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SANTA TERESA DE JESÚS JORNET IBARS

RELIGIOSA




Virgen y Fundadora
del Instituto de las Hermanitas de los
Ancianos Desamparados

PALABRA DE DIOS DIARIA

En Liria, en España, santa Teresa de Jesús Jornet Ibars, virgen, que, para ayudar a los ancianos, fundó el Instituto de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados (1897).

Fecha de canonización: 27 de enero de 1974 por el Papa Paulo VI.Los mayores, esos a los que se les ha dado en llamar el colectivo de la Tercera Edad, que ven el ocaso de sus vidas desde el crepúsculo teñido de rojas claridades malva, tienen hoy mucho que agradecer a Dios y bastantes de ellos también a las Hermanitas de los Ancianos Desamparados porque les cuidan, atienden, dan casa y ofrecen el calor de la familia que quizá perdieron o acaso les abandonó porque un día se les ocurrió pensar que de los viejos ya no se podía esperar mucho más, o que eran molestos con sus manías y achaques. Decía que ellos agradecen al buen Dios el testimonio y vida de unas personas, en este caso siempre mujeres, que han hecho de sus existencia una ofrenda de caridad efectiva.

Logran hacer de sus casas un lugar agradable, tranquilo, limpio y ventilado; allí se reza, se come alimento sano, se proporcionan las medicinas pertinentes y, sobre todo, se derrocha cariño de las dos clases: humano y sobrenatural. Son un grupo de mujeres tocadas que están alegres, animosas, activas y optimistas porque es mucho lo que tienen que levantar; se les ve por las calles llamando a las puertas de las casas, en pareja, pidiendo mucho de lo que sobra o algo de lo que se usa; llevan con ellas a todos el recuerdo de la caridad. ¡Claro que son piadosas! Muy rezadoras... de la Virgen y del Sagrario sacan la entereza, la fuerza, el afecto o cariño, comprensión y paciencia que de continuo han de derrochar a raudales cuando charlan, limpian, lavan, planchan, cocinan para los ancianos o cuando tienen que animar a tanta juventud acumulada.

Teresa de Jesús, la catalana de Lérida, tuvo en lo humano muchas coincidencias con su homónima de Castilla; delicada de salud en el cuerpo y alma grande, espontánea y andariega, con gracejo agradable. En lo divino tuvieron de común el olvido de sí y, por amor a Dios, saber darse.

Nació en Ayltona (Lérida) el 9 de enero de 1843. Sus padres, Francisco José Jornet y Antonia Ibars eran sencillos labradores, educando a su familia en la religión: Su hermana Josefa, Hija de la Caridad en el hospital de la Habana; su hermana María se incorporó con María a la nueva aventura religiosa; su hermano Juan, casado dio tres hijas a la congregación de su hermana Teresa; su tía Rosa, hermana de su madre, muerta en olor a santidad; su tío el Beato Francisco Palau, fraile carmelita exclaustrado, apóstol, orador, escritor, penitente, un huracán enardecido, acabará también en los altares.

Teresa creció en un clima doméstico de trabajo honrado. Estudia en Lérida para maestra y enseñó en Argensola (Barcelona); allí la veían desplazarse cada semana a Igualada para confesarse.

El P. Francisco Palau, tío abuelo suyo, está en trance de fundación de algo y la invita para que le ayude en el intento; pero Teresa ha pensado más en la vida religiosa donde podrá vivir en silencio y oración; por eso se hace clarisa entre las del convento de Briviesca, en Burgos, mientras que su hermana Josefa ingresa en Lérida en las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Pero la situación política de la segunda mitad del siglo XIX es complicada y compleja, no permite el gobierno la emisión de votos.

Se hace entonces Terciaria Franciscana y recupera algo de la actividad docente.

Cerca de su patria chica, en Huesca y Barbastro, un grupo de sacerdotes con D. Saturnino López Novoa a la cabeza piensa en una institución femenina que se dedicara a la atención de ancianos abandonados. Comprende Teresa que este es su campo y, arrastrando consigo a su hermana María y a otra paisana, comienza en "Pueyo" con una docena de mujeres y desde entonces es la cabeza, permaneciendo veinticinco años en el gobierno.

Desde Barbastro cambia a Valencia donde está la casa madre de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados porque es la patrona de la ciudad quien da apellido a la Institución. Luego se extenderán por Zaragoza, Cabra y Burgos; llenarán de casas-asilo que así le gusta a la madre que se llamen para resaltar el clima de familia la geografía española y pasan las fronteras. Cuando muere Teresa de Jesús en Liria, el año 1897, llegan a 103 y deja tras de sí a más de 1000 Hermanitas para continuar su labor hasta siempre, porque siempre ancianos habrá y algunos de ellos quedarán desamparados.

No quiso ella canonizaciones. Lo dejó dicho y escrito por si hubiera dentro de la Congregación con el paso del tiempo Hermanitas canonizables. Mandó que no se gastara dinero en proponer a nadie la subida a los altares. Ese fue el motivo de que pasaran los años sin el intento de iniciar su proceso de beatificación; y el rapidísimo salto a la canonización se debió a la sensibilidad del pueblo y a las manifestaciones sobrenaturales que tan frecuentemente Dios quiso mandar.
Artículo de : Archidiócesis de Madrid
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El anciano abuelo tembloroso, ensuciaba cada comida el mantel porque derramaba la sopa. Primero sus hijos le hicieron una cuchara de madera, pero incluso con la madera seguía ensuciando el mantel. No puede comer con la familia. Y lo llevan a la cocina. El abuelo tiene que comer solo en la compañía de sus hijos y de sus nietecitos. El más espabilado se entretenía jugando con un trozo de madera muy afanado. -¿Qué haces?, le preguntó su mamá: Y el niño, “estoy haciendo una cuchara de madera para cuando papá y tú seáis mayores”.

En la provincia y Diócesis de Lérida y en Aytona, España, de Francisco Jornet y de Antonieta Ibars, agricultores, nace el 9 de enero de 1843, Teresa Jornet, hoy ya canonizada y Patrona de la ancianidad Su caridad activa hacia los pobres, le movía a llevarlos a casa de su tía en Lérida, a donde se había trasladado para poder asistir a la escuela de la ciudad.

Estudia magisterio en Argensola, provincia de Barcelona. Solicitó ser admitida en las clarisas de Briviesca, cerca de Burgos, pero no pudo profesar por la prohibición de la legislación en vigor. Se dedicó a la enseñanza y se hizo terciaria carmelita. Una enfermedad que padeció después de la muerte de su padre, la obligó a permanecer en su casa por algún tiempo.

Don Saturnino López Novoa, canónigo de Huesca, su director, a quién confió la dirección de su alma, la encauzó hacia la fundación de una obra destinada a recoger a los ancianos sin familia y sin medios de subsistencia. Teresa, que hasta el momento había tenido la impresión desagradable de no haber hecho nada en su vida, se orientó decididamente hacia este ideal. En 1872, fundó la primera casa en Barbastro, con la ayuda de algunas jóvenes, y de su hermana, María.

Teresa se adelantó a su tiempo, porque entonces, hace más de un siglo, aún dejaban en la cocina a los abuelos, aunque con cuchara de madera, pero ahora, ni los quieren, ni les cuidan, y se arman líos entre las familias para zafarse del engorro de los viejos, según el refrán: “Parientes y trastos viejos, pocos y lejos”. En el Continente africano carecen de frigoríficos y de muchos de nuestros cachivaches de la modernidad; pasan hambre y toda clase de necesidades, pero conservan su humanísima tradición de respetar al anciano y considerarle como una bendición. Les minusvaloramos en esta cultura de la juventud, la belleza y el cultivo de los cuerpos, pero en humanismo el tercer mundo va por delante con nota al mundo que se cree supercivilizado. 

El 27 de enero de 1873, los miembros de la nueva congregación, recibieron el hábito religioso y Teresa fue elegida superiora. Un grupo de buenos católicos de Valencia propuso asegurar la vida de la pequeña comunidad. La madre Teresa aceptó y, como está en Valencia, constituye Patrona a la Virgen de los Desamparados, título muy apropiado para los ancianos Desamparados. Muy pronto el número de ancianos fue aumentando y creciendo sin cesar. Para poder recibir más, compró el antiguo convento de los Agustinos. Esta casa se convirtió en la casa madre de la Congregación de las Hermanas de los Ancianos Desamparados. Se desarrolló tan de prisa la Obra, que en 1887, cuando fue aprobada por la Santa Sede, contaba ya con 58 casas.

María Teresa de Jesús formó muy sólidamente a sus hijas en el cumplimiento de sus obligaciones con los ancianos, hasta exponerse a la soledad, al frío y al hambre, para poder darles abrigo y un verdadero cariño. Aprendió de las terciarias carmelitas la devoción a la Virgen, y de las clarisas el amor a los pobres, y en los ejercicios de San Ignacio, el ardiente deseo de identificar sus sentimientos con la voluntad divina. Desarrolló una actividad incansable y una inalterable confianza en Dios. A los que le reprochaban que se ocupara de los más humildes oficios, respondía: "No hay nada pequeño cuando se trata de la Gloria de Dios". Cuando le decían que emprendía obras con un atrevimiento casi temerario, se sonreía diciendo: "Mientras más pobres haya, habrá más bienhechores".

