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Martirologio Romano: En París, Francia, beata María Teresa de Soubiran La Louviére, virgen, que para mayor gloria de Dios fundó la Sociedad Hijas de María Auxiliadora, de la cual fue después alejada, para pasar el resto de su vida en profunda humildad. ( 1889)

Fecha de beatificación: 20 de octubre de 1946 por el Papa Pío XII.



La familia Soubiran pertenecía a la antigua nobleza. Sus orígenes datan por lo menos del siglo XIII, y entre sus antecesores indirectos se cuentan San Luis de Francia, San Eleazar de Sabran y su esposa la Beata Delfina, Santa Roselina de Villeneuve, Santa Isabel de Hungría y buena parte de las familias reales de Europa. En el segundo cuarto del siglo XIX, el jefe de la familia Soubiran era José de Soubiran la Louviere, quien vivía en Castelnaudary, cerca de Carcasona. José se casó con Noemí de Gélis de l´Isle d´Albi. Sofía Teresa Agus tina María, segunda hija de este matrimonio, nació el 16 de mayo de 1835.

Los Soubiran mantenían las tradiciones religiosas de la familia, aunque en una forma que reflejaba más la severidad que la alegría del cristianismo. Sofía, dirigida por su tío, el canónigo Luis de Soubiran, se sintió pronto llamada a la vida religiosa. En la congregación mariana bajo la dirección del canónigo, había otras jóvenes que se sentían también llamadas por Dios. Cuando Sofía tenía diecinueve años, Don Luis determinó fundar una comunidad de "beguinas", es decir, de mujeres que viviesen en comunidad con votos temporales de castidad y obediencia. Pero Sofía no creía que ésa fuese su vocación, ya que las "beguinas" gozaban de mucha libertad y podían volver al mundo en el momento en que lo deseasen. Ella se sentía más bien inclinada a la austeridad y a la vida retirada del Carmelo. Sin embargo, al cabo de un período de vacilaciones y de solicitar consejos, decidió finalmente plegarse a los deseos de su tío. Así pues, se trasladó a Gante para estudiar el género de vida de las "beguinas" y, a su vuelta, fue nombrada superiora de la comunidad de Castelnaudary, que entonces inauguró su tío el canónigo. Estos acontecimientos tuvieron lugar entre 1854 y 1855.


En los años siguientes, la nueva fundación prosperó, aunque en una forma bastante diferente a la de los "beguinatos" belgas, ya que Sofía y sus compañeras renunciaron a sus propiedades, establecieron un orfelinato y practicaron, por regla la adoración nocturna al Santísimo Sacramento. A pesar de los progresos, fue aquélla una época tan difícil para la comunidad y su superiora, que la casa en que habitaban recibió el nombre de "el convento del sufrimiento". En 1863, la madre María Teresa, como la llamaremos en adelante, consultó acerca de su vocación a la superiora del convento de Nuestra Señora de la Caridad, en Toulouse y a algunas personas de su confianza, quienes le aconsejaron que hiciese los Ejercicios de San Ignacio. Así lo hizo bajo la dirección del famoso jesuita, P. Pablo Ginhac. Dios le manifestó entonces claramente que debía llevar adelante su propósito de fundar la congregación de María Auxilidaora, tal como lo tenía planeado. El fin de dicha congregación consistía en que sus miembros practicasen la vida religiosa en toda su plenitud y trabajasen por "la empresa más divina y más humana que existe: la salvación de las almas". Ningún trabajo debería parecer demasiado grande ni demasiado pequeño a las religiosas, sobre todo si otras congregaciones no podían o no querían tomarlo entre manos. El canónigo de Soubiran acabó por plegarse a los deseos de su sobrina. El "beguinato" no se disolvió; simplemente, en septiembre de 1864 la madre Maria Teresa y unas cuantas hermanas se mudaron al convento de la Rue des Buchers de Toulouse, que iba a ser la residencia de la nueva congregación. A partir del año siguiente, los escritos de la beata nos permiten seguir de cerca su evolución interior hasta su muerte, ocurrida un cuarto de siglo más tarde.


Las nuevas religiosas siguieron dedicándose al cuidado de los huérfanos y a la instrucción de los niños pobres e inauguraron en Toulouse la primera casa de huéspedes para jóvenes trabajadoras a la que se dio el nombre de Maison de famille, porque era un verdadero hogar para las jóvenes que no lo tenían o que vivían lejos del suyo. Las auxiliadoras practicaban diariamente la adoración nocturna, en tanto que las "beguinas" sólo lo hacían una vez al mes. La madre Teresa calcó las constituciones de su congregación sobre las de la Compañía de Jesús. El P. Ginhac, que tomó parte muy activa en la nueva fundación se encargó de revisar las constituciones. En 1867, el arzobispo de Toulouse aprobó a las auxiliadoras y la Santa Sede publicó, en 1868, un breve laudatorio. En 1869, se inauguraron los conventos de Amiens y de Lyon, en los cuales las religiosas siguieron consagrándose al cuidado de las jóvenes trabajadoras. Durante la guerra franco-prusiana, las religiosas de los tres conventos se refugiaron primero en Southwark y después, en Brompton, donde los padres oratorianos las ayudaron mucho. Más tarde, establecieron una "casa de familia" en Kenington. Tal fue la primera fundación inglesa de las auxiliadoras.


En 1868, ingresó en la congregación una novicia que tres años después fue elegida por voto casi unánime del capítulo, consejera y asistenta de la madre general. Se trataba de la madre Maria Francisca, una mujer muy hábil e inteligente, cinco años mayor que la madre María Teresa de Soubiran. A la vuelta de Inglaterra, la madre María Francisca presentó un proyecto sobre el desarrollo de la congregación; con "el brillo de sus discursos, la fuerza y claridad de sus argumentos, la precisión de sus juicios, su tacto, su habilidad el manejo de los negocios y su fe ardiente y avasalladora", consiguió que el plan fuese aprobado. La cita anterior procede de los escritos de la beata María Teresa y muestra claramente la influencia que ejercía sobre ella su asistenta. Desgraciadamente, la beata no se dio cuenta durante mucho tiempo de que la madre María Francisca era "dominadora, inestable y ambiciosa", como el tiempo había de probar. El hecho fue que la congregación se desarrolló demasiado rápidamente y se abrieron nuevas casas sin recursos suficientes. A principios de 1874, la madre María Francisca declaró que la situación económica de congregación era desesperada. (Actualmente sabemos que tal juicio era exagerado).


Al principio, la madre María Francisca se echó a sí misma la culpa; pero pronto empezó a atacar a la madre María Teresa, acusándola de ser orgullosa, débil, vacilante y de poco espíritu religioso. Al poco tiempo, empezó a correr por todos los conventos de la congregación el rumor de que el mal estado de cosas se debía a la fundadora. La madre María Teresa recordó entonces que m poco antes le había parecido que el Señor le decía: "Tu misión ha terminado dentro de poco, no habrá sitio para ti en tu congregación. Pero mi poder mi bondad estarán contigo." Ella había respondido: "Amén". Desde entona estuvo dispuesta a repetir nuevamente su "amén", pero antes quiso consultar al P. Ginhac. Este quedó un tanto desconcertado e, inmediatamente, mandó llamar a la madre María Francisca, quien le expuso a su modo la situación. Entonces, el siervo de Dios aconsejó a la madre María Teresa que renunciase. Su consejera fue nombrada superiora general.


La casa madre de la congregación era entonces la de Bourges. La nueva superiora general no quiso que su predecesora retornase ni residiese en ninguno de los conventos de la congregación. Así pues, la madre María Teresa se retiró al convento de las Hermanas de la Caridad de Clermont, so pretexto de descansar algunas semanas. El descanso se prolongó siete meses -"siete meses de angustia"-, en tanto que la madre María Francisca determinaba su destino. No hay para qué narrar en detalle las desagradables medidas que la madre María Francisca tomó para evitar que la madre María Teresa reconquistase su antigua influencia y su autoridad. Baste con decir que esas medidas culminaron con la expulsión de la fundadora de la congregación. La beata tuvo que abandonar d convento de Clermont y el hábito religioso en septiembre de aquel año. A fines de 1874, la madre María Teresa, fundadora de la Compañía de María Auxiliadora, volvió a ser simplemente Sofía de Soubiran la Louviere.


Sofía estuvo veinte años en el convento y tuvo que empezar una nueva vida, una prueba muy dura para las personas que no viven "en el mundo", En vano solicitó ser admitida en la congregación de la Visitación y en la orden del Carmelo, "su primer amor". Entonces, pidió su admisión entre sus antiguas amigas del convento de Nuestra Señora de la Caridad en Toulouse, quienes se dedicaban a rescatar mujeres perdidas. Aquellas religiosas no le cerraron las puertas y comprendieron su deseo de ingresar más bien en el convento de París. Después de ciertas dilaciones debidas a algunas dificultades canónicas y a una enfermedad que casi costó la vida a la beata, ésta hizo finalmente la profesión en 1877, a los cuarenta y dos años de edad. Su diario muestra que entró entonces en un período de gran serenidad espiritual y que el poder y la bondad del Señor estaban con ella. El P. Hamon, su director espiritual, escribió: "La abnegación de la madre de Soubiran era tan extraordinaria, que consiguió olvidar completamente a su antigua familia religiosa, confiándola enteramente en manos de la providencia; en esa forma obligó al Divino Pastor a mirar por sus hijas huérfanas. La generosidad de ese sacrificio rayaba, a mi modo de ver, en el heroísmo."


