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11:39 p.m.

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Obispo

Martirologio Romano: En Toledo, en Hispania, san Julián, obispo, que reunió tres concilios en esta ciudad y expuso con escritos la doctrina ortodoxa, dando muestras de caridad y celo por las almas (690).

Etimológicamente: Julián = Aquel que pertenece a la familia Julia, es de origen latino

San Julián, arzobispo de Toledo, a su muerte en el año 690, era el personaje más importante de España. Se dice que era descendiente de judíos, pero sus padres eran cristianos. Recibió el bautismo en la principal iglesia de Toledo, según cuenta su sucesor en la sede episcopal, quien escribió una corta biografía del santo.

El joven fue educado por otro prelado de Toledo, San Eugenio II y tuvo por compañero al famoso Gudila Levita. Unidos por los gustos comunes tanto como por el afecto, los amigos se consagraron a la oración y el estudio en el retiro y muy pronto, el celo apostólico les hizo volver al mundo para intentar la conversión de los pecadores.

San Julián, que era teólogo destacado y hombre de gran saber, llegó pronto a ocupar un puesto de importancia. Cuando los médicos desahuciaron a Wamba, el último de rey que dio explendor a los visigodos, San Julián le rasuró la cabeza y lo revistió del hábito monástico para que "muriese en religión". Todavía se conserva la vida del rey Wamba, escrita por San Julián, muy apreciada por los historiadores, que encuentran en ese documento una idea completa sobre el reinado de Wamba, lo que no sucede con sus predecesores ni con sus sucesores.

Julián fue consagrado obispo de Toledo en 680 y parece que gobernó su diócesis con el mismo tino que le había caracterizado en los asuntos seculares. Su biógrafo narra que el cielo le había adornado con todas las gracias del alma y del cuerpo. Era tan bondadoso, que ninguno se acercó a él, sin recibir gran consuelo. El santo presidió varios sínodos y obtuvo para su sede la primacía sobre todas las diócesis españolas. Por eso se le da el título de arzobispo de Toledo, aunque el término no se empleaba generalmente en España por aquella época.

Los historiadores posteriores acusan a Julián de haber alentado a los reyes a perseguir a los judíos. Sin embargo, debe hacerse notar que la más cruel y escandalosa de las leyes contra los judíos no fue publicada sino hasta cinco años después de la muerte del santo: Según dicha ley, todos los judíos adultos debían ser vendidos como esclavos, en tanto que sus hijos serían confiados, desde los siete años de edad, a las familias españolas para recibir una educación cristiana.

San Julián fue escritor muy fecundo: entre sus obras se cuenta un estudio del rito hispánico (la forma en que se celebraba la liturgia en territorio hispano antes del uso del rito romano), un libro contra los Judíos y los tres volúmenes de los "Pronósticos", que tratan de las postrimerías. El santo sostiene en esta obra que el amor y el deseo de ir a reunirse con Dios bastan para acabar con el temor natural a la muerte. También afirma que los bienaventurados piden por nosotros en el cielo, que desean nuestra felicidad y que ven nuestras acciones, ya sea en la misma esencia de Dios o por ministerio de los ángeles, que son los mensajeros de Dios en la tierra.

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Obispo

Martirologio Romano: En Metz, en Austrasia, san Crodegango, obispo, el cual impuso al clero que viviese dentro del recinto del claustro bajo una íntegra norma de vida, y promovió de modo admirable el canto en la Iglesia (766).
San Crodegando nació cerca de Lieja y probablemente se educó en la abadía de Saint Trond. Parece que hablaba el latín con la misma fluidez que su propia lengua. Era de estatura imponente y su gracia y buenas maneras le hacían agradable a todos. Carlos Martel reconoció sus cualidades excepcionales y le nombró secretario y asesor suyo. A la muerte de su protector, Crodegango, que era todavía laico, fue nombrado obispo de Metz, el año 742. En tan alta dignidad, supo combinar la virtud y la sagacidad con gran éxito; en todos los asuntos se valió de su gran influencia para promover la justicia y el bien público. Sus biógrafos alaban su caridad sin límites y la especial solicitud que mostró por las viudas y los huérfanos. Como embajador de Pepino, el mayordomo de palacio, ante el Papa Esteban III, Crodegango fue un factor preponderante en la coronación de Pepino en 754, en la derrota que éste infligió a los Lombardos en Italia y en la entrega del exarcado de Ravenna y otros territorios a la Santa Sede.

Habiendo contribuido en esta forma a establecer, sobre una base firme, el Papado y la supremacía de los francos en Italia, San Crodegango pudo consagrarse de lleno a los asuntos espirituales de su diócesis. La relajación de costumbres en aquélla época no dejaba de afectar tambíén al clero. Muchos clérigos estaban mezclados en asuntos mundanos y los jóvenes no recibían una preparación adecuada en materia de ciencia y disciplina. San Crodegango empezó la reforma por su propia ciudad y su catedral, publicando una serie de cánones, basados principalmente en las reglas de San Benito. Ordenó que tanto el alto como el bajo clero habitase en comunidad, ateniéndose a la regla, y obligó a todos a asistir al oficio divino. El código de San Crodegango, que ha llegado hasta nosotros, estaba dividido en treinta y cuatro capítulos. Las diversas comunidades estaban obligadas a leer, cada día, un capítulo; por ello, dichas reuniones recibieron el nombre de "capítulos" y, los participantes se empezaron a llamar "capitulares"; se llamó "canónigos" a todos aquellos a quienes obligaban los cánones o reglas episcopales; como los conventuales tenían sus propias reglas, se les llamó "regulares". La fama de San Crodegango hizo que su reforma se propagara rápidamente a otras diócesis, hasta llegar a oídos de Carlomagno.

El emperador determinó que todos los clérigos fueran "canónigos" o "regulares". De esta suerte, la influencia que tuvo el santo en el movimiento "regular" que se extendió por Francia, Alemania, Italia y la Gran Bretaña fue muy notable.

Otra de las actividades de San Crodegango fue la construcción y restauración de iglesias, monasterios e instituciones de caridad. Una de sus fundaciones fue la abadía de Gorze, por la que el santo tuvo especial predilección. El Papa le envió para sus monasterios los cuerpos de tres santos, con lo que se atrajo a muchos peregrinos. Otra muestra de favor que recibió de la Santa Sede fue el derecho de precedencia sobre los demás obispos francos. Algunos autores llegan a afirmar que el Papa le envió también el palio y casi todos están de acuerdo en que, bajo el gobierno de San Crodegango, la Iglesia de Metz fue la primera en las regiones del norte que adoptó la liturgia romana y el canto gregoriano en toda su pureza. La escuela coral que instituyó el santo llegó a ser muy famosa y, el año 805, Carlomagno ordenó que todos los maestros de coro se escogieran entre sus alumnos. La fama de la escuela de Metz duró varios siglos. Cuando los monjes del Cister decidieron perpetuar las mejores tradiciones corales, adoptaron el antifonario de la iglesia de Metz. San Crodegango murió el 6 de marzo de 766 y fue sepultado en Gorze.

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Virgen Terciaria Franciscana

Martirologio Romano: En Viterbo, en la Toscana, santa Rosa, virgen de la Tercera Orden de San Francisco, que, asidua en las obras de caridad, a los dieciocho años de edad consumó rápidamente el breve curso de su vida ( 1253).

Etimológicamente: Rosa = Aquella que es bella como una rosa, es de origen latino.

Fecha de canonización: El Papa Calixto III la colocó en el catálogo de los santos en el año 1457.

Breve Biografía

Uno de los más brillantes ornamentos de la Tercera Orden de san Francisco, y de la santa Iglesia, fue la penitente y maravillosísima doncella santa Rosa, natural de Viterbo.

A los tres años recogiendo los pedazos de un cántaro que se le rompió a una niña, se lo devolvió entero; queriendo su padre ver el alimento que llevaba para los pobres, se convirtió el pan en rosas.

A los siete años se recogió en un aposento de su casa muy retirado, donde gastaba muchas horas en oración y maceraba su delicado cuerpo con tan ásperas penitencias, que se puso en grave peligro de perder la vida, y la hubiera perdido de no haberle traído del cielo la salud la Santísima Virgen, que, acompañada de coros de vírgenes se le apareció, y le ordenó que tomase el hábito de la tercera Orden seráfica.

La Santa al momento lo vistió con singular devoción. redobló sus admirables austeridades, mayormente después que se le apareció Jesús crucificado, cuya dolorosa imagen le quedó tan impresa en la mente y en el corazón, que la violencia del amor la traía como fuera de sí y la hacía correr por calles y plazas desahogando los ardores de su pecho y cantando las divinas alabanzas.