Tenía el secreto de su paz interior inalterable en medio del tráfago continuo, en sus palabras: "Dios en el corazón, la eternidad en la cabeza, y el mundo bajo los pies".

Su organismo no pudo resistir al régimen que se impuso. A las fatigas físicas se juntaban los dolores mortales, como el de la epidemia del cólera, que acabó con veinticuatro hermanas y setenta ancianos. Cuando la enfermedad la obligó a detenerse, se retiró a Liria, Valencia, con la esperanza de que el buen aire le devolviera la salud.

Murió ahí, el 26 de Agosto de 1897, el 27 de abril de 1958 el Papa Pío XII la beatificó y fue canonizada por Pablo VI.

Autor: P. Jesús Martí Balleste

11:49 p.m.

Por: . | Fuente: patria-nazarena.blogspot.com

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En diversos lugares de España, Beatos Jaime Puig Mirosa y 18 compañeros de la Congregación de los Hijos de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, además de Sebastián Lorens Telarroja, laico, asesinados por odio a la fe. ( 1936-1937)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Era natural de Margalef (Tarragona) nace el 3 de noviembre de 1879. Fue bautizado en la parroquia de San Miguel, con el nombre de Fermín Juan. En su familia podemos ver que el Padre Fermín era el menor de otros 3 hermanos, nacidos también en la misma ciudad.

Vistió el hábito religioso el 1 de septiembre de 1895. El 21 de septiembre de 1900, en el colegio Jesús, María y José de Sant Andreu, hizo sus primeros votos.

Su ordenación sacerdotal fue el día 23 de setiembre de 1905, en la ciudad de Vic, en la capilla del palacio episcopal por el obispo José Torras y Bages.

Fue justamente, el Padre Fermín, un gran ejemplo de religioso para la congregación de los Hijos de la Sagrada Familia Jesús, María y José. Y la referencia más clara en su historia es que era “un buen religioso de cualquier manera que sea”.

El padre Fermín estuvo dedicado a la enseñanza de primaria, en que tenía el cuidado de los alumnos internos, vemos que el religioso siempre se encontraba feliz, excelente y eficaz, esta labor educativa le llenaba el espíritu de fortaleza y entrega a su vocación religiosa.

En la noche del día 27 de julio en el puerto de Tarragona, después de afirmar a los soldados que era sacerdote, fue llevado a la prisión del barco, Río Segre. En esta cruda realidad podemos imaginar cuantas fueron las torturas y sufrimientos pasados.

El 25 de agosto, el padre Fermín fue sacado del barco, por vuelta de las 09:30 de la mañana, en que fue llevado a la pujada de Vilardida, en la carreta de Alcover a Santa Creu de Calafell, en el municipio de Vila-rodona. Cerca de las 10:00 de la mañana del mismo día fue probablemente asesinado, contaba con 57 años de edad y 36 de profesión religiosa. Dentro de su fama de fiel religioso de Hijos de la Sagrada Familia Jesús, María y José, podemos destacar la importancia de que el Padre colocaba en vivir cada vez más fiel siendo un buen y santo religioso.

Integran el grupo:
(Nombre, Lugar y fecha del martirio)


01.- Jaime (Jaume) Puig Mirosa, Sacerdote- Blanes (Girona) el día 30 VII 1936;
02.- Sebastián Llorens Telarroja, Apóstol Laico- Blanes (Girona) el día 30 VII 1936;
03.- Narciso Sitjà Basté, Sacerdote- Barcelona el 9 VIII 1936;
04.- Juan Cuscó Oliver, Sacerdote- Lérida el 21 VIII 1936;
05.- Pedro Sadurní Raventós, Sacerdote- Lérida el 21 VIII 1936;
06.- Fermín Martorell Víes, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
07.- Francisco Llach Candell, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
08.- Eduardo Cabanach Majem, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
09.- Ramón Cabanach Majem, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
10.- Juan Franquesa Costa, Sacerdote- Cerveza, Lleida, 2 IX 1936;
11.- Segismundo Sagalés Vilà, Religioso Coadjutor- Múnter, Barcelona, 8 IX 1936;
12.- José Vila Barri, Sacerdote- Gurb de la Plana, Barcelona, 21 IX 1936;
13.- Pedro Verdaguer Saurina, Sacerdote- Barcelona, 15 X 1936;
14.- Roberto Montserrat Beliart, Sacerdote- Barcelona, 13 XI 1936;
15.- Antonio Mascaró Colomina, Religioso Escolar- Barcelona, 27 I 1937;
16.- Pedro Ruiz Ortega, Religioso Escolar- Barcelona, 4 IV 1937;
17.- Pedro Roca Toscas, Religioso Escolar- Barcelona, 4 IV 1937;
18.- Ramón Llach Candell, Sacerdote- Barcelona, 19 IV 1937;
19.- Jaime Llach Candell, Sacerdote- Barcelona, 19 IV 1937;
20.- Ramón Oromí Sullà, Sacerdote- Barcelona, 26 IV 1937.

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Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En diversos lugares de España, Beatos Jaime Puig Mirosa y 18 compañeros de la Congregación de los Hijos de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, además de Sebastián Lorens Telarroja, laico, asesinados por odio a la fe. ( 1936-1937)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Era natural de Margalef (Tarragona) nace el 3 de noviembre de 1879. Fue bautizado en la parroquia de San Miguel, con el nombre de Fermín Juan. En su familia podemos ver que el Padre Fermín era el menor de otros 3 hermanos, nacidos también en la misma ciudad.

Vistió el hábito religioso el 1 de septiembre de 1895. El 21 de septiembre de 1900, en el colegio Jesús, María y José de Sant Andreu, hizo sus primeros votos.

Su ordenación sacerdotal fue el día 23 de setiembre de 1905, en la ciudad de Vic, en la capilla del palacio episcopal por el obispo José Torras y Bages.

Fue justamente, el Padre Fermín, un gran ejemplo de religioso para la congregación de los Hijos de la Sagrada Familia Jesús, María y José. Y la referencia más clara en su historia es que era “un buen religioso de cualquier manera que sea”.

El padre Fermín estuvo dedicado a la enseñanza de primaria, en que tenía el cuidado de los alumnos internos, vemos que el religioso siempre se encontraba feliz, excelente y eficaz, esta labor educativa le llenaba el espíritu de fortaleza y entrega a su vocación religiosa.

En la noche del día 27 de julio en el puerto de Tarragona, después de afirmar a los soldados que era sacerdote, fue llevado a la prisión del barco, Río Segre. En esta cruda realidad podemos imaginar cuantas fueron las torturas y sufrimientos pasados.

El 25 de agosto, el padre Fermín fue sacado del barco, por vuelta de las 09:30 de la mañana, en que fue llevado a la pujada de Vilardida, en la carreta de Alcover a Santa Creu de Calafell, en el municipio de Vila-rodona. Cerca de las 10:00 de la mañana del mismo día fue probablemente asesinado, contaba con 57 años de edad y 36 de profesión religiosa. Dentro de su fama de fiel religioso de Hijos de la Sagrada Familia Jesús, María y José, podemos destacar la importancia de que el Padre colocaba en vivir cada vez más fiel siendo un buen y santo religioso.

Integran el grupo:
(Nombre, Lugar y fecha del martirio)


01.- Jaime (Jaume) Puig Mirosa, Sacerdote- Blanes (Girona) el día 30 VII 1936;
02.- Sebastián Llorens Telarroja, Apóstol Laico- Blanes (Girona) el día 30 VII 1936;
03.- Narciso Sitjà Basté, Sacerdote- Barcelona el 9 VIII 1936;
04.- Juan Cuscó Oliver, Sacerdote- Lérida el 21 VIII 1936;
05.- Pedro Sadurní Raventós, Sacerdote- Lérida el 21 VIII 1936;
06.- Fermín Martorell Víes, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
07.- Francisco Llach Candell, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
08.- Eduardo Cabanach Majem, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
09.- Ramón Cabanach Majem, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
10.- Juan Franquesa Costa, Sacerdote- Cerveza, Lleida, 2 IX 1936;
11.- Segismundo Sagalés Vilà, Religioso Coadjutor- Múnter, Barcelona, 8 IX 1936;
12.- José Vila Barri, Sacerdote- Gurb de la Plana, Barcelona, 21 IX 1936;
13.- Pedro Verdaguer Saurina, Sacerdote- Barcelona, 15 X 1936;
14.- Roberto Montserrat Beliart, Sacerdote- Barcelona, 13 XI 1936;
15.- Antonio Mascaró Colomina, Religioso Escolar- Barcelona, 27 I 1937;
16.- Pedro Ruiz Ortega, Religioso Escolar- Barcelona, 4 IV 1937;
17.- Pedro Roca Toscas, Religioso Escolar- Barcelona, 4 IV 1937;
18.- Ramón Llach Candell, Sacerdote- Barcelona, 19 IV 1937;
19.- Jaime Llach Candell, Sacerdote- Barcelona, 19 IV 1937;
20.- Ramón Oromí Sullà, Sacerdote- Barcelona, 26 IV 1937.

