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NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO.

ADVOCACIÓN MARIANA





Patrona de los Padres Redentoristas y de Haití

El icono original está en el altar mayor de la Iglesia de San Alfonso, muy cerca de la Basílica de Santa María la Mayor en Roma.

El icono de la Virgen, pintado sobre madera, de 21 por 17 pulgadas, muestra a la Madre con el Niño Jesús. El Niño observa a dos ángeles que le muestran los instrumentos de su futura pasión. Se agarra fuerte con las dos manos de su Madre Santísima quien lo sostiene en sus brazos. El cuadro nos recuerda la maternidad divina de la Virgen y su cuidado por Jesús desde su concepción hasta su muerte. Hoy la Virgen cuida de todos sus hijos que a ella acuden con plena confianza.

Historia

En el siglo XV un comerciante acaudalado de la isla de Creta (en el Mar Mediterráneo) tenía la bella pintura de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Era un hombre muy piadoso y devoto de la Virgen María. Cómo habrá llegado a sus manos dicha pintura, no se sabe. ¿Se le habría confiado por razones de seguridad, para protegerla de los sarracenos? Lo cierto es que el mercader estaba resuelto a impedir que el cuadro de la Virgen se destruyera como tantos otros que ya habían corrido con esa suerte. 

Por protección, el mercader decidió llevar la pintura a Italia. Empacó sus pertenencias, arregló su negocio y abordó un navío dirigiéndose a Roma. En ruta se desató una violenta tormenta y todos a bordo esperaban lo peor. El comerciante tomó el cuadro de Nuestra Señora, lo sostuvo en lo alto, y pidió socorro. La Santísima Virgen respondió a su oración con un milagro. El mar se calmó y la embarcación llegó a salvo al puerto de Roma.

Cae la pintura en manos de una familia

Tenía el mercader un amigo muy querido en la ciudad de Roma así que decidió pasar un rato con él antes de seguir adelante. Con gran alegría le mostró el cuadro y le dijo que algún día el mundo entero le rendiría homenaje a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

Pasado un tiempo, el mercader se enfermó de gravedad. Al sentir que sus días estaban contados, llamó a su amigo a su lecho y le rogó que le prometiera que, después de su muerte, colocaría la pintura de la Virgen en una iglesia digna o ilustre para que fuera venerada públicamente. El amigo accedió a la promesa pero no la llegó a cumplir por complacer a su esposa que se había encariñado con la imagen. 

Pero la Divina Providencia no había llevado la pintura a Roma para que fuese propiedad de una familia sino para que fuera venerada por todo el mundo, tal y como había profetizado el mercader. Nuestra Señora se le apareció al hombre en tres ocasiones, diciéndole que debía poner la pintura en una iglesia, de lo contrario, algo terrible sucedería. El hombre discutió con su esposa para cumplir con la Virgen, pero ella se le burló, diciéndole que era un visionario. El hombre temió disgustar a su esposa, por lo que las cosas quedaron igual. Nuestra Señora, por fin, se le volvió a aparecer y le dijo que, para que su pintura saliera de esa casa, él tendría que irse primero. De repente el hombre se puso gravemente enfermo y en pocos días murió. La esposa estaba muy apegada a la pintura y trató de convencerse a sí misma de que estaría más protegida en su propia casa. Así, día a día, fue aplazando el deshacerse de la imagen. Un día, su hijita de seis años vino hacia ella apresurada con la noticia de que una hermosa y resplandeciente Señora se le había aparecido mientras estaba mirando la pintura. La Señora le había dicho que le dijera a su madre y a su abuelo que Nuestra Señora del Perpetuo Socorro deseaba ser puesta en una iglesia; y, que si no, todos los de la casa morirían.

La mamá de la niñita estaba espantada y prometió obedecer a la Señora. Una amiga, que vivía cerca, oyó lo de la aparición. Fue entonces a ver a la señora y ridiculizó todo lo ocurrido. Trató de persuadir a su amiga de que se quedara con el cuadro, diciéndole que si fuera ella, no haría caso de sueños y visiones. Apenas había terminado de hablar, cuando comenzó a sentir unos dolores tan terribles, que creyó que se iba a morir. Llena de dolor, comenzó a invocar a Nuestra Señora para que la perdonara y la ayudara. La Virgen escuchó su oración. La vecina tocó la pintura, con corazón contrito, y fue sanada instantáneamente. Entonces procedió a suplicarle a la viuda para que obedeciera a Nuestra Señora de una vez por todas.

Accede la viuda a entregar la pintura

Se encontraba la viuda preguntándose en qué iglesia debería poner la pintura, cuando el cielo mismo le respondió. Volvió a aparecérsele la Virgen a la niña y le dijo que le dijera a su madre que quería que la pintura fuera colocada en la iglesia que queda entre la basílica de Sta. María la Mayor y la de S. Juan de Letrán. Esa iglesia era la de S. Mateo, el Apóstol.

La señora se apresuró a entrevistarse con el superior de los Agustinos quienes eran los encargados de la iglesia. Ella le informó acerca de todas las circunstancias relacionadas con el cuadro. La pintura fue llevada a la iglesia en procesión solemne el 27 de marzo de 1499. En el camino de la residencia de la viuda hacia la iglesia, un hombre tocó la pintura y le fue devuelto el uso de un brazo que tenía paralizado. Colgaron la pintura sobre el altar mayor de la iglesia, en donde permaneció casi trescientos años. Amado y venerado por todos los de Roma como una pintura verdaderamente milagrosa, sirvió como medio de incontables milagros, curaciones y gracias.

En 1798, Napoleón y su ejército francés tomaron la ciudad de Roma. Sus atropellos fueron incontables y su soberbia, satánica. Exilió al Papa Pío VII y, con el pretexto de fortalecer las defensas de Roma, destruyó treinta iglesias, entre ellas la de San Mateo, la cual quedó completamente arrasada. Junto con la iglesia, se perdieron muchas reliquias y estatuas venerables. Uno de los Padres Agustinos, justo a tiempo, había logrado llevarse secretamente el cuadro. 

Cuando el Papa, que había sido prisionero de Napoleón, regresó a Roma, le dio a los agustinos el monasterio de S. Eusebio y después la casa y la iglesia de Sta. María en Posterula. Una pintura famosa de Nuestra Señora de la Gracia estaba ya colocada en dicha iglesia por lo que la pintura milagrosa de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fue puesta en la capilla privada de los Padres Agustinos, en Posterula. Allí permaneció sesenta y cuatro años, casi olvidada.

Hallazgo de un sacerdote Redentorista

Mientras tanto, a instancias del Papa, el Superior General de los Redentoristas, estableció su sede principal en Roma donde construyeron un monasterio y la iglesia de San Alfonso. Uno de los Padres, el historiador de la casa, realizó un estudio acerca del sector de Roma en que vivían. En sus investigaciones, se encontró con múltiples referencias a la vieja Iglesia de San Mateo y a la pintura milagrosa de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. 

Un día decidió contarle a sus hermanos sacerdotes sobre sus investigaciones: La iglesia actual de San Alfonso estaba construida sobre las ruinas de la de San Mateo en la que, durante siglos, había sido venerada, públicamente, una pintura milagrosa de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Entre los que escuchaban, se encontraba el Padre Michael Marchi, el cual se acordaba de haber servido muchas veces en la Misa de la capilla de los Agustinos de Posterula cuando era niño. Ahí en la capilla, había visto la pintura milagrosa. Un viejo hermano lego que había vivido en San Mateo, y a quien había visitado a menudo, le había contado muchas veces relatos acerca de los milagros de Nuestra Señora y solía añadir: "Ten presente, Michael, que Nuestra Señora de San Mateo es la de la capilla privada. No lo olvides". El Padre Michael les relató todo lo que había oído de aquel hermano lego. 

Por medio de este incidente los Redentoristas supieron de la existencia de la pintura, no obstante, ignoraban su historia y el deseo expreso de la Virgen de ser honrada públicamente en la iglesia.

Ese mismo año, a través del sermón inspirado de un jesuita acerca de la antigua pintura de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, conocieron los Redentoristas la historia de la pintura y del deseo de la Virgen de que esta imagen suya fuera venerada entre la Iglesia de Sta. María la Mayor y la de S. Juan de Letrán. El santo Jesuita había lamentado el hecho de que el cuadro, que había sido tan famoso por milagros y curaciones, hubiera desaparecido sin revelar ninguna señal sobrenatural durante los últimos sesenta años. A él le pareció que se debía a que ya no estaba expuesto públicamente para ser venerado por los fieles. Les imploró a sus oyentes que, si alguno sabía dónde se hallaba la pintura, le informaran dueño lo que deseaba la Virgen.

Los Padres Redentoristas soñaban con ver que el milagroso cuadro fuera nuevamente expuesto a la veneración pública y que, de ser posible, sucediera en su propia Iglesia de San Alfonso. Así que instaron a su Superior General para que tratara de conseguir el famoso cuadro para su Iglesia. Después de un tiempo de reflexión, decidió solicitarle la pintura al Santo Padre, el Papa Pío IX. Le narró la historia de la milagrosa imagen y sometió su petición.

