Ártículos Más Recientes

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NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN


Patrona de los marineros





Memoria de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, monte en el que Elías consiguió que el pueblo de Israel volviese a dar culto al Dios vivo y en el que, más tarde, algunos, buscando la soledad, se retiraron para hacer vida eremítica, dando origen con el correr del tiempo a una orden religiosa de vida contemplativa, que tiene como patrona y protectora a la Madre de Dios.

Desde los antiguos ermitaños que se establecieron en el Monte Carmelo, Los Carmelitas han sido conocidos por su profunda devoción a la Santísima Virgen. Ellos interpretaron la nube de la visión de Elías (1 Reyes 18, 44) como un símbolo de la Virgen María Inmaculada. Ya en el siglo XIII, cinco siglos antes de la proclamación del dogma, el misal Carmelita contenía una Misa para la Inmaculada Concepción.

En las palabras de Benedicto XVI, 15,VII,06: 

"El Carmelo, alto promontorio que se yergue en la costa oriental del Mar Mediterráneo, a la altura de Galilea, tiene en sus faldas numerosas grutas naturales, predilectas de los eremitas. El más célebre de estos hombres de Dios fue el gran profeta Elías, quien en el siglo IX antes de Cristo defendió valientemente de la contaminación de los cultos idolátricos la pureza de la fe en el Dios único y verdadero. Inspirándose en la figura de Elías, surgió al Orden contemplativa de los «Carmelitas», familia religiosa que cuenta entre sus miembros con grandes santos, como Teresa de Ávila, Juan de la Cruz, Teresa del Niño Jesús y Teresa Benedicta de la Cruz (en el siglo, Edith Stein). Los Carmelitas han difundido en el pueblo cristiano la devoción a la Santísima Virgen del Monte Carmelo, señalándola como modelo de oración, de contemplación y de dedicación a Dios. María, en efecto, antes y de modo insuperable, creyó y experimentó que Jesús, Verbo encarnado, es el culmen, la cumbre del encuentro del hombre con Dios. Acogiendo plenamente la Palabra, «llegó felizmente a la santa montaña» (Oración de la colecta de la Memoria), y vive para siempre, en alma y cuerpo, con el Señor. A la Reina del Monte Carmelo deseo hoy confiar todas las comunidades de vida contemplativa esparcidas por el mundo, de manera especial las de la Orden Carmelitana, entre las que recuerdo el monasterio de Quart, no muy lejano de aquí [Valle de Aosta]. Que María ayude a cada cristiano a encontrar a Dios en el silencio de la oración. 

La estrella del Mar y los Carmelitas

Los marineros, antes de la edad de la electrónica, dependían de las estrellas para marcar su rumbo en el inmenso océano. De aquí la analogía con La Virgen María quien como, estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo.

Por la invasión de los sarracenos, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar el Monte Carmelo. Una antigua tradición nos dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar. Por ese bello nombre conocían también a la Virgen porque el Monte Carmelo se alza como una estrella junto al mar.

Los Carmelitas y la devoción a la Virgen del Carmen se difunden por el mundo

La Virgen Inmaculada, Estrella del Mar, es la Virgen del Carmen, es decir a la que desde tiempos remotos se venera en el Carmelo. Ella acompañó a los Carmelitas a medida que la orden se propagó por el mundo. A los Carmelitas se les conoce por su devoción a la Madre de Dios, ya que en ella ven el cumplimiento del ideal de Elías. Incluso se le llamó: "Los hermanos de Nuestra Señora del Monte Carmelo". En su profesión religiosa se consagraban a Dios y a María, y tomaban el hábito en honor ella, como un recordatorio de que sus vidas le pertenecían a ella, y por ella, a Cristo.

La devoción a la Virgen del Carmen se propagó particularmente en los lugares donde los carmelitas se establecieron. 

España

Entre los lugares en que se venera en España la Virgen de España como patrona está Beniaján, Murcia. Vea ahí mas imágenes.

América

Es patrona de Chile; en el Ecuador es reina de la región de Cuenca y del Azuay, recibiendo la coronación pontificia el 16 de Julio del 2002. En la iglesia del monasterio de la Asunción en Cuenca se venera hace más de 300 años. Es además venerada por muchos en todo el continente.

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Laico

Martirologio Romano:En Montcallier, pueblo del Piamonte, beato Bernardo, marqués de Baden, que cuando se dirigía a Oriente para defender a los cristianos, ya que Constantinopla había sido conquistada por los enemigos, le sorprendió la muerte (1458).

Etimológicamente: Bernardo = Aquel que es valiente y batallador, es de origen germánico.

Moncalieri, ciudad medieval a poca distancia de Turín es quizás lo única en Italia a tener como patrón a un príncipe alemán. Bernardo hijo del margravio de Baden Giacomo V y Catalina de Lotaringia, nació hacia el 1428; Baden es una región histórica de la Alemania sur-occidental correspondiente a la Selva Negra y cuyo centro más importante, es hoy Baden Baden; el margravio en la Edad Media, era un título equivalente a aquel de marqués, dado a los súbditos alemanes, a los que les era confiada la defensa de las tierras fronterizas.

De Bernardo se tienen poca información sobre su vida, fue educado en la corte de Francia y encaminado a la carrera militar por Francesco Sforza (1401-1466). En 1447 al servicio de la República Ambrosiana, participó en la defensa de Milán durante la invasión de los venecianos.

Se sabe que estuvo comprometido matrimonialmente con Magdalena, hija de Carlo VII de Francia, pero parece que la boda nunca se celebró. Posteriormente dejó la vida militar para seguir la carrera diplomática, más apta a su pacífica personalidad, dentro de este campo desarrolló su actividad al servicio del emperador Federico III, renunciando para ello al trono de Baden, título al que era heredero después de la muerte del padre; dejando la regencia a su hermano Carlos, para así dedicarse a cumplir misiones de paz entre numerosos principados Europeos.

Cayó enfermo, y decide emprender el viaje para regresar a Baden atravesando el Piamonte, pero le llega a Moncalieri muere el 15 de julio de 1458 pese a los cuidados que recibió de los frailes franciscanos que lo hospedaron; posiblemente la causa de la muerte de este joven príncipe de 30 años, no fue la peste, sino las consecuencias del debilitamiento físico, después de que haber superado la fase aguda de aquella enfermedad, de haber estado contagiado no habría emprendido el viaje, lo que hubiese extendido la epidemia en otros lugares e incluso contagiado a sus acompañadores.

Durante los solemnes funerales las virtudes de mensajero y operador de paz fueron exaltados, y ocurrió un primer milagro, con la curación inmediata de un moncalierese, enfermo gravemente en sus extrmidades inferiores.

Fue enterrado en la iglesia de Santa María de la Scala y sobre su sepulcro siguieron sucediendo numerosos milagros, que hicieron extender la veneración y el culto de beato en varias regiones de Europa.

El Papa Clemente XIV el 16 de septiembre de 1769 confirmó su culto, declarándolo patrón del Ducado de Baden, de la diócesis de Friburgo, de la ciudad de Moncalieri y de la de Vic en la diócesis de Nancy en Francia.

Generalmente es representado vestido con la armadura, apoyado a un asta, en cuyo extremo hay una cruz o un estandarte. Moncalieri, en los días anteriores el 15 de julio, día de su celebración litúrgica, brinda toda una serie de manifestaciones religiosas, costumbres folcloricas, conmemorativas, con la procesión de la urna de plata que contienen las reliquias del beato Bernardo II margravio de Baden y su patrón

responsable de la traducción: Xavier Villalta


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Por: . | Fuente: www.clairval.com

Virgen y Fundadora

Martirologio Romano: En París, capital de Francia, beata Ana María Javouhey, virgen, fundadora de la Congregación de las Hermanas de San José de Cluny, que se dedican al cuidado de enfermos y a la instrucción cristiana de las niñas, Congregación que la beata consiguió implantar también en tierras de misión ( 1851).

Fecha de beatificación: 15 de octubre de 1950 por S.S. Pío XII.

Breve Biografía


El 10 de diciembre de 1779, ve la luz en Jallenge, cerca de Dijon (Francia), una pequeña de nombre Ana María, quinta de una familia de diez hermanos. Ana María, a la que todos llaman Nanette, tiene siete años cuando la familia se instala en Chamblanc, en el mismo cantón. Se trata de una niña jovial, radiante y llena de vida, siempre proclive a las inventivas y a las réplicas. A la edad de diez años, y a pesar de las reticencias de su padre, que la considera demasiado traviesa, toma la primera comunión. «A partir de aquel día –confesará–, me consideré como consagrada a Dios y a sus obras».

