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Por: . | Fuente: Archidiócesis de Madrid

Fundador de la Orden de Calatrava

Martirologio Romano: En la villa de Ciruelos, en la región española de Castilla la Nueva, san Raimundo, abad de Fitero, que fundó la Orden de Calatrava y trabajó en favor de la cristiandad (c. 1160).

Fecha de canonización: 1719 por el Papa Clemente XI

Abad del monasterio cisterciense de Fitero en Navarra, y fundador de la Orden militar de Calatrava.

Se llamaba Raymundo Sierra o Raymond Serrat. Aunque documentalmente no puede probarse, lo más probable es que naciera en Saint Gaudens de Garona, en Francia, y que la época fue a comienzos del siglo XII. Algunos autores sitúan su nacimiento en Tarazona (Aragón), y otros afirman que fue en Barcelona.

Aparece como canónigo en Tarazona, atestiguado documentalmente por testimonio de su primer obispo, Don Miguel, monje benedictino. De aquí pasó a monje del monasterio cisterciense de Nuestra Señora de Sacala Dei, en Gascuña, y de ahí fue enviado como prior a la nueva fundación que Don Bernardo determinó hacer en España.

Se asentaron los nuevos monjes en el monte que llaman Yerga, con consentimiento del rey. En 1140 Alfonso VII les donó la villa de Nienzabas que había quedado asolada por los moros; aquí fundaron el monasterio de Nienzabas del que fue abad Raymundo a la muerte de Durando, alrededor del año 1144. Lo eligieron abad por la fama que tenía de santo y taumaturgo. Con el título y oficio de abad aparece ya en la escritura del 1146, al donar el rey al monasterio los dominios de Serna de Cervera y Baños de Tudescón, actuales balnearios de Fitero.

En 1148 asistió al capítulo general de la orden del Císter, en calidad de abad; en ese concilio estuvo presente el papa Eugenio III, que también era cisterciense.

Raymundo trasladó ese mismo año el monasterio al mejor sitio de Castejón, recibió la donación real del castillo de Tulungen y, en la heredad donada por Don Pedro Tizón y su esposa Doña Toda, fundó en 1150 el de Santa María de Fitero del que será el primer abad.

Diego de Velázquez es un monje que en tiempo pasado fue soldado y amigo del rey Sancho.

Raymundo y él se encuentran en Toledo el año 1158. Diego ha escuchado al rey el gran peligro que corre la plaza de Calatrava confiada años atrás por Alfonso VII a los Templarios, pero que ahora está casi desguarnecida que es por el momento la llave estratégica de Toledo. El peligro es grande por la proximidad de los almohades. Raymundo y Diego piden al rey la defensa de la plaza y con los monjes traídos de Fitero más un ejército formado por campesinos y artesanos consiguen defender la plaza y ahuyentar a los moros. En premio, el rey Sancho III les concede el dominio de Calatrava donde Raymundo funda el mismo año la Orden mitad monjes obedientes al toque de la campana, mitad soldados obedientes al toque de la trompeta que fue aprobada posteriormente por el papa Alejandro III, por bula de 25 de setiembre de 1164, cuando ya había muerto su fundador.

Raymundo murió en 1163 en Ciruelos y allí se enterró. En 1471 se trasladaron sus restos al monasterio cisterciense de Monte León de Toledo y, desde el siglo XIX, las reliquias del santo se encuentran en la catedral de Toledo.

Si los creyentes actuales quisiéramos imponer nuestra santa fe con la violencia, ya tendríamos que empezar por gestionar quién quisiera vendernos una bomba de hidrógeno; pero ese supuesto sería irreconciliable con la dignidad de las personas y el respeto a su dignidad, seríamos calificados inmediatamente de fanáticos y fundamentalistas; habríamos ciertamente perdido el norte de la caridad que califica a los cristianos como auténticos discípulos de Cristo, y nuestro modo de hacer supondría una renuncia total a los postulados de la convivencia democrática.

Desde luego, habríamos dejado de confiar en los medios de siempre oración, mortificación y buen ejemplo para ser sembradores de paz y de alegría que es el vehículo normal de transmisión de la fe, siempre don del Espíritu Santo. Pero, aunque hoy nos pueda parecer impropio de un santo vivir con la espada en la mano por la mañana y en oración adorante por la noche, la historia es así; juzgar los hechos pasados con la mentalidad actual es caer en un anacronismo.

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11:04 p.m.

Por: . | Fuente: santiebeati.it

Fundadora del Instituto de las
Pequeñas Siervas del Sagrado Corazón de Jesús para los enfermos pobres

Martirologio Romano: En Turín, en Italia, beata Juana Francisca de la Visitación (Ana) Michelotti, virgen, que fundó el Instituto de las Hermanitas del Sagrado Corazón, para servir al Señor cuidando desinteresadamente a los enfermos pobres (1888).

Fecha de beatificación: 1 de noviembre de 1975 por el Papa Pablo VI.

"He rogado mucho y por mi y porque esta sea la voluntad de Dios: vive en mí un ardiente deseo de consagrarme toda a Jesús, en la asistencia a los enfermos pobres”. Este pensamiento, presente entre los pocos escritos que por humildad Ana Michelotti nos ha transmitido directamente, indica una misión nacida entre mil problemas, que gracias a una voluntad extraordinaria aún está floreciente y fecunda dentro de la Iglesia.

Ana nació en la alta Saboya (en aquella época territorio del Reino de Cerdeña), en Annecy, el 29 de agosto de 1843. El padre, originario de Almese (Turín), murió joven, dejando la familia en la completa miseria. La piadosísima madre les transmitió a sus dos hijos una gran fe: el día de la primera comunión de la pequeña Ana la llevó a visitar a un pobre enfermo, en la casa de aquel. Ese día nació un carisma.

La familia fue a Almese por primera vez cuando la joven tenía catorce años, fue huésped de su tío el canónico Michelotti. Establecida en Lyon, algunos años después, Ana entró en el instituto de las Hermanas de San Carlos, primero como alumna, luego como novicia. Pero educar no era su misión.

En la vuelta de pocos años murieron su madre y su hermano Antonio, novicio de los Hermanos de las Escuelas Cristianas: estaba sola en el mundo. Para subsistir laboró como instructora de las hijas de un arquitecto, pero ya era la señorita de los “enfermos pobres”, porque en cuanto podía los buscaba y se ponía a su servicio. En Annecy encontró a cierta Sor Catalina, ex-novicia del instituto de San José, que tenía los mismos sentimientos: juntas dieron inicio, en Lyon, a una obra privada de asistencia de los enfermos pobres en sus domicilios. Con el permiso del arzobispo vistieron el hábito religioso e hicieron la profesión de votos temporales. Pero la naciente congregación tuvo vida breve a causa de la guerra entre Francia y Prusia y en 1870 la beata, vestida por monja, volvió a Annecy y luego a Almese, estos viajes la hicieron pasr por Turín a menudo. Pasada la tormenta Sor Catalina la invitó a regresar a Lyon, obligándola a recomenzar como postulante. Ana aceptó humildemente, pero luego dejó el instituto por motivos de salud. En aquellos días, orando al pie de las tumbas de San Francisco de Sales y Santa Juana Francisca de Chantal, sintió que su obra nacería más allá de los Alpes.