El Santo Padre escuchó con atención. Él amaba dulcemente a la Santísima Virgen y le alegraba que fuera honrada. Sacó su pluma y escribió su deseo de que el cuadro milagroso de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fuera devuelto a la Iglesia entre Sta. María la Mayor y S. Juan de Letrán. También encargó a los Redentoristas de que hicieran que Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fuera conocida en todas partes.

Aparece y se venera, por fin, el cuadro de Nuestra Señora 

Ninguno de los Agustinos de ese tiempo había conocido la Iglesia de San Mateo. Una vez que supieron la historia y el deseo del Santo Padre, gustosos complacieron a Nuestra Señora. Habían sido sus custodios y ahora se la devolverían al mundo bajo la tutela de otros custodios. Todo había sido planeado por la Divina Providencia en una forma verdaderamente extraordinaria. 

A petición del Santo Padre, los Redentoristas obsequiaron a los Agustinos una linda pintura que serviría para reemplazar a la milagrosa.

La imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fue llevado en procesión solemne a lo largo de las vistosas y alegres calles de Roma antes de ser colocado sobre el altar, construido especialmente para su veneración en la Iglesia de San Alfonso. La dicha del pueblo romano era evidente. El entusiasmo de las veinte mil personas que se agolparon en las calles llenas de flores para la procesión dio testimonio de la profunda devoción hacia la Madre de Dios

A toda hora del día, se podía ver un número de personas de toda clase delante de la pintura, implorándole a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro que escuchara sus oraciones y que les alcanzara misericordia. Se reportaron diariamente muchos milagros y gracias.

Hoy en día, la devoción a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro se ha difundido por todo el mundo. Se han construido iglesias y santuarios en su honor, y se han establecido archicofradías. Su retrato es conocido y amado en todas partes.

Patrona de Haití

Teniendo esta advocación mariana como patrona de su congregación, los Padres Redentoristas la llevaron a sus misiones en Haití. Allí se le edificó un santuario en Béle-Aire, cerca de Puerto Príncipe.

En 1883 una terrible epidemia de viruela azotaba el país. Los devotos acudieron a la Virgen del Perpetuo Socorro y le hicieron una novena. La epidemia cesó milagrosamente y se decidió nombrarla patrona del país.

En 1993 se celebró con gran regocijo el centenario del milagro y del nombramiento de la Virgen como patrona. El Papa Juan Pablo II visitó Haití para esta celebración y puso al país bajo el amparo de la Virgen del Perpetuo Socorro. 

Los Haitianos también tienen gran devoción a la Virgen de la Asunción.

Signos de la imagen de Nuestra Madre del Perpetuo Socorro
(conocida en el Oriente bizantino como el icono de la Madre de Dios de la Pasión)

Aunque su origen es incierto, se estima que el retrato fue pintado durante el decimotercero o decimocuarto siglo. El icono parece ser copia de una famosa pintura de Nuestra Señora que fuera, según la tradición, pintada por el mismo San Lucas. La original se veneraba en Constantinopla por siglos como una pintura milagrosa pero fue destruida en 1453 por los Turcos cuando capturaron la ciudad.

Fue pintado en un estilo plano característico de iconos y tiene una calidad primitiva. Todas las letras son griegas. Las iniciales al lado de la corona de la Madre la identifican como la “Madre de Dios”. Las iniciales al lado del Niño “ICXC” significan “Jesucristo”. Las letras griegas en la aureola del Niño: owu significan “El que es”, mientras las tres estrellas sobre la cabeza y los hombros de María santísima indican su virginidad antes del parto, en el parto y después del parto.

Las letras más pequeñas identifican al ángel a la izquierda como “San Miguel Arcángel”; el arcángel sostiene la lanza y la caña con la esponja empapada de vinagre, instrumentos de la pasión de Cristo. El ángel a la derecha es identificado como “San Gabriel Arcángel”, sostiene la cruz y los clavos. Nótese que los ángeles no tocan los instrumentos de la pasión con las manos, sino con el paño que los cubre.

Cuando este retrato fue pintado, no era común pintar aureolas. Por esta razón el artista redondeó la cabeza y el velo de la Madre para indicar su santidad. Las halos y coronas doradas fueron añadidas mucho después. El fondo dorado, símbolo de la luz eterna da realce a los colores más bien vivos de las vestiduras. Para la Virgen el maforion (velo-manto) es de color púrpura, signo de la divinidad a la que ella se ha unido excepcionalmente, mientras que el traje es azul, indicación de su humanidad. En este retrato la Madona está fuera de proporción con el tamaño de su Hijo porque es -María- a quien el artista quiso enfatizar.

Los encantos del retrato son muchos, desde la ingenuidad del artista, quien quiso asegurarse que la identidad de cada uno de los sujetos se conociera, hasta la sandalia que cuelga del pie del Niño. El Niño divino, siempre con esa expresión de madurez que conviene a un Dios eterno en su pequeño rostro, está vestido como solían hacerlo en la antigüedad los nobles y filósofos: túnica ceñida por un cinturón y manto echado al hombro. El pequeño Jesús tiene en el rostro una expresión de temor y con las dos manitas aprieta la derecha de su Madre, que mira ante sí con actitud recogida y pensativa, como si estuviera recordando en su corazón la dolorosa profecía que le hiciera Simeón, el misterioso plan de la redención, cuyo siervo sufriente ya había presentado Isaías.

En su doble denominación, esta bella imagen de la Virgen nos recuerda el centralismo salvífico de la pasión de Cristo y de María y al mismo tiempo la socorredora bondad de la Madre de Dios y nuestra.

11:49 p.m.

Por: P. Felipe Santos | Fuente: Catholic.net

Obispo de Gubbio

Martirologio Romano: En Gubbio, de Umbría (Italia), san Radulfo, obispo, que se dedicó sin descanso a la predicación y distribuyó con gran prodigalidad entre los pobres todo cuanto pudo sustraer de sus expensas domésticas. ( 1064)

Etimológicamente Rodolfo = "lobo glorioso". Viene de la lengua alemana.

Algo sumamente importante para el creyente es tomar conciencia de que la vida que lleva, la lleva en vasos de barro, en los que va mezclada la gracia divina. Con esta realidad, más que hundirse y deprimirse, el creyente sale a flote en la aventura a la que Dios le llama.

Este joven nació en Gubbio en el año 1034 y murió en 1064. Una vida corta,30 años, vividos con profunfidad de alma y de entrega a las cosas de Dios.

Estuvo al menos cinco años de obispo. A los 25 asistió al Concilio Romano, celebrado el año 1059. Fue el primero de los tres obispos santos que tuvo esta localidad umbra en un siglo: después de él, San Juan de Lodi y el tercero, el popular San Ubaldo

Tenemos la suerte de saber su biografía gracias a su maestro san Pedro Damián, una de las cinco personalidades más influyentes en el siglo XI. Fue el guía de los ermitaños de Fonte Avellana, gran vivero de ascetas, entre los que estaba Rodolfo con su hermano mayor Pedro. De estos ermitaños vino el “rinnovamento”.

Rodolfo llegó a ser obispo de Gubbio. Hizo grandes obras y tenía en mente otras, pero murió muy joven. Todo lo que él no pudo hacer, lo llevaría a cabo Juan de Lodi.

Pedro Damián le comunicó la noticia de la muerte de Rodolfo al Papa Alejandro II. Era una carta en la que contaba al Pontífice la vida de este joven; alababa su penitencia, su oración y celo pastoral y le manifiesta que realmente era un santo. La carta revela que San Pedro Damián le tenía gran estima por su cultura teológica.

El culto a san Rodolfo fue grande una vez que todo el mundo se enteró de cómo era y había muerto. Su cuerpo fue enterrado en la catedral de Gubbio, pero, por desgracia, no ha quedado ni rastro después de los trabajos del 1670.

Anteriormente su celebración era el 17 de octubre.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

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11:49 p.m.

Por: . | Fuente: canalsocial.net

Obispo

Martirologio Romano: En Belley, en Saboya, hoy en día en Francia, san Antelmo, obispo, monje de la Gran Cartuja, que restauró los edificios destruidos por una gran nevada. Elegido prior, convocó el capítulo general, y designado obispo, se distinguió por su aplicación firme y decidida en la corrección de los clérigos y en la reforma de las costumbres (1177).

San Antelmo. Obispo de Belley. Fueron sus padres, los nobles señores de Chignin, en cuyo castillo feudal de Saboya nace posiblemente en el año 1107. Dedicado al servicio eclesiástico, fue Dignidad de los cabildos de Grenoble y de Belley, con grandes rentas y posesiones.

