San Alberico nació en Altavilla, en Benetto, Nápoles el 30 de junio de 1863.
Tuvo una temprana vocación religiosa y su sacerdocio lo llevó a integrar el Instituto Pontificio de las Misiones Exteriores de Milán. Su vocación lo impulsó a misiones extranjeras en China que luchaban por expandir las creencias cristianas.
A fines del siglo XIX y principios del XX se abatió sobre estas misiones un furioso y sangriento ataque, proveniente de la Asociación de la Justicia y de la Armonía, conocida comúnmente como de los Boxers.
El odio acumulado y reprimido contra los extranjeros durante la Guerra del Opio y a la imposición de los llamados Tratados Desiguales por parte de las potencias occidentales fueron desencadenantes de la persecución. Sin embargo, la matanza de los misioneros fue motivada especialmente por razones religiosas, según cuentan los documentos de la época.
Crescitelli desarrolló su ministerio en el Shanxi Meridional y allí fue martirizado y decapitado el 21 de julio de 1900. Dicen que, cuando su cabeza rodaba hacia un río cercano, todavía sus labios decían: Jesús, Jesús, Jesús.
Alberico y los otros 119 mártires que murieron en China por odio a la fe cristiana fueron proclamados santos de la Iglesia el 1 de octubre de 2000 por S.S. Juan Pablo II.
Etimología: Práxedes = activa, emprendedora, del lengua griego.
Una bondad sin límites puede irradiar en el corazón decidido a amar, y quisiera aliviar los sufrimientos que atormentan a quienes están cerca y lejos.
Los santos han sido personas de esta categoría humana y espiritual.
Práxedes. Perteneció al siglo II de la era cristiana. Prudencio era el gobernador de Roma y, cosa rara, se distinguía por su virtud. Fue uno de los primeros conversos al cristianismo a pesar del cargo que ocupaba.
Eran los tiempos en que Pedro predicaba en Roma abiertamente ante todo el mundo sin temer a nadie.
Dicen que había recibido la catequesis del mismo san Pedro.
Convirtió su casa en un verdadero templo, y los fieles acudían allá para celebrar los sagrados misterios de la fe. Práxedes recibió una profunda formación cristiana de manos del Papa Pío I.
Tenía pretendientes para casarse, pero ella había ofrecido a Dios su virginidad por toda la vida.
Todo el mundo la quería. Hasta los propios paganos. Después de la paz que vino con Antonio Pío, empezó la persecución de nuevo.
Ella se dedicó a visitar a los encarcelados y a hablar con la gente por la calle y el mismo Foro de Cristo. Su casa era un verdadero templo en el que fue acogida in fraganti por los verdugos del emperador. Le dieron muerte a ella y a 23 más.
Era tal día como hoy del año 159.
Por: . | Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Etimología: Víctor = vencedor, del latín
Al poco tiempo de haber mandado degollar a toda la legión Tebea, fue el emperador Maximiano a Marsella, donde había una iglesia numerosa y floreciente. A su llegada temblaron por su vida todos los fieles de la ciudad y se prepararon para el martirio.
Durante esta general consternación un oficial cristiano, llamado Víctor, iba todas las noches de casa en casa a visitar a sus hermanos en Jesucristo para exhortarles al desprecio de la muerte, e inspirarles el deseo de la vida eterna.
Habiendo sido sorprendido en una acción tan digna de un soldado de Cristo, fue conducido al tribunal de los prefectos Asterio y Eutiquio, que le representaron el peligro que corría, y cuán loco era de exponerse a perder el fruto de sus servicios y el favor del príncipe, por querer adorar a un hombre muerto. Contestó Víctor que renunciaba a todas las ventajas, que no podía servir mas que a Jesucristo, Hijo eterno de Dios, que se había dignado hacerse hombre y que había resucitado después de muerto. Semejante respuesta excitó furiosos gritos de indignación, pero como el prisionero era persona ilustre, lo enviaron al emperador Maximiano, el cual, para torcer la constancia de Víctor lo hizo atar de pies y manos y mandó que lo paseasen por todas las calles de la ciudad, exponiéndolo así a los insultos del populacho.
A la vuelta de este público desprecio, lo presentaron todo cubierto de sangre a los prefectos, y Asterio :mandó que lo extendiesen sobre el caballete, donde los verdugos le atormentaron por largo espacio. Encerránronle después en una lóbrega prisión, en la cual, a media noche, le visitó el Señor por el ministerio de sus ángeles. La cárcel se llenó de admirable claridad.
El santo mártir cantaba con los espíritus celestiales las alabanzas del Señor. Tres soldados encargados de custodiar le quedaron tan asombrados de lo que pasaba, que arrojándose a los pies de Víctor, le pidieron perdón y la gracia del bautismo. Llamábanse Longinos, Alejandro y Feliciano, los cuales fueron bautizados aquel día, y Víctor les sirvió de padrino.
Al día siguiente, supo todo esto el emperador, y montado en cólera hizo trasladar los cuatro santos a la plaza pública, donde fueron cargados de injurias por la plebe soez y cortadas las cabezas de los tres centinelas.
Tres días después llamó de nuevo el emperador a Víctor a su tribunal y le mandó adorar una estatua de Júpiter puesta sobre un altar, pero Víctor, lleno de fe en Jesucristo, dio un puntapié al altar, y lo derribó juntamente con el ídolo hecho pedazos.
El tirano, para vengar a sus dioses, le hizo cortar el pie ordenando luego que metiesen al mártir debajo de la rueda de un molino. Como a la primera vuelta el molino se descompusiese, sacaron de allí al santo y le cortaron la cabeza. Su cuerpo, junto con los cadáveres de Longinos, Alejandro y Feliciano, fueron arrojados al mar, pero los cristianos los encontraron sobre la orilla y les dieron honrosa sepultura.
