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Presbítero y Fundador de la
Congregación de los
Canónigos Regulares de la Santa Cruz

Martirologio Romano: En Coimbra, en Portugal, san Teotonio (o Theodón), que peregrinó dos veces a Jerusalén y, después de renunciar a la custodia del Santo Sepulcro, volvió a su patria y fundó la Congregación de Canónigos Regulares de la Santa Cruz (c. 1162).

Fecha de canonización: Su culto fue confirmado por Benedicto XIV en el año 1167.</span></span>

Breve Biografía

Don Teotonio nació hacia el año 1086 en Ganfei en Portugal. Recibió su educación en el monasterio de Benedictino de Ganfei. Inmediatamente después viajó a Coimbra para estudiar humanidades y teología. Posteriormente su tío Cresconio, obispo de Coimbra, lo envió a Viseu donde aprendió, bajo la guía del archidiácono Tello, el arte de la lectura y el canto según la usanza de aquelos tiempos. Fue en esta ciudad donde recibió la ordenación sacerdotal.

Llegó a ser prior de Nuestra Señora de Viseu, y en su período mejoró la situación material del convento y su testimonio de vida contribuyó mucho al clero; predicaba con el ejemplo y era un excelente consejero espiritual para muchas personas. Terminado su período emprendió una peregrinación a Jerusalén.

Rehusó el obispado y se entregó al ministerio de la Palabra y al sacramento de la confesión, en medio de un pueblo corrompido, dando pruebas –en muchas circunstancias– de su fidelidad a la virtud de la castidad.

Emprendió una segunda peregrinación a Jerusalén. Al regresar a Coimbra fundó, con 11 compañeros, la Congregación de los Canónigos Regulares de la Santa Cruz. El 28 de junio de 1131, con la presencia del rey Don Alfonso, quien lo tenía en gran estima, se colocó la primera del nuevo monasterio. El 24 de febrero del año siguiente es elegido prior de ese monasterio, puesto que ejerció durante casi veinte años. San Teotonio se propuso convertir al monasterio de la Santa Cruz en un foco de santidad y cultura, y para este fin trabajó tenazmente para dotarlo de todas aquellas obras que consideraba indispensables para la formación teológica de sus monjes, lo que pudo llevar a término gracias a la magnificencia de su gran amigo y penitente: el rey Alfonso, gesto que más tarde imitó Don Sancho I, el cual, en 1192, ordenó que se entregaran anualmente al Monasterio 400 maravedís de oro para que se pudieran mandar religiosos a las Universidades de Francia, París y Montpellier. De hecho, el impulso científico que dio a su Monasterio San Teotonio no fue frívolo ni momentáneo, puesto que por varios años el Monasterio de la Santa Cruz mantuvo su prestigio de centro cultural de primer orden, contando entre sus monjes con hombres eminentes en ciencia y virtud que fueron lumbreras de la Iglesia de Portugal.

Fiel a las oraciones diarias nunca permitió que los monjes rezasen los oficios con premura, El Rey Alfonso atribuyó sus victorias a las oraciones de Teotonio y en muestra de gratitud concedió la libertad a todos los Cristianos mozárabes. Teotonio dejó el cargo de prior a los 70 años de edad.

Murió el 18 de febrero de 1162, con ochenta años de edad. Su cadáver descansa en el monasterio de Santa Cruz. Su culto fue aprobado por Benedicto XIV en 1167. Fue el primer santo portugués en ser canonizado en los tiempos modernos.

La Congregación que él presidió tuvo un gran florecimiento por 700 años, hasta que finalmente en el año 1834 fue suprimida violentamente por un gobierno enemigo de la Iglesia.

Fue designado como el patrono de Viseu.</span></span>


Fuentes bibliográficas:
Franciscanos.org: Artículo de Luis Arnaldich, o.f.m.
Santiebeati.it: Artículo de Fabio Arduino
Cademeusanto.com.br

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Por: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net

Patriarca de Constantinopla

Martirologio Romano: En Constantinopla, san Tarasio, obispo, insigne por su piedad y su erudición, que inició el Concilio Niceno II, en el cual los Padres defendieron el culto de las santas imágenes (806).
Para nosotros que vivimos en la “civilización de las imágenes”, así llamada por la masiva presencia de los instrumentos audiovisuales, sobre todo el cine y la televisión, tal vez resulte estimulante el recuerdo de un personaje que luchó valientemente por las “imágenes”, aunque ésta no sea su gloria principal y las imágenes por las que él combatió eran mucho más “sagradas” que las que nos propone ahora la sociedad de consumo.

La polémica sobre el culto de las imágenes, la llamada lucha iconoclasta, contó entre sus protagonistas a los emperadores bizantinos León III el Isáurico, Constantino V Coprónimo y León IV Khazaras por una parte, y por otra a San Juan Damasceno y a los patriarcas Germán de Constantinopla y a Tarasio. En realidad, junto a un conflicto ideal, que trataba sobre la ortodoxia, sobre la legitimidad de representar a Dios y al “mundo celeste”, prohibido por la ley judía pero no observado por los cristianos, los historiadores hacen notar que había muchas cuestiones de carácter político y hasta económico: en efecto, los defensores de las imágenes eran los monjes, los únicos verdaderos opositores del poder imperial. Pero, como decíamos, Tarasio tiene también otras glorias. Era de familia noble y había sido revestido de la dignidad de senador y jefe de la cancillería imperial.

Aunque era un simple laico, por designación del difunto patriarca Pablo, fue elegido para recibir una difícil herencia, que aceptó con la condición de que la emperatriz Irene y el senado se comprometieran a consentir la convocación de un concilio: solo así seria posible restablecer la ortodoxia y la paz eclesiástica. Esto se logró, no sin dificultad, en el concilio de Nicea del 787. Tarasio fue también un fuerte defensor de la moral cristiana y sobre todo del matrimonio, oponiéndose con energía al mismo emperador Constantino VI, que pretendía de él la sentencia de divorcio para poder contraer nuevas nupcias. Tarasio fue también un gran devoto de la Virgen María, a quien saludaba así: “Salve, oh Mediadora de todo lo que hay bajo el cielo; salve, reparadora de todo el universo; salve, oh llena de gracia, el Señor es contigo, él que existía antes que tú y nació de ti, para vivir con nosotros”. San Tarasio murió a la edad de 76 años, en el 806 y fue sepultado en el santuario “Todos los mártires” del monasterio fundado en el Bósforo.

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Por: . | Fuente: santiebeati.it

Fundadora del
Instituto de las Hermanas del Santísimo Sacramento
(Sacramentinas)

Martirologio Romano: En Bérgamo, en Italia, santa Gertrudis (Catalina) Comensoli, virgen, que fundó una congregación de religiosas para la adoración del Santísimo Sacramento y la educación de la juventud (1903).

Fecha de canonización: 26 de abril de 2009 por el Papa Benedicto XVI

De familia pobre, muy religiosa y creyente en la Historia Sagrada predicada por el párroco en la clases de Doctrina Cristiana, Catalina, quien era de inteligencia vivaracha y de ánimo sensible, vive en casa los misterios cristianos de la fe. Además asiste frecuentemente a la catequesis y al oratorio parroquial. En esta atmósfera de fe se impregna en su corazón el amor a la Presencia de Jesús en la Eucaristía, profundizándose la devoción a este misterio por la ayuda de buenos confesores, al punto de anhelar fuertemente el fundar un Instituto que tenga como fin la adoración a este insondable misterio. En 1867 se consagra en la Compañía de Santa Ángela Mérici volviéndose maestra de las novicias. Su padre se enferma, por lo que ella entra a laborar como empleada doméstica en casa de la famosa familia de don Giovanni Baptista Rota, un año después, es llamada a San Gervasio por Condesa Ippolita Fè Vitales, cuñada de los nobles Simoni de Bienno, para ser dama de compañía y ayudar con el hijito que había nacido en marzo de 1871. Se queda en San Gervasio aproximadamente 12 años.

Convertida en una mujer sabia, rica en capacidades humanas y en sensibilidades interiores, dueña de una espiritualidad profunda y a una creciente atención a las necesidades educativas de las "jovencitas" y de los enfermos de San Gervasio, madura cada vez más en ella el ideal de fundar un Instituto entregado a la adoración y a la educación, que se concreta con el encuentro en Bérgamo con el Padre Francisco Spinelli. En el siglo XIX era necesario un sacerdote Superior que garantizara el buen funcionamiento de un Instituto femenino, puesto que se pensaba que las mujeres no eran capaces de gobernar y administrar. Del 1879 al 1882 el proyecto se va implementando y, después de le haber sido sometido para su aprobación al obispo de Bérgamo Mons. Gaetano Camillo Guindani, el instituto es fundado el 15 de diciembre1882. En la ciudad y en la diócesis la iniciativa es bien acogida, porque es lo única sobre el territorio bergamasco con el objetivo primario de la adoración perpetua. La Casa Matriz se abre en Bérgamo, al poco tiempo otras casas se abren en Lombardía y en Véneto.

Un derrumbamiento financiero forzó a la separación de los dos Fundadores y por lo tanto a la división en dos Institutos. El 19 de enero 1889 la Madre Gertrudis escribe: "Este es el día de la terrible catástrofe Mi Jesús, de aquí a pocos minutos estarán aquí, vienen a clausurar todo... sustentadme en la dura prueba, ayudadme por caridad. Los hombres clausuran nuestras cosas. Vos sellad mi corazón dentro de vuestro dulce y amable Corazón, ya no me sacaréis… siempre tenedme con Vos, mi querido Jesús, hágase Tu voluntad. Amén.". "…mi pobre instituto, si es de Vuestro agrado lo sustentaréis”. "Tan sólo Vos podéis levantarme, tan sólo Vos ayudarme. Tan sólo confío en Vos. ¡único Dios!". (Los Escritos, p. 57, 59; Brescia1981).

