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Aurelio es hijo de un mahometano de los que ocupaban Córdoba, en España; pero su madre es cristiana y procuró educarlo en la fe verdadera. Pronto quedó huérfano de padre y madre; una tía suya, también cristiana, se encargó de hacerlo un hombre. Al llegarle la edad se casó con Natalia, hija de padres mahometanos pero, convertida al cristianismo, se bautizó cuando ellos murieron y empezó a llamarse Sabigoto; tienen dos hijas pequeñas; son ricos y emparentados con gente importante de la ciudad por la parte mora.

Félix es uno de los amigos de Aurelio y está casado con Liliosa. A ellos las cosas les van igualmente bien, no por agarenos, sino por la renuncia que años atrás hizo Félix a la fe de los cristianos; tuvo miedo; no se atrevió a afrontar la vida con las limitaciones de trabajo, económicas, los impuestos, la mala perspectiva para los futuros hijos con todas las puertas cerradas para prosperar y disimuló su fe ante el juez. Por ello no les va nada mal. Él sigue creyendo en Dios, pero no frecuenta las reuniones, ni participa en el culto porque no se interprete que da marcha atrás.


Han comenzado a pasar cosas graves en la ciudad emirada en los últimos tiempos. Los ánimos se han calentado y comenzado a haber gente muerta por ser cristiana. Primero mataron a un presbítero que se llamaba Perfecto, luego a otros más; hay gente en la cárcel por su fe cristiana y se presentan situaciones tan tensas que no se sabe muy bien cómo va a ponerse el ambiente.


En general, los cristianos de Córdoba están ya hartos de su deteriorada situación, y han comenzado a presentarse ellos mismos, de modo espontáneo, al tribunal. Otros piensan que esta es la ocasión de lavar sus culpas y hasta parece ser el caso de Félix. Los dos matrimonios llevan tiempo hablando entre ellos de responsabilidades y de fidelidad. Una de las primeras cabezas cristianas les ha hecho poner en balanza lo que se gana y lo que se pierde; es ese hombre valiente y docto obispo que se llama Eulogio. Las dos parejas se animan a ser fieles y más valientes de lo que son.


Cuando el otro día estaba Aurelio en la plaza vió un espectáculo triste en sí mismo y lamentable; llevaban en un borrico, con gran alboroto, entre gritos y gestos maldicentes, al bueno de Juan; iba herido, le pegaban con cuerdas, le insultaban y maldecían por ser cristiano y no bendecir al Profeta. Llegó a casa y no pudo ocultar su pena por la injusticia, todo en él era rebeldía por la impotencia; Liliosa escuchó la versión y pronto la conocen Aurelio y Sabigoto. Ahora los cuatro están dispuestos a buscar solución definitiva pasando por el martirio; pero deben prepararse bien al momento decisivo. Primero, Aurelio y Sabigoto deben llevar a sus hijas al monasterio que fundaron Jeremías e Isabel; ahora es Isabel la abadesa de Tábanos y ella se encargará de cuidarlas con la dote que pondrán a su disposición; luego, sí, deben mejorar su oración, sus sacrificios, su amor a Dios. Y así comienza una nueva dimensión en sus vidas. Los cuatro están a partir un piñón cuando dan abundantes limosnas con sus bienes, comienzan a dormir en el suelo, practican el ayuno, visitan a los enfermos y hasta deciden ir -con influencias- a la prisión para dar algo de consuelo.


Fue allí donde encontraron a Flora, la virgen que es hija de mahometano y cristiana y a María, monja de Cuteclara y hermana del diácono Wilabonso, decapitado el siete de junio del año pasado. Ellas están condenadas a muerte por sacrílegas y parece que lo que esperan es un premio por su alegría y decisión. Las dos parejas fueron a consolarlas y salieron de la cárcel con fuego en sus corazones.


Conocieron en el monasterio tabanense a Jorge, un monje oriental, concretamente de Siria, que pasó veintiséis años en San Sabas, cerca de Jerusalén, enviado a África para recoger limosnas para mantener a los monjes que habían quedado allí. Es diácono, amigo de Eulogio, sencillo y servidor de todos; habla griego, árabe y latín. Se les unió desde entonces, pensando en el martirio, y ya no se les despega ni de día ni de noche.


Los cinco se han presentado ante el juez; le ponen al corriente de su fe cristiana al tiempo que afirman la falsedad de la religión que profesan todos los seguidores de Mahoma. El juez se esfuerza en hacerles recapacitar sobre su locura; les está haciendo ver la vida que tienen por delante con promesas de bienes, comodidades y honra. Todo es basura comparado con Jesucristo a quien desean servir por encima de todo. Les da cinco días de cárcel para pensar y poder reunir al Consejo porque son personas importantes por su parentela y él no quiere decidir su suerte. Ante los nuevos jueces, pareció que tenían ellos más ganas de ser condenados que los jueces en condenarles. Terminaron degollados, aplicando la ley, por maldecir al Profeta y declarar abyecta su religión.


Fue el día 27 de julio del año 852.


Dos matrimonios y un fraile dijeron públicamente del modo más fuerte y claro que es mejor el bien de Cristo que la totalidad de bienes terrenos. Amén.



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Martirologio Romano: Cerca de Antioquía, en Siria, san Simeón, monje, que durante muchos años vivió sobre una columna, por lo que recibió el sobrenombre de “Estilita”, y cuya vida y trato con todos fueron admirables (459).

Nace cerca del año 400 en el pueblo de Sisan, en Cilicia, cerca de Tarso, donde nació San Pablo. (Estilita significa: el que vive en una columna).


De pequeño se dedicaba a pastorear ovejas por los campos, pero un día, al entrar en una iglesia, oyó al sacerdote leer en el sermón de la Montaña las bienaventuranzas, en el capítulo 5 del evangelio de San Mateo. Se entusiasmó al oír que Jesús anuncia: "Dichosos serán los pobres, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos los puros de corazón porque ellos verán a Dios". Se acercó a un anciano y le preguntó qué debería hacer para cumplir esas bienaventuranzas y ser dichoso. El anciano le respondió: "Lo más seguro seria irse de religioso a un monasterio".


Se estaba preparando para ingresar a un monasterio, y pedía mucho a Dios que le iluminara qué debía hacer para lograr ser santo e irse al cielo, y tuvo un sueño: vio que empezaba a edificar el edificio de su santidad y que cavaba en el suelo para colocar los cimientos y una voz le recomendaba: "Ahondar más, ahondar más". Y al fin oyó que la voz le decía: "Sólo cuando seas lo suficientemente humilde, serás santo".


A los 15 años entró a un monasterio y como era muy difícil conseguir libros para rezar, se aprendió de memoria los 150 salmos de la S. Biblia, para rezarlos todos cada semana, 21 cada día.


Se le considera el inventor del cilicio, o sea de una cuerda hiriente que algunos penitentes se amarran en la cintura para hacer penitencia. Se ató a la cintura un bejuco espinoso y no se lo quitaba ni de día ni de noche. Esto para lograr dominar sus tentaciones. Un día el superior del monasterio se dio cuenta de que derramaba gotas de sangre y lo mandó a la enfermería, donde encontraron que la cuerda o cilicio se le había incrustado entre la carne. Difícilmente lograron quitarle la cuerda, con paños de agua caliente. Y el abad o superior le pidió que se fuera para otro sitio, porque allí su ejemplo de tan extrema penitencia podía llevar a los hermanos a exagerar en las mortificaciones.


Se fue a vivir en una cisterna seca, abandonada, y después de estar allí cinco días en oración se le ocurrió la idea de pasar los 40 días de cuaresma sin comer ni beber, como Jesús. Le consultó a un anciano y éste le dijo: "Para morirse de hambre hay que pasar 55 días sin comer. Puede hacer el ensayo, pero para no poner en demasiado peligro la vida, dejaré allí cerca de usted diez panes y una jarra de agua, y si ve que va desfallecer, come y bebe." Así se hizo. Los primeros 14 días de cuaresma rezó de pie. Los siguientes 14 rezó sentado. Los últimos días de la cuaresma era tanta su debilidad que tenía que rezar acostado en el suelo. El domingo de Resurrección llegó el anciano y lo encontró desmayado y el agua y los panes sin probar. Le mojó los labios con un algodón empañado en agua, le dio un poquito de pan, y recobró las fuerzas. Y así paso todas las demás cuaresmas de su larga vida, como penitencia de sus pecados y para obtener la conversión de los pecadores.


Se fue a una cueva del desierto para no dejarse dominar por la tentación de volverse a la ciudad, llamó a un cerrajero y se hizo atar con una cadena de hierro a una roca y mandó soldar la cadena para no podérsela quitar. Pero varias semanas después pasó por allí el Obispo de Antioquía y le dijo: "Las fieras sí hay que atarlas con cadenas, pero al ser humano le basta su razón y la gracia de Dios para no excederse ni irse a donde no debe". Entonces Simeón, que era humilde y obediente, se mandó quita la cadena.


De todos los países vecinos y aun de países lejanos venían a su cueva a consultarlo y a pedirle consejos y las gentes se le acercaban para tocar su cuerpo con objetos para llevarlos en señal de bendición, y hasta le quitaban pedacitos de su manto para llevarlos como reliquias.


Entonces para evitar que tanta gente viniera a distraerlo en su vida de oración, se ideó un modo de vivir totalmente nuevo y raro: se hizo construir una columna de tres metros para vivir allí al sol, al agua, y al viento. Después mandó hacer una columna de 7 metros, y más tarde, como la gente todavía trataba de subirse hasta allá, hizo levantar una columna de 17 metros, y allí pasó sus últimos 37 años de su vida.


Columna se dice "Stilos" en griego, por eso lo llamaron "Simeón el estilita".


No comía sino una vez por semana. La mayor parte del día y la noche la pasaba rezando. Unos ratos de pie, otros arrodillado y otros tocando el piso de su columna con la frente. Cuando oraba de pie, hacía reverencias continuamente con la cabeza, en señal de respeto hacia Dios. En un día le contaron más de mil inclinaciones de cabeza. Un sacerdote le llevaba cada día la Sagrada Comunión.


Para que nadie vaya a creer que estamos narrando cuentos inventados o leyendas, recordamos que la vida de San Simeón Estilita la escribió Teodoreto, quien era monje en aquel tiempo y fue luego Obispo de Ciro, ciudad cercana al sitio de los hechos. Un siglo más tarde, un famoso abogado llamado Evagrio escribió también la historia de San Simeón y dice que las personas que fueron testigos de la vida de este santo afirmaban que todo lo que cuenta Teodoreto es cierto.


Las gentes acudían por montones a pedir consejos. El les predicaba dos veces por día desde su columna y los corregía de sus malas costumbres. Y entre sermón y sermón oía sus súplicas, oraba por ellos y resolvía pleitos entre los que estaban peleados, para amistarlos otra vez. A muchos ricos los convencía para que perdonaran las deudas a los pobres que no les podían pagar.


