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Religioso y Mártir

Martirologio Romano:En diversos lugares de la diócesis de Lleida (Lérida), España, Beatos Mariano Alcalá Pérez y 18 compañeros de la Orden de la Bienaventurada Virgen de las Mercedes, asesinados por odio a la fe. ( 1936-37)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Fue un hombre de mala suerte. Claro que en términos humanos, porque para los creyentes todo es buena suerte, aunque no percibamos los porqués de los planes de Dios.

Nació en Arbucias, Gerona, el 26 de junio de 1874, de padres desconocidos. Cargó con el estigma de su nacimiento.

Estudió en el seminario diocesano de Gerona. Pero le tiraba el convento, y como conocía a los Mercedarios de San Ramón, pidió el ingreso en la Merced.

Y, adelantado en la carrera eclesiástica, fue referido a El Olivar, donde recibió el hábito el 19 de agosto de 1909, a las 8’15 de la tarde, de manos del padre Pascual Tomás y ante el padre Mariano Pina, contando treinta y cinco años, y previa la dispensa de nacimiento irregular. Emitió los votos el 8 de diciembre de 1910, ante los padres Pascual Tomás, Mariano Pina y Pedro Bolet. En el mismo cenobio continuó los estudios, hasta que el 25 de octubre de 1911 pasó a Lérida. El padre Jaime Monzón, que convivió con él en El Olivar, lo halló simple y humilde, dispuesto a los oficios más humildes y a dar clase con gran competencia cuando se le solicitaba. El padre Juan Parra ponderó su especialísima devoción a la Virgen María echándose de ver a las pocas palabras de conversación con él. De Ella hablaba con frecuencia, le componía y dedicaba versos, se le veía con frecuencia con su rosario entre las manos, y entre los libros de lectura solía escoger siempre los que trataban de la excelsa Madre y Señora nuestra.

Cursó tres años de latín, uno de retórica, tres de filosofía, tres de teología, con calificaciones de méritus y beneméritus. Pero, mala suerte, aunque llevaba brillantemente los estudios, y los tenía casi concluidos, lo encontraron deficiente de los ojos, y le cortaron el paso al anhelo de su vida, ser sacerdote. Del cuarto de teología (1900-1901) no fue examinado. La prueba fue sobrehumana, acató con humildad y entereza, pero con enorme amargura, la decisión de los superiores. Y se abandonó por completo, para toda la vida, en las manos de Dios con una paciencia perseverante e invicta, unida al silencio y la plena abnegación. Una pena, porque fray Mitjá era eminente. Lo sabía todo y en grado sumo, poseía un caudal nada común en los diferentes ramos del saber: dominaba el latín, el griego, el francés, amén del castellano y el catalán. Enseñó excelentemente gramática, retórica, aritmética, métrica y composición latinas. Tenía amplios conocimientos humanísticos y teológicos. Escribía poesías no mediocres…

No pudo ordenarse por visión deficiente, pero, de hermano lego, rindió como el mejor sacerdote en la docencia, pasando su vida entre Lérida y San Ramón, siempre al servicio de los colegios. En San Ramón para niños, en Lérida a todos los niveles, y hasta para los propios estudiantes mercedarios. Sus alumnos manifestarán que era un gran educador, por su corrección, sus sabios consejos y su caridad exquisita.

Dejándose mover sin resistencia, anduvo toda su vida religiosa entre ambos centros docentes. Lo hallamos, de hermano, en Lérida en 1915, 1917, 1919, 1920, cuando consta de un viaje a Barcelona. El 26 de septiembre de 1924 se localiza en San Ramón. El 27 de octubre de 1926 regresaba de San Ramón a Lérida. El 27 de junio de 1927 radicaba en San Ramón, lo mismo que el 24 de abril de 1929, mas en agosto de 1929 viajaba de Lérida a San Ramón. Desde Lérida se desplazó a Barcelona en agosto de 1930. El 9 de mayo de 1934 moraba en San Ramón.

Llegó el apocalíptico julio de 1936. El día, a las diez de la noche, a una con los demás conventuales, padres Antonio Gómez, Pedro Bolet, Amancio Marín, los hermanos Juan Sangrá y José Gascón tuvieron que abandonar su cenobio. Parecíamos -cuenta el padre Gómez- hombres que iban al destierro, ya que nuestro silencio y taciturnidad eran tales que parecía que habíamos perdido el uso de la palabra. Los seis religiosos acudieron a las familias que, ante el cariz político, anteriormente se les habían ofrecido.

Pero fray Mitjá afrontó la terrible situación con mucha entereza, estaba avezado a todo. Pero además, lo contaron sus hermanos de hábito, ansiaba ardientemente ser mártir. Se acogió de inmediato a casa del veterinario Emilio Más. Permaneció en este hogar unos diez o quince días, guardando un sistema de vida ejemplarísima, muy similar a la conventual; humilde, rezador, mariano entusiasta, muy reconocido a los favores. Cuidaba del niño pequeño, ayudaba en las faenas domésticas... Cuando no había qué hacer se empleaba en la meditación, la lectura espiritual, el rezo del rosario él solo y con la familia. No tenía miedo, ni se percataba del peligro; a mí –decía- no me harán daño. Iré pidiendo limosna como un mendigo y cuando acabe la guerra volveré aquí con luengas barbas y no me conocerán. El comité rojo supo del Fraile escondido, y conminó al señor más que lo echara de su casa, o se atuviera a las consecuencias. Enterado fray Mitjá, quiso irse de inmediato, y con gran dolor el buen samaritano sacó al religioso de su domicilio, encaminándolo hacia la vivienda de otro afecto de la comunidad en un pueblo próximo.