El siniestro acontecimiento parece llevar todo a la ruina, pero la Madre Gertrudis, después de un fugaz pesimismo, lo considera una prueba permitida por Dios y reacciona con fuerte fe y tenacidad, confiada en la Divina Providencia, aunque tenga que refugiarse junto con las monjas que le quedan en Lodi, llena de dolor, con paciencia y con la esperanza de la reconstrucción. Sometiéndose totalmente a la Voluntad de Dios "Haced lo que a Os complazca mi Dios, conque quedéis glorificado acepto el sufrir cualquiera pena. Vuestra voluntad, no la mía… busco la pura gloria de mi Dios; Amén” (Los Escritos, p. 58, Brescia1981).

Renace el instituto lozano y vivo como un tierno árbol que ha encontrado sus raíces en el terreno fértil de la oración, del sufrimiento, de la fe y de la humildad; renace gracias a la energía y al equilibrio de la Madre Gertrudis, de las monjas que han colaborado con todas sus fuerzas y con todo el amor de que fueron capaces para la realización de un sueño que ya les pertenecía; renace gracias al concreto y atento sostén del obispo de Lodi, Mons. Giovanni Baptista Rota, natural de Chiari, en cuya familia Catalina Comensoli fue doméstica; renace gracias al obispo de Bérgamo que en 1889 encomienda con diligencia a las Monjas Sacramentinas a Mons. Rota, el que toma la determinación de reconocer, con el decreto del 8 de septiembre de 1891, el Instituto de las Monjas Sacramentinas de Bérgamo, canónicamente erigido en Lodi con Casa Matriz temporal en Lavagna de Comazzo.

La finalidad del instituto es doble: Adorar a Jesús Sacramentado y Atender obras de caridad hacia lo próximo según las disposiciones de la Divina Providencia, teniendo como objetivo especial "el educar a la juventud".

En el 1892 la Madre Comensoli reconquista, aunque sea por alquiler, la primera casa de Bérgamo y vuelve con las monjas, después de dos años, a la amada Casa Matriz, cuna de la Congregación a la que da un decisivo y vital impulso.
La Madre Gertrudis abre 21 casas antes de su muerte. Las monjas, a su muerte, son 179. Atienden: a las huérfanas, a las niñas menores de edad, a las estudiantes en los pensionados, a los ancianos en los hospitales, los enfermos de pelagra1 y las empleadas domésticas. Además colaboran en las parroquias y en los oratorios, abren centros de estudio y de labores, enseñan en muchas escuelas municipales.

La Madre Gertrudis ve el primer reconocimiento pontificio del Instituto en el Decreto del 11 de abril de 1900 promulgado por Leo XIII.

¡La obra de Dios estaba cumplida!

La madre Gertrudis había dado todas las garantías de continuidad para la adoración pública y perpetua a Jesús Sacramentado, había infundido en sus monjas el precioso patrimonio espiritual de la oración, de humildad y de caridad, sobre todo hacia los pobres, por lo tanto podía ir al encuentro con su esposo Jesús.

El 18 de febrero de 1903, al mediodía, mientras estaba en adoración a su amado en la iglesia, muere. Tenía tan sólo 56 años.

Los Decretos de reconocimiento pontificio al instituto en el 1906 y de sus Constituciones en el 1910, ambos suscritos por Pío X, no los verá sobre la tierra, pero estarán presentes "siempre" sus Monjas Sacramentinas, que se empeñan en difundir el Carisma Eucarístico y en expandir el Reino del Corazón Eucarístico en el mundo.

El instituto en el 2007 está presente en toda Italia, en Brasil, en Ecuador, en Malawi, en Kenia, en Bolivia, en Croacia. Entre 1939/1940 las Monjas Sacramentinas también estuvieron en Etiopía y China, pero como consecuencia de los trastornos políticos, las Monjas fueron internadas en “campos”, maltratadas y ridiculizadas y luego expulsadas en 1943 de Etiopía y en 1951 de China.

El 26 de abril de 1961 S. S. Juan Pablo II reconoce las virtudes heroicas de la Madre Gertrudis.

Un milagro fue atribuido a la intercesión de la Madre Gertrudis, mismo que le abrió las puertas de su beatificación: el 26 de julio de 1979 nació de parto podálico (sentado), un pequeño que presentaba sus miembros inferiores totalmente plegados en alto, de modo irreductible. El diagnóstico era contractura congénita de las articulaciones inferiores, debido a la prolongada inmovilidad del feto en tales condiciones. El 9 de agosto, al término de la novena a la sierva de Dios Gertrudis Comensoli y, sin que hubiera habido ninguna clase de terapia, espontáneamente, todo se normalizó y cesaron los dolores del recién nacido. Hasta la fecha sigue bien de sus piernas. Lo cual fue considerado médicamente inexplicable por la comisión médica de la Congregación para las causas de los santos, sobre todo, debido a la rapidez de la curación sin terapia alguna.

El Papa Juan Pablo II beatificó a Sor Gertrudis Comensoli el 1 de octubre de 1989.

El 26 de abril de 2009 fue canonizada por S.S. Benedicto XVI, en dicha ceremonia se canonizó también a los santos: Arcangelo Tadini; Bernardo Tolomei; Nuño de Santa Maria Álvares Pereira y Caterina Volpicelli.

traducido por Xavier Villalta

1 Esta enfermedad es común en ciertas partes del mundo (por ejemplo, en personas que consumen excesivas cantidades de maíz). Suele denominarse como la enfermedad de las tres D: dermatitis, diarrea y demencia, ya que se caracteriza por úlceras cutáneas escamosas, diarrea, cambios en la mucosa, además de confusión mental y alucinaciones. La pelagra puede ser consecuencia del acoholismo debido a las dietas pobres en nutrientes, en este caso la Niacina (vitamina B3). Por consiguiente este padecimiento puede ser mortal o llegar a tal caso a la demencia.

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Por: . | Fuente: santiebeati.it

Abad

Martirologio Romano: En el monasterio de Cava de’ Tirreni, en la Campania, en Italia, san Constable, abad, que por su eximia mansedumbre y caridad hacia todos, mereció ser llamado «refugio protector de los hermanos» (1124).
El 21 de diciembre de 1893 el Papa León XIII, reconoció el antiquísimo culto tributado y el título de santos, a los primeros cuatro abades de la célebre Abadía de la Santísima Trinidad de Cava de’ Tirreni, fundada en el siglo XI.

Ellos son san Alferio el fundador y primer abad (†1050), san León I (1050-79), san Pedro I Pappacarbone (1079 -1123) y san Constable (1122-24), sus reliquias descansan en la iglesia de la abadía en la ´Capilla de los Santos Padres´.

Constable nació hacia el 1070 en Tresino en Lucania (hoy Basilicata) de la noble familia Gentilcore; cuando tenía siete años le fue confiado al abad de Cava san León I, convirtiéndose luego en monje en la misma abadía. Demostró una perseverancia encomiable en la Regla Benedictina en su vida monástica, tal, que fue considerado un ejemplo para sus cofrades y encargado por el abad de importantes negociaciones para la abadía.

El 10 de enero de 1118, con el pleno consentimiento de los monjes, el abad san Pedro I lo nombró su adjutor en el gobierno de la abadía que había crecido notablemente, sucediéndole como abad el 4 de marzo de 1122.

Su obra la ejercitó con amabilidad, comprensión a cada uno de los monjes y a sus individuales problemas, sin abusar de su autoridad.

Murió el 17 de febrero de 1124 a los 53 solos años y fue enterrado en la parte de la iglesia colindante a la gruta ´Arsicia´ usada por san Alferio. Después de su muerte apareció varias veces a los abades sucesores, viniendo a ellos para ayudarlos en las contingencias, se habla de sus intervenciones prodigiosas por la salvación de los botes que pertenecían a la Abadía, al punto que durante la Edad Media fue nombrado el protector de los marineros de la abadía.

Su fiesta es el 17 de febrero; es el santo patrón de la ciudad de Castellabate en el Cilento, que fue fundada en 1123.

responsable de la traducción: Xavier Villalta

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Por: . | Fuente: Franciscanos.org

Presbítero Franciscano

Martirologio Romano: En Padua, en la región de Venecia, beato Lucas Belludi, presbítero, de la Orden de los Frailes Menores, discípulo y compañero de san Antonio (1286).

Etimologicamente: Lucas = Aquel que es luminoso, es de origen latino.

Fecha de beatificación: 18 de mayo de 1927 por el Papa Pío XI.

Lucas nació en Padua (Italia) hacia el año 1200, de la noble y muy rica familia de los Belludi. Los datos que tenemos de su vida, y en particular de su juventud, son más bien escasos. Con toda probabilidad estudió en la Universidad de Padua, como lo prueba su gran cultura, y el año 1220 se encontró con san Francisco que, a su regreso de Oriente, había desembarcado en Venecia y, de camino hacia su tierra, pasó por Padua. En Santa María de La Cella o Arcella, cerca de la ciudad, el Santo fundó un monasterio de clarisas, en el que recibió a la beata Elena Enselmini, y junto al mismo un pequeño hospicio para los frailes que las atendían; en él recibió Lucas el hábito de manos de Francisco y en él moriría años más tarde san Antonio. Parece que fue el mismo san Francisco quien orientó a Lucas al sacerdocio, habida cuenta de su formación y sus virtudes.

En la humilde residencia de la Arcella pasó el ya sacerdote Lucas años de oración y penitencia, a la vez que comenzaba a perfilar sus sermones. El año 1227, san Antonio, que había estado predicando en el sur de Francia, regresó a Italia y fue elegido Ministro provincial del norte de Italia. Por entonces, tal vez en el mismo año, Antonio se encontró con Lucas, y éste sería en adelante el discípulo y compañero inseparable del Santo, en sus correrías apostólicas y en la redacción de sus Sermones. Cuando después de la intensísima Cuaresma que predicó en Padua el año 1231, san Antonio se retiró al eremitorio de Camposampiero, cerca de Padua, allí lo atendió y cuidó el beato Lucas. El 13 de junio de 1231, durante la comida, Antonio sufrió un colapso y se sintió morir; pidió que lo trasladaran a Padua y, una vez más, Fr. Lucas fue su compañero inseparable; lo asistió durante el viaje en carreta y permaneció a su lado en la Arcella hasta que expiró aquella misma tarde. Después, nuestro Beato fue uno de los editores de los sermones del Santo, testigo de su santidad y promotor de su glorificación mediante la pronta canonización y la construcción de su Basílica en Padua. Tan estrecha fue la relación entre el Santo y nuestro Beato, que a éste se le llama también «Lucas de San Antonio».

