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Coren, Santo
Coren, Santo

Diciembre 20




Etimológicamente significa “ corazón”. Viene de la lengua latina.


Cristo nos plantea una pregunta antigua y siempre nueva: ”¿Me amas?” Al responderle, nos invita a comunicar la humilde confianza de la fe a quienes él nos confía.


Remóntate al siglo V. Es la época en que vivió este santo confesor. Fue un sacerdote armenio preocupado profundamente por la vida espiritual de las personas que se le habían confiado.


Amaba al Señor y le dio un respuesta categórica.


Por ese tiempo entró de rey persa un tal Iezdegerd II.


Y lo primero que se le ocurrió fue enviara todos los armenios un edicto mediante el cual tenían que aceptar como religión el mazdeismo.


Los armenios, cultivados en la religión cristiana, convocaron un concilio. De él sacaron la conclusión de que preferían morir por Cristo antes que renegar de su fe.


Al año siguiente, el rey – muy enfadado – mandó a su ejército para intentar lograr por la fuerza lo que no podía alcanzar con la razón.


Todo el pueblo armenio se levantó con el clero a la cabeza animando a todos el mundo a que siguiera con la fe cristiana.


El resultado fue que murieron muchos mártires, entre los cuales estaba Coren.


Lo retuvieron tres años encarcelado. Los obispos sufrieron también la cárcel por ser los principales hostigadores de la rebelión.


A Coren le propusieron que adorara al sol y renegara de Cristo..


Al negarse, el juez Tamsapur le envió a trabajos forzados a Mesopotamia.


Su gran trabajo apostólico consistió en consolar y ayudar a los prisioneros.


Después de siete años de trabajo forzado, Coren murió en el año 461 confesando su fe verdadera.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


“Nadie llegó jamás a la inmortalidad sino por el camino de la aflicción; y he aquí un gran motivo de consuelo para tofo en nuestra s penas. (San Francisco de Sales).






En el año 199, cuando murió el papa San Víctor I, el clero romano oró pidiendo consejo a Dios para nombrar al nuevo Pontífice. La señal esperada se produjo bajo la forma de una paloma que se posó unos instantes sobre la cabeza de nuestro santo e inmediatamente desapareció. Se vio en ella una imagen del Espíritu Santo, y Ceferino subió a la silla de San Pedro de inmediato.

Al iniciar su pontificado nombró a Calixto, quien luego sería su sucesor, como archidiácono de Roma, cargo equivalente al actual de Secretario de Estado, y que supuso convertirlo en su principal consejero, lo que dada la escasa formación teológica de Ceferino lo hizo depender totalmente de aquel.


Por otra parte, Ceferino estableció que los jóvenes cumplidos los 14 años hiciesen la comunión por Pascua, y que los cálices no fueran de madera introduciendo además el uso de la patena. Asimismo excomulgó a Tertuliano.


Fue por aquellas mismas fechas cuando el emperador Severo, que hasta entonces se había mostrado, si no favorable, sí al menos neutral con los cristianos, publicó su primer edicto de persecución contra éstos. Ceferino supo afrontar la noticia con gran presencia de ánimo.


A pesar de su alta dignidad, pasaba gran parte de su tiempo visitando los refugios de cristianos, animándoles con sus palabras y proporcionándoles recursos para sobrevivir. En ocasiones iba a verlos a la cárcel, y no pocas veces estuvo presente durante las torturas, intentando dar apoyo y esperanza con su presencia.


Al cabo de nueve años, las persecuciones cesaron con la muerte de Severo. Pero los problemas a los que debía enfrentarse nuestro Santo no habían terminado. Los herejes aprovecharon aquel momento de relativa tranquilidad para difundir sus doctrinas erróneas por doquier.


Durante su pontificado, inciado bajo el gobierno del emperador Septimio Severo, se reanudaron las persecuciones contra los cristianos, persecuciones que se suavizaron a la muerte de este y durante el mandato de su sucesor Caracalla pero que se reactivaron al ascender, en 217, al trono del imperio Macrino y que hace afirmar a ciertas fuentes que Ceferino murió en ese mismos año tras sufrir martirio aunque, al no existir pruebas documentales de tal afirmación, lo más probable es que falleciera de muerte natural.











Nemesio, Santo
Nemesio, Santo

Mártir




La historia de Nemesio —se adapte o no en todos sus extremos a la bella y adornada narración que conocemos— es la de un hombre fiel y cabal que era uno más del pueblo. Un cristiano anónimo. Quiero decir, sin oficio conocido ni de condición social acreditada. Por los años de madurez que se le atribuyen podría ser casado —condición común a sus años—, aunque bien pudiera ser que no hubiera formado familia. Ni siquiera eso sabemos.


Fue durante la persecución de Decio, por los años 250. Lo refiere San Dionisio, obispo de Alejandría que habla de un tal Nemesio o Nemesion, egipcio de origen, de costumbres y de idioma. Era un vecino más en su pueblo, no de muchos años aunque entrado en la madurez, un hombre hecho.


Se le estimaba entre los que más del pueblo por la conducta justa y sus costumbres sanas; en fin, apreciado por su bondad y conducta ética intachable, como cabe y debe esperarse en un discípulo de Cristo verdadero. Fue el hombre que todo joven quiere ser cuando crezca y que todo viejo lamenta no haber sido.