En 1791, en plena Revolución Francesa, el párroco Rapin prefiere exiliarse antes que prestar juramento al cisma exigido al clero; es substituido por un sacerdote juramentado. Nanette, a espaldas de sus padres, asiste a veces a su misa. «Me consideraba más culta que los otros» – dirá más tarde. Una noche, un sacerdote no juramentado llama a la puerta: «Me han requerido para asistir a un enfermo y no conozco el camino». Nanette, intrépida, se ofrece a acompañarlo. De camino, el sacerdote le explica la necesidad de permanecer fieles a la Iglesia de Roma. A partir de ese momento, y en colaboración con su familia, organiza ceremonias clandestinas y esconde a sacerdotes acosados por los revolucionarios. En cuanto se apacigua la tormenta, Nanette recorre los pueblos y, a golpe de tambor, reúne a la juventud para enseñarles el catecismo. Ella misma dirá: « No hubiera querido apenar a mis padres, ni desobedecerles, pero no podía resistirme a Dios, ya que me concedía grandes facultades para enseñar a las pobres jóvenes y a los adultos ignorantes a conocerlo». Un día, recibe de Dios una misión muy precisa: «El Señor me hizo saber de manera extraordinaria, pero segura, que me llamaba al estado que he abrazado para instruir a los pobres y dar educación a los huérfanos –afirmará más tarde.

Los hijos que Dios te da

La actitud de Nanette, que piensa más en rezar y catequizar que en el trabajo de la granja, alarma y enfada a su padre; pero la joven consigue ganárselo para la causa y, el 11 de noviembre de 1798, durante la misa, se consagra oficialmente a Dios en presencia de la familia. En 1800, aconsejada por el padre Rapin, que ha regresado al pueblo, Nanette se dirige a Besançon, donde Jeanne-Antide Thouret acaba de fundar una pequeña comunidad de mujeres dedicadas a la caridad y a la educación de los niños. Sin embargo, la duda invade muy pronto su alma. «Señor, ¿que quieres de mí? –exclama una noche. Una voz interior muy lúcida le responde que Dios tiene grandes designios para ella. Unos días después, al despertar, cree ver a su alrededor muchos negros, unos completamente negros y otros de color más o menos oscuro. Simultáneamente, parece oír estas palabras: «Son los hijos que Dios te da. Soy santa Teresa; seré la protectora de tu orden». Así pues, decide regresar con sus padres.

Después de entregarse a la instrucción de los niños, primero en la localidad de Seurre y luego en Dole, Ana María se une a las monjas trapenses, en Suiza. Pero una voz le dice en el fondo de su corazón: «No has sido llamada a entrar en la Trapa, sino a fundar una congregación en pro de los negros». Los pocos meses que ha permanecido en el convento le han permitido recibir una formación sólida en la vida religiosa. Tras dos nuevas tentativas de escuelas en la región del Jura, Ana María regresa a casa de su padre para establecer su obra educativa. En abril de 1805, después de la coronación de Napoleón como emperador, el Papa Pío VII pasa por Châlon-sur-Saône (región de Champaña). Ana María y sus hermanas gozan del favor de una audiencia privada. La joven expone al Santo Padre sus proyectos: «Ánimo, hija mía –le responde el Vicario de Cristo–, Dios obrará a través de ti muchas cosas para gloria suya».

Aconsejada por su obispo, Ana María se establece en Châlon-sur-Saône. Sus cualidades de pedagoga le hacen comprender que hay que desarrollar las capacidades prácticas de las pequeñas. Enseña a las niñas a leer, escribir y contar, pero también a coser, tejer, planchar e hilar. Ana María tiene la idea de poner la capilla de su escuela bajo el patrocinio de san Bernardo o de santa Teresa. Pero el sacerdote, que se llama José, le sugiere invocar más bien la protección del esposo de la Virgen María. Así pues, se adopta el nombre de san José, pasando de la capilla a la pequeña comunidad de educadoras que ha fundado. El 12 de mayo de 1807, Ana María, sus tres hermanas y otras cinco jóvenes, reciben el hábito religioso y profesan sus votos de manos del obispo de Autun. Este último sugiere a la superiora que se establezca en la ciudad episcopal. La madre Ana María consigue que una parte del antiguo seminario mayor se ponga a su disposición. A finales de 1810, con motivo de la guerra en España, convoyes de enfermos y heridos llegan a Autun, por lo que las monjas se convierten en enfermeras. Un día del mes de enero de 1812, la madre Ana María descubre en un anuncio que está en venta el antiguo convento de los recoletos, en Cluny. Recurre entonces a su padre, que se deja convencer y adquiere la propiedad; allí se instalan las monjas, convirtiéndose en la «Congregación de San José de Cluny».

La madre se sobresalta

Con no pocas dificultades, la madre Ana María consigue abrir una escuela en París. El intendente de la isla Borbón (isla de la Reunión) le hace una visita y le solicita algunas monjas para la isla, añadiendo que se halla poblada «de blancos, mulatos y negros». Ante esas palabras, la madre se sobresalta, recordando la profecía de Besançon. Poco después, el ministro del Interior le pide también monjas para las posesiones de Francia en ultramar. Sus perspectivas misioneras le llevan a aceptarlo todo. El 10 de enero de 1817, cuatro monjas parten para la isla Borbón. A principios de 1819, un contingente de siete religiosas se embarca para Senegal. Pero en este último lugar, el hospital que se les asigna se encuentra en un estado lamentable, la ciudad no tiene iglesia, la evangelización apenas se ha iniciado« Las monjas se desaniman enseguida.

La propia madre Ana María parte a Senegal en 1822. Unas semanas después de su llegada, escribe: «Las dificultades son incalculables; sólo el amor puro de Dios puede hacer que aguantemos sin desanimarnos« Ahora que estoy de vuelta de muchas sorpresas y que veo las cosas desde más cerca, tengo la impresión de que podemos hacer un gran bien en África». Persuadida de que los negros se sienten inclinados por naturaleza hacia la religión, afirma: «Solamente la religión puede proporcionar a este pueblo principios, conocimientos sólidos y sin peligro, porque sus leyes y dogmas no sólo reforman los vicios groseros y externos, sino que son capaces de cambiar el corazón« Dad solemnidad a la religión; que la pompa del culto les atraiga y que el respeto les retenga, y enseguida habréis cambiado la faz del país». Por otra parte, ella se percata de que África posee vocación agrícola. A finales de 1823, establece una granja-escuela en Dagana, lo que le permite entablar relaciones con la población. Su reputación se extiende, de manera que pronto la llaman de Gambia y, después, de Sierra Leona, donde se hace cargo de los hospitales. Sin embargo, le llegan cartas desde Francia suplicándole que regrese. En febrero de 1824, retorna a la metrópoli tras haber sentado las bases de una obra perseverante para la civilización y la cristianización de África. Su principal objetivo es la formación de un clero africano, una verdadera necesidad para la empresa misionera. Para ello funda en Bailleul (en el departamento de Oise, cerca de París) una casa de formación para jóvenes africanos.

El auxilio del buen ejemplo

En 1827, el ministro de 7 la Marina se dirige a la madre Ana María para pedirle ayuda en favor de la Guayana, donde los colonos franceses han padecido numerosos fracasos. La madre acepta el ofrecimiento, pero pone ciertas condiciones, relacionadas con la vida cristiana de los colonos y de los indígenas. En agosto de 1828, llega a la Guayana con apenas un centenar de personas, instalándose en Mana. Cuatro meses más tarde, la madre escribe: «Todo funciona con paso firme hacia la armonía: los trabajos avanzan, los cultivos crecen a ojos vistas, la religión se asienta en el corazón de quienes sólo tenían de ella una visión superficial, y todo ello con el auxilio del buen ejemplo« Hemos traído quince obreros bien elegidos para los oficios más útiles« Junto a las hermanas, me dedico a escardar y a plantar alubias y mandioca; también siembro arroz, maíz, etc., entonando cánticos y contando historias, pero lamentando que nuestras pobres hermanas de Francia no puedan compartir nuestra felicidad». No obstante, los éxitos generados por el duro trabajo de la madre provocan la envidia de algunos colonos de Cayenne.

