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Nació por los años 60, de una familia judía asentada en tierras griegas. Recibió educación judía y aprendió en los liceos helénicos.

No se conocen datos de su conversión al cristianismo, pero se le ve ya en Roma como uno de los presbíteros muy estimados por los fieles que, lleno de celo, eleva el nivel de la comunidad de cristianos de la ciudad, entregándose por completo a mostrarle a Jesucristo. Amplio conocedor de la Sagrada Escritura, es docto en la predicación y humilde en el servicio.


Muerto mártir el Papa Anacleto, sucesor de Clemente, la atención se fija en Evaristo. Por humildad se resistió con todas las fuerzas posibles a asumir la dignidad que comportaba tan alto servicio. El día 27 de Julio del año 108 tuvo la Iglesia por Papa a Evaristo.


Atendió cuidadosamente las necesidades del rebaño: Defiende la verdadera fe contra los errores gnósticos. Establece normas que afectan a la consagración y trabajo pastoral de los Obispos y de los diáconos. Manda la celebración pública de los matrimonios. Se ocupa de la vida de los fieles, esbozándose ya una cierta administración territorial, para su mejor atención y gobierno. También escribió cartas a los fieles de Africa y de Egipto.


Murió mártir, siendo Trajano emperador, hacia el 117.


La iglesia del tiempo cada día crece en número, pero está perseguida por las leyes; es silenciosa y fuerte en la fe, oculta y limpia en las obras; vive dentro del Imperio en estado latente, desplegando poco a poco su potencialidad al soplo del Espíritu.


Hoy también se festeja a:

Santa Paulina Jaricot

SanTadeo Machar











Paulina Jaricot, Venerable
Paulina Jaricot, Venerable

Octubre 26

Fundadora




Esta chica nació en Lyon de una familia religiosa. Pronto empezó a sentir el gusto por la obra de las misiones en todo el mundo.


La idea se la dio la propia empleada del hogar. Le entregó una revista que hablaba de las misiones.


A partir de aquel momento pensó reunir a amigas para que dieran dinero para socorrer las misiones y ofrecer a Dios oraciones por el bien de los hombres.


Este es el origen del Domund o Domingo Mundial de las Misiones que tiene lugar cada año en el tercer domingo de octubre.


En casa se vivía este espíritu con profundidad. Su mismo hermano quería ser de mayor misionero.

En el año 1814, salió el Papa libre de la prisión a la que le sometió Napoleón. El Papa pasó junto a su casa y le echó una bendición.


Al llegar a joven, se juntó con una amiga muy amante de las fiestas y de modas. Cosas de la edad. La madre veía que su hija estaba perdiendo el afecto por lo religioso. Rezaba y sufría por ella como las buenas madres.


Este ejemplo lo demuestra. En una de las muchas fiestas a la que iba a lucir su tipo, se cayó y se puso muy grave a consecuencias de la caída.


La madre, sin la menor vacilación, ofrecía todo lo ocurrido con estas hermosas palabras:"Señor, yo ya he vivido bastante. En cambio esta chica está empezando a vivir. Si te parece bien, llévame a mí a la eternidad, pero a ella devuélvele la salud y consérvale la vida".


Lo hizo con tanta fe que todo se cumplió tal y como se lo había manifestado al Señor.


Paulina entró en una iglesia y oyó a un sacerdote hablar de la vanidad de este mundo y de su vida perecedera. Aquello le impactó de tal manera que, desde aquel momento, fue a confesarse y el sacerdote le dijo:" Deja las vanidades y lo que le lleva al orgullo, y dedíquese a ganarse el cielo con humildad y buena sobras".


Nació con ella la fundación de la obras misioneras. El Papa Gregorio XVI aprobó su fundación llamada “Propagación de la Fe”. El mismo cura de Ars alabó su fundación. León XIII extendió esta obra a todo el mundo en 1882. Ella murió antes, en el 1862.


¡Felicidades a las Paulinas!












Tadeo Machar, Santo
Tadeo Machar, Santo

Octubre 26

Obispo




Etimológicamente significa “el que alaba”. Viene de la lengua hebrea.


Dice Isaías: “Mirad que voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva. Habrá gozo perpetuo por lo que voy a crear. Voy a hacer de mi pueblo una tierra de alegría.


Fue obispo en el siglo XV.


A los pies de los Alpes está la ciudad de Ivrea que ha sido quien ha catapultado a la fama a este santo de la Iglesia.


Machar o Macarthy era un irlandés que había llegado hasta aquí por motivos diversos.


Era un hombre muy fervoroso. Tenía tal entusiasmo interior que contagiaba a todos con su alegría. Era la tierra nueva y el cielo nuevo de que habla Isaías.


La vida de este joven, descendiente de una familia principesca de Munster, no fue nada fácil.


Hacia la mitad del siglo XV se había opuesto a la división en clans de algunos elementos de su familia.


Clanes que eran tanto a nivel religioso como político.


No tenía todavía 30 años cuando fue consagrado obispo de Rosa, en Cork.


Muy pronto comenzaron las envidias y los recelos contra él. Enterados en Roma de su gran apostolado, le nombraron también obispo de Clyne, cercana a Cork.


Pero las envidias crecían como la hiedra que se adhiere a las paredes.


Y él, hace como cuando los apóstoles no eran bien recibidos: se sacudió sus sandalias y renunció a todo. Se vino a Europa y se quedó en Ivrea con los canónigos regulares de san Bernardo. Murió en el 1497.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!




Fue rey de Wessex (uno de los siete reinos principales que presedieron al reino de Inglaterra) desde 871 hasta su muerte. Se hizo célebre por defender a su reino contra los vikingos, volviéndose como resultado de esto en el único rey de su dinastía en ser llamado "El Grande" o Magno, por su pueblo. Fue también el primer rey de Wessex que se autoproclamó rey de Inglaterra. Los detalles de su vida son conocidos gracias a Asser, cronista de la tribu de los Galos. Siendo un hombre culto y letrado, ayudó mucho a la educación y a mejorar el sistema de leyes de su reino.

Nació en la localidad de Wantage, en Dorset, en el año 849, siendo el quinto y menor de los hijos varones -fueron 6 en total- de Ethelwulfo, rey de Wessex, y de su primera esposa, Osburga.


En 855, al morir su madre, acompañó a su padre a un peregrinaje a Roma, pasando a su regreso una temporada en la corte del rey Carlos el Calvo de Francia, realizándose entonces la segunda boda de Ethelwulfo con la hija del rey francés, Judith.


Ethelwulfo muere el 13 de enero de 858, siendo sucedido por su segundo hijo, Ethelbaldo, el cual se casa con su madrastra Judith.


Nada se sabe de los siguientes años de Alfredo durante los reinados de sus dos hermanos mayores, Ethelbaldo y Ethelberto que se sucedieron rápidamente. Fue hasta el reinado del tercer hermano -cuarto en orden de nacimiento-, Etelredo I, que el joven Alfredo comenzó su vida pública y su brillante carrera militar en contra de los vikingos. Fue gracias a sus éxitos militares que, según el cronista Asser, le fue concedido el título de secundarius o co-rey, siendo posiblemente aprobado este cargo por la Witenagemot para evitar problemas en la sucesión en caso de que el rey muriera en batalla, aunque con ello desheredaban a los dos hijos de Etelredo.


En 869, luchando al lado de su hermano Etelredo, hizo una tentativa fracasada de quitar a Mercia de la presión de los daneses. Durante casi dos años Wessex disfruto de una tregua. Pero a finales de 870 se reanudan las hostilidades, y el año siguiente sería conocido como el "año de las batallas de Alfredo". Nueve batallas se realizaron con variada fortuna, aunque el lugar y la fecha de dos de ellas no se han registrado. Una escaramuza acertada en la batalla de Englesfield, Berkshire (31 de diciembre de 870), fue seguida por una derrota severa en la batalla de Reading (4 de enero de 871), para, cuatro días más tarde, logra una brillante victoria en la batalla de Ashdown, cerca de Compton Beauchamp, en Shrivenham Hundred.


El 22 de enero de 871, los daneses derrotaron de nuevo a los ingleses en Basing, y el 23 abril de 871 en Merton, Wiltshire, en la que muere el rey Etelredo I; las dos batallas no identificadas quizás ocurrieron en el intervalo.


Habiendo muerto Etelredo I en batalla, Alfredo al fin sube al trono de Wessex, siendo coronado en Kingston-upon-Thames el mismo día.


Mientras que él estaba ocupado con el entierro y las ceremonias funebres de su hermano, los daneses derrotaron al ejército inglés en su ausencia en un lugar desconocido, y una vez más en su presencia, en Wilton en el mes de mayo. Después de que fuera hecha la paz, y que por los siguientes cinco años ocuparon los daneses otras partes de Inglaterra, Alfredo se vio obligado a no realizar nuevas acciones que no fueran más allá de la observación y protección de la frontera. Las cosas cambian en 876, cuando los daneses, bajo un nuevo líder, Guthrum, regresan al reino y atacan Wareham. De allí, a comienzos de 877 y bajo el pretexto de negociaciones, incursionaron hacia el oeste y tomaron Exeter. Aquí Alfredo los bloqueó, y gracias a que la flota danesa no llegó luego de que fuera dispersada por una tormenta, los vikingos tuvieron que someterse y retirarse a Mercia. En enero de 878 los daneses volvieron a la lucha e hicieron un ataque repentino en Chippenham, una plaza fuerte la cual Alfredo había estado manteniendo desde Navidad, "y la mayoría de la gente fueron capturadas, excepto el rey Alfred, el cual con una pequeña tropa reunida por sí mismo logra huir... por el bosque y el pantano, y después de Pascua él... construye una fortaleza en Athelney, y desde esa fortaleza comenzó a luchar contra el enemigo" (crónica).


LEYENDAS DEL PERÍODO

Una leyenda dice cómo, disfrazado como un fugitivo en los pantanos de Athelney, en Petherton, al norte de Somerset, después de la primera invasión dannesa, fue visto por una campesina y ella le dio abrigo, ignorante de su identidad, dejándolo que la ayude a hacer algunas tortas que había dejado cocinar en el fuego mientras iba a hacer otros quehaceres. Preocupado con los problemas del reino, Alfredo dejó que las tortas se quemaran y fue golpeado por la mujer cuando volvió. Una vez expuesta la identidad del rey, la mujer se disculpó profusamente, pero Alfredo insistió que él era el que debería disculparse. En realidad toda esta historia de que Alfredo, durante su retiro en Athelney, saliera a la vista como un fugitivo y ayudara a una mujer a cocinar unas tortas, es falsa. En realidad él estaba organizando la resistencia. Al mismo tiempo, otras leyendas lo suponen disfrazado como arpista para entrar al campo de Guthrum y descubrir sus planes.


