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Por: . | Fuente: testigosdelaredencion.blogspot.com

Monje y Mártir

Martirologio Romano: En Cuenca, España, Beatos José Javier Gorosterratzu y cinco compañeros de la Congregación del Santísimo Redentor asesinados por odio a la fe ( 1936-1938)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Integran el grupo: José Javier Gorosterratzu Jauranena, Ciriaco Olarte Pérez de Mendiguren, Miguel Goñi Áriz, Julián Pozo Ruiz de Samaniego, Víctor (Victoriano) Calvo Lozano y Pedro Romero Espejo


NACIMIENTO E INFANCIA

El 25 de diciembre nacía de las entrañas de la madre Iglesia el niño que había visto la luz del sol en el pueblo de Horche (Guadalajara) un 23 de diciembre de ese mismo año 1896, y al que se le impuso el nombre de Víctor. Su padre era un agricultor llamado Juan Calvo Martínez y su madre una ama de casa llamada Mª Candelas Lozano Monge. Según nos contará más tarde Víctor, su padre era “hombre de buenas intenciones” y su madre “mujer temerosa de Dios y amante del cumplimiento de sus deberes, de conciencia delicada y celosa de la educación de sus hijos”. Recibió el don del Espíritu mediante la Confirmación que recibió de manos del Obispo Auxiliar de Toledo, Mons. D. J. José Laguarda el 22 de mayo de 1901.

Recibió una esmerada educación cristiana por parte de su madre, quien lo inició en la oración, el examen de conciencia y la celebración y la veneración de la Eucaristía. Además de la iniciación en la vida de piedad, lo fue en letras asistiendo a la escuela de primera enseñanza de su pueblo. A los 7 u 8 años recibió su primera comunión, aunque fiel a las costumbres de su época, se acercaría a participar de la mesa eucarística anualmente. Como les era propio a los niños de su edad, pronto abandonaban la escuela y eran iniciados en las tareas agrícolas.

SU DISCERNIMIENTO VOCACIONAL. COMIENZA SU MARTIRIO

Entrado en la adolescencia se afianza en la vida espiritual, venciendo así la inercia de los amigos y de la imagen ante ellos; se aplica en la lectura de libros de espiritualidad, entre otros La Regla de San Benito y a llenar el vacío que experimenta cuando se aleja de la oración. El 24 de noviembre de 1913, a sus 17 años, murió su madre; esto supuso un duro golpe y una sensación de vacío en su vida. A los pocos meses, enero de 1914, los Misioneros Redentoristas dan una Misión en Horche, en la que él participa activamente; al irse los misioneros toma la resolución de ser religioso.

Durante los años siiguientes va a alimentar esta búsqueda vocacional con la oración, la lectura espiritual y el acompañamiento personal del párroco, D. Juan Antonio Cortés Moral (martirizado en 1936 [biografía-pincha]); se suscribirá a la Revista El Perpetuo Socorro y se hará con varias obras de San Alfonso, como son La práctica del amor a Jesucristo y La Vocación religiosa; intensificará en cantidad su oración. A pesar de su sencilla vida de agricultor, los medios puestos para cultivar la vocación le llevaron a irse conformando con la voluntad de Dios, a buscar más que la cantidad, la calidad en la oración y a alentar en su corazón el deseo de la vida religiosa.

Uno de los obstáculos que le tocaba sortear fue su familia, que se opuso terminatemente a que se fuera de casa perdiendo así unos brazos de trabajo. Por este motivo sufrió la recriminación, el reproche, los insultos … desde un espíritu de caridad cristiana. Marchó a Madrid el 4 de septiembre de 1918 para hacer 3 meses del servicio militar, tras los cuales regresó con un deseo mayor de ingresar como hermano coadjutor redentorista; a pesar de su resolución, viendo la oposición de la familia, le costó dar el paso. Con la complicidad del párroco, quien se había puesto en contacto con el P. Maestro de novicios de los Redentoristas, el 31 de marzo de 1919 huye de casa, dejando sobre la mesa una carta de despedida. Llega a Nava del Rey (Valladolid) donde es acogido como postulante el 2 de abril con el oficio de hortelano bajo la tutela del H. Luis; el 12 de noviembre viste el hábito redentorista, comenzando así su noviciado con el P. Rafael Cavero como Maestro y como compañeros, entre otros, a los siervos de Dios HH. Bernardo Sáiz (Gabriel) y Celso Alonso, ambos martirizados en 1936, el primero en Madrid y el segundo en Valencia; se le cambiará el nombre por Victoriano y profesará el 23 de noviembre de 1920 y hará su profesión perpetua von el Voto y Juramento de perseverancia en la CSSR el 20 de abril de 1924.

MISIONERO, MONJE y MARTIR

En 1921 será destinado a Cuenca. Al año siguiente está en Astorga (León) y en 1923 va de Astorga a El Espino (Burgos). En 1925 vuelve a Cuenca donde ya pasará toda su vida, de hortelano, sacristán y portero. Vivirá una vida de trabajo, silencio y oración; los compañeros le llamaban “El silenciario”. Además de las dedicaciones propias de los oficios que desempeñaba ejercerá el acompañamiento espiritual a una muchacha que se lo solicitó a él. Para ella escribirá retiros, reflexiones, meditaciones, consejos …. Y después que ella muriese comentará la autobiografía de ella. La búsqueda de unirse a Cristo le llevó a ofrecerse en 1928 para ir a la recién encomendada Misión de China. El hermano Victoriano se convirtió en otro San Gerardo por su vida de oración y silencio, su trato con las personas, su espíritu de mortificación y servicio. A propósito de esto me gustaría compartir este párrafo del libro que me tengo entre manos:

“Abnegación y testimonio. El corazón del seguimiento cristiano de Jesús reside en: tomar la cruz de la abnegación (Mc 8, 34) para que venga el Reino (Mt 6, 10). Jesús mismo nos ofrece el ejemplo: ¡No mi voluntad sino la Tuya! (Mc 14, 36)… Negarse es reconocer la vida como don-recibido para convertirla en don-ofrecido… Este seguimiento y la obediencia, así entendidos, son siempre algo testimonial, son un testimonio, son un martirio. Martirio que en algunos casos puede llegar a la sangre. El martirio cruento forma parte de la vida de la Iglesia y es una posibilidad para los seguidores de Jesús: «Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor» (Jn 12, 26). Y tanto más aún si estos seguidores pretenden seguir al Maestro más de cerca a fin de estar a su servicio el día del Calvario. Pero no se trata de un esfuerzo y opción humanos sino de una respuesta a una invitación y elección por parte del Señor….” (Dom. Bernardo Olivera, Martirio y Consagración, Publicaciones claretianas, Madrid 20112ª, pp. 138-139)
Con este espíritu en el que fue fortaleciéndose desde su adolescencia entre su familia, le sorprendió la persecución religiosa en Cuenca. El día 20 de julio salió con el P. Julián Pozo, que estaba enfermo, y se alojaron en la casa de Dª Eugenia y Joaquina Muñoz Girón (C. Andrés Cabrera nº 22) donde llevaron vida de recogimiento y oración, disponiéndose para lo que pudiese pasar. Allí están hasta el 25 de julio, en que por indicación del superior, el P. Pedrosa, fueron ambos a alojarse en el Seminario. Allí coincidieron con el P. Gorosterratzu; supieron del martirio de los PP. Olarte y Goñi; fueron testigos de cómo sacaron del seminario al Sr. Obispo y a su secretario, al P. Pozo y a D. Juan Escribano; así que las circunstancias le llevaron a prepararse para culminar su seguimiento de Cristo a través del Martirio.
“Siguiendo al Crucificado.- Seguir a Cristo es el fundamento esencial y original de la vida cristiana: por eso es válido para todo cristiano sin distinción de estados. Y no se trata tan sólo de escuchar una enseñanza y de cumplir un mandamiento, sino de algo mucho más radical: avanzar por el camino, despojarse de sí mismo, adherirse a la persona misma de Jesús, compartir su vida y su destino hasta el extremo, participar de su obediencia libre y amorosa a la voluntad del Padre, donar la propia vida en comunión con la suya donada…. Seguir a Cristo no significa imitarlo en su apariencia exterior o en todas sus acciones externas, se trata de una realidad que afecta al ser humano en su interioridad más profunda. Ser discípulo de Jesús significa hacerse conforme a Él, que se hizo servidor de todos hasta el don de sí mismo en la cruz. Mediante la fe, Cristo habita en el corazón del creyente (cfr. Ef 3, 17), el discípulo se asemeja a su Señor y se configura con Él. Y esto es fruto de la gracia, de la presencia operante del Espíritu Santo en nosotros. Fruto de la obra del Espíritu y de la libertad humana, obra de renuncia y de abnegación a fin de caminar en pos de Él con más gozo y liberalidad… “ (Dom. Bernardo Olivera, Martirio y Consagración, Publicaciones claretianas, Madrid 20112ª, pp. 135 ss.)
Para Victoriano ser Misionero Redentorista, monje y mártir fue la misma cosa unidas en Cristo Jesús. Sacado con el P. Javier Gorosterratzu a las 2 de la madrugada del día 10 de agosto de 1936 del Seminario su cadáver fue recogido a la mañana siguiente en el camino del cementerio de Cuenca con varios disparos en la cabeza (Cf. Acta de defunción: Registro civil de Cuenca, Sec. 3ª, Tomo 42, Folio 326, Número 647). Inhumado en la fosa común, fue exhumado en 1940 e inhumado en el panteón de los Redentoristas; exhumado en 1977 y trasladado a Madrid se encuentra en la actualidad en el Santuario madrileño del Perpetuo Socorro.

LA GRACIA DE LA PERSEVERANCIA

Con el martirio Víctor culminó su camino de configuración con Cristo; un camino nada fácil, en el que toda su vida tuvo que afrontar dificultades. La perseverancia que profeso el día de su profesión perpetua se convirtió en martirio el día de su asesinato. Pero Víctor toda su vida había sido consciente que había sido pura gracia de Dios. En su noviciado escribía: “recibí sin merecer el santo hábito de la Congregación del SS. R. a los 5 años y 11 meses de sentir los primeros movimientos de la gracia de la vocación, en la cual el Señor nos dé a todos nosotros la santa perseverancia” (Curriculum vitae. Nava del Rey 1920). Pero a la gracia de la vocación, para alcanzar la perseverancia el respondió con su vida de oración, servicio, configuración con Cristo y acompañamiento espiritual. Que su memoria ayude a cuantos buscan la voluntad de Dios en sus vidas.

