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SAN FEDERICO DE UTRECHT


OBISPO





En Utrecht, ciudad de Güeldres, en Austrasia, san Federico, obispo, que, ilustre por sus conocimientos sobre las Sagradas Escrituras, se dedicó incansablemente a la evangelización de los frisones (838).


Etimológicamente significa “poderoso en la paz”. Viene de la lengua alemana.

Descendiente de una familia ilustre entre los frisones, fue elegido obispo de Utrecht en 820. Dedicó toda su actividad a la reforma de las costumbres de sus diocesanos, y combatió las herejías. Murió mártir en Utrecht, el año 838. - Fiesta: 18 de julio.

"Al obispo -dice el consagrante al nuevo obispo, durante el ritual de la consagración-, corresponde juzgar, interpretar, consagrar, ordenar, ofrecer, bautizar y confirmar". Y cuando le hace entrega de la más significativa insignia de su episcopado: "Recibe el báculo de Pastor a fin de que seas dulce y firme en tus correcciones; en tus juicios, justo y sereno; al fomentar la virtud en los demás, persuasivo, y no te dejes llevar ni del rigor ni de la debilidad. Recibe este anillo, símbolo de la fidelidad con que has de conservar intacta y sin mancha a la Esposa de Dios, es decir, la Iglesia". Y asimismo, cuando le hace entrega de los Evangelios, dice: "Recibe el Evangelio y ve a predicarlo al pueblo que te ha sido encomendado. Dios Omnipotente aumente en ti la gracia".

No es extraño que ante una misión tan sublime y a la vez tan cargada de responsabilidad, Federico, varón justo y lleno de humildad, se declarase incapaz de aceptar el cargo de obispo de Utrecht, para el que había sido elegido por el clero y el pueblo de aquella diócesis. Fue necesaria toda la autoridad del emperador Ludovico Pío, para que aquel sacerdote, conocido de todos por su ardor pastoral y su predicación, aceptase la Cátedra episcopal que había quedado vacante a la muerte del obispo Ricfredo.

Y la verdad es que nadie mejor que él podía encargarse de la diócesis: por una parte, sus virtudes y su ciencia le daban la autoridad necesaria para ocupar la Silla episcopal, y por otra, el haber vivido en íntima comunicación con Ricfredo le hacían el más conocedor de la situación.

En efecto, nacido hacia el año 790, en el seno de una noble familia de Frisia, había sido confiado para su educación al clero de la iglesia de Utrecht, primero, y más tarde al mismo obispo, que se aplicó con ardor a formar el alma de aquel joven piadoso y trabajador, hasta que, suficientemente preparado, le confirió el sacerdocio.

Ahora, consagrado ya obispo, en presencia del mismo emperador, Federico se entrega generosamente a su misión, que cumplirá fielmente hasta las últimas consecuencias. Su humildad había hecho cuanto estaba de su mano para no aceptar aquel cargo que sus solas fuerzas no podían soportar, pero ahora que había recibido ya la plenitud del sacerdocio, su fe confía en que el único Sacerdote -Jesucristo-, realizará en él la tarea que le ha querido confiar.

Los primeros tiempos de su episcopado los dedica a la villa de Utrecht, esforzándose en devolver la paz a su pueblo, y en hacer desaparecer los últimos restos de paganismo. Siempre acogedor, es generoso para con los pobres, hospitalario para los viajeros, y sacrificado en sus visitas a los enfermos. Entregado a la vida de oración y sacrificio, no ahorra vigilias ni ayunos, en favor de sus diocesanos.

Más adelante, su celo le lanza a recorrer todo el territorio que le ha sido confiado. En todas partes trabaja incansablemente en la reforma de las costumbres de sus diocesanos, y de una manera especial lo hace en la isla de Walcheren, donde reinaba la más burda inmoralidad.

Se dedica también a combatir la herejía arriana, bastante extendida en Frisia, y poco a poco va reduciendo los herejes a la verdadera fe católica. Para asegurar la duración de este retorno a la verdad, San Federico compone una profesión de fe, que resume la enseñanza católica sobre la Santísima Trinidad, y ordena que se recite tres veces cada día una oración en honor de las tres divinas Personas.

Cuando ya casi había recorrido toda la diócesis, un día, mientras estaba dando gracias de la Misa, es atacado por dos criminales que le atraviesan las entrañas, muriendo a los pocos minutos. ¿A qué móviles respondía aquel asesinato? Algunos dan como causa cierta, el odio que Judit, segunda esposa de Ludovico Pío, alimentaba contra San Federico, por haberla reprendido con santa libertad, a causa de su conducta inmoral. No obstante, aun cuando parece que esta persuasión ya existía en Utrecht, muy próximamente a la fecha del martirio, hay quien lo pone en duda, por el testimonio del famoso escritor Rábano Mauro, que ensalza las virtudes de la emperatriz... Quizá los hagiógrafos no lleguen nunca a un acuerdo sobre este punto, pero a pesar de ello continuará siendo cierto que en aquel día del año 838, un obispo moría mártir...

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Por: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com

Martirologio Romano: En Pavía, ciudad de la Liguria, Italia, san Ennodio, obispo, que compuso himnos en honor de los santos y de sus lugares de culto, y repartió generosamente sus bienes. ( 521)
Magno Félix Enodio pertenecía a una ilustre familia establecida en la Galia. Por una alusión suya, se puede deducir que nació en Arles; en todo caso, pasó sus primeros años en Italia y se educó en Milán, bajo la tutela de una tía.

Después de la muerte de ésta, el joven contrajo matrimonio, pero muy pronto se sintió llamado a las sagradas órdenes. Su esposa, mujer muy rica, que lo había sacado de la pobreza, accedió a la separación y ella misma ingresó en un convento. Enodio, que era ya un orador consumado, recibió la ordenación de diácono por parte de san Epifanio de Pavia y, desde entonces, se consagró al estudio de las ciencias sagradas y a la enseñanza.

Escribió por aquel tiempo una apología del papa san Símaco y del sínodo que había condenado el cisma de los partidarios de Lorenzo. «Dios -dice San Enodio- quiere ciertamente que los hombres juzguen a los hombres; pero se ha reservado para sí mismo el juicio del Pontífice de la Sede Suprema». Enodio fue elegido para pronunciar el panegírico del rey Teodorico, a quien sólo alabó por sus victorias y éxitos temporales. San Enodio escribió la vida de san Epifanio de Pavia, quien murió el año 496, y la de san Antonio de Lérins; dejó, además, otras obras en prosa y en verso. Fue uno de los últimos representantes de la antigua retórica: aunque sus escritos no carecen de valor histórico, tienden a la verbosidad, son ininteligibles por momentos y están llenos de los convencionalismos de la literatura mitológica de la Roma pagana. Según cuenta el propio autor, durante una violenta fiebre de la que los médicos le desahuciaron, recurrió al Médico Celestial, por la intercesión de su patrono, san Víctor de Milán y recobró la salud. Para perpetuar su testimonio de gratitud, escribió una obra titulada «Eucharisticón» («Acción de gracias»), en la que, imitando las Confesiones de san Agustín, cuenta brevemente su vida y, sobre todo, su propia conversión.

Hacia el año 514, san Enodio fue elegido obispo de Pavia y gobernó su diócesis con un celo y una autoridad dignos de un discípulo de san Epifanio. El papa san Hormisdas le envió dos veces a Constantinopla, donde el emperador Anastasio II estaba favoreciendo a los monofisitas. Ambas misiones fracasaron. Al fin de la segunda embajada, el santo se vio obligado a hacerse a la mar en un viejo navío destartalado, con grave peligro de naufragar, y con el veto para desembarcar en algún puerto del imperio de oriente. A pesar de todo, llegó sano y salvo a Italia y regresó a Pavia. La gloria de haber sufrido por la fe con celo y constancia, le espoleó aún más en el camino de la perfección. Así pues, se consagró a la conversión de las almas, al socorro de los pobres, a la construcción y ornamentación de las iglesias y a la composición de poemas religiosos sobre Nuestra Señora, sobre san Ambrosio y santa Eufemia, sobre los misterios de Pentecostés y la Ascensión, sobre un bautisterio adornado con las pinturas de los mártires cuyas reliquias se hallaban ahí, etc.