Por aquel tiempo afligían a la Iglesia numerosos enemigos, favorecidos por el emperador Federico Barbarroja; y santa Rosa teniendo solamente doce años, ilustrada con ciencia infusa, rebatió y confundió a los herejes con los más sólidos e irrefutables argumentos, despreciando los terrores de los sectarios, y la muerte misma que le quisieron dar.

Avergonzados, obtuvieron del gobernador de Viterbo que la arrojase de la ciudad so pretexto de que conmovía al pueblo. Caminando entre nieves y expuesta a perecer, llegó a Salerno, donde profetizó los prósperos sucesos que a poco se verificaron con la muerte del emperador.

Vuelta a su patria fue recibida por sus conciudadanos con increíble regocijo. Quiso retirarse a la soledad en el monasterio de santa Clara; y como no fuese admitida, dijo que, puesto que no la recibían viva, la recibirían muerta.

Para que no saliesen defraudados sus deseos de soledad y recogimiento, continuó en el retiro de su casa sus acostumbrados ejercicios de oración y penitencia, atormentando su inocente cuerpo con ayunos, cilicios y disciplinas, y esto con tanto mayor espíritu y fervor cuanto sentía más cercano el fin de su vida, que esperaba como el principio de otra eterna y bienaventurada en el cielo, adonde voló el alma purísima de la santa, el día 6 de marzo de 1252, a la temprana edad de sólo diez y ocho años.

Sepultaron el sagrado cadáver en el templo de santa María de Podio; pero a los pocos meses Alejandro VI, que se hallaba en Viterbo, amonestado tres veces por la santa, que trasladase su cuerpo al monasterio de santa Clara, lo hizo con triunfal magnificencia, cumpliéndose entonces el vaticinio que había hecho la santa cuando no fue admitida en aquel convento.
 

ORACIÓN
Oh Dios,
que te dignaste admitir
en el coro de tus santas vírgenes
a la bienaventurada Rosa,
concédenos por sus ruegos y merecimientos
la gracia de expiar todas nuestras culpas
y de gozar eternamente
de la compañía de tu Majestad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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5:26 p.m.

SAN OLEGARIO 

OBISPO





En Barcelona, de Cataluña, en España, san Olegario, obispo, que asumió también la cátedra de Tarragona cuando esta antiquísima sede fue liberada del yugo de los musulmanes (1137).

Etimológicamente: Olegario = Aquel de la lanza invulnerable, es de origen germánico.

Fecha de canonización: 25 de mayo de 1675 por el Papa Clemente X.

De este joven dice su biógrafo estas palabras que llegan a lo más íntimo del alma:" Guardián celoso y maestro de la castidad, afable para todos, generoso con los pobres, esquivo de la vanagloria, despegado de la pompa mundanal y amante de fiel de la paz no fingida".

Si estas palabras se aplicasen a tu vida personal, te encontrarías más feliz de lo que te hallas en este instante. No me cabe la menor duda.

Nació en la bella ciudad de Barcelona, abierta al mar y a las nuevas corrientes de la cultura y del Evangelio..

Su familia era de origen noble por parte del padre y de la madre. Ambos se preocuparon por darle una educación en los valores que nunca defraudan del Evangelio.

El padre – cosa rara hoy en día – quiso llevar y dirigir sus estudios según los criterios de la época en que le tocó vivir.

Cuando vio que su preparación intelectual y humanista la recibiría mejor en los canónigos de la catedral, no tuvo inconveniente en confiarles su educación como persona humana.

En los estudios que le prepararían para ser sacerdote, se distinguió por su piedad sincera, su aprovechamiento y su afición o “hobby” por leer a los Santos Padres.

Tanto los leyó, meditó y estudió que se convirtió en una verdadero especialista.

El anhelaba la perfección espiritual de su vida. Por eso, al enterarse de que había cerca de Barcelona un convento de canónigos regulares de san Agustín, no dudó lo más mínimo en irse para imitar su virtud.

Cuando murió el obispo de Barcelona, desde la aristocracia hasta la gente sencilla, pensó en que el mejor sucesor sería Olegario.

El mismo Papa Pascual II tuvo que obligarle a que aceptara el cargo. No hizo en su misión de pastor distinción alguna entre ricos y pobres. Todos eran hijos de Dios-

Participó en algunos concilios de Tarragona, Toulouse, Reims y Lateranense I, san Clermont... Y dada su preparación intelectual, logró derrotar a sus enemigos, los herejes. Murió en el año 1137.

11:35 p.m.

Obispo

Martirologio Romano: En Arlés, en la Provenza, Francia, san Virgilio, obispo, que recibió como huéspedes a san Agustín y a sus monjes, cuando viajaban hacia Inglaterra por encargo del papa san Gregorio I Magno ( c. 618).

Breve Biografía

San Virgilio nació en Gascuña, pero se educó en el monasterio de San Honorato, en una de las dos islas que se hallan a tres kilómetros de Cannes, tan conocidas por los turistas de la Costa Azul. Según su biógrafo, que es nuestra principal fuente -aunque vivió varios siglos después de los hechos y tiende a inventar todo lo que pueda glorificar el santo-, Virgilio fue monje y abad del monasterio de San Honorato.

Una noche estaba el santo paseándose en la playa cuando vio un extraño navío cerca de la costa; sobre la cubierta, trabajaban algunos marinos, quienes desembarcaron y vinieron al encuentro de Virgilio. Le saludaron por su nombre, le dijeron que su fama había llegado hasta el extranjero y le aseguraron que si les acompañaba a Jerusalén, haría mucho bien a los cristianos y alcanzaría un alto grado de perfección. Pero Virgilio no se dejó engañar y, haciendo la señal de la cruz, replicó: «Las mañas del enemigo no pueden engañar a los soldados de Cristo y vosotros sois totalmente impotentes contra los protegidos de Dios, porque la oración ha arrojado al dragón de la Isla de San Honorato y el demonio no tiene en ella ningún poder para hacer mal». En cuanto el santo acabó de pronunciar estas palabras, el navío y los marineros desaparecieron.

El nombre de san Virgilio no figura en la lista de los abades de Lérins; en algunas crónicas figura como un monje de Lérins que más tarde llegó a ser abad del monasterio de San Sinforiano de Autún. Lo que sí se tiene por seguro es que san Virgilio era monje antes de ser nombrado obispo de Arles y que recibió el palio de manos del Papa Gregorio I, quien le nombró vicario apostólico ante el rey Childeberto II. El Venerable Beda menciona a san Virgilio a propósito de la misión de san Agustín de Canterbury en Inglaterra. Según parece, san Virgilio lo consagró por orden del Papa Gregorio. San Virgilio gobernó su diócesis con gran vigor; su celo lo llevó demasiado lejos en una ocasión, pues san Gregorio le reprendió por haber intentado convertir, por la fuerza, a los judíos de su arquidiócesis y le recomendó que se limitase a orar y predicar.

San Virgilio construyó varias iglesias en Arles. Se cuenta que, durante la construcción de la basílica de San Honorato, los obreros se encontraron un día con que no podían mover las columnas para transportarlas a su sitio. San Virgilio acudió al punto y vio que era el demonio, bajo la forma de un negro muy vigoroso, el que impedía con su peso que los obreros moviesen la columna; pero éstos no le veían. El santo increpó al demonio, que desapareció, dejando una estela pestilente y los obreros pudieron continuar su trabajo. El biógrafo de san Virgilio da otros muchos ejemplos de los milagrosos poderes de su héroe: cuenta que el santo obró numerosas curaciones, resucitó a varios muertos y destruyó a una terrible serpiente que había causado grandes estragos.

Sin duda que el pueblo de Arles tenía entera confianza en la protección de su arzobispo, persuadido de que mientras los restos del santo permaneciesen en la ciudad, ésta vencería a todos sus enemigos. San Virgilio fue sepultado en la iglesia de San Salvador, que él mismo había construido.

VIDAS DE LOS SANTOS Edición 1965
Autor: Alban Butler (†)
Traductor: Wilfredo Guinea, S.J.
Editorial: COLLIER´S INTERNATIONAL - JOHN W. CLUTE, S. A.

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11:35 p.m.

Por: . | Fuente: Mercaba.org

Mártir

Martirologio Romano: En Sinope, en el Ponto, actualmente en Turquía, san Focas, mártir, labrador de oficio, que sufrió muchas injurias por el nombre del Redentor (c. s. IV).

Breve Biografía

Hay varios santos con este nombre (que en Oriente no sonaba a raro, lo lleva un emperador bizantino) Natural de Sínope, era de los pocos cristianos que moraban en aquella ciudad de Asia Menor, y era justo, como Abraham, en medio de los gentiles.

Cuando se decreta una persecución contra los cristianos, no se altera en lo más mínimo, no huye, sigue con su vida de siempre, como si la cosa no fuera con él, porque uno de sus rasgos más característicos es la serenidad o, por así decirlo, la sangre fría.