“Nosotros, los consagrados y consagradas, tenemos una historia gloriosa que recordar y contar y una gran historia que construir. Y es precisamente recordando y contando nuestra historia como encontramos motivación y sentido para proyectamos hacia el futuro como artesanos del mismo. Esta historia, sobre todo, ha sido escrita con la sangre de numerosos testigos, ellos nos invitan a seguir evangelizando y confesando nuestra fe en el amor hasta el extremo. Como cualquier colectivo humano, también los consagrados y consagradas nos podemos definir como: un conjunto de personas unidas por la memoria de un pasado compartido y anhelos de futuros mejores. La memoria está en la base de la cohesión e identidad común. Hacer memoria robustece la comunión, perfila la identidad, pone bases para edificar el futuro….” (Dom. Bernardo Olivera, Martirio y Consagración, Publicaciones claretianas, Madrid 20112ª, pp. 135 ss.)
S.S. Benedicto XVI firmó el 20 de diciembre de 2012 el decreto con el cual se reconoce el martirio del Siervo de Dios José Javier Gorosterratzu y sus cinco compañeros de la Congregación del Santísimo Redentor.

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SAN LORENZO

DIÁCONO Y MÁRTIR



PALABRA DE DIOS DIARIA

Los datos acerca de este santo los ha narrado San Ambrosio, San Agustín y el poeta Prudencio.

Lorenzo era uno de los siete diáconos de Roma, o sea uno de los siete hombres de confianza del Sumo Pontíice. Su oficio era de gran responsabilidad, pues estaba encargado de distribuir las ayudas a los pobres.

En el año 257 el emperador Valeriano publicó un decreto de persecución en el cual ordenaba que todo el que se declarara cristiano sería condenado a muerte. El 6 de agosto el Papa San Sixto estaba celebrando la santa Misa en un cementerio de Roma cuando fue asesinado junto con cuatro de sus diáconos por la policía del emperador. Cuatro días después fue martirizado su diácono San Lorenzo.

La antigua tradición dice que cuando Lorenzo vio que la Sumo Pontífice lo iban a matar le dijo: "Padre mío, ¿te vas sin llevarte a tu diácono?" y San Sixto le respondió: "Hijo mío, dentro de pocos días me seguirás". Lorenzo se alegró mucho al saber que pronto iría a gozar de la gloria de Dios.

Entonces Lorenzo viendo que el peligro llegaba, recogió todos los dineros y demás bienes que la Iglesia tenía en Roma y los repartió entre los pobres. Y vendió los cálices de oro, copones y candeleros valiosos, y el dinero lo dio a las gentes más necesitadas.

El alcalde de Roma, que era un pagano muy amigo de conseguir dinero, llamó a Lorenzo y le dijo: "Me han dicho que los cristianos emplean cálices y patenas de oro en sus sacrificios, y que en sus celebraciones tienen candeleros muy valiosos. Vaya, recoga todos los tesoros de la Iglesia y me los trae, porque el emperador necesita dinero para costear una guerra que va a empezar".

Lorenzo le pidió que le diera tres días de plazo para reunir todos los tesoros de la Iglesia, y en esos días fue invitando a todos los pobres, lisiados, mendigos, huérfanos, viudas, ancianos, mutilados, ciegos y leprosos que él ayudaba con sus limosnas. Y al tercer día los hizo formar en filas, y mandó llamar al alcalde diciéndole: "Ya tengo reunidos todos los tesoros de la iglesia. Le aseguro que son más valiosos que los que posee el emperador".

Llegó el alcalde muy contento pensando llenarse de oro y plata y al ver semejante colección de miseria y enfermedad se disgustó enormemente, pero Lorenzo le dijo: "¿por qué se disgusta? ¡Estos son los tesoros más apreciados de la iglesia de Cristo!"

El alcalde lleno de rabia le dijo: "Pues ahora te mando matar, pero no creas que vas a morir instantáneamente. Te haré morir poco a poco para que padezcas todo lo que nunca te habías imaginado. Ya que tienes tantos deseos de ser mártir, te martirizaré horriblemente".

Y encendieron una parrilla de hierro y ahí acostaron al diácono Lorenzo. San Agustín dice que el gran deseo que el mártir tenía de ir junto a Cristo le hacía no darle importancia a los dolores de esa tortura.

Los cristianos vieron el rostro del mártir rodeado de un esplendor hermosísismo y sintieron un aroma muy agradable mientras lo quemaban. Los paganos ni veían ni sentían nada de eso.

Después de un rato de estarse quemando en la parrilla ardiendo el mártir dijo al juez: "Ya estoy asado por un lado. Ahora que me vuelvan hacia el otro lado para quedar asado por completo". El verdugo mandó que lo voltearan y así se quemó por completo. Cuando sintió que ya estaba completamente asado exclamó: "La carne ya está lista, pueden comer". Y con una tranquilidad que nadie había imaginado rezó por la conversión de Roma y la difusión de la religión de Cristo en todo el mundo, y exhaló su último suspiro. Era el 10 de agosto del año 258.

El poeta Prudencio dice que el martirio de San Lorenzo sirvió mucho para la conversión de Roma porque la vista del valor y constancia de este gran hombre convirtió a varios senadores y desde ese día la idolatría empezó a disminuir en la ciudad.

San Agustín afirma que Dios obró muchos milagros en Roma en favor de los que se encomendaban a San Lorenzo.

El santo padre mandó construirle una hermosa Basílica en Roma, siendo la Basílica de San Lorenzo la quinta en importancia en la Ciudad Eterna.

(Fuente: churchforum.org)

Oración a San Lorenzo:

Señor Dios: Tú le concediste a este mártir un valor impresionante para soportar sufrimientos por tu amor, y una generosidad total en favor de los necesitados. Haz que esas dos cualidades las sigamos teniendo todos en tu Santa Iglesia: generosidad inmensa para repartir nuestros bienes entre los pobres, y constancia heroica para soportar los males y dolores que tú permites que nos lleguen.

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Por: . | Fuente: EWTN.com || www.diogirardota.org

Beato Colombiano de San Juan de Dios

Martirologio Romano: En Barcelona, en España, beatos Rubén de Jesús López Aguilar y sus seis compañeros, religiosos de la Orden de San Juan de Dios y mártires, que, en la persecución contra la fe, sufrieron la muerte por odio a la vida religiosa y así pasaron a presencia del Señor ( 1936)

Integran este grupo de mártires: Rubén de Jesús López Aguilar, Arturo (Luis) Ayala Niño, Juan Bautista (José) Velázquez Peláez, Eugenio (Alfonso Antonio) Ramírez Salazar, Esteban (Gabriel) Maya Gutiérrez, Melquíades (Raimundo) Ramírez Zuluaga y Gaspar (Luis Modesto) Páez Perdono.

Desde 1934 estalló en España una horrorosa persecución contra los católicos, por parte de los comunistas, masones y la extrema izquierda. Desde 1936 hasta 1939, los comunistas españoles asesinaron a 4,100 sacerdotes seculares; 2,300 religiosos; 283 religiosas y miles y miles de laicos. Todos por la sola razón de pertenecer a la Iglesia Católica.

Unas de esas víctimas fueron los siete jóvenes colombianos, hermanos de la Comunidad de San Juan de Dios, que estaban estudiando y trabajando en España.

Eran de origen campesino o de pueblos religiosos y piadosos. Muchachos que se habían propuesto desgastar su vida en favor de los que padecían enfermedades mentales, en la comunidad que San Juan de Dios fundó para atender a los enfermos más abandonados. La Comunidad los había enviado a España a perfeccionarse en el arte de la enfermería y ellos deseaban emplear el resto de su vida en ayudar de la mejor manera posible a que los enfermos recobraran su salud mental y física y sobre todo su salud espiritual por medio de la conversión y del progreso en virtud y santidad.

Hacía pocos años que habían entrado en la Congregación y en España sólo llevaban dos años de permanencia. Hombres totalmente pacíficos que no buscaban sino hacer el bien a los más necesitados. No había ninguna causa para poderlos perseguir y matar, excepto el que eran seguidores de Cristo y de su Santa Religión.

Estos religiosos atenían una casa para enfermos mentales en Ciempozuelos cerca de Madrid, y de pronto llegaron unos enviados del gobierno comunista español y les ordenaron abandonar aquel plantel y dejarlo en manos de unos empleados marxistas que no sabían nada de medicina ni de dirección de hospitales pero que eran unas fieras en anticleralismo.

A los siete religiosos se los llevaron prisioneros a Madrid.

Cuando al embajador colombiano le contaron la noticia, pidió al gobierno que a estos compatriotas suyos por ser extranjeros los dejaran salir en paz del país, y les envió unos pasaportes y unos brazaletes tricolores para que los dejaran salir libremente. Y el Padre Capellán de las Hermanas Clarisas de Madrid les consiguió el dinero para que pagaran el transporte hacia Colombia, y así los envió en un tren a Barcelona avisándole al cónsul colombiano de esa ciudad que saliera a recibirlos. Pero en el tiquete de cada uno los guardas les pusieron una señal especial para que los apresaran.

El Dr. Ignacio Ortiz Lozano, Cónsul colombiano en Barcelona describió así en 1937 al periódico El Pueblo de San Sebastián cómo fueron aquellas jornadas trágicas: "Este horrible suceso es el recuerdo más doloroso de mi vida. Aquellos siete religiosos no se dedicaban sino al servicio de caridad con los más necesitados. Estaban a 30 kilómetros de Madrid, en Ciempozuelos, cuidando locos. El día 7 de agosto de 1936 me llamó el embajador en Madrid (Dr. Uribe Echeverry) para contarme que viajaban con un pasaporte suyo en un tren y para rogarme que fuera a la estación a recibirlos y que los tratara de la mejor manera posible. Yo tenía ya hasta 60 refugiados católicos en mi consulado, pero estaba resuelto a ayudarles todo lo mejor que fuera posible. Fui varias veces a la estación del tren pero nadie me daba razón de su llegada. Al fin un hombre me dijo: "¿Usted es el cónsul de Colombia? Pues en la cárcel hay siete paisanos suyos".

