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 SAN PABLO DE LA CRUZ 


PRESBÍTERO FUNDADOR



El místico del Calvario




San Pablo de la Cruz, presbítero, que desde su juventud destacó por su vida penitente, su celo ardiente y su singular caridad hacia Cristo crucificado, al que veía en los pobres y enfermos. Fundó la Congregación de los Clérigos Regulares de la Cruz y de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. (1775) 

Etimológicamente: Pablo = Aquel que es pequeño o débil, es de origen latino.

El día 3 de enero de 1694 en la pequeña ciudad Ovada, cerca de Alejandría. al norte de Italia, nació Pablo Francisco Danei Massari. Es el siglo XVIII, también llamado "siglo de las luces" pues, en general, se pensaba que la inteligencia humana es la única autoridad y que la fe y la revelación son un obstáculo al desarrollo de la humanidad.

Pablo vivió su niñez en un hogar auténticamente cristiano, desde el cual experimentó las alegrías y los sufrimientos de la vida: de 16 hijos del matrimonio Lucas Danei y Ana María Massari sólo sobrevivieron 6. No faltaron también las dificultades económicas, por lo que la familia tuvo que cambiar continuamente de domicilio en busca del trabajo. Pablo, quien desde muy pronto debió ayudar a su padre, no pudo asistir con regularidad a la escuela.

El gran testimonio de la fe cristiana de Ana Maria -su madre- ejerció gran influencia en la educación religiosa de Pablo, a la que éste correspondió con una respuesta generosa.

A los 19 años, en 1713, el joven Pablo tomó la primera gran decisión de su vida. La predicación de un sacerdote o una charla espiritual con él le impresionó de tal forma que, profundamente emocionado y arrepentido, hizo confesión general de sus pecados y decidió consagrar su vida a Dios de un modo más radical y absoluto. Él mismo llamará después a este momento su "conversión a penitencia ".
Años más tarde, cuando en 1716 el Papa Clemente XI invitó a la cristiandad a una cruzada contra los turcos, Pablo creyó oír en esto la voz de Dios, pues quería morir mártir y se alistó voluntario, pasando algún tiempo en cuarteles y campamentos. Convencido de que éste no era el servicio que Dios le pedía, regresó a la casa de sus padres a quienes siguió ayudando en sus necesidades, dedicaba muchas horas a la oración, participaba diariamente en la misa y se entregaba a duras penitencias.

Pablo Francisco tenía 26 años sus hermanos habían crecido y sus padres no necesitaban tanto de su de ayuda. Por este tiempo, sintió la llamada de Dios a fundar una orden religiosa: "... sentí mi corazón movido por el deseo de retirarme a la soledad; ... me vino la inspiración de llevar una túnica, de andar descalzo, vivir en estrechísima pobreza y llevar, con la gracia de Dios, vida de penitencia; ...me vino la inspiración de reunir compañeros para vivir con ellos promoviendo en las almas el santo temor de Dios; me vi en espíritu vestido de una túnica negra, con una cruz blanca sobre el pecho, y bajo la cruz escrito el nombre santísimo de Jesús con
letras blancas...

El 22 de noviembre de 1720 Pablo se despidió de su familia y se dirigió a su obispo, Mons. Gattinara, en Alejandría. Este, en una ceremonia sencilla y en su capilla privada, revistió a Pablo de la Cruz con el hábito negro de ermitaño. Las seis semanas siguientes del 23 de noviembre de 1720 al 1 de 1721, las vivió en el trastero de la sacristía de la Iglesia de San Carlos, de Castellazzo, en las más precarias condiciones de alojamiento. Son como los ejercicios espirituales preparatorios para su misión de ermitaño y fundador . En adelante su apellido será "de la Cruz". 

Por orden de su obispo, Pablo de la Cruz consigna por escrito los sentimientos y vivencias interiores de esos días en un "Diario espiritual". En él vemos a qué grado de oración ha llegado ya, así como las grandes líneas de la doctrina espiritual que vivirá y enseñará durante los 55 años siguientes. En las anotaciones del primer día aparece ya la idea fundamental y programática de toda su vida: "No deseo saber otra cosa ni quiero gustar consuelo alguno; sólo deseo estar crucificado con Jesús ".

Acabados estos días el Pablo de la Cruz pasó los meses siguientes en distintas ermitas de las cercanías viviendo en soledad; daba catecismo a los niños en los lugares vecinos, predicaba los domingos e incluso dio una misión. Quiso ir a Roma para pedir personalmente al Papa le aprobara las Reglas de la nueva Orden religiosa, misma que escribió durante los 40 días de Castellazzo. En Septiembre de 1721 se dirigió a Roma, pero sufrió una gran desilusión. Es rechazado por los guardias de Papa con palabras no muy amables. Aunque profundamente decepcionado, no se desanimó. En la Basílica María la Mayor hizo un voto especial: “dedicarse a promover en los fieles la devoción a la Pasión de Cristo y empeñarse en reunir compañeros para hacer esto mismo”.

A su vuelta a Castellazzo, se les unió su hermano Juan Bautista que, lleno de los mismos ideales, fue hasta su muerte en 1765 el compañero fiel de Pablo. Durante los años siguientes vemos a los dos experimentar la Regla pasionista en diferentes ermitas y colaborando con las parroquias vecinas mediante el catecismo y la predicación.

Tras la etapa eremítica Pablo de la Cruz creyó necesario que él y su hermano vivieran en Roma para conseguir de la Santa Sede la aprobación de las Reglas; por eso prestaron sus servicios en el Hospital de San Gallicano cuyo Director les aconsejó hacerse sacerdotes. Después de un breve curso de Teología pastoral, en junio de 1727 los dos hermanos Danei fueron ordenados sacerdotes en la Basílica de San Pedro por el Papa Benedicto XIII.

Siguiendo su gran impulso a vivir en la soledad y a reunir más compañeros formando la primera comunidad los dos hermanos se dirigieron al Monte Argentario, unos 150 Kilómetros al norte de Roma, junto a la costa. Ahí vivieron en una pequeña ermita. El aumento de candidatos hizo pequeño el local, y construyeron el primer convento de la naciente Congregación, el cual, por innumerables dificultades, fue inaugurado hasta 1737. 

Pero faltaba todavía la aprobación de las Reglas o Una comisión de cardenales nombrada para su estudio suavizó algo su gran austeridad, y en mayo de 1741 fueron aprobadas por Benedicto XIV; habían transcurrido 21 años desde que fueron escritas el nombre de la nueva orden religiosa sería: ”Congregación de la Santísima cruz y Pasión de Nuestro Señor Jesucristo”, título que expresaba claramente su peculiaridad en la Iglesia. Los Religiosos Pasionistas anunciarán por todas partes el misterio de la Cruz y Pasión de Jesucristo a lo cual se obligarían por el voto específico.

Pablo de la Cruz encontró el sentido completo de su existencia en la Memoria de Jesús Crucificado, quien dio su vida por todos nosotros (Jn 3,16). En su asidua contemplación del crucificado, Pablo encontró un camino de acceso al misterio de Dios que es vida y amor, y que desea destruir el peso del pecado y del sufrimiento. Él descubrió que Dios está más cerca de los pobres, de los que no tienen nada, y sintió la urgencia de salir a su encuentro para esto: voz anunciarles al Dios de la vida.

Fundó la Congregación de la Pasión con la esperanza de que continuara haciendo presente al Crucificado, que pronuncia su juicio sobre el pecado del mundo, que es la causa de la injusticia y del sufrimiento de muchos hermanos y hermanas, y hace al hombre capaz de amar de un modo nuevo. Quiso que la Congregación fuera un signo humilde del grande Amor de Dios.

A lo largo de su vida -murió a los 82 años-, Pablo de la Cruz fundó 11 conventos. En 1771, el santo, ya anciano, inauguró el primer monasterio de religiosas pasionistas de clausura, que vivirían el mismo espíritu según la Regla escrita también por él.

Además de fundador, Pablo de la Cruz, fue predicador de misiones populares y gran director espiritual. Poseía cualidades muy especiales para esto: voz potente, agradable presencia física, dotes retóricas extraordinarias. Pero lo que más impactaba de él era su testimonio de íntima unión con Dios, su devoción y su santidad.

Por su gran actividad apostólica -200 misiones y 80 tandas de ejercicios espirituales- mantuvo contacto con gran número de personas que solicitaban su consejo en la vida espiritual, a quienes él sirvió especialmente por correspondencia.

El 18 de octubre de 1775 pasó Pablo a la Casa del Padre con una muerte tranquila y santa en el convento de los Santos Juan y Pablo en Roma. Así terminaba su larga vida de trabajos y sufrimientos por Cristo y por el prójimo. Fue beatificado por Pío IX el 1 de mayo de 1853; fue canonizado por el Papa el 29 de junio de 1867.

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Presbítero

Martirologio Romano: En la villa de Arenas, en la región española de Castilla, san Pedro de Alcántara, que en España se celebra mañana, día diecinueve  (1562).

Breve Biografía


Pedro Garavita nació en el pueblecito de Alcántara, en Extremadura, en 1499. Su padre, que era abogado, ejercía el cargo de gobernador de la localidad, su madre era de muy buena familia y ambos se distinguían por su piedad y cualidades personales. Pedro empezó los estudios en la escuela del lugar, pero su padre murió antes de que hubiese terminado la filosofía. Su padrastro lé envió más tarde a la Universidad de Salamanca, donde Pedro determinó hacerse franciscano y tomó el hábito en el convento de Manjaretes, situado en las montañas que separan a España de Portugal. Escogió precisamente ese convento por su ardiente espíritu de penitencia, ya que en él se hallaban reunidos los observantes que ansiaban una vida más rigurosa.

Durante el noviciado, se le confiaron sucesivamente los oficios de sacristán, refitolero y portero, que desempeñó con gran asiduidad, aunque no siempre con eficacia, pues era un tanto distraído. Por ejemplo, su superior tuvo que reprenderle porque, al cabo de seis meses como refitolero, no había servido ni una sola vez fruta a la comunidad. El joven se excusó diciendo que nunca había encontrado fruta, cuando le hubiese bastado levantar los ojos para ver que del techo del refectorio colgaban enormes racimos.