En Francia, la revolución de julio de 1830 trae como consecuencia profundas transformaciones políticas poco favorables a la religión católica, disminuyendo por ello el apoyo económico del gobierno a las obras de la madre Ana María. Sin embargo, ella prosigue su trabajo, de forma que sus centros resisten las dificultades. En 1833, funda incluso una leprosería cerca de Mana. De regreso a Francia, la madre Javouhey visita sus casas, siendo consciente de las lagunas de su congregación, como ella misma escribe: «Nuestra congregación es muy joven y necesita ya una gran reforma« Necesitamos adquirir el espíritu interior y de oración. Con ese doble espíritu, no existe peligro en ninguna parte». A partir de 1829, la diócesis de Autun es gobernada por monseñor d´Héricourt, prelado lleno de entusiasmo que desea sacar el mayor provecho del trabajo de las monjas. Con ese objetivo, querría poder tener vara alta sobre la congregación, revisando los estatutos aprobados en 1827 por su predecesor y por el rey Carlos X.

A finales de abril de 1835, monseñor d´Héricourt impone a la madre Ana María unos nuevos estatutos que trastocan de arriba abajo los antiguos y, según los cuales, se convierte en el superior general de las hermanas. Ante el rechazo por parte de ella, el prelado insiste, pero después ordena. Al no disponer ni del consejo de sus hermanas ni del tiempo necesario para sopesar la cuestión, la madre Ana María acaba firmando los nuevos estatutos. Al salir de aquella entrevista, un lancinante remordimiento se deposita en su alma: ha firmado demasiado de prisa, sin el acuerdo del capítulo general ni de los demás obispos afectados por los cambios. Aconsejada entonces por personas autorizadas, reconoce que su firma le ha sido arrebatada, que no ha sido concedida libremente y que no tiene valor alguno. Así pues, escribe al obispo comunicándole que se acogerá a los estatutos de 1827.

Preparar la emancipación

Por la misma época, los miembros del gobierno discuten sobre la emancipación de los esclavos. Es una medida que exige una preparación adecuada. En el informe de una comisión interministerial, puede leerse: «La señora Javouhey ha demostrado, en la dirección de ese centro de Mana, un gran espíritu de orden y una perseverancia a toda prueba. Por tanto, conviene confiar la tarea de acometer la emancipación de los esclavos a las Hermanas de San José de Cluny». Sin embargo, no todas las opiniones van en el mismo sentido, y el Consejo de la Guayana, dominado por los colonos envidiosos del éxito de la madre, se opone violentamente a ese proyecto. No obstante, el 18 de septiembre de 1835, una orden ministerial le confía oficialmente esa misión. El propio rey Luis Felipe recibe varias veces a la madre, poniendo a punto con ella el plan relativo a la emancipación de los negros.

En nuestros días, ante la presencia de formas modernas de esclavitud (trata de mujeres y de niños, condiciones laborales que reducen a los trabajadores a la categoría de simples instrumentos de rendimiento, prostitución, droga, etc.), la Iglesia recuerda la dignidad de la persona humana: «El séptimo mandamiento proscribe los actos o empresas que, por una u otra razón, egoísta o ideológica, mercantil o totalitaria, conducen a esclavizar seres humanos, a menospreciar su dignidad personal, a comprarlos, a venderlos y a cambiarlos como mercancía. Es un pecado contra la dignidad de las personas y sus derechos fundamentales reducirlos por la violencia a la condición de objeto de consumo o a una fuente de beneficio» (Catecismo de la Iglesia Católica, CEC, 2414).

Tras su llegada a la Guayana en febrero de 1836, la madre Ana María se hace cargo de unos quinientos esclavos negros arrebatados a los negreros. Su pedagogía no consiste de ningún modo en recurrir a la fuerza, sino en educar mediante la dulzura, la paciencia y la persuasión. Ella misma escribirá: «Me instalé como una madre en medio de su numerosa familia». Esa actitud es todavía si cabe más audaz, por cuanto, entre los negros que acoge, hay algunos que son temibles. Pero su fe se basa en la propia virtud del cristianismo, que es capaz de producir grandes efectos civilizadores. Por añadidura, la madre sabe que cuenta con su prestigio personal; su sola presencia basta para apaciguar los conflictos. De hecho, son pocos los casos en los que debe intervenir. Su labor consiste en cuidar la educación cristiana, preocupándose especialmente de los matrimonios, pues tiene la intención de fundar su obra civilizadora en la familia. Cada familia tiene su cabaña, limpia y bien equipada, y el conjunto forma un hermoso pueblo provisto de una iglesia. Todo ello se consigue con no pocas dificultades, sinsabores e incidentes dolorosos. A pesar de todo, y después de dos años, cierto espíritu de orden y de sobriedad reina en Mana. El 21 de mayo de 1838, la madre Javouhey preside la emancipación de ciento ochenta y cinco esclavos.

¡La época más feliz!

No obstante, la oposición del obispo de Autun la persigue hasta la Guayana. El 16 de abril de 1842, la fundadora escribe que el obispo de Autun «ha prohibido al prefecto apostólico que me administre los sacramentos, a menos que lo reconozca como superior general de la congregación« Se lo perdono de todo corazón por el amor de Dios». El sufrimiento que genera esa situación, que durará dos años, es intenso. Ello se agrava con la circulación de libelos infamatorios contra la madre. En los momentos en que sus hermanas se acercan a la Santa Mesa cuando a ella se le priva de ello, las lágrimas le fluyen abundantemente. Un día, se dirige a la Guayana holandesa, esperando poder comulgar, pero el prefecto apostólico de ese territorio ha sido informado de que «esa mujer, o bien nunca ha tenido fe o la ha perdido totalmente», y la comunión le es negada igualmente. La madre dirá más tarde: «Aquella época de tribulación fue para mí la más feliz de mi vida. Al verme, por así decirlo, excomulgada, ya que todo sacerdote tenía prohibido absolverme, iba a pasearme por los grandes bosques vírgenes de Mana, y allí le hablaba al Señor: «Solamente te tengo a ti, Señor, por lo que acudo a echarme en tus brazos y a rogarte que no abandones a tu hija«». Eran tantos los consuelos espirituales que experimentaba que, a menudo, me veía en la obligación de exclamar: «¡Oh, Dios mío! Ten misericordia de mi debilidad; no me prodigues tantos favores, pues esta pobre servidora no tendrá fuerzas para soportarlos». ¡Oh! Cuántas veces he experimentado lo bueno que es Dios con los que sólo se encomiendan a Él, que nunca somos desgraciados cuando tenemos a Dios, cualesquiera que sean las tribulaciones que nos asalten».

Consciente de su influencia personal en la buena marcha de Mana, la madre Ana María empieza a preocuparse de los días en que ya no esté. Planea reunir en un centro específico a los niños negros de la Guayana de entre cinco y quince años de edad, para educarlos cristianamente. Ya adultos y emancipados, podrían desperdigarse por todo el país y propagar una mentalidad sana. Pero el gobierno, al que pide una subvención para ese proyecto, rechaza participar en sus planes. El 18 de mayo de 1843, la madre se embarca de regreso a Francia. Aquella partida aflige a todo el mundo. Nada más llegar, obtiene de los obispos que la conocen bien el permiso para recibir los sacramentos. Después, visita a todas sus hijas, que la reciben con agasajo. Ella las exhorta al silencio interior y a la paz del alma, que permiten descubrir el designio de Dios en cada uno, y les enseña a evitar toda precipitación: evitemos –les dice– «ir más deprisa que la Providencia, que quiere ser secundada y no adelantada« La experiencia me ha enseñado que la obra de Dios se realiza lentamente».

Sin embargo, el obispo de Autun sigue obstinado en su idea de ser reconocido como superior de la congregación. Para ello intenta influir en las novicias de Cluny, nombrando a un capellán que se dedique a desviarlas de sus superioras «rebeldes» contra el obispo. El 28 de agosto de 1845, la madre Javouhey se desplaza a Cluny, donde, tras hablar con gran serenidad a sus hijas, concluye de este modo: «Hijas mías, os dicen que seguirme es pecado; yo os digo que no es pecado seguir al obispo de Autun. Sois libres de elegir. Ya conocéis la situación; hay muchos obispos que tienen de nosotras una opinión diferente de la del obispo de Autun y que os acogerán con alegría. Todas las que quieran permanecer en la congregación, que me sigan hasta París». De entre las ochenta jóvenes, solamente siete rehúsan seguirla. El obispo de Beauvais, gran admirador de la madre, aborda entonces el asunto con resolución. Poco a poco, monseñor d´Héricourt queda aislado en su posición contra las hermanas, dándose cuenta finalmente de que había juzgado mal a la madre y de que se había abierto un abismo de incomprensión en su alma. El 15 de enero de 1846, se firma por fin un acuerdo entre él y la madre.