Volvió a Almese a lomo de mula, continuando luego hacia Turín (septiembre1871). Alojada por un año en Moncalieri, cerca de las señoritas Lupis, iba todos los días a pie a la ciudad en busca de enfermos en dificultad para servirles. Alquiló luego un dormitorio, para sustentarse confeccionaba guantes, mientras que algunas chicas empezaban a ayudarla en su apostolado. El arzobispo Gastaldi, a inicios de 1874, les concedió que vistieran el hábito religioso, ceremonia que se realizó en la iglesia de Santa Maria di Plaza: nacía así el Instituto de las Pequeñas Siervas del Sagrado Corazón de Jesús que además de los tres votos ordinarios daría asistencia domiciliaria y gratuita a los enfermos pobres. La fundadora tomó el nombre de Madre Juana Francisca en honor de los fundadores de la Orden de la Visitación.

Los inicios fueron difíciles, caracterizados por la extrema pobreza, algunas de las religiosas murieron y otras abandonaron el instituto. El clérigo superior y el médico de la comunidad aconsejaron cerrar el instituto pero para animar a la Madre estuvo el sacerdote oratoriano1 Pade Félix Carpignano, de venerada memoria. En el piso que alquilaba en la Piazza Corpus Domini, mas de una vez se oyó a la Madre exclamar entre lagrimas: “¡Estoy dispuesta, o mi amado Señor, a recomenzar tu obra cincuenta veces si es necesario, pero ayúdame!”. Dios lo escuchó. En 1879 Antonia Sismonda, enterada de las pobres condiciones en que vivían las Pequeñas Siervas, las hospedó en una villa de la colina turinesa. Para 1882 lograron adquirir su propia villa en Valsalice.

La Madre Juana Francisca era la Regla viviente. Era mujer de intenso plegaria, mortificaba su cuerpo durmiendo en tierra o sobre un montón de paja o mezclando ceniza a la sopa. En la congregación quería monjas generosas, decía: "Si falláis, descendéis un peldaño, si os humilláis, subís tres". Al reprender a las religiosas a veces fue un poco fuerte, pero la querían, porque ante las dificultades infundía confianza. Leía y meditaba con ellas las Sagradas Escrituras, recomendándoles “ser prudentes, celosas y llenas de caridad”, buscando en los pobres a Jesucristo. Debían asistirlos material y espiritualmente, favoreciendo, si era posible, su acercamiento a los Sacramentos. Antes de tomar una decisión importante pedía consejo a sus confesores entre los que contaba a Don Bosco. La beata no se excuso de las tareas de recaudación, asistiendo incluso a actividades públicas, en las que a veces fue insultada. Habría querido instituir un grupo de monjas adoradoras, pero dado que el superior no se lo permitió, dispuso que cada monja hiciera cotidiana y profunda adoración al Sacratísimo Sacramento. Cuando pedía una gracia particular oraba con los brazos en cruz, de rodillas, alargando las manos hacia el tabernáculo. De Francia había traído una estatuita de la Virgen que fue bendecida por Monseñor Gastaldi. De vez en cuando, teniéndola entre sus brazos, en procesión con las monjas por el jardín, oraba cantando las letanías. Exhortó el rezar el Rosario y la devoción a la Virgen. Transmitió una profunda devoción a la Pasión del Señor: el viernes Santo almorzaba de pie o de rodillas, besaba los pies a las religiosas, antes de sentarse a comer tan sólo un mendrugo de pan.

En los últimos años de vida el asma bronquial a menudo obligó a la Madre a guardar cama. Creyéndose inadecuada de gobernar el instituto, que estaba en constante desarrollo, sobre todo en Lombardía, pero básicamente porque sus métodos disgustaron a un grupo de monjas ancianas, el 26 de diciembre de 1887 fue exonerada del cargo de superiora general. Aceptó la degradación, sometiéndose por primera a la nueva superiora, a quien ella misma había sugerido. Desde aquel día los dolores aumentaron, pero sonriendo decía: "Por Jesús todo sacrificio es poca cosa", "Yo estoy a punto de morir, pero vosotras no temáis. Yo continuaré ayudando y a dirigiendo a las Pequeñas Siervas del Sagrado Corazón de Jesús para los enfermos pobres".

Ana Michelotti murió el 1 de febrero de 1888, un día después de Don Bosco. Pocas horas antes de su muerte permitió, cediendo a las repetidas insistencias de las monjas, que la fotografiaran. Quien por toda la vida, olvidándose de sí misma, sirvió a los más indefensos, fue enterrada, llevando en sus caderas el cíngulo franciscano, en un pobre ataúd, en la tierra mojada por la lluvia de un pequeño cementerio. "El grano de trigo" murió pero una luz de amor habría de seguir brillando en sus hijas, hoy activas también en tierras de misión.

Sus reliquias son veneradas en Turín en la casa matriz de Valsalice.

Si usted tiene información relevante para la canonización de la Beata Juana Francisca, contacte a:
Piccole Serve del Sacro Cuore di Gesù
Viale Catone, 29
10131 Torino, Italia

Oración
Dios,
Padre de todo,
que en la vida de Anna Michelotti
nos has dado un ejemplo de total dedicación a los enfermos y a los pobres.
Ayúdanos a saber reconocer a Nuestro Señor Jesucristo
en los más débiles y abandonados,
y el servirlos con un corazón generoso.
Por Cristo Nuestro Señor.
Amén.

Reproducido con autorización de Santiebeati.it

responsable de la traducción: Xavier Villalta


1Oratoriano: miembro de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri.

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Presbítero y Mártir

Martirologio Romano: En Londres, en Inglaterra, san Enrique Morse, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, que, apresado en diversas ocasiones y exiliado dos veces, fue encarcelado de nuevo en tiempo del rey Carlos I por ser sacerdote y, después de haber celebrado la Misa en la cárcel, ahorcado en Tyburn entregó su alma a Dios (1645).

Fecha de canonización: Fue canonizado el 25 de octubre de 1970, por Pablo VI como uno de los 40 mártíres de Inglaterra y Gales.