Con el tiempo, la mortificación le hizo perder absolutamente el sentido del gusto; en cierta ocasión, encontró en su plato vinagre salado y lo tomó como si fuese la sopa ordinaria. Su lecho consistía en una piel sobre el suelo; solía emplearlo para arrodillarse a orar una buena parte de la noche y dormía sentado, con la cabeza contra la pared. Sus vigilias constituían el aspecto más notable de sus mortificaciones, de suerte que el pueblo cristiano ha hecho de él el patrono de los guardias y veladores nocturnos. El santo fue reduciendo gradualmente el tiempo de su vigilia para no dañar su salud.

Algunos años después de su profesión, se le envió a fundar un pequeño convento en Badajoz, aunque no tenía más que veintidós años, y no era aún sacerdote. Ejerció el superiorato durante tres años, al cabo de los cuales fue ordenado sacerdote, en 1524. Sus superiores le dedicaron inmediatamente a la predicación y, más tarde, le nombraron sucesivamente guardián de los conventos de Robredillo y de Plasencia. San Pedro precedía a sus súbditos con el ejemplo, observando a la letra los consejos evangélicos; por ejemplo, sólo tenía un hábito, de suerte que cuando lo daba a lavar o a remendar, se retiraba a esperar, desnudo, en un rincón del huerto. Por aquella época, predicó en toda Extremadura, con gran fruto de las almas. Además de su talento natural y de sus conocimientos,

Dios le había favorecido con la ciencia infusa y el sentido de las cosas espirituales; estos últimos son dones sobrenaturales que Dios no suele conceder sino a quienes se han ejercitado largamente en la oración y la práctica de las virtudes. La sola presencia del santo era ya una especie de sermón y se dice que le bastaba con presentarse en un sitio para empezar a convertir a los pecadores. Gustaba particularmente de predicar a los pobres, basándose en los textos de los libros de la sabiduría y de los profetas del Antiguo Testamento.

San Pedro se sintió toda su vida atraído por la soledad. Como hubiese rogado a sus superiores que le enviasen a algún monasterio remoto en el que pudiese entregarse a la contemplación, éstos le enviaron al convento de Lapa, que era un sitio muy poco poblado, con el cargo de superior. Allí compuso san Pedro su libro sobre la oración, tan estimado por santa Teresa, fray Luis de Granada, san Francisco de Sales y otros. Es una verdadera obra maestra que ha sido traducida a la mayoría de las lenguas occidentales. San Pedro aprovechó para escribirlo su propia experiencia del amor divino, ya que vivía en continua unión con Dios. Con frecuencia, era arrebatado en éxtasis que duraban largo tiempo y estaban acompañados de otros fenómenos extraordinarios. La fama de San Pedro de Alcántara llegó a oídos del rey Juan III de Portugal, quien le llamó a Lisboa y trató en vano de retenerle allí.

En 1538, el santo fue elegido ministro provincial de los frailes de la estricta observancia de la provincia de San Gabriel, en Extremadura. En el ejercicio de su cargo redactó una regla aún más severa que la ya existente y la propuso, en 1540, en el capítulo general de Plasencia. Como la propuesta encontrase una fuerte oposición, el santo renunció a su cargo y fue a reunirse con fray Martín de Santa María. Dicho fraile, interpretando la regla de San Francisco como un llamamiento a la vida eremítica, construía una ermita en una desolada colina, llamada la Arábida, a orillas del Tajo, en la ribera opuesta a la de Lisboa. San Pedro alentó a fray Martín y sus compañeros y le sugirió varias disposiciones que fueron adoptadas. Los ermitaños iban descalzos, dormían en esteras o al ras del suelo, jamás tomaban carne ni vino y no tenían biblioteca. Poco a poco, varios frailes de España y Portugal se adhirieron a la reforma, y los conventos empezaron a multiplicarse. En la ermita de Palhaes se fundó el noviciado, y san Pedro fue nombrado guardián y maestro de novicios.

El santo estaba muy angustiado a causa de las pruebas por las que la Iglesia atravesaba entonces. Para oponer el dique de la penitencia a la relajación de las costumbres y a las falsas doctrinas, concibió, en 1554, el proyecto de establecer una congregación de frailes de observancia aún más estricta. El provincial de Extremadura no aceptó el proyecto; en cambio, el obispo de Soria acogió la idea con entusiasmo, y san Pedro se retiró con un compañero a dicha diócesis a hacer un ensayo de la nueva vida eremítica.

Poco después fue a Roma, viajando descalzo, con el objeto de obtener el apoyo de Julio III. Aunque el ministro general de los observantes veía con malos ojos el proyecto del santo, éste consiguió que el Papa lo pusiera bajo la obediencia del ministro general de los conventuales, y obtuvo permiso para fundar un convento tal como él lo concebía. A su vuelta a España, un amigo suyo construyó en Pedrosa un convento a su gusto. Tales fueron los comienzos de la rama franciscana conocida con el nombre de la Observancia de San Pedro de Alcántara. Las celdas eran muy pequeñas; la mitad de cada una de ellas estaba ocupada por el lecho, que consistía en tres tablas desnudas. La iglesia hacía juego con el resto. Los frailes no podían olvidar que estaban llamados a hacer penitencia, dado que sus celdas parecían más bien sepulcros que habitaciones. Un amigo de san Pedro, que le había ayudado a llevar a cabo la «reforma», se quejó un día de la malicia del mundo. El santo replicó: «El remedio es muy sencillo. El primer paso sería que vos y yo fuésemos lo que deberíamos ser; entonces estaremos en paz con nosotros mismos. Si todos hicieran eso, el mundo sería perfecto. Lo malo es que pensamos en reformar a otros antes de reformarnos a nosotros».

Poco a poco, otros conventos adoptaron la reforma. San Pedro escribió en sus reglas que las celdas no debían tener más de dos metros de largo; que el número de frailes de cada convento no debía pasar de ocho; que los frailes debían andar descalzos, consagrar a la oración mental tres horas diarias y no recibir estipendios por las misas. Igualmente les impuso otras prácticas rigurosas que se acostumbraban en la Arábida. En 1561, la nueva custodia fue elevada a la categoría de provincia con el nombre de San José y el Papa Pío IV la retiró de la jurisdicción de los conventuales y la pasó a la de los observantes (Los «alcantarinos» dejaron de ser un cuerpo diferente en 1897, cuando León XIII reunió las distintas ramas de los observantes).

Como suele acontecer en tales casos, la provincia de San Gabriel, a la que San Pedro había pertenecido, no vio con buenos ojos su empresa, y el santo fue tratado de hipócrita, traidor, turbulento y ambicioso por sus antiguos superiores. A esas acusaciones replicó sencillamente: «Padres míos, os ruego que toméis en cuenta la buena intención que me guía en esta empresa; pero, si estáis plenamente convencidos de que no es para la gloria de Dios, haced cuanto podáis por echarla a pique». Efectivamente, los frailes de San Gabriel hicieron cuanto pudieron por echarla a pique, pero la «reforma» siguió ganando terreno a pesar de todo.

En 1560, en el curso de una visita a su provincia, san Pedro de Alcántara pasó por Avila, movido por una orden recibida del cielo. Por entonces, santa Teresa se hallaba todavía en el convento de la Encarnación y atravesaba por un período de ansiedad y escrúpulos, pues muchas personas le habían dicho que era víctima de los engaños del demonio. Una amiga de la santa consiguió permiso para que ésta fuese a pasar una semana en su casa, y allí la visitó san Pedro de Alcántara. Guiado por su propia experiencia en materia de visiones, San Pedro entendió perfectamente el caso de Teresa, disipó sus dudas, le aseguró que sus visiones procedían de Dios y habló en favor de la santa con el confesor de ésta.

La autobiografía de santa Teresa nos proporciona muchos datos sobre la vida y milagros de san Pedro de Alcántara, ya que éste le contó muchos detalles de sus cuarenta y siete años de vida religiosa. Santa Teresa escribió: «Me dijo, si mal no recuerdo, que en los últimos cuarenta años no había dormido más de una hora y media por día. Al principio, su mayor mortificación consistía en vencer el sueño, por lo cual tenía que estar siempre de rodillas o de pie [...] En todo ese tiempo, jamás se caló el capuchón, por ardiente que fuese el sol o tupida la lluvia. Siempre iba descalzo y su único vestido era un hábito de tejido muy burdo, tan corto y estrecho como era posible, y un manto de la misma tela; debajo del hábito no llevaba camisa. Me dijo que cuando el frío era muy intenso, acostumbraba quitarse el manto y abrir la puerta y la ventana de su celda para sentir un poco de calor al volverlas a cerrar y al ponerse el manto. Estaba acostumbrado a comer una vez cada tres días y se extrañó de que ello me maravillase, pues decía que era una cuestión de costumbre. Uno de sus compañeros me contó que algunas veces no comía en toda la semana; probablemente eso sucedía cuando estaba en oración, porque solía tener grandes arrebatos y transportes de amor divino, de uno de los cuales yo misma fui testigo. Desde su juventud, había practicado la pobreza con el mismo rigor que la mortificación [...] Cuando yo le conocí era ya muy viejo y su cuerpo estaba tan débil y vacilante, que parecía más bien hecho de raíces y corteza de árbol que de carne. Era un hombre muy amable, pero sólo hablaba cuando le preguntaban algo; respondía con pocas palabras, pero valía la pena oírlas, pues poseía un juicio excelente». Cuando Teresa volvió de Toledo a Avila, en 1562, encontró nuevamente allí a San Pedro de Alcántara, quien consagró la mejor parte de sus últimos meses de vida y las fuerzas que le quedaban, a ayudar a la santa en la fundación de la primera casa de carmelitas reformadas. El éxito de Teresa se debió, en gran parte, a los consejos y al apoyo de san Pedro, quien empleó toda su influencia con el obispo de Ávila y otros personajes.