Anduvo vagando por los montes de Torá, mendigando por las masías.

Recaló en casa Gras, de Sellés, pidiendo limosna. Luego de identificarse, solicitó hospedaje para aquella noche, rezó el rosario con la familia, se entretuvo con los niños y se retiró. Se quedó por algunos días; porque era servicial y laborioso, se empleaba en enseñar las primeras letras a los pequeños de la familia y a otros dos vecinitos, colaborar en el hogar, rezar el rosario con sus protectores… admirando a todos por su bondad y humildad, su manera de rezar y de realizar las labores de la casa, manifestando gran entereza y mucho espíritu ante lo que se barruntaba. Pero el temor a perjudicarles, pues los rojos hacían registros sistemáticos, le motivó a internarse por el bosque. Retornó preguntando si había pasado el peligro, y se quedó segunda vez, volviendo a salir ante nueva amenaza.

Luego paró algunos días en casa Roure, aledaño de Su, y, siempre servicial y agradecido, realizó cuantas faenas se ofrecían y pintó el inmueble.

Luego moró, como unos dos meses, en casa Fornells, de Matamargó, y así mismo agradeció la acogida ayudando en los quehaceres domésticos y enseñando el catecismo a los niños; y, como en todos sus refugios, daba buen ejemplo y se comportaba como un santo. Porque había peligro de registros, se ausentó, volviendo de nuevo, hasta nuevo aviso de peligro. De aquí salió cuatro o seis días antes de su martirio.

Una patrulla del comité de Pinós, dirigida por su alcalde, lo encontró en las inmediaciones de casa Torrededía, cacheándolo le encontraron una navaja de afeitar y unas monedas de plata. Apercibidos de que era fraile o cura, alguno de la patrulla pretendió maltratarlo, pero el alcalde lo impidió, dejándole ir. Cenó en casa Torrededía, y el dueño lo acomodó en una choza de carboneros, distante como quinientos metros. A la mañana siguiente el señor de Torrededía oyó disparos. Lo presintió. Al cabo de una semana, en la primera quincena de enero de 1937, Francisco Oliva Comas, emboscado por estar igualmente perseguido, oyó grandes ladridos de perros, vio un bulto, pero no le prestó atención por el momento, mas retornando pudo ver un cadáver despedazado y medio comido. Volvió al día siguiente con otros emboscados y pudieron comprobar que era el fraile al que varias veces habían socorrido; dedujeron que había sido golpeado y arrojado desde una altura de como de treinta metros y que, medio muerto, se había arrastrado como veinte metros hasta expirar. Los perros le habían comido el cuello y parte de una pierna. Por otra parte José Rovira vio su cadáver en medio del torrente, bastante descompuesto; regresando al día siguiente con otros emboscados vieron junto al cadáver un paquete de ropa con algunas monedas dentro, con las que el padre Jaime Tristán, escondido en una cueva, aplicó misas por su alma. Gerardo Lladós, benedictino del Miracle, supo que a fray Mitjá lo había atrapado y abaleado el sanguinario Juan Pons, llamado el Sastre de los calzones.

Sus despojos aún quedaron en el barranco como dos meses. Cuando por autorización el juez de Pinós, José Oliva y Pedro Pons levantaron su cadáver, únicamente quedaba la cabeza, que fue enterrada en Matamargó. Allí sigue lo que pueda quedar de sus restos, porque nadie se ha cuidado de comprobarlo.

Tremenda vida, terrible final. Para los hombres una vida sin pena ni gloria. Pero cómo lo acogería su tan querida Madre de la Merced. Se parecía tanto a Ella este niño grande candoroso, sencillo, laborioso, que tenía tal mano con los pequeños…

Este grupo de mártires está integrado por:

1. MARIANO ALCALÁ PÉREZ, sacerdote mercedario profeso
nacimiento: 11 Mayo 1867 en Andorra, Teruel (España)
martirio: 15 Septiembre 1936 en Andorra, Teruel (España)

2. TOMÁS CARBONELL MIQUEL, sacerdote mercedario profeso
nacimiento: 20 Diciembre 1888 en Jijona, Alicante (España)
martirio: 25 Julio 1936 en Lleida (España)

3. FRANCISCO GARGALLO GASCÓN, sacerdote mercedario profeso
nacimiento: 24 Febrero 1872 en Castellote, Teruel (España)
martirio: 07 Agosto 1936 en Muniesa, Teruel (España)

4. MANUEL SANCHO AGUILAR, sacerdote mercedario profeso
nacimiento: 16 Enero 1874 en Castellote, Teruel (España)
martirio: 07 Agosto 1936 en Muniesa, Teruel (España)

5. MARIANO PINA TURÓN, sacerdote mercedario profeso
nacimiento: 13 Atril 1867 en Híjar, Teruel (España)
martirio: 08 Agosto 1936 en Muniesa, Teruel (España)

6. PEDRO ESTEBAN HERNÁNDEZ, religioso mercedario profeso
nacimiento: 27 Julo 1869 en Híjar, Teruel (España)
martirio: 01 Septiembre 1936 en "Mas de los Sidricos", Híjar, Teruel (España)

7. ANTONIO LAHOZ GAN, religioso mercedario profeso
nacimiento: 22 Octubre 1858 en Híjar, Teruel (España)
martirio: 01 Septiembre 1936 en "Mas de los Sidricos", Híjar, Teruel (España)

8. JOSÉ TRALLERO LOU, religioso mercedario profeso
nacimiento: 28 Diciembre 1903 en Oliete, Teruel (España)
martirio: 05 Agosto 1936 en "Barranco del Agua", Estercurel, Teruel (España)

