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Nació en Alemania en 1875, mártir en Polonia 1941, uno de los 108 mártires en Polonia durante la segunda guerra mundial.

Sacerdote profeso, capuchino desde los 18 años y presbítero desde 1900.

Apóstol de la misericordia en Varsovia, donde vivió desde 1918, se hizo famoso como limosnero y protector de los pobres, y fue llamado el «san Francisco de Varsovia»; ya en vida gozaba de fama de santidad.

Fue arrestado en la noche entre el 26 y el 27 de julio de 1941, junto con otros 22 religiosos. No se valió de su ascendencia alemana para salvarse de la muerte.

El 4 de septiembre, junto con otros religiosos, fue trasladado al campo de concentración de Auschwitz, donde murió en la cámara de gas el 16 de octubre de 1941.

Se esforzó por vivir su sufrimiento en la oración y la imitación del divino Maestro. En los interrogatorios declaró: «Soy sacerdote y donde quiera que haya hombres, allí trabajo, sean ellos hebreos o polacos, y más si sufren y son pobres». A menudo repetía a sus hermanos prisioneros las que fueron sus últimas palabras: «Debemos beber hasta el fondo este cáliz».

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Es uno de los 108 mártires de Polonia durante la segunda guerra mundial

Oriundo de Pomerania (1910), estudió filosofía y teología en O³tarzew y fue ordenado sacerdote en 1936.

Trabajó como capellán de las escuelas de O³tarzew y alrededores y fue asesor espiritual del movimiento eucarístico y de los candidatos para ingresar a la Sociedad.

En los primeros días de la segunda guerra mundial, en setiembre de 1939, lo nombraron capellán militar y de la población civil. Durante la ocupación nazi fue administrador del seminario.

El 16 mayo de 1941 lo arrestó la Gestapo y lo llevaron al campo de concentración de Auschwitz. Agotado por los trabajos forzados y el hambre y castigado a muerte por un guardia del campo, entregó su alma el 16 de octubre de 1941.

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Presbiterio

Martirologio Romano: En Ramapuram, Palai, India, beato Agustín Thevarparampil «Kunjachan», presbítero ( 1973).

Breve Biografía

Agustín Thevarparampil fue un sacerdote humilde, que se entregó en favor de sus hermanos dalit marginados de la sociedad. Ejerció su ministerio en la parroquia durante 47 años. Aunque su verdadero nombre era Agustín, todos lo conocían como "Kunjachan" ("el padrecito"), porque era bajo de estatura.

Nació el 1 de abril de 1891 en Ramapuram, en la familia Thevarparampil. Era el menor de cinco hijos. Terminada la primaria, completó su formación sacerdotal en el seminario de Changacherry y en el de Puthenpally. El 17 de diciembre de 1921 recibió la ordenación sacerdotal de manos del obispo Mar Thomas Kurianacherry.

Desempeñó su ministerio un año como vicario parroquial en Ramapuram y luego, tres años, en Kadanad. Seguidamente, a causa de sus problemas de salud, volvió a su parroquia para recuperarse. Durante ese tiempo descubrió por casualidad un nuevo campo de actividad: en el retiro anual, realizado en la parroquia de Ramapuram, los predicadores reunieron cerca de cuarenta dalit -desheredados- en la iglesia y les predicaron las verdades de la fe. Al recibir esa enseñanza religiosa, se mostraron dispuestos a recibir el bautismo. "Kunjachan" decidió dedicarse al servicio de esas personas. Esa decisión lo convirtió en guía y liberador de miles de pobres de esa aldea.

Prosiguió su apostolado en favor de los dalit hasta su muerte. Como dijo san Arnold Jansen, fundador de la Sociedad del Verbo Divino, el acto primero y principal de amor al prójimo consiste en comunicarle la buena nueva de Jesucristo. "Kunjachan" se realizó en plenitud sirviendo con paciencia y compasión a los demás, especialmente a los marginados, viendo en ellos a Cristo.

Durante casi cuarenta años se dedicó al progreso de sus hermanos dalit. En ese tiempo las condiciones sociales de los dalit eran dramáticas, pues se les consideraba "intocables" y se les discriminaba por su casta y el color de su piel. Todos eran analfabetos. En consecuencia, eran supersticiosos y la sociedad los obligaba a realizar trabajos manuales propios de esclavos. Todos estos factores hacían muy difícil el ministerio de "Kunjachan".

No tenía un talento o capacidad excepcional. Era un sencillo párroco. No recibió ninguna honorificencia ni ningún reconocimiento por su incansable servicio orientado a la emancipación de los pobres. Su programa diario preveía visitas a los dalit en su domicilio y en sus lugares de trabajo. Su único ayudante era un catequista. Sin embargo, logró acercar a Dios a muchas personas.

No sólo tuvo que afrontar la oposición y duras críticas de los miembros de castas superiores, sino también de los cristianos tradicionales. Estos obstáculos no frenaron su celo misionero. Acercó a la Iglesia a más de cinco mil personas.

Creó un vínculo muy firme con todos aquellos a quienes ayudaba. Los llamaba "hijos míos" y ellos lo llamaban "nuestro sacerdote". Los conocía a todos y los llamaba por su nombre, desde los niños hasta los ancianos...

No sólo se esforzaba por la elevación espiritual de los dalit, sino también por su emancipación social, cultural, intelectual y artística. Resistió a la oposición con calma y mansedumbre. No se desalentó cuando el gobierno negó privilegios a los dalit convertidos al cristianismo. La gracia constante de Dios le daba fuerza y valentía. La fuente de su fuerza era la oración ante el santísimo Sacramento. También fue devoto de la santísima Virgen María. Obedecía a su párroco y a su obispo con gran humildad.

Murió el 16 de octubre de 1973. Beatificado el 30 de abril de 2006

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Por: Pedro Gómez, C.M. | Fuente: somos.vicencianos.org

Religiosa y Mártir

Martirologio Romano: En la Comunidad Valenciana, España, Beatas Josefa Martínez Pérez y 11 religiosas profesas de la Congregación de Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, quienes junto a Dolores Broseta Bonet, laica, fueron asesinadas por odio a la fe. ( 1936)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco

Sor Josefa Martínez Pérez, nació en Alberique (Valencia), el 6 de mayo de 1898, en una familia de labradores con hondas raíces cristianas. Era la tercera hija de seis hermanos. Sus padres, José y Marcela, la educaron cristianamente tanto en el interior de la familia como en el colegio de las Hijas de la Caridad del pueblo. Desde pequeña se manifestó piadosa, alegre y servicial con todos los que la rodeaban. Formó parte de la Asociación de Hijas de María y, a través del servicio a los necesitados y la oración, sintió la llamada de Dios.

Realizó la prueba en el Hospital Provincial de Valencia, dedicándose de lleno a los ancianos enfermos. Ingresó en el Seminario de las Hijas de la Caridad de la Provincia Española, en la calle Jesús, 3, de Madrid, el 30 de octubre de 1925. Consciente del paso que acaba de dar, le recuerda a su familia: “No podré escribir mucho, pues tiempo no tengo mucho, y sabiendo que estoy bien, basta. Aquí he venido a aprender y santificarme para después practicarlo y ser una buena Hija de la Caridad; cada cual en su estado debe cumplir como se debe”.

En 1926 recibe su primer y único destino, el Hospital Provincial de Valencia (comunidad integrada por 100 Hermanas). Le asignan la sección de niños abandonados de La Inclusa y un tiempo después el pabellón de mujeres infecciosas. Destacó desde su llegada por su fidelidad a las Reglas. Era piadosa y entregada al servicio con puntualidad y esmero. A las Hermanas de Comunidad las trataba con deferencia, humildad y sencillez, así como a los pobres, a los que siempre consideró como sus señores. Las Hermanas decían que la virtud de Sor Josefa no era hacer grandes cosas o cosas extraordinarias, sino hacer de un modo grande y extraordinario todos los actos del día. Era organizada y supo sacar tiempo en medio de tantas ocupaciones para estudiar y conseguir el título de enfermera, para, así, poder servir mejor a los pobres como respuesta a su vocación.

Pasados diez años de su llegada al Hospital, se presagian malos tiempos. Ella repetía muchas veces: “No hay que tener miedo. Hemos de ser valientes. Hermanas, preparémonos porque a alguna de nosotras nos tocará el martirio”. Las Hermanas seguían su trabajo día y noche, con toda clase de pobres y enfermos, pero ella presentía algo.

Al ser despedidas del Hospital, Sor Josefa le dijo a Sor Concepción Ayet: “Iré a Alberique, a casa de mis padres, y seré mártir como Juana de Arco”.

El 24 de julio de 1936, los marxistas se adueñan del Hospital y las Hijas de la Caridad tienen que marchar. Sor Josefa se une a una compañera de Sueca. Su vestimenta las delata y al bajar del tren las detienen; pasan el consabido registro y las dejan marchar. Avisaron a la familia y al día siguiente sus padres se las llevaron a Alberique.

En Alberique, en casa de sus padres, se organiza la vida como si estuviera en Comunidad; ayuda a su hermana, que espera el cuarto hijo, y enseña a los otros. Pasa el verano con relativa calma. En las primeras horas del día 24 de septiembre fusilan a su cuñado por su condición de ser católico, ya que practicaba la caridad con los necesitados, incluso con los que le mataron. Y había acogido en su casa a las Hermanas de Alberique, cuando las echaron de las Escuelas y Hospital. Sor Josefa se ofreció generosamente por él, cuando fueron a detenerlo, argumentando que tenía tres hijos pequeños y esta esperando el cuarto.

Cuando se enteró de que querían poner en una casa particular un pequeño “hospital de sangre”, se presentó como enfermera a los dirigentes del Comité comunista para ayudar, pero no la aceptaron.

Camino del martirio

El 14 de octubre, un grupo de milicianos llegó a su casa para detener a su hermana Natalia y a ella. Su hermana dejaba tres hijos pequeños en casa y estaba embarazada del cuarto. Para entonces, ya habían matado a su esposo. Sor Josefa, ya en la prisión, estuvo largas horas en oración y con los brazos en cruz, expresando en voz alta su deseo de que liberaran a su hermana y la sacrificaran a ella. A la una de la madrugada las sacaron de la cárcel con otras personas, las llevaron con las manos atadas a la espalda y metidos todos en un camión. Al subir al camión intercedió de nuevo ante los jefes de los milicianos para que dejaran salir a su hermana Natalia. Se compadecieron y la dejaron salir. Natalia recordará toda su vida que su hermana Josefa le dio un abrazo y le dijo: “Nos veremos en la eternidad”. El camión avanzó por los caminos de las afueras de Alberique hasta que se paró en el (Pont de los gossos) “Puente de los Perros”, del vecino municipio de Llosa de Ranes, y allí sacrificaron a todos. Antes de ser fusilados se mofaron de ellos y les insultaron y, finalmente, dispararon sobre ellos, dejando a Sor Josefa para la última. Ella tuvo que resistir mucho pues se cebaron con ella por ser Hija de la Caridad, virgen y consagrada al Señor. El terrible martirio terminó a las tres de la mañana del día 15 de octubre de 1936, en que fue fusilada.

