Ártículos Más Recientes

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Juan Marinoni, llamado en el siglo Francisco, nació en Venecia en 1490, de una familia oriunda de Bérgamo.

Ordenado sacerdote, fue nombrado en 1515 Sacristán de la Catedral de S. Marcos, y pocos años después, Canónigo de aquella Basílica.

Cuando, huyendo del Saco de Roma (1527), los teatinos establecieron en Venecia la segunda casa de la Orden, Marinoni renunció a su canonjía para ingresar en la nueva milicia clerical.

Cambiando su nombre por el de Juan, recibió la sotana teatina de manos del mismo fundador, el 9 nov. 1529.

Plegándose a los deseos de Clemente VII, los teatinos decidieron aceptar, en agosto de 1545, la fundación de una casa en Nápoles, y comisionaron para llevarla a término a Cayetano y Marinoni.

En trienios sucesivos se turnaron ambos en el gobierno de la Comunidad napolitana, para compartir después la gloria del mismo sepulcro.

Características de Marinoni fueron su acendrada devoción a la Pasión de Cristo y su dedicación constante a la dirección espiritual de las almas.

Fundó con San Cayetano de Thiene los "Montes de Piedad" para liberar de la miseria a los pobres y marginados, institución que dió origen al actual Banco de Nápoles.

En su escuela se formaron Andrés Avelino, Pablo Burali y Jaime Tormo, a los que transmitió con fidelidad la herencia espiritual del fundador, S. Cayetano. M. el 13 dic. 1562, en la misma Casa de S. Pablo de la que había sido cinco veces prepósito.

En sus últimos años de vida abrió hospicios para ancianos y fundó hospitales.

Declarado beato en 1762 por decreto de Clemente XIII, su fiesta se celebra el 13 de diciembre.

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11:49 p.m.
En Neustria septentrional, san Judoco, presbítero y eremita, quien, siendo hijo de Jutael, rey de Armórica, y hermano de san Judicael, para no ser obligado a suceder a su padre abandonó la patria y se dedicó a la vida eremítica en Runiacum que luego cambió su nombre a Saint-Josse-sur-Mer.

Murió hacia el año 668 en Saint-Josse-sur-Mer de causas naturales, su cuerpo se ha mantenido incorupto.

Se lo representa como un hombre con un peregrino con un cayado en una de sus manos y una corona a sus pies.

Suele pedirsele ayuda contra la fiebre, contra los incendios, contra los naufragios, es patrono de los hombres de mar.

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11:49 p.m.
En la época de Childerico II, había en Alsacia un señor feudal franco, llamado Adalrico, casado con Bereswinda. A fines del siglo VII, tuvieron una hijita ciega, que nació en Obernheim, en los Vosgos. Adalrico, que tomó esa desgracia como una ofensa personal y una injuria al honor de su familia, en la que nunca había sucedido nada semejante, se dejó arrastrar por una cólera que no entendía razones.

En vano trató su esposa de explicarle que era la voluntad de Dios, quien sin duda quería manifestar su poder en la niña. Adalrico no le prestó oídos, e insistió en que había que matar a la cieguita. Finalmente, Bereswinda consiguió disuadirle de ese crimen, pero para ello tuvo que prometerle que enviaría a su hija a otra parte sin decir a qué familia pertenecía.

Bereswinda Cumplió la primera parte de su promesa, pero no la segunda, ya que confió la niña al cuidado de una campesina que había estado antiguamente a su servicio y le dijo que era su hija. Como los vecinos de la campesina empezasen a hacerle preguntas embarazosas, Bereswinda la envió con toda su familia a Baumeles Dames, cerca de Besancon, donde había un convento en el que la niña podría educarse más tarde. Ahí vivió ésta hasta los doce años, sin haber sido bautizada, aunque no sabemos porque razón.

Por entonces, San Erhardo, obispo de Raisbona, tuvo una visión en la que se le ordenó que fuese al convento de Baume, donde encontraría a una joven ciega de nacimiento; debía bautizarla y darle el nombre de Otilia, y con ello recobraría la vista. San Erhardo fue a consultar a San Hidulfo en Moyenmoutier y, juntos, se dirigieron a Baume, donde encontraron a la joven y la bautizaron con el nombre de Otilia. Despúes de ungirle la cabeza, San Erhardo le pasó el crisma por los ojos y, al punto, recobró la vista.

Otilia se quedó a servir a Dios en el convento. Pero el milagro del que había sido objeto y los progresos que empezó a hacer en sus estudios, provocaron la envidia de algunas de las religiosas y éstas empezaron a hacerle la vida difícil. Santa Otilia escribió entonces a su hermano Hugo, del que había oído hablar y le pidió que la ayudara como se lo dictase el corazón. Entre tanto, San Erhardo, había comunicado a Adalrico la noticia de la curación de su hija. Pero aquel padre desnaturalizado se encolerizó más que nunca y prohibió a Hugo que fuese a ayudarla y que revelase su identidad.

Hugo desobedeció y mandó traer a su hermana. Un día en que Hugo y Adalrico estaban en una colina de los alrededores, Otilia se presentó en una carreta, seguida por la muchedumbre. Cuando Adalrico se enteró de quien era y supo porque había ido, descargó su pesado bastón sobre la cabeza de Hugo y lo mató de un golpe. Pero los remordimientos le cambiaron el corazón, de suerte que empezó a amar a su hija tanto cuanto la había odiado antes. Otilia se estableció en Obernheim, con algunas compañeras que se dedicaron como ella a los actos de piedad y a las obras de caridad entre los pobres.

Al cabo de un tiempo, Adalrico determinó casar a su hija con un duque alemán. Otilia emprendió la fuga. Cuando los enviados de su padre estaban ya a punto de capturarla, se abrió una grieta en la roca, en Schossberg, cerca de Friburgo en Brisgovia y ahí se escondió la santa. Para conseguir que volviese, Adalrico le prometió regalarle el castillo de Hohenburg. Otilia lo transformó en monasterio y fue la primera abadesa. Como las montañas eran muy escarpadas y hacían difícil el acceso a los peregrinos, Santa Otilia fundó otro convento, llamado Niedermunster, en un sitio más bajo, y edificó una posada junto a él.

Se cuenta que la santa, poco después de la muerte de su padre, vio que sus oraciones y penitencias le habían sacado del purgatorio. San Juan Bautista se apareció a Otilia y le indicó el sitio y las dimensiones de una capilla que debía construirse en su honor. Se cuentan muchas otras visiones de la santa y se le atribuyen numerosos milagros. Después de gobernar el convento durante muchos años, Santa Otilia murió el 13 de Diciembre, alrededor del año 720.

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Presbítero Agustino

Martirologio Romano: En Dorat, en el territorio de Limoges, Francia, san Israel, presbítero y canónigo regular, que fue de gran ayuda al obispo en la predicación de la Palabra de Dios. ( 1014)

A este bienaventurado agustino le veneran como santo los canónigos regulares de Letrán y los fieles de la diócesis de Limoges, pero es muy poco lo que se ha registrado sobre él. Sólo contamos con algunas generalidades vagas o edificantes, como ésta: «Fue un buen ejemplo para todos, concurría asiduamente, a los divinos oficios, se preocupaba por atender a las necesidades de los enfermos y dedicaba toda su atención al celebrar los sagrados misterios de acuerdo con los ritos de la Iglesia ...».

En la ciudad de Dorat, en el Limousin, Israel era miembro de los canónigos regulares; allí fue promovido a chantre y ascendió luego a familiar de Aldoín, obispo de Limoges, a quien acompañó a la corte de Francia. A pedido de los canónigos, el papa Silvestre II lo envió como preboste al monasterio de San Juniano, en la alta Vienne, donde hizo progresar a la comunidad tanto temporal como espiritualmente, puesto que acabó con las divisiones y partidismos, reformó la observancia y reconstruyó la iglesia. Después, Israel regresó a Dorat y se dedicó a la formación de san Walterio, el que fuera abad de L´Estrep. En Dorat el canónigo Israel volvió a ejercer las funciones de chantre y allí murió, el 31 de diciembre de 1014. Su tumba llegó a ser famosa por los milagros que se obraban en ella.

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San Finiano de Clonard fue el más distinguido de los santos de Irlanda en el período inmediatamente posterior al de San Patricio.

Los relatos de su vida están llenos de contradicciones y anacronismos. Tres siglos después de su muerte, se creía que había pasado largo tiempo en Gales, siendo ya monje.

Se cuenta que estuvo algún tiempo en el monasterio de San Cadoc de Nantcarfan, y que acabó milagrosamente con las plagas que echaban a perder las cosechas de la isla en el estuario de Severn, llamada actualmente Flatholm.

Entre otros muchos milagros que se le atribuyen, se dice que salvó a sus huéspedes de los piratas sajones, haciendo que un terremoto se tragase el campamento de los invasores. San Finiano tenía la intención de hacer una peregrinación a Roma con San Cadoc, pero un ángel le disuadió de ello y le ordenó que volviese a Irlanda.

Aunque es imposible probarlo en detalle, parece que San Finiano estuvo bajo la influencia de San Cadoc, San Gildas y otros monjes ingleses, por la importancia que le atribuía a los estudios y el énfasis que ponía en la superioridad de la vida monástica.

A su regreso a Irlanda, el santo fundó varias iglesias en Leinster y las escuelas y monasterios de Aghowle y Mugna. En este último monasterio se tramó contra él una conspiración, en efecto, Cormac, el hijo del reyezuelo del lugar, indujo a su hermano mayor, Crimtan a que persiguiera al santo, con la esperanza de que así pereciese en la empresa. El siniestro plan de Cormac tuvo éxito hasta cierto punto, ya que Crimtan trató de expulsar a San Finiano por la fuerza y, al hacerlo, se rompió la pierna.

El monasterio más importante de San Finiano estaba situado en Clonard de Meath. Poco después de la llegada del santo a ese sitio, fue a visitarle un pagano de cierta edad llamado Fraechman, que era un mago muy famoso. San Finiano le preguntó si su arte procedía de Dios o de alguien más. Fraechman replicó: "A vos toca averiguarlo". Finiano repuso: "Muy bien. Decidme entonces dónde se halla el sitio de mi resurrección". "No en la tierra, sino en el cielo", fue la respuesta. El santo le dijo: "Tratad otra vez de adivinarlo" .Fracchan volvió a dar la misma respuesta. "Tratad otra vez", le dijo Finiano levantándose de su asiento. Entonces el mago, comprendiendo que San Finiano se estaba burlando de él, le respondió: "El sitio de tu resurrección es el sitio en el que estabas sentado".

La réplica del mago resultó cierta, ya que la sede de Finiano era Clonard, donde tuvo el santo muchos discípulos, y sus enseñanzas produjeron una verdadera resurrección de la religión y el saber. Según se dice, llegó a tener 3,000 discípulos, por lo que se le llamó "el maestro de los santos de Irlanda", o simplemente "El Maestro" y se dijo de él que irradiaba bondad y sabiduría para iluminar al mundo, lo mismo que el sol desde lo alto del cielo".

Varios santos muy posteriores debieron su santidad a las enseñanzas de San Finiano. Fue famoso por su conocimiento de la Sagrada Escritura y su celebridad de exegeta se perpetuó durante muchos siglos en Clonard. Pero la escuela bíblica sufrió mucho durante las invasiones de los daneses y de los normandos; finalmente, a principios del siglo XIII, el monasterio de Clonard dejó de ser el centro religioso de la diócesis de Meath y se transformó en monasterio de agustinos, en cuyas manos estuvo hasta el siglo XVI. Tanto en sus viajes misioneros como durante su estancia en Clonard, San Finiano, que murió durante la epidemia de fiebre amarilla, a mediados del siglo VI, ofreció su vida por sus compatriotas, la fiesta de San Finiano de Clonard se celebra en toda Irlanda. Aunque suele venerársele como obispo, es dudoso que lo haya sido.