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Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En diversos lugares de España, Beatos Jaime Puig Mirosa y 18 compañeros de la Congregación de los Hijos de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, además de Sebastián Lorens Telarroja, laico, asesinados por odio a la fe. ( 1936-1937)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Era natural de Bellmunt, Tarragona, nació el 31 de diciembre de 1908 y el 6 de enero de 1909 fue bautizado en la Iglesia parroquial de Santa Lucia imponiéndosele los nombres de Eduardo, Juan y Tomás. Ingresó al colegio San Miguel de Molins de Rei en 1923 donde era un modelo en el estudio, en su comportamiento y en su piedad. Allí hizo parte de la congregación escolar de la Inmaculada y la Sagrada Familia, y también de la junta misional. En ese ambiente sintió la llamada de Dios a la vida religiosa y sacerdotal. Ingresando así en el colegio nazareno de Blanes en 1924 donde progresaba en ciencia y virtud. En la revista nazarena del aspirantado de Blanes se conservan algunos dibujos de él.

El 24 de septiembre de 1924 vistió el habito y comenzó el noviciado en el colegio Sagrada Familia de Les Corts. Hizo su primera profesión el 26 de septiembre de 1926, en ese día se propuso tener como modelo en sus estudios además de la Sagrada Familia a san Juan Berchmans. Realizo sus estudios de filosofía y teología con mucho provecho y admiración de sus superiores y compañeros, de los que fue nombrado vice-prefecto en Les Corts y luego en Mosqueroles en 1935. En esta función se hacía querer y respetar de todos por su buen hacer con suavidad, amabilidad y buen humor.

Hizo su profesión perpetua el 8 de agosto de 1933, y el 1 de noviembre del mismo año fue ordenado sacerdote en la Iglesia del seminario conciliar de Tortosa, juntamente con el padre Magín Morera, y celebró su primera misa en el colegio Jesús, María y José de Barcelona el 5 de noviembre. Luego fue destinado en 1934 al Colegio de huérfanos de Sant Julià de Vilatorta. Allí tenía sus ocupaciones cotidianas como religioso, sacerdote y maestro. Era el subdirector de la Congregación mariana. Tanto él cómo su hermano el padre Ramón Cabanach trabajaban por el fomento de las vocaciones, con este propósito donó todos sus bienes para fundar una beca por las vocaciones nazarenas.

Luego fue destinado al colegio san Pedro Apóstol de Reus, donde era el director del grupo post-escolar de la congregación mariana. Estando en este colegio en 1936 le sorprendió la guerra civil española; al ser detenido llevaba consigo el breviario y el rosario, que les sirvió para orar en la cárcel de Reus, luego en la prisión de Tarragona y poco después en el traslado al Rio Segre; el 25 de agosto fue sacado del barco y más tarde ya había sido asesinado en la Pujada de Vilardida. Él contaba con 27 años de edad, 10 de profesión religiosa. Su amor a la castidad, su devoción mariana, su fervor eucarístico y su piedad personal eran notables y fueron la base que le dio fortaleza en los momentos de angustia y persecución.

Integran el grupo:
(Nombre, Lugar y fecha del martirio)


01.- Jaime (Jaume) Puig Mirosa, Sacerdote- Blanes (Girona) el día 30 VII 1936;
02.- Sebastián Llorens Telarroja, Apóstol Laico- Blanes (Girona) el día 30 VII 1936;
03.- Narciso Sitjà Basté, Sacerdote- Barcelona el 9 VIII 1936;
04.- Juan Cuscó Oliver, Sacerdote- Lérida el 21 VIII 1936;
05.- Pedro Sadurní Raventós, Sacerdote- Lérida el 21 VIII 1936;
06.- Fermín Martorell Víes, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
07.- Francisco Llach Candell, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
08.- Eduardo Cabanach Majem, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
09.- Ramón Cabanach Majem, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
10.- Juan Franquesa Costa, Sacerdote- Cerveza, Lleida, 2 IX 1936;
11.- Segismundo Sagalés Vilà, Religioso Coadjutor- Múnter, Barcelona, 8 IX 1936;
12.- José Vila Barri, Sacerdote- Gurb de la Plana, Barcelona, 21 IX 1936;
13.- Pedro Verdaguer Saurina, Sacerdote- Barcelona, 15 X 1936;
14.- Roberto Montserrat Beliart, Sacerdote- Barcelona, 13 XI 1936;
15.- Antonio Mascaró Colomina, Religioso Escolar- Barcelona, 27 I 1937;
16.- Pedro Ruiz Ortega, Religioso Escolar- Barcelona, 4 IV 1937;
17.- Pedro Roca Toscas, Religioso Escolar- Barcelona, 4 IV 1937;
18.- Ramón Llach Candell, Sacerdote- Barcelona, 19 IV 1937;
19.- Jaime Llach Candell, Sacerdote- Barcelona, 19 IV 1937;
20.- Ramón Oromí Sullà, Sacerdote- Barcelona, 26 IV 1937.

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SAN LUIS IX

REY



Rey de Francia 

PALABRA DE DIOS DIARIA

San Luis IX, rey de Francia, que, tanto en tiempo de paz como durante la guerra para defensa de los cristianos, se distinguió por su fe activa, su justicia en el gobierno, el amor a los pobres y la paciencia en las situaciones adversas. Tuvo once hijos en su matrimonio, a los que educó de una manera inmejorable y piadosa, y gastó sus bienes, fuerzas y su misma vida en la adoración de la Cruz, la Corona y el sepulcro del Señor, hasta que, contagiado de peste, murió en el campamento de Túnez, en la costa de África del Norte (1270).

Etimología: Luis = guerrero ilustre. Viene de la lengua alemana.

Fecha de canonización: El Papa Bonifacio VIII lo canonizo en el año 1297

San Luis, rey de Francia, es, ante todo, una Santo cuya figura angélica impresionaba a todos con sólo su presencia. Vive en una época de grandes heroísmos cristianos, que él supo aprovechar en medio de los esplendores de la corte para ser un dechado perfecto de todas las virtudes. Nace en Poissy el 25 de abril de 1214, y a los doce años, a la muerte de su padre, Luis VIII, es coronado rey de los franceses bajo la regencia de su madre, la española Doña Blanca de Castilla. Ejemplo raro de dos hermanas, Doña Blanca y Doña Berenguela, que supieron dar sus hijos, más que para reyes de la tierra, para santos y fieles discípulos del Señor. Las madres, las dos princesas hijas del rey Alfonso VIII de Castilla, y los hijos, los santos reyes San Luis y San Fernando.

En medio de las dificultades de la regencia supo Doña Blanca infundir en el tierno infante los ideales de una vida pura e inmaculada. No olvida el inculcarle los deberes propios del oficio que había de desempeñar más tarde, pero ante todo va haciendo crecer en su alma un anhelo constante de servicio divino, de una sensible piedad cristiana y de un profundo desprecio a todo aquello que pudiera suponer en él el menor atisbo de pecado. «Hijo -le venía diciendo constantemente-, prefiero verte muerto que en desgracia de Dios por el pecado mortal».

Es fácil entender la vida que llevaría aquel santo joven ante los ejemplos de una tan buena y tan delicada madre. Tanto más si consideramos la época difícil en que a ambos les tocaba vivir, en medio de una nobleza y de unas cortes que venían a convertirse no pocas veces en hervideros de los más desenfrenados, rebosantes de turbulencias y de tropelías. Contra éstas tuvo que luchar denodadamente Doña Blanca, y, cuando el reino había alcanzado ya un poco de tranquilidad, hace que declaren mayor de edad a su hijo, el futuro Luis IX, el 5 de abril de 1234. Ya rey, no se separa San Luis de la sabia mirada de su madre, a la que tiene siempre a su lado para tomar las decisiones más importantes. En este mismo año, y por su consejo, se une en matrimonio con la virtuosa Margarita, hija de Ramón Berenguer, conde de Provenza. Ella sería la compañera de su reinado y le ayudaría también a ir subiendo poco a poco los peldaños de la santidad.

En lo humano, el reinado de San Luis se tiene como uno de los más ejemplares y completos de la historia. Su obra favorita, las Cruzadas, son una muestra de su ideal de caballero cristiano, llevado hasta las últimas consecuencias del sacrificio y de la abnegación. Por otra parte, tanto en la política interior como en la exterior San Luis ajustó su conducta a las normas más estrictas de la moral cristiana. Tenía la noción de que el gobierno es más un deber que un derecho; de aquí que todas sus actividades obedecieran solamente a esta idea: el hacer el bien buscando en todo la felicidad de sus súbditos.

Desde el principio de su reinado San Luis lucha para que haya paz entre todos, pueblos y nobleza. Todos los días administra justicia personalmente, atendiendo las quejas de los oprimidos y desamparados. Desde 1247 comisiones especiales fueron encargadas de recorrer el país con objeto de enterarse de las más pequeñas diferencias. Como resultado de tales informaciones fueron las grandes ordenanzas de 1254, que establecieron un compendio de obligaciones para todos los súbditos del reino.

