Santo Patriarca Abraham
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Abraham es el patriarca de las tres grandes religiones monoteístas. Gran profeta del Antiguo Testamento[unable to retrieve full-text content]
Abraham es el patriarca de las tres grandes religiones monoteístas. Gran profeta del Antiguo Testamento[unable to retrieve full-text content]
Anacoreta, compañero de San Efrén, que pasó más de cincuenta años en el desierto cerca de Edesa.[unable to retrieve full-text content]
En Artois, de Neustria, santa Eusebia, abadesa de Hamay, que, tras la muerte de su padre, con su santa madre Rictrude se retiró a la vida monástica y, todavía adolescente, fue elegida abadesa después de su abuela [Santa Gertrudis] (c. 680).[unable to retrieve full-text content]
Abad del monasterio cisterciense de Fitero en Navarra, y fundador de la Orden militar de Calatrava.[unable to retrieve full-text content]
En Viena, en Austria, san Clemente María Hofbauer, presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor, que trabajó admirablemente por la propagación de la fe y por la reforma de la disciplina eclesiástica. Preclaro tanto por su ingenio como por sus virtudes, impulsó a no pocos varones prestigiosos en las ciencias y en las artes a entrar en la Iglesia.[unable to retrieve full-text content]
En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, santa Leocricia, virgen y mártir, que, nacida de familia musulmana, ocultamente abrazó la fe de Cristo y, detenida en casa junto con san Eulogio, cuatro días después del martirio de éste pasó a la gloria eterna al ser degollada.[unable to retrieve full-text content]
En Quedlinburg, en Sajonia, santa Matilde, esposa fidelísima del rey Enrique I, la cual, conspicua por la humildad y la paciencia, se dedicó a aliviar a los pobres y a fundar hospitales y monasterios.[unable to retrieve full-text content]
En Pidna, en Macedonia, san Alejandro, mártir (c. 390).[unable to retrieve full-text content]
En Milán, de la Liguria, san Lázaro, obispo (s. V).[unable to retrieve full-text content]
En Persia, santa Cristina, mártir, que, azotada con varas, consumó el martirio en tiempo de Cosroas I, rey de los persas.[unable to retrieve full-text content]
En Camerino, del Piceno, en Italia, san Ansovino, obispo.[unable to retrieve full-text content]
En el monasterio de Novalesa, a los pies del Monte Cenisio, en el valle de Susa, san Eldrado, abad, que, muy interesado por el culto divino, enmendó el salterio y cuidó de construir nuevas iglesias (c. 840).[unable to retrieve full-text content]
En Roma, en el cementerio de Ponciano, junto al “Oso peludo”, sepultura de san Inocencio I, papa, que defendió a san Juan Crisóstomo, consoló a san Jerónimo y aprobó a san Agustín.[unable to retrieve full-text content]
En Tebeste, de Numidia, san Maximiliano, mártir, que siendo hijo del veterano Víctor, y llamado también al ejército, respondió al procónsul Diono que a un fiel cristiano no le era lícito ser soldado y, habiendo rehusado el juramento militar, fue degollado.[unable to retrieve full-text content]
En Winchester, en Inglaterra, san Elpegio, obispo y monje, que procuró con gran empeño la instauración de la vida cenobítica.[unable to retrieve full-text content]
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En Milán, sepultura de san Benito, obispo.[unable to retrieve full-text content]
En Escocia, san Constantino, rey, discípulo de san Columba y mártir (s. VI).[unable to retrieve full-text content]
En París, en Francia, beata María Eugenia Milleret de Brou, virgen, fundadora de la Congregación de Hermanas de la Asunción, para la educación cristiana de niñas.[unable to retrieve full-text content]
En el monasterio de Bobbio, en la Liguria, san Attalo o Atalas, abad, que, amante de la vida cenobítica, se retiró primero al monasterio de Lérins y después a Luxeuil, y más tarde sucedió a san Columbano en ese lugar, brillando en gran manera por su celo y discreción.