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Bartolo o Bartolomé Bompedoni de Mucchio nació en 1227 en el castillo feudal de los Condes de Mucchio, cerca de San Gimignano, en la provincia de Siena. Desde joven se consagró al servicio de Dios contra la clara oposición de su padre, que nunca toleró en su hijo este género de vida. Bartolo se trasladó a Pisa y fue durante un año huésped de los benedictinos de San Vito.

Habiendo entrado en la Orden Franciscana Seglar fue a Volterra, donde el Obispo quiso que fuera sacerdote y lo destinó primero como capellán a Peccioli, luego como párroco en Pichena. Atacado de lepra, se retiró al leprosorio de Celiole, cerca de San Gimignano, donde vivió veinte años y mereció, por la paciencia demostrada en soportar tanto tiempo el mal, el sobrenombre de “Job de la Toscana”.

Nunca se acaba de admirar la maravillosa florescencia espiritual que brotó en el siglo XIII tras la palabra y el ejemplo de San Francisco, madurada en la Primera Orden de los Hermanos Menores, en la Segunda Orden de las Clarisas y sobre todo en la Terdcera Orden, querida por el Santo de Asís para los laicos y casados, gracias a la cual la enseñanza franciscana penetró y renovó la vida espiritual de la sociedad de la época, la vida civil y el tejido social.

A la Tercera Orden de San Francisco pertenecieron personajes encumbrados en la historia como San Luis IX rey de Francia, Santa Isabel de Hungría, San Fernando, rey de Castilla, figuras excelsas en el arte y en la cultura, como Giotto, pintor, y Dante, poeta.

¿Qué decir de tantos que vivieron en un plano modesto pero no menos tenaz a la sombra de estas grandes plantas? Terciarios como el Beato Luquesio y su mujer Buonadonna, comerciantes de Poggibonsi; San Ivo de Bretaña, abogado de los pobres; Santa Margarita de Cortona, pecadora y penitente; la Beata Humiliana dei Cerchi, asceta y sin mancha. ¿Qué decir de figuras todavía más modestas y hasta pintorescas, como el Beato Novelón, escrupuloso y devoto zapatero de Faenza; el Beato Pedro Pettinaio, silencioso mercader sienés de los peines, y finalmente el Beato Bartolo Buonpedoni de Mucchio, cerca de San Gemignano?.

Enviado como párroco a Puchena, durante veinte años maravilló y conmovió al pueblo por su celo excepcional, por la extraordinaria caridad para con los pobres. A los cincuenta años enfermó de lepra, se retiró a un leprosorio, donde se distinguió por su paciencia en la desgracia, o más bien se podría decir serenidad, felicidad y “perfecta alegría”, lograda en la dura tribulación.

Murió a los 73 años en 1300, sepultado en San Gemignano en la bella iglesia de San Agustín, Bartolo Buonpedoni de San Gemignano sembró en el mundo, no los gérmenes de su enfermedad, sino el gozo y la serenidad de su alma franciscana.

San Pió X aprobó su culto el 27 de abril de 1910.

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Si se exceptúa al primero y más grande de todos los estilistas, San Simeón, el más famoso de ese grupo de santos es San Daniel.

Sus padres, que habían rogado a Dios que les concediese un hijo, le consagraron a El desde antes de su nacimiento. Daniel nació en Martha, cerca de Samosata.

A los doce años, ingresó en un monasterio de los alrededores y a los trece tomó el hábito. El abad del monasterio llevó a Daniel por compañero en un viaje a Antioquía. Al pasar por Telenissae, visitaron a San Simeón en su columna. Este ordenó a Daniel que se acercase, le dió su bendición y le predijo que sufriría mucho por Jesucristo. A la muerte del abad, ocurrida poco después, Daniel fue elegido para sucederle pero se negó a aceptar el cargo y fue nuevamente a visitar a San Simeón. Después de pasar dos semanas en el monasterio próximo a la columna de San Simeón, Daniel emprendió una peregrinación a Tierra Santa, pero, como la guerra le impidiesen proseguir, se dirigió a Constantinopla.Ahí pasó una semana en la iglesia de San Miguel extra muros, y después, se construyó una ermita en un templo abandonado de Filémpora, donde pasó nueve años, bajo la protección del patriarca San Anatolio.

Finalmente, Daniel se decidió a imitar el género de vida de San Simeón.

San Simeón había legado su túnica al emperador León I, pero como su discípulo Sergio, encargado de hacer llegar la prenda a su destinatario, no obtuvo audiencia del emperador, regaló la túnica a San Daniel. Este eligió un sitio sobre el Bósforo, a unos cuantos kilómetros de la ciudad, y se instaló en una ancha columna que un amigo le había mandado construir. Como el santo hubiese estado a punto de perecer de frío una noche, el emperador le construyó más tarde una columna más alta y mejor, en realidad eran dos columnas unidas con varillas, y en la plataforma superior rodeada por una balaustrada, había una especie de refugio.

Aunque en la región abundaban los vientos helados, San Daniel vivió en su columna hasta los ochenta y cuatro años. La ordenación sacerdotal de Daniel tuvo lugar ahí mismo. En efecto, San Genadio, patriarca de Constantinopla, leyó las oraciones desde abajo, en seguida subió a la columna, probablemente para imponerle las manos, aunque las crónicas dicen simplemente que subió para darle la comunión. San Daniel no quería recibir la ordenación y por ello no bajó de la columna en esa ocasión. El año 465, un incendio destruyó ocho de los barrios de Constantinopla. San Daniel había predicho la catástrofe y había aconsejado al patriarca y al emperador que se hiciesen oraciones públicas dos veces por semana, pero éstos no habían creído la profecía. Al cumplirse el vaticinio, todo el pueblo acudió a la columna de San Daniel, quien extendió los brazos hacia el cielo y oró por la multitud. El emperador León, que tenía gran veneración por el santo, iba a visitarle con frecuencia. Cuando el rey de los lazios de Cólquide llegó a renovar su alianza con los romanos, León I le llevó a visitar a San Daniel, a quien consideraba como una de las maravillas del imperio. Sin embargo, no todos respetaban al santo. En efecto, algunos hombres "que solían frecuentar a las prostitutas", enviaron a una mujer de mala vida llamada Basiana, para tentar a San Daniel. La tentativa fracasó, pero Basiana afirmó que había tenido éxito, hasta que, enredada en sus propios embustes, confesó públicamente la verdad y delató a los que la habían enviado. León I murió el año 474. Zenón que le sucedió en ese mismo año, tenía tanta confianza como él en la prudencia y virtud de San Daniel. Basilisco, hermano de la reina viuda Verina, usurpó el trono y se declaró protector de los herejes eutiquianos. Acacio, patriarca de Constantinopla, mandó informar a San Daniel sobre la actitud del usurpador. Por su parte, Basilisco se quejó ante el santo de que Acacio estaba tramando una rebelión contra él. San Daniel replicó que Dios iba a derribarle de su trono y pronunció tales invectivas contra el usurpador, que el mensajero no se atrevió a comunicárselas de palabra y rogó al santo que las escribiese y sellase la carta. El patriarca mandó pedir en dos ocasiones a San Daniel que acudiese en auxilio de la iglesia. Finalmente, el santo descendió de su columna "con dificultad, porque le dolían los pies", y fue acogido con gran gozo por el pueblo. Basilisco, asustado ante la actitud de la muchedumbre, se retiró a un palacio que tenía en el campo. San Daniel fue a verle allá. Como apenas podía caminar por falta de práctica, fue transportado en una silla de manos, escoltado por el pueblo.

Alguien comentó, para burlarse del santo, que parecía un cónsul. Los guardias de palacio impidieron la entrada a San Daniel, alegó que él era "simplemente un soldado", y prometió que dejaría de favorecer a los herejes. San Daniel le reprendió ásperamente por los desórdenes que había provocado y retornó a su columna. Ahí vivió todavía muchos años, observando los acontecimientos del mundo que se extendía a sus pies y ejerciendo gran influencia en la turbulencia histórica de Constantinopla. Zenón volvió de Isauria con su ejército veinte meses más tarde y Basilisco emprendió la fuga. Una de las primeras cosas que hizo el emperador fue visitar a San Daniel, quien había predicho su destierro y reencumbramiento.

A los ochenta y cuatro años, San Daniel comunicó su testamento a sus amigos y discípulos. Se trataba de un documento brevísimo, lleno de un amable espíritu de caridad y cariño, en el que el santo exponía sucintamente los deberes del hombre. Después de celebrar por última vez los sagrados misterios a media hora en su columna, San Daniel comprendió que Dios ya lo llamaba. Inmediatamente mandó traer al patriarca Eufemio. La muerte del santo ocurrió el año 493. Fue sepultado al pie de la columna en que había vivido treinta y tres años.

(Estilita: 1. adj. Dicho de un anacoreta: Que por mayor austeridad vivía sobre una columna. U. t. c. s.)

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Ermitaño de la Tercera Orden

Hugolino Magalotti nació en Camerino, en las Marcas, de noble y antigua familia. Pronto quedó huérfano de madre y no mucho después también de padre.

Todavía joven se mostró inclinado a la piedad y a la lectura de los libros santos. Habiéndose integrado a la Orden Franciscana Seglar, distribuyó entre los pobres todas sus pertenencias y se retiró a la vida eremítica. Su vida fue probada por violentas tentaciones y apariciones monstruosas y su nombre se hizo famoso por los prodigios, de modo que muchas veces tuvo que cambiar de eremitorio para esconderse del continuo ir y venir de los curiosos.

De tanto en tanto solía ir al vecino monasterio de Riosacro para recibir los sacramentos. Su lecho habitual era una tabla desnuda, sobre la cual tomaba el descanso.

El primer eremitorio de Hugolino fue en las faldas del Monte Ragnolo, no lejos de las fuentes del río Tenna. Lo debió abandonar porque gente de toda condición, especialmente enfermos del alma y del cuerpo iban a él para escuchar su palabra inspirada, para encomendarse a sus oraciones, para pedir ayuda en sus necesidades. Los prodigios hicieron célebre y venerado su nombre desde los primeros años de su vida eremítica. Pedro de Brunfort, tullido desde su infancia, con mucho trabajo logró llegarse a sus pies, él lo bendijo y lo curó inmediatamente. Una pobre mujer, asaltada por dolores agudos y por convulsiones, estaba en peligro de muerte. Fue llevada a donde el ermitaño, quien oró y la paciente se vio libre de todo sufrimiento.

Hugolino decidió cambiar de vivienda para evitar también allí nuevas peregrinaciones. Pasó la cima del monte Ragnolo, bajó hacia la parte opuesta y se estableció en una localidad rodeada de rocas y de añosas hayas en las cercanías de Fiegni. En su nuevo retiro Hugolino intensificó la vida de penitencia y de íntima unión con Dios. También allí sufrió nuevos asaltos de parte del demonio, que una noche intentó sacarlo fuera de su eremitorio. Nuevas peregrinaciones de devotos acudían a él para obtener alivio en sus necesidades espirituales y materiales. Son célebres dos prodigios realizados por él en el nuevo eremitorio. Con la oración hizo brotar del monte una fuente de agua limpia que todavía hoy es utilizada por sus devotos.

Consumido por las abstinencias y por la penitencias, bajo el peso de los años, Hugolino sintió que estaba por llegar su última hora. Se preparó a la venida de la hermana muerte recibiendo devotamente los santos sacramentos. Amorosamente asistido por algunos devotos y un sacerdote del vecino monasterio de Riosacro, acostado sobre la desnuda tabla que por tantos años le había servido de lecho, entregó su alma a Dios. Era el 11 de diciembre de 1373. La constante veneración tributada a sus reliquias y los milagros que hicieron glorioso su sepulcro, movieron al papa Pío IX a aprobar su culto el 4 de diciembre de 1856.