El santo asistió el 24 de agosto a la primera misa que se celebró en el nuevo convento de San José. En la época turbulenta de las fundaciones, Santa Teresa fue fortalecida y consolada más de una vez por las apariciones de san Pedro de Alcántara, quien ya había muerto para entonces. Según el testimonio de Teresa, citado en el decreto de canonización, san Pedro fue quien más hizo por ayudarla en la empresa de la reforma del Carmelo. La carta que el santo escribió a Teresa acerca de la pobreza absoluta de la nueva fundación, muestra que las dos almas se comprendían perfectamente: «Confieso que me sorprendo de que hayáis pedido el parecer de los hombres de ciencia para una cuestión en la que carecen de competencia. Los litigios y los casos de conciencia son el campo de los canonistas y teólogos; los problemas de la vida de perfección tienen que resolverlos quienes la practican. Nadie puede hablar de lo que no conoce y no toca a los hombres de ciencia determinar si vos o yo hemos de practicar los consejos evangélicos ... Aquél que da el consejo, da también los medios ... Los abusos que se observan en los monasterios que no tienen rentas, proceden no de la pobreza, sino de la falta de deseo de pobreza».

Dos meses después de la inauguración del convento de San José, San Pedro de Alcántara cayó enfermo y fue trasladado al convento de Arenas para que muriese entre sus hermanos. En sus últimos momentos, repitió las palabras del salmista: «Mi alma se regocija porque me han dicho: Iremos a la casa del Señor» (salmo 122,1) En seguida se arrodilló y murió en esa actitud.

Santa Teresa escribió: "Después que murió, el Señor ha tenido a bien que me aproveche más que cuando vivía, ya que me ha ayudado y aconsejado en muchos asuntos y Ie he visto frecuentemente en la gloria ... Nuestro Señor me dijo una vez que escucharía cuantas peticiones se le hiciesen en honor de san Pedro de Alcántara. Yo le he encomendado que me obtenga muchas cosas de Nuestro Señor y todas mis peticiones han sido oídas".

San Pedro de Alcántara fue canonizado en 1669.

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Por: Xavier Villalta A. | Fuente: Catholic.net

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En la aldea de Ossenenon, en el territorio de Canadá, martirio de san Isaac Yogues, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, que fue convertido en esclavo por los indígenas, los cuales le cortaron los dedos, hasta quele abrieron la cabeza a hachazos. Su memoria se celebra el día 19 de octubre († 1646).

Fecha de beatificación: 21 de junio de 1925 por el Papa Pío XI
Fecha de canonización: 29 de junio de 1930 por el Papa Pío XI

Etimológicamente Isaac = “aquél a quien Dios sonríe”. Viene de la lengua hebrea.

Breve Biografía


EL HOMBRE DE ORLEANS
Isaac Jogues, nació en Orleans, el 10 de enero de 1607, era el quinto de nueve niños. A la edad de diez él asistió a las escuelas Jesuítas, y, cuando tenía diecisiete, decidío volverse jesuita. Una vez aceptado, entró en el noviciado de Rouen y tenía el privilegio de ser dirigido por Louis Lalemant Padre, maestro de religion y vida espiritual.

Después de dos años de noviciado Jogues siguió sus estudios en la Universidad de La Fle y en 1629 empezó a enseñar en Rouen humanidades a los jóvenes franceses. Él era un maestro exitoso, porque era un humanista dotado con un notable dominio del idioma. Cuatro años después retomó al estudio de teología en Clermont (París), y, después de tres años, se ordenó sacerdote en la capilla a Clermont.

Era 1636, y Jogues se sintió listo para el trabajo de misionero en Nueva Francia, un apostolado que él había anhelado.

Sus hermanos jesuítas habían lanzado la misión en Nueva Francia en 1625 mientras Jogues todavía era un novicio. En 1626, ellos habían enviado al famoso Jean de Brebeuf a abrir otra misión entre el Hurons, 900 millas tierra adentro. Éste era un apostolado muy difícil y exigente, pero Jogues deseaba ir.

De los primeros años de Jogues como jesuita, el Padre Jacques Buteux, un amigo, dijo: "fue amado por Nosotros como ser muy gentil y por estar muy atento de nuestro estilo de vida."

El jóven sacerdote jesuíta partió de Dieppe, el 8 de abril de 1636, y ocho semanas después su nave dejó caer ancla en la Bahía de Chaleurs. Él localizó Quebec sólo varias semanas después, el 2 de julio.

EN TERRITORIO HURÓN
En una carta a su madre, datado el 20 de agosto de 1636, enviado desde Three Rivers, Jogues describió su llegada, estado de salud y las impresiones iniciales. Él también agregó una breve pero importante posdata: "He recibido órdenes de estar listo para proseguir hacia la misión en territorio Hurón en dos o tres días".

El 24 de agosto, Jogues se embarcó en una canoa con cinco Hurons que habían venido a comerciar y hiban de regreso a su territorio. Sería un viaje tranquilo para el nuevo misionero con el poco familiar idioma Hurón. De hecho, este primer viaje a debe de haber sido uno de los eventos memorables en las vidas de estos o de cualesquiera otros viajeros a territorio Hurón en el futuro. Jogues nos ha dejado algunas de sus impresiones del viaje.

Mencionó que su única comida para la jornada era maíz indio, aplastó entre dos piedras y hervido en agua sin ningún aliño; durmiendo en precipicios altos a orillan del río Ottawa, al aire libre y bajo la luz de la luna; la incomodidad de viajar en una canoa atestada, sin poder cambiar de posición o estirar los músculos acalambrados; el silencio forzado por no conocer una palabra del lenguaje indigena; y las costumbres extrañas y bruscas de sus compañeros de viaje.

Había también los acarreos interminables alrededor de los rápidos y cascadas tan abundantes en el río de Ottawa. Y todavía, pese a todos los riesgos usuales del viaje, el grupo de Jogues hizo un tiempo excelente. Ellos tomaron sólo diecinueve días para cubrir una distancia que normalmente tomaba veinticinco a treinta. Jogues desembarcó de su canoa en Ihonatiria el 11 de septiembre.

Algunos años más tarde, retornando de Quebec a su misión fueron enboscados por los Iroquis, los más grandes enemigos de los Hurones, entre los pocos sobrevivientes se contaba Jogues quien terminó como prisionero.

Incluso entre los mártires Isaac Jogues es algo único, porque estubo bajo arresto algunos años de martirio antes de que le llegara la muerte con un tomahawh. En cierto sentido, nosotros podríamos decir que el martirio de Jogues duró de 1642 a 1646.

La verdadera grandeza de Jogues sólo surgió bajo la tensión de la captura y el sufrimiento increíble. Era como que si su conocidos nunca hubieran conocido la profundidad de su fe y amor hasta que fue probado en el fuego de tortura y cautiverio Iroqui. Eso ocurrió en 1642 cuando Jogues se fue tomado prisionero cerca de Sorel.

San Isaac Jogues fue canonizado el 26 de junio de 1930, conjuntamente con Juan de Brébeuf, Natal Chabanel, René Goupil, Juan de La Lande, Antonio Daniel, Gabriel Lalement y Carlos Garnier. Un grupo de "amigos en el Señor", en la tierra y en el cielo.

Para ver más sobre los mártires Canadá haz "click" AQUI

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Por: P. Felipe Santos | Fuente: Catholic.net

Mártir

Santo Tradicional - No incluido en el actual Martirologio Romano
(Sugerimos leer el artículo ¿Santos descanonizados?)

Etimologicamente: Justo = “prudente, recto”. Viene de la lengua latina.

Breve Biografía


Nació este mártir de la Iglesia en la ciudad de Auxerre, en la Borgoña.

Sus padres eran profundamente cristianos. Aunque era todavía un niño, sin embargo, gracia a su educación, parecía más maduro de lo que aparentaba.

A los ocho años sostenía controversias contra los paganos, que invadían la región, sobre temas religiosos.

Tenía una inteligencia poco común. No llegó a conocer a su hermano Justiniano.

Se lo robaron a sus padres para venderlo a unos mercaderes de Beauvais.

Dios le reveló a Justo en dónde estaba. Llegados a la casa del comerciante, éste reunió a los doce esclavos. Le devolvió a su hijo con la única condición de que salieran en seguida de la ciudad.

Pero el gobernador mandó que los cogieran. Quería vengarse de su condición cristiana. No podía, influido por los paganos pudientes, ver a un seguidor de Jesucristo.

Una vez que tuvo ante su presencial al bueno de Justo, lo envió a una hoguera. No se sabe qué hizo con su padre y su madre. Era el año 306.

Su cabeza se venera hoy en Beauvais.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

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 SAN LUCAS


EVANGELISTA




Breves notas en las Cartas de San Pablo son las únicas noticias que la Sagrada Escritura nos presenta sobre San Lucas, el solícito investigador de la buena noticia y autor del tercer Evangelio y de los Hechos de los Apóstoles. Por sus apuntes de viaje, es decir, por las páginas de los Hechos en los que San Lucas habla en primera persona, podemos reconstruir parte de su actividad misionera. Fue compañero y discípulo de los apóstoles. El historiador Eusebio subraya: “... tuvo relaciones con todos los apóstoles, y fue muy solícito”. De esta sensibilidad y disponibilidad suyas hacia el prójimo nos da testimonio el mismo San Pablo, unido a él por grande amistad. En la carta a los Colosenses leemos: “Os saluda Lucas, médico amado...”.

La profesión médica nos trace suponer que él se dedicó mucho tiempo al estudio. Su formación cultural se nota también por el estilo de sus libros: su Evangelio está escrito en un griego sencillo, limpio y bello, rico en términos que los otros tres evangelistas no tienen. Hay que hacer otra consideración sobre su Evangelio, a más del hecho estilístico e historiográfico: Lucas es el evangelista que mejor que lo otros nos pintó la humana fisonomía del Redentor, su mansedumbre, sus atenciones para con los pobres y los marginados, las mujeres y lo pecadores arrepentidos. Es el biógrafo de la Virgen y de la infancia de Jesús. Es el evangelista de la Navidad. Los Hechos de los Apóstoles y el tercer Evangelio nos hacen ver el temperamento de San Lucas, hombre conciliador, discreto, dueño de sí mismo; suaviza o calla expresiones que hubieran podido herir a algún rector, con tal que esto no vaya en perjuicio de la verdad histórica.