Otros de sus poemas son simplemente mitológicos, como por ejemplo, el de Pasifae y el toro. Alguien ha dicho a propósito de sus poemas que: «Enodio temía escribir con claridad para no caer en los lugares comunes». El santo compuso dos himnos que debían cantarse en el momento de encender el cirio pascual, en los que implora la protección divina contra los vientos, las tempestades y todas las amenazas del enemigo. Su muerte ocurrió el año 521, cuando tenía apenas cuarenta y ocho años de edad.

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11:49 p.m.

Por: . | Fuente: santiebeati.it

Mártir

Martirologio Romano: En el monasterio de Winchelcumbe, en la región de Mercia, en Inglaterra, san Kenelmo, príncipe de este territorio, que, según la tradición, está considerado mártir. ( c.812)
Es muy lo difícil hacer emerger del olvido de la historia la figura de este santo mártir. Según una leyenda medieval, cuando Kenelmo tuvo 7 años murió su padre Kenulfo (Coenwulf), y el joven príncipe se convirtió así en el heredero los tronos de Mersia, Sussex, Wessex y de Anglia Oriental. Su hermana Quendreda (Cynefrith o Quoenthryth) pagó a su tutor, Asceberto, para que lo asesinase en los bosques de Clent y así ella pudría exigir su derecho al trono. Asceberto ejecutó el encargo. Más cuando el cuerpo sin vida fue descubierto y enterrado en Winchcombe en Glastonbury, numerosos prodigios comenzaron a suceder sobre su tumba.

En realidad este relato tiene mucho de ficción, ya que Kenelmo no murió cuando tenía apenas 7 años. Está comprobado que él vivió al menos hasta a su adolescencia y murió entre los años 812 y 821 durante una batalla. Su muerte ocurrió antes que la de su padre, por lo que nunca pudo ser heredero de su trono.

En el Edad Media Kenelmo fue muy venerado en Inglaterra como santo y mártir y todavía sus reliquias son objeto de veneración en Gloucester y Winchcombe, donde aquellas reposan. La iconografía suele representarlo como un joven príncipe que tiene en una mano una lámpara encendida, en otras imágenes se lo presente con una paloma que lleva una carta en el pico.

El nuevo Martirologio Romano lo recuerda como mártir cada 17 de julio, siguiendo una antigua tradición que lo señala como tal.

responsable de la traducción: Xavier Villalta


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Por: . | Fuente: santiebeati.it || christusrex.org

Peregrino

Martirologio Romano: En Stockerau, cerca de la ciudad de Viena, en Baviera, san Colmano, irlandés, que, al dirigirse como peregrino en nombre de Dios a Tierra Santa, fue tomado por un explorador enemigo, motivo por el cual le colgaron de un árbol y llegó así a la Jerusalén celestial. ( 1012).
A inicios del siglo XI, los pueblos de la Moravia y de la Bohemia, en Austria, estaban divididos por un odio implacable, se enfrentaban entre sí en una cruel guerra. Es en aquella época que Colmano, irlandés de nacimiento, llegó a la ciudad de Stockcraw, situada a unas 30 Km. de Viena, era un peregrino que se dirigía a Jerusalén en peregrinación. Como el llegaba desde un país enemigo lo tomaron por espía, y a pesar de que él clamaba su inocencia, lo arrestaron y lo ejecutaron colgándolo de un árbol seco. Lo curioso es que, según costumbre, el cuerpo se descolgaba al descomponerse, pero el de nuestro hombre, se balanceó durante 18 meses e hizo florecer el árbol, los habitantes del lugar entendieron este signo como una señal del Cielo de que había muerto injustamente; a esto se sumaron milagros obrados por el santo, y la veneración se extendió, desde el 13 de octubre del 1014 (inhumación de su cuerpo), por Austria, Hungría, el Tirol, Baviera y el Palatinado.

Según la tradición, el árbol donde fue colgado se conserva hasta hoy en el castillo de Kreuzenstein, también cerca de Viena, mientras que el cuerpo del santo reposa en Melk, en la tumba que hizo construir en su honor el margrave Enrique II.

En su honor fueron erigidas muchas capillas, especialmente en las zonas montañosas. Aun hoy es posible encontrar en los campos fuentes de agua dedicadas al santo.

En el culto popular (el Martirologio no lo califica con ese título) es indebidamente invocado como mártir, según cierta tendencia medieval a considerar martirio algunas muertes violentas seguidas de milagros. Su iconografía lo presenta con hábito de peregrino y una cuerda en la mano como evocación a su ahorcamiento.

Anterormente se lo recordaba el 13 de octubre.

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SAN ALEJO

LAICO




Mendigo


En Roma, en la basílica situada en el monte Aventino, se celebra con el nombre de Alejo a un hombre de Dios que, como cuenta la tradición, dejó su opulenta casa para vivir como un pobre mendigo pidiendo limosna (s. IV).

Etimologicamente: Alejo = Aquel que es el defensor, es de origen griego.

"El hombre de Dios" de Edesa, Siria.

A finales del siglo IV, vivía en Edesa, Siria, un mendigo a quien el pueblo veneraba como un santo. Después de su muerte, un anónimo escribió su biografía. Como ignoraba el nombre del mendigo, le llamó simplemente "el hombre de Dios". Según ese documento, el hombre de Dios vivió en la época del obispo Rábula, quien murió el año 436. El mendigo compartía con otros pobres la limosna que recogía a las puertas de las iglesias. 

La leyenda

San Alejo es hijo de un senador romano. A la edad de veinte años comprendió que su vida rodeada de riquezas era un peligro para su alma. Para servir a Dios en la mayor humildad, se fue de Roma a Edesa disfrazado de mendigo. En Siria vivió por 17 años dedicado a la oración y a la penitencia. Mendigaba para vivir y para ayudar a otros. Cuando se descubrió que era hijo de una familia rica de Roma, Alejo temió que le rindieran honores y regresó a Roma, a casa de su padre donde vivió por años de incógnito, como un criado, durmiendo debajo de una escalera. Todo lo aceptaba con humildad y lo ofrecía por los pecadores. Ya moribundo, reveló a sus padres que era su hijo y que había escogido vivir aquella vida por penitencia. Los dos ancianos lo abrazaron llorando y lo ayudaron a bien morir. Cuando el obispo se enteró del caso, mandó exhumar el cadáver, pero no se encontraron más que los andrajos del hombre de Dios y ningún cadáver. La fama del suceso se extendió rápidamente. 

Antes del siglo IX, se había dado en Grecia al hombre de Dios, el nombre de Alejo y San José el Hinmógrafo (833) dejó escrita en un "kanon" la leyenda, adornada naturalmente con numerosos detalles. Aunque se tributaba ya cierto culto al santo en España, la devoción a San Alejo se popularizó en occidente gracias a la actividad de un obispo de Damasco, Sergio, desterrado a Roma a fines del siglo X. Dicho obispo estableció en la iglesia de San Bonifacio del Aventino un monasterio de monjes griegos, y nombró a San Alejo co-patrono de la iglesia. 

Se cuenta que en el siglo XII la leyenda de San Alejo ejerció profunda influencia sobre el hereje Pedro Waldo.

En el siglo XV, los Hermanos de San Alejo le eligieron por patrono y, en 1817, la congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María le nombró patrono secundario. También en el oriente le profesa el pueblo gran devoción y aun le llama "el hombre de Dios." 

En 1217 se encontraron unas reliquias en la iglesia de San Bonifacio, Roma, pero ningún martirologio antiguo y ningún libro litúrgico romano menciona el nombre de San Alejo, el cual, según parece, era desconocido en la Ciudad Eterna hasta el año 972.