El reflejo de estas ideas, tanto en Francia como en los países vecinos, dio a San Luis fama de bueno y justiciero, y a él recurrían a veces en demanda de ayuda y de consejo. Con sus nobles se muestra decidido para arrancar de una vez la perturbación que sembraban por los pueblos y ciudades. En 1240 estalló la última rebelión feudal a cuenta de Hugo de Lusignan y de Raimundo de Tolosa, a los que se sumó el rey Enrique III de Inglaterra. San Luis combate contra ellos y derrota a los ingleses en Saintes (22 de julio de 1242). Cuando llegó la hora de dictar condiciones de paz el vencedor desplegó su caridad y misericordia. Hugo de Lusignan y Raimundo de Tolosa fueron perdonados, dejándoles en sus privilegios y posesiones. Si esto hizo con los suyos, aún extremó más su generosidad con los ingleses: el tratado de París de 1259 entregó a Enrique III nuevos feudos de Cahors y Périgueux, a fin de que en adelante el agradecimiento garantizara mejor la paz entre los dos Estados.

Padre de su pueblo y sembrador de paz y de justicia, serán los títulos que más han de brillar en la corona humana de San Luis, rey. Exquisito en su trato, éste lo extiende, sobre todo, en sus relaciones con el Papa y con la Iglesia. Cuando por Europa arreciaba la lucha entre el emperador Federico II y el Papa por causa de las investiduras y regalías, San Luis asume el papel de mediador, defendiendo en las situaciones más difíciles a la Iglesia. En su reino apoya siempre sus intereses, aunque a veces ha de intervenir contra los abusos a que se entregaban algunos clérigos, coordinando de este modo los derechos que como rey tenía sobre su pueblo con los deberes de fiel cristiano, devoto de la Silla de San Pedro y de la Jerarquía. Para hacer más eficaz el progreso de la religión en sus Estados se dedica a proteger las iglesias y los sacerdotes. Lucha denodadamente contra los blasfemos y perjuros, y hace por que desaparezca la herejía entre los fieles, para lo que implanta la Inquisición romana, favoreciéndola con sus leyes y decisiones.

Personalmente da un gran ejemplo de piedad y devoción ante su pueblo en las fiestas y ceremonias religiosas. En este sentido fueron muy celebradas las grandes solemnidades que llevó a cabo, en ocasión de recibir en su palacio la corona de espinas, que con su propio dinero había desempeñado del poder de los venecianos, que de este modo la habían conseguido del empobrecido emperador del Imperio griego, Balduino II. En 1238 la hace llevar con toda pompa a París y construye para ella, en su propio palacio, una esplendorosa capilla, que de entonces tomó el nombre de Capilla Santa, a la que fue adornando después con una serie de valiosas reliquias entre las que sobresalen una buena porción del santo madero de la cruz y el hierro de la lanza con que fue atravesado el costado del Señor.

A todo ello añadía nuestro Santo una vida admirable de penitencia y de sacrificios. Tenía una predilección especial para los pobres y desamparados, a quienes sentaba muchas veces a su mesa, les daba él mismo la comida y les lavaba con frecuencia los pies, a semejanza del Maestro. Por su cuenta recorre los hospitales y reparte limosnas, se viste de cilicio y castiga su cuerpo con duros cilicios y disciplinas. Se pasa grandes ratos en la oración, y en este espíritu, como antes hiciera con él su madre, Doña Blanca, va educando también a sus hijos, cumpliendo de modo admirable sus deberes de padre, de rey y de cristiano.

Sólo le quedaba a San Luis testimoniar de un modo público y solemne el gran amor que tenía para con nuestro Señor, y esto le impulsa a alistarse en una de aquellas Cruzadas, llenas de fe y de heroísmo, donde los cristianos de entonces iban a luchar por su Dios contra sus enemigos, con ocasión de rescatar los Santos Lugares de Jerusalén. A San Luis le cabe la gloria de haber dirigido las dos últimas Cruzadas en unos años en que ya había decaído mucho el sentido noble de estas empresas, y que él vigoriza de nuevo dándoles el sello primitivo de la cruz y del sacrificio.

En un tiempo en que estaban muy apurados los cristianos del Oriente el papa Inocencio IV tuvo la suerte de ver en Francia al mejor de los reyes, en quien podía confiar para organizar en su socorro una nueva empresa. San Luis, que tenía pena de no amar bastante a Cristo crucificado y de no sufrir bastante por Él, se muestra cuando le llega la hora, como un magnífico soldado de su causa. Desde este momento va a vivir siempre con la vista clavada en el Santo Sepulcro, y morirá murmurando: «Jerusalén».

En cuanto a los anteriores esfuerzos para rescatar los Santos Lugares, había fracasado, o poco menos, la Cruzada de Teobaldo IV, conde de Champagne y rey de Navarra, emprendida en 1239-1240. Tampoco la de Ricardo de Cornuailles, en 1240-1241, había obtenido otra cosa que la liberación de algunos centenares de prisioneros.

Ante la invasión de los mogoles, unos 10.000 kharezmitas vinieron a ponerse al servicio del sultán de Egipto y en septiembre de 1244 arrebataron la ciudad de Jerusalén a los cristianos. Conmovido el papa Inocencio IV, exhortó a los reyes y pueblos en el concilio de Lyón a tomar la cruz, pero sólo el monarca francés escuchó la voz del Vicario de Cristo.

Luis IX, lleno de fe, se entrevista con el Papa en Cluny (noviembre de 1245) y, mientras Inocencio IV envía embajadas de paz a los tártaros mogoles, el rey apresta una buena flota contra los turcos. El 12 de junio de 1248 sale de París para embarcarse en Marsella. Le siguen sus tres hermanos, Carlos de Anjou, Alfonso de Poitiers y Roberto de Artois, con el duque de Bretaña, el conde de Flandes y otros caballeros, obispos, etc. Su ejército lo componen 40.000 hombres y 2.800 caballos. 

El 17 de septiembre los hallamos en Chipre, sitio de concentración de los cruzados. Allí pasan el invierno, pero pronto les atacan la peste y demás enfermedades. El 15 de mayo de 1249, con refuerzos traídos por el duque de Borgoña y por el conde de Salisbury, se dirigen hacia Egipto. «Con el escudo al cuello -dice un cronista- y el yelmo a la cabeza, la lanza en el puño y el agua hasta el sobaco», San Luis, saltando de la nave, arremetió contra los sarracenos. Pronto era dueño de Damieta (7 de junio de 1249). El sultán propone la paz, pero el santo rey no se la concede, aconsejado de sus hermanos. En Damieta espera el ejército durante seis meses, mientras se les van uniendo nuevos refuerzos, y al fin, en vez de atacar a Alejandría, se decide a internarse más al interior para avanzar contra El Cairo. La vanguardia, mandada por el conde Roberto de Artois, se adelanta temerariamente por las calles de un pueblecillo llamado Mansurah, siendo aniquilada casi totalmente, muriendo allí mismo el hermano de San Luis (8 de febrero de 1250). El rey tuvo que reaccionar fuertemente y al fin logra vencer en duros encuentros a los infieles. Pero éstos se habían apoderado de los caminos y de los canales en el delta del Nilo, y cuando el ejército, atacado del escorbuto, del hambre y de las continuas incursiones del enemigo, decidió, por fin, retirarse otra vez a Damieta, se vio sorprendido por los sarracenos, que degollaron a muchísimos cristianos, cogiendo preso al mismo rey, a su hermano Carlos de Anjou, a Alfonso de Poitiers y a los principales caballeros (6 de abril).

Era la ocasión para mostrar el gran temple de alma de San Luis. En medio de su desgracia aparece ante todos con una serenidad admirable y una suprema resignación. Hasta sus mismos enemigos le admiran y no pueden menos de tratarle con deferencia. Obtenida poco después la libertad, que con harta pena para el Santo llevaba consigo la renuncia de Damieta, San Luis desembarca en San Juan de Acre con el resto de su ejército. Cuatro años se quedó en Palestina fortificando las últimas plazas cristianas y peregrinando con profunda piedad y devoción a los Santos Lugares de Nazaret, Monte Tabor y Caná. Sólo en 1254, cuando supo la muerte de su madre, Doña Blanca, se decidió a volver a Francia.

A su vuelta es recibido con amor y devoción por su pueblo. Sigue administrando justicia por sí mismo, hace desaparecer los combates judiciarios, persigue el duelo y favorece cada vez más a la Iglesia. Sigue teniendo un interés especial por los religiosos, especialmente por los franciscanos y dominicos. Conversa con San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino, visita los monasterios y no pocas veces hace en ellos oración, como un monje más de la casa.