En todo caso, la madre María Francisca no permitía ningún trato, epistolar ni personal, entre sus religiosas y la fundadora de la congregación. Sin embargo, al cabo de ocho años, el contacto se restableció de un modo dramático. La madre María Francisca despidió también de la congregación a la madre María Javier, hermana de la fundadora, pues temía que su presencia conservase vivo el recuerdo de la madre María Teresa. La madre María Javier ingresó también en el convento de Nuestra Señora de la Caridad de París y dio a su hermana noticias muy tristes sobre el estado de la congregación de María Auxiliadora. La madre María Teresa escribió por entonces: "Ahora sí que estoy segura de que esa pequeña compañía que Dios quiere tanto, sobre la cual ha velado tan amorosamente y en la cual había tantas almas fervorosas y verdaderamente virtuosas, estoy segura, digo, de que esa compañía está moralmente muerta, o sea que su fin, su forma y sus métodos han cesado de existir. Acepto amorosamente los planes de Dios, pues soy nada ante su santa e incomprensible voluntad." La Beata María Teresa había contraído la tuberculosis. La larga enfermedad la obligó a pasar en la enfermería los últimos siete meses de su vida. Murió el 7 de junio de 1889, al murmurar estas palabras: "Ven, Señor Jesús". Trató de hacer la señal de la cruz, pero no llegó a signarse. Fue sepultada en el cementerio de Montparnase, en la cripta del convento de Nuestra Señora de la Caridad. Actualmente, sus reliquias se hallan en la casa madre de las auxiliadoras en París. La madre María Teresa de Soubiran fue beatificada en 1946. La síntesis de su espíritu queda expresada en las palabras que escribió en una carta, poco después de su expulsión de la congregación de María Auxiliadora "Como podéis imaginaros, todo ello me ha hecho sufrir enormemente Dios es capaz de medir la intensidad y la profundidad de mi dolor y sabe hasta qué punto esa pena se ha convertido en una fuente de fe, esperanza y caridad. La gran verdad de que Dios es todo y el resto nada se va convirtiendo en la vida de mi alma y, sobre esa verdad me puedo apoyar seguridad, en medio de los incomprensibles misterios de este mundo. Es éste un bien superior a todos los bienes de la tierra, porque en el amor omnipotente podemos confiar durante la vida y por toda la eternidad. No sé si hubiese podido aprender esa gran lección sin pasar por tantas angustias; no lo creo. El tiempo pasa y pasa de prisa; pronto veremos la razón de tantas cosas que sorprenden y desconciertan a nuestra inteligencia débil y miope." La fiesta de la beata se celebra el 20 de octubre.


Dado que la fundación forma parte de la vida de un fundador, añadiremos unas palabras sobre la historia de la congregación que fundó la madre Soubiran. La beata había predicho que las cosas iban a cambiar totalmente en la compañía de María Auxiliadora, uno o dos años después de su muerte. Su profecía se verificó. La congregación estaba muy descontenta del gobierno de la madre María Francisca, y varias casas habían sido clausura das. A par 1884, la inestabilidad administrativa se hizo intolerable. Por ejemplo, en menos de cinco años, la sede del noviciado cambió siete veces. La crisis estalló 1889, cuando el capítulo general se negó a ratificar los nuevos cambios que la superiora proyectaba. El 13 de febrero de 1890, exactamente dieciséis después de la expulsión de la fundadora, la madre María Francisca dejó ser superiora y salió de la congregación.


El cardenal Richard, arzobispo de París, nombró a la madre Maria Isabel de Luppé superiora general. Bajo su gobierno, se hizo luz acerca de la verdadera historia de la fundadora, la madre María Javier ingresó nuevamente en la congregación y la compañía de María Auxiliadora recobró su forma original y empezó a adquirir las características que le han merecido el sitio tan distinguido que ocupa actualmente en la Iglesia.


Este corto artículo basta para probar que la historia de la Beata M Teresa de Soubiran fue realmente extraordinaria(1). Lo mismo puede decirse sobre la vida de la madre María Francisca, por más que no tenga cabida en una vida de santos. Nos limitaremos simplemente a observar que murió en 1921, cuando la causa de beatificación de la madre María Teresa ya estaba introducida. Después de la muerte de María Francisca, se descubrió que era casada y que para entrar en la congregación de María Auxiliadora había abandonado a su esposo. Como su marido vivía aún y ella lo sabía, María Francisca no pudo hacer votos válidos, de suerte que su generalato fue también inválido y, por consiguiente, todos sus actos fueron nulos. Por la misma razón, la madre María Teresa no dejó nunca de pertenecer, canónicamente, a la congregación que había fundado. Nada sabemos acerca de los últimos treinta años de la vida de María Francisca; según parece, poseía una fortuna personal y vivió sola en París.



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Obispo y Fundador

de la Congregación de las Hijas de María Santísima del Huerto


Martirologio Romano: En Piacenza, de la región de Emilia, tránsito de san Antonio María Gianelli, obispo de Bobbio, fundador de la Congregación de Hijas de María Santísima del Huerto, que se distinguió por su atención a los pobres y a la salvación de las almas, y que, con su ejemplo y dedicación, promovió la santidad entre el clero. ( 1846)

Fecha de canonización: 21 de octubre de 1951, durante el pontificado de S.S. Pío XII



Antonio Gianelli nace en tierra Ligur, en Cereta, pequeña fracción de Carro, en una famila pobrísima que cultiva tierras arrendadas. Sus padres fueron Santiago Gianelli y María Tosso.

En la escuela para niños fundada por el Párroco de Castello, realiza sus primeros estudios. Hasta los 18 años distribuye su tiempo entre el estudio, la oración, el catecismo, el servicio de a las familias labriegas y las obras de caridad.


Una acaudalada genovesa propietaria de los terrenos que sus padres cultivaban, le facilita la entrada al Seminario de Génova, Continúa con éxito sus estudios, pero sobre todo cultiva la piedad y la mortificación.


En 1813, después de haber recibido la ordenación sacerdotal, es destinado como ayudante del Abad de la Iglesia de S. Mateo en Génova, donde permanece por dos años.


En Cáracari, Diócesis de Acqui se desempeña como profesor modelo, en el Colegio de los Escolapios durante el curso escolar 1815-1816.


Conocido y apreciado por el Cardenal Spina es llamado al año siguiente al Seminario de Génova y se le confía la Cátedra de Retórica, que Gianelli ejerce por 10 años. Años plenos de intenso trabajo y responsabilidad al servicio de futuros sacerdotes de los que quiere: "Sean doctos, sí, pero por sobre todo santos".


Al quedar vacante, en 1826, la colegiala de S. Juan Bautista en Chiavari, el nuevo Arzobispo de Génova, Mons. Luis Lambruschini escribe a los Chiavareses: "Os envío la más bella flor de mi jardín". Y vuelto a Gianelli: "haga de cuenta que emprende una misión, no de pocos días, sino de 10 o 12 años..."


¿Fue una profecía? Estos 12 años de intensa actividad apostólica sacerdotal son, al mismo tiempo, escuela de ascética y pastoral, que preparan a Gianelli para una más difícil y sublime misión.


Antonio Gianelli atento al hombre era profundamente sensible a la promoción humana. Atento a la realidad histórica delmomento desde su llegada a Chiávari, favorece las obras sociales que en aquel momento son útiles y necesarias.


Se inscribe en la Sociedad Económica fundada en Chiávari en 1791 por el Patricio Esteban Rivarola para el desarrollo de las artes, de la industria, de la agricultura y del comercio y toma a pecho la vida y las iniciativas de esta Sociedad. el promotor quiere unir una Institución, particularmente benéfica para Chiávari: el Hospicio de Caridad y Trabajo cuyo objeto era ya, acoger a las huérfanas de la ciudad de Gianelli, durante su permanencia en Chiávari, formaba parte del Gobierno del Hospicio que era regido por un Consejo constituido por miembros de la misma sociedad.


Naturalmente como Párroco, sacerdote y padre de la gran familia chiavarense debía ocuparse y preocuparse más que los otros de las internas del Instituto.


tenía un lugar especial para la dirección del Hospicio, la cual era ejercida por turno, por señoras, generalmente viudas. Él, en verdad se daba cuenta que era necesario resolver radicalmente ese problema ya que se deseaba una sólida formación cristiana y Cívica para las niñas del Hospicio. Pensó confiar la dirección del Instituto a miembros de una Congregación religiosa, pero las precarias condiciones económicas, impidieron la actuación del proyecto.


El Instituto de las Hijas de María Santísima del Huerto nació por un impulso interior, un acto de amor intenso, brotó del corazón de Gianelli del amor apasionado que intuía las necesidades de los hijos de su Parroquia sin que se las manifestaran.


La caridad de Gianelli, a imitación de Cristo es vigilante, atenta, pronta a captar y comprender, a descubrir nuevas necesidades, a encontrar las soluciones del caso. Caridad evangélica, abierta a todos, siempre alerta superando el cansancio y la ingratitud. El Instituto nació para ser orfanatorio de Chiávari bajo el impulso del Espíritu Santo se extendió en toda la liguria, asumiendo otros servicios de caridad. Una síntesis de la amplitud de nuevas formas de servicio y de la rápida expansión del Instituto la da el mismo Gianellien la alocución que dirige al pueblo de Chiávari el 3 de abril de 1837 con ocasión de la bendición de la Piedra Fundamental del Conservatorio (Casa Madre del Instituto).


Después de 8 años de sufrida pero entusiasmante experiencia, Gianelli presenta su Institución como una respuesta a las urgencias religiosas y humanas de la ciudad de Chiávari, de la Liguria, de toda Italia, del mundo, porque con su Instituto abraza en su amor de Pastor, casi todas las necesidades del hombre en la Iglesia Universal.


