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11:21 p.m.

Por: . | Fuente: Archidiócesis de Madrid

Ermitaño

Martirologio Romano: En Licópolis, de Egipto, san Juan, eremita, que entre sus muchas virtudes se distinguió por su espíritu profético (s. IV).

Etimológicamente: Juan = Dios es misericordia, es de origen hebreo.

Nació en Licópolis, hoy Asiut, en los comienzos del siglo IV y pasó la mayor parte de su vida en la Tebaida, dedicado a la oración y a la penitencia. Parece ser que nació en el seno de una familia pobre y que tuvo en la juventud la profesión de carpintero.

Muy joven marcha a buscar la soledad del desierto; se pone bajo el amparo de santo monje que le orienta en las difíciles sendas de la imitación de Jesucristo, siguiéndole en la soledad. El maestro pone a prueba su disposición mandándole, de modo insólito, que riegue una rama de árbol seca y podrida que ha plantado en la tierra. El joven aprendiz de anacoreta no se complica la vida con disquisiciones por muy razonadas que parezcan; va y viene dos veces al día a por el agua escasa que tiene a distancia y moja y riega su pobre leño. No sabemos cuál fue el resultado de su prueba, pero a él -entonces inexperto- le sirvió para mortificarse y enraizar la obediencia.

Come hierbas y raíces; bebe agua abundante; es de poco dormir, hace mucha oración y extremada penitencia. Las pocas gentes que conoce lo ven lleno de buen humor, servicial, parco en las palabras, acertado en las sentencias que salen de su boca siempre dispuesta a enseñar a Cristo; lo describen barbudo con figura alargada y seca. No daba para otra apariencia aquella vida de ayuno con sol y aire abundante.

Con el paso del tiempo, se aproxima a él gente más apartada. Al correrse las voces sobre la santidad de Juan, el solitario anacoreta, vienen desde lejos a rezar y aprender cosas de Dios. Algunos consultan problemas personales, mientras que otros buscan arreglos de asuntos enconados y con poca solución entre clanes y familias. Algún militar se acerca a exponer sus temores ante los bárbaros que se acercan. Profetiza victorias que se cumplen. Hasta en mismo emperador Teodosio manda embajada de consultas sobre acciones políticas y militares que está a punto de comenzar y requieren prudencia. Nunca permite que una mujer mire ni se acerque a su celda.

En la pobreza del desierto, aunque no dispone de espacio digno donde recibir visitas ilustres, van a verle también monjes como Evagrio del Ponto y su discípulo Paladio del monasterio que está en el desierto de Nitria; en esa ocasión, profetiza a Paladio su futura elección de obispo y las cruces que va a llevar anejas. ¡Y uno de sus visitantes es también Alipio, gobernador de Tebaida!

Juan vivió hasta el año 394, habiendo pasado 75 en el desierto.

Que se sepa, Juan no escribió cosa alguna. Pero quienes le conocieron quedaron tan impresionados de su vida y tan vivamente conmovidos por sus palabras que sí aumentaron su fama. Dicen de él que le oyeron hablar de algún solitario que conoció un fantasma de mujer que le llevó al abandono del desierto -la imaginación descontrolada siempre fue mala consejera-; comentan que hablaba de otros que se dejaron seducir por la sensualidad, se enterraron en la impureza, y arruinaron la vida de entrega en el desierto; y también narran que hablaba de otros a los que el buen Dios les concedió la vuelta por el arrepentimiento. Quizá los testigos y biógrafos querían contar con esto que su larga vida en años fue también larga en experiencia.

La escena del fresco que está en el camposanto de Pisa, pintada por el sienés Pietro Lorenzetti, mostrando a una mujer de extraña hermosura que clava su glacial mirada en el monje barbudo que aprieta su mano, bien pudiera ser un eco artístico de las tentaciones que, como cualquier mortal, hubieron de superar los ermitaños; así, abajados del pedestal de gloria que envuelve sus repetidas historias de santidad, nos los aproxima a la cotidiana vulgaridad de los pecadores mostrándonos el camino tan frecuentado del arrepentimiento.


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11:21 p.m.

Religioso y Mártir

Martirologio Romano: En Ciudad Real, en España, beato Fidel Fuidio Rodríguez, religioso de la Sociedad de María y mártir, que durante la persecución religiosa descansó en el Señor al ser fusilado (1936).

Fecha de beatificación: 1 de octubre de 1995 por S.S. Juan Pablo II

Breve Biografía


Nació en Yécora (Alava) el 24 de abril de 1880. Hizo el Postulantado marianista en Vitoria (España) y en Pontacq (Francia) de 1892 a 1896 y emitió sus primeros votos en la Compañía de María en 1897.

Después de dos años de preparación en Escoriaza (Guipúzcoa), inició su carrera de profesor y educador que ejerció durante 35 años. Enseñó en varios colegios Marianistas de España: Jerez de la Frontera, Cádiz, Madrid (1910-1933) y Ciudad Real. Dotado de una personalidad alegre y expansiva, exuberante de celo apostólico, se valió de la simpatía como método educativo, consiguendo notables resultados y dejando una imborrable huella entre sus alumnos. Durante su estancia en Madrid, y sin dejar la enseñanza, obtuvo el grado de Doctor en Ciencias Históricas. Su tesis doctoral “Carpetania Romana” (1934) es el fruto de numerosos descubrimientos arqueológicos, llevados a cabo con la colaboración de sus alumnos. Discípulo de Hugo Obermaier, gran amigo de los Marianistas, el Dr. Fuidio es considerado en la actualidad como uno de los pioneros de la arqueología madrileña. Como religioso, observaba fielmente sus compromisos y siempre estaba dispuesto a ayudar a sus cohermanos. En su vida de comunidad trató de ser según su propia expresión, “propagador de entusiasmo y sembrador de optimismo”. Amaba a su Instituto con cariño filial y cultivaba una devoción especial a la Virgen María.

A finales de junio de 1936, Fidel Fuidio fue operado de una hernia en Madrid, regresando a su comunidad de Ciudad Real el 17 de julio, aún convaleciente de su operación. El 25 de julio, Fidel tuvo que dejar su comunidad y trasladarse a una fonda, ya que el Colegio había sido requisado por la Guardia Civil. El 7 de agosto, los milicianos se presentaron de noche en la pensión para proceder a una detención y se llevaron también a Fidel, al verle un crucifijo en el pecho. Lo condujeron al Gobierno Civil, en cuyo desván habían instalado un cárcel provisional. El tiempo de su prisión lo pasó preparándose a bien morir y tratando de levantar la moral a los demás detenidos. Rezaba constantemente y se confesaba a menudo con los sacerdotes presos, manifestando muchas veces su prontitud a “morir por la fe”. El 15 de octubre fue dejado en libertad después de un simulacro de juicio. Pero antes de salir de la prisión fue llevado por los milicianos a la “Casa del Pueblo”. De allá lo sacaron en la noche del 16 al 17 de octubre y lo fusilaron en Carrión de Calatrava.

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11:21 p.m.
Nació en Montperreaux diócesis de Besancom (Francia) en 1799.

Estudió en el Seminario Mayor de Besancom, era miembro de la Sociedad de Misioneros en el Exterior de París, en 1822 fue enviado como misionero a Vietnam. Cuando el gobierno comenzó su ofensiva contra los cristianos, Isidoro convirtió al cristianismo a las autoridades de Bongson.

Fue estrangulado hasta morir en Hue (1833) y enterrado en Phukam, luego sus religuias fueron trasladadas a París.

San Isidoro Gagelin es uno de los 117 mártires de Vietnam, en Octubre 17 se recuerda su festividad particular.

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5:09 p.m.
SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA

 OBISPO Y MÁRTIR




PALABRA DE DIOS DIARIA

San Ignacio de Antioquía, de sobrenombre "Theophorus" (portador de Dios), fue discípulo directo de San Pablo y San Juan.

Segundo sucesor de Pedro en el gobierno de la Iglesia de Antioquía; El primero en llamar a la Iglesia "Católica".

Sus escritos demuestran que la doctrina de la Iglesia Católica viene de Jesucristo por medio de los Apóstoles. Esta doctrina incluye: La Eucaristía; la jerarquía y la obediencia a los obispos; la presidencia de la iglesia de Roma; la virginidad de María y el don de la virginidad. El privilegio que es morir mártir de Cristo.

Condenado a morir devorado por las fieras, fue trasladado a Roma y allí recibió la corona de su glorioso martirio el año 107, en tiempos del emperador Trajano. En su viaje a Roma, escribió siete cartas, dirigidas a varias Iglesias, en las que trata sabia y eruditamente de Cristo, de la constitución de la Iglesia y de la vida cristiana. Ya en el siglo IV, se celebraba en Antioquía su memoria el mismo día de hoy.