Por: . | Fuente: www.sodcvs.org
Fecha de beatificación: 11 de mayo de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco
Mamá Teresa -mujer fuerte y valiente- lo consiguió fatigosamente y con tenacidad, gracias a su fe sencilla y profunda que se exteriorizaba en la misa cotidiana y en una viva devoción a la Virgen, a la que cada noche invocaba, juntos con sus hijos. Durante la oración común del Santo Rosario, sin falta, se terminaba con la predilecta oración, la salve Regina a la que Luis llamaba la oración larga.
El pequeño Luis transcurre sus primeros años en la Casa Serniola que se encuentra ubicada en la colina de Casale. Cuando tenía tres años, al resbalarse por las escaleras, se quedó sin ninguna fractura. En sus recuerdos, la vista de una pequeña estatua de la Virgen de Lourdes sobre una base en la pared del primer piso.
La primera comunión
Cuatro años después de la muerte de su marido, en 1919 la señora Teresa se trasladó al Pueblo. Cada mañana, sin falta iba a la misa, llevando al pequeño Luis de apenas cinco años.
El pequeño Luis le encantaba acompañar la mamá y escuchar la misa, era un niño esbelto e inteligente, había aprendido todo cuanto era necesario para servir en la Misa y consideraba un grande privilegio el poder hacerlo.
Lo veían hacer todo, solamente se convirtió en un grade monaguillo (acolito), feliz y resplandeciente, mientras portaba en manos el misal, con esfuerzo porque era un libro grande y pesado para el.
Más o menos todos los días le pedía a su madre si podía hacer la Comunión y ella todas las veces le repetía que no podía, porque era muy pequeño y por ahora no estaba bien preparado.
Una mañana entra en la Iglesia con una idea en la cabeza; bien decidido a recibir a Jesús a todo costo. En el momento de la Comunión, su mamá va a comulgar. Luis se levanta y la sigue, cuando arriba en el momento se coloca en punta de pie bien derechito para parecer más alto. El sacerdote le pregunta: "¿has hecho ya la primera Comunión?" El pequeño aprueba prontamente con la cabeza más y más veces, casi a decir "ah si tantas veces". Así hace la primera Comunión el pequeño Luisito.
La mamá, regresaba a su puesto, mira su hijo y lo ve cuando estaba comulgando y regresa con las manos unidas y con una completa alegría de haber tomando el primer alimento espiritual, después de terminada la Misa, la mamá lo toma de las orejas y lo dirige a la sacristía donde le dice a el sacerdote "Padre mi hijo a hecho la primera comunión sin estar preparado".
El sacerdote sin dudar, le hace algunas preguntas al niño, que responder con prontitud e inteligencia a todo lo que le preguntaba. "Su hijo, señora conoce mejor el catecismo que nosotros. Déjalo que de ahora en adelante comulgue".
¡Para Luis fue el más hermoso día de su vida! ¡De ahora en adelante cada mañana Jesús entraba en su corazón, en el corazón de el que lo amaba tanto y lo deseaba tanto! Hace la Confirmación el siguiente año.
El pequeño Luis crecía con un carácter y temperamento decidido y fuerte. Quería ser quien dirigirá a los compañeros, ya sea en los cantos de la Iglesia como en los juegos.
La enfermedad
Luis experimentó personalmente la enfermedad y el sufrimiento. A la edad de nueve años, era el año de 1923, cuando sufrió una terrible caída y se enfermó gravemente, permaneciendo inmóvil. Le diagnosticaron coxitis tuberculosa, con numerosos abscesos, por esto lo enyesaron, para mantener derechas sus piernas. Inicia así el peregrinar de hospital en hospital, sin obtener ningún resultado. En aquel periodo experimentó en su propio cuerpo las graves condiciones en que se encontraban y vivían los enfermos.
Por su parte, Luis Novarese poseía un equilibrio interior sólido y una fe a toda prueba. Y habiendo madurado desde su infancia una tierna y filial devoción a la Madre de Dios, marcó todo su camino de crecimiento cristiano con una constante referencia a la presencia y acción de La Virgen Santísima. Tal dimensión mariana se evidencia después en la fundación de sus obras con una repuesta al requerimiento de oración y penitencia que caracterizan las apariciones de Lourdes y Fátima. La oración, la intimidad con Jesús Eucarístico, la sincera devoción a la Virgen y el anhelo apostólico, lo conservaron confiado, alegre y sereno, siempre simpático, amigo de todos y "sembrador" de esperanza y alegría.
La cosa que más lo hacia sufrir era escuchar de los compañeros enfermos groserías, y con grandes esfuerzos los ayudaba para que no siguieran diciéndolas.
En aquel ambiente, a la edad de 14/16 años, encontró sostenimiento y fortaleza en la Eucaristía y la devoción a la Virgen, en el enseñar el catecismo a los niños predispuestos de la T.B.C. o sea los niños de su mismo pabellón en el hospital.
Mientras los médicos le decían a la mamá Teresa: "¡Señora, no malgaste su dinero, mas este joven no durará mucho! ¿No ve cuanto pus sale de sus heridas?
Responde ella en seguida: "¡hasta que tenga el último delantal para vender lo venderé para la salud de mi hijo!".
Luis tiene hasta 21 abscesos y arrojando casi un litro diario de pus.
La Señora Teresa permaneció sola con su pequeño hijo enfermo, y sin ninguna ayuda trabajaba de sol a sol confeccionando en su casa pantalones y camisas para hombre, por cuenta de empresas de confesiones de la zona. Y Luis de trece años, para agilizar el trabajo de la mamá, aprendió a hacer ojales y pegar botones.