Sin embargo, la idea de Jerusalén seguía permaneciendo viva en el corazón y en el ideal del Santo. Si no llegaba un nuevo refuerzo de Europa, pocas esperanzas les iban quedando ya a los cristianos de Oriente. Los mamelucos les molestaban amenazando con arrojarles de sus últimos reductos. Por si fuera poco, en 1261 había caído a su vez el Imperio Latino, que años antes fundaran los occidentales en Constantinopla. En Palestina dominaba entonces el feroz Bibars (la Pantera), mahometano fanático, que se propuso acabar del todo con los cristianos. El papa Clemente IV instaba por una nueva Cruzada. Y de nuevo San Luis, ayudado esta vez por su hermano, el rey de Sicilia, Carlos de Anjou, el rey Teobaldo II de Navarra, por su otro hermano Roberto de Artois, sus tres hijos y gran compañía de nobles y prelados, se decide a luchar contra los infieles.

En esta ocasión, en vez de dirigirse directamente al Oriente, las naves hacen proa hacia Túnez, enfrente de las costas francesas. Tal vez obedeciera esto a ciertas noticias que habían llegado a oídos del Santo de parte de algunos misioneros de aquellas tierras. En un convento de dominicos de Túnez parece que éstos mantenían buenas relaciones con el sultán, el cual hizo saber a San Luis que estaba dispuesto a recibir la fe cristiana. El Santo llegó a confiarse de estas promesas, esperando encontrar con ello una ayuda valiosa para el avance que proyectaba hacer hacia Egipto y Palestina.

Pero todo iba a quedar en un lamentable engaño que iba a ser fatal para el ejército del rey. El 4 de julio de 1270 zarpó la flota de Aguas Muertas y el 17 se apoderaba San Luis de la antigua Cartago y de su castillo. Sólo entonces empezaron los ataques violentos de los sarracenos.

El mayor enemigo fue la peste, ocasionada por el calor, la putrefacción del agua y de los alimentos. Pronto empiezan a sucumbir los soldados y los nobles. El 3 de agosto muere el segundo hijo del rey, Juan Tristán, cuatro días más tarde el legado pontificio y el 25 del mismo mes la muerte arrebataba al mismo San Luis, que, como siempre, se había empeñado en cuidar por sí mismo a los apestados y moribundos. Tenía entonces cincuenta y seis años de edad y cuarenta de reinado.

Pocas horas más tarde arribaban las naves de Carlos de Anjou, que asumió la dirección de la empresa. El cuerpo del santo rey fue trasladado primeramente a Sicilia y después a Francia, para ser enterrado en el panteón de San Dionisio, de París. Desde este momento iba a servir de grande veneración y piedad para todo su pueblo. Unos años más tarde, el 11 de agosto de 1297, era solemnemente canonizado por Su Santidad el papa Bonifacio VIII en la iglesia de San Francisco de Orvieto (Italia).

11:49 p.m.

Por: . | Fuente: Somos.Vicencianos.org

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En distintos lugares de España, Beatos Fortunato Velasco Tobar y 13 compañeros, de la Congregación de la Misión;asesinados por odio a la fe ( 1934-1936)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

He aquí un misionero joven voluntario para la muerte. Siem­pre así de generoso y sacrificado. Buen compañero, sin egoísmos, era el hombre en todo instante dispuesto a prestarse a lo que fuere menester. Y como quien no hace más que cumplir una obligación.

¿Qué cómo fue aquello de ofrecerse a morir?

En Alcorisa, diócesis de Zaragoza y provincia de Teruel, la Guardia Civil y algunos paisanos de orden mantuvieron a raya a los zurdos; mas la ola roja se corría, se corría desde Alcañiz, y las fuerzas de Alcorisa se replegaron a Zaragoza, diciendo: ¡Sálvese quien pueda!

Y entre los que tiraron a salvarse por el camino que al Pilar lleva, los PP. Paúles de aquella residencia, antes Colegio de Segunda Enseñanza para externos e internos y ahora Escue­la Apostólica para futuros Misioneros, mas sin muchachos; que previsoramente habían sido enviados a sus respectivas casas, días antes.

Y el P. Velasco (siempre adoleció de exagerada simplici­dad) dijo que se quedaba en su casa y que si llegaban los rojos, él mantendría los derechos, mas que no le hicieran caso, y no se quedarían, sin protesta por el atropello. Así.

Corno en tales casos la decisión personal es la que determina, otorgó su anuencia el Superior.

A media tarde del día 29 de julio de 1936, ante el fundado rumor de que se aproximaban los rojos, el P. Velasco proveyó que uno de los vecinos, el bueno del Sr. Manuel, se llevara a su casa al único apostólico que quedaba en el colegio, Manolo Herranz.

Y llegaron, sí, los marxistas. Harto lo publicaban, a eso de las seis de la misma tarde, el clamoreo estruendoso del popu­lacho y los incendios con sus humaredas y llamaradas.

Las hordas, adueñadas, sin resistencia, del pueblo, al Co­legio se fueron.

Empezaron, como es de rúbrica, a golpear las puertas, ha­ciéndoseles horas los segundos. Los de dentro, el P. Velasco y el H. Aguirre, fuera por el miedo, que natural y espontánea­mente nace, o por estar en el lado opuesto de la casa, tardaron un poco en abrir, lo que interpretaron los rojos a oposición, desde luego.

Abrió, al fin, la puerta el P. Velasco, y, al decirles, sereno y con la mayor naturalidad del mundo:

-¿Qué se les ofrece?

-¡Manos arriba!- gritaron.

Y con las manos arriba, prosiguió el diálogo:

-¿Dónde está el Superior?

-Ha tomado un, coche y ha huido a Zaragoza.

-Y tú, ¿por qué no has huido también?

-Porque he creído conveniente entregarles a ustedes la casa.

-Ninguna falta hacía; la casa es nuestra, es del pueblo. Abre las puertas, las luces, todo.

El registro revistió carácter de pillaje general. Y, al llegar a la iglesia, las sagradas imágenes fueron saludadas con nutri­do tiroteo.

Eran las seriales del traspaso de dominio.

Condujeron a los dos infelices al Ayuntamiento, convertido en cárcel. Allí estaban detenidos muchos del pueblo, entre ellos dos sacerdotes, el Coadjutor de Alcorisa y el Párroco de Más de las Matas. La noche del 29, hubo un bautismo de sangre, el del Hermano Aguirre, como en su lugar se detalla.

Para todos los detenidos, fueron estas lloras de angustia mortal.

A las dos de la tarde del día siguiente, 30, empezó un jui­cio público, espectacular. Un juicio pilatesco. Uno a uno los sacaban al balcón del Ayuntamiento y un tal Sebastián Vicen­te, hijo del alguacil, gritaba al populacho, ebrio de furor y sediento de sangre:

-Aquí tenéis a… (nombre y apellido). No se trata de ex­terminar una planta, un árbol, un animal; es un semejante a nosotros el que vamos a sentenciar; no es un ser cualquiera, que se mata y nada se trastorna; es un hombre, cuya vida, una vez quitada, no se le puede volver… Decid, pues, vosotros si se le debe sentenciar a muerte.

Si la respuesta era afirmativa, volvía a hacer las mismas reflexiones hasta tres veces.

Cuando tocó el turno al P. Velasco -escribe el joven Ma­nolo Herranz, el apostólico- y les propuso si debía sentenciár­sele a muerte, todos respondieron:

-Sí. Que no se le dé libertad, porque es fraile.

Entonces, el pregonero les hizo la siguiente reflexión: -No porque sea fraile hay que fusilarle; hay que probar que haya hecho armas contra nosotros.

Con esto quedaron confundidos, y pidieron, su libertad…

Terminado el solemne juicio, a todos los perdonados los pusieron en libertad, diciéndoles: “Bien, camaradas, ahora a trabajar por la prosperidad de la República”.

Mosén Paco, el Coadjutor del pueblo, acogió con amor y cariño en su casa al P. Velasco.

Y pasaron los días, no libres de temor, pues raro era el día o la noche en que no se inmolaba a algún vecino, incluso de los perdonados.

Mientras tanto, varias personas le visitaban, pidiendo con­fesión. Quien no faltaba ninguna tarde era el apostoliquillo. “Aquí le visitaba, dice él mismo, todos los días, alegrándose mucho de verme y pasando un buen rato por las tardes con él entretenidos hasta el anochecer, que yo’ me marchaba a casa del Sr. Manuel.”

El día 17 de agosto corrió por el pueblo el rumor de que por la carretera de Andorra (pueblo) venían camionetas de fascistas, y como tenían por norma vengar con el fusilamiento de derechistas las bajas habidas en cualquier parte, a mediano­che se llevaron al P. Velasco, para que con su vida pagara las que de ellos se perdieran en aquel trance. Mas el rumor resul­tó infundado, y al Padre le perdonaron la vida, una vez más, con harto sentimiento suyo. Oigamos de nuevo al simpático testigo, Manolo Herranz:

“En una de las visitas que le hice (cinco días antes de su muerte), me dijo con pena: “¡Que la Santísima Virgen no quiera que yo sea mártir; pues pude haber sido fusilado ano­che, cuando me llamaron a las doce!”

Mas su ardiente anhelo de morir por Cristo le engañaba en su noble impaciencia. No había llegado la hora de su in­molación; mas se aproximaba. Dios había aceptado su gene­rosa ofrenda.