Un día llegaron a su cabaña unos paganos que no le conocen, llevaban órdenes de matarle, él, según su costumbre, les invita a entrar, les sirve de comer y hospedó aquella noche y, mientras ellos dormían, cavó la fosa para su sepultura.

En la mañana, se presentó a ellos, diciéndoles: "Yo soy Focas, a quien buscáis herid, no temáis. Que el crimen caiga sobre los que os han mandarlo hacerlo”. Y rodó su cabeza.

Desde entonces el sepulcro de San Focas, el hortelano de Sínope, "es un lugar de peregrinación para los que atraviesan el Ponto Euxino, y los que vienen del Adriático y el Egeo y el Océano oriental y occidental se acercan aquí a descansar de sus trabajos, cantando himnos en honor de Focas el santo mártir´, escribía San Asterio en su Homilía IX.

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XXII Papa

Martirologio Romano: En Roma, en la vía Apia, en el cementerio de Calisto, sepultura de san Lucio, papa, sucesor de Cornelio, que sufrió el exilio por la fe de Cristo y fue, en tiempos angustiosos, eximio confesor de la fe, actuando con moderación y prudencia (254).

Etimológicamente: Lucio = nacido con la primera luz, es de origen latino.

Breve Biografía


Fue Pontífice de 253-254; murió en Roma el 5 de marzo de 254. Después de la muerte del Papa San Cornelio, quien murió en el exilio en el verano del 253, Lucio fue elegido para tomar su lugar, y fue consagrado Obispo de Roma. Nada se sabe de la vida temprana de este Papa antes de su elevación. De acuerdo con el libro "Liber Pontificalis", era romano de nacimiento y su [[padre] se llamaba Porfirio. No se sabe de dónde el autor obtuvo esta información. Todavía continuaba la persecución de la Iglesia bajo el Emperador Gallo durante la cual Cornelio había sido desterrado. Lucio también fue enviado al exilio pronto después de su consagración, pero en un corto tiempo, presuntamente cuando Valeriano fue designado emperador, a él le fue permitido regresar a su rebaño. El Catálogo Feliciano, cuya información se encuentra en el "Liber Pontificalis", nos informa del exilio y del milagroso retorno de Lucio: "Hic exul fuit et postea nutu Dei incolumis ad ecclesiam reversus est." San Cipriano, quien escribió una carta (perdida) de felicitaciones a Lucio en su elevación a la Santa Sede y sobre su exilio, envió una segunda carta de felicitaciones para él y sus acompañantes en el exilio, como también a toda la Iglesia Romana (ep. LXI, ed. Hartel, II, 695 sqq.).

La carta comienza: “Querido Hermano, hace muy poco tiempo te ofrecimos nuestras felicitaciones, cuando Dios te exaltó a gobernar Su Iglesia y te concedió la doble gloria de confesor y obispo. De nuevo te felicitamos a ti, a tus acompañantes y a toda la congregación; con esto, debido a la bondadosa y poderosa protección de nuestro Dios, Él te ha guiado de regreso con alabanzas y gloria a Sí mismo, de manera que el rebaño pueda recibir de nuevo a su pastor, el barco a su piloto y la gente a un director que los gobierne y les muestre abiertamente que fue el designio de Dios que permitió tu destierro, no para que el obispo exiliado fuera privado de su Iglesia, sino más bien para que regresara a su Iglesia con mayor autoridad”.

Cipriano continúa, refiriéndose a los tres niños hebreos en el horno ardiente, que el regreso del exilio no aminoraba la gloria de la confesión, y que la persecución, la cual iba dirigida sólo contra los confesores de la Iglesia verdadera, comprobaba cuál era la Iglesia de Cristo. En conclusión, él describe la felicidad de la Roma cristiana ante la llegada de su pastor. Cuando Cipriano afirma que Dios por medio de la persecución buscó “hacer avergonzar y silenciar a los herejes” y así probar dónde estaba la Iglesia, quién era su único obispo elegido por el designio de Dios, quiénes eran sus presbíteros sujetos al obispo en la gloria del sacerdocio, quiénes eran la verdadera gente de Cristo, unidos a Su rebaño por un amor excepcional, quiénes eran los oprimidos por sus enemigos, y al mismo tiempo dónde estaban aquellos que el Diablo protege como suyos, refiriéndose obviamente a los novacianos. El Cisma de Novaciano, a través del cual se presentó como antipapa, en oposición a Cornelio, todavía continuaba en Roma bajo Lucio.

En referencia a la confesión y a la restauración de los “Lapsi" (caídos), Lucio se adhirió a los principios de San Cornelio y de San Cipriano. De acuerdo con el testimonio del último, contenido en una carta al Papa San Esteban I (ep. LXVIII, 5, ed. Hartel, II, 748), Lucio, así como Cornelio, había expuesto su opinión por escrito: "Illi enim pleni spiritu Domini et in glorioso martyrio constituti dandam esse lapsis pacem censuerunt et poenitentia acta fructum communicationis et pacis negandum non esse litteris suis signaverunt." (Para ellos, llenos del Espíritu Santo de Dios y confirmado en glorioso martirio, juzgaron que el perdón debe ser otorgado a los Lapsi, y dieron a entender en sus cartas que, que cuando éstos hayan realizado la penitencia, no se les debe negar el gozo de la comunión y de la reconciliación.) Lucio murió a principios de marzo del año 254. En el "Depositio episcoporum" el "Cronógrafo de 354" da la fecha de su muerte como el 5 de marzo, el "Martyrologium Hieronymianum" como el 4 de marzo. La primera fecha es probablemente la correcta. Quizás Lucio murió el 4 de marzo y fue enterrado el 5 de marzo. De acuerdo al "Liber Pontificalis" este Papa fue decapitado en tiempos de Valeriano, pero este testimonio no puede ser comprobado. Es verdad que Cipriano en la antedicha carta a Esteban (ep. LXVIII, 5) le da a él, como también Cornelio, el titulo honorario de mártir: "servandus est enim antecessorum nostrorum beatorum martyrum Cornelii et Lucii honor gloriosus" (pues debe ser preservada la memoria gloriosa de nuestros predecesores los santos mártires Cornelio y Lucio); pero probablemente esto fue un relato del corto destierro de Lucio. Cornelio, quien murió en el exilio, fue honrado como mártir por los romanos después de su muerte; pero no así Lucio. En el calendario romano de fiestas del "Cronógrafo de 354" él es mencionado en el "Depositio episcoporum", y no bajo el encabezado de "Depositio martyrum". Sin embargo, su memoria fue particularmente honrada, como aclara la aparición de su nombre en el "Martyrologium Hieronymianum". Es cierto que Eusebio sostiene (Hist. Eccl., VII, 10) que Valeriano favorecía a los cristianos al principio de su reinado. El primer edicto de persecución del emperador apareció sólo en el año 257.

Lucio fue enterrado en un compartimiento de la bóveda papal en las catacumbas de San Calixto. En la excavación de la bóveda, De Rossi encontró un fragmento grande del epitafio original, el cual sólo da el nombre del Papa en griego: LOUKIS. La losa está quebrada justo atrás de la palabra, así que con toda probabilidad no había nada más escrito excepto el titulo EPISKOPOS (obispo). Las reliquias del santo fueron trasladadas por el Papa San Paulo I (757-767) a la Iglesia de San Silvestre en Capita, o por el Papa San Pascual I (817-824) a la Basílica de San Práxedes [Marucchi, "Basiliques et eglises de Rome", Roma, 1902, 399 (inscripción en San Silvestre), 325 (inscripción en San Práxedes)]. El autor del "Liber Pontificalis" ha atribuido desautorizadamente a San Lucio un decreto, de acuerdo con el cual dos sacerdotes y tres diáconos deben acompañar siempre al obispo para ser testigos de su vida virtuosa: "Hic praecepit, ut duo presbyteri et tres diaconi in omni loco episcopum non desererent propter testimonium ecclesiasticum." Tal medida debió ser necesaria bajo ciertas condiciones en un periodo posterior; pero en época de Lucio esto era increíble. Este supuesto decreto indujo una falsificación posterior para inventar otro decreto apócrifo y se lo atribuyeron a Lucio. Es también fabricada la historia en el "Liber Pontificalis" que Lucio, cuando era llevado a la muerte, dio al archidiácono Esteban poder sobre la Iglesia.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

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5:08 p.m.

SAN LUCIO I

PAPA XXII 





En Roma, en la vía Apia, en el cementerio de Calisto, sepultura de san Lucio, papa, sucesor de Cornelio, que sufrió el exilio por la fe de Cristo y fue, en tiempos angustiosos, eximio confesor de la fe, actuando con moderación y prudencia (254).

Etimológicamente: Lucio = nacido con la primera luz, es de origen latino.