Pero había envidiosos. Siempre hubo gente así, están en todas partes y estamentos. Se sienten humillados por la honradez y nobleza ajena que lleva también a la envidia de la estima de que gozan los que son honrados y buenos. Lo acusaron de cooperar con canallas que fueron perseguidos, presos y condenados a la pena de muerte. Pronto el juez pudo declarar absuelto a Nemesio y probar que fue calumnia el intento.


Como el orgullo es perverso, repiten ante el magistrado la acusación; esta vez cambiando los términos: "Tristes estamos —le dicen— por haber perdonado a un reo como Nemesio". Te ha engañado; es hábil, conoce todo tipo de engaños... ¿no sabes que es cristiano?


Para el juez es el peor de los delitos. La ley de Decio es implacable. Confirmado por serena confesión del reo es remitido a Sabino, gobernador de Egipcio y residente en Alejandría. Se comprueba en nuevo juicio la identidad cristiana de Nemesio que se muestra firme en su decisión de no renegar de su Dios. No le conmueven promesas ni castigos. Termina quemado en la hoguera en compañía de algunos ladrones y asesinos de su tiempo.


La bella historia termina narrando el añadido contento de Nemesio por morir entre malhechores como lo hizo el Maestro.


Lo noble y recto de los cristianos fue verdad auténtica y generosa ayer como lo es hoy; en algunos, la bondad es eminente hasta la muerte. Lastimosamente las tristes y lastimosas bajezas de los hombres tampoco han cambiado mucho desde entonces.


¿Cómo puede mi amigo estar tan ciego? Sí, él afirma que la humanidad ha cambiado a mejor con el tiempo, piensa que el hombre está abocado al "progreso" sin remedio. Con la historia de hoy en las manos, a mí me parece que no ha mejorado mucho el hombre por dentro. Hoy también los veo tan engreídos, envidiosos, retorcidos y soberbios que los noto muy capaces de repetir la historia y de volver a liquidar a cualquier Nemesio.






Etimológicamente significa “habitante de la ciudad”. Viene del latín.

Estamos en el año 1370. Es la triste época de los Papas de Avignon simultaneando con los de Roma.


Se les conoce como los desterrados de Avignon, ciudad amurallada y preciosa por su antigüedad y casco histórico.


No le tocaron tiempos fáciles. Este Papa pertenece a los de Avignon. Fue el mejor de los siete que hubo.


Era francés. Estudió y, al acabar, abrazó la vida religiosa con los benedictinos.


Fue una persona digna para la diplomacia, tan importante en aquellos días. Al morir el Papa, lo hicieron en seguida obispo, cardenal y Papa.


¿Qué hizo de especial?


Intentó reformar las costumbres. Le sentaban mal los lujos, invitó a todos los que trabajaban con él a llevar una vida austera. La cultura fue otra de sus grandes preocupaciones.


Se hizo ayudar de los franciscanos y dominicos para que el Evangelio llegase a las tierras de Bulgaria, Ucrania, Bosnia, Albania, Lituania y a Mongolia.


Pero lo que más sobresale en él es que dejó Avignon y se fue al sitio de donde ningún antipapa debería haber salido.


Esto ocurrió en el año 1366, con la oposición del rey francés y de algunos eclesiásticos de renombre.


Todo el mundo cristiano se sintió feliz de su retorno. Y en Roma hubo recibimientos y homenajes como no se puede uno imaginar después de más de 50 años con dos Papas al mismo tiempo.


Necesitaba emplearse a fondo en la ciudad eterna.


Estaba muy abandonada. Fue él quien comenzó la reconstrucción de los monumentos religiosos.


Su estancia o residencia la puso en el Vaticano.


Ante el esplendor que tomaba la ciudad, comenzó el turismo de gente sencilla e ilustre. Santa Brígida le disuadió para que n volviera a Avignon Murió tal día como hoy del 1370.


¡Felicidades a los Urbanos!











Bernardo de Teramo, Santo
Bernardo de Teramo, Santo

Diciembre 19

Obispo




Etimológicamente significa “fuerte como el oso”. Viene de la lengua alemana.


Hijo de condes poderosos en tierras y buenos en santidad, tuvo una hermana, santa Paloma y un hermano llamado Rinaldo.


Cerca del castillo de los padres había una abadía benedictina. Y fue en ella en donde le vino la vocación a Berardo.


Una vez que se ordenó de sacerdote, soñaba aún más por lograr la perfección.


Por eso le pidió a sus superiores que lo enviaran al monasterio de san Juan. En él, parece ser, había un mayor recogimiento.


Al final del 1115, murió el obispo de la diócesis. Todo el mundo pensó que el digno sucesor era Bernardo.


Y, desde luego, no se equivocaron lo más mínimo.


Como obispo se caracterizó por su celo pastoral, su amor a la reforma, un príncipe feudal honrado y prudente – cosa difícil en aquella época.


Una vez que hubo desempeñado su trabajo episcopal con suma sencillez, una profunda piedad religiosa y una caridad desbordada hacia los pobres – la clave evangélica por excelencia para medir el grado de santidad -,


Murió en el año 1123 tal día como hoy.

La Iglesia de su diócesis sigue celebrando su fiesta en este día con mucho fervor.

Se conservan dos relicarios, su cabeza y un brazo, con el que bendecía a los fieles desde la escalera de la catedral. Hoy hace el obispo exactamente igual.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


“La prueba del buen predicador es que salga de su púlpito no diciendo “qué hermoso sermón”, sino “voy a hacer algo” ( San Francisco de Sales).