Disgustado del mundo, ingresó y profesó en la Gran Cartuja, en 1136. Tres años más tarde es elegido prior, por su fidelidad a las Reglas y su vida santificada. El papa Alejandro II le consagró obispo de Belley el 8 nov. 1163.
San Antelmo fue un gran reformador, corrigió los abusos existentes tanto entre los clérigos como entre los laicos. Extendió su obra más allá de los asuntos eclesiásticos y reconstruyó el monasterio de Grande Chartreuse después de que gran parte de éste fuese destruido por una avalancha. Además de restaurar los edificios, renovó las tierras de cultivo y suministró agua fresca a través de un sistema de acueductos. Fue padre de los pobres y necesitados. Murió santamente en Belley el 26 jun. 1178.

Ante la multitud de los milagros que se obraban en su tumba, la voz del Pueblo, norma entonces para las canonizaciones, le elevó a los altares. La Sede Apostólica nada ha opuesto en contra; después de repetidos expurgos, su nombre sigue figurando en el Martirologio. El hecho capital de su vida reside en haber presidido, en 1142, un Capítulo General de la Orden, donde todos los c. se unieron, quedando entonces realmente constituida la Orden Cartujana, quien le considera su primer general

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11:49 p.m.

Por: . | Fuente: ACIprensa.com

Estas cuatro mártires eran Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul, en el convento de Arras.

Fueron: Beata Magdalena Fontaine, de 71 años; la Beata Francisca Lanel, de 42 años; la Beata Teresa Fantou, de 47; y la Beata Juana Gerard, de 42. En plena Revolución Francesa, las cuatro hermanas, de acuerdo con el criterio de su regla, se negaron a prestar el juramento de fidelidad que exigía la Convención a clérigos y religiosas y, por lo tanto, se las apuntó en la lista de sospechososos.

Pocos meses más tarde, el 14 de febrero de 1794, fueron detenidas por infidelidad. El 26 de junio fueron trasladadas a Cambrai, donde se acusó a la Beata Magdalena de ser una "piadosa contra-revolucionaria" y a las otras tres de ser sus cómplices.

El Tribunal las condenó a muerte, sin apelación. La madre Magdalena, luego de haber visto rodar las cabezas de sus tres hijas, se volvió hacia la multitud y dijo: "Oíd cristianos, nosotras hemos sido las últimas víctimas. La persecución se detendrá; las guillotinas serán destruidas y los altares de Jesucristo se levantarán de nuevo, llenos de gloria".

La profecía se cumplió al pie de la letra. Seis semanas después de la ejecución, la matanza con guillotina terminó. Las cuatro hermanas de la caridad fueron beatificadas en 1920.

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5:10 p.m.
SAN ANTELMO DE BELLEY

OBISPO




PALABRA DE DIOS DIARIA

En Belley, en Saboya, hoy en día en Francia, san Antelmo, obispo, monje de la Gran Cartuja, que restauró los edificios destruidos por una gran nevada. Elegido prior, convocó el capítulo general, y designado obispo, se distinguió por su aplicación firme y decidida en la corrección de los clérigos y en la reforma de las costumbres (1177).

San Antelmo. Obispo de Belley. Fueron sus padres, los nobles señores de Chignin, en cuyo castillo feudal de Saboya nace posiblemente en el año 1107. Dedicado al servicio eclesiástico, fue Dignidad de los cabildos de Grenoble y de Belley, con grandes rentas y posesiones. 

Disgustado del mundo, ingresó y profesó en la Gran Cartuja, en 1136. Tres años más tarde es elegido prior, por su fidelidad a las Reglas y su vida santificada. El papa Alejandro II le consagró obispo de Belley el 8 nov. 1163. 
San Antelmo fue un gran reformador, corrigió los abusos existentes tanto entre los clérigos como entre los laicos. Extendió su obra más allá de los asuntos eclesiásticos y reconstruyó el monasterio de Grande Chartreuse después de que gran parte de éste fuese destruido por una avalancha. Además de restaurar los edificios, renovó las tierras de cultivo y suministró agua fresca a través de un sistema de acueductos. Fue padre de los pobres y necesitados. Murió santamente en Belley el 26 jun. 1178.

Ante la multitud de los milagros que se obraban en su tumba, la voz del Pueblo, norma entonces para las canonizaciones, le elevó a los altares. La Sede Apostólica nada ha opuesto en contra; después de repetidos expurgos, su nombre sigue figurando en el Martirologio. El hecho capital de su vida reside en haber presidido, en 1142, un Capítulo General de la Orden, donde todos los cartujos se unieron, quedando entonces realmente constituida la Orden Cartujana, quien le considera su primer general

11:49 p.m.

Por: Lamberto de Echeverría, Bernardino Llorca y José Luis Repetto Betes | Fuente: AÑO CRISTIANO Edición 2004

Rey de Bretaña

Martirologio Romano: En la región de Bretaña, Francia , san Salomón, mártir, que, mientras fue rey, instituyó sedes episcopales, amplió los monasterios y mantuvo la justicia, pero al ser apartado de su cargo, fue cegado y muerto en la iglesia por sus adversarios. ( 874)
Salomón fue rey de Bretaña a partir del año 857 y no llegó al poder de forma limpia. Era primo de Erispoé, sucesor de Nominoé, primer rey de Bretaña. Gracias a la protección franca, Salomón logra para sí el gobierno de una parte importante del reino y, siguiendo adelante en su ambición, urde una conspiración contra el rey, que es asesinado, y ello hace posible su ascenso al trono.

Una vez en el trono quiso afianzar su poder, logra extender considerablemente el territorio de su reino y procura ser un buen rey. Procuró una buena organización del país y una adecuada administración de la justicia. Mostró sentimientos religiosos y se preocupa por la Iglesia, fomentando la erección de vanas sedes episcopales y protegiendo a los monasterios.

Parece que, movido por los remordimientos de conciencia sobre la forma de su ascenso al trono, estableció en 873 un consejo de regencia y abdicó de la corona, pero ya era tarde para impedir el progreso del partido formado contra él y que había logrado apoderarse de su propio hijo. Buscó el rey refugio en el monasterio de Plélan, pero, viendo que allí no estaba seguro, pasó a Landernau, y estando en una iglesia de Elorn lo alcanzaron sus enemigos. Él se puso en sus manos y éstos no dudaron en asesinarlo. Era el 25 de junio de 874. Inmediatamente, este asesinato fue visto por el pueblo como un martirio, pues se fijó más en el buen gobierno del rey que en su sangriento acceso al poder. Su culto comenzó enseguida y se prongó por los siglos.

AÑO CRISTIANO Edición 2004
Autores: Lamberto de Echeverría (†), Bernardino Llorca (†) y José Luis Repetto Betes
Editorial: Biblioteca de Autores Católicos (BAC)
Tomo VI Junio ISBN 84-7914-729-6

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11:49 p.m.

Virgen y eremita

Martirologio Romano: En Maurienne, en Saboya, hoy en Francia, santa Tecla (Tigris), virgen, que con gran celo propagó en este lugar el culto a san Juan, el Precursor. ( s.VI)
Natural de Valloires, aldea de Maurienne, en Saboya (Francia). Junto con su hermana Pigmenia peregrinó a Tierra Santa y en Alejandría de Egipto, tuvo contactos con varias experiencias de vida eremítica. De regreso a su tierra, no sólo importó la forma particular de vivir la vida en soledad entre los Alpes saboyanos, sino que también se trajo una preciosa reliquia: tres dedos de la mano de san Juan Bautista, que fueron el origen del símbolo de la ciudad: la representación de una mano plateada dando la bendición sobre un fondo azul claro.

El antiguo pueblo de Maurienne tomó así el nombre de Saint-Jean-de-Maurienne, y por el rey san Gontrán fue promovida al rango de diócesis y fue la verdadera capital de lo que sería el primer feudo saboyardo. La catedral, además de custodiar esta preciosa reliquia, algunos siglos después sería el primer cementerio en acoger los restos de los miembros de la Casa de Saboya.

Tecla, se hizo promotora del culto a san Juan Bautista en Saboya, vivió la vida eremítica, abandonando los pocos bienes terrenos que le quedaban. Parece que sólamente interrumpía su soledad para acercarse a Misa. No se sabe si vivió mucho, pero su existencia está históricamente probada.

responsable de la traducción: Cristina Huete García
para hagiopedia.blogspot.com

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Monje

Martirologio Romano: En la Cartuja de Le Réposoir, en Saboya, beato Juan, llamado «el hispano», monje, que escribió los estatutos para las monjas de la Cartuja. ( 1160)

Fecha de beatificación: Culto confirmado en 1864 por el Papa Pío IX

Juan nació en 1123, probablemente en Almanza, en León, España. Fue un joven estudioso y, a la edad de trece años, viajó a Francia con un compañero, en busca de las facilidades para su educación que no podía encontrar en su ciudad natal ni en los alrededores. Los dos jóvenes se establecieron en Arlés, donde encontraron excelentes maestros y pasaron grandes miserias. Sin embargo, no pasó mucho tiempo sin que Juan quedase favorecido por la amistad de un hombre rico que, incluso, lo llevó a vivir en su casa. Al terminar los estudios, Juan se despidió de su generoso amigo y se unió a un ermitaño, con quien estuvo dos años y medio en el aprendizaje para el ejercicio de la vida espiritual. Después consiguió ser recibido en el priorato de los cartujos de Montrieu, o Mons Rivi, y, desde el momento en que ingresó al noviciado, se dedicó con entusiasmo a seguir los pasos de san Bruno. Durante seis años desempeñó el cargo de sacristán y, poco después, se le eligió como prior. Con la autoridad de su puesto, dio gran impulso a la cultura en su convento y él mismo se dedicó a copiar y a corregir manuscritos.