Convirtió a miles de paganos. Un famoso asesino, al oírlo predicar, empezó a pedir perdón a Dios a gritos y llorando.


Algunos lo insultaban para probar su paciencia y nunca respondió a los insultos ni demostró disgusto por ellos.


Hasta Obispos venían a consultarlo, y el Emperador Marciano de Constantinopla se disfrazó de peregrino y se fue a escucharlo y se quedó admirado del modo tan santo como vivía y hablaba.


Para saber si la vida que llevaba en la columna era santidad y virtud y no sólo un capricho, los monjes vecinos vivieron y le dieron orden a gritos de que se bajara de la columna y se fuera a vivir con los demás. Simeón, que sabía que sin humildad y obediencia no hay santidad, se dispuso inmediatamente a bajarse de allí, pero los monjes al ver su docilidad le gritaron que se quedara otra vez allá arriba porque esa era la voluntad de Dios.


Murió el 5 de enero del año 459. Estaba arrodillado rezando, con la cabeza inclinada, y así se quedó muerto, como si estuviera dormido. El emperador tuvo que mandar un batallón de ejército porque las gentes querían llevarse el cadáver, cada uno para su ciudad. En su sepulcro se obraron muchos milagros y junto al sitio donde estaba su columna se construyó un gran monasterio para monjes que deseaban hacer penitencia.



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Martirologio Romano: En Nicomedia, de Bitinia, san Pantaleón o Pantalaimón, mártir, venerado en Oriente como médico que ejercía su arte sin retribución alguna (c. 305).

Etimológicamente: Pantaleón = Aquel que se compadece de todos, es de origen griego.



Médico nacido en Nikomedia (actual Turquía). Fue decapitado por profesar su fe católica en la persecución del emperador romano Diocleciano, el 27 de julio del 305.

Lo que se sabe de San Pantaleón procede de un antiguo manuscrito del siglo VI que está en el Museo Británico. Pantaleón era hijo de un pagano llamado Eubula y de madre cristiana. Pantaleón era médico. Su maestro fue Euphrosino, el médico mas notable del imperio. Fue médico del emperador Galerio Maximiano en Nicomedia.


Conoció la fe pero se dejó llevar por el mundo pagano en que vivía y sucumbió ante las tentaciones, que debilitan la voluntad y acaban con las virtudes, cayendo en la apostasía. Un buen cristiano llamado Hermolaos le abrió los ojos, exhortándole a que conociera "la curación proveniente de lo más Alto", le llevó al seno de la Iglesia. A partir de entonces entregó su ciencia al servicio de Cristo, sirviendo a sus pacientes en nombre del Señor.


En el año 303, empezó la persecución de Diocleciano en Nikomedia. Pantaleón regaló todo lo que tenía a los pobres. Algunos médicos por envidia, lo delataron a las autoridades. Fue arrestado junto con Hermolaos y otros dos cristianos. El emperador, que quería salvarlo en secreto, le dijo que apostatara, pero Pantaleón se negó e inmediatamente curó milagrosamente a un paralítico para demostrar la verdad de la fe. Los cuatro fueron condenados a ser decapitados. San Pantaleón murió mártir a la edad de 29 años el 27 de julio del 304. Murió por la fe que un día había negado. Como San Pedro y San Pablo, tuvo la oportunidad de reparar y manifestarle al Señor su amor.


Las actas de su martirio nos relatan sobre hechos milagrosos: Trataron de matarle de seis maneras diferentes; con fuego, con plomo fundido, ahogándole, tirándole a las fieras, torturándole en la rueda y atravesándole una espada. Con la ayuda del Señor, Pantaleón salió ileso. Luego permitió libremente que lo decapitaran y de sus venas salió leche en vez de sangre y el árbol de olivo donde ocurrió el hecho floreció al instante. Podría ser que estos relatos son una forma simbólica de exaltar la virtud de los mártires, pero en todo caso, lo importante es que Pantaleón derramó su sangre por Cristo y los cristianos lo tomaron como ejemplo de santidad.


En Oriente le tienen gran veneración como mártir y como médico que atendía gratuitamente a los pobres. También fue muy famoso en Occidente desde la antiguedad.


Se conservan algunas reliquias de su sangre, en Madrid (España), Constantinopla (Turquía) y Ravello (Italia).


El Milagro de su sangre


Una porción de su sangre se reserva en una ampolla en el altar mayor del Real Monasterio de la Encarnación en Madrid de los Austrias, junto a la Plaza de Oriente, Madrid, España. Fue tomada de otra más grande que se guarda en la Catedral italiana de Ravello. Fue donada al monasterio junto con un trozo de hueso del santo por el virrey de Nápoles. En Madrid lo custodian las religiosas Agustinas Recoletas dedicadas a la oración. Hay constancia de que la reliquia ya estaba en la Encarnación desde su fundación en el año 1616.


La sangre, en estado sólido durante todo el año, se licuefacciona [o ocurre el fenómeno de licuefacción], como la sangre de San Jenaro, sin intervención humana. Esto ocurre en la víspera del aniversario de su martirio, o sea, cada 26 de julio. Así ha ocurrido cada año hasta la fecha de este escrito, 2005, cuando se celebran 1700 años de su martirio. En ese año el milagro tuvo lugar mientras las religiosas oraban en el coro del templo y ante la presencia de cientos de visitantes. El monasterio abre las puertas al público para que todos sean testigos. En algunas ocasiones, la sangre ha tardado en solidificarse para señalar alguna crisis, como ocurrió durante las dos guerras mundiales.


Muchas veces se ha intentado explicar el fenómeno mediante mecanismos netamente naturales, como la temperatura o las fases de la luna. Sin embargo, ninguna de las explicaciones ha resultado satisfactoria para la ciencia. La iglesia no se ha definido sobre el milagro. Las hermanas dicen sencillamente que es "un regalo de Dios".


Para facilitar la vista del público y evitar el deterioro de la reliquia, en el 1995 las monjitas instalaron monitores de televisión que aumentan diez veces la imagen de la cápsula que contiene la sangre del santo.


La sangre de un médico mártir se licúa. ¿Qué nos dice Dios con este portento?.


Acaso no necesitamos este testimonio valiente de quien dio su vida por la fe. Su sangre nos recuerda nuestra propia responsabilidad de vivir la fe en un tiempo donde tantos caen en la apostasía o simplemente en la indiferencia. Cuanto necesitamos el ejemplo de San Pantaleón, quien supo vivir su profesión al servicio de Jesucristo.


¡Felicidades a los que lleven este nombre!



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Virgen, religiosa de la

Congregación de las Crucificadas Adoratrices de la Eucaristía


Nació el 23 de septiembre de 1866 en Barra (Nápoles, Italia). Fue bautizada al día siguiente con el nombre de Maria Grazia. Sus padres, Leopoldo Tarallo y Concetta Borriello, tuvieron otros seis hijos, dos de los cuales murieron muy pronto. Dos de las hijas fueron también religiosas en el instituto en el que ingresó la sierva de Dios.

Sus padres, que le dieron una sólida formación humana y cristiana, vivían aún cuando murió María de la Pasión y colaboraron como testigos en el proceso canónico. Su madre declaró en dicho proceso:


"Desde muy pequeña se mostraba siempre dócil y tranquila, le gustaba estar apartada. Al ser la primera de mis hijas, con amor y empeño superiores a su edad, me ayudaba en los quehaceres de la casa y se ocupaba también de enseñar a sus hermanas pequeñas lo que ella aprendía en la escuela".


Deseaba ardientemente recibir la Eucaristía. En su autobiografía escribe: "Cuando iba a la santa misa con mi madre, viendo a las personas que se acercaban a la mesa eucarística, me ponía a llorar porque quería recibir también yo la sagrada Comunión, pero no me lo permitían". Por fin pudo hacerlo, a los siete años, el Lunes santo de 1873. Recibió el sacramento de la Confirmación a los diez años, el 28 de julio de 1876.


Terminada la escuela primaria, Maria Grazia aprendió y luego ejerció el oficio de costurera.

Su vida estaba totalmente orientada hacia la perfección cristiana y la vida consagrada. Como Terciaria Franciscana vivía los consejos evangélicos.


A los veintidós años, cuando pensaba que ya pertenecía completamente a Jesús, su padre, que se oponía a esa vocación, trató de disuadirla imponiéndole la aceptación del matrimonio. El joven Raffaelle Aruto le había pedido la mano de María Grazia.


Ante su padre autoritario no se atrevió a negarse, convencida de que a pesar de ello el matrimonio no se realizaría, pues nuestro Señor Jesucristo se lo había asegurado en su interior. Así, el 13 de abril de 1889 se llevó a cabo el matrimonio civil, dejando para más adelante el religioso, como era tradición en aquella región. Pero esa misma tarde, durante el banquete para celebrarlo, Raffaelle se sintió mal por un ataque de hemoptisis y los médicos le aconsejaron que se trasladara a Torre del Greco para respirar aire más salubre. Allí murió nueve meses después del matrimonio civil, el 27 de enero de 1890.


El padre de Maria Grazia quiso imponerle un segundo matrimonio, pero ella le dijo: "Padre, ¿ni siquiera ahora quiere rendirse? Habiendo visto lo que ha sucedido ¿no se convence de que yo debo ser monja?". Por fin su padre la dejó seguir su camino para entregarse sin reservas a Dios en la vida consagrada.


El 1 de junio de 1891, juntamente con su hermana Drusiana, entró en el convento de las religiosas Crucificadas Adoratrices de la Eucaristía, fundada por la sierva de Dios María Pía Notari. Su hermana Giuditta entró en la congregación tres años después.


Durante el proceso canónico, la fundadora, que le había dado el nombre de María de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, dio testimonio de su vida virtuosa y de su fama de santidad.


La maestra de novicias declaró sobre sor María: "Durante su noviciado, bajo mi dirección, cumplió con admirable exactitud todos sus deberes religiosos, distinguiéndose entre sus compañeras especialmente en las virtudes de la santa obediencia y la humildad. No llamaba para nada la atención".


Realizó plenamente su vocación por amor a la Pasión de Jesús crucificado, a la Eucaristía y a la Virgen de los Dolores. Decía: "Me llamo sor María de la Pasión y debo asemejarme al Maestro".


Recibió varios encargos, entre ellos la dirección espiritual de sus hermanas como maestra de novicias, pero también otros más humildes, como cocinera, ropera y portera. Entre todos los trabajos prefería el de fabricar las hostias para la santa misa, pues lo veía como una prolongación de la adoración eucarística y como parte del carisma de su instituto.


Oraba continuamente; pasaba mucho tiempo del día, y a veces durante la noche, orando en el último lugar del coro, y permanecía en íntimo diálogo con Dios. La oración era el alimento de su alma.


Siempre fue ejemplar y edificante en la caridad y en la oración, y toda la comunidad la admiraba.