«¡Dejadla pasar!»

Durante aquel doloroso asunto, la madre Ana María ha continuado su labor apostólica con numerosas fundaciones, tanto en Francia como en Oceanía, en Madagascar, en la India y en las Antillas británicas. Cuando estalla la revolución de 1848, se encuentra cerca de París. Debe volver enseguida a esa ciudad en agitación, y necesita franquear las barricadas. Cuando los obreros rebeldes, cuyas miserias había aliviado con frecuencia en los «Talleres Nacionales», la ven llegar, exclaman: «¡Es la madre Javouhey! ¡Es la superiora Javouhey! ¡Dejadla pasar!». El nuevo gobierno decreta inmediatamente la emancipación total de los negros. Así pues, la obra de preparación metódica y prudente hacia la libertad se convierte en caduca, pero la madre se adapta a la situación a fin de poder continuar con la labor de civilización y de evangelización de los antiguos esclavos. En Mana, la noticia de la abolición de la esclavitud es recibida con apacible alegría, en contraste con las escenas de violencia que acontecen en otros lugares. La población negra sigue siendo laboriosa y sedentaria, y muy apegada a la religión que la madre les ha enseñado.

A principios de 1851, la salud de la madre Ana María decae y, en el mes de mayo, con motivo de una visita a la casa de Senlis, debe permanecer en cama. El 8 de julio, se entera de la defunción del obispo de Autun. Unos días después, el 15, afirma al respecto: «Debemos considerar a monseñor como a uno de nuestros bienhechores. Dios se sirvió de él para enviarnos la tribulación, en un momento en que, a nuestro alrededor, sólo escuchábamos alabanzas. Resultaba necesario, porque, con el éxito que estaba alcanzando nuestra congregación, habríamos podido creernos importantes si no hubiéramos sufrido esas penalidades y contradicciones». Poco después de pronunciar esas palabras, entrega su alma a Dios. En aquel momento, su congregación contaba con unas 1.200 religiosas, dedicadas a buscar en todo la voluntad de Dios mediante la enseñanza, las obras hospitalarias y misioneras.

Pidamos a la beata Ana María Javouhey, beatificada por el Papa Pío XII el 15 de octubre de 1950, que nos conceda la liberación de la peor de las esclavitudes, la del pecado; en efecto, pues Jesús vino «a liberar a los hombres de la esclavitud más grave, la del pecado, que es el obstáculo en su vocación de hijos de Dios y causa de todas sus servidumbres humanas» (CEC, 549). Que nos haga partícipes de su espíritu de dedicación, de caridad y de simplicidad, para que podamos alcanzar la verdadera libertad de los hijos de Dios.

Reproducido con autorización expresa de Abadía San José de Clairval


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Laico

Martirologio Romano: En Kiev, ciudad de Rusia (ahora en Ucrania), san Vladimir, príncipe, quien al ser bautizado recibió el nombre de Basilio, y se preocupó de propagar la fe ortodoxa en los pueblos que gobernaba ( 1015).

Etimológicamente: Vladimir = Señor del mundo, es de origen eslavo.
Etimológicamente: Bailio = Aquel que es rey, es de origen griego.

Breve Biografía


San Vladímir Sviatoslávich el Grande (958 — 1015) fue el gran príncipe de Kiev que se convirtió al Cristianismo en 988, e inició el Bautismo de la Rus de Kiev. Era hijo del príncipe Sviatoslav I.

De acuerdo a la Crónica Primaria, la crónica más temprana de la Rus de Kiev, su nombre real fue Volodímer o en moderno ruso Vladímir.

Ya como regente del principado, Vladímir continuó expandiendo sus territorios. En el año 981 conquistó numerosas ciudades ubicadas en lo que hoy es Galicia ucraniana; en el año 983 tomó control de la zona que se encuentra entre Lituania y Polonia, además de construir muchas fortalezas y colonias alrededor de su reino.

A pesar de que el cristianismo había ganado muchos adeptos, Vladímir permaneció como pagano, llegando a tener hasta 800 concubinas y numerosas esposas, erigiendo estatuas y templos paganos. Sin embargo, por consejo de sus allegados, Vladímir envió a varios emisarios a estudiar las religiones de varios de los países vecinos que le habían pedido que se uniera a sus respectivas religiones. Finalmente se convirtió al cristianismo, debido a lo maravillados que quedaron sus emisarios al llegar a Constantinopla y ver los festivales que la Iglesia Bizantina había preparado para ellos.

En el año 988, negoció la mano de la hermana del emperdor Basilio II, Anna. Fue la primera boda realizada entre una princesa griega y un bárbaro, para lo cual Vladímir fue bautizado antes de poder formalizar el matrimonio. El bautizo y el matrimonio le hicieron grandes cambios en su carácter.

A su regreso a Kiev, derribó todos los monumentos paganos y construyó numerosas iglesias.

Sin embargo, existe otra versión sobre la conversión de Vladímir al cristianismo. En el año 987, Bardas Sclerus y Bardas Phocas se revelaron contra el emperador Basilio II. Los dos rebeldes unieron fuerzas por un tiempo, pero poco después Bardas Phocas se autoproclamó emperador. Basilio pidió al Principado de Kiev ayuda, aunque en esa época se consideraban enemigos. Vladímir accedió a cambio de la mano de su hermana, y aceptó convertirse al cristianismo ortodoxo. Cuando los arreglos para la boda terminaron, Vladímir envió 6000 tropas al imperio bizantino y pusieron fin a la revuelta.

Después de su matrimonio con Anna, formó un gran consejo con sus más cercanos consejeros, además de sus 12 hijos. Murió en Berestovo, cerca de Kiev; su cuerpo fue desmembrado y distribuido ente sus numerosas fundaciones sagradas y venerado como reliquia. Una de las universidades de Kiev lleva el nombre del personaje que cristianizó y civilizó la Rus de Kiev; la Orden de San Vladímir se encuentra en Rusia y el Seminario Teológico Ortodoxo de San Vladímir en Estados Unidos. Su día se celebra el 15 de julio.
 

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SAN BUENAVENTURA

OBISPO Y DOCTOR DE LA IGLESIA





Cardenal, Obispo de Albano General de los Frailes Menores Franciscanos



Martirologio Romano: Memoria de la inhumación de san Buenaventura, obispo de Albano y doctor de la Iglesia, celebérrimo por su doctrina, por la santidad de su vida y por las preclaras obras que realizó en favor de la Iglesia. Como ministro general rigió con gran prudencia la Orden de los Hermanos Menores, siendo siempre fiel al espíritu de san Francisco y en sus numerosos escritos unió suma erudición y piedad ardiente. Cuando estaba prestando un gran servicio al II Concilio Ecuménico de Lyon, mereció pasar a la visión beatífica de Dios (1274).Por lo que se refiere a sus primeros años, lo único que sabemos acerca de este ilustre hijo de san Francisco de Asís es que nació en Bagnorea, cerca de Viterbo, en Italia, probablemente en 1217, fue bautizado con el nombre de Giovanni (Juan) Fidanza y que sus padres fueron Juan Fidanza y María Ritella. Después de tomar el hábito en la orden seráfica, estudió en la Universidad de París, bajo la dirección del maestro inglés Alejandro de Hales. De 1248 a 1257, enseñó en esta universidad teología y Sagrada Escritura. A su genio penetrante unía un juicio muy equilibrado, que le permitía ir al fondo de las cuestiones y dejar de lado lo superfluo para discernir todo lo esencial y poner al descubierto los sofismas de las opiniones erróneas. El santo se distinguió en filosofía y teología escolásticas.

El santo no veía en sí más que faltas e imperfecciones y, por humildad, se abstenía algunas veces de recibir la comunión, por más que su alma ansiaba acercarse a la fuente de gracia. Pero un milagro de Dios permitió a San Buenaventura superar tales escrúpulos.

Durante los años que pasó en París, compuso una de sus obras más conocidas, el "Comentario sobre las Sentencias de Pedro Lombardo", que constituye una verdadera suma de teología escolástica. Guillermo de Saint Amour hizo en la obra titulada "Los peligros de los últimos tiempos" un ataque directo a San Buenaventura. Ataque que el santo contestó con un tratado sobre la pobreza evangélica, titulado "Sobre la pobreza de Cristo". En 1257, San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino recibieron juntos el título de doctores. San Buenaventura escribió un tratado "Sobre la vida de perfección", destinado a la Beata Isabel, hermana de San Luis de Francia y a las Clarisas Pobres del convento de Longchamps. Otras de sus principales obras son el "Soliloquio" y el tratado "Sobre el triple camino".

