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Presbítero y Mártir

Martirologio Romano: En Esmirna, en Asia Menor, hoy en Turquía, san Pionio, presbítero y mártir, el cual, según la tradición, fue encarcelado por haber hecho una apología de la fe cristiana ante el pueblo. Allí, en prisión, con sus exhortaciones animó a muchos hermanos a soportar el martirio y, después de sufrir varios tormentos, por medio del fuego alcanzó la muerte por Cristo. ( c.250)

Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma: el Papa.

Pionio fue un presbítero de Esmirna y un genuino heredero del espíritu de San Policarpo. Hombre elocuente e ilustrado, convirtió a muchísimos a la verdadera fe. Durante la persecución de Decio, -o la de Marco Aurelio-, fue aprehendido, junto con Sabina y Asclepíades, al estar celebrando el aniversario de la fiesta del martirio de san Policarpo. Pionio fue prevenido en un sueño de su inminente destino. En la mañana, cuando los cristianos estaban tomando el "pan santo" (probablemente la eulogia [1] bendecida y distribuida en la misa) con agua, fueron sorprendidos y apresados por Polemón, el sacerdote principal del templo. Durante largos interrogatorios, resistieron todas las solicitaciones para que ofrecieran sacrificios, y manifestaron que estaban prestos a sufrir los peores tormentos y aun la muerte, antes que ceder; declararon que adoraban a un solo Dios y que pertenecían a la Iglesia Católica. Cuando le preguntaron a Asclepíades a cuál Dios adoraba, respondió "a Jesucristo". Polemón dijo: "¿es ese otro Dios?" Asclepíades respondió: "No; es el mismo Dios a quien acaban de confesar", clara declaración en esta época primitiva de la consubstancialidad de Dios Hijo. Sabina sonrió al oír las amenazas de que serían todos quemados vivos. Los paganos dijeron: "¿sonríes? Entonces serás enviada a los lupanares públicos". Ella contestó: "Allí Dios me protegerá".

Fueron encarcelados y pidieron que los pusieran en el calabozo menos accesible para poder orar con más libertad. Por la fuerza fueron arrastrados al templo y se hubo que utilizar la violencia para obligarlos a ofrecer sacrificios. Resistieron con todas sus fuerzas, al grado de que, como las actas del martirio relatan, "se necesitaron seis hombres para subyugar a Pionio". Cuando les colocaron guirnaldas en la cabeza, los mártires se las arrancaron; y el sacerdote que tenía la obligación de llevarles el manjar sacrificial tuvo miedo de acercárseles. Su constancia reparó el escándalo causado por Eudemón, obispo de Esmirna, que había apostatado y ofrecido sacrificios. Cuando el procónsul Quintiliano llegó a Esmirna, hizo que pusieran a Pionio en el potro y que su cuerpo fuera desgarrado con garfios, y luego lo condenó a la muerte. La sentencia se leyó en latín: "Pionio confiesa ser cristiano, y ordenamos que se le queme vivo".

Con ardorosa fe, Pionio fue el primero en apresurarse para ir al estadio (campo público de carreras), y ahí se despojó de sus vestiduras. Su cuerpo no mostraba ninguna señal de la reciente tortura. Subió a la tarima de madera, dejó que el soldado fijara los clavos, cuando estuvo bien sujeto, el oficial que presidía dijo: "todavía puedes reflexionar y arrepentirte y se te quitarán los clavos". Pero él contestó que su deseo era morir pronto para que más pronto pudiera resucitar de nuevo. De pie y mirando hacia el oriente, mientras amontonaban a su alrededor la leña, Pionio cerró los ojos, de modo que la gente creyó que se había desmayado. Sin embargo, estaba rezando en silencio, y una vez que llegó al fin de su oración, abrió los ojos y dijo "Amén", con el rostro radiante, mientras las llamas se elevaban a su alrededor. Por fin con las palabras "Señor, recibe mi alma", entregó su espíritu, tranquilamente y sin dolor, al Padre que ha prometido guardar a toda alma injustamente condenada. Todo lo anterior parece el relato de un testigo ocular, quien añade que, cuando el fuego se apagó, "los que estábamos allí cerca vimos su cuerpo como si fuera el de un robusto atleta; ni los cabellos, ni las mejillas estaban chamuscados, y su rostro resplandecía asombrosamente".

VIDAS DE LOS SANTOS Edición 1965
Autor: Alban Butler (†)
Traductor: Wilfredo Guinea, S.J.
Editorial: COLLIER´S INTERNATIONAL - JOHN W. CLUTE, S. A.

NOTA:
[1] Eulogia: En el uso eclesiástico el término eulogia se ha aplicado al objeto bendecido. En los primeros tiempos se utiliza en ocasiones para denotar la Sagrada Eucaristía, y en este sentido es especialmente frecuente en los escritos de San Cirilo de Alejandría. El origen de este uso se halla, sin duda, en las palabras de San Pablo (1 Cor. 10,16): to poterion tes eulogias ho eulogoumen (la copa de bendición que bendecimos). Pero el uso más general es para tales objetos como pan, vino, etc., que se acostumbraba a distribuir después de la celebración de los Divinos Misterios. El pan así bendecido, sabemos por San Agustín (De pecat. Merit., II, 26), se distribuía habitualmente a su tiempo a los catecúmenos, e incluso le da el nombre de sacramentum, por haber recibido la bendición oficial de la Iglesia: "Quod acceperunt catechumeni, quamvis non sit corpus Christi, sanctum tamen est, et sanctius quam cibi quibus alimur, quoniam sacramentum est" (Lo que los catecúmenos reciben, aunque no es el Cuerpo de Cristo, es santo, ---más santo, de hecho, que nuestra alimentación habitual, ya que es un sacramentum [sacramental]).

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Presbítero y Mártir

Martirologio Romano: En Córdoba, en la región de Andalucía, en Hispania, san Eulogio, presbítero y mártir, degollado por su preclara confesión de Cristo. Su memoria litúrgica se celebra el 9 de enero ( 859).

Etimológicamente: Eulogio = Aquel que habla bien.

Breve Biografía

Dicen que San Eulogio es la mayor gloria de España en el siglo noveno. Vivió en la ciudad de Córdoba, que estaba ocupada por los musulmanes o mahometanos, los cuales solamente permitían ir a misa a los que pagaban un impuesto especial por cada vez que fueran al templo, y castigaban con pena de muerte al que hablara en público de Jesucristo, fuera del templo.

Nació el año 800 de una familia que se conservaba fervientemente católica en medio de la apostasía general cuando la mayoría de los católicos había abandonado la fe por miedo al gobierno musulmán. Este santo será el que logrará renovar el fervor por la religión católica en su ciudad y los alrededores.

Su abuelo, que se llamaba también Eulogio, lo enseñó desde pequeño a que cada vez que el reloj de la torre daba las horas, dijera una pequeña oración, por ejemplo: "Dios mío, ven en mi auxilio, Señor, ven a prisa a socorrerme".

Tuvo por maestro a uno de los más grandes sabios de su tiempo, al famoso Esperaindeo, el cual lo formó muy bien en filosofía y otras ciencias. Como compañeros de estudios tuvo a Pablo Alvarez, el cual fue siempre su gran amigo y escribió más tarde la vida de San Eulogio con todos los detalles que logró ir coleccionado.

Su biógrafo lo describe así en su juventud: "Era muy piadoso y muy mortificado. Sobresalía en todas las ciencias, pero especialmente en el conocimiento de la Sagrada Escritura. Su rostro se conservaba siempre amable y alegre. Era tan humilde que casi nunca discutía y siempre se mostraba muy respetuoso con las opiniones de los otros, y lo que no fuera contra la Ley de Dios o la moral, no lo contradecía jamás. Su trato era tan agradable que se ganaba la simpatía de todos los que charlaban con él. Su descanso preferido era ir a visitar templos, casas de religiosos y hospitales. Los monjes le tenían tan grande estima que lo llamaban como consultor cuando tenían que redactar los Reglamentos de sus conventos. Esto le dio ocasión de visitar y conocer muy bien un gran número de casas religiosas en España".

Ordenado de sacerdote se fue a trabajar con un grupo de sacerdotes y pronto empezó a sobresalir por su gran elocuencia al predicar, y por el buen ejemplo de su santa conducta. Dice su biógrafo: "Su mayor afán era tratar de agradar cada día más y más a Dios y dominar las pasiones de su cuerpo". Decía confidencialmente: "Tengo miedo a mis malas obras. Mis pecados me atormentan. Veo su monstruosidad. Medito frecuentemente en el juicio que me espera, y me siento merecedor de fuertes castigos. Apenas me atrevo a mirar el cielo, abrumado por el peso de mi conciencia".

Eulogio era un gran lector y por todas partes iba buscando y consiguiendo nuevos libros para leer él y prestar a sus amigos. Logró obtener las obras de San Agustín y de varios otros grandes sabios de la antigüedad (cosa que era dificilísimo en esos tiempos en que los libros se copiaban a mano, y casi nadie sabía leer ni escribir) y nunca se guardaba para él solo los conocimientos que adquiría. Trataba de hacerlos llegar al mayor número posible de amigos y discípulos. Todos los creyentes de Córdoba, especialmente sacerdotes y religiosos se fueron reuniendo alrededor de Eulogio.

En el año 850 estalló la persecución contra los católicos de Córdoba. El gobierno musulmán mandó asesinar a un sacerdote y luego a un comerciante católico. Los creyentes más fervorosos se presentaron ante el alcalde de la ciudad para protestar por estas injusticias, y declarar que reconocían como jefe de su religión a Jesucristo y no a Mahoma. Enseguida los mandaron torturar y los hicieron degollar. Murieron jóvenes y viejos, en gran número. Algunos católicos que en otro tiempo habían renegado de la fe por temor, ahora repararon su falta de valor y se presentaron ante los perseguidores y murieron mártires.

Algunos más flojos decían que no había que proclamar en público las creencias, pero San Eulogio se puso al frente de los más fervorosos y escribió un libro titulado "Memorial de los mártires", en el cual narra y elogia con entusiasmo el martirio de los que murieron por proclamar su fe en Jesucristo.

A dos jóvenes católicas las llevaron a la cárcel y las amenazaron con terribles deshonras si no renegaban de su fe. Las dos estaban muy desanimadas. Lo supo San Eulogio y compuso para ellas un precioso librito: "Documento martirial", y les aseguró que el Espíritu Santo les concedería un valor que ellas nunca habían imaginado tener y que no les permitiría perder su honor. Las dos jóvenes proclamaron valientemente su fe en Jesucristo y le escribieron al santo que en el cielo rogarían por él y por los católicos de Córdoba para que no desmayaran de su fe. Fueron martirizada y pasaron gloriosamente de esta vida a la eternidad feliz.