VICTORIA DECISIVA

A mediados de mayo de 878, los preparativos estaban listos y Alfredo se marchó de Athelney, reuniéndosele en el camino las fuerzas militares de Somerset, Wiltshire y Hampshire. Los daneses por su lado, se movieron fuera de Chippenham, y los dos ejércitos se enfrentaron en la batalla de Edington, en Wiltshire. El resultado fue una victoria decisiva para Alfredo. Los daneses fueron sometidos. Guthrum, el rey danés, y 29 de sus principales hombres tomaron el bautismo. Como resultado de esto, Inglaterra se dividió en dos tierras, la mitad al sudoeste en manos de los sajones y la mitad nororiental que se conocería ahora como el Danelaw. Al año siguiente (879) no solamente Wessex, sino también Mercia, al oeste de Watling Street, estaba libre del invasor. Éste es el arreglo conocido por los historiadores como la paz de Wedmore (878), aunque no hay documento alguno que pruebe su existencia.


Sin embargo por aquel tiempo aunque la mitad nororiental de Inglaterra, incluyendo Londres, estaba en las manos de los daneses, la verdad es que la marea había cambiado en su contra. Por aquellos años había paz en la isla, pero los daneses se mantenían ocupados en Europa. Un ataque a Kent en 884 o 885, aunque rechazado con éxito, animó a los daneses de Anglia del Este a rebelarse. Las medidas tomadas por Alfredo para reprimir esta sublevación culminan con la toma de Londres en 885 o 886, y con el tratado conocido como paz de Alfredo y de Guthrum, por el que los límites del tratado de Wedmore (con cual se confunde a menudo) fueron modificados materialmente para beneficio de Alfredo


Una vez terminada la lucha con los daneses, Alfredo se concentró en reforzar la marina real, siendo construidas diversas embarcaciones de acuerdo al gusto del rey.


También decidió recontruir la organización civil, gravemente dañada durante la invasión danesa, favoreciendo a los desamparados y ganándose el título de "Protector del Pobre" (Asser).


Asser también habla de manera grandiosa acerca de las relaciones de Alfredo con potencias extranjeras, aunque no hay mucha información disponible a este respecto. Él ciertamente sostuvo correspondencia con Elías III, patriarca de Jerusalén, y envió probablemente una misión a la India. Las embajadas a Roma que aseguraban la salvación de las almas inglesas al papa eran bastante frecuentes; mientras que el interés de Alfredo en países extranjeros se demuestra por las inserciones que él hizo en su traducción de Orosius.


Alrededor del año 890, Wulfstan de Haithabu emprendió un viaje de Haithabu en Jutlandia a lo largo del Mar Báltico a la ciudad prusiana de Truso. Wulfstan dio detalles de su viaje a Alfredo.


Sus relaciones con los príncipes célticos en la mitad meridional de la isla están más claras. Comparativamente temprano en su reinado los príncipes de Gales, debido a la presión en ellas de Gales del norte y de Mercia, se acogieron a la protección de Alfredo. Más adelante Gales del norte siguió su ejemplo, y cooperó con el rey inglés en la campaña de 893 o 894. Que Alfredo enviara irlandeses a monasterios europeos se puede aceptar por la autoridad de Asser; la visita de tres peregrinos "escotos" (es decir, irlandeses) a Alfredo en 891 es indudablemente auténtica; la historia que él mismo en su niñez fue enviado a Irlanda a que se curara por St. Modwenna, aunque mítica, puede demostrar el interés del rey en esa isla.


Murió en Winchester, el 26 de octubre de 899, a los 50 años de edad, siendo sepultado en la abadía de Newminster, pero luego es trasladado a la abadía de Hyde, en Winchester.











Frutos, San
Frutos, San



Los cuerpos de San Frutos, Santa Engracia y San Valentín, venerados por los cristianos segovianos, se conservaron en la ermita de San Frutos, cerca de la actual Sepúlveda, desde comienzos del siglo VIII hasta el siglo XI.


El rey Alfonso VI concedió esta ermita al monasterio de San Sebastián de Silos —hoy Santo Domingo de Silos- para que la cuidasen y facilitasen la creciente devoción del pueblo; se hizo escritura en el 1076. Los monjes recomponen la ermita como de nuevo y la habilitan para que puedan vivir en ella algunos monjes. Terminadas las obras en el año 1100, la consagra D. Bernardo, el primer Arzobispo de Toledo. Está construida sobre roca escarpada, como cortada a pico, a orillas del río Duratón, afluente del Duero. En ese nuevo lugar se depositan las reliquias de los tres santos.


Restaurada Segovia y restituida a su dignidad episcopal, se pasan a su catedral la mitad de las reliquias desde el monasterio de Silos, con autorización y mandato del Arzobispo de Toledo, en el 1125.


Tan celosamente se guardan que se pierde el sitio donde fueron depositadas hasta que se encontraron milagrosamente, en tiempos del celoso obispo D. Juan Arias de Ávila.


En el año 1558 se depositaron finalmente en la nueva catedral. Allí, en el trascoro, reposan los restos del Patrono de la Ciudad, teniendo por fondo el retablo que trazó Ventura Rodríguez para el palacio de Riofrío y que Carlos III donó para la catedral segoviana.


¿Quién fue el hombre que desde catorce siglos atrás es polo de atracción de tantas generaciones de segovianos?


Nació Frutos, en el año 642, en el seno de una familia rica que tuvo otros dos hijos con los nombres de Valentín y Engracia. Debió ser una familia de profundas convicciones cristianas que supieron, con la misma vida, inculcarlas a sus hijos. Sin que se sepa la causa, murieron los dos. Ahora los tres jóvenes son herederos de unos bienes y comienzan a conocer en la práctica la dureza que supone el ser fieles a los principios. Parece ser que tanto tedio provocaron en ellos los vicios, maldades, desenfrenos, asechanzas y envidias de su entorno humano, que Frutos les propone un cambio radical de vida. Los tres, con la misma libertad y libre determinación deciden vender sus bienes y los dan a los pobres. Dejaron la ciudad del acueducto romano y quieren comenzar una vida de la soledad, oración y penitencia por los pecados de los hombres. A la orilla del río Duratón les pareció encontrar el lugar adecuado para sus propósitos. Hacen tres ermitas separadas para lograr la deseada soledad y dedicar el tiempo de su vida de modo definitivo al trato con Dios.


A partir de aquí se tiene noticias de Frutos cuando el estallido de la invasión musulmana y su rápida dominación del reino visigodo. Frutos, en su deseo de servir a Dios, intervino de alguna manera y con vivo deseo de martirio- en procurar la conversión de algunos mahometanos que se aproximaron a su entorno; defendió a grupos de cristianos que huían de los guerreros invasores; dio ánimos, secó lágrimas y alentó los espíritus de quienes se desplazaban al norte; fue protagonista de algunos sucesos sobrenaturales y murió en la paz del Señor, con el halo de santo, el año 715.


La misma historia refiere que sus hermanos Valentín y Engracia fueron de los mártires decapitados por los sarracenos y sus cuerpos colocados con el del Santo.


Lo que se sabe hoy del entorno en que viven y mueren estos santos facilita cubrir las lagunas o los interrogantes que pueden presentarse. La invasión musulmana, su rápido avance por el reino hispano-visigodo y el martirio de cristianos tuvieron su génesis. La unidad del reino tan lograda por la conversión del arrianismo a la fe católica de Recaredo en el 589 presentaba ahora una falsa cohesión por su fragilidad. Los clanes de nobles, civiles y eclesiásticos, con intereses políticos y económicos contrapuestos, tratan de controlar cada uno alternativamente el trono de Toledo y son una fuente continua de conflictos. La nobleza que en un principio recibió unos territorios para ejercer en ellos funciones administrativas, fiscales y militares, al hacerse hereditarias, quedan prácticamente privatizadas con detrimento progresivo de las funciones públicas características de un estado centralizado y llevan a la fragmentación del poder del monarca. La clase aristócrata asienta aún más la diferencia social con el pueblo cada vez más pobre, indefenso, desorientado, abandonado y hastiado del lujo de sus señores. Hay que añadir desastres naturales que asolan el país especialmente desde el reinado de Kindasvinto (642-653) como epidemias que diezmaban a la población, plagas de langostas, sequía, pestes y despoblamiento. El vicio, la amoralidad y desenfreno reina en la sociedad al amparo de lo que sucede en las casas de la nobleza. A la muerte de Witiza, los partidarios de Akhila, su hijo primogénito, no consiguen ponerlo en el trono ocupado por D. Rodrigo, duque de la Bética, y piden ayuda a los bereberes. El desastre de Guadalete del 711 hizo que lo que fue una simple ayuda de los moros capitaneados por Tariq se convirtiera en toda una invasión y conquista posterior que colma los planes estratégicos del Islam por la decrepitud que se había ido gestando en el interior del reino visigodo.











Crispin y Crispiniano, Santos
Crispin y Crispiniano, Santos

Mártires

Octubre 25


Etimológicamente significan “de pelo rizado”. Vienen de la lengua latina.


El alma que quiere darse por entero a Dios, no ha de buscar nada para sí mismo sino que pensar, hablar y actuar tienen como meta Dios. Y esto no es ninguna beatería, sino un impulso fuerte e intenso a desvivirse por los demás.


Los jóvenes de hoy, que murieron en el año 285, quedan lejos de nuestra historia del tercer milenio.


Sin embargo, sus obras y sus nombres han quedado grabados en las páginas de la historia de la Iglesia para siempre.


¿Quiénes eran?, ¿qué hicieron?


Se establecieron en Roma y aprendieron el oficio de zapateros. Y desde cualquier trabajo se puede hacer un anuncio u proclamación del Evangelio y de las riquezas que aporta al alma humana.


Este servicio lo concretó en hacer zapatos para los pobres. A estos, por supuesto, no les cobraban absolutamente nada.


A los ricos, que conocían el buen trabajo que hacían y la calidad del calzado, sí que les cobraban.


Lo bonito de estos dos creyentes es que aprovechaban los momentos de venta o de dar gratis para hablar con entusiasmo de Jesucristo.


Y con la mayor naturalidad del mundo.

Debían vivir lo que decían porque la gente los escuchaba con agrado.


Los franceses dicen que vivieron en la región de Soissons. Los ingleses, a su vez, afirman que vivieron en el condado de Kent, al sur de Inglaterra.


Shakespeare los elogia en su obra “Enrique V” y en “Julio César”.


En lo que todos están de acuerdo es en que murieron mártires.


¡Felicidades a quienes lleven estos nombres!












Tabita, Santa
Tabita, Santa

Octubre 25




Etimológicamente significa “gacela”. Viene de la lengua hebrea.


Dice san Lucas: “La sabiduría de Dios libró a sus fieles de sus fatigas, condujo a los justos por el camino recto y les hizo conocer las realidades del Reino de Dios”.


Fue una viuda del siglo I. Es un nombre insólito en nuestra cultura.


Esta palabra en hebreo está compuesta de “belleza y elegancia”


En griego se le llama Dorcas y su significado es idéntico.


Conocemos de ella un relato en los Hechos de los Apóstoles, en el que se cuenta uno de los milagros más grandes que hijo san Pedro.


Era de Joppe. Todo el mundo hablaba de ella bien porque era muy buena y sobre todo porque hacía muchas obras de caridad.


