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Sacerdote Camilo

(Siervos de los Enfermos de San Camilo)
Enrique había nacido el 28 de abril de 1860 en el norte de Italia, en Gravedona, en la orilla noroeste del lago Como. Su padre, Domingo, empleado de intendencia antes de llegar a ser inspector jefe de impuestos de la provincia de Como, no es partidario de la religión, y cuando acompaña a su mujer a la iglesia, se queda fuera. Su madre, Sofía, cristiana ejemplar, es oriunda de Liorna, en Toscana. De ese matrimonio habían nacido cinco hijos, siendo Enrique el segundo. Al final de sus estudios secundarios, al no poder seguir su inclinación por la vida religiosa a causa de la oposición de su padre, Enrique se matricula en la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Pavía. De carácter tranquilo y bien educado, solamente permanece un año en la Facultad, cuyo anticlericalismo le produce amargura y desazón.

Así pues, regresa a Como y cumple su servicio militar como voluntario durante un año. En sus ratos libres, se aísla voluntariamente con la oración y las buenas lecturas. Tras su formación en la Escuela Militar de Milán, obtiene el diploma de subteniente de reserva, estimado por sus superiores, quienes le animan a hacer carrera en el ejército. Pero, al regresar con su familia, prefiere seguir estudios de contabilidad, que culminan en 1882 con un diploma y con notas sobresalientes.

Un camino que no le conviene

El marido de su hermana Dorina, que dirige una sedería a 45 km al norte de Como, lo acoge en su casa y le ofrece un empleo como administrativo. Las relaciones entre Enrique y la familia de su hermana son muy cordiales. Sin embargo, al cabo de tres años, algunos indicios dejan entrever que el joven tiene problemas. Hay tristeza en su mirada. A su padre le confiesa que ese trabajo en la industria y en el comercio no le convienen, y a sus 24 años escribe a su cuñado lo que sigue: «Cuando pienso que voy a ser un lastre en lugar de servir de ayuda..., el hecho de saber también que mis padres nunca estarán tranquilos mientras permanezca en un camino que no conviene a mi naturaleza (y que me hace desgraciado), todo ello me ha persuadido de que debía renunciar a él, por el bien de papá y de mamá, por tu bien y por el mío. Y te digo esto con el corazón compungido» (9 de agosto de 1884).

Los problemas de Enrique no proceden de la elección de una profesión adecuada a sus aptitudes y a sus inclinaciones, sino de su tenaz atracción por la vida religiosa, atracción entorpecida a causa de una fuerte oposición por parte de su padre. A pesar de todos los esfuerzos por aceptar su suerte, cae muy pronto en un estado de abatimiento moral, y adelgaza tanto que parece estar convaleciente de una enfermedad. Finalmente, durante el verano de 1884, el padre termina «rindiéndose», después de largas discusiones con su hijo y tras la intervención del beato Guanella (sacerdote promotor de obras sociales, beatificado en 1964), que había encomendado a todos los monasterios de Como que se rezara por esa vocación.

Tres meses después de dejar su empleo, Enrique se matricula en la Universidad Gregoriana de Roma, con objeto de seguir, con éxito, estudios eclesiásticos. Allí consigue la estima de los profesores, recibiendo las órdenes menores con la siguiente mención: «Conducta edificante y muy buen espíritu de Iglesia». Hacia finales del año 1885, sus padres y su tía Magdalena se desplazan a Roma, alegrándose de encontrarlo satisfecho y sereno. Magdalena anota en su diario: «Enrique está contento y alegre. Entiendo por qué se siente de ese modo. Está seguro de encontrarse en el camino que Dios le ha preparado».

Oprimido

Un obstáculo imprevisto surge de repente: entre marzo de 1886 y mayo de 1887, Enrique es atacado por una grave depresión nerviosa. Su generosa alma y su sentido del deber, que no admite medias tintas, le mueven a realizar penitencias excesivas, sin tener demasiado en cuenta su fragilidad. En realidad necesitaría alimentarse mucho más, pero se esfuerza en imitar, incluso en sobrepasar, los ejemplos de austeridad que observa a su alrededor, por lo que desemboca en un estado de agotamiento nervioso y mental que suele ser causa de depresión. Ya en su época, cuando santa Teresa de Jesús llegaba a un convento carmelita y encontraba tensiones y combates espirituales, exigía a las monjas que durmieran una hora más al día. Efectivamente, porque el cansancio disminuye nuestra capacidad de resistencia, nos vuelve frágiles y aumenta nuestra vulnerabilidad. Una de las armas que utiliza el diablo en el combate espiritual es precisamente sobrecargarnos, con la apariencia de que ello es bueno.

Enrique regresa con su familia, permaneciendo también un tiempo en una clínica. En el diario de Magdalena podemos constatar las siguientes anotaciones: son «momentos en los que la mano de Dios se ha mostrado pesada sobre nosotros y nos ha sumergido en el dolor... ¡Cuántos meses de silencio y de sufrimiento! Ojalá Dios ponga término a esto y nos devuelva nuestro tesoro». Ocho años más tarde, al evocar aquella etapa, Enrique escribirá: «Me mandaron a una clínica de reposo; en ese lugar Dios restableció mi salud dándome una total confianza en su infinita bondad y misericordia».

Una gran capacidad espiritual

Antes de ver cumplida su vocación de religioso hospitalario, Enrique prueba la amargura del sufrimiento. Al igual que en nuestros días el Papa Juan Pablo II, habría podido decir: «También yo conozco, por haberlo probado personalmente, el sufrimiento causado por la incapacidad física, la debilidad propia de la enfermedad, la falta de energía para el trabajo y el hecho de no sentirse en forma para llevar una vida normal. Pero también sé, y quisiera que se entendiera, que ese sufrimiento tiene igualmente otro aspecto sublime, y es que otorga una gran capacidad espiritual; porque el sufrimiento supone una purificación para sí mismo y para los demás, y si se vive en su dimensión cristiana, puede transformarse en un don que se ofrece para completar en la propia carne lo que faltara a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia (cf. Col 1, 24). A vosotros, queridos enfermos de todos los rincones del mundo, deseo anunciaros la presencia viva y consoladora del Señor. Vuestros sufrimientos, recibidos y aceptados con fe inconmovible, unidos a Cristo, adquieren extraordinario valor para la vida de la Iglesia y el bien de la humanidad» (Mensaje con motivo de la Ia Jornada Mundial del Enfermo, 11 de febrero de 1992).

En mayo de 1887, la crisis se resuelve y Enrique recobra por completo la salud. Tendrá algunas recaídas, pero menos prolongadas y menos graves. Debe tenerse en cuenta que en aquella época no había remedios específicos contra ese tipo de enfermedades, por lo que aquella tribulación fue superada gracias a un conocimiento progresivo cada vez más exacto de Dios, cuya consecuencia fue una relación filial basada en la confianza. El mejor rasgo de la espiritualidad de nuestro beato será en adelante considerar el océano infinito de la misericordia del Corazón de Jesús y de la ternura maternal de nuestra Madre, la Santísima Virgen María, a quien la Iglesia invoca con el nombre consolador de «salud de los enfermos».

Durante el verano de 1887, Enrique trabaja como empleado en el hospital de Como. Pero, poco tiempo después, se deshacen amablemente de él, porque, en lugar de trabajar en lo que le corresponde, pasa el tiempo en las salas del hospital, a la cabecera de los enfermos más pobres, más necesitados y aislados, para quienes sacrifica hasta el último céntimo del que puede disponer, e incluso su ropa personal; también multiplica sus visitas a domicilio a los pobres y a los enfermos. Su vocación de religioso hospitalario nace precisamente del contacto con esos sufrimientos.

Abandonado a María

Enrique suele anotar en un diario su programa espiritual, inspirado en las vías de perfección propuestas por san Ignacio de Loyola. También escribe estas frases: «La Santísima Virgen, a quien me encomendé para que me encontrara un trabajo que se adaptara a mi debilidad, me consiguió un empleo en los servicios administrativos del Hospital Civil, donde trabajaba algunas horas cada día; el resto del tiempo lo pasaba solo, en ejercicios de piedad...; al ver que no podía continuar de ese modo y sentirme llamado a abrazar la vida religiosa, mi padre espiritual (a pesar de haberle manifestado mi inclinación por la familia religiosa de san Francisco) me propuso la de san Camilo, que le parecía más adaptada a mi circunstancia y también porque temía por mi estado de salud. Así lo hice sin discusión, e inmediatamente la abracé». La lectura de la vida de san Camilo conforta a Enrique en su elección.

Camilo de Lelis, nacido en 1550 en el reino de Nápoles y dotado de un vitalidad fuera de lo común, abrazó primero el oficio de las armas; pero poco después cayó en el desenfreno, siendo hospitalizado en el hospital San Jacobo de Roma. Afectado profundamente por la miseria en que estaban sumidos los enfermos, trabajó como enfermero voluntario, consiguiendo agrupar más tarde a algunos compañeros para constituir «la Compañía de los Servidores de los Enfermos» o camilos. Aquejado él mismo de dolores de estómago y de cabeza, de cálculos, de úlceras y de forúnculos casi permanentes, Camilo pasaba por aquellas salas, como enfermo entre los enfermos, atento ante las necesidades de todos. Murió en Roma el 14 de julio de 1614, y la Iglesia lo proclamó patrono de los hospitales, de los enfermos y de las hermanas hospitalarias.

El 27 de septiembre de 1887, Enrique Rebuschini, de 27 años de edad, ingresa en los camilos de Verona. La primera actitud que se propone alcanzar es la amabilidad; esa virtud, aunque muy necesaria, no le resulta fácil. Él tiene ya cierta experiencia de trabajo profesional, mientras que sus compañeros de noviciado todavía son adolescentes y aman la libertad, el esparcimiento y el ruido, y tienen gran facilidad en transformar los pensamientos serios en divertidos juegos de palabras. Así pues, se apresta a adoptar una opinión positiva acerca de los demás, a pesar de sus defectos o de sus irritantes actitudes. Es un ideal que a veces le resulta difícil de alcanzar, como él mismo escribe: «Me dejo llevar por arrebatos de antipatía, sobre todo con uno de mis compañeros. En ocasiones, cuando me pregunta por los estudios, en lugar de contestarle con dulzura y de pensar solamente en dar satisfacción a su pregunta con amabilidad, le respondo con irritación: «Me gustaría que no me preguntaras nada»; y ello no es más que el fruto del orgullo, unido a la falta de unión con los míos en el amor. Me gustaría no pensar en otra cosa sino en hacer en todo momento el mayor bien posible». Pero en la realidad de la vida cotidiana, su resolución de amabilidad es vencida con frecuencia por tentaciones de juicios temerarios, por sentimientos de antipatía, etc. Pero él no se deja vencer por esas luchas, sino que renueva su intención de ver en los demás el templo de Dios, mira el crucifijo y recobra valientemente la lenta labor de dulcificación del corazón.