Me dirigí a la cárcel pero me dijeron que no podía verlos si no llevaba una recomendación de la FAI (Federación Anarquista Española). Me fui a conseguirla, pero luego me dijeron que no los podían soltar porque llevaban pasaportes falsos. Les dije que el embajador colombiano en persona les había dado los pasaportes. Luego añadieron que no podían ponerlos en libertad porque la cédula de alguno de ellos estaba muy borrosa (Excusas todas al cual más de injustas y mentirosas, para poder ejecutar su crimen. La única causa para matarlos era que pertenecían a la religión católica). Cada vez me decían "venga mañana". Al fin una mañana me dijeron: "Fueron llevados al Hospital Clínico". Comprendí entonces que los habían asesinado. Fue el 9 de agosto de 1936.

El beato Beato Arturo (Luis) Ayala NiñoNació en Paipa, Boyacá (Colombia), el 7 de abril de 1909. Desde pequeño recibió una educación cristiana. Ingresa a la Orden Hospitalaria en 1928. El 8 de diciembre de 1929 emite sus votos simples en manos del Padre General Fr. Faustino calvo, que se hallaba de visita en Colombia. el 4 de julio de 1933 emite los votos solemnes.

En 1930 viajó a España por encargo de la Orden y formó parte de las Comunidades de Ciempozuelos y Málaga, donde se distinguió por su dedicación y responsabilidad en la enfermería, por su caridad con los enfermos y su piedad.

En 1934 inició sus estudios para ser sacerdote, que se interrumpieron por la crítica situación que atravesaba España. Las circunstancias político-militares, obligaron a sus superiores a decidir su regreso a Colombia. Arturo, junto a seis hermanos hospitalarios colombianos, partió rumbo a Barcelona el 7 de agosto de 1936. Dos días después, fue asesinado.

Forman parte del grupo de 71 mártires hospitalarios beatificado en la plaza de San Pedro el 25 de octubre de 1992 por S.S. Juan Pablo II.

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Beato Colombiano de San Juan de Dios

Martirologio Romano: En Barcelona, en España, beatos Rubén de Jesús López Aguilar y sus seis compañeros, religiosos de la Orden de San Juan de Dios y mártires, que, en la persecución contra la fe, sufrieron la muerte por odio a la vida religiosa y así pasaron a presencia del Señor ( 1936)

Integran este grupo de mártires: Rubén de Jesús López Aguilar, Arturo (Luis) Ayala Niño, Juan Bautista (José) Velázquez Peláez, Eugenio (Alfonso Antonio) Ramírez Salazar, Esteban (Gabriel) Maya Gutiérrez, Melquíades (Raimundo) Ramírez Zuluaga y Gaspar (Luis Modesto) Páez Perdono.

Desde 1934 estalló en España una horrorosa persecución contra los católicos, por parte de los comunistas, masones y la extrema izquierda. Desde 1936 hasta 1939, los comunistas españoles asesinaron a 4,100 sacerdotes seculares; 2,300 religiosos; 283 religiosas y miles y miles de laicos. Todos por la sola razón de pertenecer a la Iglesia Católica.

Unas de esas víctimas fueron los siete jóvenes colombianos, hermanos de la Comunidad de San Juan de Dios, que estaban estudiando y trabajando en España.

Eran de origen campesino o de pueblos religiosos y piadosos. Muchachos que se habían propuesto desgastar su vida en favor de los que padecían enfermedades mentales, en la comunidad que San Juan de Dios fundó para atender a los enfermos más abandonados. La Comunidad los había enviado a España a perfeccionarse en el arte de la enfermería y ellos deseaban emplear el resto de su vida en ayudar de la mejor manera posible a que los enfermos recobraran su salud mental y física y sobre todo su salud espiritual por medio de la conversión y del progreso en virtud y santidad.

Hacía pocos años que habían entrado en la Congregación y en España sólo llevaban dos años de permanencia. Hombres totalmente pacíficos que no buscaban sino hacer el bien a los más necesitados. No había ninguna causa para poderlos perseguir y matar, excepto el que eran seguidores de Cristo y de su Santa Religión.

Estos religiosos atenían una casa para enfermos mentales en Ciempozuelos cerca de Madrid, y de pronto llegaron unos enviados del gobierno comunista español y les ordenaron abandonar aquel plantel y dejarlo en manos de unos empleados marxistas que no sabían nada de medicina ni de dirección de hospitales pero que eran unas fieras en anticleralismo.

A los siete religiosos se los llevaron prisioneros a Madrid.

Cuando al embajador colombiano le contaron la noticia, pidió al gobierno que a estos compatriotas suyos por ser extranjeros los dejaran salir en paz del país, y les envió unos pasaportes y unos brazaletes tricolores para que los dejaran salir libremente. Y el Padre Capellán de las Hermanas Clarisas de Madrid les consiguió el dinero para que pagaran el transporte hacia Colombia, y así los envió en un tren a Barcelona avisándole al cónsul colombiano de esa ciudad que saliera a recibirlos. Pero en el tiquete de cada uno los guardas les pusieron una señal especial para que los apresaran.

El Dr. Ignacio Ortiz Lozano, Cónsul colombiano en Barcelona describió así en 1937 al periódico El Pueblo de San Sebastián cómo fueron aquellas jornadas trágicas: "Este horrible suceso es el recuerdo más doloroso de mi vida. Aquellos siete religiosos no se dedicaban sino al servicio de caridad con los más necesitados. Estaban a 30 kilómetros de Madrid, en Ciempozuelos, cuidando locos. El día 7 de agosto de 1936 me llamó el embajador en Madrid (Dr. Uribe Echeverry) para contarme que viajaban con un pasaporte suyo en un tren y para rogarme que fuera a la estación a recibirlos y que los tratara de la mejor manera posible. Yo tenía ya hasta 60 refugiados católicos en mi consulado, pero estaba resuelto a ayudarles todo lo mejor que fuera posible. Fui varias veces a la estación del tren pero nadie me daba razón de su llegada. Al fin un hombre me dijo: "¿Usted es el cónsul de Colombia? Pues en la cárcel hay siete paisanos suyos".

Me dirigí a la cárcel pero me dijeron que no podía verlos si no llevaba una recomendación de la FAI (Federación Anarquista Española). Me fui a conseguirla, pero luego me dijeron que no los podían soltar porque llevaban pasaportes falsos. Les dije que el embajador colombiano en persona les había dado los pasaportes. Luego añadieron que no podían ponerlos en libertad porque la cédula de alguno de ellos estaba muy borrosa (Excusas todas al cual más de injustas y mentirosas, para poder ejecutar su crimen. La única causa para matarlos era que pertenecían a la religión católica). Cada vez me decían "venga mañana". Al fin una mañana me dijeron: "Fueron llevados al Hospital Clínico". Comprendí entonces que los habían asesinado. Fue el 9 de agosto de 1936.

El beato Juan Bautista (José) Velásquez Peláez, nació en Jardín, Antioquía (Colombia), el 9 de julio de 1909. Fue bautizado con el nombre de Juan José y desde pequeño recibió una esmerada educación cristiana.

Estudió educación y ejerció su profesión hasta que descubrió su vocación a la vida religiosa e ingresó a la Orden Hospitalaria el 29 de febrero de 1932. Inicia su noviciado el 16 de julio de 1932, profesa el 24 de septiembre de 1933, en ese momento cambió su nombre por Fray Juan Bautista

Juan se caracterizó por su carácter alegre y jovial, piadoso y por su especial vocación al servicio de los enfermos.

En abril de 1934 fue destinado a España y formó parte de las Comunidades de Córdoba, Granada y Ciempozuelos donde se encontraba en 1936 al iniciarse la revuelta político militar de España.

Al viajar de Madrid a Barcelona, con la intención de retornar a su país, fue asesinado el 9 de agosto de 1936 de madrugada, por el solo hecho de ser religioso. Tenía veintisiete años.

Forman parte del grupo de 71 mártires hospitalarios beatificado en la plaza de San Pedro el 25 de octubre de 1992 por S.S. Juan Pablo II.

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Por: . | Fuente: EWTN.com || www.diogirardota.org

Beato Colombiano de San Juan de Dios

Martirologio Romano: En Barcelona, en España, beatos Rubén de Jesús López Aguilar y sus seis compañeros, religiosos de la Orden de San Juan de Dios y mártires, que, en la persecución contra la fe, sufrieron la muerte por odio a la vida religiosa y así pasaron a presencia del Señor ( 1936)

Integran este grupo de mártires: Rubén de Jesús López Aguilar, Arturo (Luis) Ayala Niño, Juan Bautista (José) Velázquez Peláez, Eugenio (Alfonso Antonio) Ramírez Salazar, Esteban (Gabriel) Maya Gutiérrez, Melquíades (Raimundo) Ramírez Zuluaga y Gaspar (Luis Modesto) Páez Perdono.

Desde 1934 estalló en España una horrorosa persecución contra los católicos, por parte de los comunistas, masones y la extrema izquierda. Desde 1936 hasta 1939, los comunistas españoles asesinaron a 4,100 sacerdotes seculares; 2,300 religiosos; 283 religiosas y miles y miles de laicos. Todos por la sola razón de pertenecer a la Iglesia Católica.

Unas de esas víctimas fueron los siete jóvenes colombianos, hermanos de la Comunidad de San Juan de Dios, que estaban estudiando y trabajando en España.

Eran de origen campesino o de pueblos religiosos y piadosos. Muchachos que se habían propuesto desgastar su vida en favor de los que padecían enfermedades mentales, en la comunidad que San Juan de Dios fundó para atender a los enfermos más abandonados. La Comunidad los había enviado a España a perfeccionarse en el arte de la enfermería y ellos deseaban emplear el resto de su vida en ayudar de la mejor manera posible a que los enfermos recobraran su salud mental y física y sobre todo su salud espiritual por medio de la conversión y del progreso en virtud y santidad.

Hacía pocos años que habían entrado en la Congregación y en España sólo llevaban dos años de permanencia. Hombres totalmente pacíficos que no buscaban sino hacer el bien a los más necesitados. No había ninguna causa para poderlos perseguir y matar, excepto el que eran seguidores de Cristo y de su Santa Religión.

Estos religiosos atenían una casa para enfermos mentales en Ciempozuelos cerca de Madrid, y de pronto llegaron unos enviados del gobierno comunista español y les ordenaron abandonar aquel plantel y dejarlo en manos de unos empleados marxistas que no sabían nada de medicina ni de dirección de hospitales pero que eran unas fieras en anticleralismo.

A los siete religiosos se los llevaron prisioneros a Madrid.