Darío, Santo
Darío, Santo

Diciembre 19




Etimológicamente significa “represor”. Viene de la lengua griega.


Felipe dice a Jesús: “ Señor, muéstranos al Padre y nos basta. Jesús le dice: El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”.


Darío fue un mártir de los primeros siglos.

Hoy predomina en el calendario del Santoral, el gran rey de los Persas.


Su sombra aparece incluso en la Biblia y se proyecta en la antigua Grecia.


Junto a este personaje hay una santa de nombre Daría, una de las más célebres de la historia de la Iglesia..


NO fue mujer de Crisante. Era egipcia, de a Alejandría, y su marido era de Atenas.


Los dos eran cristianos en su matrimonio vivido en la continencia más absoluta.


Los dos murieron en Roma bajo el imperio e Numeriano.


Crisante sufrió el asalto a su castidad por parte de cinco chicas que querían hacerle caer en el pecado sexual.


Al contrario de este matrimonio, la vida de san Darío, festejado hoy, es muy sencilla.

Su nombre aparece juntamente con un grupo de mártires.


No hay datos seguros de su martirio.

Probablemente fue en la ciudad de Nicea, en Bitinia


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


“La oportunidad se presenta tarde y se marcha pronto” (Siro).




Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com









La Expectación del Parto
La Expectación del Parto



Cuando se espera algún acontecimiento importante que trae consigo tristeza y pena la reacción espontánea de la persona normal es de temor acompañado a veces por la congoja y angustia que tiende a aumentarse por la fantasía ante la consideración de los males futuros previsibles. Cuando por el contrario se prevé la llegada de un bien que tiene una entidad considerable se vive en una espera atenta y presurosa que va desde el anhelo y la ansiedad hasta la euforia acompañada de una prisa impaciente. A mayor mal futuro, más miedo; a mejor bien futuro, más esperanza gozosa.


Algo de esto pasó al Pueblo de Israel que conocía su carácter de transitoriedad funcional, al menos en los círculos más creyentes o especializados en la espiritualidad premesiánica. El convencimiento de que la llegada del Mesías Salvador era inminente hizo que muchos judíos piadosos vivieran en una tensión de anhelo creciente —basta pensar en el anciano Simeón— hasta poder descubrir en Jesús al Mesías que se había prometido a la humanidad desde los primeros tiempos posteriores al Pecado. Era todo un Adviento.


Y como el Mesías llega por la Madre Virgen, es imposible preparar la Navidad prescindiendo de la contemplación del indecible gozo esperanzado que poseyó Santa María por el futuro próximo inmediato de su parto. Eso es lo que se quiere expresar con "La Expectación del Parto", o "El día de Santa María" como se le llamó también en otro tiempo, o "Nuestra Señora de la O" como popularmente también se le denomina hoy.


Fue en España, concretamente en Toledo, en el décimo concilio que se celebró en el año 656, siendo S. Eugenio III el obispo de aquella sede y que posteriormente un muy devoto de la Virgen María —San Ildefonso- se tomó bastante en serio propagar.


La intuición del pueblo denominando a la expectante Doncella joven "Virgen de la O" está basada en la directa contemplación de las obras pictóricas o esculturales que presentan piadosamente la natural redondez abultada de la Virgen grávida.


El origen del título es no obstante más espiritual, más fino, más litúrgico y menos somático. Tiene su origen en que las antífonas marianas del rezo de vísperas comienzan con la O: O Sapientia, O Adonai, O Enmanuel... veni!


Se me ocurre advertir una vez más que tienen un notable valor catequético las dignas representaciones de los misterios de la fe, y que, en ocasiones, enseñan al pueblo sencillo más que los libros y la misma liturgia. Es bueno tenerlo en cuenta a la hora de atender las peticiones de las modas iconoclastas que a temporadas van vienen por las iglesias.


Hoy también se festeja a San Modesto





Diciembre 18

Mártires




San Policarpo, en su famosa carta a los filipenses, escribió: “Os exhorto, pues, a todos a obedecer y a ejercitar su paciencia, la que vieron con sus propios ojos, no sólo en los beatos Ignacio, Rufo y Zósimo, sino también en otros ciudadanos suyos, en el mismo Pablo y en los otros apóstoles. Estén seguros que ninguno de ellos corrió en vano, sino en la fe y en la justicia, y que ellos están con el Señor, en el lugar que les correspondía por los sufrimientos que soportaron. Porque ellos no amaron el siglo presente, sino a quien murió por nosotros y que por nosotros fue resucitado por Dios”


Filipos era una famosa ciudad de Macedonia, en los límites con Tracia, y su nombre le venía de Filipo II, padre de Alejandro Magno. La composición étnica de la comunidad cristiana era prevalentemente de ex?paganos, mientras los provenientes del judaísmo eran minoría. El cristianismo les había sido llevado a los filipenses por el mismo San Pablo: era la primera comunidad fundada por él en tierra europea, y tal vez por esto él tenía un particular afecto a la comunidad de los filipenses, como lo demuestran varias expresiones de la carta que San Pablo les escribió desde su cautiverio romano, o más probablemente desde el cautiverio de Efeso.


Policarpo, al citar a San Pablo, estaba seguro de tocar el corazón de esos cristianos, como ya lo había hecho también al citar a ese otro campeón que fue San Ignacio de Antioquía, que se presentó a los filipenses encadenado durante su paso, camino hacia Roma, en donde –según su deseo—seria “trigo de Cristo triturado por los dientes de las fieras”.