Recaídas

Su bondadoso temperamento le hace merecedor de la estima de sus superiores, quienes, considerando los estudios que ya había cursado en Roma, le ordenan sacerdote durante su noviciado, el 14 de abril de 1889. El obispo de Mantua que le confiere el sacramento de la orden es monseñor Sarto, el futuro Papa Pío X, amigo de los camilos. El acto de profesión perpetua de Enrique tiene lugar el 8 de diciembre de 1891. Sin embargo, el Padre Rebuschini vuelve a recaer en la depresión nerviosa. Esas recaídas son consecuencia de su principal defecto: un carácter perfeccionista que le mueve a un compromiso espiritual que no considera suficientemente su fragilidad nerviosa. Padece una nueva depresión durante los años 1890 y 1891, sufriendo mucho a causa de una tribulación espiritual, provocada por una excesiva concentración en el concepto de la eternidad, siendo tentado con fuerza por la idea de verse reprobado. Gracias a su nombramiento como capellán de hospital consigue recobrar el equilibro y la serenidad, lo que le ayuda a olvidarse de sí mismo y a dedicarse a las miserias del prójimo. Pero una nueva crisis se manifiesta en 1895. A pesar de haber sido nombrado vicemaestro de los novicios y profesor de teología, se considera incapaz, por desconfianza hacia sí mismo, de asumir sus responsabilidades, de lo cual se deriva un estado de continua tensión. Sus superiores se ven obligados a librarlo de esas cargas y, gracias a Dios, recobra rápidamente su equilibrio. Finalmente, en 1922, un largo período de responsabilidades difíciles y de sobrecarga de trabajo será la causa de una última depresión, que verá superada en pocos meses.

Ante esas manifestaciones depresivas cabría la tentación de pensar que el Padre Enrique tenía un temperamento melancólico y vacilante, pero hay que considerar que entre las crisis de 1895 y de 1922 transcurren más de veinte años de actividad normal, en el transcurso de los cuales asume de manera admirable y con gran generosidad pesadas responsabilidades. Después, de 1922 hasta su muerte en 1938, durante dieciséis años, da más que nunca la impresión de sólido equilibrio y de plena serenidad. El Padre José Moar, compañero suyo durante los últimos siete años de su vida, afirmó en el proceso de beatificación que tuvo conocimiento de las depresiones que había sufrido el Padre Rebuschini por las biografías. «Cuando lo conocí era una persona equilibrada y nada contradictoria. Nunca se me habría ocurrido pensar que hubiera podido tener depresiones».

A través de sus sufrimientos, el Padre Enrique tuvo ocasión de poner en práctica los principios de sabiduría cristiana que el Santo Padre Juan Pablo II da a los enfermos: «Queridos enfermos, me gustaría depositar en vuestras memorias y en vuestros corazones tres pequeñas aclaraciones que considero valiosas. En primer lugar, cualquiera que sea vuestro sufrimiento, físico o moral, personal o familiar, apostólico o incluso eclesial, interesa que toméis lúcida conciencia de él, sin minimizarlo ni agrandarlo, y con todas las conmociones que engendra en vuestra sensibilidad humana: fracaso, inutilidad de vuestra vida, etc. A continuación, es fundamental avanzar por el camino de la aceptación. Sí, aceptar que así sea, pero no por resignación más o menos ciega, sino porque la fe nos garantiza que el Señor puede y quiere obtener el bien a partir del mal. Por último, queda por hacer el mejor de los gestos: el de la oblación. Esa ofrenda, realizada por amor a Dios y a nuestros hermanos, permite alcanzar un grado (muy elevado en ocasiones) de caridad teologal, es decir que permite perderse en el amor de Cristo y de la Santísima Trinidad por la humanidad. Esas tres etapas que viven los sufrientes, cada uno según su ritmo y su gracia, les aportan una sorprendente liberación interior. Acaso no es ésa la enseñanza paradójica referida en los Evangelios según la cual Quien pierde su vida por mí la encontrará?» (Mensaje a los enfermos: Lourdes, 15 de agosto de 1983).

No había manera de resistirse

En 1890, el Padre Enrique es nombrado capellán de los hospitales militar y civil de Verona. Tanto los clérigos como las religiosas, así como los soldados, lo consideran un santo. Pero su santidad es, en sí misma, la más silenciosa de las que puedan imaginarse para un capellán, ya que no está basada en actos notorios, sino —en primer lugar— en la ejemplaridad de su vida en el servicio que aporta a los enfermos. En su apostolado, el Padre Enrique posee el don de conmover los corazones más endurecidos, de lo que da testimonio el párroco de Vescovato: «En más de una ocasión coincidí junto al Padre Enrique en la cabecera de algún enfermo. Resultaba que mis feligreces a quienes no había podido dar los sacramentos en sus casas (en aquel tiempo la parroquia de Vescovato tenía fama de ser «difícil»), se confesaban y comulgaban con serenidad y gozo cuando estaban en la clínica, y cuando les preguntaba cómo se habían decidido a hacerlo, me contestaban que con un sacerdote como el Padre Enrique no había manera de resistirse, porque poseía las palabras y las actitudes para convencerlos».

El éxito del Padre Rebuschini con las almas se explica por su unión a Dios, en especial por la celebración piadosa de la Santa Misa, el rezo fervoroso del breviario, la adoración del Santísimo Sacramento y un destacado amor hacia la Santísima Virgen. Cuando se arrodilla lo hace con gran respeto, y cuando en la Misa llega el momento de elevar al Santísimo, se detiene un momento en adoración. El Padrenuestro, que nos hace rezar con las mismas palabras que empleó Jesús, es para él el momento más emocionante del Santo Sacrificio.

A principios de mayo de 1899, el Padre Enrique es destinado al convento de Cremona, donde se le confía el cargo de capellán de las hermanas camilas. El año siguiente, su superior le nombra –además– ecónomo de su convento. El Padre Enrique es ante todo un hombre de vida interior y de oración, pero desempeña ese cargo –que no es de su agrado– por cumplir la voluntad de Dios. No tiene a su disposición ni despacho ni secretarios, pero puede apoyarse en la colaboración de algunos hermanos activos e inteligentes. De ordinario se encarga de comprar diversos productos, de arreglar las averías de fontanería y de electricidad, de garantizar el funcionamiento del bloque operatorio de la clínica, de rentabilizar el huerto y el gallinero, de vigilar la evolución del vino en las bodegas y de preparar los sobres de los salarios. Pero, con el correr de los años, no faltan los trabajos extraordinarios, como son renovar la cocina, conectarse a la red eléctrica de la ciudad, reparar las cubiertas o instalar la calefacción central, sin contar con las dificultades sobrevenidas a causa de la quiebra del banco donde se hallan depositados los modestos ahorros de la comunidad...

Optimista, por norma

La administración del Padre Enrique se basa en algunos principios referidos por su sucesor en el cargo de ecónomo: «Me enseñó unos criterios de prudencia para gestionar la economía de la casa; quería, por ejemplo, que se comprara siempre buena mercancía, con objeto de servir adecuadamente a los enfermos, y que se pagara enseguida... Era por norma optimista en su opinión sobre los demás, y se resignaba a desgana a constatar el mal del prójimo, excusando siempre su intención». Un abogado cuenta de él lo que sigue: «El Padre vino a consultarme en Cremona para emplear mis servicios profesionales a una causa civil relacionada con una herencia a favor de la clínica San Camilo, cuya validez era cuestionada por los herederos. Tuve diferentes ocasiones de ver al Padre y de tratar con él... Me pareció siempre extraordinariamente sencillo y de un desprendimiento poco común de las cosas y de los intereses mundanos... Recuerdo la edificante impresión que me llevé cuando se me requirió para encargarme de esa herencia. Demostraba que velaba por los intereses de la casa, pero al mismo tiempo destacaba por su bondad en su manera de actuar y por la total ausencia de espíritu quisquilloso».

Atentos con los que sufren

El Padre Rebuschini ejerció el cargo de ecónomo durante 35 años, hasta 1937, pero a partir de 1938 sus fuerzas empiezan a decaer; tiene 78 años de edad. «Los últimos días del Padre Enrique fueron marcados por una serenidad ejemplar y un perfecto abandono a la divina Providencia» –según contó, durante el proceso de beatificación, un neuropsiquiatra que estudió su vida desde el punto de vista médico. En los primeros días de mayo, tras haber recibido el sacramento de los enfermos, el Padre Enrique pide perdón a todos por los malos ejemplos que hubiera podido dar, por sus imperfecciones y por todas las ofensas que hubiera podido cometer. Pide igualmente que recen por él, dejando en manos de Dios la evaluación de su vida pasada. El 9 de mayo, a las seis, el Padre Vanti celebra Misa en su habitación y, en el momento de recibir la comunión, el moribundo extiende los brazos, recibe el Cuerpo del Señor con enorme fervor y luego cruza los brazos y se queda absorto en la oración. El supremo encuentro con su amado Señor acontece el 10 de mayo a las 5,30 horas. «Su ejemplo –dirá de él el Santo Padre en el momento de su beatificación– constituye para todos los creyentes una llamada imperiosa a ser atentos con los enfermos y con los que sufren en su cuerpo y en su espíritu».

Fue beatificado por S.S. Juan Pablo II el 4 de mayo de 1997.

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Por: . | Fuente: ChurchForum.org

Patriarca

Martirologio Romano: Conmemoración del santo Job, varón de admirable paciencia, que vivió en el país de Hus

Breve Biografía

Se llama patriarca a un antiquísimo jefe religioso de Israel. Así por ej. fueron Patriarcas: Noé, Abraham, Jacob, Isaac, etc.

Job ha sido considerado durante muchos siglos como el mejor modelo de paciencia, antes de Jesucristo. El profeta Jeremías afirma que la tierra donde Job nació y vivió (al suroriente del Jordán) era considerada como región de grandes sabios y profundos pensadores.

La S. Biblia narra de la siguiente manera los hechos de Job: "Había en la región de Us (al suroriente de Palestina) un hombre de muy buen comportamiento, que se apartaba del mal y temía mucho ofender a Dios. Tenía siete hijos y tres hijas. Era inmensamente rico. Tenía 7,000 ovejas, 3,000 camellos, 500 pares de bueyes, 500 asnas, y muchísimos obreros. Era el más rico de toda la región".

De vez en cuando ofrecía sacrificios de animales a Dios, para pedirle perdón por los pecados de sus hijos, porque se decía: "¡Quien sabe si alguno de mis hijos haya disgustado al Señor con algún pecado!".