Al término del desempeño de su cargo, al que renució, según se tiene entendido, fue transferido a la Gran Cartuja. San Antelmo, por entonces superior del gran monasterio, tuvo una profunda estimación por Juan. Cuando Haimo de Fulciano pidió el envío de algunos cartujos para hacer una fundación en uno de sus terrenos, cerca del lago de Ginebra, san Antelmo eligió a Juan para que fuese el prior del nuevo establecimiento. Hubo muchos contratiempos pura que empezara a funcionar, pero una vez establecido, floreció extraordinariamente; el prior Juan llamó a su monasterio el «Reposoir» (descanso), por el ambiente de tranquilidad que prevalecía en él. A solicitud de san Antelmo, realizó Juan todavía otra tarea: la recopilación de una constitución para las monjas cartujas.

Luego de gobernar la comunidad del Reposoir durante nueve años, el beato Juan murió, hacia el 1160. Por expreso deseo suyo fue sepultado junto a dos pastores que perecieron durante un alud de nieve y a quienes él mismo había enterrado. Sobre su tumba se erigió una capilla, pero en 1649 se trasladaron sus restos a la sacristía de la iglesia del monasterio. Esta traslación se practicó por orden de Carlos Augusto de Sales, obispo de Ginebra y sobrino de san Francisco de Sales; el propio obispo redactó la orden de traslación y le agregó un relato sobre la manera como se desarrolló el acto, así como una breve narración sobre la vida de Juan. Ese escrito se conserva todavía.

VIDAS DE LOS SANTOS Edición 1965
Autor: Alban Butler (†)
Traductor: Wilfredo Guinea, S.J.
Editorial: COLLIER´S INTERNATIONAL - JOHN W. CLUTE, S. A.

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11:49 p.m.

Por: . | Fuente: Vatican.va

Fundadora de la Congregación
de las Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres

Martirologio Romano: En la ciudad de Guadalajara, México, Santa María de Guadalupe (Anastasia) García Zavala, virgen, que participó activamente en la fundación de la Congregación de Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres, y se distinguió por sus obras de caridad en favor de los menesterosos y de los enfermos. ( 1963)

Fecha de canonización: 12 de mayo de 2013 por el Papa Francisco.

Nació en Zapopan, Jalisco, México el 27 de abril de 1878. Fueron sus padres el Sr. Fortino García y la Sra. Refugio Zavala de García.

Don Fortino, era comerciante, tenía una tienda de objetos religiosos frente a la Basílica de Nuestra Señora de Zapopan, por lo tanto la pequeña Lupita visitaba la iglesia con mucha frecuencia y desde pequeña mostró grande amor a los pobres y a las obras de caridad.

Lupita tenía fama de ser una joven muy bonita y muy simpática, sin dejar de ser sencilla y transparente en su trato, amable y servicial con todos. Tuvo un noviazgo con el Señor Gustavo Arreola, y ya prometida en matrimonio a la edad de 23 años, sintió la llamada del Señor Jesús para consagrarse a la vida religiosa sobre todo en la atención a los enfermos y a los pobres.

Le contó esta inquietud a su director espiritual, el Padre Cipriano Iñiguez, quien le dijo que a su vez, él había tenido la inspiración de fundar una Congregación Religiosa para atender a los enfermos del Hospital y la invitaba a comenzar esta labor, y fue así que entre los dos fundaron la Congregación religiosa de “Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres”.

La Madre Lupita ejerció el oficio de enfermera arrodillándose en el piso para atender a los primeros enfermos en el Hospital, que por cierto al inicio carecía de muchas cosas, sin embargo siempre reinó la ternura y compasión, procurando sobre todo para los enfermos un buen cuidado en la vida espiritual.

La Madre Lupita fue proclamada Superiora General de la Congregación, cargo que tuvo durante toda su vida, y aunque provenía de una familia de un buen nivel económico, ella se adaptó con alegría a una vida extremadamente sobria y enseñó a las Hermanas de la Congregación a amar la pobreza para poder donarse más a los enfermos. Hubo un período de graves dificultades económicas en el Hospital y la Madre Lupita pidió el permiso a su director espiritual de poder mendigar por las calles, y obtenida la autorización, lo hizo junto con otras hermanas por varios años hasta que se solucionaron los problemas para sustentar a los enfermos.

El cuadro político-religioso en México fue grave desde 1911, con la caída del presidente Porfirio Díaz, hasta prácticamente 1936 porque la Iglesia fue perseguida por los revolucionarios Venustiano Carranza, Alvaro Obregón, Pancho Villa y sobre todo Plutarco Elías Calles en el período más sangriento de 1926 a 1929.

En este tiempo de persecución en México contra la Iglesia católica, la Madre Lupita arriesgando su vida y la de sus mismas compañeras escondió en el hospital a algunos sacerdotes y también al mismo Arzobispo de Guadalajara, Su Excelencia D. Francisco Orozco y Jiménez. Por otra parta a los mismos soldados persecutores les daban alimento y los curaban de sus heridas; éste fue un motivo para que los soldados que estaban encuartelados cerca del hospital no sólo no molestaban a las Hermanas sino que hasta las defendieron, lo mismo que a los enfermos.

Durante el período en que vivió la Madre Lupita se abrieron 11 fundaciones en la República Mexicana, y después de su muerte siguió creciendo la Congregación; en la actualidad las Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres cuentan con 22 Fundaciones en México, Perú, Islandia, Grecia e Italia.

El 13 de octubre de 1961 la entera Congregación de las Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres festejaron el jubileo de diamante de la Madre Lupita, es decir, los 60 años de vida religiosa de la amada fundadora, sin embargo ella que tenía 83 años de edad padecía de una penosa enfermedad que después de dos años la llevó a la muerte.

Se durmió en el Señor el 24 de junio de 1963 en Guadalajara, Jalisco, México a la edad de 85 años, gozando desde entonces de una sólida fama de santidad.

Fue amada por pobres y ricos de la ciudad de Guadalajara y de otros lugares en donde tenían hospitales, esto se confirma también porque desde el momento en que se supo de su muerte, muchísima gente se congregó en el hospital para ver por última ocasión sus restos mortales y al día siguiente que se celebraron los funerales también participó mucha gente porque ya la consideraban como una santa.

La Madre Lupita se presenta ahora como un digno ejemplo de vida de santidad para que sea imitada no sólo por las Religiosas por ella fundadas, sino por todos los fieles por la práctica constante y heroica de las virtudes evangélicas que ejercitó a través de su vida, y sobretodo por su dedicación incondicional al servicio de Dios en los hermanos, especialmente en los pobres y en los que sufren todo tipo de enfermedades.

Fue beatificada por el Papa Juan Pablo II, el 25 de abril de 2004 (III Domingo de Pascua de aquel año).

Canonización S.S. Benedicto XVI firmó el 20 de diciembre de 2012 el decreto con el cual se reconoce un milagro gracias a la intercesión de la hasta entonces Beata María Guadalupe, lo cual permitió su canonización, con lo que México -y toda la Iglesia- cuenta con una nueva santa.

El citado milagro hace referencia a la curación de Wvintilia Godoy Salas, quien el 12 de abril de 2008 llegó al hospital con un derrame cerebral, producto de una presión alta.

Luego de que los médicos informaron a sus familiares del estado grave de salud de la mujer y de la urgencia de una cirugía, decidieron trasladarla al Centro Médico de Occidente, pues no contaban con los recursos para hacerlo allí. Pero antes los familiares acudieron a la capilla a encomendarla a la Madre Lupita.

"Una de sus hermanas -que se llama Tomasa- dijo a la familia, ‘no lloren, vámonos todos a la capilla y vamos pidiéndole a Nuestro Señor que la Madre Lupita interceda por ella, y se va a aliviar’. (Después) la llevan al Centro Médico, le hicieron otra tomografía y ya no tenía nada, no la operaron", atestigua la madre Imelda Maciel, superiora de la congregación Siervas de Santa Martha María y los Pobres.