Cuando al embajador colombiano le contaron la noticia, pidió al gobierno que a estos compatriotas suyos por ser extranjeros los dejaran salir en paz del país, y les envió unos pasaportes y unos brazaletes tricolores para que los dejaran salir libremente. Y el Padre Capellán de las Hermanas Clarisas de Madrid les consiguió el dinero para que pagaran el transporte hacia Colombia, y así los envió en un tren a Barcelona avisándole al cónsul colombiano de esa ciudad que saliera a recibirlos. Pero en el tiquete de cada uno los guardas les pusieron una señal especial para que los apresaran.

El Dr. Ignacio Ortiz Lozano, Cónsul colombiano en Barcelona describió así en 1937 al periódico El Pueblo de San Sebastián cómo fueron aquellas jornadas trágicas: "Este horrible suceso es el recuerdo más doloroso de mi vida. Aquellos siete religiosos no se dedicaban sino al servicio de caridad con los más necesitados. Estaban a 30 kilómetros de Madrid, en Ciempozuelos, cuidando locos. El día 7 de agosto de 1936 me llamó el embajador en Madrid (Dr. Uribe Echeverry) para contarme que viajaban con un pasaporte suyo en un tren y para rogarme que fuera a la estación a recibirlos y que los tratara de la mejor manera posible. Yo tenía ya hasta 60 refugiados católicos en mi consulado, pero estaba resuelto a ayudarles todo lo mejor que fuera posible. Fui varias veces a la estación del tren pero nadie me daba razón de su llegada. Al fin un hombre me dijo: "¿Usted es el cónsul de Colombia? Pues en la cárcel hay siete paisanos suyos".

Me dirigí a la cárcel pero me dijeron que no podía verlos si no llevaba una recomendación de la FAI (Federación Anarquista Española). Me fui a conseguirla, pero luego me dijeron que no los podían soltar porque llevaban pasaportes falsos. Les dije que el embajador colombiano en persona les había dado los pasaportes. Luego añadieron que no podían ponerlos en libertad porque la cédula de alguno de ellos estaba muy borrosa (Excusas todas al cual más de injustas y mentirosas, para poder ejecutar su crimen. La única causa para matarlos era que pertenecían a la religión católica). Cada vez me decían "venga mañana". Al fin una mañana me dijeron: "Fueron llevados al Hospital Clínico". Comprendí entonces que los habían asesinado. Fue el 9 de agosto de 1936.

El Eugenio (Alfonso Antonio) Ramírez Salazar nació en La Ceja, Antioquia (Colombia), el 2 de septiembre de 1913. Fue bautizado con el nombre de Alfonso Antonio. Al ingresar a la Orden Hospitalaria el 6 de junio de 1932 cambió su nombre por el de Fray Eugenio.

En abril de 1935, después de emitir sus votos, fue trasladado a España, "porque en España debe ser fácil santificarse, cuando hay tantos y tan grandes santos", según afirmó.

De carácter sencillo y dócil, se entregó a la oración y a la penitencia y siguió generosamente la vida religiosa de la hospitalidad al servicio de los enfermos. Como sus compañeros, murió mártir por su fe y vocación el 9 de agosto de 1936, en Barcelona, cuando intentaba retornar a su país, Colombia.

Forman parte del grupo de 71 mártires hospitalarios beatificado en la plaza de San Pedro el 25 de octubre de 1992 por S.S. Juan Pablo II.

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SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ

EDITH STEIN


MONJA Y MÁRTIR


PALABRA DE DIOS DIARIA

Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith) Stein, virgen de la Orden de las Carmelitas Descalzas y mártir, la cual, nacida y educada en la religión judía, después de haber enseñado filosofía durante algunos años entre grandes dificultades, recibió por el bautismo la nueva vida en Cristo y la desarrolló bajo el velo de religiosa, hasta que, en tiempo de un régimen hostil a la dignidad del hombre y de la fe, fue desterrada y encarcelada, muriendo en la cámara de gas del campo de exterminio de Oswiecim o Auschwitz, cerca de Cracovia, en Polonia (1942).


Etimológicamente: Teresa = Aquella que es experta en la caza, es de origen griego.


Cuando Edith Stein, la última de once hermanos, nació en Breslau el 12 de octubre de 1891, la familia festejaba el Yom Kippur, la mayor fiesta hebrea, el día de la expiación. "Esto hizo, más que ninguna otra cosa, que su madre tuviera una especial predilección por la hija más pequeña". Precisamente esta fecha de su nacimiento fue para la carmelita casi un vaticinio. 

El padre, comerciante de maderas, murió cuando Edith no había cumplido aún dos años. La madre, una mujer muy religiosa, solícita y voluntariosa, una persona verdaderamente admirable, al quedarse sola, debió hacer frente tanto al cuidado de la familia como a la gestión de la gran hacienda familiar; pero no consiguió mantener en los hijos una fe viva. Edith perdió la fe en Dios. "Con plena conciencia y por libre elección dejé de rezar". 

Obtuvo brillantemente la reválida en 1911 y comenzó a estudiar germanística e historia en la Universidad de Breslau, más para tener una base de sustento en el futuro que por auténtica pasión. Su verdadero interés era la filosofía. Le interesaban también los problemas de la mujer. Entró a formar parte de la organización "Asociación Prusiana para el Derecho Femenino al Voto". Más tarde escribía: " como bachiller y joven estudiante, fui una feminista radical. Perdí después el interés por este asunto. Ahora voy en busca de soluciones puramente objetivas". 

En 1913, la estudiante Edith Stein se fue a Gottinga para asistir a las clases universitarias de Edmund Husserl, de quien llegó a ser discípula y asistente, consiguiendo con él el doctorado. Por aquellos tiempos, Edmund Husserl fascinaba al público con un nuevo concepto de verdad: el mundo percibido no solamente existía de forma kantiana, como percepción subjetiva. Sus discípulos entendían su filosofía como un viraje hacia lo concreto. "Retorno al objetivismo". Sin que él lo pretendiera, la fenomenología condujo a no pocos discípulos y discípulas suyos a la fe cristiana. En Gottinga Edith Stein se encontró también con el filósofo Max Scheler y este encuentro atrajo su atención sobre el catolicismo. Pero todo esto no la hizo olvidar el estudio con el que debía ganarse el pan en el futuro y, en 1915, superó con la máxima calificación el examen de Estado. No obstante, no comenzó el periodo de formación profesional. 

Al estallar la primera guerra mundial escribía: "ahora ya no tengo una vida propia". Siguió un curso de enfermería y prestó servicio en un hospital militar austríaco. Fueron tiempos difíciles para ella. Atendía a los ingresados en la sección de enfermos de tifus y prestaba servicio en el quirófano, viendo morir a hombres en la flor de su juventud. Al cerrar el hospital militar en 1916, siguió a Husserl a Friburgo en Brisgovia, donde obtuvo el doctorado "summa cum laude" con una tesis "Sobre el problema de la empatía ". 

Por aquel tiempo le ocurrió un hecho importante: observó cómo una aldeana entraba en la Catedral de Frankfurt con la cesta de la compra, quedándose un rato para rezar. "Esto fue para mí algo completamente nuevo. En las sinagogas y en las iglesias protestantes que he frecuentado los creyentes acuden a las funciones. Aquí, sin embargo, una persona entró en la iglesia desierta, come si fuera a conversar en la intimidad. No he podido olvidar lo ocurrido". En las últimas páginas de su tesis de doctorado escribió: "ha habido personas que, tras un cambio imprevisto de su personalidad, han creído encontrar la misericordia divina". ¿Cómo llegó a esta afirmación?
Edith Stein tenía gran amistad con el asistente de Husserl en Gottinga, Adolf Reinach y su esposa. Adolf Reinach muere en Flandes en noviembre de 1917. Edith va a Gottinga. Los Reinach se habían convertido al Evangelio. Edith tenía cierta renuencia ante el encuentro con la joven viuda. 

Con gran sorpresa encontró una creyente. "Este ha sido mi primer encuentro con la cruz y con la fuerza divina que transmite a sus portadores... Fue el momento en que se desmoronó mi irreligiosidad y brilló Cristo". Más tarde escribirá: "lo que no estaba en mis planes estaba en los planes de Dios. Arraiga en mí la convicción profunda de que -visto desde el lado de Dios- no existe la casualidad; toda mi vida, hasta los más mínimos detalles, está ya trazada en los planes de la Providencia divina y, ante los ojos absolutamente clarividentes de Dios, presenta una coherencia perfectamente ensamblada". 

En otoño de 1918, Edith Stein dejó la actividad de asistente de Edmund Husserl porque deseaba trabajar independientemente. La primera vez que volvió a visitar a Husserl después de su conversión fue en 1930. Tuvo con él una discusión sobre la nueva fe de la que la hubiera gustado que participara también él. Tras ello escribió una frase sorprendente: "Después de cada encuentro que me hace sentir la imposibilidad de influenciar directamente, se agudiza en mí el impulso hacia mi propio holocausto". 

Edith Stein deseaba obtener la habilitación para la libre docencia, algo que, por aquel entonces, era inalcanzable para una mujer. A este respecto, Husserl se pronunciaba así en un informe: "Si la carrera universitaria se hiciera accesible a las mujeres, la podría recomendar encarecidamente más que a cualquier otra persona para el examen de habilitación". Más tarde, sin embargo, se le negaría la habilitación a causa de su origen judío. 

Edith Stein vuelve a Breslau. Escribe artículos en defensa de la psicología y de las humanidades. Pero lee también el Nuevo Testamento, Kierkegaard y el opúsculo de los Ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola. Se da cuenta de que un escrito como éste no se le puede simplemente leer, sino que es necesario ponerlo en práctica. 

En el verano de 1921 fue durante unas semanas a Bergzabern (Palatinado), a la finca de la Señora Hedwig Conrad-Martius, una discípula de Husserl. Esta señora, junto con su esposo, se había convertido al Evangelio. Una tarde Edith encontró en la biblioteca la autobiografía de Teresa de Ávila. La leyó durante toda la noche. "Cuando cerré el libro, me dije: esta es la verdad". 

Considerando retrospectivamente su vida, escribía más tarde: "mi anhelo por la verdad era ya una oración". 