Las puertas se abren lentamente. Cuerpos como fantasmas caminan en la arena. Entornan los ojos que acostumbrados a vivir en las sombras de las mazmorras, reciben de golpe la luz del sol. El clamor de la multitud termina por despertarlos. Avanzan sin rumbo fijo, algunos cogidos de las manos, otros solos y tristes con los ojos reflejando pavor y desconcierto. Suenan las trompetas. Ruidos de cadenas se oyen por todas partes y del centro de la tierra emergen fieras sedientas de sangre: panteras, leones africanos, hienas. ¡La fiesta ha comenzado! Es el Circo Máximo que ofrece a los romanos el espectáculo de ver morir a cientos, quizás miles de cristianos, testigos de su fe en Cristo. Son los tiempos del emperador Trajano, allá por los años 98 a 117 de nuestra era en donde ser cristiano implicaba dar la propia vida. 

Charcos de sangre inundan el lugar, miembros despedazados y descuartizados por todas partes, algún quejido lastimero y doliente de alguno que ha sobrevivido. La noche ha llegado y cobija los pinos y cipreses de las colinas romanas. Y entre los lamentos y quejidos se oyen vibrar las palabras de un anciano, muerto y despedazado por un león. Son palabras que han quedado grabadas en los corazones de sus fieles, allá en la lejana Antioquia. Es Ignacio, el segundo sucesor de Pedro como obispo de Antioquia. “Por favor, hermanos, no me privéis de esta vida, no queráis que muera... dejad que pueda contemplar la luz; entonces seré hombre en pleno sentido. Permitid que imite la pasión de mi Dios.”

Ignacio de Antioquia sabía que la verdadera vida, era aquella que le esperaba después de la muerte, en donde podría contemplar cara a cara el rostro de Cristo, “dejad que pueda contemplar la luz”. Él sabía que para llegar a contemplar esa luz era necesario ser testigo de la luz en este mundo sin importar las pruebas y los sufrimientos que fueran necesarios. Pruebas y sufrimientos que llevó dignamente pues los soldados no tuvieron piedad de él durante su largo y penoso viaje de Antioquia a Roma. Pruebas y sufrimiento que cristalizaron con el derramamiento de su sangre y al que él veía como algo necesario: “soy trigo de Cristo, deberé ser triturado por los dientes de las bestias para convertirme en pan puro y santo”.

Un martirio nada lejano a nosotros en los que hoy en día se nos pide a los católicos ser mártires incruentos, es decir mártires que no derraman su sangre física, sino la sangre de la fidelidad a los mandamientos de la Iglesia. Es el martirio de la vida diaria, de los que como Ignacio proclaman con su ejemplo cotidiano que “no es justo hacer lo que la ley de Dios califica como mal para sacar de ello algún bien”. De aquellos que aman tanto a Cristo y a la Iglesia “que respetan sus mandamientos, incluso en las circunstancias más graves y prefieren la propia muerte antes de traicionar esos mandamientos”. (Cfr. Veritatis Splendor n. 90-91)


Son los mártires que en silencio saben ser católicos hasta las últimas consecuencias: la esposa que ante el “horror” de comunicar al marido que ha quedado embarazada nuevamente en circunstancias económicas desfavorables, saber ser valiente y consecuente con su realidad de católica y nunca piensa en el aborto como la medida “más fácil y segura” para no tener problemas con el marido. Jóvenes que llevan una vida impecable de castidad y pureza, guardando sus cuerpos limpios hasta el matrimonio, “sufriendo” el martirio de la presión avasallante de los medios de comunicación y los amigos que invitan al sexo como a una diversión y pasatiempo “seguros, sin consecuencias graves”. Hombres de empresa y obreros que ante la posibilidad de hacer un negocio “no tan limpio” o “hacerle una pequeña trampa al patrón” prefieren seguir con orgullo y con la frente en alto aquel mandamiento que para muchos es viejo y anticuado: “no matarás”. Y así tenemos un ejemplo, una fila interminable de mártires del siglo XXI que se presentan todos los días como san Ignacio de Antioquía, ante las nuevas fieras del Circo Máximo y que escuchan también todos los días, las palabras que escuchó san Ignacio con el último rugido del león: “Venid a mí, bendito de mi Padre... hoy estarás conmigo en el Paraíso”.

11:24 p.m.
Nació en Alemania en 1875, mártir en Polonia 1941, uno de los 108 mártires en Polonia durante la segunda guerra mundial.

Sacerdote profeso, capuchino desde los 18 años y presbítero desde 1900.

Apóstol de la misericordia en Varsovia, donde vivió desde 1918, se hizo famoso como limosnero y protector de los pobres, y fue llamado el «san Francisco de Varsovia»; ya en vida gozaba de fama de santidad.

Fue arrestado en la noche entre el 26 y el 27 de julio de 1941, junto con otros 22 religiosos. No se valió de su ascendencia alemana para salvarse de la muerte.

El 4 de septiembre, junto con otros religiosos, fue trasladado al campo de concentración de Auschwitz, donde murió en la cámara de gas el 16 de octubre de 1941.

Se esforzó por vivir su sufrimiento en la oración y la imitación del divino Maestro. En los interrogatorios declaró: «Soy sacerdote y donde quiera que haya hombres, allí trabajo, sean ellos hebreos o polacos, y más si sufren y son pobres». A menudo repetía a sus hermanos prisioneros las que fueron sus últimas palabras: «Debemos beber hasta el fondo este cáliz».

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11:24 p.m.
Es uno de los 108 mártires de Polonia durante la segunda guerra mundial

Oriundo de Pomerania (1910), estudió filosofía y teología en O³tarzew y fue ordenado sacerdote en 1936.

Trabajó como capellán de las escuelas de O³tarzew y alrededores y fue asesor espiritual del movimiento eucarístico y de los candidatos para ingresar a la Sociedad.

En los primeros días de la segunda guerra mundial, en setiembre de 1939, lo nombraron capellán militar y de la población civil. Durante la ocupación nazi fue administrador del seminario.

El 16 mayo de 1941 lo arrestó la Gestapo y lo llevaron al campo de concentración de Auschwitz. Agotado por los trabajos forzados y el hambre y castigado a muerte por un guardia del campo, entregó su alma el 16 de octubre de 1941.

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Presbiterio

Martirologio Romano: En Ramapuram, Palai, India, beato Agustín Thevarparampil «Kunjachan», presbítero ( 1973).

Breve Biografía

Agustín Thevarparampil fue un sacerdote humilde, que se entregó en favor de sus hermanos dalit marginados de la sociedad. Ejerció su ministerio en la parroquia durante 47 años. Aunque su verdadero nombre era Agustín, todos lo conocían como "Kunjachan" ("el padrecito"), porque era bajo de estatura.

Nació el 1 de abril de 1891 en Ramapuram, en la familia Thevarparampil. Era el menor de cinco hijos. Terminada la primaria, completó su formación sacerdotal en el seminario de Changacherry y en el de Puthenpally. El 17 de diciembre de 1921 recibió la ordenación sacerdotal de manos del obispo Mar Thomas Kurianacherry.

Desempeñó su ministerio un año como vicario parroquial en Ramapuram y luego, tres años, en Kadanad. Seguidamente, a causa de sus problemas de salud, volvió a su parroquia para recuperarse. Durante ese tiempo descubrió por casualidad un nuevo campo de actividad: en el retiro anual, realizado en la parroquia de Ramapuram, los predicadores reunieron cerca de cuarenta dalit -desheredados- en la iglesia y les predicaron las verdades de la fe. Al recibir esa enseñanza religiosa, se mostraron dispuestos a recibir el bautismo. "Kunjachan" decidió dedicarse al servicio de esas personas. Esa decisión lo convirtió en guía y liberador de miles de pobres de esa aldea.

Prosiguió su apostolado en favor de los dalit hasta su muerte. Como dijo san Arnold Jansen, fundador de la Sociedad del Verbo Divino, el acto primero y principal de amor al prójimo consiste en comunicarle la buena nueva de Jesucristo. "Kunjachan" se realizó en plenitud sirviendo con paciencia y compasión a los demás, especialmente a los marginados, viendo en ellos a Cristo.

Durante casi cuarenta años se dedicó al progreso de sus hermanos dalit. En ese tiempo las condiciones sociales de los dalit eran dramáticas, pues se les consideraba "intocables" y se les discriminaba por su casta y el color de su piel. Todos eran analfabetos. En consecuencia, eran supersticiosos y la sociedad los obligaba a realizar trabajos manuales propios de esclavos. Todos estos factores hacían muy difícil el ministerio de "Kunjachan".

No tenía un talento o capacidad excepcional. Era un sencillo párroco. No recibió ninguna honorificencia ni ningún reconocimiento por su incansable servicio orientado a la emancipación de los pobres. Su programa diario preveía visitas a los dalit en su domicilio y en sus lugares de trabajo. Su único ayudante era un catequista. Sin embargo, logró acercar a Dios a muchas personas.