A la mañana siguiente recogieron los cadáveres y entregaron a las familias algunos objetos personales que sirvieron para su identificación. De Sor Josefa entregaron un pañuelo que ponía “Sor 61”, unas medallas de la Virgen Milagrosa y el Rosario de cinco decenas”.

Terminada la guerra, al ser exhumados los restos, fueron reconocidos fácilmente por su hermana Natalia y trasladados a Alberique, donde recibió el homenaje que se tributó a los 42 mártires del pueblo, el día 16 de julio de 1939. Sus restos, reclamados por las Hijas de la Caridad, llegaron en ambulancia a la capilla de Ntra. Sra. de los Desamparados del Hospital Provincial de Valencia. Allí se ofició un solemne funeral y, al día siguiente, sus restos se depositaron en el panteón Nº 103 de las Hijas de la Caridad del Cementerio general de Valencia.

S.S. Benedicto XVI firmó el 27 de junio de 2011 el decreto con el cual se reconoce el martirio de las Siervas de Dios que integran este grupo.

Este grupo de mártires está integrado por:

1. JOSEFA MARTÍNEZ PÉREZ, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 05 Agosto 1897 in Alberique, Valencia (España)
martirio: 15 Octubre 1936 in Llosa de Ranes, Valencia (España)

2. MICAELA HERNÁN MARTÍNEZ, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 06 Mayo 1881 en Burgos (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Almenara, Valencia (España)

3. MARÍA LUISA BERMÚDEZ RUIZ, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 10 Octubre 1893 in Subugueira, Coruña (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Almenara, Valencia (España)

4. MARTINA VÁZQUEZ GORDO, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 30 Enero 1865 en Cuéllar, Segovia (España)
martirio: 04 Octubre 1936 en Algar de Palancia, Castellón (España)

5. ROSARIO CIÉRCOLES GASCÓN, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 05 Octubre 1873 en Zaragoza (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Almenara, Valencia (España)

6. JOAQUINA REY AGUIRRE, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 23 Diciembre 1895 en Bilbao, Vizcaya (España)
martirio: 29 Octubre 1936 en Gilet, Valencia (España)

7. VICTORIA ARREGUI GUINEA, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 19 Diciembre 1894 en Begoña, Vizcaya (España)
martirio: 29 Octubre 1936 en Gilet, Valencia (España)

8. JOSEFA LABORRA GOYENECHE, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 06 Febrero 1864 en Sangüesa, Navarra (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

9. CARMEN RODRÍGUEZ BANAZAL, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 26 Marzo 1876 en Cea, Orense (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

10. ESTEFANÍA IRISARRI IRIGARAY, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 26 Diciembre 1878 en Peralta, Navarra (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

11. MARÍA PILAR NALDA FRANCO, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 24 Mayo 1871 en Algodonales, Cádiz (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

12. ISIDORA IZQUIERDO GARCÍA, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 02 Enero 1885 en Páramo del Arroyo, Burgos (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

13. DOLORES BROSETA BONET, laica de la arquidiócesis de Valencia
nacimiento: 1892 en Bétera, Valencia (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

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Por: . | Fuente: patria-nazarena.blogspot.com

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En diversos lugares de España, Beatos Jaime Puig Mirosa y 18 compañeros de la Congregación de los Hijos de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, además de Sebastián Lorens Telarroja, laico, asesinados por odio a la fe. ( 1936-1937)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Hijo de Isidro y de Dolores, nació en Manlleu (Barcelona) el día 24 de octubre de 1908. Era el último de cuatro hermanos, que quedaron huérfanos de padre desde 1909. Por esta condición y “careciendo su madre de medios para atender debidamente a su instrucción”, el 24 de agosto de 1918, a los diez años, ingresó en el colegio de Huérfanos de Sant Julià de Vilatorta. Pedro, por su inclinación a la vida religiosa, formaba parte del grupo de preaspirantes , que atendía espiritualmente el P. Cristóbal Viñuela. El 13 de mayo de 1922 salió de Sant Julià para ingresar al colegio Nazareno de Blanes.

Al completar las humanidades, Pedro pidió el ingreso al noviciado, vistiendo el hábito el día 23 de septiembre de 1923 en el colegio-noviciado Sagrada Familia de Les Corts, bajo la guía del padre Ramón Oromí, como maestro, haciendo la primera profesión al siguiente año. En el escolasticado de Les Corts, siendo el padre Fidel Fons prefecto de escolares, realizó todos sus estudios eclesiásticos, destacando también, según testimonio de algunos de sus hermanos, los frutos de sus admirables dotes artísticas y literarias.

Hizo las prácticas de enseñanza en el colegio Nazareno de Blanes, durante el curso 1927-28, como auxiliar del prefecto de aspirantes y en el curso siguiente en el colegio San Luis de Begues. Hizo su profesión perpetua el 17 de septiembre de 1931. Promovido en Barcelona a las sucesivas órdenes sagradas, fue ordenado sacerdote el 20 de febrero de 1932, juntamente con los padres Jaime Puig, Miguel Barrachina, Enrique Minobis y José Llauradó en la capilla del palacio episcopal.

De su personalidad destacan su bondad y cordialidad, su férrea voluntad y regio carácter, la austeridad de su vida y su continua exhortación a amar la castidad y la pureza, como virtudes fundamentales de los Hijos de la Sagrada Familia. Con la fuerza de su vida ejemplar, instaba de palabra a la perfección en la vida religiosa. Era afable, alegre, atento a los pequeños detalles y reglas de urbanidad. El amor que profesaba a la Iglesia y al Instituto lo mantenía despierto, sereno y decidido.

Habiendo casi terminado sus estudios de magisterio, fue destinado al colegio Jesús, María y José de Sant Andreu y luego al colegio de San Ramón de Vilafranca, como secretario, debiendo salir de allí con el resto de la comunidad, ya en mayo de 1936, cuando el Ayuntamiento incautó el colegio. Pasó provisionalmente al colegio San Luis de Begues, junto con otros sacerdotes y un grupo de 9 novicios, estando destinado para la delegación argentina y con los papeles en regla para embarcar el día 21 de julio de 1936.

El día 17 de julio bajó a Barcelona para ultimar los papeles y los preparativos para el viaje y, ya en Sant Andreu, se encontró con el ambiente revuelto. Regresó al colegio y, en vista de los acontecimientos que se sucedían, los padres se distribuyeron en diferentes casas de algunos amigos y conocidos. Como la familia en donde estaba tenía miedo de algún registro y todos los conocidos escabullían la responsabilidad, tras mucho pelear y arriesgarse, consiguió un pase de gobernación, controlado por el comité y pudo llegar a Vic y a Manlleu, en donde trabajaban sus hermanos, a finales del mismo mes de julio.

Después de muchas dificultades, idas y venidas, permaneció oculto en casa de los suyos. Por sus hermanos, supo que lo tenían señalado y vigilado. Entonces decidió cruzar el río Ter de noche y salir de allí en dirección a Barcelona. Según el testimonio del padre Juan Morató, probablemente el día 15 del mes de octubre de 1936, en un registro efectuado por la FAI en la pensión donde se camuflaba, fue aprehendido, declarando noblemente su condición de religioso y sacerdote, y cayendo bajo el plomo cobarde de sus asesinos en el cementerio de Moncada, luego de haber sido llevado a la cárcel del convento de San Elías. Contaba con 28 años de edad y 12 de profesión religiosa. Sus restos mortales no fueron identificados y se inscribió su desaparición en el Juzgado n° 8 de Barcelona.

Integran el grupo:
(Nombre, Lugar y fecha del martirio)


01.- Jaime (Jaume) Puig Mirosa, Sacerdote- Blanes (Girona) el día 30 VII 1936;
02.- Sebastián Llorens Telarroja, Apóstol Laico- Blanes (Girona) el día 30 VII 1936;
03.- Narciso Sitjà Basté, Sacerdote- Barcelona el 9 VIII 1936;
04.- Juan Cuscó Oliver, Sacerdote- Lérida el 21 VIII 1936;
05.- Pedro Sadurní Raventós, Sacerdote- Lérida el 21 VIII 1936;
06.- Fermín Martorell Víes, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
07.- Francisco Llach Candell, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
08.- Eduardo Cabanach Majem, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
09.- Ramón Cabanach Majem, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
10.- Juan Franquesa Costa, Sacerdote- Cerveza, Lleida, 2 IX 1936;
11.- Segismundo Sagalés Vilà, Religioso Coadjutor- Múnter, Barcelona, 8 IX 1936;
12.- José Vila Barri, Sacerdote- Gurb de la Plana, Barcelona, 21 IX 1936;
13.- Pedro Verdaguer Saurina, Sacerdote- Barcelona, 15 X 1936;
14.- Roberto Montserrat Beliart, Sacerdote- Barcelona, 13 XI 1936;
15.- Antonio Mascaró Colomina, Religioso Escolar- Barcelona, 27 I 1937;
16.- Pedro Ruiz Ortega, Religioso Escolar- Barcelona, 4 IV 1937;
17.- Pedro Roca Toscas, Religioso Escolar- Barcelona, 4 IV 1937;
18.- Ramón Llach Candell, Sacerdote- Barcelona, 19 IV 1937;
19.- Jaime Llach Candell, Sacerdote- Barcelona, 19 IV 1937;
20.- Ramón Oromí Sullà, Sacerdote- Barcelona, 26 IV 1937.