En enero de 1922 Edith Stein se bautizó. Era el día de la Circuncisión de Jesús, la acogida de Jesús en la estirpe de Abraham. Estaba erguida ante la fuente bautismal, vestida con el blanco manto nupcial de Hedwig Conrad-Martius, que hizo de madrina. "Había dejado de practicar mi religión hebrea y me sentía nuevamente hebrea solamente tras mi retorno a Dios". Ahora tendrá siempre conciencia, y no sólo intelectualmente, sino de manera tangible, de pertenecer a la estirpe de Cristo. En la fiesta de la Candelaria, una fiesta cuyo origen se remonta también al Antiguo Testamento, fue confirmada por el Obispo de Espira en su capilla privada. 

Después de su conversión, lo primero que hizo fue volver a Breslau. "Mamá, soy católica". Las dos lloraron. Hedwig Conrad-Martius escribió: "mira, dos israelitas y en ninguna de ellas hay engaño" (cf. Jn 1, 47). 

Inmediatamente después de su conversión, Edith Stein aspira a entrar en el Carmelo, pero sus consejeros espirituales, el Vicario general de Espira y el Padre Przywara, S.J., le impiden dar este paso. Acepta entonces un empleo de profesora de alemán e historia en el Instituto y seminario para maestros del Convento dominico de la Magdalena de Espira hasta Pascua de 1931. Por insistencia del Archiabad Raphael Walzer, del convento de Beuron, hace largos viajes para dar conferencias, sobre todo sobre temas femeninos. "Durante el período inmediatamente precedente y también bastante después de mi conversión... creía que llevar una vida religiosa significaba renunciar a todas las cosas terrenas y vivir solamente con el pensamiento puesto en Dios. Gradualmente, sin embargo, me he dado cuenta de que este mundo exige de nosotros otras muchas cosas..., creo, incluso, que cuanto más se siente uno atraído por Dios, más debe "salir de sí mismo", en el sentido de dirigirse al mundo para llevar allí una razón divina para vivir". Su programa de trabajo es enorme. Traduce las cartas y los diarios del período precatólico de Newmann y la obra Quaestiones disputatae de veritate de Tomás de Aquino, en una versión muy libre por amor al diálogo con la filosofia moderna. El Padre Erich Przywara, S.J., la incitó a escribir también obras filosóficas propias. Aprendió que es posible "practicar la ciencia al servicio de Dios... sólo por tal motivo he podido decidirme a comenzar una serie de obras científicas". Encuentra siempre las fuerzas necesarias para su vida y su trabajo en el convento benedictino de Beuron, al que va para pasar allí las fiestas más importantes del año eclesiástico. 

En 1931 termina su actividad en Espira. Intenta de nuevo obtener la habilitación para la libre docencia en Breslau y Friburgo. Todo en vano. Compone entonces una obra sobre los principales conceptos de Tomás de Aquino: "Potencia y acción". Más tarde hará de este ensayo una obra mayor, desarrollándola bajo el título de Endliches und ewiges Sein (Ser finito y Ser eterno) en el convento de las Carmelitas de Colonia. No fue posible imprimir esta obra durante su vida. 

En 1932 se le asigna una cátedra en una institución católica, el Instituto de Pedagogía científica de Münster, donde tiene la posibilidad de desarrollar su propia antropología. Aquí encuentra la manera de unir ciencia y fe, y de hacer comprensible esta cuestión a otros. Durante toda su vida sólo quiso ser "instrumento de Dios". "Quien viene a mí, deseo conducirlo a Él ". 

En 19331a noche se cierne sobre Alemania. "Había oído ya antes algo sobre las severas medidas contra los judíos. Pero ahora comencé de pronto a entender que Dios había puesto una vez más su pesada mano sobre su pueblo y que el destino de este pueblo era también el mío". El artículo de la ley de los nazis sobre la raza ariana hizo imposible que continuara su actividad docente. "Si aquí no puedo continuar, en Alemania ya no hay posibilidades para mí ". "Me había convertido en una extranjera en el mundo". 

El Archiabad Walzer, de Beuron, ya no le impidió entrar en un convento de Carmelitas. Durante el tiempo que estuvo en Espira había hecho ya el voto de pobreza, castidad y obediencia. En 1933 se presenta a la Madre Priora del Monasterio de Carmelitas de Colonia. "Solamente la pasión de Cristo nos puede ayudar, no la actividad humana. Mi deseo es participar en ella". 

Una vez más Edith fue a Breslau para despedirse de su madre y de la familia. El 12 de octubre fue el último día que pasó en su casa, el día de su cumpleaños y, a la vez, la fiesta hebrea de los tabernáculos. Edith acompaña a su madre a la sinagoga. Fue un día nada fácil para las dos mujeres. "¿Por qué la has conocido (la fe cristiana)? No quiero decir nada contra Él. Habrá sido un hombre bueno. Pero ¿por qué se ha hecho Dios? " . Su madre lloró. A la mañana siguiente Edith tomó el tren para Colonia. "No podía tener una alegría arrebatadora. Era demasiado tremendo lo que dejaba atrás. Pero yo estaba tranquilísima, en el puerto de la voluntad de Dios". Cada semana escribirá después una carta a su madre. No recibirá respuesta. Su hermana Rosa le mandará noticias de casa. 

El 14 de octubre Edith Stein entra en el monasterio de las Carmelitas de Colonia. En 1934, el 14 de abril, tuvo lugar la ceremonia de toma de hábito. El Archiabad de Beuron celebró la misa. Desde aquel momento Edith Stein llevará el nombre de Sor Teresa Benedicta de la Cruz. 

Escribe en 1938: "bajo la Cruz entendí el destino del pueblo de Dios que entonces (1933) comenzaba a anunciarse. Pensaba que entendiesen que se trataba de la Cruz de Cristo, que debían aceptarla en nombre de todos los demás. Es verdad que hoy entiendo mejor estas cosas, lo que significa ser esposa del Señor bajo el signo de la Cruz. Aunque ciertamente nunca será posible comprender todo esto, puesto que es un secreto". El 21 de abril de 1935 hizo los votos temporales. El 14 de septiembre de 1936, en el momento de renovar los votos, murió su madre en Breslau. "Hasta el último momento mi madre ha permanecido fiel a su religión. Pero, puesto que su fe y su firme confianza en su Dios... fue lo ultimo que permaneció vivo en su agonía, confío en que haya encontrado un juez muy clemente y que ahora sea mi más fiel abogada, para que también yo pueda llegar a la meta". 

En el recordatorio de su profesión perpetua, el 21 de abril de 1938, hizo imprimir las palabras de San Juan de la Cruz, al que dedicará su última obra: "que ya sólo en amar es mi ejercicio ".
La entrada de Edith Stein en el convento de las Carmelitas no fue una huida. "Quien entra en el Carmelo no se pierde para los suyos, sino que le tienen aún más cercano; y esto porque nuestra profesión es la de dar cuenta de todos a Dios ". Dio cuenta a Dios sobre todo de su pueblo. 

"Pienso continuamente en la reina Ester, que fue sacada de su pueblo para dar cuenta ante el rey. Yo soy una pequeña y débil Ester, pero el Rey que me ha elegido es infinitamente grande y misericordioso. Esto es un gran consuelo " (31.10.1938). 

El 9 de noviembre de 1938 se puso de manifiesto ante todo el mundo el odio que tenían los nazis a los judíos. Arden las sinagogas, se siembra el terror entre las gentes judías. La Madre Superiora de las Carmelitas de Colonia hace todo lo posible para llevar al extranjero a Sor Teresa Benedicta de la Cruz. La noche de fin de año de 1938 cruza la frontera de los Países Bajos y la llevan al monasterio de Carmelitas de Echt, en Holanda. Allí redacta su testamento el 9 de junio de 1939. 

"Ya desde ahora acepto con gozo, en completa sumisión y según su santísima voluntad, la muerte que Dios me haya destinado. Ruego al Señor que acepte mi vida y muerte... de manera que el Señor sea reconocido por los suyos y que su Reino venga con toda su magnificencia para la salvación de Alemania y la paz del mundo... ". 

Ya en el monasterio de Carmelitas de Colonia, a Edith Stein se le había dado permiso para dedicarse a las obras científicas. Allí había escrito, entre otras cosas, De la vida de una familia judía. "Deseo narrar simplemente lo que he experimentado al ser hebrea". Ante "la juventud que hoy es educada desde la más tierna edad en el odio a los judíos..., nosotros, que hemos sido educados en la comunidad hebrea, tenemos el deber de dar testimonio". 

En Echt, Edith Stein escribirá a toda prisa su ensayo sobre Juan de la Cruz, el místico doctor de la Iglesia, con ocasión del cuatrocientos aniversario de su nacimiento, 1542-1942. En 1941 escribía a una religiosa con quien tenía amistad: "una scientia crucis (la ciencia de la cruz) sólamente puede ser entendida si se lleva todo el peso de la cruz. De ello estaba convencida ya desde el primer instante y de todo corazón he pronunciado: Ave, Crux, Spes unica (te saludo, Cruz, única esperanza nuestra)". Su estudio sobre San Juan de la Cruz lleva como subtítulo: " La ciencia de la Cruz ". 

El 2 de agosto de 1942 llega la Gestapo. Edith Stein se encuentra en la capilla con las otras Hermanas. En cinco minutos debe presentarse, junto con su hermana Rosa, que se había bautizado en la Iglesia Católica y prestaba servicio en las Carmelitas de Echt. Las últimas palabras de Edith Stein que se oyen en Echt están dirigidas a Rosa: "Ven, vayamos, por nuestro pueblo". 

Junto con otros muchos otros judíos convertidos al cristianismo, las dos mujeres son llevadas al campo de concentración de Westerbork. Se trataba de una venganza contra el comunicado de protesta de los obispos católicos de los Países Bajos por los progromos y las deportaciones de los judíos. "Jamás había pensado que los seres humanos pudieran llegar a ser así, y tampoco podía pensar que mis hermanas y hermanos debieran sufrir así... cada hora rezo por ellos. ¿Oirá Dios mi oración? En todo caso, oye ciertamente sus lamentos". El Prof. Jan Nota, cercano a ella, escribirá más tarde: "para mí, ella es, en un mundo de negación de Dios, una testigo de la presencia de Dios". 

Al amanecer del 7 de agosto sale una expedición de 987 judíos hacia Auschwitz. El 9 de agosto Sor Teresa Benedicta de la Cruz, junto con su hermana Rosa y muchos otros de su pueblo, murió en las cámaras de gas de Auschwitz. 