El gobierno musulmán mandó a Eulogio a la cárcel y él aprovechó esos meses para dedicarse a meditar, rezar y estudiar. Al fin logra salir de la cárcel, pero encuentra que el gobierno ha destruido los templos, ha acabado con la escuela donde él enseñaba y que sigue persiguiendo a los que creen en Jesús.

Eulogio tiene que pasar diez años huyendo de sitio en sitio, por la ciudad y por los campos. Pero va recogiendo los datos de los cristianos que van siendo martirizados y los va publicando, en su "Memorial de los mártires".

En el año 858 murió el Arzobispo de Toledo y los sacerdotes y los fieles eligieron a Eulogio para ser el nuevo Arzobispo. Pero el gobierno se opuso. Algo más glorioso le esperaba en seguida: el martirio.

Había en Córdoba una joven llamada Lucrecia, hija de mahometanos, que deseaba vivir como católica, pero la ley se lo prohibía y quería hacerla vivir como musulmana. Entonces ella huyó de su casa y ayudada por Eulogio se refugió en casa de católicos. Pero la policía descubrió dónde estaba y el juez decretó pena de muerte para ella y para Eulogio.

Llevado nuestro santo al más alto tribunal de la ciudad, uno de los fiscales le dijo: "Que el pueblo ignorante se deje matar por proclamar su fe, lo comprendemos. Pero Tú, el más sabio y apreciado de todos los cristianos de la ciudad, no debes ira sí a la muerte. Te aconsejo que te retractes de tu religión, y así salvarás tu vida". A lo cual Eulogio respondió: "Ah, si supieses los inmensos premios que nos esperan a los que proclamamos nuestra fe en Cristo, no sólo no me dirías que debo dejar mi religión, sino que tu dejarías a Mahoma y empezarías a creer en Jesús. Yo proclamo aquí solemnemente que hasta el último momento quiero ser amador y adorador de Nuestro Señor Jesucristo".

Un soldado le abofeteó la mejilla derecha y nuestro santo le presentó la mejilla izquierda y fue nuevamente abofeteado. Luego lo llevaron al lugar de suplicio y le cortaron la cabeza. Poco después martirizaron también a Santa Lucrecia.

San Eulogio: ¡Consíguenos un gran entusiasmo por nuestra religión!.


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Abad

Martirologio Romano: En el monasterio de Bobbio, en la Emilia-Romaña, san Atalo, abad, quien, cultivador de la vida cenobítica, se retiró primero al monasterio de Lérins y después al de Luxeuil, donde fue sucesor de san Columbano, brillando sobremanera por su celo y por su virtud de discernimiento. ( 626)

Breve Biografía

San Atalo, originario de Borgoña, pasó su juventud con Aregio, obispo de Gap, a quien sus padres le habían confiado. Sintiendo que sus progresos en la virtud no correspondían a sus éxitos en el estudio de las letras profanas, Atalo ingresó en el monasterio de Lérins. Sin embargo, más tarde decidió buscar una comunidad aún más estricta. En el célebre monasterio de Luxeuil, fundado por San Columbano en el antiguo pueblo romano de Luxovium (en la Borgoña), Atalo encontró toda la austeridad que pudiera desear y pronto llegó a ser el discípulo predilecto de San Columbano, quien vio en él a un alma gemela y se esforzó por guiarle a la más alta perfección. Cuando Teodorico, rey de Austrasia, desterró de Francia a San Columbano y a todos los monjes irlandeses, Atalo partió con el santo abad. En Lombardía, el rey Aguilulfo les asignó un solitario rincón de los Apeninos para que fundasen el monasterio de Bobbio (en Piacenza). Para entonces, San Columbano tenía ya setenta años de edad. Como sólo vivió un año más, hay que atribuir gran parte de la gloria de haber fundado el famoso monasterio a San Atalo, quien le sucedió en el cargo de abad, el año 615. El nuevo superior tuvo que enfrentarse con muchas dificultades, particularmente con la deslealtad de sus monjes, quienes, inmediatamente después de la muerte de San Columbano, empezaron a murmurar contra la severidad de la regla y se rebelaron.

San Atalo, como San Columbano, luchó largo tiempo contra el arrianismo, que había invadido los alrededores de Milán. Dios le había concedido el don de curar a los enfermos; su biógrafo, Jonás el Escocés, presenció algunas de las curaciones milagrosas que hizo. Cincuenta días antes de su muerte, San Atalo recibió aviso del cielo de prepararse para un largo viaje. No sabiendo si se trataba de una expedición al extranjero o del paso a la eternidad, el abad puso en orden los asuntos del monasterio y se preparó como si fuese a partir. Cuando la fiebre empezó a dejarse sentir, San Atalo comprendió que el aviso del cielo se refería a su muerte. La enfermedad se agravó y el santo pidió que le colocasen fuera de su celda, junto a la cruz que se levantaba ante la puerta y que él había tocado siempre al entrar y al salir. Como quisiese estar solo unos momentos, todos se alejaron, excepto San Bliomondo (más tarde abad de Saint-Valéry), quien solamente se retiró un poco, por si el santo necesitaba de su ayuda. San Atalo dio gracias a Dios con muchas lágrimas; después vio el cielo abierto y se quedó contemplándolo varias horas. Más tarde, los monjes le introdujeron de nuevo en la celda. El santo murió al día siguiente y fue sepultado en Bobbio, junto a su maestro San Columbano. Posteriormente, se colocó en la misma tumba el cuerpo de San Bertulfo y los tres varones de Dios fueron venerados conjuntamente.


VIDAS DE LOS SANTOS Edición 1965
Autor: Alban Butler (†)
Traductor: Wilfredo Guinea, S.J.
Editorial: COLLIER´S INTERNATIONAL - JOHN W. CLUTE, S. A.

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Mártir

Martirologio Romano: En África, conmemoración de san Víctor, mártir, sobre el cual en el día de su fiesta, San Agustín dio a la gente un sermón.
Son varios los santos llamados Víctor que son venerados por la Iglesia, pero, con excepción de los "corposantos", éste es sin duda del que tenemos menos información. De hecho, en honor a la verdad, de él tan sólo sabemos su nombre. Posidio, biógrafo de San Agustín, en su Indiculus -lista de obras de San Agustín- menciona un sermón dedicado a San Víctor mártir, pero es imposible saber a cual de todos los santos mártires homónimos del África septentrional pudo referirse. Lo que si sabemos con toda certeza es que el cardenal Baronio lo insertó en el Martyrologium Romanum del 10 de marzo.

responsable de la traducción: Xavier Villalta

NOTA: Corposantos: Este término se le aplica aquellos cuerpos de santos desconocidos extraídos de las catacumbas o también de otros sitios, pero siempre a santos desconocidos.

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Por: . | Fuente: dominicainesdebethanie.org || www.dominicosca.org

Sacerdote y Fundador
de las Religiosas de la Tercera Orden de Santo Domingo en Betania

Martirologio Romano: En Frasne-le-Chateau (Francia), Beato Jean-Joseph Lataste (en el siglo Alcide Vital), sacerdote profeso de la Orden de los Frailes Predicadores y fundador de las Religiosas de la Tercera Orden de Santo Domingo en Betania. ( 1969)

Fecha de beatificación: 3 de junio de 2012, durante el pontificado de S. S. Benedicto XVI


El Padre Lataste nació en Cadillac-sur-Garonne (Gironda, Francia), el 5 de septiembre de 1832. Fue el último de los siete hijos de Joan y Vital Lataste, su padre no era creyente pero no se opuso a que su mujer criara a sus hijos como buenos cristianos. Fue bautizado al siguiente día de su nacimiento, recibiendo del nombre de Alcide, su hermana mayor, Rosy, fue su madrina. De niño, fue curado milagrosamente de una seria enfermedad y él atribuía esa curación al patrocinio de la Santísima Virgen.

Desde muy joven, se sintió llamado al sacerdocio. Después de muchas dudas, y una profunda batalla personal, en 1857 ingresó en la orden de los dominicos, hizo profesión en presencia de su padre y dos hermanos y fue enviado a Toulouse para terminar los estudios. Vivió en los conventos de Chalais, Grenoble y St Maximin-la-Sainte-Baume, donde se familiarizó con María Magdalena a través de una profunda contemplación. El 10 de Mayo de 1862 hizo profesión solemne y el 8 de Febrero de 1963 fue ordenado sacerdote en Marseille a manos del Obispo Petagna. Continuó estudiando y fue finalmente asignado al convento de Bordeaux. Su ministerio sacerdotal se caracterizó por sermones inspirados, retiros, confesiones, mortificación y adoración del Santísimo Sacramento.

En 1864, fue enviado a predicar un retiro llevado a cabo en la prisión de mujeres de Cadillac, donde descubrió en ellas los maravillosos efectos de la gracia, y, en algunas, una llamada real a entregarse a Dios en una vida consagrada. Es en esta prisión, antes de la Eucaristía, que recibió la inspiración de fundar una nueva familia religiosa, donde todas las hermanas, cualquiera que sea su pasado, pueden unirse en un mismo amor y una misma consagración.

Así nace en 1866 -con la ayuda de la Madre Dominique-Henri de las Hermanas de la Presentación de Tours- la orden de las Hermanas Dominicanas de Betania cuyo propósito es dar la bienvenida a las mujeres liberadas de prisión para que puedan convertirse en religiosas, sin distinción entre ellas y las otras hermanas.

"Hay una verdad... las más grandes pecadoras tienen dentro de sí mismas a aquel que hace a los grandes santos. ¿Quién sabe si no lo llegarán a ser algún día?"

Era la primera comunidad de Dominicas de Betania, bajo la protección de Santa María Magdalena.

"Sea cual sea su pasado no las consideréis más como prisioneras, sino como almas consagradas a Dios, que, al igual que ustedes, son almas religiosas".

Fray Lataste volvió a enfermarse en 1868. En esa ocasión, su enfermedad era tan seria que tuvo que dictar de manera oral las Constituciones de las Hermanas de Betania a la Madre Dominique-Henri, las cuales fueron completadas más tarde, después de su muerte, por fray Baker. Murió el 10 de Marzo de 1869 con un gran amor por sus hermanas y una gran gratitud a Dios. Fue inicialmente sepultado en el convento de las Hermanas en Frasne-le-Chateau. Su cuerpo fue trasladado posteriormente, cuando las hermanas se movieron a un nuevo convento en Montferrand-le-Chateau y fue trasladado de nuevo, esta vez a la capilla de las hermanas, cuando fue abierta la causa de beatificación. En su tumba dice: "Habiendo llegado a la perfección en poco tiempo, logró la plenitud de una larga vida".

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Monje

Martirologio Romano: En la zona de Rapolla en la Basilicata (Italia), San Vital de Castronovo, monje. ( 993)

Breve Biografía

Vital fue monje en Rapolla, Provincia de Potenza, en la Basilicata (región del sur de Italia históricamente conocida como Lucania).