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Por: Carlos Martínez Herrer // Nieves San Martín // Lamberto de Echeverría (†), Bernardino Llorca (†) y José Luis Repetto Betes | Fuente: Zenit.org // Año Cristiano BAC 2005

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En Valencia, en España, beato Narciso Basté Basté, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, que, aceptando con fidelidad las palabras de Cristo, en tiempo de persecución contra la fe, por su muerte pasó a la vida de la gloria. ( 1936)

Fecha de beatificación: 11 de marzo de 2001. por S.S. Juan Pablo II, es uno de los 233 mártires de Valencia

Breve Biografía

Este celoso sacerdote jesuita, muy comprometido con la causa de los pobres, había nacido en la provincia de Barcelona, en San Andrés de Palomar, el año 1866. Tenía 24 años cuando en 1890 ingresó en la Compañía de Jesús, realizando con gran fervor su noviciado y pronunciando los primeros votos religiosos al término del mismo. Continuó los estudios y en 1899 era ordenado sacerdote. Fue admitido a la profesión perpetua el año 1901. Desempeñó ejemplarmente su ministerio y estuvo destinado como director del Patronato de la Juventud Obrera, que hacía un enorme bien entre los muchachos trabajadores de la capital valenciana.

En esta institución, fue, como el fundador del Patronato, Gregorio Gea, un hombre plenamente entregado a la causa de la evangelización.

Se entregó de lleno, durante más de treinta años, al Patronato de la Juventud Obrera de Valencia: catequesis, apostolado con los jóvenes, culto litúrgico, confesiones, visitas asiduas a los enfermos, ayuda a los pobres y necesitados, fueron sus principales actividades apostólicas, pero fue también, como director del Patronato, un práctico de la acción social y educativa entre la juventud.

Las escuelas, las colonias de Serra, los equipos de fútbol, la banda de música, los huertos del Parque, el grupo excursionista, los belenes, el teatro, etc., son instituciones que merecen una aproximación historiográfica profunda e individualizada, por la influencia que han tenido, y aún tienen, en la vida de miles de valencianos.

En el plan de Basté, la congregación mariana fue el alma que insuflaba a las distintas secciones del Patronato, la joya de la corona.

Fueron coetáneos de Basté, en España, los sacerdotes pedagogos san Pedro Poveda, Andrés Manjón, Miguel Fenollera, los salesianos Guillermo Viñas y Rodolfo Fierro; los jesuitas Campoamor, Ruiz Amado, Félix Restrepo, Pablo Hernández y Ángel Ayala; el escolapio Tomás Viñas; el cardenal Ángel Herrera Oria, el marianista Domingo Lázaro, el agustino Teodoro Rodríguez, el terciario capuchino Luis Amigó y Ferrer, Manuel Siurot, etc, una época dorada de la pedagogía católica.

Narciso Basté Basté estuvo destinado en la residencia casa profesa de Valencia, desde octubre de 1901 hasta la disolución de la Compañía de Jesús, en enero de 1932, con el encargo de director de la Congregación Mariana de Nuestra Señora de los Ángeles y San Luis Gonzaga (la del Patronato de Valencia), que llegó a ser la más numerosa de la ciudad.

Su interés y entrega a la juventud obrera no le libraron del odio de los revolucionarios de 1936, que lo asesinaron en Valencia el 15 de octubre de 1936. El padre Basté no necesitaba el martirio para ser beatificado, porque ya en vida tenía fama de santo.

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Por: . | Fuente: P. Felipe Santos || TurismoMoquegua.com.pe || preguntasantoral.blogia.com

Mártir

Santa Tradicional, no incluida en el actual Martirologio Romano

Martirologio Romano (1956): En Cesarea de Palestina, Santa Fortunata Virgen y Mártir -hermana de los dichos Mártires Carponio, Evaristo y Prisciano- la cual en la persecución de Diocleciano, después de haber padecido el potro, el fuego, las fieras y otros tormentos, entregó su alma a Dios. Su cuerpo lo llevaron a Nápoles de Campania ( s.III)
Etimológicamente significa “afortunada”. Viene de la lengua latina.

No son actos heroicos sino sencillos y modestos.

Era una mártir de Cesarea de Palestina bajo el imperio de Diocleciano. Aunque murió allá, su cuerpo se lo trajeron a Nápoles.

En la segunda mitad del siglo VIII, el obispo de Nápoles Esteban II puso su culto en el monasterio de san Gaudioso.

Un documento del año 986 recuerda que la iglesia de Fortunata fue destruida y volvió a reconstruirse junto al lago Patria.

Desde luego el culto que se le tributa en la zona es muy fervoroso y muy abundante.

Lo que importa, aparte de los hechos históricos o no, es que existe devoción a esta santa, no solamente en Nápoles sino también en Palermo.

Y una devoción no sigue, después de tantos siglos, por un fanatismo ciego e irracional.

La gente no es tonta. Puede que haya dudas acerca del modo cómo la trajeron desde Palestina hasta el puerto de Nápoles.

Lo cierto y lo seguro es que no se puede inventar una devoción a una santa o santo. Tiene que haber motivos profundamente religiosos para que el pueblo fiel y sencillo comience a venerar sus reliquias y que, mediante las oraciones de petición, se hayan obrado milagros en su nombre.

Es también la patrona de Baucina. Según algunos estudiosos, con ella llegaron también tres mártires: Carponio, Evaristo y Prisciano.

Reliquias de Santa Fortunata en Perú

Santa Fortunata, virgen y mártir, nació entre los años 281 a 287 de nuestra era; las continuas persecuciones que sufrieron los cristianos por el Emperador Diocesano, en la llamada "Era de los Mártires", le tocó a Fortunata, al igual que muchos por su fe en Cristo, ser degollada un 14 de Octubre, entre los años 298 a 304 cuando sólo contaba con 17 años de edad, y cuyos restos se veneran con mucha fe en el altar de la Catedral de Moquegua, al sur del Perú.

Trasladado su cadáver al Cementerio de Calepodio en Roma, sus restos fueron exhumados quince siglos más tarde con autorización papal, y don Jaime Severine Canónigo de la Iglesia San Marco de Roma, custodio de las sagradas reliquias, donó el cuerpo de Santa Fortunata al Padre Fray Tadeo Ocampo, Comisario del Colegio de Propaganda FIDE de Moquegua, que se encontraba de visita en Roma a principios de 1796. Con los restos de la Santa se le dio también a Ocampo, un vaso con su sangre reseca por los siglos y las letras en originales en latín o sea la credencial de la autenticidad de Santa Fortunata. Con los sagrados restos, 23 religiosos y cuatro legos para su colegio de Moquegua, partió Ocampo del puerto español de Cádiz el 18 de octubre de 1796 en la nave mercante “Nuestra Señora de la Soledad”.

Llega a la ciudad de Moquegua después de dos años, luego de una travesia bastantes dificultosa (Río de Janeiro, Sao Pablo, Buenos Aires, Córdoba, Tucumán, Salta, Arica, Ilo y Moquegua), la entrada a la ciudad la realizaron por el “Portillo” en donde se levanto un arco de flores, alfombrándose además la calle principal para el paso de la Santa que, conducía en hombros por la matronas de Moquegua, fue seguida de una lluvia de flores y del místico recogimiento por el clero, congregaciones religiosas y toda la feligresía que se congregó e la entrada de la ciudad. Los restos fueron recibidos por Lorenzo Vizcarra moqueguano que hizo como párroco de la ciudad y también a nombre del Obispo de la Diócesis de Arequipa. Mons. Chávez de la Rosa, fue trasladado luego a la Iglesia de San Francisco, en donde durante ocho días fue objeto de cultos especiales por parte del pueblo.

En una Urna, con pintura de Pan de Oro, se encuentra el sagrado cuerpo artísticamente retocado con una capa de yeso, en la cual muchos estudiosos han acreditado la autenticidad del cuerpo de la Santa.

Santa Fortunata es la virgen y mártir, único caso en el mundo, cuyo cuerpo presente ubicado en una urna se le venera con gran fe y devoción y es sacada en procesión desde 1798 cada 14 de octubre . (La fiesta en Moquegua se inicia en el mes de Octubre, entre los días 12 y 14).

Al existir dos cuerpos, sabemos que deben ser dos mártires distintas que no tan sólo tuvieron martirios similares sino tambien el mismo nombre. Sus historias se han mezclado con el pasar de los años, pero cada una cuenta con muchos devotos.

La controversia y una conclusión razonable

Uno de los primeros errores fue, en mi opinión, querer identificar el corposanto extraído de las catacumbas con esta santa mencionada en el Martirologio. El corposanto de Fortunata fue concedido, junto con un vaso de su sangre, a la ciudad italiana de Baucina (Palermo). La bula papal está disponible, es consultable y está firmada en Roma a 29 de enero de 1790. En 1840 fue recompuesto y recubierto con cera para su veneración. Desde entonces, ha recibido fiestas anuales donde la urna es sacada en procesión, junto con la lápida y la antigua arqueta, en un gran clamor popular. Ellos la identifican con la Santa Fortunata del Martirologio, pero al menos toda la documentación está en regla: hay bula papal, hay lápida, hay reliquias y hay un vaso con sangre. En principio, todo está correcto.

Sin embargo la controversia nace porque existe otra Santa Fortunata que se venera en Moquegua, Perú (en la imagen). Resulta que el padre franciscano Fray Tadeo Ocampo viajó a Roma y obtuvo un documento, firmado el 5 de enero de 1793, en el que se le otorgaba el cuerpo de la mártir, así como un vaso de vidrio con su sangre, para “exponerlos a la veneración de los fieles en cualquier iglesia, oratorio o capilla”.

El cuerpo llegó a Moquegua el 8 de octubre de 1796. Froilán Miranda Nieto hizo una descripción de lo que contiene desde entonces la urna que se conserva en la iglesia de Santo Domingo. Según él, se trata de “una mujer hermosa de cabellos áureos y serena frente, perfecto perfil y breve boca que, dibujando la apacible sonrisa de las almas tranquilas, deja ver dos hileras de dientes diminutos y blancos”. Esta descripción puede llevar a confusión y hacer creer al lector de que se trata uno de los cuerpos llamados “incorruptos”, mas no es así. Lo que Froilán Miranda está describiendo es la máscara de yeso y lujosos vestidos que cubren lo que hoy queda de esta Fortunata: un antiguo esqueleto articulado con alambres, recompuesto en 1840.

¿Qué ocurre aquí? Que hasta la fecha, algunas personas de Moquegua, siguen protestando que su Fortunata es la auténtica, y que los italianos tienen la falsa, ¿acaso no tendría sentido pensar que ambas son auténticas? ¿Por qué pegarse por la posesión de esta o cual Santa, si los santos no son un coche ni un chalet en los Andes? ¿Por qué una tiene que ser la “auténtica y milagrosa” y la otra “impostora”? Semejante despropósito me enerva por la falta de respeto y cariño entre cristianos que veneran a una mártir. Tratándose de una mártir de las catacumbas, no es que pueda haber dos, ¡es que puede haber doscientas Fortunatas! No sólo porque fue un nombre muy común para una mujer en la Antigüedad, sino porque, como muy bien han apuntado algunos estudiosos de los corposantos, a veces el nombre Fortunata en las lápidas no representa el nombre de la persona, sino un adjetivo: tú, "afortunada", que padeciste por Cristo.