Nacido en la Iglesia Anglicana en 1595 en una familia de la pequeña nobleza, cuando estudiaba leyes en Londres, se adhirió al Catolicismo y se ordenó sacerdote en Roma. En 1624 volvió a Inglaterra y realizó sus votos en la Compañía de Jesús estando en prisión, ante su compañero de cautiverio en York, el Padre John Robinson, con quien compartió la cárcel.

A continuación fue desterrado a Flandes. Regresó a Inglaterra, de modo clandestino, ayudó a los enfermos durante una epidemia de peste en 1636, contrajo la enfermedad y salió sano de ella.

Fue retenido y acusado de predicar a los protestantes solicitando su conversión al catolicismo. Fue condenado a muerte en 1645. El día de su ejecución celebró en la cárcel la santa misa.

Camino del cadalso observaron el cortejo los embajadores de países católicos: Francia, España y Portugal, con sus séquitos correspondientes, para rendir homenaje al mártir. En el patíbulo, con la soga en su cuello, declaró profesar su religión y haber trabajado siempre por el bienestar de sus conciudadanos, negando rotundamente que hubiera organizado o participado en conspiración alguna contra el rey, a continuación, rezó en alta voz por la salvación de su alma, por la de sus perseguidores y por el Reino de Inglaterra. Murió ahorcado el 1º de febrero de 1645.

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En Kildare, en Irlanda, santa Brígida, abadesa, que fundó uno de los primeros monasterios de la isla y continuó el trabajo de evangelización iniciado por san Patricio (c. 525).

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Por: . | Fuente: Religi?n Libertad

Reina de las Dos Sicilias

Martirologio Romano: En Nápoles, Italia, Beata María Cristina de Saboya, Reina, que se destacó por sus virtudes, obras de piedad y prácticas religiosas. ( 1836)

Fecha de beatificación: 25 de enero de 2014, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Maria Cristina de Saboya nació en Cagliari el 14 de noviembre de 1812, fue la última hija de Vittorio Emanuel I, rey de Cerdeña, y de la Archiduquesa Maria Teresa de Austria-Este. La educaron esegún los principios de una rigurosa religiosidad católica. A los nueve años, después de la abdicación de su padre, la familia se mudó a Génova, en donde frecuentemente visitaba a su hermana, la duquesa de Modena y Lucca.

Ya desde 1817, cuando tenía 5 años, Francisco I, rey de Nápoles, había pensado en ella como posible esposa de su hijo Fernando. Y a éste, dos años mayor, le gustó la idea en cuanto empezó a pensar en ello como príncipe. Así que al subir al trono en 1830 empezó un tira y afloja diplomático (la madre de María Cristina, María Teresa de Austria-Este, se oponía por la epilepsia de Fernando) hasta que todos concordaron.

Todos, salvo María Cristina. A todos había insistido en que a las pompas del mundo prefería el retiro del claustro y la paz del corazón. Pero entendiendo que era su deber como hija y heredera, el 21 de noviembre de 1832 contrajo matrimonio en Génova.

Según Harold Acton (1904-1994), erudito británico estudioso de los Borbones de Nápoles, "cuando llegó la hora de vestirse, rompió en lágrimas y sus damas de honor no sabían cómo consolarla. María Cristina les explicó que no podía apartar de sí el terror al matrimonio, hacia el cual no sentía la más mínima inclinación". Sin embargo, durante toda la ceremonia mantuvo el tipo y el gesto correctos.

El matrimonio con Fernando II de las Dos Sicilias, fue celebrado en el santuario de Voltri, cerca de Génova, el 21 de noviembre de 1832.

Durante el breve periodo en que fue reina, Maria Cristina, a quien sus contemporáneos describen come una dama fina y dulce y de salud delicada, se dedicó sobre todo a obras de piedad y a las prácticas religiosas. En el convento de Santo Domingo Soriano fundó un hogar para los necesitados.

Fernando y ella fueron felices en su matrimonio, aunque la leyenda negra unitarista difamó esa verdad. María Cristina orientó a su esposo y rey hacia las obras de caridad. Muy devota, se había consagrado a la Virgen desde muy pequeña, y leía a diario la Biblia en la corte, donde procuraba que todos asistiesen a misa el domingo. No tenía respetos humanos, y cuando iba en su carroza y se cruzaba con un sacerdote que llevaba el viático en procesión a un enfermo, mandaba parar y se arrodillaba a su paso. Facilitó muchos matrimonios de personas pobres que no tenían dinero haciéndoles donativos, y su preocupación por los más necesitados la hacía muy querida por casi todos.

Muchas veces obtuvo de su marido la mitigación de una política represiva contra los condenados políticos, y consiguió se les conmutara la pena de muerte.

Murió el 31 de enero de 1836 al dar a luz su primer hijo, el futuro Francisco II.

Pese a morir en olor de santidad cuestiones políticas frenaron su causa, cuando murió faltaba poco para que se pusiese en marcha un proceso que ni políticamente (por el carácter revolucionario del evento) ni religiosamente (por su carácter masónico) admitía que una Borbón devota y piadosa fuese elevada a los altares y convertida en icono popular.

El 2 de mayo de 2013 S.S. Francisco firmó el decreto reconociemdo un milagro atribuido a su intercesión.


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Presbítero

Martirologio Romano: En Nápoles, ciudad de la Campania, en Italia, san Francisco Xavier María Bianchi, presbítero de la Orden de Clérigos Regulares de San Pablo (Barnabitas), el cual, dotado de carismas místicos, convirtió a muchos a una vida según la gracia del Evangelio (1815).

Fecha de canonización: 21 de octubre de 1951 por el Papa Pío XII.

Francisco Javier M..ª Bianchi nació en Arpino, patria de Cicerón, el 10 de diciembre de 1743, y fue bautizado el día de San Francisco Javier, cuyo nombre recibió con el agua lustral.

Su padre, Carlos Antonio, tenía una fábrica de tejidos de lana, en la que el buen ejemplo de las virtudes del propietario y la caridad con que éste conjugaba la justicia con las necesidades familiares de sus obreros, hacía del lanificio Bianchi un excelente modelo. La madre, Faustína Morelli, excedía al esposo en virtudes cristianas de toda clase, principalmente en la caridad, completamente entregada al servicio social de la ciudad arpinatense, habiendo transformado su casa en un hospital o asilo, donde se acogía continuamente a dieciséis enfermos o necesitados. Con el ejemplo de tantas virtudes se formé y templó el espíritu de nuestro santo, dando ya desde su más tierna infancia frutos prometedores de santidad.

Para completar su formación literaria, fue mandado al seminario de Nola, cursando el bachillerato, confirmándose en su ánimo la vocación religiosa, contribuyendo a ello la escogida dirección espiritual, que no escatimaba medios para poner a disposición de los futuros levitas los grandes maestros del espíritu. En este centro de formación conoció y trató con el fundador de los redentoristas, San Alfonso María de Ligorio.

