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Juan Apóstol y Evangelista, Santo
Juan Apóstol y Evangelista, Santo

El Discípulo Amado

Diciembre 27






Juan, hijo de Zebedeo y de Salomé, hermano de Santiago, fue capaz de plasmar con exquisitas imágenes literarias los sublimes pensamientos de Dios. Hombre de elevación espiritual, se lo considera el águila que se alza hacia las vertiginosas alturas del misterio trinitario: “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios”.


Es de los íntimos de Jesús y le está cerca en las horas más solemnes de su vida. Está junto a él en la última Cena, durante el proceso y, único entre los apóstoles, asiste a su muerte al lado de la Virgen. Pero contrariamente a cuanto pueden hacer pensar las representaciones del arte, Juan no era un hombre fantasioso y delicado, y bastaría el apodo que puso el Maestro a él y a su hermano Santiago -”hijos del trueno”- para demostrarnos un temperamento vivaz e impulsivo, ajeno a compromisos y dudas, hasta parecer intolerante.


En el Evangelio él se presenta a sí mismo como “el discípulo a quien Jesús amaba”. Aunque no podemos indagar sobre el secreto de esta inefable amistad, podemos adivinar una cierta analogía entre el alma del “hijo del trueno” y la del “Hijo del hombre”, que vino a la tierra a traer no sólo la paz sino también el fuego. Después de la resurrección, Juan parmanecerá largo tiempo junto a Pedro. Pablo, en la carta a los Gálatas, habla de Pedro, Santiago y Juan “como las columnas” de la Iglesia.


En el Apocalipsis Juan dice que fue perseguido y relegado a la isla de Patmos por la “palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.” Según una tradición, Juan vivió en Éfeso en compañía de la Virgen, y bajo Domiciano fue echado en una caldera de aceite hirviendo, de la que salió ileso, pero con la gloria de haber dado también él su “testimonio”. Después del destierro en Patmos, regresó definitivamente a Éfeso en donde exhortaba infatigablemente a los fieles al amor fraterno, como resulta de las tres epístolas contenidas en el Nuevo Testamento. Murió de avanzada edad en Éfeso, durante el imperio de Trajano, hacia el año 98.


Referencias Bíblicas:

[1] Santiago y Juan, hijos de Zebedeo cf. Lc. 5, 10; Mc. 10, 35

[2] Salomé, madre de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo cf. Mc. 15, 40; Mt. 27, 56

[3] "En el principio estaba el Verbo..." (Jn. 1, 1)

[4] Juan sentado junto al Señor en la Última Cena cf. Jn. 13, 23

[5] Juan testigo de la transfiguración cf. Mc. 9, 2

[6] Juan junto al Señor en el monte de los Olivos cf. Mc. 14, 32-34

[7] Juan, el discípulo amado por Jesús cf. Jn. 21, 20-25

[8] Juan, junto a Pedro y Santiago, columnas de la Iglesia cf. Gál. 2, 9

[9] Juan, desterrado a la isla de Patmos por la Palabra cf. Ap. 1, 9












Fabiola de Roma, Santa
Fabiola de Roma, Santa

Etimológicamente significa “frijol”. Viene de la lengua latina.


En el creyente hay a veces una gran espera y desde ella percibe la voz de Dios, voz interior que es la oración casi silenciosa. Y para orar, una sola palabra puede ser suficiente.


Esta joven nació y vivió en Roma en el siglo IV.


¿Y sabes cuál fue su mayor timbre gloria?

Sencillamente haber tenido piedad y amor por la gente que nadie quiere en este mundo: los pobres y abandonados de la sociedad.


Pero no se quedó en buenas intenciones y preciosas palabras que se las lleva el viento. No,¡ qué va!


Cerca de Roma, en la playa de Ostia, fundó un hospital enorme en el que eran atendidos gratuitamente todos los que necesitaban de consuelos espirituales y materiales.

Fue, según relatan las crónicas, el primer establecimiento que se puso en marcha en Europa.


Esta fundación, se señala en las fechas soberanas de la historia de la civilización occidental, escribió el historiador Camille Jullian, como uno de los más importantes a tener en cuenta.


Fabiola pertenecía a la ilustre familia de los Flavianos. En su juventud, escandalizó a la Iglesia porque se divorció civilmente de su marido legítimo para casarse con otro.


Loa dos murieron muy pronto. Fabiola, llevada por su amor a Dios, hizo penitencia de sus pecados públicamente en san Juan de Letrán, una de la grandes basílicas de Roma.

El mismo Papa Siricio (384-399) le dio la comunión. Ella se consagró desde entonces a la piedad y empleó su inmensa fortuna en buenas obras.


En el año 395, Fabiola partió para Tierra Santa y pasó allí algún tiempo en el escuela de san Jerónimo.


Este, gran sabio de la Iglesia, se quedó impresionado por su fuerte personalidad, su inteligencia y su virtud. Y fue él quien escribió su pequeña biografía.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


“El que está enamorado de sí mismo no tendrá rivales” (Franklin).