No sólo tuvo que afrontar la oposición y duras críticas de los miembros de castas superiores, sino también de los cristianos tradicionales. Estos obstáculos no frenaron su celo misionero. Acercó a la Iglesia a más de cinco mil personas.

Creó un vínculo muy firme con todos aquellos a quienes ayudaba. Los llamaba "hijos míos" y ellos lo llamaban "nuestro sacerdote". Los conocía a todos y los llamaba por su nombre, desde los niños hasta los ancianos...

No sólo se esforzaba por la elevación espiritual de los dalit, sino también por su emancipación social, cultural, intelectual y artística. Resistió a la oposición con calma y mansedumbre. No se desalentó cuando el gobierno negó privilegios a los dalit convertidos al cristianismo. La gracia constante de Dios le daba fuerza y valentía. La fuente de su fuerza era la oración ante el santísimo Sacramento. También fue devoto de la santísima Virgen María. Obedecía a su párroco y a su obispo con gran humildad.

Murió el 16 de octubre de 1973. Beatificado el 30 de abril de 2006

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5:04 p.m.

SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

RELIGIOSA




Recipiente de las revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús

PALABRA DE DIOS DIARIA

En la festividad de San Juan evangelista de 1673, sor Margarita María, que tenia 25 años, estaba en adoración ante el Santísimo Sacramento. En ese momento tuvo el privilegio particular de la primera de las manifestaciones visibles de Jesús que se repetirían durante dos años más, todos los primeros viernes de mes. En 1675, durante la octava del Corpus Christi, Jesús se le manifestó con el corazón abierto, y señalando con la mano su corazón, exclamó: “He aquí el corazón que ha amado tanto a los hombres, que no se ha ahorrado nada, hasta extinguirse y consumarse para demostrarles su amor. Y en reconocimiento no recibo de la mayoría sino ingratitud.”

Margarita María Alacoque, escogida por Jesús para ser la mensajera del Sagrado Corazón, hacía un año que vestía el hábito de las monjas de la Visitación en Paray leMonial. Había nacido el 22 de agosto de 1647 en Verosvres, en Borgoña. Su padre, juez y notario, había muerto cuando Margarita era todavía muy joven.

A los nueve años hizo su primera comunión y a los 22 recibió la Confirmación, a la que se preparó con una confesión general: empleó quince días escribiendo en un cuaderno la larga lista de sus faltas para leérselas luego al confesor. En esa ocasión añadió al nombre de Margarita el de María. Después, habiendo vencido las últimas resistencias de la madre, que hubiera preferido verla casada, pudo entrar al convento de la Orden de la Visitación, fundado 60 años antes por San Francisco de Sales, ofreciéndose desde el día de su entrada como “víctima al Corazón de Jesús.”

Las extraordinarias visiones con que fue favorecida le causaron al principio incomprensiones y juicios negativos hasta cuando, por disposición divina, fue puesta bajo la dirección espiritual del jesuita Santo Claudio de la Colombière. En el último periodo de su vida, elegida maestra de novicias, tuvo el consuelo de ver difundida la devoción al Corazón de Jesús, y los mismos opositores de un tiempo se convirtieron en fervorosos propagandistas. Murió a los 43 años de edad, el 17 de octubre de 1690.

11:24 p.m.

Por: Pedro Gómez, C.M. | Fuente: somos.vicencianos.org

Religiosa y Mártir

Martirologio Romano: En la Comunidad Valenciana, España, Beatas Josefa Martínez Pérez y 11 religiosas profesas de la Congregación de Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, quienes junto a Dolores Broseta Bonet, laica, fueron asesinadas por odio a la fe. ( 1936)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco

Sor Josefa Martínez Pérez, nació en Alberique (Valencia), el 6 de mayo de 1898, en una familia de labradores con hondas raíces cristianas. Era la tercera hija de seis hermanos. Sus padres, José y Marcela, la educaron cristianamente tanto en el interior de la familia como en el colegio de las Hijas de la Caridad del pueblo. Desde pequeña se manifestó piadosa, alegre y servicial con todos los que la rodeaban. Formó parte de la Asociación de Hijas de María y, a través del servicio a los necesitados y la oración, sintió la llamada de Dios.

Realizó la prueba en el Hospital Provincial de Valencia, dedicándose de lleno a los ancianos enfermos. Ingresó en el Seminario de las Hijas de la Caridad de la Provincia Española, en la calle Jesús, 3, de Madrid, el 30 de octubre de 1925. Consciente del paso que acaba de dar, le recuerda a su familia: “No podré escribir mucho, pues tiempo no tengo mucho, y sabiendo que estoy bien, basta. Aquí he venido a aprender y santificarme para después practicarlo y ser una buena Hija de la Caridad; cada cual en su estado debe cumplir como se debe”.

En 1926 recibe su primer y único destino, el Hospital Provincial de Valencia (comunidad integrada por 100 Hermanas). Le asignan la sección de niños abandonados de La Inclusa y un tiempo después el pabellón de mujeres infecciosas. Destacó desde su llegada por su fidelidad a las Reglas. Era piadosa y entregada al servicio con puntualidad y esmero. A las Hermanas de Comunidad las trataba con deferencia, humildad y sencillez, así como a los pobres, a los que siempre consideró como sus señores. Las Hermanas decían que la virtud de Sor Josefa no era hacer grandes cosas o cosas extraordinarias, sino hacer de un modo grande y extraordinario todos los actos del día. Era organizada y supo sacar tiempo en medio de tantas ocupaciones para estudiar y conseguir el título de enfermera, para, así, poder servir mejor a los pobres como respuesta a su vocación.

Pasados diez años de su llegada al Hospital, se presagian malos tiempos. Ella repetía muchas veces: “No hay que tener miedo. Hemos de ser valientes. Hermanas, preparémonos porque a alguna de nosotras nos tocará el martirio”. Las Hermanas seguían su trabajo día y noche, con toda clase de pobres y enfermos, pero ella presentía algo.

Al ser despedidas del Hospital, Sor Josefa le dijo a Sor Concepción Ayet: “Iré a Alberique, a casa de mis padres, y seré mártir como Juana de Arco”.

El 24 de julio de 1936, los marxistas se adueñan del Hospital y las Hijas de la Caridad tienen que marchar. Sor Josefa se une a una compañera de Sueca. Su vestimenta las delata y al bajar del tren las detienen; pasan el consabido registro y las dejan marchar. Avisaron a la familia y al día siguiente sus padres se las llevaron a Alberique.

En Alberique, en casa de sus padres, se organiza la vida como si estuviera en Comunidad; ayuda a su hermana, que espera el cuarto hijo, y enseña a los otros. Pasa el verano con relativa calma. En las primeras horas del día 24 de septiembre fusilan a su cuñado por su condición de ser católico, ya que practicaba la caridad con los necesitados, incluso con los que le mataron. Y había acogido en su casa a las Hermanas de Alberique, cuando las echaron de las Escuelas y Hospital. Sor Josefa se ofreció generosamente por él, cuando fueron a detenerlo, argumentando que tenía tres hijos pequeños y esta esperando el cuarto.

Cuando se enteró de que querían poner en una casa particular un pequeño “hospital de sangre”, se presentó como enfermera a los dirigentes del Comité comunista para ayudar, pero no la aceptaron.

Camino del martirio

El 14 de octubre, un grupo de milicianos llegó a su casa para detener a su hermana Natalia y a ella. Su hermana dejaba tres hijos pequeños en casa y estaba embarazada del cuarto. Para entonces, ya habían matado a su esposo. Sor Josefa, ya en la prisión, estuvo largas horas en oración y con los brazos en cruz, expresando en voz alta su deseo de que liberaran a su hermana y la sacrificaran a ella. A la una de la madrugada las sacaron de la cárcel con otras personas, las llevaron con las manos atadas a la espalda y metidos todos en un camión. Al subir al camión intercedió de nuevo ante los jefes de los milicianos para que dejaran salir a su hermana Natalia. Se compadecieron y la dejaron salir. Natalia recordará toda su vida que su hermana Josefa le dio un abrazo y le dijo: “Nos veremos en la eternidad”. El camión avanzó por los caminos de las afueras de Alberique hasta que se paró en el (Pont de los gossos) “Puente de los Perros”, del vecino municipio de Llosa de Ranes, y allí sacrificaron a todos. Antes de ser fusilados se mofaron de ellos y les insultaron y, finalmente, dispararon sobre ellos, dejando a Sor Josefa para la última. Ella tuvo que resistir mucho pues se cebaron con ella por ser Hija de la Caridad, virgen y consagrada al Señor. El terrible martirio terminó a las tres de la mañana del día 15 de octubre de 1936, en que fue fusilada.

