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Perteneció a la antigua familia milanesa de los Settala y al final del siglo XII fue párroco de Cuassoche que en aquel entonces comprendía las actuales parroquias de Cuasso al Piano, Cuasso al Monte, Brusimpiano Porto Ceresio y Besano, en la diócesis de Milán cerca de la rama sur-occidental del lago de Lugano.

Supremamente llamado a la vida eremítica dejó la vida pastoral y se apartó a las alturas del San Giorgio, solitaria montaña encajada entre los brazos meridionales del Ceresio.


Atraídos por la fama de su santidad, acudieron implorando consejo e intercesión las poblaciones de las regiones circundantes. En 1207 acudieron los habitantes de Olgiate Comasco qué, afligidos por mortal contagio, consultaron al beato que hacer para obtener su salvación y consuelo. El santo ermitaño los exhortó a ir en romería a la tumba de san Gerardo, que había muerto hacía poco en Monza, (6 de junio de 1207). Devotamente terminada la piadosa romería, la enfermedad súbitamente desapareció, y el pueblo de Olgiate por decisión unánime construyeron en la localidad una bonita iglesia en honor de san Gerardo, misma que se convirtió en destino de peregrinaciones; en 1938 la iglesia fue restaurada y re decorada y además el pueblo de Olgiate hizo voto perpetuo de acudir comunitariamente cada año al sepulcro de san Gerardo para recordar el antiguo prodigio.


La historiografía manfrediana, basada sobre antiguas tradiciones y respetables documentos, es rica en prodigios atribuidos a la intercesión del santo ermitaño.


Se sabe, por inequívocos testimonios, que el beato murió el 27 de enero de 1217.


El cuerpo del San fue enterrado en la capilla de Riva San Vitale, a los pies del monte San Giorgio. En 1387, por orden del obispo de cómo, Beltramo da Brossano, los restos del beato fueron colocados en un arca de mármol puesta en el área del altar para que los fieles cristianos le puedan brindar una adecuada devoción y reverencia.


En el 1633, el cuerpo fue trasladado a una urna preciosa, misma que fue instalada bajo la mesa del altar mayor, donde es venerado actualmente, lugar al que muchas parroquias de la región acuden en anual romería.


La fiesta litúrgica se celebra el 27 de enero, que en Riva es considerado día festivo; la festividad se revive el domingo siguiente, con la ingente participación de forasteros y la apropiada ornamentación de las calles, ya que la devoción al beato es todavía intensa en la región. La víspera de la fiesta todavía se acostumbra distribuir entre todas las familias el pan bendecido.



Martirologio Romano: En la villa de Gilet, en la provincia de Valencia, en España, san Enrique de Ossó y Cervelló, presbítero, que fundó la Sociedad de Santa Teresa, para la formación de las jóvenes, y más adelante, obligado a dejar dicha institución, pasó el resto de sus años en el convento de los Hermanos Menores (1896).

Fecha de canonización: 16 de junio de 1993 por el Papa Juan Pablo II.



En Vinebre, población aldeana de Tarragona (España), nació Enrique el 16 de octubre de 1840.

Tras la muerte de su madre en el año 1854 se fue al seminario para hacerse sacerdote cumpliendo así un último deseo que ella le había manifestado. Recibió la ordenación sacerdotal el 21 de septiembre de 1867.


Enseñó en el seminario de Tortosa hasta que en el año 1868 la revolución dispersó a los seminaristas. El padre Enrique se refugió en su natal Vinebre. Al año siguiente, en medio de grandes dificultades, reanudó las clases en el palacio episcopal y en algunas casas particulares para un centenar de seminaristas que vivían como externos y con cuya ayuda reorganizó la catequesis en la ciudad, combatiendo el ambiente liberal y anticatólico de la revolución.


En el año 1872 inició la publicación de la revista teresiana que se difundió por Francia, Bélgica, Portugal y América; en vida del padre Ossó se publicaron 280 números en los que ininterrumpidamente colaboró con artículos y notas. El 15 de octubre de 1873 fundó la congregación teresiana que era una agrupación de jóvenes en el seno de cada parroquia con el objeto de renovar el ambiente de indiferencia religiosa que se había extendido entre la población.


Apoyado por Teresa Blanch, el 23 de junio de 1876 fundó en Tarragona la Companía de Santa Teresa de Jesús con ocho cofundadoras. Las religiosas teresianas, dedicadas a la educación, tuvieron una rápida y asombrosa difusión: habiendo fundado su primer colegio en Villalonga en el año 1878, para el año 1881 tenían ya nueve donde recibían educación católica más de mil niñas con el reconocimiento y aplauso de las autoridades civiles y educativas. También la archicofradía teresiana fundada por él tuvo gran crecimiento: de 100,000 en el 1882 a 140,000 asociadas en solo un año.


Mientras estuvo en Roma, de abril a agosto de 1894, escribió un libro de devoción que pronto salió a la imprenta: Siete Moradas en el Corazón de Jesús. A fines diciembre de 1895 empezó ejercicios espirituales en un convento franciscano. Hacia la media noche del 27 de enero le sobrevino un derrame cerebral. Aún tuvo fuerzas para salir de la habitación y pedir ayuda. Los franciscanos lo encontraron agonizante y poco después murió. En la tarde del día siguiente fue sepultado en el cementerio del monasterio, acompañado únicamente de los franciscanos y del párroco de Gilet.


Fue beatificado el 14 de octubre de 1979 y canonizado el 16 de junio de 1993 por el papa Juan Pablo II.



Martirologio Romano: Santa Ángela Merici, virgen, que vistió primero el hábito de la Tercera Orden de San Francisco y reunió a varias jóvenes para instruirlas en obras de caridad. Más tarde, instituyó una orden de mujeres, llamada de Santa Úrsula, con la finalidad de vivir una vida de perfección en el mundo y enseñar los caminos del Señor a las adolescentes. Murió en la ciudad de Brescia, en la Lombardía (hoy Italia) (1540).

Etimología: Ángela = Mensajera de Dios, es de origen griego


Fecha de canonización: 24 de mayo de 1807 por el Papa Pío VII.



Nació en Italia en 1474 y tiene el mérito de haber fundado la primera comunidad religiosa femenina para educar niñas.

Se crió en una familia campesina muy creyente, donde cada noche leían la vida de un Santo, y esto la enfervorizaba mucho y la entusiasmaba por la religión.


Quedó huérfana de padre y madre cuando aún era muy niña y esto la impresionó muchísimo. Después durante toda su vida le pediría perdón a Dios por no haber confiado lo suficientemente en su juventud en la Providencia Divina que a nadie abandona.


Su infancia es muy sufrida y tiene que trabajar duramente pero esto la hace fuerte y la vuelve comprensiva con las niñas pobres que necesitan ayuda para poderse instruir debidamente.


Se hace Terciaria Franciscana y sin haber hecho sino estudios de primaria, llega a ser Consejera de gobernadores, obispos, doctores y sacerdotes. Es que había recibido del Espíritu Santo el Don del Consejo, que consiste en saber lo que más conviene hacer y evitar en cada ocasión.


Viendo que las niñas no tenían quién las educara y las librara de peligros mortales, y que las teorías nuevas llevaban a la gente a querer organizar la vida como si Dios no existiera, fundó la Comunidad de Hermanas Ursulinas (en honor a Santa Ursula, la santa mártir del siglo IV, que dirigía el grupo de muchachas llamadas "Las once mil vírgenes", que murieron por defender su religión y su castidad).


