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11:04 p.m.

Por: . | Fuente: Zenit.org

Mártires Franciscanos en Praga

Martirologio Romano: En Praga, República Checa, Beato Fray Frederick Bachstein y 13 compañeros de la Orden de los Frailes Menores, asesinados por odio a la fe ( 1611)

Integran el grupo: Fr. Federico Bachstein, Fr. Juan Martínez, Fr. Bartolomeo Dalmasono, Fr. Simone (sacerdotes); Fr. Cristoforo Zelt, Fr. Giovanni Didak, Fr. Emanuel, Fr. Giovanni Bodeo (hermanos laicos); Fr. Girolamo dei Conti Arese (diácono); Fr. Gaspare Bodeo (subdiácono); Fr. Giacomo y Fr. Clemente (profesos temporales); y Fr. Giovanni y Fr. Antonio (novicios). 4 eran bohemios, 4 italianos, 3 alemanes, 1 español, 1 francés y 1 holandés.

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2012, durante el pontificado S.S. Benedicto XVI

Los catorce frailes ocuparon las ruinas del convento de Nuestra Señora de las Nieves en Praga en 1604, su meta era reconstruirlo, eran procedentes de Italia, Bohemia, España, Francia y Alemania, fueron víctimas de la inestable situación política en el Reino Checo, pagaron con la propia sangre su firmeza en la propia fe. La convicción de que murieron como mártires era evidente para las personas que les conocieron.

El martirio de los 14 franciscanos se inserta en la lucha entre protestantes y católicos. Rodolfo II, rey de Bohemia y emperador, concedió en 1609 la libertad religiosa a las confesiones no católicas presentes en Bohemia, pero se agudizó el conflicto entre partidarios de las diversas confesiones. Detrás estaban intereses de otro tipo relacionados con el acceso al trono.

El 15 de febrero de 1611, que era martes de carnaval, sobre las once de la mañana, una multitud de husitas, calvinistas, luteranos y algunos católicos irrumpió en el convento franciscano de Praga.

En tan sólo cuatro horas fueron masacrados 14 frailes, empezando por el vicario del monasterio Frederick Bachstein. Luego de los asesinatos la turba comenzó a destruir el convento, robar lo que les pareciera de valor y a destruir documentos sobre la administración del lugar.

Las crónicas de la época indican que se trató de una agresión sin precedentes, puesto que habrían desnudado, descuartizado y expuesto los cuerpos mutilados de los religiosos durante cuatro días ante la Iglesia de la Virgen de las Nieves.

Dos pías mujeres de la aristocracia, con la ayuda de otros dos ciudadanos, envolvieron a escondidas los cadáveres de los mártires en sábanas blancas y los enterraron cerca del convento.

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11:04 p.m.

Por: P. Felipe Santos |

Discípulo de San Pablo

>Martirologio Romano: Conmemoración del beato Onésimo, que, siendo esclavo huido, fue acogido por Pablo y engendrado como hijo en la fe, pasando a estar vinculado a Cristo, tal como el apóstol escribió a su amo Filemón (s. I).

Etimológicamente significa “provechoso”. Viene de la lengua griega.

Este esclavo, muerto en el año 90, lo nombra san Pablo brevemente en una de sus cartas: Te ruego en favor de mi hijo, a quien engendré entre cadenas, Onésimo, que en otro tiempo te fue inútil, pero ahora es muy útil para ti y para mí (Flm 10-11). Se sabe que estaba al servicio de Filemón, el líder de la ciudad de Colosas.

Tenía una amistad muy íntima con Pablo porque fue uno de sus conversos. Gozaba de una buena reputación como persona amable, generosa y hospitalaria.

El pecado de haber robado a su dueño, lo confesó y pidió perdón. Desde entonces ya nunca dejaría los pasos de san Pablo, el apóstol de las gentes.

Volvió de nuevo a casa de Filemón y lo aceptó como a un verdadero hermano, ya que san Pablo lo nombró de nuevo en la carta a los de Colosas: En cuanto a mí, de todo os informará Tíquico, el hermano querido, fiel ministro y consiervo en el Señor, a quien os envío expresamente para que sepáis de nosotros y consuele vuestros corazones. Y con él a Onésimo, el hermano fiel y querido compatriota vuestro. Ellos os informarán de todo cuanto aquí sucede (Col. 4;7-9).

Todo el resto de su vida es un tanto desconocido. Sin embargo, autores de la solvencia y garantía como san Jerónimo, afirman que Onésimo llegó a ser predicador de la Palabra de Dios, y algo más tarde fue consagrado obispo, posiblemente de Berea en Macedonia, y su anterior dueño fue también consagrado obispo de Colosas.

Otras fuentes afirman que Onésimo predicó en España y aquí sufrió el martirio.

Lo que realmente impactó a este santo fue la visita que le hizo a san Pablo cuando estaba encarcelado en Roma, en las prisiones Mamertinas, en el mismo Foro romano. Hoy día se pueden ver.

Este encuentro le dejó el alma tan llena, tan feliz y tan impresionada por la actitud de Pablo prisionero por Cristo, que fue el origen de su verdadera conversión a la fe de Cristo para toda su vida.

Domiciano sintió ganas de conocerlo, no tanto por ver sus milagros y costumbres, sino para acabar con su vida en el año 90 ó 95.

¡Felicidades a quienes lleven este nombre!

“El agradecimiento envejece rápidamente” (Aristóteles).

Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com

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11:04 p.m.

Por: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com

Abad

Martirologio Romano: En Palazzuolo, en la Toscana, san Walfredo, abad, que después de haber tenido cinco hijos, decidió, junto con su esposa, abrazar la vida monástica (c. 765).

Fecha de canonización: El Papa Pío IX lo canonizó en el año 1861 (culto confirmado).

