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12:34 a.m.
Martirologio Romano: Los siete santos fundadores de la Orden de los Siervos de María: Bonfilio, Bartolomé, Juan, Benito, Gerardino, Ricovero y Alejo. Siendo mercaderes en Florencia, se retiraron de común acuerdo al monte Senario para servir a la Santísima Virgen María, fundando una Orden bajo la Regla de san Agustín. Son conmemorados en este día, en el que falleció, ya centenario, el último de ellos, Alejo (1310).

Según la tradición hubo siete hombres, muy respetables y honorables, a los que nuestra Señora unió, a manera de siete estrellas, para iniciar la Orden suya y de sus siervos. Los siete nacieron en Florencia; primero llevaron una vida eremítica en el monte Senario, dedicados en especial a la veneración de la Virgen María. Después predicaron por toda la región toscana y fundaron la Orden de los Siervos de Santa María Virgen, aprobada por la Santa Sede en 1304. Se celebra hoy su memoria, porque en este día, según se dice, murió San Alejo Falconieri, uno de los siete, el año 1310.


En la Monumenta Ordinis Servorum Beatae Maríae Virginis se lee lo siguiente respecto del estado de vida de los Siervos de Santa María Virgen: “Cuatro aspectos pueden considerarse por lo que toca al estado de vida de los siete santos fundadores antes que se congregaran para esta obra. En primer lugar, con respecto a la Iglesia. Algunos de ellos se habían comprometido a guardar virginidad o castidad perpetua, por lo que no se habían casado; otros estaban ya casados; otros habían enviudado.


En segundo lugar, con relación a la sociedad civil. Ellos comerciaban con las cosas de esta tierra, pero cuando descubrieron la piedra preciosa, es decir, nuestra Orden, no sólo distribuyeron entre los pobres todos sus bienes, sino que, con ánimo alegre, entregaron sus propias personas a Dios y a nuestra Señora, para servirlos con toda fidelidad.


El tercer aspecto que debemos tener en cuenta es su estado por lo que se refiere a su reverencia y honor para con nuestra Señora. En Florencia existía, ya desde muy antiguo, una sociedad en honor de la Virgen María, la cual, por su antigüedad y por la santidad y muchedumbre de hombres y mujeres que la formaban, había obtenido una cierta prioridad sobre las demás y, así, había llegado a llamarse “Sociedad mayor de nuestra Señora”. A ella pertenecían los siete hombres de que hablamos, antes de que llegaran a reunirse, como destacados devotos que eran de nuestra Señora.


Finalmente, veamos cual fuera su estado en lo que mira a su perfección espiritual. Amaban a Dios sobre todas las cosas y a él ordenaban todas sus acciones, como pide el recta orden honrándolo así con todos sus pensamientos, palabras y obras.

Cuando estaban ya decididos, por inspiración divina, a reunirse, a lo que los había impulsado de un modo especial nuestra Señora, arreglaron sus asuntos familiares y domésticos, dejando lo necesario para sus familias y distribuyendo entre los pobres lo que sobraba. Finalmente buscaron a unos hombres de consejo y de vida ejemplar, a los que manifestaron su propósito.


Así subieron al monte Senario, y en su cima erigieron una casa pequeña y adecuada, a la que se fueron a vivir en comunidad. Allí empezaron a pensar no sólo en su propia santificación, sino también en la posibilidad de agregarse nuevos miembros, con el fin de acrecentar la nueva Orden que nuestra Señora había comenzado valiéndose de ellos. Por lo tanto, comenzaron a recibir nuevos hermanos y, así, fundaron esta Orden. Su principal artífice fue nuestra Señora, que quiso que estuviera cimentada en la humildad, que fuese edificada por su concordia y conservada por su pobreza.



12:34 a.m.
Martirologio Romano: En Auchy, en la región de Morins, Francia, sepultura de san Silvino, obispo (s. VIII).

Etimológicamente Silvino = Aquel que cuida los bosques, es de origen latino.



No sabemos nada de cierto sobre la familia de San Silvino, quien pasó la primera parte de su vida en las cortes de los reyes Childerico II y Thierry III. Estaba a punto de casarse, cuando se sintió llamado a abandonar el mundo y, para seguir a Cristo, se retiró de la corte a una vida ejemplar de castidad y pobreza.

Recibió la ordenación sacerdotal en Roma y más tarde, fue consagrado obispo. Algunos documentos afirman que su diócesis era Toulouse, otros que era Thérouanne; pero, como su nombre no aparece en los registros de ninguna de las dos, lo más probable es que haya sido obispo sin diócesis, encargado de la predicación entre los paganos. Silvino trabajó celosamente en el norte de Francia, sobre todo en Thérouanne, donde los paganos abundaban y los cristianos eran sólo de nombre y apenas mejores que los paganos. La infatigable predicación del santo obispo, así como su ejemplo, ganaron muchas almas para Jesucristo.


Silvino empleó gran parte de su fortuna personal en rescatar a los esclavos de los bárbaros, y el resto lo gastó en obras de caridad y en la construcción de iglesias. Aunque su porte y sus maneras eran las de un cortesano, vestía pobremente y practicaba grandes austeridades. Se dice que recibía en su casa a cada peregrino, como si se tratara de Jesucristo en persona. El biógrafo de San Silvino cuenta que no comió pan durante cuarenta años, que se alimentaba con hierbas y frutos, y que su única riqueza era un caballo en el que hacía sus viajes, cuando estaba ya muy débil para andar.


El gran deseo de Silvino era vivir como ermitaño; pero la debilidad de su constitución física se lo habría impedido, en caso de haber obtenido la dispensa de sus obligaciones episcopales. Parece que murió en el monasterio de Auchy-les-Moines, cerca de Arras, porque ahí fue sepultado. Sus contemporáneos le tenían en gran estima, no sólo por su caridad y santidad, sino también por su don de curar a los enfermos.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!



12:34 a.m.
El 21 de diciembre de 1893 el Papa León XIII, reconoció el antiquísimo culto tributado y el título de santos, a los primeros cuatro abades de la célebre Abadía de la Santísima Trinidad de Cava de’ Tirreni, fundada en el siglo XI.

Ellos son san Alferio el fundador y primer abad (†1050), san León I (1050-79), san Pedro I Pappacarbone (1079 -1123) y san Constable (1122-24), sus reliquias descansan en la iglesia de la abadía en la ´Capilla de los Santos Padres´.


Constable nació hacia el 1070 en Tresino en Lucania (hoy Basilicata) de la noble familia Gentilcore; cuando tenía siete años le fue confiado al abad de Cava san León I, convirtiéndose luego en monje en la misma abadía. Demostró una perseverancia encomiable en la Regla Benedictina en su vida monástica, tal, que fue considerado un ejemplo para sus cofrades y encargado por el abad de importantes negociaciones para la abadía.


El 10 de enero de 1118, con el pleno consentimiento de los monjes, el abad san Pedro I lo nombró su adjutor en el gobierno de la abadía que había crecido notablemente, sucediéndole como abad el 4 de marzo de 1122.


Su obra la ejercitó con amabilidad, comprensión a cada uno de los monjes y a sus individuales problemas, sin abusar de su autoridad.


Murió el 17 de febrero de 1124 a los 53 solos años y fue enterrado en la parte de la iglesia colindante a la gruta ´Arsicia´ usada por san Alferio. Después de su muerte apareció varias veces a los abades sucesores, viniendo a ellos para ayudarlos en las contingencias, se habla de sus intervenciones prodigiosas por la salvación de los botes que pertenecían a la Abadía, al punto que durante la Edad Media fue nombrado el protector de los marineros de la abadía.