9. JAIME CODINA CASELLAS, religioso mercedario profeso
nacimiento: 03 Mayo 1901 en Aguilar de Segarra, Barcelona (España)
martirio: 05 Agosto 1936 en "Barranco del Agua", Estercurel, Teruel (España)

10. JOSEP REÑÉ PRENAFETA, sacerdote mercedario profeso
nacimiento: 15 June 1903 en Lleida (España)
martirio: 16 Agosto 1936 en Barcelona (España)

11. ANTONIO GONZÁLEZ PENÍN, religioso mercedario profeso
nacimiento: 01 Marzo 1864 en San Salvador de Rabal, Celanova, Orense (España)
martirio: 10 Agosto 1936 en Barcelona (España)

12. TOMÁS CAMPO MARÍN, sacerdote mercedario profeso
nacimiento: 23 Enero 1879 en Mahamud, Burgos (España)
martirio: 20 Agosto 1936 en Lleida (España)

13. FRANCESC LLAGOSTERA BONET, sacerdote mercedario profeso
nacimiento: 30 Agosto 1883 en Valls, Tarragona (España)
martirio: 20 Agosto 1936 en Lleida (España)

14. SERAPIO SANZ IRANZO, religioso mercedario profeso
nacimiento: 01 Octubre 1879 en Muniesa, Teruel (España)
martirio: 20 Agosto 1936 en Lleida (España)

15. ENRIC MORANTE CHIC, sacerdote mercedario profeso
nacimiento: 23 Septiembre 1896 en Lleida (España)
martirio: 25 Julio 1936 en Lleida (España)

16. JESÚS EDUARD MASSANET FLAQUER, sacerdote mercedario profeso
nacimiento: 16 Enero1899 en Capdepera, Islas Baleares (España)
martirio: 25 Julo 1936 en Lleida (España)

17. AMANCIO MARÍN MÍNGUEZ, sacerdote mercedario profeso
nacimiento: 26 Marzo 1908 en Celada del Camino, Burgos (España)
martirio: 26 Julo 1936 en Binéfar, Huesca (España)

18. LORENZO MORENO NICOLÁS, sacerdote mercedario profeso
nacimiento: 24 Marzo 1899 en Lorca, Murcia (España)
martirio: 03 Noviembre 1936 en Lorca, Murcia (España)

19. FRANCESC MITJÁ i MITJÁ, religioso mercedario profeso
nacimiento: 26 June 1864 en Arbucias, Girona (España)
martirio: Enero 1937 en Ivorra, Lleida (España)

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Por: . | Fuente: ACIprensa.com

Obispo

Martirologio Romano:En la ciudad de Venecia (hoy Italia), san Lorenzo Giustiniani, obispo, que ilustró a esta Iglesia con su doctrina de sabiduría eterna (1456).

Fecha de canonización: 16 de octubre de 1690 por el Papa Alejandro VIII.


San Lorenzo nació en Venecia en 1381, y desde niño abrigó el deseo de ser santo. Cuando tenía diecinueve años sintió el llamado de Dios para consagrarse de manera especial a su servicio, y por revelación divina se entregó enteramente a la búsqueda de la ciencia y el amor de Dios. La fuerza de su resolución para seguir el tortuoso camino de la cruz quedó demostrada en la rigurosa severidad con que trataba a su cuerpo y la constante dedicación de su mente a los asuntos de la religión.

En 1406, el santo recibió la ordenación sacerdotal. El fruto de su espíritu de plegaria y penitencia fue el conocimiento profundo de las cosas espirituales y los caminos interiores de la virtud, así como una gran destreza y una enorme prudencia en la dirección de las almas. Poco después de su ordenación fue nombrado preboste de San Jorge y, para instruir a sus discípulos, sólo trataba de inculcarles la más sincera humildad.

En 1433, el Papa Eugenio IV nombró a San Lorenzo para la sede arzobispal de Castello, una diócesis que incluía parte de Venecia. Lo mismo como religioso que como prelado, fue admirable su piedad sincera hacia Dios y la grandeza de su caridad hacia los pobres.

San Lorenzo dejó algunos escritos ascéticos muy valiosos; tenía setenta y cuatro años cuando escribió su último trabajo, titulado "Los Grados de Perfección".

San Lorenzo falleció el 8 de enero de 1455, pero su recordación litúrgica se celebra el 5 de septiembre, día en el que recibió su consagración episcopal. Fue canonizado en 1690.

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Por: . | Fuente: Vatican.va

Terciaria Franciscana

Martirologio Romano:Cerca de Vicenza, Italia, beata Eurosia Fabris, madre de familia y miembro de la Orden Franciscana Seglar (1932).

Fecha de beatificación: 6 de Noviembre de 2005 por el Papa Benedicto XVI.

Nació en Quinto Vicentino, pequeña localidad situada cerca de la ciudad de Vicenza (Italia), el 27 de septiembre de 1866; sus padres eran campesinos.

En 1870 la familia se trasladó a Marola, otro pueblo de la provincia de Vicenza, donde Eurosia pasó toda su vida. Sólo pudo ir dos años a la escuela, entre 1872 y 1874, pues tuvo que ayudar a su padre en los trabajos del campo y a su madre en los quehaceres domésticos. En la escuela aprendió al menos a leer y escribir. Eso le permitió leer la sagrada Escritura y algunos textos de contenido religioso, como el Catecismo y la historia sagrada.

Ayudaba a su madre en el oficio de costurera, en el que llegó a ser experta. Dotada de grandes cualidades humanas y religiosas, siempre estuvo atenta a las exigencias de su familia.