Etimológicamente significa “laurel”. Viene de la lengua latina.

Jesús dice: “ Volveos hacia Dios, porque está llegando el reino de los cielos”.


Loreta o Lorena fue monja en el siglo XV.


Nació en Nurcia, Italia, en la misma patria de san Benito, el gran fundador de la Orden benedictina.


Era hija de una familia importante en la ciudad. Su padre era senador en Roma.


Era amigo del Papa Urbano IV. Tanta era su influencia que llegó a salvar al Papa de un atentado que iba a cometer Banderesi contra él.


Fue un padre ejemplar en casa.


Su hija Loreta encontró en casa los primeros gérmenes de su vocación religiosa.


En el 1400, meditando todo en su corazón y ante la presencia de Dios, tomó la opción de entregarse a Dios por completo en la vida religiosa, y en un convento de las dominicas.


Vistió el hábito en el convento de su ciudad, hizo su postulantado y a continuación el año de noviciado, tras el cual profesó solemnemente en la Orden.


Toda su vida la pasó en el mismo convento.


Estuvo en él 30 años, hasta su muerte, acaecida en el año 1430.


Durante este tiempo, se dedicó entera e intensamente a la oración, a la penitencia, pureza y al heroísmo de la caridad por los más necesitados.


En el gran árbol dominico había nacido una flor nueva de santidad en esta chica Lorena.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


“Perdona a menudo a los demás, nunca a ti mismo” (Siro).



El P. Alfredo se nos presenta como un testigo de Cristo en estos tiempos modernos, víctima de la intolerancia que desencadenó la dura guerra civil española en los años 1.936-39.

En unas cuantas palabras vamos a sintetizar la vida del Beato Alfredo.


FAMILIA CRISTIANA. Nace en Cilleruelo de Bricia (Burgos), el dos de junio de 1.899, en el seno de una numerosa familia cristiana de siete hijos. Él era el mayor. Sus padres: Castor y Justa.


SACERDOTE ESCOLAPIO. De niño quiso seguir a Jesús de Nazaret, imitando a S. José de Calasanz, dedicando su vida a la educación cristiana. Y se ordena Sacerdote en Palencia, en 1.928.


GESTO. Una enfermedad en el fémur le dejó cojo cuando tenía 18 años. Eso le impidió compartir el deporte con sus alumnos, expresando el carácter alegre que tenía. Además, esa enfermedad originó una de las anécdotas más significativas y espontáneas de su martirio. Viéndole cojo los milicianos, quisieron ayudarle a subir a la cubierta del barco para fusilarle. A lo que él respondió. “Hasta ahora he necesitado bastón, pero para subir hacia Dios no lo necesito”. Y la arrojó, trepando como pudo hasta la cubierta.


MÁRTIR. En su vida encontramos rasgos muy marcados del creyente, religioso, educador y sacerdote: generoso, humilde, hombre de oración, devoto de Ntra. Sra., amigo de los chicos, siempre estaba rodeado de ellos. Pero además fue mártir, es decir, dio la vida por la fe. Estaba en el colegio de Villacarriedo cuando estalló la guerra. Se refugió en la casa de su tía, pero lo cogieron preso, llevándole a la bodega del barco Alfonso Pérez, anclado en la bahía de Santander. Pudo disimular su condición de sacerdote pero, ante la pregunta de qué era, confesó en voz alta oyéndolo los compañeros de bodega: “Soy sacerdote Escolapio de Villacarriedo”. Y le fusilaron. Era el 27 de diciembre de 1.936.


BEATIFICADO. Ante los datos claros de su martirio, Juan Pablo II le beatificó en Roma, junto con otros doce escolapios, el 1 de octubre de 1995.



Francisco Spoto nació al 8 de julio de 1924, en Raffadali (Italia). Los padres lo educaron para una fe profunda y genuina y ellos lo transmitieron un gran sentido del deber. La familia, la escuela y la parroquia eran las atmósferas frecuentadas por Francisco: sus educadores y los padres en primer lugar se dieron cuenta de que en ese muchacho bueno, conciente y sensible estaba madurando el germen de la vocación al servicio de Dios y de los hermanos.

Francisco entró en el Seminario de la Congregación de los Misioneros Siervos de los Pobres, en 1936. Desde el principio mostró poseer un carácter: humille, pero tenaz, con un alto sentido del deber y de responsabilidad. Precisamente debido a su determinación y la tenacidad ganó dos apodos, de los compañeros y los superiores respectivamente: “alemán” y “piedra”, nombres que dan una imagen clara del temple del joven. Durante los años en el seminario nació en él la pasión por los estudios, que en su breve vida se tradujeron en una preparación sólida, claramente visible en sus escritos, cartas y homilías. La cultura no era en sí su meta, sino colocarla al servicio del amor a Dios y a los hermanos.