Su fiesta es el 17 de febrero; es el santo patrón de la ciudad de Castellabate en el Cilento, que fue fundada en 1123.



12:34 a.m.














Lucas Belludi, Beato
Lucas Belludi, Beato

Presbítero Franciscano


Martirologio Romano: En Padua, en la región de Venecia, beato Lucas Belludi, presbítero, de la Orden de los Frailes Menores, discípulo y compañero de san Antonio (1286).

Etimologicamente: Lucas = Aquel que es luminoso, es de origen latino.


Fecha de beatificación: 18 de mayo de 1927 por el Papa Pío XI.



Lucas nació en Padua (Italia) hacia el año 1200, de la noble y muy rica familia de los Belludi. Los datos que tenemos de su vida, y en particular de su juventud, son más bien escasos. Con toda probabilidad estudió en la Universidad de Padua, como lo prueba su gran cultura, y el año 1220 se encontró con san Francisco que, a su regreso de Oriente, había desembarcado en Venecia y, de camino hacia su tierra, pasó por Padua. En Santa María de La Cella o Arcella, cerca de la ciudad, el Santo fundó un monasterio de clarisas, en el que recibió a la beata Elena Enselmini, y junto al mismo un pequeño hospicio para los frailes que las atendían; en él recibió Lucas el hábito de manos de Francisco y en él moriría años más tarde san Antonio. Parece que fue el mismo san Francisco quien orientó a Lucas al sacerdocio, habida cuenta de su formación y sus virtudes.

En la humilde residencia de la Arcella pasó el ya sacerdote Lucas años de oración y penitencia, a la vez que comenzaba a perfilar sus sermones. El año 1227, san Antonio, que había estado predicando en el sur de Francia, regresó a Italia y fue elegido Ministro provincial del norte de Italia. Por entonces, tal vez en el mismo año, Antonio se encontró con Lucas, y éste sería en adelante el discípulo y compañero inseparable del Santo, en sus correrías apostólicas y en la redacción de sus Sermones. Cuando después de la intensísima Cuaresma que predicó en Padua el año 1231, san Antonio se retiró al eremitorio de Camposampiero, cerca de Padua, allí lo atendió y cuidó el beato Lucas. El 13 de junio de 1231, durante la comida, Antonio sufrió un colapso y se sintió morir; pidió que lo trasladaran a Padua y, una vez más, Fr. Lucas fue su compañero inseparable; lo asistió durante el viaje en carreta y permaneció a su lado en la Arcella hasta que expiró aquella misma tarde. Después, nuestro Beato fue uno de los editores de los sermones del Santo, testigo de su santidad y promotor de su glorificación mediante la pronta canonización y la construcción de su Basílica en Padua. Tan estrecha fue la relación entre el Santo y nuestro Beato, que a éste se le llama también «Lucas de San Antonio».


En la vida del beato Lucas se suele destacar sobre todo el haber sido compañero y colaborador de san Antonio; pero, además, fue un hombre de gran talento y profunda espiritualidad, un verdadero sabio, famoso predicador, de vida sencilla y sana doctrina. Fue elegido Ministro provincial varias veces. Después de la muerte de san Antonio, el beato Lucas fue uno de los editores de sus Sermones; por otra parte, Lucas es también autor de sus propios Sermones Dominicales y otros, que se conservan inéditos en la Biblioteca Antoniana de Padua.


Murió en el hospicio de la Arcella (Padua) el 17 de febrero de 1286. Su cuerpo fue depositado, en la Basílica de San Antonio, en el mismo sepulcro en que estuvo sepultado al principio el Santo, su amigo y maestro. En 1971 los restos del Beato fueron trasladados a otra tumba dentro de la misma Basílica, donde reposan en la actualidad.


Fue beatificado por Pío XI el 18 de mayo de 1927. Entre los lugares de la Basílica paduana que merecen visitarse se encuentra la Capilla del Beato Lucas Belludi, totalmente pintada al fresco por Giusto de´ Menabuoi (1382). Aún hoy son muchos estudiantes que acuden a su sepulcro para pedirle su intercesión a la hora de los exámenes.





1:18 a.m.
Cuando llegó la paz de Constantino, la matrona Sofronia tomó las reliquias del cuerpo de la mártir Juliana con la intención de llevarlas consigo a Roma. Por una tempestad, tuvo que desembarcar en Puzoli donde le edificó un templo que luego destruyeron los lombardos. Las reliquias se vieron peligrar y prudentemente se trasladaron a Nápoles donde reposan y se veneran con gran devoción.

En Nicomedia tuvieron lugar los hechos, de mil maneras narrados y con toda clase de matices comentados, en torno a esta santa que hizo un proyecto de su vida contrapuesto al deseado por su padre. Los narraré escuetamente adelantando ya que fue por la persecución de Maximiano.


Juliana es hija de una conocida familia ilustre pero con un padre pagano metido en el ejercicio del Derecho - que cuando llega el momento llega a convertirse en perseguidor de los cristianos - y una madre agnóstica. Ella, por la situación del entorno familiar nada favorable para la vivencia cristiana, se ha hecho bautizar en secreto. Además se le ha ocurrido entregarse enteramente a Cristo y no entra el casamiento en sus planes de futuro. Este es el marco.


La dificultad del caso comienza cuando Eluzo, que es un senador joven, quiere casarse con Juliana. La cosa se pone aún más interesante porque, conociendo que Eluzo bebe los vientos por su hija, ya ha concertado el padre el matrimonio entre el senador y la joven, comprometiendo su honorabilidad.


La supuesta novia lo recibe amablemente y con cortesía haciendo gala de su esmerada educación. Pero, al llegar el momento culminante de los detalles matrimoniales, salta sobre el tapete una condición al aspirante con la intención de desligarse del compromiso. No lo aceptará -le dice- mientras no sea juez y prefecto de la ciudad. Claro que eso era como pedir la luna; pero se vio pillada en sus palabras ya que en poco tiempo, gracias a influencias, dinero y valía personal, Eluzo se ha convertido en juez y prefecto de Nicomedia; además, continúa insistiendo en sus pretensiones matrimoniales con Juliana. La doncella mantiene la dignidad dándole toda clase de felicitaciones y parabienes, al tiempo que le asegura no poder aceptar el matrimonio hasta que se dé otra condición imprescindible para cubrir la sima que los separa: debe hacerse cristiano.


Ante tamaño disparate es el propio Eluzo quien pondrá al padre al corriente de lo que está pasando y de la «novedad» que se presenta. «Si eso es verdad, seremos juez y fiscal para mi hija». Juliana sólo sabe contestar a su padre furioso que ansía ser la primera dama de la ciudad, pero que sin ser cristiano, todo lo demás lo estima en nada.


«Por Apolo y Diana! Más quiero verte muerta que cristiana».


Convertida al cristianismo, se destacó por su entusiasmo y ardor en la difusión de la fe, por lo que fue encarcelada, torturada y finalmente decapitada el año 305. Su cuerpo fue trasladado a Cumas, en Italia, y posteriormente su reliquias llegaron a España, donde en su honor los condes de Castilla levantaron el célebre monasterio de Santillana (Santa Ileana), uno de los mejores monumentos de la Edad Media española


En la conversación tratará a su padre con respeto y amor de hija, pero... «mi Salvador es Jesucristo en quien tengo puesta toda mi confianza». Vienen los tormentos esperados cuando las razones no son escuchadas. Estaño derretido y fuego; además, cárcel para darle tiempo a pensar y llevarla a un cambio de actitud. Finalmente, con 18 años, se le corta la cabeza el 16 de febrero del 308.