Sanado milagrosamente
El 17 mayo de 1931, a la edad de 17 años, Luís finalmente obtiene el tanto anhelado milagro, una sanación completa y instantánea.
Sucedió así: Luis Novarese le escribe una carta al Padre Filippo Rinaldi, sucesor de Don Bosco, en la que le pedía el favor de orar para por la sanción "Don Bosco amaba a los jóvenes; ¡pues bien, yo también lo soy! ¿Quieres usted por favor orar y que otros oren para que yo me sane?".
Esperando la respuesta del padre Rinaldi, Luis se soñó con la Virgen Auxiliadora representada en la estatua de la Basílica del Valentino en Casale, donde estaban los padres Salesianos. "La Virgen era bella. Se animó toda y me sonrió".
Luis pidió a la Virgen: "Madre mía, ¿Me sanaré?" "¡Sí!, en el mes consagrado a mi" le contesto la Virgen". "¿Me haré sacerdote?", la Virgen asintió, "¿Me iré al cielo?", esta vez la Virgen sonrió".
Entonces prometió a la Santísima Virgen que en caso de que fuera sanado, se dedicaría totalmente a las personas que sufren. Había sufrido tanto en los hospitales por la forma como las personas enfermas eran tratadas.
Finalmente llego la respuesta de el padre Rinaldi, Decía: "¡Únete a nuestras oraciones y ten confianza!" los jóvenes del Oratorio de Valdocco empezaron una novena por él. Luis se unió espiritualmente a sus oraciones y luego de tres novenas, se cerraron los abscesos, ceso el proceso tuberculoso y las piernas que no podían sostener toman fuerza, su cuerpo se consolido; se viene a encontrar de frente a una sanción improvisa y completa: era el 17 de mayo de 1931. Como un signo de este milagro encontramos las muletas en la Capilla de la Virgen del Silencio en la casa de Corazón Inmaculado de María de Re.
Su Sanción milagrosa fue publicada en el Boletín "El Sagrado Corazón de Jesús" de la comunidad Salesiana de Casale Monferrato en el mes de septiembre de 1931: "Gracias al Beato Don Bosco. Novarese Luis: afectado de una Coxitis fue perfectamente sanado del Beato Don Bosco en el mes de mayo".
Las figuras de tres grandes santos influyen en la vida juvenil de Luis Novarese: San Juan Bosco, por la devoción a la Virgen y la dinámica de apostolado con los jóvenes; el Beato José Cotolengo, por la actividad de asistencia a las personas enfermas y San Luis María de Monfort, por la donación total de si mismo a la Santísima Virgen.
El compromiso con la Virgen: el sacerdocio
Regresando a su casa su pensamiento fue, como le había prometido a la Virgen, de dedicar su vida a las personas enfermas. Continuó los estudios para terminar el bachillerato y así poderse inscribir a la facultad de medicina de Turín, pero la muerte de su mamá, en el 1935 lo condujo a una elección definitiva: descubrió en la vocación sacerdotal la vía para ofrecer una ayuda más radical y decisiva de servirle a las personas enfermas desde el punto de vista espiritual.
Guiado y sostenido del Padre Ferro, su director espiritual, el joven Luis fue enviado del Obispo de Casale a Roma, en el Almo Colegio Capranica. Viene ordenado sacerdote el 17 de diciembre de 1938 en la Basílica de San Juan de Letrán. Ejerció su primer ministerio sacerdotal en la parroquia de San Saturnino y de los Santos Patrones de Roma. Consiguió el titulo en sagrada Teología en 1939; en 1942 se graduó en Derecho Canónico en la Universidad Gregoriana. En 1945 consiguió el diplomado de Abogado Rotal del Tribunal de la Rota (Santa Sede).
El Primero de Mayo de 1942 fue llamado por Monseñor Giovanni Batista Montini, para trabajar en la Secretaria de Estado (Vaticano). Como redactor de breves pontificios, allí por veinte años Monseñor Montini, el futuro Papa Pablo VI, tendrá ocasión de apreciar sus cualidades de laboriosidad y tenacidad espiritualidad, discreción e inteligencia. Lo nombraron Camarero secreto supernumerario el 12 de marzo de 1952, prelado domestico de su santidad Pío XII el 17 de octubre de 1957, título que permite que sea llamado Monseñor.
Desde 1964 a 1977 dirige la oficina para la asistencia espiritual hospitalaria C.E.I. (Conferencia Episcopal Italiana) que visitaba sanatorios y centros hospitalarios, escuchaba a los enfermos, Capellanes y Monjas, trataba una red amplia de consultas a todos los niveles, seguía atentamente la evolución de los varios proyectos de ley y consiguió contribuir a la sanción de la nueva legislación sanitaria italiana. Mientras tanto empezó la realización de numerosas actividades de formación y obras benéficas al servicio de la pastoral del sufrimiento.
Mons. Novarese grita a los cuatro vientos, con sus palabras y sus obras, que el enfermo es hijo de Dios, heredero del Cielo, fermento de gracia para el mundo, "potencial atómico" para la causa de la Iglesia. Por su intervención todos los que sufren y son enfermos empiezan a elevarse, a darse cuenta de su nueva misión en la Iglesia: de receptor pasivo, tolerado, se hace sujeto eclesial activo en la Iglesia.