Con su beatificación en Colonia el 1 de mayo de 1987, la Iglesia rindió honores, por decirlo con palabras del Sumo Pontífice Juan Pablo II, a "una hija de Israel, que durante la persecución de los nazis ha permanecido, como católica, unida con fe y amor al Señor Crucificado, Jesucristo, y, como judía, a su pueblo ".

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Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano:En Madrid, España, beato Teófilo Fernández de Legaria Goñi y cuatro compañeros, sacerdotes profesos de la Congregación de los Sagrados Corazones, asesinados por odio a la fe ( 1936)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Mártir en Madrid el 8 de agosto de 1936. Natural de Laroco (Orense). Nació el 16 de noviembre de 1904. Profesó el 9 de septiembre de 1924. Ordenado sacerdote el 25 de agosto de 1929, en El Escorial.

Terminados sus estudios fue enviado al Colegio de Madrid, como profesor de niños. Más tarde fue dedicado al sacro ministerio en la iglesia de Cristo Rey, aneja al colegio. En febrero de 1936, ingresó en la Cartuja "Aula Dei" de Zaragoza. Probó la nueva vida, pero la falta de salud le hizo volver a Madrid, rientegrándose de nuevo en la vida ordinaria del ministerio sacerdotal, mostrando un grande amor por el recogimiento y la oración, dejando fama de vida interior y de piedad intensa. Tenía en la misma Congregación otro hermano sacerdote y una hermana religiosa.

Al producirse la revolución en España, en julio de 1936, tuvo que abandonar el colegio y refugiarse en una pensión, no sin antes haber declarado claramente que era un sacerdote y que estaba dispuesto a realizar el sacrificio de su vida, si el Señor se lo pedía. La dueña de la pensión era católica practicante, pero tenía al servicio de la pensión una muchacha de ideas antireligiosas.

Conociendo el carácter sacerdotal del P. Eladio no temía expresar su saña antireligiosa diciendo que a los sacerdotes había que matarlos a todos. Denunció la estancia del P. Eladio en la pensión y su carácter sacerdotal y los milicianos del Ateneo Libertario procedieron a detenerlo. Era el 7 de agosto de 1936. Se presentaron en la pensión preguntando por los sacerdotes que había en ella. Eran tres. Y se los llevaron, pero los dejaron en libertad, de momento, y volvieron por ellos al día siguiente. Cuando fueron a su habitación, confesó llanamente que no tenía documentación y que era sacerdote, que podían hacer con él lo que quisiesen. Esa misma noche fue condenado a muerte y fusilado, apareciendo su cadáver en la mañana del día 8 de agosto de 1936. Fue reconocido por su Superior Provincial, en el Depósito Judicial. Tenía 32 años de edad.

El 3 de julio de 2009 S.S. Benedicto XVI firmó el decreto reconociemdo el martirio de este grupo de mártires lo cual permitirá su próxima beatificación que se realizará, Dios mediante, el 13 de octubre de 2013.

Este grupo de mártires está integrado por:

1. ELADIO LÓPEZ RAMOS (LEONCIO), sacerdote profeso, Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María
nacimiento: 16 Noviembre 1904 en Laroco, Orense (España)
martirio: 08 Agosto 1936 en Madrid (España)

2. TEÓFILO FERNÁNDEZ DE LEGARIA GOÑI (BENJAMÍN), sacerdote profeso, Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María
nacimiento: 05 Julio 1898 en Torralba de Río, Navarra (España)
martirio: 11 Agosto 1936 en El Escorial, Madrid (España)

3. MARIO ROS EZCURRA (LUIS), sacerdote profeso, Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María
nacimiento: 30 Abril 1910 en Lezáun, Navarra (España)
martirio: 15 Agosto 1936 en Madrid (España)

4. GONZALO BARRÓN NANCLARES (FORTUNATO), sacerdote profeso, Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María
nacimiento: 20 Octubre 1899 en Ollauri, Logroño (España)
martirio: 02 Septiembre 1936 en Madrid (España)

5. ISIDRO IÑIGUEZ DE CIRIANO ABECHUCO (JUAN), sacerdote profeso, Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María
nacimiento: 08 Marzo 1901 en Legarda, Álava (España)
martirio: 02 Octubre 1936 en Madrid (España)

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11:49 p.m.

Por: . | Fuente: SeminaristaManuelAranda.com

Seminarista Mártir

Martirologio Romano: En España, Manuel Basulto Jiménez, obispo de Jaén (España), y de cinco compañeros sacerdotes, asesinados por odio a la fe. ( 1936-1937)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Manuel Aranda nació en Monte Lópe Alvarez, Diócesis de Jaén, el 22 de Marzo de 1916.

Monte Lópe Alvarez, es un anejo de Martos, entonces con no más de 400 habitantes, que sumados a los de otras cortijadas cercanas podían formar una comunidad de unos 1000 habitantes. No había sacerdote encargado de estos fieles, distantes 14 Km. de Martos. Manuel alternaba el trabajo del campo con la enseñanza que recibía de un maestro idóneo. Era alegre, inteligente, fuerte... un muchacho normal en su ambiente. La práctica religiosa en el lugar era mínima; su familia, creyente, respetuosa con Dios... no se salía del común, aunque aspiraba a algo más. Un sacerdote, de muy tarde en tarde, visitaba la aldea.

Un ambiente poco idoneo para que surgiera una vocación, pero Dios miró a sus ojos, como hoy sigue mirando a muchos jóvenes, pronunció su nombre y él le escuchó. Dicen que el sacerdote que venía de Martos, que los Sres. Carrasco, que influyó un hermano suyo, estudiante en San Agustín de Jaén... todo colabora con la llamada de Dios. Le encargaron diera catequesis a los niños, sintió la necesidad de saber, entró en contacto con Dios. Una llamada y una respuesta: un desafío y un riesgo. Manuel decidió entrar en el Seminario... y empezaron las dificultades... lo económico y el ambiente poco propicio a lo religioso. Ni los tiempos, ni las bolsillos estaban sobrados, Manuel era una fuente de ingresos para la casa... la agresividad hacia lo religioso era patente. La decisión de ser cura era, cuando menos inoportuna. Su preparación para entrar en el Seminario no era, tampoco la mejor. En principio, su padre se oponía.

Las superó con tesón, fuerza de voluntad, alegría interior, confianza en Dios, fidelidad plena a una vocación inicial... en la que fue tan de prisa que solo en cinco años maduró, no ya para la ordenación, sino para la consumación perfecta de su vocación.

Entró en el Seminario de Baeza en septiembre de 1931, el primer año debió ser duro para él: tenía 15 años, sus compañeros eran niños, venía de un ambiente rural y poca preparación... pero todo lo superó airosamente: estudios, formas externas, cultura, disciplina, vida de internado. Una especie de noviciado, para una profesión definitiva, allí hizo dos años de humanidades, con lo que se consideró maduro para iniciar la preparación en Filosofía en el Seminario de Jaén y en el curso 1933 - 1934. En el verano preparó y superó los exámenes de los otros dos cursos de latín. Veía orientada su vida hacia su vocación: oración intensa, estudios profundos, ambiente sacerdotal, todo ello ambientado por los Sacerdote Operarios Diocesanos.

Sus compañeros, aquellos con los que hemos podido contactar, lo consideraron un santo seminarista por su vida y un heroico mártir por su muerte. Esta fue como el lógico desenlace de aquella. Así Don Germán Mártil, Rector que fue en el Seminario de Jaén y después en el Colegio Español de Roma; Don Guillermo Álamo, Don Lorenzo Estero, Don José Rodríguez Yerla y Don José Sola y Don Eduardo Montilla que eran compañeros de cursos superiores, pero le conocieron y algunos tuvieron gran amistad con él; Don Jerónimo Bernabeu, Don Diego García Hidalgo, Don Guillermo Molina, Don José Latorre, y Don Manuel Parra compañeros de curso y otros más han dado testimonio de palabra y por escrito de las grandes virtudes que adornaron a Manuel:

"Seminarista modelo: muy serio, muy estudioso, muy piadoso y muy observante, muy preocupado por las almas y por los problemas que entonces se agitaban en España".

"Resaltaba por su ejemplar conducta y piedad, su amor al estudio y su formalidad."

"Excelente, cumplidor, santo".

"Tenía un espíritu grande".

"Resaltaba sobre el común de sus compañeros, seminarista afable, que atraía por su gran bondad y sencillez. En él no había engaño. Siempre estaba alegre."

"Resalto tres constantes: su fuerza de voluntad, su valentía y sobre todo su gran confianza en Dios".

Tenemos otros muchos testimonios, que ya se han expresado en otros lugares: son los de sus propios hermanos, vecinos y amigos del pueblo, un escrito de Don Juan Montijano, que tomó "las primeras declaraciones" en aquellos primeros años del 40, cuando dando misiones en el Monte y huésped en casa de Manuel, pudo escucha de viva voz la historia, de parte de padres, hermanos y conocidos.

Durante la Guerra Civil fue hecho preso en la capilla de su pueblo por manifestar públicamente su fe católica. El día de su muerte cuando se dirigía a realizar trabajos como preso sucedió la siguiente escena, descrita por unos niños que la presenciaron desde las cercanías:

Manuel Aranda: Pues yo os digo que no diré ni una palabra contra Dios. Por nada ni por nadie ofenderé su nombre
Milicianos: Blasfemas sí o no
Manuel Aranda: NO Y NO
Milicianos: Pues te matamos
Manuel Aranda: Venga de ahí
"Sentimos tres disparos y los "milicianos" acabaron con su vida".
Fue un seminarista ejemplar, que dio su vida por el Señor Jesús el 8 de Agosto de 1936 en Monte Lópe Alvarez, Diócesis de Jaén, allí donde 20 antes había nacido. Su vida de seminarista, solo 5 años, fue una entrega total a Dios, a su formación y al ideal de ser un santo sacerdote.
Este grupo de mártires está integrado por:

1. MANUEL ARANDA ESPEJO, seminarista de la diócesis de Jaén
nacimiento: 22 Marzo 1916 en Monte Lope Alvarez, Jaén (España)
martirio: 08 Agosto 1936 en Monte Lope Alvarez, Jaén (España)

2. MANUEL BASULTO JIMÉNEZ, Obispo de Jaén
nacimiento: 17 Mayo 1860 en Adanero, Ávila (España)
martirio: 12 Agosto 1936 en Vallecas, Madrid (España)

3. FÉLIX PÉREZ PORTELA, sacerdote de la diócesis de Jaén
nacimiento: 21 Febrero 1895 en Adanero, Ávila (España)
martirio: 12 Agosto 1936 en Vallecas, Madrid (España)

4. FRANCISCO LÓPEZ NAVARRETE, sacerdote de la diócesis de Jaén
nacimiento: 02 Marzo 1892 en Villanueva del Arzobispo, Jaén (España)
martirio: 28 Agosto 1936 en Villanueva del Arzobispo, Jaén (España)

5. JOSÉ MARÍA POYATOS RUIZ, joven laico de la diócesis de Jaén
nacimiento: 20 Octubre 1914 en Vilches, Jaén (España)
martirio: 03 Octubre 1936 en Úbeda, Jaén (España)

6. FRANCISCO SOLÍS PEDRAJAS, sacerdote de la diócesis de Jaén
nacimiento: 09 Julio 1877 en Marmolejo, Jaén (España)
martirio: 03 Abril 1937 en Mancha Real, Jaén (España)

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11:49 p.m.