El párroco, escribe Gianelli, es el padre de una gran familia es, sobre todo, el padre de los pobres que debe pensar aún en sus necesidades materiales. Todo en vista al gran fin: la santificación. "Vosotros que me véis aquí, entregado a una obra lisonjera, costosa, difícil, qué concepto tendréis de vuestro Pastor? Qué pensarán los pobres de este su Padre? También con esta empresa miro a una gran finalidad de mi ministerio. Nada hay en ella que no esté totalmente realizado para vosotros. todo a favor del Evangelio; todo amadísimos, para vuestra santificación". Gianelli relata a los Chiavareses la historia de los primeros 8 años de la vida de la Congregación. Es una evaluación que hace con su pueblo de la obra y espíritu de sus Hijas de María Santísima del Huerto.


En la Catedral de San Lorenzo, en Génova, Antonio María es consagrado Obispo el 6 de mayo de 1838 por S. Excia. el Cardenal Tadini. Aquella tarde un amigo suyo, rector del Seminario de Génova, confiaba a sus seminaristas: "Hoy he asistido a la consagración episcopal de un santo".


El 8 de julio, Monseñor Gianelli inicia su ministerio de Padre de la Fe en la Diócesis de Bobbio.


Consumido por las fatigas apostólicas vive pocos años y el 7 de junio de 1846 muere en Placencia.



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Martirologio Romano: En Newminster, en el territorio de Northumberland, Inglaterra, san Roberto, abad de la Orden Cisterciense, el cual, amante de la pobreza y de la vida de oración, junto con doce monjes instauró este cenobio, que a su vez fue origen de otras tres comunidades de monjes.

Nació en el distrito de Craven (Yorkshire), probablemente en el pueblo de Gargrave; murió el 7 de junio de 1159.


Estudió en la Universidad de París, donde se dice que compuso un comentario a los Salmos; se hizo cura de Gargrave y luego benedictino en Whitby, desde donde se unió, con el permiso del abad, a los fundadores del monasterio cisterciense de Fountains.


Alrededor de 1138, encabezó la primer colonia mandada desde Fountains y estableció la abadía de Newminster, cerca del castillo de Ralph de Merlay, en Morpeth (Northumberland). En el tiempo que fue abad, se mandaron tres colonias de monjes y se fundaron monasterios: Pipewell (1143), Roche (1147) y Sawley (1148).


La vida de Capgrave nos dice que sus propios monjes lo acusaron de mala conducta y que viajó al extranjero (1147-48) para defenderse ante san Bernardo; mas se duda de la veracidad de esta historia, que pudo haber surgido de un deseo de asociar personalmente al santo inglés con el máximo de los cistercienses.


Su tumba en la iglesia de Newminster se convirtió en objeto de peregrinaje.


Fuente: Vidas de los santos, Alban Butler


Gargrave, localidad del distrito de Craven, en Yorkshire, fue el lugar de nacimiento de san Roberto. Tras de haber recibido las órdenes sacerdotales, fue rector en Gargrave durante un tiempo y después tomó el hábito de los benedictinos en Whitby. Algo más tarde, obtuvo el permiso de su abad para unirse a otros monjes de la abadía de Saint Mary, en York, quienes se habían agrupado, autorizados por el arzobispo Thurston, y en los terrenos que le habían sido cedidos, con el propósito de dar nueva vida a la estricta regla benedictina. Ahí, en la mitad del invierno, en condiciones de extrema pobreza, sobre el desnudo suelo del valle de Skeldale, fundaron los monjes un monasterio que, más tarde, llegaría a ser famoso como Fountains Abbey (Abadía de las Fuentes), nombre que se le dio en relación con unos manantiales que había en las proximidades. Por su expreso deseo, los monjes estaban afiliados a la reforma del Cister, y Fountains se convirtió, con el tiempo, en una de las casas más fervientes de la orden. El espíritu de la santa alegría imperaba sobre una vida de ejercicios de devoción, alternados con los duros trabajos manuales. En un sitio prominente entre los monjes se hallaba san Roberto, en razón de su santidad, su austeridad y la dulzura inmutable de su carácter. En sus modales era extremadamente modesto -dice la Crónica de Fountains-, lleno de gentileza cuando estaba en compañía, misericordioso en los juicios y ejemplar en la santidad y sabiduría de sus conversaciones.


Ralph de Merly, el señor de la región de Morpeth, visitó la abadía en 1138, cinco años después de su fundación, y quedó tan hondamente impresionado por la virtud de los hermanos, que decidió construir un monasterio para el Cister en sus propiedades. Para habitar en la nueva casa, conocida con el nombre de abadía de Newminster, lord Morpeth sacó de Fountains a doce monjes y, para gobernarlos, se nombró abad a san Roberto. El santo conservó el puesto hasta su muerte. A fuerza de trabajo constante, logró que la abadía floreciese de manera tan extraordinaria, que, para 1143, pudo fundar una segunda casa en Pipewell, en Northamptonshire y, más tarde, otras dos en Sawley y en Roche.


Como hombre entregado a la meditación y a la plegaria que era, escribió un comentario sobre los Salmos que, desgraciadamente, no ha sobrevivido. Se le habían otorgado dones sobrenaturales y tenía poder sobre los malos espíritus. Hay una anécdota que ilustra el espíritu de mortificación de que estaba dotado. Se sometía a ayunos tan rigurosos durante la Cuaresma, que, en una ocasión, al llegar la Pascua, ya había perdido enteramente el apetito. ¡Ay, padre mío! ¿Por qué no queréis comer? le preguntó entristecido el hermano encargado del refectorio. Creo que me comería un panecillo de avena con mantequilla, repuso el abad. En cuanto le trajeron lo que había pedido, no se atrevió a tocarlo, por considerar que, si lo hacía, era como ceder a la gula y, a fin de cuentas, ordenó que se diera el panecillo a los pobres. En la puerta del convento recibió el pan un joven y hermoso peregrino, quien inmediatamente desapareció, con todo y el plato. Cuando el hermano tornero trataba de dar explicaciones plausibles sobre la desaparición del recipiente, el mismo plato quedó de pronto sobre la mesa, frente al abad. Todo el mundo afirmó que el hermoso peregrino que se comió el panecillo era un ángel.


Afirman las crónicas que, en su juventud, san Roberto estudió en París, y registran un segundo viaje suyo al continente, cuando fue blanco de algunas críticas por parte de sus monjes, en relación con ciertos informes falsos sobre mala administración de su abadía, y decidió ir a visitar a san Bernardo para ponerle en claro las cosas. Pero éste, que evidentemente conocía a fondo a san Roberto, resolvió que no había necesidad de desmentir las necias acusaciones ni de defenderse contra los cargos. La mencionada visita debe haber tenido lugar en 1147 o 1148, puesto que por entonces y antes de regresar a Inglaterra, se entrevistó san Roberto con el Papa Eugenio III. El abad de Newminster visitaba a menudo al ermitaño san Godrico, por quien sentía particular afecto. La noche en que san Roberto murió, san Godrico vio ascender su alma al cielo como una bola de fuego. La fecha era el 7 de junio de 1159. La fiesta de san Roberto se conmemora en la diócesis de Hexham.



11:20 p.m.
Nació el 10.10.1549 en Almendral (Avila), de familia pobre en bienes materiales, pero muy buenos cristianos.

Ingresó en el Carmelo de San José de Avila en 1570. Fue la primera lega de la Reforma de Santa Teresa. Desde un principio fue muy querida de la Santa Doctora, en cuyas manos hizo sus votos el 15.8.1572.


Por obra de Dios, méritos de Santa Teresa y obediencia de esta beata, ascendió de simple hermana conversa y analfabeta a la secretaria muy particular de la doctora mística.


Así llegó a ser discípula predilecta y heredera aventajada del espíritu de Teresa, como del gran vidente Elías lo fue el profeta Eliseo. Tal rezan los procesos de la causa de la beata Ana.


En funciones de secretaria acompañó a Santa Teresa en sus correrías fundacionales. Y la Santa, reconociendo la valía de su prestación personal y su extraordinaria santidad, llegó a decirle:


"Ana, Ana, tú tIenes las obras, yo tengo la fama".


Aprendió a escribir de modo milagroso.


Descolló siempre por su extraordinaria caridad, tanto para con Dios como para con el prójimo.


En su autobiografía se lee que deseaba con ansias morir de amor y suspiraba por esta dicha. Suya es la frase: "¡Ay, como me pesa este cuerpo!. Y estoy cansada de cuidarle, todo mí deseo sería ver rotas estas cadenas!"


Muerta Santa Teresa, pasó a Francia, donde fundó varios conventos, dando maravillosos ejem-píos de todas las virtudes. En su Autobiografía, escrita por obediencia, nos dejó constancia de las muchas gracias místicas que gozó durante su vida, como fruto de su gran amor a la Humanidad de Jesús y al Misterio de la Sma. Trinidad.


Murió en 1622 y fue beatificada en 1917 por el Papa Benedicto XV.



12:28 a.m.
Marcelino Champagnat nació en Lyon (Francia), en los comienzos de la revolución francesa, en 1789, y falleció contando cincuenta y un años, el seis de Junio de 1840. Fundó la Orden de los Hermanitos de María, o Maristas de la Enseñanza.

Su madre afirmó con llaneza que «lo eduqué, como a mis otros nueve hijos, con sencillez y lejos de los caprichos; le enseñé a hablar y a rezar». En el interior de esta afirmación se descubre la claridad de ideas y la vida recta de su buena madre; debió influir muy notablemente en su calidad de vida cristiana y ello estaba en los planes de Dios ya que nació en unos tiempos nada favorables para la coherencia de la fe.