Cursados los estudios de filosofía en Nola y pasado algún tiempo en Nápoles, donde tuvo que vencer muchas dificultades, entró en el instituto de los barnabitas en 1762, y habiendo hecho su profesión y realizado diversas pruebas, el año 1765 empezó el curso de teología en el colegio que los barnabitas tenían en San Carlos alle Mortelle, de Nápoles, y en esta misma ciudad recibió las órdenes mayores del subdiaconado, diaconado y presbiterado, los días 11, 18 y 25 de enero de 1767, celebrando su primera misa el día de San Francisco de Sales de dicho año.

Para reponer su salud, algo quebrantada, con los aíres de la patria, fue destinado a Arpino, enseñando en el gimnasio público retórica durante dos años, transcurridos los cuales, fue enviado de nuevo a Nápoles, al colegio de San Carlos, esta vez como profesor de filosofía. El año 1773 pasó al colegio que los barnabitas tenían en Santa María in Cosmedin o de Portanova, en la misma ciudad de Nápoles, con la misma misión pedagógica. No había aún cumplido los treinta años cuando fue nombrado propósito de dicho colegio, cargo que regentó durante doce años.

Los testigos, llamados a declarar en los procesos de beatificación, le llaman el San Felipe de Nápoles, porque ambos santos, el Bianchí y el Neri, como se decía agudamente, tienen muchos rasgos paralelos, no sólo por su largo apostolado de dirección espiritual, sino también por el don de discreción de los espíritus.

Durante estos doce años, su apostolado fue fecundo, principalmente en el confesionario y en el púlpito, y sobre todo, conforme exigían los calamitosos tiempos, con el ejemplo que dio siempre de la más observante disciplina regular. Director y consejero de la clase más escogida de Nápoles, su discreción y su cultura se propagaba entre los círculos concéntricos de su celda y del confesionario, a donde acudían cada día toda clase de personas. principalmente del ambiente intelectual. Movido por esta fama el rector magnífico de la Universidad de Nápoles, monseñor Mateo Genaro Testa Piccolomini, titular de la sede de Cartago, le ofreció una cátedra en el Estudio General, que Bianchi rehusó. A pesar de esto, el rector del Ateneo, el 15 de septiembre, extendió el nombramiento de profesor de teología dogmática y polémica a favor del padre Bianchí, y el 21 de marzo del año siguiente (1779), el príncipe de Francavilla, presidente de la Academia de Ciencias y Letras, propuso fuera nombrado socio de número de dicha Academia, propuesta que fue aceptada por unanimidad.

Debemos tener presente que el siglo XVII transmitió al XVIII gérmenes de ideas nuevas, que se manifestaban externamente en una fiebre de saber. Por otra parte. los barnabitas, con sus renombrados colegios. recogían este afán de cultura, manifestada en la amplitud y brillantez de conocimientos que comunicaban a los escolares de su tiempo, pero principalmente a los religiosos de su instituto, que habían de profesarlos en sus cátedras. San Francisco Javier alcanzó este afán, que él llamaba intemperantia Iitterarum, que fue moderada después por consideraciones espirituales, religiosas, que desembocaron en sus últimos años al apostolado de la predicación y del consejo, en medio del cual, como en su ambiente propio, terminó los últimos años de su sufrida existencia.

Así se explica la nutrida correspondencia que mediaba entre el tío, canónigo, y el sobrino, barnabita, pidiendo éste libros a don Antonio y reclamando éste su devolución. Un modelo de esta erudición son también las notas que preparaba para sus lecciones y conferencias. Y la variedad de sus conocimientos se adivina en la lista de los libros del Santo, en el cual figuran tratados de omnire scibili, desde las lenguas, hebreo, griego y latín, literatura italiana y cristiana, hasta la filosofía, cristiana y profana, entre cuyos autores se distinguen Voltaire y Rousseau, para combatirlos, pues sabían todos que había obtenido del Santo Oficio permiso para leer estos autores. Cuando fue decretada la persecución a las órdenes religiosas, intentó salvar d6s cosas: la caja o fondo de la beatificación de la madre Francisca de las Llagas, de la que era el promotor con permiso de sus superiores, y treinta cajas de libros que quiso poner a salvo de las ruinas y destrucciones, que van siempre emparejadas con todas las persecuciones religiosas.

Los procesos están llenos de testigos, que narran sucesos extraordinarios o experimentados en sus propias personas o presenciados u obrados en otros.

Queremos reducir a pocos casos verdaderamente atestiguados por personas que los presenciaron: se refieren a las erupciones del Vesubio, La revolución, y la invasión francesa después, habían creado en Nápoles un ambiente de materialismo capaz de ahogar el espíritu religioso y moral que había conservado la tradición de la ciudad y los grandes ejemplos de santidad dados por una legión de sacerdotes y religiosos edificantes y santos. Los terremotos habían agrietado muchas casas de la ciudad, y el Vesubio, de cuándo en cuándo, rugía arrojando de sus entrañas ríos de fuego vivo. El dedo de Dios, vengándose de tantas iniquidades, parecerá evidente a las personas más temerosas y religiosas; pero, en medio de tantas pruebas, era también potente el Dios consolador, que hacia surgir hombres extraordinarios para conservar su fe con sus prodigios.

Dos casos solamente. El 22 de mayo se hallaba el padre Bianchí en Torre del Greco, a las faldas del Vesubio, en el Retiro de la Visitación. Instantáneamente, las llamas del volcán se desbordan y avanzan hacia el Retiro. La destrucción de la casa religiosa parecía inminente. Los más desesperados intentaron salvar lo irreparable, poniendo a salvo muebles y enseres. Este nerviosismo contrastaba con la calma y serenidad del padre Bianchí, asegurando que no pasaría nada. Enfermo, a duras penas pudo subir a la terraza, y ante aquel espectáculo apocalíptico del fuego que avanza, se detiene, musita una oración rogando a Dios detuviera aquel torrente amenazador. Y la lava se detuvo al margen mismo del Retiro, y se solidificó, no pasando adelante. En el mismo muro, formado por la solidificación de la lava, el cardenal arzobispo Guillermo Sanfelice levantó una capilla.

El día 12 de agosto, desde Pietra Bianca, escribe a las religiosas del refugio de Vía dei Portici que se pongan a salvo, pues el Vesubio quiere vengarse. La carta llegó al día siguiente; pero aquella noche, a las doce, el volcán irrumpió de nuevo y la casa fue destruida. El volcán estaba imponente y ante el gran peligro que todos presentían, el padre Bianchí fue llevado casi a cuestas al encuentro de la lava, y al hallarse frente a frente, venció la oración del padre Bianchí, pues la lava se detuvo instantáneamente a los pies del Santo.