Un día se reunió Dios en el cielo con sus ángeles y les dijo: ¿Han visto a mi amigo Job? No hay nadie en la tierra tan bueno como él. ¡Tiene gran temor de ofenderme y se aparta del mal! ¡Pero Satanás llegó y dijo a Dios: "Es que has tratado demasiado bien a Job. Le concediste enorme cantidad de animales, y de personas. Así cualquiera se porta bien. Pero permítele que se le acaben sus riquezas, y verás como se portará de mal!". - Y Dios le dijo a Satanás "Le concedo permiso para que lo ataque en sus bienes, en sus animales y personas que le sirven. Pero cuidado ¡A él no lo vaya a tocar!".

Y un día en que sus siete hijos y sus tres hijas estaban celebrando un almuerzo en casa del hijo mayor, llegó corriendo un mensajero a decirle a Job: "Sus bueyes estaban arando, y sus asnas estaban pastando en el potrero y llegaron los guerrilleros y mataron a los trabajadores y se robaron todos los animales. Solamente yo logré huir para traerle la noticia".

Todavía estaba el otro hablando cuando llegó un segundo obrero y le dijo: "Cayeron rayos del cielo y mataron a todas sus ovejas y a sus pastores. Solamente yo logré salir huyendo para traerle la noticia".

Aún estaba hablando el anterior cuando llegó otro que le dijo: "Los enemigos del país vecino se dividieron en tres escuadrones y atacaron los camellos, mataron a los arrieros, y se llevaron todos los animales. Unicamente yo logré huir para venir a contarle la noticia".

No había terminado el otro de hablar cuando llegó un cuarto mensajero a decirle: "Sus siete hijos y sus tres hijas estaban almorzando en casa del hijo mayor y se cayó el techo y los mató a todos".

Job se levantó, rasgó sus vestiduras en señal de tristeza; se rapó la cabeza en señal de duelo y exclamó: "Desnudo salí del vientre de mi madre. Sin nada volveré al sepulcro. Dios me lo dio, Dios me lo quitó. Bendito sea Dios".

Y en todo esto no pecó Job, ni dijo ninguna palabra contra Dios que había permitido que le sucedieran tantas desgracias.

Se volvió Dios a reunir con sus ángeles en el cielo y les dijo: "¿Se han fijado en mi amigo Job? No hay ninguno tan santo como él en la tierra. Tiene gran temor de ofenderme y se aparta siempre del mal. ¡Y aunque he permitido que le sucedan tantos sufrimientos, no se aparta de mi amistad!". Pero llegó Satanás y le dijo: "Sí, se conserva así porque goza de buena salud. ¡Pero permíteme quitarle la salud y verás que ahora sí maldice y se porta mal!". - Y Dios le dijo - Puede quitarle la salud. ¡Pero cuidado: respétale la vida!.

Y a Job le llegó una enfermedad en la piel, y se volvió una sola llaga desde la cabeza hasta los pies. Tuvo que ir a sentarse junto a un basurero, y con un pedazo de teja se rascaba, y vivía entre la basura. Y hasta su mujer lo despreciaba y le decía: "¡Maldiga su suerte y muérase!".

Pero Job le respondió: Si aceptamos de Dios los bienes, ¿Por qué no vamos a aceptar los males que El permita que nos sucedan?.

Y en todo esto no pecó Job con sus labios o sus palabras.

Y eran tales sus angustias y los desprecios que le hacían, que cuando amanecía exclamaba: "¿Cuándo anochecerá para que no me desprecien ni se burlen más de mí?". Y cuando anochecía decía: "¿Cuándo amanecerá para que no me atormenten más las pesadillas y espantos?". Y todo esto le sucedía, siendo él tan santo.

Al saber tan tristes noticias, llegaron tres amigos desde diversos sitios, a consolarlo. Y al verlo tan acabado, lanzaron gritos de angustia, rasgaron sus vestiduras en señal de dolor, se echaron polvo en la cabeza como penitencia, y se quedaron siete días, sentados en el suelo, sin decir palabra, llenos de dolor.

Y después los tres amigos empezaron un diálogo en verso, diciendo cada uno a qué se debían probablemente aquellos infortunios tan terribles del pobre Job. Y sacaron como consecuencia final que probablemente él había sido muy pecador y que por eso era que estaba disgustado Dios. Job respondió con fuertes exclamaciones que esa no era la causa de sus desgracias. Que él se había esmerado durante toda su vida por comportarse de una manera que le fuera agradable a Dios. Que había compartido sus bienes con los pobres. Que su deseo de mantenerse puro era tan sincero que había hecho un pacto con sus ojos para no mirar a mujeres jóvenes. Y decía: "estoy cierto que un día, con estos ojos veré a mi Dios".

En un momento de emoción Job llega a decirle a Dios que a él le parece que Nuestro Señor ha exagerado en el modo de hacerle sufrir. Que siendo Dios tan poderoso por qué se venga de un pobrecito tan miserable como él. Y entonces interviene Dios y le contesta fuertemente a Job que la criatura no tiene porqué pedirle cuentas al Creador, y empieza la voz de Dios a hacer una descripción maravillosamente poética de los seres que El ha creado. "¿Cuando yo hice el universo dónde estabas tú? ¿Cuando hice el mar y los animales que lo llenan, por dónde andabas a esa hora?". Y luego Dios va describiendo la imponencia del cocodrilo y del rinoceronte, y las astucias de los animales salvajes, y le pregunta a Job: "Cuando yo hice a todos estos animales, dónde estabas tú, para que ahora me vengas a pedir cuenta de lo que yo hago? ¿Quién es este que se atreve a discutirme?".

Job se da cuenta de que hizo mal en ponerse a pedirle cuentas a Dios y le dice humildemente: "Señor: me he puesto a hablar lo que no debía decir. Retracto mis palabras. Me arrepiento de lo que he dicho al protestar. Te pido perdón humildemente, mi Señor".

Entonces Dios volvió a hablar con voz amable, y dijo a los amigos de Job: "Ofrézcanme un sacrificio para pedirme perdón por lo que dijeron contra mi amigo Job. Y por las oraciones de él, yo los perdono".

Luego Dios le concedió a Job el doble de bienes de los que antes había tenido. Vinieron todos sus familiares cercanos y lejanos y cada uno le trajo un regalo y una barra de plata, y un anillo de oro y celebraron un gran banquete en su honor. Y Dios bnedijo otra vez a Job y le concedió 14,000 ovejas, 6,000 camellos, 1,000 pares de bueyes, y 1,000 asnas. Se casó de nuevo y tuvo siete hijos y tres hijas. Y sus hijas fueron las mujeres más bellas de su tiempo.

Y Dios le concedió a Job una larga vida. Vivió hasta los 140 años. Y conoció a los nietos, a los biznietos y a los tataranietos. Y murió en feliz ancianidad y lleno de alegría y paz.
 

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SAN JUAN DE ÁVILA

PRESBÍTERO




Patrono del clero secular español

PALABRA DE DIOS DIARIA

Nacido en Almodóvar del Campo, Ciudad Real (España), el 6 de enero de 1499 ó 1500. El año 1513 fue a estudiar leyes a Salamanca. Regresó a casa después de cuatro años y, aconsejado por un franciscano, estudió filosofía y teología. Al poco tiempo murieron sus padres. Fue ordenado sacerdote el año 1526. A su primera misa asistieron doce pobres que comieron a su mesa. El padre Juan de Ávila repartió sus bienes a los pobres y se entregó a la oración y a la enseñanza del catecismo. 

El año 1535, llamado por el obispo, marchó a Córdoba donde conoció a fray Luis de Granada. Allí organizó predicaciones por los pueblos obteniendo muchas conversiones de personas importantes. Dedicó también mucho tiempo al clero para quien fundó centros de estudios como los colegios de San Pelagio y de la Asunción. Al año siguiente, se desplazó a Granada a donde fue llamado para ayudar al arzobispo Gaspar de Ávalos en la fundación de la universidad. En esa ciudad tuvo lugar la conversión de san Juan de Dios, quien después de haber escuchado la predicación del padre Juan de Ávila decidió dedicar su vida a los pobres, enfermos y menesterosos.

El grupo sacerdotal de Juan de Ávila se formó en Granada hacia el año 1537. Los sacerdotes operarios, que se dedicaban a la predicación, vivían en comunidad, bajo la obediencia del maestro Ávila. Él les aconsejaba robustecer su vida interior: recibir frecuentemente la confesión y comunión, hacer dos horas de oración de mañana y tarde, y estudiar el Nuevo Testamento.

Juan acudió a Baeza (Jaén) en 1539, donde ayudó en la fundación de la Universidad, quizá su fundación más célebre. En todas las ciudades por donde pasaba, Juan de Ávila procuraba dejar la fundación de algún colegio o centro de estudios para sacerdotes: tres colegios mayores o universidades y once colegios. 

Desde 1551 comenzó a sentirse enfermo. Las molestias de su enfermedad le obligaron a residir en Montilla hasta su muerte. Su retiro le dio la posibilidad de escribir con calma sus cartas y preparar mejor sus sermones y tratados. Las cartas de Juan de Ávila llegaban a todo rincón de España e incluso de Roma. De todas partes le pedían consejo obispos, personas de gobierno, sacerdotes y seminaristas, discípulos, conversos, personas humildes, enfermos, religiosos y religiosas. Estuvo relacionado con grandes santos del siglo de oro español: Juan de Dios, Ignacio de Loyola, Francisco de Borja, Teresa de Jesús. Esta última le dio a examinar el libro de su vida.

Una de las virtudes principales del padre Juan de Ávila fue su gran amor a la Eucaristía. Ya enfermo, quiso ir a celebrar misa a una ermita, pero por el camino se sintió imposibilitado. Entonces, el Señor se le apareció, en figura de peregrino, y le animó a llegar hasta la meta. En una de las últimas ocasiones en que celebró la misa le habló el crucifijo: “Perdonados te son tus pecados”.

Murió el 10 de mayo de 1569. Santa Teresa, al enterarse de la muerte de Juan de Ávila, se puso a llorar. Cuando le preguntaron por qué lloraba, respondió: “Lloro porque la Iglesia de Dios pierde  a una gran columna”. Fue beatificado el 4 de abril de 1894 por el papa León XIII. Pío XII lo declaró Patrono del clero secular español el 2 de julio de 1946, y el papa Pablo VI lo canonizó el 31 de mayo de 1970.