Lo que sabemos por los documentos es que ni la una ni la otra corresponden a la Santa Mártir de Palestina. Espero que esto sirva para dejar ya fuera de toda duda que en las ciudades de Moquegua y Baucina se veneran santas distintas, aunque homónimas, y que nadie le ha robado la santa a nadie, ni unos tienen la “buena” ni otros tienen la “mala”. Y otra cosa sería que admitiesen que ni una ni otra tienen que ver con la Santa Fortunata palestina que viene reseñada en el Martirologio.

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11:49 p.m.

Sacerdote Eremita

Martirologio Romano:En San Severino Marche, del Piceno, en Italia, santo Domingo, llamado Loricato, por la coraza de hierro que llevaba ceñida al cuerpo, presbítero de la Orden Camaldulense, el cual, habiendo sido ordenado simoníacamente, se hizo monje eremita y, discípulo de san Pedro Damiani, llevó una vida austera y disciplinada (1060).

Etimología: Domingo = Aquel que es consagrado al Señor, viene del latín

Las fuentes que permiten conocer algo de la vida de Domingo se encuentran en el Acta Sanctorum de san Pedro Damián. Era un clérigo camaldulense, que eligió el apartado entorno de la montaña para llevar una vida penitencial junto a otros ermitaños. Ayuno, mortificaciones, silencio y trabajo fueron cadencias de una oración que elevó a Dios sin desmayo con un sentido purgante que abarcaba, junto a la aflicción por sí mismo, a los demás. Esto último es de los pocos hechos a los que se puede dar credibilidad. Porque los ascendentes de este santo, como ha sucedido con otras biografías ofrecidas en esta sección, están envueltos en elucubraciones; no vienen fundamentadas; son intentos de fijar lo que en modo alguno puede ser contrastado, y, por tanto, vanos. Así, como lugar de nacimiento de Domingo se barajan Cagli, Cantiano, Luceoli… Nada se sabe de ello a ciencia cierta. Es de suponer que pudo ver la luz en un lugar fronterizo entre Las Marcas y la Umbría, escenario de su vida penitencial, a finales del siglo X.

Por san Pedro Damián que, después del óbito del santo monje, se ocupó de plasmar seguramente la parte que mejor conocía y que más le impactó de él, sabemos de su excelso sentido el honor y la dignidad que marcó toda su existencia al punto de consagrarse a extremas y severísimas disciplinas expiando una falta que no cometió. El hecho se produjo cuando tenía edad para ser ordenado sacerdote, y sus padres, que aspiraban a conseguirle un futuro prometedor en la Iglesia, parece que pusieron las bases nada menos que con un pecado de simonía para obtener del obispo su ordenación sacerdotal mediante el obsequio de una piel de cabra. Conmocionado por este hecho doloso, del que tuvo noticia después, Domingo no consintió celebrar la santa misa, ni ejercer la misión pastoral que le hubiera correspondido dada su condición sacerdotal adquirida entre los años 1015 y 1020. Las dudas sobre su ordenación efectuada sobre este presupuesto de barro pesaron como una losa sobre él; al menos lo hizo la sospecha que recaía sobre el sacramento, o así lo entendió. Y la única salida que vio fue purgar este pecado de los suyos con un grado altísimo penitencial en la vida monástica.

En la región de Umbría se hallaba entonces un notable eremita, Juan de Montefeltro que presidía una comunidad de camaldulenses de Luceoli formada por dieciocho monjes. Domingo fue a su encuentro y solicitó que lo acogieran. Obtenida esta petición, durante un tiempo convivió con ellos, sin vacilar ante el rigor que se había impuesto. Extremado en la austeridad y en las mortificaciones iba bastante más lejos que sus compañeros, a los que debía satisfacer la ya de por sí severa existencia que llevaban. Se revistió con una especie de armadura (lórica; de ahí el sobrenombre de «loricado») compuesta de hierro y puntas aceradas, de la que nunca se desprendió excepto para aplicarse las disciplinas (azotes). No es difícil imaginar lo que pudo suponer llevar tal cilicio durante un cuarto de siglo, como hizo él. La flagelación eran tan virulenta y continua que mudó hasta el color natural de su piel, de tanto quedar impregnada de sangre.

En torno a 1043 los dejó para unirse a los benedictinos del monasterio de Fonte Avellana, dependiente de la diócesis de Gubbio. San Pedro Damián, que estaba al frente del mismo en ese momento, pronto quedó conmovido por la vehemencia de su oración, austeridad y dureza de los castigos penales que se infligía. Y es que, además de vestir la coraza, encadenaba sus miembros, y de esa guisa continuaba orando con los brazos en cruz mientras recitaba el Salterio, con la única medida que le permitía su resistencia, que no era poca. Así engarzaba muchas veces las noches con el día. Sometido al ayuno, sólo se alimentaba con pan, agua y algunas hierbas, ya que si caía en sus manos otra clase de alimentos los distribuía entre los enfermos y los pobres; ni siquiera se permitía el mínimo descanso, y cuando lo hacía, vencido su aguante, por lo general dormía sobre las rodillas. Pareciéndole poco los excesos que realizaba, aún solicitaba a su confesor que le impusiera penitencia. Era frecuente verle absorto en la contemplación, y siempre respondía con concisión y rigor a las preguntas que le formulaban del tipo que fueran. Estaba agraciado con el don de lágrimas, que vertía movido por su intensa aflicción por sus pecados y los ajenos.

En 1049 Pedro Damián lo puso al frente de la ermita de la Santísima Trinidad, erigida por él en Monte San Vicino (actual Apiro, Macerata). Nunca presidió como prior el monasterio de santa María di Sitria, como alguien ha sostenido. Lo que sí sucedió es que regresó a Fonte Avellana por poco tiempo; breve fue también su permanencia en san Emiliano in Congiuntoli. Así que se puede afirmar que prácticamente pasó el resto de su vida en la Santísima Trinidad donde se hallaba el año 1059. Como era previsible, la cruda reparación que llevaba a cabo, incluidos los ayunos, le afectaron gravemente y murió el 14 de octubre de 1060, justamente cuando sus hermanos se disponían a cantar la prima, después de haber tenido la gracia de rezar junto ellos. A finales del año siguiente Pedro Damián redactó la mencionada biografía por sugerencia del pontífice Alejandro II. Entonces, la fama de santidad de Domingo, y el impacto de sus durísimas penitencias y mortificaciones, llevadas en el silencio oferente de una sencilla celda, habían atravesado los muros del convento.

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11:49 p.m.

Mártir Ucraniano

Martirologio Romano: En Lviv, de Ucrania, beato Román Lysko, presbítero y mártir, que durante la persecución contra la fe, siguiendo de cerca las huellas de Cristo, por su gracia llegó al reino celestial (1949).

Etimología: Román = Aquel que pertenece a Roma, viene del latín

Nació el 14 de agosto de 1914 en Horodok (Lvov). En 1938 se casó con Neonila Huniovska. El 28 de agosto de 1941 fue ordenado sacerdote(*); desarrolló su apostolado en la archieparquía de Lvov. Durante 1944 fue párroco de Belzets.

En 1946, el Gobierno soviético, que había anexado esa parte de Polonia al estallar la segunda guerra mundial, suprimió la Iglesia greco-católica y obligó a sus obispos, sacerdotes y fieles a pasar a la ortodoxia. Los Lysko se refugiaron en su pueblo natal, en Horodok.

Roman seguía ejerciendo su ministerio pastoral sin crearse problemas. Bautizaba en el patio de casa y celebraba bodas en el bosque, decía misa en los pueblos, en las casas de los fieles, con las ventanas cerradas, junto a una mesa con vodka para hacer creer que era una fiesta entre amigos, en caso de que irrumpieran los agentes de la NKVD (la policía secreta de Stalin).

Su rechazo a pasarse a la Iglesia ortodoxa le costó la cárcel en Lvov, en la que murió, a la edad de 35 años (1949), por un "paro cardíaco", la causa exacta de su muerte se desconoce, algunos prisioneros testimoniaron que fue golpeado brutalmente por sus carceleros y colocado en una rejilla incandescente. Según otra versión, fue encerrado vivo entre cuatro paredes cerradas con cemento.

Fue beatificado dentro de un grupo integrado por:

El grupo beatificado está integrado por:

Mykolay Charneckyj, Obispo, 2 abril
Josafat Kocylovskyj, Obispo, 17 noviembre
Symeon Lukac, Obispo, 22 agosto
Basilio Velyckovskyj, Obispo, 30 Junio
Ivan Slezyuk, Obispo, 2 diciembre
Mykyta Budka, Obispo, 28 septiembre
Gregorio (Hryhorij) Lakota, Obispo, 5 noviembre
Gregorio (Hryhorij) Khomysyn, Obispo, 28 diciembre
Leonid Fedorov, Sacerdote, 7 marzo
Mykola Konrad, Sacerdote, 26 junio
Andrij Iscak, Sacerdote, 26 junio
Román Lysko, Sacerdote, 14 octubre
Mykola Cehelskyj, Sacerdote, 25 mayo
Petro Verhun, Sacerdote, 7 febrero
Alejandro (Oleksa) Zaryckyj, Sacerdote, 30 octubre
Klymentij Septyckyj, Sacerdote, 1 mayo
Severijan Baranyk, Sacerdote, 28 junio
Jakym Senkivskyj, Sacerdote, 28 junio
Zynovij (Zenón) Kovalyk, Sacerdote, 30 junio
Vidal Vladimir (Vitalij Volodymyr) Bajrak, Sacerdote, 16 Mayo
Ivan Ziatyk, Sacerdote, 17 mayo
Tarsicia (Olga) Mackiv, Monja, 18 Julio
Olympia (Olha) Bidà, Suora, 28 enero
Laurentia (Leukadia) Harasymiv, Monja, 26 agosto
Volodymyr Pryjma, Laico, 26 Junio
(las fechas indicadas corresponden a las de su martirio)

(*)Los varones casados pueden ordenarse en las Iglesias católicas de rito oriental.