En 1257, Buenaventura fue elegido superior general de los frailes Menores. No había cumplido aún los 36 años y la orden estaba desgarrada por la división entre los que predicaban una severidad inflexible y los que pedían que se mitigase la regla original. El joven superior general escribió una carta a todos los provinciales para exigirles la perfecta observancia de la regla y la reforma de los relajados. El primero de los cinco capítulos generales que presidió San Buenaventura, se reunió en Narbona en 1260. Ahí presentó una serie de declaraciones de las reglas que fueron adoptadas y ejercieron gran influencia sobre la vida de la orden. San Buenaventura empezó a escribir la vida de San Francisco de Asís.

El santo gobernó la orden de San Francisco durante 17 años, y por eso se le llama el segundo fundador. En 1265, el Papa Clemente IV trató de nombrar a San Buenaventura arzobispo de York, a la muerte de Godofredo de Ludham , pero el santo consiguió disuadir de ello al Pontífice. Sin embargo, al año siguiente, el Beato Gregorio X le nombró cardenal obispo de Albano, ordenándole aceptar el cargo por obediencia. Se le encomendó la preparación de los temas que se iban a tratar en el Concilio ecuménico de Lyon, acerca de la unión de los griegos ortodoxos.

San Buenaventura se caracterizaba por la sencillez, la humildad y la caridad. Mereció el título de "Doctor Seráfico" por las virtudes angélicas que realzaban su saber. Fue canonizado en 1482 y declarado Doctor de la Iglesia en 1588.

11:49 p.m.

Por: Lamberto de Echeverría, Bernardino Llorca y José Luis Repetto Betes | Fuente: AÑO CRISTIANO Edición 2005

Mártir

Martirologio Romano: En la ciudad de Nangong, en la provincia china de Hebei, san Juan Wang Guixin, mártir, que en la persecución desencadenada por los Yihetuan prefirió morir por Cristo antes que manchar su pureza con una leve mentira. ( 1900)

Fecha de canonización: 1 de octubre de 2000, como parte de un grupo de 120 mártires de China, por San Juan Pablo II.

Breve Biografía


En 1900 en China estalló la rebelión conocida como "levantamiento de los boxers" y en China como el «Levantamiento Yihétuán», un movimiento contra la influencia comercial, política, religiosa y tecnológica foránea en China. Los principales afectados fueron los cristianos chinos, que siendo numerosos y sin mucas posibilidades de poder huir a ninguna parte fueron objeto de violaciones, torturas y asesinatos.

Juan Wang Guixin (Wang Koei-Tsu) era primo del mártir José Wang Kuiju que conmemoramos ayer. También casado y padre de familia, al saber los horrores que practicaban los boxers llevó su familia a la población de Chan-Kia-Tchoang, donde la dejó encomendada a la misericordia de Dios, y volvió a su pueblo junto con su hermano cuando en Nankong fue delatado a los boxers, que mataron allí a su hermano. Él pudo huir y llegó a Ceu-ly-pu, pero fue localizado y llevado ante el mandarín local, que intentó salvarlo y le propuso para ello que disimulara su religión. Pero como se negaba a nada que pudiera significar renegar de ella, hubo de ser entregado a los boxers. Lo sacaron fuera de la población mientras el mártir rezaba en voz alta, hasta que fue decapitado. Era el 14 de julio de 1900.

AÑO CRISTIANO Edición 2005
Autores: Lamberto de Echeverría (†), Bernardino Llorca (†) y José Luis Repetto Betes
Editorial: Biblioteca de Autores Católicos (BAC)
Tomo VII Julio ISBN 84-7914-763-6

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11:49 p.m.

Viuda

Martirologio Romano: En Verona, en los confines de la región de Venecia,Italia, santa Tuscana, que, muerto su esposo, distribuyó todos sus bienes entre los pobres y se dedicó incesantemente en la Orden de San Juan de Jerusalén al cuidado de los enfermos. ( 1343)

Breve Biografía


La santa viuda Tuscana, a pesar de que su nombre era en realidad veneciana; fue de Zevio, cerca de Verona, donde vio la luz a finales del siglo XIII. En 1310 contrajo matrimonio con el veronés Alberto Canoculi (es decir, "Ojos de perro"), con quien vivió castamente la relación matrimonial. Cuatro años más tarde Tuscana se mudó a Verona, donde vivió en una cabaña en la colina de San Zeno in Monte. Pudo así dedicarse por entero al cuidado de los pobres y abandonados, a quienes solía ayudar y visitar en sus humildes viviendas.

Enviudó en 1318, repartió entre los necesitados todas sus sus posesiones e ingresó en la Orden de San Juan de Jerusalén para el cuidado de los enfermos. Prestó servicio en el hospital que la orden tenía en Verona, estaba junto a la iglesia del Santo Sepulcro, donde con caridad cristiana y amabilidad se entregó por entero a los enfermos. Agotada pero feliz por el bien realizado, falleció en Verona el 14 de julio 1343.

Santa Tuscana está enterrada en la iglesia del Santo Sepulcro en Verona, en la «Puerta del Obispo», iglesia también conocida como de “Santa Tuscana”, allí acuden muchos devotos a solicitar su celestial intercesión. El edificio alberga también la delegación de la Soberana Orden de Malta.

responsable de la traducción: Xavier Villalta

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11:49 p.m.

Monje

Martirologio Romano: En Soignies, de Brabante, en Austrasia, actualmente en Bélgica, san Vicente o Madelgario, que, con el consentimiento de su esposa santa Valtrudis, abrazó la vida monástica y, según cuenta la tradición, fundó dos monasterios. ( c.677)

Breve Biografía


En la historia de la cristiandad no faltan, aunque a menudo son desconocidos, los casos de familias enteras elevadas al honor de los altares, como por ejemplo el del santo que hoy celebramos, San Vicente Madelgario que es venerado con su esposa, santa Valdetrudis, y todos sus hijos: Landerico (Obispo de París), Dentellino (quien murió siendo todavía joven), Aldetrudis (abadesa del monasterio de Maubeuge) y Madelberta (también ella abadesa del mismo monasterio).

Madelgario, hombre rico de origen franco, era un nativo de Strépy, actualmente en Bélgica. Contrajo matrimonio con Valdetrudis, con quien tuvo cuatro hijos. Tan pronto como los niños tuvieron la edad suficiente para valerse por sí mismos, los esposos decidieron –de común acuerdo– separarse, sin disolver el vínculo matrimonial, con el fin de dedicarse a servir a Dios en la vida religiosa.

Santa Valdetrudis se retiró a Mons, mientras que Madelgario emprendió la fundación de un monasterio cerca de Haumont, donde se convirtió en monje tomando el nombre religioso de Vicente. Después de un tiempo, en el año 653, se trasladó a Soignies, ciudad de la que era señor y fundó allí otro monasterio. Tal vez presagiando su muerte, le confió la dirección de este monasterio a su hijo Landerico, obispo de Metz. Vicente Madelgario murió el 14 de julio, probablemente en el año 677.

No existen fundamentos históricos suficientes para aceptar elementos de su leyenda: su supuesto origen gascón, un supuesto viaje a Irlanda y el que su padre le haya obligado a casarse.

Pronto comenzó una espontanea veneración popular y fue nombrado patrono de la ciudad de Soignies, donde aún se levanta una hermosa basílica románica que lleva su nombre. Un ataúd del siglo XIII, que contenía la reliquia de la cabeza, fue destruido durante la Revolución Francesa, pero se logró salvar los restos que ahora están en un relicario creado en 1803. El culto del santo –aún hoy en día– es muy fuerte y se caracteriza por dos procesiones que anualmente tienen lugar en Soignies: el 14 de julio y el lunes siguiente a Pentecostés. El Martirologio Romano, el calendario oficial de la Iglesia Católica, conmemora el aniversario de su nacimiento a la casa celestial.

responsable de la traducción: Xavier Villalta

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SAN CAMILO DE LELIS

PRESBÍTERO





Fundador de la Comunidad Siervos de los Enfermos


San Camilo de Lelis, presbítero, que nació cerca de Teano, en el Abruzo, y en su juventud siguió la carrera militar, dejándose arrastrar por los vicios propios de una juventud alegre y despreocupada, pero convertido de su mala vida, se entregó al cuidado de los enfermos incurables hospitalizados, a los que servía como al mismo Cristo. Ordenado sacerdote, puso en Roma los fundamentos de la Congregación de los Clérigos Regulares Ministros de los Enfermos. (1614) 

Etimológicamente: Camilo = Aquel que es el mensajero de Dios, es de origen hebreo.