A los doce años recibió la primera Comunión. Desde ese día comulgaba en todas las fiestas religiosas, pues en ese tiempo no estaba permitida la Comunión diaria.

Se inscribió en la asociación de Hijas de María, en la parroquia de Marola. Asistía con asiduidad a las reuniones periódicas del grupo y cumplía sus estatutos con diligencia.

Cultivó una ferviente devoción al Espíritu Santo, a Cristo crucificado, a la Virgen María y a las almas del Purgatorio. Su amor a María se vio favorecido por la cercanía del santuario de la Virgen de Monte Berico, que se divisaba desde su pueblo.

Fue apóstol en su familia, entre sus amigas y en la parroquia; enseñaba el catecismo a las niñas y a las adolescentes que acudían a su casa para aprender el arte del corte y confección.

A los dieciocho años era una joven responsable, piadosa y laboriosa. Estas virtudes y su belleza no pasaron desapercibidas, y recibió varias propuestas de matrimonio, que no tomó en consideración.

En 1885 vivió una dolorosa experiencia que marcó su vida: una vecina, joven esposa, murió dejando tres hijas muy pequeñas, la primera de las cuales murió poco después; la segunda tenía veinte meses y, la tercera, cuatro. Con Carlos, el padre de las dos huérfanas, vivían un tío y el abuelo, enfermo crónico: tres hombres de carácter diverso y a menudo en conflicto entre sí.

Durante seis meses, Eurosia acudía todas las mañanas para cuidar de las niñas y arreglar la casa. Luego, siguiendo el consejo de los parientes y del párroco, después de orar intensamente, aceptó casarse con Carlos, aunque era consciente de los sacrificios que debería afrontar. Consideró ese matrimonio como voluntad de Dios, que la llamaba a una nueva misión. El párroco diría después: "Fue realmente un acto heroico de caridad con el prójimo".

El matrimonio se celebró el 5 de mayo de 1886 y se vio coronado con nueve hijos.

Cumplió con la máxima fidelidad sus deberes de esposa y madre: profunda comunión con su marido, del que se hizo consejera y consoladora; tierno amor a todos sus hijos; laboriosidad incansable; intensa vida de oración, amor a Dios y devoción a la Eucaristía y a la Virgen María.

Entró en la Tercera Orden Franciscana —hoy llamada Orden Franciscana Seglar—, y vivió su espíritu de pobreza y alegría en el trabajo y en la oración, en la alabanza a Dios creador, fuente de todo bien y de toda nuestra esperanza.

Convirtió su familia en una auténtica iglesia doméstica, donde supo educar a sus hijos en la oración, la obediencia, el temor de Dios, el sacrificio, la laboriosidad y las demás virtudes cristianas.

Así se sacrificó y consumó, día a día, como una lámpara en el altar de la caridad.

Murió el 8 de enero de 1932.

Fue beatificada por Su Santidad Benedicto XVI el 6 de Noviembre de 2005.

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Reproducido con autorización de Vatican.va

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7:44 p.m.

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En Moorsel, en la región de Brabante (hoy Bélgica), santa Gúdula, virgen, que desde su casa se dedicó enteramente a practicar la caridad y la oración (c. 712).

7:44 p.m.

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En la ciudad de Hierápolis, en Frigia (hoy Turquía), san Apolinar, varón eximio por su doctrina y santidad, que vivió en tiempo del emperador Marco Aurelio (s. II).

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Por: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com

Martirologio Romano:En la ciudad de Cenomanum (hoy Le Mans), en el reino de los francos, san Alderico (Aldric), obispo, que se esforzó en promover el culto a Dios y a los santos (856).

Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma, el Papa.

El Santo nació de una noble familia, de ascendencia en parte sajona y en parte bávara, hacia el año 800. A los doce años su padre le envió a la corte de Carlomagno, donde formó parte de la servidumbre de Luis el Piadoso y se ganó la estima de todos. Hacia el año 821 pasó de Aquisgrán a Metz, para ingresar en la escuela episcopal y recibió la tonsura clerical. Después de su ordenación, el emperador Luis le llamó de nuevo a la corte y le nombró capellán y confesor suyo. El año 832, san Alderico fue elegido obispo de Le Mans. Empleó toda su fortuna y sus fuerzas en socorrer a los pobres, mejorar los servicios públicos, construir iglesias y monasterios y promover la religión. Su fidelidad a Luis el Piadoso y a Carlos el Calvo permaneció inalterable durante las guerras civiles que dividieron el Imperio. Una facción le expulsó de su sede durante casi un año, por haber declarado a los monjes de Saint-Calais que estaban sujetos a su jurisdicción. Tal pretensión del santo obispo no estaba en realidad justificada, pues se apoyaba en documentos falsificados, aunque no nos consta que el prelado haya sido personalmente responsable de tal falsificación.

Han llegado hasta nosotros algunos fragmentos del reglamento que san Alderico redactó para su catedral. En él ordena que se enciendan diez cirios y noventa lámparas en todas las grandes fiestas. También nos son conocidos tres testamentos del santo prelado. El último de ellos es un edificante testimonio de su piedad. En los dos primeros cede tierras y posesiones a muchas iglesias de su diócesis, y da prudentes consejos y reglas para mantener el orden y el espíritu de caridad. Alderico quedó paralítico dos años antes de su muerte. Confinado al lecho, redobló su fervor y su asiduidad a la oración. Murió el 7 de enero del año 856, y fue sepultado en la iglesia de San Vicente, de la que había sido un gran bienhechor.

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11:23 p.m.