Al revelarnos los íntimos secretos de la Anunciación, de la Visitación, de la Navidad, él nos hace entender que conoció personalmente a la Virgen. Algún exégeta avanza la hipótesis de que fue la Virgen María misma quien le transcribió el himno del “Magnificat”, que ella elevó a Dios en un momento de exultación en el encuentro con la prima Isabel. En efecto, Lucas nos advierte que hizo muchas investigaciones y buscó informaciones respecto de la vida de Jesús con los que fueron testigos oculares.

Un escrito del siglo II, el Prólogo antimarcionista del Evangelio de Lucas, sintetiza el perfil biográfico del modo siguiente: “Lucas, un sirio de Antioquía, de profesión médico, discípulo de los apóstoles, más tarde siguió a San Pablo hasta su confesión (martirio). Sirvió incondicionalmente al Señor, no se casó ni tuvo hijos. Murió a la edad de 84 años en Beocia, lleno de Espíritu Santo”. Recientes estudios concuerdan con esta versión.

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Por: . | Fuente: Archidiócesis de Madrid

Ermitaño

Martirologio Romano: En Licópolis, de Egipto, san Juan, eremita, que entre sus muchas virtudes se distinguió por su espíritu profético (s. IV).

Etimológicamente: Juan = Dios es misericordia, es de origen hebreo.

Nació en Licópolis, hoy Asiut, en los comienzos del siglo IV y pasó la mayor parte de su vida en la Tebaida, dedicado a la oración y a la penitencia. Parece ser que nació en el seno de una familia pobre y que tuvo en la juventud la profesión de carpintero.

Muy joven marcha a buscar la soledad del desierto; se pone bajo el amparo de santo monje que le orienta en las difíciles sendas de la imitación de Jesucristo, siguiéndole en la soledad. El maestro pone a prueba su disposición mandándole, de modo insólito, que riegue una rama de árbol seca y podrida que ha plantado en la tierra. El joven aprendiz de anacoreta no se complica la vida con disquisiciones por muy razonadas que parezcan; va y viene dos veces al día a por el agua escasa que tiene a distancia y moja y riega su pobre leño. No sabemos cuál fue el resultado de su prueba, pero a él -entonces inexperto- le sirvió para mortificarse y enraizar la obediencia.

Come hierbas y raíces; bebe agua abundante; es de poco dormir, hace mucha oración y extremada penitencia. Las pocas gentes que conoce lo ven lleno de buen humor, servicial, parco en las palabras, acertado en las sentencias que salen de su boca siempre dispuesta a enseñar a Cristo; lo describen barbudo con figura alargada y seca. No daba para otra apariencia aquella vida de ayuno con sol y aire abundante.

Con el paso del tiempo, se aproxima a él gente más apartada. Al correrse las voces sobre la santidad de Juan, el solitario anacoreta, vienen desde lejos a rezar y aprender cosas de Dios. Algunos consultan problemas personales, mientras que otros buscan arreglos de asuntos enconados y con poca solución entre clanes y familias. Algún militar se acerca a exponer sus temores ante los bárbaros que se acercan. Profetiza victorias que se cumplen. Hasta en mismo emperador Teodosio manda embajada de consultas sobre acciones políticas y militares que está a punto de comenzar y requieren prudencia. Nunca permite que una mujer mire ni se acerque a su celda.

En la pobreza del desierto, aunque no dispone de espacio digno donde recibir visitas ilustres, van a verle también monjes como Evagrio del Ponto y su discípulo Paladio del monasterio que está en el desierto de Nitria; en esa ocasión, profetiza a Paladio su futura elección de obispo y las cruces que va a llevar anejas. ¡Y uno de sus visitantes es también Alipio, gobernador de Tebaida!

Juan vivió hasta el año 394, habiendo pasado 75 en el desierto.

Que se sepa, Juan no escribió cosa alguna. Pero quienes le conocieron quedaron tan impresionados de su vida y tan vivamente conmovidos por sus palabras que sí aumentaron su fama. Dicen de él que le oyeron hablar de algún solitario que conoció un fantasma de mujer que le llevó al abandono del desierto -la imaginación descontrolada siempre fue mala consejera-; comentan que hablaba de otros que se dejaron seducir por la sensualidad, se enterraron en la impureza, y arruinaron la vida de entrega en el desierto; y también narran que hablaba de otros a los que el buen Dios les concedió la vuelta por el arrepentimiento. Quizá los testigos y biógrafos querían contar con esto que su larga vida en años fue también larga en experiencia.

La escena del fresco que está en el camposanto de Pisa, pintada por el sienés Pietro Lorenzetti, mostrando a una mujer de extraña hermosura que clava su glacial mirada en el monje barbudo que aprieta su mano, bien pudiera ser un eco artístico de las tentaciones que, como cualquier mortal, hubieron de superar los ermitaños; así, abajados del pedestal de gloria que envuelve sus repetidas historias de santidad, nos los aproxima a la cotidiana vulgaridad de los pecadores mostrándonos el camino tan frecuentado del arrepentimiento.


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Religioso y Mártir

Martirologio Romano: En Ciudad Real, en España, beato Fidel Fuidio Rodríguez, religioso de la Sociedad de María y mártir, que durante la persecución religiosa descansó en el Señor al ser fusilado (1936).

Fecha de beatificación: 1 de octubre de 1995 por S.S. Juan Pablo II

Breve Biografía


Nació en Yécora (Alava) el 24 de abril de 1880. Hizo el Postulantado marianista en Vitoria (España) y en Pontacq (Francia) de 1892 a 1896 y emitió sus primeros votos en la Compañía de María en 1897.

Después de dos años de preparación en Escoriaza (Guipúzcoa), inició su carrera de profesor y educador que ejerció durante 35 años. Enseñó en varios colegios Marianistas de España: Jerez de la Frontera, Cádiz, Madrid (1910-1933) y Ciudad Real. Dotado de una personalidad alegre y expansiva, exuberante de celo apostólico, se valió de la simpatía como método educativo, consiguendo notables resultados y dejando una imborrable huella entre sus alumnos. Durante su estancia en Madrid, y sin dejar la enseñanza, obtuvo el grado de Doctor en Ciencias Históricas. Su tesis doctoral “Carpetania Romana” (1934) es el fruto de numerosos descubrimientos arqueológicos, llevados a cabo con la colaboración de sus alumnos. Discípulo de Hugo Obermaier, gran amigo de los Marianistas, el Dr. Fuidio es considerado en la actualidad como uno de los pioneros de la arqueología madrileña. Como religioso, observaba fielmente sus compromisos y siempre estaba dispuesto a ayudar a sus cohermanos. En su vida de comunidad trató de ser según su propia expresión, “propagador de entusiasmo y sembrador de optimismo”. Amaba a su Instituto con cariño filial y cultivaba una devoción especial a la Virgen María.

A finales de junio de 1936, Fidel Fuidio fue operado de una hernia en Madrid, regresando a su comunidad de Ciudad Real el 17 de julio, aún convaleciente de su operación. El 25 de julio, Fidel tuvo que dejar su comunidad y trasladarse a una fonda, ya que el Colegio había sido requisado por la Guardia Civil. El 7 de agosto, los milicianos se presentaron de noche en la pensión para proceder a una detención y se llevaron también a Fidel, al verle un crucifijo en el pecho. Lo condujeron al Gobierno Civil, en cuyo desván habían instalado un cárcel provisional. El tiempo de su prisión lo pasó preparándose a bien morir y tratando de levantar la moral a los demás detenidos. Rezaba constantemente y se confesaba a menudo con los sacerdotes presos, manifestando muchas veces su prontitud a “morir por la fe”. El 15 de octubre fue dejado en libertad después de un simulacro de juicio. Pero antes de salir de la prisión fue llevado por los milicianos a la “Casa del Pueblo”. De allá lo sacaron en la noche del 16 al 17 de octubre y lo fusilaron en Carrión de Calatrava.

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Nació en Montperreaux diócesis de Besancom (Francia) en 1799.

Estudió en el Seminario Mayor de Besancom, era miembro de la Sociedad de Misioneros en el Exterior de París, en 1822 fue enviado como misionero a Vietnam. Cuando el gobierno comenzó su ofensiva contra los cristianos, Isidoro convirtió al cristianismo a las autoridades de Bongson.

Fue estrangulado hasta morir en Hue (1833) y enterrado en Phukam, luego sus religuias fueron trasladadas a París.

San Isidoro Gagelin es uno de los 117 mártires de Vietnam, en Octubre 17 se recuerda su festividad particular.

Para ver más sobre los 117 mártires en Vietnam haz "click" AQUI

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Nació en Alemania en 1875, mártir en Polonia 1941, uno de los 108 mártires en Polonia durante la segunda guerra mundial.

Sacerdote profeso, capuchino desde los 18 años y presbítero desde 1900.

Apóstol de la misericordia en Varsovia, donde vivió desde 1918, se hizo famoso como limosnero y protector de los pobres, y fue llamado el «san Francisco de Varsovia»; ya en vida gozaba de fama de santidad.

Fue arrestado en la noche entre el 26 y el 27 de julio de 1941, junto con otros 22 religiosos. No se valió de su ascendencia alemana para salvarse de la muerte.

El 4 de septiembre, junto con otros religiosos, fue trasladado al campo de concentración de Auschwitz, donde murió en la cámara de gas el 16 de octubre de 1941.

Se esforzó por vivir su sufrimiento en la oración y la imitación del divino Maestro. En los interrogatorios declaró: «Soy sacerdote y donde quiera que haya hombres, allí trabajo, sean ellos hebreos o polacos, y más si sufren y son pobres». A menudo repetía a sus hermanos prisioneros las que fueron sus últimas palabras: «Debemos beber hasta el fondo este cáliz».

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Es uno de los 108 mártires de Polonia durante la segunda guerra mundial

Oriundo de Pomerania (1910), estudió filosofía y teología en O³tarzew y fue ordenado sacerdote en 1936.

Trabajó como capellán de las escuelas de O³tarzew y alrededores y fue asesor espiritual del movimiento eucarístico y de los candidatos para ingresar a la Sociedad.