Alguna vez hay padres «se pasan» al forzar a sus hijos cuando tienen que elegir estado. Esto tiene más complicaciones si razones profundas, como la fe práctica, dificulta la comprensión de los motivos que distancian. ¿No pensaría el padre de Juliana que sin matrimonio y cristiana su hija sería desgraciada? Quizá con viva fe cristiana llegara a vislumbrar que Jesucristo llena más que el dinero, el poder, la dignidad y la fama.


Uno de los hechos más característicos de las «Actas», es la discusión que tuvo la santa con el demonio, el cual, disfrazado cono un ángel de luz, trataba de persuadirla para que accediese a los deseos de su padre y de su pretendiente. Por ello, el arte medieval representaba comúnmente a Santa Juliana con una cadena o una cuerda disponiéndose a atar a un demonio alado.



1:18 a.m.
NOTA: En la actualidad el Martirologio lo recuerda el 19 de enero, en el calendario anterior se lo celebraba el 16 de febrero

Martirologio Romano: Conmemoración de san Macario el Grande, presbítero y abad del monasterio de Scete, en Egipto, que, considerándose muerto al mundo, vivía sólo para Dios, enseñándolo así a sus monjes (c. 390).


Etimología: Macario = Aquel que ha encontrado la felicidad, es de origen griego.



Este santo nació en Egipto por el año 300. Pasó su niñez como pastor, y en las soledades del campo adquirió el gusto por la oración y por la meditación y el silencio.

Una mujer atrevida le inventó la calumnia de que el niño que iba a tener era hijo de Macario, el cual, según decía ella, la había obligado a pecar. La gente enardecida arrastró al pobre joven por las calles. Pero él le pidió al Señor en su oración que hiciera saber a todos la verdad, y sucedió que tal mujer empezó a sentir terribles dolores y no podía dar a luz, hasta que al fin contó a sus vecinos quién era el verdadero papá del niño. Entonces la gente se convenció de la inocencia de Macario y cambió su antiguo odio por una gran admiración a su humildad y a su paciencia.


Para huir de los peligros del mundo, Macario se fue a vivir en un desierto de Egipto, dedicándose a la oración, a la meditación y a la penitencia, y allí estuvo 60 años y fueron muchos los que se le fueron juntando para recibir de él la dirección espiritual y aprender los métodos para llegar a la santidad.


El obispo de Egipto ordenó de sacerdote a Macario para que pudiera celebrarles la misa a sus numerosos discípulos. Después fue necesario ordenar de sacerdotes a cuatro de sus alumnos para atender las cuatro iglesias que se fueron construyendo allí cerca donde él vivía, para los centenares de cristianos que se habían ido a seguir su ejemplo de oración, penitencia y meditación en el desierto.


Macario quería cumplir aquella exigencia de Jesús: "Si alguno quiere ser mi discípulo, tiene que negarse a sí mismo", y se dedicó a mortificar sus pasiones y sus apetitos. Estaba convencido de que nadie será puro y casto si no les niega de vez en cuando a sus sentidos algo de lo que estos piden y desean. Deseaba dominar sus pasiones y dirigir rectamente sus sentidos. Sentía la necesidad de vencer sus malas inclinaciones, y notó que el mejor modo para obtener esto era la mortificación y la penitencia. Como su carne luchaba contra su espíritu, se propuso por medio del espíritu dominar las pasiones de la carne. A quienes le preguntaban por qué trataba tan duramente a su cuerpo, les respondía: "Ataco al que ataca mi alma". Y si a alguno le parecían demasiadas sus mortificaciones le decía: "Si supieras las recompensas que se consiguen mortificando las pasiones del cuerpo, nunca te parecerían demasiadas las mortificaciones que se hacen para conservar la virtud".


En aquellos desiertos, con 40 grados de temperatura y un viento espantosamente caliente y seco, no tomaba agua ni ninguna otra bebida durante el día. En un viaje al verlo torturado por la sed, un discípulo le llevó un vaso de agua, pero el santo le dijo: "Prefiero calmar la sed, descansando un poco debajo de una palmera", y no tomó nada. Y a uno de sus seguidores les dijo un día: "En estos últimos 20 años jamás he dado a mis sentidos todo lo que querían. Siempre los he privado de algo de lo que más deseaban".


Dominaba su lengua y no decía sino palabras absolutamente necesarias. A sus discípulos les recomendaba mucho que como penitencia guardaran el mayor silencio posible. Y les aconsejaba que en la oración no emplearan tantas palabras. Que le dijeran a Nuestro Señor: "Dios mío, concédeme las gracias que Tú sabes que necesito". Y que repitiera aquella oración del salmo: "Dios mío, ven en mi auxilio, Señor date prisa en socorrerme".


Admirable era el modo como moderaba su genio y su carácter, de manera que la gente quedaba muy edificada al verlo siempre alegre, de buen genio y que no se impacientara por más que lo ofendieran o lo humillaran.


A un joven que le pedía consejos de cómo librarse de la preocupación del qué dirán los demás, lo mandó a un cementerio a que les dijera un montón de frases duras a los muertos. Cuando volvió le preguntó Macario: Qué te respondieron los muertos? NO me respondieron nada, le dijo el joven. ¡Entonces ahora vas y les dices toda clase de elogios y alabanzas! El muchacho se fue e hizo lo que el santo le había mandado, y éste volvió a preguntarle: ¿Qué te respondieron los muertos? ¡Padre, nada me respondieron! "Pues mira", le dijo el hombre de Dios: "Tú tienes que ser como los muertos: ni entristecerte porque te critican y te insultan, ni enorgullecerte porque te alaban y te felicitan. Porque tú eres solamente lo que eres ante Dios, y nada más ni nada menos".


A uno que le preguntaba qué debía hacer para no dejarse derrotar por las tentaciones impuras le dijo: "Trabaje más, coma menos, y no les conceda a sus sentidos y a sus pasiones el gusto al placer inmediato. Quien no se mortifica en lo lícito, tampoco se mortificará en lo ilícito". El otro practicó estos consejos y conservó la castidad.


Macario le pidió a Dios que le dijera a qué grado de santidad había llegado ya, y Nuestro Señor le dijo que todavía no había llegado a ser como la de dos señoras casadas que vivían en la ciudad más cercana. El santo se fue a visitarlas y a preguntarles qué medios empleaban para santificarse, y ellas le dijeron que los métodos que empleaban eran los siguientes: dominar la lengua, no diciendo palabras inútiles o dañosas. Ser humildes, soportando con paciencia las humillaciones que recibían y la pobreza y los oficios sencillos que tenían que hacer. Ser siempre amables y muy pacientes, especialmente con sus maridos que eran muy malgeniudos, y con los hijos rebeldes y los vecinos ásperos y poco caritativos. Y como medio muy especial le dijeron que se esmeraban por vivir todo el día en comunicación con Dios, ofreciéndole al Señor todo lo que hacían, sufrían y decían, todo para mayor gloria de Dios y salvación de las almas.


Los herejes arrianos que negaban que Jesucristo es Dios, desterraron a Macario y sus monjes a una isla donde la gente no creía en Dios. Pero allí el santo se dedicó a predicar y a enseñar la religión, y pronto los paganos que habitaban en aquellas tierras se convirtieron y se hicieron cristianos.


Cuando los herejes arrianos fueron vencidos, Macario pudo volver a su monasterio del desierto. Y sintiendo que ya iba a morir, pues tenía 90 años, llamó a los monjes para despedirse de ellos. Al ver que todos lloraban, les dijo: "Mis buenos hermanos: lloremos, lloremos mucho, pero lloremos por nuestros pecados y por los pecados del mundo entero. Esas sí son lágrimas que aprovechan para la salvación".