ORACIÓN
¡Oh gloria de la nobleza romana
y verdadero amador de la pobreza
e ignominia de Cristo! 
¡Oh Alejo bendito! 
que en la flor de tu juventud, 
por obedecer a la inspiración del Señor, 
dejaste a tu esposa y saliste como otro
Abraham de la casa de tus padres, 
y habiendo repartido lo que llevabas 
con los pobres, 
viviste como pobre y mendigo tantos años 
desconocido y menospreciado entre los hombres. 
Tú fuiste muy regalado y favorecido de la Virgen María 
nuestra Reina y señora, 
y huyendo de las alabanzas de los hombres, 
volviste por instinto de Dios 
a la casa de tus padres 
que por su voluntad habías dejado, 
para darnos ejemplo de humildad, 
de paciencia, de sufrimiento y constancia, 
y para triunfar de tí 
y del mundo con un género de victoria tan nuevo y tan glorioso.

Pues, ¡oh santo bienaventurado! 
rico y pobre, noble y humilde, 
casado y puro, llorado de tus padres, 
denostado de tus criados, 
desestimado de los hombres 
y honrado de los ángeles, 
abatido en el suelo 
y sublimado en el cielo, 
yo te suplico, 
Alejo dulcísimo, 
que por tus merecimientos y oraciones 
yo alcance del Señor 
la virtud de la perfecta castidad, 
de obediencia, de menosprecio de todas las cosas transitorias, 
y gracia para vivir como hombre peregrino de su patria, 
y desconocido y muerto al mundo. Amén.

11:49 p.m.

Mártir

Martirologio Romano: En Anastasiópolis, de Galacia, en la moderna Turquía, san Antíoco, mártir, hermano de san Platón. ( s. III/IV)

Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma: el Papa.

Su pasión indica que Antioco el médico, –oriundo de la ciudad de Sebaste, y hermano del mártir san Platón–, mientras que estaba atendiendo a enfermos de Galacia y Capadocia, fue detenido –por ser cristiano– por el prefecto Adriano. Antioco soportó diversos tormentos: fue sumergido en una olla de agua hirviente, lanzado a las ferias, pero siempre salía airoso de estas pruebas, mientras que sus oraciones hacían que los ídolos se rompieran. Por último, se lo decapitó, y de su cuello brotó sangre y leche. A la vista de este milagro, Ciriaco, uno de los testigos, se profesó cristiano e inmediatamente fue también decapitado.

Esta historia repite detalles contenidos en otras historias sin darnos detalles particulares sobre los hechos. Pero, sin embargo, es evidente lo antiguo de la devoción a este mártir, constando ya su nombre en el Sinaxario Constantinopolitano.

La pasión del san Platón, el hermano de Antíoco, testifica que su martirio tuvo lugar por orden de Maximiano; Ciriaco, y Antíoco, fueron probablemente víctimas de la persecución de Diocleciano. En cuanto a la ciudad de origen, todos los textos existentes nos indican que Antíoco nació en Sebaste; entre las siete ciudades con aquel nombre en esos tiempos está Ancira –llamada Sebaste Tectosagi en la época imperial–, cuna de san Platón, y por ello considerada también la cuna de nuestro santo de hoy.

Por último, en cuanto a su culto tenemos un testimonio del siglo VI: la vida de San Teodoro Siceota relata un milagro ocurrido el 16 de julio, mientras san Teodoro celebraba la solemne liturgia en honor de Antioco, en la iglesia a el dedicada. Esta información nos permite ratificar el 16 de julio como la fecha más antigua de entre aquellas en que se recordaba a este santo en el Martirologio Romano y el Sinaxario Bizantino. Además, el testimonio de la existencia de una iglesia dedicada a San Antíoco en la ciudad de san Teodoro –es decir la ciudad de Dara, una ciudad de Mesopotamia que en el 507 se llamaba Anastasiópolis– nos permite suponer que fue en este lugar donde ocurrió el martiro.

responsable de la traducción: Xavier Villalta


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11:49 p.m.

Por: P. Felipe Santos |

Abadesa

Etimológicamente significa “prudente consejera”, Viene de la lengua alemana.

Alguien, muy amante de la vida y profundamente creyente, decía a menudo:"Me alegro de cada instante que vivo".

Se le veía siempre con el rostro alegre repitiendo en su oración personal estas palabras: Jesús, mi alegría, mi esperanza y mi vida.

Un creyente que vive en esta dimensión, todo lo relativiza y sabe darle importancia cada día a lo que es fundamental.

Elvira celebra su santo en el mismo día que la Virgen del Carmen, devoción tan arraigada en España y en el mundo entero.

Elvira consagró su vida al Señor mediante los tres lazos imperecederos de la virginidad, la pobreza y la obediencia en el monasterio.

Su virtud resplandecía entre todas su hermanas. Por eso, apenas tuvieron ocasión, la eligieron abadesa o superiora del monasterio.

Fue una alegría para todas. Supo dirigir el monasterio con tanta prudencia, amabilidad y buen consejo, que las monjas y cuantas personas la trataban quedaban encantadas ante el atractivo de su santidad y la delicia de sus corazón virgen.

El monasterio en el que surgió su apostolado, brilló por sus dotes de atención a los pobres y sus cualidades para gobernarlo según las reglas.

El monasterio se llama D´Ohren, ya que está situado a la vera de la Renania alemana, fue construido en el siglo VII por Dagoberto I de Austrasia y San Modoaldo.

Todo esto sucedió en el siglo XII.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com

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11:49 p.m.
Martirologio Romano:Frente a Rochefort, en la costa de Francia, beatos Nicolás Savouret, de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales, y Claudio Béguignot, cartujo, presbíteros y mártires, que durante la Revolución Francesa, por odio al sacerdocio, fueron encerrados en una nave convertida en cárcel, en la que enfermaron y murieron (1794).

Etimológicamente: Claudio = Aquel que camina con dificultad, es de origen latino.

(1736-1794)

Profesó en la cartuja de Bourgfontaine, el 15 de agosto de 1760. Sabemos muy poco de su vida en la Cartuja; sin embargo, después de la supresión de su Casa, rehusó prestar juramento y se escondió en la Cartuja de Ruán como «huésped», o sea, como miembro de aquella Comunidad de la que no era profeso, según consta en el Capítulo General de 1782. En 1791 se dispersó esa Comunidad, siendo arrestado en la casa de un particular en abril de 1793, y deportado el 6 de marzo del año siguiente en que le llevaron a Rockefort, donde tras ser objeto de un cacheo fue embarcado en el buque «Les Deux-Associés» (Los dos socios).

Más tarde, otro cartujo y compañero en la prueba, llamado Labiche de Reignefort, ofreció de él el siguiente testimonio: «Este santo religioso falleció en el gran hospital, durante mi permanencia en él. Después de haber pasado santamente la mayor parte de su vida en la contemplación y en la práctica de todas las virtudes propias del claustro, la terminó aún más santamente en la profesión de la fe, en medio de las obras penosas de su ministerio sacerdotal, como confesor. Casi todos los enfermos acudían a él, aunque Don Claudio estuviera tan enfermo como ellos. Tantos trabajos terminaron por enardecer su sangre. A esto se añadió el empeoramiento de una llaga que se había hecho en una pierna, y en tal forma que le ocasionó la muerte. Falleció como había vivido; con las señales de un verdadero predestinado, en el mes de julio de 1794. Con solo ver a este hombre de Dios, se sentía uno atraído por el amor a la penitencia. Llevaba la mortificación de Jesucristo en todo su cuerpo. Nunca se hubiera uno cansado de oírle hablar de Dios, tal era la unción conque lo hacía. . . Los rasgos de su rostro tenían algo de parecido con los que los artistas acostumbran a representar a San José Benito Labre. Esta es la razón por la que habíamos dado ese mismo nombre a este gran siervo de Dios». Don Claudio de Beguignot falleció el 16 de julio de 1794, a la edad de 58 años. Siendo sepultado en la isla de Aix.