En 1 de noviembre de 1940 Francisco emitió su primera profesión. Recibió la Ordenación sacerdotal al 22 de julio de 1951. Inmediatamente dedicó su ministerio sacerdotal al desarrollo de los trabajos típicos de la Congregación de los Misioneros Siervos de los Pobres. El Capítulo General de 1959 lo escogió Superior-General teniendo tan sólo 35 años justos, necesitó una dispensa de la Santa Sede debido a su corta joven. Asume las nuevas responsabilidades con tenacidad renovada, determinación y fuerte sentido del deber empeñándose con todo sus fuerzas en dar impulso y vitalidad a la Congregación, poniéndose al servicio de todos con activa humildad y la amorosa firmeza. La oración perfuma y palpita en su vida, ya que él la considera centro de sus actividades cotidianas.


Su manera concreta permitió conseguir la aprobación de las Constituciones de parte de la Santa Sede, la nueva Casa de estudios teológicos en Roma y, en 1961, la inauguración de la misión en Biringi, en la actual República Democrática de Congo (anterior-Zaire). Y, de hecho allí, en la tal estimada tierra, P. Spoto pasará los últimos meses de su vida en una camino direccionado a la santidad y al martirio. El 4 de agosto de 1964, partió para Biringi para confortar a los hermanos que se encontraron en dificultad notable debido a la situación políticamente crítica y peligrosa en la ex-colonia belga que, después de obtener la independencia en 1960, pasó un periodo muy inestable, con luchas marcadas por ideologías materialistas y anti-religiosas, que se volvieron más feroces a partir de 1964 debido a la persecución de innumerables religiosos y monjas. En este contexto, P. Francisco partió para el Congo, lleno de entusiasmo, aunque consciente de que podría perder su propia vida. En el mes de septiembre, cuando la situación en Biringi se hizo más difícil, decidió dejar el cargo de Superior-General, comunicando su decisión en una carta dirigida al Vicario-General: “Si me quedo aquí no es por persistencia o indiferencia, más bien es por un alto sentido alto del deber, interés y amor de la Congregación" (Carta al Vicario-general, el 20 de septiembre de 1964). Un padre bueno no abandona a sus propios hijos en la necesidad extrema.


A inicio de noviembre, P. Spoto y tres hermanos de la congregación fueron obligados dejar la misión y vagar sin dirección, escondiéndose y intentando huir de los Simba que los seguían por matarlos.

En esta situación penosa, P. Francisco puso a punto su sentido de sacrificio, perfeccionando el deseo de ofrendar su vida para salvar a sus compañeros. No obstante vivir esa vida nómada, repleta de sustos y miedos, P. Francisco consiguió escribir una especie de “diario”. El día 3 de Diciembre sus compañeros fueron capturados. Él logró huir, empezó la noche vagando por el bosque con los pies descalzos, sediento, hambriento, ensangrentado... la mañana siguiente, él encontró a sus tres compañeros libres, milagrosamente ilesos. En la noche del 11 de Diciembre P. Francisco fue atacado por dos guerrilleros y, debido a los violentos golpes, quedó paralítico. A partir de esa trágica noche, hasta el día de su muerte, él fue transportado en una especie de camilla, continuando el escape para evitar ser capturados nuevamente. P. Francisco murió al 27 de diciembre de 1964, después de haber recibido el Sacramento de la Unción. Enterrado en las proximidades de la choza donde se refugiaron. Sus hermanos de la Congregación sobrevivieron y regresaron a Italia.


Su muerte no fue una oferta inútil: su sangre inocente bañó ese pedazo de tierra de África e hizo crecer y producir abundantes frutos.


Reproducido con autorización de Vatican.va











Esteban, Santo
Esteban, Santo

Protomártir

Diciembre 26






Se le llama "protomartir" porque tuvo el honor de ser el primer mártir que derramó su sangre por proclamar su fe en Jesucristo.


Después de Pentecostés, los apóstoles dirigieron el anuncio del mensaje cristiano a los más cercanos, a los hebreos, despertando el conflicto por parte de las autoridades religiosas del judaísmo.


Como Cristo, los apóstoles fueron inmediatamente víctimas de la humillación, los azotes y la cárcel, pero tan pronto quedaban libres, continuaban la predicación del Evangelio. La primera comunidad cristiana, para vivir integralmente el precepto de la caridad fraterna, puso todo en común, repartían todos los días cuanto bastaba para el sustento. Cuando la comunidad creció, los apóstoles confiaron el servicio de la asistencia diaria a siete ministros de la caridad, llamados diáconos.

Entre éstos sobresalía el joven Esteban, quien, a más de desempeñar las funciones de administrador de los bienes comunes, no renunciaba a anunciar la buena noticia, y lo hizo con tanto celo y con tanto éxito que los judíos “se echaron sobre él, lo prendieron y lo llevaron al Sanedrín. Después presentaron testigos falsos, que dijeron: Este hombre no cesa de proferir palabras contra el lugar santo y contra la Ley; pues lo hemos oído decir que este Jesús, el Nazareno, destruirá este lugar y cambiará las costumbres que nos transmitió Moisés”.