Esta chica murió y san Pedro, con el poder que le había dado el Señor, la resucitó.


Estaba toda la casa llena de gente. No se cabía.


No entraba ni un alfiler.


San Pedro, lleno de Dios – eso es ser un buen apóstol y un creyente de verdad -, entró en la habitación mortuoria.


Y ante la presencia de todos y de todas, dijo estas palabras:"Tabita, levántate. Y, cogiéndola con una mano, se la presentó a su querida madre".


Gracias a este milagro, muchos creyeron en Cristo. En el fondo, era lo que quería san Pedro.


Estamos en la época de la naciente Iglesia primitiva.


Los griegos introdujeron a esta santa en su calendario, pero su culto no ha sido nunca muy extendido.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!




A raíz de la controversia entre el Papa y el rey Enrique VIII en el siglo 16, las cuestiones de fe se enredaron con cuestiones políticas en las Islas Británicas, con frecuencia se resolvieron mediante la tortura y el asesinato de los fieles católicos.

En 1970, el Vaticano seleccionó 40 mártires, hombres y mujeres, laicos y religiosos, para representar un grupo de aproximadamente 300 casos conocidos que dieron su vida, entre 1535 y 1679, por su fe y fidelidad a la Iglesia. Este grupo fue canonizado por el Papa Paolo VI el día 25 de Octubre de ese año.


Cada uno de ellos tienen su propio día del memorial, pero son recordados como un grupo, el 25 de octubre.


A continuación la lista de los 40 mártires:

Cartujos

Augustine Webster

John Houghton

Robert Lawrence


Brigidino

Richard Reynolds


Agustino

John Stone


Jesuitas

Alexander Briant

Edmund Arrowsmith

Edmund Campion

David Lewis

Henry Morse

Henry Walpole

Nicholás Owen

Philip Evans

Robert Southwell

Thomas Garnet


Benedictinos

Alban Roe

Ambrose Barlow

John Roberts


John Jones


Franciscanos

John Wall


Clero Secular

Cuthbert Mayne

Edmund Gennings

Eustace White, 1591

John Almond

John Boste

John Kemble

John Lloyd

John Payne

John Plessington

John Southworth

Luke Kirby

Polydore Plasden, 1591

Ralph Sherwin


Laicos

John Rigby

Philip Howard

Richard Gwyn

Swithun Wells, maestro, 1591

Ana Line

Margaret Clitherow

Margaret Ward



Crisanto, natural de Alejandría, fue a Roma con su padre Polemio, muy estimado del emperador Numeriano.

Se aficionó tanto a la lectura de los libros sagrados que usaban los cristianos y al Evangelio, que concibió gran desprecio a todo lo profano, e instruido por el presbítero Carpóforo, recibió el bautismo.


Su conversión fue muy señalada en Roma. Su padre, pagano, le encerró en un obscuro calabozo. No bastando esto para disuadirle, recurrió a la sensualidad para corromperle y le propusieron que se casase con Daría, doncella consagrada a Minerva.


Crisanto la convirtió con un discurso contra los errores del paganismo, y Daría recibió también el bautismo, siendo una de las más fervientes cristianas del siglo III.


Se unieron en matrimonio, pero con la condición de guardar la virginidad hasta la muerte. Polemio ignoraba todo esto y se apaciguó. En tanto, los dos castos esposos se dedicaban a la religión verdadera, ejerciendo obras de misericordia con los pobres y los perseguidos.


Fueron delatados y presos. Después de muchos tormentos y milagros, el tirano mandó sacarlos al campo del Escelerado, y en él consumaron el martirio, notándose otro milagro con la cabeza de Crisanto, en el año del Señor 284.



Obispo de Santiago de Cuba, fundador

de la Congregación de los Misioneros Hijos del Corazón Inmaculado

de la Bienaventurada Virgen María (Claretianos)


Martirologio Romano: San Antonio María Claret, obispo, que, ordenado presbítero, durante varios años se dedicó a predicar al pueblo por las comarcas de Cataluña, en España. Fundó la Sociedad de Misioneros Hijos del Corazón Inmaculado de la Virgen María y, ordenado obispo de Santiago de Cuba, trabajó de modo admirable por bien de las almas. Habiendo regresado a España, tuvo que soportar muchas pruebas por la Iglesia, muriendo desterrado en el monasterio de monjes cistercienses de Fontfroide, cerca de Narbona, en el mediodía de Francia ( 1870)


Fecha de canonización: 7 de mayo de 1950 por el Papa Pío XII.


Etimológicamente significa “florido, inestimable”. Viene de la lengua griega.


Antonio Claret y Clará nacía en Sallent, Barcelona, el 23 de diciembre de 1807. Era el quinto de once hijos de Juan Claret y Josefa Clará. Le bautizaron el día de Navidad. La escasa salud de su madre hizo que se le pusiera al cuidado de una nodriza en Santa María de Oló. Una noche en que Antonio se quedó en la casa paterna se hundió la casa de la nodriza muriendo todos en el accidente. Para Claret aquello supuso siempre una señal de la providencia.La cuna de Claret fue sacudida constantemente por el traqueteo de los telares de madera que su padre tenía en los bajos de la casa. Ya desde sus primeros años Antonio dio muestras de una inteligencia despejada y de buen corazón. A los cinco años, Toñín pensaba en la eternidad: por la noche, sentado en la cama, quedaba impresionado por aquel "siempre, siempre, siempre". Él mismo recordaría más tarde siendo Arzobispo: "Esta idea de la eternidad de penas quedó en mí tan grabada, que, ya sea por lo tierno que empezó en mí o ya sea por las muchas veces que pensaba en ella, lo cierto es que es lo que más tengo presente. Esta misma idea es la que más me ha hecho y me hace trabajar aún, y me hará trabajar mientras viva, en la conversión de los pecadores". (Aut. nº9).

La guerra popular contra Napoleón embargaba vivamente el ambiente de la época. Sus soldados pasaban frecuentemente por la villa entre los años 1808 y 1814. Hasta los sacerdotes del pueblo se habían sumado a la lucha. En 1812 se promulgaba la nueva Constitución.


Mientras, Antonio jugaba, estudiaba, crecía... Dos amores destacaban ya en el pequeño Claret: la Eucaristía y la Virgen. Asistía con atención a la misa; hacía asiduas visitas al Santísimo; iba con frecuencia, acompañado de su hermana Rosa, a la ermita de Fusimaña y rezaba diariamente el rosario.


Una debilidad de Antonio eran los libros. Pocas cosas contribuyeron tanto a la santidad de Antonio como sus lecturas, las primeras lecturas de su infancia. Porque sus lecturas eran escogidas. Pero ya entonces Antonio tenía una ilusión: llegar a ser sacerdote y apóstol. Sin embargo, su vocación debería recorrer todavía otro itinerario.


Entre los telares.


Toda su adolescencia la pasó Antonio en el taller de su padre. Pronto consiguió llegar a ser maestro en el arte textil. Para perfeccionarse en la fabricación pidió a su padre que le permitiera ir a Barcelona, donde la industria estaba atrayendo a numerosos jóvenes. Allí se matriculó en la Escuela de Artes y Oficios de la Lonja. Trabajaba de día, y de noche estudiaba. Aunque seguía siendo un buen cristiano, su corazón estaba centrado en su trabajo. Gracias a su tesón e ingenio llegó pronto a superar en calidad y belleza las muestras que llegaban del extranjero. Un grupo de empresarios, admirados de su competencia, le propusieron un plan halagüeño: fundar una compañía textil corriendo a cuenta de ellos la financiación y el montaje de la fábrica. Pero Antonio, inexplicablemente, se negó. Dios andaba por medio. Unos cuantos hechos -el haber tropezado con un compañero que acabó en la cárcel, el lazo tentador de la mujer de un amigo, el salir ileso milagrosamente del mar donde había sido arrastrado por una gigantesca ola, etc.- le hicieron más sensible el oído a la voz de Dios. Por fin, las palabras del Evangelio: "¿De qué le vale al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?" (Mt 16,26), le impresionaron profundamente. Los telares se pararon en seco, y Antonio se fue a consultar a los oratorianos de San Felipe Neri. Por fin tomó la decisión de hacerse cartujo y así se lo comunicó a su padre. Su decisión de ser sacerdote llegó a oídos del obispo de Vic, D. Pablo de Jesús Corcuera, que quiso conocerle. Antonio salía de Barcelona a principios de septiembre de 1829 camino de Sallent y Vic. Tenía 21 años y estaba decidido a ser sacerdote.


SACERDOTE, MISIONERO APOSTÓLICO Y FUNDADOR

(1829-1850)


En el Seminario


En el seminario de Vic, forja de apóstoles, Claret se formó como seminarista externo viviendo como fámulo de Don Fortià Bres, mayordomo del palacio episcopal. Pronto iba a destacar por su piedad y por su aplicación. Eligió como su confesor y director al oratoriano P. Pere Bac. Después de un año llegó el momento de llevar a cabo su decisión de entrar en la cartuja de Montealegre, y hacia allí salió, pero una tormenta de verano que lo sorprendió en el camino dio al traste con sus planes. Tal vez Dios no le quería de cartujo. Dio media vuelta y retornó a Vic. Fue al año siguiente cuando pasó la prueba de fuego de la castidad en una tentación que le sobrevino un día en que Antonio yacía enfermo en la cama. Vio que la Virgen se le aparecía y, mostrándole una corona, le decía: "Antonio, esta corona será tuya si vences". De repente, todas las imágenes obsesivas desaparecieron.Bajo la acertada guía del obispo Corcuera el ambiente del Seminario era óptimo. En él trabó amistad con Jaime Balmes, que se ordenaría de Diácono en la misma ceremonia en que Claret se ordenó de Subdiácono. Fue en esta época cuando Claret entró en un profundo contacto con la Biblia, que le impulsaría a un insaciable espíritu apostólico y misionero.


Sacerdote


A los 27 años, el 13 de junio de 1835, el obispo de Solsona, Fray Juan José de Tejada, ex-general de los Mercedarios, le confería, por fin, el sagrado orden del Presbiterado. Su primera misa la celebró en la parroquia de Sallent el día 21 de junio, con gran satisfacción y alegría de su familia. Su primer destino fue precisamente Sallent, su ciudad natal.A la muerte de Fernando VII la situación política española se había agravado. Los constitucionales, imitadores de la Revolución francesa, se habían adueñado del poder. En las Cortes de 1835 se aprobaba la supresión de todos los Institutos religiosos. Se incautaron y subastaron los bienes de la Iglesia y se azuzó al pueblo para la quema de conventos y matanza de frailes. Contra este desorden pronto se levantaron las provincias de Navarra, Cataluña y el País Vasco, estallando la guerra civil entre carlistas e isabelinos.