A la mañana siguiente recogieron los cadáveres y entregaron a las familias algunos objetos personales que sirvieron para su identificación. De Sor Josefa entregaron un pañuelo que ponía “Sor 61”, unas medallas de la Virgen Milagrosa y el Rosario de cinco decenas”.

Terminada la guerra, al ser exhumados los restos, fueron reconocidos fácilmente por su hermana Natalia y trasladados a Alberique, donde recibió el homenaje que se tributó a los 42 mártires del pueblo, el día 16 de julio de 1939. Sus restos, reclamados por las Hijas de la Caridad, llegaron en ambulancia a la capilla de Ntra. Sra. de los Desamparados del Hospital Provincial de Valencia. Allí se ofició un solemne funeral y, al día siguiente, sus restos se depositaron en el panteón Nº 103 de las Hijas de la Caridad del Cementerio general de Valencia.

S.S. Benedicto XVI firmó el 27 de junio de 2011 el decreto con el cual se reconoce el martirio de las Siervas de Dios que integran este grupo.

Este grupo de mártires está integrado por:

1. JOSEFA MARTÍNEZ PÉREZ, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 05 Agosto 1897 in Alberique, Valencia (España)
martirio: 15 Octubre 1936 in Llosa de Ranes, Valencia (España)

2. MICAELA HERNÁN MARTÍNEZ, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 06 Mayo 1881 en Burgos (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Almenara, Valencia (España)

3. MARÍA LUISA BERMÚDEZ RUIZ, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 10 Octubre 1893 in Subugueira, Coruña (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Almenara, Valencia (España)

4. MARTINA VÁZQUEZ GORDO, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 30 Enero 1865 en Cuéllar, Segovia (España)
martirio: 04 Octubre 1936 en Algar de Palancia, Castellón (España)

5. ROSARIO CIÉRCOLES GASCÓN, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 05 Octubre 1873 en Zaragoza (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Almenara, Valencia (España)

6. JOAQUINA REY AGUIRRE, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 23 Diciembre 1895 en Bilbao, Vizcaya (España)
martirio: 29 Octubre 1936 en Gilet, Valencia (España)

7. VICTORIA ARREGUI GUINEA, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 19 Diciembre 1894 en Begoña, Vizcaya (España)
martirio: 29 Octubre 1936 en Gilet, Valencia (España)

8. JOSEFA LABORRA GOYENECHE, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 06 Febrero 1864 en Sangüesa, Navarra (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

9. CARMEN RODRÍGUEZ BANAZAL, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 26 Marzo 1876 en Cea, Orense (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

10. ESTEFANÍA IRISARRI IRIGARAY, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 26 Diciembre 1878 en Peralta, Navarra (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

11. MARÍA PILAR NALDA FRANCO, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 24 Mayo 1871 en Algodonales, Cádiz (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

12. ISIDORA IZQUIERDO GARCÍA, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 02 Enero 1885 en Páramo del Arroyo, Burgos (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

13. DOLORES BROSETA BONET, laica de la arquidiócesis de Valencia
nacimiento: 1892 en Bétera, Valencia (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

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11:24 p.m.

Por: . | Fuente: patria-nazarena.blogspot.com

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En diversos lugares de España, Beatos Jaime Puig Mirosa y 18 compañeros de la Congregación de los Hijos de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, además de Sebastián Lorens Telarroja, laico, asesinados por odio a la fe. ( 1936-1937)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Hijo de Isidro y de Dolores, nació en Manlleu (Barcelona) el día 24 de octubre de 1908. Era el último de cuatro hermanos, que quedaron huérfanos de padre desde 1909. Por esta condición y “careciendo su madre de medios para atender debidamente a su instrucción”, el 24 de agosto de 1918, a los diez años, ingresó en el colegio de Huérfanos de Sant Julià de Vilatorta. Pedro, por su inclinación a la vida religiosa, formaba parte del grupo de preaspirantes , que atendía espiritualmente el P. Cristóbal Viñuela. El 13 de mayo de 1922 salió de Sant Julià para ingresar al colegio Nazareno de Blanes.

Al completar las humanidades, Pedro pidió el ingreso al noviciado, vistiendo el hábito el día 23 de septiembre de 1923 en el colegio-noviciado Sagrada Familia de Les Corts, bajo la guía del padre Ramón Oromí, como maestro, haciendo la primera profesión al siguiente año. En el escolasticado de Les Corts, siendo el padre Fidel Fons prefecto de escolares, realizó todos sus estudios eclesiásticos, destacando también, según testimonio de algunos de sus hermanos, los frutos de sus admirables dotes artísticas y literarias.

Hizo las prácticas de enseñanza en el colegio Nazareno de Blanes, durante el curso 1927-28, como auxiliar del prefecto de aspirantes y en el curso siguiente en el colegio San Luis de Begues. Hizo su profesión perpetua el 17 de septiembre de 1931. Promovido en Barcelona a las sucesivas órdenes sagradas, fue ordenado sacerdote el 20 de febrero de 1932, juntamente con los padres Jaime Puig, Miguel Barrachina, Enrique Minobis y José Llauradó en la capilla del palacio episcopal.

De su personalidad destacan su bondad y cordialidad, su férrea voluntad y regio carácter, la austeridad de su vida y su continua exhortación a amar la castidad y la pureza, como virtudes fundamentales de los Hijos de la Sagrada Familia. Con la fuerza de su vida ejemplar, instaba de palabra a la perfección en la vida religiosa. Era afable, alegre, atento a los pequeños detalles y reglas de urbanidad. El amor que profesaba a la Iglesia y al Instituto lo mantenía despierto, sereno y decidido.

Habiendo casi terminado sus estudios de magisterio, fue destinado al colegio Jesús, María y José de Sant Andreu y luego al colegio de San Ramón de Vilafranca, como secretario, debiendo salir de allí con el resto de la comunidad, ya en mayo de 1936, cuando el Ayuntamiento incautó el colegio. Pasó provisionalmente al colegio San Luis de Begues, junto con otros sacerdotes y un grupo de 9 novicios, estando destinado para la delegación argentina y con los papeles en regla para embarcar el día 21 de julio de 1936.

El día 17 de julio bajó a Barcelona para ultimar los papeles y los preparativos para el viaje y, ya en Sant Andreu, se encontró con el ambiente revuelto. Regresó al colegio y, en vista de los acontecimientos que se sucedían, los padres se distribuyeron en diferentes casas de algunos amigos y conocidos. Como la familia en donde estaba tenía miedo de algún registro y todos los conocidos escabullían la responsabilidad, tras mucho pelear y arriesgarse, consiguió un pase de gobernación, controlado por el comité y pudo llegar a Vic y a Manlleu, en donde trabajaban sus hermanos, a finales del mismo mes de julio.

Después de muchas dificultades, idas y venidas, permaneció oculto en casa de los suyos. Por sus hermanos, supo que lo tenían señalado y vigilado. Entonces decidió cruzar el río Ter de noche y salir de allí en dirección a Barcelona. Según el testimonio del padre Juan Morató, probablemente el día 15 del mes de octubre de 1936, en un registro efectuado por la FAI en la pensión donde se camuflaba, fue aprehendido, declarando noblemente su condición de religioso y sacerdote, y cayendo bajo el plomo cobarde de sus asesinos en el cementerio de Moncada, luego de haber sido llevado a la cárcel del convento de San Elías. Contaba con 28 años de edad y 12 de profesión religiosa. Sus restos mortales no fueron identificados y se inscribió su desaparición en el Juzgado n° 8 de Barcelona.

Integran el grupo:
(Nombre, Lugar y fecha del martirio)


01.- Jaime (Jaume) Puig Mirosa, Sacerdote- Blanes (Girona) el día 30 VII 1936;
02.- Sebastián Llorens Telarroja, Apóstol Laico- Blanes (Girona) el día 30 VII 1936;
03.- Narciso Sitjà Basté, Sacerdote- Barcelona el 9 VIII 1936;
04.- Juan Cuscó Oliver, Sacerdote- Lérida el 21 VIII 1936;
05.- Pedro Sadurní Raventós, Sacerdote- Lérida el 21 VIII 1936;
06.- Fermín Martorell Víes, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
07.- Francisco Llach Candell, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
08.- Eduardo Cabanach Majem, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
09.- Ramón Cabanach Majem, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
10.- Juan Franquesa Costa, Sacerdote- Cerveza, Lleida, 2 IX 1936;
11.- Segismundo Sagalés Vilà, Religioso Coadjutor- Múnter, Barcelona, 8 IX 1936;
12.- José Vila Barri, Sacerdote- Gurb de la Plana, Barcelona, 21 IX 1936;
13.- Pedro Verdaguer Saurina, Sacerdote- Barcelona, 15 X 1936;
14.- Roberto Montserrat Beliart, Sacerdote- Barcelona, 13 XI 1936;
15.- Antonio Mascaró Colomina, Religioso Escolar- Barcelona, 27 I 1937;
16.- Pedro Ruiz Ortega, Religioso Escolar- Barcelona, 4 IV 1937;
17.- Pedro Roca Toscas, Religioso Escolar- Barcelona, 4 IV 1937;
18.- Ramón Llach Candell, Sacerdote- Barcelona, 19 IV 1937;
19.- Jaime Llach Candell, Sacerdote- Barcelona, 19 IV 1937;
20.- Ramón Oromí Sullà, Sacerdote- Barcelona, 26 IV 1937.