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Por: . | Fuente: EWTN.com

Profeta

Martirologio Romano: Conmemoración de san Isaías, profeta, que en tiempo de Ozías, Jotam, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá, fue enviado a un pueblo infiel y pecador para manifestarle al Dios fiel y salvador, en cumplimiento de la promesa hecha por el Señor a David. Conforme ha transmitido la tradición existente entre los judíos, murió martirizado bajo el reinado de Manasés. ( s.VII A.C.)
Isaías fue para Israel un heroe nacional. Es un poeta maravilloso. La elegancia de su estilo, la viveza de sus imagenes y la belleza literaria de sus profecías lo convierte en un clásico de la literatura de Israel.

Nació en Jerusalen en el año 765 antes de Cristo y parece que era de familia de clase aristocratica. Todo su modo de hablar y comportarse lo presentan como un hombre de cultura superior.

En el Capítulo 6 de sus profecías narra como Dios lo llamo. Dice así : "Ví al Señor Dios , sentado en un trono excelso y elevado y miles de serafines lo alababan cantando : "Santo, Santo es el Señor Dios de los ejercitos, llenos estan el cielo y la tierra de Tu Gloria." Yo me llene de espanto y exclame : "Ay de mí que soy un hombre de labios impuros y vivo enmedio de un pueblo pecador y mis ojos ven al Dios Todopoderoso". Entonces voló hacía mí uno de los serafines, y tomando una brasa encendida del altar la coloco sobre mis labios y dijo : "Ahora has quedado purificado de tus pecados."
Y oí la voz del Señor que me decía:"¿ A quién enviaré ? ¿ Quién irá de mi parte a llevarles mis mensajes ?"
Yo le dije : "Aquí estoy Señor, envíame a mí"

LLAMADAS DESATENDIDAS.

Isaías empezo entonces a llevar a las gentes los mensajes de Dios, pidiendoles que se apartarán de su vida de pecado y empezaran una vida agradable a Dios. Pero se cumplía lo que le había avisado el Señor : "Teniendo oídos, no querrán escuchar". Aviso fuertemente que si no convertían serían llevados presos al destierro. No le hicieron caso y la nación de Israel fue llevada después presa a un país extraño.

El Emmanuel. Una de las más famosas profecías que hizo ese gran vidente fue la de Emmanuel. Dijo así : "He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz a un niño al cual llamarán Dios con nosotros" Así esta avisando con siete siglos de anticipación el nacimiento de Jesús , de María Virgen.

SENAQUERIB ATACA A JERUSALEM

El temible Rey de Nínive, Senaquerib, atacó a Jerusalem y amenazaba con destruirla y matar a todos. Pero Isaías animó al piadoso rey Ezequías diciendole : "Prudencia y clama. Confíen en Dios, que la ciudad no caera por en manos de los enemigos" . Y sucedió entonces que al ejercito invasor le llego una espantosa epidemia de disentería ( que es una inflamación y ulceración de los intestinos ) y murieron muchos miles y el Rey Senaquerib tuvo que alejarse y no pudo apoderarse de la ciudad . Con esta profecía adquirió Isaías una gran popularidad entre las gentes.

EL LIBRO MAS LARGO DE LA BILBIA

El libro de Isaías es el más largo de los 73 que compenen la Bilbia, tiene unas 70 páginas, se compone de dos partes, la primera fue escrita por el propio profeta Isaías y la segunda se llama "Nuevo Isaías" o DeuteroIsaías", probablemente escrita por un discipulo de este.

LA VID QUE NO QUISO DAR FRUTOS

Isaías tiene bellísimas comparaciones para enseñar sus mensajes. Por ejemplo la de La Vid y el Viñador, en el Capítulo 5. En la cual compara al pueblo de Dios, con una vid ( plantación de uvas ), a la que el Señor la cuido, la regó y la abonó y luego viene a buscar buenos frutos ( buenas obras ) y encuentra con que solo produce frutos amargos ( obras malas ), entonces el Señor abandona su plantación , dejandola en manos de sus enemigos para que la pisoteen y destruyan.

EL PRIMER BIÓGRAFO DE JESUS

En el libro de Isaías se pueden encontrar muchos datos de lo que será la vida del Mesías o enviado de Dios, se puede afirmar que este escrito es la primera biografía de Jesús escrita siete siglos antes de que naciera el Redentor. Son impresionantemente hermosas las descripciones del Cap 53, acerca del siervo de Yavhé, donde parece estar viendo la Pasión y Muerte de Jesús, describiendola, tal como ella iba a suceder. Y allí se insiste que estos sufrimientos del enviado de Dios serán ara pagar nuestros pecados.

EL MAS GRANDE PROFETA.

Después de Cristo y de Moisés, el más grande profeta de todos los siglos ha sido Isaías, es el profeta de la Confianza en Dios. Quiere que aunque las situaciones de la vida sean terribles, jamás dejemos de confiar en que Dios llegará con su gran poder a ayudarnos y defendernos. Anuncia un Mesías o Salvador, de la familia de David, portador de paz y de justicia, cuyo oficio es encender en la tierra el amor hacía Dios.
Fue un genio religioso que ejercío enorme influencia en la verdadera religión y cuyos escritos los leen y meditan hoy en todo el mundo los seguidores de Cristo.
Una antigua tradición judía, nos dice que a Isaías lo hizo maritirizar el impío rey Manasés.

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Por: . | Fuente: Fundacion Divina Misericordia

San Beato es el primer apóstol de Suiza. Aunque galo de nacimiento, fue enviado por San Pedro a ese pais en los primeros tiempos de la era cristiana, luego de ser ordenado sacerdote, para difundir el Evangelio. En la ciudad de Vindonissa, su predica fue de tal manera escuchada, que los habitantes destruyeron los templos paganos.

Beato vio al demonio en una ocasión, cuando se encontraba escuchando a uno de sus discípulos predicando en una iglesia. El maligno estaba debajo de un pulpito anotando en una piel de cordero los nombres de los que dormian durante el sermon. Estaba furioso porque la piel era demasiado pequeña y no cabían todos. Por eso, tiró de la piel hasta romperla con un movimiento tan brusco que su cabeza chocó contra la parte inferior del púlpito. Con el estruendo despertaron todos los que estaban durmiendo y como todo esto sucedió antes que terminara la Misa, pudieron escapar sanos y salvos de su poder.

Ya anciano, Beato decidió convertirse en ermitaño. Buscando un lugar donde terminar sus dias, llegó a la orilla del lago de Thun. Los habitantes del lugar le mostraron una gran cueva donde habitaba un dragón. Beato, sin mostrar miedo, enfrentó a la bestia que se arrojó contra él, despidiendo fuego y azufre. Sólo hizo la señal de la Cruz y destruyó al monstruo ante la mirada atónita de una multitud. Fue en esa cueva donde este santo pasó el resto de su vida. Murió a los noventa años y su sepulcro es lugar de peregrinación, ya que allí ocurren numerosos milagros, en especial la curación de enfermedades terminales.

Es protector especial de los enfermos de cáncer.

Su fiesta se celebra el 9 de mayo.

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Por: . | Fuente: LaVerdadCatolica.org

Fundadora

Martirologio Romano: En Munich, ciudad de la región de Baviera, en Alemania, beata María Teresa de Jesús (Carolina) Gerhardinger, virgen, que fundó providencialmente la Congregación de Hermanas de las Escuelas de Nuestra Señora ( 1879).

Fecha de beatificación: 17 de noviembre de 1985 por S.S. Juan Pablo II

Breve Biografía


Nació en Ratisbona, Alemania, el 20 de junio de 1797, y fue bautizada con el nombre de Carolina.

Su vida y parte de su obra se vio envuelta en las vicisitudes -sociales, políticas y religiosas-, originadas por la Revolución francesa iniciada en 1789.

Fue educada bajo los cánones de la orden de san Agustín. Se desconocen pormenores de su infancia y juventud; tuvo que abandonar la escuela al ser cerrada ésta por el gobierno bávaro (1809); sin embargo, Carolina conservó los valores cristianos que le habían inculcado con la convicción de dedicarse a Dios.

En 1828, al restablecerse las libertades religiosas, encuentra el clima propicio para cristalizar la idea surgida desde hace tiempo: crear un instituto para la educación cristiana. Así, junto con varias compañeras de ideas afines, abre un convento, donde establece la primera Escuela de las Hermanas de Notre Dame.

Por su admiración a la vida y obra de santa Teresa de Ávila, adopta este nombre.

Funda la congregación de las Pobres Hermanas Escolásticas de Nuestra Señora; recibe la aprobación pontificia de su Regla y Constituciones en 1854.

La hermana María Teresa manifestó vocación innata como guía de religiosas y educandas. Su carisma y profunda fe permitió la rápida expansión de su congregación a toda Europa y a Norteamérica, donde fundan escuelas -diurnas y nocturnas para trabajadoras-, primarias y para preescolares, orfelinatos y las llamadas "Casas de Día", donde las madres trabajadoras dejaban a sus hijos mientras laboraban; asimismo, funda escuelas femeninas de capacitación para el trabajo en fábricas, talleres o industrias.

Con fama de santidad, querida, respetada y admirada por alumnas y hermanas religiosas entrega su alma en Munich, Alemania, el 9 de mayo de 1879.

En la actualidad, la congregación cuenta con cerca de cinco mil religiosas que trabajan en treinta y tres países.

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Por: . | Fuente: ACIprensa.com

Diácono y Anacoreta

Observación: En el antiguo martirologio se lo recordaba el 19 de julio

Martirologio Romano: Cerca del monte Scete, en Egipto, san Arsenio, que, según la tradición, fue diácono de la Iglesia de Roma, y en tiempo del emperador Teodosio se retiró a la vida de soledad, donde, lleno de todas las virtudes, rindió su espíritu a Dios. ( c.450)

Etimológicamente: Arsenio significa “viril”. Viene de la lengua griega.

Breve Biografía

Cuando el emperador Teodosio el Grande buscaba un buen profesor para sus dos hijos, el Papa San Dámaso le recomendó a Arsenio, un senador sumamente sabio y muy práctico en sus consejos. Durante diez años, San Arsenio vivió en el palacio del emperador educando a sus dos hijos, Arcadio y Honorio.

Estando un día orando, en medio de una gran crisis espiritual, mientras le pedía a Dios que le iluminara lo que debía hacer para santificarse, oyó una voz que le decía: "Apártate del trato con la gente, y vete a la soledad". Entonces dispuso irse al desierto a orar y a hacer penitencia con los monjes.

Cuando llegó al monasterio del desierto, los monjes, sabiendo que había estado viviendo tanto tiempo como senador y como alto empleado del Palacio imperial, dispusieron ponerle algunas pruebas para saber si en verdad era apto para esa vida de humillación y mortificación. Fue ahí, donde San Arsenio se hizo muy conocido por todos por sus penitencias extraordinarias.