Esteban, como se lee en el capítulo 7 de Los Hechos de los apóstoles, “lleno de gracia y de fortaleza”, se sirvió de su autodefensa para iluminar las mentes de sus adversarios. Primero resumió la historia hebrea desde Abrahán haste Salomón, luego afirmó que no había blasfemado contra Dios ni contra Moisés, ni contra la Ley o el templo. Demostró, efectivamente, que Dios se revela aun fuera del templo, e iba a exponer la doctrina universal de Jesús como última manifestación de Dios, pero sus adversarios no lo dejaron continuar el discurso, porque “lanzando grandes gritos se taparon los oídos...y echándolo fuera de la ciudad, se pusieron a apedrearlo”.


Doblando las rodillas bajo la lluvia de piedras, el primer mártir cristiano repitió las mismas palabras de perdón que Cristo pronunció en la cruz: “Señor, no les imputes este pecado”. En el año 415 el descubrimiento de sus reliquias suscitó gran conmación en el mundo cristiano.


Cuando parte de estas reliquias fueron llevadas más tarde por Pablo Orosio a la isla de Menorca, fue tal el entusiasmo de los isleños que, ignorando la lección de caridad del primer mártir, pasaron a espada a los hebreos que se encontraban allí. La fiesta del primer mártir siempre fue celebrada inmediatamente después de la festividad navideña, es decir, entre los “comites Christi”, los más cercanos a la manifestación del Hijo de Dios, porque fueron los primeros en dar testimonio de él.




Diciembre 26




Etimológicamente significa “vencedor de un pueblo”. Viene de la lengua alemana.


Dice Isaías: “En una visión, Isaías oyó la voz del Señor que decía: ¿A quién enviaré? Y él contestó: Aquí estoy, envíame”.


El santo de hoy nació en Procope, Serbia, hacia el año 1330 y murió en Tismana, Rumania, en el 1404.


Estuvo durante mucho tiempo en el monasterio de Atos buscando la manera de santificarse.


Volvió a Serbia a requerimientos del obispo y de las autoridades.


Cuando se dio cuenta de que lo querían nombrar obispo y patriarca dela Iglesia de Serbia, se fue corriendo a Rumanía.


Su gran mérito, entre otros, fue la fundación de monasterios en este país – que iba a perder su independencia posteriormente.


Estos centros de espiritualidad serán más tarde los focos de verdaderos hogares cristianos y los bastiones contra la influencia islámica.


Tuvo que dedicar gran parte de su tiempo a luchar contra los intrusos.


No obstante, seguía fundando monasterios hasta el año 1387, que fundó el último.


Hoy es la célebre abadía de Tismana, en la que él murió.


Desde entonces, los rumanos van cada año en peregrinación para rezarle y darle gracias por el valor que tuvo en impedir la invasión musulmana.


Estuvo, como Isaías, dando respuestas positivas a Dios en cuanto le ordenara en el interior de su corazón y en su continua unión con él mediante la plegaria.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


“No todas las preguntas merecen respuesta” (Siro).





San Zósimo Papa y confesor, en Roma igualmente. Era griego, originario de Misuraca. Fue electo Papa el 18 de marzo del año 417. Tenía un temperamento fuerte.

Nombró a su protegido, Patrocio de Arlés, metropolita de las provincias de Vienne y de Narbona, poniendo así bajo su control todo el clero de la Galia. Si se hubiera tomado la molestia de informarse, se habría enterado de que nadie, en esa región de Europa, quería a aquel ambicioso. De modo que, de un golpe, se granjeó el rechazo de los galos.


En Africa, apelando a decretos de los que nadie había oído hablar, exigió la rehabilitación de Apiario, un sacerdote condenado con toda justicia, de fondo y de forma. Y en cuanto a Pelagio y a Celestio, cuyos evidentes errores ni merecían ser denunciados, estuvieron a punto de convencerle de su estricta ortodoxia.


San Agustín se estremeció: ¿llegaría a cometer el papa otro error garrafal? Zósimo, no obstante, terminó condenando a Pelagio y a Celestio en su famosa Epístola tractoria.


La providencia, felizmente, puso término a «aquel reinado torpe en el que se toleró la intromisión del Estado en los asuntos internos de la Iglesia romana, anegando por un tiempo todo lo que el trabajo silencioso y prudente de sus predecesores había logrado en favor de la independencia de la Iglesia».


Murió siendo modelo de Pontífices el año 418. Extendió el uso del cirio pascual a todas las Iglesias. Defendió con más energía que prudencia el principio de los derechos de la Santa Sede.











Eugenia, Santa
Eugenia, Santa

Etimológicamente significa “bien nacida”. Viene de la lengua griega.