El carisma de Mons. Novarese, por lo tanto, fue la intuición que el enfermo primero se debe curar por dentro; antes que todo es indispensable curar su alma. Si Jesús no esta presente en el Yo profundo, no hay posibilidad de curar el corazón. El don de su gracia es el primer remedio dispensable y eficaz para la persona que sufre. No siempre es posible liberarse de las propias enfermedades físicas pero siempre se puede ofrecerlas para "la redención del mundo". Parece una paradoja pero una vida puede ser igualmente feliz y realizada también sin la salud del cuerpo. Monseñor Novarese dio la prueba de eso. "Creyó" en la persona enferma y en sus infinitas posibilidades; a la condición de que la persona enferma se entregue totalmente a la acción misteriosa de la gracia, que silenciosamente opera en su corazón por medio de la fe.
Monseñor Novarese tuvo la fuerza y el carisma de luchar contra el abandono que vivían las personas enfermas y con discapacidad en destino inevitable y contra la pasividad total y a la falta de significado de la persona enferma y con discapacidad en la sociedad.
Su intuición luminosa fue también que el dolor más penetrante puede ser aceptado, comprendido y soportado, cuando se llega a dar al sufrimiento un rostro, una respuesta, un significado, una razón, un objetivo.
Mons. Novarese hizo referencia a su experiencia de enfermo e indicó dos poderosos motivos sacándolos de la enseñanza de Jesús: sufrir para cooperar en la salvación del mundo; sufrir para ganar un premio y la felicidad eterna en el Reino de los Cielos.
Las iniciativas apostólicas
La actividad pastoral diaria y el trabajo en el Vaticano no distrajeron al padre Luis de su proyecto de dedicarse a las personas que sufren. Pero en lo recóndito de su corazón tiene una vocación antigua y una promesa de servicio a los que sufren, que muchas veces y de manera imperiosa le vuelven a aflorar en sus sueños.
Mons. Novarese, con la Hermana Elvira Psorulla, a la cual le pide la colaboración en este su nuevo apostolado, dio vida a una fundación que tiene diferentes niveles, proponiéndose el sostenimiento espiritual, humano y material de las personas que sufren:
En Mayo de 1943, con el apoyo y sostenimiento del Padre Gabriel Roschini OSM. da vida a La Liga Sacerdotal Mariana (LSM). EL Objetivo especifico de la ayudar a los Sacerdotes, sanos y enfermos, a difundir la verdadera devoción a la Virgen María, sobre todo entre los enfermos, según el espíritu de "oración y penitencia" que la Virgen pidió en Lourdes y Fátima.
El 17 de mayo de 1947 Mons. Novarese inicia el apostolado de los Voluntarios del Sufrimiento.
En octubre de 1949 con la autorización del Papa Pío XII inicia la transmisión radiofónica semanal, "Cuarto de hora de la serenidad" por la emisora del Vaticano.
En abril de 1950, inicia la publicación de "el Ancora" revista mensual gratuita par los voluntarios del sufrimiento.
El primero de noviembre de 1950, Mons. Novarese da vida a los Silenciosos Operarios de la Cruz", asociación privada internacional de fieles, reconocida por el Consejo Pontificio para los Laicos, a la cual se pueden adherir laicos y clérigos. En la imitación de Cristo "llamado y mandando" por el Padre (cf. Heb. 10,5-8) a cumplir su voluntad de vida y de salvación para el mundo, los Silenciosos Operarios de la Cruz viven en total don de sí como respuesta a la consagración en la práctica de los consejos evangélicos (castidad, pobreza y obediencia).
En junio de 1952 Mons. Novarese realiza la primera peregrinación de solo sacerdotes enfermos a Lourdes coordinados por la Liga Sacerdotal Mariana.
El 9 de septiembre de 1952, Mons. realiza en el santuario de Oropa (Italia) el primer retiro espiritual para personas con discapacidad y enfermos provenientes de diferentes partes de Italia. Allí nace la idea de hacer retiros y ejercicios espirituales, donde las personas con discapacidad y enfermos, pueden vivir anualmente la experiencia de los ejercicios espirituales: "tres días de retiro y dos de estudio y verificación del apostolado".
El 7 de octubre de 1957, realiza la primera y grande audiencia del Papa Pio XII a 7.000 "Voluntarios del Sufrimiento" provenientes de Italia y del exterior. Es la primera vez que un Papa acoge un grande número de personas enfermas y con discapacidad (primer encuentro en la historia de la Iglesia).
En 1954, nace en Re (Verbania) el primer taller para personas con limitaciones físicas. Con el objetivo de que las personas sean activas en la sociedad: son seres humanos con capacidades y pueden hacer muchas cosas.
En el momento los Silenciosos Operarios de la Cruz se encuentran en diferentes países del mundo: Italia, Polonia, Portugal, Israel (Jerusalén), Camerún y Colombia.
La línea de su espiritualidad
Solo un gran corazón lleno de Dios podía realizar un gran trabajo desbordante en los aspectos más relevantes.
"Conocer, amar y servir a Jesús: conociendo bien a Jesús se ama mas; amándolo mas se sirve mejor; sirviendo mejor se lleva con mas impulso hacia los demás hermanos enfermos. No basta ser buenos, no basta trabajar. No basta hacer apostolado, mas se necesita saber orar, vida de oración intensa, es esto que se exige de ustedes".
La estatura moral del hombre de Dios será mejor conocida en el tiempo; mas hay algunas líneas constantes de ejemplo y de sus enseñanzas que inmediatamente sobresalen.
El amor a la Inmaculada: "¡Debemos imitar a la Virgen! Debemos estar junto a Ella para ser dóciles a esta palabra "Inmaculada" es palabra de salvación, palabra de victoria."
"Debemos aprender a ser como la Inmaculada... Debemos aprender de la Inmaculada a ser tranquilos, serenos, seguros, convencidos de nuestra vocación... La Inmaculada sabe que el Reino de Dios esta construido sobre el árbol de la Cruz."