En uno de sus escritos manifiesta su ardiente celo apostólico con estas palabras: "Mientras en la tristeza de mi corazón consideraba hasta qué punto llega el encendido amor del Corazón del Verbo divino a los hombres, y que estos corresponden a tan gran amor con las más negras ingratitudes, me dije: Ah, Dios mío, ojalá pudiera salir al mundo para gritar por las plazas: Oh mundo ciego, abre los ojos y conoce a este Dios y ámalo. (...) El Amor no es amado, porque no es conocido".

Vivió los últimos días de su vida alimentándose únicamente de la Eucaristía.


Murió el 27 de julio de 1912.


Su fama de santidad se extendió por la heroicidad de las virtudes, por haberse ofrecido como víctima por los pecadores y los sacerdotes, y también por los dones sobrenaturales que coronaron el camino de su espiritualidad, santidad y mística.


Su aspiración era: "Quiero llegar a ser santa, amando a Cristo en la Eucaristía, sufriendo con Cristo crucificado, viendo a Cristo en los demás".


Fue beatificada el 14 de mayo de 2006.



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Nació en Villena el 14 de marzo de 1913, en el seno de una familia sencilla de agriculores. Felipe, de carácter inquieto y algo revoltoso, ingresó a los 9 años en el Colegio Salesiano de su ciudad natal. Mientras estudiaba la enseñanza elemental, sintió la llamada de Dios a consagrarse como religiosos salesiano. En el otoño de 1924 ingresa en el Seminario de Campello.

En el año 1929 hizo su noviciado en Gerona, pronunciando los votos el día 1 de agosto de 1930. Terminados los estudios de Filosofía, comenzó su trienio práctico en Ciudadela (Menorca),donde uno de sus alumnos lo describe:


"alegre y expansivo, sabía contagiar a los niños su dinamismo, ponía especial interés en que los niños aprendieran a ayudar debidamente la santa misa. Era el clerigo ideal, que atraía por su piedad, la cual vivía realmente, y que trataba a todos con cariño y con una delicadeza extremada".


En octubre de 1935 marchó a Carabanchel Alto para comenzar sus estudios de Teología, yendo en el verano de 1936 a pasar las vacaciones a la Casa de Sarriá, donde encontró la muerte el 27 de julio por la noche, junto a dos salesianos más, D. Jaime Ortiz y D. Zacarías Abadía, y un sacerdote del Corazón de María, el P. Casals.


Debiendo salir de Sarriá, don Felipe, con el Hermano coadjtutor don Jaime Ortiz y un joven alumno de la Escuela de Mecánica, se dirigieron a una pensión de la calle Diputación, donde estaba hospedado un hermano del referido joven.


Con frecuencia se ponían en contacto con otros salesianos en lugares prefijados, para ayudarse y comunicarse las noticias más importantes. Los ratos que permnecían en la pensión, los dedicaban a la oración. A medida que pasaba el tiempo se iban dando cuenta de la verdadera gravedad de la situación.


Habiendo encontrado la casa de un capellán, acudían con frecuencia para oír la Santa Misa y confesarse. Aconsejados que se abstuvieran de semejantes imprudencias en las circunstancias en que se encontraban, Felipe contestó:


"Si he de morir, prefiero ver la muerte cara a cara y no ser sorprendido en la ratonera"


Un atardecer, mientras los religiosos se encontraban en la pensión, fueron detenidos. Ante el Comité que les juzgó, Jaime, según un testigo, confeso su condición de religioso salesiano, y que su misión era la de educar a la juventud obrera, a la cual por la módica pensión de dos pesetas diarias, el colegio proporcionaba alimentación, educación y una formación profesional que les permitía ganarse honradamente la vida. Murió el 27 de julio.


Fue beatificado por Juan Pablo II el 11 de marzo de 2001.



8:58 p.m.

Una antigua tradición, datada ya en el siglo II, atribuye los nombres de Joaquín y Ana a los padres de la Virgen María. El culto aparece para Santa Ana ya en el siglo VI y para San Joaquín un poco más tarde. La devoción a los abuelos de Jesús es una prolongación natural al cariño y veneración que los cristianos demostraron siempre a la Madre de Dios.

La antífona de la misa de hoy dice: "Alabemos a Joaquin y Ana por su hija; en ella les dio el Señor la bendición de todos los pueblos".


La madre de nuestra Señora, la Virgen Maria, nació en Belén. El culto de sus padres le está muy unido. El nombre Ana significa "gracia, amor, plegaria". La Sagrada Escritura nada nos dice de la santa. Todo lo que sabemos es legendario y se encuentra en el evangelio apócrifo de Santiago, según el cual a los veinticuatro años de edad se casó con un propietario rural llamado Joaquín, galileo, de la ciudad de Nazaret. Su nombre significa "el hombre a quien Dios levanta", y, según san Epifanio, "preparación del Señor". Descendía de la familia real de David.


Moraban en Nazaret y, según la tradición, dividían sus rentas anuales, una de cuyas partes dedicaban a los gastos de la familia, otra al templo y la tercera a los más necesitados.


Llevaban ya veinte años de matrimonio y el hijo tan ansiado no llegaba. Los hebreos consideraban la esterilidad como algo oprobioso y un castigo del cielo. Se los menospreciaba y en la calle se les negaba el saludo. En el templo, Joaquin oía murmurar sobre ellos, como indignos de entrar en la casa de Dios.


Joaquín, muy dolorido, se retira al desierto, para obtener con penitencias y oraciones la ansiada paternidad Ana intensificó sus ruegos, implorando como otras veces la gracia de un hijo. Recordó a la otra Ana de las Escrituras, cuya historia se refiere en el libro de los Reyes: habiendo orado tanto al Señor, fue escuchada, y asi llegó su hijo Samuel, quien más tarde seria un gran profeta.


Y así también Joaquín y Ana vieron premiada su constante oración con el advenimiento de una hija singular, Maria. Esta niña, que había sido concebida sin pecado original, estaba destinada a ser la madre de Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado.


Desde los primeros tiempos de la Iglesia ambos fueron honrados en Oriente; después se les rindió culto en toda la cristiandad, donde se levantaron templos bajo su advocación.


Aunque el culto de la madre de la santísima Virgen Maria se había difundido en Occidente, especialmente desde el siglo XlI, su fiesta comenzó a celebrarse en el siglo siguiente

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8:58 p.m.
El beato Tito Brandsma nació en Bolsward, Holanda, 23 de febrero de 1881; murió en Dachau, Alemania, el 26 de julio de 1942) fue un sacerdote carmelita y profesor de filosofía holandés conocido por su vehemente oposición a la ideología nazi y a sus pronunciamientos en contra de la misma desde antes de la Segunda Guerra Mundial.

Procedente de una familia tradicional católica, Brandsma se incorporó a la orden de los carmelitas el 17 de septiembre de 1898, donde recibió el nombre religioso Titus (Tito).


Ordenado sacerdote en 1905, Brandsma fue un estudioso brillante de la mística carmelita, disciplina en la que se doctoró en filosofía en Roma en 1909. A continuación, enseñó en varias escuelas en los Países Bajos. Entre sus logros se encuentra una traducción de las obras de Santa Teresa de Ávila al holandés.


La abundante documentación recogida por el estudioso en su publicación del misticismo holandés es la base para el actual Instituto Tito Brandsma de Nijmegen, dedicado al estudio de la espiritualidad.


Brandsma fue uno de los fundadores de la Universidad Católica de Nijmegen (actualmente Universidad Radboud), donde se convirtió en profesor de filosofía e historia de la mística durante el curso 1923-1924]]. Más tardefue elegido Rector Magnífico.


El padre Brandsma también trabajó como periodista y fue consejero eclesiástico de varios periódicos católicos a partir de 1935. Fue su lucha contra la propagación de la ideología nazi y por la educación y la libertad de prensa lo trajo que llamó la atención de los nazis.


Fue detenido en enero de 1942, cuando trataba de persuadir a los periódicos católicos holandeses para que no incluyesen propaganda nazi en sus ediciones, contraviniento la ley nazi para los territorios ocupados.


Previamente había colaborado en la elaboración una Carta Pastoral que se leyó en todas las parroquias por la que los obispos holandeses condenaban oficialmente las medidas antisemitas nazis y las primeras deportaciones de judíos. En dicha carta se afirmaba que el nazismo era incompatible per se con el catolicismo.


Después de la carta, los nazis deportaron a los primeros c. de 3000 judíos procedentes de los Países Bajos, todos ellos convertidos al catolicismo.


El mismo Brandsma fue detenido en 1942 y trasladado a Dachau el 13 de junio, después de haber sido prisionero en Scheveningen, Amersfoort, y Cleves. En Dachau fueron reunidos la mayoría de los prisioneros cristianos detenidos por los nazis.


Brandsma murió el 26 de julio de 1942, a causa una inyección letal administrada por un médico de las SS Allgemeine.


Fue beatificado el 3 de noviembre de 1985 por Juan Pablo II. Su fiesta se celebra el día 27 de julio.


En 2005, Tito Brandsma fue elegido por los habitantes de Nijmegen como el ciudadano más grande de la ciudad en su historia.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!



8:58 p.m.
Nació en Lovere, en Bergamo, en la región de Lombardía en el norte de Italia.

Desde niña, Santa Bartolomea se mostró precoz y despierta, y siempre mostró interés por enseñar. Con todo su afán por aprender, a los 11 años ingresó al monasterio de las Clarisas de Lovere, y en 1822 obtiene certificación de educadora.


Dos años después regresó al hogar familiar, donde abrió una pequeña escuela para muchachas pobres. Sucedió que por su actividad pedagógica tuvo contacto con otra persona nacida también en Lovere, y que también alcanzaría la santidad.


En efecto, Santa Bartolomea Capitanio entra en contacto con Santa Vicenta Gerosa (1784-1847) (28 de junio), quien sería su amiga, compañera y asociada.


En 1829, Santa Bartolomea comenzó a trabajar como directora en el hospital para pobres que habían fundado las hermanas Gerosa en la misma villa de Lovere.


Cuando Santa Bartolomea y Santa Vicenta se conocen más íntimamente e intercambian ideas, ambas contemplan la grandiosa posibilidad de trabajar juntas en favor de la juventud, especialmente de género femenino.


Así fundan entre las dos la Congregación de Hermanas de María Niña, en 1832, instalándose en un antiguo edificio abandonado que llevaba el nombre de Casa Gaya, y que la gente empezó a llamar “El Conventito”.


Luego de hacer solemnes votos de pobreza, obediencia y caridad, se ofrendaron a sí mismas al servicio de los pobres. Su Instituto abarcaba escuela, orfelinato y congregaciones, y se daban tiempo además de atender el hospital.


El proyecto de ambas fue creciendo con rapidez asombrosa, acogiendo cada vez a más discípulas. Sin embargo, cuando apenas era el comienzo de una obra que llegaría a ser por demás fructífera, Santa Bartolomea falleció súbitamente, a la edad de 26 años.