Es admirable que una persona que no sabía ni leer ni escribir llegara a ser todo un modelo educativo.


Estudió sus tres últimos años en el seminario de Lyon; y se ordenó de sacerdote el 22 de Junio de 1816. Al día siguiente de la ordenación marchó con una docena de compañeros al santuario de Nuestra Señora de Fourvière y allí se consagraron a María, naciendo el compromiso de fundar la Sociedad de María.


Desde el principio tuvo clara la idea de la nueva fundación había de incluir una rama de Hermanos que dedicasen su vida a la enseñanza, trabajando con niños, principalmente con aquellos que por vivir en zonas rurales tuviesen menos oportunidades.


Vivió la caridad de un modo exquisito polarizado con la preocupación por instruir a la niñez y a la juventud, abierto al descubrimiento y aplicación de nuevas fórmulas para dar respuesta adecuada a las nuevas situaciones que se van presentando. Supo vivir su entrega a Dios poniendo remedio en aquello que de modo muy particular impide a los hombres el aprecio de su personal dignidad. Fue muy consciente de que la ignorancia es una de las peores lacras que soporta la humanidad; impide el reconocimiento de la propia dignidad, dificulta el descubrir de Dios y puede incapacitar para abrirse a los demás, haciendo, además, a las personas fácil objeto de manipulación por parte de los poderosos.


En menos de un siglo se extendió rápidamente por Europa el nuevo viento con una espiritualidad y modos concretos de entrega. Luego, se traspasó a otros continentes.


Con su canonización el día 18 de Abril del año 1999, a la caída del siglo, por el papa Juan Pablo II, queda reconocida y actualizada su obra, su compromiso educativo y espiritualidad. Es el reconocimiento del modo heroico de vivir la caridad un cristiano que desborda en frutos de bien social para todos.

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Este día también se festeja a San Norberto



12:27 a.m.
INFANCIA Y JUVENTUD

El niño Rafael Guízar vio la luz del mundo el 26 de abril de 1878, y al día siguiente fue bautizado como consta en el acta de bautismo en la que se lee:


"En Cotija, Michoacán (MÉXICO), a veintisiete de abril de 1878, yo el Presbítero, Agustín Covarrubias, T. de cura, exorcicé, puse óleo, Sagrado Crisma y bauticé solemnemente a un infante que nació un día ha en esta, púsele por nombre Rafael, hijo legítimo de Prudencio Guízar y de Natividad Valencia. Fueron sus padrinos Juan González y Benigna Valencia, cónyuges, a quienes advertí su obligación y parentesco espiritual y lo firmé". Agustín J. Covarrubias, una rúbrica.


Aprendió sus primeras letras en la escuela parroquial de su tierra natal y más tarde en un colegio que fundaron los Padres Jesuitas en la Hacienda de San Simón en los alrededores de Cotija.


Ingresó al Seminario de la Diócesis de Zamora en el año de 1894 en donde permaneció hasta el año de 1901, en el que en las Témporas de Pentecostés (1 de junio), recibió la Ordenación Sacerdotal, cuando contaba con 23 años de edad. El día 6 de junio del mismo año en la Festividad del Corpus Christi, celebró su Primera Misa en su tierra natal.


Apenas ordenado sacerdote, comenzó a acompañar en las Visitas Pastorales al Excmo. Sr. Obispo de Zamora D. José Ma. Cázares. De este virtuosísimo Prelado, aprendió sin duda alguna, a convertir en misión cada visita pastoral. Posteriormente, durante la enfermedad del Excmo. Sr. Cázares, acompañó al Sr. Obispo Auxiliar D. José de Jesús Fernández en las mismas tareas apostólicas.


MISIONERO INCANSABLE


Tuvo la encomienda de ser el Director Espiritual del Seminario de Zamora donde impartió la cátedra de Teología Dogmática. También fue nombrado Canónigo de la Catedral. Con estos cargos, pudo desarrollar una amplia actividad misionera, en la que involucraba a los alumnos del Seminario y les enseñaba a la vez "el arte del apostolado". Fundó una Congregación Religiosa puesta bajo el cuidado de Nuestra Señora de la Esperanza, desgraciadamente esta obra tuvo poco tiempo de existencia, debido sobre todo a las circunstancias que se vivían en el país en los inicios del pasado siglo.


El amor a Dios y la presencia de N.S. Jesucristo en la Eucaristía así como la devoción a la Santísima Virgen María, eran las notas distintivas de sus misiones.


A todos los pueblos que llegaba, siempre predicaba la Doctrina Cristiana, inspirado en un sencillo catecismo que él mismo compuso y escribió, adaptado sobre todo para los sencillos de corazón. Muchas generaciones aprendieron la Doctrina Cristiana con su catecismo, el cual perdura hasta nuestros días como una forma de instrucción de fe.


GANAR ALMAS PARA DIOS


Para el Padre Rafael Guízar, "ganar almas para Dios" , era el gran reto de su vida. Esto lo lograba mediante las misiones predicadas tanto en el territorio mexicano, como en los lugares fuera de México: Cuba, Guatemala, Colombia y el Sur de los Estados Unidos.


Pero además, durante los conflictos bélicos, existentes en México por la revolución de 1910, pudo prodigar la caridad y derramar la Gracia de Dios en los enfermos y moribundos por el movimiento armado. Disfrazado de vendedor de baratijas, en medio de la lluvia de balas, se acercaba a los heridos



que agonizaban y les ofrecía la reconciliación con Dios, les impartía la Absolución Sacramental, muchas veces les daba también el Sagrado Viático, que llevaba consigo de manera oculta para que no lo descubrieran como sacerdote.

Son numerosos los episodios en los que narran las intervenciones heroicas del P. Guízar para salvar almas y encaminarlas al cielo.


Sufrió varios destierros de su patria y en todas partes donde se encontraba su amor por las almas le transformaba en un gigante de la caridad y el amor al prójimo, dando todo lo que tenía a favor de los desposeídos.


NOMBRADO 5 ° OBISPO DE VERACRUZ


Estando desterrado en Cuba, cuando impartía fructíferas misiones, después de haber sido nombrado Misionero Apostólico, fue preconizado Obispo de Veracruz y recibió la consagración episcopal en la ciudad de La Habana, por el Delegado Apostólico, Mons. Tito Trochi, el 30 de Noviembre de 1919.


El día 1º de Enero de 1920, partió rumbo a Veracruz en el navío llamado "La Esperanza”, y después de llegar al Puerto, se dirigió a la Ciudad de Xalapa, Sede de su Obispado, en donde tomó posesión el día 9 de Enero del mismo año.


Apenas hubo llegado a su Diócesis, se distinguió por su celo ardentísimo a favor de las almas y por su gran caridad para con los demás, pues tuvo que enfrentar los estragos de un gran terremoto que había devastado la Zona de Xalapa, dejando sin hogar a muchos de sus hijos. Mons. Guízar se dio a la incansable tarea de ayudar a quines lo necesitaban y a visitar personalmente las regiones más afectadas, llevando la palabra del Señor y víveres para asistir a todos los dañados por el sismo.


1920 – 1938 SU GRAN LABOR EPISCOPAL


Monseñor Rafael Guízar y Valencia no sólo fue un misionero infatigable, sino que también fue un buen pastor que siempre estaba dispuesto a dar la vida por sus ovejas y fue, además, un Padre solícito y Bienhechor de los pobres y desamparados.


Estos fueron los rasgos de su ministerio episcopal. Entre los cuales su visión como pastor, le concedió darle una importancia capital a la formación de los sacerdotes, mediante la obra del Seminario Diocesano, en el que habrían de formarse muchos sacerdotes que multiplicarían sus misiones y la atención a las numerosas parroquias de todo el Territorio Veracruzano.


Como Obispo de Veracruz sufrió los estragos de la persecución religiosa en México, pero de manera especial en este jirón de la patria. Así comenzó su calvario en el que tuvo que padecer calumnias, vejaciones, destierros y hambre.


No obstante todo ello, su grande confianza en Dios Providente y su amor filial a María Santísima, le dieron la fortaleza necesaria para resistir los embates del demonio que quería arrancarle las almas que había ganado para Dios.


Predicó muchas misiones en el territorio veracruzano y mantuvo abierto su Seminario, aun en contra de las leyes persecutorias contra la Iglesia, y supo infundir en todos los fieles la confianza en Dios para resistir a los males de este mundo. La caridad, la pobreza, la humildad, la obediencia y el espíritu de sacrificio, fueron entre otras, algunas virtudes que más adornaron su alma y ministerio episcopal.


SU ULTIMA ENFERMEDAD Y SANTA MUERTE


Escondido en la Ciudad de México por la persecución religiosa en el Estado de Veracruz, se dedicaba a prodigar la caridad entre los fieles y a conseguir bienes para el sostenimiento de su Seminario, el cual era para él “como la pupila de sus ojos”.


Afectado de diversas enfermedades (diabetes, flebitis, insuficiencia cardiaca y otros padecimientos) fue llamado por el Señor para otorgarle el premio a sus fatigas, el día 6 de junio de 1938 en la Ciudad de México, en una casa contigua al edificio de su Seminario, donde éste estaba escondido por la persecución religiosa en Veracruz. Trasladado su cuerpo a Xalapa, sede de su Diócesis, fue sepultado con grandes manifestaciones del pueblo fiel, que le demostró su amor y gratitud por el inmenso bien que pasó haciendo cuando vivía.