En los primeros días de la segunda guerra mundial, en setiembre de 1939, lo nombraron capellán militar y de la población civil. Durante la ocupación nazi fue administrador del seminario.

El 16 mayo de 1941 lo arrestó la Gestapo y lo llevaron al campo de concentración de Auschwitz. Agotado por los trabajos forzados y el hambre y castigado a muerte por un guardia del campo, entregó su alma el 16 de octubre de 1941.

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Presbiterio

Martirologio Romano: En Ramapuram, Palai, India, beato Agustín Thevarparampil «Kunjachan», presbítero ( 1973).

Breve Biografía

Agustín Thevarparampil fue un sacerdote humilde, que se entregó en favor de sus hermanos dalit marginados de la sociedad. Ejerció su ministerio en la parroquia durante 47 años. Aunque su verdadero nombre era Agustín, todos lo conocían como "Kunjachan" ("el padrecito"), porque era bajo de estatura.

Nació el 1 de abril de 1891 en Ramapuram, en la familia Thevarparampil. Era el menor de cinco hijos. Terminada la primaria, completó su formación sacerdotal en el seminario de Changacherry y en el de Puthenpally. El 17 de diciembre de 1921 recibió la ordenación sacerdotal de manos del obispo Mar Thomas Kurianacherry.

Desempeñó su ministerio un año como vicario parroquial en Ramapuram y luego, tres años, en Kadanad. Seguidamente, a causa de sus problemas de salud, volvió a su parroquia para recuperarse. Durante ese tiempo descubrió por casualidad un nuevo campo de actividad: en el retiro anual, realizado en la parroquia de Ramapuram, los predicadores reunieron cerca de cuarenta dalit -desheredados- en la iglesia y les predicaron las verdades de la fe. Al recibir esa enseñanza religiosa, se mostraron dispuestos a recibir el bautismo. "Kunjachan" decidió dedicarse al servicio de esas personas. Esa decisión lo convirtió en guía y liberador de miles de pobres de esa aldea.

Prosiguió su apostolado en favor de los dalit hasta su muerte. Como dijo san Arnold Jansen, fundador de la Sociedad del Verbo Divino, el acto primero y principal de amor al prójimo consiste en comunicarle la buena nueva de Jesucristo. "Kunjachan" se realizó en plenitud sirviendo con paciencia y compasión a los demás, especialmente a los marginados, viendo en ellos a Cristo.

Durante casi cuarenta años se dedicó al progreso de sus hermanos dalit. En ese tiempo las condiciones sociales de los dalit eran dramáticas, pues se les consideraba "intocables" y se les discriminaba por su casta y el color de su piel. Todos eran analfabetos. En consecuencia, eran supersticiosos y la sociedad los obligaba a realizar trabajos manuales propios de esclavos. Todos estos factores hacían muy difícil el ministerio de "Kunjachan".

No tenía un talento o capacidad excepcional. Era un sencillo párroco. No recibió ninguna honorificencia ni ningún reconocimiento por su incansable servicio orientado a la emancipación de los pobres. Su programa diario preveía visitas a los dalit en su domicilio y en sus lugares de trabajo. Su único ayudante era un catequista. Sin embargo, logró acercar a Dios a muchas personas.

No sólo tuvo que afrontar la oposición y duras críticas de los miembros de castas superiores, sino también de los cristianos tradicionales. Estos obstáculos no frenaron su celo misionero. Acercó a la Iglesia a más de cinco mil personas.

Creó un vínculo muy firme con todos aquellos a quienes ayudaba. Los llamaba "hijos míos" y ellos lo llamaban "nuestro sacerdote". Los conocía a todos y los llamaba por su nombre, desde los niños hasta los ancianos...

No sólo se esforzaba por la elevación espiritual de los dalit, sino también por su emancipación social, cultural, intelectual y artística. Resistió a la oposición con calma y mansedumbre. No se desalentó cuando el gobierno negó privilegios a los dalit convertidos al cristianismo. La gracia constante de Dios le daba fuerza y valentía. La fuente de su fuerza era la oración ante el santísimo Sacramento. También fue devoto de la santísima Virgen María. Obedecía a su párroco y a su obispo con gran humildad.

Murió el 16 de octubre de 1973. Beatificado el 30 de abril de 2006

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Por: Pedro Gómez, C.M. | Fuente: somos.vicencianos.org

Religiosa y Mártir

Martirologio Romano: En la Comunidad Valenciana, España, Beatas Josefa Martínez Pérez y 11 religiosas profesas de la Congregación de Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, quienes junto a Dolores Broseta Bonet, laica, fueron asesinadas por odio a la fe. ( 1936)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco

Sor Josefa Martínez Pérez, nació en Alberique (Valencia), el 6 de mayo de 1898, en una familia de labradores con hondas raíces cristianas. Era la tercera hija de seis hermanos. Sus padres, José y Marcela, la educaron cristianamente tanto en el interior de la familia como en el colegio de las Hijas de la Caridad del pueblo. Desde pequeña se manifestó piadosa, alegre y servicial con todos los que la rodeaban. Formó parte de la Asociación de Hijas de María y, a través del servicio a los necesitados y la oración, sintió la llamada de Dios.

Realizó la prueba en el Hospital Provincial de Valencia, dedicándose de lleno a los ancianos enfermos. Ingresó en el Seminario de las Hijas de la Caridad de la Provincia Española, en la calle Jesús, 3, de Madrid, el 30 de octubre de 1925. Consciente del paso que acaba de dar, le recuerda a su familia: “No podré escribir mucho, pues tiempo no tengo mucho, y sabiendo que estoy bien, basta. Aquí he venido a aprender y santificarme para después practicarlo y ser una buena Hija de la Caridad; cada cual en su estado debe cumplir como se debe”.

En 1926 recibe su primer y único destino, el Hospital Provincial de Valencia (comunidad integrada por 100 Hermanas). Le asignan la sección de niños abandonados de La Inclusa y un tiempo después el pabellón de mujeres infecciosas. Destacó desde su llegada por su fidelidad a las Reglas. Era piadosa y entregada al servicio con puntualidad y esmero. A las Hermanas de Comunidad las trataba con deferencia, humildad y sencillez, así como a los pobres, a los que siempre consideró como sus señores. Las Hermanas decían que la virtud de Sor Josefa no era hacer grandes cosas o cosas extraordinarias, sino hacer de un modo grande y extraordinario todos los actos del día. Era organizada y supo sacar tiempo en medio de tantas ocupaciones para estudiar y conseguir el título de enfermera, para, así, poder servir mejor a los pobres como respuesta a su vocación.

Pasados diez años de su llegada al Hospital, se presagian malos tiempos. Ella repetía muchas veces: “No hay que tener miedo. Hemos de ser valientes. Hermanas, preparémonos porque a alguna de nosotras nos tocará el martirio”. Las Hermanas seguían su trabajo día y noche, con toda clase de pobres y enfermos, pero ella presentía algo.

Al ser despedidas del Hospital, Sor Josefa le dijo a Sor Concepción Ayet: “Iré a Alberique, a casa de mis padres, y seré mártir como Juana de Arco”.

El 24 de julio de 1936, los marxistas se adueñan del Hospital y las Hijas de la Caridad tienen que marchar. Sor Josefa se une a una compañera de Sueca. Su vestimenta las delata y al bajar del tren las detienen; pasan el consabido registro y las dejan marchar. Avisaron a la familia y al día siguiente sus padres se las llevaron a Alberique.

En Alberique, en casa de sus padres, se organiza la vida como si estuviera en Comunidad; ayuda a su hermana, que espera el cuarto hijo, y enseña a los otros. Pasa el verano con relativa calma. En las primeras horas del día 24 de septiembre fusilan a su cuñado por su condición de ser católico, ya que practicaba la caridad con los necesitados, incluso con los que le mataron. Y había acogido en su casa a las Hermanas de Alberique, cuando las echaron de las Escuelas y Hospital. Sor Josefa se ofreció generosamente por él, cuando fueron a detenerlo, argumentando que tenía tres hijos pequeños y esta esperando el cuarto.

Cuando se enteró de que querían poner en una casa particular un pequeño “hospital de sangre”, se presentó como enfermera a los dirigentes del Comité comunista para ayudar, pero no la aceptaron.

Camino del martirio

El 14 de octubre, un grupo de milicianos llegó a su casa para detener a su hermana Natalia y a ella. Su hermana dejaba tres hijos pequeños en casa y estaba embarazada del cuarto. Para entonces, ya habían matado a su esposo. Sor Josefa, ya en la prisión, estuvo largas horas en oración y con los brazos en cruz, expresando en voz alta su deseo de que liberaran a su hermana y la sacrificaran a ella. A la una de la madrugada las sacaron de la cárcel con otras personas, las llevaron con las manos atadas a la espalda y metidos todos en un camión. Al subir al camión intercedió de nuevo ante los jefes de los milicianos para que dejaran salir a su hermana Natalia. Se compadecieron y la dejaron salir. Natalia recordará toda su vida que su hermana Josefa le dio un abrazo y le dijo: “Nos veremos en la eternidad”. El camión avanzó por los caminos de las afueras de Alberique hasta que se paró en el (Pont de los gossos) “Puente de los Perros”, del vecino municipio de Llosa de Ranes, y allí sacrificaron a todos. Antes de ser fusilados se mofaron de ellos y les insultaron y, finalmente, dispararon sobre ellos, dejando a Sor Josefa para la última. Ella tuvo que resistir mucho pues se cebaron con ella por ser Hija de la Caridad, virgen y consagrada al Señor. El terrible martirio terminó a las tres de la mañana del día 15 de octubre de 1936, en que fue fusilada.

A la mañana siguiente recogieron los cadáveres y entregaron a las familias algunos objetos personales que sirvieron para su identificación. De Sor Josefa entregaron un pañuelo que ponía “Sor 61”, unas medallas de la Virgen Milagrosa y el Rosario de cinco decenas”.