Continuamos transcribiendo:
“Seguí visitándole; pero llegó un día que, al ir a verlo, ya no estaba. Regresaba del campo, adonde me llevaban a trabajar para la colectividad, al anochecer del día 23, cuando supe que la noche anterior había sido de nuevo encarcelado el P. Velasco; apenas llegué a casa del Sr. Manuel, me dirigí a la del Sr. Coadjutor. Allí encontré a su casera, Margarita Sánchez, que tenía ya la cena preparada, para llevársela al P. Velasco, esperando que fuera yo, para acompañarla, pues no se atrevía a ir sola.

“Cogió la cena y nos dirigimos hacia las Escuelas Públi­cas, habilitadas para cárcel. Entramos por la parte de arriba y, después ‘de haber recorrido dos pequeños pasillos, acom­pañados del carcelero, entramos en la habitación.

“Al ruido de la puerta se despertó el preso, que era enton­ces el único que en ella había, y levantándose de la cama, que era un, colchón sobre unas tablas, se acercó a nosotros des­pués de saludarnos.

“Le preguntó la casera del Sr. Coadjutor cómo había pa­sado la tarde, a lo que él respondió que bastante bien. Esta­ba algo indispuesto, efecto de que los alimentos que había to­mado por la mañana los había devuelto a mediodía; por eso, durante la tarde se había acostado.

“La cena no era muy exquisita, que digamos, pues consis­tía en dos huevos duros, un tazón de sopa y unos bocadillos del mediodía, que guardaba en una cesta. A sus repetidos rue­gos, acepté el cenar con él.Echó en otro tazón la mitad de las sopas y me las dio; lo que yo recibí con sumo agrado. Ël tomó los huevos y a mí me dio uno de los bocados que había dejado del mediodía.

“Al verlo tan animado, durante la cena, y pensando yo lo poco que duraría tal vez su encarcelamiento, me eché a llo­rar; mas él me consoló con estas palabras:

-”No importa que yo muera; tú ten ánimo y valor.”

“Al despedirnos, sacó del bolsillo de la chaqueta unos len­tes con su estuche y una cadena del reloj (éste se lo quitaron, al encarcelarlo, con el poco dinero que llevaba encima), diciéndome: “Toma esto; guárdalo corno recuerdo; no me han dejado nada más.”

“… cerró el carcelero la puerta con llave y dirigimos nues­tros pasos hacia la calle, con, el presentimiento de que no le podríamos visitar otra vez, como, desgraciadamente, sucedió, pues aquella noche, a las doce, fue conducido, entre cuatro milicianos, al cementerio, donde consumó su sacrificio aquel digno ministro del Señor.”

Hasta aquí la relación de Manolo.’

Su Superior, el P. Dionisio Santamaría, que volvió a Al­corisa, en cuanto este pueblo fue liberado, e indagó diligen­temente cuanto se relaciona con el martirio de sus súbditos, escribe así acerca de los últimos momentos del P. Velasco:
“El 24, día de San Bartolomé, le sacaron a media noche, en un camión, a no se sabe dónde; pero para fusilarle. ¿Cuál es su paradero?

“Se han apurado los medios y no se ha podido averiguar adónde lo llevaron, porque los que lo saben se han fugado con los rojos.

“Al día siguiente, su muerte fue objeto de varios comen­tarios interesantes. Sor Concepción Gutiérrez, Hija de la Ca­ridad, de la Comunidad de Alcorisa, estando trabajando en el taller de una granja, adonde los rojos la llevaron, sorprendió esta conversación a varias mujeres, entre ellas María Rosa Zurita, Concha Barrachina y Luisa “la Francesa”:

-”¡Hay que ver ese frailucho, qué valiente. No tenía mie­do a nada ni a nadie, con estar solo; diciendo, al morir: “¡Viva Cristo, Rey! La Religión no muere. A mí me podéis matar, pero a Dios no. ¡Algún día seréis juzgados por ese Dios mis­mo, en cuya mano caeréis!”

El muchacho Manolo, tantas veces aludido y citado, trans­cribe así las últimas frases:
-”Yo voy a morir; pero la Religión no morirá. ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva España! Perdono a mis enemigos.”
Como digno colofón de esta preciosa acta de martirio, co­piamos íntegra la emocionante carta que el P. Velasco escri­bió, con lápiz, en un cuadernito (se conserva), la primera vez que fue encarcelado, y que retrata al mártir de cuerpo entero; carta que bien podía haber suscrito, según se puede apreciar por lo dicho arriba, momentos antes de su muerte. Dice así:
“30 de julio de 1936.

“Querido Herranz: Te escribo desde la prisión para comu­nicarte alguna cosilla. Ayer tarde, después de llegar las mili­cias, huyeron todos menos Aguirre y yo. Llegaron las mili­cias, nos entregamos, hicieron mil destrozos. Al salir, se co­noce que lo mataron (se refiere al Hermano), según me he enterado hoy. Yo he estado toda la noche en la cárcel y esta mañana he ido a declarar. A nosotros nos echan la culpa de todo el Movimiento; por tanto, estoy esperando me fusilen de un momento a otro. Ruega por mí.

“Ya escribirás a Zaragoza, Germanías, 45, contando todo lo que ha pasado. Procura enterarte de los que mueren y matan y lo dices; en fin, ya sabes.

“Ahí te mando el dinero que tengo, para que la tía Simo­na te cuide y te mande después al pueblo o a otra casa.

“Recuerdos a la tía Simona, a todos y que rueguen por mí; moriré mártir en defensa de la fe.

“Si algo se me olvida, procura recordar lo qué.

“Di también al P. López (el P. López Toribio, Superior de Zaragoza, que había vivido varios años en su pueblo de Tar­dajos) que avise a mi familia. Esto no lo escribas hasta que haya correspondencia y sepas de cierto que he muerto.

“Yo ya me he ofrecido a Dios, para que se haga su santa voluntad.

Fortunato Velasco.

Adiós.”

Sin comentarios. Que los hagan los corazones de los lec­tores.

Y terminamos estos apuntes, los que con más emoción he­mos trazado, por tratarse de un condiscípulo, con los siguien­tes datos biográficos:

El P. Fortunato Velasco Tobar era natural de Tardajos (Burgos). Nació, el 31 de mayo de 1906. Pertenecía a familia numerosísima (19 hijos de un solo padre) y cristianísima (seis son Paúles: Julián, Andrés, Esteban, Luis, nuestro Fortunato y Maximiano, más una Hija de la Caridad, Sor Sabiniana).

Sus padres, Francisco y Felisa.

Entró de Apostólico, juntamente con su hermano menor, Maximiano, en Tardajos, a mediados de septiembre de 1919. Al empezar el curso 19204921 se trasladó con todos los niños sus condiscípulos y los del curso anterior, a Guadalajara, don­de aquel año comenzaba. a funcionar la Escuela Apostólica como central de todas las de España.

En los estudios, tanto humanísticos como filosóficos y teo­lógicos, se señaló como medianía algo deficiente, excepto en las matemáticas, que eran su fuerte; tenía, más entendimiento que memoria. Tenía cualidades oratorias no comunes, que espe­ranzaban, con tiempo para prepararse y dado que era traba­jador y humilde, un buen predicador, especialmente como mi­sionero.

Empezó el noviciado para Paúl, en Madrid, el 18 de septiembre de 1923; lo continuó en Hortaleza, adonde se trasladó aquél el 17 de febrero de 1925, y pronunció los santos votos
en Villafranca del Bierzo (León), el 19 de septiembre de 1925. Cursó la Filosofía en Villafranca, y la Teología, tres cursos en Cuenca y uno en Potters Bar (Inglaterra). Corrían los días difíciles del alumbramiento atropellado de la terrible Niña, la segunda República Española. En vísperas de las elecciones generales para diputados, los Superiores, previsores y prudentes, por si se imponía la expatriación, dispusieron que todos los estudiantes teólogos se trasladaran a Murguía (Ala- va). Allí estuvieron pasando el verano de 1931, y entre ellos el entonces Hermano Velasco. Para mayor abundamiento, dis­pusieron asimismo que los del último curso, previa la orde­nación sacerdotal, se trasladaran a Inglaterra.

Recibió, pues, el H. Velasco, con sus condiscípulos, y por especial privilegio pontificio, las órdenes sagradas de mano de otro excelente mártir, el Excmo. y Rvmo. Sr. Obispo de Cuen­ca, Dr. Cruz la Plana, y en dicha ciudad, con arreglo a las si­guientes fechas del año 1931: 16 y 17 de septiembre, Meno­res; 18 de septiembre, Subdiaconado; 4 de octubre, Diacona­do, y 11 de octubre, Sacerdocio.

Celebró el P. Velasco su Primera Misa en la Basílica de la Virgen de la Medalla Milagrosa y de San Vicente de Paúl, en Madrid, el 12 de octubre.

El 14 de diciembre llegó a Inglaterra. Volvió de allá, ter­minada la carrera, en junio de 1932.

Sus destinos fueron: cinco meses en Murguía (Álava); des­de 1933 a 1935, en Teruel, y desde el segundo semestre de este año, en Alcorisa. Siempre dedicado a la formación de los fu­turos miembros de la Congregación de la Misión.

¡Mártir dichoso de Cristo, ruega por nosotros!