Jesús dijo: "Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados (Mt. 5). Dichosos los que lloran y se afligen por sus propios pecados. Dichosos los que lloran por las ofensas que los pecadores le hacen a Dios. Lloremos arrepentidos en esta vida, para que no tengamos que ir a llorar a los tormentos eternos". Y murió luego muy santamente. Llevaba 60 años rezando, ayunando, haciendo penitencia, meditando y enseñando, en el desierto.



Oración

San Macario, santo penitente:

consíguenos de Dios la gracia de hacer penitencia por nuestros pecados en esta vida,

para no tener que ir a pagarlos en los castigos de la eternidad.

Amén



¡Felicidades a quienes tengan este nombre!


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1:18 a.m.
NOTA: En la actualidad el Martirologio lo recuerda el 11 de enero, en el calendario anterior se lo celebraba el 16 de febrero.

Martirologio Romano: En la ciudad de Catania, en Sicilia (hoy Italia), beato Bernardo Scammacca, presbítero, de la Orden de Predicadores, que se distinguió por su misericordia hacia los pobres y enfermos (1487).


Fecha de beatificación: León XII aprobó su culto el 8 de marzo de 1825.



Bernardo, antes Antonio, nace en Catania (Sicilia) de familia noble el año 1430.

Después de una juventud disipada, postrado por una grave herida recibida en un duelo y movido por la gracia divina, quiso ser inscrito entre los frailes Predicadores el año 1452.


Se dedicó con ardor y exclusividad a Dios y se esforzó en conformarse a Cristo crucificado, cuya pasión consideraba devotamente, por medio de una caridad ardiente y frutos abundantes de penitencia. Fue esclarecido en la misericordia al prójimo, especialmente con los enfermos y necesitados, para los que procuró la edificación de un hospital, que todavía existe, con la ayuda de sus nobles conciudadanos y que él mismo dirigió en vida. Fue de los primeros religiosos observantes de Santa Zita de Palermo, prior de Santo Domingo en Catania y después en Palermo y finalmente vicario general de los conventos reformados de Sicilia, dando, por consiguiente, una extraordinaria colaboración a la restauración de la vida regular.


Fue predicador ardoroso y llevó muchas personas a Dios. De él dijo Tomás Schifaldo: «Hombre bueno, piadoso y modestísimo, escrutador de todas las conciencias.» Puso su experiencia al servicio de su ministerio apostólico, mostrándose amorosamente compasivo con los pecadores y dando gracias en su oración por la misericordia divina.


Murió en Catania, confirmada su vida con numerosos carismas, el 11 de enero de 1487 y allí se venera su cuerpo incorrupto.



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Martirologio Romano: En Nápoles, Italia, Beato Mariano Arciero, sacerdote diocesano que dedicó su vida a la misión pastoral encomendada. ( 1788)

Fecha de beatificación: 24 de junio de 2012, bajo el pontificado de S.S. Benedicto XVI



El Beato Mariano Arciero nació en Contursi (Salerno, Italia) el 26 de febrero de 1707, sus padres fueron Matías Arciero y Autilia Marmora, quienes eran muy pobres por lo que, con apenas ocho años de edad, Mariano fue a trabajar al servicio de casa de los Parisi, donde uno de los miembros, Don Emanuele (Manuel), lo tomó bajo su cuidado y a quien Mariano ayudaba gustoso en las misiones en las que enseñaba el catecismo a los niños.

A los 22 años se trasladó a Nápoles, frecuentando la Congregación Eucarística fundada por el jesuita Francesco Pavone de Catanzaro (1568-1585) y que tomaría el nombre de "Conferencia de las Santas Misiones" (una sociedad sacerdotal), institución a la que él se incorporaría el 21 de diciembre de 1729.


Estudio literatura y filosofía en el Colegio Máximo de los jesuitas en Nápoles, mientras Don Emanuele le enseñaba teología y le constituía un patrimonio, logrando ser ordenado sacerdote el 22 de diciembre de 1731.


En poco tiempo Don Mariano Arciero se volvió modelo para el clero napolitano, por su inclinación a la caridad, labrada ya desde los primeros años de su juventud, fue activo apóstol en los almacenes, callejones, hospitales y en los astilleros.


Genaro Fortunato, canónico de la catedral de Nápoles, al ser nombrado obispo de Cassano en 1729, lo quiso en su diócesis, dándole plena libertad tanto para las misiones cuanto para la constante reforma del clero y los institutos religiosos femeninos.


Dedicaba hasta seis horas al día para la educación de los niños y la predicación, logrando conversiones atronadoras, la fama de su incansable labor traspasó los límites de la diócesis de Cassano, por lo que fue invitado a llevar a cabo su misión, incluso en las diócesis vecinas, por lo que fue llamado el "Apóstol de Calabria".


El obispo Fortunato lo convirtió en el primer párroco de la iglesia de Altomonte, luego de la iglesia de la Anunciación que estaba construyéndose en Maratea y finalmente director espiritual de la congregación de clérigos y laicos.


Con particular detalle se ocupa de las Clarisas de Castrovillari para quienes construye un nuevo convento, en la misma ciudad fundó el “Retiro de penitentes”, al que asistió siempre con ayudas, incluso luego de dejar la diócesis de Cassano, en efecto después de la muerte del obispo en 1751, él regresó a Nápoles.


El Arzobispo Cardenal Sersale le confió la dirección del Seminario Diocesano, labor que realizaría durante treinta años, siendo un formador sabio y apreciado. La fuerza y la solidez de sus argumentos conmovían a sus oyentes, animándolos a la vida buena del Evangelio; en cuanto a la instrucción de los sacerdotes, estaba convencido de que, si se convertían en lámparas luminosas en la casa del Señor, podían alumbrar a todos aquellos que están en las tinieblas y en la sombra de la muerte.


En 1768 fue nombrado padre espiritual de la Conferencia de las Santas Misiones, en esta función, con la ayuda de amigos y devotos construyó –para esta sociedad- una iglesia más grande, más adecuada para dar cabida al creciente número de miembros, este templo fue dedicado a la Asunción. Su deseo era ser enterrado en esta iglesia.


Murió el 16 de febrero de 1788. Santa María Francisca de las Cinco Llagas, la mística terciaria napolitana, vio que el alma de Don Mariano era llevada al cielo por los ángeles. Su cuerpo fue expuesto durante tres días por el continuo acudir de los fieles napolitanos, que querían darle un último saludo.


En 1951 su cuerpo fue trasladado a Contursi, su ciudad natal, en la que se llevó a cabo la ceremonia de beatificación el 24 de junio de 2012.



1:18 a.m.
Martirologio Romano: En Turín, en Italia, beato José Allamano, presbítero, que, lleno de fervor, para propagar la fe cristiana fundó las congregaciones de hombres y de mujeres denominadas de las Misiones de la Consolata (1926).

Fecha de beatificación: 7 de octubre de 1990 por el Papa Juan Pablo II.



José Allamano nace en Castelnuovo d´Asti (Turín), el 21 de Enero de 1851, en el seno de una familia campesina. Fue el cuarto de los cinco hijos. A los tres años se quedó huérfano de padre. Además de la madre, tres personas tienen un papel fundamental en su formación: Su maestra, Benedetta Savio; su tío San José Cafasso; y su confesor San Juan Bosco.

El 20 de Septiembre de 1873 se ordena sacerdote. Tiene 22 años. Los seis primeros años de sacerdote los pasa de formador en el seminario. Su mayor deseo es ir a una parroquia.


En 1880 se le abren nuevos caminos…El arzobispo busca un rector para el Santuario de Ntra. Sra. de la Consolata, patrona de Turín; que por aquel tiempo estaba casi abandonado, tanto material como espiritualmente. En 1882, junto con su amigo el P. Santiago Camisassa (que lo consideramos el confundador de los Misioneros y de las Misioneras de la Consolata), comienza la recuperación y embellecimiento del Santuario. Como también recuperan el Convictorio eclesiástico (que está junto al Santuario) donde se formarán los jóvenes sacerdotes.