En la vida del beato Lucas se suele destacar sobre todo el haber sido compañero y colaborador de san Antonio; pero, además, fue un hombre de gran talento y profunda espiritualidad, un verdadero sabio, famoso predicador, de vida sencilla y sana doctrina. Fue elegido Ministro provincial varias veces. Después de la muerte de san Antonio, el beato Lucas fue uno de los editores de sus Sermones; por otra parte, Lucas es también autor de sus propios Sermones Dominicales y otros, que se conservan inéditos en la Biblioteca Antoniana de Padua.

Murió en el hospicio de la Arcella (Padua) el 17 de febrero de 1286. Su cuerpo fue depositado, en la Basílica de San Antonio, en el mismo sepulcro en que estuvo sepultado al principio el Santo, su amigo y maestro. En 1971 los restos del Beato fueron trasladados a otra tumba dentro de la misma Basílica, donde reposan en la actualidad.

Fue beatificado por Pío XI el 18 de mayo de 1927. Entre los lugares de la Basílica paduana que merecen visitarse se encuentra la Capilla del Beato Lucas Belludi, totalmente pintada al fresco por Giusto de´ Menabuoi (1382). Aún hoy son muchos estudiantes que acuden a su sepulcro para pedirle su intercesión a la hora de los exámenes.

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Por: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com

Obispo y Mártir

Martirologio Romano: Conmemoración de san Flaviano, obispo de Constantinopla, que, por defender la fe católica proclamada en Éfeso, fue atacado con puñetazos y patadas por los partidarios del impío Dióscoro y, enviado al exilio, falleció poco después (449).
San Flaviano, sacerdote y tesorero de la Iglesia de Constantinopla, sucedió en el patriarcado a San Proclo, el año 447. El cortesano Crisafio, que gozaba de gran favor ante el emperador Teodosio II, le sugirió que pidiera a Flaviano un presente como muestra de gratitud por su elevación a la dignidad de patriarca. El obispo envió al emperador unos panes benditos, según la costumbre de aquel tiempo, pues el pan era un símbolo de bendición y comunión. Crisafio hizo saber al santo que el emperador esperaba un regalo muy diferente y mucho más rico; pero el obispo respondió resueltamente que las rentas de la Iglesia estaban destinadas a otros usos. A partir de ese instante, el favorito del emperador decidió acabar con Flaviano. En efecto, valiéndose de la emperatriz Eudocia, persuadió al emperador para que obligase al patriarca a nombrar a PULQUERIA Santa Pulqueria, hermana del mismo Teodosio II, diaconisa de su Iglesia, con lo cual la corte se vería libre de la influencia de la santa. Flaviano se negó a ello, cosa que Crisafio consideró como una nueva ofensa. Por otra parte, la condenación que Flaviano hizo de los errores de Eutiques, abad de un monasterio próximo a la ciudad, acabó de enfurecer a Crisafio. Eutiques, movido de un celo excesivo por convencer a Nestorio de que había dos personas en Cristo, cayó en el error de negar que también tuviera dos naturalezas. Esto le constituyó en jefe de la herejía monofisita. En un sínodo reunido por San Flaviano en 448, Eusebio de Dorileo desenmascaró el error de Eutiques; el sínodo condenó como herética la opinión de Eutiques y le mandó comparecer para justificarse. El alegato de Eutiques no convenció al sínodo, que le depuso y le excomulgó. Eutiques apeló entonces a los obispos de Roma, Egipto y Jerusalén, y escribió una carta al Papa San León I, quejándose de la forma en que el sínodo le había tratado y había entendido su doctrina. Pero el Papa no se dejó engañar. En una carta cuidadosamente redactada que envió a Flaviano y que se hizo famosa en la Historia de la Iglesia con el nombre de "Tomo" o "Carta Dogmática," San León definió la fe ortodoxa sobre los principales puntos de la discusión.

Un nuevo concilio confirmó las decisiones del sínodo anterior. Crisafio, humillado pero no vencido, trató de conseguir sus fines por otros medios. Así pues escribió a Dióscoro, sucesor de San Cirilo en la sede de Alejandría, prometiéndole su amistad y apoyo a condición de que se constituyera en defensor de Eutiques contra Flaviano y Eusebio. Dióscoro aceptó la proposición y ambos se valieron de la emperatriz Eudocia, la cual pensaba que, haciendo daño a Flaviano, molestaría a su cuñada Pulquería, a la que detestaba, Eudocia logró persuadir a Teodosio de que convocara a un concilio en Efeso. El emperador invitó a Dióscoro de Alejandría a presidir el concilio; con él acudieron algunos obispos africanos y un grupo de laicos. A lo que parece, se trataba simplemente de una banda organizada de malhechores. Al concilio fueron también otros obispos de oriente, y San León envió delegados.

La asamblea, conocida generalmente con el nombre de Latrocinium o "conciliábulo de bandidos," como la llamó más tarde San León a causa de las violencias a que dio lugar, se abrió en Efeso, el 8 de agosto de 449. Eutiques estuvo presente, así como dos oficiales del emperador, acompañados por un fuerte contingente de soldados. Las deliberaciones, en las que predominaban los partidarios de Eutiques, se desarrollaron en un ambiente de violencias, se impidió a los legados papales que leyesen las Cartas de San León al concilio y se terminó, en medio del mayor desorden, con la sentencia de deposición de Flaviano y Eusebio, a pesar de las protestas de los legados del Papa. Cuando Dióscoro empezó a leer la sentencia, varios obispos pidieron a gritos que se callase. Dióscoro interrumpió la lectura y dio voces para llamar a los enviados del emperador, Elpidio y Eulogio. Estos mandaron al punto que se abrieran las puertas de la iglesia y Proclo, el procónsul de Asia, entró escoltado por soldados y seguido por una multitud armada con palos. Esta incursión intimidó tanto a la asamblea, que prácticamente ningún obispo tuvo el valor de negarse a firmar la sentencia, excepto los legados papales que se retiraron decepcionados.

San Flaviano hizo una apelación al Papa San León y a otros obispos del occidente, y entregó sus cartas a los legados papales. Pero cuando se disponía a abandonar la sala en medio del tumulto que siguió a la asamblea, la turba le derribó y, según cuentan Dióscoro y el abad Barsumas, fue tan salvajemente golpeado a puntapiés por los soldados y malhechores, que murió poco después, no en Efeso (como suponen algunos autores) sino en Sardis de Lidia, a donde había sido desterrado.

El triunfo de Crisafio fue de corta duración. El emperador murió al año siguiente y Marciano mandó ejecutar a Crisafio. Santa Pulquería, la esposa de Marciano, mandó llevar a Constantinopla el cuerpo de San Flaviano para que fuera sepultado, con gran pompa en la sede episcopal, junto a sus predecesores. El Concilio de Calcedonia que tuvo lugar en 451, reivindicó su memoria, restituyó a Eusebio de Dorileo y depuso y desterró a Dióscoro de Alejandría.

¡Felicidades a quienes llevan este nombre!

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Por: . | Fuente: santiebeati.it || donmarianoarciero.com || l´Osservatore Romano

Sacerdote Diocesano

Martirologio Romano: En Nápoles, Italia, Beato Mariano Arciero, sacerdote diocesano que dedicó su vida a la misión pastoral encomendada. ( 1788)

Fecha de beatificación: 24 de junio de 2012, bajo el pontificado de S.S. Benedicto XVI

El Beato Mariano Arciero nació en Contursi (Salerno, Italia) el 26 de febrero de 1707, sus padres fueron Matías Arciero y Autilia Marmora, quienes eran muy pobres por lo que, con apenas ocho años de edad, Mariano fue a trabajar al servicio de casa de los Parisi, donde uno de los miembros, Don Emanuele (Manuel), lo tomó bajo su cuidado y a quien Mariano ayudaba gustoso en las misiones en las que enseñaba el catecismo a los niños.

A los 22 años se trasladó a Nápoles, frecuentando la Congregación Eucarística fundada por el jesuita Francesco Pavone de Catanzaro (1568-1585) y que tomaría el nombre de "Conferencia de las Santas Misiones" (una sociedad sacerdotal), institución a la que él se incorporaría el 21 de diciembre de 1729.

Estudio literatura y filosofía en el Colegio Máximo de los jesuitas en Nápoles, mientras Don Emanuele le enseñaba teología y le constituía un patrimonio, logrando ser ordenado sacerdote el 22 de diciembre de 1731.

En poco tiempo Don Mariano Arciero se volvió modelo para el clero napolitano, por su inclinación a la caridad, labrada ya desde los primeros años de su juventud, fue activo apóstol en los almacenes, callejones, hospitales y en los astilleros.

Genaro Fortunato, canónico de la catedral de Nápoles, al ser nombrado obispo de Cassano en 1729, lo quiso en su diócesis, dándole plena libertad tanto para las misiones cuanto para la constante reforma del clero y los institutos religiosos femeninos.

Dedicaba hasta seis horas al día para la educación de los niños y la predicación, logrando conversiones atronadoras, la fama de su incansable labor traspasó los límites de la diócesis de Cassano, por lo que fue invitado a llevar a cabo su misión, incluso en las diócesis vecinas, por lo que fue llamado el "Apóstol de Calabria".

El obispo Fortunato lo convirtió en el primer párroco de la iglesia de Altomonte, luego de la iglesia de la Anunciación que estaba construyéndose en Maratea y finalmente director espiritual de la congregación de clérigos y laicos.

Con particular detalle se ocupa de las Clarisas de Castrovillari para quienes construye un nuevo convento, en la misma ciudad fundó el “Retiro de penitentes”, al que asistió siempre con ayudas, incluso luego de dejar la diócesis de Cassano, en efecto después de la muerte del obispo en 1751, él regresó a Nápoles.