Hablaba de Ella como pocos lo saben hacer; a Ella atribuía cada iniciativa y actividad y todo lo conseguía. Pero su llamado a la Inmaculada se dirigía concretamente en la actuación de sus petición de Lourdes y de Fátima (mensaje de la Virgen para nuestros tiempos) sea en la iniciativas de su virtud, sobre todo de la humildad y la obediencia.
Monseñor escribía a la comunidad de Valleluogo (Ariano Irpino): "Quiéranle siempre a la Virgen; pero de verdad y no con charlas y sentimientos. ¡No solo cuando todo va bien! En cuanto las cosas no salgan bien, no vayan en seguida a quejarse en la cara de la Virgen. Sigan queriéndola de la misma manera, con mucha confianza y seguros de que una Mamá conoce lo que le conviene a su hijo. ¡No hacen falta nuestros lamentos para que la Virgen entienda lo que queremos! Tengamos confianza en ella. Esta es la condición de un perfecto esclavo de María. ¡Tener confianza!"
Monseñor Novarese deja estas palabras en manos de las personas enfermas, con discapacidad y miembros de sus Asociaciones: "Que la persona enferma y con discapacidad sea un instrumento activo en la manos de la Virgen para la Gloria de Dios y la salvación de todos los hombres. Activo por su vida de gracia, vivida sin tristeza ni añoranza por lo que no puede hacer; activo para la obra de conquista que debe hacer alrededor de El".
"La inmaculada quiere que las personas enfermas y con discapacidad se hagan apóstoles y anuncien el plan de la redención."
Su amor a la cruz
"Mira el mundo como lo ha mirado Jesús desde lo alto: hay quien lo maldice, quien soporta, mas esta el bien enorme que parte de vuestra cruz y se desborda sobre el mundo. Esta al lado de vuestra cruz, el modo particular, María Santísima, nuestra Madre, que bella, es fiel que nos ama, por que ve en nosotros a Jesús que ilumina su Calvario. ¡Con fuerza mis queridos hermanos! Breve es el sufrimiento, eterno el premio".
En la luz de María, Monseñor Novarese ha intuido la fuerza salvífica del misterio del dolor humano y ha tenido una sola preocupación, que cada sufrimiento del hombre fuera malgastado por la falta de una concreta propuesta cristiana que tuviera un sentimiento de un amor materno: sufrimiento como medio de redención, para realizar la tranquilidad del corazón y un camino glorioso al seguimiento de Jesús crucificado y resucitado. Y a sus Silenciosos Operarios de la Cruz ha trazado un estupendo itinerario espiritual: los siete grados del silencio interior, para restituir totalmente la disponibilidad al servicio de la Inmaculada, de los hermanos que sufren y de la Iglesia.
Un cambio en la pastoral del sufrimiento
La vida y la obra de Monseñor Luis Novarese son una respuesta concreta al problema del sufrimiento humano y ha dejado un gran cambio en la pastoral del sufrimiento. Con la asociación "Silenciosos Operarios de la Cruz" y los "Voluntarios del Sufrimiento", Monseñor Novarese ha colocado las bases de una acción capilar en el grande y misterioso mundo del dolor humano, para que sea encendida una luz de esperanza y sea fermento del Evangelio de Cristo crucificado y resucitado.
Partiendo del mensaje que la Virgen ha dejado en Lourdes y de Fátima, Mons. Novarese ha tenido desde el inicio de su actividad la colaboración preciosísima y escondida de la Hermana Myriam. Juntos han trazado a todas las personas con sufrimiento (sacerdotes y laicos enfermos, discapacitados físicos, sensoriales y mentales de cada edad...) un luminoso y entusiasta camino en el corazón de la Iglesia que se articulan en las siguientes etapas:
la especifica vocación de las personas enfermas y con discapacidad a la santidad y al apostolado. Definida de Juan Pablo II "vocación al sufrimiento, es decir vocación al amor".
Su actividad apostólica, concretizada en el principio "el enfermo por medio enfermo".
El rol insustituible en de la Iglesia, en la familia y en la sociedad, ser "sujetos de acción" y no objetos de caridad, de lastima y de asistencia. La actuación de esta actividad viene constantemente y progresivamente ofrecida de los interventos directos con los Sumos Pontífices, desde Pió XII a Benedicto XVI, que han alargado este discurso asociativo a todas las personas enfermas y con discapacidad de todo el mundo.
Luis Novarese muere a la edad de 70 años, el 20 de julio de 1984 en Rocca Priora (Roma), dejando un gran apostolado y una obra que esta difundiendo por todo el mundo.
El sábado 27 de marzo de 2010, el Papa Benedicto XVI ha dado su aprobación para la publicación del Decreto sobre la heroicidad de las virtudes de Mons. Luigi Novarese.
S.S. Benedicto XVI firmó el 19 de diciembre de 2011 el decreto con el cual se reconoce un milagro gracias a la intercesión del Venerable Luis Novarese lo cual permitirá su próxima beatificación que se realizará, Dios mediante, el 11 de mayo de 2013.
Por: P. Felipe Santos | Fuente: Catholic.net
Martirologio Romano: San Apolinar, obispo, que al mismo tiempo que propagaba entre los gentiles las insondables riquezas de Cristo, iba delante de sus ovejas como buen pastor, y es tradición que honró con su ilustre martirio a la iglesia de Classe, cerca de Rávena, en la vía Flaminia, pasando al banquete eterno el día veintitrés de julio (c. s. II)
Breve Biografía
SAN APOLINAR DE RÁVENA nació probablemente en Antioquía, en la actual Turquía, en la época de mayor auge del Imperio Romano, apenas después de la muerte de Jesús.