Lo que más le impresionaba era que las niñas de los campos y pueblos que visitaba no sabían nada o casi nada de religión. Sus papás o no sabían o no querían enseñarles catecismo. Por eso ella organizó a sus amigas en una asociación dedicada a enseñar catecismo en cada barrio y en cada vereda.


Angela era de baja estatura pero tenía todas las cualidades de líder y de guía para influir en los demás. Y además tenía mucha simpatía y agradabilidad en su trato.


En Brescia fundó una escuela y de allí se extendió su Comunidad de Ursulinas por muchas partes. Un grupo de 28 muchachas muy piadosas se vino a vivir en casa de Angela



y con ellas fundó la Comunidad. En una visión contempló un enorme grupo de jóvenes vestidas de blanco que volaban hacia el cielo, y una voz le dijo: "Estas son tus religiosas educadoras".

La gente consideraba a Santa Ursula como una gran líder o guía de mujeres. Por eso Angela puso a sus religiosas el nombre de Ursulinas.


La Comunidad de Ursulinas fue fundada en 1535, y cinco años después murió su fundadora, Santa Angela, el 27 de enero de 1540. Fue canonizada en 1807.


Un hombre le preguntó un día en plena calle: ¿Qué consejo me recomienda para comportarme debidamente? Y ella le respondió: "Compórtese cada día como deseara haberse comportado cuando le llegue la hora de morirse y de darle cuenta a Dios".


Sus últimas palabras fueron: "Dios mío, yo te amo".


Que estas sean también las palabras que nosotros digamos no sólo al tiempo de morir, sino muchísimas veces durante toda nuestra vida.



El Beato Matulaitis nació en Lugine, Lituania, el 13 de abril de 1871, quedó huérfano a pronta edad, al morir su padre en 1874 y su madre en 1881. Durante la infancia, desarrolló tuberculosis en el hueso de su pierna, de lo que sufrió el resto de su vida.

Alcanzó su doctorado en teología en la Universidad de Friburgo, en Suiza. Enseñó Latín y derecho canónico en el seminario de Kielce. Era el jefe del departamento de sociología y el vicerrector de la Academia Espiritual de San Petesburgo, donde enseñaba teología dogmática. Era un notable profesor, clérigo, director espiritual y confesor, pero resigno a su cargo en la academia para trabajar por la revitalización mariana.


Recibió la orden sacerdotal el 20 de noviembre de 1898 y entonces profesó como religioso en la Congregación Mariana en 1909. El 14 de julio de 1911 fue elegido superior general de la Congregación de Padres Marianos. Reformó los Marianos de la Inmaculada Concepción, cambiando sus constituciones, su hábito y su forma de vida.


Malutaitis fundó las Hermanas de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María en Lituania el 15 de octubre de 1918 y fue ordenado obispo de Vilnius el 8 de diciembre del mismo año. Matulaitis fundó la Congregación de Sirvientas de Jesús en la Eucaristía en 1924 en Belarus. También estableció casas religiosas Marianistas en Bielany, Polonia, Marijampolé, Lituania, Friburgo, Suiza y Chicago. En 1926, Matulaitis viajó a los Estados Unidos por segunda vez, donde participó en un congreso eucarístico.


Jurgis Matulaitis luchó vigorosamente para defender los derechos de la Iglesia y la libertad del pueblo. Renunció a su sede el 14 de julio de 1925. El 1 de septiembre de 1925, el Papa Pío XI le nominó arzobispo y visitador apostólico en Lituania. El Vaticano despachó a Matulaitis a Vilnius para completar el concordato con el gobierno lituano y así restaurar las relaciones diplomáticas, cosa que consiguió Matulaitis poco antes de morir de apendicitis el 27 de enero de 1927.



A principios del sexto siglo en Córcega (en aquellos tiempos provincia romana), el gobernador romano Dioclitiano la gran persecución de los Cristianos.

Una joven Cristiana que no renegó su fe


Una joven Cristiana, Devota, fue arrestada, encarcelda y torturada. Murió sin renegar su fe. Depués de su muerte, el gobernador de la provincia ordenó quemar su cuerpo pero un grupo de cristianos se apoderó de él y lo colocaron sobre una barca que salía para Africa donde, pensaban, recibiría cristiana sepultura.


Y la barca varó en el vallejo “des Gaumates”


Ya a primeras horas de la travesía, una tormenta estalló. Fue entoces cuando de la boca de Devota salió una paloma que guió la barca sin encombre hasta Mónaco donde varó en el vallejo “des Gaumates” (ubicación de la actual iglesia de Santa Devota). Era el sexto día antes de las calendas de febrero, lo que corresponde aproximadamente a la fecha del 27 de enero.


Las reliquias robadas


Un oratorio señaló el lugar de la tumba. Los fieles, habitantes de Mónaco o navegantes de paso, numerosos fueron aquellos que vinieron a recogerse y los primeros milagros tuvieron lugar. No obstante una noche, un individuo robó las reliquias de la Santa con intención de negociar sus beneficios. El sacrílegio se evitó, pués un grupo de pescadores persiguió al ladrón y éste fue detenido inmediatamente. La barca del ladrón fue quemada en playa, en sacrificio expiatorio.


UN GRAN FERVOR

El alma protectora de la identidad monegasca


El culto de Santa Devota queda siempre ferviente en el Principado. Su culto vinculado a Mónaco y a sus príncipes, es patente oficialmente en cada iglesia del Principado y en las monedas. Es el alma protectora de la identidad monegasca, cuyas reliquias han sido imploradas en momentos de alegría. Cabe destacar que le primer libro escrito en monegasco por el poeta monegasco Louis Notari se llama “A legenda de Santa Devota” (La leyenda de Santa Devota).



Martirologio Romano: Memoria de los santos Timoteo y Tito, obispos y discípulos del apóstol san Pablo, que le ayudaron en su ministerio y presidieron las Iglesias de Éfeso y de Creta, respectivamente. Les fueron dirigidas cartas por su maestro que contienen sabias advertencias para los pastores, en vista de la formación de los fieles (s. I).

Etimología: Timoteo = Aquel que siente amor o adoración a Dios, es de origen griego.


Tito = Aquel que es protegido y honrado, es de origen latino.



San Pablo nombró obispos a Timoteo y Tito, sus discípulos y colaboradores.

Los Santos Timoteo y Tito vivieron en la órbita del grande apóstol de las Gentes, y el nuevo calendario los coloca después de la fiesta de la “conversión” de San Pablo.


Timoteo es la imagen del discípulo ejemplar: obediente, discreto, eficaz, valiente. Por estas cualidades Pablo quiso que fuera su compañero de apostolado, en vez de Juan Marcos, durante el segundo viaje misionero en el año 50.


Había nacido en Listra, en donde Pablo lo encontró durante el primer viaje, y fue de los primeros convertidos al Evangelio; había sido educado en la religión hebrea por la abuela Loida y por la madre Eunice. Desde su encuentro con Pablo, siguió su itinerario apostólico; lo acompaña a Filipos y a Tesalónica.


Después los encontramos juntos en Atenas, en Corinto, en Éfeso y finalmente en Roma durante el primer cautiverio de Pablo. Fue un infatigable “viajero enviado” por el apóstol de las Gentes, y mantuvo los contactos entre Pablo y las jóvenes comunidades cristianas fundadas por él.