El Arzobispo Cardenal Sersale le confió la dirección del Seminario Diocesano, labor que realizaría durante treinta años, siendo un formador sabio y apreciado. La fuerza y la solidez de sus argumentos conmovían a sus oyentes, animándolos a la vida buena del Evangelio; en cuanto a la instrucción de los sacerdotes, estaba convencido de que, si se convertían en lámparas luminosas en la casa del Señor, podían alumbrar a todos aquellos que están en las tinieblas y en la sombra de la muerte.

En 1768 fue nombrado padre espiritual de la Conferencia de las Santas Misiones, en esta función, con la ayuda de amigos y devotos construyó –para esta sociedad- una iglesia más grande, más adecuada para dar cabida al creciente número de miembros, este templo fue dedicado a la Asunción. Su deseo era ser enterrado en esta iglesia.

Murió el 16 de febrero de 1788. Santa María Francisca de las Cinco Llagas, la mística terciaria napolitana, vio que el alma de Don Mariano era llevada al cielo por los ángeles. Su cuerpo fue expuesto durante tres días por el continuo acudir de los fieles napolitanos, que querían darle un último saludo.

En 1951 su cuerpo fue trasladado a Contursi, su ciudad natal, en la que se llevó a cabo la ceremonia de beatificación el 24 de junio de 2012.

responsable de la traducción: Xavier Villalta


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Por: . | Fuente: www.antenamisionera.org

Presbítero y Fundador
de las Misioneros y los Misioneros
de la Consolata

Martirologio Romano: En Turín, en Italia, beato José Allamano, presbítero, que, lleno de fervor, para propagar la fe cristiana fundó las congregaciones de hombres y de mujeres denominadas de las Misiones de la Consolata (1926).

Fecha de beatificación: 7 de octubre de 1990 por el Papa Juan Pablo II.

José Allamano nace en Castelnuovo d´Asti (Turín), el 21 de Enero de 1851, en el seno de una familia campesina. Fue el cuarto de los cinco hijos. A los tres años se quedó huérfano de padre. Además de la madre, tres personas tienen un papel fundamental en su formación: Su maestra, Benedetta Savio; su tío San José Cafasso; y su confesor San Juan Bosco.

El 20 de Septiembre de 1873 se ordena sacerdote. Tiene 22 años. Los seis primeros años de sacerdote los pasa de formador en el seminario. Su mayor deseo es ir a una parroquia.

En 1880 se le abren nuevos caminos…El arzobispo busca un rector para el Santuario de Ntra. Sra. de la Consolata, patrona de Turín; que por aquel tiempo estaba casi abandonado, tanto material como espiritualmente. En 1882, junto con su amigo el P. Santiago Camisassa (que lo consideramos el confundador de los Misioneros y de las Misioneras de la Consolata), comienza la recuperación y embellecimiento del Santuario. Como también recuperan el Convictorio eclesiástico (que está junto al Santuario) donde se formarán los jóvenes sacerdotes.

En 1900 cae gravemente enfermo, y gracias al empuje del Cardenal Richelmy y las oraciones a la Consolata, se cura milagrosamente. Diez años antes, el Allamano había escrito una carta al Cardenal de Turín pidiendo la fundación de un instituto misionero pues le preocupaba la gran cantidad de clero en la diócesis, y como muchos de ellos querían ser misioneros, y las grandes necesidades de clero en las misiones… La autorización a este proyecto le llegó el 29 de Enero en 1901, justo un año después de su milagrosa curación. En 1902 parten los primeros cuatro misioneros: dos sacerdotes y dos hermanos.

La fundación de las Misioneras de la Consolata será nueve años mas tarde, el 29 de Enero de 1910. La audiencia con el Papa Pío X, en 1909, le ayudó a ver claramente la voluntad de Dios: “….Si no tienes vocación para fundar religiosas, yo te la doy”. En 1913 salen el primer grupo de hermanas para las misiones.

Hoy día, los Misioneros y las Misioneras, están unidos por una misma vocación “Ad Gentes”, de primera evangelización, teniendo el mismo Fundador, la misma madre – La Consolata- y el mismo lema: “Anunciaran mi gloria a las naciones” (Is 66,19).

Se definen como hombres y mujeres consagrados a Dios para la evangelización con los votos de obediencia, castidad y pobreza para: Formar comunidades eclesiales adultas; evangelizar desde el contacto personal con las familias y por medio de una promoción humana; llevar adelante un dialogo interreligioso; por medio de un trabajo de justicia y paz…en los pueblos o grupos no evangelizados; y promover el espíritu misionero y las vocaciones misioneras en la Iglesia.

La Eucaristía y María Consolata son el centro de nuestra espiritualidad que se centra en:

el Espíritu de familia
el Espíritu de fe
el Espíritu de caridad
el Espíritu de sacrificio
Y en la comunión con la Iglesia local y Universal.
El Bto. José Allamano, resume la espiritualidad de los Misioneros y de las Misioneras de la Consolata en estas dos frases: “Primero santos y después misioneros” y “el bien no hace ruido, y el ruido no hace bien”.

Si usted tiene información relevante para la canonización del Beato José, contacte a:
Rev. Francesco Pavese, IMC
Missionari della Consolata
Viale delle Mura Aurelie 11-13
00165 Roma, ITALIA

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11:26 p.m.

Por: . | Fuente: AcademiaHumanidades.cl

Presbítero Dominico

Martirologio Romano: En Perusa, de la Umbría, conmemoración del beato Nicolás Paglia (o Palea), presbítero de la Orden de Predicadores, que recibió de santo Domingo el hábito y la misión de predicar (1256).

Fecha de beatificación: Su culto fue confirmado por León XII el 26 de marzo de 1828.</span></span>

Breve Biografía

Nació a finales del siglo XII en Giovinazzo, cerca de Bari (Italia). Cuando estudiaba en Bolonia fue conquistado por la palabra vibrante de santo Domingo, al que pidió ingresar en su Orden, siendo inmediatamente compañero de su predicación.

La limpieza de alma que irradiaba su rostro era un atractivo irresistible para tantos jóvenes a los que atrajo a la vida dominicana. Su palabra era agradabilísima, «gratiosissimus praedicator» según sus contemporáneos, y fue confirmada por numerosos milagros. Fue dos veces prior provincial de la provincia Romana de la Orden, que entonces comprendía desde Roma hacia el Sur de Italia y contribuyó a la fundación de numerosos conventos. Promovió especialmente el estudio de la Sagrada Escritura y de modo especial contribuyó a la compilación de las concordancias bíblicas.

Gregorio IX le encargó la visita de algunos monasterios y la predicación de la cruzada contra los sarracenos. Murió en el convento de Perusa, fundado por él, y allí fue sepultado en el año 1256.</span></span>

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Por: . | Fuente: Zenit.org

Mártires Franciscanos en Praga

Martirologio Romano: En Praga, República Checa, Beato Fray Frederick Bachstein y 13 compañeros de la Orden de los Frailes Menores, asesinados por odio a la fe ( 1611)

Integran el grupo: Fr. Federico Bachstein, Fr. Juan Martínez, Fr. Bartolomeo Dalmasono, Fr. Simone (sacerdotes); Fr. Cristoforo Zelt, Fr. Giovanni Didak, Fr. Emanuel, Fr. Giovanni Bodeo (hermanos laicos); Fr. Girolamo dei Conti Arese (diácono); Fr. Gaspare Bodeo (subdiácono); Fr. Giacomo y Fr. Clemente (profesos temporales); y Fr. Giovanni y Fr. Antonio (novicios). 4 eran bohemios, 4 italianos, 3 alemanes, 1 español, 1 francés y 1 holandés.

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2012, durante el pontificado S.S. Benedicto XVI

Los catorce frailes ocuparon las ruinas del convento de Nuestra Señora de las Nieves en Praga en 1604, su meta era reconstruirlo, eran procedentes de Italia, Bohemia, España, Francia y Alemania, fueron víctimas de la inestable situación política en el Reino Checo, pagaron con la propia sangre su firmeza en la propia fe. La convicción de que murieron como mártires era evidente para las personas que les conocieron.

El martirio de los 14 franciscanos se inserta en la lucha entre protestantes y católicos. Rodolfo II, rey de Bohemia y emperador, concedió en 1609 la libertad religiosa a las confesiones no católicas presentes en Bohemia, pero se agudizó el conflicto entre partidarios de las diversas confesiones. Detrás estaban intereses de otro tipo relacionados con el acceso al trono.

El 15 de febrero de 1611, que era martes de carnaval, sobre las once de la mañana, una multitud de husitas, calvinistas, luteranos y algunos católicos irrumpió en el convento franciscano de Praga.

En tan sólo cuatro horas fueron masacrados 14 frailes, empezando por el vicario del monasterio Frederick Bachstein. Luego de los asesinatos la turba comenzó a destruir el convento, robar lo que les pareciera de valor y a destruir documentos sobre la administración del lugar.

Las crónicas de la época indican que se trató de una agresión sin precedentes, puesto que habrían desnudado, descuartizado y expuesto los cuerpos mutilados de los religiosos durante cuatro días ante la Iglesia de la Virgen de las Nieves.

Dos pías mujeres de la aristocracia, con la ayuda de otros dos ciudadanos, envolvieron a escondidas los cadáveres de los mártires en sábanas blancas y los enterraron cerca del convento.

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Por: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com

Abad

Martirologio Romano: En Palazzuolo, en la Toscana, san Walfredo, abad, que después de haber tenido cinco hijos, decidió, junto con su esposa, abrazar la vida monástica (c. 765).

Fecha de canonización: El Papa Pío IX lo canonizó en el año 1861 (culto confirmado).

Walfredo (Walfrido o Galfrido) della Gherardesca, nació en Pisa, donde llegó a ser un próspero y estimado ciudadano. Se casó con una joven de la que estaba profundamente enamorado y tuvo cinco hijos y, por lo menos, una hija. Después de muchos años de matrimonio, Walfredo tenía dos amigos -el uno era pariente suyo y se llamaba Gundualdo, el otro era un corso llamado Fortis-, que vivían como él, en el mundo, pero se sentían también inclinados a la vida religiosa. Juntos discutieron sobre el futuro y un sueño les llevó a escoger Monteverde, entre Volterra y Piombino, para fundar un nuevo monasterio. Determinaron seguir la regla benedictina de Monte Casino. Además de su propia abadía de Palazzuolo, construyeron también, a veinticinco kilómetros, un convento para mujeres, donde sus respectivas esposas y Ratruda, la hija de Walfredo, tomaron el velo.