En 1900 cae gravemente enfermo, y gracias al empuje del Cardenal Richelmy y las oraciones a la Consolata, se cura milagrosamente. Diez años antes, el Allamano había escrito una carta al Cardenal de Turín pidiendo la fundación de un instituto misionero pues le preocupaba la gran cantidad de clero en la diócesis, y como muchos de ellos querían ser misioneros, y las grandes necesidades de clero en las misiones… La autorización a este proyecto le llegó el 29 de Enero en 1901, justo un año después de su milagrosa curación. En 1902 parten los primeros cuatro misioneros: dos sacerdotes y dos hermanos.


La fundación de las Misioneras de la Consolata será nueve años mas tarde, el 29 de Enero de 1910. La audiencia con el Papa Pío X, en 1909, le ayudó a ver claramente la voluntad de Dios: “….Si no tienes vocación para fundar religiosas, yo te la doy”. En 1913 salen el primer grupo de hermanas para las misiones.


Hoy día, los Misioneros y las Misioneras, están unidos por una misma vocación “Ad Gentes”, de primera evangelización, teniendo el mismo Fundador, la misma madre – La Consolata- y el mismo lema: “Anunciaran mi gloria a las naciones” (Is 66,19).


Se definen como hombres y mujeres consagrados a Dios para la evangelización con los votos de obediencia, castidad y pobreza para: Formar comunidades eclesiales adultas; evangelizar desde el contacto personal con las familias y por medio de una promoción humana; llevar adelante un dialogo interreligioso; por medio de un trabajo de justicia y paz…en los pueblos o grupos no evangelizados; y promover el espíritu misionero y las vocaciones misioneras en la Iglesia.


La Eucaristía y María Consolata son el centro de nuestra espiritualidad que se centra en:



El Bto. José Allamano, resume la espiritualidad de los Misioneros y de las Misioneras de la Consolata en estas dos frases: “Primero santos y después misioneros” y “el bien no hace ruido, y el ruido no hace bien”.

Si usted tiene información relevante para la canonización del Beato José, contacte a:

Rev. Francesco Pavese, IMC

Missionari della Consolata

Viale delle Mura Aurelie 11-13

00165 Roma, ITALIA



11:49 p.m.
Nacidos en Brescia (Lombardía). Son dos hermanos varones aunque el nombre del segundo nos induzca a confusión. Fueron bautizados desde pequeños y siempre estuvieron unidos por lazos aún más fuertes que los de la sangre.

Apolonio, obispo de Brescia, los llamó al sacerdocio; a Faustino lo hizo presbítero y a Jovita, más joven, diácono. Con la consagración se aumenta el fervor de los hermanos. Sienten ahora más profundamente la responsabilidad de ser fieles para no defraudar a los que ha llegado su fama de propagadores de la doctrina de Cristo. Hasta les ha hecho populares su bondad; la gente los busca para oírles hablar del Señor; incluso los paganos quieren escuchar las doctrinas que les son extrañas, pero que tienen tanto que ver con la verdad. Ya comienzan algunos a destrozar sus propios ídolos.


Marchaban bien las cosas hasta que se encendió el fuego de la persecución.


El cacique aprovecha la coyuntura de que el emperador Adriano se les hace próximo al pasar por Liguria. Les acusa ante las autoridades romanas de querer destrozar al Imperio por la ofensa que infiere a los dioses que son su fundamento. El emperador toma cartas en el asunto porque lo que le ha llegado es que Faustino y Jovita son unos embaucadores; sí, engañan con magia, son poderosos en las palabras y adoran a un judío que murió crucificado llamado Jesucristo. Han lavado el cerebro a mucha gente honrada; los templos están desiertos y los dioses abandonados ¡Hay que salvar al Imperio!


Era cosa tan sencilla ofrecer unos granos de incienso en el templo del dios Sol... pero no hubo manera de que lo hicieran. Eso es llanamente apostasía. Mueren con la cabeza cortada en el camino de Cremona, en el año 122.


El buen sentido de los cristianos adornó luego la magnífica figura de sus ejemplares héroes mártires con narración apócrifa que rellenara los huecos de la escueta y seca historia. Dicen esos relatos que aún hicieron mucho mayor bien del que se desprende de la entrega de sus vidas. Es ingenuo, pero conmovedor el añadido posterior. Si entretiene, podemos seguir leyendo.


Fueron apresados y puestos a disposición del emperador. Ante la mantenida negativa a sacrificar, resultó que la estatua idolátrica del dios Sol se tiñó de negro y, cuando los servidores del templo pagano se dispusieron a limpiarla, se deshizo en un montón de polvo. Después los echaron a las fieras, pero los cuatro leones del circo se mostraron mansos y echados a sus pies; lo mismo pasó con los osos y leopardos. Aunque en realidad no eran tan mansos porque el delator -que bajó furioso a la arena para excitar a las fieras- fue devorado por ellos. La gente que presenciaba el espectáculo huyó despavorida a sus casas dejando las puestas abiertas y Faustino y Jovita mandaron los bichos al campo.


El emperador, continúa el fabuloso relato, también se asustó; pero quiso sacar partido de los dos hermanos. Se le ocurrió la idea de utilizarlos en su provecho haciendo que recorrieran las ciudades de Italia para divertir con su magia a la gente en el circo. Milán, primero; Nápoles, luego. En todas partes los prodigios se repitieron y fue providencial la marcha para que muchos y en todas partes conocieran al Resucitado entre los tormentos y los prodigios que se contemplan en el cuerpo de los santos: plomo derretido, huesos apaleados, tormento de fuego aplicado a los costados. Su carcelero, Calocero, se convirtió y también murió mártir. Finalmente les cortaron la cabeza.


¿No es verdad que el añadido no inventa al santo? Sólo lo honra.



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Onésimo Santo
Onésimo Santo

Discípulo de San Pablo


>Martirologio Romano: Conmemoración del beato Onésimo, que, siendo esclavo huido, fue acogido por Pablo y engendrado como hijo en la fe, pasando a estar vinculado a Cristo, tal como el apóstol escribió a su amo Filemón (s. I).




Etimológicamente significa “provechoso”. Viene de la lengua griega.


Este esclavo, muerto en el año 90, lo nombra san Pablo brevemente en una de sus cartas: Te ruego en favor de mi hijo, a quien engendré entre cadenas, Onésimo, que en otro tiempo te fue inútil, pero ahora es muy útil para ti y para mí (Flm 10-11). Se sabe que estaba al servicio de Filemón, el líder de la ciudad de Colosas.


Tenía una amistad muy íntima con Pablo porque fue uno de sus conversos. Gozaba de una buena reputación como persona amable, generosa y hospitalaria.


El pecado de haber robado a su dueño, lo confesó y pidió perdón. Desde entonces ya nunca dejaría los pasos de san Pablo, el apóstol de las gentes.


Volvió de nuevo a casa de Filemón y lo aceptó como a un verdadero hermano, ya que san Pablo lo nombró de nuevo en la carta a los de Colosas: En cuanto a mí, de todo os informará Tíquico, el hermano querido, fiel ministro y consiervo en el Señor, a quien os envío expresamente para que sepáis de nosotros y consuele vuestros corazones. Y con él a Onésimo, el hermano fiel y querido compatriota vuestro. Ellos os informarán de todo cuanto aquí sucede (Col. 4;7-9).