Precisamente en compañía de San Ignacio y de San Pablo son citados San Rufo y San Zósimo. De ellos el Martirologio Romano refiere, con un juicio que depende del historiador San Abdón, que ellos “fueron del número de esos discípulos que fundaron la primitiva Iglesia entre los judíos y los griegos”. Pero la noticia no parece lo suficientemente confirmada. En una lista de discípulos del Señor festejados por la Iglesia bizantina se encuentra, efectivamente, un Rufo que tal vez se identifica con el personaje homónimo citado por el Evangelio de Marcos y por la carta de San Pablo a los Romanos, pero probablemente no se trata del santo de hoy; y en todo caso no se dice nada de Zósimo.


Fueron martirizados, según cuanto refiere San Policarpo, en Roma.




Diciembe 18




Etimológicamente significa “ el que observa la justa medida, el que mantiene los límites de lo justo”. Viene de la lengua latina.


Hay personas que pasan a la historia por distintos motivos. Hoy nos encontramos ante un hombre que intentó reconstruir los Santos Lugares de Jerusalén a base de esfuerzo y constancia.

Todo había quedado en ruinas cuando el rey persa Cosroes entró y no dejó piedra sobre piedra de todo lo que tuviera sabor o resonancia a cristiano.


Modesto, hombre providencial, era el superior de uno de los conventos asentados en Jerusalén. Y puso en jaque a todos los monjes para que buscaran todo lo que había quedado de la barbarie para reconstruirlo a base de paciencia y resolución.


La gente le ayudó con su esfuerzo en esta ingente labor. Incluso desde lejos, el mismo arzobispo de Alejandría, Egipto, le mandó alimento, trabajadores y ganado para el trabajo.


Cuando cayó derrotado el rey persa, Heráclito, emperador de Constantinopla, le prestó también su ayuda inestimable.


El mismo emperador, tras la muerte del arzobispo Zacarías, lo nombró a él con este cargo pastoral.

Este cargo le dio alas para volar por el cielo limpio que siempre había soñado.


Fue entonces cuando se entregó de lleno a la reconstrucción de cada templo y de todos los lugares – por insignificantes que fueran – de todo lo que había destruido los bárbaros infieles.


Había gente que le tenía envidia por lo que hacía. Aguardaban el momento para darle muerte. Y tuvo que ser mediante el veneno.


Murió en el año 634. Fue el restaurador de Jerusalén.


¡Feliz día a los Modestos/as!






Etimológicamente significa “amarillo”. Viene de la lengua latina.

Nació en Lombardía y murió al final del siglo VI en san Flavy.


Nos encontramos en una época de guerras entre los Lombardos y los Francos.


Por lo visto, Flavio fue llevado como prisionero por los Francos a Italia. (553) o bien lo abandonaron los Lombardos en Champagne (568).


Dicen que lo compró como esclavo un señor por unas monedas, equivalentes al precio de un caballo.


Flavio se casó con una de sus esclavas y lo nombró capataz de sus territorios.


Como era un mozo guapo, la mujer de su dueño se enamoró de él y le hizo proposiciones.


Como era un cristiano lleno de virtud y de fe en Cristo, rechazó todas las malas intenciones de su dueña.


Esta, ofendida por su negativa, le dijo a su marido que Flavio había intentado violarla. El marido, que conocía la virtud del joven, lo que hizo fue vigilar a su mujer.


Otra mentira que le echó a su marido fue que el joven le robaba sus bienes. El dueño comprobó que el joven trabajaba mucho y de lo que le sobraba se lo daba a los pobres.


Viendo que eran tan buenos, el buen señor – para evitar males mayores – le indicó a Flavio que entrara en un monasterio y su mujer en otro.


Más que monasterios lo que buscaban eran lugares en los que vivir tranquilos. Y para esto, nada mejor que las emitas que estaban cerca de la propiedad del señor, lo que es hoy san Flavy, en el cantón de Macilly-le-Hayer.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!




Diciembre 18




Etimológicamente significa “ ¿quién como Dios?”.Viene de la lengua hebrea.


Pedro dice: “ Buscad la constancia, el amor fraterno, la caridad. Estas cosas darán fruto en vosotros para comprender mejor a Nuestro Señor Jesucristo”.


Era originario de Jerusalén.


Hizo sus estudios superiores, pero a los 25 años, se fue a un monasterio, al de san Sabas.


En él puso de manifiesto su gran caridad que le animaba por todos los costados de su vida a ser un monje ejemplar.


Su defensa de la caridad, de la verdad y de la penitencia lo convirtieron en una persona digna de atención para todo el que lo observaba noche y día.


Cundo se enteró el patriarca, lo llamó a su lado ara hacerlo su secretario.


Como consecuencia del proselitismo reinante entre os monjes que habían llegado de Jerusalén,, le enviaron a Roma con el fin de que mantuviera la unidad de la fe común tanto a Oriente como a Occidente, amenazada por el excesivo número de monjes latinos.


Se volvió a Constantinopla, pero esta vez fue arrestado por el emperador.


Era el emperador iconoclasta León I, el Armenio.