Pero Claret no era político. Era un apóstol. Y se entregó en cuerpo y alma a los quehaceres sacerdotales a pesar de las enormes dificultades que le suponía el ambiente hostil de su ciudad natal. Su caridad no tenía límites. Por eso, los horizontes de una parroquia no satisfacían el ansia apostólica de Claret. Consultó y decidió ir a Roma a inscribirse en Propaganda Fide, con objeto de ir a predicar el Evangelio a tierras de infieles. Corría el mes de septiembre de 1839. Tenía 31 años.


En Roma busca su identidad misionera


Con un hatillo y sin dinero, a pie, un joven cura atravesó los Pirineos camino de la ciudad eterna. Llegado a Marsella tomó un vapor a Roma. Ya en la Ciudad Eterna, Claret hizo los ejercicios espirituales con un padre de la Compañía de Jesús. Y se sintió llamado a ingresar como novicio jesuita. Había ido a Roma para ofrecerse como misionero del mundo, pero Dios parecía no quererle ni misionero ad gentes ni tampoco jesuita. Una enfermedad -un fuerte dolor en la pierna derecha- le hizo comprender que su misión estaba en España. Después de tres meses abandonó el noviciado por consejo del P. Roothaan.Regresado a España, fue destinado provisionalmente a Viladrau, pueblecito entonces de leñadores, en la provincia de Gerona. En calidad de Regente (el párroco era un anciano impedido) emprendió su ministerio con gran celo. Tuvo que hacer también de médico, porque no lo había ni en el pueblo ni en sus contornos.


Misionero Apostólico en Cataluña


Como Claret no había nacido para permanecer en una sola parroquia, su espíritu le empujó hacia horizontes más vastos. En julio de 1841, cuando contaba 33 años, recibió de Roma el título de Misionero Apostólico. Por fin era alguien destinado al servicio de la Palabra, al estilo de los apóstoles. Esta clase de misioneros había desaparecido desde san Juan de Avila. A partir de entonces su trabajo fue misionar. Vic iba a ser su residencia. Claret, siempre a pie, con un mapa de hule, su hatillo y su breviario, caminaba por la nieve o en medio de las tormentas, hundido entre barrancos y lodazales. Se juntaba con arrieros y comerciantes y les hablaba del Reino de Dios. Y los convertía. Sus huellas quedaron grabadas en todos los caminos. Las catedrales de Solsona, Gerona, Tarragona, Lérida, Barcelona y las iglesias de otras ciudades se abarrotaban de gente cuando hablaba el Padre Claret.Caminando hacia Golmes le invitaron a detenerse porque sudaba; él respondía con humor: "Yo soy como los perros, que sacan la lengua pero nunca se cansan".


"Padre, confiese a mi borrico" -le dijo un arriero con tono burlón. "Quien se ha de confesar eres tú -respondió Claret- que llevas 7 años sin hacerlo y te hace buena falta". Y aquel hombre se confesó.


En otra ocasión sacó de apuros a un pobre hombre, contrabandista, convirtiendo en alubias un fardo de tabaco ante unos carabineros que les echaron el alto. La mayor sorpresa se la llevó el buen hombre cuando, al llegar a su casa, observó que el fardo de alubias se había convertido de nuevo en tabaco. Son algunas de las "florecillas claretianas" de aquella época.


Otros hechos prodigiosos se cuentan, pero sobre todo se destacaba su virtud de penetrar las conciencias. Tenía enemigos que le calumniaban y que procuraban impedir su labor misionera teniendo que salir en su defensa el arzobispo de Tarragona. Pero su temple era de acero. Todo lo resistía y salía airoso de todas las emboscadas que le tendían.


Además de la predicación el P. Claret se dedicaba a dar Ejercicios Espirituales al clero y a las religiosas, especialmente en verano. En 1844 , por ejemplo, los daba a las Carmelitas de la Caridad de Vic, asistiendo a ellos santa Joaquina Vedruna.


Durante este tiempo también publicó numerosos folletos y libros. De entre ellos cabe destacar el "Camino Recto", publicado en 1843 por primera vez y que sería el libro de piedad más leído del siglo XIX. Tenía 35 años.


En 1847 fundaba junto con su amigo José Caixal, futuro obispo de Seu D´Urgel, y Antonio Palau la Librería Religiosa. Ese mismo año fundaba la Archicofradía del Corazón de María y escribía los estatutos de La Hermandad del Santísimo e Inmaculado Corazón de María y Amantes de la Humanidad, compuesta por sacerdotes y seglares, hombres y mujeres.


Es larga y digna de mención la lista de discípulos y compañeros que tuvo en aquella época, hombres que quedarían inscritos en la historia eclesiástica catalana: Esteban Sala, Manuel Subirana, beato Francisco Coll, Manuel Vilaró, Domingo Fábregas...


Apóstol de Canarias


El 6 de marzo de 1848 salía hacia Madrid y Cádiz camino de Canarias con el recién nombrado obispo D. Buenaventura Codina. Tenía 40 años. Y es que tras la nueva rebelión armada de 1847 ya no era posible dar misiones en Cataluña. Desde el Puerto de la Luz de Gran Canaria hasta los ásperos arenales de Lanzarote resonó la convincente voz de Claret. Misionó Telde, Agüimes, Arucas, Gáldar, Guía, Firgas, Teror... El milagro de Cataluña se repitió de nuevo. Claret tuvo que predicar en las plazas, sobre los tablaos, al campo libre, entre multitudes que lo acosaban. A pesar de una pulmonía no cejó en su intenso trabajo. En Lanzarote dio misiones en Teguise y Arrecife.Gastó 15 meses de su vida en las Canarias, y dejó atrás conversiones y prodigios, profecías y leyendas. Los canarios vieron partir con lágrimas en los ojos un día a su padrito y lo despidieron con añoranza. Era en los últimos días de mayo de 1849. Aún perdura su recuerdo.


Fundador de la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María.


Poco después de su vuelta a Cataluña, el 16 de julio de 1849, a las tres de la tarde en una celda del seminario de Vic fundaba la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, idea que venía madurando desde hacía tiempo. Tenía 41 años. Eran los Confundadores los PP. Esteban Sala, José Xifré, Manuel Vilaró, Domingo Fábregas y Jaime Clotet."Hoy comienza una grande obra" -dijo el P. Claret.


No era Claret un seudocarismático que hablara en nombre propio, sino que se sentía impulsado por Dios; y Dios le reveló tres cosas: primera, que la Congregación se extendería por todo el mundo; segunda, que duraría hasta el fin de los tiempos; tercera, que todos los que murieran en la Congregación se salvarían.


ARZOBISPO DE SANTIAGO DE CUBA

(1850-1857)


Nombramiento


Un hecho de capital importancia puso pronto en peligro su recién fundado Instituto. El P. Claret era nombrado Arzobispo de Santiago de Cuba. Aceptó el cargo, después de todos los intentos de renuncia, el 4 de octubre de 1849 y el día 6 de octubre de 1850 era consagrado obispo en la catedral de Vic. Tenía 42 años. El lema que eligió para su escudo arzobispal fue todo un proyecto de vida: "Charitas Christi urget nos" (el amor de Cristo nos apremia). Antes de embarcarse para Cuba y después de ir a Madrid a recibir el palio y la gran cruz de Isabel la Católica efectuó tres visitas: a la Virgen del Pilar, en Zaragoza, a la Virgen de Montserrat y a la Virgen de Fusimaña, en Sallent, su patria chica. Y aún le dio tiempo, antes de partir, para concebir una nueva fundación, las Religiosas en sus Casas o las Hijas del Inmaculado Corazón de María, actual Filiación Cordimariana. En el puerto de Barcelona un inmenso gentío despidió al Arzobispo Claret con una apoteósica manifestación.


En Cuba


En el viaje hacia La Habana aprovechó para dar una misión a bordo para todo el pasaje, oficialidad y tripulación. Y al fin... Cuba. Seis años gastaría Claret en la diócesis de Santiago de Cuba, trabajando incansablemente, misionando, sembrando el amor y la justicia en aquella isla en la que la discriminación racial y la injusticia social reinaban por doquier.Se enfrentó a los capataces, les arrancó el látigo de las manos. Un día reprendió a un rico propietario que maltrataba a unos nativos de color que trabajaban en su hacienda. Viendo que aquel hombre no estaba dispuesto a cambiar de conducta, el Arzobispo intentó darle una lección. Tomó dos trozos de papel, uno blanco y otro negro, les prendió fuego y pulverizó las cenizas en la palma de su mano. "Señor, -le dijo- ¿podría decir qué diferencia hay entre las cenizas de estos dos papeles? Pues así de iguales somos los hombres ante Dios".


El P. Claret tenía una capacidad inventiva que denotaba un ingenio poco común. En Holguín se organizaron fiestas populares. El número fuerte del programa era el lanzamiento de un globo tripulado por un hombre. El artefacto aerostático era de los primeros que se ensayaban en aquellos tiempos. No tuvo éxito; comenzó a elevarse, pero el piloto perdió el control y cayó en un pequeño barranco. El Arzobispo estudió el problema y un día sorprendió a todos: "Hoy he dado con el sistema de la dirección de los globos". Y les mostró un diseño, que todavía hoy se conserva.


Era un hombre práctico


Fundó en todas las parroquias instituciones religiosas y sociales para niños y para mayores; creó escuelas técnicas y agrícolas, estableció y propagó por toda Cuba las Cajas de Ahorros, fundó asilos, visitó cuatro veces todas las ciudades, pueblos y rancherías de su inmensa diócesis. Siempre a pie o a caballo. También supo rodearse de un equipo envidiable de grandes misioneros como los PP. Adoaín, Lobo, Sanmartí y Subirana.


Una de las obras más importantes que llevó a cabo el P. Claret en Cuba fue la fundación, junto con la Madre Antonia París, de las Religiosas de María Inmaculada, Misioneras Claretianas, que tenía lugar después de muchas dificultades el 27 de agosto de 1855 con la profesión de la Fundadora.


Pero ni siquiera en Cuba le dejaron en paz sus enemigos. La tormenta de atentados llegó al culmen en Holguín, donde fue herido gravemente cuando salía de la iglesia por un sicario a sueldo de sus enemigos al que había sacado poco antes de la cárcel. El P. Claret pidió que perdonaran al criminal. A pesar de todo sus enemigos siguieron sin perderle de vista.


Al cabo de seis años en Cuba un día le entregaron un despacho urgente del capitán general de La Habana en el que se le comunicaba que su Majestad la Reina Isabel II le llamaba a Madrid. Era el 18 de marzo de 1857.