Dios no quiere las guerras, ni los terremotos, ni el hambre, ni los accidentes. Dios no suscita ni la enfermedad, ni le miedo, ni la desgracia. Nunca viene Dios a atormentar la conciencia humana. En cambio, Cristo sufre con el inocente, con quien lo pasa mal.


No cabe la menor duda de que esta chica murió en Roma por defender su fe. Fue enterrada en el cementerio de Aproniano, en la Via Latina.


Pertenece esta mártir a los primeros siglos del cristianismo. En la “Pasión” o teatro que se escribió después, se narra su martirio.


Era la hija de Felipe, gobernador de Alejandría. A los 16 años ya se había leído los autores griegos y latinos, sabía todas las filosofías y era la joven más bella de la ciudad.


Cuando le forzaron a que se casara con un joven de ilustres antecesores, ella se opuso diciendo:"¿ Me caso con él o con los suyos?"


Se convirtió al cristianismo de una forma original. Al pasar delante de un convento, oyó a los monjes cantar:" Los dioses de los gentiles son demonios; el que nosotras adoramos es el verdadero Dios, creador del cielo y de la tierra".


Tuvo imaginación. Para poder entrar en seguida, se vistió de hombre, se puso el nombre de Eugenio. A tan alto grado llegó su perfección que los monjes le nombraron abad.


Sin embargo, pronto fue denunciado por una mujer ante el gobernador. Le dijo a la autoridad de que le había violado y tuvo un hijo de esta relación.


Su padre Felipe echó a todos los monjes y citó a Eugenio. Se quitó su falsa barba y sus vestidos.


Los jueces dijeron que era inocente. El gobernador, que había reconocida en él a su hija, la cogió con sus manos y aquel mismo día se bautizó.


El juez, padre de Eugenia, llegó a ser un santo obispo y, mientras cantaba misa, fue degollado por la fe de Jesucristo.


Además, la dama Claudia (madre de Eugenia) y todos sus hijos, se trasladaron a Roma para enseñar la doctrina.


Fueron muchas las gentes comunes convertidas por ellos, mientras que Eugenia conquistaba innumerables doncellas para el servicio de Dios.


La dicha Eugenia, ya en Roma, fue atormentada de muy diversas maneras y al fin, la espada consumó su martirio. Así ofreció su propío cuerpo a Nuestro Señor Jesucristo,


¡Felicidades a quien lleve este nombre!



Jacopone, a quien se bautizó con el nombre de Jacobo, nació en Todi, ciudad de Umbría, en el seno de una buena familia apellidada Benedetti.

Su nacimiento ocurrió alrededor del año 1230. Estudió leyes en Bolonia, donde pro bablemente hizo su doctorado para iniciar sus prácticas en su ciudad natal.


Al parecer, en aquellos años, no se destacó, ni por su virtud, ni por su mala vida, y ciertamente que no dio muestras del fervor religioso que le caracterizó más tarde.


Alrededor del 1267, se casó con Vanna di Guidone, una joven mujer muy hermosa en lo físico y de grandes cualidades morales que, durante el único año que vivió casada con él, antes de que la arrebatase la muerte, demostró ser el ángel bueno de Jacopone.


Vanna murió trágicamente durante una fiesta de bodas, al desplomarse un balcón donde se encontraba junto con otros invitados.


Ella fue la única que perdió la vida entre los que cayeron, y el golpe de aquella inesperada pérdida produjo un dolor tan profundo en Jacopone, que su vida cambió completamente.


Quizá la transformación se debió sobre todo a que, al morir Vanna, su marido cayó en la cuenta de lo virtuosa que era; se dice incluso, que él fue quien más se sorprendió al descubrirse en el cadáver de Vanna una camisa de cerdas que usaba, según se supone, para hacer penitencia por sus pecados.


A decir verdad, el golpe fue tan rudo que, durante algún tiempo, Jacopone estuvo decididamente trastornado.


De la noche a la mañan a abandonó su profesión, se vistió el hábito de los terciarios franciscanos- y se convirtió, como dicen los que le conocieron, en "una especie de Diógenes cristiano".


Sus excentricidades realizadas en público eran tan descabelladas, que los chiquillos en las calles de Todi le seguían por todas partes para divertirse gratuitamente con él, gritándole: ¡ Jacopone, Jacopone! En cierta ocasión, atravesó la plaza pública en cuatro patas y enjaezado con los arneses de un asno; en otra oportunidad, se presentó bañado en alquitrán y emplumado en la casa de su hermano donde se desarrollaba un suntuoso banquete.


Durante diez años llevó esa existencia de penitente público.


En 1278, vencidos algunos naturales escrúpulos por parte de los frailes, Jacopone fue admitido entre los franciscanos de San Fortunato, en Todi, como hermano lego.


