus días. El encuentro determinante con el padre Gabriele M. Roschin, enviado por el padre Angelo M. Flamini, prior provincial, tuvo el 25 de octubre, a los 14 días del regreso a Nepi. Teniendo promeso a Cecilia que lo habría llevado la santa comunión el día siguiente, le lleno de tanta alegría de hacerle desaparecer la desolación interior del cual estaba afectada. Desde este momento el padre Gabriele asumió la dirección espiritual de Cecilia y la acompañará hasta el deceso, sucedido el 1º de octubre de 1928.

Si usted tiene información relevante para la canonización de la Beata Cecilia Eusepi, por favor escriba a:
Rev. Tito M. Sartori, OSM
Provincia della SS.ma Annunziata dei Servi di Maria
Via Cesare Battisti, 6
50122 Florencia, ITALIA

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