APÓSTOL EN MADRID (1857-1868)


Confesor de la Reina y Misionero en la Corte y en España


Llegado a Madrid, supo el P. Claret que su cargo era definitivamente el de confesor de la Reina. Contrariado aceptó, pero poniendo tres condiciones: no vivir en palacio, no implicarle en política y no guardar antesalas teniendo libertad de acción apostólica. Tenía 49 años cuando regresó de Cuba. En los 11 años que permaneció en Madrid, su actividad apostólica en la Corte fue intensa y continuada. Pocas fueron las iglesias y conventos donde su voz no resonara con fuerza y convicción. Desde la iglesia de Italianos, situada en la actual ampliación de las Cortes y desde la iglesia de Montserrat, donde está situado actualmente el Teatro Monumental, desarrolló una imparable actividad. Principalmente se hizo notar en sus misiones al pueblo y en sus ejercicios al clero.Mientras acompañaba a la Reina en sus giras por España aprovechaba también para desarrollar un intenso apostolado. A primeros de junio de 1858 la real caravana rodaba por las llanuras de la Mancha, Alicante, Albacete, Valencia... Luego al noroeste de España: León, cuenca minera de Mieres y Oviedo, Galicia, Baleares, Cataluña, Aragón y Andalucía. El recorrido por el sur fue de un gran entusiasmo, que aprovechaba el confesor real para misionar por todas partes, llegando a predicar en un solo día 14 sermones: Córdoba, Sevilla, Cádiz, Granada, Málaga, Cartagena y Murcia. Más tarde otra vez por el norte: País Vasco, Castilla la Vieja y Extremadura. El Reino de Dios era anunciado y el pueblo respondía con generosidad.


Presidente del Monasterio de El Escorial


La Reina le nombró Presidente del Real Monasterio de El Escorial para su restauración, dado su lastimoso estado a raíz de la ley de exclaustración de 1835. Desempeñó este cargo desde el año 1859 hasta el año 1868. Corto tiempo, pero suficiente para dar muestras de su talento organizador. Se repararon las torres y alas del edificio, así como la gran basílica. Se restauraron el coro y los altares, se instalaron dos órganos, se adquirió material científico para los gabinetes de Física y laboratorios de Química, se restauró la destartalada biblioteca y se construyó otra nueva; se repoblaron los jardines, se plantaron gran cantidad de árboles frutales y de jardín. Con todo, el Arzobispo ponía anualmente en manos de la Reina un buen superavit. Parecía un milagro.Con la restauración material emprendió la espiritual. Creó una verdadera Universidad eclesiástica, con los estudios de humanidades y lenguas clásicas, lenguas modernas, ciencias naturales, arqueología, escolanía y banda de música. Estudios de Filosofía y Teología, con Patrística, Liturgia Moral y ciencias Bíblicas, lenguas caldaica, hebrea, arábiga, etc. Con la ayuda inestimable de su colaborador de Cuba, D. Dionisio González de Mendoza, hizo de este monasterio uno de los mejores centros de España. Y gracias a su afán recuperó su esplendor la octava maravilla del mundo.


Apóstol de la Prensa


"Antonio, escribe", -sintió que le decían Cristo y la Virgen-. Como una enorme y sensible pantalla de radar, Claret escrutaba continuamente los signos de los tiempos: "Uno de los medios que la experiencia me ha enseñado ser más poderoso para el bien es la imprenta, -decía-, así como es el arma más poderosa para el mal cuando se abusa de ella". Escribió unas 96 obras propias (15 libros y 81 opúsculos) y otras 27 editadas, anotadas y a veces traducidas por él. Sólo si se tiene en cuenta su extrema laboriosidad y las fuerzas que Dios le daba, se puede comprender el hecho de que escribiera tanto llevando una dedicación tan intensa al ministerio apostólico. Claret no era solamente escritor. Era propagandista. Divulgó con profusión los libros y hojas sueltas. En cuanto a su difusión alcanzó cifras verdaderamente importantes. Jamás cobraba nada de la edición y venta de sus libros; al contrario, invertía en ello grandes sumas de dinero. ¿De dónde lo sacaba? De lo que obtenía por sus cargos y de los donativos. "Los libros -decía- son la mejor limosna".El año 1848, como ya hemos dicho, había fundado la Librería Religiosa junto al Dr. Caixal, futuro obispo de Seo de Urgel, precedida por la Hermandad espiritual de los libros buenos, que durante los años que estuvo bajo su dirección hasta su ida a Cuba imprimió gran cantidad de libros, opúsculos y hojas volantes, con un promedio anual de más de medio millón de impresos. En el primer decenio de la fundación recibió la felicitación personal del Papa Pío IX. Aún sacerdote había fundado la Hermandad del Santísimo e Inmaculado Corazón de María, cuya finalidad era la de mantener permanentemente la difusión de los libros y que constituyó uno de los primeros ensayos de apostolado seglar activo por estar integrada por sacerdotes y seglares de ambos sexos.


Una de sus obras más geniales fue la fundación de la Academia de San Miguel (1858). En ella pretendía agrupar las fuerzas vivas de las artes plásticas, el periodismo y las organizaciones católicas; artistas, literatos y propagandistas de toda España para la causa del Señor. En nueve años se difundieron gratuitamente numerosos libros, se prestaron otros muchos y se repartió un número incalculable de hojas sueltas. He aquí algunos nombres de los que pertenecieron a ella según su principal biógrafo, el P. Cristóbal Fernández: el ministro Sr. Lorenzo Arrazola, los periodistas Carbonero y So y Ojero de la Cruz, el catedrático Vicente de la Fuente. Llegando su influencia a literatos de la talla de Ayala y Hartzenbusch.


Y fundó las bibliotecas populares en Cuba y en España, donde más de un centenar llegaron a funcionar en los últimos años de su vida. Bien merece el P. Claret el título de apóstol de la prensa.


Director espiritual y confundador

La obra más significativa del P. Claret fue la fundación de la Congregación de Misioneros Hijos del Corazón de María. Pero en la espléndida floración de nuevos institutos religiosos que se operó en el siglo XIX, fue el confesor real el más decidido colaborador que se encontraron casi todos los fundadores y fundadoras de su tiempo. Con la Madre París ya había fundado en Cuba el año 1855 el Instituto de Religiosas de María Inmaculada, llamadas Misioneras Claretianas, para la educación de las niñas.


Bajo su dirección espiritual se incluyen santa Micaela del Santísimo Sacramento, fundadora de las Adoratrices, y santa Joaquina de Vedruna, fundadora de las Carmelitas de la Caridad.


Intervino directa o indirectamente en otras fundaciones. Se relacionó con Joaquín Masmitjà, fundador de las Hijas del Santísimo e Inmaculado Corazón de María, con D. Marcos y Dña. Gertrudis Castanyer fundadores de las Religiosas Filipenses, con María del Sagrado Corazón fundadora de las Siervas de Jesús, con la Beata Ana Mogas fundadora de las Franciscanas de la Divina Pastora. Le encontramos con el beato Francisco Coll fundador de las Dominicas de la Anunciata. También tuvo parte en la fundación de las Esclavas del Corazón de María, de la M. Esperanza González. Y habría que añadir su influjo en la Compañía de Santa Teresa, Religiosas de Cristo Rey, etc.


Todas estas instituciones nacieron o germinaron gracias al P. Claret.


Un hombre santo

La suntuosidad cortesana no impidió al P. Claret vivir como el religioso más observante. Cada día dedicaba mucho tiempo a la oración. Su austeridad era proverbial y su sobriedad para las comidas y bebidas, admirable.Este era su horario: dormía apenas seis horas levantándose a las tres de la mañana; antes que se levantaran los demás tenía dos horas de oración y lectura de la Biblia, luego otra hora con ellos, celebraba su Eucaristía y oía otra en acción de gracias; desde el desayuno hasta las diez confesaba y luego escribía. Lo que peor soportaba era la hora de audiencia hacia las doce. Por la tarde predicaba, visitaba hospitales, cárceles, colegios y conventos.


Su pobreza era ejemplar


Un día se llevó un susto al llevarse la mano al bolsillo. Le pareció haber encontrado una moneda, pero enseguida se repuso, no era una moneda, sino una medalla. En una ocasión no teniendo otra cosa para poder auxiliar a un pobre empeñó su cruz arzobispal.


Claret era un verdadero místico. Varias veces se le vio en estado de profundo ensimismamiento ante el Señor. Un día de Navidad, en la iglesia de las adoratrices de Madrid, dijo haber recibido al Niño Jesús en sus brazos.


Privilegio incomparable del que fue objeto fue la conservación de las especies sacramentales de una comunión a otra durante nueve años. Así lo escribió en su Autobiografía: "El día 26 de agosto de 1861, hallándome en oración en la iglesia del Rosario de La Granja, a las siete de la tarde, el Señor me concedió la gracia grande de la conservación de las especies sacramentales, y tener siempre día y noche el santísimo sacramento en mi pecho".


Esta presencia, casi sensible, de Jesús en el P. Claret debió ser tan grande, que llegó a exclamar: "En ningún lugar me encuentro tan recogido como en medio de las muchedumbres".


Un hombre perseguido


No es de extrañar que un hombre de la influencia del P. Claret, que arrastraba a las multitudes, atrajera también las iras de los enemigos de la Iglesia. Pero las amenazas y los atentados se iban frustrando uno a uno, porque la Providencia velaba sobre él que se alegraba en las persecuciones. Fueron numerosos los atentados personales que sufrió en vida. La mayor parte frustrados por la conversión de los asesinos.Pero fue peor, con todo, la campaña difamatoria que se organizó a gran escala por toda España para desacreditarlo ante las gentes sencillas. Se le acusó de influir en la política, de pertenecer a la famosa camarilla de la Reina con Sor Patrocinio, Marfori y otros, de ser poco inteligente, de ser obsceno en sus escritos refiriéndose a su libro "La Llave de Oro", de ser ambicioso y aún de ladrón. Pero Claret supo callar, contento de sufrir algo por Cristo.


Ante el reconocimiento del Reino de Italia


El 15 de julio de 1865 el Gobierno en pleno se reunía en La Granja de San Ildefonso para arrancar a la Reina su firma sobre el reconocimiento del Reino de Italia, que equivalía a la aprobación del expolio de los Estados pontificios.El P. Claret ya había advertido a la Reina que la aprobación de este atropello era, a su parecer, un grave delito, y la amenazó con retirarse si lo firmaba. La Reina, engañada, firmó. Claret no quiso ser cómplice permaneciendo en la corte. Oró ante el Cristo del Perdón, en la iglesia de La Granja, y escuchó estas palabras: "Antonio, retírate".


Transido de dolor al verse obligado a abandonar a la Reina en aquella situación, se dirigió a Roma. Allí el Papa Pío IX le consoló y le ordenó que volviera otra vez a la corte. La familia real se alegró inmensamente de su retorno. Pero una nueva tempestad de calumnias y de ataques se desencadenó contra él. Se puede decir de Claret que fue uno de los hombres públicos más perseguidos del siglo XIX.


LOS ÚLTIMOS AÑOS (1868-1870)


Desterrado


El 18 de septiembre de 1868 la revolución, ya en marcha, era incontenible. Veintiún cañonazos de la fragata Zaragoza, en la bahía de Cádiz, anunciaron el destronamiento de la Reina Isabel II. Con la derrota del ejército isabelino en Alcolea caía Madrid, y la revolución, como un reguero de pólvora, se extendió por toda España. El día 30, la familia real, con algunos adictos y su confesor, salía para el destierro en Francia. Primero hacia Pau, luego París. El P. Claret tenía 60 años.