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6:10 p.m.
SAN CALIXTO I 

PAPA




PALABRA DE DIOS DIARIA

San Calixto I, papa y mártir, que, cuando era diácono, después de un destierro en la isla de Cerdeña tuvo a su cuidado el cementerio de la vía Apia que lleva su nombre, donde dejó para la posteridad las memorias de mártires, y elegido papa, promovió la recta doctrina, reconcilió benignamente a los apóstatas, terminando su intenso pontificado con la gloria del martirio. En este día se conmemora su sepultura en el cementerio de Calepodio, en la vía Aurelia, en Roma (c. 222).

Etimología: Calixto = Aquel de gran belleza, viene del griego

Las catacumbas son una meta obligatoria para los peregrinos y turistas que van a Roma. Particularmente célebres y frecuentadas son las de San Calixto, que el Papa Juan XXIII definió “las más importantes y las más célebres de Roma”. Quedan cerca de las también famosas catacumbas de San Sebastián y de Santa Domitila. Comprenden un área de 400 metros por 300, con cuatro pisos sobrepuestos; se ha calculado que tienen no menos de 20 kilómetros de corredores.

Esta obra colosal recuerda para siempre a San Calixto, porque fue él quien se preocupó por su realización, primero como diácono del Papa Ceferino y después como Papa. Pero este lugar no es precioso sólo por sus dimensiones, sino por el gran número y la importancia de los mártires que fueron “depositados” allí: particularmente célebres son las criptas de Santa Cecilia y la contigua de los Papas Ponciano, Antero, Fabián, etc. Por eso, puede parecer raro que falsee precisamente la de San Calixto que fue quien hizo construir esa cripta.

La tumba de San Calixto se encuentra en el corazón de la antigua y genuina Roma: en la basílica de Santa María en Trastevere, que fue construida por el Papa Julio a mediados del siglo IV, intitulada también a San Calixto.

Calixto nació en Trastevere en la segunda mitad del siglo II, y su padre era un tal Domicio. Era de humilde condición, pero muy apreciado por el correligionario o Carpóforo, que le confió la administración de sus bienes. Pero algo no marchó bien, pues poco después el pobre Calixto fue condenado a hacerle dar vueltas a una rueda de molino para pagar al patrón y a la comunidad cristiana los perjuicios ocasionados. Poco tiempo después Calixto tuvo que soportar otra dura condena, la flagelación y la deportación a Cerdeña, por las acusaciones de los judíos.

La comunidad cristiana lo rescató, incluso con la intervención de Marcia, la concubina de Commodo, y entonces Calixto colaboró con el Papa Víctor y con Ceferino, a quien sucedió como Papa en el 217.


Su elección provocó el cisma de Hipólito, que reprochaba a Calixto su origen servil y sobre todo su flexibilidad con los pecadores. San Calixto tuvo también que luchar contra la herejía sabeliana. Murió “mártir”, no a mano de la autoridad imperial como asegura el Martirologio Romano, sino durante una sublevación popular. 

11:49 p.m.

Por: . | Fuente: Somos.Vicencianos.org

Mártires Vicencianos

Martirologio Romano: En distintos lugares de España, Beatos Fortunato Velasco Tobar y 13 compañeros, de la Congregación de la Misión;asesinados por odio a la fe ( 1934-1936)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Es “la octubrada”. Trágico ensayo de la gran hecatombe, que empezó en julio de 1936 y terminó en marzo de 1939.

Allí, en la “Asturias Roja”, nació la consigna “U. H. P.”. Allí, el apelativo “rojo” surgió como denominador común de los sin Dios y los sin Patria. Allí comenzó a ser bandera el puño en alto. Allí el saqueo y la destrucción se impusieron como sistema. Allí la persecución a muerte de sacerdotes y religiosos fue empeño característico.

En Oviedo, “la ciudad mártir”, junto a sacerdotes, religiosos y seminaristas ejemplares y beneméritos de la Religión y de España, sucumbieron víctimas de la triste y vergonzosa revolución; que venía cegando la centella de la dignidad humana, ahogando la luz del espíritu y sofocando los últimos vestigios de la gracia en las almas, tres miembros dignísimos de la Congregación de la Misión: los PP. Vicente Pastor y Tomás Pallarés y el Hermano Coadjutor Salustiano González.

Sobre las ruinas sagradas del Seminario Diocesano de Oviedo, semillero de hombres ilustres, brilla, desde octubre de 1934, la aureola del martirio. Regíanlo a la sazón, y desde 1900, los PP. Paúles. Ante el horrible tiroteo con que lo envolvieron en la tarde del día 6 las vanguardias rojas, que asaltaban la ciudad, se impuso la desbandada. La mayor parte de los seminaristas cayeron en poder de los revolucionarios. A punto de ser fusilado un grupo de los mismos, el Hermano González se interpuso diciendo a los verdugos: “Matadme a mí, que no sirvo para nada; pero no matéis a estos jóvenes, que pueden hacer mucho bien”. Conducta tan heroica amansó a las fieras, o, mejor, aplacó momentáneamente sus iras; la perpetración de sus crímenes no toleró largo plazo: aquellos seminaristas que tan al filo estuvieron de la muerte, sufriendo, es verdad, insultos, vejámenes y cárcel (en Mieres), en compañía del Rector (Padre Churruca, C. M.) y algunos profesores, salvaron, al fin, sus vidas; mas otros cayeron (José Méndez, Angel Cuartas, Mariano Suárez, Jesús Prieto, José María Fernández, Gonzalo Zurro y Juan, Castañón) y no lejos de ellos, cual espiga que el vendaval rojo, con sus ardores, acabó de madurar, tronchóse al golpe de la bala mortífera el venerable anciano y santo Hermano Salustiano González Crespo. El P. Vicente Pastor Vicente no abandonó, a lo que parece, el Seminario y en él le asesinaron vilmente los rojos. El P. Tomás Pallarés Ibáñez estuvo encarcelado en el Instituto, donde continuó ejercitando, con notable edificación, su oficio de Padre Espiritual del Seminario. Cuando el edificio iba a ser volado con dinamita, como todos los demás prisioneros, trató de salvarse descolgándose por una ventana, con tan mala fortuna que, al caer (tal vez se desvaneciera en el aire, pues a ello era propenso) quedó muerto.

Los cadáveres del P. Pallarés y del H. González desaparecieron incinerados; el del P. Pastor reposa, en compañía de los de los seminaristas, en el cementerio de Oviedo. Las seis sepulturas están bajo el cobijo de una cruz majestuosa al par que sencilla, y en lápida de mármol, que le sirve de pedestal, la expresiva dedicatoria: “SALVETE, MARTYRES CHRISTI”.

Pues éste es su propio lugar, completemos aquí mismo las presentes notas con los apuntes biográficos de estos protomártires de los Paúles españoles.

1) El P. Tomás Pallarés Ibáñez (1890-1934)

Era natural de la Iglesuela del Cid (Teruel); nació el 6 de marzo de 1890. Sus padres se llamaron Jenaro y María Amparo. Ingresó en la Congregación el 8 de septiembre de 1906. Recibió las sagradas Órdenes en 1915 y fue destinado a la residencia de la Orotava, desde la cual salió a misionar durante varios años muchos pueblos y pagos de la Isla de Tenerife. Por los años 1925, 1926 y 1927 estuvo en Guadalajara como profesor del Colegio Apostólico; desde este último año vivió en, la Casa Central de Madrid de ayudante del Procurador Provincial de la Congregación, hasta 1930; en dicho año fue destinado a Oviedo, de cuyo Seminario fue primero mayordomo y después Director Espiritual.

Siempre tuvo el P. Pallarés fama de santo, sobresaliendo en la práctica de la humildad alimentada de continuo en una piedad poco común.

2) El H. Salustiano González Crespo (1871-1934)

Era de carácter sencillo y pacífico, con temperamento linfático. Había nacido en Tapia de la Ribera (León) el 1 de mayo de 1871. Estuvo dos años de enfermero en, el Hospital Civil de León y fue admitido en el Noviciado de los Paúles, en Madrid, el 28 de octubre de 1894. Hechos los santos votos, fue destinado a Canarias; más de veinte años estuvo por allá, en La Laguna, y pasando por Cuenca —1928-1929— llegó a Oviedo en 1930, donde le esperaba la palma del martirio y la corona del triunfo.

No era un gran talento, ni le hacía falta; Dios no le había llamado a la Congregación de la Misión para ser lumbrera de ciencia humana; la divina le ilustró, y, de ahí, su ferviente anhelo de acabar esta vida en, gracia y como testigo fiel del Autor de ella.

Las terribles y sangrientas escenas desarrolladas en Asturias durante quince días llenaron de espanto a España y al mundo y su interés espeluznante subió de punto al comprender que lo que tal vez alguien estimó momentáneamente obra completa y terminada, no era en realidad de verdad más que el prólogo die un drama infernal; en las páginas siguientes vamos a iluminar con pinceladas propias sus escenas de horror insospechado.

Elías Fuente, Año de publicación original: 1942

Este grupo de mártires está integrado por:

1. TOMÁS PALLARÉS IBÁÑEZ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 06 Marzo1890 en Iglesuela del Cid, Teruel (España)
martirio: 13 Octubre 1934 en Oviedo, Asturias (España)

2. SALUSTIANO GONZÁLEZ CRESPO
hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 01 Mayo 1871 en Tapia de la Ribera, León (España)
martirio: 13 Octubre 1934 en Oviedo, Asturias (España)

3. LUIS AGUIRRE BILBAO
hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 13 Septiembre 1914 en Murguía, Vizcaya (España)
martirio: 30 Julio 1936 en Alcorisa, Teruel (España)

4. LEONCIO PÉREZ NEBREDA
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 18 Marzo1895 en Villarmentero, Burgos (España)
martirio: 02 Agosto 1936 en Las Planas de Oliete, Teruel (España)

5. ANDRÉS AVELINO GUTIÉRREZ MORAL
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 11 Noviembre 1886 en Salazar de Amaya, Burgos (España)
martirio: 03 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)

6. ANTONIO CARMANIÚ MERCADER
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 17 Agosto 1860 en Rialp, Lérida (España)
martirio: 17 Agosto 1936 en Llavorsi, Lérida (España)

7. FORTUNATO VELASCO TOBAR
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 31 Mayo 1906 en Tardajos, Burgos (España)
martirio: 24 Agosto 1936 en Alcorisa, Teruel (España)

8. RICARDO ATANES CASTRO
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 05 Agosto 1875 en Cualedro, Orense (España)
martirio: 14 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)

9. PELAYO JOSÉ GRANADO PRIETO
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 30 Julio 1895 en Santa María de los Llanos, Cuenca (España)
martirio: 27 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)

10. AMADO GARCÍA SÁNCHEZ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 29 Abril 1903 en Moscardón, Teruel (España)
martirio: 24 Octubre 1936 en Gijón, Asturias (España)

11. IRENEO RODRÍGUEZ GONZÁLEZ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 10 Febrero 1879 en Los Balbases, Burgos (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)

12. GREGORIO CERMEÑO BARCELÓ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 09 Mayo 1874 en Sitios, Zaragoza (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)

13. VICENTE VILUMBRALES FUENTE
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 05 Abril 1909 en Reinoso de Bureba, Burgos (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)

14. NARCISO PASCUAL y PASCUAL
hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 11 Agosto 1917 en Sarreaus de Tioira, Orense (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)

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11:49 p.m.