A pesar de su breve vida, Santa Bartolomea Capitanio destacó en la perfección del servicio a los demás. Fue canonizada junto con Santa Vicenta Gerosa en 1950 por el papa Pío XII.


Santa Bartolomea nos enseña la importancia de enseñar a los niños mediante el amor.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!



8:58 p.m.
Martirologio Romano: En La Valetta, capital de la isla de Malta, beato Jorge Preca, presbítero, que se entregó amorosamente a la formación catequética de los niños y fundó la Sociedad de la Doctrina Cristiana, cuya misión es ser testigos de la Palabra de Dios y propagarla.

Etimología: Jorge = Aquel que trabaja la tierra, es de origen griego


Nació en La Valletta, Malta, el 12 de febrero de 1880. El 17 de febrero fue bautizado en la iglesia parroquial de la Santísima Virgen María de Puerto Salvo.


En 1888 la familia se trasladó a la ciudad comercial de Hamrun —poco distante de La Valletta—, en cuya iglesia parroquial recibió la Confirmación y la primera Comunión.


Terminado el bachillerato, entró al seminario. Era muy apreciado por sus compañeros, a los que solía hacer breves reflexiones espirituales. Especialmente marcaron su vida, como una meta y una misión, las palabras que le dirigió un día su confesor y director espiritual: "Dios te ha elegido para enseñar a su pueblo".


Fue ordenado sacerdote el 22 de diciembre de 1906. Durante algunas semanas sólo salió de casa para celebrar la santa misa; el resto del tiempo lo pasaba en oración y contemplación.


Algunos lo definieron "el san Felipe Neri de Malta". Se propuso como objetivo principal de su vida preparar a los jóvenes para que ellos a su vez dieran la necesaria formación religiosa a los demás. Recién ordenado sacerdote comenzó a reunirse con algunos jóvenes de Hamrun para formarlos en la lectura de la sagrada Escritura. Así nació, en marzo de 1907, la "Sociedad de la Doctrina Cristiana".


Al inicio, don Jorge llamó a su asociación "Societas Papiduum et Papidissarum", pues quería que tuvieran una devoción filial al Vicario de Cristo. Pero luego, escogió como nombre Museum —museo para conservar la palabra de Dios—, palabra que el siervo de Dios convirtió en un acróstico: Magister, utinam sequatur Evangelium universus mundus, es decir: "Maestro, ojalá que todo el mundo siga el Evangelio". Ese fue el gran anhelo que impulsó a don Jorge a lo largo de toda su vida.


En el año 1910 se inauguró la sección femenina. Con el paso del tiempo se fue definiendo la fisonomía de la Sociedad: laicos, trabajadores, célibes, totalmente entregados al apostolado de la catequesis, tanto de niños como de adultos, una vida de gran disciplina, modestia en el vestido, una serie de oraciones para rezar de memoria cada cuarto de hora ("El reloj del Museum"), una hora de catequesis cada día en centros abiertos en casi todas las parroquias de las islas maltesas, y luego una hora de formación permanente.


La Sociedad atravesó momentos de dificultad y prueba. En 1909 don Jorge recibió la orden de cerrar todos los centros, y obedeció sin quejas. Ante las protestas de los párrocos el obispo revocó la orden. En los años 1914-1915 aparecieron en los periódicos de Malta artículos infamantes contra la Sociedad, pero don Jorge pidió a todos los socios que los aceptaran con mansedumbre y serenidad.


La erección canónica de la Sociedad de la Doctrina Cristiana tuvo lugar el 12 de abril de 1932. Durante la segunda guerra mundial se desarrolló, desempeñando su actividad en casi todas las parroquias de las islas de Malta y de Gozo.


Don Jorge se prodigó como apóstol del Evangelio. Escribió numerosos libros de dogmática, ascética y moral. Pero sobre todo destacó por la divulgación de la palabra de Dios, traducida al maltés, presentada en textos breves, fáciles de memorizar, o en libritos de meditación.

Como consejero y director espiritual, brilló por su prudencia y sabiduría. Mucha gente acudía a él para recibir una palabra de consuelo y aliento.


Fue también gran apóstol del misterio de la Encarnación. Propagó la devoción a las palabras "Verbum Dei caro factum est" (Jn 1, 14), estableciendo que los miembros de la Sociedad las tomaran como lema. Y les pidió que, la víspera de Navidad, organizaran en cada aldea una celebración en honor de Jesús Niño.


En los momentos de prueba se encomendó totalmente a la protección de la Virgen. El 21 de julio de 1918 se inscribió en la Tercera Orden Carmelitana, eligiendo, al profesar, el nombre de fray Franco. Además, quiso que todos los socios, y los niños que frecuentaban sus secciones, llevaran el escapulario del Carmen. Tuvo una devoción particular a la Virgen del Buen Consejo y divulgó con empeño la medalla milagrosa.


En 1952 la Sociedad comenzó su apostolado fuera de Malta: cinco miembros fueron enviados a Australia. Hoy tiene centros en Inglaterra, Albania, Kenia, Sudán y Perú.


Después de una vida de entrega total al apostolado, don Jorge murió, con fama de santidad, el 26 de julio de 1962 en su casa en Santa Venera, Malta.


El Papa Juan Pablo II lo beatificó el 9 de mayo de 2001 en Malta.


El Papa Benedicto XVI lo canonizó el 3 de Junio de 2007 en ceremonia efectuada en la Plaza de San Pedro.


Reproducido con autorización de Vatican.va



8:58 p.m.
Martirologio Romano: En Centonara D´Artò, provincia de Novara, Italia, Beata Maria Pierina de Micheli (en el siglo Giuseppina), religiosa del Instituto de las Hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires, Argentina. ( 1945)

Fecha de Beatificación: 30 de mayo de 2010 durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI.



El 11 de septiembre de 1890 nació en Milán (Italia) Josefina De Micheli. A la edad de 12 años, un Viernes Santo, esperando el turno para besar el crucifijo oyó una voz interior que le dijo: “¿Nadie me da un beso de amor en el Rostro para reparar el beso de Judas?”. Llegado el momento, como ella misma lo relata, le dio un fuerte beso con todo el ardor de su corazón. Con el pasar de los años, esta devoción fue creciendo.

En Milán, cerca de la casa de la familia De Micheli, en 1912 se establece una comunidad de la congregación “Hijas de la Inmaculada Concepción”, venida de la Argentina, a la que el párroco de San Pietro in Sala le confía el oratorio femenino.


El 15 de octubre de 1913, a la edad de 23 años, Josefina ingresa a esta Congregación y es recibida por la Fundadora, Sierva de Dios María Eufrasia Iaconis.


Al año siguiente, en la ceremonia de la vestición religiosa, recibe el nombre de María Pierina. Cuatro años después de emitir los primeros votos, es destinada con otras compañeras a la Casa Madre de la Congregación, en Buenos Aires. Allí, en 1921, se consagra para siempre, con la emisión de los votos perpetuos, y en noviembre del mismo año, vuelve a Milán.


Luego de ser durante varios años Superiora de Milán, en 1939 pasa a Roma como Superiora de una nueva casa y en 1940 recibe el nombramiento de Superiora Regional.


Medalla de la Santa FazCon la bendición y el aliento de Pío XII, acuña y difunde la medalla que la Santísima Virgen le había pedido. La Madre Pierina comunica al Papa que, el 31 de mayo de 1938, mientras oraba en la Capilla de Milán, tuvo una visión en la que la Virgen María le mostraba un escapulario formado por dos retazos de tela blanca: uno con la imagen del Divino Rostro y a su alredor el texto "Illumina, Domine, vultum tuum super nos" (Ilumínanos con tu rostro o Señor), y sobre el otro lado una Hostia resplandeciente y a su alrededor el texto "Mane nobiscum Domine" (Estás con nosotros Señor).


Ese escapulario, reemplazado luego por la medalla, será “un arma de defensa, un escudo de fortaleza, una prenda de amor y misericordia que Jesús quiere dar al mundo”. Promete a los que la lleven y hagan los días martes una visita al Santísimo Sacramento, “ser fortificados en la fe, prontos a defenderla y a superar todas las dificultades internas y externas” y además “una muerte serena bajo la mirada de su Divino Hijo”.


Transcurridos los duros años de la Segunda Guerra Mundial y apenas le fue posible, la Madre Pierina parte el 7 de junio de 1945 de Roma hacia Milán en un camión, con el deseo de volver a ver a las Hermanas.


En los primeros días de julio llega a la casa “Santo Volto” (Santo Rostro) en Centonara D´Artò, provincia de Novara, donde habían trasladado el Noviciado. Enferma gravemente y allí, el 26 de julio de 1945, a la edad de 54 años, se duerme en el Señor rodeada por sus hijas espirituales.


Carisma específico de la Madre María Pierina


María Pierina De Micheli vivió intensamente el carisma de las “Hijas de la Inmaculada Concepción”. Amó profundamente a la Virgen Inmaculada con un corazón siempre dispuesto a aceptar la voluntad de Dios. Manifiesta en su Diario: “Quiero pedir cada día a la Virgen la gracia de vivir en un abandono gozoso…”.


Como don personal experimentó un incondicional amor al Divino Rostro de Jesús, que se le presentó numerosas veces, haciéndole participar de sus sufrimientos y pidiéndole que se entregase como reparadora por la santificación de los sacerdotes y la conversión de los pecadores, gozando también de las consolaciones propias de los místicos.


La medalla que ella acuñó fue instrumento de numerosas gracias y se sigue difundiendo a lo largo de los años.


Congregación Hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires


La familia religiosa de las Hijas de la Inmaculada Concepción nació en Buenos Aires en 1904, fundada por la Sierva de Dios María Eufrasia Iaconis.


Sus miembros se sienten llamadas a vivir su identidad eclesial con un carisma particular, inspirando la vida espiritual y el apostolado en el misterio de la Inmaculada Concepción.


Animadas de esta específica espiritualidad mariana, las Hijas de la Inmaculada Concepción están disponibles a la Voluntad de Dios, a favor de los hermanos, cultivando una gran apertura a las necesidades de la Iglesia, siguiendo el ejemplo de su Fundadora, una mujer fuerte y fiel, que enfrentó grandes dificultades, dispuesta a cualquier sacrificio por el bien de la Congregación.


La Madre María Eufrasia Iaconis llegó a la Argentina a fines del siglo XIX, y su primera tarea fue la asistencia a los enfermos en el Hospital Italiano de Buenos Aires. Más tarde se lanzó a la tarea educativa, fundando colegios en diversas provincias del país. Su espíritu incansable y generoso la llevó a fundar también en Milán, Italia. Falleció el 2 de agosto de 1916, a la edad de 48 años.


Sus hijas, con el deseo de ser la presencia de María en el mundo de hoy, desarrollan su apostolado en colegios, hospitales, hogares de ancianos, pensionados, guarderías infantiles, 1arroquias y obras misioneras.


En la Argentina se encuentran presentes en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos. El carisma se ha extendido a Italia, España, Brasil, Chile y México.