BIOGRAFÍAS DE MISIONEROS PAULES Edición 1942
Autor: Elías Fuente

Este grupo de mártires está integrado por:

1. TOMÁS PALLARÉS IBÁÑEZ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 06 Marzo1890 en Iglesuela del Cid, Teruel (España)
martirio: 13 Octubre 1934 en Oviedo, Asturias (España)

2. SALUSTIANO GONZÁLEZ CRESPO
hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 01 Mayo 1871 en Tapia de la Ribera, León (España)
martirio: 13 Octubre 1934 en Oviedo, Asturias (España)

3. LUIS AGUIRRE BILBAO
hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 13 Septiembre 1914 en Murguía, Vizcaya (España)
martirio: 30 Julio 1936 en Alcorisa, Teruel (España)

4. LEONCIO PÉREZ NEBREDA
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 18 Marzo1895 en Villarmentero, Burgos (España)
martirio: 02 Agosto 1936 en Las Planas de Oliete, Teruel (España)

5. ANDRÉS AVELINO GUTIÉRREZ MORAL
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 11 Noviembre 1886 en Salazar de Amaya, Burgos (España)
martirio: 03 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)

6. ANTONIO CARMANIÚ MERCADER
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 17 Agosto 1860 en Rialp, Lérida (España)
martirio: 17 Agosto 1936 en Llavorsi, Lérida (España)

7. FORTUNATO VELASCO TOBAR
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 31 Mayo 1906 en Tardajos, Burgos (España)
martirio: 24 Agosto 1936 en Alcorisa, Teruel (España)

8. RICARDO ATANES CASTRO
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 05 Agosto 1875 en Cualedro, Orense (España)
martirio: 14 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)

9. PELAYO JOSÉ GRANADO PRIETO
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 30 Julio 1895 en Santa María de los Llanos, Cuenca (España)
martirio: 27 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)

10. AMADO GARCÍA SÁNCHEZ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 29 Abril 1903 en Moscardón, Teruel (España)
martirio: 24 Octubre 1936 en Gijón, Asturias (España)

11. IRENEO RODRÍGUEZ GONZÁLEZ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 10 Febrero 1879 en Los Balbases, Burgos (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)

12. GREGORIO CERMEÑO BARCELÓ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 09 Mayo 1874 en Sitios, Zaragoza (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)

13. VICENTE VILUMBRALES FUENTE
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 05 Abril 1909 en Reinoso de Bureba, Burgos (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)

14. NARCISO PASCUAL y PASCUAL
hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 11 Agosto 1917 en Sarreaus de Tioira, Orense (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)

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Fundadora de la Congregación
de Hermanas Bethlemitas

Martirologio Romano: En Tulcan, lugar de Ecuador, beata María de la Encarnación (María Vicenta) Rosal, virgen, fundadora de la Congregación de Hermanas Betlehemitas, con el fin principal de reivindicar la dignidad de la mujer y formar cristianamente a las niñas. ( 1820)

Fecha de beatificación: 4 de mayo de 1977, por el Papa Juan Pablo II.

Vicenta Rosal nació el 26 de octubre de 1820 en Quetzaltenango, Guatemala. Coincide su nacimiento con la fecha de supresión de la Orden de Belén. Dios regalaba a la Iglesia con una hija que con el tiempo prolongaría el espíritu de la Orden, revitalizando la Congregación Bethlemita y orientándola para un servicio evangelizador.

Sus padres, Manuel Encarnación Rosal y Gertrudis Leocadia Vásquez, se esmeraron en darle una formación y cultura que respondían a las inquietudes de su hogar cristiano y a la sociedad guatemalteca que les correspondió vivir. Vicenta recibió de sus padres y hermanos una educación integral. En el aspecto religioso aprendió de sus padres y hermanos mayores “la fe como vivencia, es decir la piedad filial con Dios, la orientación amorosa a Cristo en el misterio de la Eucaristía”, una profunda devoción a Nuestra Señora y gran caridad para con los pobres y menesterosos a quienes ayudaba con generosidad.

Gozaba de un temperamento alegre, jovial, un trato muy agradable que encantaba a cuantos la conocían. También como toda joven de su edad, gozaba de “galas y vanidad”, razón por la cual de vez en cuando recibía amonestaciones de su hermana mayor, quien le recordaba que las promesas del Bautismo, debía cumplirlas lo mejor posible. Observación que Vicenta aceptaba con modales corteses pero manifestaba con cierta gracia que sí cambiaría de proceder pero después de los 20 años.

Vicenta entabló amistad con una joven hondureña, Manuela Arbizú, quien movida sobrenaturalmente habló a Vicenta con gran entusiasmo sobre el ideal de servir a Dios en la vida consagrada, y de manera inesperada hizo alusión a las monjas de Belén. El nombre de Belén llamó mucho la atención a la joven. Recibidas las respuestas a sus interrogantes sobre la vida que llevaban las monjas, consulta con sus padres y director espiritual, y realiza el viaje a Guatemala con el fin de dar cumplimiento a sus deseos de consagrarse a Dios. Llega al Beaterio de Belén el 1 de enero de 1838.

Al llegar al convento, la joven inicia su entrega y donación a Dios, pero desafortunadamente a los pocos días de su ingreso, se va dando cuenta de que el ambiente no era propicio para sus ideales: vida de oración intensa, silencio, penitencias y austeridad. Recibe el hábito de la comunidad el 16 de julio de 1838, con la particularidad de que este hábito fue impuesto por el último Bethlemita que allí vivía: Fray Martín de San José. Hecho muy significativo para la Congregación: el último Bethlemita, entregando el hábito a quien por designios de Dios, más tarde daría nuevo vigor y vida a la espiritualidad de Belén. En el día de la toma de hábito, Vicenta cambió su nombre por el de Encarnación. Hace sus votos el día de la Maternidad Divina, 26 de enero de 1840 y en que la Orden celebraba a Nuestra Señora de Belén.

Dios que la lleva por los caminos de lucha interior, permite que se le conceda la autorización para pasarse al Convento de las Catalinas, donde disfruta de la paz, el silencio y la austeridad anheladas por su espíritu. Dios le hace ver que esa misma vida que llevan en el convento a donde acaba de llegar, podrían tenerla en Belén y llevar la comunidad por ella abandonada, a las alturas de una gran unión con Dios y servicio apostólico. Después de unos fervorosos ejercicios espirituales, toma la decisión de volverse a Belén.

Ya de nuevo en el Beaterio, se le confía inmediatamente la obra del Colegio y es allí donde inicia su labor de cambiar, plantar y fortificar. Las cosas marchaban muy bien; las gentes que disfrutaban del servicio apostólico del Beaterio manifestaban alegría y las mismas hermanas de comunidad veían la transformación que se iba logrando. Aunque la comunidad valora la labor apostólica de la Madre Encarnación, no todas las Hermanas comparten sus criterios, pero respetan su dedicación y organización.

Luego fue nombrada Vicaria de la Comunidad, e inició la transformación interna del convento. En 1855 fue elegida Priora del convento. Consciente de la misión que Dios le confía, se entregó más de lleno a la oración, para pedir la sabiduría y prudencia necesarias para su desempeño. Emprende la elaboración de las Constituciones que debían regir su convento.

En medio de las dificultades se dedica más a la oración, y el Señor, pródigo en bondad, responde generosamente a la fidelidad de su sierva, manifestándosele de manera confidencial. “Un día, la vigilia del Jueves Santo de 1857, próxima ya la hora del amanecer, fue al coro de la Iglesia y comenzó a meditar sobre la traición de Judas y el dolor que Cristo experimentó en la agonía de Getsemaní”. Estando en oración –narra la misma Madre- “oí una voz interior que me decía: No celebran los Dolores de mi Corazón.” Palabras que fueron para la Madre una llamada particular a honrar y desagraviar el Corazón de Cristo por la maldad, ingratitud y pecados de los hombres.

Después, funda un Colegio en Quetzaltenango, pero debido a la persecución religiosa, tuvieron que ir a Costa Rica, donde fundan dos colegios, uno en Cartago y otro en Heredia. Todo era bienestar y gozo en el servicio del Señor hasta que también a éste país llega la persecución religiosa. De Costa Rica se dirigieron a Pasto, Colombia.

La Madre Encarnación muere en Tulcán, Ecuador, el 24 de agosto de 1886. Su cuerpo incorrupto se encuentra en el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, Bethlemitas de Pasto.

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11:49 p.m.

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En Lanišće, Croacia, Beato Miroslav Bulešić, sacerdote diocesano asesinado por odio a la fe ( 1947)

Fecha de beatificación: 28 de septiembre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco

Miroslav Bulešić naciò en Čabruniči, Croacia, el 13 de mayo de 1920, aldea incluida en la parroquia de Svetvinčenat. Sus padres fueron Mihe y Lucije (Lucía). Adquirió su educación primaria en Jursici y la secundaria en los seminarios de Gorica y Koper. Estudió filosofía y teología en Roma, en la Pontificia Universidad Gregoriana. El 11 de abril de 1943 fue ordenado sacerdote por el Beato Aloysius Stepinac.