Lo tuvo encerrado durante siete años en un calabozo sin luz, con los pies atados. Fue liberado a la muerte del emperador. Cuando se sintió libre, se fue a su monasterio de Chora (actualmente Kahrié-Djami), en donde terminó sus días en el año 846.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


“la conversación es la imagen del espíritu. Según es el hombre, así es su espíritu” (Siro).



Julia, es el nombre que sus padres, Anselmo Valle y María Cristina Dalbar, eligen para ella. Nació en Aosta el 26 de junio de 1847, en el mismo día es bautizada en la antigua iglesia de San Orso.

Los primeros años de su vida transcurren en la serenidad de una familia que se alegra por el nacimiento de un nuevo hijo, Vicente, y donde el trabajo de la mamá que administra un negocio de modista y del papá que desempeña una intensa actividad comercial, aseguran un cierto bienestar. Su mamá muere cuando Julia tiene, tan sólo, cuatro años. Los dos huérfanos son confiados al cuidado de los parientes paternos, primero en Aosta, después a sus parientes maternos en Donnas. Aquí encuentran un ambiente sereno, la escuela, el catecismo y la preparación a los sacramentos se hace en casa, bajo la guía de un sacerdote, amigo de la familia.


Cuando Julia tiene once años, para completar su instrucción, es enviada a Francia, a Besançon, a un pensionado perteneciente a las Hermanas de la Caridad. La separación de la familia es un nuevo dolor para ella, una nueva experiencia de soledad que la orienta hacia una profunda amistad con “el Señor que tiene a su lado a su mamá”.


En Besançon aprende bien la lengua francesa, enriquece su cultura, llega a ser habilidosa en los trabajos femeninos, madura una delicada bondad que la hace amable y atenta hacia los otros.


Después de cinco años, Julia regresa a su tierra, pero no encuentra más su casa en Donnas. Su padre, se ha vuelto a casar, y se ha transferido a Pont Saint Martín. Encuentra una situación familiar tensa, donde la convivencia no es fácil. Su hermano Vicente no soporta: se va de la casa y no se sabrá nada más de él … Julia se queda y en su soledad nace el deseo de buscar aquello que la familia no le puede dar, a comprender aquellos que viven la misma experiencia de dolor, a encontrar gestos que expresen amistad, comprensión, bondad para todos.


En este periodo, en Pont Saint Martín se habían establecido las Hermanas de la Caridad. Julia encuentra allí su maestra de Besançon; las hijas de santa Juana Antida Thouret, la ayudan, la animan. Observa el estilo de vida donado a Dios y a los otros y decide ser una de ellas. Cuando su padre le presenta la propuesta de un buen matrimonio, Julia no vacila: ha decidido que su vida será toda donada a Dios: desea solamente ser Hermana de la Caridad.


El 8 de septiembre de 1866 su padre la acompaña a Vercelli, en el Monasterio de Santa Margarita donde las Hermanas de la Caridad tienen su noviciado.


Comienza una vida nueva en la paz, en la alegría, mas allá de las lagrimas por una separación no fácil. Se trata de entrar en una relación más profunda con Dios, de conocerse a sí misma y la misión de la comunidad, para ser disponible a andar donde Dios la llame. Julia entra con alegría en este camino de noviciado. Cada día descubre aquello que debe perder o conquistar: “Jesús despójame de mi misma y, revísteme de Vos. Jesús por ti vivo, por ti muero…” es la oración que la acompaña y la acompañará a lo largo de su vida.


Al fin del noviciado, con el habito religioso recibe un nombre nuevo: Hermana Nemesia. Es el nombre de una mártir de los primeros siglos. Está contenta y del nombre hace su programa de vida: testimoniar su amor a Jesús hasta las últimas consecuencias, a cualquier precio, para siempre.


Es enviada a Tortona, al Instituto de san Vicente. Encuentra una escuela primaria, cursos de cultura, un pensionado, un orfanato. Enseña en la escuela primaria y en los cursos superiores la lengua francesa. Es el terreno adapto para sembrar bondad. La Hermana Nemesia está presente donde hay un trabajo humilde para desarrollar, un sufrimiento para aliviar, donde un disgusto impide relaciones serenas, donde la fatiga, el dolor, la pobreza limitan la vida.


Muy pronto una voz se difunde dentro del instituto y en la ciudad: “¡Oh, qué corazón el de la Hermana Nemesia!”


Cada uno está convencido de tener un lugar particular en su corazón, que parece no tener limite: hermanas, huérfanos, alumnos, familias, pobres, sacerdotes del vecino seminario, soldados de la gran casa de Tortona recurren a ella, la buscan como si fuera la única hermana presente en la casa.


Cuando a los cuarenta años es nombrada superiora de la comunidad, la Hna.. Nemesia queda desconcertada, mas un pensamiento le da coraje: ser superiora significa “servir”, por consiguiente podrá darse sin medida y, humildemente, enfrenta la subida. Las líneas de su programa son trazadas:


“Enfrentar el paso, sin volver atrás, fijando una única meta: ¡Sólo Dios! “A Él la gloria, a los otros la alegría, a mí el precio a pagar, sufrir mas jamás hacer sufrir. Seré severa conmigo misma y toda caridad con las hermanas: el amor que se dona es la única cosa que permanece.”