Natural de Castronovo de Sicilia, en el valle de Mazara, sus padres eran Sergio de Mennita y Crisónica, siendo una familia rica de alto linaje. Fue bautizado en la iglesia local y educado según los preceptos del rito griego, en esta época de dominación musulmana a los cristianos se les permitía en la isla una cierta autonomía en materia religiosa.

Al crecer no le interesaron los estudios sino que se inclinó por la vida espiritual, que le llevaría a entrar en torno al año 950 en el retiro ascético del monasterio de san Felipe, de los monjes basilios, que estaba situado en la ladera del monte Etna en Agira (Enna) y en el que recalaron muchos ascetas calabreses y sicilianos de los siglos IX y X, aquí permanecería cinco años dedicado a la oración y el trabajo.

Transcurridos estos años pidió permiso al abad y realizó con un grupo de hermanos una peregrinación ritual a la tumba de los santos apóstoles en Roma; durante el viaje fue mordido por una serpiente venenosa en Terracina (Latina), y se dice que aconteció una curación milagrosa tras hacerse él mismo la señal de la cruz sobre la herida.

En su camino de regreso decidió no volver al monasterio y se separó de sus compañeros, eligiendo vivir como un eremita, ocuparía una cueva cercana a Santa Severina (Crotona), en Calabria, durante dos años.

Volvería después a Sicilia incorporándose a un cenobio cercano al de Agira, también bajo la regla de los basilios, permaneciendo en éste doce años, perfeccionándose.

Al final de este período regresó a Calabria para proseguir su vida anacoreta y peregrinaría por esa tierra; se asentó cerca de Cassano en el monte Lipirachi, en esta zona conoce al abad del convento de Locri (Antonio de Gerace), monje eremita que cumplía una vivencia muy estricta, con quien permaneció unos días dándole sabios consejos sobre moderación.

Continuó hacia Roseto Capo Spulico (Cosenza), en Lucania, donde habitó en un lugar solitario frente al mar, lugar que por su aislamiento servía también como guarida de criminales. San Vital lo transformaría en un lugar de paz y tranquilidad, ganándose el afecto de las gentes de Roseto que quisieron levantar una iglesia dedicada a san Basilio. De este período es el relato según el cual obró un milagro al orar por los cultivos amenazados por una inundación, la cual cedió, y finalmente la cosecha fue fructífera para alegría de todos.

En los años sucesivos cambió varias veces de ubicación eremítica: San Chirico Raparo, Monte Sant-Angelo, monte San Juliano (Erice). Pasando por Mercurion y Latiniano, en la Lucania, sitios organizados de vida monástica local, volvió a moverse por la región, fundando monasterios en varios lugares y confortando a los monjes, angustiados por las invasiones sarracenas.

Pero fue por poco tiempo, pues su vocación le llevaba a escuchar al Señor en la quietud de la soledad; así que se estableció en una cueva próxima a Armento (Potenza).

En varias ocasiones oraría pidiendo a Dios poner remedio en asuntos de mayor o menor gravedad, por lo que su fama se extendió, al punto que, en 979, el gobernador bizantino de Bari, Basilio, le llamó a su presencia para conocerle; acudió acompañado de oros dos mojes y le confesó, durante su permanencia allí una fuerte tormenta que se había desatado no provocó daños.

El santo siempre atendía a quienes se acercaban con sinceridad a pedir su mediación y obtener la gracia divina, como un hombre que pudo tener hijos; también atendía a quienes acudían arrepentidos de sus malas acciones buscando expiar sus culpas. Vital aplicaba la norma evangélica del amor universal, especialmente hacia los pecadores.

De vuelta a Lucania se dedicó a restaurar el monasterio de los Santos Adrián y Natalia, que habían sido saqueados por los sarracenos, acción en la que los lugareños vieron la mano de su santidad. Cerca de finales del siglo los sarracenos realizaron un segundo ataque y saqueo de este monasterio, los hermanos monjes huyeron ante el peligro para salvarse, pero Vital fue capturado; se cuenta que cuando uno de los atacantes iba a matarle, un rayo fulminó su cimitarra derribándolo muy dolorido, el santo ayudó a sanar a su agresor a la vez que advertía a los sarracenos de que se retiraran, y así lo hicieron, abandonando estas tierras, pero se llevaron como prisionero a Vital, quien sufrió muchas torturas.

Una vez liberado se refugió con su sobrino Elías, también monje basilio de Castronovo, junto a él fueron a Torri donde fundó un monasterio, y luego fueron a Rapolla donde fundaría su último monasterio. Aquí, una vez señalado quien sería el nuevo abad del monasterio, Vital moriría, ya con avanzada edad, era el 9 de marzo de 993.
 

responsable de la traducción: Xavier Villalta

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Por: . | Fuente: Archidiócesis de Madrid

Mártires

Martirologio Romano: En Sebaste, en la antigua Armenia, hoy Turquía, pasión de los cuarenta santos soldados de Capadocia, que en tiempo del emperador Licinio se mostraron compañeros, no por razón de sangre sino por la fe común y la obediencia a la voluntad del Padre celestial. Tras cárceles y crueles tormentos, como el de tener que pernoctar desnudos al aire libre sobre un estanque helado en el más frío invierno, consumaron el martirio con el quebrantamiento de sus piernas. ( 320)

Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma: el Papa.

La Legión XII Fulminata se hizo célebre entre los cristianos del siglo IV por el martirio de 40 de sus soldados. Junto a la Legión XV Apollinaris tenía a su cargo la defensa de Asia Menor.

En el año 312 Constantino y Licinio publicaron un edicto favorable a los cristianos. Majencio había sido derrotado el 28 de Abril de ese año junto al puente Milvio y quedaba Constantino como único emperador de Occidente. En Oriente, vencido Maximiano Daia, es Licinio el único dueño. Constantino y Licinio son emperadores asociados. Por ese momento hay abundantes cristianos enrolados en las filas del ejército por la tranquilidad que por años los fieles cristianos van disfrutando al amparo del edicto imperial. En lenguaje de Eusebio, el ambicioso Licinio ´se quita la máscaraª e inicia en Oriente una cruenta persecución contra los cristianos.

La verdad histórica del martirio, con sus detalles más nimios, no llega uniformemente a nuestros tiempos. La predicación viva de su entrega hasta la muerte -propuesta una y otra vez como paradigma a los fieles- está necesariamente adaptada a la necesidad interior de los diferentes auditorios; esto hace que se resalten más unos aspectos que otros, según lo requiera el mayor provecho espiritual, a los distintos oyentes y probablemente ahí radique la diferencia de las memorias.

San Gregorio de Nisa, apologista acérrimo de los soldados mártires, sitúa el lugar del martirio en Armenia, cerca de la actual Sivas, en la ciudad de Sebaste. Fue en el año 320 y en un estanque helado. (San Efrén, al comentarlo, debió imaginarlo tan grande que lo llamó ´lagoª). Dice que de la XII Fulminata, cuarenta hombres aguerridos prefirieron la muerte gélida a renunciar a su fe cristiana. Sobre el hielo y hundiéndose en el rigor del agua fría, los soldados, con sus miembros yertos, se animan mutuamente orando: ´Cuarenta, Señor, bajamos al estadio; haz que los cuarenta seamos coronadosª. Quieren ser fieles hasta la muerte... pero uno de ellos flaquea y se escapa; el encargado de su custodia -dice el relato-, asombrado por la entereza de los que mueren y aborreciendo la cobardía del que huye, entra en el frío congelador y completa el número de los que, enteros, mantienen su ideal con perseverancia. Los sepultaron, también juntos, en el Ponto, dato difícil de interpretar por ser armenios los mártires.

Pronto comenzó el culto a los soldados y se propagó por Constantinopla, Palestina -donde santa Melania la Joven construyó un monasterio poniéndolo bajo su protección-, Roma y de allí a toda la cristiandad. La antigüedad cristiana vibraba con la celebración del heroísmo de sus soldados, admiró la valentía, la constancia, el desprendimiento, la renuncia a una vida larga y privilegiada. Deseaban las iglesias particulares conseguir alguna de sus reliquias tanto que san Gaudencio afirma se valoraban más que el oro y san Gregorio Niseno las apreciaba hasta el punto de colocarlas junto a los cuerpos de sus padres para que en la resurrección última lo hicieran junto a sus valientes intercesores.

Sus nombres, según se hallan en las actas más antiguas, son los siguientes: Quirión, Cándido, Domno, Melitón (el más joven), Domiciano, Eunoico, Sisino, Heraclio, Alejandro, Juan, Claudio, Atanasio, Valente, Heliano, Ecdicio, Acacio, Vibiano, Elio, Teóduío, Cirilo, Flavio, Severiano, Valerio, Cudión, Sacerdón, Prico, Eutiquio, Eutiques, Smoragdo, Filoctemon, Aecio, Nicolás, Lisímaco, Teófilo, Xanteas, Angeas, Leoncio, Hesiquio, Cayo y Gorgonio.

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Por: P. Alejandro Pujalski S.D.B. |

Adolescente laico

Martirologio Romano: En Mondonio, en el Piamonte, santo Domingo Savio, que, dulce y jovial desde la infancia, todavía adolescente consumó con paso ligero el camino de la perfección cristiana ( 1857).

Etimología: Domingo = Aquel que es consagrado al señor, es de origen latino.

Fecha de canonización: 12 de junio de 1954 bajo el pontificado de Pío XII

Patronazgo: Niños y Adolescentes, Niños Cantores, Estudiantes,Monaguillos y Mamás Embarazadas

Breve Biografía

Nace en Riva de Chieri, Italia, en la humilde casita de los esposos Carlos y Brígida, el 2 de abril de 1842. Al año siguiente toda su familia se traslada a las colinas de Murialdo. Es un niño del pueblo, nacido en una familia profundamente cristiana y joven, pobre y repetidamente probada.

El 8 de abril de 1849 hace su Primera Comunión. Muy temprano, vestido de fiesta, Domingo se dirige a la Iglesia parroquial de Castelnuovo. Es el primero en entrar al templo y el último en salir. Aquel día fue siempre memorable para él. Arrodillado al pie del altar, con las manos juntas y con la mente y el corazón transportados al cielo, pronuncia los propósitos que venía preparando desde hacía tiempo: "Propósitos que yo, Domingo Savio, hice el año de 1849, a los siete años de edad, el día de mi Primera Comunión:

1. Me confesaré muy a menudo y recibiré la Sagrada Comunión siempre que el confesor me lo permita.
2. Quiero santificar los días de fiesta.
3. Mis amigos serán Jesús y María.
4. Antes morir que pecar”.
Estos recuerdos fueron la norma de todos sus actos hasta el fin de su vida.

El 2 de octubre de 1854 conoce a Don Bosco. Este santo sacerdote lo guiará por el camino de la santidad juvenil, convirtiéndose en su padre, maestro y amigo. Lo lleva a estudiar a Turín. Tiene en ese momento12 años y medio. Allí pasa su adolescencia, viviendo como pupilo con los muchachos pobres que el mismo Don Bosco recoge en su Oratorio.