El archivo pdf del libro sobre SANTOS Y BEATOS DE LA CARTUJA, lo pueden encontrar en: blog.juanmayo.net

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NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN


Patrona de los marineros





Memoria de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, monte en el que Elías consiguió que el pueblo de Israel volviese a dar culto al Dios vivo y en el que, más tarde, algunos, buscando la soledad, se retiraron para hacer vida eremítica, dando origen con el correr del tiempo a una orden religiosa de vida contemplativa, que tiene como patrona y protectora a la Madre de Dios.

Desde los antiguos ermitaños que se establecieron en el Monte Carmelo, Los Carmelitas han sido conocidos por su profunda devoción a la Santísima Virgen. Ellos interpretaron la nube de la visión de Elías (1 Reyes 18, 44) como un símbolo de la Virgen María Inmaculada. Ya en el siglo XIII, cinco siglos antes de la proclamación del dogma, el misal Carmelita contenía una Misa para la Inmaculada Concepción.

En las palabras de Benedicto XVI, 15,VII,06: 

"El Carmelo, alto promontorio que se yergue en la costa oriental del Mar Mediterráneo, a la altura de Galilea, tiene en sus faldas numerosas grutas naturales, predilectas de los eremitas. El más célebre de estos hombres de Dios fue el gran profeta Elías, quien en el siglo IX antes de Cristo defendió valientemente de la contaminación de los cultos idolátricos la pureza de la fe en el Dios único y verdadero. Inspirándose en la figura de Elías, surgió al Orden contemplativa de los «Carmelitas», familia religiosa que cuenta entre sus miembros con grandes santos, como Teresa de Ávila, Juan de la Cruz, Teresa del Niño Jesús y Teresa Benedicta de la Cruz (en el siglo, Edith Stein). Los Carmelitas han difundido en el pueblo cristiano la devoción a la Santísima Virgen del Monte Carmelo, señalándola como modelo de oración, de contemplación y de dedicación a Dios. María, en efecto, antes y de modo insuperable, creyó y experimentó que Jesús, Verbo encarnado, es el culmen, la cumbre del encuentro del hombre con Dios. Acogiendo plenamente la Palabra, «llegó felizmente a la santa montaña» (Oración de la colecta de la Memoria), y vive para siempre, en alma y cuerpo, con el Señor. A la Reina del Monte Carmelo deseo hoy confiar todas las comunidades de vida contemplativa esparcidas por el mundo, de manera especial las de la Orden Carmelitana, entre las que recuerdo el monasterio de Quart, no muy lejano de aquí [Valle de Aosta]. Que María ayude a cada cristiano a encontrar a Dios en el silencio de la oración. 

La estrella del Mar y los Carmelitas

Los marineros, antes de la edad de la electrónica, dependían de las estrellas para marcar su rumbo en el inmenso océano. De aquí la analogía con La Virgen María quien como, estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo.

Por la invasión de los sarracenos, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar el Monte Carmelo. Una antigua tradición nos dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar. Por ese bello nombre conocían también a la Virgen porque el Monte Carmelo se alza como una estrella junto al mar.

Los Carmelitas y la devoción a la Virgen del Carmen se difunden por el mundo

La Virgen Inmaculada, Estrella del Mar, es la Virgen del Carmen, es decir a la que desde tiempos remotos se venera en el Carmelo. Ella acompañó a los Carmelitas a medida que la orden se propagó por el mundo. A los Carmelitas se les conoce por su devoción a la Madre de Dios, ya que en ella ven el cumplimiento del ideal de Elías. Incluso se le llamó: "Los hermanos de Nuestra Señora del Monte Carmelo". En su profesión religiosa se consagraban a Dios y a María, y tomaban el hábito en honor ella, como un recordatorio de que sus vidas le pertenecían a ella, y por ella, a Cristo.

La devoción a la Virgen del Carmen se propagó particularmente en los lugares donde los carmelitas se establecieron. 

España

Entre los lugares en que se venera en España la Virgen de España como patrona está Beniaján, Murcia. Vea ahí mas imágenes.

América

Es patrona de Chile; en el Ecuador es reina de la región de Cuenca y del Azuay, recibiendo la coronación pontificia el 16 de Julio del 2002. En la iglesia del monasterio de la Asunción en Cuenca se venera hace más de 300 años. Es además venerada por muchos en todo el continente.

11:49 p.m.

Laico

Martirologio Romano:En Montcallier, pueblo del Piamonte, beato Bernardo, marqués de Baden, que cuando se dirigía a Oriente para defender a los cristianos, ya que Constantinopla había sido conquistada por los enemigos, le sorprendió la muerte (1458).

Etimológicamente: Bernardo = Aquel que es valiente y batallador, es de origen germánico.

Moncalieri, ciudad medieval a poca distancia de Turín es quizás lo única en Italia a tener como patrón a un príncipe alemán. Bernardo hijo del margravio de Baden Giacomo V y Catalina de Lotaringia, nació hacia el 1428; Baden es una región histórica de la Alemania sur-occidental correspondiente a la Selva Negra y cuyo centro más importante, es hoy Baden Baden; el margravio en la Edad Media, era un título equivalente a aquel de marqués, dado a los súbditos alemanes, a los que les era confiada la defensa de las tierras fronterizas.

De Bernardo se tienen poca información sobre su vida, fue educado en la corte de Francia y encaminado a la carrera militar por Francesco Sforza (1401-1466). En 1447 al servicio de la República Ambrosiana, participó en la defensa de Milán durante la invasión de los venecianos.

Se sabe que estuvo comprometido matrimonialmente con Magdalena, hija de Carlo VII de Francia, pero parece que la boda nunca se celebró. Posteriormente dejó la vida militar para seguir la carrera diplomática, más apta a su pacífica personalidad, dentro de este campo desarrolló su actividad al servicio del emperador Federico III, renunciando para ello al trono de Baden, título al que era heredero después de la muerte del padre; dejando la regencia a su hermano Carlos, para así dedicarse a cumplir misiones de paz entre numerosos principados Europeos.

Cayó enfermo, y decide emprender el viaje para regresar a Baden atravesando el Piamonte, pero le llega a Moncalieri muere el 15 de julio de 1458 pese a los cuidados que recibió de los frailes franciscanos que lo hospedaron; posiblemente la causa de la muerte de este joven príncipe de 30 años, no fue la peste, sino las consecuencias del debilitamiento físico, después de que haber superado la fase aguda de aquella enfermedad, de haber estado contagiado no habría emprendido el viaje, lo que hubiese extendido la epidemia en otros lugares e incluso contagiado a sus acompañadores.

Durante los solemnes funerales las virtudes de mensajero y operador de paz fueron exaltados, y ocurrió un primer milagro, con la curación inmediata de un moncalierese, enfermo gravemente en sus extrmidades inferiores.

Fue enterrado en la iglesia de Santa María de la Scala y sobre su sepulcro siguieron sucediendo numerosos milagros, que hicieron extender la veneración y el culto de beato en varias regiones de Europa.

El Papa Clemente XIV el 16 de septiembre de 1769 confirmó su culto, declarándolo patrón del Ducado de Baden, de la diócesis de Friburgo, de la ciudad de Moncalieri y de la de Vic en la diócesis de Nancy en Francia.

Generalmente es representado vestido con la armadura, apoyado a un asta, en cuyo extremo hay una cruz o un estandarte. Moncalieri, en los días anteriores el 15 de julio, día de su celebración litúrgica, brinda toda una serie de manifestaciones religiosas, costumbres folcloricas, conmemorativas, con la procesión de la urna de plata que contienen las reliquias del beato Bernardo II margravio de Baden y su patrón

responsable de la traducción: Xavier Villalta


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11:49 p.m.

Por: . | Fuente: www.clairval.com

Virgen y Fundadora

Martirologio Romano: En París, capital de Francia, beata Ana María Javouhey, virgen, fundadora de la Congregación de las Hermanas de San José de Cluny, que se dedican al cuidado de enfermos y a la instrucción cristiana de las niñas, Congregación que la beata consiguió implantar también en tierras de misión ( 1851).