Nació en Abruzos (Italia) en 1550. Siguió la carrera militar, igual que su padre. Le apareció una llaga en un pie, que lo hizo dejar la carrera de las armas e irse al Hospital de Santiago en Roma para que lo curaran. En el hospital de Roma se dedicó a ayudar y atender a otros enfermos, mientras buscaba su propia curación. Pero en esa época adquirió el vicio del juego . Fue expulsado del hospital y en Nápoles perdió todos los ahorros de su vida en el juego, quedando en la miseria. 

Tiempo atrás, en un naufragio, había hecho a Dios la promesa de hacerse religioso franciscano, pero no lo había cumplido. Estando en la más completa pobreza se ofreció como obrero y mensajero en un convento de los Padres Capuchinos, donde escuchó una charla espiritual que el padre superior les hacía a los obreros, y sintió fuertemente la llamada de Dios a su conversión. Empezó a llorar y pidió perdón por sus pecados, con la firme resolución de cambiar su forma de actuar por completo. Tenía 25 años. 

Pidió ser admitido como franciscano, pero en el convento se le abrió de nuevo la llaga en el pie, y fue despedido. Se fue al hospital y se curó, y logró que lo admitieran como aspirante a capuchino. Pero en el noviciado apareció de nuevo la llaga y tuvo que irse de allí también. De nuevo en el hospital de Santiago, se dedicó a atender a los demás enfermos, por lo que fue nombrado asistente general del hospital. 

Dirigido espiritualmente por San Felipe Neri, estudió teología y fue ordenado sacerdote. En 1575 se dio cuenta que ante la gran cantidad de peregrinos que llegaban a Roma, los hospitales eran incapaces de atender bien a los enfermos que llegaban. Fue entonces que decidió fundar una comunidad de religiosos que se dedicaran por completo a los hospitales. 

San Camilo trataba a cada enfermo como trataría a Nuestro Señor Jesucristo en persona. Aunque tuvo que soportar durante 36 años la llaga de su pié, nadie lo veía triste o malhumorado. Con sus mejores colaboradores fundó la Comunidad Siervos de los Enfermos el 8 de diciembre de 1591. Ahora se llaman Padres Camilos. Murió el 14 de julio de 1614, a los 64 años.

Fue canonizado en 1746 por S.S. Benedicto XIV.



11:49 p.m.

Santo del Antiguo Testamento

Martirologio Romano: Conmemoración de san Esdras, sacerdote y escriba, que, en tiempo de Artajerjes, rey de los persas, habiendo regresado desde Babilonia a Judea, congregó al pueblo que estaba disperso y puso gran empeño en estudiar, llevar a la práctica y enseñar la Ley del Señor en Israel.

Breve Biografía


Esdras es un famoso sacerdote y escriba relacionado con la restauración de Israel después del Exilio. Las principales fuentes de información sobre su vida son los libros canónicos de Esdras y Nehemías. Hay un grupo de escritos apócrifos que se refieren a él pero apenas se puede confiar en ellos, puesto que más bien relatan los cuentos legendarios de una época posterior. Esdras era de ascendencia sacerdotal perteneciente a la línea de Sadoq (Esd. 7,1-5). El se llama a sí mismo “hijo de Seraías” (7,1), una expresión que muchos entienden en un sentido amplio, presuponiendo que Seraías, el sumo sacerdote del que habla 2 Reyes 25,18-21, era uno de los ancestros de Esdras. Sin embargo se le conoce más bien como “el escriba” que como “el sacerdote”: él era “un hábil escriba en la ley de Moisés” y por consiguiente especialmente cualificado para la tarea para la que estaba destinado entre su pueblo.

Entre las cuestiones relacionadas con la historia de la restauración judía, una de las más discutidas es la relación cronológica de la obra de Esdras con la de Nehemías. Muchos expertos bíblicos aún se agarran a la postura sugerida por el orden tradicional del texto sagrado (concediendo la ruptura de la narrativa---Esdras 4,6-23) y colocan la misión de Esdras antes que la de Nehemías. Otros, entre los que podemos mencionar al profesor Van Hoonacker de Lovaina, Dr. T.K. Cheyne en Inglaterra y el profesor C.F. Kent en América, para eliminar las numerosas dificultades que surgen de la interpretación de las fuentes principales de esta historia, afirman que la misión de Nehemías precedió a la de Esdras. La primera de las opiniones sostiene que Esdras llegó a Jerusalén alrededor del 458 a.C. y que la primera llegada de Nehemías fue en 444 y la segunda en 430 a.C., y según la opinión contraria la misión de Esdras pudo haber tenido lugar tan tarde como el año 397 a.C. Sea como fuere, como aquí sólo nos concierne Esdras, nos limitaremos a resumir los principales rasgos de su vida y obra, sin tener en cuenta los problemas que conlleva; baste con haberlos mencionado.

Ya habían pasado muchos años desde que se había autorizado a los judíos a volver a Palestina. Entre dificultades y obstáculos la comunidad restaurada se había asentado de nuevo en su antiguo hogar y habían construido un nuevo Templo, pero su condición tanto desde el punto de vista político como religioso, era muy precaria. Irritados bajo la opresión de los sátrapas persas, se habían vuelto indiferentes y habían dejado de observar la Ley. Desde Babilonia, donde era bien conocido este estado de cosas, Esdras deseaba ir a Jerusalén y utilizar su autoridad como sacerdote e intérprete de la Ley para restaurar las cosas a una condición mejor.

Gozaba del favor de la corte del rey persa y no sólo obtuvo permiso para visitar Judea sino además un edicto real que le investía de amplia autoridad para realizar su propósito e importante ayuda económica del tesoro real. El rescripto, además, les ordenaba a los sátrapas “de más allá del río” que ayudaran a Esdras con liberalidad y decretó que todos los oficiales del Templo judíos estuviesen exentos de impuesto, contribución o peaje. “Y tú, Esdras, nombra jueces y magistrados para que juzguen a todo el pueblo que está más allá del río” (Esdras 7,25). Finalmente la Ley de Dios y la ley habrían de tener severas penas para exigir su cumplimiento. El edicto permitía a todos los judíos que quisieran volver libremente a su país a que así lo hicieran. Unos 1800 hombres incluidos algunos sacerdotes, levitas y natineos salieron con Esdras desde Babilonia y después de cinco meses llegaron a salvo a Jerusalén, donde se habían arraigado abusos que habían sido desatendidos durante largo tiempo. Esdras se dio a la tarea de corregirlos una vez que hubo depositado en el Templo el oro y la plata que habían traído desde Babilonia y que hubo ofrecido sacrificios La primera tarea que emprendió fue ocuparse de los matrimonios mixtos. Ignorando la Ley de Moisés muchos, hasta los dirigentes judíos y sacerdotes, se habían casado con las habitantes idólatras del país. Horrorizado por el descubrimiento de estos abusos--- cuya magnitud probablemente había sido desconocida para Esdras hasta entonces--- manifestó sus sentimientos en una oración que impresionó de tal manera al pueblo que Sequenías, en sus nombres, propuso que los israelitas despidieran a sus esposas extranjeras y a los hijos tenidos con ellas.

Esdras aprovechó la oportunidad y consiguió de la congregación un juramento de que cumplirían con esta proposición. Los príncipes y los ancianos reunieron una asamblea del pueblo pero el asunto no pudo ser zanjado fácilmente por lo que se nombró una comisión encabezada por Esdras para solucionarlo. La comisión se reunió durante tres meses, al final de los cuales las “esposas extranjeras” fueron despedidas. No se nos dice cual fue el resultado de tan drástica medida; las memorias de Esdras se interrumpen aquí. Tampoco sabemos si una vez cumplida su misión volvió a Babilonia o se quedó en Jerusalén.