El 1 de marzo de 1857 su delicada salud se agrava. El médico aconseja que vaya a su casa y allí se reponga. Al despedirse de Don Bosco y de sus compañeros les dice: “Nos veremos en el paraíso”. Intuía que muy pronto iba a morir.

Efectivamente, el 9 de marzo, postrado en la cama, en un momento se incorpora y le dice a su papá que lo asiste: “Papá, ya es hora”, y va repitiendo las oraciones de los moribundos que entre sollozos lee el papá. Luego parece adormecerse. Pasados algunos minutos entreabre los ojos y con voz clara y sonriente exclama: “Adiós, querido papá, adiós. ¡Oh, qué hermosas cosas veo!”, y expira con las manos juntas sobre el pecho, tan dulcemente que su padre cree que se adormece de nuevo. Tenía 14 años y 11 meses.

A los dos años de su muerte Don Bosco escribe un librito narrando la vida de este su querido alumno. De los hechos allí narrados son testigos todos sus compañeros; pero lo que no todos ellos conocen bien son las grandes motivaciones de la fe que orientaron la vida de Domingo Savio, cosa que sí conoce Don Bosco, ya que lo atendía en el sacramento de la Confesión y en la dirección espiritual.

¡Adolescente santo, de sólo 15 años de edad! El primero que a tan corta edad, sin ser mártir, fue declarado santo por el Papa Pío XII el 12 de junio de 1954. En esa ocasión el mismo Papa dijo: “Con admiración se descubren en él los maravillosos caminos de la gracia, y una adhesión permanente y sin reservas a las cosas del cielo que su fe percibía con rara intensidad”. Su antecesor el Papa Pío XI dijo de él: “Pequeño, mejor aún, gran gigante del espíritu”.

¿Qué hizo de extraordinario este niño y adolescente para que la Iglesia lo eleve al honor de los altares y lo proponga como modelo de vida cristiana?
 

Veamos los rasgos de su santidad

Perfil de su niñez:
Una vida en la presencia de Dios, a quien sentía vivo y presente en todo momento. Algunos ejemplos: Se levanta de la mesa y no quiere comer porque un invitado se sienta y empieza a comer sin rezar antes. Los domingos es el primero en llegar a la iglesia, y si la encuentra cerrada se arrodilla junto a la puerta para rezar, haya buen tiempo o esté nevando; y luego su mayor alegría es poder hacer de monaguillo en la santa misa; y su compostura durante la oración es objeto de admiración de los que lo ven: manos juntas, ojos fijos en el sagrario, absorto en la presencia de Jesús. Al recorrer solo y a pie, entre matorrales, los 18 kilómetros para ir diariamente a la escuela, un tío le pregunta: ¿No tienes miedo de ir solo? La respuesta de Domingo, de 10 años, no se hace esperar: “Yo no estoy solo; me acompaña el Ángel de la Guarda”.

El amor personal a Cristo y a su Madre: Esta vida en la presencia de Dios es puesta en evidencia desde su temprana Primera Comunión, con aquel propósito que es la clave de otros tres: “Mis amigos serán Jesús y María”. Los otros tres los hizo como medios para mantener y acrecentar dicha amistad, y son el leit-motiv en sus momentos más importantes. Las lágrimas que vierte tienen su fuente en este precoz concepto del pecado: así por ejemplo pide perdón a su mamá en vísperas de su Primera Comunión; pide perdón cuando cree haber herido su amistad con Cristo por haber cedido ante la invitación de algunos compañeros a darse un baño en un arroyo, motivo por el que lloró repetidamente, y no cedió nunca más a otras invitaciones, como cuando lo invitaban a “hacerse la rabona” y no concurrir a la escuela. Por eso decide elegir a amigos que no le impidan mantener su amistad con Jesús y con la Virgen María.

El cumplimiento heroico del humilde deber cotidiano: A sus padres no les daba sino “satisfacciones”. Para ir a la escuela recorría, con sus 10 años de edad, 18 kilómetros diarios, con cualquier tiempo. Domingo era un chico de recia voluntad, sostenida por la gracia de la amistad con Jesús y María. Don Bosco escribe: “Domingo no se ha hecho notorio en los primeros tiempos del Oratorio por cosa alguna, fuera de su perfecta docilidad y de una exacta observancia de las reglas de la casa…y una exactitud en el cumplimiento de sus deberes más allá de la cual no sería fácil llegar”. A este respecto, cierta vez sus compañeros pupilos notaron que Domingo faltaba en el almuerzo; lo buscaron en vano; le dijeron a Don Bosco, y él fue a la iglesia donde por la mañana había participado en la Misa y había comulgado, y allí lo encontró junto al altar, inmóvil, con los ojos fijos en el Sagrario desde hacía 7 horas; lo llamó por su nombre y nada, tuvo que tocarlo en el hombro para que se diera cuenta; y al enterarse de que ya estaban almorzando pidió humildemente perdón a Don Bosco por la trasgresión a las reglas de la casa.

Con sus compañeros sobresale en dos actitudes: rechaza aprobarlos y seguirlos en sus comportamientos reprensibles; pero por otro lado irradia simpatía y “es la delicia de ellos”, a tal punto que acepta en lugar de quienes lo han acusado falsamente, un humillante castigo. Es decir: tiene firmeza unida a dulzura.

Perfil de su adolescencia:
La edad de la adolescencia: se caracteriza por la inestabilidad, que Domingo supo domarla a fuerza de dominio de sí mismo y de docilidad a las directivas de Don Bosco, y más que nada con su habitual recogimiento en Dios. Y las otras características propias de esta edad también las puso al servicio de su santidad de adolescente: afirmación de sí mismo, llamado a grandes horizontes, fervor de sentimiento. Esto se hace evidente en el exaltante descubrimiento y en el apasionado deseo de la santidad (“¡Yo quiero hacerme santo!”), en su viva ternura demostrada para con la Virgen María, como también con sus amigos más íntimos, en su voluntad de acción, de dominio, de construcción de alguna “obra” (funda la Compañía de La Inmaculada: grupo de compañeros buenos que se comprometen a ayudarse mutuamente y a ayudar a Don Bosco en la educación de los chicos del Oratorio, que los había artesanos rústicos y jóvenes burgueses y aristocráticos, chicos que se peleaban a pedradas, que faltaban a clase, que tenían costumbres de blasfemar, que con placer se entretenían con revistas pornográficas, que no se hacían problemas de tomar a golpes de puño y puntapiés a los otros, que se enfurecían por nada). En medio de éstos es como Domingo ha vivido y ha construido su santidad: con cuatro viajes diarios por las calles de Turín para ir a la escuela; con un Reglamento y un horario de Internado cristiano. En resumen, se halla inmerso en nuestro mundo moderno (aunque no hay todavía bicicletas y televisores), metido en todo aquello que aún hoy es la sustancia de la vida de un estudiante de 15 años.

Aparecen turbaciones y arranques bruscos, como el endurecimiento para consigo que sigue al descubrimiento de que la santidad es posible, las dudas de conciencia que lo llevan a querer confesarse cada tres o cuatro días, el ansia de penitencias extraordinarias (“¡para unirme –dice- a los sufrimientos de Jesús en la cruz!”). También aparece lo trágico de algunas circunstancias: el desgarrón hiriente de sus truncadas amistades, la alarma por su endeble salud, la dolorosa partida del Oratorio… Todo esto hace de Domingo un verdadero y simpático adolescente. Un santo “joven estudiante”.

La presencia de un guía: La adolescencia es una etapa de conquista de la personalidad, a la vez que de gran necesidad de guía y formación individual. Domingo tuvo la suerte de encontrar un guía espiritual en Don Bosco y de saber aprovecharlo. Y así se encuentran la generosidad de un adolescente con la luz de un verdadero sacerdote amigo del alma. Cuando llegó al Oratorio leyó el cartel puesto sobre la puerta del cuarto de Don Bosco: “¡Denme almas, y llévense lo demás!”; y con espontaneidad le dijo: “Don Bosco, aquí se trata de un negocio, la salvación de las almas. Pues bien, yo seré la tela y usted será el sastre. Haga de mí un hermoso traje para el Señor”. A esta docilidad en dejarse guiar, atribuye Don Bosco la orientación de Domingo hacia su santidad de estudiante. En este contexto aparece la función decisiva de la Confesión frecuente. Así va descubriendo el misterio de la redención: Jesús es comprendido como el Salvador; María como La Inmaculada y La Dolorosa. Su alma y la de sus compañeros deben ser salvadas…a través del misterio de la cruz.

Su devoción a la Virgen María: La estadía con Don Bosco coincide con el acontecimiento mundial de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción. Como santo “adolescente”, Domingo es el fruto de aquel 8 de diciembre de 1854. En ese día hace una confesión general, y delante del altar de la Inmaculada se consagra personalmente a Ella. De aquí en adelante ve a María con su rostro de “Inmaculada”, y su propósito de la Primera Comunión adquiere una nueva dimensión: “el pecado al que preferirá la muerte es ahora, de manera más precisa, la impureza”. Los esfuerzos heroicos de adolescente para conservar intacta su pureza, especialmente con el control de los ojos, se deben a su gran devoción hacia La Inmaculada vivida con espíritu caballeresco y con ardiente ternura. Había días que terminaba con dolor de cabeza, por el esfuerzo de controlar la curiosidad y no mirar cosas que perturbaban su alma limpia y ponían en peligro su amistad con Jesús y María, exponiéndolo a dejarse llevar por pensamientos y deseos impuros (tan comunes en esa edad).

También contempla a la Virgen con su rostro de “Dolorosa”: todos los miércoles hace la comunión en su honor y por la conversión de los pecadores; cada viernes se hace acompañar por algunos compañeros para rezar en la capilla la Corona de los Siete Dolores; más de una vez es visto en extática oración ante el altarcito del dormitorio, donde campea una imagen de la Dolorosa; cada sábado hubiera querido ayunar a pan y agua por Ella (Don Bosco no le permite esto último).

Esta doble devoción es la inspiradora de su apostolado, especialmente en la Compañía de la Inmaculada, que exige de sus miembros una verdadera consagración de sí mismos a María.

Algunos años después de su muerte se aparece a Don Bosco en uno de sus famosos sueños. Éste le pregunta: “Domingo, ¿qué es lo que más te consoló en el momento de tu muerte?”. Y la respuesta de Domingo: “La asistencia de la poderosa y amable Madre del Salvador”.

