San Honorio abad
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Santa Irene o Santa Iría joven virgen portuguesa que murió asesinada por un pretendiente despechado cuando se hizo monja.[unable to retrieve full-text content]
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San Pablo de la Cruz, presbítero, que desde su juventud destacó por su vida penitente, su celo ardiente y su singular caridad hacia Cristo crucificado, al que veía en los pobres y enfermos. Fundó la Congregación de los Clérigos Regulares de la Cruz y de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.[unable to retrieve full-text content]
En la villa de Arenas, en la región española de Castilla, san Pedro de Alcántara, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que adornado con el don de consejo y de vida penitente y austera, reformó la disciplina regular en los conventos de la Orden en España, siendo consejero de santa Teresa de Jesús en su obra reformadora de la Orden de los Carmelitas.[unable to retrieve full-text content]
En la región de los hurones, en Canadá, san Antonio Daniel, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, que después de haber celebrado la misa y estando a la puerta de la iglesia protegiendo a sus neófitos ante el ataque de unos paganos, fue herido con flechas y después quemado. Su memoria y la de sus compañeros mártires se celebra el diecinueve de octubre.[unable to retrieve full-text content]
Autor del tercer Evangelio y de los Hechos de los Apóstoles, en el que se narran los orígenes de la vida de la Iglesia hasta la primera prisión de [San Pablo] en Roma. Su símbolo es un toro o novillo.[unable to retrieve full-text content]
En la localidad de Riom, del territorio de los arvernios, en Aquitania, san Amable, presbítero (s. V).[unable to retrieve full-text content]
En Antioquía, de Siria, san Asclepíades, obispo, que fue uno del preclaro número de confesores de la fe durante el tiempo de las persecuciones.[unable to retrieve full-text content]
Memoria de san Ignacio, obispo y mártir, que, discípulo del apóstol [san Juan], fue el segundo sucesor de [san Pedro] en la sede de Antioquía, siendo condenado, en tiempo del emperador Trajano, al suplicio de las fieras y trasladado a Roma, donde consumó su glorioso martirio. Durante el viaje, mientras experimentaba la ferocidad de sus centinelas, semejante a la de los leopardos, escribió siete cartas dirigidas a diversas Iglesias, en las cuales exhortaba a los hermanos a servir a Dios unidos con el propio obispo y a que no le impidiesen poder ser inmolado como víctima por Cristo.[unable to retrieve full-text content]
En Agen, ciudad de Aquitania, san Dulcidio, obispo, que luchó denodadamente por la fe católica contra la herejía arriana (s. V).[unable to retrieve full-text content]
En la ciudad de Orange, en la Provenza, de la Galia, san Florencio, obispo (c. 524).[unable to retrieve full-text content]
Santa Eduvigis, religiosa, que, nacida en Baviera y duquesa de Silesia, demostró un gran interés en ayudar a los pobres, para los cuales fundó hospicios, y, fallecido su marido, se retiró en el monasterio de monjas cistercienses que ella mismo había fundado y del que era abadesa su hija Gertudis, terminando allí sus días, en Trebnitz, el día quince de octubre.[unable to retrieve full-text content]
En Muros, de Lucania, san Gerardo Maiella, religioso de la Congregación del Santísimo Redentor, que, lleno de amor por Dios, abrazó un género de vida austera y, consumido por el celo por Dios y las almas, aún joven descansó en el Señor.[unable to retrieve full-text content]
Santa Margarita María Alacoque, virgen, monja de la Orden de la Visitación de la Virgen María, que progresó de modo admirable en la vía de la perfección y, enriquecida con gracias místicas, trabajó mucho para propagar el culto al Sagrado Corazón de Jesús, del que era muy devota. Murió en el monasterio de Paray-le-Monial, en la región de Autun, en Francia, el día diecisiete de octubre.[unable to retrieve full-text content]
En Nagasaki, de Japón, santa Magdalena, virgen y mártir, que, en tiempo del emperador Yemitsu, fue fuerte de ánimo tanto en mantener la fe como en soportar el suplicio de la horca durante trece días.[unable to retrieve full-text content]
San Calixto I, papa y mártir, que, cuando era diácono, después de un destierro en la isla de Cerdeña tuvo a su cuidado el cementerio de la vía Apia que lleva su nombre, donde dejó para la posteridad las memorias de mártires, y elegido papa, promovió la recta doctrina, reconcilió benignamente a los apóstatas, terminando su intenso pontificado con la gloria del martirio. En este día se conmemora su sepultura en el cementerio de Calepodio, en la vía Aurelia, en Roma (c. 222).[unable to retrieve full-text content]
En Beauvais, ciudad de Neustria, santa Angadrisma o Angradema, abadesa del monasterio fundado por [san Ebrulfo], llamado Oratorio (hoy Oroër) por poseer varios lugares de oración, de modo que se servía a Dios sin intermisión (c. 695).[unable to retrieve full-text content]