Su fama de santidad se ha extendido por todo México y por diversos países, particularmente en donde misionó incansablemente: Guatemala, Cuba, Colombia y el Sur de los Estados Unidos. Muchos milagros se han logrado por su valiosa intercesión particularmente curaciones asombrosas y ayudas en situaciones de penuria, especialmente para los necesitados.


Su Santidad Juan Pablo II lo ha declaró Beato el día 29 de Enero de 1995, en Roma, Italia, en la Patriarcal Basílica Vaticana, y es un ejemplo de pastor abnegado y héroe de las virtudes cristianas.


Fué canonizado el 15 de octubre de 2006 en la Plaza de San Pedro, presidida por el Papa Benedicto XVI


Visita el sitio oficial de San Rafael Guizar y Valencia



12:27 a.m.
La existencia de la mártir santa Paulina está fuera de toda duda, ya que es mencionada en muchas hagiografiche antiguas, junto con Artemio y Cándida.

Se conmemora el 6 de junio en el Martirologio Romano, basándose en la "Pasión de Pedro y Marcelino" que cuenta que: Artemio era el guardián de prisión romana en donde estaban prisioneros dos cristianos y futuros mártires llamados Pedro y Marcelino. Artemio tenía una hija llamada Paulina que estaba poseida por el demonio.


Pedro le prometió la liberación de su hija si se convertían al cristianismo, Artemio se negó ya que pensaba que el santo mártir estaba loco. Pero después de presenciar un milagro se convirtió junto con su esposa Cándida y su hija Paulina que fue sanada.


Denunciado como cristiano ante el juez Sereno, Artemio fue sentenciado a morir, junto con su familia, en la Vía Aurelia. Las dos mujeres, Cándida y Paolina, fueron lanzadas a una fosa y luego enterradas bajo una masa de piedras, mientras Artemio fue ejecutado con una espada.


Luego se señala que Artemio y Paulina fueron enterrados en la Basílica de San Pancracio en la Vía Aurelia y Cándida fue enterrada en una iglesia de la via Portuense.



11:59 p.m.

Fundadora de la congregación de las Hijas de la Bienaventurada

Virgen María de los Dolores


Martirologio Romano: En Nieszawa, Polonia, Beata Margarita Lucía Szewczyk, fundadora de la Congregación de las Hija de la Bienaventurada Virgen María de los Dolores ( 1905)

Fecha de beatificación: 9 de Junio de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.



Lucía Szewczyk nació en 1828 en una familia polaca en Wolyn (hoy Ucrania). En su primera infancia perdió a sus padres y fue criada por su hermanastra mayor. Siempre sintiendo la llamada a la vida religiosa, a la edad de 20 años, entró en la Orden Terciaria de San Francisco de Asís. Debido a la situación política de la Polonia ocupada, ella no pudo unirse formalmente a ninguna congregación religiosa.

Para fortalecer su fe y amor a Dios, en 1870 Lucía emprendió una peregrinación a Tierra Santa. Ella se conmovió profundamente por esta experiencia y decidió dedicar su vida a ayudar a los pobres, los ancianos y los enfermos. Ella declaró su deseo a su confesor, el padre Honorato Kozminski, que aprobó su decisión y la animó a comenzar su trabajo. El primer paso que hizo fue invitar a dos ancianas pobres y enfermas a vivir en su apartamento. Ella cuidaba de ellas en secreto, porque cualquier actividad de caridad o de la iglesia estaban estrictamente prohibido por los decretos del emperador de Rusia, que en ese momento gobernaba Polonia.


No pasó mucho tiempo antes de que algunas mujeres más jóvenes fueran a vivir con ella y se unieran a su obra. Al igual que Lucía, querían dedicar su vida a servir a Dios ayudando a los pobres. Más tarde, para dar cabida al mayor número de necesitados y poderles servir mejor, Lucía decidió comprar una casa con un jardín. Como resultado, en 1881, siguiendo el consejo del Padre Honorato, Lucía formalmente fundó una nueva Orden Religiosa, cuyo objetivo era ayudar a los necesitados, los pobres, los enfermos y la mayoría de la sociedad. Se convirtió en la cabeza de la Congregación y tomó el nombre de Madre Margarita.


Como monja, la Madre Margarita llevó una vida muy ascética ayunando mucho y nunca renunció a sus funciones. Dirigió la creciente Congregación por 20 años. Los últimos meses de su vida los pasó en Nieszawa. Los muchos años de servicio cobraron su parte en ella y hacia el final de su vida afrontó problemas de salud. Su vida devota llegó a su fin el 5 de junio de 1905. Con un permiso especial de las autoridades de la Iglesia, su cuerpo fue trasladado a Oswiecim y enterrado en la iglesia de su Congregación. Desde su muerte, la gente continuamente acudía a orar delante de su tumba presentando sus peticiones y pidiendo su intercesión.


La vida de la Madre Margarita Szewczyk se puede definir como una vida de amor infinito de Dios, confianza en Su providencia, y la completa dedicación al servicio de los más necesitados. Ella realmente creía en la presencia real de Cristo en la Eucaristía y reconocía la Santa Misa como el tesoro más importante de su Congregación. Para hacer que su vida y su obra visible a la Iglesia Universal como la vida de un verdadero siervo de Dios, las hermanas comenzaron el proceso de su beatificación y canonización. Ahora están recogiendo la evidencia de su heroica vida y virtudes, así como la verificación de los muchos dones y bendiciones que la gente ha recibido a través de su intercesión.


S.S. Benedicto XVI firmó el 20 de diciembre de 2012 el decreto con el cual se reconoce un milagro gracias a la intercesión de la Venerable Margarita Szewczyk, lo cual permitirá su próxima beatificación.



12:49 a.m.
Etimológicamente significa “del dios Qurinal”. Viene de la lengua latina.

Fue uno de los cinco mártires con este nombre en los primeros siglos. Todos sabemos ya los duros golpes que les infligían a los cristianos por el sólo hecho de confesarse como tales. Los emperadores pensaban que era una afrenta contra el imperio y sus muchos dioses protectores.


El Quirino de hoy fue el primero que recibió el martirio. Su cuerpo lo enterraron en las catacumbas de san Ponciano, una vez que lo sacaron del río Tíber, en donde lo habían arrojado.


Pero según César Baronio, está en la iglesia de san Lorenzo de Tivoli. Pero hay otro santo con el mismo nombre que se celebra también en este día. Este homonimo fue obispo en Siscia (Croacia).


Siguiendo con la historia de Quirino de Tivoli, cuando Diocleciano hacía de las suyas contra los creyentes. Lo mandó prender para que, delante de todo el mundo, hiciera sacrificios a los dioses, tal y como prescribía el edicto imperial; con la fuerza interior que Dios da a sus amigos, rechazó tal oferta. Entonces lo metieron en la cárcel. Incluso en ella no dejaba de predicar y enseñar la vida de Jesús. De este modo, pudo convertir al guardián Marcelo.

Al cabo de los tres días, otro juez le hizo recapacitar en su decisión. Y se mantuvo fiel en su fe.


Cansado y al mismo tiempo admirado de su valentía, dictaminó que lo echaran al río Sava con una piedra atada al cuello.


Los cristianos recogieron su cuerpo y le dieron sepultura. Ya en el siglo V se lo llevaron a Roma y lo colocaron en un mausoleo, detrás de la basílica de san Sebastián en la Via Apia.


Su nombre se hizo muy popular entre los romanos para designar a los Sabinos y los Quirites


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com



12:49 a.m.
La vida de Felipe Smaldone, que se extiende desde 1848 a 1923, estuvo marcada por décadas particularmente densas de tensiones y contrastes en varios campos y sectores de la vida de la sociedad italiana, especialmente en su patria de origen y en la misma Iglesia. Nació en Nápoles el 27 de julio de 1848, el año de los famosos «motines de Nápoles ». Cuando tenía doce años, la monarquía borbónica, a la cual su familia estaba fuertemente unida, fue derrocada, y la Iglesia, con la conquista de Garibaldi, sufrió momentos muy dramáticos, que terminaron en el destierro del cardenal Arzobispo de Nápoles Sisto Riario Sforza.

Ciertamente no se vislumbraba un futuro favorable y prometedor, especialmente para la juventud, que padecía los « dolores del parto » del nuevo curso socio-político-religioso. Ahora bien, fue en esa fase de crisis institucional y social que Felipe tomó la decisión irrevocable de optar por el sacerdocio y de ponerse para siempre al servicio de la Iglesia, que veía en dificultad y perseguida.


Mientras aún era estudiante de filosofía y teología, quiso marcar su carrera eclesiástica con el servicio caritativo, dedicándose a la asistencia de una cierta categoría de personas marginadas, que, en aquellos tiempos, en Nápoles, eran particularmente numerosas y se encontraban en un lamentable estado de abandono: los sordomudos.


Se distinguió más por su actividad caritativa que por sus estudios. Su escaso rendimiento académico le obstáculo la recepción de las llamadas Órdenes Menores. Eso provocó que se cambiara de la Arquidiócesis de Nápoles a la de Rossano Calabro, cuyo Arzobispo, Mons. Pietro Cilento, en consideración de su bondad y su óptimo espíritu eclesiástico, lo acogió generosamente.


A pesar de ese cambio de diócesis, que duró pocos años, —pues en 1876, con licencia del nuevo Arzobispo, regresó en Nápoles— continuó sus estudios eclesiásticos en Nápoles, bajo la guía de uno de los Maestros del célebre Almo Colegio de Teólogos, mientras proseguía, con inalterada dedicación, su obra de asistencia a los sordomudos. Mons. Pietro Cilento, que lo estimaba mucho, quiso ordenarlo subdiácono personalmente en Nápoles el 31 de julio de 1870. El 27 de marzo de 1871 fue ordenado diácono y, finalmente, el 23 de septiembre de 1871, habiendo recibido la debida dispensa, pues era menor de 24 años, recibió, en Nápoles, con indecible gozo, la ordenación sacerdotal.