Su amor a Jesús. La misa y la comunión cotidiana (cuyos efectos se prolongan a través de frecuentes visitas a la capilla que está junto al patio de juegos), enseñan a Domingo a considerarlo como Salvador de su alma y de la de sus compañeros. Su odio por el pecado crece a medida que comprende el precio que por él ha pagado Cristo y su Madre. Su espíritu de penitencia lo lleva a sufrir para asemejarse a Jesús, por ejemplo cuando es calumniado, cuando se cubre con una sola frazada en pleno invierno o pone piedritas entre las sábanas (al enterarse Don Bosco le prohíbe esta penitencia), cuando transforma sus sabañones en llagas, cuando se le suministran medicinas amargas… Su celo apostólico se ve alimentado en la misma fuente: quiere impedir o reparar el pecado porque arruina el fruto de la sangre de Cristo, y quiere hacer el bien a sus compañeros para asegurar el fruto de esta sangre divina. Este es el sentido de varias de sus intervenciones, como la de impedir el desafío a pedradas de dos compañeros, interponiéndose entre ellos con un crucifijo en la mano y pidiendo que arrojen la primera piedra contra él; el de narrar cosas edificantes o bien enseñar a hacer bien la señal de la cruz durante los tiempos de recreo... (su preocupación era atender de modo particular a los compañeros díscolos, a los recién llegados al Oratorio y a los solitarios, a los compañeros de clase con dificultades y a los enfermos).

Obsesión por la santidad en la alegría: A partir de una predicación de Don Bosco sobre la santidad se desata en su alma una verdadera efervescencia. Realiza un gran descubrimiento: ¡Dios le quiere santo! Y da su explicación: “Yo quiero entregarme todo al Señor. Yo debo y quiero pertenecer todo al Señor”. Por un momento Domingo piensa imitar a los santos en sus prácticas de penitencia y en unas prolongadas y extraordinarias prácticas de piedad. Pero aquí interviene su guía espiritual Don Bosco: “Domingo, lo que Dios quiere de ti, como adolescente, es que cumplas siempre bien tus deberes de estudiante, trates de hacer el bien a tus compañeros y estés siempre alegre”. Y cosa maravillosa: este nuevo impulso de querer ser santo y de que es posible lograrlo, le proporciona una profunda alegría, y de tal modo la suscita que la alegría viene a definir esta santidad tan salesiana y juvenil: “Nosotros hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres, haciendo bien las cosas que tenemos que hacer, porque Jesús lo quiere”.

¿Por qué este adolescente es Patrono de las mamás embarazadas?

Estando Domingo en el Oratorio en Turín, un día le pide a Don Bosco que le deje ir a ver a su mamá porque está enferma. Don Bosco no sabe explicarse, pues nadie se lo había dicho, ni él mismo lo sabía; pero ante la insistencia de Domingo se lo permite. Al llegar cerca de la casa los familiares le quieren impedir que entre a ver a su mamá, pues está luchando por dar a luz a un nuevo hijo y corre grave peligro de morir en el intento. Domingo no hace caso y entra, se arroja sobre la mamá, la abraza, la besa y disimuladamente deja sobre el pecho de ella un escapulario de la Virgen María. Regresa después al oratorio y se presenta a Don Bosco para agradecerle el permiso y para decirle que su madre está perfectamente bien. Efectivamente la mamá pudo dar a luz sin ningún problema a su hijito. Todos vieron que esto fue un milagro. La mamá conservó este escapulario. Y lo prestaba a las vecinas y a las mismas hermanas de Domingo cuando tenían dificultades en el embarazo. Los médicos, enterados, lo recomendaban a sus pacientes. Fueron muchas las gracias conseguidas con aquel milagroso escapulario.

Se lo puede adquirir en las librerías y/o santerías salesianas, con la imagen del Patrono Domingo Savio, junto con la oración y la historia detallada de este milagro.

El 9 de marzo se recuerda el nacimiento al cielo de Santo Domingo Savio, siendo el 6 de mayo la fecha fijada para la celebración litúrgica de su fiesta.

Además de la Vida de Domingo Savio escrita por Don Bosco, hay abundante bibliografía y estudios sobre este adolescente santo. Hay libritos escritos para niños, para adolescentes, para educadores, para todos. Los que no lo conocen se van a sorprender de su santidad extraordinaria viviendo lo ordinario de su vida de estudiante cristiano.


ORACIÓN DE LA MADRE EN LA ESPERA DE UN HIJO

Señor Jesús, por intercesión de Santo Domingo Savio te ruego
con amor por esta dulce esperanza que llevo en mi seno.

Me has concedido el inmenso don de esta pequeña vida que alienta
en la mía; te doy humildemente gracias por haberme escogido como
instrumento de tu amor. En esta dulce espera, ayúdame a vivir en continuo
abandono a tu divina voluntad.

Concédeme un corazón de madre, puro, fuerte y generoso.

Te ofrezco las preocupaciones del porvenir:
las ansias, los temores, los deseos en favor de la criatura que no conozco aún.
Haz que nazca sana en el cuerpo,
aparta de ella todo mal físico y todo peligro para el alma.

Tú, María, que gozaste las inefables alegrías de una maternidad santa,
dame un corazón capaz de transmitir una fe viva y ardiente.

Santifica mi espera,
bendice mi gozosa esperanza,
haz que el fruto de mi seno sea fecundo en virtud y santidad,
como le concediste al adolescente Santo Domingo Savio.
Amén.

ORACIÓN A SANTO DOMINGO SAVIO

Santo Domingo Savio,
que en la escuela de Don Bosco
aprendiste a recorrer los caminos de la santidad juvenil:
enséñanos a imitar tu amor a Jesús y a María,
y tu ansia de llevar a tus compañeros a ser sus amigos;
alcánzanos del Señor que,
practicando tu lema
“Antes morir que pecar”,
podamos conseguir nuestra salvación eterna.
Amén.

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11:49 p.m.

Por: . | Fuente: ACI Prensa

Obispo

Martirologio Romano: En Nicomedia, de Bitinia, san Teófilo, obispo, que desterrado por defender el culto de las sagradas imágenes, falleció en Estróbilo de Caria (c. 840).

Etimológicamente: Teófilo = Aquel que ama a Dios, es de origen griego.

Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma: el Papa.

Fue discípulo de San Tarasio quien al darse cuenta de la vocación y dones del muchacho para la vida religiosa, decidió confiárselo a otros de sus discípulos, San Migel el Confesor, quien se hallaba fundando un monasterio junto al Bósforo. Años más tarde, y luego de soportar ambos las más duras y difíciles pruebas, San Tarasio confirió la dignidad episcopal: Teófilo recibió la sede de Nicomedia y Miguel a la Sínada.

Cuando el León V emprendió de nuevo su batalla contra las imágenes, San Nicéforo, sucesor de San Tarasio en la sede de Constantinopla, convocó a un Concilio para mantener la doctrina católica contra el emperador. San Teofilo y otros teólogos de gran saber defendieron con elocuencia el punto de vista de la Iglesia, pero el emperador pemanecía inconmovible.

Fue entonces, que el santo, al ver la dureza del corazón del emperador, vaticinó terribles desgracias y pesares que caerían sobre él; el emperador, enfurecido, mandó a encarcelar al santo en un oscura y terrible celda, donde falleció treinta años después.

San Teófilo tuvo un corazón grande y generoso; su incansable servicio y entrega hacia los más pobres y enfermos conllevó a que más adelante, el santo fundase varios hospitales en la región.

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11:49 p.m.

Obispo

Martirologio Romano: En Dunwich, Inglaterra, san Félix, obispo, que, oriundo de Burgundia, evangelizó a los anglos orientales en tiempo del rey Sigeberto. ( c.646)

Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma: el Papa.

Sacerdote de borgoñón, Félix convirtió y bautizó al exiliado rey de los Anglos Orientales (Estanglia), Sigeberto. Cuando éste, hacia el 631, fue reclamado de nuevo en su patria, quiso que Félix fuera consigo para llevar el don de la fe también a sus súbditos. Estanglia había en parte aceptado la fe cristiana durante el reinado de Redwaldo, pero luego había recaído en el paganismo.

Posiblemente, según algunos, Félix ya era obispo antes de ir a Inglaterra; otros afirman en cambio que fue consagrado en el 627 por Honorio, arzobispo de Canterbury, y es posible que él le haya dado la misión de evangelizar en la Estanglia. Entregado con ardor a su trabajo apostólico, Félix convirtió rápida y eficazmente a los habitantes de Norfolk, Suffolk y Cambridgeshire, fijando su sede episcopal en Domnoc (Dumwich).

Sigeberto lo ayudó a fundar iglesias -entre ellas la de Reedham- monasterios y escuelas. Las escuelas por él fundadas, como por ejemplo la de Felixtowe, estaban organizadas sobre el modelo de las escuelas francesas de aquel tiempo. Es, no obstante, una exageración considerar a Félix como el fundador de la Universidad de Cambridge.

Después de la muerte de Sigeberto, el que es honrado por su pueblo como mártir el 27 de septiembre, Feliz siguió predicando en el Estanglia, ayudado por el rey Anna, sucesor de Sigeberto, antepasado de muchos santos.

Después de ejercer por diecisiete años el episcopado, Félix murió, en el 646 o 647, y fue sepultado en Dunwich. Desdichadamente el mar poco a poco invadió y sumergió la ciudad, por lo que sus reliquias fueron entonces transferidas primero a la vecina Ely, y hacia el 1030 -en el reinado de Canuto- a Ramsey.

Su fiesta, según el calendario medieval inglés, es el 8 de marzo, fecha en la que figura en el Martirologio Romano, y en la que aun hoy se recordado en la diócesis de Northampton.

Le fueron dedicadas muchas iglesias, no sólo en Estanglia, sino también en Babingley, y en Yorkshire.

responsable de la traducción: Xavier Villalta

NOTA: El Rey Sigeberto de Estanglia es considerado santo por la Iglesia Anglicana, no por la Iglesia Católica.

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11:49 p.m.

Sacerdote y Fundador

Martirologio Romano: En la ciudad de Getafe, cerca de Madrid, en España, San Faustino Míguez, religioso de la Orden de Clérigos Regulares de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, que, ordenado sacerdote, se entregó por entero a la tarea docente y consiguió gran prestigio como maestro y perito en ciencias naturales. Fue diligente en su actividad pastoral y fundó el Instituto Calasancio de Hijas de la Divina Pastora, para la educación integral de la mujer. ( 1925)

Etimológicamente: Faustino = Aquel al que Dios favorece, afortunado. Es de origen latino.

Fecha de beatificación: 25 de octubre de 1998, durante el pontificado de Juan Pablo II
Fecha de canonización: 15 de octubre de 2017 por S.S. el Papa Francisco.

Breve Biografía


Faustino Míguez nace en el año 1831 en Xamirás, una de las trece aldeas pertenecientes a Acebedo del Río, provincia de Ourense. Crece en un ambiente familiar enmarcado por una gran fe en Dios, la oración, la devoción a María, la solidaridad con los más necesitados y el trabajo.