Fue Pontífice de 253-254; murió en Roma el 5 de marzo de 254. Después de la muerte del Papa San Cornelio, quien murió en el exilio en el verano del 253, Lucio fue elegido para tomar su lugar, y fue consagrado Obispo de Roma. Nada se sabe de la vida temprana de este Papa antes de su elevación. De acuerdo con el libro "Liber Pontificalis", era romano de nacimiento y su [[padre] se llamaba Porfirio. No se sabe de dónde el autor obtuvo esta información. Todavía continuaba la persecución de la Iglesia bajo el Emperador Gallo durante la cual Cornelio había sido desterrado. Lucio también fue enviado al exilio pronto después de su consagración, pero en un corto tiempo, presuntamente cuando Valeriano fue designado emperador, a él le fue permitido regresar a su rebaño. El Catálogo Feliciano, cuya información se encuentra en el "Liber Pontificalis", nos informa del exilio y del milagroso retorno de Lucio: "Hic exul fuit et postea nutu Dei incolumis ad ecclesiam reversus est." San Cipriano, quien escribió una carta (perdida) de felicitaciones a Lucio en su elevación a la Santa Sede y sobre su exilio, envió una segunda carta de felicitaciones para él y sus acompañantes en el exilio, como también a toda la Iglesia Romana (ep. LXI, ed. Hartel, II, 695 sqq.). 

La carta comienza: “Querido Hermano, hace muy poco tiempo te ofrecimos nuestras felicitaciones, cuando Dios te exaltó a gobernar Su Iglesia y te concedió la doble gloria de confesor y obispo. De nuevo te felicitamos a ti, a tus acompañantes y a toda la congregación; con esto, debido a la bondadosa y poderosa protección de nuestro Dios, Él te ha guiado de regreso con alabanzas y gloria a Sí mismo, de manera que el rebaño pueda recibir de nuevo a su pastor, el barco a su piloto y la gente a un director que los gobierne y les muestre abiertamente que fue el designio de Dios que permitió tu destierro, no para que el obispo exiliado fuera privado de su Iglesia, sino más bien para que regresara a su Iglesia con mayor autoridad”. 

Cipriano continúa, refiriéndose a los tres niños hebreos en el horno ardiente, que el regreso del exilio no aminoraba la gloria de la confesión, y que la persecución, la cual iba dirigida sólo contra los confesores de la Iglesia verdadera, comprobaba cuál era la Iglesia de Cristo. En conclusión, él describe la felicidad de la Roma cristiana ante la llegada de su pastor. Cuando Cipriano afirma que Dios por medio de la persecución buscó “hacer avergonzar y silenciar a los herejes” y así probar dónde estaba la Iglesia, quién era su único obispo elegido por el designio de Dios, quiénes eran sus presbíteros sujetos al obispo en la gloria del sacerdocio, quiénes eran la verdadera gente de Cristo, unidos a Su rebaño por un amor excepcional, quiénes eran los oprimidos por sus enemigos, y al mismo tiempo dónde estaban aquellos que el Diablo protege como suyos, refiriéndose obviamente a los novacianos. El Cisma de Novaciano, a través del cual se presentó como antipapa, en oposición a Cornelio, todavía continuaba en Roma bajo Lucio. 

En referencia a la confesión y a la restauración de los “Lapsi" (caídos), Lucio se adhirió a los principios de San Cornelio y de San Cipriano. De acuerdo con el testimonio del último, contenido en una carta al Papa San Esteban I (ep. LXVIII, 5, ed. Hartel, II, 748), Lucio, así como Cornelio, había expuesto su opinión por escrito: "Illi enim pleni spiritu Domini et in glorioso martyrio constituti dandam esse lapsis pacem censuerunt et poenitentia acta fructum communicationis et pacis negandum non esse litteris suis signaverunt." (Para ellos, llenos del Espíritu Santo de Dios y confirmado en glorioso martirio, juzgaron que el perdón debe ser otorgado a los Lapsi, y dieron a entender en sus cartas que, que cuando éstos hayan realizado la penitencia, no se les debe negar el gozo de la comunión y de la reconciliación.) Lucio murió a principios de marzo del año 254. En el "Depositio episcoporum" el "Cronógrafo de 354" da la fecha de su muerte como el 5 de marzo, el "Martyrologium Hieronymianum" como el 4 de marzo. La primera fecha es probablemente la correcta. Quizás Lucio murió el 4 de marzo y fue enterrado el 5 de marzo. De acuerdo al "Liber Pontificalis" este Papa fue decapitado en tiempos de Valeriano, pero este testimonio no puede ser comprobado. Es verdad que Cipriano en la antedicha carta a Esteban (ep. LXVIII, 5) le da a él, como también Cornelio, el titulo honorario de mártir: "servandus est enim antecessorum nostrorum beatorum martyrum Cornelii et Lucii honor gloriosus" (pues debe ser preservada la memoria gloriosa de nuestros predecesores los santos mártires Cornelio y Lucio); pero probablemente esto fue un relato del corto destierro de Lucio. CornelioDepositio episcoporum", y no bajo el encabezado de "Depositio martyrum". Sin embargo, su memoria fue particularmente honrada, como aclara la aparición de su nombre en el "Martyrologium Hieronymianum". Es cierto que Eusebio sostiene (Hist. Eccl., VII, 10) que Valeriano favorecía a los cristianos al principio de su reinado. El primer edicto de persecución del emperador apareció sólo en el año 257. 

Lucio fue enterrado en un compartimiento de la bóveda papal en las catacumbas de San Calixto. En la excavación de la bóveda, De Rossi encontró un fragmento grande del epitafio original, el cual sólo da el nombre del Papa en griego: LOUKIS. La losa está quebrada justo atrás de la palabra, así que con toda probabilidad no había nada más escrito excepto el titulo EPISKOPOS (obispo). Las reliquias del santo fueron trasladadas por el Papa San Paulo I (757-767) a la Iglesia de San Silvestre en Capita, o por el Papa San Pascual I (817-824) a la Basílica de San Práxedes [Marucchi, "Basiliques et eglises de Rome", Roma, 1902, 399 (inscripción en San Silvestre), 325 (inscripción en San Práxedes)]. El autor del "Liber Pontificalis" ha atribuido desautorizadamente a San Lucio un decreto, de acuerdo con el cual dos sacerdotes y tres diáconos deben acompañar siempre al obispo para ser testigos de su vida virtuosa: "Hic praecepit, ut duo presbyteri et tres diaconi in omni loco episcopum non desererent propter testimonium ecclesiasticum." Tal medida debió ser necesaria bajo ciertas condiciones en un periodo posterior; pero en época de Lucio esto era increíble. Este supuesto decreto indujo una falsificación posterior para inventar otro decreto apócrifo y se lo atribuyeron a Lucio. Es también fabricada la historia en el "Liber Pontificalis" que Lucio, cuando era llevado a la muerte, dio al archidiácono Esteban poder sobre la Iglesia.

11:35 p.m.

Por: . | Fuente: L´Osservatore Romano

Fundadora de las Hermanas de la Caridad de San Luis

Martirologio Romano: En Vannes, Francia, Beata Madre San Luis (María Luisa Isabel de Lamoignon), fundadora de las Hermanas de la Caridad de San Luis ( 1825)

Fecha de beatificación: 27 de mayo de 2012, durante el pontificado de Benedicto XVI

María Luisa Isabel de Lamoignon (1763-1825) nació en París, en el seno de una familia de alto linaje, y creció en un ambiente cristiano atento a la justicia y a la caridad. A los quince años, se casó con el conde Molé de Champlatreux, hombre virtuoso. Tuvieron cinco hijos, de los cuales sólo dos sobrevivieron. Animada por su marido, visita a los pobres y a los enfermos de su parroquia, pero, por su rango social de condesa, es considerada de la parte de los explotadores. Por ello en la tormenta revolucionaria sufrió la confiscación de sus bienes, privaciones y detenciones. Su esposo fue guillotinado el día de Pascua de 1794. María Luisa Isabel tenía 31 años.

A pesar de ello, continúa su camino espiritual, guiada por el párroco de Pancemont. Una tarde de 1792 reconoció la llamada particular del Señor a seguirlo, llevando su cruz. Ella respondió generosamente con lo que llamó su «pacto con la cruz». Renunció a todo, incluso al deseo de vida religiosa contemplativa para responder a una necesidad urgente de la Iglesia de Vannes: el obispo le pidió que le ayudara con una obra educativa y caritativa. El 25 de mayo de 1803 hizo la profesión religiosa, tomando el nombre de sor San Luis.

Enseguida fue nombrada superiora general de la nueva congregación, que puso bajo la protección de san Luis, modelo de fe, artífice de justicia y de paz. Organizó la vida religiosa de la comunidad y acogió a niñas pobres, cuyo número fue creciendo cada vez más. Velaba por la calidad de su instrucción y las preparaba para vivir y ganar dinero aprendiendo un oficio. Además de la lectura y de la escritura, las jóvenes aprendían a tejer la tela y a realizar bellísimos encajes. Después de Vannes, otros párrocos le pidieron fundar una «casa de caridad» en sus respectivas parroquias. La madre San Luis en 1818 añadió a esto la obra de los retiros espirituales.