La nueva fundación atrajo muchos novicios. Al poco tiempo, se contaban ya sesenta monjes, incluyendo a Gimfrido, el hijo predilecto de Walfredo, y a Andrés, el único hijo de Gundualdo que, con el tiempo, llegaría a ser el tercer abad del monasterio y escribiría la vida de san Walfredo. Gimfrido era ya sacerdote, pero en un momento de tentación, huyó del convento, llevando consigo hombres, caballos y documentos que pertenecían a la comunidad. Walfredo, muy angustiado, envió algunos hombres a buscarle. Al tercer día, orando con sus monjes por el arrepentimiento y el regreso de su hijo, Walfredo pidió a Dios que enviase al joven una señal que durase toda su vida y el mismo día, Gimfrido fue hecho prisionero y volvió arrepentido al monasterio, pero con el dedo mayor mutilado al extremo que nunca más pudo volver a servirse de él. Walfredo gobernó prudente y sabiamente la abadía durante diez años. Gimfrido le sucedió en el gobierno y fue un magnífico superior, a pesar de su antigua caída.

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Por: P. Felipe Santos |

Discípulo de San Pablo

>Martirologio Romano: Conmemoración del beato Onésimo, que, siendo esclavo huido, fue acogido por Pablo y engendrado como hijo en la fe, pasando a estar vinculado a Cristo, tal como el apóstol escribió a su amo Filemón (s. I).

Etimológicamente significa “provechoso”. Viene de la lengua griega.

Este esclavo, muerto en el año 90, lo nombra san Pablo brevemente en una de sus cartas: Te ruego en favor de mi hijo, a quien engendré entre cadenas, Onésimo, que en otro tiempo te fue inútil, pero ahora es muy útil para ti y para mí (Flm 10-11). Se sabe que estaba al servicio de Filemón, el líder de la ciudad de Colosas.

Tenía una amistad muy íntima con Pablo porque fue uno de sus conversos. Gozaba de una buena reputación como persona amable, generosa y hospitalaria.

El pecado de haber robado a su dueño, lo confesó y pidió perdón. Desde entonces ya nunca dejaría los pasos de san Pablo, el apóstol de las gentes.

Volvió de nuevo a casa de Filemón y lo aceptó como a un verdadero hermano, ya que san Pablo lo nombró de nuevo en la carta a los de Colosas: En cuanto a mí, de todo os informará Tíquico, el hermano querido, fiel ministro y consiervo en el Señor, a quien os envío expresamente para que sepáis de nosotros y consuele vuestros corazones. Y con él a Onésimo, el hermano fiel y querido compatriota vuestro. Ellos os informarán de todo cuanto aquí sucede (Col. 4;7-9).

Todo el resto de su vida es un tanto desconocido. Sin embargo, autores de la solvencia y garantía como san Jerónimo, afirman que Onésimo llegó a ser predicador de la Palabra de Dios, y algo más tarde fue consagrado obispo, posiblemente de Berea en Macedonia, y su anterior dueño fue también consagrado obispo de Colosas.

Otras fuentes afirman que Onésimo predicó en España y aquí sufrió el martirio.

Lo que realmente impactó a este santo fue la visita que le hizo a san Pablo cuando estaba encarcelado en Roma, en las prisiones Mamertinas, en el mismo Foro romano. Hoy día se pueden ver.

Este encuentro le dejó el alma tan llena, tan feliz y tan impresionada por la actitud de Pablo prisionero por Cristo, que fue el origen de su verdadera conversión a la fe de Cristo para toda su vida.

Domiciano sintió ganas de conocerlo, no tanto por ver sus milagros y costumbres, sino para acabar con su vida en el año 90 ó 95.

¡Felicidades a quienes lleven este nombre!

“El agradecimiento envejece rápidamente” (Aristóteles).

Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com

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11:29 p.m.

Por: . | Fuente: ArchiValencia.org

Ingeniero Industrial
Mártir Laico

Martirologio Romano: En Valencia, en España, beato Vicente Vilar David, mártir, que en la persecución contra la religión acogió en su casa a sacerdotes y religiosos, y prefirió morir antes que renegar de su fe (1937).

Fecha de beatificación: 1 de octubre de 1995 por el Papa Juan Pablo II.

Vicente Vilar David tuvo como marco histórico de su vida la última década del siglo XIX y las cuatro primeras décadas del siglo XX, años caracterizados por fuertes contrastes e inestabilidad política, así como acusadas transformaciones socio-económicas, que desembocaron en la proclamación de la república (1931-1936) y la guerra civil (1936-1939). En este clima y circunstancias ambientales concretas se desenvolvió la vida de Vicente Vilar David, que como seglar católico supo dar respuesta válida a las necesidades sociales y eclesiales de su tiempo.

Nació en Manises (Valencia) el 28 de junio de 1889. Sus padres fueron Justo Vilar Arenes y Carmen David Gimeno. Fue el último de ocho hermanos. Recibió al día siguiente de su nacimiento el bautismo en la iglesia parroquial de San Juan Bautista de manos del sacerdote Nicolás David Campos, primo hermano de su madre. Vivió y fue creciendo en el ambiente de un hogar cristiano, saturado de virtudes cristianas y un gran amor al prójimo.

El 1 de abril de 1898 el cardenal Ciríaco Sancha y Hervás, arzobispo de Valencia, le administró el sacramento de la Confirmación. Y el 24 de abril de 1900 el cura párroco, José Catalá Sanchis, le dio la primera comunión.

Cursó la enseñanza primaria en su pueblo natal. De su maestro, Buenaventura Guillem, recibió ya los cimientos, en los que se edificaron los valores cristianos y humanos, que constituyeron su personalidad. Realizó sus estudios de segunda enseñanza en el colegio de los padres escolapios de Valencia, y los de ingeniero industrial en la escuela superior de Barcelona. Durante estos años sobresalió por su dedicación al apostolado seglar.

Contrajo matrimonio con Isabel Rodes Reig, el 30 de noviembre de 1922; desde entonces se dedicaron ambos con gran entrega al apostolado de Manises.

Al fallecer su padre y terminados los estudios de ingeniería industrial tomó la dirección de la empresa de cerámica, llamada “Hijos de Justo Vilar”: aquí ejerció con su acción seglar ejemplar el campo principal de apostolado. Especialmente en el aspecto social, sembrando siempre armonía de ánimos, buscando la paz en las desavenencias y logrando que se llegara a acuerdo.

Destacó en el respeto, la educación, la caridad en el trato con los operarios. Fue correspondido con el cariño de todos los suyos, que vieron en él al amigo entrañable que remediaba constantemente sus necesidades y compartía sus legítimas aspiraciones de superación social, personificando la imagen entonces perfecta del patrono católico. Al regresar de Barcelona a Manises traía consigo ideas de renovación en el campo de la cerámica y la ilusión de buscar los medios para hacerlo realidad.

La fundación de la escuela de cerámica, poco después, mostraba una visión de futuro, ya que con ello se conseguía la actualización industrial de la cerámica para competir en el ámbito internacional. El celo de Vicente Vilar no se limitó sólo al ámbito del trabajo, sino también al campo de la vida parroquial, como catequista, miembro de las asociaciones eucarísticas y colaborador incondicional del cura párroco.

Al implantarse el régimen de persecución a la Iglesia, con la república, en 1931, Vicente Vilar ayudó a los sacerdotes a salvar la situación apostólica, por ejemplo, en el campo de la enseñanza religiosa y parroquial, así como en otras organizaciones parroquiales. Para llevarlo a cabo hizo posible la fundación del Patronato de Acción Social. En agosto de 1936, en plena efervescencia de la persecución religiosa, fue destituido como secretario y profesor de la escuela de cerámica, por su condición de católico.

En aquellas fechas críticas, fue la ayuda de todos y el sembrador de alegría y paciencia cristianas. Sus mismos trabajadores en aquellos momentos difíciles le protegieron, demostrando así su aprobación a la conducta social y cristiana que con ellos siempre había mantenido. Su condición de católico y apóstol era difícilmente perdonable en aquellos días de persecución religiosa. En la noche del 14 de febrero de 1937 ante un tribunal reafirmó su condición de católico, afirmando que era este el título más grande que tenía.

Fue asesinado inmediatamente, mientras perdonaba a todos, especialmente a los mismos que le martirizaron.

El sentir general desde el primer momento es que fue asesinado únicamente por su condición de católico y celoso apóstol, especialmente en el campo social. Nunca tuvo afiliación política alguna. Sus restos mortales se veneran en la iglesia parroquial de San Juan Bautista de Manises.

Si usted tiene información relevante para la canonización del Beato Vicente Vilar, contacte a:
Dr. Silvia Mónica Correale
Parroquia de San Juan Bautista
C/ San Juan, 6
46940 Manises (Valencia), ESPAÑA

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11:29 p.m.