En su juventud, y sintiéndose llamado al sacerdocio, estudia en el Santuario de Nuestra Señora de los Milagros, en la provincia de Ourense. Allí su vida fue regada con un agua viva, regalo de Dios, que hizo brotar en su interior valores humano-religiosos y profundas convicciones. Todo ello le modela para acoger la llamada de Dios a entregar su vida.
Conoce allí a un sacerdote escolapio, familiar de uno de los compañeros a los que ayuda en el estudio. Este encuentro supone para Manuel (su nombre de pila) descubrir una nueva dimensión de la elección divina: ser sacerdote y, además, maestro-educador, para identificarse así con Jesús que ama, enseña y acoge a los niños. Y todo según el espíritu de José de Calasanz. La respuesta de Manuel es ¡Sí, Señor!

Ingresa en el Noviciado de las Escuelas Pías de Madrid en diciembre de 1850. Es entonces cuando cambia su nombre de Manuel por el de Faustino de la Encarnación. Hizo su Profesión de Votos Solemnes el día 16 de enero de 1853 y fue ordenado sacerdote el día 8 de marzo de 1856, en la parroquia de San Marcos de Madrid.

En 1857 es enviado a la nueva fundación escolapia de Guanabacoa, en Cuba, donde permanece durante casi tres años. En esta población se manifiestan sus dotes de educador y sus inclinaciones a la botánica y al estudio de las propiedades terapéuticas de las plantas.

En 1860 regresa de nuevo a España y es destinado a los colegios de San Fernando, Getafe y Celanova. En 1869 llega a Sanlúcar de Barrameda y permanece allí hasta 1873. Sale para desempeñar el cargo de bibliotecario en el Real Monasterio de El Escorial, donde aprovecha para seguir investigando las propiedades curativas de las plantas. Posteriormente, es enviado a Monforte de Lemos (Lugo), para desempeñar el servicio de Rector. En 1879 es destinado por segunda vez a Sanlúcar de Barrameda. Así como Calasanz vio la necesidad de escolarizar a los niños de las calles de Roma, Faustino Míguez descubrió esa misma necesidad en las niñas de Sanlúcar. Impulsado por el Espíritu, dio respuesta a esa necesidad e inició una nueva obra: la Congregación de Hijas de la Divina Pastora, con el fin último de dedicarse a la educación integral de la infancia y juventud.

En 1888 retorna a Getafe y aquí permanecerá hasta su muerte, durante 37 años. Jubilado como maestro, seguía su actividad científica y como director espiritual. Murió a los 94 años en Getafe en 1925.


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Por: . | Fuente: AÑO CRISTIANO Edición 2003 / VIDAS DE LOS SANTOS Edición 1965

Mártir laico

Martirologio Romano: En Seúl, en Corea, san Juan Bautista Nam Chong-sam, mártir. ( 1866)

Fecha de beatificación: 6 de octubre de 1968 por el Papa Pablo VI.
Fecha de canonización: 6 de mayo de 1984, por S.S. Juan Pablo II el 6 de mayo de 1984, integrando un grupo de de 103 mártires de Corea.

Breve Biografía


Corea es uno de los pocos países del mundo en donde el cristianismo fue introducido por otros medios que el de los misioneros. Durante el siglo XVIII se difundieron por el país algunos libros cristianos escritos en chino, y uno de los hombres que los leyeron, se las arregló para ingresar al servicio diplomático del gobierno coreano ante el de Pekín, buscó en la capital de China al obispo Mons. de Gouvea y de sus manos recibió el bautismo y algunas instrucciones.

Aquel hombre regresó a su tierra en 1784, y cuando un sacerdote chino llegó a Corea, diez años más tarde, se encontró con que le estaban esperando cuatro mil cristianos bien instruidos, pero sin bautizar. Aquel sacerdote fue el único pastor del rebaño durante siete años, pero en 1801 fue asesinado y, durante tres décadas, los cristianos de Corea estuvieron privados de un ministro de su religión. Existe una carta escrita por los coreanos para implorar al Papa Pío VII que enviase sacerdotes a aquella pequeña grey que, sin embargo, ya había dado mártires a la Iglesia.

Esa era la situación cuando Juan Bautista Nam Chong-san nació en el año 1810 en Seúl, ciudad en la que permaneció toda su vida llegando a ocupar el cargo de camarero del rey. Era una persona muy docta, conocía el chino y, por su familia, era de origen noble. Había desempeñado el cargo de mandarín de forma tan prudente y discreta que había concitado el amor del pueblo, a lo que contribuía su humildad y modestia personal. Pero su conversión al cristianismo le hizo mal visto por numerosos miembros de la corte, los cuales promovieron su captura e interrogatorio, en el cual se le pedía sobre todo que diera los nombres de los cristianos. Al negarse primeramente fue encarcelado y luego atormentado de diferentes maneras. Se negó a apostatar y se mantuvo firme en la fe, por lo que fue condenado a muerte, sentencia que él mismo suscribió. Fue decapitado el 7 de marzo de 1866.
 

AÑO CRISTIANO Edición 2003
Autores: Lamberto de Echeverría (†), Bernardino Llorca (†) y José Luis Repetto Betes
Editorial: Biblioteca de Autores Católicos (BAC)
Tomo III Marzo ISBN 84-7914-663-X

VIDAS DE LOS SANTOS Edición 1965
Autor: Alban Butler (†)
Traductor: Wilfredo Guinea, S.J.
Editorial: COLLIER´S INTERNATIONAL - JOHN W. CLUTE, S. A.

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11:49 p.m.

Mártires de Corea

Martirologio Romano: En el lugar de Sai-Nam-Hte, en Corea, santos mártires Simeón Berneux, obispo, Justo Ranfer de Bretenières, Luis Beaulieu y Pedro Enrique Dorie, presbíteros de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París, que fueron decapitados por afirmar con decisión que habían venido a Corea en nombre de Cristo para salvar almas. ( 1866)

Fecha de beatificación: 6 de octubre de 1968 por el Papa Pablo VI
Fecha de canonización: 6 de mayo de 1984, por S.S. Juan Pablo II el 6 de mayo de 1984, integrando un grupo de de 103 mártires de Corea.

Breve Biografía

Simeón Berneux nació en Château-du-Loir (Sarthe, Francia) el 14 de mayo de 1814 Fue ordenado sacerdote diocesano en 1837 y luego se formó en las Misiones Extranjeras de París en 1839. El padre Berneux parte hacia el lejano oriente el 13 de enero de 1840. En Manila se entrevista con Monseñor Retord, vicario apostólico de la región de Tonkín (Vietnam). Los dos misioneros simpatizan desde el primer momento y ambos sienten la misma fogosidad por la salvación de las almas.

El 17 de enero de 1841, Monseñor Retord y los padres Berneux, Galy y Taillandier llegan a Tonkín. Tras algunas peripecias, los misioneros se dispersan. El padre Berneux se asienta en Yen-Moi, cerca de un pequeño convento de religiosas "Amantes de la Cruz", donde estudia la lengua vietnamita. «A pesar de no poder dar más de seis pasos, de no recibir la luz del sol más que por una pequeña abertura a quince centímetros del suelo, y de tenerme que tumbar cuan largo soy sobre mi estera para escribir, soy el más feliz de los hombres», escribe. Sin embargo, el peligro se cierne sobre el joven misionero, que deberá pasar enseguida de un escondrijo a otro. Esto conmueve a Monseñor Retord, quien pide a los padres Berneux y Galy que se reúnan con el padre Masson en la provincia de Nghe An.

Había sido muy prudente por parte del obispo poner relativamente a salvo a sus jóvenes misioneros, pero era demasiado tarde, puesto que su presencia había sido ya denunciada en Nam Dinh, residencia del mandarín. Durante la noche del Sábado Santo, un destacamento de quinientos soldados rodea los retiros de ambos misioneros. Durante la noche, el padre Berneux había escuchado algunas confesiones: «Eran, nos dice, las primicias de mi apostolado en tierras vietnamitas, y fueron también el final. Los designios de Dios son inescrutables, pero siempre dignos de ser adorados».

Al despuntar el día de Pascua, celebra la misa como de costumbre. Apenas ha terminado cuando los soldados penetran en la cabaña y se apoderan de él. Lo conducen inmediatamente junto al padre Galy, que también había sido capturado. Encerrados en jaulas, y cargados con la tradicional cadena, son llevados hasta Nam Dinh, contentos de expresar su fe en Jesucristo. Los paganos les dicen: «Aquí, cuando llevamos las cadenas estamos tristes, pero vosotros, ¿por qué parecéis tan contentos?» Y el padre Berneux responde: «Porque los que seguimos la verdadera Religión, que es la de Jesús, poseemos un secreto que vosotros no conocéis. Ese secreto transforma la pena en gozo. Y venimos a decíroslo porque os amamos». Ese "secreto" evocado por el misionero es la luz de la fe, fuente de esperanza y de gozo.

Muy pronto empiezan los interrogatorios. El mandarín espera obtener denuncias, pero el padre Berneux no traiciona a nadie de los que le han escondido. Hacen entrar a tres jóvenes vietnamitas cristianos encarcelados y completamente magullados por los golpes: «Estos hombres van a morir. Si les aconseja que abandonen su religión durante un mes, podrán después practicarla de nuevo y los tres serán sanos y salvos. - Mandarín, responde el padre Berneux, a ningún padre se le induce a inmolar a sus hijos, ¿y pretende que un sacerdote de la religión de Jesús aconseje la apostasía a sus cristianos?». Y volviéndose hacia sus queridos neófitos les dijo: «Amigos, sólo os doy un consejo. Pensad que vuestros sufrimientos tocan a su fin, mientras que la felicidad que os espera en el Cielo es eterna. Sed dignos de ella mediante vuestra constancia. - Sí, padre, prometen ellos. - ¿De qué otra vida les habla?, pregunta riendo socarronamente el mandarín. ¿Acaso todos los cristianos tienen alma? - Sin duda alguna, y los paganos también tienen. Y usted también tiene una, mandarín».

El 9 de mayo de 1841. El padre Berneux es trasladado a la prisión de Hué, capital de Annam (Vietnam). Al tener las piernas aprisionadas por unos cepos, sobrevive tumbado en la desnuda tierra. Se reanudan los interrogatorios:

"¡Pisotee esa cruz!"
"Cuando llegue el momento de morir presentaré mi cabeza al verdugo, exclama. Pero si me manda que reniegue de mi Dios, siempre resistiré".
"Haré que le golpeen hasta la muerte", amenaza el mandarín.
"¡Hacedlo si queréis!"

El 13 de junio, el mandarín aprueba la ejecución: "¡Qué alegría poder sufrir por nuestro Dios!", dirá el padre Berneux.

El 8 de octubre, los padres Berneux y Galy se enteran con alegría de que son condenados a muerte. El 3 de diciembre de 1842, la firma real sanciona la sentencia del tribunal. De repente, se produce un cambio imprevisto: el 7 de marzo de 1843, al enterarse un comandante de corbeta francés que cinco de sus compatriotas se pudren desde hace dos años en los calabozos de Hué, reclama su liberación. El 12 de marzo, quiebran sus cadenas y son entregados al comandante. Aquella libertad les priva del martirio que ya saboreaban, así como de la esperanza de regresar a Annam, por respeto a la palabra que sobre aquel punto había dado el oficial francés.