Apenas ordenado sacerdote inició un ardiente ministerio como asiduo catequista en las «capillas vespertinas», que, de pequeño, había frecuentado muy provechosamente; como celoso colaborador en varias parroquias, especialmente en la de Santa Catalina en el Foro Magno; y visitando asiduamente a los enfermos en clínicas, hospitales y casas privadas. Su caridad alcanzó el ápice de la generosidad y heroísmo con ocasión de una terrible peste que azotó Nápoles en aquellos días. Él mismo fue contagiado y se salvó por intercesión de la Virgen de Pompeya, cuya devoción lo acompañó por el resto de su vida.


Pero la cura pastoral preponderante de Don Felipe Smaldone era la de los pobres sordomudos, a los que quiso dedicar todas sus energías con criterios más idóneos y convenientes de los que veía que aplicaban los responsables de ese sector educativo. En efecto, le causaba gran pena que los esfuerzos y tentativos se hacían en la educación y formación humano-cristiana de los sordomudos, equiparados a paganos, de hecho, quedaban casi siempre frustrados.


En cierto momento, quizás para dar una expresión más directa y concreta a su sacerdocio, pensó en irse como misionero al extranjero. Pero su confesor, que lo guió constantemente desde la infancia, lo ayudó a entender que su «misión» estaba entre los sordomudos de Nápoles. Desde entonces se dedicó completamente al apostolado a favor sus queridos sordomudos. Dejó la casa paterna y se estableció con un grupo de sacerdotes y laicos, que querían instituir una Congregación de Sacerdotes Salesianos, que, de hecho, nunca se realizó. Con el tiempo adquirió una gran competencia pedagógica en el sector y gradualmente fue proyectando la realización de una Institución estable e idónea para la atención, instrucción y asistencia humana y cristiana de los sordomudos.


El 25 de marzo de 1885 fue a Lecce para abrir, junto con Don Lorenzo Apicella, un Instituto para sordomudos. Llevó algunas «hermanas», que había estado formando, y echó así las bases de la Congregación de las Hermanas Salesianas de los Sagrados Corazones, que, bendita y sostenida por los Obispos de Lecce, Mons. Salvatore Luigi dei Conti di Zola y Mons. Gennaro Trama, tuvo una expansión rápida y sólida.


El Instituto de Lecce, con secciones femeninas y masculinas, tuvo sedes cada vez más amplias por el creciente número de asistidos, hasta la adquisición del célebre ex-convento de las Descalzas, que se convirtió en la sede definitiva y Casa Madre. A éste siguió, en 1897, el instituto de Bari.


Ya que el corazón compasivo del sacerdote Smaldone no sabía decir que no a las solicitudes de muchas familias pobres, en un cierto momento empezó a hospedar, no sólo a las sordomudas, sino también las niñas ciegas, huérfanas y abandonadas. No olvidaba las necesidades humanas y morales de la juventud. Abrió, en efecto, muchas casas con escuelas maternas anexas, con talleres de costura y residencias para las niñas estudiantes, entre las cuales, también una casa en Roma.


Durante su vida, la Obra y la Congregación, a pesar de las duras pruebas a las cuales fue sometida desde afuera y desde adentro, se ensancharon y consolidaron. En Lecce fue furibundamente atacado por una Administración Municipal laicista y adversa a la Iglesia. Dentro de la Congregación tuvo que afrontar con amargura una delicada y compleja situación de secesión provocada por la primera Superiora General, que causó una larga Visita Apostólica. Fue en estas dolorosas circunstancias que brillaron las virtudes eximias de Smaldone, y quedó claro que su fundación era voluntada de Dios. En efecto, a veces Dios purifica con el sufrimiento a sus hijos mejores y las obras nacidas en su nombre.


Por espacio de cuarenta años aproximadamente, Don Felipe Smaldone estuvo siempre en la brecha, sin jamás echarse atrás, desvelándose para sustentar materialmente y educar moralmente a sus queridos sordomudos, hacia los que dispensaba siempre afecto y atenciones paternales, y para formar en la vida de perfección, a sus Hermanas Salesianas de los Sagrados Corazones.


En Lecce, además del reconocimiento general de sus méritos como director del Instituto y fundador de las Hermanas Salesianas, también brillaba por su intenso y múltiple ministerio sacerdotal. Fue asiduo y estimado confesor de sacerdotes y seminaristas, confesor y director espiritual de muchas comunidades religiosas, fundador de la Liga Eucarística de los Sacerdotes Adoradores y de las Damas Adoradoras, y fue Superior de la Congregación de los Misioneros de San Francisco de Sales para las misiones populares. Fue condecorado con la Cruz Pro Ecclesia et Pontifice, formaba parte de los canónigos de la Catedral de Lecce, y fue distinguido con una Encomienda por parte de las Autoridades civiles.


A la edad de 75 años terminó sus días en Lecce, soportando con admirable serenidad, una diabetes complicada de disturbios cardiocirculatorios y una esclerosis generalizada. Murió santamente a las nueve de la noche del 4 de junio de 1923, después de haber recibido todos los auxilios religiosos y la bendición del Arzobispo Trama, rodeado por muchos sacerdotes, sus Hermanas y sus queridos sordomudos.


Fue beatificado por Juan Pablo II el 12 de mayo de 1996 y canonizado por Benedicto XVI el 15 de octubre de 2006.


Reproducido con autorización de Vatican.va



12:49 a.m.
Es el hijo más joven de Rey Glywys.

A la muerte de su padre, la población de Glywysing pidió a Petroc que tomase la corona de una de las regiones del país, pero Petroc optó por la vida religiosa, y se fue a estudiar en Irlanda.


Varios años después él devolvió a Bretaña y desembarcó en River Camel en Cornwall. Siguiendo las ordenes de San Samson fue a la ermita de San Wethnoc, quien estaba de acuerdo en darle su respaldo para que pudiese fundar un monasterio en el sitio.


Después de 30 años como abad, Petroc hizo una peregrinación a Roma. A su retorno, apenas divisó Newton, empezó a llover. Petroc predijo que la lluvia se detendría pronto, pero llovió durante tres días, en penitencia por haberse jactado de poder predecir el clima, Petroc regresó a Roma, y luego viajó a Jerusalén, y por último a India donde él vivió siete años en una isla en el Océano Indico.


Petroc regresó a Bretaña con la compañía de un lobo que él se había encontrado en India.


Abandonó su monasterio y se fue a Llanwethinoc para vivir como un ermitaño en los bosques de Nanceventon, algunos monjes siguieron su ejemplo.


Petroc se trasladó después a lo más recondito de Cornish y encuentró al ermitaño San Guron. Guron se fue al sur, permitiendo a Petroc, con el apoyo de Rey Constantine de Dumnonia (que había sido convertido al cristianismo por Petroc), establecer un monasterio llamado Bothmena (la Morada de Monjes) junto al sitio de la ermita.


Murió en el año 594.



12:49 a.m.
Pacífico Ramota nació en la ciudad de Novara, en el Piamonte en el año de 1424. Sus padres murieron cuando era muy joven y quedó al cuidado de los benedictinos en la abadía de Novara.

A la edad de 21 años salió de ahí para tomar el hábito en el convento franciscano de la estricta observancia. Después de su ordenación trabajó como predicador en toda Italia entre los años 1452 y 1471. Escribió un tratado de teología moral titulado "Sometta di Pacifica Concienza" que fue publicado en Milán, en 1475.


Durante mucho tiempo éste fue un modelo del género, ya que simplifica las explicaciones y usa un lenguaje claro. En 1480 se le ordenó el traslado a Cerdeña como Visitador e Inspector General para los conventos de la estricta observancia, así como Nuncio Apostólico, encargado por el Papa Sixto II de proclamar una cruzada contra Mahoma II.


Para este tiempo, el Santo sabía ya que no le quedaba mucho tiempo de vida y apenas había comenzado la cruzada cayó gravemente enfermo. Murió en Sassari, el 4 de junio de 1482.


El cadáver fue llevado a Cerano, donde se construyó una iglesia en su honor.


Fue beatificado en el año 1745.



12:49 a.m.

Sacerdote Fundador de la

Congregación de las Hermanas Misioneras

de la Inmaculada Reina de la Paz


Martirologio Romano: En Mortara, Pavia (Italia), beato Francisco Pianzola, presbítero, fundador de la Congregación de las Hermanas Misioneras de la Inmaculada Reina de la Paz. ( 1943)

Fecha de beatificación: 26 de junio de 2006, durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI.



Nacido en Sartirana Lomellina, en la provincia de Pavia (Italia), el 5 de octubre de 1881, Francisco desde niño conoció los trabajos y sufrimientos de los agricultores, trabajadores agrícolas y en especial de los cultivadores de arroz que llegan de muy lejos para buscar trabajo en Lomellina.

Muchacho piadoso, abierto y reflexivo, siente nacer en él la vocación sacerdotal. Estudió en el Seminario de Vigevano (Pavia) y el 16 de marzo de 1907 fue ordenado sacerdote.


Como sacerdote, Francisco no se olvida de los trabajadores de los campos; le apasiona anunciar el Evangelio en su tierra, prefiriendo a los humildes, a los campesinos olvidados y a los obreros de las fábricas, por lo que opta por la predicación itinerante, dirigida de manera especial al pueblo y a los jóvenes.