Por: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com

Mártir Laico

Martirologio Romano:En Melitene, ciudad de Armenia, san Polieucto (Polyeuktos), mártir, que, siendo soldado, a raíz del decreto del emperador Decio que obligaba a sacrificar a los dioses, rompió los ídolos, por lo cual fue cruelmente martirizado hasta ser degollado, recibiendo así el bautismo con su propia sangre (c. 250).

Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma, el Papa.

La ciudad de Melitene en Armenia [hoy Turquía], que era una ciudad militar romana, es ilustre por el gran número de sus mártires. Entre ellos, el mártir de mayor alcurnia fue Polieucto, un oficial romano de padres griegos. Siendo aún pagano, se hizo amigo de un celoso cristiano llamado Neraco, quien, cuando llegaron a Armenia noticias de la persecución contra los cristianos, se preparó para entregar su vida por la fe. Su única pena era que Polieucto todavía fuese gentil, pero tuvo la alegría de atraerlo a la verdad y de inspirarle un ardiente deseo de morir por la religión cristiana. Polieucto abiertamente se declaró cristiano, y pronto fue aprehendido y condenado a crueles tormentos. Cuando los verdugos se cansaron de atormentarlo, comenzaron a tratar de persuadirlo para que renunciase a Cristo. Las lágrimas y súplicas de su esposa Paulina, de sus hijos y de su suegro hubieran sido suficientes para hacer flaquear a un hombre menos resuelto. Polieucto, sin embargo, fortalecido por Dios se mantuvo más firme en la fe y recibió con alegría la sentencia de muerte. De camino a la ejecución, exhortó a los circunstantes a que renunciaran a sus ídolos y habló con tanto fervor, que muchos se convirtieron. Fue decapitado durante la persecución de Decio o Valeriano.

Tenemos pruebas convincentes del martirio de San Polieucto en Melitene: se sabe de una iglesia que le fue dedicada antes de 377. Su nombre aparece el 7 de enero, en el martirologio siríaco del siglo cuarto, como el de un mártir muerto en Melitene. El mismo asiento se encuentra en el Hieronymianum.

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Por: . | Fuente: Franciscanos.org

Obispo

Martirologio Romano:En Palermo, ciudad de Sicilia, tránsito del beato Mateo Guimerá, obispo de Agrigento, de la Orden de los Hermanos Menores, propagador devoto del Santísimo Nombre de Jesús (1451)

Fecha de beatificación: La confirmación oficial de su culto inmemorial o beatificación equivalente, con aprobación del culto, misa y oficio del Beato, la concedió el papa Clemente XIII el 22 de febrero de 1767.

Mateo, a quien se le han dado muchos y variados apelativos, nació el año 1376 ó 1377 en Girgenti, hoy Agrigento, en el reino de Sicilia, que entonces pertenecía a la corona de Aragón; más tarde, en su vida de apostolado, gozaría Mateo de la amistad, admiración y protección de sus reyes, D. Alfonso V el Magnánimo y su esposa Dña. María de Castilla.

Sus padres eran, según algunos autores, oriundos de Valencia (España), y ciertamente le dieron una buena educación cristiana. Muy joven, en 1391-92, vistió el hábito de los franciscanos Conventuales en el convento de San Francisco de Agrigento, donde hizo la profesión religiosa en 1394. Prendados de sus cualidades espirituales e intelectuales, los superiores lo enviaron a estudiar al famoso centro de estudios que la Orden tenía en Bolonia. Luego lo mandaron para completar sus estudios a Barcelona, donde los Conventuales tenían otro centro de estudios importante; allí consiguió probablemente el título de maestro, y recibió la ordenación sacerdotal en 1400. Aquel mismo año empezó el apostolado de la predicación en Tarragona y en otras poblaciones.

En los años 1405-1416, lo encontramos en Padua, en el convento de San Antonio de los Conventuales, como maestro de novicios o de recién profesos, lo que, una vez más, muestra el aprecio en que le tenían los superiores. Después volvió a España, donde permaneció hasta finales de 1417; así lo dice una carta del rey Alfonso el Magnánimo, de fecha 28 de noviembre de 1417, que explica además la razón por la que Mateo regresaba tan pronto a Italia: su deseo de encontrarse con san Bernardino de Siena, de conocer el movimiento de la Observancia y de incorporarse al mismo.

El movimiento franciscano de la Observancia, que trataba de llevar a la Orden de Hermanos Menores a una más fiel y estricta observancia de la Regla de San Francisco, sin dispensas ni atenuaciones, surgió en el siglo XIV y se fue organizando y difundiendo en el siglo siguiente, bajo la guía e impulso de san Bernardino de Siena, que tuvo como principales colaboradores a san Juan de Capistrano, Alberto de Sarteano, san Jaime de la Marca y el beato Mateo de Agrigento. Éste se encontró con san Bernardino en 1418, tal vez en el Capítulo general de Mantua, y, con los debidos permisos, se pasó en seguida a los Observantes. Hay que tener en cuenta que la Orden de Hermanos Menores, fundada por san Francisco de Asís, fue una sola Orden hasta que, en 1517, León X la dividió jurídicamente en dos: Conventuales y Observantes; con anterioridad, ya existían en su seno esas diversas tendencias, ramas o grupos, pero seguían siendo una misma familia religiosa.

El encuentro y la amistad con san Bernardino marcaron profundamente la vida del beato Mateo. El gran santo lo tomó como compañero al descubrir en él afanes y sentimientos muy similares a los suyos. Y junto a él en muchas ocasiones y a veces, por indicación suya, en otros lugares predicó Mateo sin descanso; su vida austera y llena de espiritualidad acreditaba por todas partes sus sermones. También se cuentan milagros que Dios obró por medio de su siervo. Al mismo tiempo, se había hecho paladín del Nombre de Jesús, como San Bernardino, pero quería que al de Jesús fuera unido el de María, la Madre del Señor. Y por ello, a muchos de los conventos que fundó en Italia y en España les puso el nombre de Santa María de Jesús.