Por muchos siglos han sido enormemente estimados los dichos o frases breves que San Arsenio acostumbraba decir a la gente. Desde remotas tierras iban viajeros ansiosos de escuchar sus enseñanzas que eran cortas pero sumamente provechosas. Entre muchas de sus enseñanzas o frases que el Santo pronunciaba están: "muchas veces he tenido que arrepentirme de haber hablado. Pero nunca me he arrepentido de haber guardado silencio"; o "siempre he sentido temor a presentarme al juicio de Dios, porque soy un pecador".

Su muerte fue alrededor del año 450.

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Por: . | Fuente: santiebeati.it

Religiosa

Martirologio Romano: En el lugar llamado Hegne, de Baden, en Alemania, beata Ulrica (Francisca) Nisch, virgen, religiosa de las Hermanas de la Caridad de la Santa Cruz, quien, como infatigable sierva del Señor, vivió siempre entregada a los trabajos más humildes, principalmente en el oficio de ayudante de cocinera († 1913).

Etimológicamente: Ulrica = Aquella que es rica en dones, es de origen alemán

Breve Biografía

Francisca Nisch nació en Oberdorf-Mittelbiberach, Alemania, el 18 de septiembre de 1882, el padre era lacayo en el castillo y la madre empleada de la hostería, fue la primera de once hijos, por la extrema pobreza de la familia fue criada por la abuela y una tía quienes le dieron una profunda formación religiosa, junto a sólidos sentimientos de bondad y a sencillez.

Luego de culminar sus estudios básicos tuvo que ayudar en sustentar la familia, yendo a trabajar como empleada doméstica en varias familias. En 1903 a los 21 años fue atacada por una grave forma de erisipela y hospitalizada en el hospital de Rorschach donde conoció a las Monjas de Caridad de la Santa Cruz de Ingenbohl, aquel trato frecuente hizo madurar su vocación religiosa, pidiendo entrar en dicha Congregación.

Acogida en la Casa provincial de Hegne cerca de Costanza, cambió el nombre de Francisca por el de Ulrica y el 24 de abril de 1907 emitió la profesión religiosa. Fue enviada, como ayudante de cocina, al hospital de Bühl en el Mittelbaden, y posteriormente como segunda cocinera a la Casa de San Vicente en Baden-Baden dónde se quedará por cuatro años hasta el agosto de 1912, laboraba siempre llena de humildad y dedicándose a los servicios más ocultos y desagradables, esas incomodas labores nunca fueron una excusa para evitar el ayudar a sus parientes y hermanas de hábito con buenos consejos; siguió fielmente el lema de las Monjas de la Santa Cruz: "soy toda del Crucifijo, por tanto toda del prójimo, representante del amor de Cristo."

Los trabajos pesados y una vida de renuncia agotaron las fuerzas de sor Ulrica, quien enferma de tuberculosis en el mayo de 1912 fue hospitalizada en el hospital de Santa Isabel cerca de la Casa de Hegne, dónde a la edad de 31 años, murió el 8 de mayo1913.

Su gran abnegación hacia los otros la hizo morir sola, porque en uno de sus últimos momentos de lucidez renunció a los cuidados de una monja, en favor de otra hermana de hábito.

Se calcula que más allá de 100.000 personas van anualmente a orar al pie su tumba. Fue beatificada por el papa Juan Pablo II el 1 de noviembre1987.

responsable de la traducción: Xavier Villalta
Reproducido con autorización de
Santiebeati.it

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Por: . | Fuente: Franciscanos.org

Presbítero y Mártir

Martirologio Romano: En el campo de concentración de Oswiecim o Auschwitz, cerca de Cracovia, en Polonia, beato Antonio Bajewski, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales y mártir, que alcanzó la gloria del Señor durante la guerra, terriblemente quebrantado por los tormentos sufridos en la cárcel a causa de su fe (1941).

Etimológicamente: Antonio = Aquel que es digno de estima, es de origen latino.

Sacerdote, profeso en la Orden de los Hermanos Menores Conventuales desde 1934.

Vivió en el convento de Niepokalanów, y fue uno de los más cercanos colaboradores de San Maximiliano Kolbe.

Se destacaba por su fe profunda y viva. Arrestado el 17 de febrero de 1940, murió en Auschwitz el 8 de mayo de 1941 a causa de las condiciones inhumanas del campamento.

En medio de los sufrimientos repetía: «Quiero ser clavado con Cristo en la cruz». Al acercarse la muerte pidió a uno de los prisioneros: «Cuenta a mis cohermanos de Niepokalanów que he muerto aquí, fiel a Cristo y a la Inmaculada».

Para ver más sobre los 108 mártires Polacos durante la segunda guerra mundial haz "click" AQUI

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Presbítero

Martirologio Romano: En Turín, Italia, beato Francesco Paleari, sacerdote del Instituto Cottolengo, que se dedicó a los pobres y a los enfermos en la Pequeña Casa de la Divina Providencia, y a la enseñanza, distinguiéndose por su afabilidad y paciencia. ( 1939)

Fecha de beatificación: 17 de septiembre de 2011, durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI.

Breve Biografía

"Señor, enséñame a ser inteligente" es su plegaria favorita, la reza y enseña a sus penitentes, como recuerda el futuro cardenal Ballestero, quien a menudo fue a confesarse con él. Y "ser inteligente", para él, es pensar que todo pasa, sólo el paraíso es eterno, y entonces todo se tiene que hacer en vista de lo que está por venir, sin cálculos y sin distraerse con las cosas de aquí.

Nacido en 1863 en Pogliano Milanese, en una casa donde es fácil reunir el almuerzo con la cena (se come una sola vez cada día), pero en la que los padres comulgan todos los domingos (¡en esos tiempos!), y nunca vuelven a casa sin haber invitado a algún pobre a almorzar. Porque están convencidos, y así lo enseñan a sus hijos, que no se puede recibir a Jesús sin abrir la puerta a los pobres. Por ello no es de extrañar que de entre los cinco hijos sobrevivientes de los ocho que tuvieron, uno eligiera el camino de Cottolengo de trabajar entre "los más pobres entre los pobres".

Siendo aún muy joven, y por consejo de su párroco, se traslada a Turín, fue muy duro para él alejarse de los suyos, tuvo que luchar contra la nostalgia y la duda de haber tomado la decisión correcta, lucha que en una ocasión lo llevo a intentar franquear la tapia del seminario durante la noche pensando retornar a su casa, pero el sentido común prevalece y la gracia de Dios hace el resto, y así fue ordenado sacerdote a los 23 años gracias a una dispensa papal por su corta edad, realmente nadie tiene dudas sobre su vocación.

El joven sacerdote (quien además es de estatura muy pequeña), encuentra rápidamente su sitio dentro del Cottolengo: por 53 años será maestro, predicador, confesor y director espiritual, en una actividad vortiginosa y simple al mismo tiempo, haciéndose todo para todos y salpicando todo con su inconfundible sonrisa. Porque, si de Cottolengo se dijo que era "el buen canónigo", de Don Franceschino simplemente dicen que es "el cura que sonríe". La suya es una sonrisa que conquista: a los niños, en primer lugar, que les encanta ir a confesarse con un sacerdote que es apenas un poco más alto que ellos, pero también, indistintamente, obispos y sacerdotes, nobles y campesinos, monjas y seminaristas, que cuando necesidad de consuelo, consejo o aliento van a buscar a ese sacerdote que les hace sonreír el corazón.

Los santos tienen buen olfato y suelen reconocerse a distancia, por ello fue fácil ser conquistado por el canónigo José Allamano, que primero le invitó a confesar regularmente a los jóvenes sacerdotes del Convictorio eclesiástico y luego a los futuros Misioneros de la Consolata, iniciando así una fraternal rivalidad en virtudes, con la familiaridad y la sincera amistad que solamente los verdaderos santos suelen tener.

Tampoco para la diócesis de Turín pasa desapercibido la perla de sacerdote que tenían, y le comienzan a llover tareas. El obispo de Turín lo quiere como confesor de los seminaristas, a quienes les dice que el curita "es otro de San Luis", luego le pide predicar cursos de ejercicios espirituales, lo nombra confesor de varias instituciones de monjas; lo selecciona como pro-vicario de la diócesis, consultor para el cambio de sacerdotes y profesor del seminario, aunque alguien, tal vez más por envidia que por convicción, tuerza la nariz diciendo que, en cuanto a inteligencia y habilidad, en Turín podría encontrarse algo mejor.

Cono podía Don Franceschino lograr atender tal cantidad de tareas es todavía un misterio, el no objeta, no se queja, casi se disculpa por no poder hacer más porque los compromisos diocesanos se suman a los que regularmente sigue desempeñando en la "Pequeña Casa".

"Es s mi padre", responde con desarmante sencillez a aquel que señala que incluso en lo físico tiene un cierto parecido con Cottolengo.

Desde que el padre ha heredado sobre todo la fe, pero una fe "de aquellas", que le hace cumplir pequeños prodigios, como el leer en los corazones, ver a la distancia y obrar curaciones con simples compresas de agua fresca, dejando en claro que el remedio no está en medicinas sino en la fe.

Él nunca dijo "no puedo más", pero su corazón es quien se rebela, está hecho jirones por su continua entrega. Es obligado a quedarse en total inactividad, pasando de la cama a la silla, hasta el 7 de mayo de 1939 cuando se apaga. Ricos y pobres, sacerdotes y obispos desfilan frente a su ataúd, y por él, en 1947, se hizo una excepción a la norma de no encaminar causas de beatificación que tiene la Pequeña Casa, y así Don Franceschino es el primer sacerdote del Instituto Cottolengo, después del fundador, en ser elevado a la gloria de los altares.

responsable de la traducción: Xavier Villalta

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Por: . | Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01

Eremita

Martirologio Romano: En Kiev, en Rusia (hoy en Ucrania), san Antonio, ermitaño, que inició su vida monástica en el monte Athos y después la prosiguió en el monasterio de esa ciudad, denominado de las Grutas (1073).

Etimológicamente: Antonio = Aquel que es digno de estima, es de origen latino.

Durante la época de la evangelización de Rusia floreció mucho la vida monástica bizantina. El monasterio de Studios, en Constantinopla, así como los que surgieron de él, se hallaban en la cumbre de su esplendor (aunque muy poco después iba a empezar a decaer su influencia) y comenzaban a hacerse las grandes fundaciones del Monte Athos. Pero los primeros monasterios que hubo en Rusia, que debían su existencia a la intervención de los grandes príncipes y obispos griegos, no tuvieron mayor importancia. La época del florecimiento de la vida monástica en Rusia empezó con la fundación del monasterio de las Cuevas en Kiev (Kiev-Pecherskaya Lavra). Dicho monasterio no nació por iniciativa de los grandes de este mundo, sino que fue fundado por monjes rusos y para monjes rusos. Mons. Alejandro Sipiaguin ha escrito que fue "el primer monasterio ruso, cronológicamente hablando y también el primero en importancia, por los grandes valores espirituales con que enriqueció el tesoro de la religión del pueblo." Sus fundadores, "primeras luces brillantes encendidas por Rusia ante la imagen del Cristo universal", fueron San Antonio y San Teodosio Pechersky.