A menudo le llevaba las cartas y le daba noticias respecto de las mismas comunidades. Entre el 63 y el 66, cuando recibió la primera carta que le envió Pablo, Timoteo era el jefe de la Iglesia de Éfeso. Desde Roma Pablo le escribió una segunda carta, invitándolo a visitarlo antes del invierno. Es conmovedora la petición del anciano apóstol al “hijo” Timoteo, para que le llevara el abrigo que había dejado en Tróade, pues le servía para el frío en la cárcel de Roma. Timoteo estuvo presente en el martirio de Pablo; después regresó definitivamente a la sede de Éfeso, en donde, según una antigua tradición, murió mártir en el año 97.


El segundo fiel colaborador de Pablo fue San Tito, de origen pagano. Convertido y bautizado por el mismo apóstol, que lo llama “hijo mío”, se encuentra en compañía de Pablo en Jerusalén, en el año 49. Hizo con él el tercer viaje misionero y fue Tito quien llevó la “carta de las lágrimas” de Pablo a los fieles de Corinto, entre los cuales restableció la armonía y organizó la colecta para los pobres de Jerusalén.


Después del cautiverio de Roma, Pablo, de paso por Creta, dejó ahí a Tito con la misión de organizar la primera comunidad cristiana. Aquí recibió la carta de Pablo. Es un documento muy importante, porque nos informa sobre la vida interna de la Iglesia apostólica. Después Tito fue a Roma donde su Maestro, que lo mandó probablemente a evangelizar a Dalmacia, en donde todavía hoy está muy difundido su culto. Una antigua tradición, históricamente no confirmada, dice que Tito murió en Creta, de edad muy avanzada.



Martirologio Romano: Cerca de la ciudad de Munich, en Alemania, beato Miguel Kozal, obispo auxiliar de Wloclawek, en Polonia, y mártir, que bajo el régimen nazi, por defender la fe y la libertad de la Iglesia, pasó con gran paciencia tres años en el campo de concentración de Dachau, hasta consumar su martirio (1943).

Etimología: Miguel = Dios es justo, es de origen hebreo


Fecha de beatificación: 14 de junio de 1987 por el Papa Juan Pablo II.



El Beato Miguel Kozal es uno de los muchos hijos de Polonia, que testimoniaron con su fe fuerte, su identidad de católicos, muriendo por millares en los tristemente celebres campamentos alemanes de concentración y de exterminio. El Papa Juan Pablo II lo beatificó en Varsovia el 14 de junio de 1987, durante una de sus primeras peregrinaciones a su patria: Polonia.

Michael Kozal nació el 25 de septiembre de 1893 en un pequeño pueblo llamado Nowy Folwark, de la parroquia de Krotoszyn, en la arquidiócesis de Poznan en Polonia. Sus padres fueron John Kozal y Marianna Placzek.


Creció y fue educado en una familia numerosa que era pobre pero muy religiosa. Fue un alumno ejemplar en la escuela elemental, demostrando una afición innata para todo aquello que era sagrado. El 27 de abril de 1905 entró al gimnasio Krotoszyn al que asistió por nueve años, siendo siempre el primero de la clase.


En este período conoció la organización católica clandestina denominada “Asociación Tomás Zen”, misma que se oponía a la política de “alemanización” de la educación en las escuelas y de la que en los últimos años de estudió llegó a ser su presidente.


Después de su graduación en 1914, Michael Kozal ingresó al seminario Leonium de Poznan, sus estudios fueron afectado por el estallido de la Primera Guerra Mundial, por lo que los terminó en Gniezno, siendo entonces ordenado como presbítero el 23 de febrero de 1918 en ceremonia realizada en la catedral.


En los años siguientes él tuvo varias asignaciones pastorales en algunos pueblos, cuyos nombres son muy difíciles de pronunciar y leer para nosotros, siendo muy reconocido por el celo y dedicación con que efectuaba su labor, todo mientras completaba sus estudios teológicos con excelentes resultados.


El Cardenal Edmundo Dalbor arzobispo de Gniezno, el 29 de septiembre de 1922 lo nombró prefecto de la escuela católica femenina de humanidades de Bydgoszcz, y en 1927 nombró el director espiritual del Seminario Mayor de Gniezno.


Su obra sacerdotal y su guía espiritual, tuvo tanto éxito que el 25 de septiembre de 1929 fue nombrado rector del seminario, a pesar del hecho que entre todos los maestros él era el único que no tenía un título académico.


Habían transcurrido casi diez años, marcados por una dirección prudente y ejemplar a los estudiantes, cuando el 12 de junio de 1939 el Papa Pío XII lo nombró obispo auxiliar de Wloclawek con el título de obispo titular de Lappa, fue consagrado en la Catedral de la ciudad el 13 de agosto de 1939.


Unos días después, el 1 de septiembre, las tropas nazis invadieron Polonia y estalló la Segunda Guerra Mundial, que tantos horrores y devastación trajo al mundo entero. El Obispo Kozal se volvió un punto de referencia y de esperanza para las asustadas personas de Wloclawek, y pese a la insistente invitación de las autoridades a que se marcharse, él decidió permanecer junto a los feligreses y administrar la diócesis, dado que el 6 de septiembre Monseñor Radonski, obispo titular, abandonara la ciudad.


Su servicio pastoral duró apenas 22 meses; los alemanes entraron en la ciudad el 14 de septiembre, e inmediatamente iniciaron un sistemático desmantelamiento de la actividad eclesial, las publicaciones católicas fueron suprimidas, se confiscaron edificios que pertenecían a iglesias e instituciones religiosas, y se arrestó al clero arrestó.


Enfrentando al terror liberado por los nazis, el obispo Kozal presentó a las autoridades invasoras una vigorosa protesta por el abuso contra la Iglesia, misma que cayó en oídos sordos. Esto trajo como consecuencia una orden para presentarse ante la Gestapo. En esta reunión le indicaron, entre otras cosas, que sus homilías debían ser en alemán, y dado que él no estuvo de acuerdo se ordenó de arresto.


De hecho, el 7 de noviembre de 1939, fue arrestado junto a otros sacerdotes, y llevado a la cárcel de la ciudad donde fue torturado y aislado. El 16 de enero de 1940, junto a otros sacerdotes y seminaristas del instituto Salesiano, fue transferido a Lad bajo arresto domiciliario, donde él podrá secretamente contactar con la diócesis y podrá reorganizar el seminario.


Desde su ventana, él podía ver pasar a multitud de deportistas, pero no se hacía ilusiones sobre su destino, incluso decidió ofrecerle su vida a Dios para la salvación de la Iglesia y de su querida Polonia.


Otros clérigos eran deportados a varios campos de concentración, pero Monseñor Miguel Kozal, junto con siete sacerdotes y un diácono, permanecía todavía en Lad, hasta que, pese a los esfuerzos de la Santa Sede por salvarlos, el 3 de abril de 1941, fueron llevados al campo de concentración de Inowroclaw, donde el obispo reportó lesiones a sus piernas y toda la oreja izquierda, por la tortura infligida por los nazis.


El 25 de abril de 1941, ellos fueron transferidos al famoso campo de Dacha en la que el obispo Kozal recibió el número 24544; allí las torturas eran una constante periódica, especialmente para los sacerdotes católicos, además hubo una epidemia de tifo que cayo sobre gran parte de los deportados.