2:00 p.m.
Martirologio Romano: En Rieti, ciudad de la Sabina, san Balduíno, abad, discípulo de san Bernardo en el monasterio de Claraval, que fue enviado por el mismo san Bernardo a esta ciudad para fundar y regir el monasterio de San Mateo sub Lacu (1140).

Etimología: Balduino = compañero valiente. Viene de la lengua alemana.


Balduino era hijo de Berardo, conde los Marsi, y hermano de Reinaldo, abad del monasterio de Monte Casino. Más tarde el Papa Inocencio II lo nombró cardenal en 1138.


Balduino prefirió ser un monje cisterciense. Y tuvo la suerte de estar bajo la égida y dirección del propio san Bernardo de Claraval.


Apenas se ordenó de sacerdote, lo enviaron a un monasterio en el que encontró muchas dificultades. Pero detrás tenía a Bernardo para orientarlo y ayudarle en todo lo que necesitaba.


Murió joven en el año 1140, y está enterrado en la catedral de Rieti, Italia.


En seguida empezó el culto a san Balduino. La gente admiraba en él su santidad, la riqueza de gracias con que Dios lo había adornado, los milagros que hacía en su nombre para la mayor gloria de Dios.


De hecho, sus reliquias se conservan en al altar de la Capilla "de las Gracias".


Todo el rico mundo interior d Balduino tenía la fuente milagrosa de la unión con Dios, de su oración continuada. El trabajo era para él oración, y ésta es el mejor medio para avanzar por la senda a la que Dios llama a todo ser humano que quiere ser más él mismo.


La abadía que rigió durante años, es todo un testimonio de cómo viviendo la oración, llevando una vida austera y entregándose con amor a los hermanos, todo resulta fácil. Por eso, Balduino, siguiendo este tipo d vida, escaló la santidad.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com



2:00 p.m.
Martirologio Romano: En Madrid, España, Beato Cándido Castán San José, Beato Francisco Esteban Lacal y 21 compañeros de la Congregación de Misioneros Oblatos de María Inmaculada, asesinados por oído a la fe. ( 1936)

Fecha de beatificación: 17 de diciembre de 2011, durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI



Cándido Castán San José nació en Benifayó (Valencia) el 5 de agosto de 1894.Era un padre de familia que desde hacía varios años vivía con su esposa y sus hijos en Pozuelo de Alarcón en la colonia de San José.

Empleado de ferrocarriles de la Compañía del Norte de España, había estudiado bachillerato en el colegio de los Hnos. del Sagrado Corazón en Miranda de Ebro, donde había sido destinado su padre como Jefe de Estación. Después hizo estudios espe­ciales relativos a materiales ferroviarios. En 1936 prestaba sus servicios en dicha Compañía como empleado principal. Tenía dos hijos, Teresa de 15 años y José María de 8.


Cristiano coherente, militante católico, era a la sazón Presidente de la Confederación Nacional de Obreros Católicos. Presidente así mismo de los Ferroviarios Católicos, sección de Madrid-Norte y afiliado a la Adoración Nocturna. ¿Cómo se unió al "martirologio oblato"?Porque fue sacado de su casa y recluido, junto con otros seglares católicos, en el convento de los Misioneros Oblatos, provisionalmente convertido en prisión, y asesinado con el primer grupo de Oblatos. Entre sus descendientes, tiene un nieto sacerdote y una nieta religiosa.


Detención y martirio


El día 18 de julio sufre en su domicilio un primer registro, que nos describe vivencialmente su hija, testigo de visu: "Se presentaron en casa unos milicianos, so pretexto de encontrar armas, que, por supuesto, no existían… Cuando terminaron, le ordenaron que no se moviera de casa". Cuatro días más tarde, el 23 de julio hacia mediodía, fue obligado a abandonar su casa por un grupo de "milicianos del comité revolucionario de Pozuelo". Su hija Teresa fue testigo directo de su detención. Desde allí es conducido prisionero a la casa de los Misioneros Oblatos.


Recluido la noche del 23 de julio, es visitado por su esposa que le lleva comida y cena. En la noche del 23 al 24 de julio es sacado del convento con siete Oblatos y ejecutado junto con ellos en la Casa de Campo, parque situado entre Pozuelo y Madrid. Tenía 42 años.


Este grupo de mártires está integrado por:


1. FRANCISCO ESTEBAN LACAL, sacerdote profeso, Misioneros Oblatos de María Inmaculada

nacimiento: 08 Febrero 1888 en Soria (España)

martirio: 28 Noviembre 1936 en Paracuellos de Jarama, Madrid (España)


2. FRANCISCO POLVORINOS GÓMEZ, clérigo profeso, Misioneros Oblatos de María Inmaculada

nacimiento: 29 Enero 1910 en Calaveras de Arriba, León (España)

martirio: 24 Julio 1936 en Pozuelo de Alarcón, Madrid (España)


3. MANUEL GUTIÉRREZ MARTÍN, clérigo profeso, Misioneros Oblatos de María Inmaculada

nacimiento: 01 Enero 1913 en Fresno del Río, Palencia (España)

martirio: 24 Julio 1936 en Pozuelo de Alarcón, Madrid (España)


4. CECILIO VEGA DOMÍNGUEZ, clérigo profeso, Misioneros Oblatos de María Inmaculada

nacimiento: 08 Septiembre 1913 en Villamor de Obrigo, León (España)

martirio: 24 Julio 1936 en Pozuelo de Alarcón, Madrid (España)


5. JUAN PEDRO DEL COTILLO FERNÁNDEZ, clérigo profeso, Misioneros Oblatos de María Inmaculada

nacimiento: 01 Mayo 1914 en Siero de la Reina, León (España)

martirio: 24 Julio 1936 en Pozuelo de Alarcón, Madrid (España)


6. JUSTO GONZÁLEZ LORENTE, clérigo profeso, Misioneros Oblatos de María Inmaculada

nacimiento: 14 Octubre 1915 en Villaverde de Arcayos, León (España)

martirio: 24 Julio 1936 en Pozuelo de Alarcón, Madrid (España)


7. PASCUAL ALÁEZ MEDINA, clérigo profeso, Misioneros Oblatos de María Inmaculada

nacimiento: 11 Mayo 1917 en Villaverde de Arcayos, León (España)

martirio: 24 Julio 1936 en Pozuelo de Alarcón, Madrid (España)


8. JOSÉ VEGA RIAÑO, sacerdote profeso, Misioneros Oblatos de María Inmaculada

nacimiento: 19 Mayo 1904 en Siero de la Reina, León (España)

martirio: 07 Noviembre 1936 en Paracuellos de Jarama, Madrid (España)


9. SERVILIANO RIAÑO HERRERO, clérigo profeso, Misioneros Oblatos de María Inmaculada

nacimiento: 20 Abril 1916 en Prioro, León (España)

martirio: 07 Noviembre 1936 en Soto de Aldovea, Torrejón de Ardoz, Madrid (España)


10. JUAN ANTONIO PÉREZ MAYO, sacerdote profeso, Misioneros Oblatos de María Inmaculada

nacimiento: 19 Noviembre 1907 en Santa Marina del Rey, León (España)

martirio: 28 Noviembre 1936 en Paracuellos de Jarama, Madrid (España)


11. VICENTE BLANCO GUADILLA, sacerdote profeso, Misioneros Oblatos de María Inmaculada

nacimiento: 03 Abril 1882 en Frómista, Palencia (España)

martirio: 28 Noviembre 1936 en Paracuellos de Jarama, Madrid (España)


12. GREGORIO ESCOBAR GARCÍA, sacerdote profeso, Misioneros Oblatos de María Inmaculada

nacimiento: 12 Septiembre 1912 en Estella, Navarra (España)

martirio: 28 Noviembre 1936 en Paracuellos de Jarama, Madrid (España)


13. ÁNGEL FRANCISCO BOCOS HERNÁNDEZ, religioso profeso, Misioneros Oblatos de María Inmaculada

nacimiento: 28 Enero 1883 en Ruijas-Valderrible, Santander (España)

martirio: 28 Noviembre 1936 en Paracuellos de Jarama, Madrid (España)


14. JUAN JOSÉ CABALLERO RODRÍGUEZ, clérigo profeso, Misioneros Oblatos de María Inmaculada

nacimiento: 05 Marzo 1912 en Fuenlabrada de los Montes, Badajóz (España)

martirio: 28 Noviembre 1936 en Paracuellos de Jarama, Madrid (España)


15. JUSTO GIL PARDO, clérigo profeso, Misioneros Oblatos de María Inmaculada

nacimiento: 18 Octubre 1910 en Lúquin, Navarra (España)

martirio: 28 Noviembre 1936 en Paracuellos de Jarama, Madrid (España)


16. MARCELINO SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, religioso profeso, Misioneros Oblatos de María Inmaculada

nacimiento: 30 Diciembre 1910 en Santa Marina del Rey, León (España)

martirio: 28 Noviembre 1936 en Paracuellos de Jarama, Madrid (España)


17. PUBLIO RODRÍGUEZ MOSLARES, clérigo profeso, Misioneros Oblatos de María Inmaculada

nacimiento: 12 Noviembre 1912 en Tiedra, Valladolid (España)

martirio: 28 Noviembre 1936 en Paracuellos de Jarama, Madrid (España)


18. JOSÉ GUERRA ANDRÉS, clérigo profeso, Misioneros Oblatos de María Inmaculada

nacimiento: 13 Noviembre 1914 en León (España)

martirio: 28 Noviembre 1936 en Paracuellos de Jarama, Madrid (España)


19. ELEUTERIO PRADO VILLAROEL, religioso profeso, Misioneros Oblatos de María Inmaculada

nacimiento: 20 Febrero 1915 en Prioro, León (España)

martirio: 28 Noviembre 1936 en Paracuellos de Jarama, Madrid (España)


20. DANIEL GÓMEZ LUCAS, clérigo profeso, Misioneros Oblatos de María Inmaculada

nacimiento: 10 Abril 1916 en Hacinas, Burgos (España)

martirio: 28 Noviembre 1936 en Paracuellos de Jarama, Madrid (España)


21. JUSTO FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, clérigo profeso, Misioneros Oblatos de María Inmaculada

nacimiento: 02 Noviembre 1916 en Huelde, León (España)

martirio: 28 Noviembre 1936 en Paracuellos de Jarama, Madrid (España)


22. CLEMENTE RODRÍGUEZ TEJERINA, clérigo profeso, Misioneros Oblatos de María Inmaculada

nacimiento: 23 Julio 1918 en Santa Olaja de la Varga, León (España)

martirio: 28 Noviembre 1936 en Paracuellos de Jarama, Madrid (España)


23. CÁNDIDO CASTÁN SAN JOSÉ laico, de la arquidiócesis de Madrid, casado

nacimiento: 05 Agosto 1894 en Benifaió, Valencia (España)

martirio: 24 Julio 1936 en Pozuelo de Alarcón, Madrid (España)



1:59 p.m.
Martirologio Romano: Santa Brígida, religiosa, nacida en Suecia, que contrajo matrimonio con el noble Ulfo, del que tuvo ocho hijos, a los cuales educó piadosamente, consiguiendo al mismo tiempo con sus consejos y con su ejemplo que su esposo llevase una vida de piedad. Muerto éste, peregrinó a muchos santuarios y dejó varios escritos, en los que habla de la necesidad de reforma tanto de la cabeza como de los miembros de la Iglesia. Puestos los fundamentos de la Orden del Santísimo Salvador, en Roma pasó de este mundo al cielo (1373).