Antonio nació el año de 983, en Lubeck, cerca de Chernigov. En su juventud vivió algún tiempo en la soledad, según el ejemplo de los anacoretas de Egipto. Pero pronto comprendió que esa forma de vida, como cualquier otra, exigía cierta preparación. Así pues, emprendió el viaje al Monte Athos, donde practicó la vida eremítica con los monjes del monasterio de Esfigmenu. Al cabo de algunos años, su abad le mandó que regresase a su patria, a pesar de la repugnancia de Antonio, diciéndole: "El Señor te ha fortalecido en el camino de la santidad, y ahora te toca guiar a otros por ese camino. Vuelve a tu patria, con la bendición del Monte Santo; ahí serás padre de muchos monjes."

Antonio obedeció. Sin embargo, como no encontrase paz ni soledad suficientes en los monasterios fundados por los príncipes, se refugió en la cueva de un acantilado a orillas del Dniéper, en Kiev. Se alimentaba de pan, verduras y agua, cultivaba una parcela de tierra y pasaba el resto del tiempo en oración. Algunas personas acudían a consultarle o a pedirle su bendición; de cuando en cuando, le hacían algún regalo, que el santo distribuía inmediatamente entre los pobres. Algunos de esos visitantes acabaron por quedarse con él. El primero fue el monje Nikon, que era sacerdote; a éste siguieron otros aspirantes a la vida religiosa, los cuales vivían en celdas excavadas en la roca. Ampliaron algunas cuevas para instalar la capilla y el refectorio. Al contrario de otros abades de la época, San Antonio aceptaba a todos los candidatos que poseían las cualidades necesarias, ya fuesen ricos o pobres, libres o esclavos. La comunidad creció tanto, que empezó a faltar el sitio. Entonces, el príncipe Syaslav les ofreció las tierras situadas en lo alto del acantilado, y ahí construyeron los monjes un monasterio y una iglesia, dedicados a la Dormición de la Santa Madre de Dios. El cronista Néstor dice: "Muchos monasterios fueron construidos con la ayuda de los príncipes y los nobles, en cambio, este monasterio se construyó con lágrimas, ayunos y oraciones. Antonio no poseía oro ni plata y por ello se valió de estos medios."

San Antonio confió pronto la dirección de la comunidad a un monje llamado Barlaam. Después, para no verse mezclado en las disensiones de los nobles de Kiev, se retiró a Chernigov, donde fundó otro monasterio. Sin embargo, más tarde volvió a Pecherskaya Lavra y ahí murió, en su cueva, el año 1073, a los noventa años de edad.

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Fundadora de las Pías Maestras Venerini

Martirologio Romano: En Roma, santa Rosa Venerini, virgen, que nació en Viterbo y fundó las Maestras Pías, con las cuales abrió en Italia las primeras escuelas para la educación de las niñas ( 1728).

Etimológicamente: Rosa = Aquella que es bella y dulce como una rosa, es de origen latino.

Fecha de beatificación: 4 de mayo de 1952, durante el pontificado de Pío XII
Fecha de canonización: 15 de octubre de 2006, durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI

Breve Biografía


Rosa VENERINI nació en Viterbo en el día 9 de febrero de 1656.

Su padre, Goffredo, originario de Castelleone di Suasa (Ancona), después de haber conseguido el título en medicina en Roma, se trasladó para Viterbo y ejerció brillantemente la profesión de médico en el Hospital Grande.

De su matrimonio con Marzia Zampichetti, miembro de una antigua familia viterbense, nacieron cuatro hijos: Domingo, María Magdalena, Rosa y Horacio.


Rosa, por naturaleza, era dotada de inteligencia y de sensibilidad humana fuera del común. La educación recibida en la familia le permitió desarrollar los numerosos talentos de mente y de corazón y de formarse bajo principios cristianos sólidos.

A la edad de siete años, según su primer biógrafo, Padre Jerónimo Andreucci S.I., hizo voto de consagrar a Dios su vida. Durante la primera fase de su juventud, vivió el conflicto entre las seducciones del mundo y la promesa hecha a Dios. Superó tal conflicto con oraciones y muchos sacrificios.

A los 20 años, Rosa se interrogaba sobre su porvenir. En aquel tiempo la mujer podía escoger apenas entre las dos orientaciones de vida: el casamiento o el convento. Rosa estimaba las dos opciones, pero se sentía atraída para realizar otro proyecto para el bien de la Iglesia y de la sociedad de su tiempo. Tendrá que pasar mucho tiempo dedicado a los sacrificios y a la búsqueda, para ser impulsada interiormente por intuiciones proféticas, que le llevarán a una solución innovadora.

En otoño del 1676, de acuerdo con su padre, Rosa entró en el Monasterio Dominico de Santa Catalina en Viterbo con la perspectiva de realizar su voto. Junto a su tía Ana Cecilia aprendió a escuchar Dios en el silencio y en la meditación. Se quedó en el Monasterio pocos meses porque la muerte prematura de su padre la obligó a regresar para acompañar en el sufrimiento a su madre.

En los años siguientes Rosa vivió acontecimientos trágicos en su familia: el hermano Domingo falleció con apenas 27 años de edad, enseguida, muere también su madre quien no aguantó el dolor. Su hermana María Magdalena contrajo matrimonio.

Permanecían en casa solamente Horacio y Rosa que a esta altura tenía 24 años. Impulsada por el deseo de hacer algo grande para Dios, en mayo de 1684 la Santa comenzó reunir en su casa a las niñas y mujeres de la vecindad para rezar el Rosario. El modo de orar de las jóvenes y de sus madres, y sobre todo las charlas que precedían y seguían a la oración, abrieron la mente y el corazón de Rosa frente a la triste realidad: la mujer pobre era esclava de la pobreza cultural, moral y espiritual. Entendió, entonces, que el Señor la llamaba a una misión más alta que, gradualmente, la llenaba de la urgencia de dedicarse a la instrucción y formación cristiana de las jóvenes, no con encuentros periódicos, sino con una Escuela entendida en el sentido total de la palabra.

En el día 30 de agosto del 1685, con la aprobación del Obispo de Viterbo, Cardenal Urbano Sacchetti y la colaboración de dos compañeras, Gerolama Coluzzelli y Porzia Bacci, Rosa dejó la casa paterna para dar inicio a su primera escuela, proyectada según un designio original que había madurado en la oración y en la búsqueda de la Voluntad de Dios. El primero objetivo de la Fundadora era lo de ofrecer a las niñas de la población pobre una formación cristiana completa y de prepararlas para la vida civil. Sin grandes pretensiones, Rosa había abierto la primera «Escuela Pública femenina en Italia». El origen era humilde, pero de grandeza profética: la promoción humana y la elevación espiritual de la mujer eran una realidad que no tardaría en recibir el reconocimiento de las autoridades religiosas y civiles.

El crecimiento de la Obra.

En el comienzo no fue fácil: Las tres primeras Maestras tuvieron que afrontar las resistencias del Clero que sentía como exclusividad suya enseñar el catecismo; pero la resistencia más fuerte venía de los intelectuales que se sentían escandalizados al ver la osadía de una mujer, de la alta burguesía viterbense, que tomaba con seriedad y amor la educación de las niñas de la baja clase social. Rosa enfrentó todo por amor a Dios, y con firmeza que era la caracterizaba, prosiguió el camino que había iniciado, teniendo ahora más que nunca, la certeza de estar dentro de un verdadero Proyecto de Dios.

Los resultados le dieron razón: ¡los propios Párrocos constataron el bien qué estas Escuelas Pías surtieron entre las niñas y sus madres!. La valía de aquella iniciativa fue reconocida y la fama sobrepasó los confines de la Diócesis. El Cardenal Marcos Antonio Barbarigo, Obispo de Montefiascone, comprendió la genialidad del proyecto viterbense e invitó a la Santa a su diócesis. La Fundadora, siempre lista, contestó a la invitación: de 1692 a 1694 Rosa abrió una decena de escuelas en Montefiascone y en las Ciudades situadas alrededor del lago de Bolsena. El Cardenal suministraba los medios materiales y Rosa concienciaba las familias, preparaba las maestras y organizaba la Escuela. Cuando tuvo que tornar a Viterbo, para cuidar de la estabilidad de su primera obra, Rosa confió las Escuelas y las Maestras a la dirección de una joven, Lucia Filippini, cuyas calidades, de mente, de corazón y de espíritu, ya había percibido antes.

Después de las Escuelas de Viterbo y Montefiascone, fueron abiertas otras en la región de Lazio. Rosa llegó a Roma en el año 1706, pero la primera experiencia romana fue para ella un fracaso total. Esto le marcó hondamente y la forzó a esperar un período largo de seis años antes de reconquistar la confianza de las autoridades. En el día 8 de diciembre del 1713, con ayuda del Abad Degli Atti, gran amigo de la familia Venerini, Rosa pudo abrir su Escuela en el centro de Roma, a los pies del Capitolio. El 24 de octubre de 1716 recibió a visita del Papa Clemente XI, que acompañado por ocho Cardenales, quiso asistir a las clases. Maravillado y lleno de complacencia, al fin de la mañana, se dirigió a la fundadora con estas palabras: «¡Señora Rosa, usted hace lo que nosotros no podemos hacer!. Le agradecemos mucho porque, estas escuelas, ¡santificarán Roma!». Desde aquel momento, Gobernadores y Cardenales pidieron las escuelas para sus territorios. El trabajo de la Fundadora se volvió intenso, lleno de peregrinaciones y de cansancio para la formación de nuevas comunidades. Fue, también, motivo de mucha alegría y de sacrificios. Donde surgía una escuela, luego se notaba un radical cambio positivo, de la juventud.

Rosa Venerini murió santamente en la casa de San Marcos en Roma, en la noche del 7 de mayo de 1728. Había abierto más de 40 Escuelas. Su cuerpo fue sepultado en la Iglesia de Jesús (Roma) que ella tanto amaba. En el año 1952, por ocasión de la Beatificación, sus restos mortales fueron trasladados en la Capilla de la Casa General, en Roma.