Fecha de beatificación: 15 de octubre de 1950 por S.S. Pío XII.

Breve Biografía


El 10 de diciembre de 1779, ve la luz en Jallenge, cerca de Dijon (Francia), una pequeña de nombre Ana María, quinta de una familia de diez hermanos. Ana María, a la que todos llaman Nanette, tiene siete años cuando la familia se instala en Chamblanc, en el mismo cantón. Se trata de una niña jovial, radiante y llena de vida, siempre proclive a las inventivas y a las réplicas. A la edad de diez años, y a pesar de las reticencias de su padre, que la considera demasiado traviesa, toma la primera comunión. «A partir de aquel día –confesará–, me consideré como consagrada a Dios y a sus obras».

En 1791, en plena Revolución Francesa, el párroco Rapin prefiere exiliarse antes que prestar juramento al cisma exigido al clero; es substituido por un sacerdote juramentado. Nanette, a espaldas de sus padres, asiste a veces a su misa. «Me consideraba más culta que los otros» – dirá más tarde. Una noche, un sacerdote no juramentado llama a la puerta: «Me han requerido para asistir a un enfermo y no conozco el camino». Nanette, intrépida, se ofrece a acompañarlo. De camino, el sacerdote le explica la necesidad de permanecer fieles a la Iglesia de Roma. A partir de ese momento, y en colaboración con su familia, organiza ceremonias clandestinas y esconde a sacerdotes acosados por los revolucionarios. En cuanto se apacigua la tormenta, Nanette recorre los pueblos y, a golpe de tambor, reúne a la juventud para enseñarles el catecismo. Ella misma dirá: « No hubiera querido apenar a mis padres, ni desobedecerles, pero no podía resistirme a Dios, ya que me concedía grandes facultades para enseñar a las pobres jóvenes y a los adultos ignorantes a conocerlo». Un día, recibe de Dios una misión muy precisa: «El Señor me hizo saber de manera extraordinaria, pero segura, que me llamaba al estado que he abrazado para instruir a los pobres y dar educación a los huérfanos –afirmará más tarde.

Los hijos que Dios te da

La actitud de Nanette, que piensa más en rezar y catequizar que en el trabajo de la granja, alarma y enfada a su padre; pero la joven consigue ganárselo para la causa y, el 11 de noviembre de 1798, durante la misa, se consagra oficialmente a Dios en presencia de la familia. En 1800, aconsejada por el padre Rapin, que ha regresado al pueblo, Nanette se dirige a Besançon, donde Jeanne-Antide Thouret acaba de fundar una pequeña comunidad de mujeres dedicadas a la caridad y a la educación de los niños. Sin embargo, la duda invade muy pronto su alma. «Señor, ¿que quieres de mí? –exclama una noche. Una voz interior muy lúcida le responde que Dios tiene grandes designios para ella. Unos días después, al despertar, cree ver a su alrededor muchos negros, unos completamente negros y otros de color más o menos oscuro. Simultáneamente, parece oír estas palabras: «Son los hijos que Dios te da. Soy santa Teresa; seré la protectora de tu orden». Así pues, decide regresar con sus padres.

Después de entregarse a la instrucción de los niños, primero en la localidad de Seurre y luego en Dole, Ana María se une a las monjas trapenses, en Suiza. Pero una voz le dice en el fondo de su corazón: «No has sido llamada a entrar en la Trapa, sino a fundar una congregación en pro de los negros». Los pocos meses que ha permanecido en el convento le han permitido recibir una formación sólida en la vida religiosa. Tras dos nuevas tentativas de escuelas en la región del Jura, Ana María regresa a casa de su padre para establecer su obra educativa. En abril de 1805, después de la coronación de Napoleón como emperador, el Papa Pío VII pasa por Châlon-sur-Saône (región de Champaña). Ana María y sus hermanas gozan del favor de una audiencia privada. La joven expone al Santo Padre sus proyectos: «Ánimo, hija mía –le responde el Vicario de Cristo–, Dios obrará a través de ti muchas cosas para gloria suya».

Aconsejada por su obispo, Ana María se establece en Châlon-sur-Saône. Sus cualidades de pedagoga le hacen comprender que hay que desarrollar las capacidades prácticas de las pequeñas. Enseña a las niñas a leer, escribir y contar, pero también a coser, tejer, planchar e hilar. Ana María tiene la idea de poner la capilla de su escuela bajo el patrocinio de san Bernardo o de santa Teresa. Pero el sacerdote, que se llama José, le sugiere invocar más bien la protección del esposo de la Virgen María. Así pues, se adopta el nombre de san José, pasando de la capilla a la pequeña comunidad de educadoras que ha fundado. El 12 de mayo de 1807, Ana María, sus tres hermanas y otras cinco jóvenes, reciben el hábito religioso y profesan sus votos de manos del obispo de Autun. Este último sugiere a la superiora que se establezca en la ciudad episcopal. La madre Ana María consigue que una parte del antiguo seminario mayor se ponga a su disposición. A finales de 1810, con motivo de la guerra en España, convoyes de enfermos y heridos llegan a Autun, por lo que las monjas se convierten en enfermeras. Un día del mes de enero de 1812, la madre Ana María descubre en un anuncio que está en venta el antiguo convento de los recoletos, en Cluny. Recurre entonces a su padre, que se deja convencer y adquiere la propiedad; allí se instalan las monjas, convirtiéndose en la «Congregación de San José de Cluny».

La madre se sobresalta

Con no pocas dificultades, la madre Ana María consigue abrir una escuela en París. El intendente de la isla Borbón (isla de la Reunión) le hace una visita y le solicita algunas monjas para la isla, añadiendo que se halla poblada «de blancos, mulatos y negros». Ante esas palabras, la madre se sobresalta, recordando la profecía de Besançon. Poco después, el ministro del Interior le pide también monjas para las posesiones de Francia en ultramar. Sus perspectivas misioneras le llevan a aceptarlo todo. El 10 de enero de 1817, cuatro monjas parten para la isla Borbón. A principios de 1819, un contingente de siete religiosas se embarca para Senegal. Pero en este último lugar, el hospital que se les asigna se encuentra en un estado lamentable, la ciudad no tiene iglesia, la evangelización apenas se ha iniciado« Las monjas se desaniman enseguida.

La propia madre Ana María parte a Senegal en 1822. Unas semanas después de su llegada, escribe: «Las dificultades son incalculables; sólo el amor puro de Dios puede hacer que aguantemos sin desanimarnos« Ahora que estoy de vuelta de muchas sorpresas y que veo las cosas desde más cerca, tengo la impresión de que podemos hacer un gran bien en África». Persuadida de que los negros se sienten inclinados por naturaleza hacia la religión, afirma: «Solamente la religión puede proporcionar a este pueblo principios, conocimientos sólidos y sin peligro, porque sus leyes y dogmas no sólo reforman los vicios groseros y externos, sino que son capaces de cambiar el corazón« Dad solemnidad a la religión; que la pompa del culto les atraiga y que el respeto les retenga, y enseguida habréis cambiado la faz del país». Por otra parte, ella se percata de que África posee vocación agrícola. A finales de 1823, establece una granja-escuela en Dagana, lo que le permite entablar relaciones con la población. Su reputación se extiende, de manera que pronto la llaman de Gambia y, después, de Sierra Leona, donde se hace cargo de los hospitales. Sin embargo, le llegan cartas desde Francia suplicándole que regrese. En febrero de 1824, retorna a la metrópoli tras haber sentado las bases de una obra perseverante para la civilización y la cristianización de África. Su principal objetivo es la formación de un clero africano, una verdadera necesidad para la empresa misionera. Para ello funda en Bailleul (en el departamento de Oise, cerca de París) una casa de formación para jóvenes africanos.