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11:24 p.m.

Por: Carlos Martínez Herrer // Nieves San Martín // Lamberto de Echeverría (†), Bernardino Llorca (†) y José Luis Repetto Betes | Fuente: Zenit.org // Año Cristiano BAC 2005

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En Valencia, en España, beato Narciso Basté Basté, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, que, aceptando con fidelidad las palabras de Cristo, en tiempo de persecución contra la fe, por su muerte pasó a la vida de la gloria. ( 1936)

Fecha de beatificación: 11 de marzo de 2001. por S.S. Juan Pablo II, es uno de los 233 mártires de Valencia

Breve Biografía

Este celoso sacerdote jesuita, muy comprometido con la causa de los pobres, había nacido en la provincia de Barcelona, en San Andrés de Palomar, el año 1866. Tenía 24 años cuando en 1890 ingresó en la Compañía de Jesús, realizando con gran fervor su noviciado y pronunciando los primeros votos religiosos al término del mismo. Continuó los estudios y en 1899 era ordenado sacerdote. Fue admitido a la profesión perpetua el año 1901. Desempeñó ejemplarmente su ministerio y estuvo destinado como director del Patronato de la Juventud Obrera, que hacía un enorme bien entre los muchachos trabajadores de la capital valenciana.

En esta institución, fue, como el fundador del Patronato, Gregorio Gea, un hombre plenamente entregado a la causa de la evangelización.

Se entregó de lleno, durante más de treinta años, al Patronato de la Juventud Obrera de Valencia: catequesis, apostolado con los jóvenes, culto litúrgico, confesiones, visitas asiduas a los enfermos, ayuda a los pobres y necesitados, fueron sus principales actividades apostólicas, pero fue también, como director del Patronato, un práctico de la acción social y educativa entre la juventud.

Las escuelas, las colonias de Serra, los equipos de fútbol, la banda de música, los huertos del Parque, el grupo excursionista, los belenes, el teatro, etc., son instituciones que merecen una aproximación historiográfica profunda e individualizada, por la influencia que han tenido, y aún tienen, en la vida de miles de valencianos.

En el plan de Basté, la congregación mariana fue el alma que insuflaba a las distintas secciones del Patronato, la joya de la corona.

Fueron coetáneos de Basté, en España, los sacerdotes pedagogos san Pedro Poveda, Andrés Manjón, Miguel Fenollera, los salesianos Guillermo Viñas y Rodolfo Fierro; los jesuitas Campoamor, Ruiz Amado, Félix Restrepo, Pablo Hernández y Ángel Ayala; el escolapio Tomás Viñas; el cardenal Ángel Herrera Oria, el marianista Domingo Lázaro, el agustino Teodoro Rodríguez, el terciario capuchino Luis Amigó y Ferrer, Manuel Siurot, etc, una época dorada de la pedagogía católica.

Narciso Basté Basté estuvo destinado en la residencia casa profesa de Valencia, desde octubre de 1901 hasta la disolución de la Compañía de Jesús, en enero de 1932, con el encargo de director de la Congregación Mariana de Nuestra Señora de los Ángeles y San Luis Gonzaga (la del Patronato de Valencia), que llegó a ser la más numerosa de la ciudad.

Su interés y entrega a la juventud obrera no le libraron del odio de los revolucionarios de 1936, que lo asesinaron en Valencia el 15 de octubre de 1936. El padre Basté no necesitaba el martirio para ser beatificado, porque ya en vida tenía fama de santo.

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5:04 p.m.
SANTA TERESA DE JESÚS ( DE ÁVILA)

RELIGIOSA DOCTORA DE LA IGLESIA




FUNDADORA


"Nada te turbe, nada te espante. 
Todo se pasa. Dios no se muda. 
La paciencia todo lo alcanza. 
Quien a Dios tiene, nada le falta. 
Sólo Dios basta." 


En la cruz está la gloria, Y el honor,
Y en el padecer dolor, Vida y consuelo,
Y el camino más seguro para el cielo."


Reformadora del Carmelo, Madre de las Carmelitas Descalzas y de los Carmelitas Descalzos; "mater spiritualium" (título debajo de su estatua en la basílica vaticana); patrona de los escritores católicos y Doctora de la Iglesia (1970): La primera mujer, que junto a Santa Catalina de Sena recibe este título.

Nació en Ávila, España, el 28 de marzo de 1515.

Su nombre, Teresa de Cepeda y Ahumada, hija de Alonso Sánchez de Cepeda y Beatriz Dávila Ahumada. En su casa eran 12 hijos. Tres del primer matrimonio de Don Alonso y nueve del segundo, entre estos últimos, Teresa. Escribe en su autobiografía: "Por la gracia de Dios, todos mis hermanos y medios hermanos se asemejaban en la virtud a mis buenos padres, menos yo".

De niños, ella y Rodrigo, su hermano, eran muy aficionados a leer vidas de santos, y se emocionaron al saber que los que ofrecen su vida por amor a Cristo reciben un gran premio en el cielo. Así que dispusieron se irse a tierras de mahometanos a declararse amigos de Jesús y así ser martirizados para conseguir un buen puesto en el cielo. Afortunadamente, por el camino se encontraron con un tío suyo que los regresó a su hogar. Entonces dispusieron se construir una celda en el solar de la casa e irse a rezar allá de vez en cuando, sin que nadie los molestara ni los distrajese.

La mamá de Teresa murió cuando la joven tenía apenas 14 años. Ella misma cuenta en su autobiografía: "Cuando empecé a caer en la cuenta de la pérdida tan grande que había tenido, comencé a entristecerme sobremanera. Entonces me arrodillé delante de una imagen de la Santísima Virgen y le rogué con muchas lágrimas que me aceptara como hija suya y que quisiera ser Ella mi madre en adelante. Y lo ha hecho maravillosamente bien".

Sigue diciendo ella: "Por aquel tiempo me aficioné a leer novelas. Aquellas lecturas enfriaron mi fervor y me hicieron caer en otras faltas. Comencé a pintarme y a buscar a parecer y a ser coqueta. Ya no estaba contenta sino cuando tenía una novela entre mis manos. Pero esas lecturas me dejaban tristeza y desilusión".

Afortunadamente el papá se dio cuenta del cambio de su hija y la llevó a los 15 años, a estudiar interna en el colegio de hermanas Agustinas de Ávila. Allí, después de año y medio de estudios enfermó y tuvo que volver a casa.

Providencialmente una persona piadosa puso en sus manos "Las Cartas de San Jerónimo", y allí supo por boca de tan grande santo, cuán peligrosa es la vida del mundo y cuán provechoso es para la santidad el retirarse a la vida religiosa en un convento. Desde entonces se propuso que un día sería religiosa.

Comunicó a su padre el deseo que tenía de entrar en un convento. Él, que la quería muchísimo, le respondió: "Lo harás, pero cuando yo ya me haya muerto". La joven sabía que el esperar mucho tiempo y quedarse en el mundo podría hacerla desistir de su propósito de hacerse religiosa. Y entonces se fugó de la casa. Dice en sus recuerdos: "Aquel día, al abandonar mi hogar sentía tan terrible angustia, que llegué a pensar que la agonía y la muerte no podían ser peores de lo que experimentaba yo en aquel momento. El amor de Dios no era suficientemente grande en mí para ahogar el amor que profesaba a mi padre y a mis amigos".

La santa determinó quedarse de monja en el convento de Ávila. Su padre al verla tan resuelta a seguir su vocación, cesó de oponerse. Ella tenía 20 años. Un año más tarde hizo sus tres juramentos o votos de castidad, pobreza y obediencia y entró a pertenecer a la Comunidad de hermanas Carmelitas.

Poco después de empezar a pertenecer a la comunidad carmelitana, se agravó de un mal que la molestaba. Quizá una fiebre palúdica. Los médicos no lograban atajar el mal y éste se agravaba. Su padre la llevó a su casa y fue quedando casi paralizada. Pero esta enfermedad le consiguió un gran bien, y fue que tuvo oportunidad de leer un librito que iba a cambiar su vida. Se llamaba "El alfabeto espiritual", por Osuna, y siguiendo las instrucciones de aquel librito empezó a practicar la oración mental y a meditar. Estas enseñanzas le van a ser de inmensa utilidad durante toda su vida. Ella decía después que si en este tiempo no hizo mayores progresos fue porque todavía no tenía un director espiritual, y sin esta ayuda no se puede llegar a verdaderas alturas en la oración.