Terminada la guerra, al ser exhumados los restos, fueron reconocidos fácilmente por su hermana Natalia y trasladados a Alberique, donde recibió el homenaje que se tributó a los 42 mártires del pueblo, el día 16 de julio de 1939. Sus restos, reclamados por las Hijas de la Caridad, llegaron en ambulancia a la capilla de Ntra. Sra. de los Desamparados del Hospital Provincial de Valencia. Allí se ofició un solemne funeral y, al día siguiente, sus restos se depositaron en el panteón Nº 103 de las Hijas de la Caridad del Cementerio general de Valencia.

S.S. Benedicto XVI firmó el 27 de junio de 2011 el decreto con el cual se reconoce el martirio de las Siervas de Dios que integran este grupo.

Este grupo de mártires está integrado por:

1. JOSEFA MARTÍNEZ PÉREZ, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 05 Agosto 1897 in Alberique, Valencia (España)
martirio: 15 Octubre 1936 in Llosa de Ranes, Valencia (España)

2. MICAELA HERNÁN MARTÍNEZ, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 06 Mayo 1881 en Burgos (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Almenara, Valencia (España)

3. MARÍA LUISA BERMÚDEZ RUIZ, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 10 Octubre 1893 in Subugueira, Coruña (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Almenara, Valencia (España)

4. MARTINA VÁZQUEZ GORDO, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 30 Enero 1865 en Cuéllar, Segovia (España)
martirio: 04 Octubre 1936 en Algar de Palancia, Castellón (España)

5. ROSARIO CIÉRCOLES GASCÓN, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 05 Octubre 1873 en Zaragoza (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Almenara, Valencia (España)

6. JOAQUINA REY AGUIRRE, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 23 Diciembre 1895 en Bilbao, Vizcaya (España)
martirio: 29 Octubre 1936 en Gilet, Valencia (España)

7. VICTORIA ARREGUI GUINEA, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 19 Diciembre 1894 en Begoña, Vizcaya (España)
martirio: 29 Octubre 1936 en Gilet, Valencia (España)

8. JOSEFA LABORRA GOYENECHE, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 06 Febrero 1864 en Sangüesa, Navarra (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

9. CARMEN RODRÍGUEZ BANAZAL, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 26 Marzo 1876 en Cea, Orense (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

10. ESTEFANÍA IRISARRI IRIGARAY, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 26 Diciembre 1878 en Peralta, Navarra (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

11. MARÍA PILAR NALDA FRANCO, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 24 Mayo 1871 en Algodonales, Cádiz (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

12. ISIDORA IZQUIERDO GARCÍA, religiosa profesa, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
nacimiento: 02 Enero 1885 en Páramo del Arroyo, Burgos (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

13. DOLORES BROSETA BONET, laica de la arquidiócesis de Valencia
nacimiento: 1892 en Bétera, Valencia (España)
martirio: 09 Diciembre 1936 en Paterna, Valencia (España)

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Por: . | Fuente: patria-nazarena.blogspot.com

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En diversos lugares de España, Beatos Jaime Puig Mirosa y 18 compañeros de la Congregación de los Hijos de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, además de Sebastián Lorens Telarroja, laico, asesinados por odio a la fe. ( 1936-1937)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Hijo de Isidro y de Dolores, nació en Manlleu (Barcelona) el día 24 de octubre de 1908. Era el último de cuatro hermanos, que quedaron huérfanos de padre desde 1909. Por esta condición y “careciendo su madre de medios para atender debidamente a su instrucción”, el 24 de agosto de 1918, a los diez años, ingresó en el colegio de Huérfanos de Sant Julià de Vilatorta. Pedro, por su inclinación a la vida religiosa, formaba parte del grupo de preaspirantes , que atendía espiritualmente el P. Cristóbal Viñuela. El 13 de mayo de 1922 salió de Sant Julià para ingresar al colegio Nazareno de Blanes.

Al completar las humanidades, Pedro pidió el ingreso al noviciado, vistiendo el hábito el día 23 de septiembre de 1923 en el colegio-noviciado Sagrada Familia de Les Corts, bajo la guía del padre Ramón Oromí, como maestro, haciendo la primera profesión al siguiente año. En el escolasticado de Les Corts, siendo el padre Fidel Fons prefecto de escolares, realizó todos sus estudios eclesiásticos, destacando también, según testimonio de algunos de sus hermanos, los frutos de sus admirables dotes artísticas y literarias.

Hizo las prácticas de enseñanza en el colegio Nazareno de Blanes, durante el curso 1927-28, como auxiliar del prefecto de aspirantes y en el curso siguiente en el colegio San Luis de Begues. Hizo su profesión perpetua el 17 de septiembre de 1931. Promovido en Barcelona a las sucesivas órdenes sagradas, fue ordenado sacerdote el 20 de febrero de 1932, juntamente con los padres Jaime Puig, Miguel Barrachina, Enrique Minobis y José Llauradó en la capilla del palacio episcopal.

De su personalidad destacan su bondad y cordialidad, su férrea voluntad y regio carácter, la austeridad de su vida y su continua exhortación a amar la castidad y la pureza, como virtudes fundamentales de los Hijos de la Sagrada Familia. Con la fuerza de su vida ejemplar, instaba de palabra a la perfección en la vida religiosa. Era afable, alegre, atento a los pequeños detalles y reglas de urbanidad. El amor que profesaba a la Iglesia y al Instituto lo mantenía despierto, sereno y decidido.

Habiendo casi terminado sus estudios de magisterio, fue destinado al colegio Jesús, María y José de Sant Andreu y luego al colegio de San Ramón de Vilafranca, como secretario, debiendo salir de allí con el resto de la comunidad, ya en mayo de 1936, cuando el Ayuntamiento incautó el colegio. Pasó provisionalmente al colegio San Luis de Begues, junto con otros sacerdotes y un grupo de 9 novicios, estando destinado para la delegación argentina y con los papeles en regla para embarcar el día 21 de julio de 1936.

El día 17 de julio bajó a Barcelona para ultimar los papeles y los preparativos para el viaje y, ya en Sant Andreu, se encontró con el ambiente revuelto. Regresó al colegio y, en vista de los acontecimientos que se sucedían, los padres se distribuyeron en diferentes casas de algunos amigos y conocidos. Como la familia en donde estaba tenía miedo de algún registro y todos los conocidos escabullían la responsabilidad, tras mucho pelear y arriesgarse, consiguió un pase de gobernación, controlado por el comité y pudo llegar a Vic y a Manlleu, en donde trabajaban sus hermanos, a finales del mismo mes de julio.

Después de muchas dificultades, idas y venidas, permaneció oculto en casa de los suyos. Por sus hermanos, supo que lo tenían señalado y vigilado. Entonces decidió cruzar el río Ter de noche y salir de allí en dirección a Barcelona. Según el testimonio del padre Juan Morató, probablemente el día 15 del mes de octubre de 1936, en un registro efectuado por la FAI en la pensión donde se camuflaba, fue aprehendido, declarando noblemente su condición de religioso y sacerdote, y cayendo bajo el plomo cobarde de sus asesinos en el cementerio de Moncada, luego de haber sido llevado a la cárcel del convento de San Elías. Contaba con 28 años de edad y 12 de profesión religiosa. Sus restos mortales no fueron identificados y se inscribió su desaparición en el Juzgado n° 8 de Barcelona.

Integran el grupo:
(Nombre, Lugar y fecha del martirio)


01.- Jaime (Jaume) Puig Mirosa, Sacerdote- Blanes (Girona) el día 30 VII 1936;
02.- Sebastián Llorens Telarroja, Apóstol Laico- Blanes (Girona) el día 30 VII 1936;
03.- Narciso Sitjà Basté, Sacerdote- Barcelona el 9 VIII 1936;
04.- Juan Cuscó Oliver, Sacerdote- Lérida el 21 VIII 1936;
05.- Pedro Sadurní Raventós, Sacerdote- Lérida el 21 VIII 1936;
06.- Fermín Martorell Víes, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
07.- Francisco Llach Candell, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
08.- Eduardo Cabanach Majem, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
09.- Ramón Cabanach Majem, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
10.- Juan Franquesa Costa, Sacerdote- Cerveza, Lleida, 2 IX 1936;
11.- Segismundo Sagalés Vilà, Religioso Coadjutor- Múnter, Barcelona, 8 IX 1936;
12.- José Vila Barri, Sacerdote- Gurb de la Plana, Barcelona, 21 IX 1936;
13.- Pedro Verdaguer Saurina, Sacerdote- Barcelona, 15 X 1936;
14.- Roberto Montserrat Beliart, Sacerdote- Barcelona, 13 XI 1936;
15.- Antonio Mascaró Colomina, Religioso Escolar- Barcelona, 27 I 1937;
16.- Pedro Ruiz Ortega, Religioso Escolar- Barcelona, 4 IV 1937;
17.- Pedro Roca Toscas, Religioso Escolar- Barcelona, 4 IV 1937;
18.- Ramón Llach Candell, Sacerdote- Barcelona, 19 IV 1937;
19.- Jaime Llach Candell, Sacerdote- Barcelona, 19 IV 1937;
20.- Ramón Oromí Sullà, Sacerdote- Barcelona, 26 IV 1937.

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Por: Carlos Martínez Herrer // Nieves San Martín // Lamberto de Echeverría (†), Bernardino Llorca (†) y José Luis Repetto Betes | Fuente: Zenit.org // Año Cristiano BAC 2005

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En Valencia, en España, beato Narciso Basté Basté, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, que, aceptando con fidelidad las palabras de Cristo, en tiempo de persecución contra la fe, por su muerte pasó a la vida de la gloria. ( 1936)

Fecha de beatificación: 11 de marzo de 2001. por S.S. Juan Pablo II, es uno de los 233 mártires de Valencia

Breve Biografía

Este celoso sacerdote jesuita, muy comprometido con la causa de los pobres, había nacido en la provincia de Barcelona, en San Andrés de Palomar, el año 1866. Tenía 24 años cuando en 1890 ingresó en la Compañía de Jesús, realizando con gran fervor su noviciado y pronunciando los primeros votos religiosos al término del mismo. Continuó los estudios y en 1899 era ordenado sacerdote. Fue admitido a la profesión perpetua el año 1901. Desempeñó ejemplarmente su ministerio y estuvo destinado como director del Patronato de la Juventud Obrera, que hacía un enorme bien entre los muchachos trabajadores de la capital valenciana.