Su caridad no tiene limites. En Tortona la llaman “nuestro ángel”


La mañana del 10 de mayo de 1903, las huérfanas y las pupilas encuentran un mensaje de la Hna.. Nemesia para ellas: “Me voy contenta, las confío a la Virgen…Las seguiré en cada momento del día.” Parte a las 4 de la mañana, después de 36 años… En Borgaro, pequeño pueblito cerca de Turín, existe un grupo de jóvenes que espera ser acompañado por un nuevo camino, hacia la donación total a Dios en el servicio a los pobres… Son las novicias de la nueva provincia de las Hermanas de la Caridad… El método de formación usado por la Hna.. Nemesia es siempre el mismo: el de la bondad, de la comprensión que educa a la renuncia más por amor, de la paciencia que sabe esperar y encontrar el camino justo que conviene a cada una.


Sus novicias la recuerdan: “Nos conocía a cada una, comprendía nuestras necesidades, nos trataba según nuestra manera de ser, nos pedía aquello que conseguía hacernos amar…”


La superiora provincial que tenía un carácter “en perfecta antítesis con el suyo” disentía de este método. Ella aplicaba un método rígido, fuerte, inmediato. Esta forma de ver generaba relevantes contrastes que desembocaban en reproches y humillaciones. La Hna.. Nemesia acogía todo en silencio, sonriendo continuaba su camino, sin apuro, sin dejar sus responsabilidades: “De estación en estación, recorremos nuestro camino en el desierto…y si el desierto es sordo Aquel que te ha creado siempre escucha…”


A lo largo de su camino la Hna. Nemesia se acerca al final. Han pasado trece años de su llegada a Borgaro. Cerca de quinientas hermanas aprendieron con ella a caminar los senderos de Dios. Ha donado todo: ahora el Señor le pide también de “dejar” a otras “su noviciado”.


La oración que ha hecho suya desde el inicio: “Jesús despójame de mi misma, revísteme de Vos” la acompaña a lo largo de toda la vida. Ahora puede decir “no soy más para ninguno”. El despojo es total. Es la última ofrenda de una vida donada totalmente por amor.


El 18 diciembre de 1916 la Hna. Nemesia muere.


Fue beatificada por Juan Pablo II el 25 de abril de 2004.


Reproducido con autorización de Vatican.va











Adelaida (Alicia), Santa
Adelaida (Alicia), Santa

Emperatriz de Italia

Diciembre 16


Sesenta y ocho años llenos de agitación en los que una mujer de las importantes quiso y supo ser "testigo" de Cristo. Esta fue Adelaida o Alicia, emperatriz en Italia.


Casada muy joven con el rey de Italia Lotario, se le prometía una vida feliz con su recién nacida hija Emma y probablemente el matrimonio deseaba terminar sus días "comiendo perdices", como se pone fin a los cuentos de princesas y príncipes que probablemente también en su época se contaban. Pero a veces los planes de la Providencia no coinciden con los de los hombres; se complican, van y vienen por tortuosos senderos, en muchas ocasiones imprevistos y en otras muy dolorosos, de los que el Señor sabe sacar mayores bienes. Así pasó.


En realidad toda su vida estuvo envuelta en las turbulencias políticas y militares propias del tiempo. Cuando murió su primer marido sólo tiene dieciocho años y, tan joven, ya es reina, madre y viuda. Otro matrimonio, el segundo, la va a relacionar con la historia de los tres primeros Otones: su marido, hijo y nieto. En su vida están presentes los sufrimientos por cárcel y destierro. También entendió mucho de intrigas de la Corte, de confabulación, de envidias, de traiciones y de falsedades. Inculpablemente tuvo que soportar la incomprensión de propios y extraños porque la ambición y el poder ciega los ojos de los que no son buenos.


Regente emperatriz, retoma funciones de mando en tiempos de Otón III. Ahora muestra con sus obras lo muerta que estaba para sí misma y que la anterior piedad, la de toda su vida, fue un asunto sincero. La emperatriz se dedica a hacer el bien. Protege, socorre y consuela a los necesitados. Considera el poder como una carga para ella y un servicio para el bien del pueblo. No es injusta, ni vengativa con quienes le injuriaron en tiempo pretérito. Muestra esmero infatigable en las tareas de gobierno. Reza, se mortifica y expía por los pecados de su pueblo. Magdeburgo es ejemplo de que propicia el resurgir de los templos.


Tenida por santa, muere en Salces, en la Alsacia, en el 999.


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Nació en Turín (Italia) el 7 de enero de 1661. Fue la última de los once hijos de los condes Juan y María. A los 14 años quedó huérfana de padre y, a disgusto de su madre, vistió el hábito en el Carmelo de su ciudad el 19 de noviembre de 1675, cambiando su nombre de Mariana por el de María de los Angeles. Hizo su profesión el 26 de diciembre de 1676.

Ya antes de ingresar en el Carmelo manifestó una singular disposición para conservarse pura y virtuosa. A los 13 años era su contento pasar horas ante el Santísimo Sacramento.


Todas sus ansias eran de mortificarse privándose en la mesa de lo más apetitoso; por la noche se levantaba para hacer oración. Su humildad y mansedumbre eran la admiración de todos; su caridad en palabras y acciones era de santa. A los pobres socorría dándoles cuanto tenía.


En 1702 fundó un nuevo Carmelo en Moncalien. La familia real la admiraba y consultaba en sus dificultades. Por medio de su fervorosa oración obtuvo de la Santísima Virgen gracias especiales para la ciudad de Turín.


Sus virtudes fueron 1a admiración de todos. Delicadísima en extremo en cuanto a la pureza, hizo voto de no mirar a nadie a la cara y no permitiendó que aun en sus enfermedades la tocaran.