Por: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com

Abad

Martirologio Romano: En Sorrento, de la Campania, san Antonino (o Domenico Catelli, o Cacciottolo), abad, que al ser destruido su monasterio por los lombardos se refugió en la soledad (c. 830).
Parece que San Antonino nació en Picenum, en el distrito de Ancona en el sur de Italia, y que entró todavía joven a un monasterio que estaba bajo el gobierno de Monte Cassino, pero no en el mismo Monte Cassino, como algunos escritores han supuesto erróneamente. Los saqueos del duque Sico de Benevento lo obligaron a abandonar su convento; entonces se fue a Castellamare, cerca de Sorrento, junto al obispo Catellus, quien lo recibió muy cordialmente y con quien pronto tuvo íntima amistad. Trabajaron juntos, y cuando Catellus se retiró a llevar por un tiempo vida solitaria en la cima de una montaña aislada, le confió a San Antonino el cuidado de su diócesis. Sin embargo, pronto Antonino siguió a su amigo a la vida aislada. Los dos tuvieron una visión de San Miguel y esto los llevó después a construir allí un oratorio dedicado al arcángel. Catellus tuvo que volver a su diócesis porque lo acusaban de descuidarla; poco después, se le llamó a Roma y fue puesto en prisión por una falsa acusación. San Antonino continuó viviendo en su cumbre, desde donde dominaba una extensa vista de mar y tierra; este picacho llevaba el nombre de Monte Angelo, y pronto se volvió un lugar favorito de las peregrinaciones. Después de un tiempo, los habitantes de Sorrento le suplicaron que viniera a vivir entre ellos, pues su obispo estaba en prisión y pensaban que Antonino sería su ayuda y sostén. Por lo tanto, abandonó su vida solitaria y entró al monasterio de San Agripino, del cual después llegó a ser abad. Cuando estaba en su lecho de muerte, parece que pidió que no lo sepultaran ni dentro, ni fuera de la muralla de la ciudad. De acuerdo con esto, sus monjes decidieron enterrarlo en la misma muralla.

Agrega la tradición que cuando Sicardo de Benevento (el hijo de Sico) sitió Sorrento, trató de derrumbar con arietes la parte de la muralla de la ciudad donde estaba la tumba del santo, pero todo fue en vano. Durante la noche, San Antonino se apareció a Sicardo y, después de vituperarlo, lo apaleó severamente con una estaca. En la mañana, se encontró lleno de cardenales, y cuando estaba consultando con sus consejeros, le dieron aviso de que su hija única estaba poseída de los demonios y rasgaba sus vestidos como una loca. Al informarse, descubrió que esto le había sucedido a la misma hora en que había comenzado el ataque contra la muralla. Convencido de que era testigo de la voluntad de Dios, Sicardo abandonó el sitio y pidió la intercesión de san Antonino, quien obtuvo el restablecimiento de la salud de la joven. Dos veces más, en 1354 y en 1358, fue cercada la ciudad por los sarracenos, y cada vez la repulsa victoriosa del enemigo se atribuyó a la intercesión de san Antonino, que por esa razón está considerado como patrón principal de Sorrento.

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11:29 p.m.

Por: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com

Abad

Martirologio Romano: En el monte Scopa, en Bitinia (en la actual Turquía), san Auxencio, presbítero y archimandrita, el cual, aprovechando la cátedra que ocupaba, defendió la fe de Calcedonia con la voz de sus virtudes (s. V).
Parece que Auxencio fue el hijo de una persona llamada Addas. Pasó la mayor parte de su larga vida como ermitaño en Bitinia. En su juventud, fue uno de los guardias ecuestres de Todosio el Joven, pero sus deberes militares, que cumplía con entera fidelidad, no le impedían hacer del servicio de Dios su principal interés. Todo su tiempo libre lo pasaba en soledad y oración, y frecuentemente visitaba a los santos reclusos que ocupaban ermitas en los alrededores para pedirles albergue y poder pasar la noche con ellos, haciendo ejercicios penitenciales y cantando alabanzas a Dios. Finalmente, el deseo de una mayor perfección, o el temor de la vanagloria, lo indujeron a adoptar la vida eremítica. Formó su albergue en la montaña desierta de Oxia, a sólo doce kilómetros de Constantinopla, pero al otro lado del Helesponto, en Bitinia. Allí parece ser que fue muy consultado y que ejerció considerable influencia, debido a su fama de santidad.

Cuando se reunió en Calcedonia el cuarto Concilio Ecuménico para condenar la herejía eutiquiana, Auxencio fue llamado por el emperador Marciano, no como algunos de los biógrafos del santo sugieren, por su gran sabiduría, sino porque se sospechaba de sus simpatías con la doctrina de Eutiquio. Auxencio se justificó de la acusación que le hacían. Cuando estuvo de nuevo en libertad, no regresó a Oxia, sino que eligió otra celda más cercana a Calcedonia, en la montaña de Skopas. Allí permaneció, entregado a una vida de gran austeridad, instruyendo a los discípulos que acudían a él, hasta su muerte, que probablemente tuvo lugar el 14 de febrero del año 473.

El historiador Sozomeno escribió todavía en vida del santo sobre la fe constante de Auxencio, así como sobre la pureza de su vida y su intimidad con fervorosos ascetas. Entre los que buscaban dirigirse por él, en sus últimos años, hubo algunas mujeres. Estas formaron una comunidad y vivían juntas al pie del Monte Skopas. Se les conocía como las Trichinarae «las del hábito de crin». Fueron ellas las que, después de una larga contienda, lograron obtener la posesión de sus restos mortales, que guardaron como reliquia en la iglesia de su convento.

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11:24 p.m.

Por: . | Fuente: Agustinos-es.org

Seglar Agustina

Martirologio Romano: En Spoleto, ciudad de la Umbría, beata Cristina (Agustina) Camozzi, la cual, muerto su esposo, cedió por un tiempo a la concupiscencia de la carne, pero convertida, escogió la vida penitente, ingresando en la Orden Secular de San Agustín, distinguiéndose por su vida de plegaria y por el servicio a enfermos y pobres (1458).

Etimología: Cristina = Aquella que sigue al Mesías, es de origen griego.

Fecha de beatificacion: Culto confirmado por el Papa Gregorio XVI en el año 1834.

El inicio de la vida de esta figura femenina italiana puede muy bien colocarse en el instante en el que ella, en torno a 1450 o algo más tarde, decidió cambiar de vida y, abandonando la familia y los lugares en que había vivido, vistió el hábito de agustina secular. De ella sólo se sabía que era muy joven, hermosa, que decía llamarse Cristina, y que deseaba ardientemente dedicarse al seguimiento de Cristo.

Su existencia fue un peregrinar permanente en busca de un lugar donde vivir en el olvido más absoluto. Su penitencia fue extraordinariamente dura. La vida de piedad, su oración y sus obras de misericordia con los necesitados se multiplicaban cada día. Vivió en diversos monasterios de Agustinas; pero se alejaba de ellos tan pronto como advertía que le dispensaban trato y aprecio especiales.

En 1457, comenzó una peregrinación, deseosa de visitar los lugares santos de Asís, Roma y el Santo Sepulcro. En compañía de otra terciaria, llegó a Spoleto, donde permaneció hasta el final de sus días, dedicándose a la asistencia de los enfermos en el hospital de la ciudad.

Después de haber vivido intensamente su nueva vida durante unos años, quizá sin alcanzar los treinta de edad, el 13 de febrero de 1458 entregó su alma al Señor, con gran fama de santidad, sellada con muchos milagros.

En estas noticias hay concordia entre los hagiógrafos. No así sobre el tiempo precedente a su heroica decisión de huir del mundo permaneciendo en él, motivo por el que se la conoce bajo varias denominaciones. Algunos la consideran perteneciente a la familia de los Visconti de Milán o a la de los Semenzi de Calvisano, no distante de Brescia. Para éstos la fuga habría sido motivada por el deseo de liberarse de quienes insistían en casarla contra sus propios deseos e ideales. Otros la presentan con el nombre de Agustina, nacida en las proximidades del lago de Lugano entre 1432 y 1435.

Según esta versión, se llamaba Agustina Camozzi, hija de un médico de nombre Juan Camozzi, vecino de Osteno (Como), y casada todavía muchacha con un artesano del lugar, un cantero. Al quedar viuda tras breve convivencia, habría mantenido una relación con un caballero milanés, oficial del ejército, del que tuvo un hijo, muerto muy niño. Casada en segundas nupcias, con un campesino de Mariana, diócesis de Mantua. Se enamoró perdidamente de ella un militar, que terminó por asesinar a su marido. Por ésta, u otras causas, el asesino fue castigado con la pena capital.

Agustina decide cambiar totalmente de vida. Escoge Verona como residencia y allí, deseando imitar a Cristo y tomando el nombre de Cristina, hace profesión como agustina secular.

¿Visconti, Semenzi o Camozzi? ¿Modelo de vida sin mancha o de convertida? La respuesta se la llevó Cristina consigo a la tumba.

Su cuerpo fue sepultado en la iglesia de san Nicolás de Spoleto, en aquel entonces regida por los agustinos. Numerosas gracias y milagros atribuidos a su intercesión contribuyeron a acrecentar y difundir el culto nacido inmediatamente después de su muerte, que Gregorio XVI ratificó en 1834, proclamándola beata.

ORACIÓN
Oh Dios,
que no quieres la muerte del pecador,
sino que se convierta y viva;
haz que, también nosotros,
siguiendo el ejemplo de la beata Cristina,
demos frutos saludables de verdadera penitencia y conversión.
Por Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

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11:24 p.m.

Por: . | Fuente: santiebeati.it

Monja

Martirologio Romano: En Padua, en la región de Venecia, beata Eustoquia (Lucrecia) Bellini, virgen de la Orden de San Benito (1469).

Etimología: Lucrecia = Aquella que gana, es de origen latino.

Fecha de beatificación: El Papa Clemente XIII, que anteriormente fuera obispo de Padua, confirmó su culto en 1760.

Su nacimiento no fue propiamente legítimo, Lucrecia Bellini nació en Padua en el año 1944, era fruto de la adultera relación mantenida por una monja del monasterio benedictino de San Prosdocimo con Bartolomé Bellini; cuando tenía cuatro años de edad el demonio se posesionó de su cuerpo, quitándole el uso de la razón, y atormentándola prácticamente toda la vida.

A los siete años fue confiada a las monjas de San Prosdocimo que mantenían en su monasterio una especie de escuela; la conducta de la comunidad no era ejemplar, pero Lucrecia despreciaba el ocio mundano, prefería los retiros, los trabajos y la oración, siendo muy devota de Nuestra Señora, de San Jerónimo y de San Lucas.

En 1460 el Obispo Jacopo Zeno, tras la muerte de la abadesa, intentó imponer una mejor disciplina en el monasterio, pero las monjas y las alumnas de la escuela, se regresaron a sus casas quedándose tan sólo Lucrecia Bellini en el monasterio.