Mons. Kozal fue golpeado por la enfermedad en forma severa, 25 de enero de 1943, junto con un primo de su padre Ceslao Kozal, fue transferido a una cabaña llamada “Revier”, al día siguiente fue visitado por un grupo de doctores, su líder le aplicó una inyección en el brazo derecho y a los pocos minutos Mons. Kozal expiró. El testimonio de su pariente sería crucial, ya que este alcanzó a oír que alguien del grupo de médicos decía: “Así será más fácil el camino a la eternidad”. Se desconoce el veneno que le fue inyectado, su cuerpo fue incinerado en el crematorio de Dacha el 30 de enero de 1943.


En la catedral de Wloclawek fue colocada en 1954 una lápida monumental que conmemora el martirio de Obispo Miguel Kozal y otros 220 sacerdotes de la diócesis que se murieron en Dachau. El día de la celebración litúrgica del Beato Miguel Kozal es el 26 de enero.


Si usted tiene alguna información relevante para la cononización del Beato Miguel, contacte a:

Kuria Diecezjalna

ul. Gdanska 2, 87-800

Wloclawek, POLAND






















Otros Santos y Beatos
Otros Santos y Beatos

SAN JENOFONTE Y SU FAMILIASantos Jenofonte y María, Juan y Arcadio, monjes

En Jerusalén, santos Jenofonte y María, con sus hijos Juan y Arcadio, los cuales, renunciando a la dignidad senatorial y a todas las posesiones, abrazaron la vida monástica en la Ciudad Santa con gran devoción (s. VI).

San Teógenes, mártir

En la ciudad de Hipona, en Numidia (hoy Argelia), san Teógenes, mártir, acerca del cual san Agustín predicó un sermón (c. 257).


Beata María de la Dive, mártir

En la región de Anjou, en Francia, beata María de la Dive, mártir, que, siendo viuda, fue degollada por su fidelidad a la Iglesia durante la Revolución Francesa (1794).


BEATA MARÍA DE LA DIVE






Santa Paula nació el 5 de mayo de 347. Por parte de su madre, tenía parentesco con los Escipiones, con los Gracos y Paulo Emilio. Su padre pretendía ser descendiente de Agamenón. Paula tuvo un hijo, llamado Toxocio como su marido y cuatro hijas: Blesila, Paulina, Eustochio y Rufina.

Paula era muy virtuosa como mujer casada y con su marido edificaron a Roma con su ejemplo. Sin embargo ella tenía sus defectos, particularmente el de cierto amor a la vida mundana, lo cual era difícil de evitar por su alta posición social. Al principio Paula no se daba cuenta de esta secreta tendencia de su corazón, pero la muerte de su esposo, ocurrida cuando ella tenía 33 años, le abrió los ojos. Su pena fue inmoderada hasta el momento en que su amiga Santa Marcela, una viuda romana que asombraba con sus penitencias, la persuadió de que se entregara totalmente a Dios. A partir de entonces, Paula vivió en la mayor austeridad.


Su comida era muy sencilla, y no bebía vino; dormía en el suelo, sobre un saco; renunció por completo a las diversiones y a la vida social; y repartió entre los pobres todo aquello que le pertenecía y evitó lo que pudiera distraerla de sus buenas obras.


En una ocasión ofreció hospitalidad a San Epifanio de Salamis y a San Paulino de Antioquía, cuando fueron a roma. Ellos le presentaron a San Jerónimo, con quien la santa estuvo estrechamente asociada en el servicio de Dios mientras vivió en Roma, bajo el Papa San Dámaso.


Santa Blesila, la hija mayor de Santa Paula, murió súbitamente, cosa que hizo sufrir mucho a la piadosa viuda. San Jerónimo, que acababa de volver de Belén, le escribió una carta de consuelo, en la que no dejaba de reprenderla por la pena excesiva que manifestaba sin pensar que su hija había ido a recibir el premio celestial. Paulina, su segunda hija, estaba casada con San Pamaquio, y murió siete años antes que su madre. Santa Eustoquio, su tercera hija, fue su inseparable compañera. Rufina murió siendo todavía joven.


Cuanto mas progresaba Santa Paula en el gusto de las cosas divinas, mas insoportable se le hacía la tumultuosa vida de la ciudad. La santa suspiraba por el desierto, y deseaba vivir en una ermita, sin tener otra cosa en que ocuparse más que en pensar en Dios. Determinó, pues, dejar su casa, su familia y sus amigos y partir de Roma. Aunque era la más amante de las madres, las lágrimas de Toxocio y Rufina no lograron desviarla de su propósito. Santa Paula se embarcó con su hija Eustoquio, el año 385; visitó a San Epifanio en Chipre, y se reunió con San Jerónimo y otros peregrinos en Antioquía. Los peregrinos visitaron los Santos Lugares de Palestina y fueron a Egipto a ver a los monjes y anacoretas del desierto. Un año más tarde llegaron a Belén, donde Santa Paula y Santa Eustoquio se quedaron bajo la dirección de San Jerónimo.


Las dos santas vivieron en una choza, hasta que se acabó de construir el monasterio para hombres y los tres monasterios para mujeres. Estos últimos constituían propiamente una sola casa, ya que las tres comunidades se reunían noche y día en la capilla para el oficio divino, y los domingos en la Iglesia próxima. La alimentación era escasa y mala, los ayunos frecuentes y severos.


Todas las religiosas ejercían algún oficio y tejían vestidos para sí y para los demás. Todos vestían un hábito idéntico. Ningún hombre podía entrar en el recinto de los monasterios. Paula gobernaba con gran caridad y discreción. Era la primera en cumplir las reglas, y participaba, como Eustoquio, en los trabajos de la casa. Si alguna religiosa se mostraba locuaz o airada, su penitencia consistía en aislarse de la comunidad, colocarse la última en las filas, orar fuera de las puertas y comer aparte, durante algún tiempo. Paula quería que el amor a la pobreza se manifestase también en los edificios e iglesias, que eran construcciones bajas y sin ningún adorno costoso. Según la santa, era preferible repartir el dinero entre los pobres, miembros vivos de Cristo.


Paladio afirma que Santa Paula se ocupaba de atender a San Jerónimo, y le fue a éste de gran utilidad en sus trabajos bíblicos, pues su padre le había enseñado el griego y en Palestina había aprendido suficiente hebreo para cantar los salmos en la lengua original. Además, San jerónimo la había iniciado en las cuestiones exegéticas lo bastante para que Paula pudiese seguir con interés su desagradable discusión con el obispo Juan de Jerusalén sobre el origenismo. Los últimos años de la santa se vieron ensombrecidos por esta disputa y por las preocupaciones económicas que su generosidad había producido. Toxocio, el hijo de Santa Paula, se casó con Leta, la hija de un sacerdote pagano, que era cristiana. Ambos fueron fieles imitadores de la vida de su madre y enviaron a su hija Paula a educarse en Jerusalén al cuidado de su abuela. Paula, la joven, sucedió a Santa Paula en el gobierno de los monasterios. San Jerónimo envió a Leta algunos consejos para la educación de su hija, que todos los padres deberían leer. Dios llamó a sí a Santa Paula a los 56 años de edad. Durante su última enfermedad, la santa repetía incansablemente los versos de los salmos que expresaban el deseo del alma de ver la Jerusalén celestial y de unirse con Dios.