En época reciente se han encontrado, y los comenzó a editar el P. Agustín Amore en 1960, casi un centenar de sermones del beato Mateo, escritos en lengua vulgar o en latín y que suelen comentar un texto bíblico. En ellos se pone de manifiesto la sólida formación teológica de su autor, la lógica con que argumentaba y el celo apostólico y hasta los sentimientos íntimos que embargaban su espíritu.

A la vez que a la predicación, se dedicó con ardor a la expansión y organización de la Observancia, lo que le valió la estima del rey Alfonso V y la confianza del papa Eugenio IV que le encomendó delicadas misiones para la renovación de los religiosos y del clero, particularmente en Sicilia. En 1425 el papa Martín V concedió al beato Mateo la facultad de fundar conventos de la Observancia, y fueron numerosos los que fundó o reformó tanto en Italia como en España, a la mayoría de los cuales, como queda dicho, aunque no a todos, dio el nombre de Santa María de Jesús: Mesina, Palermo, Agrigento, Siracusa, Barcelona, Valencia, etc. Además ejerció cargos de gobierno en Sicilia: fue Vicario provincial de 1425 a 1430, y Comisario general de la Provincia de Sicilia de 1432 a 1440.

El beato Mateo pasó en España al menos cuatro temporadas, dos cuando estaba con los Conventuales y otras dos estando con los Observantes. A las dos primeras ya nos hemos referido. La tercera tuvo lugar en 1427-28, cuando por invitación de los soberanos aragoneses estuvo predicando en Valencia, Barcelona, Vich y otras ciudades. De nuevo, la primera mitad del año 1430, por invitación insistente de la reina Dña. María, esposa del rey Alfonso V, el Beato la pasó por tierras de Valencia y Barcelona predicando y, como ya había hecho antes, cumpliendo misiones reales de pacificación y de beneficencia, difundiendo la devoción al Santísimo Nombre de Jesús, impulsando la implantación de la Observancia y fundando o reformando conventos.

Dedicado de lleno a un apostolado intenso y fecundo se hallaba el beato Mateo, cuando su diócesis natal lo eligió y reclamó como obispo; él se resistió cuanto pudo a lo que consideraba una dignidad y puesto para el que no estaba preparado. Pero el rey Alfonso insistió ante el papa Eugenio IV, quien lo nombró obispo de Agrigento el 17 de septiembre de 1442. El 30 de junio de 1443 recibió la consagración episcopal y, por obediencia, hubo de tomar el báculo pastoral de la diócesis.

No era un secreto para nadie qué tipo de obispo iba a ser fray Mateo: un obispo reformador, un hombre celoso de la disciplina eclesiástica, impulsor de la renovación, con criterio y actitudes evangélicas, así en el clero como en el pueblo confiado a su cuidado. Ello le enfrentó con quienes se negaban a cualquier reforma que supusiera pérdida de posiciones poco edificantes o de intereses bastardos, y ante la firmeza de Mateo no dudaron en acudir con calumnias a la Santa Sede, que lo llamó y le pidió explicaciones de su conducta. En efecto, por su generosidad hacia los pobres fue acusado por los clérigos que le eran contrarios, de dilapidar los bienes de la Iglesia; lo cierto es que había renunciado a todos sus ingresos en favor de los pobres, reservándose lo estrictamente necesario para sí mismo y para sus más inmediatos colaboradores. Además, lo acusaron falsamente de relaciones ilícitas con una mujer. En el proceso, que se desarrolló en la corte pontificia, se demostró la total inocencia del Beato, por lo que el Papa lo absolvió de todas las acusaciones, le confirmó su confianza y lo devolvió a su sede episcopal.

El beato Mateo se sintió confortado por el esclarecimiento de la verdad y por la bendición que mereció del Papa su conducta y forma de proceder, y continuó en su misma labor reformadora. Pero sus adversarios no se aquietaron y muy pronto le crearon nuevos problemas y conflictos. El santo obispo llegó a pensar que las dificultades se debían a su incapacidad para el episcopado, y rogó y suplicó a la Santa Sede, después de madura reflexión e incluso de consultar el caso con san Bernardino de Siena, que le aceptara la renuncia a su cargo, y tanto insistió que al fin le fue aceptada. Había permanecido tres escasos años al frente de su diócesis. Entonces, con la mayor humildad, se reintegró a su comunidad religiosa en Palermo, en la que vivió como un fraile más, sin admitir que se le dieran honores o privilegios. Y allí falleció santamente el 7 de enero de 1450. El pueblo cristiano lo tuvo por santo desde entonces y su culto continuó a lo largo de los siglos. En 1759 se inició el proceso diocesano de beatificación.

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Nace en 1175 en Villafranca del Panadés (cerca de Barcelona, España). Rechazando una vida cómoda y alegre, se había dedicado desde muy joven a los estudios filosóficos y jurídicos; a los veinte años enseñaba filosofía en Barcelona, y a los treinta años, recién graduado, enseñaba jurisprudencia en Bolonia. Nombrado canónigo en Barcelona, entró en la orden de los dominicos y en 1238 fue nombrado Superior General. Redactó importantes obras de teología y moral y a los setenta años dejó su cargo para poder continuar en la enseñanza y en la pastoral. Murió con casi cien años.

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En la ciudad de Cenomanum (hoy Le Mans), en el reino de los francos (hoy Francia), san Alderico, obispo, que se esforzó en promover el culto a Dios y a los santos.