La alcantarina Francisca de las Llagas le predijo una enfermedad larga y dolorosa. Y el vaticinio fue cumplido al pie de la letra. Empezó con una hinchazón en las piernas, que ni la ciencia de los médicos ni los cuidados de los amigos podían detener. Y en medio de terribles sufrimientos, recluido en la soledad de su celda, continuaba su apostolado de consejo y de edificación. A sus médicos les pedía sufrimientos, pues sus dolores eran las misericordias de Dios. Un alma eucarística como la suya sufría solamente ante el temor de no tener fuerzas para celebrar la santa misa. Sus amigos lo bajaban a la iglesia, y cuando ni esto podía hacer, le fue concedida la gracia de celebrarla en su celda. Durante la misa todos notaban la alegría que se leía en su semblante, como si le hubieran pasado todos los dolores. Se probó todo, incluso el cambio de clima; su amigo Buoncore le hospedó en su casa de Castelamare durante los años 1804-05. Un poco de alivio animaba a Bianchi físicamente; pero las calamidades morales que se cernían sobre la Iglesia y sus amigos le atormentaban extraordinariamente y quiso volver a animar a todos desde su soledad de Portanova. La dispersión de las órdenes religiosas fue un golpe duro para su alma apostólica. El párroco de Santa María in Cosmedin se arregló para que la celda que ocupaba en el contiguo colegio de Portanova fuese considerada como formando parte íntegramente de la parroquia, atendida la impotencia en que se hallaba el padre Bianchi. Esto sucedió el año 1810. Un cáliz más amargo tuvo que apurar hasta las heces: el abandono casi total de sus amigos, precisamente cuando más necesitaba de ellos: hubo tiempo en que era un peligro para el gobierno el trato con el padre Bianchi, Y el espionaje funcionaba.

Los últimos días de su existencia no tenía fuerzas para celebrar; pero cada día tuvo el consuelo de recibir la santa Eucaristía. El último aviso llamó a su puerta el día 27 de enero de 1815 bajo la apariencia de un accidente simple y fortuito. En virtud de una especie de contrato que había hecho con la venerable Francisca de las Llagas, ésta se le apareció para anunciarle que había llegado la hora de recibir el Viático, para el cual se preparó sonriente y alegre con todos los que le visitaron. El 31 del mismo mes de enero, muy de mañana, insistió en que le administraran la sagrada Eucaristía, habiendo recibido la noche anterior la extremaunción, y poco después de haber sido confortado con el pan de los ángeles, plácidamente expiró.

La fama de su santidad corrió rápidamente después de su muerte. Las gracias por él concedidas eran innumerables. Probáronse con la suficiencia requerida los milagros necesarios, y el barnabita padre Francisco Javier Bianchi fue solemnemente canonizado por la Iglesia.

Para el mundo, la vida es un hombre entre dos fechas: 2 diciembre 1743 - Francisco Javier María Bianchi - 31 de enero 1815.

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Terciaria Franciscana

Martirologio Romano: En Roma, beata Ludovica Albertoni, que educó cristianamente a sus hijos y, al morir su esposo, entró en la Tercera Orden de San Francisco y prestó ayuda a los necesitados hasta tal punto que de ser rica llegó a ser pobre (1533).

Fecha de beatificación: Culto confirmado el 28 de enero de 1671 por el Papa Clemente X.

Nació en Roma de familia noble en 1473. A los dos años murió su padre y, al casarse nuevamente su madre, ella fue encomendada a las tías paternas y a la abuela materna. A los veinte años se casó y tuvo tres hijas. Sus características fueron la fidelidad a los propios deberes y el amor para con los pobres. Amó a su esposo con santo afecto. Se dedicó a la educación de sus hijas dirigiendo su oración y sus lecturas. Cuando tenía treinta y tres años enviudó, duro golpe que finalmente supo aceptar con resignación.

A la muerte de su esposo se suscitaron problemas de herencia que le causaron vejaciones de parte de los parientes. Vivió todo el drama del saqueo de Roma y se prodigó a favor de los necesitados. Dedicaba parte de la noche al descanso, el resto a la penitencia. Solía repetir: «¿Cómo es posible vivir sin sufrir, cuando se contempla a nuestro Dios colgado en una Cruz?». Por la mañana participaba en la eucaristía y recibía devotamente la comunión. Luego distribuía el tiempo del día entre los trabajos de casa y la asistencia a los pobres y enfermos, a quienes visitaba en casa o en los hospitales. Dedicaba todos sus cuidados a las muchachas abandonadas o en peligro.

Decía a menudo: «Dios nos dio los bienes de la tierra para que los compartamos con los que los necesitan». Distribuyó todos sus bienes entre los pobres y pasó los últimos años de su vida en la más grande pobreza. Murió el 31 de enero de 1533 a los 60 años de edad. Todo Roma lloró su muerte juzgándola como la pérdida de la madre de todos. Su cuerpo se venera en la iglesia de San Francisco a Ripa, en Roma.

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Giovanni Melchior Bosco Ochienna conocido simplemente como es un santo italiano. Fundador de las tres ramas de la Familia Salesiana: Sociedad de San Francisco de Sales (Congregación Salesiana), Instituto de las Hijas de María Auxiliadora y Asociación de Salesianos Cooperadores.

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En Roma, conmemoración de santa Marcela, viuda, la cual, como recuerda san Jerónimo, abandonando sus riquezas y dignidades, se ennobleció con la pobreza y la humildad.

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En Nápoles, ciudad de la Campania, en Italia, san Francisco Xavier María Bianchi, presbítero de la Orden de Clérigos Regulares de San Pablo, el cual, dotado de carismas místicos, convirtió a muchos a una vida según la gracia del Evangelio.

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Mística del siglo XX

Martirologio Romano: En Rovigo, Italia, Beata María Bolognesi, mística, que ofreció sus sufrimientos físicos y espirituales para la salvación del prójimo dando ejemplo de una extraordinaria aceptación y confianza en los designios de Dios. ( 1980)
La experiencia terrenal de la mística María Bolognesi inició el 21 de octubre de 1924 en Bosaro (Rovigo, Verona, Italia) en una familia extremadamente pobre. Su vida se puede sintetizar en una vida de sufrimiento al servicio de Nuestro Señor Jesucristo. Desde que recibió de Jesús -en una visión onírica- el primero de los tres anillos que Cristo le dio (con 5 rubíes señal de las 5 heridas de Jesús) soportó los mismos sufrimientos de Jesús en el Calvario y comenzó a sudar sangre, pero ella no tan sólo experimentó el sufrimiento de Cristo, lo soportó con paciencia y ofreciendo su cruz a Jesús por quienes lo necesitaran.