Practicó la pobreza con cariño, usando el hábito más pobre, la celda más incómodayel peorjergón. Por convicción se tenía por la más inútil de la comunidad.


Cuatro veces la eligieron priora y también maesta de novicias. Las monjas quisieron elegirla priora por quinta vez, pero ella contestó: "Pueden empeñarse en hacerme priora; yo me empeñaré con mi Jesús a ver quien puede más".


El mismo año la atacó una fiebre devoradora y, conseguido el permiso para morir, miró al crucifijo y expiró dulcemente.


Era el 16 de diciembre de 1717.


Fue beatificada por el papa Pío IX el 25 de abril de 1865.



Honorato (de seglar, Wenceslao Kozminski) nació en Biala Podlaska (Polonia), el 16 de octubre de 1829. La muerte de su padre le produjo una crisis de fe y se declaró ateo. Sospechoso de participar en un complot contra el régimen ruso invasor, fue encarcelado y en la prisión enfermó de tifus: estas nuevas pruebas le hicieron recuperar la fe. Fue liberado por insuficiencia de pruebas y se hizo capuchino. Recibió la ordenación sacerdotal el 27 de diciembre de 1852. Se dedicó a la predicación y a la dirección de almas, ejerciendo al mismo tiempo varios cargos en su Orden. Su gran actividad estaba sostenida por una intensa vida interior. Se sirvió del confesonario y de la correspondencia para dirigir a personas y orientarlas en su vocación; fundó comunidades religiosas, de las que salieron numerosas congregaciones: todavía hoy existen 17. Fue un precursor de los institutos seculares. Debido a la supresión de los conventos, se iba trasladando de uno a otro, hasta llegar al de Nowe Miasto, en el que vivió los últimos 24 años de su vida, dedicado a la oración y al apostolado epistolar; la sordera le había obligado a dejar el confesonario. Como sus congregaciones habían pasado a la jurisdicción de los obispos, se dedicó a escribir numerosas obras y cartas a sus hijos espirituales. Falleció a la edad de 87 años, el 16 de diciembre de 1916. Lo beatificó Juan Pablo II el 16 de octubre de 1988.

[L´Osservatore Romano, edición semanal en lengua española, del 16-X-88]


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De la homilía de Juan Pablo II

en la misa de beatificación

(16-X-1988)


He aquí a aquel a quien el Señor ha dado su gracia (cf. Sal resp.): religioso entregado con magnanimidad y generosidad a su ideal de hermano menor capuchino. Verdadero hijo espiritual de San Francisco. Sacerdote y apóstol. Asiduo ministro del sacramento del perdón y de la reconciliación, su heroico servicio en el confesonario fue una verdadera dirección espiritual. Tuvo un profundo don de saber descubrir y mostrar los caminos de la vocación divina. Era hombre de continua oración, especialmente de la adoración del Santísimo Sacramento; inmerso en Dios y al mismo tiempo abierto a la realidad terrena. Un testigo ocular dijo de él que «caminaba siempre con Dios».


Vivió, como es sabido, en tiempos difíciles: tiempos difíciles para la patria y para la Iglesia. Polonia había sido dividida. En el llamado Reino de Polonia había sido proclamado, después de la insurrección de enero, el estado de guerra. Se habían suprimido todas las Ordenes religiosas, y habían quedado sólo algunos monasterios, condenados prácticamente a la muerte, porque los noviciados habían sido cerrados. En todos los campos de la vida escolástica gravaba el terror policial. Fue entonces cuando nuestro Beato formuló el principio que se convirtió en la inspiración para su actividad apostólica: «El "estado" de los religiosos y de las religiosas es una institución divina, por tanto no puede desaparecer, porque sin él el Evangelio no se realizaría, por lo cual puede y debe cambiar sólo de forma» (Noticias sobre las nuevas congregaciones religiosas, Kraków 1980, pág. 45).


Buscaba a personalidades eminentes y compartía con ellas su solicitud por la suerte de la patria, de la iglesia y de los institutos religiosos en Polonia.


Cuán elocuente es su confidencia: «Hay que orar fervientemente, el Señor quiere algo de mí... cada vez más a menudo vienen a mí las almas de diversos estados, instrucción, libres y piden que les indique la dirección, desean entrar en un convento, y sobre todo solicitan el permiso de hacer voto de castidad. No hay conventos. ¿Adónde y cómo guiar a estas almas? Ante todo no es lícito mandarlas al extranjero, porque son fruto de esta tierra; aquí deben permanecer, no es lícito privar a esta tierra del fruto maduro y más hermoso que ella ha dado. ¿Qué quedará aquí cuando quitemos a las almas santas, llamadas? Dios quiere algo, Él proveerá... Rogad también vosotros para que obtengamos la luz de Dios, para que Dios revele lo que quiere que hagamos por estas almas» (J. Chudzynska, Diario, págs. 10-11).


Así pensó y actuó el Beato Honorato, a quien el Señor dio su gracia y a quien impulsaba una fuerza interior. Indicaba el camino hacia la perfección que nacía de la lectura del Evangelio y de la contemplación. Animaba a permanecer en su ambiente y a imitar la vida de Jesús y María en Nazaret, a practicar los consejos evangélicos ocultamente, sin signos externos. Fue un innovador en la vida monástica y fundador de una nueva forma semejante a los actuales institutos seculares. Mediante sus hijas e hijos espirituales trataba de regenerar en la sociedad el espíritu de celo de los primeros cristianos, y llegaba a través de ellos a todos los ambientes. Todavía hoy 17 congregaciones, procedentes del círculo de su espiritualidad, trabajan en 19 países de cuatro continentes. «El que quiera ser grande -dice Cristo-, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos» (Mc 10,43-44).