Todo el resto de su vida es un tanto desconocido. Sin embargo, autores de la solvencia y garantía como san Jerónimo, afirman que Onésimo llegó a ser predicador de la Palabra de Dios, y algo más tarde fue consagrado obispo, posiblemente de Berea en Macedonia, y su anterior dueño fue también consagrado obispo de Colosas.


Otras fuentes afirman que Onésimo predicó en España y aquí sufrió el martirio.


Lo que realmente impactó a este santo fue la visita que le hizo a san Pablo cuando estaba encarcelado en Roma, en las prisiones Mamertinas, en el mismo Foro romano. Hoy día se pueden ver.


Este encuentro le dejó el alma tan llena, tan feliz y tan impresionada por la actitud de Pablo prisionero por Cristo, que fue el origen de su verdadera conversión a la fe de Cristo para toda su vida.


Domiciano sintió ganas de conocerlo, no tanto por ver sus milagros y costumbres, sino para acabar con su vida en el año 90 ó 95.


¡Felicidades a quienes lleven este nombre!


“El agradecimiento envejece rápidamente” (Aristóteles).


Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com



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Claudio de la Colombiére, Santo
Claudio de la Colombiére, Santo

Presbítero Jesuita


Martirologio Romano: En Paray-le-Monial, de Borgoña, en Francia, san Claudio de La Colombière, presbítero de la Compañía de Jesús, que siendo hombre entregado a la oración, con sus consejos dirigió a muchos en su esfuerzo para amar a Dios (1682).

Fecha de canonización: 31 de mayo de 1992 por el Papa Juan Pablo II.



Glorias para Nuestro Dios

Un artista, contemporáneo de Claudio, nos ha dejado un retrato, pintado cuando éste tenía entre treinta y cinco y cuarenta y un años: rostro alargado, ojos pequeños pero brillantes y de mirada penetrante, frente amplia, boca bien proporcionada y mentón un tanto afilado. Se dice que cuando Claudio entró en la Compañía de Jesús era más bien robusto, de carácter muy alegre, de elevados ideales, prudente y agradable. La vida religiosa no hizo sino desarrollar sus dones naturales.


Su inteligencia innata se acostumbró a los juicios agudos y certeros. Claudio amaba las bellas artes y sostuvo una correspondencia con Oliverio Patru, miembro de la Academia Francesa, quien alaba mucho sus escritos. Pero poco valor habrían tenido estos dones naturales en el trabajo por las almas, si no hubiera unido a ellos el espíritu interior de un religioso sediento de la gloria de Dios. La fuente de su vida interior era la unión con Dios en la oración, a la que se entregaba constantemente. Llegó a habituarse de tal modo a referirlo todo a Dios, que el respeto humano y los motivos mundanos no existían para él. Este extraordinario despego del mundo fue su característica principal.


Nacimiento y más acontecimientos


El santo Claudio nació en Saint-Symphorien d´Ozon, cerca de Lyón, en 1641. Su familia estaba bien relacionada, era piadosa y gozaba de buena posición. No poseemos ningún dato especial sobre su vida antes de ingresar en el colegio de la Compañía de Jesús de Lyón. Aunque sentía gran repugnancia por la vida religiosa, logró vencerla y fue inmediatamente admitido en la Compañía. Hizo su noviciado en Aviñón y, a los dos años, pasó al colegio de dicha ciudad a completar sus estudios de filosofía. Al terminarlos fue destinado a enseñar la gramática y las humanidades, de 1661 a 1666. Desde 1659, la ciudad de Aviñón había presenciado choques constantes entre los nobles y el pueblo En 1662, ocurrió en Roma el famoso encuentro entre la guardia pontificia y el séquito del embajador francés. A raíz de ese incidente, las tropas de Luis XIV ocuparon Aviñón, que se hallaba en el territorio de los Papas. Sin embargo, esto no interrumpió las tareas del colegio, y el aumento del calvinismo no hizo más que redoblar el celo de los jesuitas, quienes se consagraron con mayor ahínco a los ministerios apostólicos en la ciudad y en los distritos circundantes.


Cuando la paz quedó restablecida, Aviñón celebró la canonización de San Francisco de Sales. En el más antiguo de los dos conventos de la Visitación se llevó a cabo una gran función litúrgica. En aquella ocasión, el Santo Claudio desplegó por primera vez sus dotes de orador, pues, aunque todavía no era sacerdote, fue uno de los elegidos para predicar el panegírico del santo obispo en la iglesia del convento. El texto que escogió fue: "De la fuerza ha brotado la suavidad" (Jueces: 14, 14), y el sermón resultó magnífico. Entre tanto, los superiores habían decidido enviar al joven Claudio a terminar sus estudios de teología en París, centro de la vida intelectual de Francia. En dicha ciudad se le confió el honor de velar por la educación de los dos hijos del famoso Colbert. Lo que ocurrió, probablemente, es que Colbert descubrió la envergadura intelectual de Claudio y lo escogió para ese importante oficio, aunque él personalmente no era amigo de los jesuitas. Sin embargo, las relaciones del santo con esa distinguida familia terminaron mal, pues una frase satírica que Claudio había escrito llegó al conocimiento del ministro, quien se mostró sumamente ofendido y pidió a los superiores de la Compañía que enviaran al santo nuevamente a su provincia. Esto no pudo realizarse, sino hasta 1670.


La Palabra es proclamada y el Corazón elevado


En 1673, el joven sacerdote fue nombrado predicador del colegio de Aviñón. Sus sermones, en los que trabajaba intensamente, son verdaderos modelos del género, tanto por la solidez de la doctrina como por la belleza del lenguaje. El santo parece haber predicado más tarde los mismos sermones en Inglaterra, y el nombre de la duquesa de York (María de Módena, que fue después reina, cuando Jacobo II heredó el trono), en cuya capilla predicó Claudio, está ligado a las ediciones de dichos sermones. El santo, durante su estancia en París, había estudiado el Jansenismo con sus verdades a medias y sus calumnias, a fin de combatir, desde el púlpito sus errores, animado como estaba por el amor al Sagrado Corazón, cuya devoción sería el mejor antídoto contra el Jansenismo. A fines de 1674, el P. La Chaize, rector del santo, recibió del general de la Compañía la orden de admitirle a la profesión solemne, después de un mes de ejercicios espirituales en la llamada "tercera probación". Ese retiro fue de gran provecho espiritual para Claudio que se sintió, según confesaba, llamado a consagrarse al Sagrado Corazón. El santo añadió a los votos solemnes de la profesión un voto de fidelidad absoluta a las reglas de la Compañía, hasta en sus menores detalles. Según anota en su diario, había ya vivido durante algún tiempo en esa fidelidad perfecta, y quería consagrar con un voto su conducta para hacerla más duradera. Tenía entonces treinta y tres años, la edad en la que Cristo murió, y eso le inspiró un gran deseo de morir completamente para el mundo y para sí mismo. Como escribió en su diario: "Me parece, Señor, que ya es tiempo de que empiece a vivir en Tí y sólo para Tí, pues a mi edad, Tú quisiste morir por mí en particular".


Escogido por









Claudio de la Colombiére, Santo
Claudio de la Colombiére, Santo

y para el Corazón de Jesús

Dos meses después de haber hecho la profesión solemne, en febrero de 1675, Claudio fue nombrado superior del colegio de Paray-le-Monial. Por una parte, era un honor excepcional confiar a un joven profeso el gobierno de una casa; pero por otra parte, la pequeña comunidad de Paray, que sólo tenía cuatro o cinco padres, era insignificante para las grandes dotes de Claudio.