Según la tradición, San Apolinar fue uno de los principales discípulos del Apóstol San Pedro. Cuando San Pedro se trasladó a Roma para fundar ahí la Iglesia, San Apolinar lo habría acompañado hasta la capital del Imperio.
Durante el reinado del emperador Claudio, San Apolinar recibió la comisión de viajar al norte de Italia como embajador de la fe para empezar a evangelizar y a ganar adeptos para el cristianismo.
San Apolinar se convirtió así en el primer obispo de Rávena, cargo que ejerció durante veinte años. Se le ha atribuido el poder de curar a los enfermos en el nombre de Cristo, y de haber realizado otros milagros.
La relativa tranquilidad de su labor apostólica cambió con el ascenso al trono imperial de Vespasiano, en 69, quien cuenta con el dudoso honor de haber organizado las primeras persecuciones con lujo de crueldad contra los cristianos.
Por su cargo y sus actividades en Rávena, San Apolinar fue perseguido inmediatamente. Algunas fuentes cuentan que fue capaz de escapar hacia Dalmacia, donde habría predicado el Evangelio y habría puesto fin milagrosamente a una hambruna.
Sin embargo, al final San Apolinar fue apresado, torturado y martirizado.
Sobre su tumba, en Rávena, se edificó siglos más tarde la célebre Basílica de San Apollinare in Classe, de tres naves, consagrada en 549. Más tarde, en el siglo nueve, fue construida también ahí la iglesia de San Apollinare Nuovo.
SAN APOLINAR DE RÁVENA nos ofrece un ejemplo de la cruenta vida que tuvieron que padecer los santos fundadores del cristianismo.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!
Su esposa Calsia, quien da a luz en un solo parto a nueve niñas, mientras su marido esta fuera recorriendo sus dominios, temiendo ser repudiada por infidelidad conyugal decide deshacerse de las criaturas y se las encomienda a su fiel servidora Sila, ordenándole que bajo el mayor secreteo las ahogara en el río Miñor.
Sila cristiana a carta cabal, lejos de cometer tan horrible crimen, las deja en casa de familias amigas y las criaturas fueron bautizadas por el obispo San Ovidio y criadas en la fe cristiana.
Los nombres de estas niñas fueron: Ginebra, Victoria, Eufemia, Germania, Marina, Marciana, Basilisa, Quiteria y Liberata.
Llegado el momento tuvieron que comparecer ante su propio padre acusadas de ser cristianas, el cual al saber que eran sus hijas las invita a que renuncien a Cristo a cambio de poder vivir rodeadas de los lujos y comodidades propias de su nacimiento.
Las encarcela tratando de atemorizarlas pero logran huir de las garras de la cárcel y se dispersaron.
Todas ellas, no obstante acabarían siendo mártires cristianas.
La devoción popular sitúa a Liberata mártir en la cruz a la edad de 20 años el 18 de enero del 139.
Su fiesta se celebra el 20 de Julio por ser la fecha en que se trasladaron sus reliquias desde la ciudad de Sigüenza a la Baiona gallega en el año 1515.
Por: . | Fuente: santiebeati.it
En el antiguo Martirologio Romano se lo recordaba el 15 de junio.
A la edad de 30 años vendió todos los bienes heredados de su padre y distribuyó lo recaudado entre los pobres, y empezó a vivir al servicio de la catedral de Foligno, durmiendo en un pequeño hueco del campanario, haciendo oración y ayuno. En aquellos días no era raro encontrar personas penitentes que decidían vivir al amparo de un templo, ofreciendo sus servicios cuando hacían falta, manteniéndose con la limosna, y llevando una vida casi eremítica en el contexto de la ciudad; a esta particular categoría también perteneció. Teobaldo Roggeri, que vivió al amparo de la iglesia de Alba en Piamonte, son testimonios de que la santidad se puede alcanzar en cualquiera condición de vida.
El beato Pedro Crisci en el período de los movimientos a religiosos umbrenses de la primera mitad del siglo XIV, fue acusado e investigado por la Inquisición. Su espiritualidad es cercana a la de la Beata Ángela de Foligno y a la de Santa Clara de Montefalco, entregado a las más ásperas penitencias; también realizó algunas peregrinaciones a Roma y a Asís.
Es muy probable que aquel "Pedro de Foligno" que junto al beato Cecco de Montegranaro, terciario franciscano, edificó la iglesia de Santa Maria de Montegranaro cerca de Pesaro.
Pedro murió en Foligno el 19 de julio de 1323 con fama de santidad; el padre dominico Juan Gorini de San Geminiano recibió del obispo Agneletti de Foligno el encargo de escribir la «Vita» o «Legenda» del santo, que es la única fuente biográfica que poseemos, y que es la fuente de todas las biografías escritas posteriormente.
El beato fue muy venerado durante todo la edad media, y ya en el siglo XIV los estatutos municipales, insertaron el 19 de julio entre las fiestas importantes, día en el que también se tenía una feria, la que todavía existe.
En mayo del 1400 el papa Bonifacio IX concedió indulgencia a quienes ese día o los tres siguientes hubiesen visitado la iglesia catedral de San Feliciano. En la actualidad su cuerpo se encuentra en una urna de madera tallada que los fieles pueden visitar en una capilla de la catedral de Foligno, capilla dedicada que fuera construida en 1385 y restaurada en 1870.
El Beato Pedro Crisci ha sido representado, desde los primeros años después de su muerte, vestido con un grueso costal, de rodillas con las manos alzadas hacia el sol y la aureola sobre su cabeza; en la ´Vida´ antes mencionada, se dice que durante la oración él levantaba la mirada hacia el sol, y en ese momento tenía el regalo de entrever en el globo ardiente, el verdadero sol, que es Cristo y que por su gracia él pudo mirar, la cegadora luz, sin padecer daños en sus ojos.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!
responsable de la traducción: Xavier Villalta
Por: Lamberto de Echeverría, Bernardino Llorca y José Luis Repetto Betes | Fuente: AÑO CRISTIANO Edición 2005
Fecha de canonización: 20 de octubre de 1970 por el Papa Pablo VI como uno de los Cuarenta Mártires de Inglaterra y Gales.