Por: . | Fuente: Abadía San José de Clairval

Mártir de la verdad

Martirologio Romano: En Coutances (Francia), Beato Pierre-Adrien Toulorge, sacerdote profeso de los Canónigos regulares Premostratenses, asesinado por odio a la fe ( 1793)

Breve Biografía

Otoño de 1793. La Revolución Francesa ha entrado en su fase más violenta: el Terror. Los sacerdotes fieles a la Santa Sede son perseguidos y juzgados. El 12 de octubre por la noche, en Coutances (Normandía), el padre Pedro Toulorge, de 37 años, regresa radiante del tribunal a la celda, que comparte con otros detenidos, sacerdotes y laicos. «¿Qué noticias hay? - Buenas noticias: he salido airoso del juicio!». Todos creen que ha sido absuelto. Sin embargo, pronto desvela la realidad: ha sido condenado a muerte y la sentencia no tiene apelación. La alegría general deja lugar al dolor. Una religiosa, detenida al mismo tiempo que él, se deshace en lágrimas. Pero el mártir le dice con fortaleza: «Señora, las lágrimas que derrama son indignas de usted y de mí. ¿Qué dirán las gentes del mundo si saben que, habiendo renunciado al mundo, nos duele abandonarlo? Si manifestamos repugnancia por morir, daremos un mal ejemplo a los hijos del siglo, y puede que su desaliento cierre la puerta de la Salvación a muchas almas que podrían encontrarse en la misma situación. Enseñémosles con nuestra constancia lo que están obligados a hacer. Mostrémosles la fe victoriosa de los suplicios y abrámonos un paso al Cielo a través de los últimos esfuerzos del infierno». ¿Quién era ese intrépido testigo de Cristo y de su Iglesia?

Nacido y bautizado el 4 de mayo de 1757 en Muneville-le-Bingard, en la península de Cotentin, Pedro Adriano es el tercer hijo de Julián Toulorge y de Juliana Hamel, propietarios agrícolas. La diócesis de Coutances, donde se hace mayor, sigue siendo, en la época del triunfo de Voltaire, una región de fervor religioso; casi todos celebran la Pascua y las vocaciones religiosas abundan. Pedro Adriano es piadoso y, cuando manifiesta las primeras aspiraciones al sacerdocio, se hace cargo de él uno de los vicarios de la parroquia, que lo inicia en el latín. El joven ingresa pronto en un colegio para seguir estudios de humanidades, y luego de filosofía. Hacia 1776, le admiten en el seminario mayor de Coutances, regentado por los eudistas, cuyo superior, Francisco Lefranc, será martirizado en París en septiembre de 1792. Tras ser ordenado sacerdote en 1782, Pedro Adriano Toulorge es nombrado vicario de Doville, parroquia de seiscientos habitantes cuyo párroco es un canónigo premonstratense, hombre metódico y diligente. La situación material de ambos sacerdotes les permite vivir modestamente, aunque con decencia. La parroquia cuenta con muchos indigentes, como consecuencia de la guerra de independencia norteamericana, que ha arruinado los oficios del mar. El párroco y su vicario ponen todo de su parte para asistirlos.

Dichosa condición

Ha llegado hasta nosotros el texto de un sermón del joven vicario sobre la felicidad de los justos y la desgracia de los malos, del que destacamos el siguiente fragmento, verdaderamente profético: «¡Cuán dichosa es, hermanos míos, la condición de los hijos de Dios! Cierto es que son puestos a prueba, pero por amor. Cierto es que los aflige, pero hace que esas aflicciones resulten llevaderas; cierto es que sufren, pero su ternura enseguida se conmueve y se apresura a aliviarlos, derramando en su corazón mil bendiciones de dulzura que los regocija y los arrebata. Sí, hermanos míos, pues por las tiernas efusiones del Espíritu de Consolación, penetra en nosotros un placer divino, una alegría inefable que no podemos explicar. Los males cambian de naturaleza, los deseamos, sufriríamos si no tuviéramos nada por lo que sufrir, y todo lo que un alma fiel desea es perpetuar o consumar su sacrificio».

Pedro Toulorge acude con frecuencia a la abadía premonstratense de Blanchelande, que se halla muy cerca. Fundada en Picardía por san Norberto hacia 1120, la Orden de Premontré tiene como finalidad la celebración en común del Oficio Divino y el ministerio parroquial. Los premonstratenses, llamados «canónigos regulares», van vestidos de blanco. Pedro Adriano pide al prior que lo admita en su comunidad; su objetivo es doble: dedicarse al ministerio sacerdotal en el medio rural y practicar la vida comunitaria a fin de hallar un apoyo espiritual. Una vez admitido, realiza el noviciado en la abadía de Beauport, en Bretaña. Hasta junio de 1788 el canónigo Toulorge no regresa a Blanchelande, donde profesa sus votos religiosos. Su ministerio lo ejerce en las parroquias vecinas, en especial mediante la predicación.

Sin embargo, en enero de 1789, el rey Luis XVI convoca en Versalles los Estados Generales (asamblea general del reino). Los acontecimientos adquieren enseguida un giro revolucionario. La Asamblea Constituyente, que ha tomado el poder mediante un golpe de audacia, es de tendencia volteriana, despreciando a los religiosos y codiciando sus posesiones. El 13 de febrero de 1790, suprime las órdenes monásticas y nacionaliza sus bienes; los canónigos regulares son asimilados a los monjes. En abril, la municipalidad de Saint-Sauveur-le-Vicomte envía a Blanchelande una escuadra de representantes para realizar un inventario minucioso -que durará dos meses- de los bienes de la abadía, con objeto de ponerlos a la venta. A continuación, preguntan a cada uno de los cinco canónigos si desean «aprovechar las disposiciones de la ley para abandonar la vida monástica». El prior y el viceprior responden que sí, mientras que los demás hermanos piden continuar viviendo juntos y seguir su regla. Se les indica que podrán retirarse en el «convento de concentración» departamental, donde serán agrupados de oficio los religiosos de todas las órdenes. Ante aquella perspectiva tan poco tranquilizadora, los tres canónigos se retiran discretamente para continuar con su servicio parroquial. Pedro Toulorge es albergado durante año y medio en una granja vecina.

Error de cálculo

En julio de 1790, la Asamblea Nacional promulga la «Constitución Civil del Clero», acto cismático que coloca a la Iglesia de Francia bajo la tutela del poder civil. En adelante, los obispos y sacerdotes serán elegidos por el pueblo, y la Santa Sede se ve despojada de toda autoridad. En noviembre, una nueva ley impone a los sacerdotes funcionarios públicos (obispos, párrocos y vicarios) que presten juramento de fidelidad a la Constitución civil, bajo pena de destitución y, llegado el caso, de persecuciones penales. En marzo de 1791, el Papa Pío VI condena la Constitución civil y prohíbe al clero que preste el juramento cismático. Mientras tanto, numerosos sacerdotes han «jurado» por ambición, codicia, debilidad o ignorancia. Algunos se retractarán al conocer la condena pontificia.

El 26 de agosto de 1792, cuando la «máquina revolucionaria» avanza inexorablemente, una ley condena a la deportación a todos los eclesiásticos funcionarios que no hayan prestado juramento. En adelante, lo que anima abiertamente a los perseguidores es el odio hacia el sacerdote y la religión. Los «rebeldes» que permanezcan en Francia, o que regresen después de haber emigrado, serán pronto reos de muerte. El clero que se mantiene fiel toma en masa el camino del exilio. El padre Toulorge comete entonces un error de cálculo: se considera afectado por la ley de destierro, cuando ésta sólo concierne a los sacerdotes funcionarios. Solicita sus pasaportes y se embarca el 12 de septiembre rumbo a la isla anglonormanda de Jersey, muy próxima. Allí coincide con más de quinientos sacerdotes de la diócesis de Coutances, llevando durante cinco semanas la existencia precaria de un emigrado sin recursos. No obstante, un compañero de exilio le indica su error sobre el alcance de la ley de destierro. Pedro Adriano, pensando en su país que está desprovisto de sacerdotes fieles, decide entonces regresar cuanto antes, con la esperanza de que su ausencia haya pasado desapercibida. Desembarca clandestinamente en una playa de Cotentin y enseguida se oculta en el monte; desde noviembre de 1792 hasta septiembre de 1793, vive en la clandestinidad desplazándose de un pueblo a otro, disfrazado, para celebrar Misa en casas particulares y administrar los sacramentos. Hay otros veinte sacerdotes rebeldes que ejercen el mismo ministerio en el deanato. El padre Toulorge celebra la santa Misa con ornamentos improvisados, y ha copiado de su puño y letra las principales oraciones del misal. Su actividad continúa a pesar del hostigamiento de los comisarios y de los clubes revolucionarios locales. Se insta a las personas que localicen a un sacerdote rebelde a que los denuncien, prometiéndoles una recompensa.