Norma Rangel -hija de Wvintilia- relata que los doctores le comentaron: "Vayan por el Padre porque su mamá no se va a levantar". Después de que rezaron se presentó una evolución médica que -según Norma- los médicos no daban crédito de como "había evolucionado ese derrame tan gigantesco, tan terrible que aparecía en la primer tomografía, era un monstruo lo que vi y cuando me enseñaron la segunda (tomografía) no había nada"
 

Los datos biográficos fueron tomados de Vatican.va con autorización previa.

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11:49 p.m.

Eremita y Mártir

Martirologio Romano: En Malinas, en de Brabante, en lo que hoy es Bélgica, san Rumoldo, venerado como eremita y mártir. ( 775)
El Martirologio Romano incluye entre las conmemoraciones del 24 de junio a san Rumoldo, abad y mártir, que en otros calendarios es mencionado el 1 de julio.

Información acerca de él se pueden encontrar en varios textos en los que, a medida que pasaba el tiempo, se agregaban detalles a las anteriores versiones, dando como resultado distintas versiones de la historia del mismo santo.

Hacia el año 1100, la "Passio Sancti Rumoldi", escrita por el monje Teodorico de la abadía de San Trond, refería que Rumoldo había nacido en Escocia, y después de un viaje a Roma se había establecido en Mechelen -nombre flamenco de la ciudad de Malinas, en Bélgica- por invitación del conde Adón y su mujer Elisa.

El santo, en agradecimiento a sus anfitriones los incluyó en sus oraciones, gracias a lo cual les nació un hijo, el cual más tarde murió ahogado pero fue resucitado por el propio santo. Siempre ayudado por la generosidad del conde, Rumoldo pudo fundar una abadía; murió asesinado por dos compañeros que querían apoderarse de su dinero.

Una narración posterior -de autor anónimo-, escrita entre los siglos XIII y XV, elaboró todavía más la leyenda; aquí se presenta a Rumoldo como hijo de David rey de Escocia, y de Cecilia, hija del rey de Sicilia; ingresado en el estado religioso resultó electo obispo de Dublín, cargo al que renunció cuando fue a Roma, a ver al papa Esteban II (752), para partir como misionero para predicar el Evangelio, estableciéndose en la zona de Malinas. Esta versión concuerda con la precedente en cuanto a las obras del santo y a la muerte violenta, aunque en esta versión no son dos compañeros los que lo matan sino dos trabajadores, uno de los cuales había sido reprendido por el santo por su adulterio.

Eliminando los aspectos legendarios de las distintas versiones, se puede sin duda afirmar que Rumoldo -nombre que procede del alemán Romwald- era anglosajón, como tantos otros misioneros de la baja Germania del siglo VIII, y que nació alrededor del 720.

Animado de fervor apostólico partió para el continente y se abocó a la evangelización en la región de Malinas. No fue ciertamente el primero, ya que en la cuenca del Dyle, (río belga, afluente del río Rupel), había ya cristianos hacia el 754.

Sería acertado afirmar que fue acogido por los nobles cristianos del lugar, que seguían las costumbres de los reyes merovingios, como por ejemplo el donar el terreno para la construcción de una ermita y el monasterio (muy probablemente benedictino para hombres y mujeres).

Con respecto a su muerte, fue sin duda violenta, ya que el examen realizado en 1775 –en el milenio de su muerte- al cráneo que se guarda como reliquia, mostró una fractura debida a un golpe fatal; lo que aún queda inexplicado es el motivo del asesinato; venganza, codicia, odio religioso... no se sabe. La tradición cuenta que su cuerpo fue arrojado al río Dyle y luego encontrado gracias a una luz sobrenatural.

Rumoldo fue sepultado en al capilla de San Esteban, construida por él mismo, y recibió casi enseguida culto como santo, documentado ya en el siglo IX, y acompañado de numerosos milagros. En los siglos siguientes las reliquias fueron trasladadas a la iglesia colegiada de Malinas, que lleva su nombre, y que desde el 1559 es la catedral de la ciudad.

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11:49 p.m.

Por: P. Felipe Santos |

Eremita
Santo Tradicional, no incluido en el actual Martirologio Romano

De este personaje hay dos “Vidas”. Una es la correspondiente a la latina del siglo XIV y otra del siglo XVII.

Lo que se conoce de este personaje es que vivió en la segunda mitad del siglo IX en Bohemia. Según la biografía latina era consanguíneo del rey de Hungría san Esteban, y según la otra fue el hijo del rey de los croatas, Charvati.

Los estudios modernos afirman que fue un monje benedictino de del monasterio sajón de Coevey. Como quiera que la vida en comunidad no le satisfacía plenamente, se retiró a una ermita de Bohemia. Cuando se presentaron algunos problemas de tipo político y religioso. Buscaron por todos sitios a este monje. Lo encontró el duque Borijov.

Este se quedó en el palacio de Tetìn durante un tiempo determinado, donde después de recibir los deseados sacramentos, estuvo hablando con la duquesa Santa Ludmila, antes de regresar a su ermita. El duque Borivoj le prometió que a su muerte edificaría una iglesia a san Juan Bautista.

Cuando Santa Lumidla vio que llegaba la hora de su muerte, llamó al sacerdote para que le administrara el sacramento de la Unción de los Enfermos.

Después de su muerte se sucedieron muchos milagros. A la ermita le llamaban la iglesia de san Juan bajo la Roca.

Los benedictinos se encargaron de transmitir su culto por todos sitios, a pesar de la guerras husitas que se habían suscitado.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com

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5:10 p.m.

NACIMIENTO DE SAN JUAN BAUTISTA.





PALABRA DE DIOS DIARIA

Origen de la fiesta

La Iglesia celebra normalmente la fiesta de los santos en el día de su nacimiento a la vida eterna, que es el día de su muerte. En el caso de San Juan Bautista, se hace una excepción y se celebra el día de su nacimiento. San Juan, el Bautista, fue santificado en el vientre de su madre cuando la Virgen María, embarazada de Jesús, visita a su prima Isabel, según el Evangelio.

Esta fiesta conmemora el nacimiento "terrenal" del Precursor. Es digno de celebrarse el nacimiento del Precursor, ya que es motivo de mucha alegría, para todos los hombres, tener a quien corre delante para anunciar y preparar la próxima llegada del Mesías, o sea, de Jesús. Fue una de las primeras fiestas religiosas y, en ella, la Iglesia nos invita a recordar y a aplicar el mensaje de Juan. 

El nacimiento de Juan Bautista

Isabel, la prima de la Virgen María estaba casada con Zacarías, quien era sacerdote, servía a Dios en el templo y esperaba la llegada del Mesías que Dios había prometido a Abraham. No habían tenido hijos, pero no se cansaban de pedírselo al Señor. Vivían de acuerdo con la ley de Dios. 

Un día, un ángel del Señor se le apareció a Zacarías, quien se sobresaltó y se llenó de miedo. El Árcangel Gabriel le anunció que iban a tener un hijo muy especial, pero Zacarías dudó y le preguntó que cómo sería posible esto si él e Isabel ya eran viejos. Entonces el ángel le contestó que, por haber dudado, se quedaría mudo hasta que todo esto sucediera. Y así fue.

La Virgen María, al enterarse de la noticia del embarazo de Isabel, fue a visitarla. Y en el momento en que Isabel oyó el saludo de María, el niño saltó de júbilo en su vientre. Éste es uno de los muchos gestos de delicadeza, de servicio y de amor que tiene la Virgen María para con los demás. Antes de pensar en ella misma, también embarazada, pensó en ir a ayudar a su prima Isabel. 

El ángel había encargado a Zacarías ponerle por nombre Juan. Con el nacimiento de Juan, Zacarías recupera su voz y lo primero que dice es: "Bendito el Señor, Dios de Israel". 

Juan creció muy cerca de Dios. Cuando llegó el momento, anunció la venida del Salvador, predicando el arrepentimiento y la conversión y bautizando en el río Jordán. 

La predicación de Juan Bautista

Juan Bautista es el Precursor, es decir, el enviado por Dios para prepararle el camino al Salvador. Por lo tanto, es el último profeta, con la misión de anunciar la llegada inmediata del Salvador. 

Juan iba vestido de pelo de camello, llevaba un cinturón de cuero y se alimentaba de langostas y miel silvestre. Venían hacia él los habitantes de Jerusalén y Judea y los de la región del Jordán. Juan bautizaba en el río Jordán y la gente se arrepentía de sus pecados. 

Predicaba que los hombres tenían que cambiar su modo de vivir para poder entrar en el Reino que ya estaba cercano. El primer mensaje que daba Juan Bautista era el de reconocer los pecados, pues, para lograr un cambio, hay que reconocer las fallas. El segundo mensaje era el de cambiar la manera de vivir, esto es, el de hacer un esfuerzo constante para vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. Esto serviría de preparación para la venida del Salvador. En suma, predicó a los hombres el arrepentimiento de los pecados y la conversión de vida.