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Mártir

En la localidad llamada El Saler, cerca de Valencia, en España, beata María del Pilar Villalonga Villalba, virgen y mártir, que, durante la persecución religiosa, con su martirio siguió las huellas de Cristo († 1936)

Fecha de beatificación: 11 de marzo de 2001, junto a otros  232 mártires en España, por el Papa Juan Pablo II

Breve Biografía


Soltera, nacida en Valencia el 22 de Enero de 1891

Llevó siempre una vida espiritual intensa, que se manifestó en su actuación pública al servicio de la Iglesia a través de asociaciones católicas.

Con el estallido de la persecución anticristiana, María Pilar no vaciló en ofrecer su vida por la causa de Dios e intensificar su apostolado, Transformó su casa en un centro de acogida de sacerdotes buscados. En la noche del 29 al 30 de agosto de 1936 fue descubierta y encarcelada. Cuando se enteró de que había sido sentenciada al fusilamiento se puso la mejor ropa que tenía en su poder para ir al encuentro del Señor. Murió el 11 de Diciembre de 1936 en el lugar llamado el Saler, cerca de Valencia, en España, virgen y mártir, la cual, durante la persecución religiosa, con su martirio siguió las huellas de Cristo.

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XC Papa

Martirologio Romano: En Roma, en la basílica de San Pedro, san Gregorio III, papa, que procuró la predicación del Evangelio a los germanos y, en contra de los iconoclastas de la Urbe, adornó las iglesias con sagradas imágenes. ( 741)

El Papa Gregorio III fue hijo de un siriano llamado Juan. No se conoce la fecha de su nacimiento. Su reputación por el aprendizaje y sus virtudes, fueron tan grandes que los romanos lo eligieron como papa por aclamación, cuando él acompañaba el funeral de su predecesor, el 11 de febrero de 731.

Él no fue consagrado más que un mes después de su elección. Se presume que la espera de la confirmación de la elección fue por las consideraciones en Ravenna. En materia de iconoclasmos, él siguió la política de su predecesor. Envió delegados y legados en relación con la persecusión del emperador León III, desarrolló dos sínodos en Roma (731) en los cuales se condenaron las herejías. Como forma de protestar contra el emperador, hizo que se dieran honores especiales a las imágenes y reliquias en particular a las de San Pedro. Existen fragmentos de inscripciones de estos tiempos, que dan cuenta de estas condiciones en la Basílica del Vaticano, algo que él construyó y frente a las cuales se oraban y recitaban oficios especiales.

La respuesta de León ante los argumentos y apologías de las adoraciones que se llevaban a cabo en oriente y occidente, fue tomar los patrimonios papales en Calabria y Sicilia, o donde quiera que se tuviera poder en Italia. Esas posesiones fueron trasferidas al patriarca de Constantinopla, una jurisdicción ecleciástica que eran tenidas, ambas, por el papa con anterioridad. En ello tuvo un papel importante la Prefectura de Illyricum. Gregorio III confirmó la decisión de sus predecesores con los respectivos derechos de los Patriarcas de Aquilea y Grado, y envio el “pallium” a Antonio de Grado.

Con otorgar también derechos a Egbert de York, estaba siguiendo los acuerdos de San Gregorio I, quien había dejado claro que York tenía los derechos metropolitanos en el norte de Inglaterra, y que Canterbury los tenía en el sur. Tanto Tatwine y Nothelm de Canterbury recibieron el “pallium” en sucesión de Gregorio III (731 y 736).

A su requerimiento, Gregorio III extendió el mismo apoyo y ayuda a San Bonifacio, lo que le había sido dado también por Gregorio II. “Refuerzo que excedió por la ayuda del afecto de la Sede Apostólica”, con ello el santo continuó con alegría, su glorioso trabajo por la conversión de Alemania. Cerca del 737, Bonifacio vino a Roma por tercera ocasión para una recuento de su actividad, y para disfrutar de una conversación “que compartía vida” con el Papa. A petición de Gregorio, el monje y gran viajero, San Willibald, fue a asistir a su primo Bonifacio en sus tareas.

El final del período pontificial de Gregorio estuvo cargado de problemas por acción de los lombardos. Dándose cuenta de la ambición que tenía Liutprand, Gregorio completó la restauración de las murallas de Roma, lo que había sido iniciado por sus predecesores. También trajo de retorno Gallese, algo importante en la vía, de Transmundo, Duque de Spoleto. Esto permitió tener abiertas las comunicaciones entre Roma y Ravenna.

En el 739, Liutprand estuvo de nuevo en armas. Sus tropas avanzaron abrumadoramente, y él mismo marchó hacia el sur subyugando a los Duques de Spoleto y Bevento, así como al Ducado de Roma. Transamund huyó a Roma y Gregorio imploró ayuda al gran jefe francés, Charles Martel. Después de un tiempo aparecieron embajadores del Vice-Rey (subreguladores) de Frank, en Roma (739).

El hecho de que llegaran, en medio del calor del verano, trajo un paz momentánea. Pero al año siguiente. Liutprand tomó nuevamente el campo. Esta vez los romanos dejaron sus murallas y ayudaron a Transmundo a recobrar Spoleto. Cuando, no obstante, se había recuperado su ducado, él no pudo cumplir con el requerimiento de Gregorio en tanto recobrar para el papa “las cuatroa ciudades del ducado de Roma que se habían perdido”.

Fue en medio de todas estas guerras y rumores de guerra, que murió Gregorio. Fue sepultado en el oratorio de Nuestra Señora, el cual había construido para él en San Pedro. Murió en 741.

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Por: . | Fuente: Vatican.va

Presbítero
Fundador de la Congregación de las Hermanas de Jesús Nazareno

Martirologio Romano: En Turín, del Piamonte, en Italia, beato Marco Antonio Durando, presbítero de la Congregación de la Misión, que fundó la Congregación de las Hermanas de Jesús Nazareno, para cuidar enfermos y jóvenes abandonados (1880).

Etimológicamente: Marco = variante de Marco = Aquel que es varonil, masculino, es de oriten latino.

Marco Antonio nació el 22 de mayo de 1801, en Mondoví, en la ilustre familia de los Durando, cuya casa daba a la Plaza Mayor y estaba cerca de la catedral y de la iglesia de la Misión. Al revés que su madre, que era persona muy piadosa y que inspiró la religiosidad y la fe en el corazón de sus ocho hijos, el padre tenía ideas liberales y era de tendencia laica y agnóstica. Dos de los hijos, de manera especial, profesaron tales convicciones y se implicaron en los sucesos del Risorgimento italiano. Ocuparon puestos de relieve en la vida política y militar. Santiago fue ministro de asuntos exteriores en el gobierno Rattazzi, de 1862. Juan, general y jefe de las tropas pontificias, en 1848, desobedeció las órdenes de Pío IX llevando a las tropas pontificias más allá del Po para cerrar el paso a los austríacos. Una vez que regresó al ejército piamontés, participó con Carlos Alberto en la batalla de Novara, en la expedición de Crimea y en las guerras de independencia.

La pasión misionera.

Marco Antonio salió más a la madre. A los 15 años manifestó el deseo de marchar como misionero a China. Entró en la Congregación de la Misión, que por entonces se estaba reconstruyendo en Italia. A los 18 años emitió los votos perpetuos y el 12 de junio de 1824 fue ordenado sacerdote. Durante cinco años permaneció en Casale Monferrato y después, desde 1829 hasta su muerte, en la casa de Turín, de la que fue superior dos años después de llegar. En lugar de ir a China, su destino fueron las misiones populares, en las que expresó la pasión misionera del anuncio de Cristo. Sostuvo y difundió la recién nacida obra de la Propagación de la Fe, instituida en Lyon en 1822. En la plenitud de su responsabilidad como Visitador, en 1855, inauguró el colegio Brignole-Sale para las misiones extranjeras con el objetivo de formar sacerdotes para las misiones ad gentes.

En los años jóvenes de su primer sacerdocio, su dinamismo misionero fue absorbido por las misiones, que predicó en muchos pueblos del Piamonte. Huyendo de los extremismos, tanto del laxismo como del rigorismo jansenista, el padre Durando predicó la misericordia de Dios, atrayendo a las gentes a la conversión: «La gente —relata un cronista de la misión de Bra— se agolpaba para oírlo y estaba tan silenciosa y atenta oyéndolo como si fuese un único hombre». En estas misiones no se limitó a predicar, sino que allí donde encontraba situaciones graves de pobreza, de acuerdo con los cohermanos, actuaba de modo concreto. En Locana, por ejemplo, hizo «convertir todo el legado económico de la misión, que consistía en 700 liras, en harina de maíz para los pobres del pueblo», practicando así la enseñanza de San Vicente de actuar espiritual y corporalmente en favor de los pobres.

Amor a los pobres
y primer director de las Hijas de la Caridad en Italia

La preocupación por los pobres fue la otra cara de su pasión misionera. Poco después de haber sido elegido superior, intuyó la utilidad de introducir en Italia del norte a las Hijas de la Caridad, nacidas del carisma caritativo de san Vicente y de santa Luisa de Marillac. Éstas, tras haber sido dispersadas en la época de la revolución francesa, habían comenzado a reorganizarse. Las apariciones de la Medalla Milagrosa, en 1830, a santa Catalina Labouré, novicia de las Hijas de la Caridad, pueden considerarse como el origen del nuevo florecimiento que estaba experimentando esta comunidad. La inteligencia del padre Durando consistió en intuirlo. Las quiso en Piamonte. El rey Carlos Alberto, en 1833, las acogió y ellas comenzaron a tomar la responsabilidad de varios hospitales, tanto los militares de Turín y Génova, como los civiles de Carignano, Castellamonte y Turín. En 1855, tuvo el valor de enviarlas a la retaguardia de la guerra de Crimea para curar a los heridos. Al mismo tiempo difundió la asociación mariana de la Medalla Milagrosa entre las jóvenes y de ella nacieron nuevas vocaciones: en el breve espacio de diez años, surgieron 20 fundaciones e ingresaron 260 hermanas. El número de las vocaciones era tan desbordante que Carlos Alberto puso a su disposición, en 1837, el convento de san Salvario, en Turín. Gracias al crecimiento de las hermanas, el padre Durando dotó a la ciudad de Turin de una red de centros de caridad, llamados Misericordias, desde las que las hermanas, con las Damas de la Caridad, salían para prestar el servicio a domicilio y la ayuda a los pobres. Alrededor de las Misericordias surgieron diferentes obras, como las primeras guarderías para niños pobres, talleres para muchachas y orfanatos. Las Hijas de la Caridad han sido extraordinarias impulsoras del desarrollo del catolicismo social en Italia gracias a su obra de asistencia entre los enfermos y los pobres, a la vez que con la asunción de variadas obras educativas.

Hombre de gobierno y director de conciencias

En 1837, con apenas 36 años, fue nombrado visitador (o superior mayor) de la Provincia del norte de Italia de los misioneros vicencianos, cargo que ocupó durante 43 años ininterrumpidos, hasta su muerte. Por ello, tuvo que mermar su participación en las misiones. Su tiempo estuvo absorbido por la organización de la congregación de los misioneros vicencianos y la predicación de ejercicios espirituales a los sacerdotes y clérigos de la diócesis de Turín. La calidad de su dirección espiritual atrajo también la atención de las nuevas fundaciones que estaban surgiendo en Turín. El arzobispo, monseñor Fransoni, le confió la dirección de las hermanas de san José, llegadas a Italia recientemente. Contribuyó a la redacción de las reglas de las hermanas de santa Ana. Fue guía espiritual de las clarisas capuchinas del nuevo monasterio de santa Clara. La marquesa de Barolo, que había fundado un monasterio para la recuperación de las muchachas perdidas, las hermanas penitentes de santa Magdalena, deseó que fuese consejero en la redacción de las reglas y director de la obra. Sin embargo, la obra que lo caracteriza es la fundación de las hermanas Nazarenas.