Se afirma que eligió aquel estado por humildad. Tal vez haya sido así, pero no hay duda de que Jacopone se sentía inclinado a pertenecer al grupo más estricto de los franciscanos, el de los espirituales, quienes consideraban que San Francisco había deseado que sus frailes se ordenasen para el sacerdocio sólo por excepción.


Durante doce años, permaneció el hermano Jacopo ne en el convento de Todi y, a medida que recuperaba el equilibrio de sus facultades mentales, producía más y más poemas líricos y cantos, cada vez de mejor calidad, en el dialecto de Umbría.


Sus composiciones alcanzaron popularidad. Eran alabanzas de profundo contenido religioso y místico que lle garon a ser adoptadas por los "flagelantes" y otras cofradías penitenciales para cantarlas en público.


Las composiciones se prestaban para expresar jubilus franciscano, pero el hermano Jacopone era cándido y poco dado al exhibicionismo y a la hilaridad. Sin embargo, con frecuencia se veía envuelto en dificultades con sus hermanos en el convento de San Fortunato y, tal vez por eso, se convirtió en una figura cada vez más notable entre los espirituales.


Dos destacados miembros de esta rama, el Beato Conrado de Offida y el Beato de Alvernia, eran sus amigos personales. Jacopone se encontraba entre los frailes que, en 1294, solicitaron al Papa San Celestino V el permiso de vivir a parte de la comunidad, pero a las pocas semanas de recibida la petición, Celestino renunció y el cardenal Gaetani, opositor de los espirituales, fue el Pontífice Bonifacio VIII.


En 1297, se produjo la ruptura entre el Papa y los cardenales Colonna, y Jacopone fue uno de los tres franciscanos que colaboraron en la redacción del manifiesto donde se afirmaba que Bonifacio VIII había sido electo en forma ilegítima. Desde entonces, el hermano Jacopone se convirtió en el propagandista literario de los cardenales Colonna y escribió un famoso y rudo ataque al Papa.


Sin suscribimos a la opinión de que "ya el haber tenido a Bonifacio por adversario es de por sí un gran honor", podemos decir que Jaccopone se opuso al Papa con toda buena fe. Sin contar a los partidaristas, había gran número de gentes que participaban de la idea de que la abdicación de Celestino había ido contra los cánones. Cuando las fuerzas del Papa se adueñaron de Palestina, la fortaleza de los Colonna, el hermano Jacopone aprehendido y encarcelado en un horrible calabozo durante cinco años.


Ni si uiera en el año jubilar de 1300 se le concedió la libertad. Durante sus años de cárcel, compuso algunos de sus más hermosos poemas, así como varias de sus obras más agresivas, satíricas y agudas, en curioso contraste con la unción conmovedora de las primeras.


A J acopone se le conoce también mucho como el supuesto autor del famoso himno Stabat Mater dolorosa, pero no hay certidumbre de que él lo haya escrito. También se le acredita la composición de otro himno menos conocido, que algunos críticos califican de parodia, titulado Stabat Mater speciosa.


Se dice que el primero de los himnos se le adjudicó a Jacopone en un manuscrito del siglo catorce, y tanto uno como el otro aparecen en una edición de sus alaban zas, impresa en Brescia en 1495. La Speciosa fue rescatada del olvido por Fe derico Ozanam, quien la reimprimió por primera vez en su obra Poètes Franciscains en Italie, au XIIIeme siecle, en 1852. El himnologista inglés Meams, se inclina por el punto de vista de que Jacopone escribió la Speciosa, pero no la Dolorosa; sin embargo, no hay pruebas de que haya escrito poema latino alguno.


A la muerte de Bonifacio VIII, a fines de 1303, el hermano Jacopone quedó en libertad y se fue a vivir primero, como ermitaño, cerca de Orvieto y, después, a un convento de Clarisas Pobres, en Collazzone, entre Todi y Perugia. Ahí murió el día de la Navidad de 1306 (?). El Beato Juan de Au vernia le administró los últimos sacramentos, y se han hecho relatos conmo vedores pero contradictorios sobre sus últimos momentos. En 1433, se trasla daron sus reliquias a la iglesia de San Fortunato en Todi; la veneración en que se le tenía ahí, se deduce por la inscripción en su tumba: "Los huesos da Bendito Jacopone dei Benedetti de Todi, de la Orden de los Frailes Menorres Padeció la locura por la causa de Cristo y, al desilusionar al mundo con un nuevo artificio, tomó al cielo por asalto. Se durmió en el Señor el 25 de marzo A. D. 1296" (sic). El monumento de su tumba fue puesto por mandato de Angelo Cesi, obispo de Todi, en el año de 1596.



Sacerdote de la Primera Orden (1188‑1232). Pío IX aprobó su culto el 30 de septiembre de 1852.

Bentivoglio de Bonis nació en 1188 en San Severino Marcas de Giraldo y Albasia. Después de haber escuchado una serie de predicaciones del fervoroso franciscano Pablo de Espoleto, Bentivoglio se dirigió a Asís, donde el mismo San Francisco lo admitió en la Orden de los Hermanos Menores.