Walfredo (Walfrido o Galfrido) della Gherardesca, nació en Pisa, donde llegó a ser un próspero y estimado ciudadano. Se casó con una joven de la que estaba profundamente enamorado y tuvo cinco hijos y, por lo menos, una hija. Después de muchos años de matrimonio, Walfredo tenía dos amigos -el uno era pariente suyo y se llamaba Gundualdo, el otro era un corso llamado Fortis-, que vivían como él, en el mundo, pero se sentían también inclinados a la vida religiosa. Juntos discutieron sobre el futuro y un sueño les llevó a escoger Monteverde, entre Volterra y Piombino, para fundar un nuevo monasterio. Determinaron seguir la regla benedictina de Monte Casino. Además de su propia abadía de Palazzuolo, construyeron también, a veinticinco kilómetros, un convento para mujeres, donde sus respectivas esposas y Ratruda, la hija de Walfredo, tomaron el velo.

La nueva fundación atrajo muchos novicios. Al poco tiempo, se contaban ya sesenta monjes, incluyendo a Gimfrido, el hijo predilecto de Walfredo, y a Andrés, el único hijo de Gundualdo que, con el tiempo, llegaría a ser el tercer abad del monasterio y escribiría la vida de san Walfredo. Gimfrido era ya sacerdote, pero en un momento de tentación, huyó del convento, llevando consigo hombres, caballos y documentos que pertenecían a la comunidad. Walfredo, muy angustiado, envió algunos hombres a buscarle. Al tercer día, orando con sus monjes por el arrepentimiento y el regreso de su hijo, Walfredo pidió a Dios que enviase al joven una señal que durase toda su vida y el mismo día, Gimfrido fue hecho prisionero y volvió arrepentido al monasterio, pero con el dedo mayor mutilado al extremo que nunca más pudo volver a servirse de él. Walfredo gobernó prudente y sabiamente la abadía durante diez años. Gimfrido le sucedió en el gobierno y fue un magnífico superior, a pesar de su antigua caída.

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6:21 p.m.

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Conmemoración del beato Onésimo, que, siendo esclavo huido, fue acogido por Pablo y engendrado como hijo en la fe, pasando a estar vinculado a Cristo, tal como el apóstol escribió a su amo Filemón (s. I).

6:21 p.m.

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En Paray-le-Monial, de Borgoña, en Francia, san Claudio La Colombière, presbítero de la Compañía de Jesús, que siendo hombre entregado a la oración, con sus consejos dirigió a muchos en su esfuerzo para amar a Dios.

11:04 p.m.

Por: . | Fuente: ArchiValencia.org

Ingeniero Industrial
Mártir Laico

Martirologio Romano: En Valencia, en España, beato Vicente Vilar David, mártir, que en la persecución contra la religión acogió en su casa a sacerdotes y religiosos, y prefirió morir antes que renegar de su fe (1937).

Fecha de beatificación: 1 de octubre de 1995 por el Papa Juan Pablo II.

Vicente Vilar David tuvo como marco histórico de su vida la última década del siglo XIX y las cuatro primeras décadas del siglo XX, años caracterizados por fuertes contrastes e inestabilidad política, así como acusadas transformaciones socio-económicas, que desembocaron en la proclamación de la república (1931-1936) y la guerra civil (1936-1939). En este clima y circunstancias ambientales concretas se desenvolvió la vida de Vicente Vilar David, que como seglar católico supo dar respuesta válida a las necesidades sociales y eclesiales de su tiempo.

Nació en Manises (Valencia) el 28 de junio de 1889. Sus padres fueron Justo Vilar Arenes y Carmen David Gimeno. Fue el último de ocho hermanos. Recibió al día siguiente de su nacimiento el bautismo en la iglesia parroquial de San Juan Bautista de manos del sacerdote Nicolás David Campos, primo hermano de su madre. Vivió y fue creciendo en el ambiente de un hogar cristiano, saturado de virtudes cristianas y un gran amor al prójimo.

El 1 de abril de 1898 el cardenal Ciríaco Sancha y Hervás, arzobispo de Valencia, le administró el sacramento de la Confirmación. Y el 24 de abril de 1900 el cura párroco, José Catalá Sanchis, le dio la primera comunión.

Cursó la enseñanza primaria en su pueblo natal. De su maestro, Buenaventura Guillem, recibió ya los cimientos, en los que se edificaron los valores cristianos y humanos, que constituyeron su personalidad. Realizó sus estudios de segunda enseñanza en el colegio de los padres escolapios de Valencia, y los de ingeniero industrial en la escuela superior de Barcelona. Durante estos años sobresalió por su dedicación al apostolado seglar.

Contrajo matrimonio con Isabel Rodes Reig, el 30 de noviembre de 1922; desde entonces se dedicaron ambos con gran entrega al apostolado de Manises.

Al fallecer su padre y terminados los estudios de ingeniería industrial tomó la dirección de la empresa de cerámica, llamada “Hijos de Justo Vilar”: aquí ejerció con su acción seglar ejemplar el campo principal de apostolado. Especialmente en el aspecto social, sembrando siempre armonía de ánimos, buscando la paz en las desavenencias y logrando que se llegara a acuerdo.

Destacó en el respeto, la educación, la caridad en el trato con los operarios. Fue correspondido con el cariño de todos los suyos, que vieron en él al amigo entrañable que remediaba constantemente sus necesidades y compartía sus legítimas aspiraciones de superación social, personificando la imagen entonces perfecta del patrono católico. Al regresar de Barcelona a Manises traía consigo ideas de renovación en el campo de la cerámica y la ilusión de buscar los medios para hacerlo realidad.

La fundación de la escuela de cerámica, poco después, mostraba una visión de futuro, ya que con ello se conseguía la actualización industrial de la cerámica para competir en el ámbito internacional. El celo de Vicente Vilar no se limitó sólo al ámbito del trabajo, sino también al campo de la vida parroquial, como catequista, miembro de las asociaciones eucarísticas y colaborador incondicional del cura párroco.