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En los bosques cercanos a Ringsted, en Dinamarca, san Canuto, apellidado Lavard, mártir, quien, hecho duque de Schleswig, ejerció el poder de modo justo y prudente, y favoreció la piedad de su pueblo. Murió asesinado por enemigos que rechazaban su autoridad.

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Solemnidad de la Epifanía del Señor, en la que se recuerdan tres manifestaciones del gran Dios y Señor nuestro Jesucristo: en Belén, Jesús niño, al ser adorado por los magos; en el Jordán, bautizado por Juan, al ser ungido por el Espíritu Santo y reconocido como Hijo por Dios Padre; y en Caná de Galilea, al hacer patente su gloria transformando el agua en vino en las bodas.

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En Fiesole, ciudad de la Toscana (hoy Italia), san Andrés Corsini, obispo, de la Orden de los Carmelitas, que se distinguió por su austeridad y por la asidua meditación de la Sagrada Escritura. Rigió sabiamente la Iglesia que se le había encomendado, repobló los conventos vaciados por la peste, prestó auxilio a los pobres y reconcilió a los disidentes.

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En Roma, san Carlos de Seze, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, el cual desde la infancia se vio obligado a ganar el pan cotidiano, e invitaba a sus compañeros a imitar a Cristo y a los santos. Vestido con el sayal franciscano, se entregaba largamente a la adoración del santísimo Sacramento del Altar.

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Por: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com

Virgen

Martirologio Romano:En Alejandría de Egipto, santa Sinclética, virgen, de quien se cuenta que llevó vida eremítica (s. IV).
Santa Sincletica nació en Alejandría de Egipto, de una rica familia de Macedonia. Su gran fortuna y belleza le atrajeron numerosos pretendientes, pero Sinclética había consagrado su corazón al Esposo celestial y para librarse de aquellos recurría a la fuga. Sin embargo consideraba a su propio cuerpo como a su peor enemigo y se dedicó a domarlo con ayunos y otras asperezas. Su mayor sufrimiento era verse obligada a comer más frecuentemente de lo que deseaba. Sus padres la constituyeron heredera de toda su fortuna, pues sus dos hermanos habían muerto y su única hermana era ciega y estaba confiada a su custodia. Habiendo distribuido su fortuna entre los pobres. Sinclética se retiró con su hermana a una cámara sepulcral abandonada, que formaba parte de las posesiones de sus parientes. Ahí se cortó los cabellos, en presencia de un sacerdote, para mostrar su absoluto despego del mundo, y renovó su consagración a Dios. A partir de ese instante, la oración y las buenas obras constituyeron su principal ocupación; pero su total retiro, que la ocultó a los ojos del mundo, nos ha dejado también a nosotros sin noticias.

Numerosas mujeres acudían a ella en busca de consejo. Si su humildad le hacía difícil instruir a otros, su caridad la impulsaba a hacerlo. Sus palabras tenían un acento tan profundo de humildad y de convencimiento, que impresionaban profundamente a sus oyentes. «¡Oh —exclamaba Sinclética—, cuan felices seríamos si trabajáramos por ganar el cielo y servir a Dios, como los mundanos trabajan por acumular riquezas y bienes perecederos! En tierra arrostran a los bandidos y salteadores; en el mar se exponen a los vientos y a las olas y sufren naufragios y calamidades; todo lo intentan y a todo se atreven; en cambio nosotros, que servimos a un Señor tan grande y esperamos un premio inefable, tenemos miedo de la menor contradicción». Frecuentemente predicaba la humildad: «Un tesoro sólo está seguro cuando está escondido; descubrirlo equivale a exponerlo a la codicia del primero que venga y a perderlo; igualmente, la virtud sólo está segura cuando permanece secreta, y quien la ostenta la verá disiparse como el humo». Con estos y otros discursos exhortaba nuestra santa a la caridad, a la vigilancia y a todas las virtudes.

A los ochenta años de edad, Sinclética contrajo una intensa fiebre que le atacó los pulmones, al mismo tiempo que una violenta gangrena le consumía los labios y las mandíbulas. Llevó su enfermedad con increíble paciencia y resignación, a pesar de que en los últimos tres meses el dolor no le dejaba reposo. Aunque la gangrena la había privado del uso de la palabra, su paciencia era un sermón más eficaz que cualquier predicación. Tres días antes de su muerte, Sinclética tuvo una visión en la que le fue revelada la hora en que su alma abandonaría el cuerpo. Al llegar el momento previsto, aureolada de una luz celestial y consolada con divinas visiones, Sinclética entregó su alma a Dios, a los ochenta y cuatro años de edad.

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11:23 p.m.

Por: . | Fuente: Franciscanos.net

Sacerdote Franciscano

Martirologio Romano:En la ciudad de Todi, en la Umbría (Italia), beato Rogerio, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, discípulo de san Francisco y ferviente imitador suyo (1237).

Fecha de beatificación: Benedicto XIV el 24 de abril de 1751 aprobó la invocación como beato.

La primera clarisa honrada con culto público no fue Santa Clara, sino la Beata Felipa Mareri, muerta en 1236, cuando santa Clara todavía vivía en San Damián de Asís. Al nombre y a la vida de la Beata Felipa está ligada la vida y la figura del Beato Rogelio, umbro también, de Todi, que conoció personalmente a San Francisco y fue uno de sus primerísimos seguidores junto con Bernardo de Quintaval, Gil, León, Silvestre. San Francisco solía decir: verdadero hermano menor es el que tiene la fe de Fray Bernardo, la simplicidad y la pureza de Fr. León, la benignidad de Fr. Angel, la presencia agradable de Fr. Maseo, la paciencia de Fr. Junípero, la solicitud de Fr. Lúcido y la caridad de Fr. Rogelio.