En ese contacto vivo y profundo con su pueblo -del que conoce su hambre por la verdad- y en el ser testigo de la dolorosa situación de las mujeres en los campos y fábricas, Francisco percibe la voz de Dios que lo llamaba a realizar nuevas iniciativas apostólicas con el fin de llegar a compartir el pan del Evangelio con todos y cada uno.


Para ello funda la Congregación de las Hermanas Misioneras de la Inmaculada Reina de la Paz, establecimiento la casa matriz en Mortara, la "capital" de Lomellina, para que cual "pobres y humildes Jesús, se hicieran esclavas de las pobres almas" buscándolas en las más distantes fábricas y campiñas, en los corrales, en las afueras... para ayudarlas y consolarlas, para repetir "con sencillez y amor" la Palabra que salva, colaborando así con el sacerdocio católico.


El Padre Pianzola, rodeado de gran cariño y fama de santidad, consumido por su trabajo y caridad, murió en la Casa Matriz de sus hermanas en Mortara el 4 de junio de 1943, donde ahora descansa.


Fue llamado "el apóstol de Lomellina" por las autoridades eclesiásticas, y "el santo de los arrozales" por su gente.


El Papa Benedicto XVI lo declaró "venerable" el 26 de junio de 2006 y fue beatificado el 4 de octubre de 2008 en la catedral de Vigevano por el cardenal José Saraiva Martins, prefecto emérito de la Congregación para las Causas de los Santos, luego de la aprobación de un milagro atribuido a su intercesión.



11:34 p.m.
En la ciudad los moros están cansados de matar; los cristianos que conviven allí están cansados también de aguantar insolencias y de sufrir humillaciones con peligro. Bastantes han preferido la salida y se han instalado en los alrededores, ocupando las cuevas de la montaña donde viven como ermitaños. Son más de los que se esperaba; casi se puede decir que han formado un cinturón cercando la ciudad de los emires. Con frecuencia reciben la visita de Eulogio que les conforta con la palabra clara, fuerte y enérgica que deja en sus almas regustos de mayor entrega a Dios, mezclada con deseos de fidelidad a la fe cristiana y a los derechos de la patria.

Gran parte de ellos avivan en el alma deseos sinceros de perfección. Pasan el día y la noche repitiendo las costumbres ascéticas de los antiguos anacoretas entre la meditación y la alabanza. Las numerosas ermitas de la montaña forman un gran monasterio que sigue la Regla de los antiguos y pasados reformadores visigóticos Leandro, Isidoro, Fructuoso y Valerio quienes muy probablemente recopilaron, adaptándolas, las primeras reglas cenobíticas de los orientales recogidas por Pacomio, Casiano, Agustín y Benito. El más importante es el Tabanense.


Estalló la tormenta con el martirio del sacerdote cordobés Perfecto que fue arrastrado al tribunal, condenado y degollado.


Hay revuelo en la ciudad y protesta e indignación en el campo. Ha nacido un sentimiento por mucho tiempo tapado; muchos, llenos de ánimo, se lanzan en público a maldecir al Profeta y se muestran deseosos de morir por la justicia y la verdad. El mismo Eulogio pretendió serenar los ánimos, pero de todos modos sostiene que «nadie puede detener a aquellos que van al martirio inspirados por el Espíritu Santo».


Isaac es un joven sacerdote de Tábanos, hijo de familia ilustre cordobesa; de buena educación, conocedor excelente del árabe, hábil en los negocios, servidor en la administración de Abderramán y de sus rentas. Pero amargado en la casa de su amo por la insolencia de los dominantes, por su prepotencia altanera, o quizá por escrúpulos de conciencia, decidió irse y entrar en Tábanos donde le trató Eulogio. Ahora, indignado por la persecución de los musulmanes, toma la decisión de presentarse al cadí con la intención de ridiculizar la injusticia y acabar en el martirio.


Simula querer tener razones para aceptar la religión del Profeta y las pide con ironía y sarcasmo al juez que cae en la trampa. Tan de plano rechaza ante el público reunido la mentira del Profeta, la bajeza de la vida del mahometano y la falsía de la felicidad prometida que, resaltando la verdad del Crucificado, la dignidad que pide a sus fieles y la verdad del único Cielo prometido, que, fuera de sí el improvisado y timado maestro, abofetea a Isaac, contra la ley y la usanza.


La crónica del suceso narrada por Eulogio coincide con la versión árabe relatada en las Historias de los jueces de Córdoba, de Alioxaní, por la que sabemos hasta el nombre del cadí, Said-ben Soleiman el Gafaquí, que le juzgó. Abderramán II mandó aplicar el rigor de la ley a su antiguo servidor; y para que los cristianos no pudieran hacer de su cadáver un estandarte dándole veneración, lo mantuvo dos días en la horca, lo hizo quemar y desparramar después sus cenizas por el río Guadalquivir. Fue martirizado el 3 de juno de 851.


Dos días más tarde, el mártir es Sancho, un joven admirador de Eulogio, nacido cerca del Pirineo, que era un esclavo de la guardia del sultán; a éste, por ser culpado de alta traición además de impío, lo tendieron en el suelo, le metieron por su cuerpo una larga estaca, lo levantaron en el aire y así murió tras una larga agonía; esa era la muerte de los empalados.


Seis hombres que vestían con cogulla monacal se presentaron el domingo, día 7, ante el juez musulmán, diciéndole: «Nosotros repetimos lo mismo que nuestros hermanos Isaac y Sancho; mucho nos pesa de vuestra ignorancia, pero debemos deciros que sois unos ilusos, que vivís miserablemente embaucados por un hombre malvado y perverso. Dicta sentencia, imagina tormentos, echa mano de todos tus verdugos para vengar a tu profeta». Eran Pedro, un joven sacerdote y Walabonso, diácono, nacido en Niebla, ambos del monasterio de Santa María de Cuteclara; otros dos, Sabiniano y Wistremundo, pertenecían al monasterio de Armelata; Jeremías era un anciano cordobés que había sido rico en sus buenos tiempos, pero había sabido adaptar su cuerpo a los rigores de la penitencia en el monasterio de Tábanos que ayudó a construir con su fortuna personal y ya sólo le quedaba esperar el Cielo y, otro tabanense más, Habencio, murieron decapitados.


En unos días, ocho hombres fueron mártires de Cristo.



11:34 p.m.



















Carlos Luanga y compañeros, Santos
Carlos Luanga y compañeros, Santos

Mártires en Uganda


Esa mañana, cuando el rey Mwanga reunió la corte, vibraba en el aire una espasmódica espera. En la sala se notaba la presencia insólita de algunos energúmenos, mientras el grupo de los pajes reales, espléndidos ejemplares de belleza negra, se agolpaban alrededor del trono. Mwanga les dio una orden extraña: “Todos los que no quieran rezar pueden quedarse aquí cerca del trono; en cambio, los que quieran rezar reúnanse allá contra la pared”. El jefe de los pajes, Carlos Lwanga, fue el primero en apartarse, y luego lo siguieron otros quince. “¿Pero ustedes rezan de verdad?”, preguntó el rey. “Sí, señor mío, nosotros rezamos de verdad” contestó Carlos en nombre de todos sus compañeros cristianos, que habían pasado toda la noche anterior rezando. “¿Y están resueltos a seguir rezando?” insistió el rey. “Sí, señor mío, siempre, hasta la muerte”. “Entonces, mátenlos” les dijo bruscamente el rey a los verdugos. En efecto, “rezar” equivalía a “ser cristianos” en ese reino de Mwanga, rey de Buganda, una región que actualmente pertenece a Uganda. Y en el reino de Mwanga rezar, es decir, ser cristianos, estaba absolutamente prohibido.

Los comienzos, en realidad, habían sido buenos. El rey Mutesa al principio había acogido bien, en 1879, a los Padres Blancos de Lavigérie, que después tuvieron que retirarse por las intrigas de algunos jefes. Después, en 1885, fueron llamados nuevamente por Mwanga, y encontraron cristianos comprometidos que ocupaban cargos de responsabilidad. El “katikiro”, una especie de canciller, había tramado una conjuración contra el rey, pero fue descubierto por los cristianos. Entonces este se alió con los notables y brujos, y esta alianza fue fatal para los cristianos. José Mukasa Balikuddembe, consejero del rey, fue decapitado el 15 de noviembre de 1885; en mayo de 1886 fueron muertos Dionisio Sbuggwawo, Ponciano Ngondwe, Andrés Kaggwa, Atanasio Bazzekuketta, Gonzaga Gonga, Matías Kalemba, Noé Mwaggali.


Después les tocó el turno a los pajes de los que hablábamos; pero tres se salvaron, según el uso, sacados a suerte. Entre los trece “mártires” se encontraba Mbaga Tuzinda, hijo del jefe de los verdugos. Naturalmente trató repetidamente de salvarlo, pero él no quiso separarse de sus compañeros. Entre ellos también había un niño de trece años, Kizito. Los veintidós mártires de Uganda fueron beatificados por Benedicto XV, y canonizados por Pablo VI el 18 de octubre de 1964, en presencia de los Padres del Concilio Vaticano II; y el mismo Pablo VI consagró en 1969 el altar del grandioso santuario construido en Namugongo, en donde los trece pajes, dirigidos por Carlos Lwanga, quisieron “rezar hasta la muerte”.






11:34 p.m.
Martirologio Romano: En Roma, Italia, beato Juan XXIII, Papa, cuya vida y actividad estuvieron llenas de una singular humanidad. Se esforzó en manifestar la caridad cristiana hacia todos y trabajó por la unión fraterna de los pueblos. Solícito por la eficacia pastoral de la Iglesia de Cristo en toda la tierra, convocó el Concilio Ecuménico Vaticano II. ( 1963)

Fecha de beatificación: 3 de septiembre de 2000, por S.S. Juan Pablo II.