Al implantarse el régimen de persecución a la Iglesia, con la república, en 1931, Vicente Vilar ayudó a los sacerdotes a salvar la situación apostólica, por ejemplo, en el campo de la enseñanza religiosa y parroquial, así como en otras organizaciones parroquiales. Para llevarlo a cabo hizo posible la fundación del Patronato de Acción Social. En agosto de 1936, en plena efervescencia de la persecución religiosa, fue destituido como secretario y profesor de la escuela de cerámica, por su condición de católico.

En aquellas fechas críticas, fue la ayuda de todos y el sembrador de alegría y paciencia cristianas. Sus mismos trabajadores en aquellos momentos difíciles le protegieron, demostrando así su aprobación a la conducta social y cristiana que con ellos siempre había mantenido. Su condición de católico y apóstol era difícilmente perdonable en aquellos días de persecución religiosa. En la noche del 14 de febrero de 1937 ante un tribunal reafirmó su condición de católico, afirmando que era este el título más grande que tenía.

Fue asesinado inmediatamente, mientras perdonaba a todos, especialmente a los mismos que le martirizaron.

El sentir general desde el primer momento es que fue asesinado únicamente por su condición de católico y celoso apóstol, especialmente en el campo social. Nunca tuvo afiliación política alguna. Sus restos mortales se veneran en la iglesia parroquial de San Juan Bautista de Manises.

Si usted tiene información relevante para la canonización del Beato Vicente Vilar, contacte a:
Dr. Silvia Mónica Correale
Parroquia de San Juan Bautista
C/ San Juan, 6
46940 Manises (Valencia), ESPAÑA

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11:04 p.m.

Por: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com

Abad

Martirologio Romano: En Sorrento, de la Campania, san Antonino (o Domenico Catelli, o Cacciottolo), abad, que al ser destruido su monasterio por los lombardos se refugió en la soledad (c. 830).
Parece que San Antonino nació en Picenum, en el distrito de Ancona en el sur de Italia, y que entró todavía joven a un monasterio que estaba bajo el gobierno de Monte Cassino, pero no en el mismo Monte Cassino, como algunos escritores han supuesto erróneamente. Los saqueos del duque Sico de Benevento lo obligaron a abandonar su convento; entonces se fue a Castellamare, cerca de Sorrento, junto al obispo Catellus, quien lo recibió muy cordialmente y con quien pronto tuvo íntima amistad. Trabajaron juntos, y cuando Catellus se retiró a llevar por un tiempo vida solitaria en la cima de una montaña aislada, le confió a San Antonino el cuidado de su diócesis. Sin embargo, pronto Antonino siguió a su amigo a la vida aislada. Los dos tuvieron una visión de San Miguel y esto los llevó después a construir allí un oratorio dedicado al arcángel. Catellus tuvo que volver a su diócesis porque lo acusaban de descuidarla; poco después, se le llamó a Roma y fue puesto en prisión por una falsa acusación. San Antonino continuó viviendo en su cumbre, desde donde dominaba una extensa vista de mar y tierra; este picacho llevaba el nombre de Monte Angelo, y pronto se volvió un lugar favorito de las peregrinaciones. Después de un tiempo, los habitantes de Sorrento le suplicaron que viniera a vivir entre ellos, pues su obispo estaba en prisión y pensaban que Antonino sería su ayuda y sostén. Por lo tanto, abandonó su vida solitaria y entró al monasterio de San Agripino, del cual después llegó a ser abad. Cuando estaba en su lecho de muerte, parece que pidió que no lo sepultaran ni dentro, ni fuera de la muralla de la ciudad. De acuerdo con esto, sus monjes decidieron enterrarlo en la misma muralla.

Agrega la tradición que cuando Sicardo de Benevento (el hijo de Sico) sitió Sorrento, trató de derrumbar con arietes la parte de la muralla de la ciudad donde estaba la tumba del santo, pero todo fue en vano. Durante la noche, San Antonino se apareció a Sicardo y, después de vituperarlo, lo apaleó severamente con una estaca. En la mañana, se encontró lleno de cardenales, y cuando estaba consultando con sus consejeros, le dieron aviso de que su hija única estaba poseída de los demonios y rasgaba sus vestidos como una loca. Al informarse, descubrió que esto le había sucedido a la misma hora en que había comenzado el ataque contra la muralla. Convencido de que era testigo de la voluntad de Dios, Sicardo abandonó el sitio y pidió la intercesión de san Antonino, quien obtuvo el restablecimiento de la salud de la joven. Dos veces más, en 1354 y en 1358, fue cercada la ciudad por los sarracenos, y cada vez la repulsa victoriosa del enemigo se atribuyó a la intercesión de san Antonino, que por esa razón está considerado como patrón principal de Sorrento.

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11:04 p.m.

Por: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com

Abad

Martirologio Romano: En el monte Scopa, en Bitinia (en la actual Turquía), san Auxencio, presbítero y archimandrita, el cual, aprovechando la cátedra que ocupaba, defendió la fe de Calcedonia con la voz de sus virtudes (s. V).
Parece que Auxencio fue el hijo de una persona llamada Addas. Pasó la mayor parte de su larga vida como ermitaño en Bitinia. En su juventud, fue uno de los guardias ecuestres de Todosio el Joven, pero sus deberes militares, que cumplía con entera fidelidad, no le impedían hacer del servicio de Dios su principal interés. Todo su tiempo libre lo pasaba en soledad y oración, y frecuentemente visitaba a los santos reclusos que ocupaban ermitas en los alrededores para pedirles albergue y poder pasar la noche con ellos, haciendo ejercicios penitenciales y cantando alabanzas a Dios. Finalmente, el deseo de una mayor perfección, o el temor de la vanagloria, lo indujeron a adoptar la vida eremítica. Formó su albergue en la montaña desierta de Oxia, a sólo doce kilómetros de Constantinopla, pero al otro lado del Helesponto, en Bitinia. Allí parece ser que fue muy consultado y que ejerció considerable influencia, debido a su fama de santidad.