A los tres años de estar enferma encomendó a San José que le consiguiera la gracia de la curación, y de la manera más inesperada recobró la salud. En adelante toda su vida será una gran propagadora de la devoción a San José, Y todos los conventos que fundará los consagrará a este gran santo.

Teresa tenía un gran encanto personal, una simpatía impresionante, una alegría contagiosa, y una especie de instinto innato de agradecimiento que la llevaba a corresponder a todas las amabilidades. Con esto se ganaba la estima de todos los que la rodeaban. Empezar a tratar con ella y empezar a sentir una inmensa simpatía hacia su persona, eran una misma cosa.

En aquellos tiempos había en los conventos de España la dañosa costumbre de que las religiosas gastaban mucho tiempo en la sala recibiendo visitas y charlando en la sala con las muchas personas que iban a gozar de su conversación. Y esto le quitaba el fervor en la oración y no las dejaba concentrarse en la meditación y se llegó a convencer de que ella no podía dedicarse a tener verdadera oración con Dios porque era muy disipada. Y que debía dejar de orar tanto.

A ella le gustaban los Cristos bien chorreantes de sangre. Y un día al detenerse ante un crucifijo muy sangrante le preguntó: "Señor, ¿quién te puso así?", y le pareció que una voz le decía: "Tus charlas en la sala de visitas, esas fueron las que me pusieron así, Teresa". Ella se echó a llorar y quedó terriblemente impresionada. Pero desde ese día ya no vuelve a perder tiempo en charlas inútiles y en amistades que no llevan a la santidad. Y Dios en cambio le concederá enormes progresos en la oración y unas amistades formidables que le ayudarán a llegar a la santidad.

Teresa tuvo dos ayudas formidables para crecer en santidad: su gran inclinación a escuchar sermones, aunque fueran largos y cansones y su devoción por grandes personajes celestiales. Además de su inmensa devoción por la Santísima Virgen y su fe total en el poder de intercesión de san José, ella rezaba frecuentemente a dos grandes convertidos: San Agustín y María Magdalena. Para imitar a esta santa que tanto amó a Jesús, se propuso meditar cada día en la Pasión y Muerte de Jesús, y esto la hizo crecer mucho en santidad. Y en honor de San Agustín leyó el libro más famoso del gran santo "las Confesiones", y su lectura le hizo enorme bien.

Como las sequedades de espíritu le hacían repugnante la oración y el enemigo del alma le aconsejaba que dejara de rezar y de meditar porque todo eso le producía aburrimiento, su confesor le avisó que dejar de rezar y de meditar sería entregarse incondicionalmente al poder de Satanás y un padre jesuita le recomendó que para orar con más amor y fervor eligiera como "maestro de oración" al Espíritu Santo y que rezara cada día el Himno "Ven Creador Espíritu". Ella dirá después: "El Espíritu Santo como fuerte huracán hace adelantar más en una hora la navecilla de nuestra alma hacia la santidad, que lo que nosotros habíamos conseguido en meses y años remando con nuestras solas fuerzas".

Y el Divino Espíritu empezó a concederle Visiones Celestiales. Al principio se asustó porque había oído hablar de varias mujeres a las cuales el demonio engañó con visiones imaginarias. Pero hizo confesión general de toda su vida con un santo sacerdotes y le consultó el caso de sus visiones, y este le dijo que se trataba de gracias de Dios.

Nuestro Señor le aconsejó en una de sus visiones: "No te dediques tanto a hablar con gente de este mundo. Dedícate más bien a comunicarte con el mundo sobrenatural". En algunos de sus éxtasis se elevaba hasta un metro por los aires (Éxtasis es un estado de contemplación y meditación tan profundo que se suspenden los sentidos y se tienen visiones sobrenaturales). Cada visión le dejaba un intenso deseo de ir al cielo. "Desde entonces – dice ella – dejé de tener medio a la muerte, cosa que antes me atormentaba mucho". Después de una de aquellas visiones escribió la bella poesía que dice: "Tan alta vida espero que muero porque no muero".

Teresa quería que los favores que Dios le concedía permanecieran en secreto, pero varias personas de las que la rodeaban empezaron a contar todo esto a la gente y las noticias corrían por la ciudad. Unos la creían loca y otros la acusaban de hipócrita, de orgullo y presunción.
San Pedro Alcántara, uno de los santos más famosos de ese tiempo, después de charlar con la famosa carmelita, declaró que el Espíritu de Dios guiaba a Teresa.

La transverberación. Esta palabra significa: atravesarlo a uno con una gran herida. Dice ella: "Vi un ángel que venía del tronco de Dios, con una espada de oro que ardía al rojo vivo como una brasa encendida, y clavó esa espada en mi corazón. Desde ese momento sentí en mi alma el más grande amor a Dios".
Desde entonces para Teresa ya no hay sino un solo motivo para vivir: demostrar a Dios con obras, palabras, sufrimientos y pensamientos que lo ama con todo su corazón. Y obtener que otros lo amen también.

Al hacer la autopsia del cadáver de la santa encontraron en su corazón una cicatriz larga y profunda.

Para corresponder a esta gracia la santa hizo el voto o juramento de hacer siempre lo que más perfecto le pareciera y lo que creyera que le era más agradable a Dios. Y lo cumplió a la perfección. Un juramento de estos no lo pueden hacer sino personas extraordinariamente santas.

En aquella época del 1500 las comunidades religiosas habían decaído de su antiguo fervor. Las comunidades eran demasiado numerosas lo cual ayudaba mucho a la relajación. Por ejemplo el convento de las carmelitas de Ávila tenía 140 religiosas. Santa Teresa exclamaba: "La experiencia me ha demostrado lo que es una casa llena de mujeres. Dios me libre de semejante calamidad".

Un día una sobrina de la santa le dijo: "Lo mejor sería fundar una comunidad en que cada casa tuviera pocas hermanas". Santa Teresa consideró esta idea como venida del cielo y se propuso fundar un nuevo convento, con pocas hermanas pero bien fervorosas. Ella llevaba ya 25 años en el convento. Una viuda rica le ofreció una pequeña casa para ello. San Pedro de Alcántara, San Luis Beltrán y el obispo de la ciudad apoyaron la idea. El Provincial de los Carmelitas concedió el permiso.

Sin embargo la noticia produjo el más terrible descontento general y el superior tuvo que retirar el permiso concedido. Pero Teresa no era mujer débil como para dejarse derrotar fácilmente. Se consiguió amigos en el palacio del emperador y obtuvo una entrevista con Felipe II y este quedó encantado de la personalidad de la santa y de las ideas tan luminosas que ella tenía y ordenó que no la persiguieran más. Y así fue llenando España de sus nuevos conventos de "Carmelitas Descalzas", poquitas y muy pobres en cada casa, pero fervorosas y dedicadas a conseguir la santidad propia y la de los demás.
Se ganó para su causa a San Juan de la Cruz, y con él fundó los Carmelitas descalzos. Las carmelitas descalzas son ahora 14,000 en 835 conventos en el mundo. Y los carmelitas descalzos son 3,800 en 490 conventos.

Por orden expresa de sus superiores Santa Teresa escribió unas obras que se han hecho famosas. Su autobiografía titulada "El libro de la vida"; "El libro de las Moradas" o Castillo interior; texto importantísimo para poder llegar a la vida mística. Y "Las fundaciones: o historia de cómo fue creciendo su comunidad. Estas obras las escribió en medio de mareos y dolores de cabeza. Va narrando con claridad impresionante sus experiencias espirituales. Tenía pocos libros para consultar y no había hecho estudios especiales. Sin embrago sus escritos son considerados como textos clásicos en la literatura española y se han vuelto famosos en todo el mundo.

Santa Teresa murió el 4 de octubre de 1582 y la enterraron al día siguiente, el 15 de octubre. ¿Por qué esto? Porque en ese día empezó a regir el cambio del calendario, cuando el Papa añadió 10 días al almanaque para corregir un error de cálculo en el mismo que llevaba arrastrándose ya por años. 

Oración a Santa Teresa de Jesús
de San Alfonso de Ligorio

Oh, Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de Tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra ardió con un amor tan intenso
hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mi también,
te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente
y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas,
aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado
por todos los hombres. 

Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos
sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios,
la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor, 
porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre.

Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,
que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios. 


Amén

11:24 p.m.

Por: . | Fuente: P. Felipe Santos || TurismoMoquegua.com.pe || preguntasantoral.blogia.com

Mártir

Santa Tradicional, no incluida en el actual Martirologio Romano

Martirologio Romano (1956): En Cesarea de Palestina, Santa Fortunata Virgen y Mártir -hermana de los dichos Mártires Carponio, Evaristo y Prisciano- la cual en la persecución de Diocleciano, después de haber padecido el potro, el fuego, las fieras y otros tormentos, entregó su alma a Dios. Su cuerpo lo llevaron a Nápoles de Campania ( s.III)
Etimológicamente significa “afortunada”. Viene de la lengua latina.