Por: . | Fuente: www.bisbatlleida.org

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En diversos lugares de la diócesis de Lleida (Lérida), España, Beatos Mariano Alcalá Pérez y 18 compañeros de la Orden de la Bienaventurada Virgen de las Mercedes, asesinados por odio a la fe. ( 1936-37)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

De niño oí muchas veces hablar de él con gran respeto y veneración, con cariño.

Se había hecho querer en toda la contornada de El Olivar por caritativo, humilde, paciente, sencillo, afable. Gozaba de ese toque personal que otorga a las personas proximidad, apertura, confianza; de esa ingenuidad que rompe fronteras. Además irradiaba celo por la gloria de Dios. Todo lo que de él se diga es poco, acuña Pascual Sebastián. Bueno a toda prueba, remacha Mario Ortín. Y mosén Pantaleón Benedí, lo define: alma de niño, un niño grande, caritativo, bueno, humilde, observantísimo de sus deberes religiosos.

Nació el 13 de abril de 1867, de Antonio y Antonia, en Híjar, lo que es un privilegio, siendo bautizado al día siguiente. Mamó de la familia devoción, piedad, laboriosidad, afición a las lecturas edificantes. Y le aprestó honda religiosidad el medio, pues Híjar constituye un microclima religioso, singular en sus manifestaciones piadosas, sus procesiones semanasanteras, su rompida… fervores que entonces eran tan subidos como la práctica de la disciplina pública en la iglesia. Por lo demás el agro lo configuró austero, ordenado, previsor, providencialista, siempre dispuesto a sembrar sin saber si llegaría la siega...

Para casado iba, y para agricultor. Pero el Señor, a los veinte años, se le cruzó en el camino. Le tomó la esteva, le cambió la labranza. No lo dudó Mariano, pues regresando del servicio militar, explicó a su novia de siempre cómo quería ser fraile y le propuso ser ella monja. La joven dijo que no era tal su vocación, pero Mariano con la bendición familiar y acompañado por su padre, echó su andadura para El Olivar, vistiendo el hábito blanco el 19 de diciembre de 1888, a las 20 horas, de manos del padre Pedro José Ferrada, ante el padre Florencio Nualart, los que, con el padre Domingo Aymeric, recibirían sus votos al año justo. Cursó latín y humanidades desde el año académico 1888-1889 y filosofía desde el curso 1892-1893, emitiendo los votos solemnes el 24 de diciembre de 1892, ante los padres Ferrada, Ramón Prats y Luís Caputo. Llevado a Lérida el 14 de septiembre de 1894, prosiguió la teología, culminando su respuesta generosa con la ordenación presbiteral el 19 de septiembre de 1896, que recibió del obispo José Meseguer en la propia capilla episcopal.

Lo suyo fue el noviciado. Nadie como él sabía estar cerca de los alevines de la Merced; padre de los muchachos, capaz de entenderlos, orientarlos, guiarlos, exigirles sobre todo por su bondad y con su ejemplo estrictísimo. El padre Bienvenido Lahoz, uno de sus novicios, lo valora como todo bondad, de poca cultura, pero buenísimo; no era hombre de gobierno, pero siempre dispuesto a perdonar todas las deficiencias de los subordinados; para desconcertarlo bastaba ponerse a hablar mal de alguien, de inmediato desviaba la conversación. A los dos años de sacerdocio ya recibió el delicado cometido, viniendo desde Lérida el 5 de enero de 1898 a El Olivar para ser maestro; mas luego se le encargó la encomienda, siendo superior olivareño desde el 20 de diciembre de 1899. Realizó la importante obra de estructurar la plaza del convento; derribado el edificio viejo que unía el cenobio levantado por el padre Juan Cebrián con la hoy hospedería de peregrinos, unificó las plazas del Pozo y de las Malvas. También organizó, el 9 de septiembre de 1900, una gran romería con motivo del año santo.

El 24 de octubre de 1902 la obediencia lo restituyó a Lérida. Pasó por San Ramón, mas el 1 de octubre de 1903 desde ahí volvía a El Olivar, nuevamente maestro de novicios, siéndolo, seguidos, diez años; además de que, desde mediados de noviembre de 1911 hasta el 26 de marzo de 1912, estuvo responsabilizado de la comunidad, como vicario in cápite. Queriendo la Merced iniciar nuevos derroteros, abrió colegio en Borges Blanques, encomendándolo al padre Pina, que lo dirigió mientras existió el centro educativo, desde 5 de mayo de 1913 hasta 13 de septiembre de 1919. Recaló en Lérida, donde el 9 de febrero de 1920 era rector. Pero nuevamente se le confió el noviciado el 9 de febrero de 1920, primero en El Olivar, desde el 1 de agosto de 1920 en San Ramón. El día 4 de agosto de 1921 tornó a El Olivar, para superior, ocupando el cargo hasta el 30 de enero de 1923. Prosiguiendo en lo que a él le iba, el 2 de octubre de 1922 principió en El Olivar una escuela para los niños de la comarca. Otra vez a San Ramón, y a Lérida, nuevamente a El Olivar, el 9 de enero de 1924, para maestro de postulantes; que le llamaban el abuelo, como demostración de respeto y afecto.

Cuando le tomó este ministerio el padre Jaime Monzón, siguió como confesor carismático e imprescindible. Además desarrolló una ingente labor pastoral en toda la comarca olivareña, coadjutor de Estercuel, suplente de todos los curas de la redonda, predicador de novenas y cuaresmas, excelente confesor y consejero. Impartía clases en una casa de Estercuel -certifica mi padre Vicente Millán-, y en la iglesia enseñaba pastoral y otras cosas; cuanto diga de él es poco. Mosén Tomás Tena se llegaba al Convento, para pasar el día con el padre Pina, y confesarse, quedando muy edificado de su virtud. Bueno, sencillo, asequible, querendón y querido. Se cuenta, por ejemplo, que si ocurría que crecía el río de Estercuel y los labriegos no podían llegar al pueblo, el padre Pina les procuraba comida y cama. Pidió salir una temporadita, estándose en Mallorca desde el 1 de febrero de 1934 al 20 de diciembre de 1935. Pero regresó, añorando el ensueño olivareño, husmeando la victoria definitiva.

La primera estación de su viacrucis martirial la sufrió en Crivillén. Aquí toda la comunidad olivareña, padres y estudiantes, celebraron misa solemnísima de Santiago el 25 de julio de 1936. Tornándose todos al Convento, el padre Pina se quedó en Crivillén; lo apreciaban y agasajaban todos, mas, porque se rumoreaba la llegada de piquetes extremistas, Joaquín Ortín lo quiso ocultar en la caseta de su huerto, pero de nada valían las medidas, que su inocencia no recelaba de nadie; no manifestaba temor, hablaba con los que pasaban por el camino, no se escondía para hacer la señal de la cruz como siempre.

El 1 de agosto, por la tarde, se reincorporó a El Olivar, enfermo y cansadísimo se acostó unas horas; llamado el médico de Estercuel, proveyó aquella misma subírselo al pueblo, pues los religiosos estaban a punto de dispersarse, pero el no podría seguirlos; muchos se aprestaron para ayudarle, estando en los hogares de José Pascual, Agustín Moreno y José María Rubio, todos ellos recordarán cómo se pasaba el día entero rezando serenamente y cómo hablaba con cuantos entraban en casa. Pero el comité de Estercuel intimó y amenazó, no obstante las intercesiones a su favor; había que sacarlo de Estercuel.

La noche del 5 al 6 de agosto fue llevado a Alcaine, por Pascual Sebastián y José Rubio, atado como un fardo a lomos de una caballería, por barranqueras y sendas ocultas, pensábamos llevar un crucifijo, dijeron luego. Agotado y llagado, a las ocho de la mañana acudió a la posada de Manuel Gascón, que quedó aterrado al verlo tan acabado. Pedía comida y dónde reposar, descansó todo el día, quiso que lo llevaran a otro amigo, pero éste no quiso recogerlo aunque le dio víveres. Vino a dar con sus huesos en el albergue para mendigos de Alcaine. Necesitaba del médico pero no quiso comprometerlo pues todos lo conocían, ya que en Alcaine por muchos años había predicado, dado conferencias, confesado.

A la mañana del día 7, casi a rastras, se echó a andar hacia Muniesa, pero al llegar al río Seco, torció hacia la derecha y al atardecer llegaba al molino bajo de Alacón. Sediento y desfallecido, las hermanas Ferrer Alquezar, sin abrirle la puerta, le dieron por una ventana comida, bebida y una manta para dormir bajo los chopos; les expresó cómo quería morir mártir y no tenía ningún miedo. A la mañana, del día 8, dejó a la puerta de la casa la manta y la botella de agua. En casa de Inocencia Alquezar lo hicieron sentar y le dieron comida. Se llegó a la tienda para comprarse alpargatas, porque andaba casi descalzo; cuando Pedro Mañas lo estaba calzando, pues él no podía, cayeron sobre el anciano unos individuos armados, que lo cachearon, se lo llevaron a empellones, lo arrastraron al comité, y luego en un coche lo condujeron, sobre las ocho de la mañana, a la estación del ferrocarril de Muniesa, y le tomaron declaración. Cayetano Burillo, detenido en la misma estación, contaría cómo decían al Padre palabras soeces, blasfemias y frases como: se han acabado para ti las comilonas, las francachelas,… ¿dónde están todos los hijos que habéis tenido, que no vienen a liberarte? Otra detenida, Marcela Alacón, declararía cómo los esbirros le gritaban que lo iban a matar, y les respondía: cuando ustedes gusten; lo insultaban, lo maltrataban, pero estaba muy sereno, contento y oraba por ellos: Señor, perdónalos porque no saben lo que hacen. Lo subían en un camión cuando le dijo uno de los esbirros: Vamos, que vas a morir, pero antes te haremos tragar el rosario; lo llevaron unos trescientos metros de la estación, lo echaron a un bancal y desde la carretera lo cazaron, tirándole primero a las piernas para hacer sufrir más. Todavía se acercó un miliciano, que le descerrajó el tiro de gracia, porque aún bolligaba, diciendo: Para que se andara al reino de las arañas. Cabrón, es el Padre del convento de El Olivar, todos los chicos de Estercuel y de Crivillén son suyos. Allí mismo lo enterraron. Eran las diez de la mañana del 8 de agosto de 1936. Lo sepultaron muy someramente, pero después hicieron los asesinos que Isidro Seta cavara una fosa más profunda. Uno de los desalmados se apropió sus zapatillas.