Cuando se reunió en Calcedonia el cuarto Concilio Ecuménico para condenar la herejía eutiquiana, Auxencio fue llamado por el emperador Marciano, no como algunos de los biógrafos del santo sugieren, por su gran sabiduría, sino porque se sospechaba de sus simpatías con la doctrina de Eutiquio. Auxencio se justificó de la acusación que le hacían. Cuando estuvo de nuevo en libertad, no regresó a Oxia, sino que eligió otra celda más cercana a Calcedonia, en la montaña de Skopas. Allí permaneció, entregado a una vida de gran austeridad, instruyendo a los discípulos que acudían a él, hasta su muerte, que probablemente tuvo lugar el 14 de febrero del año 473.

El historiador Sozomeno escribió todavía en vida del santo sobre la fe constante de Auxencio, así como sobre la pureza de su vida y su intimidad con fervorosos ascetas. Entre los que buscaban dirigirse por él, en sus últimos años, hubo algunas mujeres. Estas formaron una comunidad y vivían juntas al pie del Monte Skopas. Se les conocía como las Trichinarae «las del hábito de crin». Fueron ellas las que, después de una larga contienda, lograron obtener la posesión de sus restos mortales, que guardaron como reliquia en la iglesia de su convento.

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6:36 p.m.

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Memoria de los santos Cirilo, monje, y Metodio, obispo, hermanos nacidos en Tesalónica, que fueron enviados a Moravia por el obispo Focio de Constantinopla para predicar la fe cristiana, y allí inventaron signos propios para traducir del griego a la lengua eslava los libros sagrados. En un viaje que hicieron a Roma, Cirilo, que antes se llamaba Constantino, enfermó y, habiendo profesado como monje, descansó en el Señor en este día. Son co-patrones de Europa.

6:36 p.m.

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Memoria de los santos Cirilo, monje, y Metodio, obispo, hermanos nacidos en Tesalónica, que fueron enviados a Moravia por el obispo Focio de Constantinopla para predicar la fe cristiana, y allí inventaron signos propios para traducir del griego a la lengua eslava los libros sagrados. Son co-patrones de Europa.

11:04 p.m.

Por: . | Fuente: Agustinos-es.org

Seglar Agustina

Martirologio Romano: En Spoleto, ciudad de la Umbría, beata Cristina (Agustina) Camozzi, la cual, muerto su esposo, cedió por un tiempo a la concupiscencia de la carne, pero convertida, escogió la vida penitente, ingresando en la Orden Secular de San Agustín, distinguiéndose por su vida de plegaria y por el servicio a enfermos y pobres (1458).

Etimología: Cristina = Aquella que sigue al Mesías, es de origen griego.

Fecha de beatificacion: Culto confirmado por el Papa Gregorio XVI en el año 1834.

El inicio de la vida de esta figura femenina italiana puede muy bien colocarse en el instante en el que ella, en torno a 1450 o algo más tarde, decidió cambiar de vida y, abandonando la familia y los lugares en que había vivido, vistió el hábito de agustina secular. De ella sólo se sabía que era muy joven, hermosa, que decía llamarse Cristina, y que deseaba ardientemente dedicarse al seguimiento de Cristo.

Su existencia fue un peregrinar permanente en busca de un lugar donde vivir en el olvido más absoluto. Su penitencia fue extraordinariamente dura. La vida de piedad, su oración y sus obras de misericordia con los necesitados se multiplicaban cada día. Vivió en diversos monasterios de Agustinas; pero se alejaba de ellos tan pronto como advertía que le dispensaban trato y aprecio especiales.

En 1457, comenzó una peregrinación, deseosa de visitar los lugares santos de Asís, Roma y el Santo Sepulcro. En compañía de otra terciaria, llegó a Spoleto, donde permaneció hasta el final de sus días, dedicándose a la asistencia de los enfermos en el hospital de la ciudad.

Después de haber vivido intensamente su nueva vida durante unos años, quizá sin alcanzar los treinta de edad, el 13 de febrero de 1458 entregó su alma al Señor, con gran fama de santidad, sellada con muchos milagros.

En estas noticias hay concordia entre los hagiógrafos. No así sobre el tiempo precedente a su heroica decisión de huir del mundo permaneciendo en él, motivo por el que se la conoce bajo varias denominaciones. Algunos la consideran perteneciente a la familia de los Visconti de Milán o a la de los Semenzi de Calvisano, no distante de Brescia. Para éstos la fuga habría sido motivada por el deseo de liberarse de quienes insistían en casarla contra sus propios deseos e ideales. Otros la presentan con el nombre de Agustina, nacida en las proximidades del lago de Lugano entre 1432 y 1435.

Según esta versión, se llamaba Agustina Camozzi, hija de un médico de nombre Juan Camozzi, vecino de Osteno (Como), y casada todavía muchacha con un artesano del lugar, un cantero. Al quedar viuda tras breve convivencia, habría mantenido una relación con un caballero milanés, oficial del ejército, del que tuvo un hijo, muerto muy niño. Casada en segundas nupcias, con un campesino de Mariana, diócesis de Mantua. Se enamoró perdidamente de ella un militar, que terminó por asesinar a su marido. Por ésta, u otras causas, el asesino fue castigado con la pena capital.

Agustina decide cambiar totalmente de vida. Escoge Verona como residencia y allí, deseando imitar a Cristo y tomando el nombre de Cristina, hace profesión como agustina secular.