Nació en el seno de una numerosa familia campesina, de profunda raigambre cristiana. Pronto ingresó en el Seminario, donde profesó la Regla de la Orden franciscana seglar. Ordenado sacerdote, trabajó en su diócesis hasta que, en 1921, se puso al servicio de la Santa Sede. En 1958 fue elegido Papa, y sus cualidades humanas y cristianas le valieron el nombre de "papa bueno". Juan Pablo II lo beatificó el año 2000 y estableció que su fiesta se celebre el 11 de octubre.

Nació el día 25 de noviembre de 1881 en Sotto il Monte, diócesis y provincia de Bérgamo (Italia). Ese mismo día fue bautizado, con el nombre de Ángelo Giuseppe. Fue el cuarto de trece hermanos. Su familia vivía del trabajo del campo. La vida de la familia Roncalli era de tipo patriarcal. A su tío Zaverio, padrino de bautismo, atribuirá él mismo su primera y fundamental formación religiosa. El clima religioso de la familia y la fervorosa vida parroquial, fueron la primera y fundamental escuela de vida cristiana, que marcó la fisonomía espiritual de Ángelo Roncalli.


Recibió la confirmación y la primera comunión en 1889 y, en 1892, ingresó en el seminario de Bérgamo, donde estudió hasta el segundo año de teología. Allí empezó a redactar sus apuntes espirituales, que escribiría hasta el fin de sus días y que han sido recogidos en el «Diario del alma». El 1 de marzo de 1896 el director espiritual del seminario de Bérgamo lo admitió en la Orden franciscana seglar, cuya Regla profesó el 23 de mayo de 1897.


De 1901 a 1905 fue alumno del Pontificio seminario romano, gracias a una beca de la diócesis de Bérgamo. En este tiempo hizo, además, un año de servicio militar. Fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1904, en Roma. En 1905 fue nombrado secretario del nuevo obispo de Bérgamo, Mons. Giácomo María Radini Tedeschi. Desempeñó este cargo hasta 1914, acompañando al obispo en las visitas pastorales y colaborando en múltiples iniciativas apostólicas: sínodo, redacción del boletín diocesano, peregrinaciones, obras sociales. A la vez era profesor de historia, patrología y apologética en el seminario, asistente de la Acción católica femenina, colaborador en el diario católico de Bérgamo y predicador muy solicitado por su elocuencia elegante, profunda y eficaz.


En aquellos años, además, ahondó en el estudio de tres grandes pastores: san Carlos Borromeo (de quien publicó las Actas de la visita apostólica realizada a la diócesis de Bérgamo en 1575), san Francisco de Sales y el entonces beato Gregorio Barbarigo. Tras la muerte de Mons. Radini Tedeschi, en 1914, don Ángelo prosiguió su ministerio sacerdotal dedicado a la docencia en el seminario y al apostolado, sobre todo entre los miembros de las asociaciones católicas.


En 1915, cuando Italia entró en guerra, fue llamado como sargento sanitario y nombrado capellán militar de los soldados heridos que regresaban del frente. Al final de la guerra abrió la «Casa del estudiante» y trabajó en la pastoral de estudiantes. En 1919 fue nombrado director espiritual del seminario.


En 1921 empezó la segunda parte de la vida de don Ángelo Roncalli, dedicada al servicio de la Santa Sede. Llamado a Roma por Benedicto XV como presidente para Italia del Consejo central de las Obras pontificias para la Propagación de la fe, recorrió muchas diócesis de Italia organizando círculos de misiones. En 1925 Pío XI lo nombró visitador apostólico para Bulgaria y lo elevó al episcopado asignándole la sede titular de Areópoli. Su lema episcopal, programa que lo acompañó durante toda la vida, era: «Obediencia y paz».


Tras su consagración episcopal, que tuvo lugar el 19 de marzo de 1925 en Roma, inició su ministerio en Bulgaria, donde permaneció hasta 1935. Visitó las comunidades católicas y cultivó relaciones respetuosas con las demás comunidades cristianas. Actuó con gran solicitud y caridad, aliviando los sufrimientos causados por el terremoto de 1928. Sobrellevó en silencio las incomprensiones y dificultades de un ministerio marcado por la táctica pastoral de pequeños pasos. Afianzó su confianza en Jesús crucificado y su entrega a él.


En 1935 fue nombrado delegado apostólico en Turquía y Grecia. Era un vasto campo de trabajo. La Iglesia católica tenía una presencia activa en muchos ámbitos de la joven república, que se estaba renovando y organizando. Mons. Roncalli trabajó con intensidad al servicio de los católicos y destacó por su diálogo y talante respetuoso con los ortodoxos y con los musulmanes. Cuando estalló la segunda guerra mundial se hallaba en Grecia, que quedó devastada por los combates. Procuró dar noticias sobre los prisioneros de guerra y salvó a muchos judíos con el «visado de tránsito» de la delegación apostólica. En diciembre de 1944 Pío XII lo nombró nuncio apostólico en París.


Durante los últimos meses del conflicto mundial, y una vez restablecida la paz, ayudó a los prisioneros de guerra y trabajó en la normalización de la vida eclesiástica en Francia. Visitó los grandes santuarios franceses y participó en las fiestas populares y en las manifestaciones religiosas más significativas. Fue un observador atento, prudente y lleno de confianza en las nuevas iniciativas pastorales del episcopado y del clero de Francia. Se distinguió siempre por su búsqueda de la sencillez evangélica, incluso en los asuntos diplomáticos más intrincados. Procuró actuar como sacerdote en todas las situaciones. Animado por una piedad sincera, dedicaba todos los días largo tiempo a la oración y la meditación.


En 1953 fue creado cardenal y enviado a Venecia como patriarca. Fue un pastor sabio y resuelto, a ejemplo de los santos a quienes siempre había venerado, como san Lorenzo Giustiniani, primer patriarca de Venecia.


Tras la muerte de Pío XII, fue elegido Papa el 28 de octubre de 1958, y tomó el nombre de Juan XXIII. Su pontificado, que duró menos de cinco años, lo presentó al mundo como una auténtica imagen del buen Pastor. Manso y atento, emprendedor y valiente, sencillo y cordial, practicó cristianamente las obras de misericordia corporales y espirituales, visitando a los encarcelados y a los enfermos, recibiendo a hombres de todas las naciones y creencias, y cultivando un exquisito sentimiento de paternidad hacia todos. Su magisterio, sobre todo sus encíclicas «Pacem in terris» y «Mater et magistra», fue muy apreciado.


Convocó el Sínodo romano, instituyó una Comisión para la revisión del Código de derecho canónico y convocó el Concilio ecuménico Vaticano II. Visitó muchas parroquias de su diócesis de Roma, sobre todo las de los barrios nuevos. La gente vio en él un reflejo de la bondad de Dios y lo llamó «el Papa de la bondad». Lo sostenía un profundo espíritu de oración. Su persona, iniciadora de una gran renovación en la Iglesia, irradiaba la paz propia de quien confía siempre en el Señor. Falleció la tarde del 3 de junio de 1963.


Juan Pablo II lo beatificó el 3 de septiembre del año 2000, y estableció que su fiesta litúrgica se celebre el 11 de octubre [1], recordando así que Juan XXIII inauguró solemnemente el Concilio Vaticano II el 11 de octubre de 1962.


El milagro para su beatificación


El hecho atribuido a la intercesión del Papa Bueno hace referencia a



la inexplicable curación de una religiosa, Sor Caterina Capitani, enferma de una dolencia estomacal. Era el año 1966 (apenas tres años después de la muerte de Juan XXIII), cuando la entonces joven Caterina Capitani examinada por los médicos de Nápoles recibió el terrible diagnóstico: "Perforación gástrica hemorrágica con fistulación externa y peritonitis aguda". Un caso a todas luces desesperado en el que el desenlace fatal había sido ya aceptado por la familia. Sin embargo, el 22 de mayo de 1966, las hermanas de la enferma, sabedoras de que Caterina era una ferviente admiradora de Juan XXIII, oraron pidiendo su intercesión mientras le colocaban una imagen del Papa sobre el estómago de Sor Caterina. Pocos minutos después, la monja, a la que ya habían administrado el sacramento de la unción de los enfermos, comenzó a sentirse bien y pidió comer.

Sor Caterina Capitani, quien falleció en marzo del 2010 (a la edad de 68 años), relató haber visto a Juan XXIII sentado al pie de su cama de enferma, diciéndole que su plegaria había sido escuchada. Días más tarde, una radiografía documentó la desaparición completa del mal que padecía. La ciencia, fue incapaz de dar una explicación a la curación, además en el estómago no le quedaron señales de las cicatrices causadas por la fístula. Una comisión de médicos calificó de "inexplicable científicamente" la curación de la religiosa.


ACTUALIZACIÓN: El 5 de julio de 2013 el Papa Francisco firmó el decreto en el cual se aprueba la votación a favor de la canonización del Beato Juan XXIII (Angelo Giuseppe Roncalli) realizada el día 2 del mismo mes y año en la sesión ordinaria de los Cardenales y Obispos de la Congregación para la Causa de los Santos, tan sólo falta que se conozca la fecha en que se realizará la ceremonia de canoniación.


Para conocer más sobre este proceso recomendamos leer el artículo ¿Por qué Juan XXIII será santo sin milagro?

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NOTA

[1] En el santoral los santos y beatos se inscriben en su fecha de muerte, día de su ingreso a la casa del Padre. La fiesta litúrgica no tiene que coincidir obligatoriamente con la fecha de recordación en el santoral.



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