Cuando perdió el habla, Santa Paula hacía la señal de la cruz sobre sus labios. Murió en la paz del señor, el 26 de enero del año 404.


Santa Paula, ruega por nosotros.

















Alberico, Santo
Alberico, Santo

Abad


Martirologio Romano: En el monasterio de Cister, en Borgoña (hoy Francia), san Alberico, abad, que, siendo monje en Molesmes, fue uno de los primeros religiosos que fundaron el nuevo monasterio y, habiendo sido elegido abad, dirigió el cenobio sobresaliendo por su celo en procurar la formación de sus monjes, como verdadero amante de la Regla y de los hermanos (1109).


Los esfuerzos de San Alberico por encontrar un instituto religioso que correspondiese a sus aspiraciones de gran perfección arrojan una luz que nos hace temblar, sobre el temperamento de acero de los monjes del siglo XII. No sabemos nada de la niñez de Alberico. Cuando oímos hablar de él por primera vez, formaba parte de un grupo de siete ermitaños que vivían en el bosque de Collan, no lejos de Chatillon-sur-Seine. Ahí habitaba cierto abad Roberto, hombre de buena familia y muy reputado por su virtud. A pesar de que había fracasado anteriormente en el gobierno de una comunidad de monjes revoltosos, los ermitaños lograron con cierta dificultad que Roberto aceptase ser su superior, y en 1075, emigraron a las cercanías de Molesmes, donde construyeron un monasterio. Roberto era el abad y Alberico el prior. Pronto empezaron a llover regalos al monasterio; la comunidad aumentó, pero el fervor decayó. Durante cierta época, un grupo de monjes se rebeló contra la disciplina religiosa. Roberto, desalentado, se retiró del monasterio. Alberico ocupó su lugar e intentó restablecer el orden; pero los monjes le golpearon y le encerraron finalmente. Alberico y un inglés llamado Esteban Harding, no pudiendo ya soportar tal estado de cosas, abandonaron también el monasterio. Probablemente cuando el pueblo se enteró de la rebelión, las limosnas empezaron a escasear y entonces los rebeldes prometieron enmienda. Roberto, Alberico y Esteban re tornaron al monasterio. Pero pronto reaparecieron los síntomas de la relajación, y Alberico parece haber lanzado la idea de partir con un grupo de los más fervorosos a fundar aparte una comunidad más observante.

Así se hizo y, en 1098, veintiún monjes se establecieron en Cister, un poco al sur de Dijón, a unos cien kilómetros de Molesmes. Tales fueron los principios de la gran Orden Cisterciense. Roberto, Alberico y Esteban fueron elegidos abad, prior, y subprior, respectivamente. Pero poco después, San Roberto retornó a la comunidad de Molesmes, y Alberico le sucedió en el cargo de abad, de manera que a él deben atribuirse con toda probabilidad, algunas de las principales características de la reforma cisterciense. Se trataba de una restauración de la primitiva observancia benedictina, pero con mucho más austeridad. Una de las manifestaciones externas del cambio fue la adopción del hábito blanco, con escapulario negro y capucha, para los monjes de coro. Según la leyenda, este cambio se debió a un deseo que comunicó la Santísima Virgen a San A1berico en una aparición. Una modificación más profunda fue la institución de una clase especial de "fratres conversi" o hermanos legos, a los que se confió el trabajo casero y, sobre todo, la explotación de las granjas distantes del convento. Sin embargo, todos los monjes estaban obligados en alguna forma al trabajo manual. El coro fue simplificado y abreviado; y se dejó más tiempo para la oración privada.


Alberico no gobernó durante mucho tiempo, y probablemente muchos de los rasgos característicos en la organización definitiva del Cister se deben a su sucesor, San Esteban. Fue él quien nos dejó la noticia más personal sobre San Alberico, en una exhortación que pronunció con motivo de la muerte de éste, ocurrida el 26 de enero de 1109: "A todos nos afecta igualmente esta gran pérdida -dijo-, y difícilmente podré consolaros yo, que necesito de consuelo tanto como vosotros. Vosotros habéis perdido a un padre y a un director de vuestras almas; yo no sólo he perdido a un padre y un guía, sino también a un amigo, a un compañero de armas, a un valiente soldado del Señor, a quien nuestro venerable padre Roberto había educado con ciencia y piedad admirables, desde los primeros días de nuestro instituto monástico... Ha quedado entre nosotros el cuerpo de nuestro amado padre como una forma de su presencia, y él nos ha llevado consigo al cielo en su corazón... El guerrero ha triunfado, el atleta ha recibido el premio merecido, el vencedor ha ganado su corona; dueño ya del triunfo, pide que también a nosotros no sea concedida la palma de los vencedores... No lloremos por el soldado que descansa ya; lloremos más bien por nosotros que seguimos en el frente de batalla, y transformemos en oraciones nuestras palabras de tristeza, rogando a nuestro padre triunfante que no permita que el león rugiente y el feroz enemigo nos derroten".





Agustín (Eystein) Erlandssön es conocido en la historia a medieval Noruega como un obispo que se esforzó con celo por el progreso de la Iglesia.

Perteneció a una familia muy estimada y conocida en la Noruega del siglo XII, fue capellán de la corte del rey Inge "Krokrygg" (Krokygg = el jorobado), quien en 1157 lo nombró arzobispo de Nidaros, siendo consagrado algún tiempo después.


Parte de su existencia se desarrolló a la sombra del trono noruego de aquellos tiempos; coronó rey al joven Magnus V, hijo de Erling Stakke, y mantuvo buenas relaciones con sus partidarios, pero no se puede decir lo mismo de sus relaciones con el rey Sverre Sigurdsson (1151-1202) quien en 1182 derrocó a Magnus V para hacerse con la corona; este cambió le obligó a vivir fuera de su patria por tres años, hasta que se reconcilió con el rey Sverre.


En este punto hace falta indicar su función de obispo durante el reinado de los hijos del rey Harald IV: Sigur Mund, Inge Krokrygg y Eystein II, quienes gobernaron juntos. Fue en esta etapa que se organizó la Iglesia noruega; en 1152 los susodichos reyes negociaron un acuerdo con el Legado Pontificio el Cardenal Niccolò di Albano, erigiendo la sede Arzobispal de Nidaros (la ciudad actualmente se llama Trondheim), nombrando al primer arzobispo de la nueva provincia eclesiástica, que hasta ese momento pertenecía a la Arquidiócesis de Land.


La iglesia preexistente en Nidaros, construida en estilo románico, con una sola nave, por el rey Olaf Kyrre (1093); resulto ser ya muy pequeña para las celebraciones y queriendo Noruega tener una catedral más bella, se inició la construcción de una nave transversal, obra que no se había aun terminado en 1161.


Cuando Agustín Erlandssön volvió de su destierro en 1183, empezó una completa reconstrucción de la catedral pero en estilo gótico; en 1188 acaecida la muerte de este santo obispo, la imponente obra todavía no había sido concluida.


Agustín enseguida fue venerado como santo por las virtudes de su vida y por el celo que prodigó en la defensa los derechos de la Iglesia ante las prepotencias y abusos de los reyes y de los jefes feudales.



Martirologio Romano: Fiesta de la Conversión de san Pablo, apóstol. Viajando hacia Damasco, cuando aún maquinaba amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, el mismo Jesús glorioso se le reveló en el camino, eligiéndole para que, lleno del Espíritu Santo, anunciase el Evangelio de la salvación a los gentiles. Sufrió muchas dificultades a causa del nombre de Cristo.