¿Visconti, Semenzi o Camozzi? ¿Modelo de vida sin mancha o de convertida? La respuesta se la llevó Cristina consigo a la tumba.

Su cuerpo fue sepultado en la iglesia de san Nicolás de Spoleto, en aquel entonces regida por los agustinos. Numerosas gracias y milagros atribuidos a su intercesión contribuyeron a acrecentar y difundir el culto nacido inmediatamente después de su muerte, que Gregorio XVI ratificó en 1834, proclamándola beata.

ORACIÓN
Oh Dios,
que no quieres la muerte del pecador,
sino que se convierta y viva;
haz que, también nosotros,
siguiendo el ejemplo de la beata Cristina,
demos frutos saludables de verdadera penitencia y conversión.
Por Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

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Por: . | Fuente: santiebeati.it

Monja

Martirologio Romano: En Padua, en la región de Venecia, beata Eustoquia (Lucrecia) Bellini, virgen de la Orden de San Benito (1469).

Etimología: Lucrecia = Aquella que gana, es de origen latino.

Fecha de beatificación: El Papa Clemente XIII, que anteriormente fuera obispo de Padua, confirmó su culto en 1760.

Su nacimiento no fue propiamente legítimo, Lucrecia Bellini nació en Padua en el año 1944, era fruto de la adultera relación mantenida por una monja del monasterio benedictino de San Prosdocimo con Bartolomé Bellini; cuando tenía cuatro años de edad el demonio se posesionó de su cuerpo, quitándole el uso de la razón, y atormentándola prácticamente toda la vida.

A los siete años fue confiada a las monjas de San Prosdocimo que mantenían en su monasterio una especie de escuela; la conducta de la comunidad no era ejemplar, pero Lucrecia despreciaba el ocio mundano, prefería los retiros, los trabajos y la oración, siendo muy devota de Nuestra Señora, de San Jerónimo y de San Lucas.

En 1460 el Obispo Jacopo Zeno, tras la muerte de la abadesa, intentó imponer una mejor disciplina en el monasterio, pero las monjas y las alumnas de la escuela, se regresaron a sus casas quedándose tan sólo Lucrecia Bellini en el monasterio.

Entonces vinieron a reemplazarlas unas monjas del monasterio benedictino de Santa María de la Misericordia, bajo la guía de la abadesa Justina de Lazzara. Lucrecia tenía casi dieciocho años, pidió ingresar a la orden, y el 15 de enero de 1461 toma el negro habito benedictino y cambia su nombre al de Eustoquia; el demonio que durante algún tiempo la había dejado en paz, tomó control de su cuerpo, obligándole a realizar actos contarios a la Regla; llevándola incluso a realizar actos tan ruidosos y violentos, que las hermanas estaban aterradas que optaron por tenerla atada a una columna durante varios días.

Más la calma duró poco, luego de que Eustoquia fuera desatada, la abadesa cayó enferma con un extraño malestar, ella sospechaba que Eustoquia tenía algo que ver con sus síntomas, creyendo incluso que practicaba brujería, por lo que fue obligada a mantener reclusión e ingerir tan sólo pan y agua durante los siguientes tres meses.

Pero todas estas pruebas no desaniman a la novicia quien y a todos aquellos que le proponían que retornara al mundo o que cambiara de monasterio ella les decía que todas aquellas tribulaciones eran bienvenidas ya que deseaba expiar el pecado del que ella había nacido, hacerlo allí donde fue cometido, en la soledad ella se confortaba recitando un rosario o una corana de salmos y oraciones que ella componía.

Una vez que fue liberada, el demonio volvió a atormentarla, con flagelaciones sangrientas, nauseas incontrolables y otras extrañas aflicciones que ella soportaba con una inflexible paciencia, lo que convenció a las hermanas de sus virtudes, y finalmente el 25 de marzo de 1465 se admitió su profesión solemne, y como era costumbre de aquel tiempo, dos años después se le impuso el negro velo de las benedictinas.

Su vida no fue larga, tubo gran belleza, pero las posesiones diabólicas, las enfermedades y penitencias, la habían reducido a casi un esqueleto viviente, por lo que los últimos años de su vida los pasó casi siempre enferma en una cama, absorta en la oración y meditación de la Pasión de Jesús.

Ella murió el 13 de febrero de 1469 cuando tenía tan sólo 25 años, su final fue tan sereno que su rostro pudo recobrar su antigua belleza, el demonio la había dejado finalmente en paz.

Eustoquia es que el único caso conocido de un creyente que logró triunfar en su deseo de santidad, aunque todos su vida fue poseída por el diablo.

Cuatro años después de su muerte, el cuerpo fue exhumado del sepulcro original, el que empezó a llenarse de una agua pura y milagrosa, que dejó de surgir sólo cuando el monasterio fue cerrado.

En 1475 su cuerpo fue trasladado a la iglesia del monasterio, y en 1720 fue puesto dentro de una arca de cristal. El monasterio de San Prosdocimo se suprimió en 1806 y el cuerpo de la beata benedictina fue trasladado a la Iglesia de San Pedro de Padua; sobre el altar de mármol que contiene su cuerpo, se encuentra una pintura de Guglielmi que representa a la beata pisoteando al diablo.

Su fiesta religiosa, actualmente oficiada en toda la diócesis de Padua, es el 13 de febrero.

traducido por Xavier Villalta

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11:04 p.m.

Por: . | Fuente: EWTN.com

Sucesor de Santo Domingo de Guzmán

Martirologio Romano: Cerca de Ptolemaida, en Palestina, tránsito del beato Jordán de Sajonia, presbítero de la Orden de Predicadores, sucesor e imitador de santo Domingo, que trabajó incansablemente para extender la Orden y pereció en un naufragio (1237).

Etimología: Jordán = "Aquel que baja o desciende", hace referencia al río Jordan del suroeste de Asia. Es de origen hebreo.