El Beato Honorato decía: «Quotidie a Christo exeo, ad Christum eo et ad Christum redeo» (Cada día vengo de Cristo, voy a Cristo y regreso a Cristo).


Se abandonó a Cristo, Sabiduría encarnada, como su esclavo, según las directrices de San Luis María Grignon de Montfort. Repetía a menudo «totus tuus». Solicitaba que María fuese para él «protectora, mediadora, auxiliadora, maestra de sus predicaciones, consejera para las confesiones, garante de la castidad, consoladora, reparadora.


El sacerdote Honorato fue probado con sus sufrimientos físicos y espirituales. «Mas plugo a Yahveh quebrantarle con dolencias» (Is 53,10).


Cuando recibió la decisión de la Iglesia que le privaba de la dirección de las congregaciones y cambiaba el carácter de las mismas, escribió: «El mismo Vicario de Cristo nos ha revelado la voluntad de Dios y ejecuto esta orden con la fe más grande... Recordad, venerables hermanos y hermanas, que a vosotros se presenta la ocasión de demostrar la obediencia heroica a la Santa Iglesia» (Padre Honorato, cartas circulares a las congregaciones).


Y he aquí que, después de su íntimo tormento, vio la luz y se sació de su conocimiento, como dice el profeta Isaías (cf. Is 53,11). Hoy recibe la gloria de los altares en la Iglesia. Nos muestra cómo leer "los signos de los tiempos". Cómo perseverar, según el querer de Dios, y actuar en los tiempos difíciles. Enseña cómo resolver, de acuerdo con el espíritu del Evangelio, los problemas difíciles, y cómo remediar las necesidades humanas en el umbral del tercer milenio desde que «el Hijo del hombre... no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos» (Mc 10,45).


[L´Osservatore Romano, edición semanal en lengua española, del 23-X-88]


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Beato Honorato de Biala


Wenceslao Kozminski nació el 16 de octubre de 1829, hijo de Esteban y Alejandra Kahl, en Biala Podlaska, en Polonia. De su familia, ferviente en la fe, recibió una sólida educación católica que acrecentó poco a poco durante el curso de los estudios que culminaron con la láurea en arquitectura.


Superada una crisis de fe que lo llevó al ateísmo, se fue madurando en él, gradual pero decididamente, la vocación sacerdotal que lo indujo a dejar la casa paterna para entrar en el noviciado de los Capuchinos, en Lubartow. Después de haber profundizado en Lublin el estudio de la filosofía y de la teología se trasladó a Varsovia, donde el 27 de diciembre de 1855 fue ordenado sacerdote con el nombre de padre Honorato de Biala.


En Varsovia inició de inmediato el ministerio de la predicación y el de la dirección espiritual, tuvo diversos cargos dentro de la Orden y al mismo tiempo se hizo presente en las escuelas, en los colegios, en los pensionados femeninos para las lecciones de religión. En especial se hizo cargo de la Asociación del santo Rosario y de la Tercera Orden Franciscana. Pero el principal carisma de Honorato se ve sobre todo en la fundación de asociaciones y congregaciones religiosas; de 1874 a 1896 fueron más de veinte las congregaciones fundadas por él.


Al mismo tiempo, en calidad de comisario general de la Provincia capuchina, desarrolló una intensa actividad ministerial a menudo contraviniendo las leyes zaristas de persecución contra numerosos conventos. Aún hoy es impresionante la enorme cantidad de trabajo apostólico realizado por Honorato, a pesar de las restricciones impuestas por el régimen. Valiéndose del confesionario y la correspondencia, fundó 26 asociaciones religiosas, de las cuales surgieron numerosas Congregaciones. Hoy existen 16, de ellas 3 con hábito religioso y 14 sin él, 2 masculinas y 12 femeninas; puede considerarse precursor de los institutos seculares. De esta manera contribuyó grandemente a la supervivencia de la fe en Polonia. Además de ser renombrado predicador e iluminado director espiritual, fue un escritor fecundísimo para hacer conocer a la gente el amor de Dios, como escribió en su Manual Espiritual.


Fue verdaderamente hijo de San Francisco en la forma de ver y vivir el amor de Dios en Cristo y en el sentir y vivir el ministerio de la Iglesia. En 1906 organizó una peregrinación nacional al santuario mariano de Czestochowa, en la cual participaron más de medio millón de personas.


En 1908, después de la reorganización de sus Congregaciones decidida por la conferencia episcopal, fue removido de la dirección general de las mismas, y él se atuvo dócilmente a los mandatos de las autoridades superiores, reservándose sólo la dirección espiritual, de sacerdote y de confesor.


El 16 de diciembre de 1916, a la venerable edad de 87 años, Honorato Kozminski moría. En el testamento había expresado el deseo de ocultarse «en las Llagas de Jesús», y de «entregar el alma al Creador con la misma disposición con que Él entregó su espíritu en las manos de su Padre».


El padre Honorato Kozminski de Biala Podlaska fue beatificado por Juan Pablo II el 16 de octubre de 1988.



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