Juan reconoció a Jesús al pedirle Él que lo bautizara en el Jordán. En ese momento se abrieron los cielos y se escuchó la voz del Padre que decía: "Éste es mi Hijo amado...". Juan dio testimonio de esto diciendo: "Éste es el Cordero de Dios...". Reconoció siempre la grandeza de Jesús, del que dijo no ser digno de desatarle las correas de sus sandalias, al proclamar que él debía disminuir y Jesús crecer porque el que viene de arriba está sobre todos. 

Fue testigo de la verdad hasta su muerte. Murió por amor a ella. 

Herodías, la mujer ilegítima de Herodes, pues era en realidad la mujer de su hermano, no quería a Juan el Bautista y deseaba matarlo, ya que Juan repetía a Herodes: "No te es lícito tenerla". La hija de Herodías, en el día de cumpleaños de Herodes, bailó y agradó tanto a su padre que éste juró darle lo que pidiese. Ella, aconsejada por su madre, le pidió la cabeza de Juan el Bautista. Herodes se entristeció, pero, por el juramento hecho, mandó que le cortaran la cabeza de Juan Bautista que estaba en la cárcel. 

¿Qué nos enseña la vida de Juan Bautista?

Nos enseña a cumplir con nuestra misión que adquirimos el día de nuestro bautismo: ser testigos de Cristo viviendo en la verdad de su palabra; transmitir esta verdad a quien no la tiene, por medio de nuestra palabra y ejemplo de vida; a ser piedras vivas de la Iglesia, así como era el Papa Juan Pablo II.

Nos enseña a reconocer a Jesús como lo más importante y como la verdad que debemos seguir. Nosotros lo podemos recibir en la Eucaristía todos los días.

Nos hace ver la importancia del arrepentimiento de los pecados y cómo debemos acudir con frecuencia al sacramento de la confesión.

Podemos atender la llamada de Juan Bautista reconociendo nuestros pecados, cambiando de manera de vivir y recibiendo a Jesús en la Eucaristía.

El examen de conciencia diario ayuda a la conversión, ya que con éste estamos revisando nuestro comportamiento ante Dios y ante los demás.

12:49 a.m.

Presbíero y Mártir

Martirologio Romano: En Londres, Inglaterra, santo Tomás Garnet, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y mártir, el cual, ordenado en el Colegio de los Ingleses de Valladolid, en España, al regresar a Inglaterra fue encarcelado dos veces y, finalmente, en tiempo del rey Jacobo I, ajusticiado en Tyburn. ( 1608)

Fecha de canonización: 25 de octubre de 1970por el Papa Pablo VI, como parte de los 40 mártires de Inglaterra y Gales

Tomás Garnet fue sobrino del famoso sacerdote jesuita, P. Enrique Garnet, e hijo del señor Ricardo Garnet, católico fiel y alumno distinguidísimo de Balliol Collage, de Oxford. Tomás recibió su primera educación en la Escuela Primaria de Horsham, pero a la edad de dieciséis o diecisiete años, fue enviado a Francia para que completase su educación en el recién inaugurado colegio de Saint Omer. En enero de 1595, Tomás y varios de sus compañeros se embarcaron con destino a España, pero no fue sino hasta catorce meses después, tras una serie de calamidades, incluida una temporada de cárcel en Inglaterra, cuando arribó a su destino: el colegio de los jesuitas ingleses en Valladolid. Ahí terminó su curso de teología y fue ordenado sacerdote. Inmediatamente se le asignó a la misión de Inglaterra, junto con el beato Marcos Barkworth. Tal como él mismo declaró durante su proceso, su existencia en los seis años siguientes queda cabalmente descrita con sus propias palabras: "Anduve errante de un lugar a otro para rescatar almas que se habían desviado y se hallaban perdidas en el error en cuanto a la doctrina de la verdadera Iglesia católica".

Fue detenido cerca de Warwick, poco después del descubrimiento del «Complot de la Pólvora» (Gunpowder Plot), un famosa tentativa fracasada de derribar a Jacobo I, a partir de la cual se recrudecieron las medidas contra los católicos, aunque no hayan tenido, como en este caso, participación en el complot. Primero, se le encerró en la prisión de Gatehouse, y después, se le trasladó a Newgate. Como se había hospedado en la casa del señor Ambrose Rookwood, quien se hallaba complicado en la conspiración y, en vista de su parentesco con el padre Enrique Garnet, se pensó que podría suministrar importantes informaciones sobre el caso; pero ni las amenazas del tormento, ni el riguroso interrogatorio a que fue sometido, pudieron arrancarle alguna afirmación comprometedora. Al cabo de ocho o nueve meses, los que Tomás pasó en una celda húmeda, sin otro lecho que el duro suelo, fue deportado a Flandes con otros cuarenta y seis sacerdotes. Mientras se hallaba en Inglaterra, Tomás fue admitido en la Compañía de Jesús por su tío y, durante su destierro, se refugió en Lovaina para hacer su noviciado. Al año siguiente, en septiembre, regresó a Inglaterra. Seis semanas más tarde, fue entregado a sus perseguidores por un sacerdote apóstata.

Aquella vez, inmediatamente después de su detención, fue procesado en el tribunal de Old Bailey, donde se le declaró culpable de alta traición, por haber recibido la ordenación de manos de una autoridad que dependía de Roma y por haber desafiado la ley al regresar a Inglaterra. En el curso del interrogatorio, no llegó a confirmar ni a desmentir que fuese sacerdote, pero se negó resueltamente a hacer el juramento de fidelidad a la supremacía real. Por la declaración de tres testigos en el sentido de que, mientras estuvo preso en la Torre, le habían visto firmar como "Padre" Tomás Garnet, fue declarado culpable y condenado a muerte. Desde el cadalso, proclamó que era sacerdote y jesuita, y explicó que, si no lo había admitido durante el juicio, fue en razón de no aparecer como su propio acusador y obligar a los jueces a condenarle contra su conciencia. El conde de Essex y otros personajes hicieron un último intento para convencerlo de que salvara su vida, pero él persistió en su negativa de tomar el juramento. Al retirarse la carreta para dejar al mártir colgado de la cuerda, aquellos personajes no permitieron que el verdugo comenzara a cortarle el cuerpo, hasta comprobar que estaba muerto.

VIDAS DE LOS SANTOS Edición 1965
Autor: Alban Butler (†)
Traductor: Wilfredo Guinea, S.J.
Editorial: COLLIER´S INTERNATIONAL - JOHN W. CLUTE, S. A.

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12:49 a.m.

Mártires

Martirologio Romano: Conmemoración de muchos santos mártires de Nicomedia, que en tiempo del emperador Diocleciano, refugiados por montañas y cuevas, con ánimo sereno aceptaron el martirio por el nombre de Cristo. ( 303)

Breve Biografía


La matanza de 20.000 cristianos en Nicomedia, que, según los griegos, ocurrió el día de la Navidad del año 303, estaba registrada así, hasta la última reforma del calendario, en el Martirologio Romano: «En Nicomedia, la pasión de muchos miles de mártires que se habían reunido para rendir culto al Señor en el día del nacimiento de Cristo. El emperador Diocleciano mandó que las puertas de la iglesia donde estaban los cristianos fuesen atrancadas, que se formase una hoguera en torno al edificio y frente a la puerta principal un trípode con brasas e incienso. Ordenó, asi mismo, que se encendiese la hoguera al tiempo que un heraldo proclamaba, de manera que pudiera oírsele desde adentro, que todo aquél que quisiese librarse del fuego, saliera por la puerta principal a ofrecer incienso a Júpiter. Y, cuando todos a una, los que estaban dentro de la iglesia, declararon que estaban prontos a morir por Cristo, se alimentó la hoguera inmensa con ramas secas, se avivaron las llamas y todos perecieron en el fuego. De esta manera, pudieron nacer para el cielo aquel mismo día en el que plugo a Cristo nacer en la tierra para la salvación del mundo».

Hay un documento histórico donde se registra la información de que la iglesia de Nicomedia fue derrumbada, no incendiada, el 23 de febrero del año 303, por órdenes de Diocleciano, pero no se dice nada de las gentes que murieron. Por otra parte, no se celebraba ninguna fiesta de Navidad en Nicomedia en una fecha tan remota como los principios del siglo cuarto.

La nota del Martirologio Romano fue tomada de unas informaciones griegas. El Sinaxario de Constantinopla, tal como está editado en el Acta Sanctorum.
 

VIDAS DE LOS SANTOS Edición 1965
Autor: Alban Butler (†)
Traductor: Wilfredo Guinea, S.J.
Editorial: COLLIER´S INTERNATIONAL - JOHN W. CLUTE, S. A.

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Reclusa y Fundadora

Martirologio Romano: En Oignies, también en Hainaut, beata María, que, dotada de dones místicos, con el permiso de su esposo se recluyó en una celda, y después inició y reglamentó el instituto llamado de las "Beguinas". ( 1213)
El cardenal Jacques de Vitry, quien fue amigo, discípulo y tal vez, durante algún tiempo, el confesor de María de Oignies, escribió la biografía de esta beata. Por influencias de María, el futuro cardenal tomó las órdenes sacerdotales; sin embargo, al examinar, en su libro, las virtudes de su personaje, advierte a los lectores que no es precisamente un ejemplo que él recomendase imitar.