La Espiritualidad

Durante toda su vida, Rosa siempre se movió adentro del océano de la Voluntad de Dios. Decía: «me siento tan apegada a la Voluntad de Dios, que no me importa ni la muerte ni la vida, quiero lo que Él quiere, quiero servirle lo cuanto Él quiere ser servido por mí y nada más! ». Después de un primera contacto con los Padres Dominicos del Santuario «Madonna della Quercia» en los alrededores de Viterbo, siguió la dirección espiritual del P. Ignacio Martinelli, y acogió fielmente la espiritualidad austera y equilibrada de San Ignacio de Loyola creada para la dirección de los Jesuitas.

Las crisis de la adolescentes, las perplejidades de la juventud, la busca de nuevos caminos, la fundación de las Escuelas y de las Comunidades, las relaciones con la Iglesia y con el mundo, todo era orientado al Querer Divino. La oración era el aire que respiraba durante toda su jornada.

Rosa no imponía a sí misma ni a sus hijas largas oraciones pero recomendaba qué la vida de las Maestras, en el ejercicio del ministerio educativo, ¡fuese un continuado hablar con Dios, de Dios, para Dios!. La íntima comunión con el Señor era mantenida por la oración mental que la Santa consideraba «alimento esencial del alma». En la meditación, Rosa escuchaba al Maestro que enseñaba caminando por las carreteras de Palestina, pero, de manera particular, desde lo alto de la Cruz.

Con lo mirada fija en Jesús Crucificado, Rosa sentía cada vez más fuerte dentro de sí la pasión para la salvación de las criaturas humanas. Por eso, vivía cada día la Eucaristía de manera mística: en su imaginación, la Santa veía el mundo como un gran círculo; se colocaba en el centro y contemplaba Jesús, Víctima inmaculada, que en todo rincón de la tierra se ofrecía al Padre a través del Sacrificio Eucarístico. Llamaba a este modo de elevarse a Dios "el Círculo Máximo". Con oración incesante, participaba espiritualmente de todas las Santas Misas que eran celebradas en toda parte del mundo: unía los dolores, el cansancio, las alegrías de su vida a los sufrimientos de Jesucristo, preocupándose que la Preciosa Sangre de Jesús no fuese derramado en vano.


El Carisma

Podemos sintetizar el carisma de Rosa Venerini en pocas palabras. Vivió consumada por dos grandes pasiones: la pasión por Dios y la pasión por la salvación de las criaturas humanas. Cuando comprendió que las niñas y las mujeres de su tiempo tenían necesidad de ser educadas e instruidas sobre las verdades de la Fe y de la Moral, no escatimó tiempo, trabajo, luchas, dificultades de todo tipo al fin de contestar al llamado de Dios. Era consciente de que el anuncio de la Buena Nueva sólo podía ser acogido, si antes, las personas fuesen liberadas de las tiniebla de la ignorancia y del error. Además, había intuido que la formación profesional podía conseguir para la mujer una promoción humana y un reconocimiento en la sociedad. Este proyecto requería una Comunidad Educadora, sin pretensiones. Rosa, con gran anticipación histórica, ofreció a la Iglesia el estilo de la Comunidad Religiosa Apostólica.

Rosa no ejerció su misión educativa sólo en la escuela, sino usó todas las oportunidades que tuvo para anunciar el Amor de Dios: confortaba y curaba a los enfermos, reanimaba a los desesperanzados, consolaba a los afligidos, invitaba a los pecadores a la vida nueva, exhortaba a la fidelidad a las personas consagradas, auxiliaba a los pobres, combatía toda forma de esclavitud moral. Educar para salvar se volvió el lema que impulsa a las Pías Maestras Venerini a continuar la Obra del Señor de acuerdo a los deseos de su Fundadora y a irradiar por el mundo el Carisma de la Santa Madre: liberar a la criatura humana de la ignorancia y del mal para que el Proyecto de Dios, que cada persona posee, se vuelva visible.

Es ésta a magnifica herencia que Rosa Venerini dejó a sus hijas; doquiera que estén: en Italia, como en los otros Países, las Pías Maestras buscan vivir y transmitir el deseo apostólico de la Madre, privilegiando a los más pobres. La Congregación, después de haber dado su contribución en favor de los italianos emigrados a los E.U.A., desde 1909, y en Suiza de 1971 al año 1985, expandió su actividad apostólica en otros Países: en India, en Brasil, en los Camerún, en Romania, en Chile, en Venezuela, en la Albania y en Nigeria.

Reproducido con autorización de Vatican.va

traducido por Xavier Villalta


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5:27 p.m.

SANTA FLAVIA DOMITILA


MÁRTIR



En Roma, conmemoración de santa Domitila, mártir, que, siendo hija de la hermana del cónsul Flavio Clemente, fue acusada durante la persecución bajo el emperador Domiciano de haber renegado de los dioses paganos y, por ello, por su fe en Cristo, junto con otros muchos cristianos fue desterrada a la isla de Ponza, en el Lacio, en la que padeció un prolongado martirio (s. I/II).

Etimológicamente: Flavia = Aquella de cabellos dorados, es de origen latino.

El emperador es Vespasiano. Flavio Clemente es su sobrino, está casado con Flavia Domitila, se han hecho cristianos y es cónsul en el año 95. Tiene dos primos carnales que son Tito y Domiciano que, al no tener descendencia directa masculina, deberían dejar su puesto a uno de los hijos de Flavio Clemente según el derecho romano; poco faltó para que la Iglesia tuviera en el primer siglo un emperador cristiano, pero no sólo no fue así, sino que el emperador Domiciano desató una violenta persecución. 

No distinguían muy bien por aquel entonces los que mandaban en Roma entre judíos y cristianos; los llaman simplemente paganos porque ni unos ni otros adoraban imágenes por seguir los Libros Santos. Vespasiano y Tito habían hecho la guerra y destruido la Ciudad Santa; los judíos y cristianos -que para ellos es igual- deben pagar impuestos. Como las cuentas cantan, Domiciano advierte por el monto de la recaudación el gran número de paganos que hay en el Imperio y ve que están presentes en todos los estamentos. Piensa que la depuración étnica se impone y Flavio Clemente, entre muchos, es denunciado -dice Suetonio «con acusaciones muy endebles»- y martirizado junto con su mujer o quizá ésta fuera mandada al destierro a la isla de Pandataria, como era costumbre entre los romanos para la gente noble. Así se concluyen los datos que proporciona la historia bien documentada. 

Pero así como la historia ofrece unos datos seguros y fiables, la leyenda marca el paso de la historia a la ficción en la historia novelada para gusto y edificación de los cristianos cuando se habla de Flavia Domitila. Más que admitir la existencia de dos Flavias en el mismo tiempo y lugar, según los datos que se tienen, parece lo más probable y sensato aceptar la lectura en novela de la mártir Flavia Domitila, desdoblada.

Así nos encontramos con una novela de altos vuelos literarios en la que, con la base firme de la existencia de una mártir perteneciente a la más alta nobleza, se narra el destierro de Flavia, joven prometida de un joven pagano llamado Aureliano; los soldados Nereo y Aquileo, terminan por convencer a la novia para que acepte la virginidad rechazando la boda prevista. Se anota la esperada reacción violenta del joven pagano despreciado: denuncia como cristiana a la novia y la destierran a la isla de Poncia. La imaginación del autor hace intervenir al papa Clemente consagrando la virginidad de Flavia Domitila. Hay enredos entre amigos de la magia y adivinación por una parte y testigos que narran lo que pasó entre Pedro y Simón, el mago, por otra. 

La protagonista que ocupa el centro del relato es un ejemplo de pulcritud y sensatez, mantiene el nervio de la historia con la valentía del seguimiento a Jesús ante la autoridad constituida, apareciendo también momentos de dudas que mantienen el suspense sobre los inciertos resultados de su elección, y ¡cómo no! su apostolado. Se desarrolla abundante doctrina para proclamar -en demasía- la excelencia de la virginidad sobre el matrimonio. El guión no está exento de elementos dramáticos que mantienen la atención de los lectores y oyentes con los enredos de seducción por parte de Aureliano, que acaba dramáticamente muerto por la decepción y el rechazo. También se condenan las orgías propias del tiempo y la vanagloria de quien no tiene más perspectiva que la vida presente. La vuelta del destierro, además de poner fin a la preciosa novela ejemplar, sirve para describir el martirio con formas adecuadas al estilo del relato: Flavia Domilitila y sus dos sirvientas neoconversas por su ejemplo y palabras -también vírgenes cristianas- acaban quemadas vivas en su propia casa de Terracina por denuncia de paganos.

11:46 p.m.

Por: . | Fuente: somos.vicencianos.org

Obispo

Martirologio Romano: En Milán, de la Liguria (hoy Italia), san Venerio, obispo, discípulo y diácono de san Ambrosio, que acudió en ayuda de los obispos africanos enviándoles clérigos y favoreció a san Juan Crisóstomo en su destierro ( 409)
La Iglesia mediolanense conmemora en este día, y así lo re­coge también el Martirologio romano, al obispo San Venerio. Él fue el decimotercer obispo de la sede, según los catálogos de di­cha iglesia, y sucedió al obispo San Simplicio en el verano del año 400. Anteriormente era diácono de la misma Iglesia y había sido colaborador de San Ambrosio y uno de los que propusie­ron a San Simplicio para suceder al gran doctor de la Iglesia.

Se le conoce por sus relaciones con otras iglesias. El papa Anastasio I le pidió que velara por la recta doctrina en su zona, señalándole sobre todo la necesidad de oponerse a las enseñan­zas de Orígenes. El santo lo hizo con firmeza, como sabemos por San Jerónimo. Hizo caso de la llamada que le hicieron los obispos africanos del concilio provincial de Cartago del año 401 pidiéndole les enviase algunos clérigos. Entre ellos fue el diácono Paulino, el que, a petición de San Agustín, escribió la vida de San Ambrosio. Cuando San Juan Crisóstomo fue injus­tamente depuesto en 404, se dirigió entre otros al obispo de Mi­lán en demanda de defensa. Venerio respondió con caridad al santo perseguido.

Venerio hubo de ver cómo el emperador Honorio abando­naba Milán para fijar su residencia en Rávena, ya que considera­ba aquella ciudad menos segura frente a los bárbaros, concreta­mente los visigodos que, al mando de Alarico, hostigaban todo el norte de Italia.

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11:46 p.m.

Por: Lamberto de Echeverría, Bernardino Llorca y José Luis Repetto Betes | Fuente: Año Cristiano Ed. 2005

Presbítero y Mártires

Martirologio Romano: En Londres, en Inglaterra, beatos Eduardo Jones y Antonio Middleton, presbíteros y mártires, los cuales, durante el reinado de Isabel I, por su condición de sacerdotes fueron ahorcados y descuartizados ante su propia casa ( 1590)

Fecha de beatificación: 15 de diciembre de 1929 por el Papa Pío XI

Eduardo Jones había nacido hacia 1560 en el norte de Gales. En su juventud hizo un viaje por España, Grecia e Italia y en este viaje se decide por el catolicismo que abraza en Roma. Opta por el sacerdocio y de Roma marcha a Reims a fin de es¬tudiar teología en el Colegio Inglés. Se ordena sacerdote el 11 de junio de 1588 y en octubre de ese año vuelve a Inglaterra, donde comienza a ejercer su ministerio sacerdotal clandestinamente.