Los desmanes y quema de iglesias se prodigaron, cumpliéndose otra de las profecías del P. Claret: la Congregación tendrá su primer mártir en esta revolución. En La Selva del Campo caía asesinado el P. Francisco Crusats.


El 30 de marzo de 1869 Claret se separaba definitivamente de la Reina y se iba a Roma.


Padre del Concilio Vaticano I


El día 8 de diciembre de 1869 se reunían en Roma 700 obispos de todo el mundo, superiores de órdenes religiosas, arzobispos, primados, patriarcas y cardenales. Comenzaba el Concilio Ecuménico Vaticano I. Allí estaba el P. Claret.Uno de los temas más debatidos fue la infalibilidad pontificia en cuestiones de fe y costumbres. La voz de Claret resonó, ya con dificultad, en la basílica vaticana el 31 de mayo de 1870: "Llevo en mi cuerpo las señales de la pasión de Cristo, -dijo, aludiendo a las heridas de Holguín- ojalá pudiera yo, confesando la infalibilidad del Papa, derramar toda mi sangre de una vez".


Es el único Padre asistente a aquel Concilio que ha llegado a los altares.


El ocaso de sus días


El 23 de julio de 1870, en compañía del P. José Xifré, Superior General de la Congregación, llegaba el Arzobispo Claret a Prades, en el Pirineo francés. La Comunidad de misioneros en el destierro, en su mayoría jóvenes estudiantes, recibió con gran gozo al fundador, ya enfermo. Él sabía que su muerte era inminente. Pero ni siquiera en el ambiente plácido de aquel retiro le dejaron en paz sus enemigos. El día 5 de agosto se recibió un aviso. Querían apresar al señor Arzobispo. Incluso en el destierro y enfermo, el P. Claret tuvo que huir. Se refugió en el cercano monasterio cisterciense de Fontfroide. En aquel cenobio, cerca de Narbona, fue acogido con gran alegría por sus moradores.Su salud estaba completamente minada. El P. Jaime Clotet no se separó de su lado y anotó las incidencias de la enfermedad. El día 4 de octubre tuvo un derrame cerebral.


El día 8 recibió los últimos sacramentos e hizo la profesión religiosa como Hijo del Corazón de María, a manos del P. Xifré.


Llegó el día 24 de octubre por la mañana. Todos los religiosos se habían arrodillado alrededor de su lecho de muerte. Junto a él, los Padres Clotet y Puig. Entre oraciones Claret entregó su espíritu en manos del Creador. Eran las 8,45 de la mañana y tenía 62 años.


Su cuerpo fue depositado en el cementerio monacal con una inscripción de Gregorio VII que rezaba: "Amé la justicia y odié la iniquidad, por eso muero en el destierro".


Glorificado


Los restos del P. Claret fueron trasladados a Vic en 1897, donde actualmente se veneran. El 25 de febrero de 1934 la Iglesia le inscribió en el número de los beatos. El humilde misionero apareció a la veneración del mundo en la gloria de Bernini. Las campanas de la Basílica Vaticana pregonaron su gloria. Y el 7 de mayo de 1950 el Papa Pío XII lo proclamó SANTO. Estas fueron sus palabras aquel memorable día: "San Antonio María Claret fue un alma grande, nacida como para ensamblar contrastes: pudo ser humilde de origen y glorioso a los ojos del mundo. Pequeño de cuerpo, pero de espíritu gigante. De apariencia modesta, pero capacísimo de imponer respeto incluso a los grandes de la tierra. Fuerte de carácter, pero con la suave dulzura de quien conoce el freno de la austeridad y de la penitencia. Siempre en la presencia de Dios, aun en medio de su prodigiosa actividad exterior. Calumniado y admirado, festejado y perseguido. Y, entre tantas maravillas, como una luz suave que todo lo ilumina, su devoción a la Madre de Dios".



ORACIÓN A JESUCRISTO

Haz, Señor, que ardamos en caridad

y encendamos un fuego de amor por donde pasemos;

qué deseemos eficazmente

y procuremos por todos los medios

contagiar a todos de tu amor.

Qué nada ni nadie nos arredre, Señor.

Qué nos gocemos en las privaciones.

Qué abordemos los trabajos,

qué abracemos los sacrificios.

Qué nos complazcamos en las calumnias

y alegremos en los tormentos.

Señor, qué no pensemos sino como seguir e imitar a Jesucristo

en trabajar, sufrir y procurar siempre y únicamente la mayor gloria tuya y la salvación de las almas. Amén

(Escrita por S. Antonio Mª Claret)


Sacerdote y Fundador

de a Congregación de los Siervos de la Caridad y

de las Hijas de Santa María de la Providencia.


Martirologio Romano: En la ciudad de Como, en Italia, beato Luis Guanella, presbítero, que fundó la Congregación de los Siervos de la Caridad y también la de las Hijas de Santa María de la Providencia, para atender a las necesidades de los desamparados y afligidos, y procurarles la salvación eterna. ( 1915)

Fecha de beatificación: 25 de octubre de 1964 por el Papa Pablo VI.


Fecha de canonización: 23 de octubre de 2011 por el Papa Benedicto XVI.



Luis Guanella nació en Fraciscio, Sondrio, el 19 de diciembre de 1842, el noveno de trece hijos. Desde niño aprendió una fe viva y operante, un constante amor al trabajo y una gran caridad para con los pobres.

Pasada su niñez entre sus montes siempre nostálgicamente amados, fue alumno del Colegio Gallio de Como, frecuentó después, para los estudios eclesiásticos, los seminarios diocesanos, distinguiéndose por la angélica piedad, amabilidad de carácter y aprovechamiento en las disciplinas escolares. Ordenado sacerdote el 26 de mayo de 1868, estuvo encargado de cura de almas en Prosto y en Savogno, en Val Chiavena, donde construyó una escuela elemental, y enseñó en las escuelas, por cuanto tenía un diploma de maestro. Multiplicó las iniciativas benéficas a favor de los pobres y con entusiasmo organizó la acción Católica juvenil, fundada en 1867 por Juan Acquaderni y Mario Fani. En 1875 fue a Turín, a donde Juan Bosco, de quien aprendió el camino de la santidad y el método pedagógico. Se vinculó con los votos religiosos a la sociedad salesiana. Pero en 1878 fue llamado por su obispo a la diócesis, fue nuevamente párroco en Traona, Olmo y Pianello Lario, donde en 1885 sonó la hora de la misericordia con la primera fundación de las obras soñadas de tiempo atrás a favor de los pobres abandonados.


Este sacerdote valteliense, en la escuela de los santos de su tiempo: Juan Bosco, José Cafasso, José Benito Cottolengo, Leonardo Murialdo, Luis Orione, Madre Francisca Javier Cabrini, también él fue iniciador de numerosas obras de beneficencia, que florecerían rápidamente gracias a su espíritu de dedicación, y a su capacidad de comunicar entusiasmo y valor a sus colaboradores.


Devoto y admirador de San Francisco de Asís, ingresó en su Tercera Orden. De la vida del Pobrecillo asumió el espíritu de pobreza y de perfecta alegría, de gran confianza en Dios y de amor por los hermanos más pobres: los huérfanos, los deficientes, los ancianos y los enfermos. Para continuar la institución fundó dos congregaciones religiosas: los siervos de la Caridad (Guanelianos) y las Hijas de Santa María de la Providencia (Guanellianas). La obra se desarrolló admirablemente en Italia y en el exterior. La pía unión del tránsito de San José, iniciada por él en Roma, cuenta hoy con más de diez millones de miembros. En años de encendido anticlericalismo, fue mirado con sospecha por las autoridades laicas y fue blanco de injusticias y persecuciones, pero las superó con la fuerza de su fe y el fuego de la caridad. Fue a América siguiendo a los emigrantes, trabajó mucho por la asistencia religiosa a los mismos. Para instruir a la juventud abrió escuelas de iniciación, y oratorios. Para asistir a las víctimas del terremoto de Calabria, en Marsica y en Mesina, no economizó energías ni medios.


En Como el 24 de octubre de 1915, a los 73 años concluyó su activa jornada este héroe de la caridad. Su cuerpo se venera en el Santuario del Sagrado Corazón en Como.


Una intercesión milagrosa para su canonización:


El milagro atribuido a la intercesión del ahora santo fue la milagrosa curación de William Glisson, un joven de Pennsylvania a quien los médicos no dieron oportunidad de recuperación tras sufrir un severo accidente mientras patinaba.


William tenía 21 años cuando en marzo de 2002 cayó de cabeza por patinar en reversa en la calle. Quedó en estado de coma y los médicos le practicaron cinco cirugías, incluyendo dos para unir las piezas de su cráneo. Los especialistas esperaban que el joven presentara un daño cerebral permanente.


Sin embargo, Glisson se recuperó completamente luego que un amigo de la familia organizara una campaña de oración por intercesión del Padre Guanella con una comunidad de los Siervos de la Caridad, así como residentes y estudiantes de la Aldea de Don Guanella dedicada a personas con discapacidades.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!











Rafael, Arcángel
Rafael, Arcángel

Octubre 24




Etimológicamente significa “ Dios le curó, medicina de Dios”.Viene de la lengua hebrea.


Dice Pablo:” Nada hagáis por la contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo”.


Aunque ya ha pasado al 29 de septiembre, fiesta de los Arcángeles, sin embargo hay ciudades que no lo han cambiado, como Córdoba, por ejemplo.


La historia de san Rafael se conoce por la Biblia. Fue enviado por Dios para que le ayudara a Tobías, a quien, para probar su paciencia, le había quitado la vista y los bienes.


También vino el arcángel de parte de Dios para que auxiliara a una joven llamada Sara.


Ya se había casado siete veces. Pero nunca pudo acostarse con ninguno de ellos porque un demonio se los mataba.


San Rafael se le apareció como un joven elegante al anciano Tobías.


Este se puso contento en poder acompañar a su hijo para que cobrase dinero.


Mientras iban de camino, al lavarse el joven Tobías los pies, vio que iba hacia él un pescado muy grande.


Lo cogió, y guardó la hiel, el hígado y el corazón.


Aconsejado por el ángel, lanzó Tobías al demonio de la habitación de Sara con el hígado del pescado.


Y ya pudo casarse con ella. De vuelta a la casa de su padre, le dio la vista con la hiel del mismo pescado.


Cuando le preguntaron al extraño visitante quién era. Contestó:"Yo soy el ángel Rafael, uno de los siete espíritus que asisten delante del Señor".


¡Felicidades quien lleve este nombre!



José Baldo nació el 19 de febrereo de 1843 Puegnago, en la orilla occidental del Lago Garda en la provincia de Brescia. Sexto entre nuevo hijos de Angelo Baldo y Ippolita House.

De los ocho hermanos, seis murieron desgraciadamente a edad temprana, la mortalidad infantil era un azote que marcó la vida de muchas familias en esas decadas.


Sus padres, particularmente su madre, le dieron una educación moral y religiosa loable. Aprendió aversión a cualquier forma de falta de compromiso y el estricto cumpliendo de sus deberes.