Nació en el seno de una acaudalada familia de Nivelles, en Brabante y, no obstante que todas sus aspiraciones estaban centradas en la vida religiosa, sus padres la dieron en matrimonio a un hombre joven y gentil, de buena posición, tan pronto como cumplió los catorce años. Pero si los padres pensaron que el matrimonio de su hija le haría olvidar su vocación, estaban equivocados. María, joven y hermosa, adquirió una gran ascendencia sobre su esposo, hasta el grado de convencerle a que viviesen juntos en absoluta continencia y a que tarnsformasen su casa en un hospital para los leprosos. La joven pareja se dedicó a cuidar a sus pacientes con una abnegación sin límites: tanto María como su esposo lavaban personalmente a los leprosos, velaban a los más enfermos durante noches enteras y distribuían limosnas entre ellos y todos los pobres de la comarca, con tanta prodigalidad, que continuamente recibían airadas recriminaciones por parte de todos sus parientes.

Estas actividades no impedían a María entregarse a la práctica de rigurosas austeridades. Empleaba las disciplinas, llevaba cuerdas apretadas en torno a su cuerpo y se privaba del sueño y de los alimentos. Se afirma que durante todo un invierno excesivamente riguroso, desde el día de san Martín hasta la Pascua, pasó todas las noches tendida sobre las losas de una iglesia, con la ropa que llevaba puesta únicamente, sin que durante toda aquella larga penitencia sufriese un resfriado o un dolor de cabeza. Cuando se hallaba en su casa, dedicada a hilar o en otro trabajo manual sedentario, trataba de evitar las distracciones de sus pensamientos, mediante el procedimiento de poner abierto frente a ella, un salterio o libro de oraciones para leer alguna frase edificante, de tanto en tanto. Su biógrafo hace hincapié en la anormal abundancia de sus lágrimas, que tanto él como otros que escribieron sobre la beata, atribuyen a una gracia espiritual. Por nuestra parte, estamos mejor dispuestos a tomar semejante anormalidad, como una reacción física de la tensión nerviosa bajo la cual mantenía constantemente su cuerpo; pero no debe olvidarse que, en aquellos tiempos, la facilidad de llorar y la abundancia del llanto se consideraban como un signo de verdadera contrición. Hasta hace poco figuraban en el misal romano numerosas colectas pro petitione lacrymarum (para pedir lágrimas) y san Ignacio de Loyola, como se puede comprobar en uno de los fragmentos que aún se conservan de su diario espiritual, consideraba los días en que no era capaz de derramar lágrimas durante la celebración de la misa, como períodos de desolación, cuando Dios, por así decirlo, escondía el rostro. María, por su parte, afirmaba que el llanto la aliviaba y la refrescaba.

La fama de santidad de la bendita asceta atrajo a muchos visitantes, y casi todos regresaron a sus hogares, edificados con sus admoniciones y consolados por sus consejos. Poco tiempo antes de su muerte, María se sintió llamada a buscar la soledad. Por lo tanto, con el consentimiento de su esposo, dejó su casa de Williambroux y se estableció en una celda contigua al monasterio de los canónigos agustinos, en Oignies. Si ya en el pasado había tenido visiones y éxtasis, en su vida presente se multiplicaron las manifestaciones celestiales. Tras una larga y penosa enfermedad, que ella misma había vaticinado, murió a la edad de veintiocho años, el 23 de junio de 1213.

Uno de los rasgos más notables en la existencia de María de Oignies, es el hecho de que ella, lo mismo que otros místicos de los Países Bajos, sobre todo las beguinas, parecen haberse anticipado bastantes años a la transformación del espíritu de la devoción católica, cuyo principio data de la iniciación del movimiento franciscano. El cardenal Vitry, en el prefacio a su "Vida de la beata María", apela al obispo Fulk, de Toulouse, testigo ocular del extraordinario acrecentamiento de la piedad, del que Bélgica era el núcleo y, no hay duda de que el biógrafo pensaba en María de Oignies, al dirigirse al obispo Fulk en estos términos:

Tengo bien presentes vuestras palabras cuando hablasteis de haber dejado el Egipto de vuestra diócesis y, luego de atravesar un árido desierto, descubristeis, en la comarca de Lieja, la Tierra Prometida ... Ahí encontrasteis también, como os oí decir con acento jubiloso, a muchas santas mujeres de las que moran entre nosotros, quienes lamentan en mayor grado un pecado venial, que todo el pueblo de vuestra comarca pudiese lamentar haber cometido un millar de pecados mortales ... Visteis numerosos grupos de esas santas mujeres que despreciaban los deleites terrenales y las riquezas de este mundo, por el anhelo de un reino celestial; que se ataban a su Eterno Esposo con los lazos de la pobreza y la humildad. Las observasteis mientras trataban de ganar su pobre subsistencia con el trabajo de sus manos y, no obstante que sus padres o parientes nadaban en la riqueza, preferían olvidarse de los seres de su misma sangre y de sus hogares, y soportar las estrecheces de la pobreza, a gozar de una abundancia malhabida.
La nota característica del mencionado movimiento de transformación era la afectuosa devoción por la Pasión de Nuestro Señor, y debe recordarse que "cuando María lloraba tan copiosamente, según dice el cardenal Vitry, que podían seguirse sus pasos en las iglesias donde oraba por las manchas de humedad sobre el pavimento, era porque tomaba sus lágrimas en el cáliz inagotable de la Pasión o contemplaba un crucifijo, sin caer desvanecida".

Igualmente notable fue su anticipación a la devoción por la presencia real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento, sobre la cual no hay mención hasta entonces en la literatura devocional o de culto (pero si en la liturgia y teología). Al hablar de la beata María, dice su biógrafo: "A veces, se permitía tomar un descanso en su celda, pero en otras ocasiones, sobre todo cuando se aproximaba alguna gran fiesta, no podía encontrar reposo ni tranquilidad más que en presencia de Cristo, en la iglesia".

En fechas posteriores, cualquier duda que pudiese haber sobre que el significado de la frase "en presencia de Cristo, en la iglesia" se refiere a la presencia eucarística, quedaron disipadas por un breve estudio sobre María de Oignies, hecho por Tomás de Cantimpré, que los bolandistas agregaron como un apéndice a la biografía de Jacques de Vitry. En ese estudio se hace referencia a un hombre muy rico que, en cierto sentido, había vuelto a su religión gracias a los esfuerzos de María. En el momento en que aquel hombre atravesaba por un gran desaliento espiritual, la beata le aconsejó "que entrase en la iglesia más próxima; una vez en el templo, cayó de rodillas ante el altar y clavó la vista en la píxide que contenía el Cuerpo de Cristo, encima del altar". Entonces el hombre vio que, por tres veces, la píxide se desplazaba de su lugar, atravesaba los aires en dirección a donde él estaba de rodillas y permanecía unos instantes suspendida frente a sus ojos. En la tercera ocasión, el hombre cayó en un arrobamiento y mantuvo una secreta comunión con Dios.

Si tenemos presente la fecha en que fue escrito, el siguiente párrafo puede resultar muy interesante:

El mayor consuelo y gran deleite de María, hasta la hora en que llegó a la Tierra Prometida, fue el maná de vida que viene del cielo. El Pan Sagrado fortalecía su corazón y el Vino celestial embriagaba de placer su alma. Se saciaba con el santo alimento de la carne de Cristo, y su sangre vivificante la limpiaba y purificaba. Aquel era el único consuelo del que no podía privarse. Recibir el cuerpo de Cristo era para ella lo mismo que vivir y, en su mente morir era apartarse de su Señor al no participar en su bendito Sacramento. El cumplir con las palabras: "A menos que el hombre coma la Carne ...", lejos de ser, para ella, una dura prueba, como sucedía con los judíos, le resultaba dulce y reconfortante, puesto que no solamente experimentaba el deleite y el consuelo interiores al recibirle, sino también un sabor dulce en la boca, como el de la miel ... También su sed por la Sangre Regeneradora de su Señor era tan aguda, que a duras penas podía soportarla, y muchas veces suplicaba que se dejase el cáliz vacío sobre el altar, después de la misa, para tener la dicha de mirarlo.
Asimismo, María fue una de las primeras místicas de quienes se haya registrado, con bastantes detalles, las experiencias de lo que nos sentimos tentados a llamar atributos psíquicos. Se afirma que, algunas veces, supo con extraordinaria claridad, lo que en aquel preciso instante sucedía a muchas leguas de distancia; que tenía extrañas premoniciones sobre el futuro y que podía adivinar, con absoluta precisión, la historia pasada de las reliquias, por ejemplo, que todos ignoraban (hierognosis y psicometría). Jacques de Vitry, sin duda un testigo presencial, habla admirativamente de un inexplicable relato que hizo la beata, con lujo de detalles, sobre la ceremonia de la ordenación sacerdotal de "un amigo suyo", que en aquellos precisos instantes se desarrollaba en París.