Antonio Middleton era natural de York y parece que de la misma edad que Eduardo, y era hijo de una familia acomodada. Decidida su vocación sacerdotal marcha a Reims donde estu¬dia entre 1582 y 1586, en que se ordena sacerdote el 30 de mayo y regresa a Inglaterra. Tenía aspecto aniñado y se pensaba que ello le garantizaba poder pasar una larga temporada inadvertido.

Eduardo fue capturado a causa de la denuncia de una mujer que había fingido interés por el catolicismo y a la que Eduardo había aceptado para prepararla al ingreso en la Iglesia. El 1 de mayo de 1590 se encontraba en una droguería de la calle Fleet, de Londres, cuando fue arrestado y llevado a la Torre, donde el despiadado Topcliff lo torturó de forma espantosa sin que lograra que el detenido reconociera intenciones políticas y antiestatales a su actividad religiosa, pero sí reconoció que era sacerdote. Esto le vahó que, pese a su elocuente defensa ante el tribunal, fuera condenado a muerte como traidor y propiciador de una invasión extranjera.

Antonio trabajó apostólicamente en Londres y se hospedaba en la casa de un tal Saunders en Clerkenwell. Solamente cuatro años pudo desempeñar su misión pues el 3 de mayo de 1590 era sorprendido en la casa que le hospedaba y junto con Eduardo Jones compareció ante el tribunal, en el que negó con empeño cualquier intención política a su actividad. Fue condenado a muerte por los mismos motivos que su compañero.

Ambos fueron ejecutados el mismo día —6 de mayo de 1590— en Londres, pero mientras Eduardo lo era frente a la tienda en que había sido detenido, Antonio fue ahorcado y descuartizado junto a la casa en que había sido hospedado.

AÑO CRISTIANO Edición 2005
Autores: Lamberto de Echeverría (†), Bernardino Llorca (†) y José Luis Repetto Betes
Editorial: Biblioteca de Autores Católicos (BAC)
Tomo V Mayo ISBN 84-7914-709-1

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11:46 p.m.

Por: Lamberto de Echeverría, Bernardino Llorca y José Luis Repetto Betes | Fuente: AÑO CRISTIANO Edición 2004

Presbítero y Mártir

Martirologio Romano: Cerca de Munich, en la región de Baviera, en Alemania, beatos Enrique Kaczorowski y Casimiro Gostynski, presbíteros y mártires, que durante la invasión de Polonia en tiempo de guerra fueron hechos prisioneros por los perseguidores de la dignidad humana y conducidos al campo de concentración de Dachau, donde, por su fe en Cristo, exhalaron el último suspiro en las cámaras de gas. ( 1942)

Fecha de beatificación: El 13 de junio de 1999 por el Beato Papa Juan Pablo II como parte de un grupo de 108 mártires polacos.

Casimiro nació en Varsovia el 8 de abril de 1884. Tras estudiar en el seminario de Lublín, se ordenó sacerdote el 14 de junio de 1908. Marcha a Innsbruck a estudiar teología moral y a su vuelta a la diócesis es profesor en el seminario y en un instituto. En 1915 funda el Instituto Jan Zamoyski, que dirige durante 18 años, por cuya labor es nombrado canónigo de la catedral y prelado doméstico de Su Santidad. Desde 1935 es rector de la iglesia de la Victoria y se dedica al apostolado entre los intelectuales, la juventud masculina y el movimiento scout. Arrestado el 11 de enero de 1940, está hasta junio en el castillo de Lublín, de donde pasa al campo de concentración de Sachsenhausen y luego al de Dachau. El hambre, los trabajos y las miserias del campo arruinaron su salud, y por ello fue declarado «inválido»

Entre los presos declarados «inválidos» que el 6 de mayo de 1942 fueron sacados del campo de Dachau para ser eliminados en la cámara de gas, se encontraban dos sacerdotes polacos que coronaron con el martirio sus vidas de notable y fervoroso servicio a Dios y al bien de sus hermanos, servicio que en ambos casos fue reconocido por la Iglesia.

AÑO CRISTIANO Edición 2004
Autores: Lamberto de Echeverría (†), Bernardino Llorca (†) y José Luis Repetto Betes
Editorial: Biblioteca de Autores Católicos (BAC)
Tomo V Mayo ISBN 84-7914-709-1

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SAN EVODIO DE ANTIOQUÍA 

OBISPO







Martirologio Romano 1956: En Antioquía, san Evodio, el cual, como escribe san Ignacio a los Antioquenos, fue el primer Obispo, ordenado allí por el Apóstol san Pedro, y terminó la vida con glorioso martirio. († c.69)

Primer obispo de Antioquía después de San Pedro. Eusebio lo menciona así en su "Historia": "Y Evodio habiendo sido establecido como primer [obispo] de Antioquía, Ignacio floreció en este momento" (III, 22). El tiempo mencionado es el de Clemente de Roma y de Trajano, de los cuales Eusebio acaba de hablar. 

Harnack ha demostrado (después de descartar una teoría propia anterior) que Eusebio tenía una lista de los obispos de Antioquía, que no tenía sus fechas, y que se vio obligado a sincronizarlos aproximadamente con los Papas. Parece seguro que él tomó las tres listas episcopales de Roma, Alejandría y Antioquía de la "Cronografía", que Julio Africano publicó en 221. La "Crónica de Eusebio" se ha perdido, pero en la traducción de San Jerónimo de la misma encontramos en tres años sucesivos las tres entradas: 

1.- Que Pedro, habiendo fundado la Iglesia de Antioquía, es enviado a Roma, donde persevera como obispo durante 25 años;

2.- Que Marcos, el intérprete de Pedro, predica a Cristo en Egipto y Alejandría, y

3.-Que Evodio es ordenado primer obispo de Antioquía.

No tenemos ninguna mención de Evodio antes de la de Africano, pero ésta se ve confirmada por su contemporáneo, Orígenes, quien llama Ignacio al segundo obispo después de Pedro (Hom. IV, en Luc., III, 938A). Es curioso que la ordenación de Evodio no debiera haber sido dada en la "Cronografía" en el mismo año que la fundación de la Iglesia Antioqueña por Pedro, y Hort supone que las tres entradas deben haber pertenecido a un solo año en Eusebio; pero la evidencia no está a favor de esta simplificación. El año de la accesión de Ignacio, que es el de la muerte de Evodio, era desconocido para Eusebio, pues simplemente lo coloca en la "Crónica", junto con la muerte de Pedro y la accesión de Lino en Roma (Nerón 14-68), mientras que en la "Historia" lo menciona al comienzo del reinado de Trajano.

La fama de Ignacio causó que escritores posteriores, como San Atanasio y San Juan Crisóstomo, hablasen de él como si hubiese sido el sucesor inmediato de los Apóstoles. Jerónimo (De Vir. Ill., 16) y Sócrates (HE, VI, 8) lo llaman el "tercer" obispo después de San Pedro, pero esto es sólo porque ilógicamente incluyen a Pedro entre sus propios sucesores. Teodoreto y Pseudo-Ignacio representan a Ignacio como consagrado por Pedro. La dificultad que surgió así sobre Evodio se resolvió en las Constituciones Apostólicas que afirman que Evodio fue ordenado por Pedro e Ignacio por Pablo. El cronógrafo bizantino, Juan Malalas (X, 252), relata que cuando Pedro iba de camino a Roma pasó por la gran ciudad de Antioquía, sucedió que Evodo (sic), el obispo y patriarca, murió y lo sucedió Ignacio; él le atribuye a Evodio la invención del nombre cristiano. Salmon no parece estar justificado en suponer que Malalas le atribuye cualquiera de esta información a Teófilo, el obispo de Antioquía del siglo II. Podemos estar seguros que Evodio es un personaje histórico, y realmente fue el predecesor de San Ignacio, pero las fechas de su ordenación y muerte son realmente inciertas. Ningún testigo anterior lo menciona como mártir.

Los griegos conmemoran juntos a “Evodo” y a Onesíforo (2 Tim. 1,16) como de los setenta discípulos y como mártires el 29 de abril, y también el 7 de septiembre. Evodio era desconocido para los martirologios occidentales, el Jeronimiano y los de Beda y Floro; pero Ado lo introdujo en el día 6 de mayo en el llamado "Martyrologium Romanum parvum" (el cual no preparó mucho antes de 860) y en su propia obra. Su fuente fue Pseudo-Ignacio, a quien cita en el “Libellus de fest. Apost." prefijado al martirologio propio. De él llegó la anotación a Usuardo y al resto, y al presente Martirologio Romano.


11:46 p.m.

Por: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com !! «Vidas de los santos», Alban Butler

Abad

Martirologio Romano: En Marchiennes, en la Galia Belga, hoy en Francia, san Mauronto, abad y diácono, que fue discípulo de san Amando. ( 702)
San Mauronto nació en Flandes el año 634. Era el hijo primogénito de Adalbaldo y Gertrudis. Pasó su juventud en la corte del rey Clodoveo II y de la reina Batilde, donde ocupó varios cargos de importancia. A la muerte de su padre, volvió a Flandes a poner en orden los asuntos de su casa y a hacer arreglos para su propio matrimonio. Pero Dios le tenía escogido para la vida religiosa. El instrumento del que se valió para guiar al joven hacia su verdadero camino fue san Amando, obispo de Maestricht, que vivía entonces retirado en el monasterio de Elnone. El santo prelado predicó un sermón que impresionó tan profundamente a Mauronto, que decidió retirarse al punto al monasterio de Marchiennes. En dicho monasterio se le confirió el diaconado.

El santo construyó en sus tierras de Merville de la diócesis de Thérouanne la abadía de Breuil, de la que fue primer abad. Cuando el rey Teodorico III desterró de Sens a san Amado y le mandó retirarse a Breuil, san Mauronto, que tenía en alta estima a san Amado, le cedió el puesto de superior y le prestó obediencia hasta su muerte, ocurrida el año 690. Entonces san Mauronto reasumió las funciones abaciales. Santa Rictrudis, en su lecho de muerte, confió al santo la supervisión del doble monasterio de Marchiennes, del que era abad santa Clotsinda, hermana de san Mauronto. El santo se hallaba en Marchiennes, cuando le sobrecogió una enfermedad que le llevó al sepulcro.

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Hermanos Franciscanos

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