A los 16 años ingresó al Seminario del Obispado de Verona, diócesis a la que pertenecia Puegnago, se distinguió por su ejemplar comportamiento, la aplicación en los estudios, el espíritu de piedad, el celo apostólico, por lo cual la Santa Sede concedió para su ordenación, misma que tuvo lugar el 15 de agosto de 1865, contando con sólo 22 años.


Después de un parentésis como vicaro parroquial en Montorio (Verona), fue llamado en 1866 nuevamente al seminario, donde se le confió la tarea de sub director del Colegio Obispal de Verona, cargo que ocupó por más de diez años, mostrándose como un muy buen educador y pastor de almas. Escribió un manual de oraciones en el que también estaban impresas homilias y las reglas disciplinarias.


Después de un largo y fructífero período en el Colegio, consiguió que su obispo la autorización para dedicarse a un campo más amplio, asignándosele la parroquia de Ronco all’Adige (Verona), se posicionó el 17 de noviembre de 1877, casi en secreto para evitar confrontación con un grupo masónico, que lo había amenazado de muerte si hubiese usado la solemnidad usual en la ceremonia.


Conciente y convencido de que todo aquello que concierne al desarrollo humano, debe ser planificado y desarrollado por el parroco, concentró todo esfuerzo en la organización de un amplio plan de acción social y caritativa, dirigido a satisfacer las necesidades espirituales y temporales de cada persona.


En 1882 mujeres recogidas para la casa de la lactancia libre, en una asociación pía llamada "las Criadas de Caridad de St. María el del Soccorso”; el l´Asilo del istituì el gratuito infantil, la el di de Scuola Lavoro el il de e el parrocchiale de Ginnasio, una de aprì de inoltre Biblioteca Circolante. María el del Soccorso"; el Asilo instituyó al niño libre, la Escuela de Labor y la parroquia adiestra, también abrió una Biblioteca Actual.


En 1882 reune a mujeres para ayudar como enfermeras gratuitas a domicilio en una asosiación a la que denominó "Asistentes de la Caridad de Santa María del Socorro"; instituyó un Asilo gratuito para niños, la Escuala Técnica y Gimnasio Parroquial, también abrió una biblioteca ambulante.


En 1884 fundó la Sociedad de Obreros de Ayuda Mutua, con el fin de defender a los pobres de los prestamistas, y en 1888 abrió un hospital pequeño llamado "Casa Ippolita" (por el nombre de su madre) para atender a enfermos pobres y acoger a ancianos abandonados. Despues en 1893 abre otro centro para acoger ancianos de Ronco all’Adige y sus alrededores, en 1894 abrió la "Casa Rural Católica" para captar prestamos y conceder prestamos a intereses convenientes. En tiempo de Veneto, la emigración era una lacra social, por lo que difundió el "Decálogo del Emigrante", documento antesesor a la Encíclica ‘Rerum Novarum’ del Papa León XIII.


En el campo religioso puso la Eucaristía como centro de la vida espiritual, popularizó el apostolado de la oración, empezó a enseñar la Doctrina Cristiana. En 1879 reorganizó la Confraternidad del Santísimo Sacramento, reactivó la Sociedad de Doctrina Cristiana.


Para proveer la ayuda al necesitado y la adecuada administración de la "Casa Ippolita", en 1893, fundó las Hermanas de la Misericordia de Verona, la cual luego de un año se disolvió para crear otra institución femenina en Ronco.


A estas alturas, como pasó con tantos otros fundadores, debía establecer una nueva congregación, entonces el 13 de octubre de 1894, inició con algunas postulantes la Congregación de las "Pequeñas Hijas de San José".


El 25 de junio de 1897, las primeras siete hermanas hacían su profesión religiosa, la cofundadora fue Clementina Ippolita Forante (1864-1928). Su propósito es la ayudada a ancianos y enfermos, y la educación de niños y jóvenes.


Después de tan incansable labor, y habiendo sufrido 22 meses de dolorosa enfermedad, el Padre José Baldo murió el 24 de octubre de 1915 a los 72 años de edad.


Fue beatificado por Su Santidad Juan Pablo II el 31 de octubre de 1989.



Martirologio Romano: En distintos lugares de España, Beatos Fortunato Velasco Tobar y 13 compañeros, de la Congregación de la Misión;asesinados por odio a la fe ( 1934-1936)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.



Tenemos a la vista un objeto que habla del P. Amado (así le denominábamos casi siempre) más que un libro. Es una toalla empapada en su misma sangre de mártir. La llevaba al cuello al recibir los tiros. Cuando su cuerpo estaba aún ca­liente, una fiel discípula, cual otra Verónica, se atrevió a acer­cársele y se llevó el mejor regalo: sangre del Maestro y Padre, que con muerte heroica selló sus enseñanzas y consejos.

Fue así su martirio:


El 22 de octubre de 1936 ingresó en la cárcel. Días después, cuando dormía plácidamente, voces de terror lo pusie­ron en pie. Y, a poco, oyó cantar su nombre entre otros ca­torce.


Trágico cortejo camino del cementerio. La lista negra ha­bía sido apostillada con la palabra libertad, y el P. Amado dijo, al oírla, con presentimiento de lo terrible: “¡Qué liber­tad será ésta!” Ya el enigma estaba descifrado.


En la sien recibió el tiro mortal. Y él, que tenía costumbre de saludar a lo militar, murió saludando; el dolor le debió de inducir instintivamente a llevarse la mano derecha al lugar de la herida, que, aunque de muerte, tal vez no la produjera instantáneamente. Cruzáronle, al enterrarle, las dos manos so­bre el pecho; pero el día de la exhumación la mano diestra volvió a tomar su postura preferida.


¡Hasta la eternidad!, había dicho al Hermano Jiménez, con abrazo estrecho, al salir de la cárcel. El hermano sueño se unió con la hermana muerte, tras un, breve paréntesis de an­gustia y reflexión. Tales momentos de agonía —llamémoslos así—, convenientes, sin duda, fueron a su espíritu; mas no ne­cesarios. El P. Amado, va al decir, se tenía tragada la muerte desde el día y hora en que fue detenido. Ni obsta aquel pape­lito que escrito desde la checa decía así: “Leonor, estarnos Ji­ménez y yo; envíanos cena.” El tono agresivo que con él usa­ron los esbirros dejaba bien entrever sus pésimas intenciones, mas no era fácil predecir sus planes. La cena, en efecto, llegó, y a punto; que todavía restaban horas de prisión: en la ex igle­sia de los PP. Jesuitas fueron los dos recluidos; Dios le lleva­ba, al sacerdote y al apóstol, para tranquilizar conciencias.


Aunque breve su estancia en aquella mansión, se debió de ganar en seguida las simpatías de sus compañeros de dolor. Al verle tiritando, en aquella mañana que vió su inmolación, al tener que salir de la cárcel, un alma compasiva le dió ru abrigo. No lo quería él recibir; el otro insistió: —Póngase mi abrigo. Y se lo puso, no olvidándose de recomendar al Herma­no: “Si no vuelvo, cómprele un abrigo.”


Harto extraño era que, habiéndose llevado ya los rojos al P. Gutiérrez y andando a caza del P. Lozano, no se acordaran del Superior de la casa, tan conocido como era en el barrió de los Pescadores de Gijón, ni se preocuparan de incautarse de la residencia, sino que dejaron al carpintero y cocinero de los frailes tan tranquilos en su casa. Que carpintero de la casa decía ser el P. Amado, si bien sus manos no tenían callos. Bien descuidado se andaba él y confiado bajo el mono azul con cin­turón de cuero y sobre alpargatas rojas.


Insistiéronle varias veces a que se refugiara en otra parte; mas él respondía invariablemente: “¡Que no; que comprome­to!” Cierto que cuando pensaba en la posibilidad de que le llevaran a las fortificaciones, a las que tenía un terror pánico, tentaciones le venían de marcharse.


Un día fatal los sabuesos rojos olfatearon la malhadada pa­tente de Superior. Sin embargo, entonces no identificaron al titular con el carpintero —cosas que Dios permite—, y el hallazgo no trajo consecuencias desgraciadas y fulminantes.


Tras este incidente, corrieron días. Así ocurrió que tanto el Padre como el Hermano se hicieron la ilusión de que el peli­gro había desaparecido. Y vivían con ilusión y sin perder el apetito: el P. Amado se puso grueso en pocos días, los últimos de tranquilo bienestar. Ni los registros llegaron a inquietarles. Nada tenía de particular: los tiempos, las circunstancias.


Todos los días telefoneaba el P. Amado a las Hermanas, interesándose por ellas. Muchas personas iban a su casa a con­fesarte, singularmente Hermanas de todas las casas de la po­blación. Y él también salía a celebrar Misa y a confesar do­quiera le requerían. El día 12 de agosto confesó en el Asilo Pola unas treinta personas, y el 15 del mismo mes, fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen, celebró en el dicho Asilo la Santa Misa y hasta predicó.


Pero estas solemnidades trascendieron y los rojos trataron de apresarle, en días sucesivos, a aquel cura atrevido e inso­lente. Negaban el hecho las Hermanas del Asilo; pero os rojos afirmaron resueltos: “¿Si ha celebrado aquí, y llevaba mono y pistola.” No debían de ser del todo atravesados, cuan­do se apaciguaron al decirles mansamente y con acentos de súplica: “Si no se mete con nadie.”


La prudencia aconsejó e impuso restricción y miramiento. Y así continuó reinando la paz en medio del revuelto mar de persecución y martirio.


El 13 de octubre, no obstante, dos Hermanas, que fueron a casa a confesarse, encontraron al P. Amado, contra costum­bre, muy nervioso y excitado. ¿Presentía la proximidad de la tragedia?


Cuando el día 21 fue conducido ante “el Tribunal Popu­lar”, la acusación se fundamentaba en que había celebrado Misa el día 15 de agosto. Era Cura. Por consiguiente, “marca­damente faccioso”. Y no negó él. Sacerdote y Mártir usque in aeternum.


El P. Amado, hijo de Tomás e Isabel, nació el 29 de abril de 1903, en Moscardón (Teruel). Estudió para Paúl en la Es­cuela Apostólica de Teruel (“Capuchinos”). Ingresó en el no­viciado el 10 de septiembre de 1917. Hizo los votos el 30 de abril de 1921, siendo ya estudiante de Filosofía, en Hortaleza; la tardanza obedeció a no haber cumplido los dieciocho años de edad requeridos por el Código. Cursó la Teología en Cuen­ca y en Madrid. En Cuenca fue uno de los fundadores de aque­lla inter nos famosa “Brigada de Trabajadores”, que tanto se distinguió, al paso de los años, siempre renovada, en la crea­ción de la hermosa y utilísima Explanada del Seminario de San Pablo, asombro de las presentes y futuras generaciones.


Se ordenó de Menores el 21 de junio y el 12 de julio de 1925; de Subdiácono, el 14 de febrero de 1926; de Diácono, el 20 de marzo, y de Sacerdote, el 2 de mayo del mismo año de 1926.