Es importante tener presente que Jacques de Vitry es un testigo digno de toda confianza. Aparte de que pasó cerca de cinco años en compañía de la beata, desde 1208 hasta su muerte, ocurrida en 1213, toda su carrera y sus escritos ponen de manifiesto que fue un hombre de escrupulosa integridad y muy buen juicio. Siempre vio en María una especie de segunda madre y se sintió sinceramente honrado de que ella le designara como su "predicador" especial y se identificara con su trabajo apostólico. La biografía de la beata parece haber sido escrita poco después de su muerte y antes de que Jacques de Vitry fuese consagrado cardenal, pero es evidente que el autor conservó, hasta el último día de su vida, la devoción que le inspiró su personaje, y la localidad de Oignies, donde vivió. María, por su parte, siempre declaró que la amistad del cardenal se le había dado como respuesta a sus plegarias y que, aparte de ser su amigo, era su delegado, ya que ella, a causa de su sexo, no estaba en condiciones de instruir a los fieles y llevarlos hacia Dios. Ciertamente que, entre ellos, hubo un gran afecto; durante su última enfermedad, la beata oraba sin descanso por Jacques y pedía a Dios que le protegise de todo mal para que, llegado el momento de su muerte, pudiera ofrecer al Señor el alma limpia de su amigo sobre la que ella había velado en vida, para devolverla a su Creador intacta. En su oración mencionaba todas las pruebas, tentaciones y aun pecados de "su predicador" y luego, suplicaba al Señor que le apartase de ellos. El prior que confesaba a María y conocía bien su conciencia, la oyó decir aquellas cosas y fue en busca del cardenal para preguntarle si le había confesado a la beata todos sus pecados, "puesto que en sus cantos, dijo el prior, María hizo relación de todo lo que tú has hecho, como si lo leyese en un libro". Con la palabra "cantos", el prior se refería a la extraordinaria manifestación que se produjo durante los últimos días de vida de la beata, cuando ésta, como si fuera presa del delirio, hablaba sin cesar de cosas celestiales, pero en prosa rimada y aun en versos.

También eran extraordinarias las condiciones físicas en que vivía. Se nos dice, por ejemplo, que "ni siquiera en lo más crudo del invierno requería el fuego material de la chimenea para evitar el frío, porque incluso cuando la temperatura era tan baja que toda el agua se convertía en hielo, ella, por maravilla de la gracia, tenía encendido el espíritu con un fuego tan vivo, que el calor de su alma, sobre todo durante la plegaria, le calentaba el cuerpo; muchas veces sucedió que, en las noches más frías se la veía traspirar y, de sus ropas húmedas, se desprendía una dulce fragancia. Con mucha frecuencia también, el olor de sus ropas era como el del incienso, en los instantes en que las oraciones ascendían desde el brasero de su corazón".

Semejantes declaraciones podrían parecer sospechosas si procedieran de oídas; pero el caso es que Jacques de Vitry se encontraba presente y no hay duda de que era un hombre devoto, honesto, sereno, que decía la verdad sin circunloquios.

NOTA: Las Beguinas fue una asociación de mujeres cristianas, contemplativas y activas, que dedicaron su vida, tanto a la defensa de los desamparados, enfermos, mujeres, niños y ancianos, como a una brillante labor intelectual. Organizaban la ayuda a los pobres y a los enfermos en los hospitales, o a los leprosos. Trabajaban para mantenerse y eran libres de dejar la asociación en cualquier momento para casarse.

En el curso de la historia el comportamiento y fidelidad a la Santa Madre Iglesia se fue disolviendo en esta asociación, lo que postre la llevó a su extinción.

VIDAS DE LOS SANTOS Edición 1965
Autor: Alban Butler (†)
Traductor: Wilfredo Guinea, S.J.
Editorial: COLLIER´S INTERNATIONAL - JOHN W. CLUTE, S. A.

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5:10 p.m.
SAN JOSÉ CAFASSO

SACERDOTE CONFESOR





A pesar de no haber durado su existencia cincuenta años, llenó de fruto espiritual y de testimonio cristiano su paso por el siglo XIX y dejó estela de singular santidad rompedora de moldes acuñados y ejemplar para el resto del tiempo.


Nació el 15 de enero del año 1811 en Castelnuovo Don Bosco, que entonces se llamaba Castelnuovo d’Asti. Cristalizó su deseo de consagrarse a Dios en los principios del verano de 1827, cuando estrenaba su juventud, comenzando a vestir el traje talar. Hizo los estudios filosóficos y teológicos preparatorios al sacerdocio que se le confirió el 21 de setiembre de 1833.

Las corrientes que mandaban la moda en aquellos momentos estaban inficionadas de jansenismo y regalismo con vientos que dificultaban fuertemente la marcha de la Iglesia. La piedad, como expresión de la fe, estaba sofocada por un excesivo rigorismo que señalaba tanto la distancia entre el Creador y la criatura que dificultaba la expresión genuina de la relación con Dios visto como Padre bueno; por ello, la relación amorosa y confiada a la que debe llevar la verdadera piedad permanecía oculta por la rigidez estéril y el temor nocivo a Dios observado como justiciero, lejano y extraño. Por la otra parte, la consideración regalista del poder civil en los Estados conducía a un absolutismo regio que oscilaba entre la elección de los obispos para las diferentes diócesis por parte del rey y la manipulación arbitraria de los bienes eclesiásticos por parte del poder civil, mermando así la autoridad del Papa y su libertad para el gobierno de la Iglesia y la predicación del Evangelio. Era la consecuencia de la Ilustración.

Enmarcado en estas formas de pensamiento y de actitudes prácticas comienza el ejercicio del ministerio sacerdotal José Cafasso. Renuncia a la «carrera» de los eclesiásticos, desperdiciando voluntariamente las posibilidades de subir que tuvo desde el principio por su buen cartel. Se instala, con la intención de mejorar su formación sacerdotal, en el "Convitto" de San Francisco de Asís, en Turín, que habían fundado en el 1817 Pío Brunone y Luis María Fortunato. Allí vivían, rezaban, se formaban y pastoralmente se animaban jóvenes sacerdotes para bien del Piamonte. Pero lo que comenzó con ánimos de mejora personal terminó siendo la ocasión de su amplísimo apostolado. De alumno pasa a maestro de teología moral y luego a rector del Convictorio por su piedad profunda, solidez de cultura teológica y madurez ascética.

Frente a la práctica religiosa antipática y a la pastoral sacramental rigorista imperante en su época, allí se entresacan los filones de la vida espiritual católica de todos los tiempos. Con trazos seguros y vivos se enseña, recuerda y habla del fin de esta vida, del valor del tiempo, de la salvación del alma y de la lucha contra el pecado; con naturalidad se tratan las verdades eternas, la frecuencia de los sacramentos, el despego del mundo... y todo ello en clima de cordialidad, de sano optimismo y de confianza en la bondad de Dios manifestado en Cristo; por eso, se adivina que la religión ha de ser el continuo ejercicio de amor para acercarse al Dios lleno de infinita bondad y misericordia de quien debe esperarse siempre todo el perdón. Con formas nuevas, la piedad resulta agradable y fuente de permanente alegría cristiana. Así se da sentido al cuidado de las cosas pequeñas y en la misma mortificación corporal se descubre el verdadero sentido interior que encierra en cuanto que la renuncia al gusto no es más que liberación del amor y unión más perfecta con Dios.

Pero, además, se le llamó «el padre de la horca» y el «consejero de los inciertos». La primera paráfrasis calificativa recuerda a los sesenta y ocho condenados a la pena capital que asistió en el último tramo de su vida sin que ninguno se resistiera a la Gracia, por más que -llanamente- algunos fueran verdaderos monstruos de maldad. La segunda hace referencia a las incontables horas de confesonario donde impartía el perdón de Dios y aconsejaba a importantes y sencillos que decidían guardar cola para encontrar consuelo y orientación cristiana.

Hay que resaltar la influencia que José Cafasso ejerció en san Juan Bosco, algo más pequeño que él, cuando José era un joven y Juan un niño y cuando, más tarde, le facilita fondos económicos para ayudarle en la obra evangelizadora que comenzaba para el bien profesional y cristiano de la juventud.

No se puede dejar de mencionar ni por olvido que en la tierra tuvo tres amores: Jesús Sacramentado, María Santísima y el Papa.

Murió santamente el 23 de junio de 1860 y lo canonizó Pío XII en el año 1947.

Encontró a Dios y le sirvió en el cumplimiento ordinario del ministerio sacerdotal, viviendo fielmente a diario -y esto es lo heroico- su entrega.

Hermanos Franciscanos

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