Impulsada por el amor de Cristo redentor, sacaba su fuerza de la lectura diaria de la Palabra de Dios y de la Eucaristía. Quería que todas las personas fueran acogidas y sirvieran a Jesucristo: “Si la atención que prestáis a las niñas pobres la ofrecierais con espíritu de fe viva... veríais en ellas a Jesucristo. Diríais: estoy con Jesucristo, hablo con Jesucristo, vivo con Jesucristo. Me glorío en vivir con Jesucristo pobre y humillado”. Y como toda forma de espiritualidad está inevitablemente marcada por la época que la vio nacer y por la personalidad de quien la suscita en un determinado contexto familiar y social, la formación familiar de María Luisa Isabel la puso muy pronto en contacto con los Padres de la Iglesia, desarrollando en ella el gusto ardiente por la Palabra de Dios, que ella transmitió a sus religiosas: “La Sagrada Escritura es la base fundamental de toda forma de piedad... Es necesario, por tanto, que cuantos quieren avanzar en el estado de perfección no dejen pasar ni siquiera un solo día sin leerla y meditarla... Esta Palabra es el alimento del hombre, del mismo modo que la santa Eucaristía es el alimento del alma; es preciso acogerla, tratarla con la misma dignidad, con el mismo respeto; ¿habéis pensado alguna vez en ello?, ¿os habéis comportado alguna vez en consecuencia y habéis intentado poneros, para recibirla, en la misma disposición que deseáis tener para participar en la santa Mesa?”.

Murió en Vannes el 4 de marzo de 1825, lámpara brillante de la caridad y la bondad, capaz de mostrar todo el camino a seguir, contrastando las obras de la carne (la idolatría, la enemistad, la discordia y los celos) con las obras del Espíritu, cuyos frutos benéficos son amor, alegría, paz, magnanimidad, benevolencia, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí.

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11:35 p.m.

Obispo y Abad

Martirologio Romano: En el monasterio de Cava, en la Campania (Italia), san Pedro, que habiendo seguido desde su juventud vida eremítica, fue elegido obispo de Policastro, pero cansado del estrépito de la vida exterior, regresó al monasterio, donde, constituido abad, restableció admirablemente la disciplina. ( 1123)

Fecha de canonización: 21 de diciembre de 1893 por el Papa León XIII

Pedro de Pappacarbone nació en Salerno (Italia). Era sobrino de san Alferio, fundador del monasterio de Cava. Ingresó en la vida religiosa a muy temprana edad, bajo la dirección de san León, el segundo abad. Pronto se distinguió por su piedad, sus abstinencias y su amor a la soledad. En aquélla época la abadía de Cluny era ya muy famosa y el joven monje obtuvo permiso para ir a Francia a ingresar en ella. Los monjes de Cluny intentaron enviarle a la escuela, pero el abad san Hugo les dijo que, a pesar de su poca edad, Pedro era ya maduro en las cosas de Dios. Pronto se confirmó esa opinión, pues, Pedro no desentonaba en aquel convento de santos monjes, en el que permaneció seis años, al cabo de los cuales fue llamado a Italia. San Hugo le permitió partir, gracias a la intercesión del archidiácono de Roma, Hildebrando, que más tarde sería el Papa Gregorio VII.

San Pedro fue el primer obispo de Policastro, pero, como no se sintiese llamado por Dios al vértigo de obligaciones mundanas que le imponía su cargo, obtuvo licencia de renunciar a él y retirarse a Cava. El abad León, muy anciano para gobernar, le nombró sucesor suyo y se retiró. Los monjes habían confirmado, con sus sufragios, la elección de san Pedro, pero pronto encontraron demasiado dura la observancia que éste había aprendido en Cluny y empezaron a murmurar y a rebelarse. Algunos de ellos llevaron sus quejas al antiguo abad León. San Pedro, que no quería oponer resistencia ni ceder en las exigencias de la observancia, partió de Cava y se refugió en otro monasterio. Al poco tiempo, los monjes de Cava, aconsejados por el abad León, fueron a rogarle que volviese a tomar el gobierno y el santo aceptó. De ahí en adelante, los que se habían mostrado más opuestos a san Pedro fueron los más prontos en someterse a la observancia de las reglas.

Bajo el gobierno de San Pedro, el monasterio floreció mucho: los aspirantes a la vida religiosa acudían en gran abundancia y muchas damas y caballeros regalaron tierras y dinero a la comunidad, que pudo así prestar ayuda a los pobres y a los enfermos. Hubo de agrandar la abadía para dar cabida a todos los aspirantes; igualmente se construyó una nueva iglesia, a cuya dedicación asistió el Papa Urbano II, quien había hecho gran amistad con san Pedro en Cluny. En Cava se conserva la crónica de la fiesta organizada con tal ocasión. Según dicha crónica, el Papa trató a san Pedro y a los otros monjes con gran sencillez, como si "hubiese olvidado que era Papa". San Pedro murió a edad muy avanzada, en 1123.

La abadía de Cava existe todavía. En 1912, para manifestar su devoción a sus fundadores, los monjes de Cava publicaron las vidas de Alferio, de san Pedro y de otros dos abades, tomándolas de un antiquísimo manuscrito de su biblioteca; probablemente el autor de esas vidas es Hugo de Venosa, un contemporáneo de san Pedro. En esa biografía, que puede leerse en Acta Sanctorum (marzo, vol. I), así como en Ughelli y en Muratori se basan todas las noticias que poseemos sobre San Pedro de Cava.

VIDAS DE LOS SANTOS Edición 1965
Autor: Alban Butler (†)
Traductor: Wilfredo Guinea, S.J.
Editorial: COLLIER´S INTERNATIONAL - JOHN W. CLUTE, S. A.


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11:35 p.m.

Por: Lamberto de Echeverría, Bernardino Llorca y José Luis Repetto Betes | Fuente: AÑO CRISTIANO Edición 2003

Conde y Monje

Martirologio Romano: En Chambery, en Saboya (Francia), beato Humberto, tercer conde de Saboya, que habiendo sido coaccionado a dejar el claustro para ocuparse del gobierno, volvió más tarde a la vida monástica, viviendo con fidelidad ( 1188)

Fecha de beatificación: Su culto fue confirmado el 7 de septiembre de 1838 por el Papa Gregorio XVI

Nació en el castillo de Avigliana junto a Turín el 4 de agosto de 1135, hijo del conde Amadeo III de Saboya y Mahaut (o Mafalda, o Matilda) de Albon, hermana de Guy IV de Dauphinois. Reemplazó a su padre en el condado en 1148, cuando tiene doce años. Humberto llegará a tener hasta cuatro esposas sucesivas: su primera esposa murió joven; su segunda unión terminó en separación. Los nobles y el pueblo de Saboya le pidieron que se casara otra vez; esta tercera esposa le dio dos hijas, y Humberto intentó por volver a la vida monástica, pero fue persuadido de casarse otra vez. Esta cuarta esposa, Beatriz, le dio un hijo -Tomás- que le sucedería en el trono.

Como gobernante tendió a limitar las autonomías feudales y comunales, lo que le llevará a conflictos con algunos obispos, entre ellos San Antelmo de Belley, que no dudará en excomulgarlo, pero prospera su apelación al Papa Alejandro III que le levanta la excomunión. En el conflicto guelfo-gibehno, Humberto intenta una obra de mediación, procurando conservar la amistad tanto del emperador como del papa. Pero no pudo evitar su roce con el emperador y que éste lo citara en vano ante la justicia imperial llegando a declararlo contumaz (2 de septiembre de 1185).

Fue un hombre de acendrada religiosidad y piedad en el que influyó notablemente el Beato Amadeo de Lausana, de cuyos consejos y asesoramiento se sirvió. Se mostró siempre generoso con las iglesias y monasterios, y favoreció a la Igles1a todo cuanto pudo.

Sintió el deseo de abrazar la vida religiosa, pero comprendió que esto le era imposible por necesitarlo sus súbditos al frente de sus Estados. Como compensación no deja de acudir al claustro para vivir con sinceridad tiempos de retiro, integrándose el tiempo que pasaba en los monasterios en la vida de la comunidad. La muerte le llegó cuando estaba en la abadía de Haute Combe, Vistiendo el hábito cisterciense, el 4 de marzo de 1188.

ORACIÓN
¡Oh Dios!,
que al beato Humberto
le haz enseñado preferir el Reino del Cielo al reino terreno
y a abrazar la mortificación de la cruz,
ayúdanos por su intercesión y siguiendo su ejemplo,
a desprendernos de los bienes terrenales
y anhelar los eternos.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos.
Amén.