Un pobre pordiosero

Durante la noche del 2 de septiembre de 1793, cerca de la localidad de Saint-Nicolas-de-Pierrepont, una transeúnte ve surgir de la maleza a un vagabundo «embarrado, mojado y cansado». Por caridad, la mujer lo invita a su casa y enciende una lumbre. Confiado, el pobre pordiosero se presenta: es el padre Toulorge. La anfitriona, a su vez, desvela su identidad: sor San Pablo, una antigua monja benedictina expulsada de su priorato por la Revolución. El sacerdote acepta la hospitalidad por esa noche. Al día siguiente por la mañana, la religiosa lo conduce, disfrazado de mujer, a casa de una amiga, Marotte Fosse, donde cree que estará más seguro. Pero los trabajadores, al ver pasar a esa extraña «ciudadana», se percatan de sus medias y zapatos de hombre« Seducidos por la recompensa prometida, siguen a distancia a ambos sospechosos hasta el domicilio de Marotte, y acuden a prevenir al Comité revolucionario. Mientras Pedro Adriano reposa en el granero, unos violentos golpes procedentes de tres guardias nacionales sacuden la puerta de la casa: «Abrid en nombre de la ley». El padre calla como un muerto. Un guardia va en busca de Marotte, que está trabajando, a quien obligan a abrir. La casa es registrada de cabo a rabo. El sacerdote se ha escondido bajo unos haces de lino, pero los guardias nacionales acribillan a bayonetazos el montón de haces secos. ¡Nada!« Se disponen a partir farfullando cuando uno de ellos vuelve a subir al granero y descubre a Pedro Adriano saliendo de su escondite. El sacerdote es arrestado de inmediato y las pruebas (ornamentos sagrados, cáliz«) requisadas.

Dos días después, los acusados son conducidos al directorio del distrito de Carentan para ser juzgados. Con el fin de escapar de la sentencia de muerte decretada contra los «emigrados regresados», Pedro Adriano oculta que ha abandonado Francia. Con la esperanza de que se contradiga, el comisario Le Canut le pregunta a quemarropa: «¿Ni en esta época ni en ninguna otra ha estado usted en Jersey, ni en cualquier otra tierra extranjera? - No. - Pues un sacerdote rebelde que hemos interrogado hace poco ha declarado que le había visto en Jersey (era una estratagema de Le Canut). - No he abandonado el territorio francés, y si algunas personas se lo han dicho es que se han equivocado o han perdido la cabeza». Luego le enseñan los ornamentos sagrados y los objetos de culto requisados en la casa de Fosse, admitiendo ser el dueño. Los jueces, indecisos, deciden enviar al acusado ante el tribunal departamental de Coutances.

«Sí, sí; no, no»

Así pues, el padre Toulorge había negado haber estado en Jersey para conservar la cabeza. Es verdad que un acusado no está obligado a implicarse mientras no se haya establecido la prueba objetiva de su culpabilidad. Sin embargo, al ser reconducido a la cárcel, al religioso le asaltan los remordimientos, pues considera que ha faltado a la verdad. Esta frase de Jesús resuena en su corazón: Sea vuestro lenguaje: ´Sí, sí´; ´no, no´ (Mt 5, 37). Se siente obligado a decir toda la verdad, cualesquiera que sean las consecuencias. Al amanecer del día 8 de septiembre, festividad de la Natividad de la Virgen, Pedro Adriano confiesa espontáneamente que ha permanecido en Jersey, y esa declaración lo conduce a Coutances, donde es encarcelado ese mismo día. El sacerdote normando llega a la capital de La Mancha en el peor momento, ya que allí se encuentra el representante Lecarpentier, enviado por la Convención (el parlamento de la República) para «tomar las medidas necesarias a fin de exterminar los vestigios de la realeza y de la superstición»; Lecarpentier será célebre con el sobrenombre de «verdugo de La Mancha». En pocos días, ciento cuarenta personas son detenidas.

El 22 de septiembre de 1793, Pedro Adriano comparece ante la Comisión administrativa de Coutances, encargada de decidir si debe ser declarado «emigrado regresado». Tras un largo interrogatorio a pesar de su agotamiento físico, reconoce su breve emigración a Jersey. Los jueces, que temen a Lecarpentier pero que quisieran salvar la cabeza del sacerdote, declaran que «el acusado debe considerarse emigrado», basándose en los pasaportes expedidos a su nombre, pero no transcriben sus confesiones, para dejarle una posibilidad de disculparse; después lo envían ante el tribunal criminal, al que compete dictar sentencia. El juez que preside esa instancia, Loisel, aunque jacobino, no es un «terrorista» fanático -en la Baja Normandía no gustaba el derramamiento de sangre. Antes de la sesión, intenta salvar al acusado sugiriéndole que se retracte de sus confesiones de emigración a Jersey y que alegue vagamente una residencia cualquiera en Francia; el tribunal se contentará con ello y Toulorge evitará la guillotina. Algunos jueces están incluso dispuestos a responder en lugar del padre a las preguntas del presidente, con objeto de que no tenga un cargo de conciencia; le bastará con guardar silencio. Pero él prefiere morir antes que dejar de decir toda la verdad, incluso ante un tribunal revolucionario.

El Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, publicado por el Papa Benedicto XVI, responde a la pregunta ¿Qué deberes tiene el hombre hacia la verdad?: «Toda persona está llamada a la sinceridad y a la veracidad en el hacer y en el hablar. Cada uno tiene el deber de buscar la verdad y adherirse a ella, ordenando la propia vida según las exigencias de la verdad. En Jesucristo, la verdad de Dios se ha manifestado íntegramente: Él es la Verdad. Quien le sigue vive en el Espíritu de la verdad, y rechaza la doblez, la simulación y la hipocresía» (n. 521). Su compromiso con la verdad condujo al padre Toulorge a aquella decisión heroica.

En el fallo del Tribunal Criminal del 12 de octubre de 1793, puede leerse: «Toulorge, interpelado para que diga si está en condiciones de justificar que no ha abandonado el territorio de la República Francesa, ha dicho que no podía justificarlo, e incluso ha reconocido haber abandonado el territorio francés y haberse retirado a la isla inglesa de Jersey». El final de esta frase («e incluso ha reconocido«») fue añadida en el margen del acta preparada por anticipado; ese detalle muestra que el tribunal había previsto invocar el beneficio de la duda a favor del acusado. Sin embargo, sus confesiones inequívocas obligaron a los jueces a aplicar la ley terrorista.

¡Adiós, señores, hasta la Eternidad!

Un silencio impresionante sigue a la lectura del fallo. Entonces, Pedro Adriano pronuncia las siguientes palabras: «¡Deo gratias! (gracias, Dios mío)« ¡Que se haga la voluntad de Dios y no la mía! ¡Adiós, señores, hasta la Eternidad, si es que son dignos de ella!». Su rostro resplandece de alegría. Unas amas de casa que se lo encuentran mientras es conducido a la cárcel creen que le han absuelto. Al llegar la noche, el condenado cena con buen apetito, después se confiesa y consigue escribir tres cartas. A un amigo: «Le anuncio una muy buena noticia. Acabo de escuchar mi sentencia de muerte. Mañana, a las dos, abandonaré esta tierra cargada de abominaciones para ir al Cielo. Lo que ahora me consuela es que Dios me concede un gozo y una serenidad enormes, y lo que me da fuerzas es la esperanza de que, muy pronto, poseeré a mi Dios«». A su hermano: «Regocíjate, porque mañana tendrás un protector en el Cielo, si Dios, como espero, me ayuda, como lo ha hecho hasta el momento. Regocíjate de que Dios me haya considerado digno de sufrir no solamente la cárcel, sino la muerte por Nuestro Señor Jesucristo. No hay que apegarse a los bienes perecederos. Así pues, vuelve tu mirada hacia el Cielo, vive como buen cristiano y educa a tus hijos en la santa religión católica, apostólica y romana, fuera de la cual no hay salvación». Finalmente, anuncia su martirio inminente a una persona no identificada, añadiendo: «No merecía una señal tan evidente de la bondad de Dios».

A continuación, el reo se duerme en el sueño de los justos. Al día siguiente, domingo 13 de octubre, se muestra alegre y sereno. Pide que le peinen y que le afeiten la barba, y conversa con sus compañeros sobre el Cielo. Lee con ellos el breviario y se detiene en el himno de completas (la oración de la noche), después de haber recitado el siguiente verso: «¿Cuándo, Señor, lucirá vuestro día que no conocerá ocaso?». Luego, lleno de gozo, exclama: «Pronto cantaré este cántico en acción de gracias en el Cielo». Cuando el verdugo viene a buscarlo, Pedro Toulorge bendice a los presentes. La guillotina se levantaba en pleno centro de Coutances, y, desde la Revolución, era la primera vez que funcionaba en esa pequeña ciudad. Al llegar al pie del cadalso, Pedro Adriano dice: «Dios mío, entrego mi alma en vuestras manos. Os pido el restablecimiento y la conservación de vuestra Santa Iglesia, y os ruego que perdonéis a mis enemigos». Tras la ejecución, el verdugo agarra la cabeza por los cabellos y la muestra al pueblo. Según un relato de un testigo ocular, Pedro Adriano fue enterrado por personas piadosas, en el cementerio de San Pedro, según la costumbre observada en el caso de sacerdotes difuntos: con el rostro descubierto y de cara a occidente. Había conservado una gran serenidad en su mirada. Sor San Pablo y las personas acusadas de haber escondido al padre Toulorge fueron absueltas; desde el Cielo, el mártir había extendido sobre ellas su protección.

Cuando, en 1922, se retomaron los diversos procesos diocesanos de los mártires normandos de la Revolución Francesa, la causa del padre Pedro Adriano Toulorge se consideró como la más digna de interés entre las de los cincuenta y siete sacerdotes asesinados en esa provincia. El proceso diocesano de beatificación culminó en 1996, y la causa continúa en la actualidad.

Un testimonio diario

En su encíclica Veritas splendor del 6 de agosto de 1993, el Papa Juan Pablo II escribió: «Finalmente, el martirio es un signo preclaro de la santidad de la Iglesia: la fidelidad a la ley santa de Dios, atestiguada con la muerte, es anuncio solemne y compromiso misionero usque ad sanguinem (hasta efusión de sangre) para que el esplendor de la verdad moral no sea ofuscado en las costumbres y en la mentalidad de las personas y de la sociedad. Semejante testimonio tiene un valor extraordinario a fin de que no sólo en la sociedad civil sino incluso dentro de las mismas comunidades eclesiales no se caiga en la crisis más peligrosa que puede afectar al hombre: la confusión del bien y del mal, que hace imposible construir y conservar el orden moral de los individuos y de las comunidades« Si el martirio es el testimonio culminante de la verdad moral, al que relativamente pocos son llamados, existe no obstante un testimonio de coherencia que todos los cristianos deben estar dispuestos a dar cada día, incluso a costa de sufrimientos y de grandes sacrificios. En efecto, ante las múltiples dificultades, que incluso en las circunstancias más ordinarias puede exigir la fidelidad al orden moral, el cristiano, implorando con su oración la gracia de Dios, está llamado a una entrega a veces heroica. Le sostiene la virtud de la fortaleza, que -como enseña san Gregorio Magno- le capacita a «amar las dificultades de este mundo a la vista del premio eterno»» (n. 93).