Entonces vinieron a reemplazarlas unas monjas del monasterio benedictino de Santa María de la Misericordia, bajo la guía de la abadesa Justina de Lazzara. Lucrecia tenía casi dieciocho años, pidió ingresar a la orden, y el 15 de enero de 1461 toma el negro habito benedictino y cambia su nombre al de Eustoquia; el demonio que durante algún tiempo la había dejado en paz, tomó control de su cuerpo, obligándole a realizar actos contarios a la Regla; llevándola incluso a realizar actos tan ruidosos y violentos, que las hermanas estaban aterradas que optaron por tenerla atada a una columna durante varios días.

Más la calma duró poco, luego de que Eustoquia fuera desatada, la abadesa cayó enferma con un extraño malestar, ella sospechaba que Eustoquia tenía algo que ver con sus síntomas, creyendo incluso que practicaba brujería, por lo que fue obligada a mantener reclusión e ingerir tan sólo pan y agua durante los siguientes tres meses.

Pero todas estas pruebas no desaniman a la novicia quien y a todos aquellos que le proponían que retornara al mundo o que cambiara de monasterio ella les decía que todas aquellas tribulaciones eran bienvenidas ya que deseaba expiar el pecado del que ella había nacido, hacerlo allí donde fue cometido, en la soledad ella se confortaba recitando un rosario o una corana de salmos y oraciones que ella componía.

Una vez que fue liberada, el demonio volvió a atormentarla, con flagelaciones sangrientas, nauseas incontrolables y otras extrañas aflicciones que ella soportaba con una inflexible paciencia, lo que convenció a las hermanas de sus virtudes, y finalmente el 25 de marzo de 1465 se admitió su profesión solemne, y como era costumbre de aquel tiempo, dos años después se le impuso el negro velo de las benedictinas.

Su vida no fue larga, tubo gran belleza, pero las posesiones diabólicas, las enfermedades y penitencias, la habían reducido a casi un esqueleto viviente, por lo que los últimos años de su vida los pasó casi siempre enferma en una cama, absorta en la oración y meditación de la Pasión de Jesús.

Ella murió el 13 de febrero de 1469 cuando tenía tan sólo 25 años, su final fue tan sereno que su rostro pudo recobrar su antigua belleza, el demonio la había dejado finalmente en paz.

Eustoquia es que el único caso conocido de un creyente que logró triunfar en su deseo de santidad, aunque todos su vida fue poseída por el diablo.

Cuatro años después de su muerte, el cuerpo fue exhumado del sepulcro original, el que empezó a llenarse de una agua pura y milagrosa, que dejó de surgir sólo cuando el monasterio fue cerrado.

En 1475 su cuerpo fue trasladado a la iglesia del monasterio, y en 1720 fue puesto dentro de una arca de cristal. El monasterio de San Prosdocimo se suprimió en 1806 y el cuerpo de la beata benedictina fue trasladado a la Iglesia de San Pedro de Padua; sobre el altar de mármol que contiene su cuerpo, se encuentra una pintura de Guglielmi que representa a la beata pisoteando al diablo.

Su fiesta religiosa, actualmente oficiada en toda la diócesis de Padua, es el 13 de febrero.

traducido por Xavier Villalta

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11:24 p.m.

Por: . | Fuente: EWTN.com

Sucesor de Santo Domingo de Guzmán

Martirologio Romano: Cerca de Ptolemaida, en Palestina, tránsito del beato Jordán de Sajonia, presbítero de la Orden de Predicadores, sucesor e imitador de santo Domingo, que trabajó incansablemente para extender la Orden y pereció en un naufragio (1237).

Etimología: Jordán = "Aquel que baja o desciende", hace referencia al río Jordan del suroeste de Asia. Es de origen hebreo.

Fecha de beatificación: Culto confirmado en 1825 por el Papa León XII

Fue el sucesor de Santo Domingo de Guzmán, y el gran propagador de la Comunidad de Padres Dominicos.

Nació en Sajonia (al sur de Alemania) y se doctoró en la Universidad de París. Santo Domingo de Guzmán le envió a un hombre de toda su confianza (a Fray Reginaldo) a que le propusiera hacerse religioso dominico, y aceptó. El Miércoles de Ceniza del año 1220 entró a la Comunidad de Santo Domingo.

El caso de Jordán de Sajonia es uno de los más impresionantes de la historia. Un hombre que entra a una comunidad y a los solos tres años de estar de religioso reemplaza al santo Fundador y llega a ser Superior General de toda la Comunidad.

Jordán sobresalía por su gran elocuencia y por la eficacia maravillosa de su palabra para conmover los corazones de los creyentes.

Primero fue nombrado superior Provincial de la región más difícil de gobernar que tenía esa comunidad, que era la Lombardía, Italia. Luego al morir santo Domingo, en 1222, los delegados de toda su Orden religiosa lo eligen como Superior General y reemplazo del fundador. Y en este cargo dura 15 años, hasta su muerte en 1237. Santo Domingo tiene el honor de haber sido el fundador de la Comunidad de Padres Dominicos, pero Jordán de Sajonia fue el gran propagador de esta comunidad. Basta con recordar que durante su mandato se fundaron 249 Casas de Congregación y se hicieron seis nuevas provincias de religiosos.

Dicen que Jordán de Sajonia es el Patrono de los Capellanes de Universidades, porque este santo sacerdote recibió de Dios unas cualidades admirables para lograr ejercer influencia entre los universitarios. Por nueve años había estudiado en la más famosa Universidad de La Sorbona en Paría, y allí aprendió muchas técnicas para lograr influir en favor de los estudiantes. Su gran preocupación fue siempre lograr hacer mejores a los que estudiaban en las Universidades. Un año predicaba la cuaresma en la Universidad de París y al año siguiente en la concurridísima Universidad de Bolonia y al tercer año se dirigía a predicar a la Universidad de Oxford, en Inglaterra, y en todas partes los frutos espirituales que cosechaba eran admirables. En la Universidad de Alemania conquistó para su comunidad al más grande sabio en ciencias naturales de su época, a San Alberto Magno. Y conquistó también a Pedro de Tarantasia, que llegó a ser después el Pontífice Inocencio Quinto. Un famoso profesor de universidad previno a sus alumnos para que no se dejaran convencer por los discursos de Jordán, pero al oírle uno de sus elocuentes sermones, se convirtió él también en uno de sus más fervientes admiradores.

Uno de los antiguos biógrafos, compañero suyo, dice: "Las casas religiosas donde habitaba el Padre Jordán parecían colmenas, por los muchos jóvenes que entraban a hacerse religiosos, y por los muchos que de allí salían para ser superiores de otras casas religiosas. Por eso él al llegar a un convento mandaba hacer muchos hábitos religiosos, teniendo confianza en que Dios le enviaría muy numerosas vocaciones, y así le sucedía en todas partes".

El Padre Jordán no sólo se iba a las universidades a conseguir jóvenes muy bien instruidos, para que se hicieran religiosos, sino que también se iba a los campos y a los barrios obreros a invitar muchachos sanos, aunque fueran ignorantes, a que entraran en la comunidad. Y esto le valió la acusación de que él recibía a gentes que no le iban a dar gloria a su Congregación. Y sucedió una vez que recibió a unos 60 muchachos tan poco estudiados que casi no eran capaces ni de leer los salmos en la oración de la comunidad. Y a quienes lo criticaban por recibir esta clase de gentes, les respondió con unas palabras que resultaron ser una profecía o anuncio de lo que iba a suceder en el futuro: "Ténganles paciencia por ahora y concédanles tiempo para instruirse poco a poco, que un día se convertirán en grandes predicadores". Y esto se cumplió exactamente varios años después.

Cuando Dios le confía a una persona un oficio especial, le concede las cualidades que para ese oficio necesita. Y al Padre Jordán le confió Dios el oficio de conseguir muchísimas vocaciones para la vida religiosa, y por eso le concedió unas cualidades admirables. Recordemos algunas:

El Padre Jordán tenía unas cualidades que excedían a las que posee el común de las gentes. Dicen los que vivieron junto a él que la austeridad en el dominio de su lengua, de sus ojos y de la gula era algo impresionante, pero que sobre todo llamaba la atención el modo heroico como dominaba su ira para no ofender a nadie ni amargar la vida a ninguno.

Y no es que no fuera valiente. Cuando el emperador Federico II empezó a atacar ferozmente al Sumo Pontífice y a la religión, el Padre Jordán se fue al palacio y le dijo frente a frente al Emperador que ésta conducta era reprensible y que si no cambiaba de modo de proceder le llegarían desgracias muy grandes.

Pero con los pequeños sabía hacerse pequeño y con los débiles era extraordinariamente comprensivo. El tenía por cierto lo que más tarde afirmará y repetirá San Francisco de Sales, que "más moscas se logran cazar con una cuchara de dulce miel que un barril de amarga hiel".

Sus contemporáneos alababan mucho "las dotes de buen amigo" que poseía el Padre Jordán. Comprensivo, lleno de caridad, con deseos continuos de amoldarse a los demás para poder hacerles mayor bien. El mismo lo dice en uno de sus escritos: "Siempre me esforcé por tratar de estar de acuerdo con los demás en todo lo bueno y por tratar de no chocar contra nadie. Quise colocarme en el sitio de los otros para poder comprenderlos mejor. Nunca preferí mis propios gustos en contraposición de los de los demás. Con los soldados traté de amoldarme a ellos como si yo fuera un soldado. Con los campesinos como si fuera un campesino. Y sobre todo me propuse ser extremadamente comprensivo con los que sufren tentaciones, angustias y depresiones".

San Pablo recomienda a los seguidores de Cristo: "Rían con los que ríen, y lloren con los que lloran" (Rom. 12, 15). Es lo que hizo siempre Fray Jordán. Leamos un ejemplo: Una noche estaba rezando los salmos con un grupo de jóvenes recién llegados a su Comunidad, y de pronto a uno de ellos le vino una risa nerviosa y no fue capaz de controlarla, y enseguida los demás compañeros se contagiaron también y empezaron a reír todos, y no se pudo seguir el rezo. Uno de los superiores quiso regañarlos, pero el Padre Jordán les dijo: "Mis buenos jóvenes: tenemos que reírnos alegremente porque hemos logrado salirnos de la esclavitud del pecado y de los vicios en que nos tenía presos el mundo y ahora hemos llegado a ser del grupo de los preferidos de Dios. ¡Riámonos pues alegremente! Y él personalmente participó de aquella alegría juvenil.