Se ha hablado de que su familia podía ser protestante, pero más se diría católica toda vez que aun niño fue enviado a una escuela que privadamente llevaban los jesuitas en Scarisbrick Hall junto a Ormskirk. De ahí pasó al colegio de St. Omer en Flandes y posteriormente al Colegio Inglés de Valladolid, donde se ordena sacerdote en 1662. Al año siguiente vuelve a Inglaterra y comienza su tarea misionera: velar por la permanencia en la fe de los católicos y reconciliar con la Iglesia a cuantos vivían fuera de ella.
Inicialmente vivió en Holywell en el norte de Gales, que fue el campo de su acción apostólica. Su candor, bondad y sencillez le hicieron ser apreciado y querido por todos. Luego, en 1670, pasó a vivir con Mr. William Massey en Puddington, condado de Chester, tomando a su cargo la preceptoría de los hijos de esta familia. Como la década 1660-1670 fue un tiempo de paz relativa para los católicos, Plessington pudo realizar sin problemas su ministerio de forma casi abierta. Pero la década de los 70 ya no sería igual.
En efecto, en 1673 se aprobó la Test Act para tratar de ayudar a diferenciar entre anglicanos y católicos. Los funcionarios quedaron obligados a prestar un juramento (Oath of Allegiance) en el que se reconocía al monarca como cabeza de la Iglesia de Inglaterra y a aceptar la comunión bajo el rito protestante. La intención de esta Test Act era excluir a los católicos de los cargos públicos. El duque de York, y futuro rey Jacobo II, hermano y presunto heredero del monarca Carlos II, que carecía de hijos, hubo de dejar su cargo de almirante porque, siendo católico, se negaba a prestar el citado juramento.
En 1678 tuvo lugar la denuncia por parte de Titus Oates del llamado complot papista, una conjura dirigida -decía su delator- a matar al rey e imponer el catolicismo como religión del Estado. Titus Oates, nacido el 15 de septiembre de 1649 y muerto el 12 de julio de 1705, había nacido en Oakham en el seno de una familia baptista. Su padre era pastor. Educado en el Caius College, se hizo clérigo anglicano y llegó a vicario de la parroquia de Bobbing, pero fue expulsado bajo la acusación de alcoholismo y homosexualidad. Pasó como capellán al barco Adventurer pero hubo de hacer frente a nuevas acusaciones.
Entonces abandonó el protestantismo y se presentó a los jesuitas en Valladolid y St. Omer diciendo que quería abrazar la vida de la Compañía, que finalmente hubo de abandonar. Despechado vuelve a Inglaterra e intima con el furioso anticatólico Israel Tonge, clérigo anglicano. Y fue entonces cuando ideó acusar a los católicos de una conjura para asesinar al rey y poner en su lugar un gobierno católico. En agosto de 1678 se le hizo saber esta noticia al rey Carlos II, y como no hubo la esperada reacción real, Tonge insistió ante el monarca, afirmando que estaba implicada Francia en el complot así como los jesuitas y los católicos ingleses. El rey no se lo tomó muy en serio pero se lo contó al conde de Danby, muy enemigo de los católicos, y éste se puso en contacto con Oates. Éste insistió ante otras personalidades, como el magistrado sir Edmund Berry Godfrey, en que el complot se dirigía a poner en el trono al duque de York y a sustituir a todos los líderes protestantes que serían asesinados.
El consejo real interrogó a Oates, que el día 23 de septiembre hizo 43 alegaciones contra varios miembros de las órdenes religiosas (541 jesuitas) y nobles católicos. Empezaron los primeros arrestos, siendo el guía el propio Oates. El Lord Chief Justice, sir William Scroggs, dio comienzo al proceso contra el Popist Plot (complot papista). Y sucedió entonces que el 12 de octubre desapareció sir Edmund Berry Godfrey y apareció estrangulado cinco días más tarde. Oates explotó el suceso para una pública campaña de difamación contra los católicos, acusando a los jesuitas del asesinato. El rey Carlos II decidió convocar al Parlamento. Aunque el monarca no creía en el complot, el Parlamento le obligó a ordenar una investigación. Cundió la histeria. La gente hablaba de la necesidad de defenderse y la Cámara de los Comunes fue registrada por si había una nueva conspiración de la pólvora. Cinco lores católicos fueron arrestados y llevados a
la Torre y se llegó a pedir públicamente que el duque de York fuera excluido de la sucesión.