Pero el padre Berneux no se detendrá por el camino, preparándose a partir hacia otros horizontes. En octubre de 1843, el padre Berneux es enviado a Manchuria, provincia del norte de la China, donde trabaja durante diez años, a pesar de severas contrariedades de salud (fiebres tifoideas y cólera). El 5 de agosto de 1854, Pío IX le nombra obispo de Corea. "¡Corea, escribe el nuevo obispo, esa tierra de mártires, cómo negarse a entrar!". El 4 de enero de 1856, acompañado de dos sacerdotes misioneros, Monseñor Berneux se embarca en Shanghai en un junco chino. Hasta el 4 de marzo, se ven obligados a vivir escondidos en una estrecha bodega. Llegan por fin a una pequeña isla, donde esperan durante seis días la barca de los cristianos. Prosiguen entonces su navegación y, después de una semana, llegan por fin, de noche, a una residencia secreta que se encuentra a unos pocos kilómetros de la capital, satisfechos de haber burlado la vigilancia de los guardacostas. Efectivamente, pues los extranjeros tienen prohibido entrar en Corea bajo pena de muerte.

El obispo se pone enseguida manos a la obra, aprendiendo en primer lugar la lengua coreana. A continuación visita a los cristianos, tanto en Seúl como en el campo y en la montaña, y luego emprende la creación de un seminario, la apertura de escuelas para muchachos, la instalación de una imprenta, etc.

Monseñor Berneux atiende igualmente el futuro de la misión, eligiendo como sucesor suyo, con el acuerdo de la Santa Sede, a Monseñor Daveluy, que es ordenado obispo en Seúl el 25 de marzo de 1857. A pesar de unas condiciones de apostolado durísimas (clandestinidad, extrema pobreza, persecuciones locales periódicas...), bajo el gobierno de Monseñor Berneux, el número de bautizados, que era de 16.700 en 1859, alcanza la cifra de 25.000 en 1862. La predicación del obispo misionero estaba dando sus frutos.

Pero, en 1864, una revolución palaciega y la amenaza de un ataque ruso a Corea (enero de 1866), interrumpen la labor apostólica de los misioneros y despiertan el odio contra los cristianos. El 23 de febrero de 1866, una tropa cerca la casa del obispo, penetrando en ella cinco hombres. El obispo los recibe:

"¿Es usted europeo?", pregunta el jefe.
"Sí, pero ¿a qué han venido?"
"Por orden del rey, venimos a arrestar al europeo"
"¡Que así sea!".

Y se lo llevan sin atarlo. El día 27, Monseñor Berneux comparece ante el ministro del reino y dos magistrados. Le preguntan cómo entró en Corea, en qué lugar y con quién.

"No le pregunten eso a un obispo" responde Monseñor Berneux.
"Si no respondes, podemos según la ley infligirte grandes tormentos".
"Hagan lo que quieran, que no tengo miedo".

Entre el 3 y el 7 de marzo, Monseñor Berneux soporta cada día un interrogatorio en el patio de la Prisión de los Nobles. Lo tienen atado a una elevada silla de madera, en el centro de ese patio. El "Diario del Tribunal" menciona que a cada interrogatorio se le inflige al obispo el "suplicio del tormento"; para él, «la tortura se detuvo bien al décimo o al undécimo golpe», lo que significa que unas diez u once veces se le asestan con todas las fuerzas golpes en las piernas por medio de un bastón de sección triangular del grosor de la pata de una mesa. El obispo permanece en silencio, lanzando solamente tras cada golpe un largo suspiro. Al no poder moverse solo, deben llevarlo a la celda, donde, como único remedio, le cubren las piernas descarnadas con un papel empapado en aceite.

Mientras tanto, han sido arrestados los padres Justo Ranfer de Breteniéres, Pedro Enrique Dorie y Luis Beaulieu, siendo sometidos los tres a los interrogatorios y a las torturas.

San Justo Ranfer de BretenièresJusto Ranfer de Bretenières, nació el año 1828 en Châlon-sur-Saone en el seno de una familia de clase alta, después de pasar por el seminario de San Sulpicio, pasó a la Sociedad de Misiones Extranjeras y, ordenado presbítero en 1864, fue destinado a Corea.

Estuvo unos meses en Manchuria, donde estuvo unos meses, ejerciendo el ministerio en la población de Yang-Kouan, pero en 1865 llegaba a Corea de forma clandestina, donde trabajó con entusiasmo hasta el año siguiente en que era apresado y decapitado.

San Luis BeaulieuLuis Beaulieu, en el año 1840 nació en Langon y después de pasar unos años en el seminario diocesano de Burdeos, ingresó en la Sociedad de Misiones Extranjeras, donde fue ordenado en 1864, tras lo cual fue destinado a Corea, donde llegó en 1865.

Su primera tarea fue aprender la lengua. Se le designó la comunidad cristiana de Koang-Tiyan, al sur de Seúl. Nada más llegar, fue arrestado y enviado a la cárcel de Seúl y martirizado.

San Pedro Enrique DoriéPedro Enrique Dorié , nació el año 1839 en Saint Hilaire de Talamont, en La Vendée (Francia). Después de varios años en el seminario y venciendo la oposición paterna, ingresó en la Sociedad de Misiones Extranjeras. Ordenado en 1864, fue enviado a Corea.

En el 1865, pasó al poblado de Sonkol, donde, en medio de la más dura clandestinidad, ejerció con eficacia su ministerio. Fue decapitado en Sai-Nam-Tho, cerca de Seúl.

El martirio

El 7 de marzo, el "Diario del Tribunal" publica: "En lo referente a los cuatro individuos europeos, que sean entregados a la autoridad militar para ser decapitados, mediante suspensión de la cabeza, para que sirva de lección a la multitud".

La ejecución tiene lugar el 8 de marzo. Al salir de la prisión, el obispo exclama: "Así que moriremos en Corea: ¡perfecto!". Al ver aquella muchedumbre reunida, suspira: "Dios mío, ¡cuánta compasión merecen estas pobres gentes!".

El obispo aprovecha cada alto para hablar del Cielo a sus compañeros de suplicio. El lugar elegido para el martirio es una extensa playa de arena, a lo largo del río Han. Unos cuatrocientos soldados forman círculo y plantan un mástil en el centro. El mandarín da la orden de que los condenados sean llevados a su presencia para que los preparen. Se les desgarra la ropa; las orejas, dobladas en dos, son perforadas por una flecha; el rostro es rociado con agua y luego con cal viva, impidiéndoles ver. Después de aquello, se les introduce bajo los hombros, entre los brazos atados y el torso, unos bastones cuyas extremidades reposan en los hombros de un soldado.

La llamada marcha del Hpal-Pang comienza alrededor del ruedo: en cabeza va el obispo, seguido por los tres misioneros, que no profieren palabra alguna. Al dar la señal, seis verdugos se precipitan gritando sobre los condenados: "¡Vamos, matemos a estos miserables, exterminémoslos!". Atan a los cabellos del obispo una cuerda sólida, de manera que su cabeza quede inclinada hacia adelante. El verdugo golpea al obispo, pero la cabeza no cae hasta el segundo golpe de sable. Todo el cielo está de fiesta para recibir en la infinita felicidad de Dios el alma de aquel mártir. Según dijeron los testigos, el obispo sonreía en el momento de la ejecución, conservando aquella sonrisa después de muerto.

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Religioso de la Orden Hospitalaria
de San Juan de Dios

Martirologio Romano: En La Habana, Cuba, beato José Olallo Valdés, religioso de los Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios ( 1889)

Fecha de beatificación: 29 de noviembrre de 2008, bajo el pontificado de Benedicto XVI

El Beato José Olallo Valdés nació en La Habana, Isla de Cuba, el 12 de febrero de 1820. Hijo de padres desconocidos, fue confiado a la Casa Cuna San José de La Habana, donde el mismo día 15 de marzo de 1820 recibió el bautismo. Vivió y fue educado en la misma Casa Cuna hasta los 7 años, y después en la de Beneficencia, manifestándose un muchacho serio y responsable; a la edad de 13-14 años ingresó en la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, en la comunidad del hospital de los santos Felipe y Santiago, de la Habana.

Superando los obstáculos que parecían interponerse a su vocación, se mantiene constante en su decisión, emitiendo la profesión como religioso hospitalario. En el mes de abril del año 1835 fue destinado a la ciudad de Puerto Príncipe (hoy Camagüey), incorporándose a la comunidad del Hospital de San Juan de Dios, donde se dedicó por el resto de su vida al servicio de los enfermos, según el estilo de San Juan de Dios; en 54 años solamente una noche se ausentó del hospital, y por causas ajenas a su voluntad.

De enfermero ayudante, a los 25 años pasa a ser el "Enfermero Mayor del hospital", y después, en 1856, Superior de la Comunidad.

Vivió afrontando grandes sacrificios y dificultades, pero siempre con rectitud y fuerza de ánimo: su vida consagrada a la hospitalidad no se sintió afectada durante el periodo de la supresión de las Ordenes Religiosas por parte de los gobiernos liberales españoles, aunque comportó también la confiscación de los bienes eclesiásticos. Del 1876, en que murió su ultimo hermano de Comunidad, hasta la fecha de su muerte, en 1889, se quedó solo, pero siguió con la misma magnificencia ocupándose de la asistencia de los enfermos, siempre fiel a Dios, a su conciencia, a su vocación y al carisma, humilde y obediente, con nobleza de corazón, respetando, sirviendo y amando también a los ingratos, a los enemigos y a los envidiosos, sin nunca abandonar sus votos religiosos.

En el periodo de la guerra de los 10 años (1868-1878) se mostró lleno de coraje, en la custodia de los que tenía a su cuidado, siempre prudente y sin rencor, trabajando en favor de todos, pero con preferencia por los más débiles y pobres, por los ancianos, huérfanos y esclavos. Cedió ante las exigencias de las autoridades militares de convertir el centro en hospital de sangre para sus soldados, pero sin dejar de seguir acogiendo a los más necesitados de los civiles, sin hacer distinciones de ideología, raza ni religión. Durante los momentos y situaciones más difíciles de los conflictos bélicos, aún poniendo en peligro su propia existencia, con “dulce firmeza”, socorría asistiendo a los prisioneros y heridos de la guerra, sin tener en cuenta su proveniencia social o política, defendiendo incluso a los que no tenían permiso del gobierno para que se les curara, no dejándose intimidar de amenazas, ni de prohibiciones, y obteniendo por todo ello el respeto y la consideración de las mismas autoridades militares.

Ante dichas autoridades también fue capaz de interceder en favor de la población de Camagüey en un momento de especial tensión y peligro, evitando una masacre civil.