Ordenado sacerdote llegó a ser un modelo de perfección cristiana y tuvo el don de los milagros. Maseo, párroco de San Severino, después de haber asistido a uno de sus éxtasis, decidió abandonar el mundo y entrar en la Orden Franciscana. Lo mismo hicieron sus dos hermanos. Fray Bentivoglio habitó un tiempo solo en un convento llamado “Trave Bonati”, o “Ponte della Trave” para asistir y curar a un leproso. Un día recibió de sus superiores la orden de irse a otro convento, al parecer a Monte San Vinicio, cerca de Potenza Picena, distante unos veinte kilómetros; y para no dejar abandonado al pobre enfermo, por la gran caridad que lo animaba, se lo cargó a las espaldas y lo llevó a su nuevo destino con la admiración y el estupor de todos.


Bentivoglio abrazó con valor la vida de abnegación y de penitencia, de modo que vino a ser modelo de humildad, obediencia y caridad. Lleno de celo por la salvación de las almas, fue incansable en el ejercicio del ministerio apostólico, sea del púlpito como del confesionario, su palabra inflamaba las almas en santos ardores del amor divino. Un día mientras predicaba al pueblo, apareció sobre su frente una estrella luminosa que hizo brillar toda su persona. Con este prodigio Dios quería recompensar su trabajo por la evangelización de las almas.


Bentivoglio sentía gran compasión por los pobres, en los cuales su caridad le hacía ver la imagen de Cristo. Fue también favorecido de Dios con el don de los milagros. Con frecuencia fue visto en éxtasis y luego elevado en el aire y rodeado de luz. Con esto conmovió tanto, que muchos comenzaron una nueva vida.


Después de una vida rica en virtudes y buenas obras, el Beato Bentivoglio entregó su alma a Dios en el convento de San Severino, su patria, el día de Navidad de 1232. Tenía 44 años.


Fue sepultado en la iglesia del convento y los fieles se amontonaron alrededor de su tumba para rendir homenaje a este humilde hermano menor cuyos restos Dios glorificó con muchos milagros.











María Margarita de Youville, Santa
María Margarita de Youville, Santa

Primera Santa Canadiense

Diciembre 23






María Margarita, viuda de Youville, es la primera santa canadiense. Nació el 15 de octubre de 1701 en Varennes (Quebec). Era la mayor de tres hermanas y tres hermanos. A los siete años quedó huérfana de padre y su familia atravesó un período de gran pobreza. Estudió dos años en las Ursulinas de Quebec. Cuando regresó a su hogar, ayudó a su madre en el cuidado de la casa y en la educación de sus hermanos. Más tarde siguió a Montreal a su madre, quien se casó nuevamente.


Allí conoció a François d´Youville, con el que contrajo matrimonio en el año 1722 y del que tuvo seis hijos, de los cuales sólo dos sobrevivieron.

Bien pronto comprendió que su marido no se interesaba por la familia y se ausentaba frecuentemente para el comercio del alcohol con los indios; a estas pruebas se añadía la convivencia con la suegra, que era muy exigente. Cuando su marido se enfermó de improviso, ella lo cuidó con gran ternura hasta que murió en el año 1730, dejándola encinta con el sexto hijo, que no sobrevivió. Fue entonces cuando comprendió mejor el amor solícito de Dios hacia todos los hombres.


Con gran confianza en la providencia de Dios Padre, emprendió muchas obras para responder a las necesidades de los demás. Siguió la educación de sus dos hijos, que se hicieron sacerdotes en 1737. Luego, con tres amigas, se consagró a Dios el 31 de diciembre de ese año, para servirlo en la persona de los más necesitados. Sin pretenderlo, Margarita se convirtió en la fundadora del instituto conocido más tarde con el nombre de Religiosas de la Caridad de Montreal, “Religiosas grises”.


Al ponerse al servicio de los pobres, Margarita revolucionó las costumbres sociales de su época, y fue objeto de maledicencias y calumnias por parte de los suyos y de su ambiente social. Sin embargo y a pesar de su delicada salud y de la muerte de una de las primeras que se le asociaron, perseveró en su proyecto. El 2 de febrero de 1745 ella y sus compañeras pusieron todo en común para ayudar a un número mayor de necesitados. Dos años más tarde asumió la dirección del Hospital de los Hermanos Charon, que había caído en ruina y lo convirtió en lugar de refugio para los desamparados.


En el año 1765 un incendio destruyó el hospital, pero no quebrantó la fe ni la valentía de esta mujer: exhortó a sus hermanas y a los pobres a reconocer la mano de la Providencia en esa prueba y a alabarla. A los 64 años emprendió la reconstrucción del hospital. Falleció el 23 de diciembre de 1771. Juan XXIII la proclamó beata el 3 de mayo de 1959. Juan Pablo II la canonizó el 9 de diciembre de 1990.