En la escuela de Jesús crucificado, fundador de las Nazarenas

Como sucede con las obras de Dios, sin haberlo querido, el 21 de noviembre de 1865, fiesta de la Presentación de María, el padre Durando pudo confiar a la sierva de Dios, Luisa Borgiotti, las primeras postulantes de la nueva Compañía de la Pasión de Jesús Nazareno. Eran jóvenes que se habían dirigido a él, puesto que, deseosas de consagrarse a Dios, carecían de algunos requisitos canónicos para poder entrar en las comunidades religiosas. Él les encomendó la tarea de servir a los que sufren, como miembros dolientes de Cristo crucificado, yendo a asistirles a su domicilio, día y noche. La obra era hasta tal punto novedosa y original que un canónigo de la catedral exclamó: «Si el padre Durando viniese a confesarse conmigo, en conciencia no me sentiría en grado de absolverlo». Y sin embargo, gracias a la caridad de estas hermanas, que supieron estar junto a los moribundos con delicadeza, discreción y fe, porque contemplaban en los que sufrían el sufrimiento del Señor, se produjeron algunas conversiones significativas como las de Guido Gozzano, Felice Raccagni, Sofia Graf y Anni Vivanti.

Muerte y glorificación

El padre Durando murió el 10 de diciembre de 1880: tenía 79 años. Sus restos mortales, significativamente, están sepultados en aquel pequeño santuario de la Pasión, anejo a la Iglesia de la Visitación de Turín, donde la comunidad de las Nazarenas se había nutrido de la devoción a la pasión del Señor para introducirse de forma misionera en el servicio de los que sufren.

La causa de beatificación, iniciada en Turín en 1928 y continuada en Roma con el proceso apostólico en 1940, se ha concluido en el 2001 con el reconocimiento del milagro obtenido por su intercesión. La ceremonia de beatificación se llevó a cabo el 20 de octubre de 2002.

Reproducido con autorización de Vatican.va

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Canónigo de la Colegiata de Xàtiva

Nació en Xàtiva, el 19 de Enero de 1883, murió en Vallés, un pequeño poblado de Valenci el 10 de Diciembre de1936.

Hizo el bachillerato en el Colegio Setabense y después ingresó en el Seminario de Valencia.

Ordenado en 1906 estuvo siempre en su ciudad. Estimado como poeta, historiador, investigador, periodista y escritor valenciano, fue miembro de asociacio­nes culturales y trabajó mucho con la juventud.

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Por: Pedro Gómez, C.M. | Fuente: Somos.Vicencianos.org

Religiosa y Mártir

Martirologio Romano: En la Comunidad Valenciana, España, Beatas Josefa Martínez Pérez y 11 religiosas profesas de la Congregación de Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, quienes junto a Dolores Broseta Bonet, laica, fueron asesinadas por odio a la fe. ( 1936)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Nació en Sangüesa (Navarra), el 6 de febrero de 1864. Sus padres Francisco y Javiera, agricultores y muy buenos cristianos, la llevaron al Colegio de la Inmaculada, regido por las Hijas de la Caridad. Se distinguió por su inteligencia, obediencia y laboriosidad. En el Colegio formó parte de la Asociación de Hijas de María y en ella experimentó la llamada de Dios.

En casa manifestó obediencia, respeto, responsabilidad en el trabajo, y amor a Dios y a los pobres. Su conducta era ejemplar para sus hermanos. Su padre no acababa de acceder al deseo de su hija de ser Hija de la Caridad, pero un día tuvo la desgracia de caerse de un árbol y herirse gravemente y, poco antes de morir, le encargó a su esposa que diera el consentimiento a su hija.

Trayectoria de su vocación

Ingresó en la Compañía el 18 de marzo de 1881, después de cumplidos los 17 años; y realizó la prueba en el Hospital la Princesa de Madrid. Su primer destino fue el Hospicio de Cuenca, durante 19 años. Estuvo con los niños, y siempre demostró cariño y dedicación para todos los acogidos.

En julio de 1900 fue destinada como superiora al Colegio-Asilo de Bétera (Valencia). La gente la admiraba por el amor y acogida con que atendía tanto a los niños como a los ancianos, pobres y enfermos.

En 1911 fue destinada, con el mismo cargo, al Hospital de Murcia, pero le pesaba mucho la responsabilidad de aquel Hospital grande y complicado. Además, estaba mal de la vista y a los pocos meses le mandaron regresar a Bétera, donde continuo de Superiora. Fue recibida con grandes muestras de cariño por todos: el Ayuntamiento, la Junta de Yerbas (ahora de Montes), que era la que sostenía el Asilo, y el pueblo. Hasta la banda de música la acompañó desde la estación hasta el Asilo.

Sor Josefa fue una auténtica Hija de la Caridad, humilde, caritativa, amante los pobres. Repartía limosnas con gran discreción y, si veía llegar a los niños a la escuela necesitados de alguna prenda de vestir, enseguida lo remediaba. El P. Taboada, misionero paúl que la conoció y la trató, dijo de ella, que sus principales dotes se pueden resumir en tres palabras: Comprensión, ternura y prudencia. Trataba a los Hermanas con cariño y bondad maternal, y extremaba su delicadeza con las Hermanas mayores y enfermas. Sentía una especial estima por la vida comunitaria, hasta llegó a expresar su deseo: “Si nos toca morir, que sea todas juntas, todas en Comunidad”. (No tardaría mucho en cumplirse esta premonición).

El 21 julio de 1936, la casa fue asaltada y la Comunidad despedida. Ellas se resisten a abandonar a tanto niño necesitado y dicen: “¿Cómo es posible que nos hagan esto?”.

Al final, el comité se incautó del Asilo-Castillo y de todo lo que poseían las Hermanas y las despacharon. Se refugiaron en casa de una alumna, pero dos días después, el 21 de agosto, localizadas, las obligaron a dejar aquel refugio. Previamente, el alcalde había ordenado, con un bando público, que nadie saliera a la calle para dar cobijo a las Hermanas. Marchan a Valencia y, sin saber a dónde ir, pasan la noche en una cochera. De mañana, van a la pensión “El Gallo”, y la Sra. las coloca en el piso 2º. Paro había quien seguía la pista a las que iban a llevarles alguna cosa y pronto son apresadas, y las llevaron a la checa, ubicada en el Seminario de Moncada.

Sor Josefa, en los momentos cruciales de la prisión, se sentía responsable de todas y las animaba en todo. Mientras las iban nombrando para darles el paseo de la muerte, ella les decía:”Vamos a padecer por Dios. Estamos ahora en el Huerto de Getsemaní”. Y quiso que la fusilaran la última para así poder apoyar a las demás Hermanas y a Dolores Broseta, Hija de María, seglar, que murió con ellas. Sor Josefa murió perdonando a los enemigos y poniendo su vida en manos de Dios. Fueron fusiladas, por su condición de religiosas, el 9 de diciembre de 1936, en el Picadero de Paterna.

Este grupo de mártires está integrado por:

1. JOSEFA MARTÍNEZ PÉREZ, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 05 Agosto 1897 in Alberique, Valencia (España)
martirio: 15 Octubre 1936 in Llosa de Ranes, Valencia (España)

2. MICAELA HERNÁN MARTÍNEZ, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 06 Mayo 1881 en Burgos (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Almenara, Valencia (España)

3. MARÍA LUISA BERMÚDEZ RUIZ, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 10 Octubre 1893 in Subugueira, Coruña (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Almenara, Valencia (España)

4. MARTINA VÁZQUEZ GORDO, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 30 Enero 1865 en Cuéllar, Segovia (España)
martirio: 04 Octubre 1936 en Algar de Palancia, Castellón (España)

5. ROSARIO CIÉRCOLES GASCÓN, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 05 Octubre 1873 en Zaragoza (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Almenara, Valencia (España)

6. JOAQUINA REY AGUIRRE, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 23 Diciembre 1895 en Bilbao, Vizcaya (España)
martirio: 29 Octubre 1936 en Gilet, Valencia (España)

7. VICTORIA ARREGUI GUINEA, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 19 Diciembre 1894 en Begoña, Vizcaya (España)
martirio: 29 Octubre 1936 en Gilet, Valencia (España)

8. JOSEFA LABORRA GOYENECHE, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 06 Febrero 1864 en Sangüesa, Navarra (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

9. CARMEN RODRÍGUEZ BANAZAL, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 26 Marzo 1876 en Cea, Orense (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

10. ESTEFANÍA IRISARRI IRIGARAY, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 26 Diciembre 1878 en Peralta, Navarra (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

11. MARÍA PILAR NALDA FRANCO, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 24 Mayo 1871 en Algodonales, Cádiz (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

12. ISIDORA IZQUIERDO GARCÍA, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 02 Enero 1885 en Páramo del Arroyo, Burgos (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

13. DOLORES BROSETA BONET, laica de la arquidiócesis de Valencia
nacimiento: 1892 en Bétera, Valencia (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

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Por: Pedro Gómez, C.M. | Fuente: Somos.Vicencianos.org

Religiosa y Mártir

Martirologio Romano: En la Comunidad Valenciana, España, Beatas Josefa Martínez Pérez y 11 religiosas profesas de la Congregación de Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, quienes junto a Dolores Broseta Bonet, laica, fueron asesinadas por odio a la fe. ( 1936)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Nació en Cea (Orense) el 26 de abril de 1877. Sus padres Francisco y Rosa, la educaron cristianamente y le proporcionaron una educación básica de cultura general en la escuela de la villa. A los 20 años ingresó en la Compañía de las Hijas de la Caridad, el 16 de agosto de 1897, después de realizar la prueba en el Hospital de mujeres incurables de Madrid. Su padre, que era Guardia Civil y buen cristiano, facilitó su entrada en la Compañía.

Ilusionada hace realidad su llamada

Una vez terminada su formación inicial, fue destinada al Colegio-Asilo de Bétera (Valencia) donde ejerció su ministerio como maestra de párvulos, también daba clase a muchachas mayores, les enseñaba a bordar y zurcir, tocaba el armonium y dirigía el coro en la capilla. Piadosa, observante y trabajadora, preparaba con esmero las clases y catequesis que daba. También ayudaba a algunas familias en sus casas. Cuando se enteraba de que la enfermedad postraba en cama a la madre de la casa, se hacía presente en ella y se ofrecía para ayudar. Lo primero que hacía era asear a los hijos pequeños y se los llevaba al Asilo.

En 1935 fue nombrada superiora de la Comunidad y al año siguiente, al estallar la revolución, sufrió el asedio y persecución en las mismas circunstancias que su compañera

Sor Carmen Rodriguez y demás Hermanas. Fue martirizada en la misma fecha y lugar. Murió a los 59 años, rezando y perdonando a los que la iban a matar.