Etimológicamente: Brigida = Aquella que es poderosa y fuerte, el origen es incierto, posiblemente hebreo o céltico



SANTA BRIGIDA era hija de Birgerio, gobernador de Uplandia, la principal provincia de Suecia. La madre de Brígida, Ingerborg; era hija del gobernador de Gotlandia oriental. Ingerborg murió hacia 1315 y dejó varios hijos. Brígida, que tenía entonces doce años aproximadamente, fue educada por una tía suya en Aspenas. A los tres años, hablaba con perfecta claridad, como si fuese una persona mayor, y su bondad y devoción fueron tan precoces como su lenguaje. Sin embargo, la santa confesaba que de joven había sido inclinada al orgullo y la presunción.

La Pasión: centro de su vida

A los siete años tuvo una visión de la Reina de los cielos. A los diez, a raíz de un sermón sobre la Pasión de Cristo que la impresionó mucho, soñó que veía al Señor clavado en la cruz y oyó estas palabras: "Mira en qué estado estoy, hija mía." "¿Quién os ha hecho eso, Señor?", preguntó la niña. Y Cristo respondió: "Los que me desprecian y se burlan de mi amor." Esa visión dejó una huella imborrable en Brígida y, desde entonces, la Pasión del Señor se convirtió en el centro de su vida espiritual.


Matrimonio

Antes de cumplir catorce años, la joven contrajo matrimonio con Ulf Gudmarsson, quien era cuatro años mayor que ella. Dios les concedió veintiocho años de felicidad matrimonial. Tuvieron cuatro hijos y cuatro hijas, una de las cuales es venerada con el nombre de Santa Catalina de Suecia. Durante algunos años, Brígida llevó la vida de la época, como una señora feudal, en las posesiones de su esposo en Ulfassa, con la diferencia de que cultivaba la amistad de los hombres sabios y virtuosos.


En la Corte

Hacia el año 1335, la santa fue



llamada a la corte del joven rey Magno II para ser la principal dama de honor de la reina Blanca de Namur. Pronto comprendió Brígida que sus responsabilidades en la corte no se limitaban al estricto cumplimiento de su oficio. Magno era un hombre débil que se dejaba fácilmente arrastrar al vicio; Blanca tenía buena voluntad, pero era irreflexiva y amante del lujo. La santa hizo cuanto pudo por cultivar las cualidades de la reina y por rodear a ambos soberanos de buenas influencias. Pero, aunque Santa Brígida se ganó el cariño de los reyes, no consiguió mejorar su conducta, pues no la tomaban en serio.

Las Visiones

La santa empezó tener por entonces las visiones que habían de hacerla famosa. Estas versaban sobre las más diversas materias, desde la necesidad de lavarse, hasta los términos del tratado de paz entre Francia e Inglaterra. "Si el rey de Inglaterra no firma la paz -decía-- no tendrá éxito en ninguna de sus empresas y acabará por salir del reino y dejar a sus hijos en la tribulación y la angustia." Pero tales visiones no impresionaban a los cortesanos suecos, quienes solían preguntar con ironía: "¿Qué soñó Doña Brígida anoche?"


Problemas familiares y peregrinaciones

Por otra parte, la santa tenía dificultades con su propia familia. Su hija mayor se había casado con un noble muy revoltoso, a quien Brígida llamaba "el Bandolero" y, hacia 1340, murió Gudmaro, su hijo menor. Por esa pérdida la santa hizo una peregrinación al santuario de San Olaf de Noruega, en Trondhjem. A su regreso, fortalecida por las oraciones, intentó con más ahinco que nunca volver al buen camino a sus soberanos. Como no lo lograse, les pidió permiso de ausentarse de la corte e hizo una peregrinación a Compostela con su esposo. A la vuelta del viaje, Ulf cayó gravemente enfermo en Arras y recibió los últimos sacramentos ya que la muerte parecía inminente. Pero Santa Brígida, que oraba fervorosamente por el restablecimiento de su esposo, tuvo un sueño en el que San Dionisio le reveló que no moriría. A raíz de la curación de Ulf, ambos esposos prometieron consagrarse a Dios en la vida religiosa.


Viuda, vida religiosa, aumentan las visiones

Según parece, Ulf murió en 1344 en el monasterio cisterciense de Alvastra, antes de poner por obra su propósito. Santa Brígida se quedó en Alvastra cuatro años apartada del mundo y dedicada a la penitencia. Desde entonces, abandonó los vestidos lujosos, solo usaba lino para el velo y vestía una burda túnica ceñida con una cuerda anudada. Las visiones y revelaciones se hicieron tan insistentes, que la santa se alarmó, temiendo ser víctima de ilusiones del demonio o de su propia imaginación. Pero en una visión que se repitió tres veces, se le ordenó que se pusiese bajo la dirección del maestre Matías, un canónigo muy sabio y experimentado de Linkoping, quien le declaró que sus visiones procedían de Dios. Desde entonces hasta su muerte, Santa Brígida comunicó todas sus visiones al prior de Alvastra, llamado Pedro, quien las consignó por escrito en latín. Ese período culminó con una visión en la que el Señor ordenó a la santa que fuese a la corte para amenazar al rey Magno con el juicio divino; así lo hizo Brígida, sin excluir de las amenazas a la reina y a los nobles. Magno se enmendó algún tiempo y dotó liberalmente el monasterio que la santa había fundado en Vadstena, impulsada por otra visión.


En Vadstena había sesenta religiosas. En un edificio contiguo habitaban trece sacerdotes (en honor de los doce apóstoles y de San Pablo), cuatro diáconos (que representaban a los doctores de la Iglesia) y ocho hermanos legos. En conjunto había ochenta y cinco personas. Santa Brígida redactó las constituciones; según se dice, se las dictó el Salvador en una visión. Pero ni Bonifacio IX con la bula de canonización, ni Martín V, que ratificó los privilegios de la abadía de Sión y confirmó la canonización, mencionan ese hecho y sólo hablan de la aprobación de la regla por la Santa Sede, sin hacer referencia a ninguna revelación privada.


En la fundación de Santa Brígida, lo mismo que en la orden de Fontevrault, los hombres estaban sujetos a la abadesa en lo temporal, pero en lo espiritual, las mujeres estaban sujetas al superior de los monjes. La razón de ello es que la orden había sido fundada principalmente para las mujeres y los hombres sólo eran admitidos en ella para asegurar los ministerios espirituales. Los conventos de hombres y mujeres estaban separados por una clausura inviolable; tanto unos como las otras, asistían a los oficios en la misma iglesia, pero las religiosas se hallaban en una galería superior, de suerte que ni siquiera podían verse unos a otros.


El monasterio de Vadstena fue el principal centro literario de Suecia en el siglo XV. A raíz de una visión; Santa Brígida escribió una carta muy enérgica a Clemente VI, urgiéndole a partir de Aviñón a Roma y establecer la paz entre Eduardo III de Inglaterra y Felipe IV de Francia. El Papa se negó a partir de Aviñón pero, en cambio envió a Hemming, obispo de Abo, a la corte del rey Felipe, aunque la misión no tuvo éxito. Entre tanto, el rey Magno, que apreciaba más las oraciones que los consejos de Santa Brígida, trató de hacerla intervenir en una cruzada contra los paganos letones y estonios. Pero en realidad se trataba de una expedición de pillaje. La santa no se dejó engañar y trató de disuadir al monarca. Con ello perdió el favor de la corte, pero no le faltó el amor del pueblo, por cuyo bienestar se preocupaba sinceramente durante sus múltiples viajes por Suecia.


En Roma e Italia

Había todavía en el país muchos paganos, y Sarta Brígida ilustraba con milagros la predicación de sus capellanes. En 1349, a pesar de que la "muerte negra" hacía estragos en toda Europa, Brígida decidió ir a Roma con motivo del jubileo de 1350. Acompañada de su confesor, Pedro de Skeninge y otros, se embarcó en Stralsund, en medio de las lágrimas del pueblo, que no había de volver a verla. En efecto, la santa se estableció en Roma, donde se ocupó de los pobres de la ciudad, en la espera de la vuelta del Pontífice a la Ciudad Eterna. Asistía diariamente a misa a las cinco de la mañana, se confesaba todos los días y comulgaba varias veces por semana (según era permitido en aquella época). El brillo de su virtud contrastaba con la corrupción de costumbres que reinaba entonces en Roma: el robo y la violencia hacían estragos, el vicio era cosa normal, las iglesias estaban en ruinas y lo único que interesaba al pueblo era escapar de sus opresores. La austeridad de la santa, su devoción a los santuarios, su severidad consigo misma, su bondad con el prójimo, su entrega total al cuidado de los pobres y los enfermos, le ganaron el cariño de muchos. Santa Brígida atendía con particular esmero a sus compatriotas y cada día daba de comer a los peregrinos suecos en su casa que estaba situada en las cercanías de San Lorenzo in Damaso.


Pero su ministerio apostólico no se reducía a la práctica de las buenas obras ni a exhortar a los pobres y a los humildes. En cierta ocasión, fue al gran monasterio de Farfa para reprender al abad, "un hombre mundano que no se preocupaba absolutamente por las almas". Hay que decir que, probablemente, la reprensión de la santa no produjo efecto. Más éxito tuvo su celo por la reforma de otro convento de Bolonia. Allí se hallaba Brígida cuando fue a reunirse con ella su hija, Santa Catalina, quien se quedó a su lado y, fue su fiel colaboradora hasta el fin de su vida. Dos de las iglesias romanas más relacionadas con nuestra santa son la de San Pablo extramuros y la de San Francisco de Ripa. En la primera se conserva todavía el bellísimo crucifijo, obra de Cavallini, ante el que Brígida acostumbraba orar y que le respondió más de una vez; en la segunda iglesia se le apareció San Francisco y le dijo: "Ven a beber conmigo en mi celda". La santa interpretó aquellas palabras como una invitación para ir a Asís. Visitó la ciudad y de allí partió en peregrinación por los principales santuarios de Italia, durante dos años.