AÑO CRISTIANO Edición 2003
Autores: Lamberto de Echeverría (†), Bernardino Llorca (†) y José Luis Repetto Betes
Editorial: Biblioteca de Autores Católicos (BAC)
Tomo III Marzo ISBN 84-7914-663-X


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5:08 p.m.

SAN CASIMIRO

PRÍNCIPE





San Casimiro, hijo del rey de Polonia, que, siendo príncipe, destacó por el celo en la fe, por la castidad y la penitencia, la benignidad hacia los pobres y la devota veneración a la Eucaristía y a la bienaventurada Virgen María, y aún joven, consumido por la tuberculosis, descansó piadosamente en la ciudad de Grodno, cerca de Vilna, en Lituania (1484).

Etimológicamente: Casimiro = Aquel que invoca, enseña, promueve la paz, es de origen polaco.

Fecha de canonización: El rey Segismundo presentó ante el Papa León X la solicitud para la canonización de Casimiro luego de haberse registrado muchos milagros por su intercesión. En 1521 dicho Papa declaró a Casimiro patrón de Polonia y Lituania, pero fue oficialmente beatificado en 1602 por el Papa Clemente VIII y por fin en 1621 su fiesta fue extendida a la Iglesia Universal.

Casimiro nació en 1458 en Cracovia. Era el tercero de los trece hijos de Casimiro, rey de Polonia. Muchos santos han salido de familias muy numerosas, y de esta clase de familias llegan a la Iglesia Católica excelentes vocaciones.

Su madre Isabel, hija del emperador de Austria, era una fervorosa católica y se esmeró con toda el alma porque sus hijos fueran también entusiastas practicantes de la religión. Ella en una carta a una amiga hace una formidable lista de las cualidades que debe tener una buena madre, y seguramente que esas cualidades fueron las que practicó con sus propios hijos.

Y además de la educación que le dieron sus padres, Casimiro tuvo la gran suerte de que el rey le consiguió dos maestros que eran buenísimos educadores. El Padre Juan y el profesor Calímaco. El Padre Juan era Polaco y dejó fama de ser muy sabio y muy santo, pero su mayor honor le viene de haber sido el que encaminó a San Casimiro hacia una altísima santidad. El Profesor Calímaco era un gran sabio que había sido secretario del Papa Pío II, y después estuvo 30 años en la corte del rey de Polonia ayudándole en la instrucción de los jóvenes. Calímaco dijo: "Casimiro es un adolescente santo", y el Padre Juan escribió también: "Casimiro es un joven excepcional en cuanto a virtud".

Claro está que no basta con recibir una buena educación de parte de los papás y tener buenos profesores, sino que es necesario que el joven ponga de su parte todo el empeño posible por ser bueno. Pues de los otros doce hermanos de Casimiro, que tuvieron los mismos profesores, ninguno llegó a la santidad, y algunos hasta dieron malos ejemplos. En cambio nuestro santo llegó a unas alturas de virtud que admiraron a los que lo conocieron y lo trataron.

Dicen los biógrafos de San Casimiro que su más grande anhelo y su más fuerte deseo era siempre agradar a Dios. Para eso trataba de dominar su cuerpo, antes de que las pasiones sensuales mancharan su alma. Siendo hijo del rey, sin embargo vestía muy sencillamente, sin ningún lujo. Se mortificaba en el comer, en el beber, en el mirar y en el dormir. Muchas veces dormía sobre el puro suelo y se esforzaba por no tomar licor. Y esto en un palacio real donde las gentes eran bastante inclinadas a una vida fácil y de muchas comodidades y comilonas.

Para Casimiro el centro de su devoción era la Pasión y Muerte de Jesucristo. En aquellos tiempos los maestros espirituales insistían frecuentemente en que para ser fervoroso y crecer en el amor a Dios aprovecha muchísimo el meditar en la Pasión de Jesucristo. Nuestro santo pasaba mucho tiempo meditando en la Agonía de Jesús en el Huerto y en los azotes que padeció, como también en la coronación de espinas y las bofetadas que le dieron a Nuestro Señor. Ratos y ratos se estaba pensando en la subida de Jesús al Calvario y en las cinco heridas del crucificado, y meditando en el amor que llevó a Jesús a sacrificarse por nosotros. Le gustaban los cristos muy sangrantes, y ante un crucifijo se quedaba tiempos y tiempos meditando, suplicando y dando gracias.

Otra gran devoción de Casimiro era la de Jesús Sacramentado. Como durante el día estaba sumamente ocupado ayudando a su padre a gobernar el Reino de Polonia y de Lituania, aprovechaba el descanso y el silencio de las noches para ir a los templos y pasar horas y horas adorando a Jesús en la Santa Hostia.

Sus preferidos eran los pobres. La gente se admiraba de que siendo hijo de un rey, nunca ni en sus palabras ni en su trato se mostraba orgulloso o despreciador con ninguno, ni siquiera con los más miserables y antipáticos. Un biógrafo (enviado por el Papa León X a recoger datos acerca de él) afirma que la caridad de Casimiro era casi increíble, un verdadero don del Espíritu Santo. Que el amor tan grande que le tenía a Dios, lo llevaba a amar inmensamente al prójimo, y que nada le era tan agradable y apetecible como la entrega de todos sus bienes en favor de los más necesitados, y no sólo de sus bienes materiales, sino de su tiempo, sus energías, de su influencia respecto a su padre y de su inteligencia. Que prefería siempre a los más afligidos, a los más pobres, a los extranjeros que no tenían a nadie que los socorriera, y a los enfermos. Que defendía a los miserables y por eso el pueblo lo llamaba "el defensor de los pobres".

Su padre quiso casarlo con la hija del Emperador Federico, pero Casimiro dijo que le había prometido a la Virgen Santísima conservarse en perpetua castidad. Y renunció a tan honroso matrimonio.

Los secretarios y otras personas que vivieron con Casimiro durante varios años estuvieron todos de acuerdo en afirmar que lo más probable es que este santo joven no cometió ni un solo pecado grave en toda su vida. Y esto es tanto más admirable en cuanto que vivía en un ambiente de palacio de gobierno donde generalmente hay mucha relajación de costumbres. La gente se admiraba al ver que un joven de veinte años observaba una conducta tan equilibrada y seria como si ya tuviera sesenta.

A su padre el rey le advertía con todo respeto pero con mucha valentía, las fallas que encontraba en el gobierno, especialmente cuando se cometían injusticias contra los pobres. Y el papa atendía con rapidez a sus peticiones y trataba de poner remedio.

Casimiro llegó lo mismo que San Luis Gonzaga, San Gabriel de la Dolorosa, San Estanislao de Koska, San Juan Berchmans, y Santa Teresita de Jesús, a una gran santidad, en muy pocos años.

Se enfermó de tuberculosis, y el 4 de marzo de 1484, a la corta edad de 26 años, murió santamente dejando en todos los más edificantes recuerdos de bondad y de pureza. Lo sepultaron en Vilma, capital de Lituania.

A los 120 años de enterrado abrieron su sepulcro y encontraron su cuerpo incorrupto, como si estuviera recién enterrado. Ni siquiera sus vestidos se habían dañado, y eso que el sitio donde lo habían sepultado era muy húmedo.

Sobre su pecho encontraron una poesía a la Sma. Virgen, que él había recitado frecuentemente y que mandó que la colocaran sobre su cadáver cuando lo fueran a enterrar. Esa poesía que él había propagado mucho empieza así:

Cada día alma mía, di a María su alabanza. En sus fiestas la honrarás y su culto extenderás, etc., etc.

Hasta después de muerto quería que en su sepulcro se honrara a la Virgen María a quien le tuvo inmensa devoción durante toda su vida.

San Casimiro trabajó incansablemente por extender la religión católica en Polonia y Lituania, y estas dos naciones han conservado admirablemente su fe católica, y aún en este tiempo cuando las gentes ven que está en peligro su religión, invocan al santo joven que fue tan entusiasta por nuestra religión. Y él demuestra con verdaderos prodigios lo mucho que intercede ante Dios en favor de los que lo invocan con fe.

11:35 p.m.

Abad Premostratense

Martirologio Romano: En Frisia, beato Federico (Frederik), presbítero, que siendo párroco en la ciudad de Hallum, llegó a ser después abad del monasterio de Mariengaarde, de la Orden Premostratense (1175).

Fecha de beatificación: Culto confirmado en 1728 por el Papa Benedicto XIII.

Federico Feikone era el hijo de una pobre viuda de Hallum en Frisia (ahora en Holanda). Su vocación sacerdotal era notoria en su infancia por lo que su párroco le dio sus primeras lecciones de latín. Estudió artes liberales y las Sagradas Escrituras en Münster. Federico tenía una devoción especial a la Santísima Virgen María, a San Juan Evangelista, y Santa Cecilia. Al regreso de de Münster, fue maestro. Fue ordenado sacerdote siendo ya bastante mayor. Fue designado como sacerdote auxiliar en la parroquia de Hallum donde fue creciendo su prestigio.