Alguien le preguntó si un Padrenuestro rezado por un ignorante valía menos que uno rezado por un gran doctor de la Teología, y él respondió: "Un diamante valo lo mismo si está en manos de un sabio, que si está en manos de un analfabeta". Otro le preguntó: ¿Qué es más necesario para la vida del alma: rezar o meditar? Y le dijo: "Eso es como preguntar qué es más necesario para la vida del cuerpo si comer o beber. Ambas cosas son sumamente necesarias". Alguien le dijo: ¿Cuál es la posición mejor para rezar, sentado, arrodillado, de pies o postrado? Y respondió: "La mejor posición para rezar es aquella en la cual cada uno se siente mejor, con más fervor y con más inclinación a rezar bien". (Esta frase la repitió textualmente el Papa Pío XI, 700 años después de haber sido pronunciada por nuestro santo). El superior de una Comunidad le pidió que le quitara aquel cargo, aduciendo que ese oficio le traía cuatro males: orgullo, honores, trabajos y humillaciones. El Padre Jordán le respondió: "Los dos primeros sí son males y de ellos te libre Dios, y esfuérzate por evitarlos. Los otros dos, el trabajo y las humillaciones, son grandes bienes que te conseguirán un puesto altísimo en el Reino de los cielos".

El Padre Jordán, aprovechando que Dios le había concedido tal eficacia de la palabra que dondequiera que predicaba o hablaba la gente, conseguía vocaciones, fue recorriendo ciudades y países predicando y consiguiendo que muchísimos jóvenes entraran de religiosos. El Señor le concedió la inmensa alegría de que el fundador de la Comunidad, Domingo de Guzmán, fuera declarado santo por el Sumo Pontífice en 1234. Con esta bella noticia ya Jordán podía irse al cielo tranquilo. Y dispuso viajar a Jerusalén para visitar los Santos Lugares donde vivió y murió Nuestro Señor Jesucristo, y para visitar a los Padres Dominicos que trabajaban en esas tierras.

Pero en el viaje de regreso, el barco que lo transportaba fue lanzado por una violenta tempestad a las costas de Siria, frente a la ciudad de Tolemaida y Fray Jordán y los demás pasajeros murieron ahogados. Era el 13 de febrero del año 1237.

Las olas llevaron a las orillas del mar el cadáver del Padre Jordán y sus religiosos lo sepultaron con toda solemnidad. Después las gentes empezaron a conseguir milagros por su intercesión, y el Papa León Doce lo declaró Beato.

Padre Jordán: Gran promotor de vocaciones: recuérdanos siempre aquella frase de un gran Pontífice: "Las vocaciones existen. Lo que hay que hacer es cultivarlas."

¡Feliz día a quienes lleven este nombre!

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11:24 p.m.

Por: . | Fuente: cc-pays-erstein.fr

Peregrino

Martirologio Romano: En Northeim, en Alsacia, junto al río Ill, san Ludano, oriundo de Escocia, que descansó en el Señor mientras peregrinaba al sepulcro de los santos apóstoles (1202).
¿Qué buscaba Ludano, hijo del príncipe Hildebold, cuyo nombre encontramos en la abadía alsaciana de Andlau, para venir a morir, el 12 de febrero de 1202, en Nordhouse, a pocos kilómetros de la iglesia de San Jorge?.

Había dejado su lejana patria, la Escocia, después de haberse consagrado al servicio de los enfermos y haber construido hospitales y orfanatos. Al final de sus días, abandonando el cansancio invasor sobre las pistas guijarrosas de los campiñas, pobre y mendigo como tantos otros, había surcado Europa de Santiago a Roma, luego siguió sin duda hasta Jerusalén. De regreso de esta larga peregrinación, se recuesta, agotado, bajo un tilo, no lejos del pueblo Nartz (hoy Nordhouse) para morir allí.

La tradición oral cuenta que un ángel descendió del cielo y en aquella nevada soledad le dio el Santo Viático, el cuerpo de Cristo resucitado (el hecho está representado en un cuadro del siglo XVIII existente en el coro de la iglesia de San Ludano). Entonces –según esa antigua tradición– las campanas de las iglesias cercanas comenzaron a moverse para tocar el tañido fúnebre. Los habitantes de la zona acudieron en muchedumbre a rodear el cuerpo.

Los sacerdotes de las dos parroquias existentes en aquel entonces en Nordhouse: San Martín y San Miguel, pugnaban por el derecho de darle sepultura, ya que entre los documentos que portaba habían descubierto su origen principesco. El abad de la célebre abadía de Ebersmunster arbitró en el conflicto y aconsejó atar el cuerpo en un carro llevado por un caballo indómito, y que sea este quien lleve al santo al lugar de su sepultura. El caballo se detuvo en Scheerkirche, a orillas del río del mismo nombre, el lugar hoy es conocido bajo el nombre de Saint Ludan.

Muchos de los detalles narrados tal vez sean folclóricos, o más bien convencionales, pero no son nada improbables, coinciden perfectamente con la manera de vivir la fe en esos siglos, donde encontramos profusos ejemplos de gente de buena cuna que profundiza en la piedad poniéndose al servicio de los pobres, e incluso más de uno llegó a dejarlo literalmente todo, en busca de una mayor radicalidad de vida en Dios... ¡es la misma época del Pobre de Asís!.

responsable de la traducción: Xavier Villalta

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11:24 p.m.

Obispo

Martirologio Romano:Conmemoración de san Melecio, obispo de Antioquía, que, por defender la fe de Nicea, fue exiliado varias veces y falleció mientras presidía el primer Concilio Ecuménico de Constantinopla. San Gregorio de Nisa y san Juan Crisóstomo exaltaron su figura (381).
San Melecio de Antioquía (Meletius, Melétios, en griego, Μελέτιος) fue un eclesiástico griego del siglo IV nacido en Melitene en una familia destacada de la que heredó una hacienda en Armenia Menor y que fallecío en el año 381.

Por su buen carácter adquirió una gran reputación, y cuando Eustaquio fue depuesto como obispo de Sebaste en el concilio de Melitene el año 357, ocupó su lugar; el lugar era conflictivo y renunció, retirándose a Berea (Alepo) de donde supuestamente fue obispo y se decantó a favor de los arrianos y suscribió probablemente la confesión de fe de Ariminio, y la de los acacianos en Seleucia el año 359 bajo influencia de los cuales fue nombrado obispo (arzobispo) de Antioquía en el año 360 o 361.

Durante un tiempo intentó contentar a todo el mundo, con un lenguaje ambiguo, pero progresivamente regresó a una plena comunión con la Iglesia. Fue llamado por el emperador Constancio II quien ordenó a varios prelados que explicaran el texto del Libro de los Proverbios: «Diome Yavé el ser en el principio de sus caminos» (8,22-23). Habiendo recibido ya a Jorge de Laodicea y Acacio de Cesarea y habían dado explicaciones más o menos heterodoxas, sin embargo, Melecio lo expuso con sentido católico; los arrianos le acusaron entonces de sabelianismo y convencieron al emperador de que lo depusiera y desterrara, cosa que hizo y Melecio fue desterrado a Melitene; Euzoius, (quien anteriormente había sido expulsado de la Iglesia por san Alejandro, arzobispo de Alejandría), fue nombrado para ocupar el obispado que el destierro habia dejado bacante (hacia el año 361). Esto produjo un cisma, aunque el inicio real de este fue el destiero de san Eustaquio en el año 330.

Al llegar Juliano al trono el año 362, Melecio pudo regresar a Antioquía y trató de reconciliar a las partes, cosa que parecía más fácil después de la muerte de Eustaquio, pero el ordenamiento de Paulino como obispo de la Iglesia en Antioquía, lo hizo imposible; mientras los arrianos conservaban muchas iglesias y los católicos tan sólo tenían dos. Valente las privó de estas y Melecio fue nuevamente desterrado (hacia 365). En su ausencia, los católicos fueron dirigidos por Flaviano y Teodoro.

En 378, a la muerte de Valente, Melecio fue llamado otra vez, pero el edicto de Graciano que permitía volver a los exiliados hizo volver también a Doroteo, el obispo arriano sucesor de Euzoius, quien ocupó el arzobispado pero al cabo de un tiempo le fue devuelto a Melecio; sin embargo, aún estaba activo su rival Paulino, que no se avino a las propuestas que se le hicieron.

En 381, se reunió en Constantinopla el segundo Concilio Ecuménico, y san Melecio lo presidió. Estando el Concilio en sesiones, la muerte se llevó a este obispo, que tanta paciencia tuvo en el sufrimiento. La noticia de su muerte fue recibida con gran dolor de los Padres conciliares y del emperador Teodosio, quien le había dado la bienvenida a la ciudad imperial con una gran demostración de afecto, «como un hijo que saluda a un padre por mucho tiempo ausente». Con su humildad evangélica, Melecio se había hecho querer por todos los que lo conocieron. Crisóstomo nos dice que su nombre era tan venerado, que la gente en Antioquía escogía este nombre para sus hijos; grababan su imagen en sus sellos y en su vajilla y la esculpían sobre sus casas. Todos los Padres del Concilio y los fieles de la ciudad asistieron a sus funerales en Constantinopla. Uno de los prelados más eminentes, san Gregorio de Nisa, pronunció la oración fúnebre. En ella hace referencia a «la dulce y tranquila mirada, radiante sonrisa y bondadosa mano que secundaba a su apacible voz»; y termina con las palabras, «Ahora él ve a Dios cara a cara, ruega por nosotros y por la ignorancia del pueblo». Cinco años más tarde, san Juan Crisóstomo, a quien san Melecio había ordenado diácono, pronunció un panegírico el 12 de febrero, el día de su muerte o de su traslación a Antioquía. Todavía existen los panegíricos escritos por san Gregorio de Nisa y san Juan Crisóstomo.

Bibliografía: Vidas de los santos, Alban Butler

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