En cuatro años tan sólo pudo asistir a dos clases de educación básica, debiendo retirarse para ayudar a cuidar de sus hermanos biológicos y la huerta familiar. La pobreza era tal que incluso llegó a comer las cáscaras de las patatas que sus amigas tiraban sobre el estiércol de vaca, luego de lavarlas tan sólo un poco.

Antes de mostrarse a ella, Dios permitió que pasara un período de posesión demoníaca para su purificación, fue desde el 21 de junio de 1940 hasta el 1 de abril de 1942 cuando tuvo su primera visión onírica en la que además de recibir el anillo tuvo la confirmación de la curación milagrosa de una mujer.

Los biógrafos describen este período de casi dos años de la siguiente forma: "Ella alternó momentos que eran normales, por así decirlo, con otros momentos en los cuales obviamente algo indefinible estaba en ella. Sus padres pensaron ayudarla con bendiciones. Durante el transcurso de los meses se hicieron muchos diferentes intentos para liberar a María de ese «extraño malestar», pero sin resultado alguno, en parte porque María huía aterrorizada cuando se daba cuenta de la presencia de un sacerdote o cuando alguien llevaba agua bendita a su casa". María no podía rezar ni acercarse a edificios eclesiásticos "una vez, cuando llegó con otras jóvenes al puente que lleva al camino hacia la parroquia de San Casiano, María se congeló y una extraña presencia tiró de su falda, dado que no había viento, sus amigas lógicamente se asustaron".

Pasado el período de posesión, además de la sudoración sanguínea sufrió de neumonía, bronconeumonía, oftalmia crónica (sequedad extrema de los ojos por total ausencia de lágrimas), oxiuros, vómitos, anemia, reumatismo, ciática, laringitis crónica y faringitis, dextrocardia (el corazón está en la mitad derecha del tórax) e infartos le debilitaron el cuerpo por largos años. El primer infarto lo sufrió en 1971, y fue el inicio de su viaje hacia la casa del Padre, que ocurrió el 30 de enero de 1980.

Su continuo sufrimiento y permanente sacrificio fueron premiados por Jesús sustituyendo el primer anillo con uno mucho más hermoso que el "Ecce Homo" y posteriormente por otro de oro macizo.

Al momento de morir estaba implementando una casa para convalecientes, obra que no pudo ver terminada.

El 2 de mayo de 2013 S.S. Francisco firmó el decreto reconociemdo un milagro atribuido a su intercesión lo cual permitirá su próxima beatificación.

responsable de la traducción: Xavier Villalta

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11:04 p.m.

Por: . | Fuente: ACIprensa.com

Catequista y Mártir

Martirologio Romano: En la villa de Torrent, en España, beata Carmela García Moyón, mártir, maestra de la doctrina cristiana, que en la cruel persecución religiosa fue violada y quemada viva por causa de su fe en Cristo (1937).

Fecha de beatificación: 11 de marzo de 2001, junto a otros 232 mártires españoles, por el Papa Juan Pablo II.

Carmela García, penúltima de cinco hermanos, nace el 13 de Septiembre de 1888 en la ciudad francesa de Nantes. Hija de padre español y madre francesa, a los ocho días recibe las aguas bautismales en la parroquia de Notredame de Bon Port de su ciudad natal.

Educada religiosamente, Carmela da muy pronto muestras de sus verdaderos sentimientos cristianos, que posteriormente defiende con todas sus fuerzas. Mujer de temperamento heróico y de una amabilidad sin límites, se revuelve valiente sintiendo hervir en su interior la ira de Dios, cual otro San Juan Eudes ante un hereje, para defender sus propios derechos y los de la Iglesia.

A principios de siglo la familia García-Moyón vuelve a España, instalándose en la ciudad de Segorbe, Castellón. Seguramente que por el contacto de la joven Carmela con las hijas del Venerable Luis Amigó prende en ella la vocación religiosa. De hecho el 11 de enero de 1918 ingresa en la congregación de las Terciarias Capuchinas y, al concluir sus votos religiosos, no los renueva. En 1926 la encontramos ya en la ciudad de Torrent, Valencia.

En seguida entra en contacto con los frailes del convento de Monte Sión. Con el tiempo la francesita, así se la conocía, se emplea en dar catequesis a los niños del convento, repasar las ropas sagradas, limpieza de la hermosa iglesia, y hasta puso un taller de costura en su casa, donde enseñaba a las jóvenes torrentinas el arte de coser, zurcir y bordar ropas. Una verdadera catequista, cooperadora parroquial y trabajadora social.

Sus convicciones religiosas le llevan a sufrir muerte violenta la noche del 30 de enero de 1937 en el Barranc de les Canyes, frente a la casa de Camineros, camino de Montserrat. ¡Viva Cristo Rey! fueron sus últimas palabras.

Quienes la conocieron nos dicen que Carmela, humanamente, era muy cariñosa y comprensiva; físicamente era de pequeña estatura, llenita, bien parecida y de mirada serena y penetrante; y moralmente, una persona muy religiosa y sumamente piadosa. Fue una auténtica líder del pensamiento cristiano femenino.

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11:04 p.m.

Por: . | Fuente: SantosMexico

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En la ciudad de Guadalajara, en México, san David Galván Bermúdez, presbítero y mártir, que durante la persecución mexicana obtuvo la corona del martirio defendiendo la santidad del matrimonio, siendo fusilado por un soldado, sin previo juicio (1915).

Fecha de canonización: 21 de mayo del 2000 por Su Santidad el Papa Juan Pablo II junto a otros 24 mártires méxicanos

Nació en Guadalajara el 29 de enero de 1881; hijo de José Trinidad Galván y Mariana Bermúdez, quien murió cuando su hijo tenía tres años de edad. Su familia era muy pobre, por lo que ayudó a su padre en un modesto taller de zapatería.

En 1895 ingresó al Seminario del Señor San José, mismo que abandonó después de cinco años. Durante el tiempo que estuvo fuera, su estilo de vida descendía más y más, y al darse cuenta de ello, a los 21 años de edad pidió ser readmitido en el Seminario.

El prefecto general Miguel de la Mora lo sometió durante un año a pruebas rigurosas. Poco a poco el cambio fue evidente, ya no era agreste y altanero, por el contrario, edificaba su aprecio y dedicación a la oración mental y su constancia en soportar la adversidad. Las aficiones mundanas que antes le seducían, dejaron de dominarlo.

Finalmente logró su ordenación como presbítero a los 28 años de edad, el 20 de mayo de 1909; poco después se le confirmó como superior del mismo Seminario.

Su gran caridad para con los pobres y los trabajadores le hizo organizar y ayudar al gremio de los zapateros.