Federico deseaba construir un hospital y consultó al obispo Godfrey de Utrecht (1156-1177) solicitando su permiso para establecer un para el permiso de establecer un monasterio de canónigos. Para el efecto acudió a la abadía Norbertina de Mariënweerd como novicio en la vida monástica. Posteriormente recorrió ciudades y pueblos buscando compañeros para su monasterio. En 1163 él construyó la iglesia del monasterio y la dedicó a la Virgen María (Mariëngaarde). Al principio los sacerdotes y monjas vivían bajo el mismo techo, pero pronto las hermanas fueron trasladadas a su propio monasterio: Belén en Oudkerk.

En este punto viajo a Steinfeld para unir la fundación a la Orden Norbertina. Federico era el abad, párroco de Hallum, y rector de Belén, todo al mismo tiempo. Un seminario para educar a los futuros sacerdotes fue anexado a la abadía, mismo que ganó fama en poco tiempo. Mientras visitaba el convento Norbertino de Belén se sintió enfermo y regresó a Hallum. En la iglesia en la cual él había celebrado su primera Misa también celebraría la última.

Después de la Misa, retorno a la abadía para morir. Les habría dicho a sus hermanos conventuales: “Recen por mí, porque yo no pude atender a los pobres tanto como deseaba por la pobreza del monasterio”. Los motivó a seguir la Regla y les aseguró que él nunca abandonaría a los monjes de su abadía mientras ellos permanecieran fieles. Murió el 3 de marzo de 1175.

Ocurrieron tantos milagros entre quienes acudían a pedir su intercesión al pie de su tumba, que la iglesia de Mariëngaarde llegó a ser un sitio de peregrinación muy visitado.

En 1614, durante el ataque calvinista en Frisia, el Abad Nicolas Chamart envió las reliquias a la abadía de Bonne-Espérance (Buena Esperanza) en Vellereille (Bélgica) donde fueron sepultados en la iglesia abacial en 1616. Durante la Revolución Francesa los restos fueron ocultados en Vellereille, y en 1938, durante el período del Abad Bouven, se trasladaron a la abadía de Notre-Dame de Leffe en Dinant (Bélgica).

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11:35 p.m.

Mártires

Martirologio Romano:En Cesarea de Palestina, santos Marino, soldado, y Asterio, senador, mártires bajo el emperador Galieno. El primero, delatado que era cristiano por un compañero envidioso, profesó su fe ante el juez con palabras muy claras y, decapitado, alcanzó la corona del martirio. Asterio, por haber honrado el cuerpo del mártir extendiendo por debajo la propia veste con que se cubría, mereció a su vez ser martirizado (c. 260).
En la «Historia Eclesiástica», Eusebio describe el martirio de San Marino. El santo pertenecía a una noble familia de Cesárea de Palestina y se había distinguido en el ejército. Iba ya a ser condecorado con el emblema de centurión, cuando uno de sus rivales objetó que no tenía derecho de aspirar a esa dignidad, pues era cristiano y no podía ofrecer sacrificios al emperador. El gobernador, Aqueo, interrogó a Marino y como éste confesara a Cristo, le dio tres horas para reflexionar. En la puerta de la sala del juicio Marino encontró al obispo de la ciudad, llamado Teotecno, quien le condujo a la iglesia.

El obispo señaló a Marino el libro de los Evangelios que se hallaba sobre el altar y la espada que éste llevaba al cinto, y le dijo que escogiese entre esos dos objetos. Marino tomó sin vacilar el libro de los Evangelios en sus manos. El obispo le dijo: «Entonces acógete a Dios y pídele que te de fuerza para ganar lo que has escogido. Vete en paz». Marino retornó a la sala del juicio y confesó su fe con la misma valentía que antes. Fue ejecutado inmediatamente.

San Astirio, un senador romano que gozaba del favor del emperador, asistió al martirio de Marino, envolvió el cadáver en su propia capa, se lo echó sobre los hombros y le dio cristiana sepultura. Eusebio no habla del martirio de San Astirio, pero Rufino lo supone en su traducción latina de la historia y, tanto el Martirologio Romano como el Menaion griego (7 de agosto) conmemoran a San Astirio como mártir.

VIDAS DE LOS SANTOS Edición 1965
Autor: Alban Butler (†)
Traductor: Wilfredo Guinea, S.J.
Editorial: COLLIER´S INTERNATIONAL - JOHN W. CLUTE, S. A.

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11:35 p.m.

Mártires

Martirologio Romano: En Amasea (hoy Amasya), en el Ponto, hoy en Turquía, santos Cleónico y Eutropio, mártires en la persecución bajo el emperador Maximiano, siendo procurador Asclepiódato (s. IV).
Existe una antigua narración relativa a tres mártires, militares de profesión: los hermanos Eutropio, Cleónico y Basilico, este último pariente de san Teodoro el recluta, quienes fueron descubiertos como cristianos y después de haber sido sometidos a una gran variedad de tormentos, fueron trasladados a Comona donde Eutropio y Cleónico fueron ejecutados inmediatamente, mientras Basilico tuvo que esperar al 22 de mayo para recibir su palma de martirio.

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SAN EMETERIO Y SAN CELEDONIO

MÁRTIRES





En Calahorra, en la Hispania Tarraconense, santos Emeterio y Celedonio, los cuales, estando cumpliendo la milicia en los campamentos junto a León, en la provincia de Galicia, por confesar el nombre de Cristo al inicio de la persecución fueron conducidos a Calahorra y allí coronados con el martirio (c. s. IV).

Etimológicamente: Emeterio = Aquel que es defensor, es de origen griego,

En verso recogió por escrito los relatos de su muerte el poeta hispano Prudencio.

Calahorra (La Rioja, España) está unida a estos soldados por el hecho de su martirio y quizás también por ser el lugar de su nacimiento. Otros señalan a León como cuna por los libros de rezos leoneses -antifonarios, leccionarios y breviarios del siglo XIII- al interpretar «ex legione» como lugar de su proveniencia, cuando parece ser que la frase latina es mejor referida a la Legión Gemina Pia Felix a la que pertenecieron y que estuvo acampada cerca de la antigua Lancia, hoy León, según se encuentra en el documento histórico denominado "Actas de Tréveris" del siglo VII.

En la parte alta de Calahorra está la iglesia del Salvador -probablemente en testimonio perpetuante del hecho martirial- por donde antes estuvo un convento franciscano y antes aún la primitiva catedral visigótica que debió construirse, según la costumbre de la época, junto a la residencia real, para defensa ante posibles invasiones y que fue destruida por los musulmanes en la invasión del 923, según consta en el códice primero del archivo catedralicio.

No se conocen las circunstancias del martirio de estos santos; no las refiere Prudencio. ¡Qué pena que el emperador Diocleciano ordenara quemar los códices antiguos y expurgar los escritos de su tiempo! Con ello intentó, por lo que nos refiere Eusebio, que no quedara constancia ni sirviera como propaganda de los mártires y evitar que se extendiera el incendio. 

Tampoco hay en el relato nombres que faciliten una aproximación. ¿Fue al comienzo del siglo IV en la persecución de Diocleciano? Parece mejor inclinarse con La Fuente por la mitad del siglo III, en la de Valeriano, contando con que algún otro retrotrae la historia hasta el siglo II. 

Cierto es que Prudencio nació hacia el 350, deja escrita en su verso la historia antes del 401, cuando se marcha a Italia, hablando de ella como de suceso muy remoto y no debe referirse con esto al tiempo de Daciano (a. 304) porque esta época ya fue conocida por los padres del poeta. Es bueno además no perder de vista que el narrador antiguo no es tan exacto en la datación de los hechos como la actual crítica, siendo frecuente toparse con anacronismos poco respetuosos con la historia.

El caso es que Emeterio y Celedonio -hermanos de sangre según algunos relatores- que fueron honrados con la condecoración romana de origen galo llamada torques por los méritos al valor, al arrojo guerrero y disciplina marcial, ahora se ven en la disyuntiva de elegir entre la apostasía de la fe o el abandono de la profesión militar.

Así son de cambiantes los galardones de los hombres. Por su disposición sincera a dar la vida por Jesucristo, primero sufren prisión larga hasta el punto de crecerles el cabello. En la soledad y retiro obligados bien pudieron ayudarse entre ellos, glosando la frase del Evangelio, que era el momento de «dar a Dios lo que es de Dios» después de haberle ya dado al César lo que le pertenecía. Su reciedumbre castrense les ha preparado para resistir los razonamientos, promesas fáciles, amenazas y tormentos. En el arenal del río Cidacos se fija el lugar y momento del ajusticiamiento. Cuenta el relato que los que presencian el martirio ven, asombrados, cómo suben al cielo el anillo de Emeterio y el pañuelo de Celedonio como señal de su triunfo señero.