En realidad se trataba de un designio de Dios para ponerle en contacto con un alma que necesitaba de su ayuda: Margarita María Alacoque. Dicha religiosa se hallaba en un período de perplejidad y sufrimientos, debido a las extraordinarias revelaciones de que la había hecho objeto el Sagrado Corazón, cada día más claras e íntimas. Siguiendo las indicaciones de su superiora, la madre de Saumaise, Margarita se había confiado a un sacerdote muy erudito, pero que carecía de conocimientos de mística. El sacerdote dictaminó que Margarita era víctima de los engaños del demonio, cosa que acabó de desconcertar a la santa. Movido por las oraciones de Margarita, Dios le envió a su fiel siervo y perfecto amigo, Claudio de la Colombiére.


El P. La Colombiére fue un día a predicar a la comunidad de la Visitación. "Mientras él nos hablaba escribió Margarita, oí en mi corazón estas palabras: "He aquí al que te he enviado" Desde la primera vez que Margarita fue a confesarse con el P. La Colombiere, éste la trató como si estuviese al tanto de lo que le sucedía. La santa sintió una repugnancia enorme a abrirle su corazón y no lo hizo, a pesar de que estaba convencida de que la voluntad de Dios era que se confiase al santo. En la siguiente confesión, el P. La Colombiere le dijo que estaba muy contento de ser para ella una ocasión de vencerse y, "en seguida -dice Margarita-, sin hacerme el menor daño, puso al descubierto cuanto de bueno y malo había en mi corazón, me consoló mucho y me exhortó a no tener miedo a los caminos del Señor, con tal de que permaneciese obediente a mis superiores, reiterándome a entregarme totalmente a Dios, para que Él me tratase como quisiera. El padre me enseñó a apreciar los dones de Dios y a recibir Sus comunicaciones con fe y humildad". Este fue el gran servicio del P. La Colombiere a Margarita María. Por otra parte, el santo trabajó incansablemente en la propagación de la devoción al Sagrado Corazón, pues veía en ella el mejor antídoto contra el jansenismo.


Testimonio ante la persecución


El santo no estuvo mucho tiempo en Paray. Su siguiente ocupación fue muy diferente. Por recomendación del P. La Chaize, que era el confesor de Luis XIV, sus superiores le enviaron a Londres como predicador de María Beatriz d´ Este, duquesa de York. El santo predicó en Inglaterra con el ejemplo y la palabra. El amor al Sagrado Corazón era su tema favorito. El proceso de beatificación habla de su apostolado en Inglaterra y de los numerosos protestantes que convirtió. La posición de los católicos en aquel país era extremadamente difícil, debido a la gran hostilidad que había contra ellos. En la corte se formó un movimiento para excluir al duque de York, que se había convertido al catolicismo, de la sucesión a la Corona sustituyéndole por el príncipe de Orange o algún otro candidato. El infame Titus Oates y sus secuaces inventaron la historia de un "complot de los papistas", en el que el P. La Colombiere se hallaría complicado con el resto de los católicos. El complot tenía por objeto, según los calumniadores, el asesinato del rey Carlos II y la destrucción de la Iglesia de Inglaterra, Claudio fue acusado de ejercer los ministerios sacerdotales y de haber convertido a muchos protestantes. Aunque fue hecho prisionero, la intervención de Luis XIV impidió que sellase su vida con el martirio. El santo fue simplemente desterrado de Inglaterra. La prisión había acabado con su débil salud. A su vuelta a Francia, en 1679, el santo estaba ya mortalmente enfermo; aunque en algunas temporadas se rehacía un poco y podía ejercer los ministerios sacerdotales, una enfermedad de los riñones no le dejaba reposo. Sus superiores, pensando que los aires natales podrían ayudarle a recobrar la salud, le enviaron a Lyón y a Paray. Durante una de sus visitas a esta última ciudad, Margarita María le avisó que moriría ahí.


El P.Claudio llega a Paray en Abril de 1681, enviado por los médicos en busca de la salud que le negaban otros climas; siendo así hubo comunicación entre el P. Claudio y la Hermana Margarita. Hablando de los ardores de sus almas y proyectos apostólicos en favor del Sagrado Corazón.


Aquí se agravó la enfermedad del P.Claudio; estaba listo para ir a otros climas, pero Sta. Margarita avisa que si le era posible sin faltar a la obediencia se quedara en Paray. Y le envía este mensaje: El me ha dicho que quiere aquí el sacrificio de vuestra vida. Tan categórica afirmación deshizo todos los preparativos de viaje.


Muerte y gloria


En efecto, después de haber dado maravilloso ejemplo de humildad y paciencia, Claudio La Colombiére entregó su alma a Dios al atardecer del 15 de febrero de 1682. Al día siguiente Santa Margarita María recibió un aviso del cielo en el sentido de que Claudio se hallaba ya en la gloria y no necesitaba de oraciones. Así escribió a una persona devota del querido difunto: "Cesad en vuestra aflicción. Invocadle. Nada temáis; mas poder tiene ahora que nunca para socorrernos."


El P. La Colombiére fue beatificado en 1929 y su Santidad Juan Pablo II lo declaró santo en 1992. La Iglesia Universal celebra su fiesta el día 15 de febrero.


¡Felicidades a quienes lleven este nombre!






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Sigfrido, Santo
Sigfrido, Santo

Obispo


Martirologio Romano: En Växjö, en Suecia, san Sigfrido (Sigfrid, Sigurd), obispo, que, oriundo de Inglaterra, evangelizó con gran paciencia a aquellas gentes y bautizó a su rey Olaf (c. 1045).


La vida de San Sigfrido es relativamente oscura, ya que sus biógrafos se contradicen. Una narración afirma que después de la conversión del rey Olaf Tryggvasson de Noruega (quien fue confirmado por Alfegio, obispo de Winchester), el monarca rogó al rey inglés, Etelredo, que le enviase misioneros. Sigfrido, que era un sacerdote de York o de Glastonbury, fue elegido para ir a Noruega, junto con otros dos obispos, Juan y Grimkel. Los misioneros no se limitaron al país, sino que pasaron también a Suecia, que había recaído en la idolatría después de haber sido evangelizada por san Anscario. Ahí trabajaron bajo la protección del arzobispo de Bremen, y Sigfrido se estableció en Växjö, donde tuvo ocasión de convertir al rey de Suecia, que se llamaba también Olaf, y le bautizó en una fuente de Husaby, conocida como la fuente de san Sigfrido, en la cual se obraron muchos milagros. San Sigfrido llevó adelante su trabajo misional durante muchos años, con gran éxito, y fue sepultado en la iglesia de Växjö. La tradición añade muchos detalles sobre las dificultades que el santo debió superar. Se cuenta que al llegar a Växjö, plantó una cruz y construyó una iglesia de madera, en la cual predicaba y celebraba los divinos misterios. Convirtió a los doce principales personajes del lugar y uno de ellos, que murió poco después, recibió cristiana sepultara. La verdad de la fe se impuso con tal fuerza que, al poco tiempo, toda la región de Värend era ya cristiana. La fuente en que San Sigfrido bautizaba a los catecúmenos se llamó, durante mucho tiempo, con los nombres de los doce primeros convertidos, que estaban grabados en ella. Se dice que san Sigfrido consagró a dos obispos para la Gothlandia oriental y la occidental. Sus tres principales colaboradores eran sus tres sobrinos: el sacerdote Unamán, el diácono Sunamán y el subdiácono Vinamán.