Fecha de beatificación: Culto confirmado en 1825 por el Papa León XII

Fue el sucesor de Santo Domingo de Guzmán, y el gran propagador de la Comunidad de Padres Dominicos.

Nació en Sajonia (al sur de Alemania) y se doctoró en la Universidad de París. Santo Domingo de Guzmán le envió a un hombre de toda su confianza (a Fray Reginaldo) a que le propusiera hacerse religioso dominico, y aceptó. El Miércoles de Ceniza del año 1220 entró a la Comunidad de Santo Domingo.

El caso de Jordán de Sajonia es uno de los más impresionantes de la historia. Un hombre que entra a una comunidad y a los solos tres años de estar de religioso reemplaza al santo Fundador y llega a ser Superior General de toda la Comunidad.

Jordán sobresalía por su gran elocuencia y por la eficacia maravillosa de su palabra para conmover los corazones de los creyentes.

Primero fue nombrado superior Provincial de la región más difícil de gobernar que tenía esa comunidad, que era la Lombardía, Italia. Luego al morir santo Domingo, en 1222, los delegados de toda su Orden religiosa lo eligen como Superior General y reemplazo del fundador. Y en este cargo dura 15 años, hasta su muerte en 1237. Santo Domingo tiene el honor de haber sido el fundador de la Comunidad de Padres Dominicos, pero Jordán de Sajonia fue el gran propagador de esta comunidad. Basta con recordar que durante su mandato se fundaron 249 Casas de Congregación y se hicieron seis nuevas provincias de religiosos.

Dicen que Jordán de Sajonia es el Patrono de los Capellanes de Universidades, porque este santo sacerdote recibió de Dios unas cualidades admirables para lograr ejercer influencia entre los universitarios. Por nueve años había estudiado en la más famosa Universidad de La Sorbona en Paría, y allí aprendió muchas técnicas para lograr influir en favor de los estudiantes. Su gran preocupación fue siempre lograr hacer mejores a los que estudiaban en las Universidades. Un año predicaba la cuaresma en la Universidad de París y al año siguiente en la concurridísima Universidad de Bolonia y al tercer año se dirigía a predicar a la Universidad de Oxford, en Inglaterra, y en todas partes los frutos espirituales que cosechaba eran admirables. En la Universidad de Alemania conquistó para su comunidad al más grande sabio en ciencias naturales de su época, a San Alberto Magno. Y conquistó también a Pedro de Tarantasia, que llegó a ser después el Pontífice Inocencio Quinto. Un famoso profesor de universidad previno a sus alumnos para que no se dejaran convencer por los discursos de Jordán, pero al oírle uno de sus elocuentes sermones, se convirtió él también en uno de sus más fervientes admiradores.

Uno de los antiguos biógrafos, compañero suyo, dice: "Las casas religiosas donde habitaba el Padre Jordán parecían colmenas, por los muchos jóvenes que entraban a hacerse religiosos, y por los muchos que de allí salían para ser superiores de otras casas religiosas. Por eso él al llegar a un convento mandaba hacer muchos hábitos religiosos, teniendo confianza en que Dios le enviaría muy numerosas vocaciones, y así le sucedía en todas partes".

El Padre Jordán no sólo se iba a las universidades a conseguir jóvenes muy bien instruidos, para que se hicieran religiosos, sino que también se iba a los campos y a los barrios obreros a invitar muchachos sanos, aunque fueran ignorantes, a que entraran en la comunidad. Y esto le valió la acusación de que él recibía a gentes que no le iban a dar gloria a su Congregación. Y sucedió una vez que recibió a unos 60 muchachos tan poco estudiados que casi no eran capaces ni de leer los salmos en la oración de la comunidad. Y a quienes lo criticaban por recibir esta clase de gentes, les respondió con unas palabras que resultaron ser una profecía o anuncio de lo que iba a suceder en el futuro: "Ténganles paciencia por ahora y concédanles tiempo para instruirse poco a poco, que un día se convertirán en grandes predicadores". Y esto se cumplió exactamente varios años después.

Cuando Dios le confía a una persona un oficio especial, le concede las cualidades que para ese oficio necesita. Y al Padre Jordán le confió Dios el oficio de conseguir muchísimas vocaciones para la vida religiosa, y por eso le concedió unas cualidades admirables. Recordemos algunas:

El Padre Jordán tenía unas cualidades que excedían a las que posee el común de las gentes. Dicen los que vivieron junto a él que la austeridad en el dominio de su lengua, de sus ojos y de la gula era algo impresionante, pero que sobre todo llamaba la atención el modo heroico como dominaba su ira para no ofender a nadie ni amargar la vida a ninguno.

Y no es que no fuera valiente. Cuando el emperador Federico II empezó a atacar ferozmente al Sumo Pontífice y a la religión, el Padre Jordán se fue al palacio y le dijo frente a frente al Emperador que ésta conducta era reprensible y que si no cambiaba de modo de proceder le llegarían desgracias muy grandes.

Pero con los pequeños sabía hacerse pequeño y con los débiles era extraordinariamente comprensivo. El tenía por cierto lo que más tarde afirmará y repetirá San Francisco de Sales, que "más moscas se logran cazar con una cuchara de dulce miel que un barril de amarga hiel".

Sus contemporáneos alababan mucho "las dotes de buen amigo" que poseía el Padre Jordán. Comprensivo, lleno de caridad, con deseos continuos de amoldarse a los demás para poder hacerles mayor bien. El mismo lo dice en uno de sus escritos: "Siempre me esforcé por tratar de estar de acuerdo con los demás en todo lo bueno y por tratar de no chocar contra nadie. Quise colocarme en el sitio de los otros para poder comprenderlos mejor. Nunca preferí mis propios gustos en contraposición de los de los demás. Con los soldados traté de amoldarme a ellos como si yo fuera un soldado. Con los campesinos como si fuera un campesino. Y sobre todo me propuse ser extremadamente comprensivo con los que sufren tentaciones, angustias y depresiones".