Pablo, llamado Saulo en el uso y rigor judío, afirmaba con vehemencia que el Evangelio que predicaba no lo había aprendido o recibido de los hombres.


Perteneció a la casta de los fariseos. Había nacido en Tarso, ciudad que pertenecía al mundo grecorromano; quien nacía allí tenía la categoría de ciudadano romano y lo era tanto como el centurión, el procurador, el tribuno o magistrado. Necesariamente, por ser judío no le cupo más suerte en la niñez que andar disimulando su condición entre los demás del pueblo, ocultando su creencia, tenida como superstición por los paganos romanos. Es posible que esto le fuera encendiendo por dentro y le afirmara aún más en su fe, cuando iba creciendo en edad y tenía que defenderse marchando contra corriente.


Era más bien bajo, de espaldas anchas y cojeaba algo. Fuerte y macizo como un tronco. Un rictus tenía que le hacía fanático. Conocía los manuscritos viejos escritos con signos que a los griegos y a los romanos les parecían garabatos ininteligibles, pero que encerraban toda la sabiduría y la razón de ser de un pueblo. Listo como un sabio en las escuelas griegas de Tarso, familiarizado con los poetas y filósofos que habían pasado el tiempo escribiendo en tablillas o pensando. Para los griegos solo era un hebreo, miembro de aquellas familias que vivían en un islote social, aislado entre misterios inaccesibles a los de otra raza, uno de los que tenían prohibido el acceso a las clases cultas y dirigentes; era de esos que se hacían despreciables por su puritanismo, por sus rarezas ante los alimentos, su modo de divertirse, de casarse, de entender la vida, de no asistir a los templos ¡un ambiente nada claro!


A los dieciocho años se fue a Jerusalén para aprender cosas del judío verdadero, las de la Ley patria, la razón de las costumbres; ansiaba profundizar en la historia del pueblo y en su culto. Gamaliel lo informó bien por unos cuartos. Aprendió las cosas yendo a la raíz, no como las decía la gente poco culta del pueblo sencillo y llano. Supo más y mejor del poder del Dios único; aprendió a darle honra y alabanza en el mayor de los respetos y malamente soportaba con su pueblo el presente dominio del imponente invasor. Esto le ponía furioso. Los profetas daban pistas para un resurgimiento y los salmos cantaban la victoria de Dios sobre otros pueblos y culturas muy importantes que en otro tiempo subyugaron a los judíos y ya desaparecieron a pesar de su altivez; igual pasaría con los dominadores actuales. El Libertador no podría tardar. Mientras tanto, era preciso mantener la idiosincrasia del pueblo a cualquier costa y no ser como los herodianos, para que la esperanza hiciera posible su supervivencia como nación. No se podía dejar que un ápice lo apartara de la fidelidad a las costumbres patrias. Eso le hizo celoso.


Y mira por donde, aquella herejía estaba estropeando todo lo que necesitaba el pueblo. Locos estaban adorando a un hombre y crucificado. No se podía permitir que entre los suyos se ampliara el círculo de los disidentes. Había que hacer algo. No pasaban, sino que las noticias decían que estaban por todas partes como si se diera una metástasis generalizada de un cáncer nacional. Hacía años que ya estuvo, colaborando como pudo, en la lapidación de uno de aquellos visionarios listos, serviciales, piadosos y caritativos pero que hacían mucho daño al alto estamento oficial judío; fue cuando lo apedrearon por blasfemo a las afueras de Jerusalén, y lastimosamente él sólo pudo guardar los mantos de los que lo lapidaron. Hasta le parecía recordar aún su nombre: Esteban.


Su conversión fue en un día insospechado. Nada propiciaba aquel cambio. Precisamente llevaba cartas de recomendación de los judíos de Jerusalén para los de Damasco; quería poner entre rejas a los cristianos que encontrara. Hasta allí se extendía la autoridad de los sumos sacerdotes y principales fariseos; como eran costumbres de religión, los romanos las reconocían sin hacerles ascos. Saulo guiaba una comitiva no guerrera pero sí muy activa, casi furiosa, impaciente por cumplir bien una misión que suponían agradable a Dios y purga necesaria para la estabilidad de los judíos y para proteger la pureza de las tradiciones que recibieron los padres. Aquello parecía la avanzada de un ejército en orden de batalla, con el repiqueteo de las herraduras en las pezuñas de las monturas sobre el duro suelo de roca ante Damasco donde caracoleaban los caballos. Llevaban ya varios días de caminata; se daban por bien empleados si la gestión terminaba con éxito. Iba Saulo "respirando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor". En su interior había buena dosis de saña.


"Y sucedió que, al llegar cerca de Damasco, de súbito le cercó una luz fulgurante venida del cielo, y cayendo por tierra oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dijo: ¿Quién eres, Señor? Y él: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, y entra en la ciudad y se te dirá lo que has de hacer. Y los hombres que le acompañaban se habían detenido, mudos de espanto, oyendo la voz, pero sin ver a nadie. Se levantó Saulo del suelo y , abiertos los ojos, nada veía. Y llevándole de la mano lo introdujeron en Damasco, y estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió" (Act. 9, 3-9).


Tres días para rumiar su derrota y hacerse cargo en su interior de lo que había pasado. Y luego, el bautismo. Un cambio de vida, cambio de obras, cambio de pensamiento, de ideales y proyectos. Su carácter apasionado tomará el rumbo ahora marcado sin trabas humanas posibles _su rendición fue sin condiciones_ y con el afán de llevar a su pueblo primero y al mundo entero luego la alegría del amor de Dios manifestado en Cristo.


El relato es del historiador Lucas, buen conocedor de su oficio. Se lo había oído veces y veces al mismo protagonista. No hay duda. Vió él mismo al resucitado; y lo dirá más veces, y muy en serio a los de Corinto. Por ello fue capaz de sufrir naufragios en el mar y persecuciones en la tierra, y azotes, y hambre y cárcel y humillaciones y críticas, y juicios y muerte de espada; por ello hizo viajes por todo el imperio, recorriéndolo de extremo a extremo. Y no creas que se lamentaba; le ilusionaba hacerlo porque sabía que en él era mandato más que ruego; el dolor y sufrimiento más bien los tuvo como credenciales y las heridas de su cuerpo las pensaba como garantía de la victoria final en fidelidad ansiada.


Entre tantas conversiones del santoral, la de Pablo es ejemplar, paradigmática. Más se palpa en ella la acción divina que el esfuerzo humano; además, enseña las insospechadas consecuencias que trae consigo una mudanza radical.



Martirologio Romano: En Ulm, ciudad de Suabia (hoy Alemania), beato Enrique Suso, presbítero de la Orden de Predicadores, que soportó pacientemente muchos contratiempos y enfermedades, compuso un tratado sobre la sabiduría eterna y predicó a menudo sobre el Nombre de Jesús (1366).

Etimológicmente: Enrique = Aquel que es el caudillo de su morada, es de origen germánico.


Fecha de beatificación: En 1831 por Gregorio XVI.



Místico alemán, nació en Constanza el 21 de Marzo probablemente de 1295; murió en Ulm, el 25 de Enero de 1366.