Este grupo de mártires está integrado por:

1. JOSEFA MARTÍNEZ PÉREZ, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 05 Agosto 1897 in Alberique, Valencia (España)
martirio: 15 Octubre 1936 in Llosa de Ranes, Valencia (España)

2. MICAELA HERNÁN MARTÍNEZ, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 06 Mayo 1881 en Burgos (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Almenara, Valencia (España)

3. MARÍA LUISA BERMÚDEZ RUIZ, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 10 Octubre 1893 in Subugueira, Coruña (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Almenara, Valencia (España)

4. MARTINA VÁZQUEZ GORDO, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 30 Enero 1865 en Cuéllar, Segovia (España)
martirio: 04 Octubre 1936 en Algar de Palancia, Castellón (España)

5. ROSARIO CIÉRCOLES GASCÓN, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 05 Octubre 1873 en Zaragoza (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Almenara, Valencia (España)

6. JOAQUINA REY AGUIRRE, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 23 Diciembre 1895 en Bilbao, Vizcaya (España)
martirio: 29 Octubre 1936 en Gilet, Valencia (España)

7. VICTORIA ARREGUI GUINEA, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 19 Diciembre 1894 en Begoña, Vizcaya (España)
martirio: 29 Octubre 1936 en Gilet, Valencia (España)

8. JOSEFA LABORRA GOYENECHE, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 06 Febrero 1864 en Sangüesa, Navarra (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

9. CARMEN RODRÍGUEZ BANAZAL, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 26 Marzo 1876 en Cea, Orense (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

10. ESTEFANÍA IRISARRI IRIGARAY, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 26 Diciembre 1878 en Peralta, Navarra (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

11. MARÍA PILAR NALDA FRANCO, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 24 Mayo 1871 en Algodonales, Cádiz (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

12. ISIDORA IZQUIERDO GARCÍA, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 02 Enero 1885 en Páramo del Arroyo, Burgos (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

13. DOLORES BROSETA BONET, laica de la arquidiócesis de Valencia
nacimiento: 1892 en Bétera, Valencia (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

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Por: Pedro Gómez, C.M. | Fuente: somos.vicencianos.org

Religiosa y Mártir

Martirologio Romano: En la Comunidad Valenciana, España, Beatas Josefa Martínez Pérez y 11 religiosas profesas de la Congregación de Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, quienes junto a Dolores Broseta Bonet, laica, fueron asesinadas por odio a la fe. ( 1936)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Nació el 26 de diciembre de 1878 en Peralta, (Navarra), en el seno de una familia dedicada a la agricultura. Sus padres, Ildefonso y Juana, muy buenos cristianos, la educaron cristianamente. Para completar su educación, en su adolescencia, la enviaron a Palencia, con una tía suya, Hija de la Caridad. Allí completó sus estudios primarios en las Escuelas de La Milagrosa, anexas al Hospital.

En contacto con las Hermanas, ingresó en la Asociación de Hijas de María, muy pujante entonces en la capital palentina. Como miembro de la Asociación cultivó la vida de oración y el servicio a los pobres, guiada por sus educadoras. En este ambiente percibió la llamada de Dios para ser Hija de la Caridad. Realizó la prueba y Postulantado en el Hospital de San Bernabé de Palencia, acompañada por su tía.

Maestra de párvulos muy querida

Ingreso en la Compañía el 21 de noviembre de 1896. Pasado el tiempo de formación fue enviada a Bétera (Valencia). Éste fue su único destino en el que ejerció de maestra de párvulos durante 39 años.

Sor Estefanía era una hermana de gran abnegación, paciencia, bondad y un exquisito amor a los más pobres por los que tenía verdadera debilidad. En Comunidad, fue ejemplo de muchas virtudes, particularmente de las propias de las Hijas de la Caridad: humildad, sencillez y caridad. Su acogida era excepcional y siempre se manifestaba contenta y cordial, compasiva y disponible.

Durante la recogida de la naranja, las mamás le dejaban a sus pequeños, sabiendo que iban a estar muy bien atendidos. Su cara expresaba la santidad de su corazón, dicen algunos de los testigos que la conocieron y trataron. Cuidaba también del lavadero y hasta tenía el encargo del Ayuntamiento de dar cuerda al reloj del Castillo.

Valoró de nuevo el calor de la comunidad

Llegado el momento de la persecución, marcho a Concentaina (Alicante), con otra Hermana, a casa de unos primos, pero viendo que era un compromiso para aquella familia, regresó a Valencia a unirse con la Comunidad. A su llegada a la capital, se vio obligada a pasar la noche en un banco de la Alameda, donde los comunistas la cogieron y la llevaron a la comisaría. Aunque iba vestida de seglar, la delató el rosario grande del hábito que llevaban entonces las Hermanas. Lo llevaba colgado de la cintura debajo de la falda. Llevar un signo religioso en aquellos tiempos era un gran delito. Por eso fue detenida. Pero al llevarla a la Comisaría, la vieron tan buena persona, que una señora miliciana de las presentes la dijo: “Váyase y rece cuanto quiera”. Dolores Broseta le llevó con las otras Hermanas a la pensión donde estaban refugiadas. Al verla, sus compañeras la abrazaron y todas se echaron a llorar de emoción. Al preguntarle cual era el motivo de su regreso, contestó que quería ser mártir como Sta. Estefanía (su santa patrona), pues tenía el presentimiento de que la Comunidad de Bétera iba a ser una Comunidad mártir.

También sufrió el martirio el 9 de diciembre de 1936, a los 58 años, en las mismas circunstancias y lugar que sus compañeras de Comunidad.

Este grupo de mártires está integrado por:

1. JOSEFA MARTÍNEZ PÉREZ, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 05 Agosto 1897 in Alberique, Valencia (España)
martirio: 15 Octubre 1936 in Llosa de Ranes, Valencia (España)

2. MICAELA HERNÁN MARTÍNEZ, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 06 Mayo 1881 en Burgos (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Almenara, Valencia (España)

3. MARÍA LUISA BERMÚDEZ RUIZ, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 10 Octubre 1893 in Subugueira, Coruña (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Almenara, Valencia (España)

4. MARTINA VÁZQUEZ GORDO, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 30 Enero 1865 en Cuéllar, Segovia (España)
martirio: 04 Octubre 1936 en Algar de Palancia, Castellón (España)

5. ROSARIO CIÉRCOLES GASCÓN, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 05 Octubre 1873 en Zaragoza (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Almenara, Valencia (España)

6. JOAQUINA REY AGUIRRE, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 23 Diciembre 1895 en Bilbao, Vizcaya (España)
martirio: 29 Octubre 1936 en Gilet, Valencia (España)

7. VICTORIA ARREGUI GUINEA, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 19 Diciembre 1894 en Begoña, Vizcaya (España)
martirio: 29 Octubre 1936 en Gilet, Valencia (España)

8. JOSEFA LABORRA GOYENECHE, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 06 Febrero 1864 en Sangüesa, Navarra (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

9. CARMEN RODRÍGUEZ BANAZAL, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 26 Marzo 1876 en Cea, Orense (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

10. ESTEFANÍA IRISARRI IRIGARAY, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 26 Diciembre 1878 en Peralta, Navarra (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

11. MARÍA PILAR NALDA FRANCO, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 24 Mayo 1871 en Algodonales, Cádiz (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

12. ISIDORA IZQUIERDO GARCÍA, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 02 Enero 1885 en Páramo del Arroyo, Burgos (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

13. DOLORES BROSETA BONET, laica de la arquidiócesis de Valencia
nacimiento: 1892 en Bétera, Valencia (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

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Eremita

Martirologio Romano:Conmemoración de san Patapio, solitario, el cual, oriundo de la Tebaida, vivió en Constantinopla, en Blaquernas, y fue sepultado en el monasterio de los egipcios (s. V/VI).

Nació en Tebas, Egipto, de joven dejó a sus piadosos padres, su herencia y a sus conocidos para vivir en el desierto egipcio, devoto de la oración incesante. Después de muchos años, a pesar de su deseo por la soledad, muchísimos peregrinos le pedían sus oraciones y consejo. Para librarse de las atenciones de los hombres, hizo una cosa sorprendente: abandonó el desierto y se mudó a Constantinopla, se instalando en Blachernae, donde, por el alboroto de la ciudad, podía pasar inadvertido.

Cuando creció en la obediencia a los mandamientos de Cristo, la gracia de obrar milagros creció en él, y otra vez se hizo muy conocido. Una vez un hombre ciego se lanzó ante Patapios en la calle, y el santo lo curó en un instante invocando el nombre de Cristo. Una vez sanó a un hombre lisiado por la hidropesía, ungiéndolo con el aceite de un candil.

Después de haber sido una bendición para la iglesia por años con sus oraciones y milagros, San Patapios se durmió en paz, y fue enterrado en la iglesia del Monasterio de los Egipcios cerca de Constantinopla. En 1904 sus reliquias preciadas e incorruptas fueron descubiertas en una construcción de un monasterio pequeño cerca de Corintio. Desde ese momento el monasterio ha estado dedicado a San Patapios, y muchos milagros son obrados allí.

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"La Violeta de Nobol"

Martirologio Romano: En Lima, ciudad de Perú, beata Narcisa de Jesús Martillo Morán, virgen, que, privada de padres y desprovista de sustento, después de muchos trabajos fue recibida en la hospedería de un cenobio, donde se dio a la oración continua y a la áspera penitencia.

Fecha de beatificación: 25 de octubre de 1992 por S..S. Juan Pablo II
Fecha de canonización: 12 de octubre de 2008 por S.S. Benedicto XVI

Etimología: Narcisa = aquella que produce sopor, en referencia a la flor del mismo nombre; es de origen griego

Breve Biografía


Nació el 29 de Octubre 1832, en Nobol, arquidiócesis de Guayaquil (Ecuador) el día de San Narciso.

Sus padres eran agricultores y buenos cristianos. La fecha de su bautismo es desconocida.

Contaba con 7 años cuando recibió el sacramneto de la Confirmación de manos de Mons. Francisco Javier de Garaicoa, primer Obispo de Guayaquil, el 16 de Septiembre de 1839, dentro de las fiestas patronales del Señor de los Milagros de Daule.

A los 15 años aprendió el oficio de costurera que ejerció a domicilio y en las familias vecinas. Desde muy joven recibió como don del Espíritu Santo, un gran amor a la Oración: dejaba a menudo los juegos y los amigos para retirarse a su habitación o junto a un árbol de guayabo en la hacienda familiar, para orar.

Pasó su vida en familia, dedicada a las tareas domésticas y a la costura, creando una admósfera de caridad, alegría y paz entre sus cuatro hermanos y sus cuatro hermanas.

Siendo niña perdió a su madre. Así, ella tuvo que encargarse de la crianza y educación de sus hermanos menores. En esos años conoció la vida de Santa Marianita de Jesús, quien apenas había sido beatificada poco tiempo antes, y a quien imitará con su vida, hasta tal punto que uno de sus directores espirituales escribió “basta leer la vida de Santa Marianita para conocer las virtudes de Narcisa”.

De esa época de su vida se recuerda su caridad, su alegría, su gran amor por la oración y la gran importancia que le daba a la dirección espiritual.

Cuando tenía 18 años muere su padre, y ella emigra a Guayaquil. Allí trabaja como costurera y comienza a dirigirse con Luis Tola, quien después será obispo de Portoviejo.

En la catedral de Guayaquil, y antes en la parroquia de Daule, dedicó mucho tiempo al apostolado, especialmente a los niños, a quienes les enseñaba catecismo. También trabajó con jóvenes abandonadas y refugiadas en la “Casa de las Recogidas” y visitaba a los enfermos y moribundos. Después se trasladó algún tiempo a Cuenca para atender a Monseñor Amadeo Millán, quien era su director espiritual, y que había contraído tuberculosis.

En 1867, cuando fallece monseñor Millán, regresa a Guayaquil, a la “Casa de las Recogidas”, donde, junto con la Beata Mercedes de Jesús Molina, enseña costura a las niñas huérfanas.

Algunos de sus directores han destacado el amor que ella tenía a Jesús en la Eucaristía y a la Santísima Virgen. Cuando vivía en Guayaquil perteneció a la Asociación Piadosa de Hijas de María, cuyo programa consistía en la práctica de las virtudes cristianas a imitación de María y en las obras de apostolado y de caridad.

En 1868 se trasladó a Lima (Perú) para continuar la dirección espiritual con el sacerdote franciscano Pedro Gual, quien poco después partió para Roma. Por esto tuvo que comenzar a dirigirse con el p. Manuel Medina, de quienes son la mayoría de los escritos que nos han llegado sobre ella. Este sacerdote, previendo un posible proceso de beatificación, los hizo corroborar con la firma de un Notario Público.