San Pablo recomienda a los seguidores de Cristo: "Rían con los que ríen, y lloren con los que lloran" (Rom. 12, 15). Es lo que hizo siempre Fray Jordán. Leamos un ejemplo: Una noche estaba rezando los salmos con un grupo de jóvenes recién llegados a su Comunidad, y de pronto a uno de ellos le vino una risa nerviosa y no fue capaz de controlarla, y enseguida los demás compañeros se contagiaron también y empezaron a reír todos, y no se pudo seguir el rezo. Uno de los superiores quiso regañarlos, pero el Padre Jordán les dijo: "Mis buenos jóvenes: tenemos que reírnos alegremente porque hemos logrado salirnos de la esclavitud del pecado y de los vicios en que nos tenía presos el mundo y ahora hemos llegado a ser del grupo de los preferidos de Dios. ¡Riámonos pues alegremente! Y él personalmente participó de aquella alegría juvenil.

Alguien le preguntó si un Padrenuestro rezado por un ignorante valía menos que uno rezado por un gran doctor de la Teología, y él respondió: "Un diamante valo lo mismo si está en manos de un sabio, que si está en manos de un analfabeta". Otro le preguntó: ¿Qué es más necesario para la vida del alma: rezar o meditar? Y le dijo: "Eso es como preguntar qué es más necesario para la vida del cuerpo si comer o beber. Ambas cosas son sumamente necesarias". Alguien le dijo: ¿Cuál es la posición mejor para rezar, sentado, arrodillado, de pies o postrado? Y respondió: "La mejor posición para rezar es aquella en la cual cada uno se siente mejor, con más fervor y con más inclinación a rezar bien". (Esta frase la repitió textualmente el Papa Pío XI, 700 años después de haber sido pronunciada por nuestro santo). El superior de una Comunidad le pidió que le quitara aquel cargo, aduciendo que ese oficio le traía cuatro males: orgullo, honores, trabajos y humillaciones. El Padre Jordán le respondió: "Los dos primeros sí son males y de ellos te libre Dios, y esfuérzate por evitarlos. Los otros dos, el trabajo y las humillaciones, son grandes bienes que te conseguirán un puesto altísimo en el Reino de los cielos".

El Padre Jordán, aprovechando que Dios le había concedido tal eficacia de la palabra que dondequiera que predicaba o hablaba la gente, conseguía vocaciones, fue recorriendo ciudades y países predicando y consiguiendo que muchísimos jóvenes entraran de religiosos. El Señor le concedió la inmensa alegría de que el fundador de la Comunidad, Domingo de Guzmán, fuera declarado santo por el Sumo Pontífice en 1234. Con esta bella noticia ya Jordán podía irse al cielo tranquilo. Y dispuso viajar a Jerusalén para visitar los Santos Lugares donde vivió y murió Nuestro Señor Jesucristo, y para visitar a los Padres Dominicos que trabajaban en esas tierras.

Pero en el viaje de regreso, el barco que lo transportaba fue lanzado por una violenta tempestad a las costas de Siria, frente a la ciudad de Tolemaida y Fray Jordán y los demás pasajeros murieron ahogados. Era el 13 de febrero del año 1237.

Las olas llevaron a las orillas del mar el cadáver del Padre Jordán y sus religiosos lo sepultaron con toda solemnidad. Después las gentes empezaron a conseguir milagros por su intercesión, y el Papa León Doce lo declaró Beato.

Padre Jordán: Gran promotor de vocaciones: recuérdanos siempre aquella frase de un gran Pontífice: "Las vocaciones existen. Lo que hay que hacer es cultivarlas."

¡Feliz día a quienes lleven este nombre!

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6:37 p.m.

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En Todi, ciudad de la Umbría, san Benigno, presbítero y mártir. Benigno pertenece a la innumerable multitud de víctimas de la última cruenta persecución anticristiana de Diocleciano y Maximiano, al comienzo del siglo IV. Los datos de este Santo son muy escasos. Se sabe que nació y vivió en Todi (Italia), en donde fue ordenado sacerdote por su bondad y rectitud. Soportó valientemente la tortura y la muerte, y fue enterrado por manos piadosas a la orilla de un camino, en donde después se construyó un monasterio benedictino.

12:57 a.m.

Por: . | Fuente: cc-pays-erstein.fr

Peregrino

Martirologio Romano: En Northeim, en Alsacia, junto al río Ill, san Ludano, oriundo de Escocia, que descansó en el Señor mientras peregrinaba al sepulcro de los santos apóstoles (1202).
¿Qué buscaba Ludano, hijo del príncipe Hildebold, cuyo nombre encontramos en la abadía alsaciana de Andlau, para venir a morir, el 12 de febrero de 1202, en Nordhouse, a pocos kilómetros de la iglesia de San Jorge?.

Había dejado su lejana patria, la Escocia, después de haberse consagrado al servicio de los enfermos y haber construido hospitales y orfanatos. Al final de sus días, abandonando el cansancio invasor sobre las pistas guijarrosas de los campiñas, pobre y mendigo como tantos otros, había surcado Europa de Santiago a Roma, luego siguió sin duda hasta Jerusalén. De regreso de esta larga peregrinación, se recuesta, agotado, bajo un tilo, no lejos del pueblo Nartz (hoy Nordhouse) para morir allí.

La tradición oral cuenta que un ángel descendió del cielo y en aquella nevada soledad le dio el Santo Viático, el cuerpo de Cristo resucitado (el hecho está representado en un cuadro del siglo XVIII existente en el coro de la iglesia de San Ludano). Entonces –según esa antigua tradición– las campanas de las iglesias cercanas comenzaron a moverse para tocar el tañido fúnebre. Los habitantes de la zona acudieron en muchedumbre a rodear el cuerpo.