Perseverante en la vocación, a través de su bondad dulce y serena hizo del cuarto voto de Hospitalidad, propio de los religiosos de San Juan de Dios, no solo un ministerio de amor y servicio hacia los enfermos, sino un modo de ardiente apostolado, destacándose en la asistencia a los moribundos y agonizantes, a los cuales acompañaba en las últimas horas de su existencia, en el paso hacia una vida mejor. Se distinguió, pues, siempre por su infinita bondad, siendo llamado con los apelativos de “apóstol de la caridad” y “padre de los pobres”, que sintetizan perfectamente el heroico testimonio del Beato Olallo.

Modesto, sobrio, sin aspiraciones de ningún género sino la de estar consagrado únicamente a su ministerio misericordioso, renunció al sacerdocio y se caracterizó por su espíritu humanitario y competencia sanitaria, incluso como médico-cirujano, aun siendo autodidacta. Vivió lejos de las aclamaciones, rehuyendo los honores para poder fijar su mirada solamente sobre Jesucristo, que encontraba en el rostro de los que sufrían. Su humildad, en fidelidad a su carisma, se manifestó en la renuncia al sacerdocio, cuando fue invitado por su Arzobispo, porque su vocación era el servicio de los enfermos y pobres; los testimonios, finalmente, nos hablan de fidelidad total a su consagración como religioso en la práctica de los votos de obediencia, castidad, pobreza y hospitalidad.

Su muerte, ocurrida el 7 de marzo de 1889, fue tenida como la “muerte de un justo”: fallecimiento, velatorio, funerales y sepultura, con el monumento-mausoleo, levantado después por suscripción popular, expresaban reverencia y veneración hacia quien fue su admirado protector. Desde entonces su tumba será visitada continuamente. Había muerto pero permanecerá vivo en el corazón del pueblo, que le seguirá llamando “Padre Olallo”.

La popular fama de santidad que le rodeaba nacía de su vida de hombre modesto, justo y de ánimo generoso, en cuanto modelo de virtudes con un corazón ardiente de amor por “mis hermanos predilectos”: sobrio, gozoso, afable, pero sobretodo excelso servidor da la caridad. El Beato Olallo supo ser un fiel imitador de su Fundador. Dios fue su vida y, en consecuencia, iluminado por el amor de Dios, devolvió de la misma manera tanto amor. “Dios ocupó el primer puesto en sus intenciones y en sus obras: fijos sus ojos en el bien llevaba a Jesús constantemente en el alma”. Esta heroica caridad tenía su base en una fe que reconocía en “Dios a su propio padre, y en Jesús el centro de su vida, el fundamento de su servicio de amor y de su misericordia; Jesús crucificado fue el secreto de su fidelidad al amor de Dios que motivaba cada una de sus obras”.

Aún siendo de espíritu tenaz, fue siempre dócil a los designios de Dios para afrontar y sostener mejor las duras y cotidianas tareas impuestas por el trabajo hospitalario y las situaciones difíciles y delicadas que comportaban riesgos para su propia vida, siempre tratando de obtener el bien de sus enfermos.

Con la muerte del Padre Olallo y de inmediato, su fama de santidad fue aumentando cada día más, principalmente entre el pueblo de Camagüey, que atribuía a su intercesión gracias y ayuda continuas. Abierto el año 1990, en correspondencia con el centenario de su muerte, el Proceso de estudio de la Causa de su santidad en la diócesis de Camagüey, Cuba, fue reconocida la heroicidad de sus virtudes el 16 de diciembre de 2006.

Igualmente, después de la celebración del Proceso diocesano sobre un presunto milagro, ocurrido en favor de la curación de la niña, Daniela Cabrera Ramos, de 3 años, en la misma diócesis de Camagüey, su curación fue reconocida como verdadero milagro por su Santidad Benedicto XVI con Decreto del 15 de marzo de 2008.

La ceremonia de Beatificación del Padre Olallo Valdés tuvo lugar en la ciudad de Camagüey, Cuba, el 29 de noviembre 2008, presidida por Su Eminencia el Cardenal José Saraiva Martins.

Reproducido con autorización de Vatican.va

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Obispo

Martirologio Romano: En Toledo, en Hispania, san Julián, obispo, que reunió tres concilios en esta ciudad y expuso con escritos la doctrina ortodoxa, dando muestras de caridad y celo por las almas (690).

Etimológicamente: Julián = Aquel que pertenece a la familia Julia, es de origen latino

San Julián, arzobispo de Toledo, a su muerte en el año 690, era el personaje más importante de España. Se dice que era descendiente de judíos, pero sus padres eran cristianos. Recibió el bautismo en la principal iglesia de Toledo, según cuenta su sucesor en la sede episcopal, quien escribió una corta biografía del santo.

El joven fue educado por otro prelado de Toledo, San Eugenio II y tuvo por compañero al famoso Gudila Levita. Unidos por los gustos comunes tanto como por el afecto, los amigos se consagraron a la oración y el estudio en el retiro y muy pronto, el celo apostólico les hizo volver al mundo para intentar la conversión de los pecadores.

San Julián, que era teólogo destacado y hombre de gran saber, llegó pronto a ocupar un puesto de importancia. Cuando los médicos desahuciaron a Wamba, el último de rey que dio explendor a los visigodos, San Julián le rasuró la cabeza y lo revistió del hábito monástico para que "muriese en religión". Todavía se conserva la vida del rey Wamba, escrita por San Julián, muy apreciada por los historiadores, que encuentran en ese documento una idea completa sobre el reinado de Wamba, lo que no sucede con sus predecesores ni con sus sucesores.

Julián fue consagrado obispo de Toledo en 680 y parece que gobernó su diócesis con el mismo tino que le había caracterizado en los asuntos seculares. Su biógrafo narra que el cielo le había adornado con todas las gracias del alma y del cuerpo. Era tan bondadoso, que ninguno se acercó a él, sin recibir gran consuelo. El santo presidió varios sínodos y obtuvo para su sede la primacía sobre todas las diócesis españolas. Por eso se le da el título de arzobispo de Toledo, aunque el término no se empleaba generalmente en España por aquella época.

Los historiadores posteriores acusan a Julián de haber alentado a los reyes a perseguir a los judíos. Sin embargo, debe hacerse notar que la más cruel y escandalosa de las leyes contra los judíos no fue publicada sino hasta cinco años después de la muerte del santo: Según dicha ley, todos los judíos adultos debían ser vendidos como esclavos, en tanto que sus hijos serían confiados, desde los siete años de edad, a las familias españolas para recibir una educación cristiana.

San Julián fue escritor muy fecundo: entre sus obras se cuenta un estudio del rito hispánico (la forma en que se celebraba la liturgia en territorio hispano antes del uso del rito romano), un libro contra los Judíos y los tres volúmenes de los "Pronósticos", que tratan de las postrimerías. El santo sostiene en esta obra que el amor y el deseo de ir a reunirse con Dios bastan para acabar con el temor natural a la muerte. También afirma que los bienaventurados piden por nosotros en el cielo, que desean nuestra felicidad y que ven nuestras acciones, ya sea en la misma esencia de Dios o por ministerio de los ángeles, que son los mensajeros de Dios en la tierra.

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Obispo

Martirologio Romano: En Metz, en Austrasia, san Crodegango, obispo, el cual impuso al clero que viviese dentro del recinto del claustro bajo una íntegra norma de vida, y promovió de modo admirable el canto en la Iglesia (766).
San Crodegando nació cerca de Lieja y probablemente se educó en la abadía de Saint Trond. Parece que hablaba el latín con la misma fluidez que su propia lengua. Era de estatura imponente y su gracia y buenas maneras le hacían agradable a todos. Carlos Martel reconoció sus cualidades excepcionales y le nombró secretario y asesor suyo. A la muerte de su protector, Crodegango, que era todavía laico, fue nombrado obispo de Metz, el año 742. En tan alta dignidad, supo combinar la virtud y la sagacidad con gran éxito; en todos los asuntos se valió de su gran influencia para promover la justicia y el bien público. Sus biógrafos alaban su caridad sin límites y la especial solicitud que mostró por las viudas y los huérfanos. Como embajador de Pepino, el mayordomo de palacio, ante el Papa Esteban III, Crodegango fue un factor preponderante en la coronación de Pepino en 754, en la derrota que éste infligió a los Lombardos en Italia y en la entrega del exarcado de Ravenna y otros territorios a la Santa Sede.

Habiendo contribuido en esta forma a establecer, sobre una base firme, el Papado y la supremacía de los francos en Italia, San Crodegango pudo consagrarse de lleno a los asuntos espirituales de su diócesis. La relajación de costumbres en aquélla época no dejaba de afectar tambíén al clero. Muchos clérigos estaban mezclados en asuntos mundanos y los jóvenes no recibían una preparación adecuada en materia de ciencia y disciplina. San Crodegango empezó la reforma por su propia ciudad y su catedral, publicando una serie de cánones, basados principalmente en las reglas de San Benito. Ordenó que tanto el alto como el bajo clero habitase en comunidad, ateniéndose a la regla, y obligó a todos a asistir al oficio divino. El código de San Crodegango, que ha llegado hasta nosotros, estaba dividido en treinta y cuatro capítulos. Las diversas comunidades estaban obligadas a leer, cada día, un capítulo; por ello, dichas reuniones recibieron el nombre de "capítulos" y, los participantes se empezaron a llamar "capitulares"; se llamó "canónigos" a todos aquellos a quienes obligaban los cánones o reglas episcopales; como los conventuales tenían sus propias reglas, se les llamó "regulares". La fama de San Crodegango hizo que su reforma se propagara rápidamente a otras diócesis, hasta llegar a oídos de Carlomagno.

El emperador determinó que todos los clérigos fueran "canónigos" o "regulares". De esta suerte, la influencia que tuvo el santo en el movimiento "regular" que se extendió por Francia, Alemania, Italia y la Gran Bretaña fue muy notable.

Otra de las actividades de San Crodegango fue la construcción y restauración de iglesias, monasterios e instituciones de caridad. Una de sus fundaciones fue la abadía de Gorze, por la que el santo tuvo especial predilección. El Papa le envió para sus monasterios los cuerpos de tres santos, con lo que se atrajo a muchos peregrinos. Otra muestra de favor que recibió de la Santa Sede fue el derecho de precedencia sobre los demás obispos francos. Algunos autores llegan a afirmar que el Papa le envió también el palio y casi todos están de acuerdo en que, bajo el gobierno de San Crodegango, la Iglesia de Metz fue la primera en las regiones del norte que adoptó la liturgia romana y el canto gregoriano en toda su pureza. La escuela coral que instituyó el santo llegó a ser muy famosa y, el año 805, Carlomagno ordenó que todos los maestros de coro se escogieran entre sus alumnos. La fama de la escuela de Metz duró varios siglos. Cuando los monjes del Cister decidieron perpetuar las mejores tradiciones corales, adoptaron el antifonario de la iglesia de Metz. San Crodegango murió el 6 de marzo de 766 y fue sepultado en Gorze.

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