Fue administrador parroquial en Baderna hasta 1945. Eran los tiempos terribles de la II Guerra Mundial cuando en Istria se enfrentaban tres ejércitos -partisanos, alemán e italiano-. El Padre Miroslav daba especial atención a la educación de niños y jóvenes, y ayudaba a todos los que estaban en necesidad. Él decía: "Soy un sacerdote católico y voy a compartir los santos sacramentos a todos los que lo soliciten, sea croatas, alemanes o italianos", por ello recibió amenazas por todas partes; en su diario, escribió: "Por ti daré mi vida en todos mis ovejas... moriré por la gloria de Dios y la salvación de las almas de los fieles". A pesar de la presencia del ejército italiano y alemán, realizaba los registros (bautismos, defunciones y matrimonios) en idioma croata.

En el otoño de 1945 . fue nombrado párroco de Kanfanar. Enseñó religión en la escuela, los jóvenes lo seguían, introdujo la devoción al Corazón de Jesús y María, organizó misiones populares y actividades caritativas. Estaba siendo atacado por quienes se oponen a la religión, pero no quería huir a Italia : "Si me matan, me van a matar por Dios, y su religión".

En el otoño de 1946, pasó a ser profesor en el Seminario y Colegio en Pazin, dedicándose a la educación de los seminaristas. Fue nombrado secretario de la "Asociación Sacerdotal San Pablo" que agrupaba sacerdotes croatas que luchaban por la libertad religiosa y el buen funcionamiento de la Iglesia, también contribuyó al reconocimiento internacional de la anexión de Istria como territorio croata de Yugoslavia.

En la primavera de 1947 el gobierno comunista presentó el "Plan Quinquenal", que instituía trabajar los domingos, la prohibición de la educación religiosa en las escuelas y la eliminación de la Iglesia de la vida pública. Miroslav Bulešić, junto con otros sacerdotes de ela Asociación Sacerdotal San Pablo, se opone firmemente.

En agosto del 1947, fue enviado como acompañante oficial a Buzet, el delegado de la Santa Sede era el Obispo Jacob Ukmar, quien administraría allí el sacramento de la confirmación, los comunistas trataron de impedir la misa y la ceremonia de confirmación pero no tuvieron éxito. Al día siguiente, 24 de agosto, debían celebrar la confirmación de Lanišće, allí los comunistas atacaron a Miroslav en la casa parroquial y lo apuñalaron en la garganta por lo que su sangre corrió por los pasillos de la oficina parroquial y murió. El Obispo Jakob Ukmar fue golpeado gravemente.

El gobierno no dio permiso para enterrar el cadáver en su parroquia natal en Svetvinčenat, por lo que fue enterrado en Lanišće. Recién en 1958 sus restos fueron trasladados a la iglesia de . Su cuerpo va a estar en la iglesia de Svetvinčenat.

Los mentalizadores y ejecutores del asesinato fueron juzgados y recibieron como castigo el pagar unas ridículas multas... en cambio una persona que trató de impedir el crimen fue condenado a varios años de prisión.

S.S. Benedicto XVI firmó el 20 de diciembre de 2012 el decreto con el cual se reconoce el martirio del Siervo de Dios Miroslav Bulešić, lo cual permitirá su próxima beatificación.

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5:10 p.m.
SAN BARTOLOMÉ

APÓSTOL Y MÁRTIR




Fiesta de san Bartolomé, apóstol, al que generalmente se identifica con Natanael. Nacido en Caná de Galilea, fue presentado por Felipe a Cristo Jesús en las cercanías del Jordán, donde el Señor le invitó a seguirle y lo agregó a los Doce. Después de la Ascensión del Señor, es tradición que predicó el Evangelio en la India y que allí fue coronado con el martirio (s. I) 

Etimológicamente: Bartolomé = hijo de Tolomé” (Bar =hijo. Tolomé = “cultivador y luchador”).. Viene de la lengua hebrea.

A este santo (que fue uno de los doce apóstoles de Jesús) lo pintaban los antiguos con la piel en sus brazos como quien lleva un abrigo, porque la tradición cuenta que su martirio consistió en que le arrancaron la piel de su cuerpo, estando él aún vivo.

Parece que Bartolomé es un sobrenombre o segundo nombre que le fue añadido a su antiguo nombre que era Natanael (que significa "regalo de Dios") Muchos autores creen que el personaje que el evangelista San Juan llama Natanael, es el mismo que otros evangelistas llaman Bartolomé. Porque San Mateo, San Lucas y San Marcos cuando nombran al apóstol Felipe, le colocan como compañero de Felipe a Natanael.

El encuentro más grande de su vida.

El día en que Natanael o Bartolomé se encontró por primera vez a Jesús fue para toda su vida una fecha memorable, totalmente inolvidable. El evangelio de San Juan la narra de la siguiente manera: "Jesús se encontró a Felipe y le dijo: "Sígueme". Felipe se encontró a Natanael y le dijo: "Hemos encontrado a aquél a quien anunciaron Moisés y los profetas. Es Jesús de Nazaret". Natanael le respondió: " ¿Es que de Nazaret puede salir algo bueno?" Felipe le dijo: "Ven y verás". Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: "Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño" Natanael le preguntó: "¿Desde cuando me conoces?" Le respondió Jesús: "antes de que Felipe te llamara, cuando tú estabas allá debajo del árbol, yo te vi". Le respondió Natanael: "Maestro, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel". Jesús le contestó: "Por haber dicho que te vi debajo del árbol, ¿crees? Te aseguró que verás a los ángeles del cielo bajar y subir alrededor del Hijo del Hombre." (Jn. 1,43 ). 

Felipe, lo primero que hizo al experimentar el enorme gozo de ser discípulo de Jesús fue ir a invitar a un gran amigo a que se hiciera también seguidor de tan excelente maestro. Era una antorcha que encendía a otra antorcha. Pero nuestro santo al oír que Jesús era de Nazaret (aunque no era de ese pueblo sino de Belén, pero la gente creía que había nacido allí) se extrañó, porque aquél era uno de los más pequeños e ignorados pueblecitos del país, que ni siquiera aparecía en los mapas. Felipe no le discutió a su pregunta pesimista sino solamente le hizo una propuesta: "¡Ven y verás que gran profeta es!"

Una revelación que lo convenció.

Y tan pronto como Jesús vio que nuestro santo se le acercaba, dijo de él un elogio que cualquiera de nosotros envidiaría: "Este si que es un verdadero israelita, en el cual no hay engaño". El joven discípulo se admira y le pregunta desde cuándo lo conoce , y el Divino Maestro le añade algo que le va a conmover: "Allá, debajo de un árbol estabas pensando qué sería de tu vida futura. Pensabas: ¿Qué querrá Dios que yo sea y que yo haga? Cuando estabas allá en esos pensamientos, yo te estaba observando y viendo lo que pensabas". Aquélla revelación lo impresionó profundamente y lo convenció de que este sí era un verdadero profeta y un gran amigo de Dios y emocionado exclamó: "¡Maestro, Tú eres el hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel! ¡Maravillosa proclamación! Probablemente estaba meditando muy seriamente allá abajo del árbol y pidiéndole a Dios que le iluminara lo que debía de hacer en el futuro, y ahora viene Jesús a decirle que El leyó sus pensamientos. Esto lo convenció de que se hallaba ante un verdadero profeta, un hombre de Dios que hasta leía los pensamientos. Y el Redentor le añadió una noticia muy halagadora. Los israelitas se sabían de memoria la historia de su antepasado Jacob, el cuál una noche, desterrado de su casa, se durmió junto a un árbol y vio una escalera que unía la tierra con el cielo y montones de ángeles que bajaban y subían por esa escalera misteriosa. Jesús explica a su nuevo amigo que un día verá a esos mismos ángeles rodear al Hijo del Hombre, a ese salvador del mundo, y acompañarlo, al subir glorioso a las alturas.

Desde entonces nuestro santo fue un discípulo incondicional de este enviado de Dios, Cristo Jesús que tenía poderes y sabiduría del todo sobrenaturales. Con los otros 11 apóstoles presenció los admirables milagros de Jesús, oyó sus sublimes enseñanzas y recibió el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego.

El libro muy antiguo, y muy venerado, llamado el Martirologio Romano, resume así la vida posterior del santo de hoy: "San Bartolomé predicó el evangelio en la India. Después pasó a Armenia y allí convirtió a muchas gentes. Los enemigos de nuestra religión lo martirizaron quitándole la piel, y después le cortaron la cabeza".

Para San Bartolomé, como para nosotros, la santidad no se basa en hacer milagros, ni en deslumbrar a otros con hazañas extraordinarias, sino en dedicar la vida a amar a Dios, a hacer conocer y amar mas a Jesucristo, y a propagar su santa religión, y en tener una constante caridad con los demás y tratar de hacer a todos el mayor bien posible.

Oración

Oh, Dios omnipotente y eterno, que hiciste este día tan venerable día con la festividad de tu Apóstol San Bartolomé, concede a tu Iglesia amar lo que el creyó, y predicar lo que él enseñó. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén

Hermanos Franciscanos

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