Muy pronto el pueblo calagurritano comenzó a dar culto a los mártires. Sus restos se llevaron a la catedral del Salvador; con el tiempo, las iglesias de Vizcaya y Guipúzcoa con otras hispanas y medio día de Francia dispusieron de preciosas reliquias. Junto al arenal que recogió la sangre vertida se levanta la catedral que guarda sus cuerpos.

Hoy Emeterio y Celedonio, los santos cantados por su paisano Prudencio, y recordados por sus compatriotas Isidoro y Eulogio son los patronos de Calahorra que los tiene por hermanos o de sangre o -lo que es mayor vínculo- de patria, de ideal, de profesión, de fe, de martirio y de gloria.

11:46 p.m.

Por: . | Fuente: aicaold.com.ar

Mártir Laico

Martirologio Romano: En Brujas, en Flandes, beato Carlos Bono, el cual, siendo príncipe de Dinamarca y después conde de Flandes, se mostró paladín de la justicia y defensor de los pobres, hasta que fue asesinado por unos soldados a los que él impelía hacia la paz que ellos rechazaban ( 1127).

Etimológicamente: Carlos = Aquel que es dotado de noble inteligencia, es de origen germánico.

Fecha de beatificación: Culto confirmado en 1883 por el Papa León XIII

Breve Biografía

Hijo de San Canuto, rey de Dinamarca. Al llegar a la mayoría de edad fue proclamado Conde de Flandes y de Amiens. Su gobierno sabio y benéfico y su santidad personal le ganaron el título de "el Bueno".

A raíz de un invierno muy largo y frio, comenzó a escasear los alimentos para la población. Carlos tomó medidas extraordinarias para que a los pobres no les faltara de comer. Algunas de esas medidas perjudicaron a los especuladores quienes tramaron su muerte.

Una mañana de 1127, cuando el conde oraba ante el altar de Nuestra Señora en la iglesia de San Donaciano de Brujas los conspiradores cayeron sobre él y lo decapitaron.

Sus restos están en la Catedral de Brujas, Bélgica.

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11:46 p.m.

María de los Ángeles Guerrero González
Fundadora del Instituto
de las Hermanas de la Cruz

Martirologio Romano: En Sevilla, en España, santa Ángela de la Cruz Guerrero González, fundadora del Instituto de las Hermanas de la Cruz, que no se reservó ningún derecho para sí sino que lo dejó todo para los pobres, a los cuales acostumbraba llamar sus señores, y los servía de verdad (1932).

Etimológicamente: Ángela = Aquella que trae el mensaje de Dios, es de origen griego.

Fecha de canonización: 4 de mayo de 2003 por S. S. Juan Pablo II.

María de los Ángeles Martina de la Santísima Trinidad Guerreo González, o Sor Ángela de la Cruz, es conocida en su ciudad natal, Sevilla, como "madre de los pobres". Nace en 1846 en el seno de una familia sencilla y trabajadora. Niña humilde, afectuosa, alegre, devota, trabajadora… La penitencia, la oración, la limosna, la entrega… son propios de ella. Con 13 años entra a trabajar en un taller de zapatería, donde se ganará el cariño, el respeto y la admiración de sus compañeras. Los pobres de su barrio saben de sus limosnas y ayudas. A los 16 años conoce al Padre José Torres que la ayudará a madurar en su fe y en su vocación, y la orientará hacia el apostolado. Sus intentos de ingresar en las Carmelitas Descalzas de Sevilla y en las Hijas de la Caridad fracasan por motivos de salud.

Con humildad y sencillez, esta mujer, que apenas sabe escribir, pondrá por escrito, a petición del P. Torres, lo que siente: narra una contemplación que ha tenido de la Santa Cruz, a partir de la cual se llamará Ángela de la Cruz; o cómo concibe ese Calvario que quiere que sea su vida: sólo tiene 27 años. El 2 de agosto de 1875 nace la “Compañía de Hermanas de la Cruz” , con el fin de ayudar y atender a los pobres y a los enfermos, y limpiar de miserias sus casas. Las religiosas viven en conventos que son un como un “Calvario”, con una imagen preciosa de la Virgen María en el Oratorio; con una existencia austera, en silencio casi absoluto, de oración y meditación continua. Las vocaciones aumentan, así como las peticiones de ayuda de los más pobres y necesitados, incluso de los ricos, y se suceden las fundaciones. La Madre Ángela de la Cruz, que morirá en 1932, estará toda su vida pendiente de todas y cada una de sus hijas, y de cuantos acuden buscando su consejo y su apoyo.

¿Qué podemos aprender de Sor Ángela de la Cruz?

Sor Ángela de la Cruz fue pobre: su máxima era vivir la pobreza evangélica, como Jesucristo, porque sólo desde la pobreza podrá comprender y ayudar a los pobres. Dedica su comida y las limosnas que recibe para los pobres del barrio. Su atención a los pobres le lleva a ‘chupar’ la supuración de las llagas de una enferma a punto de morir, y que sana al poco tiempo. Ese desprendimiento la lleva a concebir una Compañía en la que sus monjas estén al servicio de los pobres, desprendidas de todo, sin más ropa que la puesta, con un régimen de comidas austero, dormir en tarimas de madera… sus religiosas son mendigas, y todo lo reciben de limosna. Con un objetivo cristiano: llevar todas las almas a Dios.

Humilde: ser ‘nada’ en la voluntad de Dios; obedecer continuamente; vivir en una actitud continua de recogimiento; aceptar las reprimendas y no justificarlas cuando son injustas. Humildad que se plasma en sus Hijas: piden limosna, visitan y ayudan a los enfermos.

Madre: madre para los pobres, a quienes da todo lo que tiene, y sobre todo su amor. Madre para sus Hijas, a quienes quiere y cuida, a quienes dirige cartas circulares, y cartas personales; a quienes exhorta a vivir muy unidas, con paz y tranquilidad, siendo ángeles de paz, con un testimonio de pobreza evangélica y de alegría. Madre que creará internados para las hijas huérfanas de los enfermos que asisten las Hermanas, y escuelas para las niñas humildes, incluso escuelas nocturnas para las obreras. Pobreza sí, miseria no. Confianza: en la divina Providencia y en las personas que la Divina Providencia ponía a su lado.

Amor a la Cruz: las casas de las Hermanas son como un Calvario, y en el dormitorio hay un altar con una Cruz.

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11:46 p.m.

Por: P. Felipe Santos |

Obispo

Martirologio Romano: En Lichfield, en Inglaterra, san Ceada, obispo, que en momentos difíciles ejerció el oficio episcopal en las provincias de Mercia, Lindisfarne y del centro de Inglaterra, desempeñando este ministerio con gran perfección de vida, según los ejemplos de los antiguos padres ( 672).

También es llamado: Ceada o Ceades

Breve Biografía

No es un nombre muy común en nuestra cultura latina, pero sí en la anglosajona.

Cuando Wilfrido fue elegido obispo de York, sentía más aún en su corazón de apóstol la necesidad de extender el reino de Dios por otros sitios que no hubieran sido ya hollados o trillados antes.

Fue entonces cuando le vino la idea de enviar a Chad como obispo a Nortthumbria. Aquí, como hacían los apóstoles de Jesús, se entregó plenamente a su trabajo.

Recorría a pie todos los lugares que pertenecían a su diócesis. Sembraba en los corazones la calma; ayudaba a los pobres, les predicaba la Palabra de Dios, sin excluir nunca a los nobles y ricos. Dios ha venido para la salvación de todos. Eran tan tiernas las entrañas de Chad que a todo el mundo los consideraba como a sus hijos. Si llegaban los días lluviosos o las tormentas, hacía mucha oración por todos y porque sus cosechas fueran buenas.

También solía, con el mal tiempo, encerrarse horas y horas en la iglesia para recitar los Salmos de la Biblia.

Estuvo misionando, esa es la palabra, durante dos años. Tras ellos, había ocupado el primado de Inglaterra, que está en York, un tal Teodoro. No tenía buenas intenciones para con el incansable misionero Chad. Y apenas pudo, le exigió que renunciara a ser obispo.

Chad dijo que estaba siempre a disposición de lo que Dios le pidiere en cada instante. Así pues, dejó su cargo.

Transcurrieron solamente algunos meses. Tiempo suficiente para que Teodoro recapacitase en la injusticia que había cometido con Chad.

Para compensar lo mal que se comportó con él, le nombró canónicamente –esta vez sí según él – obispo de Lichfield.

Igualmente llevó a cabo un gran apostolado duran te tres años, hasta que la plaga de la peste le llevó a la eternidad. Era el año 672, tal día como hoy.

Se lo suele confundir con San Cedda, que era su hermano.

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