Profecías y revelaciones

Las profecías y revelaciones Santa Brígida se referían a las cuestiones mas candentes de su época. Predijo, por ejemplo, que el Papa y el emperador se reunirían amistosamente en Roma. Al poco tiempo así lo hicieron (El Papa Beato Urbano V y Carlos IV, en 1368). La profecía de que los partidos en que estaba dividida la Ciudad Eterna recibirían el castigo que merecían por sus crímenes, disminuyeron un tanto la popularidad de la santa y aun le atrajeron persecuciones. Brígida fue arrojada de su casa y tuvo que ir con su hija a pedir limosna al convento de las Clarisas.Por otra parte, ni siquiera el Papa escapaba a sus severas admoniciones proféticas.


El gozo que experimentó la santa con la llegada de Urbano a Roma fue de corta duración, pues el Pontífice se retiró poco después a Viterbo, luego a Montesfiascone y aun se rumoró que se disponía a volver a Aviñón.


Al regresar de una peregrinación, a Amalfi, Brígida tuvo una visión en la que Nuestro Señor la envió a avisar al Papa que se acercaba la hora de su muerte, a fin de que diese su aprobación a la regla del convento de Vadstena. Brígida había ya sometido la regla a la aprobación de Urbano V, en Roma, pero el Pontífice no había dado respuesta alguna. Así pues, se dirigió a Montefiascone montada en su mula blanca. Urbano aprobó, en general, la fundación y la regla de Santa Brígida, que completó con la regla de San Agustín. Cuatro meses más tarde, murió el Pontífice. Santa Brígida escribió tres veces a su sucesor, Gregorio XI, que estaba en Aviñón, conminándole a trasladase a Roma. Así lo hizo el Pontífice cuatro años después de la muerte de la santa.


En 1371, a raíz de otra visión, Santa Brígida emprendió una peregrinación a los Santos Lugares, acompañada de su hija Catalina, de sus hijos Carlos y Bingerio, de Alfonso de Vadaterra y otros personajes. Ese fue el último de sus viajes. La expedición comenzó mal, ya que en Nápoles, Carlos se enamoró de la reina Juana I, cuya reputación era muy dudosa. Aunque la esposa de Carlos vivía aún en Suecia y el marido de Juana estaba en España; ésta quería contraer matrimonio con él y la perspectiva no desagradaba a Carlos. Su madre, horrorizada ante tal posibilidad, intensificó sus oraciones. Dios resolvió la dificultad del modo más inesperado y trágico, pues Carlos enfermó de una fiebre maligna y murió dos semanas después en brazos de su madre. Santa Brígida prosiguió su viaje a Palestina embargada por la más profunda pena. En Jaffa estuvo a punto de perecer ahogada durante un naufragio Sin embargo durante, la accidentada peregrinación la santa disfrutó de grandes consolaciones espirituales y de visiones sobre la vida del Señor.


A su vuelta de Tierra Santa, en el otoño de 1372, se detuvo en Chipre, donde clamó contra la corrupción de la familia real y de los habitantes de Famagusta quienes se habían burlado de ella cuando se dirigía a Palestina. Después pasó a Nápoles, donde el clero de la ciudad leyó desde el púlpito las profecías de Santa Brígida, aunque no produjeron mayor efecto entre el pueblo.


La comitiva llegó a Roma en marzo de 1373. Brígida, que estaba enferma desde hacía algún tiempo, empezó a debilitarse rápidamente, y falleció el 23 de julio de ese año, después de recibir los últimos sacramentos de manos de su fiel amigo, el Padre Pedro de Alvastra. Tenía entonces setenta y un años. Su cuerpo fue sepultado provisionalmente en la iglesia de San Lorenzo in Panisperna. Cuatro meses después, Santa Catalina y Pedro de Alvastra condujeron triunfalmente las reliquias a Vadstena, pasando por Dalmacia, Austria, Polonia y el puerto de Danzig.


Santa Brígida, cuyas reliquias reposan todavía en la abadía por ella fundada, fue canonizada en 1391 y es la patrona de Suecia.


Visiones y escritos


Uno de los aspectos más conocidos en la vida de Santa Brígida, es el de las múltiples visiones con que la favoreció el Señor, especialmente las que se refieren a los sufrimientos de la Pasión y a ciertos acontecimientos de su época. Por orden del Concilio de Basilea, el Juan de Torquemada, quien fue más tarde cardenal, examinó el libro de las revelaciones de la santa y declaró que podía ser muy útil para la instrucción de los fieles; pero tal aprobación encontró muchos opositores. Por lo demás; la declaración de Torquemada significa únicamente que la doctrina del libro es ortodoxa y que las revelaciones no carecen de probabilidad histórica. El Papa Bcnedicto XIV, entre otros, se refirió a las revelaciones de Santa Brígida en los siguientes términos: "Aunque muchas de esas revelaciones han sido aprobadas, no se les debe el asentimiento de fe divina; el crédito que merecen es puramente humano, sujeto al juicio de la prudencia, que es la que debe dictarnos el grado de probabilidad de que gozan para que crearnos píamente en ellas."


Santa Brígida, con gran sencillez de corazón, sometió siempre sus revelaciones a las autoridades eclesiásticas y, lejos de gloriarse por gozar de gracias tan extraordinarias, las aprovechó como una ocasión para manifestar su obediencia y crecer en amor y humildad. Si sus revelaciones la han hecho famosa, ello se debe en gran parte a su virtud heroica, consagrada por el juicio de la Iglesia.


El libro de sus revelaciones fue publicado por primera vez en 1492.


Las brigidinas tienen unas lecciones de maitines tomadas de sus revelaciones sobre las glorias de María, conocidas con el nombre de "Sermo Angelicus", en recuerdo de las palabras del Señor a la santa: "Mi ángel te comunicará las lecciones que las religiosas de tus monasterios deben leer en maitines, y tú las escribirás tal como él te las dicte".


¡Felicidades a quienes lleven este nombre!



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Cuando vive, ya se ha terminado el imperio asirio con la caída de Nínive; ahora los poderosos son los caldeos, con Nabucodonosor.

Es una época dificultosa para el pueblo de Israel. En Jerusalén reina Joaquín, hijo del piadoso rey Josías que murió en la batalla de Megiddo (609 a. C.). En un primer momento, Joaquín intenta halagar al coloso babilónico, pero termina uniéndose en coalición con pequeñas potencias contra Nabucodonosor. Jeremías ya dio la voz de alerta, sugiriendo la sumisión, pero el orgullo de los elegidos la hizo imposible. En 598 los babilonios ponen cerco a Jerusalén y capitula Judá. Su precio es la deportación de gran parte de la población, entre ellos el rey Jeconías, hijo de Joaquín que murió durante el asedio. Con los deportados va también el joven Ezequiel que será el profeta del exilio.


Dos etapas enmarcan su acción profética.


La primera es antes de la destrucción de Jerusalén por los caldeos (598 a. C.). Aquí el hombre de Dios se encuentra con un pueblo ranciamente orgulloso y lleno de falso optimismo, fruto de la presunción. "¿Cómo va Dios a abandonarnos? ¡Están las Promesas! Es imposible una catástrofe total". Así razonaban ante los requerimientos del profeta. Es verdad que siglo y medio antes había permitido Dios la desaparición de Samaría, el Reino del Norte; pero Jerusalén es otra cosa; Yahwéh habita en ella. Pensaban que pasaría como en tiempos de Senaquerib, un siglo antes, cuando tuvo que abandonar el asedio por una intervención milagrosa; ahora Dios repetiría el prodigio. Ezequiel no piensa como ellos. Afirma y predica que Jerusalén será destruída con el Templo. Dice a todos que ha llegado la hora del castigo divino para el pueblo israelita pecador; sólo queda aceptar con compunción y humildad los designios punitivos de Yahwéh. A esta altura el profeta tiene una misión ingrata porque es un agorero de males futuros y próximos. Para la gente sencilla y las autoridades pasa por ser considerado como un judío despreciable que no tiene categoría para comprender los altos designios del Pueblo; es un derrotista ciego de pesimismo.


La segunda fase de su profecía se desarrolla una vez consumada la catástrofe. Ahora ha de levantar los ánimos oprimidos; debe dar esperanzas luminosas sobre un porvenir mejor. Creían sus compatriotas deportados que Dios se había excedido en el castigo, o que les había hecho cargar con los pecados de los antepasados. "¡Nuestros padres comieron las agraces y nosotros sufrimos la dentera!", es el grito unánime de protesta. Ezequiel se preocupará de hacerles ver que Dios ha sido justo y que el castigo no tiene otra finalidad que la de purificarlos antes de pasar a una nueva etapa gloriosa nacional.


Y esto lo hace Ezequiel empleando un estilo que no tiene nada que ver con el de los profetas preexílicos Amós, Oseas, Isaías y Jeremías; no goza de su sencillez y frescor. Ezequiel pertenece a la clase sacerdotal, está cabalgando entre dos épocas y se aproxima a la literatura apocalíptica del judaísmo tardío. Frecuentemente su mensaje viene expresado con el simbolismo de las visiones y también con el simbolismo de su propia existencia. Es conocidísima la visión "de los cuatro vivientes" (c. 1) en la que, toda la creación simbolizada en el hombre, el toro, el león y el águila, son el trono del Creador que viene triunfante y esplendoroso a visitar a los exiliados de Mesopotamia. Y el expresivo contenido de la visión del "campo lleno de huesos" (c. 37) que reviven por el poder de Yahwéh, cubriéndose de nervios y carne, cobrando vida nuevamente. O la otra del "Templo que mana un torrente de aguas" (c. 47) para regar y hacer feracísima la nueva tierra con plenitud edénica. En todas ellas está vivo el mensaje de restauración nacional; volverá del exilio un pueblo purificado y vendrá con certeza una teocracia mesiánica.


Fue la vida profética de Ezequiel un período de veinte años (593-573) de amplia actividad para salvar las esperanzas mesiánicas de sus compañeros de infortunio, al derrumbarse la monarquía israelita.


Quizá hoy en la Iglesia convenga también un nuevo tipo religioso que, surgido en horas de aturdimiento y desaliento general, sea instrumento de Dios para salvar la crisis de conciencia que trae el desmoronamiento de los principios. Bien puede estar el secreto en copiar la fidelidad de Ezequiel.



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Martirologio Romano: En Classe, cerca de la ciudad de Rávena, en la vía Flaminia, conmemoración de san Apolinar, obispo, cuya memoria litúrgica se celebra el veinte de julio (c. s. II).

San Apolinar, obispo, que al mismo tiempo que propagaba entre los gentiles las insondables riquezas de Cristo, iba delante de sus ovejas como buen pastor, y es tradición que honró con su ilustre martirio a la iglesia de Classe, cerca de Rávena, en la vía Flaminia, pasando al banquete eterno el día veintitrés de julio (c. s. II)


Etimológicamente:

SAN APOLINAR DE RÁVENA nació probablemente en Antioquía, en la actual Turquía, en la época de mayor auge del Imperio Romano, apenas después de la muerte de Jesús.

Según la tradición, San Apolinar fue uno de los principales discípulos del Apóstol San Pedro. Cuando San Pedro se trasladó a Roma para fundar ahí la Iglesia, San Apolinar lo habría acompañado hasta la capital del Imperio.