El auxilio del buen ejemplo

En 1827, el ministro de 7 la Marina se dirige a la madre Ana María para pedirle ayuda en favor de la Guayana, donde los colonos franceses han padecido numerosos fracasos. La madre acepta el ofrecimiento, pero pone ciertas condiciones, relacionadas con la vida cristiana de los colonos y de los indígenas. En agosto de 1828, llega a la Guayana con apenas un centenar de personas, instalándose en Mana. Cuatro meses más tarde, la madre escribe: «Todo funciona con paso firme hacia la armonía: los trabajos avanzan, los cultivos crecen a ojos vistas, la religión se asienta en el corazón de quienes sólo tenían de ella una visión superficial, y todo ello con el auxilio del buen ejemplo« Hemos traído quince obreros bien elegidos para los oficios más útiles« Junto a las hermanas, me dedico a escardar y a plantar alubias y mandioca; también siembro arroz, maíz, etc., entonando cánticos y contando historias, pero lamentando que nuestras pobres hermanas de Francia no puedan compartir nuestra felicidad». No obstante, los éxitos generados por el duro trabajo de la madre provocan la envidia de algunos colonos de Cayenne.

En Francia, la revolución de julio de 1830 trae como consecuencia profundas transformaciones políticas poco favorables a la religión católica, disminuyendo por ello el apoyo económico del gobierno a las obras de la madre Ana María. Sin embargo, ella prosigue su trabajo, de forma que sus centros resisten las dificultades. En 1833, funda incluso una leprosería cerca de Mana. De regreso a Francia, la madre Javouhey visita sus casas, siendo consciente de las lagunas de su congregación, como ella misma escribe: «Nuestra congregación es muy joven y necesita ya una gran reforma« Necesitamos adquirir el espíritu interior y de oración. Con ese doble espíritu, no existe peligro en ninguna parte». A partir de 1829, la diócesis de Autun es gobernada por monseñor d´Héricourt, prelado lleno de entusiasmo que desea sacar el mayor provecho del trabajo de las monjas. Con ese objetivo, querría poder tener vara alta sobre la congregación, revisando los estatutos aprobados en 1827 por su predecesor y por el rey Carlos X.

A finales de abril de 1835, monseñor d´Héricourt impone a la madre Ana María unos nuevos estatutos que trastocan de arriba abajo los antiguos y, según los cuales, se convierte en el superior general de las hermanas. Ante el rechazo por parte de ella, el prelado insiste, pero después ordena. Al no disponer ni del consejo de sus hermanas ni del tiempo necesario para sopesar la cuestión, la madre Ana María acaba firmando los nuevos estatutos. Al salir de aquella entrevista, un lancinante remordimiento se deposita en su alma: ha firmado demasiado de prisa, sin el acuerdo del capítulo general ni de los demás obispos afectados por los cambios. Aconsejada entonces por personas autorizadas, reconoce que su firma le ha sido arrebatada, que no ha sido concedida libremente y que no tiene valor alguno. Así pues, escribe al obispo comunicándole que se acogerá a los estatutos de 1827.

Preparar la emancipación

Por la misma época, los miembros del gobierno discuten sobre la emancipación de los esclavos. Es una medida que exige una preparación adecuada. En el informe de una comisión interministerial, puede leerse: «La señora Javouhey ha demostrado, en la dirección de ese centro de Mana, un gran espíritu de orden y una perseverancia a toda prueba. Por tanto, conviene confiar la tarea de acometer la emancipación de los esclavos a las Hermanas de San José de Cluny». Sin embargo, no todas las opiniones van en el mismo sentido, y el Consejo de la Guayana, dominado por los colonos envidiosos del éxito de la madre, se opone violentamente a ese proyecto. No obstante, el 18 de septiembre de 1835, una orden ministerial le confía oficialmente esa misión. El propio rey Luis Felipe recibe varias veces a la madre, poniendo a punto con ella el plan relativo a la emancipación de los negros.

En nuestros días, ante la presencia de formas modernas de esclavitud (trata de mujeres y de niños, condiciones laborales que reducen a los trabajadores a la categoría de simples instrumentos de rendimiento, prostitución, droga, etc.), la Iglesia recuerda la dignidad de la persona humana: «El séptimo mandamiento proscribe los actos o empresas que, por una u otra razón, egoísta o ideológica, mercantil o totalitaria, conducen a esclavizar seres humanos, a menospreciar su dignidad personal, a comprarlos, a venderlos y a cambiarlos como mercancía. Es un pecado contra la dignidad de las personas y sus derechos fundamentales reducirlos por la violencia a la condición de objeto de consumo o a una fuente de beneficio» (Catecismo de la Iglesia Católica, CEC, 2414).

Tras su llegada a la Guayana en febrero de 1836, la madre Ana María se hace cargo de unos quinientos esclavos negros arrebatados a los negreros. Su pedagogía no consiste de ningún modo en recurrir a la fuerza, sino en educar mediante la dulzura, la paciencia y la persuasión. Ella misma escribirá: «Me instalé como una madre en medio de su numerosa familia». Esa actitud es todavía si cabe más audaz, por cuanto, entre los negros que acoge, hay algunos que son temibles. Pero su fe se basa en la propia virtud del cristianismo, que es capaz de producir grandes efectos civilizadores. Por añadidura, la madre sabe que cuenta con su prestigio personal; su sola presencia basta para apaciguar los conflictos. De hecho, son pocos los casos en los que debe intervenir. Su labor consiste en cuidar la educación cristiana, preocupándose especialmente de los matrimonios, pues tiene la intención de fundar su obra civilizadora en la familia. Cada familia tiene su cabaña, limpia y bien equipada, y el conjunto forma un hermoso pueblo provisto de una iglesia. Todo ello se consigue con no pocas dificultades, sinsabores e incidentes dolorosos. A pesar de todo, y después de dos años, cierto espíritu de orden y de sobriedad reina en Mana. El 21 de mayo de 1838, la madre Javouhey preside la emancipación de ciento ochenta y cinco esclavos.

¡La época más feliz!

No obstante, la oposición del obispo de Autun la persigue hasta la Guayana. El 16 de abril de 1842, la fundadora escribe que el obispo de Autun «ha prohibido al prefecto apostólico que me administre los sacramentos, a menos que lo reconozca como superior general de la congregación« Se lo perdono de todo corazón por el amor de Dios». El sufrimiento que genera esa situación, que durará dos años, es intenso. Ello se agrava con la circulación de libelos infamatorios contra la madre. En los momentos en que sus hermanas se acercan a la Santa Mesa cuando a ella se le priva de ello, las lágrimas le fluyen abundantemente. Un día, se dirige a la Guayana holandesa, esperando poder comulgar, pero el prefecto apostólico de ese territorio ha sido informado de que «esa mujer, o bien nunca ha tenido fe o la ha perdido totalmente», y la comunión le es negada igualmente. La madre dirá más tarde: «Aquella época de tribulación fue para mí la más feliz de mi vida. Al verme, por así decirlo, excomulgada, ya que todo sacerdote tenía prohibido absolverme, iba a pasearme por los grandes bosques vírgenes de Mana, y allí le hablaba al Señor: «Solamente te tengo a ti, Señor, por lo que acudo a echarme en tus brazos y a rogarte que no abandones a tu hija«». Eran tantos los consuelos espirituales que experimentaba que, a menudo, me veía en la obligación de exclamar: «¡Oh, Dios mío! Ten misericordia de mi debilidad; no me prodigues tantos favores, pues esta pobre servidora no tendrá fuerzas para soportarlos». ¡Oh! Cuántas veces he experimentado lo bueno que es Dios con los que sólo se encomiendan a Él, que nunca somos desgraciados cuando tenemos a Dios, cualesquiera que sean las tribulaciones que nos asalten».