Estuvo destinado los ocho primeros meses, después de or­denado, en la Casa-Misión de Ávila; en 1927 fue destinado a la fundación de la casa de Granada, y con residencia en ésta, predicó todavía un curso de Misiones en Ávila; asimismo pre­dicó misiones sueltas en la diócesis de Granada; el 16 de fe­brero de 1929 salió para la fundación de Gijón, y en 1935 fue nombrado Superior de esta residencia.


Era el P. Amado de mediana estatura, tipo fino, bien pro­porcionado, color moreno castaño, de temperamento alegre, aunque era formal cuando se requería; excelente predicador, por el fondo, si no abundante, selecto, y por la forma, cuidada y agradable. El P. Amado fue de los que sacan partido a los talentos que el Señor da a cada cual. Se había hecho realmete una joya de la Congregación y su valor iba en crescendo.


Sin, duda, al trasponer los umbrales de la eternidad ha oído estas consoladoras palabras: “Anda, siervo bueno y fiel; por­que fuiste fiel en lo poco, yo te constituiré sobre lo mucho; entra en el gozo de tu Señor.”


Escrita la anterior relación, nos viene a las manos otra del P. Lozano, viva y emocionante, como escrita con tinta reciente de personales impresiones.


Publicamos las dos porque así se completa el apunte bio­gráfico. Las diferencias detallistas entre una y otra obedecen a la diversidad de fuentes de información.


Escribe:


“El P. Amado García quedaba ya solo en casa con el Her­mano Jiménez. Herido profundamente por estas desgracias y temiendo por los que aun quedaban, redoblé mis trabajos para hacerles salir y evitar que la catástrofe tomara más proporcio­nes. Todo inútil. Nuestro buenísimo Superior había llegado a convencerse de que como sacerdote no se le perseguía. Uno tras otro habían ido cayendo más de sesenta sacerdotes y re­ligiosos de distintas órdenes: todos los que habían sido encon­trados. El, sin embargo, continuaba siendo asistido mimosa­mente todos los días, pero en, realidad perfectamente vigilado. En alguna ocasión llegó a instarme a que me fuera con él a casa, en donde me consideraba más seguro.


“Habían pasado ya cuatro meses. Las detenciones y los crímenes aumentaban día por día. Sólo diez o doce sacerdotes quedaban perfectamente escondidos. Por mi mente pasó la idea de ir personalmente a casa, aprovechando uno de mis disfra­ces, y sacármelo a viva fuerza. Con mucho trabajo consiguie­ron disuadirme, pero sólo a condición de que una Hermana, perfectamente disfrazada, iría inmediatamente a suplicarle en, mi nombre que no esperase un momento más. En efecto, aque­lla mañana, perfectamente desfigurado, salió de casa por fin, y fue a esconderse en una casita humilde perteneciente a un izquierdista razonable, que hacía ya meses servía de amparo al único párroco que quedaba con vida, el de San Lorenzo.


Apenas si tuve tiempo de celebrar este triunfo. No habían pasado veinticuatro horas cuando, cansado, creyéndose una car­ga en aquella casa acogedora, excesivamente confiado, o delicado en demasía, volvía a la residencia, sin que fueran bastantes a de­tenerlo cuantas súplicas y lamentos se le opusieron. Era qui­zás más fuerte la voz de Dios que le llamaba al martirio. Los suyos se lo habíamos querido evitar, y la Providencia quiso, torciendo todas nuestras previsiones, que fuera precisamente uno de los suyos el que se lo facilitara. En la tarde de aquel mismo día nuestro buenísimo hermano Jiménez salía camino de una aldea próxima en busca de alguna cosa que comer, pues ya el hambre se había enseñoreado de la población civil. Pa­saba por un puente sobre la ría en que termina la magnífica playa de Gijón, cuando unos centinelas dieron el “¡Alta!”, apuntándole con el fusil. Trémulo y confuso, fue contestando, sin darse cuenta apenas, a las preguntas que le fueron ha­ciendo:


—¿Quién eres?


—Un pobre lego.


—¿De qué convento?


—De los PP. Paúles.


—¿Dónde están los frailes?


—Algunos han sido fusilados y otros no sabemos dónde están.


—Y tú, ¿dónde vives?


—En nuestra casa, con el P. Superior.


Síguenos.


Terminaron. Y, en medio de ellos, como un criminal, el buen anciano fue conducido a la checa y sometido a un sagaz y minucioso interrogatorio.


Poco tiempo después era detenido en casa el P. Amado y llevado a la iglesia de la Compañía. 290 individuos habían sido detenidos aquella misma tarde.


¿Qué pasó en la prisión? Con lágrimas en los ojos me lo contaba, días después, el que había sido compañero de lecho de nuestro buenísimo Superior en aquella noche postrera.


“Horas y horas se pasó en confesarnos a todos, me decía. Teníamos tan segura la muerte…” Cuando todos estuvimos con­fesados, el buenísimo Padre, radiante de alegría, nos invitó a rezar el Rosario a la Milagrosa. Más que rezar, declamaba las oraciones, de tal modo, que sus palabras, rebotando en las bóvedas de la magnífica iglesia, convertida en catacumba, caían sobre todos nosotros como riada de optimismo y de valor. Al cabo, después de bendecirnos, nos recostamos para descansar y esperar tranquilos la muerte próxima. Casi todos nos había­mos proporcionado una manta, un colchón y una almohada, para no dormir en el duro suelo, que infinitos presos habían dejado a su paso infecto y sucio. Yo observé que el P. Amado no tenía en dónde acostarse .y se recogía en un rinconcito. Le llamé y obligué a que se acostara conmigo. Poco después dor­mía tranquilamente: tal era su tranquilidad.


A las doce de la noche nuestra magnífica iglesia-prisión, desmantelada, sin luz apenas, con cerca de trescientos hombres tirados por el suelo en la más rara y policroma confusión, se estremecía todavía con las plegarias de muchos hombres. Sólo el Padre dormía profundamente.


Hacia las dos de la madrugada nuestros verdugos aparecie­ron como una invasión siniestra en el presbiterio. Fueron nom­brando uno a uno y poniendo en libertad a muchos que, nun­ca pensaron en recobrarla.


Al llegar al P. Amado, el que parecía jefe de aquella chus­ma cantó su nombre con una mezcla de odio y de sarcasmo. “Amado García. Fraile.” Tuve que despertarlo con algún es­fuerzo. Se presentó ante ellos, y, como a los demás, también le dijeron, aunque con un tono bien distinto: “También a ti te vamos a dar la libertad. Espérate aquí, a la izquierda.” Su tono sarcástico daba a entender bien claro lo que aquella li­bertad significaba para él. Se acercó a mí y, visiblemente emocionado, me dijo abrazándome:. “Adiós. Hasta la eternidad.”


Después, se acercó de nuevo a los jocosos esbirros y les dijo presentándoles al Hermano: “Matadme a mí, pero no hagáis nada a este pobre viejo, que nada tiene que ver. Es sólo un criado nuestro.”


Aun no había amanecido. A las puertas del cementerio llegó un coche y de él descendieron unos cuantos asesinos, trayendo a un detenido. Joven, resignado, tranquilo. Era el P. Amado, condenado a muerte por el enorme delito de ser un sacerdote santo.


De su muerte edificante decían al día siguiente en un suel­to del periódico los mismos rojos algunas alabanzas, que hoy, por no tener a mano el periódico, no puedo transcribir al pie de la letra. Por alguno de los que asistieron a su fusilamiento pudimos recoger sus últimas palabras, cortas, sentidas, ter­minantes.


“Matadme cuanto antes, pero no me martiricéis. Dios os perdone, como yo también os perdono.”


El primer disparo debió de cogerle en el acto de bendecirles, pues el proyectil, después de atravesar su antebrazo, fue a alojarse en el cráneo, a la altura de la frente. Un nuevo disparo en el parietal derecho lo arrancó para siempre de entre nosotros.


Por medio de algunas buenas mujeres conseguimos resca­tar su cuerpo y enterrarlo en una sepultura particular; se hi­cieron algunas fotografías de los lugares de su martirio y se recogió una toalla empapada en su sangre preciosa.


Permitidme que desde estas cuartillas levante esa toalla santificada y ennoblecida como un símbolo y corno una rúbri­ca. La rúbrica de esa página maravillosa que en los anales de la Congregación ha escrito nuestra casita de Gijón; y el sím­bolo de un porvenir magnífico que sobre esta flagelada tierra de Asturias se abre a nuestra pequeña residencia, coronada por Dios con esa bandera de purísima y novísima libertad.”





1. TOMÁS PALLARÉS IBÁÑEZ

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 06 Marzo1890 en Iglesuela del Cid, Teruel (España)

martirio: 13 Octubre 1934 en Oviedo, Asturias (España)

2. SALUSTIANO GONZÁLEZ CRESPO

hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 01 Mayo 1871 en Tapia de la Ribera, León (España)

martirio: 13 Octubre 1934 en Oviedo, Asturias (España)


3. LUIS AGUIRRE BILBAO

hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 13 Septiembre 1914 en Murguía, Vizcaya (España)

martirio: 30 Julio 1936 en Alcorisa, Teruel (España)


4. LEONCIO PÉREZ NEBREDA

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 18 Marzo1895 en Villarmentero, Burgos (España)

martirio: 02 Agosto 1936 en Las Planas de Oliete, Teruel (España)


5. ANDRÉS AVELINO GUTIÉRREZ MORAL

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 11 Noviembre 1886 en Salazar de Amaya, Burgos (España)

martirio: 03 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)


6. ANTONIO CARMANIÚ MERCADER

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 17 Agosto 1860 en Rialp, Lérida (España)

martirio: 17 Agosto 1936 en Llavorsi, Lérida (España)


7. FORTUNATO VELASCO TOBAR

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 31 Mayo 1906 en Tardajos, Burgos (España)

martirio: 24 Agosto 1936 en Alcorisa, Teruel (España)


8. RICARDO ATANES CASTRO

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 05 Agosto 1875 en Cualedro, Orense (España)

martirio: 14 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)


9. PELAYO JOSÉ GRANADO PRIETO

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 30 Julio 1895 en Santa María de los Llanos, Cuenca (España)

martirio: 27 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)


10. AMADO GARCÍA SÁNCHEZ

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 29 Abril 1903 en Moscardón, Teruel (España)

martirio: 24 Octubre 1936 en Gijón, Asturias (España)


11. IRENEO RODRÍGUEZ GONZÁLEZ

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 10 Febrero 1879 en Los Balbases, Burgos (España)

martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)


12. GREGORIO CERMEÑO BARCELÓ

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 09 Mayo 1874 en Sitios, Zaragoza (España)

martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)


13. VICENTE VILUMBRALES FUENTE

sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 05 Abril 1909 en Reinoso de Bureba, Burgos (España)

martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)


14. NARCISO PASCUAL y PASCUAL

hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)

nacimiento: 11 Agosto 1917 en Sarreaus de Tioira, Orense (España)

martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)



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