Lo volvemos a encontrar en Jerusalén en la lectura de la Ley que tuvo lugar después de la reconstrucción de las murallas. Sin duda este hecho había despertado el entusiasmo del pueblo y para cumplir con la demanda popular Esdras trajo el Libro de la Ley. En el primer día del séptimo mes (Tishri), se celebró una gran concentración “en la calle que hay delante de la puerta del agua” para leer la Ley. Esdras, subido en una plataforma, leyó el libro en voz alta “desde la mañana hasta el medio día”. Al oír las palabras de la ley, que habían transgredido con tanta frecuencia, la congregación rompió en lamentos poco apropiados para la santidad de aquel día, así que Nehemías disolvió la asamblea. Esdras retomó la le lectura al día siguiente y encontraron en la Ley las directrices para la fiesta de los tabernáculos.

Así que se dieron los pasos necesarios para la debida celebración de esa fiesta, que debía durar siete días, desde el día décimo quinto hasta el vigésimo segundo de Tishri. Esdras continuó la lectura pública de la Ley cada día de la fiesta; y dos días después de terminada se mantuvo un ayuno muy severo y “se levantaron y confesaron sus pecados y las iniquidades de sus padres” (Neh. 9,2). Fue una buena oportunidad para renovar solemnemente el pacto entre el pueblo y Dios. Este pacto comprometía a la comunidad a la observancia de la Ley, a la abstención de matrimonios con paganos, a guardar cuidadosamente el Sabbath y las fiestas y a las distintas regulaciones acordadas para el cuidado del Templo, sus servicios y el pago de los diezmos. Los príncipes, levitas y sacerdotes lo leyeron formalmente y fue firmado por Nehemías y representantes escogidos de los sacerdotes (por extraño que parezca, el nombre de Esdras no aparece en la lista de los que la subscribieron (Neh. 10,1-27). En adelante no vuelve a hacerse mención de Esdras en la literatura canónica. No se habla de él en relación con la segunda misión de Nehemías a Jerusalén y esto ha llevado a muchos a suponer que podía haber fallecido. De hecho tanto el lugar como la fecha de su muerte son desconocidos, aunque en las orillas del Tigris, cerca del lugar donde se une con el Éufrates, hay un monumento que se alega es la tumba de Esdras; durante siglos ha sido un lugar de peregrinaciones para los judíos.

El papel de Esdras en la restauración de los judíos después del exilio dejó una impresión permanente en las mentes del pueblo, lo cual se debió a que en adelante la vida de los judíos discurrió por los cauces trazados por él y de un modo que, en lo esencial, nunca se separó. Hay probablemente una gran parte de verdad en la tradición que le atribuye la organización de las sinagogas y la determinación de los libros consagrados como canónicos entre los judíos. La actividad de Esdras parece haber ido aún más lejos. El Talmud le atribuye haber compilado “su propio libro” (es decir: Esdras-Nehemías) “y las genealogías de los Libros de las Crónicas hasta su propio tiempo” (Trat. "Baba bathra", 15a). Sin embargo, especialistas modernos difieren ampliamente respecto a la extensión de su trabajo literario.

Algunos lo ven como el último editor del Hexateuco, mientras que, por el contrario, otros dudan de que tomara parte en la composición de Esdras – Nehemías y Crónicas. Sea como fuere, es cierto que nada tuvo que ver en la composición de los llamados Tercero y Cuarto Libros de Esdras. Como ocurre con muchos hombres que han jugado una parte importante en las épocas trascendentales de la historia, con el curso del tiempo la personalidad y actividad de Esdras asumió en las mentes del pueblo proporciones gigantescas. Esta leyenda se mezcló con la historia y proveyó para completar la escasez de datos que hay sobre su vida. Se le vio como un segundo Moisés y se le atribuyeron todas las instituciones que no se le pudieron atribuir a Moisés. Según la tradición judía restauró de memoria---una gesta poco menos que milagrosa---todos los libros del Antiguo Testamento, los que se creía habían perecido durante el Exilio. Asimismo sustituyó, al copia la Sagrada Escritura, la antigua escritura fenicia por el alfabeto aún en uso. Hasta la Edad Media, e incluso el Renacimiento, continuó creciendo la cosecha de logros legendarios atribuidos a él. Entonces se le aclamó como organizador de la famosa Gran Sinagoga---cuya existencia misma parece ser un mito---y como inventor de los signos vocales del hebreo.

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Mártir

Martirologio Romano: En Alejandría de Egipto, san Serapión, mártir, que, en tiempo del emperador Septimio Severo y del prefecto Águila, alcanzó la corona del martirio al ser quemado vivo. ( s.III)

Breve Biografía


El segundo siglo de la historia cristiana había terminado con un breve periodo de paz después de tantas sangrientas pruebas por las persecuciones. Hasta ahora, sin embargo, los cristianos habían sido perseguidos tan sólo si se declaraban como tales.

Pero en el comienzo del siglo III, Septimio Severo, en un principio tolerante, dio el primer ejemplo de un ataque directo contra la evangelización, al decretar la prohibición del bautismo. Con esto buscaba, no tanto detener el avance del cristianismo, cuanto interrumpir las famosas escuelas de catequesis, como la de Alejandría en Egipto. Esto provocó que en esta ciudad –durante el período de mayor tranquilidad para los cristianos en todo el vasto imperio– se viviera un corto pero virulento período de persecución e intolerancia contra la muy numerosa comunidad cristiana.

Después de la provocación de un charlatán alejandrino, "creo que era el poeta del demonio y del mal", según lo relatado por el obispo Dionisio a Fabio, obispo de Antioquía, hubo una revuelta repentina contra los cristianos. Muchos de ellos fueron azotados y apedreados, una virgen –Apolonia– después de inhumana tortura, fue quemada viva. Entonces –continua relatando el obispo Dionisio– “ellos (los perseguidores) se apoderaron de Serapión, quien estaba en su casa, le hicieron sufrir duros tormentos que rompieron todas las articulaciones de las extremidades y lo arrojaron, desde la planta alta, con la cabeza hacia abajo”. La carta del obispo es citada por el historiador Eusebio de Cesarea, cuando relata los disturbios anticristianos que estallaron en Egipto en el año 248.

El culto de San Serapión, inexplicablemente desconocido en el Oriente, floreció en el Occidente, ya que Floro presentó en bloque –en su Martirologio– la historia de todos los mártires de Alejandría, siguiendo lo mencionado en la Historia Eclesiástica de Eusebio. Baronio inserta –en el Martirologio Romano–para el día 13 de julio un elogio a un mártir alejandrino, Serapión, mencionado también en el Martirologio Geronimiano y en el Sinassari bizantino. Probablemente, todos estos relatos se refieren al mismo mártir mencionado en la carta del obispo de Alejandría.


NOTAS: [1] Existe un santo homónimo, también mártir de Alejandría, a quien se recuerda el 20 de febrero.
NOTAS: [2] La imagen representa a un ángel listo a entregar la palma del martirio a su justo merecedor.

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Por: Lamberto de Echeverría, Bernardino Llorca y José Luis Repetto Betes | Fuente: AÑO CRISTIANO Edición 2005

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En Norwich, en Inglaterra, beato Tomás Tunstal, presbítero de la Orden de San Benito y mártir, que, en tiempo del rey Jacobo I, fue condenado a muerte y ahorcado por haber entrado, como sacerdote, en este país. ( 1616)

Fecha de beatificación: 15 de diciembre de 1929, durante el pontificado de Pío XI

Breve Biografía


Tomás Tunstal nació en Whinfell, junto a Kendal, en 1580. Tenía veintiséis años cuando ingresó en el colegio inglés de Douai y se preparó al sacerdocio que recibió el año 1610. Con el alias de «Dyer» volvió enseguida a Inglaterra, pero llevaba muy poco tiempo en el reino inglés cuando fue identificado como sacerdote y como tal fue arrestado.

Pasó cinco años largos en la prisión y a comienzos de 1616 logra huir de la cárcel, el castillo de Wishbech, pero se hirió en una mano y acudió a una mujer para que lo curara. Ésta comentó a su marido que ha atendido a un herido, y siendo el marido juez de paz comprendió que el herido era el sacerdote huido, y nuevamente fue arrestado. Esta vez lo llevaron al castillo de Norwich. Un testigo falso, llamado Symons, declaró que había reconciliado con la Iglesia católica a dos protestantes, y aunque los interesados lo negaron, se le pidió a Tomás que reconociera la supremacía religiosa del rey, a lo que éste se negó, y por ello lo condenaron a muerte como traidor. Apenas el jurado había pronunciado su veredicto, Tomás se santiguó, se puso de rodillas y alzando al cielo los ojos y las manos dijo en voz alta y en latín: «Bendita sea la santa Trinidad e individua Unidad. La confesaremos porque ha tenido misericordia de nosotros». Y siguió rezando un tiempo. Entonces el juez Altam volvió a preguntarle si quería prestar el juramento de acatamiento a la supremacía religiosa del rey, y Tomás le dijo que era su conciencia la que no se lo permitía.