El 5 de noviembre de 1938 sus restos fueron llevados a El Olivar.

No había hecho ningún mal, y sí mucho bien.

Este grupo de mártires está integrado por:

1. MARIANO ALCALÁ PÉREZ, sacerdote mercedario profeso
nacimiento: 11 Mayo 1867 en Andorra, Teruel (España)
martirio: 15 Septiembre 1936 en Andorra, Teruel (España)

2. TOMÁS CARBONELL MIQUEL, sacerdote mercedario profeso
nacimiento: 20 Diciembre 1888 en Jijona, Alicante (España)
martirio: 25 Julio 1936 en Lleida (España)

3. FRANCISCO GARGALLO GASCÓN, sacerdote mercedario profeso
nacimiento: 24 Febrero 1872 en Castellote, Teruel (España)
martirio: 07 Agosto 1936 en Muniesa, Teruel (España)

4. MANUEL SANCHO AGUILAR, sacerdote mercedario profeso
nacimiento: 16 Enero 1874 en Castellote, Teruel (España)
martirio: 07 Agosto 1936 en Muniesa, Teruel (España)

5. MARIANO PINA TURÓN, sacerdote mercedario profeso
nacimiento: 13 Atril 1867 en Híjar, Teruel (España)
martirio: 08 Agosto 1936 en Muniesa, Teruel (España)

6. PEDRO ESTEBAN HERNÁNDEZ, religioso mercedario profeso
nacimiento: 27 Julo 1869 en Híjar, Teruel (España)
martirio: 01 Septiembre 1936 en "Mas de los Sidricos", Híjar, Teruel (España)

7. ANTONIO LAHOZ GAN, religioso mercedario profeso
nacimiento: 22 Octubre 1858 en Híjar, Teruel (España)
martirio: 01 Septiembre 1936 en "Mas de los Sidricos", Híjar, Teruel (España)

8. JOSÉ TRALLERO LOU, religioso mercedario profeso
nacimiento: 28 Diciembre 1903 en Oliete, Teruel (España)
martirio: 05 Agosto 1936 en "Barranco del Agua", Estercurel, Teruel (España)

9. JAIME CODINA CASELLAS, religioso mercedario profeso
nacimiento: 03 Mayo 1901 en Aguilar de Segarra, Barcelona (España)
martirio: 05 Agosto 1936 en "Barranco del Agua", Estercurel, Teruel (España)

10. JOSEP REÑÉ PRENAFETA, sacerdote mercedario profeso
nacimiento: 15 June 1903 en Lleida (España)
martirio: 16 Agosto 1936 en Barcelona (España)

11. ANTONIO GONZÁLEZ PENÍN, religioso mercedario profeso
nacimiento: 01 Marzo 1864 en San Salvador de Rabal, Celanova, Orense (España)
martirio: 10 Agosto 1936 en Barcelona (España)

12. TOMÁS CAMPO MARÍN, sacerdote mercedario profeso
nacimiento: 23 Enero 1879 en Mahamud, Burgos (España)
martirio: 20 Agosto 1936 en Lleida (España)

13. FRANCESC LLAGOSTERA BONET, sacerdote mercedario profeso
nacimiento: 30 Agosto 1883 en Valls, Tarragona (España)
martirio: 20 Agosto 1936 en Lleida (España)

14. SERAPIO SANZ IRANZO, religioso mercedario profeso
nacimiento: 01 Octubre 1879 en Muniesa, Teruel (España)
martirio: 20 Agosto 1936 en Lleida (España)

15. ENRIC MORANTE CHIC, sacerdote mercedario profeso
nacimiento: 23 Septiembre 1896 en Lleida (España)
martirio: 25 Julio 1936 en Lleida (España)

16. JESÚS EDUARD MASSANET FLAQUER, sacerdote mercedario profeso
nacimiento: 16 Enero1899 en Capdepera, Islas Baleares (España)
martirio: 25 Julo 1936 en Lleida (España)

17. AMANCIO MARÍN MÍNGUEZ, sacerdote mercedario profeso
nacimiento: 26 Marzo 1908 en Celada del Camino, Burgos (España)
martirio: 26 Julo 1936 en Binéfar, Huesca (España)

18. LORENZO MORENO NICOLÁS, sacerdote mercedario profeso
nacimiento: 24 Marzo 1899 en Lorca, Murcia (España)
martirio: 03 Noviembre 1936 en Lorca, Murcia (España)

19. FRANCESC MITJÁ i MITJÁ, religioso mercedario profeso
nacimiento: 26 June 1864 en Arbucias, Girona (España)
martirio: Enero 1937 en Ivorra, Lleida (España)

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SANTO DOMINGO DE GUZMÁN

SACERDOTE RELIGIOSO Y FUNDADOR



Nació en Caleruega (Burgos) en 1170, en el seno de una familia profundamente creyente y muy encumbrada. Sus padres, don Félix de Guzmán y doña Juana de Aza, parientes de reyes castellanos y de León, Aragón, Navarra y Portugal, descendían de los condes-fundadores de Castilla. Tuvo dos hermanos, Antonio y Manés.


De los siete a los catorce años (1177-1184), bajo la preceptoría de su tío el Arcipreste don Gonzalo de Aza, recibió esmerada formación moral y cultural. En este tiempo, transcurrido en su mayor parte en Gumiel de Izán (Burgos), despertó su vocación hacia el estado eclesiástico.

De los catorce a los veintiocho (1184-1198), vivió en Palencia: seis cursos estudiando Artes (Humanidades superiores y Filosofía); cuatro, Teología; y otros cuatro como profesor del Estudio General de Palencia.

Al terminar la carrera de Artes en 1190, recibida la tonsura, se hizo Canónigo Regular en la Catedral de Osma. Fue en el año 1191, ya en Palencia, cuando en un rasgo de caridad heroica vende sus libros, para aliviar a los pobres del hambre que asolaba España.

Al concluir la Teología en 1194, se ordenó sacerdote y es nombrado Regente de la Cátedra de Sagrada Escritura en el Estudio de Palencia.

Al finalizar sus cuatro cursos de docencia y Magisterio universitario, con veintiocho años de edad, se recogió en su Cabildo, en el que enseguida, por sus relevantes cualidades intelectuales y morales, el Obispo le encomienda la presidencia de la comunidad de canónigos y del gobierno de la diócesis en calidad de Vicario General de la misma.

En 1205, por encargo del Rey Alfonso VIII de Castilla, acompaña al Obispo de Osma, Diego, como embajador extraordinario para concertar en la corte danesa las bodas del príncipe Fernando. Con este motivo, tuvo que hacer nuevos viajes, siempre acompañando al obispo Diego a Dinamarca y a Roma, decidiéndose durante ellos su destino y clarificándose definitivamente su ya antigua vocación misionera. En sus idas y venidas a través de Francia, conoció los estragos que en las almas producía la herejía albigense. De acuerdo con el Papa Inocencio III, en 1206, al terminar las embajadas, se estableció en el Langüedoc como predicador de la verdad entre los cátaros. Rehúsa a los obispados de Conserans, Béziers y Comminges, para los que había sido elegido canónicamente

Para remediar los males que la ignorancia religiosa producía en la sociedad, en 1215 establece en Tolosa la primera casa de su Orden de Predicadores, cedida a Domingo por Pedro Sella, quien con Tomás de Tolosa se asocia a su obra.

En septiembre del mismo año, llega de nuevo a Roma en segundo viaje, acompañando del Obispo de Tolosa, Fulco, para asistir al Concilio de Letrán y solicitar del Papa la aprobación de su Orden, como organización religiosa de Canónigos regulares. De regreso de Roma elige con sus compañeros la Regla de San Agustín para su Orden y en septiembre de 1216, vuelve en tercer viaje a Roma, llevando consigo la Regla de San Agustín y un primer proyecto de Constituciones para su Orden. El 22 de Diciembre de 1216 recibe del Papa Honorio III la Bula “Religiosam Vitam” por la que confirma la Orden de Frailes Predicadores.

Al año siguiente retorna a Francia y en el mes de Agosto dispersa a sus frailes, enviando cuatro a España y tres a París, decidiendo marchar él a Roma. Allí se manifiesta su poder taumatúrgico con numerosos milagros y se acrecienta de modo extraordinario el número de sus frailes. Meses después enviará los primeros Frailes a Bolonia.

Habrá que esperar hasta finales de 1218 para ver de nuevo a Domingo en España donde visitará Segovia, Madrid y Guadalajara.

Por mandato del Papa Honorio III, en un quinto viaje a Roma, reúne en el convento de San Sixto a las monjas dispersas por los distintos monasterios de Roma, para obtener para los Frailes el convento y la Iglesia de Santa Sabina.

En la Fiesta de Pentecostés de 1220 asiste al primer Capítulo General de la Orden, celebrado en Bolonia. En él se redactan la segunda parte de las Constituciones. Un año después, en el siguiente Capítulo celebrado también en Bolonia, acordará la creación de ocho Provincias.

Con su Orden perfectamente estructurada y más de sesenta comunidades en funcionamiento, agotado físicamente, tras breve enfermedad, murió el 6 de agosto de 1221, a los cincuenta y un años de edad, en el convento de Bolonia, donde sus restos permanecen sepultados. En 1234, su gran amigo y admirador, el Papa Gregorio IX, lo canonizó.

(Fuente: dominicos.org)

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