Los sacerdotes de las dos parroquias existentes en aquel entonces en Nordhouse: San Martín y San Miguel, pugnaban por el derecho de darle sepultura, ya que entre los documentos que portaba habían descubierto su origen principesco. El abad de la célebre abadía de Ebersmunster arbitró en el conflicto y aconsejó atar el cuerpo en un carro llevado por un caballo indómito, y que sea este quien lleve al santo al lugar de su sepultura. El caballo se detuvo en Scheerkirche, a orillas del río del mismo nombre, el lugar hoy es conocido bajo el nombre de Saint Ludan.

Muchos de los detalles narrados tal vez sean folclóricos, o más bien convencionales, pero no son nada improbables, coinciden perfectamente con la manera de vivir la fe en esos siglos, donde encontramos profusos ejemplos de gente de buena cuna que profundiza en la piedad poniéndose al servicio de los pobres, e incluso más de uno llegó a dejarlo literalmente todo, en busca de una mayor radicalidad de vida en Dios... ¡es la misma época del Pobre de Asís!.

responsable de la traducción: Xavier Villalta

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12:57 a.m.

Obispo

Martirologio Romano: Conmemoración de san Melecio, obispo de Antioquía, que, por defender la fe de Nicea, fue exiliado varias veces y falleció mientras presidía el primer Concilio Ecuménico de Constantinopla. San Gregorio de Nisa y san Juan Crisóstomo exaltaron su figura (381).
San Melecio de Antioquía (Meletius, Melétios, en griego, Μελέτιος) fue un eclesiástico griego del siglo IV nacido en Melitene en una familia destacada de la que heredó una hacienda en Armenia Menor y que fallecío en el año 381.

Por su buen carácter adquirió una gran reputación, y cuando Eustaquio fue depuesto como obispo de Sebaste en el concilio de Melitene el año 357, ocupó su lugar; el lugar era conflictivo y renunció, retirándose a Berea (Alepo) de donde supuestamente fue obispo y se decantó a favor de los arrianos y suscribió probablemente la confesión de fe de Ariminio, y la de los acacianos en Seleucia el año 359 bajo influencia de los cuales fue nombrado obispo (arzobispo) de Antioquía en el año 360 o 361.

Durante un tiempo intentó contentar a todo el mundo, con un lenguaje ambiguo, pero progresivamente regresó a una plena comunión con la Iglesia. Fue llamado por el emperador Constancio II quien ordenó a varios prelados que explicaran el texto del Libro de los Proverbios: «Diome Yavé el ser en el principio de sus caminos» (8,22-23). Habiendo recibido ya a Jorge de Laodicea y Acacio de Cesarea y habían dado explicaciones más o menos heterodoxas, sin embargo, Melecio lo expuso con sentido católico; los arrianos le acusaron entonces de sabelianismo y convencieron al emperador de que lo depusiera y desterrara, cosa que hizo y Melecio fue desterrado a Melitene; Euzoius, (quien anteriormente había sido expulsado de la Iglesia por san Alejandro, arzobispo de Alejandría), fue nombrado para ocupar el obispado que el destierro habia dejado bacante (hacia el año 361). Esto produjo un cisma, aunque el inicio real de este fue el destiero de san Eustaquio en el año 330.

Al llegar Juliano al trono el año 362, Melecio pudo regresar a Antioquía y trató de reconciliar a las partes, cosa que parecía más fácil después de la muerte de Eustaquio, pero el ordenamiento de Paulino como obispo de la Iglesia en Antioquía, lo hizo imposible; mientras los arrianos conservaban muchas iglesias y los católicos tan sólo tenían dos. Valente las privó de estas y Melecio fue nuevamente desterrado (hacia 365). En su ausencia, los católicos fueron dirigidos por Flaviano y Teodoro.

En 378, a la muerte de Valente, Melecio fue llamado otra vez, pero el edicto de Graciano que permitía volver a los exiliados hizo volver también a Doroteo, el obispo arriano sucesor de Euzoius, quien ocupó el arzobispado pero al cabo de un tiempo le fue devuelto a Melecio; sin embargo, aún estaba activo su rival Paulino, que no se avino a las propuestas que se le hicieron.

En 381, se reunió en Constantinopla el segundo Concilio Ecuménico, y san Melecio lo presidió. Estando el Concilio en sesiones, la muerte se llevó a este obispo, que tanta paciencia tuvo en el sufrimiento. La noticia de su muerte fue recibida con gran dolor de los Padres conciliares y del emperador Teodosio, quien le había dado la bienvenida a la ciudad imperial con una gran demostración de afecto, «como un hijo que saluda a un padre por mucho tiempo ausente». Con su humildad evangélica, Melecio se había hecho querer por todos los que lo conocieron. Crisóstomo nos dice que su nombre era tan venerado, que la gente en Antioquía escogía este nombre para sus hijos; grababan su imagen en sus sellos y en su vajilla y la esculpían sobre sus casas. Todos los Padres del Concilio y los fieles de la ciudad asistieron a sus funerales en Constantinopla. Uno de los prelados más eminentes, san Gregorio de Nisa, pronunció la oración fúnebre. En ella hace referencia a «la dulce y tranquila mirada, radiante sonrisa y bondadosa mano que secundaba a su apacible voz»; y termina con las palabras, «Ahora él ve a Dios cara a cara, ruega por nosotros y por la ignorancia del pueblo». Cinco años más tarde, san Juan Crisóstomo, a quien san Melecio había ordenado diácono, pronunció un panegírico el 12 de febrero, el día de su muerte o de su traslación a Antioquía. Todavía existen los panegíricos escritos por san Gregorio de Nisa y san Juan Crisóstomo.

Bibliografía: Vidas de los santos, Alban Butler

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