No son actos heroicos sino sencillos y modestos.

Era una mártir de Cesarea de Palestina bajo el imperio de Diocleciano. Aunque murió allá, su cuerpo se lo trajeron a Nápoles.

En la segunda mitad del siglo VIII, el obispo de Nápoles Esteban II puso su culto en el monasterio de san Gaudioso.

Un documento del año 986 recuerda que la iglesia de Fortunata fue destruida y volvió a reconstruirse junto al lago Patria.

Desde luego el culto que se le tributa en la zona es muy fervoroso y muy abundante.

Lo que importa, aparte de los hechos históricos o no, es que existe devoción a esta santa, no solamente en Nápoles sino también en Palermo.

Y una devoción no sigue, después de tantos siglos, por un fanatismo ciego e irracional.

La gente no es tonta. Puede que haya dudas acerca del modo cómo la trajeron desde Palestina hasta el puerto de Nápoles.

Lo cierto y lo seguro es que no se puede inventar una devoción a una santa o santo. Tiene que haber motivos profundamente religiosos para que el pueblo fiel y sencillo comience a venerar sus reliquias y que, mediante las oraciones de petición, se hayan obrado milagros en su nombre.

Es también la patrona de Baucina. Según algunos estudiosos, con ella llegaron también tres mártires: Carponio, Evaristo y Prisciano.

Reliquias de Santa Fortunata en Perú

Santa Fortunata, virgen y mártir, nació entre los años 281 a 287 de nuestra era; las continuas persecuciones que sufrieron los cristianos por el Emperador Diocesano, en la llamada "Era de los Mártires", le tocó a Fortunata, al igual que muchos por su fe en Cristo, ser degollada un 14 de Octubre, entre los años 298 a 304 cuando sólo contaba con 17 años de edad, y cuyos restos se veneran con mucha fe en el altar de la Catedral de Moquegua, al sur del Perú.

Trasladado su cadáver al Cementerio de Calepodio en Roma, sus restos fueron exhumados quince siglos más tarde con autorización papal, y don Jaime Severine Canónigo de la Iglesia San Marco de Roma, custodio de las sagradas reliquias, donó el cuerpo de Santa Fortunata al Padre Fray Tadeo Ocampo, Comisario del Colegio de Propaganda FIDE de Moquegua, que se encontraba de visita en Roma a principios de 1796. Con los restos de la Santa se le dio también a Ocampo, un vaso con su sangre reseca por los siglos y las letras en originales en latín o sea la credencial de la autenticidad de Santa Fortunata. Con los sagrados restos, 23 religiosos y cuatro legos para su colegio de Moquegua, partió Ocampo del puerto español de Cádiz el 18 de octubre de 1796 en la nave mercante “Nuestra Señora de la Soledad”.

Llega a la ciudad de Moquegua después de dos años, luego de una travesia bastantes dificultosa (Río de Janeiro, Sao Pablo, Buenos Aires, Córdoba, Tucumán, Salta, Arica, Ilo y Moquegua), la entrada a la ciudad la realizaron por el “Portillo” en donde se levanto un arco de flores, alfombrándose además la calle principal para el paso de la Santa que, conducía en hombros por la matronas de Moquegua, fue seguida de una lluvia de flores y del místico recogimiento por el clero, congregaciones religiosas y toda la feligresía que se congregó e la entrada de la ciudad. Los restos fueron recibidos por Lorenzo Vizcarra moqueguano que hizo como párroco de la ciudad y también a nombre del Obispo de la Diócesis de Arequipa. Mons. Chávez de la Rosa, fue trasladado luego a la Iglesia de San Francisco, en donde durante ocho días fue objeto de cultos especiales por parte del pueblo.

En una Urna, con pintura de Pan de Oro, se encuentra el sagrado cuerpo artísticamente retocado con una capa de yeso, en la cual muchos estudiosos han acreditado la autenticidad del cuerpo de la Santa.

Santa Fortunata es la virgen y mártir, único caso en el mundo, cuyo cuerpo presente ubicado en una urna se le venera con gran fe y devoción y es sacada en procesión desde 1798 cada 14 de octubre . (La fiesta en Moquegua se inicia en el mes de Octubre, entre los días 12 y 14).

Al existir dos cuerpos, sabemos que deben ser dos mártires distintas que no tan sólo tuvieron martirios similares sino tambien el mismo nombre. Sus historias se han mezclado con el pasar de los años, pero cada una cuenta con muchos devotos.

La controversia y una conclusión razonable

Uno de los primeros errores fue, en mi opinión, querer identificar el corposanto extraído de las catacumbas con esta santa mencionada en el Martirologio. El corposanto de Fortunata fue concedido, junto con un vaso de su sangre, a la ciudad italiana de Baucina (Palermo). La bula papal está disponible, es consultable y está firmada en Roma a 29 de enero de 1790. En 1840 fue recompuesto y recubierto con cera para su veneración. Desde entonces, ha recibido fiestas anuales donde la urna es sacada en procesión, junto con la lápida y la antigua arqueta, en un gran clamor popular. Ellos la identifican con la Santa Fortunata del Martirologio, pero al menos toda la documentación está en regla: hay bula papal, hay lápida, hay reliquias y hay un vaso con sangre. En principio, todo está correcto.

Sin embargo la controversia nace porque existe otra Santa Fortunata que se venera en Moquegua, Perú (en la imagen). Resulta que el padre franciscano Fray Tadeo Ocampo viajó a Roma y obtuvo un documento, firmado el 5 de enero de 1793, en el que se le otorgaba el cuerpo de la mártir, así como un vaso de vidrio con su sangre, para “exponerlos a la veneración de los fieles en cualquier iglesia, oratorio o capilla”.

El cuerpo llegó a Moquegua el 8 de octubre de 1796. Froilán Miranda Nieto hizo una descripción de lo que contiene desde entonces la urna que se conserva en la iglesia de Santo Domingo. Según él, se trata de “una mujer hermosa de cabellos áureos y serena frente, perfecto perfil y breve boca que, dibujando la apacible sonrisa de las almas tranquilas, deja ver dos hileras de dientes diminutos y blancos”. Esta descripción puede llevar a confusión y hacer creer al lector de que se trata uno de los cuerpos llamados “incorruptos”, mas no es así. Lo que Froilán Miranda está describiendo es la máscara de yeso y lujosos vestidos que cubren lo que hoy queda de esta Fortunata: un antiguo esqueleto articulado con alambres, recompuesto en 1840.

¿Qué ocurre aquí? Que hasta la fecha, algunas personas de Moquegua, siguen protestando que su Fortunata es la auténtica, y que los italianos tienen la falsa, ¿acaso no tendría sentido pensar que ambas son auténticas? ¿Por qué pegarse por la posesión de esta o cual Santa, si los santos no son un coche ni un chalet en los Andes? ¿Por qué una tiene que ser la “auténtica y milagrosa” y la otra “impostora”? Semejante despropósito me enerva por la falta de respeto y cariño entre cristianos que veneran a una mártir. Tratándose de una mártir de las catacumbas, no es que pueda haber dos, ¡es que puede haber doscientas Fortunatas! No sólo porque fue un nombre muy común para una mujer en la Antigüedad, sino porque, como muy bien han apuntado algunos estudiosos de los corposantos, a veces el nombre Fortunata en las lápidas no representa el nombre de la persona, sino un adjetivo: tú, "afortunada", que padeciste por Cristo.

Lo que sabemos por los documentos es que ni la una ni la otra corresponden a la Santa Mártir de Palestina. Espero que esto sirva para dejar ya fuera de toda duda que en las ciudades de Moquegua y Baucina se veneran santas distintas, aunque homónimas, y que nadie le ha robado la santa a nadie, ni unos tienen la “buena” ni otros tienen la “mala”. Y otra cosa sería que admitiesen que ni una ni otra tienen que ver con la Santa Fortunata palestina que viene reseñada en el Martirologio.

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11:24 p.m.

Sacerdote Eremita

Martirologio Romano:En San Severino Marche, del Piceno, en Italia, santo Domingo, llamado Loricato, por la coraza de hierro que llevaba ceñida al cuerpo, presbítero de la Orden Camaldulense, el cual, habiendo sido ordenado simoníacamente, se hizo monje eremita y, discípulo de san Pedro Damiani, llevó una vida austera y disciplinada (1060).