Llevado al patíbulo el 13 de julio de 1616, el juez de paz que lo arrestó la segunda vez le pidió perdón, que él le concedió. No se le permitió hablar pero se le dejó que orara durante un cuarto de hora. Luego quiso hablar al pueblo sobre el texto paulino: «Somos espectáculo para el mundo...» (1 Cor 4,9), pero se le mandó callar. El preguntó qué hora era y le dijeron que las once. «Es casi la hora del almuerzo -dijo-, Dios me conceda sentarme hoy a su mesa en el reino de los cielos». Los ministros protestantes y el sheriff le preguntaron si creía que iba a salvarse por sus buenas obras, y él contestó que las buenas obras se hacían meritorias gracias a la sangre de Cristo, a cuyos méritos recurría y en cuyas llagas se metía. Pidió por el rey y por el falso acusador y ofreció su cuello a la soga que iba a ahorcarlo. Cuando lo rodeó el lazo de la soga, dijo: «Seas glorificado, Señor». Y le rogó al verdugo le avisase del momento en que iba a ser colgado para poder morir con el nombre de Jesús en los labios. Le propusieron que diera él mismo la señal, pero dijo que él no podía acelerar su propia muerte. Volvió a santiguarse y rogó a los católicos presentes que rogaran por él. Luego dijo en latín: «Buen Jesús, Verbo del Padre, esplendor de la eterna gloria»... y añadió: «A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu». El sheriff dijo: «Ahora», y el mártir exclamó: «Jesús, Jesús, ten misericordia de mí». Y siguió su ahorcamiento y descuartizamiento. Su cabeza fue expuesta en la Puerta de San Benito, como él había pedido.

El Martirologio dice que este sacerdote era monje benedictino. No hemos hallado tal dato en ninguna de las fuentes consultadas, empezando por la Positio de 1928

AÑO CRISTIANO Edición 2005
Autores: Lamberto de Echeverría (†), Bernardino Llorca (†) y José Luis Repetto Betes
Editorial: Biblioteca de Autores Católicos (BAC)
Tomo VII Julio ISBN 84-7914-763-6

NOTA: La imagen representa a un ángel listo a entregar la palma del martirio a su justo merecedor.


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SANTA TERESA DE LOS ANDES


RELIGIOSA




Carmelita 



En la ciudad de Los Andes, en Chile, santa Teresa de Jesús (Juana) Fernández Solar, virgen, que, siendo novicia en la Orden de Carmelitas Descalzas, consagró, como ella misma decía, su vida a Dios por el mundo pecador, muriendo de tifus a los veinte años de edad (1920). 

Etimológicamente: Teresa = Aquella que es experta en la caza, es de origen griego.

El Continente joven, nuestra América, nos da también Santos muy jóvenes. Hoy nos toca presentar a Teresa de los Andes, una Santa que muere en la flor de la edad ―diecinueve años sólo―, y que se gana todos los corazones. ¡Qué linda esta jovencita chilena, que nace con el siglo veinte, el año 1900!

Muy niña aún, entabla con el Padre Capellán este diálogo encantador:
- Padrecito, vámonos al cielo. 
- Bien, vamos. Pero, ¿dónde está el cielo? 
- Allá, en los Andes. Mírelos qué altos son, que tocan al cielo. 
- Está bien, hijita. Pero fíjate: cuando hayamos trepado esos montes, el cielo estará mucho más arriba. No; ése no es el camino del cielo. ¿Sabes dónde está el verdadero camino del Cielo? En el Sagrario, donde está Jesús. 

Teresa lo entiende, y ya no suspira sino por recibir a Jesús. El santo Padre Mateo Crawley entroniza en el hogar al Sagrado Corazón, y la mamá le pide: 
- Padre, consagre especialmente mi hija al Sagrado Corazón.
Así lo hace el Padre Mateo. Y la mamá, al conocer después la santidad de su hija, dirá: 
- Con todo el corazón se la presenté yo también. Y Nuestro Señor no desechó la ofrenda. 
Teresa recibe la Primera Comunión de manos del gran Obispo Monseñor Jara, de quien es esa célebre página sobre la madre. La niña Teresa se sintió feliz, y escribió: 
- Jesús, desde ese primer abrazo, no me soltó y me tomó para sí. Todos los días comulgaba y hablaba con Jesús largo rato. 
Su devoción a María va a ser también muy tierna, como nos dice ella misma: -Mi devoción espe-cial era la Virgen. Le contaba todo. La Virgen, que jamás ha dejado de consolarme y oírme.

Teresa es cada día más buena. Pero no vayamos a pensar que era sin esfuerzo. Si le preguntamos a la mamá, ésta nos responde: 
- Solía tener sus rabietas, que se traducían en llantos a mares y en tenacidad para no obedecer. Pero fue venciéndose y adquiriendo gran dominio de sí misma. 

Afectuosa, se hacía querer de todos. Juegan mucho los seis hermanos, gana ella casi todas las partidas, y hasta le tienen que prohibir el juego por tantas discusiones. Montar a caballo y nadar constituían sus delicias... En suma, una muchachita normal, encantadora: buena y traviesa, inocente y enredona...
Desde niña, aprende el Catecismo y se convierte en catequista. De familia acomodada, busca los niños más pobres. Les enseña la doctrina, les dice cómo amar a Jesús y a la Virgen, les hacer mirar la eternidad del Cielo y del Infierno... 
Y tiene siempre alegres a estos niños. Era una consecuencia de la alegría que llevaba dentro de sí este ángel caído del cielo, y que tenia por máxima: 
- Dios es alegría infinita. 
¿Y se puede estar tristes cuando se tiene a Dios dentro de nuestro ser? Con Dios no cesa nunca la alegría en el alma. La alegría es la manifestación más pura de la presencia de Dios con nosotros.
Se hizo famoso el caso del niño que encuentra perdido en la calle. Harapiento y muerto de hambre, se lo lleva a casa. Lo cuida, lo mima. Se las ingenia para sacar dinero de sus ahorritos, y escribe: 
- El día de mi cumpleaños junté treinta pesos. Voy a comprarle unos zapatos a Juanito y lo demás se lo entregaré a mi mamá para que ayude a los pobres. 
Todos se extrañan de su proceder, y le preguntan:
- Pero, ¿qué has hecho?... 
Y ella, con la naturalidad más grande del mundo: 
- Nada. Le he dado mis zapatos a la mamá de Juanito, porque ella no tenía. Y al papá, como es aficionado al licor y hace padecer a los suyos, lo he llamado y le he hecho ir a confesarse y comulgar. Después, fui a su casa para consagrar la familia al Sagrado Corazón de Jesús.

Así es Teresa. Entre las compañeras, es la mejor del Colegio. Queda la primera muchas veces, y ella lo consigna con simpático orgullo, por amor a sus papás: 
- Salí primera en Historia. Estoy feliz. Yo que jamás tenía puestos, ahora la Virgen me los da. Se los pido para dar gusto a mi papá y a mi mamá. 
¿Por qué es tan querida de todos? Porque es fiel a sus lemas, cumplidos con tesón: 
- El deber ante todo, el deber siempre. 
- El amor es la fuerza que ayuda a obrar.
- Me esmeraré en labrar la felicidad de los demás. Para ello, olvidarme de mí misma. 

Ya lo vemos: una chica como cualquier otra en apariencia, pero con un tesón enorme por superarse.

La vida le sonríe, pero Teresa la va a sacrificar generosamente. Pide entrar en el convento de las Carmelitas de clausura, de Los Andes, y en él se encierra para siempre. La que se llamaba Juanita, ahora se quiere llamar Teresa, y como Santa Teresa de Los Andes será conocida para siempre en la Iglesia.

Pero su vida de religiosa va a ser muy corta. No llegará a un año, pues, a los once meses, el Señor se la lleva para darle el premio de su vida preciosa. En vida y en muerte, se le ha cumplido su gran deseo: 
- ¿Quién puede hacerme más feliz que Dios? Nadie. En Él lo encuentro todo....

Nota: Hoy 12 de julio se la festeja en el calendario carmelita, el Martirologio Romano la recuerda el 12 de abril, el día de su ingreso a la Casa del Padre.

Hermanos Franciscanos

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