SU VIDA


Su padre perteneció a una noble familia de Berg; su madre, una santa mujer de la cual él tomó su nombre, a una familia de Sus (o Süs, de ahí el nombre Suso o Susso). A los trece años de edad ingresó al convento de los Dominicos en Constanza, donde realizó estudios de preparatoria, filosofía y teología. De 1324 a 1327 tomó un curso suplementario de teología en el Estudio General de los Dominicos en Colonia, donde se sentó a los pies de Johann Eckhart "el Maestro", y probablemente fue condiscípulo de Tauler, ambos célebres místicos. De regreso a Constanza fue nombrado para el oficio de lector, del cual parece haber sido removido varias veces entre 1329 y 1334. En el último año comenzó su carrera apostólica. Para 1343 fue elegido superior de un convento, probablemente en Diessenhofen. Cinco años más tarde fue enviado de Constanza a Ulm donde permaneció hasta su muerte.


La vida de Susso como místico comenzó a los dieciocho años, cuando, rompiendo con sus malas costumbres de los cinco años anteriores, se hizo a sí mismo "el Sirviente de la Eterna Sabiduría", la cual él identificaba con la esencia Divina y, en una forma concreta, con la persona de la Eterna Sabiduría hecha hombre. De ahí en adelante, una ardiente amor por la Eterna Sabiduría dominaría sus pensamientos y controlaría sus acciones. Tuvo frecuentes visiones y éxtasis, practicó una severa austeridad (la que prudentemente moderó en sus años maduros), y soportó con paciencia inusual las aflicciones corporales, amargas persecuciones y dolorosas calumnias.


Se convirtió en el más destacado entre los Amigos de Dios en el trabajo por el restablecimiento de la observancia religiosa en los claustros. Su influencia fue especialmente fuerte en muchos conventos de mujeres, particularmente en el convento de las Dominicas de Katherinenthal, una famosa escuela de misticismo en los siglos XIII y XIV, y en el de Toss, donde vivía la mística Elsbeth Stagel, quien tradujo algunos de sus trabajos en Latín al Alemán, reunió y preservó la mayor parte de sus cartas existentes, y consiguió de él la historia de su vida, la cual después él mismo desarrolló y publicó.


En muchas partes era muy estimado como predicador, y fue escuchado en ciudades y pueblos de Suavia, Suiza, Alsacia y los Países Bajos. Sin embargo, su apostolado no era con las masas, sino con individuos de todas las clases, quienes le buscaban por su personalidad singularmente atractiva, y para los cuales él se convirtió en el director personal de su vida espiritual.


A menudo se ha dicho incorrectamente que él estableció entre los Amigos de Dios una sociedad llamada la Hermandad de la Eterna Sabiduría. La así llamada Regla de la Hermandad de la Eterna Sabiduría no es sino una traducción libre de un capítulo de su Horologium Sapientiae, y no hizo su aparición hasta el siglo XV.


SUS ESCRITOS


El primer escrito que salió de la pluma de Susso fue Büchlein der Wahrheit, el cual redactó mientras estudiaba en Colonia. Su doctrina fue criticada desfavorablemente en algunos círculos - muy probablemente a causa de la relación tan estrecha de su autor con Eckhart, quien había sido llamado para explicar o retractarse de ciertas proposiciones - pero se encontró que era completamente ortodoxa. Como en este, en sus otros escritos Susso, aunque revelaba la influencia de Eckhart, siempre evitó caer en los errores del "Maestro". En realidad, el libro fue escrito en parte contra las enseñanzas panteístas de los Beghards, y contra las enseñanzas libertinas de los Brethren del Espíritu Libre. El Padre Denifle lo considera como el "libro pequeño" más complejo entre los escritos de los místicos alemanes.


Mientras en este libro Susso se expresa como un contemplativo intelectual, en su siguiente Das Büchlein der ewigen Weisheit, publicado a principios de 1328, es eminentemente práctico y habla de su rebosante corazón a "hombres comunes que aún tienen imperfecciones por cancelar". Bihlmeyer acepta el juicio de Denifle de que es "el más bello fruto del misticismo Alemán", y lo pone a la par de las Homilías de San Bernardo, y de la Imitación de Cristo de Tomás de Kempis. En la segunda mitad del siglo XIV y en el siglo XV no hubo otro libro de meditación más leído en lengua alemana.


En 1334 Susso tradujo esta obra al Latín, pero aumentando considerablemente sus contenidos, haciendo de este un libro casi completamente nuevo al que dio el nombre de Horologium Sapientiae. Aún más elevado que el original, con un lenguaje acabado, rico en imágenes, ritmo y movimiento, se convirtió en un libro favorito en los claustros a finales de la Edad Media, no solo en Alemania, sino en los Países Bajos, Francia, Italia e Inglaterra.


A este mismo periodo de actividad literaria de Susso podría pertenecer Das Minnebüchlein pero su autenticidad es dudosa.


Luego de retirarse a Ulm, Susso escribió la historia de su vida interior (Vita o Leben Seuses), revisó el Büchlein der Wahrheit, y el Büchlein der ewigen Weisheit, con los cuales, y junto con once de sus cartas (el Briefbüchlein) y un prólogo, formó un libro conocido como el Exemplar Seuses.


Además de los escritos mencionados anteriormente, tenemos también cinco sermones de Susso y una colección de veintiocho de sus cartas (Grosses Briefbuch), las cuales se pueden encontrar en la edición de Bihlmeyer.


Susso es llamado por Wackernagel y otros un "Un poeta de amor en prosa y en el orden espiritual." El amor mutuo entre Dios y el hombre, el cual es su tema principal, le da calidez y color a su estilo. Aprovechó al máximo la flexibilidad del idioma alemán con una rara habilidad, y contribuyó en mucho a la formación de la bella prosa germana, especialmente matizando con nuevos significados palabras empleadas para describir sensaciones interiores. Su bagaje intelectual fue característico de los escolásticos de su época. En su doctrina jamás hubo el menor rastro de tendencias no ortodoxas.


Durante siglos ejerció gran influencia sobre escritores espirituales. Entre sus lectores y admiradores estuvieron Tomás de Kempis y el Beato Pedro Canisio.



Antonio nació en Amándola (Italia) el 17 de enero de 1355 de una familia de humildes campesinos. Su padre se llamaba Simpliciano Migliorati. La fama de santidad de San Nicolás de Tolentino († 1305) le indujo a solicitar la entrada entre los agustinos de su pueblo natal, en donde fue ordenado sacerdote.

Después de haber vivido cerca de doce años en el convento de Tolentino, la obediencia lo envió por algún tiempo al de la ciudad de Bari, y, ya a principios del siglo XV, al de Amándola (Áscoli Piceno). Nombrado superior del pequeño convento allí existente, lo hizo ampliar, dando además inicio junto a él a la construcción de una nueva iglesia. La muerte, acaecida el veinticinco de enero de 1450 le impediría verla concluida.


La veneración que había suscitado en vida no disminuyó con la muerte. En 1453, con motivo de multiplicarse los prodigios que se le atribuían, inclusive la resurrección de difuntos, su cuerpo, exhumado de la sepultura común de los religiosos en que se hallaba hasta aquel momento, fue puesto en un arca de madera y colocado sobre un altar dedicado a su memoria. En 1641 fue trasladado a otra caja mejor elaborada, también de madera, obra de Domenico Malpiedi, que actualmente puede verse en el coro de la iglesia, tras ser sustituida en 1897 por un sarcófago de mármol.