Este día también se festeja a San Juan de Kety











Juan Cancio de Kety, Santo
Juan Cancio de Kety, Santo

Sacerdote y Maestro




Etimológicamente significa “Dios es misericordia”. Viene de la lengua hebrea.


Este polaco de fama universal nació en la ciudad de Dant, Kety, Polonia, en el año 1397.


Desde joven se distinguió por sus ayunos y penitencia para santificarse y hacer el bien a sus compañeros de clase. Estos , a veces, se reían de sus cosas extrañas.


Daba cuanto tenía en sus manos apenas veía aun pobre pedir limosna. Se sentía feliz porque era consciente de









Juan Cancio de Kety, Santo
Juan Cancio de Kety, Santo

que lo que hacía con el menesteroso lo hacía con el propio Jesús.

Era muy inteligente. Cuando le llegó la hora de optar por una vocación u otra, él se decidió por el sacerdocio. Al poco tiempo le nombraron profesor de la universidad.


Los envidiosos lo vieron con malos ojos. Fueron a las autoridades respectivas para desprestigiarlo.


Y éstas, aún sintiéndolo mucho, lo enviaron de párroco a un pueblo lejano. La envidia es mala consejera en todos los tiempos. Hay quien se dedica a pisar los pies al que triunfa en su cargo.


Juan, en lugar de amilanarse, dijo estas palabras:" La tristeza no es provechosa. Si algún bien les he hecho en estos años, canten un himno de acción de gracias a Dios, pero vivan siempre alegres y contentos, que así lo quiere Dios".


Hace falta un espíritu interior muy fuerte y









Juan Cancio de Kety, Santo
Juan Cancio de Kety, Santo

una unión muy grande con Dios para reaccionar de este modo.

Pasado algún tiempo, los envidiosos vieron que lo nombraron otra vez profesor de la Universidad de Cracovia para dar clases de Biblia.


Los ratos libres – como suele ocurrir en todas las biografías de los santos/as -, los dedicaba a la oración y a ayudar a los enfermos. Toda la pasta que ganaba, la entregaba a la gente pobre. Ni más ni menos.


La gente lo llamaba el "padre de los pobres".

Cuando llegó la hora de su muerte, se dedicó a la oración hasta que pasó a la eternidad tal día como hoy del 1473.


¡Felicidades a quienes lleven este nombre!



El 3 de noviembre de 1534 el parlamento inglés declaraba que el rey era la cabeza suprema de la iglesia en Inglaterra. Resultaba así oficializado, ejecutado y obligatorio para todos los súbditos de la corona el cisma entre la iglesia anglicana y la católica.

A los religiosos no les quedaba otra alternativa que la de elegir una de estas tres posibilidades: jurar fidelidad al rey y abandonar la vida religiosa, refugiarse en el extranjero o afrontar la cárcel con gran probabilidad también de muerte. El Padre John Stone, del convento agustiniano de Canterbury, tomó la decisión más coherente con su fe cuando el 14 de diciembre de 1538 un agente regio se presentó a la puerta del convento con la orden de cerrar la casa religiosa y hacer firmar a los miembros de la comunidad el prescrito juramento de fidelidad. Muchos se sometieron por temor. El P. John, no.


Encarcelado inmediatamente, compareció ante el primer ministro Thomas Cromwell. Se intentó persuadirlo para que diera su asentimiento a la nueva normativa, pero nada ni nadie consiguió convencerlo. Es más, durante los doce meses de prisión que siguieron a su captura, por su espontánea voluntad quiso añadir ulteriores penitencias a los ya numerosos sufrimientos que le eran infligidos para así tener la fuerza de permanecer fiel a Cristo en el momento del testimonio supremo. La sentencia con la que se cerró el proceso era apremiante: el “papista” fue condenado a sufrir la pena capital.


El 27 de diciembre de 1539 una procesión lenta y lúgubre se movió por las calles de Canterbury. El Padre John, atado sobre un enrejado movido por un caballo, fue conducido a través de la ciudad hasta una colina fuera de las murallas, y allí fue ahorcado. A continuación, siguiendo la inhumana costumbre del tiempo, fue despedazado y sus restos cocidos en una caldera.


En el libro contable del camarlengo de Canterbury aparece la lista de los gastos a cargo de la caja común efectuados para pagar la madera utilizada en la construcción del patíbulo y la adquisición de la cuerda: «Pagado por media tonelada de madera para una horca en la cual ajusticiar al fraile Stone: 2s 6d.».


Beatificado por León XIII en 1886, Pablo VI el 25 de octubre de 1970 lo canonizaba junto con otros treinta y nueve mártires ingleses, sacerdotes, religiosos y laicos, hombres y mujeres, todos ellos sacrificados por la defensa de la verdad y de la unidad de la Iglesia.


Para ver más sobre los 40 mártires en Inglaterra y Gales haz "click" AQUI



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