En este clima tuvo lugar el arresto de Plessington y de otros sacerdotes. Tres católicos renegados acusaron a Plessington, que fue arrestado y llevado a juicio y se le aplicó el vigente estatuto 27 de Isabel I, según el cual todo sacerdote ordenado en el extranjero era reo de alta traición. Nueve sacerdotes, uno de ellos Plessington, fueron condenados a muerte. De estos sacerdotes cuatro fueron mandados a Londres para que fueran interrogados y a ser posible hacerles confesar el complot denunciado por Oates. Amenazas, promesas, recompensas fueron inútiles. El Parlamento entonces pidió al rey que fueran ejecutados todos los sacerdotes condenados. El rey se resistió, pero como el Parlamento insistió, el 10 de julio de 1679 ya no tuvo más remedio que consentir. El 11 de julio el Consejo Real, al que el monarca no asistió, dio un mandato de que los jueces de los respectivos juzgados dieran las oportunas instrucciones para hacer ajusticiar a los sacerdotes condenados. El primero en ser ajusticiado fue el P. Plessington, que el 19 de julio fue llevado del castillo de Chester a Gallows Hill, en Chester. El mártir llegó sereno al lugar de la ejecución, y como le dejaron hablar, dijo estas palabras:
«Queridos conciudadanos: Estoy aquí para ser ejecutado no por hurto u homicidio ni por alguna otra cosa contra la ley divina o por haber hablado contra la Monarquía y el Gobierno civil. Supongo que alguno de los presentes estuvieron en mi proceso en los últimos juicios y pueden atestiguar que no se me pudo hacer cargo de otra cosa que la de ser sacerdote. Estoy seguro que pensáis que el sacerdocio no va de suyo contra la monarquía ni contra el gobierno del país. Si queréis consultar el Antiguo o el Nuevo Testamento, que son la base de la Religión, (veréis) que si no hay sacerdotes no hay religión. Lo dice San Pablo en el capítulo VII, 12 de la carta a los Hebreos. Si el sacerdocio se cambia, se cambia también la Ley, y por ello al quedar el sacerdocio abolido, la Ley y la Religión vienen absolutamente a menos.El mártir terminó su discurso. Subió serenamente la escalera, dejó mansamente que le pusieran la soga al cuello. Se recogió en oración. Quitaron la escalera y colgó por un tiempo en el aire. Luego cortaron la soga, cayó al suelo y los verdugos le abrieron el pecho, le sacaron el corazón y las entrañas y descuartizaron su cuerpo. Pudo más tarde su familia enterrar sus restos.Que el Papa tenga poder para deponer a los reyes o para dar licencia de matar no es punto de nuestra fe. Yo protesto en presencia de Dios y de la Corte celestial que soy absolutamente inocente de la conjura de la que tanto se habla y que aborrezco propósitos tan sanguinarios y dañosos, y si bien han pasado nueve semanas desde que fui condenado a muerte no he sido acusado de semejante cosa, así que puedo confortarme con las palabras de San Pedro IV, 15-16: "Que ninguno de vosotros sufra como homicida o ladrón o malhechor, o como avaro de las cosas materiales, pero si alguno sufre por ser cristiano que no se avergüence o lo lamente".
Yo he merecido una muerte peor, porque aunque he sido un leal y fiel súbdito de mi rey, pero he pecado muchas veces contra Dios. Quizás ladrones y bandidos que asaltan por los caminos tienen mayor perfección que yo en su servicio a Dios, toda vez que yo he recibido tan grandes favores de Él. Pero como no ha habido pecador del que él no se haya compadecido si acude a la misericordia de Jesús, así yo espero, por los méritos de su pasión, que él tendrá misericordia de mí que estoy arrepentido de corazón de haberlo ofendido. Sed testigos los que me escucháis de que yo profeso sin dudar y firmemente todos los artículos de la fe católica romana y que por la verdad de cada uno de ellos, con la ayuda de Dios, yo estoy dispuesto a morir, y que prefiero morir antes que poner en duda algún punto de la fe enseñada por nuestra Santa Madre la Iglesia Católica Romana...
En qué condiciones Margarita Plat, uno de los principales testigos contra mí, estaba antes o después que estaba conmigo, díganlo los más próximos parientes de ella.
George Massey, otro testigo, juró en falso cuando juró que yo le di el sacramento y celebré la misa en el lugar y tiempo recordado por él, y yo verdaderamente creo que ni él me habló jamás ni yo le hablé ni nos vimos sino en la semana del juicio. El tercer testigo, Robert Wood; murió repentinamente. Pero ¿por qué debo hablar de muertos? Estos fueron todos los testigos, al menos los que depusieron. Yo de corazón y libremente perdono a todos los que han sido o son en alguna manera causa de mi muerte y de todo corazón les deseo que los que viven se puedan arrepentir cordialmente.
Que Dios bendiga al Rey y a la familia real y le dé un próspero reinado aquí y una corona de gloria en la otra vida. Que Dios les dé paz a sus súbditos y que ellos vivan y mueran en la verdadera fe, esperanza y caridad. No queda sino que yo me encomiende a mí mismo a la misericordia de Jesús, por cuyos méritos yo espero alcanzar misericordia. Oh Jesús, sé para mí Jesús».
AÑO CRISTIANO Edición 2005
Autores: Lamberto de Echeverría (†), Bernardino Llorca (†) y José Luis Repetto Betes
Editorial: Biblioteca de Autores Católicos (BAC)
Tomo VII Julio ISBN 84-7914-763-6
Por: . | Fuente: santiebeati.it
En la Epístola a Filemón (v. 23) San Pablo lo llama "mi compañero de cautiverio por Cristo Jesús" Epafras, de hecho, estaba en Roma con él, viajó desde Colosas para visitarlo y consolarlo asegurándole el profundo afecto de todos los fieles. En el fervor de su celo apostólico, Epafras también informó a s. Paolo que la herejía trataba de penetrar en aquellas Iglesias y para preservarlas del peligro pidió al Apóstol que les escribiera.
Según algunos estudiosos, dado que el nombre Epafras es una contracción de Epafrodito, llegan a la conclusión que nuestro Epafras y el Epafrodito mencionado en la Epístola de San Pablo a los Filipenses (2: 25-28, 4, 18) serían la misma persona. Esta identificación, se basa únicamente en la similitud del nombre, sin ningún otra prueba que la respalde, por ello es lícito excluirla.
Según la tradición Epafras padeció el martirio en Colosas. Baronio refiere que las reliquias de San Epafras se conservan en Roma en la Basílica de San María la Mayor.
responsable de la traducción: Xavier Villalta