Etimología: Domingo = Aquel que es consagrado al Señor, viene del latín

Las fuentes que permiten conocer algo de la vida de Domingo se encuentran en el Acta Sanctorum de san Pedro Damián. Era un clérigo camaldulense, que eligió el apartado entorno de la montaña para llevar una vida penitencial junto a otros ermitaños. Ayuno, mortificaciones, silencio y trabajo fueron cadencias de una oración que elevó a Dios sin desmayo con un sentido purgante que abarcaba, junto a la aflicción por sí mismo, a los demás. Esto último es de los pocos hechos a los que se puede dar credibilidad. Porque los ascendentes de este santo, como ha sucedido con otras biografías ofrecidas en esta sección, están envueltos en elucubraciones; no vienen fundamentadas; son intentos de fijar lo que en modo alguno puede ser contrastado, y, por tanto, vanos. Así, como lugar de nacimiento de Domingo se barajan Cagli, Cantiano, Luceoli… Nada se sabe de ello a ciencia cierta. Es de suponer que pudo ver la luz en un lugar fronterizo entre Las Marcas y la Umbría, escenario de su vida penitencial, a finales del siglo X.

Por san Pedro Damián que, después del óbito del santo monje, se ocupó de plasmar seguramente la parte que mejor conocía y que más le impactó de él, sabemos de su excelso sentido el honor y la dignidad que marcó toda su existencia al punto de consagrarse a extremas y severísimas disciplinas expiando una falta que no cometió. El hecho se produjo cuando tenía edad para ser ordenado sacerdote, y sus padres, que aspiraban a conseguirle un futuro prometedor en la Iglesia, parece que pusieron las bases nada menos que con un pecado de simonía para obtener del obispo su ordenación sacerdotal mediante el obsequio de una piel de cabra. Conmocionado por este hecho doloso, del que tuvo noticia después, Domingo no consintió celebrar la santa misa, ni ejercer la misión pastoral que le hubiera correspondido dada su condición sacerdotal adquirida entre los años 1015 y 1020. Las dudas sobre su ordenación efectuada sobre este presupuesto de barro pesaron como una losa sobre él; al menos lo hizo la sospecha que recaía sobre el sacramento, o así lo entendió. Y la única salida que vio fue purgar este pecado de los suyos con un grado altísimo penitencial en la vida monástica.

En la región de Umbría se hallaba entonces un notable eremita, Juan de Montefeltro que presidía una comunidad de camaldulenses de Luceoli formada por dieciocho monjes. Domingo fue a su encuentro y solicitó que lo acogieran. Obtenida esta petición, durante un tiempo convivió con ellos, sin vacilar ante el rigor que se había impuesto. Extremado en la austeridad y en las mortificaciones iba bastante más lejos que sus compañeros, a los que debía satisfacer la ya de por sí severa existencia que llevaban. Se revistió con una especie de armadura (lórica; de ahí el sobrenombre de «loricado») compuesta de hierro y puntas aceradas, de la que nunca se desprendió excepto para aplicarse las disciplinas (azotes). No es difícil imaginar lo que pudo suponer llevar tal cilicio durante un cuarto de siglo, como hizo él. La flagelación eran tan virulenta y continua que mudó hasta el color natural de su piel, de tanto quedar impregnada de sangre.

En torno a 1043 los dejó para unirse a los benedictinos del monasterio de Fonte Avellana, dependiente de la diócesis de Gubbio. San Pedro Damián, que estaba al frente del mismo en ese momento, pronto quedó conmovido por la vehemencia de su oración, austeridad y dureza de los castigos penales que se infligía. Y es que, además de vestir la coraza, encadenaba sus miembros, y de esa guisa continuaba orando con los brazos en cruz mientras recitaba el Salterio, con la única medida que le permitía su resistencia, que no era poca. Así engarzaba muchas veces las noches con el día. Sometido al ayuno, sólo se alimentaba con pan, agua y algunas hierbas, ya que si caía en sus manos otra clase de alimentos los distribuía entre los enfermos y los pobres; ni siquiera se permitía el mínimo descanso, y cuando lo hacía, vencido su aguante, por lo general dormía sobre las rodillas. Pareciéndole poco los excesos que realizaba, aún solicitaba a su confesor que le impusiera penitencia. Era frecuente verle absorto en la contemplación, y siempre respondía con concisión y rigor a las preguntas que le formulaban del tipo que fueran. Estaba agraciado con el don de lágrimas, que vertía movido por su intensa aflicción por sus pecados y los ajenos.

En 1049 Pedro Damián lo puso al frente de la ermita de la Santísima Trinidad, erigida por él en Monte San Vicino (actual Apiro, Macerata). Nunca presidió como prior el monasterio de santa María di Sitria, como alguien ha sostenido. Lo que sí sucedió es que regresó a Fonte Avellana por poco tiempo; breve fue también su permanencia en san Emiliano in Congiuntoli. Así que se puede afirmar que prácticamente pasó el resto de su vida en la Santísima Trinidad donde se hallaba el año 1059. Como era previsible, la cruda reparación que llevaba a cabo, incluidos los ayunos, le afectaron gravemente y murió el 14 de octubre de 1060, justamente cuando sus hermanos se disponían a cantar la prima, después de haber tenido la gracia de rezar junto ellos. A finales del año siguiente Pedro Damián redactó la mencionada biografía por sugerencia del pontífice Alejandro II. Entonces, la fama de santidad de Domingo, y el impacto de sus durísimas penitencias y mortificaciones, llevadas en el silencio oferente de una sencilla celda, habían atravesado los muros del convento.

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11:24 p.m.

Mártir Ucraniano

Martirologio Romano: En Lviv, de Ucrania, beato Román Lysko, presbítero y mártir, que durante la persecución contra la fe, siguiendo de cerca las huellas de Cristo, por su gracia llegó al reino celestial (1949).

Etimología: Román = Aquel que pertenece a Roma, viene del latín

Nació el 14 de agosto de 1914 en Horodok (Lvov). En 1938 se casó con Neonila Huniovska. El 28 de agosto de 1941 fue ordenado sacerdote(*); desarrolló su apostolado en la archieparquía de Lvov. Durante 1944 fue párroco de Belzets.

En 1946, el Gobierno soviético, que había anexado esa parte de Polonia al estallar la segunda guerra mundial, suprimió la Iglesia greco-católica y obligó a sus obispos, sacerdotes y fieles a pasar a la ortodoxia. Los Lysko se refugiaron en su pueblo natal, en Horodok.

Roman seguía ejerciendo su ministerio pastoral sin crearse problemas. Bautizaba en el patio de casa y celebraba bodas en el bosque, decía misa en los pueblos, en las casas de los fieles, con las ventanas cerradas, junto a una mesa con vodka para hacer creer que era una fiesta entre amigos, en caso de que irrumpieran los agentes de la NKVD (la policía secreta de Stalin).

Su rechazo a pasarse a la Iglesia ortodoxa le costó la cárcel en Lvov, en la que murió, a la edad de 35 años (1949), por un "paro cardíaco", la causa exacta de su muerte se desconoce, algunos prisioneros testimoniaron que fue golpeado brutalmente por sus carceleros y colocado en una rejilla incandescente. Según otra versión, fue encerrado vivo entre cuatro paredes cerradas con cemento.

Fue beatificado dentro de un grupo integrado por:

El grupo beatificado está integrado por:

Mykolay Charneckyj, Obispo, 2 abril
Josafat Kocylovskyj, Obispo, 17 noviembre
Symeon Lukac, Obispo, 22 agosto
Basilio Velyckovskyj, Obispo, 30 Junio
Ivan Slezyuk, Obispo, 2 diciembre
Mykyta Budka, Obispo, 28 septiembre
Gregorio (Hryhorij) Lakota, Obispo, 5 noviembre
Gregorio (Hryhorij) Khomysyn, Obispo, 28 diciembre
Leonid Fedorov, Sacerdote, 7 marzo
Mykola Konrad, Sacerdote, 26 junio
Andrij Iscak, Sacerdote, 26 junio
Román Lysko, Sacerdote, 14 octubre
Mykola Cehelskyj, Sacerdote, 25 mayo
Petro Verhun, Sacerdote, 7 febrero
Alejandro (Oleksa) Zaryckyj, Sacerdote, 30 octubre
Klymentij Septyckyj, Sacerdote, 1 mayo
Severijan Baranyk, Sacerdote, 28 junio
Jakym Senkivskyj, Sacerdote, 28 junio
Zynovij (Zenón) Kovalyk, Sacerdote, 30 junio
Vidal Vladimir (Vitalij Volodymyr) Bajrak, Sacerdote, 16 Mayo
Ivan Ziatyk, Sacerdote, 17 mayo
Tarsicia (Olga) Mackiv, Monja, 18 Julio
Olympia (Olha) Bidà, Suora, 28 enero
Laurentia (Leukadia) Harasymiv, Monja, 26 agosto
Volodymyr Pryjma, Laico, 26 Junio
(las fechas indicadas corresponden a las de su martirio)

(*)Los varones casados pueden ordenarse en las Iglesias católicas de rito oriental.

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Hermanos Franciscanos

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