Durante el reinado del emperador Claudio, San Apolinar recibió la comisión de viajar al norte de Italia como embajador de la fe para empezar a evangelizar y a ganar adeptos para el cristianismo.


San Apolinar se convirtió así en el primer obispo de Rávena, cargo que ejerció durante veinte años. Se le ha atribuido el poder de curar a los enfermos en el nombre de Cristo, y de haber realizado otros milagros.


La relativa tranquilidad de su labor apostólica cambió con el ascenso al trono imperial de Vespasiano, en 69, quien cuenta con el dudoso honor de haber organizado las primeras persecuciones con lujo de crueldad contra los cristianos.


Por su cargo y sus actividades en Rávena, San Apolinar fue perseguido inmediatamente. Algunas fuentes cuentan que fue capaz de escapar hacia Dalmacia, donde habría predicado el Evangelio y habría puesto fin milagrosamente a una hambruna.


Sin embargo, al final San Apolinar fue apresado, torturado y martirizado.


Sobre su tumba, en Rávena, se edificó siglos más tarde la célebre Basílica de San Apollinare in Classe, de tres naves, consagrada en 549. Más tarde, en el siglo nueve, fue construida también ahí la iglesia de San Apollinare Nuovo.


SAN APOLINAR DE RÁVENA nos ofrece un ejemplo de la cruenta vida que tuvieron que padecer los santos fundadores del cristianismo.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!



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Nació el 21 de abril de 1904 en Hrabské, pequeña localidad de la provincia de Bardejov (Eslovaquia). Sus padres eran campesinos pobres. Tuvo una infancia difícil: en 1905 su padre murió, a los veintiocho años. A causa de la pobreza, su madre se trasladó a Estados Unidos para trabajar. Basilio quedó encomendado primero a su abuelo y, desde los siete años, a uno de sus tíos maternos, sacerdote greco-católico.

En 1923 entró en el seminario de Presov. Realizó sus estudios teológicos en la Academia teológica greco-católica de esa ciudad. Antes de concluir los estudios, su madre le mandó dinero para que se fuera con ella a Estados Unidos, esperando que se ordenara sacerdote en la eparquía greco-católica de Pittsburgh, pero Basilio enfermó y tuvo que ser operado en Kosice. Para pagar a los médicos empleó el dinero que le había enviado su madre. "Todo ello sucedió por voluntad de Dios, pues el Señor quería que yo me quedara en mi patria", comentó posteriormente.


Recibió la ordenación sacerdotal el 3 de febrero de 1929 en Presov. Su primer ministerio lo realizó como administrador en la parroquia de Pakostov, preocupándose principalmente de los jóvenes, los obreros, los desempleados y los huérfanos. Fundó el Círculo de estudiantes greco-católicos y la Unión de la juventud greco-católica.


Luego, el obispo lo nombró primer párroco de una nueva parroquia en Praga. Allí se reunió de nuevo con su madre, que volvió de Estados Unidos después de veintidós años. Desde el 1 de septiembre de 1936 hasta el 31 de agosto de 1941 desempeñó el oficio de director espiritual en el seminario mayor de Presov. En abril de 1940 obtuvo el doctorado en teología. Desde el 1 de septiembre de 1941 fue secretario del obispo.


Realizó un ejemplar magisterio como profesor de teología pastoral y teología moral en la Facultad de teología de Presov desde 1943. Además, escribió numerosos artículos y varios libros. Fue el primer redactor de la revista Blahovistnik ("Mensajero del Evangelio") y en los años 1946-1949 contribuyó a la publicación de una serie de libros de espiritualidad.


Nombrado obispo auxiliar de Presov, recibió la ordenación episcopal el 11 de mayo de 1947 en la catedral.


Después de la segunda guerra mundial, Checoslovaquia quedó bajo el dominio del partido comunista, que preparó la eliminación violenta de la Iglesia greco-católica. En abril de 1950 el Estado la declaró ilegal. Monseñor Basilio fue arrestado el 18 de octubre de 1950. Fue sometido a crueles interrogatorios: no le permitían dormir; debía caminar continuamente, le daban poca comida..., a fin de debilitar su entereza. Querían que firmara una confesión de acusaciones inventadas contra él.


El 24 de octubre de 1951, después de más de un año de ese tipo de interrogatorios, fue condenado por el Tribunal del Estado a quince años de cárcel, una multa de veinte mil coronas checoslovacas, la pérdida de los derechos civiles durante diez años y la confiscación de todos los bienes. Así se inició el vía crucis del siervo de Dios por cárceles comunistas de Bratislava, Ilava, Leopoldov, Praga, Mírov y Valdice.


El 12 de mayo de 1964, en Valdice, por su mala salud y por buena conducta, lo dejaron en libertad condicional. Las autoridades comunistas no querían que se quedara en la zona oriental de Eslovaquia; por eso, lo obligaron a vivir durante cuatro años en una casa para sacerdotes ancianos en Osek (Bohemia septentrional), donde permaneció vigilado continuamente por la policía secreta.


Su estado de salud a consecuencia de las tribulaciones sufridas en las cárceles comunistas durante trece años, seis meses y veinticuatro días (hambre, frío, enfermedades...) era muy precario. Además de diversas enfermedades físicas, sufría depresiones psíquicas causadas por las torturas y los malos tratos. Tras su autopsia, se descubrió que sus verdugos lo habían envenenado progresivamente suministrándole pequeñas dosis de arsénico.


Cuando la Iglesia greco-católica, el 13 de junio de 1968, fue rehabilitada, recibiendo el permiso de reanudar su actividad, monseñor Basilio volvió a desempeñar la función de obispo auxiliar, a pesar de su mala salud.


Murió el 23 de julio de 1976 en Presov. Su proceso de beatificación fue incoado el año 1986 en la metropolía de Pittsburgh (Estados Unidos), y en 1989 pasó a la eparquía de Presov.


Fue beatificado el 14 de septiembre de 2003 por S.S. Juan Pablo II, en Bratislava, República de Eslovaquia.


Reproducido con autorización de Vatican.va



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Nació en Bilbao (España) el 25 de julio de 1884. Fue bautizada con el nombre de Pilar. Mantuvo toda la vida una relación afectiva y espiritual muy intensa con su hermana gemela Leonor.

Siendo adolescente, su madre, intentando alejarla de una amistad prematura con un joven marino, decidió llevarla al colegio internado de las religiosas Mercedarias en Bérriz. Allí sintió la llamada de Dios a una consagración total como religiosa misionera.


A los 19 años, el 10 de agosto de 1903 ingresó en la Congregación, tomando el nombre de Margarita María. Pocos días antes su hermana Leonor había ingresado en el noviciado de las Carmelitas de la Caridad, de Vitoria (murió misionera en Argentina, y su causa de beatificación está incoada).


Desde el primer momento se entregó a Dios con una fidelidad total en su vida de monja de clausura.


En 1906 comenzó a trabajar en el colegio, donde estuvo más de veinte años. Son dos las principales características que la distinguen: su afición a la oración y su caridad exquisita. En ellas su vocación mercedaria, de redención de cautivos, se fue ampliando y actualizando.


Es en esa vida de oración constante, fiel, en su intimidad con el Señor, donde su caridad, su vocación mercedaria de redención de cautivos se fue ampliando y alcanzando nuevos y más amplios horizontes. Fue ahondando en el deseo de hacer llegar al mundo entero la dicha que ella gozaba en la comunicación con Dios y el amor a Jesucristo que sentía crecer más y más en su interior. El 5 de mayo de 1912 escribía: "Yo no deseo más que darle a conocer a los que me ha encomendado, que es el mundo entero".


Desde entonces sus ansias de llegar a abarcar el mundo entero se fueron dilatando, primero en la oración y luego en su trabajo con las alumnas del colegio anexo al monasterio. Compartió sus inquietudes con la comendadora del monasterio, María Nieves Urízar y entusiasmó con ellas a la comunidad entera.


En el año 1913 comenta que le gusta pedir por los misioneros. Poco a poco, por diversas circunstancias, fue conociendo a algunos y mantuvo con ellos una comunicación frecuente. Estas cartas, cargadas con abundantes experiencias misioneras, fueron sembrando en su tierra, bien abonada, una semilla que fructificó en realidades insospechadas en aquel entonces convento de clausura.


Eran los años del despertar misionero en España. En el colegio inició, en el año 1920, una asociación "Juventud Mercedaria Misionera de Bérriz" y a través de ella formó en el espíritu misionero a varias generaciones de jóvenes que, como religiosas o como esposas, supieron vivir el ideal misionero allí donde Dios las iba llamando.


Todo este movimiento misional no podía quedar encerrado en el interior de un monasterio de clausura. La respuesta a los signos de los tiempos pedía algo más. El Espíritu inspiraba con fuerza y las monjas, impulsadas por él, abrieron las rejas del convento y se dispersaron en el lejano Oriente. China, las islas de Oceanía (Saipán y Ponapé) y Japón, supieron de su audacia misionera. Eran fundaciones vinculadas a la casa madre y en las que el fuego misionero iba creciendo más y más, con el contacto, preocupación y ayuda a aquellas primeras misioneras.


Margarita María, elegida comendadora del convento, acompañó personalmente, en 1928, a la tercera expedición, para ver de cerca las misiones y hacerse cargo de las exigencias apostólicas de la nueva vida misionera, con la mirada puesta en transformar el convento en instituto misionero. Tal transformación tuvo lugar en 1930, por petición de las 94 monjas, petición sellada con un sí unánime en votación secreta, como lo pedía Roma.


Este fue el gran anhelo de Margarita María: la formación del instituto de Mercedarias Misioneras de Bérriz, que pudiera llevar la buena nueva de la Redención y liberación hasta el fin del mundo, viviendo el cuarto voto redentor de permanecer en la misión cuando hubiere peligro de perder la vida. Y a este instituto dejó en herencia una rica espiritualidad, que alcanzó su cumbre en los últimos años de su vida, en una experiencia contemplativa y gozosa de Cristo redentor.


"El conocimiento de Jesucristo me absorbe y llena de gozo. Todo parece que contribuye, de un tiempo a esta parte, a esclarecer el misterio de la redención con todas sus derivaciones para mi alma y la Iglesia. Y es un gozo nuevo, cumplido, profundo, que me hace sentirme como radicada en una verdad profunda que da estabilidad a todo mi ser... Todo tiende alegremente a afirmarse en Dios Padre amorosísimo, que por su voluntad libérrima nos envía a su Hijo a redimirnos y a hacernos, por él, hijos suyos adoptivos..." (diciembre de 1933).


Murió el 23 de julio de 1934, dos días antes de cumplir 50 años. El 16 de marzo de 1987, Su Santidad el Papa Juan Pablo II firmó la declaración de sus virtudes heroicas y la proclamó venerable.


Fue beatificada el 22 de octubre de 2006.


Reproducido con autorización de Vatican.va



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