Su labor en el Seminario, sin embargo, se vio interrumpida luego de que el Arzobispo de Guadalajara, Francisco Orozco y Jiménez, disolvió el Seminario a raíz de la detención de 120 clérigos.

Defensor de la santidad del matrimonio, ayudó a una jovencita que era perseguida por el militar Enrique Vera, negándole que contrajera nupcias porque ya estaba casado. Esto acarreó al padre Galván la enemistad del teniente, quien se convirtió en su verdugo.

Cuando el Padre Galván fue nombrado Vicario de Amátitán, fue aprehendido por órdenes del capitán Enrique Vera, antiguo condiscípulo suyo, personaje de escasa moralidad y profundos resentimientos contra el sacerdote por el impedimento de matrimonio. El arresto carecía de sustento, razón por la cual el Padre David recuperó su libertad.

El sábado 30 de enero de 1915, se registraron en la ciudad violentos enfrentamientos entre hueste villistas y carrancistas; los presbíteros David Galván y José María Araiza, se dispusieron a auxiliar a los moribundos y heridos. Cuando cruzaban el jardín botánico, frente al viejo Hospital de San Miguel, fueron interceptados por Enrique Vera, quien ordenó su arresto inmediato.

Los carrancistas del 37 Regimiento ligero de línea pusieron a los sacerdotes a disposición de las autoridades militares; las legislaciones de Vera arrancaron, sin juicio previo, la pena de muerte. No obstante, un oportuno indulto salvó la vida del Padre Araiza; no corrió la misma suerte su compañero, remitido a la calle Coronel Calderón, junto a la banda del Cementerio de Belén.

Frente al pelotón de fusilamiento y sin perder la entereza, la víctima distribuyó los objetos de valor que portaba. No quiso que le vendaran los ojos y frente a los encargados de ejecutarlo, se señalo serenamente el pecho para recibir las balas; sus últimas palabras fueron para sus verdugos: "Les perdono lo que ahora van a hacer conmigo".

En junio de 1922 los restos del Padre David Galván fueron depositados en un templo en construcción, próximo al lugar del martirio, la actual Parroquia de Nuestra Señora del Rosario, en el barrio del Retiro.

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Era hija de un noble romano y debido a su profesión de fe, le arrestaron y llevaron ante el emperador Alejandro Severo. Pero este príncipe fue tolerante con los Cristianos y su gobierno marcó un periodo de calma para la Iglesia. La historia de la Santa se produjo en 1634, 1400 años después de su martirio. Entonces, al restaurar las famosas iglesias romanas, se hallaron la reliquias de la mártir y se propuso la devoción a Santa Martina.

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En la ciudad de Burgos, en Castilla la Vieja, región de España, san Adelelmo o Lesmes, abad, que convirtió en monasterio la capilla de San Juan y el hospital de pobres contiguo.

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Por: . | Fuente: santiebeati.it

Fundadora de la Congregación
de Hermanas de la Sagrada Familia

Martirologio Romano: En la ciudad de Bialystok, en Polonia, beata Boleslava María Lament, virgen, que, en un período de cambios políticos, fundó la Congregación de las Hermanas Misioneras de la Sagrada Familia, para fomentar la unión de los cristianos, ayudar a los marginados y educar cristianamente a las jóvenes (1946).

Fecha de beatificación: 5 de junio de 1991 por el Papa Juan Pablo II en Bialystok, durante su viaje apostólico a Polonia.

Primera de los ocho hijos del matrimonio de Martino Lament y Lucia Cyganowska, Boleslava Lament, nació el 3 de julio de 1862 a Lowicz en Polonia.

Durante su niñez, vivió el dolor de ver morir a sus hermanitas Elena y Leocadia y al pequeño Martino, era un tiempo en que la mortalidad infantil diezmaba a los niños, haciendo que las familias numerosas perdieran a muchos de sus miembros; la pequeña Boleslava fue marcada irremediablemente por estas dolorosas experiencias.

Después de las escuelas elementales y el colegio, Boleslava fue a Varsovia a una escuela de artes y profesiones dónde consiguió el diploma de modista; de regreso a Lowicz abrió, junto a su hermana Stanislava, una casa de modas, todo esto mientras en su interior su vida era intensamente espiritual.

Es a 22 años, en el 1884, decididas de entrar a la” Congregación de la Familia de María", que se estaba organizando en Varsovia en la clandestinidad a causa de las persecuciones zaristas.

Fue una monja voluntariosa, que se distinguió por el don de la oración, del recogimiento, de la seriedad y de la fidelidad para cumplir sus deberes. Después del noviciado y la profesión de los votos simples, trabajó como maestra de costura y educadora en muchas Casas de la Congregación abiertas en el territorio del imperio ruso.

Más después de nueve años, antes de pronunciar los votos solemnes, tuvo una profunda crisis que la hizo sentir insegura de su vocación en aquella congregación, por ello la dejó, volviendo a su casa en Lowicz con el intento, en cuanto fuera posible, de entrar en un convento de clausura; por el consejo de su confesor, optó por las obras de asistencia a los sin techo, actividad que también continuó en Varsovia, cuando la familia os se trasladó allá; para ayudar con los gastos familiares abrió, con su hermana María, un casa de moda.

Bien pronto le fue confiada la dirección de un dormitorio para los sin techo, donde también se preocupó en poner orden en la vida ética y religiosa de sus socorridos.

Los preparaba para recibir los Sacramentos, visitaba a los enfermos en sus pobres casas o en los refugios, cuidaba a los niños; en el 1894 la enésima epidemia de cólera se le llevó a su padre, poniendo sobre sus hombros otras responsabilidades familiares; llevó consigo a su madre y a su hermano Stefano, quien asistía al colegio en Varsovia y que deseaba ser sacerdote.

Ingresó a la Tercera Orden Franciscana, donde conoció beato Onorato Kozminski (1829 -1916), fraile capuchino, fundador de diversas congregaciones religiosas que trabajaban en la clandestinidad a causa de los acontecimientos políticos que afectó a Polonia en aquellos tiempos.

En el año 1900 una vez más la muerte golpeó a su familia, allí, al pie del ataúd de su hermano Stefano, Boleslava Lament prometió volver a la vida de religiosa: dos años después el padre Onorato le presentó a una señora llegada de Bielorrusia, quien buscaba religiosas para dirigir la Tercera Orden y un centro educativo en Mogilev ciudad al pie del río Dniéper.

Boleslava advirtió que sería necesario crear relaciones y contactos para estimular a los ortodoxos a reunirse con la Iglesia Católica, mientras debería ayudar a la población católica a mantenerse fiel a su Iglesia, sin dejar a un lado las dificultades que tendría que sortear bajo el régimen zarista, siendo consciente de todo esto aceptó, y en 1903 partió a Mogilev en Bielorrusia, una ciudad de cerca de 40.000 habitantes.