Al cabo de varios años, San Sigfrido confió el cuidado de su diócesis a sus tres sobrinos y se consagró a predicar el Evangelio en las provincias distantes. Durante su ausencia, un cuerpo de tropa, por odio al cristianismo y por codicia, saqueó la iglesia de Växjö y asesinó a Unamán y sus hermanos. Los asesinos enterraron los cuerpos de los mártires en el bosque y arrojaron las cabezas en un foso de donde fueron recuperadas más tarde, y colocadas en un santuario. Se cuenta que las cabezas hablaron en dicha ocasión. El rey resolvió ejecutar a los asesinos, pero San Sigfrido le rogó que les perdonara. Sin embargo, Olaf les condenó a pagar una importante multa y la entregó al santo; pero éste, a pesar de su extrema pobreza y las dificultades por las que pasaba para reconstruir su iglesia, no quiso aceptar ni un céntimo. San Sigfrido poseía en grado heroico el espíritu apostólico; predicó el Evangelio también en Dinamarca.


Fue canonizado por el Papa Adrián IV, el Pontífice inglés que había trabajado celosamente por la propagación de la fe en las regiones del norte de Europa, cien años después de san Sigfrido. Los suecos honran al santo como a su apóstol.


¡Felicidades a quienes lleven este nombre!






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Martirologio Romano: En Białystok, Polonia, beato Michal Sopocko, presbítero, fundador de las Hermanas de Jesús Misericordioso (1975).

Fecha de beatificación: Fue beatificado el 28 de septiembre de 2008 en el Santuario de la Divina Misericordia en Bialystok, bajo el pontificado de S. S. Benedicto XVI.



Miguel Sopocko nació el 1 de noviembre de 1888 en Nowosady (Juszewszczyzna), en aquel entonces parte de la Rusia Imperial. La autoridad zarista perseguía a la Iglesia Católica, y también a los polacos y lituanos dentro de sus territorios. En la familia Sopocko, que era de noble linaje, las tradiciones polacas y católicas se conservan y fortalecían.

El joven Miguel maduró en esa atmósfera religiosa y patriótica, sentía un fuerte deseo de servicio incondicional a Dios, a la Iglesia y a la humanidad, por ello ingresó al Seminario Mayor de Vilna. El 15 de junio de 1914, fue ordenado al sacerdocio por el Obispo Franciszek Karewicz.


Por cuatro años (1914-1918) laboró como vicario parroquial en Taboryszki, donde abrió dos misioneras en Miedniki y Onżadw, así como diversas escuelas.


Informado por alguien de que las autoridades alemanas de la zona lo buscaban para arrestarlo, el dejó la parroquia y se traslado a Varsovia. Allí asumió el cargo de capellán del ejército polaco. Mientras se dedicaba a su ministerio como capellán, ingresó a estudiar en la Facultad de Teología de la Universidad de Varsovia en la que obtuvo un doctorado. Al mismo tiempo, se graduó del Instituto Pedagógico Nacional. En 1924, se convirtió en uno de los coordinador regional de los capellanes militares, con sede en Vilna.


En 1927, el arzobispo Romuald Jalbrzykowski le encomendó la responsabilidad de ser el Director Espiritual del Seminario Mayor. Durante este mismo período fue profesor en la Facultad de Teología en la Universidad Stefan Batory, también en Vilna. Finalmente pidió al Arzobispo ponerlo en libertad de su pastoral castrense y del seminario. Su deseo era dedicarse totalmente a los estudios teológicos. En 1934, recibió el título de “docente” en teología pastoral. Mientras enseñaba, nunca ha olvidó la importancia del servicio pastoral.


Fue rector de la Iglesia de San Miguel y también sirvió como confesor de Hermanas de la Congregación de María Madre de la Misericordia..


Uno de los acontecimientos más importantes en la vida de Fr. Sopocko se produjo en 1933, cuando se convirtió en el director espiritual de Sor (ahora Santa) Faustina Kowalska. Él siguió prestando asistencia a la Santa después de que fuera trasladada a Łagiewniki, donde ella murió el 5 de octubre de 1938.


Como su confesor, él emprendió una evaluación completa de las experiencias místicas de Sor Faustina sobre la devoción a la Divina Misericordia. Siguiendo un consejo dado por él, ella escribió su "Diario”, material que hasta el momento sigue siendo de valiosa inspiración espiritual.


Sor Faustina, apoyándose en las revelaciones del Salvador que experimentaba aún de llegar a Vilna, le hablaba al padre Sopocko de las indicaciones que recibía durante esas revelaciones. Se trataba de pintar el cuadro del Salvador Misericordioso, establecer el la Fiesta de la Divina Misericordia para el primer domingo después de la Pascua y fundar una nueva Congregación Conventual. La Divina Providencia confió la realización de estas tareas al padre Sopocko.


Apoyado en la doctrina de la iglesia, buscaba los argumentos teológicos que explicaran la existencia de la cualidad de la misericordia en Dios y los fundamentos para fijar como fiesta el día mencionado en las revelaciones. Los resultados de sus investigaciones y los argumentos para introducir el día en el calendario festivo de la iglesia, los presentó en varios artículos en las revistas teológicas y en varios trabajos autónomos acerca del tema de la Divina Misericordia.


En junio de 1936 en Vilna, publicó el primer folleto titulado “Divina Misericordia” con la imagen de Jesucristo Misericordioso en la portada (creado por el artista Eugeniusz Kazimirowski). Envió esa publicación a todos los obispos reunidos en la conferencia del Episcopado en Czestochowa. Sin embargo, no recibió ni una respuesta de alguno de ellos. El segundo folleto titulado “Divina Misericordia en la liturgia” se publicó en 1937 en Poznan.


En 1938, él estableció un comité para construir la Iglesia de Divina Misericordia en Vilna. Sin embargo, este esfuerzo tuvo que ser detenido al iniciar la Segunda Guerra Mundial. Pero a pesar de la guerra y la ocupación alemana, Fr. Sopocko persistió en sus esfuerzos para promover la devoción a la Divina Misericordia. Lleno de celo, ayudó constantemente a aquéllos que fueron oprimidos y amenazados con el exterminio, por ejemplo, las numerosa población judía. Afortunadamente, él logró evitar ser arrestado.


En 1942, junto con los profesores y estudiantes del seminario, fue obligado a ocultarse cerca de Vilna. Permanecería oculto por dos años, fue en ese tiempo que Fr. Sopocko tuvo un rol importante en la creación de una nueva Congregación Religiosa. Según las revelaciones de Sor Faustina, esta Congregación tendría como fin promover la devoción a la Divina Misericordia. Después de la Guerra, él escribió la Constitución de la Congregación, y trabajó activamente en el crecimiento y desarrollo de lo que nosotros conocemos como la Congregación de las Hermanas de la Divina Misericordia.


En 1947, Arzobispo Jalbrzykowski, que desde dos años antes estaba en Bialystok con su Curia diocesana, buscó que Fr. Sopocko se trasladara a esa ciudad. Él aceptó una posición como profesor en el Seminario Mayor Arquidiocesano. Allí enseñó pedagogía, caterética, homilética, teología pastoral, y espiritualidad. Adicionalmente, continuó impulsando el apostolado de la Divina Misericordia. También hizo serios esfuerzos para obtener la aprobación oficial para la devoción a la Divina Misericordia de las autoridades de la Iglesia. Fr. Sopocko trabajó incansablemente en los fundamentos bíblicos, teológicos y pastorales para explicar la verdad doctrinal acerca de la devoción de Divina Misericordia. Sus publicaciones se tradujeron a numerosos idiomas, entre ellos: latín, inglés, francés, italiano, y portugués.


Fr. Miguel Sopocko murió el 15 de febrero de 1975, en su apartamento en Calle Poleska. Aclamado popularmente para su santidad fue enterrado en el cementerio de la parroquia en Bialystok. Luego de iniciado el proceso para su Beatificación, su cuerpo se trasladó a la Iglesia de la Divina Misericordia el 30 de noviembre de 1988.


Reproducido con autorización de Vatican.va



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