Consciente de su influencia personal en la buena marcha de Mana, la madre Ana María empieza a preocuparse de los días en que ya no esté. Planea reunir en un centro específico a los niños negros de la Guayana de entre cinco y quince años de edad, para educarlos cristianamente. Ya adultos y emancipados, podrían desperdigarse por todo el país y propagar una mentalidad sana. Pero el gobierno, al que pide una subvención para ese proyecto, rechaza participar en sus planes. El 18 de mayo de 1843, la madre se embarca de regreso a Francia. Aquella partida aflige a todo el mundo. Nada más llegar, obtiene de los obispos que la conocen bien el permiso para recibir los sacramentos. Después, visita a todas sus hijas, que la reciben con agasajo. Ella las exhorta al silencio interior y a la paz del alma, que permiten descubrir el designio de Dios en cada uno, y les enseña a evitar toda precipitación: evitemos –les dice– «ir más deprisa que la Providencia, que quiere ser secundada y no adelantada« La experiencia me ha enseñado que la obra de Dios se realiza lentamente».

Sin embargo, el obispo de Autun sigue obstinado en su idea de ser reconocido como superior de la congregación. Para ello intenta influir en las novicias de Cluny, nombrando a un capellán que se dedique a desviarlas de sus superioras «rebeldes» contra el obispo. El 28 de agosto de 1845, la madre Javouhey se desplaza a Cluny, donde, tras hablar con gran serenidad a sus hijas, concluye de este modo: «Hijas mías, os dicen que seguirme es pecado; yo os digo que no es pecado seguir al obispo de Autun. Sois libres de elegir. Ya conocéis la situación; hay muchos obispos que tienen de nosotras una opinión diferente de la del obispo de Autun y que os acogerán con alegría. Todas las que quieran permanecer en la congregación, que me sigan hasta París». De entre las ochenta jóvenes, solamente siete rehúsan seguirla. El obispo de Beauvais, gran admirador de la madre, aborda entonces el asunto con resolución. Poco a poco, monseñor d´Héricourt queda aislado en su posición contra las hermanas, dándose cuenta finalmente de que había juzgado mal a la madre y de que se había abierto un abismo de incomprensión en su alma. El 15 de enero de 1846, se firma por fin un acuerdo entre él y la madre.

«¡Dejadla pasar!»

Durante aquel doloroso asunto, la madre Ana María ha continuado su labor apostólica con numerosas fundaciones, tanto en Francia como en Oceanía, en Madagascar, en la India y en las Antillas británicas. Cuando estalla la revolución de 1848, se encuentra cerca de París. Debe volver enseguida a esa ciudad en agitación, y necesita franquear las barricadas. Cuando los obreros rebeldes, cuyas miserias había aliviado con frecuencia en los «Talleres Nacionales», la ven llegar, exclaman: «¡Es la madre Javouhey! ¡Es la superiora Javouhey! ¡Dejadla pasar!». El nuevo gobierno decreta inmediatamente la emancipación total de los negros. Así pues, la obra de preparación metódica y prudente hacia la libertad se convierte en caduca, pero la madre se adapta a la situación a fin de poder continuar con la labor de civilización y de evangelización de los antiguos esclavos. En Mana, la noticia de la abolición de la esclavitud es recibida con apacible alegría, en contraste con las escenas de violencia que acontecen en otros lugares. La población negra sigue siendo laboriosa y sedentaria, y muy apegada a la religión que la madre les ha enseñado.

A principios de 1851, la salud de la madre Ana María decae y, en el mes de mayo, con motivo de una visita a la casa de Senlis, debe permanecer en cama. El 8 de julio, se entera de la defunción del obispo de Autun. Unos días después, el 15, afirma al respecto: «Debemos considerar a monseñor como a uno de nuestros bienhechores. Dios se sirvió de él para enviarnos la tribulación, en un momento en que, a nuestro alrededor, sólo escuchábamos alabanzas. Resultaba necesario, porque, con el éxito que estaba alcanzando nuestra congregación, habríamos podido creernos importantes si no hubiéramos sufrido esas penalidades y contradicciones». Poco después de pronunciar esas palabras, entrega su alma a Dios. En aquel momento, su congregación contaba con unas 1.200 religiosas, dedicadas a buscar en todo la voluntad de Dios mediante la enseñanza, las obras hospitalarias y misioneras.

Pidamos a la beata Ana María Javouhey, beatificada por el Papa Pío XII el 15 de octubre de 1950, que nos conceda la liberación de la peor de las esclavitudes, la del pecado; en efecto, pues Jesús vino «a liberar a los hombres de la esclavitud más grave, la del pecado, que es el obstáculo en su vocación de hijos de Dios y causa de todas sus servidumbres humanas» (CEC, 549). Que nos haga partícipes de su espíritu de dedicación, de caridad y de simplicidad, para que podamos alcanzar la verdadera libertad de los hijos de Dios.

Reproducido con autorización expresa de Abadía San José de Clairval


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11:49 p.m.

Laico

Martirologio Romano: En Kiev, ciudad de Rusia (ahora en Ucrania), san Vladimir, príncipe, quien al ser bautizado recibió el nombre de Basilio, y se preocupó de propagar la fe ortodoxa en los pueblos que gobernaba ( 1015).

Etimológicamente: Vladimir = Señor del mundo, es de origen eslavo.
Etimológicamente: Bailio = Aquel que es rey, es de origen griego.

Breve Biografía


San Vladímir Sviatoslávich el Grande (958 — 1015) fue el gran príncipe de Kiev que se convirtió al Cristianismo en 988, e inició el Bautismo de la Rus de Kiev. Era hijo del príncipe Sviatoslav I.

De acuerdo a la Crónica Primaria, la crónica más temprana de la Rus de Kiev, su nombre real fue Volodímer o en moderno ruso Vladímir.

Ya como regente del principado, Vladímir continuó expandiendo sus territorios. En el año 981 conquistó numerosas ciudades ubicadas en lo que hoy es Galicia ucraniana; en el año 983 tomó control de la zona que se encuentra entre Lituania y Polonia, además de construir muchas fortalezas y colonias alrededor de su reino.

A pesar de que el cristianismo había ganado muchos adeptos, Vladímir permaneció como pagano, llegando a tener hasta 800 concubinas y numerosas esposas, erigiendo estatuas y templos paganos. Sin embargo, por consejo de sus allegados, Vladímir envió a varios emisarios a estudiar las religiones de varios de los países vecinos que le habían pedido que se uniera a sus respectivas religiones. Finalmente se convirtió al cristianismo, debido a lo maravillados que quedaron sus emisarios al llegar a Constantinopla y ver los festivales que la Iglesia Bizantina había preparado para ellos.

En el año 988, negoció la mano de la hermana del emperdor Basilio II, Anna. Fue la primera boda realizada entre una princesa griega y un bárbaro, para lo cual Vladímir fue bautizado antes de poder formalizar el matrimonio. El bautizo y el matrimonio le hicieron grandes cambios en su carácter.

A su regreso a Kiev, derribó todos los monumentos paganos y construyó numerosas iglesias.

Sin embargo, existe otra versión sobre la conversión de Vladímir al cristianismo. En el año 987, Bardas Sclerus y Bardas Phocas se revelaron contra el emperador Basilio II. Los dos rebeldes unieron fuerzas por un tiempo, pero poco después Bardas Phocas se autoproclamó emperador. Basilio pidió al Principado de Kiev ayuda, aunque en esa época se consideraban enemigos. Vladímir accedió a cambio de la mano de su hermana, y aceptó convertirse al cristianismo ortodoxo. Cuando los arreglos para la boda terminaron, Vladímir envió 6000 tropas al imperio bizantino y pusieron fin a la revuelta.

Después de su matrimonio con Anna, formó un gran consejo con sus más cercanos consejeros, además de sus 12 hijos. Murió en Berestovo, cerca de Kiev; su cuerpo fue desmembrado y distribuido ente sus numerosas fundaciones sagradas y venerado como reliquia. Una de las universidades de Kiev lleva el nombre del personaje que cristianizó y civilizó la Rus de Kiev; la Orden de San Vladímir se encuentra en Rusia y el Seminario Teológico Ortodoxo de San Vladímir en Estados Unidos. Su día se celebra el 15 de julio.
 