Al principio habitó cerca de Leocadia Gorczynska, quien dirigía un taller de costura, para enseñar allí esa profesión a las chicas de las familias pobres; luego Boleslava Lament alquiló una casa de madera para convertirla en su casa de modas.

Admirada por la laboriosidad de Boleslava, Leocadia Gorczynska decidió ir a vivir con ella; luego se unió a ellas Lucia Czechowska; en este punto Boleslava empezó a pensar en fundar una Congregación, rigurosamente religiosa, entregada al apostolado entre los ortodoxos.

Con la ayuda del Padre Félix Wiecinski, quien contribuyó directamente con la fundación, en octubre de 1905 las tres mujeres empezaron la nueva congregación, inicialmente llamada “Sociedad de la Sagrada Familia” pero casi enseguida cambió su nombre al de “Congregación de las Hermanas Misioneras de la Sagrada Familia”. Boleslava fue su primera superiora.

En el otoño de 1907, Boleslava con las seis monjas que entonces tenía la comunidad, se trasladó a San Petersburgo, dónde desarrolló una vasta actividad educativa, dedicada sobre todo a los jóvenes, y ya en el 1913 pudo extender su actividad a Finlandia, abriendo un colegio para chicas en Wyborg.

En Petersburgo desarrolló una intensa actividad catequística, educativa y asistencial en los barrios más pobres, se esforzó de crear las condiciones por un ecumenismo auténtico y social, profundizando una recíproca comprensión y generosidad entre las alumnas y familias, que eran de diferentes nacionalidades y religiones.

En este contexto del ecumenismo, pensó en la Congregación una rema separada de monjas en rito oriental.

La vida de su Institución no fue fácil, tuvo que superar las dificultades introducidas por la política religiosa zarista, luego aquéllas brotadas de la Primera Guerra Mundial y de las persecuciones del Insurreccionista Movimiento Bolchevique, que se apoderó del poder en Rusia, con la "Revolución de Octubre" de 1917; en 1921 fue obligada a dejar Rusia y volver a Polonia, pero siempre tuvo la intensión de retomar las actividades en Petersburgo, cuando las circunstancias lo permitieran.

Todo esto produjo enormes pérdidas materiales, aun en Polonia encontró una situación preocupante; la Congregación vivía pobremente pero la madre Boleslava Lament, con su gran fe, se encomendó totalmente a la voluntad de Dios y paulatinamente se fueron superando aquel conjunto de circunstancias sociales y políticas.

Por algunos meses, dirigió el trabajo de las monjas en Wolynia, en 1922 fundó una nueva Casa en la Pomerania en la Polonia oriental, dónde la población era pobre y la mayor parte de religión ortodoxa.

A partir de 1924, empezó a abrir otras Casas en el archidiócesis de Vilna y en la diócesis de Pinsk, para 1935 ya existían 33 Casas esparcidas por toda Polonia y una en Roma.

En 1925, la madre Boleslava fue a Roma para conseguir la aprobación pontificia de la "Congregación de las Hermanas Misioneras de la Sagrada Familia", pero la práctica se estancó por falta de claridad sobre las tareas de las monjas, divididas en dos ramas, apostolado-enseñanza y dirección doméstica de las Casas.

En el 1935, la madre Boleslava Maria Lament, decide renunciar al cargo de Superiora General por graves motivos de salud y en un acuerdo con la nueva Superiora se retiró a Bialystok, dónde incluso siendo anciana y gravemente enferma, se dedicó a abrir escuelas, guarderías, un hospicio para las mujeres solas y un comedor para los desempleados.

La Segunda Guerra Mundial llevó nuevas dificultades a la anciana madre Boleslava, incluyendo la amenaza nazi; fue obligada a cambiar la forma de actuar, adaptándose a las necesidades de la época. En 1941 fue atacada por la parálisis y se dedicó a una vida más ascética, transmitiendo preciosos consejos a sus hermanas de hábito.

Murió santamente en Bialystok el 29 de enero de 1946, a los 84 años; su cadáver fue llevado en el convento de Ratow y enterrado en la cripta bajo la Iglesia de San Antonio.

La Congregación de las Hermanas Misioneras de la Sagrada Familia, está difundida ampliamente en Polonia, Rusia, Zambia, Libia, E.E.U.U. e Italia.

Reproducido con autorización de Santiebeati.it

responsable de la traducción: Xavier Villalta

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11:04 p.m.

Por: . | Fuente: AcademiaHumanidades.cl

Madre de Familia

Martirologio Romano: En Florencia, ciudad de la Toscana (Italia), beata Villana (Vilana) de Bottis, madre de familia, la cual, abandonando la vida mundana que llevaba, vistió el hábito de las Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo y se distinguió por su asidua meditación de Cristo crucificado, por la austeridad de vida y por pedir limosna por la calles en favor de los pobres (1361).

Fecha de beatificación; culto confirmado el 27 de marzo de 1824 por el Papa León XII.

Nació en Florencia en 1322; su padre era un rico y conocido mercader.

Vivió una adolescencia serena y religiosa, pero su matrimonio con Rosso Benintendi (1351) la puso en contacto con el fastuoso y frívolo ambiente florentino que pareció haberla hecho olvidarse de Dios.

La portentosa visión del demonio, cuando se preparaba ante el espejo para participar en una fiesta mundana, fue el principio de una conversión ejemplar.

Acudió a los frailes dominicos de Santa María Novella, movida por el arrepentimiento, a confesar sus pecados, para después buscar con una vida humilde y penitente expiar su vida pasada.

Tomó el hábito de las hermanas de la Penitencia de santo Domingo e inició una nueva vida bajo la dirección de los frailes de santo Domingo, de quien, según su biógrafo fray Jerónimo di Giovanni, era "devotísima".

Se dedicó al estudio de la Sagrada Escritura y a la contemplación de Cristo crucificado, a quien Vilana invocaba frecuentemente como: "Cristo Jesús, amor mío crucificado".

Su austeridad de vida influyó entre las demás mujeres de su ambiente y muchas decidieron a imitarla. Fervorosa con Dios y generosa con los necesitados, distribuyó todos sus bienes para los pobres y pidió limosna para ellos por las calles de Florencia.

Adornada de méritos murió con solo veintinueve años el 29 de enero de 1361. Su cuerpo fue expuesto a la veneración pública durante muchos días en la iglesia dominicana de Santa María Novella y allí fue sepultada, amortajada según su voluntad con el hábito dominicano, en un hermoso sepulcro marmóreo.

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Hermanos Franciscanos

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