En Lima vivió en el Convento del Patrocinio como huésped o como pensionista, nunca como religiosa, ganándose el sustento con las labores de su propia mano.

En Septiembre de 1869 se inicia su última enfermedad. En los últimos momentos de su vida los dolores de su enfermedad se hicieron muy intensos, pero ellas los soportó heroicamente, abandonándose a la voluntad de Dios, y ofreciéndose como víctima por la conversión de los pecadores. Falleció el 8 de Diciembre después de haber comulgado.

Fue beatificada por San Juan Pablo II el 25 de Octubre de 1992 y canonizada el 12 de Octubree de 2008 por el Papa Benedicto XVI.

Sus milagrosas intercesiones

Para su beatificación

Juan Pesántez Peñaranda es un hombre solitario. Nunca se casó y tampoco conoce sus orígenes familiares porque a los nueve meses fue regalado a una pareja en Gualaceo, la que a los 10 años abandonó para ir a trabajar en las bananeras de Pasaje, en El Oro.

Allá fue donde se golpeó la frente con un tallo de plátano, lo que le originó varios tumores, que luego se comprobaron eran cancerosos. Pero en 1967, tras repetidas intervenciones quirúrgicas que no le ayudaron a superar el mal que padecía, recibió “la sanación de Narcisita”, dice, mientras limpia los pasillos del colegio La Inmaculada, de Guayaquil, donde trabaja por más de tres décadas.

Tenía algo más de 20 años y muchos le decían que pida un milagro.

Pero él no creía. “Solo tenía fe en un Dios lejano”, dice, y cuenta que un día, mientras estaba en el hospital Luis Vernaza, se le acercó un policía quien le sugirió que le escriba a “Narcisita, que era milagrosa, pero le dije que no creía en eso y me quedé dormido”.

Sin embargo, mientras descansaba tuvo un sueño. Ahí habló con ella y le dijo: ‘Narcisita, si es de curarme, ¡cúrame!, sino ¡llévame!’. “Y me respondió ‘te vas a curar. Anda ponle una velita a la Virgen’. Cuando me desperté conté a todos que me iba a sanar, pero la mayoría pensaban que la enfermedad me había vuelto loco”

Para sorpresa de todos, la curación fue real, una comisión médica del Vaticano revisó el caso de Pesántez y en 1991 lo calificó como “un milagro de curación de Narcisa de Jesús”.

Cuenta que tras la sanación, su fe en Dios creció. Llegó a ser de la corriente carismática, actualmente no participa ya de ese grupo pero su fe no a claudicado, va regularmente a misa y visita con frecuencia la iglesia San José, en Guayaquil, donde estaban los restos de Narcisa cuando él superó el cáncer.

Para su canonización

Edermina Victoria Arellano Plúas, que para el 2008 tenía 20 años, y estaba por terminar sus estudios de colegio, Luego desea trabajar como secretaria.

Ella vive en Nobol, donde aprendió el oficio de corte y confección, pero no se imagina vivir dedicada a la costura como lo hiciera Santa Narcisa de Jesús Martillo, a quien, dice, debe la vida.

La joven que, según la Iglesia, recibió un milagro de la sierva, tras la reconstrucción de sus genitales externos, se considera una devota de la Beata, aunque no intenta seguir sus pasos.

Edermina se imagina en una oficina contestando llamadas y manejando el computador, y no descarta casarse y tener hijos.

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Por: . | Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04

XXVII Papa

Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, sepultura de san Eutiquiano, papa (283).

San Eutiquiano nació en Luni, en Etruria, en 275 y murió en 283. Se sabe muy poco de él. Su pontificado fue bajo el imperio de Probo. Durante su pontificado la Iglesia fue objeto de muchas persecuciones y los mártires fueron muchísimos.

Hombre sencillo y misericordioso, se dio a la tarea de dar cristiana sepultura a multitud de cristianos que murieron martirizados por no negar su fe, recorriendo diversos sitios; en un mismo día dio sepultura a más de 300. Dispuso que que sus cuerpos fueran envueltos no en una simple sábana blanca, como era costumbre, sino cubiertos con una dalmática roja, rica túnica reservada al emperador. En la liturgia actual la llevan los diáconos en las funciones solemnes.

Instituyó la bendición de la recolección de los campos.

Murió mártir en Roma, víctima de la persecución pagana. Fue enterrado en las catacumbas de San Calixto, siendo el último Papa allí sepultado.

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Obispo y Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: Memoria de san Ambrosio, obispo de Milán, y doctor de la Iglesia, que descansó en el Señor el día cuatro de abril, fecha que en aquel año coincidía con la vigilia pascual, pero que se le venera en el día de hoy, en el cual, siendo aún catecúmeno, fue escogido para gobernar aquella célebre sede, mientras desempeñaba el oficio de Prefecto de la ciudad. Verdadero pastor y doctor de los fieles, ejerció preferentemente la caridad para con todos, defendió valerosamente la libertad de la Iglesia y la recta doctrina de la fe en contra de los arrianos, y catequizó el pueblo con los comentarios y la composición de himnos. († 397).

Breve Biografía


El joven prefecto de Liguria y de Emilia, Ambrosio, nació en Tréveris hacia el año 340 de una familia romana. Todavía era catecúmeno, cuando por aclamación del pueblo fue elegido a la sede episcopal de Milán, el 7 de diciembre del 374. En cuestión de religión cristiana tenía que aprender casi todo, y se dedicó sobre todo al estudio de la Biblia con tanto empeño que pronto la aprendió a fondo. Pero Ambrosio no era un intelectual puro; era sobre todo un óptimo administrador de su comunidad cristiana. Fue un verdadero padre espiritual de los jovencitos emperadores Graciano y Valentiniano II y del temible Teodosio I, a quien no dudó en reprochar duramente, exigiéndole una penitencia pública como expiación por haber hecho asesinar al pueblo de Tesalónica para acabar con una revuelta. Ambrosio es el símbolo de la Iglesia que renace después de los duros años del ocultamiento y de las persecuciones. Por medio de él la Iglesia de Roma trató sin nada de servilismos con el poder político.


Sus cualidades personales fueron las que le atrajeron la devota atención de todos. La actividad cotidiana de Ambrosio estaba dedicada a la dirección de su propia comunidad, y cumplía sus compromisos pastorales predicando a su pueblo más de una homilía semanal. San Agustín, quien fue un asiduo oyente de los sermones de San Ambrosio, nos cuenta en sus Confesiones que el prestigio de la elocuencia del obispo de Milán era muy grande y muy eficaz el tono de este apóstol de la amistad.

Sus libros publicados que han llegado hasta nosotros son las rápidas transcripciones y reutilizaciones de sus discursos, poco o nada revisados. Sus famosos Comentarios exegéticos, antes de ser reunidos en volúmenes, habían sido predicados a la comunidad cristiana de Milán. En ellos se nota el tono familiar del pastor que se dirige con amable sencillez a sus fieles. En ellos se siente palpitar el corazón de un gran obispo, que logra suscitar conmovedora emoción en sus oyentes con argumentos llenos de emotividad y de interés. Como buen pastor le gusta enseñar cantos litúrgicos a su pueblo. Por eso compuso un buen número de himnos, algunos son todavía familiares en la liturgia ambrosiana. Fue él quien introdujo en occidente el canto alternado de los salmos.

Entre sus escritos que no tienen relación directa con su predicación, recordamos el De officiis ministrorum, porque, recalcando el conocido texto ciceroniano y acogiendo todos sus elementos, demuestra que el cristianismo puede asimilar sin peligro de alterar el significado de la buena noticia esos valores morales naturales que el mundo pagano y romano en particular supo expresar. Ambrosio murió en Milán el 4 de abril del 397.

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Por: . | Fuente: Cpalsj.org

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: Santos mártires Juan de Brébeuf e Isaac Jogues, presbíteros, y compañeros de la Compañía de Jesús, en el día en que san Juan de la Lande, religioso, fue asesinado por los paganos en el lugar llamado Ossernenon, entonces en territorio del Canadá (hoy Auriesville, estado de Nueva York), el mismo lugar donde algunos años antes había conseguido la corona del martirio san Renato Goupil. Son venerados conjuntamente sus santos compañeros Gabriel Lalemant, Antonio Daniel, Carlos Garnier y Natal Chabanel, que en la región canadiense, en días distintos, después de fatigar en la misión del pueblo de los hurones para anunciar el evangelio de Cristo a aquellos pueblos, terminaron muriendo mártires ( 1649)
Este santo es muy querido en la Compañía de Jesús. Desde muy joven se entregó con gran generosidad al llamado de Dios. Siempre fue un hombre feliz. En su vida no parece haber una sombra de tristeza. La consolación espiritual lo acompaña en todas las etapas.

Nacimiento y patria

Carlos Garnier nace el 25 de mayo de 1606, en la ciudad de París. Sus padres tienen grandes medios económicos. Son católicos fervorosos y se preocupan por la buena formación de los hijos. La prudencia del padre y la devoción de la madre fueron su mejor escuela.

De esa familia, tan religiosa, salieron cuatro hombres consagrados: Carlos para la Compañía, Enrique para los Carmelitas, José para los Capuchinos y Antonio para el clero diocesano.

En el Colegio de los jesuitas

Cuando llega la edad de empezar los estudios secundarios, Carlos es matriculado en el Colegio de Clermont de la Compañía de Jesús, el más importante de Francia. Es bien acogido. Se siente a gusto y pronto se distingue en todo. Tiene facilidad para los estudios, y con agrado ingresa a la Congregación Mariana de los alumnos mayores (hoy, Comunidades de Vida cristiana, CVX).

Su padre es generoso con el dinero. Carlos recibe siempre una buena cantidad para sus gastos personales. Pero el muchacho gasta solamente lo indispensable. El resto, todos los meses, va a parar a la alcancía que los jesuitas han destinado para la ayuda de los presos de la cárcel.

Un día pasea por el Puente Nuevo. En los escaparates hay algunos libros inconvenientes. Los compra todos y los destruye. Cuando le preguntan, dice con natural simpatía: "Alguno podría comprarlos y al leerlos podría, tal vez, ofender a Dios".

El ingreso a la Compañía

Sin dudar, como algo muy natural, decide a los 18 años ingresar a la Compañía de Jesús.

Su padre siente tristeza cuando el buen hijo decide partir. Sufre en silencio. Se sobrepone y, con entereza, lo acompaña hasta el Noviciado, el 5 de septiembre de 1624.

Las palabras del señor Garnier al Superior le muestran a Carlos el temple de su padre: "Estoy tranquilo. Si yo no quisiera a la Compañía no daría a mi hijo. Desde que nació jamás ha desobedecido, jamás ha dado la menor molestia".

En el Noviciado, Carlos se entrega como él sabe hacerlo, como es su costumbre. No parece sentir la menor molestia. La vida religiosa le es agradable. Con suavidad, se acomoda a todo hasta en los pequeños detalles.

Sus compañeros de noviciado pasan a ser, ahora, sus mejores amigos. A algunos los conoce desde el Colegio. Pedro Chastellain es su compañero de ingreso, desde el primer día. La amistad va a continuar en las misiones del Canadá. Francisco José Le Mercier será también su compañero en la misión. En una carta a su hermano Enrique, el carmelita, le escribe: "Cuando ruegues por mí, ruega también por Pedro, mi mejor amigo".

La formación tradicional

Carlos con alegría y paz, sin sobresaltos, continúa la formación que dan los jesuitas a los ingresados para el sacerdocio.

Los votos de pobreza, castidad y obediencia los hace el 6 de septiembre de 1626, en la casa del Noviciado. Para él es un día de plena felicidad.

De inmediato, es destinado al Colegio de Clermont para hacer los estudios de filosofía. ¿Qué pasa? Todo parece resultarle fácil. Ni siquiera se imagina que puedan venir dificultades.