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5:10 p.m.
SAN BUENAVENTURA

OBISPO Y DOCTOR DE LA IGLESIA





Cardenal, Obispo de Albano General de los Frailes Menores Franciscanos



Martirologio Romano: Memoria de la inhumación de san Buenaventura, obispo de Albano y doctor de la Iglesia, celebérrimo por su doctrina, por la santidad de su vida y por las preclaras obras que realizó en favor de la Iglesia. Como ministro general rigió con gran prudencia la Orden de los Hermanos Menores, siendo siempre fiel al espíritu de san Francisco y en sus numerosos escritos unió suma erudición y piedad ardiente. Cuando estaba prestando un gran servicio al II Concilio Ecuménico de Lyon, mereció pasar a la visión beatífica de Dios (1274).Por lo que se refiere a sus primeros años, lo único que sabemos acerca de este ilustre hijo de san Francisco de Asís es que nació en Bagnorea, cerca de Viterbo, en Italia, probablemente en 1217, fue bautizado con el nombre de Giovanni (Juan) Fidanza y que sus padres fueron Juan Fidanza y María Ritella. Después de tomar el hábito en la orden seráfica, estudió en la Universidad de París, bajo la dirección del maestro inglés Alejandro de Hales. De 1248 a 1257, enseñó en esta universidad teología y Sagrada Escritura. A su genio penetrante unía un juicio muy equilibrado, que le permitía ir al fondo de las cuestiones y dejar de lado lo superfluo para discernir todo lo esencial y poner al descubierto los sofismas de las opiniones erróneas. El santo se distinguió en filosofía y teología escolásticas.

El santo no veía en sí más que faltas e imperfecciones y, por humildad, se abstenía algunas veces de recibir la comunión, por más que su alma ansiaba acercarse a la fuente de gracia. Pero un milagro de Dios permitió a San Buenaventura superar tales escrúpulos.

Durante los años que pasó en París, compuso una de sus obras más conocidas, el "Comentario sobre las Sentencias de Pedro Lombardo", que constituye una verdadera suma de teología escolástica. Guillermo de Saint Amour hizo en la obra titulada "Los peligros de los últimos tiempos" un ataque directo a San Buenaventura. Ataque que el santo contestó con un tratado sobre la pobreza evangélica, titulado "Sobre la pobreza de Cristo". En 1257, San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino recibieron juntos el título de doctores. San Buenaventura escribió un tratado "Sobre la vida de perfección", destinado a la Beata Isabel, hermana de San Luis de Francia y a las Clarisas Pobres del convento de Longchamps. Otras de sus principales obras son el "Soliloquio" y el tratado "Sobre el triple camino".

En 1257, Buenaventura fue elegido superior general de los frailes Menores. No había cumplido aún los 36 años y la orden estaba desgarrada por la división entre los que predicaban una severidad inflexible y los que pedían que se mitigase la regla original. El joven superior general escribió una carta a todos los provinciales para exigirles la perfecta observancia de la regla y la reforma de los relajados. El primero de los cinco capítulos generales que presidió San Buenaventura, se reunió en Narbona en 1260. Ahí presentó una serie de declaraciones de las reglas que fueron adoptadas y ejercieron gran influencia sobre la vida de la orden. San Buenaventura empezó a escribir la vida de San Francisco de Asís.

El santo gobernó la orden de San Francisco durante 17 años, y por eso se le llama el segundo fundador. En 1265, el Papa Clemente IV trató de nombrar a San Buenaventura arzobispo de York, a la muerte de Godofredo de Ludham , pero el santo consiguió disuadir de ello al Pontífice. Sin embargo, al año siguiente, el Beato Gregorio X le nombró cardenal obispo de Albano, ordenándole aceptar el cargo por obediencia. Se le encomendó la preparación de los temas que se iban a tratar en el Concilio ecuménico de Lyon, acerca de la unión de los griegos ortodoxos.

San Buenaventura se caracterizaba por la sencillez, la humildad y la caridad. Mereció el título de "Doctor Seráfico" por las virtudes angélicas que realzaban su saber. Fue canonizado en 1482 y declarado Doctor de la Iglesia en 1588.

11:49 p.m.

Por: Lamberto de Echeverría, Bernardino Llorca y José Luis Repetto Betes | Fuente: AÑO CRISTIANO Edición 2005

Mártir

Martirologio Romano: En la ciudad de Nangong, en la provincia china de Hebei, san Juan Wang Guixin, mártir, que en la persecución desencadenada por los Yihetuan prefirió morir por Cristo antes que manchar su pureza con una leve mentira. ( 1900)

Fecha de canonización: 1 de octubre de 2000, como parte de un grupo de 120 mártires de China, por San Juan Pablo II.

Breve Biografía


En 1900 en China estalló la rebelión conocida como "levantamiento de los boxers" y en China como el «Levantamiento Yihétuán», un movimiento contra la influencia comercial, política, religiosa y tecnológica foránea en China. Los principales afectados fueron los cristianos chinos, que siendo numerosos y sin mucas posibilidades de poder huir a ninguna parte fueron objeto de violaciones, torturas y asesinatos.

Juan Wang Guixin (Wang Koei-Tsu) era primo del mártir José Wang Kuiju que conmemoramos ayer. También casado y padre de familia, al saber los horrores que practicaban los boxers llevó su familia a la población de Chan-Kia-Tchoang, donde la dejó encomendada a la misericordia de Dios, y volvió a su pueblo junto con su hermano cuando en Nankong fue delatado a los boxers, que mataron allí a su hermano. Él pudo huir y llegó a Ceu-ly-pu, pero fue localizado y llevado ante el mandarín local, que intentó salvarlo y le propuso para ello que disimulara su religión. Pero como se negaba a nada que pudiera significar renegar de ella, hubo de ser entregado a los boxers. Lo sacaron fuera de la población mientras el mártir rezaba en voz alta, hasta que fue decapitado. Era el 14 de julio de 1900.

AÑO CRISTIANO Edición 2005
Autores: Lamberto de Echeverría (†), Bernardino Llorca (†) y José Luis Repetto Betes
Editorial: Biblioteca de Autores Católicos (BAC)
Tomo VII Julio ISBN 84-7914-763-6

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11:49 p.m.

Viuda

Martirologio Romano: En Verona, en los confines de la región de Venecia,Italia, santa Tuscana, que, muerto su esposo, distribuyó todos sus bienes entre los pobres y se dedicó incesantemente en la Orden de San Juan de Jerusalén al cuidado de los enfermos. ( 1343)

Breve Biografía


La santa viuda Tuscana, a pesar de que su nombre era en realidad veneciana; fue de Zevio, cerca de Verona, donde vio la luz a finales del siglo XIII. En 1310 contrajo matrimonio con el veronés Alberto Canoculi (es decir, "Ojos de perro"), con quien vivió castamente la relación matrimonial. Cuatro años más tarde Tuscana se mudó a Verona, donde vivió en una cabaña en la colina de San Zeno in Monte. Pudo así dedicarse por entero al cuidado de los pobres y abandonados, a quienes solía ayudar y visitar en sus humildes viviendas.

Enviudó en 1318, repartió entre los necesitados todas sus sus posesiones e ingresó en la Orden de San Juan de Jerusalén para el cuidado de los enfermos. Prestó servicio en el hospital que la orden tenía en Verona, estaba junto a la iglesia del Santo Sepulcro, donde con caridad cristiana y amabilidad se entregó por entero a los enfermos. Agotada pero feliz por el bien realizado, falleció en Verona el 14 de julio 1343.

Santa Tuscana está enterrada en la iglesia del Santo Sepulcro en Verona, en la «Puerta del Obispo», iglesia también conocida como de “Santa Tuscana”, allí acuden muchos devotos a solicitar su celestial intercesión. El edificio alberga también la delegación de la Soberana Orden de Malta.

responsable de la traducción: Xavier Villalta

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Hermanos Franciscanos

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