El pueblo de Cotentin otorgó al padre Toulorge el título de «mártir de la verdad». Que ese sacerdote nos conceda, mediante su intercesión, la gracia de dar en toda nuestra vida testimonio de Cristo, que es la Verdad misma.

Reproducido con autorización expresa de Abadía San José de Clairval

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Por: . | Fuente: Catholic.net

Laica

Martirologio Romano: En el lugar de Balasar, cerca de Braga, en Portugal, beata Alejandrina María da Costa, que al intentar huir de quien la perseguía con mala intención, quedó imposibilitada en todos sus miembros, encontrando en la contemplación de la Eucaristía el modo de ofrecer al Señor todos sus dolores por amor de Dios y de los hermanos más necesitados (1955).

Laica portuguesa, miembro de la Unión de Cooperadores Salesianos, apóstol del sufrimiento reparador (fecha de beatificación: 25 de abril de 2004).

Nació en Balasar, provincia de Oporto y archidiócesis de Braga (Portugal) el 30 de marzo de 1904, y fue bautizada el 2 de abril siguiente, Sábado santo. Fue educada cristianamente por su madre, junto con su hermana Deolinda. Alejandrina permaneció con su familia hasta los siete años; después fue enviada a Póvoa do Varzim, donde se alojó con la familia de un carpintero, para poder asistir a la escuela primaria, pues no había en Balasar. Allí hizo la primera comunión en 1911; el año siguiente recibió el sacramento de la confirmación.

Después de dieciocho meses, volvió a Balasar. Con su madre y su hermana se trasladó, luego, a vivir a la localidad de «Calvario», donde permaneció hasta su muerte.

Comenzó a trabajar en el campo. Su adolescencia fue muy feliz; tenía un carácter comunicativo, y era muy apreciada por sus compañeras. Sin embargo, a los doce años se enfermó: una grave infección (quizá tifoidea) la llevó a un paso de la muerte. Superó el peligro, pero a consecuencia de ello, su constitución quedó debilitada para siempre.

Cuando tenía catorce años sucedió un hecho decisivo para su vida. Era el Sábado santo de 1918. Ese día ella, su hermana Deolinda y una muchacha aprendiz realizaban su trabajo de costura, cuando se dieron cuenta de que tres hombres trataban de entrar en su casa. A pesar de que las puertas estaban cerradas, los tres lograron forzarlas y entraron. Alejandrina, para salvar su pureza amenazada, no dudó en tirarse por la ventana desde una altura de cuatro metros. Las consecuencias fueron terribles, aunque no inmediatas. En efecto, las diversas visitas médicas a las que se sometió sucesivamente diagnosticaron siempre con mayor claridad un hecho irreversible.

Hasta los diecinueve años pudo aún arrastrarse hasta la iglesia, donde, totalmente contrahecha, permanecía gustosa, con gran admiración de la gente. La parálisis fue progresando cada vez más, hasta que los dolores se volvieron horribles, las articulaciones perdieron su movimiento y ella quedó completamente paralítica. Era el 14 de abril de 1925. En los restantes treinta años de su vida Alejandrina no pudo levantarse de la cama.

Hasta el año 1928 no dejó de pedirle al Señor, por intercesión de la Virgen, la gracia de la curación, prometiendo que, si se curaba, se haría misionera. Pero, cuando comprendió que el sufrimiento era su vocación, lo abrazó con prontitud. Decía: «Nuestra Señora me ha concedido una gracia aún mayor. Primero la resignación, después la conformidad completa a la voluntad de Dios y, por último, el deseo de sufrir».

A este período se remontan sus primeros fenómenos místicos, cuando inició una vida de profunda unión con Jesús en el sagrario, por medio de María santísima. Un día que estaba sola, le vino improvisamente este pensamiento: «Jesús, tú estás prisionero en el sagrario y yo en mi lecho por tu voluntad. Nos haremos compañía».

Desde entonces comenzó su primera misión: ser como la lámpara del sagrario. Pasaba sus noches como peregrinando de sagrario en sagrario. En cada misa se ofrecía al eterno Padre como víctima por los pecadores, junto con Jesús y según sus intenciones. En la medida en que percibía de manera más clara su vocación de víctima, crecía en ella el amor al sufrimiento. Hizo el voto de hacer siempre lo que fuera más perfecto.

Del viernes 3 de octubre de 1938 al 24 de marzo de 1942, o sea, 182 veces, vivió cada viernes los sufrimientos de la Pasión. Superando su estado habitual de parálisis, bajaba del lecho y con movimientos y gestos acompañados de fortísimos dolores, reproducía los diversos momentos del vía crucis, durante tres horas y media.

«Amar, sufrir, reparar» fue el programa que le indicó el Señor. Desde 1934, por mandato de su director espiritual, ponía por escrito todo lo que le decía Jesús.

En 1936, por orden de Jesús, pidió al Santo Padre la consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María. Esta súplica fue varias veces renovada hasta 1941, por lo que la Santa Sede interrogó tres veces al arzobispo de Braga sobre Alejandrina. El 31 de octubre de 1942, Pío XII consagró el mundo al Corazón Inmaculado de María con un mensaje transmitido a Fátima en lengua portuguesa. Este acto lo renovó en Roma en la basílica de San Pedro el 8 de diciembre del mismo año.

Desde el 27 de marzo de 1942, Alejandrina dejó de alimentarse, viviendo sólo de la Eucaristía. En 1943, durante cuarenta días y cuarenta noches, su ayuno absoluto y su anuria fueron estrictamente controlados por médicos en el hospital de la Foz do Douro cerca de Oporto.

En 1944 su nuevo director espiritual la animó para que siguiera dictando su diario, después de constatar la altura espiritual a la que había llegado; ella obedeció con docilidad hasta la muerte. En el mismo año 1944 Alejandrina se inscribió en la Unión de los cooperadores salesianos. Rezó y sufrió por la santificación de los cooperadores de todo el mundo.

A pesar de sus sufrimientos, seguía interesándose e ingeniándose en favor de los pobres, del bien espiritual de los parroquianos y de otras muchas personas que recurrían a ella. Promovió triduos, cuarenta horas y ejercicios cuaresmales en su parroquia.

Especialmente en los últimos años de vida, muchas personas acudían a ella incluso desde lejos, atraídas por su fama de santidad; y bastantes atribuían a sus consejos su conversión.

El 7 de enero de 1955 se le anunció que sería el año de su muerte. El 12 de octubre quiso recibir la unción de los enfermos. El 13 de octubre, aniversario de la última aparición de la Virgen de Fátima, se la oyó exclamar: «Soy feliz, porque voy al cielo». A las 19,30 expiró.

(Texto: L’Osservatore romano, edición en lengua española, 23 de abril de 2004).

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 SAN EDUARDO III DE INGLATERRA


REY




PALABRA DE DIOS DIARIA

Presentar como excusa para nuestra vida mediocre aquello de que los tiempos no son buenos o que las circunstancias presentan su cara adversa y así no es posible buscar y conseguir la santidad hoy y ahora, no deja de ser un recurso vulgar tras el cual se esconde la pereza para vivir las virtudes cristianas o la falta de confianza en Dios que lleva al desaliento.

De hecho, ni los tiempos en sus usos y costumbres, ni las circunstancias personales facilitaban lo más mínimo la fidelidad cristiana de Eduardo. Nace en Inglaterra en el año 1004, casi con el siglo XI, cuando las incursiones navales de los piratas daneses o escandinavos son causa de numerosos atropellos sangrientos y de represalias aún más crueles. El pueblo sufre desde hace tiempo violencia; está en vilo soportando la ignorancia y pobreza. Los palacios de los nobles están preñados de envidia, ambición y deseos de poder; en el lujo de sus banquetes se sirve la traición.

El mismo Papado en lo externo es en este tiempo más un signo de miseria que un motivo de emulación. Con las basílicas en ruinas, en la elección del Pontífice intervienen los intereses políticos y militares a los que se paga a su tiempo la cuota de dependencia. Hace falta una reforma que por más evidente no llega. Incluso el cisma de Oriente está a punto de producirse y lastimosamente se consuma. Nunca faltó la ayuda del Espíritu Santo a su Iglesia indefectible, pero hacía falta fe teologal para aceptar el Primado, sí, una fe a prueba de cismas y antipapas.

Con diez años tiene que huir Eduardo de Inglaterra, pasando el Canal, a la Bretaña o Normandía donde vivirá con sus tíos —hermanos de su madre— los Duques de Bretaña, en la región por aquel entonces más civilizada de Europa. Allí, al tiempo que crece en su destierro, va recibiendo noticias de la ocupación, saqueo y tiranía del rey Swein de Dinamarca. También de la muerte de su padre, el rey Etelberto, y de su hermano Edmundo que era el príncipe heredero. ¡Claro que su madre Emma llora estos sucesos! Pero un buen día lo abandona, partiendo misteriosamente; se ha marchado para hacerse la esposa de Knut, el nuevo usurpador danés. Tiene Eduardo 15 años y sigue escuchando los consejos de los monjes en Normandía; ya es un regio doncel exilado que se inclina en la oración al buen Dios. A la muerte de Knut, los ingleses le proponen la corona de Inglaterra, pero cuando está a punto de disfrutar del cariño de sus súbditos, le traiciona su madre que quiere el trono para el hijo nacido de Knut; él no quiere un reino ganado con sangre y regresa a Normandía. Los leales súbditos piden una vez más su vuelta y la de su hermano Alfredo; pero es una trampa, Alfredo es asesinado.

Llega a ser rey a los cuarenta años, después de una larga, fecunda y sufrida existencia. Es la hora del heroísmo. No alimenta odio. Está lleno de nobleza y generosidad. Contrae matrimonio con Edith, hija del pernicioso, intrigante y hábil duque de Kent. Relega al olvido el pasado, perdona y no castiga. Se dedica a gobernar. A su madre la recluye en un monasterio. Se entrega a buscar el bien de sus súbditos. De Normandía importa arte y cultura. Como su vida es austera, la Corona se enriquece y pueden limitarse los impuestos. Su dinero es el erario de los pobres. Dotó a iglesias y monasterios de los que Westminster es emblema.

Hoy, a la distancia de casi diez siglos, aún Inglaterra llama a su Corona "de San Eduardo". Fue patrón de Inglaterra hasta ser substituído por San Jorge.


(Fuente: archimadrid.es)

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