En esta institución, fue, como el fundador del Patronato, Gregorio Gea, un hombre plenamente entregado a la causa de la evangelización.

Se entregó de lleno, durante más de treinta años, al Patronato de la Juventud Obrera de Valencia: catequesis, apostolado con los jóvenes, culto litúrgico, confesiones, visitas asiduas a los enfermos, ayuda a los pobres y necesitados, fueron sus principales actividades apostólicas, pero fue también, como director del Patronato, un práctico de la acción social y educativa entre la juventud.

Las escuelas, las colonias de Serra, los equipos de fútbol, la banda de música, los huertos del Parque, el grupo excursionista, los belenes, el teatro, etc., son instituciones que merecen una aproximación historiográfica profunda e individualizada, por la influencia que han tenido, y aún tienen, en la vida de miles de valencianos.

En el plan de Basté, la congregación mariana fue el alma que insuflaba a las distintas secciones del Patronato, la joya de la corona.

Fueron coetáneos de Basté, en España, los sacerdotes pedagogos san Pedro Poveda, Andrés Manjón, Miguel Fenollera, los salesianos Guillermo Viñas y Rodolfo Fierro; los jesuitas Campoamor, Ruiz Amado, Félix Restrepo, Pablo Hernández y Ángel Ayala; el escolapio Tomás Viñas; el cardenal Ángel Herrera Oria, el marianista Domingo Lázaro, el agustino Teodoro Rodríguez, el terciario capuchino Luis Amigó y Ferrer, Manuel Siurot, etc, una época dorada de la pedagogía católica.

Narciso Basté Basté estuvo destinado en la residencia casa profesa de Valencia, desde octubre de 1901 hasta la disolución de la Compañía de Jesús, en enero de 1932, con el encargo de director de la Congregación Mariana de Nuestra Señora de los Ángeles y San Luis Gonzaga (la del Patronato de Valencia), que llegó a ser la más numerosa de la ciudad.

Su interés y entrega a la juventud obrera no le libraron del odio de los revolucionarios de 1936, que lo asesinaron en Valencia el 15 de octubre de 1936. El padre Basté no necesitaba el martirio para ser beatificado, porque ya en vida tenía fama de santo.

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12:49 a.m.

Por: . | Fuente: P. Felipe Santos || TurismoMoquegua.com.pe || preguntasantoral.blogia.com

Mártir

Santa Tradicional, no incluida en el actual Martirologio Romano

Martirologio Romano (1956): En Cesarea de Palestina, Santa Fortunata Virgen y Mártir -hermana de los dichos Mártires Carponio, Evaristo y Prisciano- la cual en la persecución de Diocleciano, después de haber padecido el potro, el fuego, las fieras y otros tormentos, entregó su alma a Dios. Su cuerpo lo llevaron a Nápoles de Campania ( s.III)
Etimológicamente significa “afortunada”. Viene de la lengua latina.

No son actos heroicos sino sencillos y modestos.

Era una mártir de Cesarea de Palestina bajo el imperio de Diocleciano. Aunque murió allá, su cuerpo se lo trajeron a Nápoles.

En la segunda mitad del siglo VIII, el obispo de Nápoles Esteban II puso su culto en el monasterio de san Gaudioso.

Un documento del año 986 recuerda que la iglesia de Fortunata fue destruida y volvió a reconstruirse junto al lago Patria.

Desde luego el culto que se le tributa en la zona es muy fervoroso y muy abundante.

Lo que importa, aparte de los hechos históricos o no, es que existe devoción a esta santa, no solamente en Nápoles sino también en Palermo.

Y una devoción no sigue, después de tantos siglos, por un fanatismo ciego e irracional.

La gente no es tonta. Puede que haya dudas acerca del modo cómo la trajeron desde Palestina hasta el puerto de Nápoles.

Lo cierto y lo seguro es que no se puede inventar una devoción a una santa o santo. Tiene que haber motivos profundamente religiosos para que el pueblo fiel y sencillo comience a venerar sus reliquias y que, mediante las oraciones de petición, se hayan obrado milagros en su nombre.

Es también la patrona de Baucina. Según algunos estudiosos, con ella llegaron también tres mártires: Carponio, Evaristo y Prisciano.

Reliquias de Santa Fortunata en Perú

Santa Fortunata, virgen y mártir, nació entre los años 281 a 287 de nuestra era; las continuas persecuciones que sufrieron los cristianos por el Emperador Diocesano, en la llamada "Era de los Mártires", le tocó a Fortunata, al igual que muchos por su fe en Cristo, ser degollada un 14 de Octubre, entre los años 298 a 304 cuando sólo contaba con 17 años de edad, y cuyos restos se veneran con mucha fe en el altar de la Catedral de Moquegua, al sur del Perú.

Trasladado su cadáver al Cementerio de Calepodio en Roma, sus restos fueron exhumados quince siglos más tarde con autorización papal, y don Jaime Severine Canónigo de la Iglesia San Marco de Roma, custodio de las sagradas reliquias, donó el cuerpo de Santa Fortunata al Padre Fray Tadeo Ocampo, Comisario del Colegio de Propaganda FIDE de Moquegua, que se encontraba de visita en Roma a principios de 1796. Con los restos de la Santa se le dio también a Ocampo, un vaso con su sangre reseca por los siglos y las letras en originales en latín o sea la credencial de la autenticidad de Santa Fortunata. Con los sagrados restos, 23 religiosos y cuatro legos para su colegio de Moquegua, partió Ocampo del puerto español de Cádiz el 18 de octubre de 1796 en la nave mercante “Nuestra Señora de la Soledad”.

Llega a la ciudad de Moquegua después de dos años, luego de una travesia bastantes dificultosa (Río de Janeiro, Sao Pablo, Buenos Aires, Córdoba, Tucumán, Salta, Arica, Ilo y Moquegua), la entrada a la ciudad la realizaron por el “Portillo” en donde se levanto un arco de flores, alfombrándose además la calle principal para el paso de la Santa que, conducía en hombros por la matronas de Moquegua, fue seguida de una lluvia de flores y del místico recogimiento por el clero, congregaciones religiosas y toda la feligresía que se congregó e la entrada de la ciudad. Los restos fueron recibidos por Lorenzo Vizcarra moqueguano que hizo como párroco de la ciudad y también a nombre del Obispo de la Diócesis de Arequipa. Mons. Chávez de la Rosa, fue trasladado luego a la Iglesia de San Francisco, en donde durante ocho días fue objeto de cultos especiales por parte del pueblo.

En una Urna, con pintura de Pan de Oro, se encuentra el sagrado cuerpo artísticamente retocado con una capa de yeso, en la cual muchos estudiosos han acreditado la autenticidad del cuerpo de la Santa.

Santa Fortunata es la virgen y mártir, único caso en el mundo, cuyo cuerpo presente ubicado en una urna se le venera con gran fe y devoción y es sacada en procesión desde 1798 cada 14 de octubre . (La fiesta en Moquegua se inicia en el mes de Octubre, entre los días 12 y 14).

Al existir dos cuerpos, sabemos que deben ser dos mártires distintas que no tan sólo tuvieron martirios similares sino tambien el mismo nombre. Sus historias se han mezclado con el pasar de los años, pero cada una cuenta con muchos devotos.

La controversia y una conclusión razonable

Uno de los primeros errores fue, en mi opinión, querer identificar el corposanto extraído de las catacumbas con esta santa mencionada en el Martirologio. El corposanto de Fortunata fue concedido, junto con un vaso de su sangre, a la ciudad italiana de Baucina (Palermo). La bula papal está disponible, es consultable y está firmada en Roma a 29 de enero de 1790. En 1840 fue recompuesto y recubierto con cera para su veneración. Desde entonces, ha recibido fiestas anuales donde la urna es sacada en procesión, junto con la lápida y la antigua arqueta, en un gran clamor popular. Ellos la identifican con la Santa Fortunata del Martirologio, pero al menos toda la documentación está en regla: hay bula papal, hay lápida, hay reliquias y hay un vaso con sangre. En principio, todo está correcto.

Sin embargo la controversia nace porque existe otra Santa Fortunata que se venera en Moquegua, Perú (en la imagen). Resulta que el padre franciscano Fray Tadeo Ocampo viajó a Roma y obtuvo un documento, firmado el 5 de enero de 1793, en el que se le otorgaba el cuerpo de la mártir, así como un vaso de vidrio con su sangre, para “exponerlos a la veneración de los fieles en cualquier iglesia, oratorio o capilla”.

El cuerpo llegó a Moquegua el 8 de octubre de 1796. Froilán Miranda Nieto hizo una descripción de lo que contiene desde entonces la urna que se conserva en la iglesia de Santo Domingo. Según él, se trata de “una mujer hermosa de cabellos áureos y serena frente, perfecto perfil y breve boca que, dibujando la apacible sonrisa de las almas tranquilas, deja ver dos hileras de dientes diminutos y blancos”. Esta descripción puede llevar a confusión y hacer creer al lector de que se trata uno de los cuerpos llamados “incorruptos”, mas no es así. Lo que Froilán Miranda está describiendo es la máscara de yeso y lujosos vestidos que cubren lo que hoy queda de esta Fortunata: un antiguo esqueleto articulado con alambres, recompuesto en 1840.

¿Qué ocurre aquí? Que hasta la fecha, algunas personas de Moquegua, siguen protestando que su Fortunata es la auténtica, y que los italianos tienen la falsa, ¿acaso no tendría sentido pensar que ambas son auténticas? ¿Por qué pegarse por la posesión de esta o cual Santa, si los santos no son un coche ni un chalet en los Andes? ¿Por qué una tiene que ser la “auténtica y milagrosa” y la otra “impostora”? Semejante despropósito me enerva por la falta de respeto y cariño entre cristianos que veneran a una mártir. Tratándose de una mártir de las catacumbas, no es que pueda haber dos, ¡es que puede haber doscientas Fortunatas! No sólo porque fue un nombre muy común para una mujer en la Antigüedad, sino porque, como muy bien han apuntado algunos estudiosos de los corposantos, a veces el nombre Fortunata en las lápidas no representa el nombre de la persona, sino un adjetivo: tú, "afortunada", que padeciste por Cristo.