En 1798 la soldadesca revolucionaria sacó Antonio de la urna en que yacía y profanó sus restos. En 1899 su cabeza fue aureolada con una corona de oro.


El once de julio de 1759 Clemente XIII inscribió a Antonio en el número de los beatos, reconociéndole el culto "ab immemorabili" y el 20 de abril de 1890 León XIII concedió indulgencia plenaria a cuantos visitaran su santuario.






















María Antonia (Teresa) Grillo. Beata
María Antonia (Teresa) Grillo. Beata

Fundadora de la Congregación

de las Hermanitas de la Divina Providencia


Martirologio Romano: En Alejandría, del Piamonte, en Italia, beata María Antonia (Teresa) Grillo, religiosa, que, habiendo quedado viuda, asumió con misericordia las necesidades de los pobres y, después de vender todas sus posesiones, fundó la Congregación de las Hermanitas de la Divina Providencia (1944).

Fecha de beatificación: Su Santidad JUAN Pablo II, con ocasión de la pública exposición de la Sábana Santa, la beatificó en Turín el 24 de mayo de 1998.



Teresa Grillo nace en Spinetta Marengo, provincia de Alessandria, el 25 de setiembre de 1855. Quinta y última hija de José Grillo, médico jefe del Hospital de Alessandria y de María Antonieta Parvopassu, descendiente de una antigua e ilustre familia de aquella región, fue bautizada al día siguiente en la Iglesia parroquial de Spinetta, recibiendo además el nombre de Magdalena.

Dotada de un temperamento inclinado a la caridad, alimentado además por un ambiente rico en espíritu cristiano, el 1º de octubre de 1867 recibió el confirmación en la catedral de Alessandria y cinco años después, mientras estaba aún en el colegio, la primera comunión. Después de terminada la escuela elemental, a la que asistió en Turín, donde su madre se había trasladado para acompañar los estudios universitarios de su hijo Francisco, en 1867, luego de la muerte de su padre, fue matriculada como alumna interna en el colegio de las Damas Inglesas, en Lodi, donde se graduó a la edad de 18 años.


Terminado el colegio, regresó a Alessandria, donde, siempre bajo la guía materna, comenzó a frecuentar a las familias aristocráticas de la ciudad. Fue precisamente en este ambiente que conoció a su futuro esposo, el culto y brillante capitán de infantería, Juan Bautista Michel. Celebrada la boda el 2 de agosto de 1877, se trasladó primero a Caserta, luego a Acireale, a Catania, a Portici y finalmente a Nápoles, lugares a los que fuera transferido su esposo. En esta última ciudad, una fulminante insolación durante un desfile militar sorprendió la muerte del capitán Michel, un 13 de junio de 1891. Teresa se sumergió en una profunda angustia que rozó la desesperación.


La recuperación posterior, ocurrida casi de improviso, debida, en parte a la lectura de la vida del Venerable Cottolengo y a la ayuda de su primo sacerdote, Mons. Prelli, desembocó en la opción de abrazar la causa de los pobres y necesitados. Teresa comenzó así a abrir de par en par las puertas de su propia casa señorial a los niños pobres y a las personas abandonadas y necesitadas de ayuda. Hacia el fin del año 1893, dado que “los pobres aumentan a más no poder y que quisiera poder alargar los brazos para acoger a todos bajo las alas de la Divina Providencia”, vendió la gran casa michel y adquirió un viejo edificio en la calle Faa de Bruno. Aquí dio inicio a los trabajos de reestructuración y ampliación, construyendo un piso superior y comprando algunas pequeñas casas vecinas. Surge así el”Pequeño Hogar de la Divina Providencia”.


La obra guiada por Teresa, no estuvo ciertamente libre de adversidades, que aparecieron no sólo por el lado de las autoridades civiles, sino sobretodo por parte de sus amigos y familiares. Especialmente ante la incomprensión de aquellos se hizo evidente la solidaridad y el efecto de los pobres, de las personas generosas y de sus colaboradoras. Siguiendo la solicitud de la Autoridad Eclesiásticas, el 8 de enero de 1899, vistiendo el hábito religioso en la capillita del Pequeño Hogar, Teresa Grillo, con ocho de sus colaboradoras dio vida a la Congregación de las Pequeñas Hermanas de la Divina Providencia.


En los siguientes 45 años, su responsabilidad prioritaria fue la de difundir y consolidar el Instituto. Casi inmediatamente después de realizada la fundación, la Obra comenzó a tener casas en diversos lugares del Piamonte, desarrollándose rápidamente incluso en las regiones del Véneto, Lombardía, Liguria, Puglia y Lucania. A partir del 13 de junio de 1900 el instituto se extendió en el Brasil y desde 1927, por solicitud de San Luis Orione, fundó inclusive casa en Argentina. Sin ahorrar esfuerzos, Teresa animaba y alentaba a sus hermanas con su carismática y solícita presencia en las comunidades. En seis oportunidades atravesó el océano para llegar hasta América Latina, en donde como frutos de su solicitud surgieron numerosas fundaciones con asilos, orfanatos, escuelas, hospitales y asilos para ancianas. El octavo viaje, lo hizo el año 1928, a la edad de 73 años.


El 8 de junio de 1942, la Santa Sede concedía la Aprobación apostólica a la congregación de la Pequeñas Hermanas de la Divina Providencia. La Beata Teresa Grillo se apagó en Alessandria el 25 de enero de 1944 a la edad de 89 años. Su instituto contaba entonces con 25 casas en Italia, 19 en Brasil y 7 en Argentina.


Con el Proceso Informativo, en 1953 fue introducida la Causa de Canonización. El 6 de julio de 1985, el Santo Padre Juan Pablo II, declarándola Venerable, decretó la heroicidad de sus virtudes. El Espíritu de la Beata Teresa Grillo Michel hacia los indigentes permanece particularmente en la obra de sus Hermanas, a las que solía repetir: “Continuaré invocando sobre ustedes la abundancia del espíritu que debe distinguir a la Pequeña Hermana de la Divina Providencia: espíritu de confianza verdaderamente heroica en esta admirable emanación de la Divina Bondad, porque nosotras debemos estar totalmente y en cada hora a merced de su Providente ayuda”.


Si usted tiene información relevante para la canonización de la Beata María Antonia, contacte a:

Piccole Suore della Divina Provvidenza

Via Divina Provvidenza, 41

00166 Roma, ITALIA


ORACION

Dios todopoderoso

que en tu infinita misericordia haz querido exaltar a tu sierva,

María Antonia Grillo,

concédenos por su intercesión,

un ardiente amor a tu Hijo,

presente en la Eucaristía,

y un compromiso ardiente en favor de las vocaciones sacerdotales y religiosas.

Haz que imitemos su ejemplo en el servicio a los pobres,

a los pequeños, a los jóvenes, a los ancianos y a los que sufren,

con una entrega total de nuestra vida y de nuestros bienes.

Por tu misericordia,

acoge a los que recurren a Ti mediante

la intercesión de esta tu Sierva, fiel y generosa,

y suscita en todos nosotros la ferviente devoción

que la Madre María Antonia

tuvo hacia la Madre de tu hijo Jesús,

venerada con el título de la “Salve”.

Danos, Señor, la fuerza de imitar sus virtudes

y acrecienta la Familia de sus Hijas espirituales para que su carisma,

don del Espíritu Santo,

se multiplique en el mundo.

Amén







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