Por su equilibrio, unido al más ferviente celo misionero, fue enviado por San Francisco a España para fundar allí la Orden Franciscana. Erigió conventos, acogió religiosos que supo formar en el espíritu seráfico y los organizó como Provincia religiosa. Cuando hubo cumplido su oficio de organizador, regresó a Italia. San Francisco entonces le confió la dirección espiritual del monasterio de las Clarisas fundado por la beata Felipa Mareri, después que esta mujer de vida excepcional y casi desconcertante hubo templado en la soledad de un eremitorio rural su vocación de penitente y de guía de otras mujeres penitentes.

Con los sabios consejos del franciscano Rogelio, la comunidad de Felipa Mareri, que al principio había tenido carácter un poco irregular, o mejor, no bien definido, se enmarcó ejemplarmente en la Regla de la Segunda Orden, la misma que San Francisco había dictado para Santa Clara y sus damas y que ya producía copiosos frutos espirituales. Felipa Mareri se ligó con afectuosa devoción al franciscano de Todi, bajo cuya dirección la comunidad por ella querida, progresaba tan claramente en la perfección. Cuando la Beata de Rieti estuvo cercana a la muerte, pidió ser confortada por el Beato de Todi. En el elogio fúnebre él la invocó como se invoca a los santos.

Rogelio sobrevivió poco a su hija espiritual. Volvió a Todi, donde su vida dio nuevos fulgores de santidad. Meditaba a menudo en el nacimiento de Jesús, que muchas veces se le apareció en forma de niño y tuvo el gozo de apretarlo amorosamente en sus brazos. Una mujer paralítica volvió a caminar después de haber recibido su bendición. Otra mujer afectada de locura, que se descontrolaba con gritos y acciones descompuestas, al contacto de su mano curó perfectamente. El 5 de enero de 1237 fue llamado por Dios al premio eterno el siervo fiel y bueno. Gregorio IX, que lo conoció personalmente, aprobó su culto locla, y Benedicto XIV el 24 de abril de 1751 aprobó la invocación como beato.</span>

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11:23 p.m.

Por: . | Fuente: Archidiócesis de Madrid

Obispo

Martirologio Romano:En Cartago, ciudad del norte de África (hoy Túnez), san Deogratias (Diosgracias), obispo, que redimió a muchos cautivos capturados por los vándalos, ofreciéndoles cobijo en dos grandes basílicas dotadas de camas y lechos (457/458)..

Con el rey de los vándalos Genserico, hijo ilegítimo de Godegiselo al frente, los bárbaros pasan Hispania y llegan hasta África. Son arrianos y frecuentemente calificados como gente cruel, dura, inclemente y devastadora.

Cartago fue invadida en el año 439 y allí es el lugar geográfico en donde tiene lugar nuestro relato hodierno. Los nuevos dueños hacen según costumbre una limpieza general entre la gente más influyente en el pueblo; a los nobles que no matan los destierran; los obispos son considerados igualmente como un poder digno de tener en cuenta a la hora de asentar los territorios conquistados y se les pone más allá de las fronteras por lo poco; los bienes materiales de unos y otros son incautados y pasan a otras manos, porque para algo son las guerras. Ya el obispo Quodvultdeus fue metido con otros en una nave a la deriva y colocados en algún punto del amplio mar para morir sin remedio. De este modo, estuvieron los fieles de Cartago sin pastor por catorce años.

A ruegos del emperador Valentiniano III permitió Genserico que fuera mandado a aquellos cristianos romanos un obispo; se llamaba Deogracias y recibió la consagración en el año 453. Un hombre probo, limpio, sabio y santo.

Roma era un fruto sumamente apetecido para los bárbaros. Genserico le puso sitio con su ejército y la toma en el año 455. Cada rincón de la Ciudad Santa muestra en los catorce días de saqueo las consecuencias de la invasión bárbara; se ven incendios y hay destrucción por todas partes. Los tesoros cambian de mano porque son el botín y una parte de la población es llevada cautiva a África. Los prisioneros se distribuyen entre los vándalos y los mauritanos naturales del país produciéndose en cada caso un drama personal: las familias han quedado rotas, los padres son separados de sus hijos y las esposas están sin sus maridos.

El obispo Deogracias realiza una labor humanitaria de primer orden que es obra de misericordia en esta coyuntura de emergencia. Vende los vasos sagrados de oro y plata que están al servicio del altar para rescatar a los cautivos pagando su precio; habilita los templos de san Fausto y san Severo para que sirvan de hospital, asilo y residencia donde se pueda prestar un socorro inmediato a los enfermos y a los más débiles; él mismo no se dispensa de atender personalmente a los que están cerca con el peso de la cruz a sus espaldas dándoles el apoyo y consuelo que necesitan. Reza y hace; es lo que manda la caridad.

En Cartago se palpa lo evidente. Todos miran en Deogracias a un adelantado de los derechos humanos que aún no se habían inventado. Lo hizo tan bien al susurro de la caridad que los envidiosos aún quisieron quitarlo de en medio sin que el buen Dios les diera esa oportunidad porque se lo llevó antes, justo en el año 456.</span>

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En la ciudad de Filadelfia, del estado de Pensilvania, en los Estados Unidos de Norteamérica, san Juan Nepomuceno Neumann, obispo, de la Congregación del Santísimo Redentor, quien se distinguió por su solicitud a favor de los inmigrantes pobres, ayudándoles con sus consejos y su caridad, así como en la educación cristiana de los niños.

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