Lo que sabemos por los documentos es que ni la una ni la otra corresponden a la Santa Mártir de Palestina. Espero que esto sirva para dejar ya fuera de toda duda que en las ciudades de Moquegua y Baucina se veneran santas distintas, aunque homónimas, y que nadie le ha robado la santa a nadie, ni unos tienen la “buena” ni otros tienen la “mala”. Y otra cosa sería que admitiesen que ni una ni otra tienen que ver con la Santa Fortunata palestina que viene reseñada en el Martirologio.

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Sacerdote Eremita

Martirologio Romano:En San Severino Marche, del Piceno, en Italia, santo Domingo, llamado Loricato, por la coraza de hierro que llevaba ceñida al cuerpo, presbítero de la Orden Camaldulense, el cual, habiendo sido ordenado simoníacamente, se hizo monje eremita y, discípulo de san Pedro Damiani, llevó una vida austera y disciplinada (1060).

Etimología: Domingo = Aquel que es consagrado al Señor, viene del latín

Las fuentes que permiten conocer algo de la vida de Domingo se encuentran en el Acta Sanctorum de san Pedro Damián. Era un clérigo camaldulense, que eligió el apartado entorno de la montaña para llevar una vida penitencial junto a otros ermitaños. Ayuno, mortificaciones, silencio y trabajo fueron cadencias de una oración que elevó a Dios sin desmayo con un sentido purgante que abarcaba, junto a la aflicción por sí mismo, a los demás. Esto último es de los pocos hechos a los que se puede dar credibilidad. Porque los ascendentes de este santo, como ha sucedido con otras biografías ofrecidas en esta sección, están envueltos en elucubraciones; no vienen fundamentadas; son intentos de fijar lo que en modo alguno puede ser contrastado, y, por tanto, vanos. Así, como lugar de nacimiento de Domingo se barajan Cagli, Cantiano, Luceoli… Nada se sabe de ello a ciencia cierta. Es de suponer que pudo ver la luz en un lugar fronterizo entre Las Marcas y la Umbría, escenario de su vida penitencial, a finales del siglo X.

Por san Pedro Damián que, después del óbito del santo monje, se ocupó de plasmar seguramente la parte que mejor conocía y que más le impactó de él, sabemos de su excelso sentido el honor y la dignidad que marcó toda su existencia al punto de consagrarse a extremas y severísimas disciplinas expiando una falta que no cometió. El hecho se produjo cuando tenía edad para ser ordenado sacerdote, y sus padres, que aspiraban a conseguirle un futuro prometedor en la Iglesia, parece que pusieron las bases nada menos que con un pecado de simonía para obtener del obispo su ordenación sacerdotal mediante el obsequio de una piel de cabra. Conmocionado por este hecho doloso, del que tuvo noticia después, Domingo no consintió celebrar la santa misa, ni ejercer la misión pastoral que le hubiera correspondido dada su condición sacerdotal adquirida entre los años 1015 y 1020. Las dudas sobre su ordenación efectuada sobre este presupuesto de barro pesaron como una losa sobre él; al menos lo hizo la sospecha que recaía sobre el sacramento, o así lo entendió. Y la única salida que vio fue purgar este pecado de los suyos con un grado altísimo penitencial en la vida monástica.

En la región de Umbría se hallaba entonces un notable eremita, Juan de Montefeltro que presidía una comunidad de camaldulenses de Luceoli formada por dieciocho monjes. Domingo fue a su encuentro y solicitó que lo acogieran. Obtenida esta petición, durante un tiempo convivió con ellos, sin vacilar ante el rigor que se había impuesto. Extremado en la austeridad y en las mortificaciones iba bastante más lejos que sus compañeros, a los que debía satisfacer la ya de por sí severa existencia que llevaban. Se revistió con una especie de armadura (lórica; de ahí el sobrenombre de «loricado») compuesta de hierro y puntas aceradas, de la que nunca se desprendió excepto para aplicarse las disciplinas (azotes). No es difícil imaginar lo que pudo suponer llevar tal cilicio durante un cuarto de siglo, como hizo él. La flagelación eran tan virulenta y continua que mudó hasta el color natural de su piel, de tanto quedar impregnada de sangre.

En torno a 1043 los dejó para unirse a los benedictinos del monasterio de Fonte Avellana, dependiente de la diócesis de Gubbio. San Pedro Damián, que estaba al frente del mismo en ese momento, pronto quedó conmovido por la vehemencia de su oración, austeridad y dureza de los castigos penales que se infligía. Y es que, además de vestir la coraza, encadenaba sus miembros, y de esa guisa continuaba orando con los brazos en cruz mientras recitaba el Salterio, con la única medida que le permitía su resistencia, que no era poca. Así engarzaba muchas veces las noches con el día. Sometido al ayuno, sólo se alimentaba con pan, agua y algunas hierbas, ya que si caía en sus manos otra clase de alimentos los distribuía entre los enfermos y los pobres; ni siquiera se permitía el mínimo descanso, y cuando lo hacía, vencido su aguante, por lo general dormía sobre las rodillas. Pareciéndole poco los excesos que realizaba, aún solicitaba a su confesor que le impusiera penitencia. Era frecuente verle absorto en la contemplación, y siempre respondía con concisión y rigor a las preguntas que le formulaban del tipo que fueran. Estaba agraciado con el don de lágrimas, que vertía movido por su intensa aflicción por sus pecados y los ajenos.

En 1049 Pedro Damián lo puso al frente de la ermita de la Santísima Trinidad, erigida por él en Monte San Vicino (actual Apiro, Macerata). Nunca presidió como prior el monasterio de santa María di Sitria, como alguien ha sostenido. Lo que sí sucedió es que regresó a Fonte Avellana por poco tiempo; breve fue también su permanencia en san Emiliano in Congiuntoli. Así que se puede afirmar que prácticamente pasó el resto de su vida en la Santísima Trinidad donde se hallaba el año 1059. Como era previsible, la cruda reparación que llevaba a cabo, incluidos los ayunos, le afectaron gravemente y murió el 14 de octubre de 1060, justamente cuando sus hermanos se disponían a cantar la prima, después de haber tenido la gracia de rezar junto ellos. A finales del año siguiente Pedro Damián redactó la mencionada biografía por sugerencia del pontífice Alejandro II. Entonces, la fama de santidad de Domingo, y el impacto de sus durísimas penitencias y mortificaciones, llevadas en el silencio oferente de una sencilla celda, habían atravesado los muros del convento.

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Mártir Ucraniano

Martirologio Romano: En Lviv, de Ucrania, beato Román Lysko, presbítero y mártir, que durante la persecución contra la fe, siguiendo de cerca las huellas de Cristo, por su gracia llegó al reino celestial (1949).

Etimología: Román = Aquel que pertenece a Roma, viene del latín

Nació el 14 de agosto de 1914 en Horodok (Lvov). En 1938 se casó con Neonila Huniovska. El 28 de agosto de 1941 fue ordenado sacerdote(*); desarrolló su apostolado en la archieparquía de Lvov. Durante 1944 fue párroco de Belzets.

En 1946, el Gobierno soviético, que había anexado esa parte de Polonia al estallar la segunda guerra mundial, suprimió la Iglesia greco-católica y obligó a sus obispos, sacerdotes y fieles a pasar a la ortodoxia. Los Lysko se refugiaron en su pueblo natal, en Horodok.

Roman seguía ejerciendo su ministerio pastoral sin crearse problemas. Bautizaba en el patio de casa y celebraba bodas en el bosque, decía misa en los pueblos, en las casas de los fieles, con las ventanas cerradas, junto a una mesa con vodka para hacer creer que era una fiesta entre amigos, en caso de que irrumpieran los agentes de la NKVD (la policía secreta de Stalin).

Su rechazo a pasarse a la Iglesia ortodoxa le costó la cárcel en Lvov, en la que murió, a la edad de 35 años (1949), por un "paro cardíaco", la causa exacta de su muerte se desconoce, algunos prisioneros testimoniaron que fue golpeado brutalmente por sus carceleros y colocado en una rejilla incandescente. Según otra versión, fue encerrado vivo entre cuatro paredes cerradas con cemento.

Fue beatificado dentro de un grupo integrado por:

El grupo beatificado está integrado por:

Mykolay Charneckyj, Obispo, 2 abril
Josafat Kocylovskyj, Obispo, 17 noviembre
Symeon Lukac, Obispo, 22 agosto
Basilio Velyckovskyj, Obispo, 30 Junio
Ivan Slezyuk, Obispo, 2 diciembre
Mykyta Budka, Obispo, 28 septiembre
Gregorio (Hryhorij) Lakota, Obispo, 5 noviembre
Gregorio (Hryhorij) Khomysyn, Obispo, 28 diciembre
Leonid Fedorov, Sacerdote, 7 marzo
Mykola Konrad, Sacerdote, 26 junio
Andrij Iscak, Sacerdote, 26 junio
Román Lysko, Sacerdote, 14 octubre
Mykola Cehelskyj, Sacerdote, 25 mayo
Petro Verhun, Sacerdote, 7 febrero
Alejandro (Oleksa) Zaryckyj, Sacerdote, 30 octubre
Klymentij Septyckyj, Sacerdote, 1 mayo
Severijan Baranyk, Sacerdote, 28 junio
Jakym Senkivskyj, Sacerdote, 28 junio
Zynovij (Zenón) Kovalyk, Sacerdote, 30 junio
Vidal Vladimir (Vitalij Volodymyr) Bajrak, Sacerdote, 16 Mayo
Ivan Ziatyk, Sacerdote, 17 mayo
Tarsicia (Olga) Mackiv, Monja, 18 Julio
Olympia (Olha) Bidà, Suora, 28 enero
Laurentia (Leukadia) Harasymiv, Monja, 26 agosto
Volodymyr Pryjma, Laico, 26 Junio
(las fechas indicadas corresponden a las de su martirio)

(*)Los varones casados pueden ordenarse en las Iglesias católicas de rito oriental.

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Hermanos Franciscanos

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