En octubre de 1629, está en el Colegio de Eu, en la Normandía francesa. Es la experiencia del magisterio. Debe enseñar literatura. Las dificultades tampoco se presentan en esta etapa. Tiene cualidades y mucho ánimo. Con gusto se entrega a sus alumnos. Él siente que el Señor le allana los caminos.

El primer contacto con Juan de Brébeuf

En el Colegio de Eu se encuentra con un gigante. Es el P. Juan de Brébeuf, el fundador de la misión de los hurones, quien ha debido volver a Francia al ser expulsado por los ingleses después de la caída de Quebec.

Las conversaciones con Brébeuf son interminables. Con él sigue las peripecias por el gran río San Lorenzo. Parece ir por los bosques y las nieves sin fin. Conoce las costumbres, las supersticiones y las guerras de las tribus. Comparte con Juan el anhelo de convertir a esos pueblos tan abandonados. El deseo por la misión empieza a anidar en el corazón de Carlos.

La ordenación sacerdotal

Los estudios de teología los hace también en el Colegio de Clermont. El caminar en la Compañía lo hace dichoso. Ahí madura su vocación a las misiones del Canadá. La preparación al sacerdocio y a la misión, para él, corren paralelas.

La ordenación sacerdotal la recibe en París, al terminar su tercer año de teología. Es una gracia que Carlos recibe con honda gratitud. Considera como un regalo de Dios el poder asistir al año siguiente, en ese mismo altar, a la ordenación del P. Isaac Jogues, otro de sus amigos que quiere ser misionero como él.

Carlos Garnier es destinado al Canadá al terminar la teología. Él lo ha pedido con insistencia. Los Superiores lo conocen bien. Saben que la misión es dura, pero él tiene el corazón firme y una virtud muy bien probada. Le ponen, eso sí, una condición: hablar con su padre y obtener su aprobación y bendición.

La Misión del Canadá

Al señor Garnier le resulta muy difícil bendecir, por esta separación, al hijo tan querido. Ha sido muy dura la separación cuando se hizo jesuita, pero esta segunda es extremadamente dolorosa.

Carlos respeta, siente el cariño del padre. Pero ante Dios insiste con mucha fuerza. Un año dura el combate. Al fin obtiene lo que quiere.

El 8 de abril de 1636 sale la flota desde el puerto de Dieppe. Él va feliz. Su amigo, el P. Isaac Jogues, viaja en la misma nave. Juntos comienzan la conquista del nuevo mundo.

La travesía resulta fácil, sin tormentas. Con Isaac tiene el consuelo de decir la misa casi diariamente. Fueron dos meses. Una carta a su padre encierra sus sentimientos:

"El viaje podría haber sido duro, pero el capitán lo hizo fácil. En estos dos meses, solamente, doce días no pudimos celebrar Misa. Nuestra capilla era la cabina del capitán. Una parte de la tripulación asistía a la primera misa, la otra a la segunda. A la elevación se disparaban los mosquetes. En los domingos truena la artillería. El capitán y muchos otros comulgan. Enseñamos catecismo y leímos a todos las vidas de los santos".

Su corazón va lleno de alegría. El agradecimiento a Dios es grande. No sólo porque él va en viaje a la misión, sino también porque sabe que en otra de las ocho naves de la flota va también su amigo el P. Pedro Chastellain.

A la Misión de los hurones

El 1 de julio de 1636, recibe el encargo de dirigirse a Trois Rivières. Desde allí deberá salir hacia los hurones. Su compañero de misión es el P. Pedro Chastellain, su gran amigo. Ambos tienen la misma edad, 29 años. Juntos han ingresado a la Compañía de Jesús y juntos van a la misión que tanto han deseado. Carlos se siente como un preferido de Dios.

El viaje resulta también sin mayores tropiezos. Los hurones se muestran buenos y los tratan con cariño. Pedro y Carlos parecen encantados. Cada uno va en canoa distinta. A Carlos los hurones lo empiezan a llamar Uracha.

Escribe Carlos, el 8 de agosto: "Dios sea bendito. Ayer llegamos a Nipissirinien, sanos y salvos. El Señor se portó bien conmigo. No he remado en demasía. No he cargado sino mi propio equipaje. Solamente, por dos o tres días, debí cargar el equipaje de un hurón enfermo. A la isla llegamos en la vigilia de San Ignacio. Compramos grano. No encontramos enemigos, ni peligros".

El 13 de agosto, llega a Ihonatiria. El P. Chastellain está ahí desde el día anterior. El Superior es su amigo el P. Juan de Brébeuf, el más cariñoso de los padres. En la capilla de troncos agradece al Señor. Después, en la cabaña de paja comparte con los amigos. Todos cantan, y comen la pobre comida de los indios hurones.

Las terribles epidemias

La alegría no puede ser eterna. Unos días después de la llegada del P. Isaac Jogues, la peste irrumpe en la misión. Los jesuitas también caen. Carlos interrumpe los Ejercicios espirituales, que ha comenzado, y se entrega al cuidado de sus hermanos. Acompaña al gigante Brébeuf, pero pronto también lo derriba la fiebre. Fue duro el recibimiento de la misión tanto tiempo apetecida.

Los primeros apostolados

Una vez restablecido, el P. Juan de Brébeuf lo destina a hacer los primeros recorridos por las aldeas huronas. El 4 de diciembre, Carlos está en Ossossané, el 14 en Anenatea, para ayudar a una muchacha moribunda. Este viaje lo hace con su amigo el P. Francisco José Le Mercier.

Asiste a la fiesta que dan los hurones por su niña enferma, después a la danza de la muerte. Con los hurones canta y danza golpeando las ramas. Contempla con pena cómo colocan cenizas ardientes en las manos de la enferma. Terminada la fiesta, Carlos bautiza a la niña.

Un tiempo después, es destinado a iniciar la misión de Ossossané. Su trabajo es visitar, enseñar catecismo y practicar la amistad. No le parece difícil. Con agrado nota que el idioma de los hurones empieza pronto a perder sus secretos. Cada día lo habla con más soltura.

A Uracha los hurones no le tienen miedo. Lo dejan entrar a sus cabañas y bendecir a los niños. Uracha es incansable, cariñoso y un buen amigo.

Cuando los hurones abandonan a sus parientes moribundos, incapaces de soportar ellos mismos el hedor de la peste y el terrible temor a la muerte, ahí está Uracha. Con caridad, Carlos logra acercarse. Los lava, los acaricia, los alimenta y a los que van a partir los bautiza. Después llora con sus amigos los hurones.

En una carta a su padre, de 1637, manifiesta su temple:

"Estamos en las manos de Dios. El cuida de nosotros. Por supuesto, tenemos dificultades, pero somos felices. Te cuento, en Ossossané tenemos una fortaleza mejor que la Bastilla. Aquí, no hay cañones españoles que puedan asustar como en París. Estamos en paz. Nuestra defensa es de madera, palos de diez y doce pies. Tenemos una torre en un ángulo de la empalizada y estamos construyendo otras dos para asegurar los caminos de acceso.

¿Te acuerdas de mi fastidio por los estudios de medicina? Ahora ésta es una de mis principales ocupaciones. Preparo cataplasmas y suministro polvos. No te preocupes por mi salud. Nunca me he sentido mejor. Si tus amigos en Francia vivieran como yo, sé que estarían libres de muchas enfermedades.

Respecto al idioma, hago progresos. Anoto todas las palabras que escucho. Es cierto, no tengo mucho tiempo para escribir porque dedico casi todo el tiempo, desde la mañana hasta la noche, a predicar, a visitar a los enfermos, a recibir a los hurones en mi tienda".

Sobre los gustos artísticos de los pieles rojas escribe en una carta a su hermano Enrique, el carmelita:

"Necesito una pintura de Jesucristo, pero que no tenga barba. Si no es posible, que tenga muy poca, como si tuviera dieciocho años. La figura sobre la cruz debe ser muy clara, sin nadie al lado, para no distraer la atención. Sobre la cabeza de la Virgen María, haz poner una corona y un cetro en las manos, que el Niño esté en las rodillas. Esto ayuda a la imaginación de los hurones. No debes poner ninguna aureola, cámbiala por un sombrero. Los rayos pueden prestarse a equívocos, las cabezas deben estar siempre cubiertas.

Mándame un cuadro sobre la resurrección del último día, pero haz que las almas de los bienaventurados aparezcan extraordinariamente felices. Cuando representes el Juicio final, preocúpate de no confundir. Los muertos resucitados deben estar fuera de sus tumbas y, si se puede, iluminados. Las caras no deben pintarse de perfil, sino de frente y con los ojos muy grandes. Los cuerpos no deben estar completamente vestidos, por lo menos una parte debe estar desnuda. Los cabellos no deben ser rizados. Ninguna cabeza puede ser calva. Nadie debe usar barba. Nuestro Señor y Nuestra Señora deben ser muy blancos. Sus vestidos deben tener colores vivos: rosado, azul, escarlata; nunca verde ni café. Los santos que descienden del cielo deben ser blancos, como la nieve, con ornamentos relucientes, con una cara llena de risa y felicidad. Los condenados deben estar pintados de color negro y asados al fuego. Pon algunas llamas encima y dentro de la cabeza. Los ojos deben ser como brasas. La boca que esté abierta y de ella debe salir fuego, también de la nariz y de las orejas. Toda la cara debe aparecer atormentada, llena de arrugas. Las manos, los pies y los costados deben tener cadenas de fierro. Pon un terrible dragón, que se retuerza alrededor de las víctimas, y les muerda las orejas. Recuerda que las escamas de la bestia deben ser horribles, jamás de color azul. A cada lado de un condenado, pon dos demonios que lo torturen con arpones de fierro y un tercero que lo tire de los cabellos".

La Misión entre los petuns

Después de establecer la Residencia central de Santa María para la misión de los hurones, el nuevo Superior, el P. Pablo Raguenau, destinó a los Padres Isaac Jogues y Carlos Garnier a la región habitada por los petuns o tribu del Tabaco. Ambos deben iniciar allí un nuevo campo de evangelización.

El territorio de la nueva misión dista, hacia el occidente, a unas doce a quince leguas de la región de los hurones. El nombre de la tribu se debe a las grandes plantaciones de tabaco.

Los dos misioneros parten en noviembre de 1639. Para Carlos es un desafío que lo llena de alegría. El camino es duro en el invierno, tanto que ningún hurón acepta acompañarlos.

Se pierden en el bosque, los senderos han sido borrados por la nieve. Con hambre llegan a la primera aldea. Ellos la bautizan con el nombre de los Apóstoles Pedro y Pablo.

El recibimiento es muy duro. Nadie se atreve a darles hospitalidad. Las mujeres huyen espantadas a esconderse en las tiendas. Los muchachos siguen a sus madres dando gritos. Todos piensan que los carapálidas traen enfermedad y hambre. ¿Qué otra cosa pueden pensar al verlos arrodillados? Sin duda están preparando los maleficios.

Cada dos días deben seguir a otra aldea. Nadie desea tenerlos más tiempo. Isaac y Carlos no desmayan. Como les permiten vivir, ellos pueden continuar recorriendo los pueblos. No se quejan. Sólo están agradecidos.

Fueron tres meses muy duros. Al fin, regresan a Santa María con la cara llena de risa. No han logrado casi nada, pero están contentos porque piensan en el futuro.

El misionero insistente

Ocho meses después, Carlos Garnier regresa a la tribu de los hombres del tabaco. Esta vez, él es el Superior. Su compañero es el P. Pijart. Sabe que será mal recibido, pero tiene la decisión de quedarse entre ellos.

Al llegar a la aldea de los Apóstoles Pedro y Pablo, convoca a los jefes. Les habla con dulzura, distribuye regalos y solicita quedarse. Es escuchado sin interrupción. Cuando termina, uno de los sachems le responde:

"No queremos tus regalos. Deja pronto nuestro país si no quieres sufrir las consecuencias".

Pero Carlos, a pesar de la amenaza, decide quedarse.

Son otros meses de trabajo difícil y peligroso. Carlos sabe lo que busca y no desmaya. En dos ocasiones está a punto de morir, pero Dios parece liberarlo. "Nosotros te arrancaremos de la tierra, raíz venenosa".

La profesión solemne

En 1642, Carlos queda encargado de la misión de San José, en la aldea hurona de Teanaustayé. Esta es la época de la cosecha para Carlos Garnier. Domina el idioma, quiere profundamente a los hurones, sabe su oficio. A los pocos meses recoge a manos llenas.

"En un mes o dos han progresado en el conocimiento y en el amor de Dios, más de lo que yo hubiera esperado con un trabajo de uno o dos años".

La alegría de Carlos se interrumpe con la noticia terrible de la prisión de sus amigos Isaac Jogues y René Goupil en manos de los iroqueses. El martirio de René lo llora junto a sus hermanos. La oración, entonces, la dirige por la preservación de Isaac.

El día 30 de agosto de 1643, en la capilla de la misión de Santa María, Carlos hace su profesión solemne de cuatro votos en manos del Superior del Canadá, el P. Jerónimo Lalement. Carlos agradece a Dios la incorporación definitiva a esa Compañía de Jesús que tanto ama.

El sufrimiento de un gran amigo

En el mes de agosto de 1644, Carlos Garnier recibe las más increíbles noticias de sus hermanos jesuitas. Isaac Jogues, su entrañable amigo, ha regresado al Canadá. Sano y salvo. Ha sido torturado por los iroqueses. Ha podido huir gracias a la ayuda de los holandeses. Estuvo en Francia y ha regresado. ¡Cómo quisiera volar a su lado para abrazarlo! Con muchas lágrimas de consuelo, agradece a Dios por la vida del amigo. Pero la obediencia y los trabajos lo obligan a permanecer en Teanaustayé.

Los detalles de la odisea de Isaac los va sabiendo, uno tras otro. Ya conocía el hecho de la prisión, en manos iroquesas, el triste día del 30 de junio de 1642. Por la narración entregada por Isaac, ahora se impone del terrible viaje al interior del país de los mohaws. Una a una le cuentan las torturas. También los detalles del martirio de San René Goupil. En su interior, Carlos envidia al joven cirujano.

Isaac Jogues no ha querido decir mucho sobre su tiempo de esclavitud entre los iroqueses. Algo más ha contado sobre los holandeses del fuerte de Rensselaerswyck y de New Amsterdam. Han sido palabras agradecidas hacia esos amigos hugonotes. Ha narrado la huida, el viaje en velero, la llegada a Francia.

Carlos cree merecida la acogida triunfal en la corte francesa. Se alegra con la dispensa del Papa y goza con su regreso. Y ahora, admira el temple de su amigo que ha decidido partir nuevamente al país de los iroqueses.

De nuevo en la tribu de los petuns

En octubre de 1646, la misión de Teanaustayé es encargada al P. Antonio Daniel. Carlos Garnier y el P. Leonardo Garreau deben partir a la siempre deseada misión en la tribu del Tabaco. Esta vez, Carlos ha sido llamado por los sachems. Eso lo llena de alegría. La aldea Etharita del Clan de los Lobos y la aldea Ekarenniondi del Clan de los Ciervos solicitan que Uracha sea quien los lleve a la verdadera fe.

En ese terreno, que bien puede ser considerado virgen, Carlos siente que ha encontrado el campo y la perla tanto tiempo pesquisados. Es duro, pero también el consuelo es grande. Muy pronto establece firmemente dos misiones: la de San Juan y la de San Matías.

Lleva dos meses en su nuevo puesto. Una carta le trae pronto las noticias del martirio de sus amigos Isaac Jogues y Juan de La Lande en el país de los iroqueses. Carlos y Leonardo lloran, pero se consuelan en la fe. Saben que ambos son ahora sus mejores intercesores.

Una carta escrita al P. General, d el 25 de abril de 1647, dice casi todo de su trabajo entre los petuns:

"El buen P. Garreau y yo estamos casi siempre separados, porque él vive en una aldea distante de la mía, unos diez o doce días de camino. Él viene a mí y yo a él de tanto en tanto. Y después de permanecer unos días juntos él regresa al poblado donde yo estaba y yo al de él. Así vivimos".

La guerra de los iroqueses

Pero la cruz del aislamiento no es la más pesada. Las incursiones de los iroqueses son su mayor preocupación. Carlos sabe que la guerra hace estragos entre los hurones. No se hace ilusiones. Un día la violencia llegará también a sus dos misiones de la tribu del Tabaco.

En julio de 1648, con pena conoce la destrucción de su querida misión de Teanaustayé y la muerte violenta del P. Antonio Daniel, su sucesor entre los hurones. El Superior, en su carta, les pide discernir. Carlos y Leonardo deciden quedarse con sus pueblos.

Poco después, el Superior, al conocer la decisión, determina enviarles compañeros. El P. Natal Chabanel será el compañero de Carlos en San Juan, y el P. Adrián Grélon acompañará a Leonardo, en San Matías.

En el mes de marzo de 1649, la amenaza de los iroqueses parece acercarse cada vez más. Hasta el país de los petuns, con la rapidez del rayo, ha llegado la noticia del martirio de los PP. Juan de Brébeuf y Gabriel Lalement. Después del incendio, nada queda de las aldeas huronas.

La muerte de la Misión hurona

Ese día del 16 de marzo de 1649, en Santa María de los hurones, el P. Pablo Raguenau observa la espiral de humo que se eleva por encima de los bosques. Parece venir desde la vecina misión de San Luis.

Poco después, llegan las mujeres llorando y los niños hurones espantados. Con aullidos anuncian el ataque de los iroqueses. Los PP. Juan de Brébeuf y Gabriel Lalement habían decidido quedarse con los hurones.

La sangre del P. Raguenau se hiela en las venas. Sin duda, a estas horas ambos pueden estar en poder de los iroqueses. De inmediato, el P. Raguenau organiza la defensa de Santa María. Si llegan los iroqueses, todos pueden perecer.

Al día siguiente, llegan trescientos hurones de la nación del Oso. Ellos anuncian la llegada de otros doscientos de sus guerreros. Sigilosamente salen los hurones hacia San Luis y San Ignacio. Primeramente son vencidos; después, con los socorros, viene la victoria.

El 19 de marzo llegan a Santa María los hurones que, con el desastre iroqués, se han liberado. El sachem Esteban Annaotaha cuenta a los horrorizados jesuitas los detalles del martirio de Juan de Brébeuf y de Gabriel Lalement. Todos lloran.

Al amanecer del día veinte, los jesuitas con algunos guerreros viajan a San Luis y a San Ignacio. Sólo encuentran ruinas, silencio y muerte. Sollozando, recogen el cuerpo ennegrecido de Juan y el cadáver del atormentado Gabriel. Con veneración los llevan a Santa María.

En una semana, los hurones abandonan quince aldeas. Algunos buscan refugio en la nación de los neutrales. Otros se dirigen al norte, hacia los algonquines. Centenares parten hacia la tierra de los petuns. La nación hurona parece morir.

Los jesuitas deciden, entonces, acompañarlos. Determinan abandonar la Misión de Santa María y reconstruirla en otro sitio. Con doce hurones mayores celebran consejo, y deciden trasladarse a la isla Ahoendoe.

De inmediato, el P. Raguenau organiza los trabajos. Con sus hurones, construye una barcaza de 16 metros de longitud y una balsa de troncos de 25 metros. Empaquetan y enfardan todo: ropa, maíz, provisiones, semillas y pescado ahumado. Con especial cuidado envuelven los vasos sagrados, ornamentos, imágenes y los libros. Las reliquias de los mártires las ponen en una caja, con fuertes cerraduras.

El 14 de junio de 1649, después de asegurarse de que no hay iroqueses en la cercanía, se embarcan todos, aun los animales. Los hurones los siguen en sus canoas. Santa María es destruida a fuego.

Desembarcan en Ahoendoe, y febrilmente comienzan a levantar las construcciones. Los hurones, hambrientos, llegan de todas partes. Los problemas de alimentación son extremadamente duros y ésta es la primera preocupación del Superior.

La guerra en el país de los petuns

En noviembre, algunos hurones, que regresan de la tierra de los petuns, comunican la aterradora noticia de que los iroqueses han levantado también el hacha de guerra contra la tribu del Tabaco.

El P. Pablo Raguenau queda aterrado, pues ahora cuatro de sus misioneros viven en los poblados de los petuns. En Etarita, están los PP. Carlos Garnier y Natal Chabanel y, a 15 kilómetros más lejos, los PP. Adrián Grélon y Leonardo Garreau.

De inmediato, el P. Raguenau escribe a Carlos Garnier, ordenándole a él y a los otros tres dirigirse a la nueva Santa María de Ahoendoe, cuanto antes, a menos que alguna poderosa razón lo impida.

Otro discernimiento heroico

En Etarita, a principios de diciembre, los PP. Carlos Garnier y Natal Chabanel reciben la orden del P. Raguenau. Silenciosamente y con tristeza se miran ambos. Cada uno da sus razones. Sí, el peligro de los iroqueses existe. Pero ése no puede ser un motivo para abandonar a los cristianos. Conversan, discuten, rezan y disciernen, como tal vez jamás lo han hecho en sus vidas.

Al fin, Carlos Garnier, el superior de los dos, toma la decisión. Partirá el P. Natal Chabanel y él se quedará con los petuns. En carta al P. Pablo Raguenau, explica:

"No tengo temor alguno por mi vida. Lo que más sentiría sería abandonar a mis cristianos. Ellos me necesitan en su hambre, miseria y en el terror de la guerra. Dejaría de utilizar la oportunidad que Dios me da, de morir por Él. Pero en todo momento estoy dispuesto a dejarlo todo y a morir en la obediencia".

Bajo el doble mandato de la obediencia, el P. Natal Chabanel sale de Etarita el 5 de diciembre de 1649.

El ansiado martirio

El martes 7 de diciembre, a las tres de la tarde, mientras Carlos hace su acostumbrada visita apostólica, oye el grito aterrorizado de sus cristianos: ¡Los iroqueses! ¡Los iroqueses!.

De inmediato corre. Ve a los iroqueses, con sus pinturas de guerra, entrando al poblado y derribando todo. Corre a la Capilla. Grita a los petuns para que huyan sin tardanza. Bendice a los cristianos.

"¡Uracha, sálvate! ¡Huye con nosotros! Él hace un gesto, negándose. De pronto, siente en su pecho la herida de una bala de mosquete. Después, otra bala le perfora el estómago. Pierde entonces el conocimiento.

Al recobrarlo, se encuentra totalmente desnudo, con la sangre manando de las heridas. Musita el acto de contrición. A poca distancia ve a un petun que se retuerce en agonía.

Carlos entonces se levanta, penosamente, y se desploma. Haciendo un esfuerzo, intenta taponar la sangre y se arrastra hacia el moribundo. Entonces, un iroqués se precipita sobre él, le corta el cuero cabelludo y le clava el hacha en la cabeza.

La glorificación

Los restos de Carlos fueron recogidos por los PP. Adrián Grélon y Leonardo Garreau, dos días después.

Sentados en tierra permanecieron todo el día, como estatuas de bronce, la cabeza inclinada y los ojos fijos en el suelo. No debían llorar, porque eso era indigno de un valiente. Lo enterraron en lo que había sido su Capilla.

San Carlos Garnier fue canonizado el 26 de junio de 1930, conjuntamente con Juan de Brébeuf, Isaac Jogues, René Goupil, Juan de La Lande, Antonio Daniel, Gabriel Lalement y Natal Chabanel.

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